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Maestro
de
la
Soledad
Maestros
de
la
Montaña
8
Sinopsis:
Capítulo
1
Sawyer
Ware
había
estado
en
libertad
desde
hacía
cinco
semanas
y
aún
se
estaba
aclimatando.
¿No
era
interesante
cómo
un
año
en
prisión
podría
darle
a
un
hombre
una
nueva
apreciación
de
la
vida
fuera
de
los
muros
de
la
prisión?
En
la
taberna
ClaimJumper,
miró
a
su
alrededor
y
apreció
muchísimo
todo.
Como
una
Budweiser
helada
sabía
mejor
que
cualquier
otra
cerveza
especial.
A
Johnny
Cash
en
la
máquina
de
discos.
Las
mujeres
en
vaqueros
ajustados.
Las
puertas
sin
cerrojos.
Comer,
beber
y
salir
de
la
cama
cada
vez
que
lo
deseaba.
Y
pasar
el
rato
con
su
hermano
sin
un
tiránico
oficial
de
correccionales
cerca.
—Me
gusta
este
lugar—dijo
Sawyer
a
A icus.
Cada
aliento
tenía
olor
a
cerveza
y
patatas
fritas.
Las
cornamentas
en
la
rústica
pared
de
troncos
servían
como
ganchos
para
chaquetas
y
sombreros.
Frente
a
la
máquina
de
discos,
dos
parejas
bailaban
música
country.
A
finales
de
julio,
era
el
apogeo
de
la
temporada
turística.
Este
sábado
por
la
noche,
la
pequeña
taberna
en
Bear
Flat,
California,
estaba
repleta
de
leñadores
y
ganaderos,
la
mayoría
con
vaqueros
y
camisas
sencillas.
Los
turistas
que
visitaban
el
cercano
Parque
Yosemite
le
agregaban
color
con
ropa
de
estampados
brillantes
y
caras
quemadas
por
el
sol.
Cuando
Sawyer
miró
a
su
alrededor,
muchos
lugareños
evitaron
su
mirada...
o
lo
miraron
mal.
Ésta
era
la
desventaja
de
las
ciudades
pequeñas,
como
bardanas
en
las
crines
de
un
caballo,
una
mala
reputación
se
aferraba
a
un
hombre
para
siempre.
No
es
que
a
él
en
particular
le
importara
una
mierda
las
miradas
feas.
A
diferencia
de
los
convictos
de
la
prisión,
los
lugareños
respetuosos
de
la
ley
no
lo
perseguirían
con
puños
y
navajas.
—Veo
que
los
lugareños
no
están
presentando
una
alfombra
de
bienvenida
a
los
ex
convictos.
—Me
temo
que
no.
Están
bastante
resentidos
con
respecto
a
la
prisión.
—A icus
se
percató
de
las
miradas
llenas
de
resentimiento
hacia
Sawyer
y
se
frotó
la
barba
pensativamente.
Aunque
los
dos
se
parecían,
más
de
un
metro
ochenta
y
dos,
musculosos,
cabellos
castaños,
ojos
azules,
A
llevaba
el
cabello
hasta
los
hombros,
mientras
que
Sawyer
nunca
había
perdido
la
preferencia
militar
por
el
cabello
corto
y
el
afeitado.
Sawyer
suponía
que
se
parecía
más
a
un
policía
que
A .
—¿Por
qué
estarían
resentidos?—preguntó
Sawyer—.
¿Una
prisión
no
impulsa
la
economía?
—Bear
Flat
nunca
quiso
una
prisión
ubicada
aquí...
o
la
delincuencia
que
la
acompaña.
—La
boca
de
A icus
se
curvó
en
una
sonrisa
sombría—.
Ser
el
foco
de
atención
por
motines
carcelarios
y
fugas
de
la
prisión
fue
muy
bienvenido.
—Sin
duda.
—La
investigación
había
expuesto
una
multiplicidad
de
sobornos
y
comisiones
ilegales,
comenzando
por
cómo
la
compañía
privada
de
la
prisión
adquirió
los
permisos
de
construcción
hasta
la
manipulación
para
un
contrato
de
una
prisión
estatal
cuando
su
contrato
para
una
federal
fracasó.
La
eliminación
de
los
estudios
ambientales
reprobados
había
sido
el
puntapié
inicial.
California
estaba
muy
interesada
en
el
medio
ambiente,
y
cuando
la
Agencia
de
Protección
Ambiental
estatal
vio
los
estudios,
la
prisión
se
clausuró
tan
rápidamente
que
el
director
probablemente
todavía
estaba
en
estado
de
shock.
A
partir
del
lunes
pasado,
Bear
Flat
ya
no
tenía
una
prisión
en
las
afueras
de
la
ciudad,
y
los
ciudadanos
estaban
muy
contentos.
Los
lugareños
también
dejaron
en
claro
que
querían
que
la
gentuza
de
la
prisión
se
fuera
tan
rápido
como
el
personal
de
la
prisión.
El
ruido
en
la
taberna
aumentó
cuando
tres
miembros
tatuados,
con
piercing
y
muy
musculosos
de
los
Neo‑Nazi
Aryan
Hammers
(Martillos
Neonazis
Arios)
se
pasearon
por
la
habitación.
Cuando
la
desaprobación
de
los
habitantes
de
la
ciudad
cambió
hacia
ellos,
los
pandilleros
se
burlaron
y
ocuparon
una
mesa
en
el
rincón
más
alejado.
Mirando
a
su
alrededor,
vieron
a
Sawyer
y
a
A icus.
A icus
notó
las
oleadas
de
odio
provenientes
del
rincón.
—Ah,
mierda.
Parece
que
los
imbéciles
finalmente
descubrieron
quién
impidió
que
sus
amigos
escaparan.
Sawyer
resopló.
—No
los
detuve,
hermano,
por
muy
duro
que
lo
intenté.
Acabé
apuñalado.
Tú
fuiste
quien
realmente
acabó
con
ellos.
—En
el
proceso
de
rescatar
a
dos
trabajadoras
sociales
secuestradas,
su
hermano
había
matado
al
líder
de
los
Aryan
Hammers
presos.
—Mataste
a
uno
y
aplastaste
a
otro.
No
lo
olvidarán.
—La
mirada
de
A icus
se
volvió
seria—.
Apenas
han
pasado...
¿qué...
cinco
semanas
desde
que
casi
te
destriparon?
Sé
que
el
gran
SEAL
malo
normalmente
podría
aplastar
a
un
pelotón
de
indeseables,
pero
en
este
momento,
un
golpe
en
tu
intestino
y
estarás
en
el
suelo.
Camina
con
cuidado,
hombre
rana.
—Hooyah1,
jarhead2.
Lo
mismo
va
para
ti,
con
creces.
Estás
en
la
cima
de
su
lista
de
indeseables.
—Al
menos
como
policía,
A icus
estaba
armado.
—Oh,
sí.
Eso
me
mantendrá
despierto
por
las
noches.
—A
sonrió
y
le
preguntó—.
¿Quieres
otra
cerveza?
—Nah.
—Sawyer
no
había
tenido
una
salida
nocturna
desde
su
alta
en
el
hospital
o,
pensándolo
bien,
desde
que
fue
encarcelado.
Estaba
cansado
y
toda
la
animosidad
lo
estaba
afectando—.
Estoy
listo
para
dar
por
terminada
la
noche.
—Suena
bien.
Yo…
—Hola,
Ware.
¿Trajiste
la
silla
de
montar
que
quieres
que
te
repare?
—El
grito
vino
de
un
hombre
mayor,
con
cara
correosa
en
una
mesa
cercana.
A icus
se
volvió.
—Si,
lo
hice.
Está
en
la
camioneta.
¿Quieres
que
la
tire
en
tu
furgoneta?
—Sí.
La
puerta
no
está
cerrada.
Ciérrala
cuando
hayas
terminado.
—El
hombre
reanudó
su
conversación
con
una
mujer
baja
y
rellenita.
—Dejar
un
vehículo
sin
cerrar
es
tener
confianza
o
pereza—dijo
Sawyer.
