Paz Moreno Feliu, fecha de nacimiento: 1950 (edad 69 años), Betanzos, España. Catedrática de Antropología Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, se formó como antropóloga en la Universidad Autónoma de Madrid y en University College de la Universidad de Londres. Ha realizado trabajo de campo en Galicia y el norte de Portugal e investigaciones que abordan los distintos problemas de la antropología económica. En la actualidad prepara un nuevo trabajo de campo en el Rif. Los rituales de iniciación al campo nos van a introducir, como lo hicieron con los propios protagonistas, en el horror de los campos de concentración, para llegar a entender lo incomprensible, para ponernos en su lugar. Por este motivo, tratar de explicar algo tan horroroso a quien no lo ha vivido es una tarea totalmente imposible, ni siquiera sus propios protagonistas fueron capaces de expresar aquello, porque era algo que las palabras no podían describir: “Nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la de la destrucción de un hombre”. Por este motivo, de todos los temas que los rituales de iniciación al campo nos van a introducir, como lo hicieron con los propios protagonistas, en el horror de los campos de concentración, para llegar a entender lo incomprensible, para ponernos en su lugar. Se adaptaron al campo, consiguieron sobrevivir, pero no pudieron volver a formar parte del mundo que habían dejado antes de que les despojaran de su condición de seres humanos. El tema de los ritos de paso lo encontramos perfectamente explicado antes de adaptarlo y concretarlo al horror de los campos de exterminio, Sin embargo, en ningún momento se hace uso del sentimentalismo para hacernos comprender la crudeza extrema de lo que allí llegó a suceder, simplemente se vale de la documentación aportada en los juicios y de las memorias de los supervivientes para lograr la comprensión al ser rescatados del horror y volver a su vida anterior: era imposible que nadie se llegara a hacer cargo de tal dimensión destructiva. Y al hablar de destrucción, no sólo nos referimos a la muerte física, que fue inmensa, sino a la muerte moral, a la destrucción de todo lo que le confiere a una persona su calidad de ser humano. Por tanto el tiempo programado no servía para situar los acontecimientos globales ni los tiempos invisibles en que se realizaban contactos básicos para sobrevivir y que las memorias nos van relatando, como parte de una manifestación de esa vida social extraña, compleja y variable en la cual se insertan los acontecimientos del campo. En conclusión y en lo personal cabe mencionar que mires donde mires y vayas donde vayas, la deshumanización de los humanos tapa nuestra visión de la realidad. Nos ponen en adornos consumistas y descontrolan nuestros deseos para obtener cosas y perder nuestro tiempo en entretenimientos que manipulan nuestras mentes. Mientras, estamos expuestos a una extinción de especies jamás ocurrida y en tan poco tiempo, cuya responsabilidad es otra especie que se cree superior a todo lo creado en el universo. El hombre ha manchado el espíritu de la humanidad, ha borrado la definición solidaria y amable de la que así mismo se definía y no ha dudado en practicar la violencia, la guerra y el asesinato contra su propia morada. Cada día más, cada momento, de nuestra existencia en el mundo, nos acercamos irremediablemente hacía un agujero negro que cegara la existencia de los seres humanos en la Tierra y del resto de los seres vivos. Vemos ya síntomas alarmantes y preocupantes de una realidad que se quiere ocultar ante los ojos de una sociedad que camina sin rumbo.