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UNIVERSIDAD DE HUÁNUCO

“Facultad de Ciencias de la Salud”

E.A.P. DE ENFERMERÍA

Curso:
Lenguaje II

Integrantes:
Berrios Anacleto Darwin Hebert

Docente:
Dávila Espinoza Gloria Margarita

Tingo María-Perú

2022
EL leopardo y la Hiena

Había una vez una hiena que se la pasaba todo el día metiéndose en

problemas por andar de ladrón y mentiroso, era muy odiado por sus amigos, ya

nadies quería acercárseles porque traía problemas.

Un día se encontraba pasando por el bosque, cuando de pronto vio un pedazo

de carne en una ventana, sin pensarlo cogió la carne, sin darse cuenta que esa

carne le pertenecía a un hombre muy malo. Mientras se encontraba devorando

la carne detrás de él, llegó el hombre y le dio una paliza jamás pensada.

Después de darle una fuerte paliza el hombre lo amarro a un poste.

Por ahí pasaba el leopardo.

-Suéltame, amiguito, que ya me muero por orinar; toma mi lugar un ratito, en lo

que voy y regreso. Más tarde te regalare un trozo enorme de carne de gacela.

Así, de este tamaño-le dijo la hiena.

El leopardo que era recién nuevo en la zona se compadeció de la hiena que

acepto quedarse amarrado un momento en lo que la hiena volvía. Pero la hiena

no volvía.

En eso el hombre regresó con un fierro caliente para quemar el trasero del

ladrón, en ejemplar escarmiento. La fiera gritó terriblemente. En su

desesperación, el león salto con fuerza rompiendo la soga y, muy enojado, se

fue corriendo. Buscó a la astuta hiena y lo encontró dormido en la entrada de

una cueva.
- ¡Ay, amiguito, no me pegues!, aquí estoy cuidando gacelas. Entra y agarra los

que quieras. ¡Entra rápido, que pueden escaparse! – le sugirió la hiena.

¡El leopardo le creyó nuevamente y, “! zas!”, se metió removiendo a las avispas

que llenaban la cueva. Las avispas, fastidiadas, salieron por miles y revolcaron

al leopardo.

El leopardo quedó muy atormentado y lleno de hinchazones.

La hiena escapó y se trepó a la copa de un árbol de mango.

-Espera un ratito, amiguito, tiraré mangos. Abre la boca – le dijo.

El leopardo abrió inocentemente la boca, en ves de mangos recibió un palo,

atragantándose.

La hiena volvió a escaparse.

El leopardo lo siguió y lo agarro cuando se encontraba construyendo un

puentecito con sogas.

- ¡Sí, amiguito – gritó la hiena, mátame, pero primero pasemos al frente! Allí me

podrás matar como guste.

La hiena se adelantó y, cuando pasaba el leopardo, soltó la soga del puente. El

leopardo se cayó al río y se murió ahogado.

FIN.

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