—En
realidad,
probablemente
no
quiera
dejar
a
su
esposa
en
este
momento.
Es
su
cuadragésimo
aniversario,
y
diría
que
tendrá
suerte.
—A
se
rio
entre
dientes—.
Espero
que
Gin
y
yo
sigamos
luciendo
así
dentro
de
cuarenta
años.
Sawyer
estudió
a
la
pareja
de
cabellos
plateados.
Una
botella
de
vino
casi
vacía
sobre
la
mesa,.
La
mujer
estaba
sonrojada
y
sonriente,
y
su
mano
estaba
sobre
el
muslo
de
su
marido,
subiendo.
El
hombre
se
rio
de
buena
gana
antes
de
inclinarse
para
besarla.
Evidentemente,
algunas
relaciones
funcionaban.
—Diría
que
tú
y
Gin
tienen
buenas
probabilidades
de
éxito.
—Voy
a
hacer
todo
lo
posible
para
asegurarme
de
eso.
—A
se
levantó—.
Vuelvo
en
un
minuto
y
podremos
salir.
La
reunión
de
Gin
ya
debería
estar
terminando.
La
mujer
de
A icus
era
del
tipo
sociable
y
tenía
algo
de
chicas
planeado
para
esta
noche,
razón
por
la
cual
los
hermanos
Ware
estaban
en
el
ClaimJumper.
—Suena
bien.
Me
encargaré
de
nuestra
cuenta
en
el
bar.
A icus
había
encontrado
una
buena
mujer.
Sawyer
debería
saberlo
ya
que
Gin
había
sido
su
consejera
en
la
prisión
por
un
tiempo
y
lo
había
ayudado
a
perdonarse
por
su
enorme
error.
Ahora
estaba
libre
y
necesitaba
descubrir
qué
quería
de
la
vida.
Sawyer
frunció
el
ceño
ante
su
vaso
de
cerveza
vacío.
Hubo
un
tiempo
en
que
planeó
una
carrera
militar,
pero
ser
herido
y
un
buen
caso
de
trastorno
de
estrés
postraumático
le
había
hecho
una
zancadilla
a
esas
esperanzas.
Durante
demasiado
tiempo
después
de
su
baja,
había
estado
enterrado
en
alucinaciones
y
pesadillas.
Aunque
había
resuelto
el
TEPT
mientras
estaba
en
prisión,
también
se
había
visto
obligado
a
reconocer,
y
acongojarse,
que
el
camino
hacia
su
futuro
había
tomado
un
desvío
abrupto.
Necesitaba
encontrar
nuevas
metas.
Tan
pronto
como
la
puñalada
en
su
intestino
se
curara,
le
daría
una
oportunidad
a
San
Francisco
y
vería
qué
tipo
de
vida
podría
hacer.
Los
equipos
de
Navy
SEAL
le
habían
dado
un
hogar.
Algún
día,
tal
vez,
podría
encontrar
esa
sensación
de
pertenecer
nuevamente.
Y
buscaría
una
mujer
a
la
que
pudiera
amar
durante
cuarenta
años.
Anoche,
cuando
Gin
se
burló
de
su
hermano
sobre
su
elección
de
película
“oh‑tan‑machote”,
A
la
tiró
sobre
su
regazo
y
la
besó
para
que
se
callara.
Después
compartieron
el
sillón,
tan
inmersos
el
uno
en
el
otro
que
olvidaron
la
película.
Sí,
A
tenía
una
buena
mujer.
Sawyer
estaba
condenadamente
contento
por
él...
y
un
poco
envidioso.
En
el
bar,
el
pagó
la
cuenta
e
intercambió
algunas
palabras
con
el
dueño
del
lugar,
un
sueco
canoso.
Cuando
Sawyer
se
volvió
para
irse,
un
leñador
borracho
del
tamaño
de
Godzilla
tropezó
con
él.
El
dolor
explotó
en
su
costado
y,
maldición,
se
sintió
como
si
cada
punto
se
hubiera
soltado.
Sabía
que
la
incisión
estaría
bien,
pero
Dios.
Maldita
sea.
—Lo
siento,
amigo.
—El
leñador
le
dio
una
palmada
en
el
hombro
y
avanzó
pesadamente
por
la
habitación.
Mientras
Sawyer
se
sujetaba
su
costado
e
intentaba
recuperar
el
aliento,
dos
tipos
más
pasaron.
Un
hombre,
fornido
con
entradas
en
el
cabello,
dijo
en
voz
alta:
—Los
malditos
convictos
necesitan
salir
de
nuestra
ciudad.
Sawyer
se
enderezó,
su
buen
humor
se
agrió.
Obviamente
habiendo
escuchado
al
furioso
lugareño,
una
esbelta
rubia
se
acercó
a
la
barra
y
le
dio
a
Sawyer
un
lento
y
depredador
examen.
—¿Estuviste
en
la
cárcel?
¿Un
convicto?
—Sus
pezones
formaron
pequeños
puntos
debajo
de
su
delgada
camisa.
Él
asintió
sin
responder.
—Soy
Candy.
—La
lentitud
con
la
que
dijo
su
nombre
añadió
una
potente
sugerencia—.
¿Quieres
comprarme
una
cerveza...
o
unirte
a
mí
para
otra
cosa?
—Cuando
se
acercó,
la
forma
en
que
pasó
la
mano
por
su
pecho
le
indicó
qué
otra
cosa
tenía
en
mente.
—No.
—Al
diablo
con
ser
cortés.
Cuando
se
alejó
un
paso,
el
asco
era
un
mal
sabor
en
su
boca.
Ella
no
era
la
primera
mujer
con
la
que
se
había
topado,
“en
prisión
y
en
libertad”,
a
quien
le
excitaba
la
idea
de
follar
a
un
convicto.
¿Qué
tan
retorcido
era
eso?
Con
una
mano
sobre
su
lado
dolorido,
se
alejó.
El
dolor
lacerante
estaba
retrocediendo,
y
oye,
estaba
erguido,
no
encorvado
como
un
tipo
de
noventa
años.
Justo
después
de
la
cirugía,
se
preguntó
si
terminaría
con
una
curvatura
permanente
de
la
columna.
Afortunadamente,
estaba
mejorando.
Y
estaba
vivo.
Ser
acuchillado
tratando
de
salvar
a
las
mujeres
de
la
fuga
de
prisioneros
no
había
sido
divertido...
pero
había
provocado
que
el
gobernador
políticamente
astuto
concediera
a
Sawyer
una
liberación
anticipada.
Él
era
libre.
Mientras
se
dirigía
hacia
la
puerta,
buscó
a
su
hermano.
¿No
debería
A
haber
regresado
ya?
A
menos
que,
por
supuesto,
se
haya
visto
atrapado
en
una
conversación
fuera.
El
sociable
bastardo
conocía
a
casi
todos
en
la
ciudad,
probablemente
un
efecto
secundario
de
ser
un
detective
de
la
policía.
Sin
embargo…
Cuando
los
instintos
de
Sawyer
zapatearon
una
advertencia
en
su
nuca,
se
apresuró.
Con
las
tripas
apretadas,
miró
a
su
alrededor,
tratando
de
identificar
lo
que
había
activado
la
parte
más
primitiva
de
su
cerebro.
Nadie
nuevo
había
entrado.
La
multitud
no
había
cambiado
excepto...
La
mesa
de
los
Aryan
Hammers
estaba
desocupada.
Mierda.
Sawyer
se
abrió
paso
a
los
empujones
a
través
de
un
grupo
de
personas
para
salir
por
la
puerta.
La
oscuridad
cubría
la
calle
principal.
El
aire
era
seco
y
frío
mientras
respiraba
profundamente
y
miraba
calle
arriba
y
abajo.
El
silencio
después
del
ruidoso
bar
palpitó
en
sus
oídos,
y
entonces
escuchó
un
grito
doblegado.
Con
la
mano
en
su
costado,
dio
la
vuelta
a
la
esquina
hacia
el
estacionamiento
detrás
de
la
taberna.
Estaba
muy
oscuro.
Cuando
sus
ojos
se
ajustaron,
vio
movimiento
entre
dos
camionetas.
