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Primero habría que definir lo que es una secta, dado el actual abuso que se está
haciendo de este término. Si el término “secta” se usa en el sentido original y neutral
de subgrupo disidente dentro de una religión, la Francmasonería ciertamente no es
una secta, ya que no forma parte de ninguna religión, ni ella misma es una religión.
Si el término “secta” se usa en sentido peyorativo de grupo religioso, con un fuerte
liderazgo carismático, que somete y regula todos los aspectos de la vida de sus
miembros, calificar a la Francmasonería como “secta” es un ejercicio de cinismo
doloso o de ignorancia culpable. La Francmasonería no es un grupo religioso ni una
religión. Tampoco tiene un liderazgo de tipo carismático, sino democrático y, desde
luego, ni somete ni regula los aspectos de la vida de sus miembros más que a través
de principios éticos genéricos como el de la tolerancia o la honradez, principios que,
por lo demás, son compartidos por las sociedades democráticas.
Calificar a la Francmasonería como secta, tal como hacen algunas organizaciones
religiosas — entre ellas varios arzobispados de la Iglesia Católica, no es más que un
acto de intoxicación propagandística que nos da la altura moral de quien lo hace. Si
su preocupación por el fenómeno sectario fuese sincero y real, deberían estar muy
preocupados y actuar consecuentemente contra las sectas que hay en el interior de
su “Iglesia” como el Opus Dei, organización que cumple con todos los requisitos
para ser considerada una secta en el sentido popular y peyorativo del término.
No, no lo es. Cada masón puede creen en un dios o no creer en ninguno, puede
profesar una religión o no.
7.- ¿Es la Francmasonería anticlerical?
8.- ¿Pero, entonces, no es cierto que hay una Francmasonería francesa atea frente
a una Francmasonería anglosajona respetuosa con la religión?
Esa supuesta división no es más que una simplificación, más o menos interesada,
de la realidad. Existen dos tradiciones europeas de la Francmasonería. La primera
de ellas encarnada por la Gran Logia Unida de Inglaterra que es de carácter
decididamente deísta. Es decir, exige de sus miembros la creencia en un Ser
Supremo. Sin embargo, desde el siglo pasado, en el seno de la Francmasonería se
desarrolló otra tendencia, en consonancia con los aires de laicismo que soplaban por
muchos países europeos.
10.- ¿Tiene algo que ver la Francmasonería con el ocultismo o con el satanismo?
Pues tampoco. La Francmasonería no tiene nada que ver con el satanismo, a pesar
de que algunos parezcan a estas alturas empeñados en creer la farsa organizada en
el siglo pasado (y posteriormente confesada) por Leo Taxil. Respecto al ocultismo, la
Francmasonería nada tiene que ver con ello. Pero también es cierto que durante el
s. XVIII, siglo de la Ilustración pero también de las fantasías alquímicas y esotéricas,
en la Francmasonería se introdujeron estas ideas por personas atraídas por el halo
misterioso del “secreto de la Francmasonería”. Hoy en día, la pervivencia de todo
este entramado fantasioso es prácticamente ninguna, si bien aún perdura en ciertos
motivos rituales y, especialmente, en una terminología pseudoesotérica utilizada por
algunos francmasones desprovista de ningún contenido real. Además, como ya se
ha dicho, la Francmasonería no es ninguna religión y el ocultismo y esoterismo son,
casi siempre, formas religiosas.
11.- ¿Entonces la Francmasonería no es una sociedad iniciática?
Sí y no. Si se entiende por sociedad iniciática una sociedad en la que para entrar es
necesario pasar por cierto ritual, que además hay unos escalones de progreso que
sus miembros van pasando, y que tiene una cierta enseñanza, entonces sí es una
sociedad iniciática. Si se entiende por sociedad iniciática una sociedad que preserva
o tiene una “sabiduría oculta”, que transmite una “Tradición primordial”, o que
imparte a través de sus rituales un cierto carisma, o una cierta virtud o un poder,
pues decididamente no. La Francmasonería no preserva ningún saber especial o
“sabiduría oculta”, ninguna “tradición primordial” (signifique lo signifique este término)
ni ningún poder o carisma especial.
Una Logia es una asamblea estable que, de común acuerdo, establece los
francmasones para su trabajo masónico. La Logia es el alma y la escuela de la
Francmasonería. Allí es dónde se trabajan los rituales, dónde se va progresando en
la andadura masónica y donde se forjan los lazos de fraternidad entre hermanos.
Una Logia tiene para su funcionamiento un reglamento y varios cargos, cuyos
ocupantes son los encargados y responsables de hacer funcionar la Logia en los
diferentes aspectos vinculados a esos cargos. Así, una Logia tendrá un presidente,
unos vicepresidentes, un tesorero, etc.
Nunca, si esto supone infringir la ley o actuar de forma reñida con la ética.
18.- ¿Y hay mujeres en la Francmasonería?
La respuesta es sí. Lo que no quiere decir que haya consenso en ese tema. En la
actualidad, muchas Grandes Logias siguen sin admitir la presencia de mujeres en
sus Grandes Logias. El motivo habitual es el apego a uno de los documentos
fundadores de la Francmasonería especulativa, las “Constituciones de Anderson”,
en las cuales se dice explícitamente que no se debe admitir mujeres en ella. Sin
embargo, otras Grandes Logias opinan que esta prohibición no afecta a las esencias
de la Francmasonería, que es el mero fruto de la cultura de una época, pero que,
con la incorporación de la mujer a todo el amplio abanico de actividades sociales, la
no admisión de mujeres dentro de la Francmasonería no es más que un
anacronismo.
Una Gran Logia o Gran Oriente no es más que una federación de Logias que, a su
cabeza, tienen los mismos cargos que una Logia y que, al igual que ésta, estará
regida por un reglamento, generalmente conocidos como “Constituciones” Las
diferencias entre ambas formulas son prácticamente administrativas