Un
hombre
luchando
contra
tres.
El
miedo
lo
apuñaló
en
el
pecho.
A icus.
Una
barra
de
hierro
se
levantó,
brillando
en
los
restos
de
luz.
—¡Oye!
¡Qué
está
pasando!—gritó
Sawyer—.
¡Llama
a
la
policía,
Harry!
—Corrió
por
el
estacionamiento.
La
pelea
estaba
demasiado
lejos,
demasiado
jodidamente
lejos.
La
barra
de
hierro
se
balanceó
hacia
abajo,
rápido
y
duro…
y
fue
bloqueada,
gracias
mierda.
Mientras
los
otros
dos
hombres
golpeaban
al
solitario
hombre,
el
primero
balanceó
la
barra
como
un
bate
de
béisbol.
El
metal
golpeó.
El
gruñido
de
dolor
era
familiar.
A icus,
maldita
sea.
A
cayó
de
rodillas
y
sus
atacantes
huyeron
del
estacionamiento.
Sawyer
se
detuvo
junto
a
la
camioneta.
Su
hermano
ya
estaba
tratando
de
levantarse.
Vivo.
La
oleada
de
alivio
fue
tan
intensa
que
la
cabeza
de
Sawyer
giró.
Con
una
rodilla
todavía
en
el
suelo,
A
miró
a
su
alrededor
antes
de
mirar
a
Sawyer.
—¿Quién
demonios
es
Harry?
—Ni
idea.
Solo
quería
que
estuvieran
lo
suficientemente
asustados
como
para
soltar
la
barra
de
metal
y
largarse.
—Puso
su
mano
sobre
el
hombro
de
A ,
sacó
el
teléfono
para
iluminar
para
poder
evaluar
el
daño,
y
lo
reconsideró.
No
sería
prudente
darles
a
los
imbéciles
un
blanco
bien
iluminado—.
¿Qué
tan
mal
estás
herido?
A
se
pasó
una
mano
por
la
boca
y
escupió.
—Recibí
algunos
puñetazos.
Sin
daños
mayores.
—Utilizó
la
mano
de
Sawyer
para
ponerse
de
pie,
gimió
y
presionó
un
brazo
en
su
costado.
—¿Costillas
rotas?
—O
fisuradas.
—A
se
enderezó
lentamente.
—Eres
jodidamente
afortunado
de
que
no
te
hayan
abierto
el
cráneo.
—Oh,
lo
intentaron,
créeme.
Dios
mío.
Sawyer
encendió
el
teléfono
que
A
le
había
comprado
la
semana
pasada.
—¿Qué
estás
haciendo?
—Llamando
a
la
policía.
A
se
echó
a
reír
e
hizo
una
mueca.
—No
es
necesario,
hermano.
La
estación
está
al
otro
lado
de
la
calle.
Caminaremos
y
lo
reportaré.
—¿No
quieres
que
sean
detenidos
rápido?
—No
puedo.
No
puedo
identificar
a
los
que
me
atacaron.
Llevaban
pasamontañas—suspiró
A icus—.
No
tengo
dudas
de
que
fueron
los
Aryan
Hammers.
Su
nuevo
jefe,
Animal,
me
enfrentó
la
primera
semana
que
estuvo
aquí.
Slash
era
su
primo.
A icus
había
matado
a
Slash.
—No
me
digas.
—La
furia
todavía
estaba
gruñendo
en
sus
venas,
Sawyer
luchó
contra
el
impulso
de
perseguir
a
los
bastardos.
La
ley,
por
supuesto,
no
iba
a
ser
de
ninguna
ayuda.
El
problema
era
que
no
estaba
en
forma
para
luchar
contra
los
pandilleros.
Maldición.
Mientras
Sawyer
caminaba
junto
a
su
hermano,
la
imagen
de
la
barra
de
hierro
golpeando
a
A
seguía
centellando
como
una
luz
estroboscópica
en
su
cerebro.
Sus
dientes
se
apretaron.
Si
Sawyer
hubiera
llegado
un
minuto
después,
A
estaría
muerto,
su
cerebro
salpicado
sobre
el
pavimento.
Maldición,
su
hermano
aún
debería
estar
a
salvo
en
la
fuerza
policial
en
Idaho,
cerca
del
rancho
familiar.
No
debería
ser
blanco
de
una
pandilla
conocida
por
su
salvajismo.
Todo
por
mi
culpa.
Debería
haber
conseguido
más
ayuda
para
su
TEPT.
En
cambio,
se
quedó
dormido
en
un
automóvil,
mató
a
su
mejor
amigo
y
fue
sentenciado
a
prisión.
A
había
abandonado
todo
y
se
había
mudado
a
California
para
apoyar
a
Sawyer.
Maldito
idiota
y
sobreprotector
hermano
mayor.
Demonios,
cuando
su
abusivo
padrastro
los
había
azotado,
A
recibiría
los
golpes
dirigidos
a
su
madre
o
hermanos.
Sawyer
no
habría
llegado
a
la
edad
adulta
sin
A icus.
Cuando
A
tropezó
con
la
acera
entarimada
y
maldijo,
Sawyer
agarró
el
brazo
de
su
hermano
para
estabilizarlo.
—Despacio,
hermano.
No
estamos
lejos.
Los
Aryan
Hammers
no
retrocederían.
Los
violentos
supremacistas
blancos
buscaban
venganza
y
restaurar
su
reputación
dañada.
No
podían
permitirse
el
lujo
de
dejar
vivo
a
A .
La
boca
de
Sawyer
se
apretó.
Tendría
que
posponer
sus
planes
para
encontrar
un
trabajo
en
la
ciudad.
Hasta
que
A icus
estuviese
a
salvo,
Bear
Flat
acababa
de
conseguir
otro
residente.
Capítulo
2
Por
el
bufido
de
los
gatos3,
¿por
qué
no
se
fue?
—Ponte
detrás
de
mí,
cariño.
Al
pasar
junto
a
Mallory,
Zoe
tropezó
y
cayó
de
rodillas.
El
atacante
estaba
demasiado
cerca;
escapar
no
era
posible.
La
linterna
parecía
lamentablemente
inadecuada
para
defensa
propia.
Con
su
mano
libre,
Mallory
agarró
una
rama
muerta.
Con
el
corazón
palpitante,
dio
un
paso
adelante
y
se
plantó
frente
a
Zoe.
Su
boca
se
sintió
demasiado
seca
cuando
se
enfrentó
al
hombre,
y
su
voz
rechinó.
—Será
mejor
que
te
vayas
antes
de
que
llegue
la
policía.
—Eres
una
perra
estúpida.
No
deberías
haberte
entrometido.
—
La
última
luz
brillaba
en
sus
piercings,
y
una
mueca
fea
hizo
retroceder
sus
gruesos
labios.
Siguió
viniendo.
Mallory
apretó
los
dientes
y
se
afirmó.
Los
Masterson
le
habían
enseñado
defensa
personal...
años
y
años
atrás.
¿Por
qué
este
tipo
tenía
que
ser
tan
grande?
Él
se
giró
hacia
ella.
Agachándose,
golpeó
la
larga
linterna
contra
su
costado
con
tanta
fuerza
que
su
mano
se
entumeció.
Cuando
él
gritó
de
dolor,
ella
lo
golpeó
en
el
estómago
con
la
rama.
Ésta
se
partió
en
dos.
Estúpida
rama.
La
dejó
caer
y
retrocedió.
—Maldito
coño.
—Él
seguía
viniendo,
balanceándose
hacia
ella
como
un
oso
pardo
enfurecido.
Aunque
esquivó
un
golpe,
el
otro
impactó
violentamente
contra
su
hombro
como
una
bola
de
demolición.
Derribada
al
suelo,
ella
rodó
y
trepó,
y
le
arrojó
un
puñado
de
tierra
y
grava
a
la
cara.
Mientras
se
pasaba
las
manos
por
los
ojos,
Mallory
se
alejó,
buscando
a
Zoe.
La
muchacha
se
había
abierto
paso
hacia
la
camioneta
de
Mallory.
Bien.
Con
la
llegada
de
la
policía,
ese
era
el
lugar
más
seguro
para
ella.
Mallory
tendría
que
mantener
al
hombre
alejado
de
Zoe
hasta
que
llegara
la
ayuda.
Oh,
por
supuesto.
El
miedo
la
hacía
respirar
demasiado
rápido.
Ella
retrocedió
un
poco
más
y
se
aferró
a
la
pesada
linterna
de
metal.
Las
lágrimas
brotaron
de
los
ojos
enrojecidos
del
hombre
mientras
pestañaba
furiosamente.
—Jodida,
maldita
perra.
Voy
a
hacerte
pedazos.
—Su
aura
era
negra
con
su
ira.
Él
vino
corriendo
hacia
ella
y
meció
un
puño.
Mallory
saltó
hacia
un
lado,
golpeándose
el
antebrazo
con
la
linterna
que
salió
disparada.
Abalanzándose,
él
agarró
su
camisa
suelta
de
trabajo
y
tiró
de
ella
hacia
él.
Inclinándose
hacia
adelante
contra
su
tirón,
ella
pateó
hacia
atrás.
Su
bota
se
estrelló
contra
su
espinilla.
—¡Mierda!
—Él
perdió
el
control
sobre
su
camisa.
Desequilibrada,
cayó
hacia
delante
y
se
puso
de
pie.
Incluso
cuando
ella
se
volvió,
él
cargó
sobre
ella.
Y
un
desconocido
grande
y
musculoso
saltó
de
detrás
del
coche.
Agarró
el
brazo
del
matón
y
usó
el
impulso
para
golpear
al
bastardo
contra
el
maltratado
Ford
de
Zoe.
El
coche
se
cayó
del
gato
y
rebotó
sobre
los
crujientes
amortiguadores.
Con
el
corazón
martilleando,
Mallory
retrocedió.
Con
un
grito
de
dolor,
el
matón
se
giró
para
hacer
frente
al
otro
hombre.
—Te
destriparé,
imbécil.
—Sacando
una
navaja,
el
bruto
atacó.
Mallory
contuvo
un
grito.
El
salvador
lo
esquivó
y
dio
un
sólido
puñetazo
a
las
costillas
del
matón.
—¡Mierda!
—El
matón
retrocedió,
entonces
avanzó
con
más
cautela.
Su
navaja
tejió
una
red
defensiva,
apuñalando
aquí
y
allá,
al
salvador...
que
estaba
desarmado.
Oh,
no.
Horrorizada,
Mallory
buscó
un
arma
y
vio
la
rueda
pinchada
de
Zoe.
El
neumático
era
pesado
en
sus
manos
cuando
lo
levantó.
Reuniendo
fuerzas,
lo
lanzó
al
matón
con
todas
su
fuerza.
La
llanta
sólida
golpeó
su
trasero,
lo
empujó
hacia
adelante
y
directamente
hacia
el
gran
puño
del
salvador.
Con
un
terrible
gemido,
el
matón
se
tambaleó
hacia
atrás.
Entonces,
el
tipo
bueno
lo
aplastó
con
el
siguiente
golpe.
El
atacante
de
Zoe
aterrizó
sobre
su
espalda.
Las
temblorosas
piernas
de
Mallory
amenazaron
con
dejarla
caer
al
suelo
junto
a
él.
Apoyada
contra
la
camioneta,
miró
al
inmóvil
atacante.
Estaba
fuera
de
combate.
Bien.
Mientras
trataba
de
recuperar
el
aliento,
miró
al
vencedor...
y
parpadeó.
Su
aura...
oh,
ella
nunca
había
visto
algo
más
encantador.
Predominaba
el
rojo
claro
e
intenso
de
la
fuerza
y
la
determinación.
Basado
en
la
realidad,
este
hombre
podría
tomar
cualquier
cosa
y
sobrevivir.
El
verde
era
su
color
secundario:
probablemente
era
un
laborioso
perfeccionista.
Un
amante
de
la
naturaleza.
Generoso.
Leal.
Vetas
de
oscuridad
brillante
hablaban
de
dolor,
tanto
físico
como
emocional…
llamándola.
Él
se
dio
cuenta
de
que
ella
estaba
mirando
y
avanzó.
Con
una
mano
en
la
camioneta,
Mallory
se
enderezó.
—Muchas
gracias.
—No
hay
problema.
—La
forma
en
que
su
camiseta
negra
se
extendía
sobre
sus
hombros
y
pecho
fuertemente
musculados
la
distrajo
por
un
momento
antes
de
que
ella
notara
cómo
se
apoyaba
la
mano
contra
el
costado.
Ella
no
recordaba
que
fuera
golpeado
o
cortado.
—¿Ha
sido
he…
Bajando
la
mirada
hacia
ella,
frunció
el
ceño.
—¿Estás
usted
bien,
señorita?
—Su
mano
se
curvó
alrededor
de
su
bíceps,
y
el
agarre
era
enérgico.
Cuidadoso.
—Yo...
—Se
dio
cuenta
de
que
estaba
temblando
como
un
álamo
temblón
durante
un
fuerte
viento.
Trató
de
enderezar
la
columna...
sin
embargo,
la
inesperada
sensación
de
ser
cuidada
y
protegida
la
hizo
querer
enterrar
la
cabeza
en
su
hombro.
Su
cabello
castaño
estaba
cortado
muy
corto,
y
su
rostro
tenía
ángulos
duros.
—¿Señorita?
—En
la
penumbra,
sus
ojos
eran
oscuros,
azules
oscuros.
Su
mirada
la
evaluó,
de
la
cabeza
a
los
pies,
antes
de
volver
a
su
cara—.
¿Está
herida?
Teniendo
en
cuenta
su
tamaño
y
las
arrugas
de
su
rostro,
había
esperado
una
voz
grave
y
dura.
En
cambio,
su
voz
era
un
suave
terciopelo
oscuro,
recordándole
al
tipo
de
Duro
de
Matar.
El
héroe
en
Duro
de
matar.
Ella
tenía
un
héroe
aquí.
Y
él
estaba
esperando
su
respuesta...
—Estoy
bien.
Gracias
a
ti.
—Ella
le
dio
unas
palmaditas
en
la
mano
y
la
soltó.
Ignorando
el
temblor
de
sus
piernas,
Mallory
se
hincó
sobre
una
rodilla
y
miró
debajo
de
la
camioneta—.
Zoe.
La
muchacha
estaba
hecha
un
ovillo
en
la
grava,
temblando
y
llorando.
El
atacante
todavía
estaba
fuera
de
combate,
o
Mallory
podría
haberlo
pateado
varias
veces.
A
pesar
de
la
furia
que
rabiaba
en
su
interior,
ella
suavizó
la
voz.
—Vamos
a
sacarte
de
allí,
cariño.
Una
vez
que
logró
convencer
a
Zoe
de
salir
de
debajo
de
la
camioneta,
Mallory
se
acercó
a
la
temblorosa
muchacha...
y
vio
a
dos
coches
de
policía
que
se
acercaban
a
la
curva.
El
primer
oficial
saliendo
de
la
patrulla
la
divisó.
—¡Mallory!
¿Qué
pasa?
¿Estás
herida?
—No,
estoy
bien.
—Le
dio
un
abrazo
a
la
muchacha—.
Creo
que
Zoe
podría
necesitar
un
viaje
a
casa,
aunque...
después
de
que
quites
la
basura
tendida
allí.
Para
su
deleite,
Zoe
logró
soltar
una
risa
diminuta.
***
Sawyer
se
frotó
los
nudillos
magullados
mientras
hablaba
con
el
oficial
de
policía.
A
los
ex
convictos
no
siempre
se
les
daba
el
beneficio
de
la
duda,
pero
el
joven
policía
lo
reconoció,
a
causa
de
A icus,
y
escuchó
en
lugar
de
esposarlo
automáticamente.
Otro
oficial
había
llevado
a
las
dos
mujeres
a
un
lado,
porque
la
muchacha
aterrorizada
no
estaba
ni
cerca
de
separarse
de
la
mujer,
y
aparentemente
ellas
habían
confirmado
sus
dichos.
El
imbécil
del
asaltante
selló
su
destino
maldiciendo
a
los
policías
y
resistiéndose
al
arresto.
Aunque
el
costado
de
Sawyer
palpitaba
por
la
pelea,
disfrutó
cuando
el
bastardo
fue
esposado
y
arrojado
en
la
patrulla.
Un
buen
final.
No
quería
pensar
en
lo
que
habría
sucedido
si
no
hubiera
conducido,
en
ese
momento,
de
camino
a
la
casa
de
A icus.
Aún
así...
todo
bien.
La
única
lesión
de
la
muchacha
había
sido
una
bofetada
y
un
gran
susto.
La
mujer
tendría
algunos
moretones
pero
nada
más.
La
oscuridad
había
caído
antes
de
que
un
coche
patrulla
se
llevara
al
imbécil
y
el
otro
se
marchara
para
llevar
a
la
muchacha
hasta
lo
de
sus
padres.
Sawyer
dejó
escapar
un
suspiro
de
alivio
y
se
subió
a
su
camioneta.
Increíble
lo
tranquila
que
era
la
noche
sin
todos
alrededor.
Cuando
puso
en
marcha
su
vehículo,
los
faros
delanteros
iluminaron
el
otro
vehículo
estacionado
al
final
del
desvío.
Melissa,
no,
la
policía
la
había
llamado
Mallory,
se
sentaba
inmóvil
en
la
puerta
trasera
de
su
camioneta.
Bueno,
diablos.
Sawyer
giró
la
llave,
salió
y
se
acercó.
—¿Estás
bien?
—Ajá.
—Su
mirada
se
alzó—.
¿Te
lo
agradecí?
—Varias
veces.
—Él
frunció
el
ceño.
Se
había
envuelto
los
brazos
alrededor
de
la
cintura
y
estaba
temblando
lo
suficiente
como
para
romperse
los
huesos.
No
era
sorprendente.
La
mayoría
de
los
civiles
no
estaban
acostumbrados
a
la
violencia.
La
joven
mujer
había
luchado
bien
y
después
se
había
mantenido
tranquila
para
consolar
a
la
muchacha.
Ahora,
todo
le
había
pasado
factura.
Aunque
ella
había
insistido
en
que
estaba
bien,
los
policías
deberían
haberse
asegurado
de
que
recibiera
la
debida
atención,
pero
eran
jóvenes,
y
debido
a
la
temporada
turística
y
al
sábado
por
la
noche,
estaban
faltos
de
personal.
—¿Tienes
a
alguien
en
casa
que
pueda
recogerte?
—No.
Nadie.
—Sus
grandes
ojos
se
oscurecieron
de
una
manera
que
tiró
de
él.
—Lo
siento.
—Necesitando
prolongar
el
consuelo,
Sawyer
apoyó
su
mano
sobre
su
hombro
y
se
dio
cuenta
de
que
estaba
demasiado
cerca.
Ella
era
mujer,
y
las
mujeres
inteligentes
huían
de
ex
convictos.
—¿Qué
tal
si
llamo
a
alguien
más?—le
preguntó.
Suéltala,
tonto.
—No,
gracias.
Estoy
bien.
Solo
necesito
un
momento
para
reponerme.
—Su
intento
de
sonreír
fue
desgarrador.
—Está
bien,
tómate
el
tiempo
que
necesites.
—El
problema
era
que
la
noche
era
oscura
y
ella
estaba
sentada
a
un
lado
de
la
carretera.
Sería
condenado
si
la
dejara
aquí
sola—.
Esperaré
contigo.
Ella
le
sonrió.
—Gracias.
Y
gracias
por
el
rescate.
Llegaste
justo
a
tiempo.
La
idea
de
que
el
bastardo
la
hiriera
era
inquietante.
Y
él
quería
besarla
más
de
lo
que
quería
su
próximo
aliento.
No.
Simplemente
no.
Vamos,
Ware.
Pero...
maldición...
Ella
no
era
lo
que
algunos
idiotas
llamarían
clásicamente
hermosa;
tenía
la
cara
delgada
y
bronceada,
la
boca
ancha
y
la
barbilla
firme.
Ésta
era
una
mujer
fuerte.
Sin
embargo,
sus
grandes
ojos
verdes
tenían
vulnerabilidad.
La
mezcla
era
increíblemente
atractiva.
Había
escuchado
a
la
adolescente
decirle
al
policía
cómo
Mallory
había
cargado
contra
el
asaltante
para
protegerla.
Esta
mujer
era
completa
y
locamente
valiente,
y
él
era
un
fanático
del
coraje.
No
es
que
él
haría
nada
al
respecto.
Las
chicas
buenas
y
los
ex
convictos
no
encajan.
Incapaz
de
evitarlo,
le
pasó
un
dedo
por
la
mejilla,
encontrando
su
piel
tan
suave
como
parecía,
y
después
le
apartó
un
mechón
de
su
largo
cabello
castaño
oscuro
aclarado
por
el
sol.
La
sorpresa
se
mostró
en
sus
ojos.
Sí,
no
debería
haberla
tocado.
De
hecho,
se
preparó,
esperando
verla
retroceder.
Ella
no
lo
hizo.
En
cambio,
su
mirada
cayó
y
se
mordió
el
labio.
Entonces
sacudió
la
cabeza.
—Necesito
ir
a
casa.
—Sí,
debería
hacerlo.
Desafortunadamente,
por
la
forma
en
que
le
temblaban
las
manos,
podría
no
llegar
allí.
—No
estoy
seguro
de
que
puedas
conducir.
Con
una
sonrisa
compungida,
giró
las
manos
y
las
observó
temblar.
—Es
bueno
que
viva
cerca.
Lo
que
me
faltaba.
Policías
idiotas
por
dejarla
aquí.
—Voy
a
seguirte
a
casa
y
asegurarme
de
que
llegues
allí.
Puedes
llamar
a
la
estación
de
policía
y
avisarles,
si
lo
deseas.
Ella
se
río,
se
rio
verdaderamente.
Su
risa
era
cristalina
y
jodidamente
hermosa.
—Si
no
te
importa,
agradecería
una
escolta.
Gracias
de
nuevo.
Unos
minutos
más
tarde,
siguiendo
las
luces
traseras
rojas
de
su
camioneta,
Sawyer
se
sorprendió
al
verla
girar
hacia
Whiskey
Creek
Lane,
el
camino
de
ripio
en
el
que
vivía
su
hermano.
Ella
dejó
atrás
los
acres
de
A icus
hasta
el
final
del
camino
y
tomó
un
camino
privado,
que
ascendía
hacia
una
granja
más
vieja.
Cuando
Sawyer
salió
de
la
camioneta,
respiró
hondo
el
aire
perfumado
de
pino
y
miró
el
terreno.
Lo
había
visto
desde
la
casa
de
A icus,
pero
era
aún
más
impresionante
desde
esta
posición
ventajosa
más
alta.
Las
montañas
boscosas
rodeaban
el
amplio
valle.
La
luz
de
la
luna
bañaba
la
pradera
alimentada
por
arroyos
y
los
pastizales
vallados.
Mallory
se
detuvo
al
pie
de
las
escaleras,
su
mano
agarrando
la
barandilla.
Tal
vez
insegura
de
que
sus
piernas
la
sujetaran.
Ninguna
luz
en
el
porche.
La
casa
estaba
a
oscuras.
No
era
un
lugar
reconfortante
después
de
la
violencia
que
había
sufrido.
Frunciendo
el
ceño,
se
acercó
y
le
puso
una
mano
debajo
del
brazo.
—Vamos
a
meterte
dentro
y
encender
algunas
luces.
Ella
dejó
escapar
un
suspiro
suave.
—Gracias.
La
ayudó
a
subir
las
escaleras,
le
abrió
la
puerta
principal
y
encendió
las
luces
del
vestíbulo.
Ella
entró
y
vaciló.
—Um.
¿Quieres...
quieres
entrar
a
tomar
una
copa?
—¿En
serio?
—En
su
pasado
demasiado
extenso,
“entrar
a
tomar
una
copa”
solía
ser
el
código
de
“¿quieres
tener
sexo?”
Él
negó
con
la
cabeza—.
No
es
una
buena
idea.
No
creo
que
te
des
cuenta
a
quién
o
qué
estás
preguntando,
Mallory.
—Lo
hago.
Sé
exactamente
lo
que
eres.
Eres
un...
—A
la
luz
del
vestíbulo,
pudo
ver
su
rostro
oscurecerse
con
su
rubor.
Se
mordió
el
labio,
obviamente
no
estaba
dispuesta
a
decir
la
palabra.
Sí,
bueno,
él
sabía
la
palabra.
Ex
convicto.
Jodidamente
genial.
Otra
mujer
que
se
excitaba
con
la
violencia.
Esta
mierda
se
estaba
haciendo
vieja.
En
la
Marina,
había
disfrutado
de
las
perseguidoras
de
insignias
que
querían
anotar
con
un
uniforme.
Al
menos
al
principio.
Después
de
todo,
los
hombres
jóvenes
vivían
para
tener
sexo.
Después,
se
dio
cuenta
de
que
quería
algo
más
que
sexo
vacío,
y
como
SEAL,
evitó
a
las
putas
apenas
vestidas
que
competían
por
la
cantidad
de
SEAL
que
habían
follado.
Ahora,
estaba
siendo
atrapado
por
mujeres
que
se
excitaban
porque
había
purgado
una
condena.
La
semana
pasada,
una
había
esperado
que
fuese
un
asesino.
Más
temprano
hoy,
la
lugareña
llamada
Candy
había
coqueteado
con
él,
nuevamente,
y
rogó
por
historias
sobre
peleas
en
la
prisión.
Con
la
prisión
y
la
cirugía,
había
sido
célibe
durante
mucho
tiempo,
aunque
había
recibido
ofertas
desde
el
día
en
que
salió
del
hospital.
Las
rechazó
a
todas.
—No
creo
que
una
bebida
sea
una
buena
idea.
Ella
retrocedió.
—Por
supuesto.
Tienes
cosas
que
hacer.
Aunque
su
expresión
no
había
cambiado,
él
pudo
escuchar
la
decepción…
y
el
dolor
en
su
voz.
Dudó.
Tal
vez
ella
tuviera
mal
gusto
para
los
tipos
que
follaba,
pero
él
tenía
que
respetar
su
coraje.
Había
acudido
al
rescate
de
una
muchacha
cuando
cualquier
otra
persona
habría
escapado.
Después
se
había
preocupado
por
la
adolescente
no
solo
con
sentido
común,
sino
también
con
la
calidez
suficiente
para
derretir
el
corazón
más
duro.
Herir
a
esta
mujer,
no
le
parecía
bien.
De
ningún
modo.
j p g
Además,
tal
vez
ella
solo
quería
darle
un
trago.
Tener
algo
de
conversación.
Le
gustaría
hablar
con
ella.
Simplemente
estar
con
ella
le
hizo
darse
cuenta
de
lo
solo
que
había
estado.
Él
tomó
su
mano
e
ignoró
la
forma
en
que
quería
tirar
de
ella
en
sus
brazos.
—Pensándolo
bien,
podría
beber
algo.
***
La
mano
del
hombre
era
cálida
y
fuerte,
y
Mallory
podía
sentir
el
coraje
fluyendo
hacia
ella
de
él.
Con
una
profunda
respiración,
lo
condujo
a
su
casa
vacía
y
solitaria.
Oh,
hombre,
¿podría
ella
hacer
esto?
El
consejo
de
Becca
seguía
corriendo
por
su
cabeza,
pero
¿en
serio?
Acostarse
con
un
hombre
que
apenas
conocía,
no
era
la
clase
de
persona
que
ella
era.
Aunque…
si
él
no
la
hubiera
rescatado,
ella
podría
haber
muerto
esta
noche.
La
comprensión
la
sacudió...
la
excitó...
a
punto
de
estallar
como
fuego
en
sus
venas.
Cada
momento
debía
ser
vivido.
Esta
vida
debía
ser
vivida,
y
si
tuviera
dudas
mañana,
al
menos
no
miraría
hacia
atrás
y
se
preguntaría
qué
se
había
perdido.
Cómo
sería
hacer
el
amor
con
este
valiente
hombre.
No
solo
porque
la
había
salvado,
sino
porque
era
quien
era.
Miró
a
su
salvador
y...
oh,
nunca
se
había
sentido
así
por
nadie.
Su
aura
era
como
una
hoguera,
irradiando
calor,
contra
el
que
ella
quería
acurrucarse,
hacerse
un
ovillo.
Ella
se
aclaró
la
garganta.
—¿Te
gusta
el
whisky?
—¿Cómo
podría
alguien
rechazar
el
whisky?
—Oh,
bien.
—¿No
era
maravilloso
que
ella
tuviera
algo
que
le
gustaría?
Cada
Navidad,
uno
de
los
amigos
del
abuelo
le
había
regalado
un
Glenfiddich.
El
abuelo
había
guardado
las
botellas,
admitiendo
que
sin
la
abuela,
beber
lo
ponía
melancólico.
Mallory
sacó
una
botella
y
vasos,
entonces
frunció
el
ceño
y
apagó
las
luces
de
la
cocina,
antes
de
servir
dos
abundantes
y
fuertes
bebidas.
Cuando
él
levantó
una
ceja,
ella
revisó
los
vasos
y
recordó
que
no
había
estado
sirviendo
vino.
Esto
era
alcohol
del
fuerte,
y
probablemente
había
servidos
unas
generosas
dos
medida
a
cada
uno.
Oh,
bien…
Ella
le
entregó
uno
y
levantó
el
suyo.
—Por
la
vida.
Él
inclinó
la
cabeza.
—Buena
elección.
—Chocó
su
vaso
contra
el
de
ella
y
tomó
un
trago.
Aunque
rara
vez
se
excedía,
en
este
momento,
necesitaba
lo
que
el
abuelo
había
llamado
coraje
líquido.
Porque
ella
había
usado
toda
su
valentía
en
la
pelea.
Entonces,
en
lugar
de
beber,
echó
la
cabeza
hacia
atrás
y
se
bebió
el
whisky.
Una
explosión
de
fuego
estalló
en
su
vientre
y
le
quemó
la
garganta.
—Hombre,
el
whisky
escocés
seguro
que
no
es
vino—jadeó
ella.
Su
risa
iluminó
su
aura
y
la
hizo
sonreír.
Respirando,
se
apoyó
contra
la
encimera.
—Estuviste
sosteniéndote
el
costado
antes.
¿El
matón
te
asestó
un
golpe
que
no
vi?
Una
comisura
de
su
boca
se
inclinó
hacia
arriba.
—Estabas
aterrorizada
y
aún
así
te
diste
cuenta
de
todo,
¿verdad?
—Cuando
ella
asintió,
su
risa
fue
cálidamente
masculina—.
Me
operaron
hace
unas
seis
semanas.
Todo
cicatrizó,
aunque
todavía
la
siento
si
me
esfuerzo.
—¿Tuviste
una
cirugía
y
te
metiste
en
una
pelea?
Él
se
encogió
de
hombros.
¿Por
qué
tenía
que
ser
tan...
increíble?
¿Y
por
qué
no
podía
pensar
en
ningún
tema
brillante
de
conversación?
Él
no
era
tan
intimidante...
casi.
Tenían
aproximadamente
la
misma
edad,
¿correcto?
Ella
lo
estudió
más
de
cerca.
Líneas
de
expresión
en
los
rabillos
de
los
ojos,
arrugas
más
profundas
entre
sus
cejas.
Bueno,
él
podría
tener
unos
años
más
que
ella.
No
solo
sonaba,
sino
que
se
parecía
a
la
estrella
de
Duro
de
matar.
Pero
con
mejor
cabello.
La
risita
que
trató
de
sofocar
casi
la
ahogó.
Sol
y
estrellas,
se
estaba
volviendo
estúpida.
Ella
comenzó
a
apartar
su
vaso,
vio
cómo
sus
manos
aún
temblaban...
y
en
lugar
de
eso
lo
llenó.
Mirándola,
sin
parecer
nada
incómodo,
el
hombre
tomó
otro
sorbo.
—Tienes
una
linda
tierra
al
otro
lado
del
camino.
¿La
tienes
con
ganado?
—No
es
mi
tierra.
Hace
unos
años,
mi
abuelo
dividió
la
propiedad,
manteniendo
esta
granja
y
algunos
acres
a
este
lado
de
la
carretera.
Un
importante
director
ejecutivo
compró
las
praderas
y
la
cabaña
de
troncos
original
al
otro
lado.
—¿El
ejecutivo
no
usa
las
pasturas?
Mallory
negó
con
la
cabeza.
—Había
planeado
retirarse
aquí
y
en
vez
de
eso
murió.
Aparentemente,
tardó
una
eternidad
en
poner
en
orden
su
patrimonio,
y
ahora
su
hijo
está
tratando
de
vender
el
lugar,
lo
cual
es
un
momento
extremadamente
malo.
Con
el
cierre
de
la
prisión,
las
casas
se
están
cayendo
en
el
mercado
a
diestra
y
siniestra.
Dudo
que
la
venda
pronto.
—Qué
lástima.
Es
una
tierra
hermosa.
—Después
de
tomar
un
sorbo
de
su
bebida,
la
estudió,
nada
incómodo
con
el
silencio
que
siguió.
Sus
ojos
tenían
una
apreciación
masculina,
y
una
pasión,
que
ella
no
estaba
acostumbrada
a
ver.
Y,
oh,
quería
que
él
la
tocara.
El
deseo
la
atravesó,
tan
desconcertante
que
su
mirada
cayó.
Buscó
algo
que
decir
y
encontró
una
pregunta.
Cuando
él
habló
de
la
tierra,
fue
sobre
pasturas
y
ganado.
Pero
no
tenía
el
bronceado
de
un
amante
de
la
naturaleza.
—¿Crías
ganado?
—Nop.
Pero
crecí
en
un
rancho
de
caballos,
con
ganado
cerca.
Debo
decir
que
extraño
esa
vida.
Perpleja,
se
metió
el
cabello
detrás
de
la
oreja.
—Entonces,
¿por
qué
no
vuelves
a
ella?
—Esa
es
una
muy
buena
pregunta.
—Comenzó
a
sonreír
y
frunció
el
ceño.
Agarrando
su
barbilla,
él
inclinó
su
cabeza
y
tocó
el
lado
de
su
mandíbula—.
Te
procuraste
algunos
moretones,
cariño.
Ella
trabajaba
en
la
construcción;
los
moretones
eran
comunes.
¿Ser
tocada
así?
¿Mirada
de
esa
manera?
Ella
inclinó
su
rostro
hacia
su
mano,
viendo
la
forma
en
que
sus
ojos
se
oscurecieron.
Sí.
Él
la
deseaba.
Después
de
rozar
un
ligero
beso
sobre
sus
labios,
él
se
apartó.
La
decepción
la
atravesó.
Intentando
descubrir
cómo
seducirlo,
levantó
su
vaso.
Su
segundo
trago,
está
bien,
otro
par
de
medidas
más
o
menos,
comenzó
a
bajar
aún
más
suavemente.
Al
menos
antes
de
que
él
le
quitara
el
vaso
de
la
mano.
—Mallory,
el
alcohol
perjudica
el
juicio.
Hora
de
detenerse.
Al
encontrar
su
mirada
firme,
ella
levantó
la
barbilla.
—Te
deseaba
mucho
antes
de
tomar
el
primer
sorbo.
No
he
cambiado
de
opinión.
—Ella
trató
de
alcanzar
su
bebida.
—Ya
veo—dijo
él
pensativamente.
Puso
su
vaso
fuera
de
su
alcance
y
dejó
el
suyo—.
En
ese
caso,
ven
aquí,
mascota.
Ella
dio
un
paso
adelante,
y
él
la
tomó
en
sus
brazos
y
la
besó.
La
besó.
Sus
labios
eran
cálidos.
Firmes.
Atormentando
los
de
ella.
Cuando
ella
no
se
abrió
a
él
de
inmediato,
su
mano
se
cerró
sobre
su
cabello
y
echó
la
cabeza
hacia
atrás.
Su
jadeo
fue
sofocado
por
su
boca
y
su
lengua
invasora.
Y
él
se
hizo
cargo
de
ella,
poseyó
su
boca,
excitándola
con
la
lengua,
retirándose
para
mordisquear
y
chupar
sus
labios,
y
besar
su
cuello
antes
de
regresar
por
más.
Un
fuego
se
inició
en
su
bajo
vientre
de
una
manera
que
no
había
sentido
desde
que
era...
una
adolescente
con
su
primer
beso.
¿Cómo
él…?
Ella
oyó
un
resoplido
de
risa.
—Tienes
un
cerebro
ocupado,
¿verdad?
—Él
la
acercó
aún
más,
deslizando
su
mano
dentro
de
sus
vaqueros,
masajeando
su
trasero
incluso
mientras
la
presionaba
contra
una
erección
dura
como
una
piedra.
Entre
el
alcohol
y
sus
besos,
su
cerebro
ocupado
simplemente
se
derritió.
—¿El
dormitorio
está
al
final
del
pasillo?—le
preguntó
en
un
momento.
—Ajá.
La
hizo
caminar
hacia
atrás,
paso
a
paso,
besándola
todo
el
tiempo,
y
de
repente
ella
sintió
el
colchón
de
la
cama
contra
la
parte
posterior
de
sus
piernas.
La
cama.
Santa
dama
de
los
gatos,
¿podría
hacer
esto?
Aún
así...
su
cuerpo
estaba
ardiendo,
sus
senos
doloridos,
su
coño
mojado
y
hormigueante.
—Manos
arriba,
cariño—dijo.
Ella
frunció
el
ceño,
confundida.
En
lugar
de
desabotonar
su
camisa
de
trabajo,
él
simplemente
le
levantó
los
brazos
y
se
la
puso
sobre
la
cabeza.
Incluso
en
la
tenue
luz,
podía
ver
el
hambre
en
su
mirada
mientras
le
miraba
los
senos
cubiertos
por
el
sostén…
y
entonces
el
sostén
ya
no
estaba
allí
tampoco.
—Mmm,
hermosa.
—Sus
manos
la
tocaron,
suavemente
al
principio,
acunando
sus
senos,
sopesando
uno
en
una
palma
enorme,
excitando
sus
pezones
hasta
que
eran
puntas
duras
y
doloridas.
—Pero...
—Cabeza
en
el
juego,
Mallory—.
Todavía
llevas
la
camisa.
Su
sonrisa
cambió
sus
rasgos
de
peligrosos
a
cautivadores.
—Supongo
que
mejor
me
pongo
al
día.
—Sin
dudarlo,
se
quitó
la
camiseta.
Oh.
Guau.
Se
le
secó
la
boca.
Su
pecho
y
hombros
parecían
aún
más
grandes
sin
la
camisa.
Maravillosamente
amplios.
Tenía
algo
de
vello
marrón
en
el
pecho
sobre
los
pectorales,
no
lo
suficiente
como
para
cubrir
la
tensión
de
la
piel
sobre
la
sólida
musculatura.
Ella
apoyó
la
palma
sobre
su
pecho,
y
su
corazón
dio
un
vuelco.
Nunca
había
sentido
algo
tan
duro.
Su
otra
mano
se
cerró
sobre
sus
bíceps
izquierdos.
Igual
de
duro.
Una
fea
cicatriz
roja
apareció
debajo
de
sus
costillas
izquierdas.
—Apenas
está
curado.
—Cuando
la
tocó,
su
mandíbula
se
apretó.
Muy
bien,
él
no
quería
hablar
sobre
la
cirugía.
Continuando,
ella
pasó
las
manos
por
su
pecho
y
sobre
su
abdomen,
siguiendo
lo
que
Serena
llamaba
el
camino
feliz,
hasta
que
sus
dedos
se
toparon
con
la
barrera
de
sus
pantalones
vaqueros
y
su
cinturón
de
cuero.
Cuando
ella
lo
miró,
sus
labios
se
curvaron
en
una
sonrisa
cuando
dijo:
—Te
toca
de
nuevo,
cariño.
—La
suavidad
de
su
voz
había
adquirido
un
toque
sexy.
Su
turno.
Ella
quedó
hipnotizada
por
el
ángulo
romo
de
su
mandíbula,
de
alguna
manera
más
imponente
con
una
barba
oscura.
Él
resopló
y
ella
sintió
que
sus
manos
le
desabrochaban
el
cinturón
y
abrían
la
cremallera
de
los
vaqueros.
Sin
preguntar,
la
empujó,
la
empujó,
sobre
la
cama
boca
arriba.
Con
tirones
rápidos,
sus
botas
se
fueron,
sus
vaqueros
y
bragas
también.
Antes
de
que
su
cabeza
hubiera
dejados
de
girar,
la
segunda
bebida
realmente
había
sido
un
error,
él
también
se
había
desnudado.
Estaba
completamente
erecto
y
tenia
una
larga
y...
¿Podría
una
polla
llamarse
musculosa?
Al
igual
que
su
pecho
y
brazos,
su
pene
parecía
estar
lleno
de
músculos.
Su
vello
púbico
estaba
recortado
pulcramente.
Él
no
le
dio
más
tiempo
para
mirar
antes
de
unirse
a
ella
en
la
cama,
bajando
sobre
su
cuerpo.
Olía
a
pino
limpio
y
cítricos.
Cuando
la
presionó
contra
el
colchón,
incluso
su
pesado
peso
parecía
terriblemente
sexy.
—Mírame,
Mallory—dijo
en
voz
baja.
Su
mirada
se
encontró
con
la
de
él,
y
él
estudió
su
rostro
por
un
largo
momento.
—¿Estás
conmigo?
Este
es
el
momento
de
decir
sí
o
no,
mascota.
¿Por
qué
la
llamaba
mascota?
Él
sostuvo
su
mirada,
sus
ojos
firmes
y...
controlados.
Ambos
estaban
desnudos
y,
sin
embargo,
ella
sabía
que
si
decía
detente,
él
simplemente
se
bajaría
y
se
vestiría.
En
este
momento,
entendía
por
qué
sus
amigas
se
permitían
noches
rápidas
de
sexo.
Ella
no
quería
decir
que
no.
—Sí—susurró.
El
humor
de
la
situación
la
atrapó,
y
ella
se
echó
a
reír—.
Me
rescataste.
La
antigua
tradición
exige
que
te
recompense.
Él
se
rio
entre
dientes,
el
sonido
bajo
y
tranquilo.
—Supongo
que
mejor
me
ocuparía
de
cobrar
mi
recompensa.
—
Su
boca
cubrió
la
de
ella,
y
mientras
tomaba
posesión
allí,
su
mano
cubrió
su
pecho.
Bajo
su
caricia,
su
seno
se
hinchó,
y
cuando
el
pulgar
rodeó
el
pezón,
su
espalda
se
arqueó
por
más.
Él
hizo
un
sonido
complacido,
y
su
toque
se
volvió
ligeramente
más
áspero
cuando
cambió
al
otro
seno.
Un
escalofrío
la
recorrió,
además
de
la
sorpresa.
No
había
esperado
lo
mucho
que
le
gustaría
sentir
sus
manos
duras
sobre
su
cuerpo,
lo
desconcertantemente
excitante
que
se
sentirían
los
callos
abrasivos
en
su
piel
sensible.
Moviéndose
para
tenderse
a
su
lado,
se
apoyó
sobre
su
codo
y
simplemente…
la
observó.
La
vergüenza
se
encendió
por
dentro,
y
un
rubor
cubrió
su
cuerpo
como
una
manta
caliente.
—No
eres
tan
delgada
como
pensaba.
—Su
mano
acarició
su
torso
y
sus
caderas—.
Tu
camisa
suelta
cubría
estas
bonitas
curvas.
Como
sus
anchas
caderas.
Oh,
Dios,
qué
humillante.
—No—susurró
ella.
Una
ceja
se
levantó,
y
la
mirada
firme
que
él
le
dirigió
hizo
que
los
escalofríos
comenzaran
en
su
vientre.
—Mallory,
voy
a
divertirme,
lo
que
incluye
mirarte
como
se
me
antoje.
Tocarte
como
se
me
antoje.
Follarte
como
se
me
antoje.
Siempre
puedes
decirme
que
no,
y
me
detendré
y
me
iré.
¿Eso
significa
no?
Ella
negó
con
la
cabeza,
sin
estar
segura
de
lo
que
estaba
sintiendo.
Solo
que…
estar
desnuda
y
siendo
observada
era
incómodo.
Hizo
un
sonido
gutural
de
molestia.
—Mujeres.
—No
había
dejado
de
tocarla
y
ahora
jugaba
con
sus
senos,
provocando
que
los
pezones
volvieran
a
ser
puntas
palpitantes—.
Tienes
unos
senos
adorables.
Me
gusta
mirarlos.
—Él
deslizó
sus
dedos
hacia
su
estómago,
hacia
sus
caderas
y
apretó
su
trasero—.
Y
tienes
un
culo
maravilloso.
A
los
hombres
les
gusta
mirar,
niña.
Su
toque
rozó
la
parte
superior
de
sus
muslos
y
regresó.
Tan
cerca
de...
allí.
Mientras
ella
contenía
el
aliento,
él
rodó,
separó
sus
piernas
y
se
arrodilló
entre
ellas.
Ella
cerró
los
ojos,
deseando
haber
cerrado
las
cortinas.
La
luna
llena
proporcionaba
demasiada
luz.
¿Esperaría
que
ella
fuera...
oh,
tan
encantadora
como
una
heroína
romántica?
No
lo
era.
Pero
ella
no
se
arrepentía
de
poder
verlo.
El
hombre
era
hermoso
de
una
manera
aterradoramente
letal,
como
su
gato,
Aslan,
cuando
estaba
cazando.
Era
todo
fuerza
en
tensión
equipada
por
un
autocontrol
intimidante…
y
su
aura
brillaba
con
ello.
***
Sawyer
no
pensaba
ver
que
una
mujer
alguna
vez
lo
hubiera
mirado
como
Mallory
lo
miraba
ahora,
como
si
pudiera
ver
más
allá
de
su
piel
y
dentro
de
su
alma.
Y
aún
así
le
gustara
lo
que
veía.
Estudió
su
rostro
expresivo
y
sus
ojos
muy
abiertos.
Cada
pensamiento
se
mostraba
claramente,
y
cuando
hablaba,
su
hermosa
voz
de
soprano
revelaba
cada
emoción.
La
mayoría
de
las
mujeres
con
las
que
se
había
acostado
lo
miraban
como
si
fuera
un
desafío
o
un
tanto
en
un
juego.
Los
ojos
de
Mallory
tenían
un
placer
atónito.
Deleite.
Y
sintió
que
sus
músculos
se
hinchaban
como
si
fuera
un
adolescente
tratando
de
impresionar
a
una
chica
bonita.
Tonto.
Ella
quería
sexo,
nada
más,
o
le
habría
cocinado
una
comida
como
agradecimiento.
Habría
estado
bien
con
una
comida
casera.
También
estaría
bien
con
el
sexo.
Ella
le
gustaba.
Su
coraje,
su
irónico
sentido
del
humor,
su
calidez
y
la
forma
en
que
sus
ojos
se
encontraban
con
los
suyos
honestamente.
Y
tenía
un
cuerpo
dulcemente
curvilíneo.
Musculoso
y
a
la
vez
tentadoramente
suave.
El
par
extra
de
centímetros
de
altura
eran
agradables.
Sus
senos
no
eran
grandes,
pero
eran
un
puñado
placentero,
y
su
cintura
se
curvaba
en
unas
caderas
espectaculares.
Esperaba
poder
darle
la
vuelta
y
follarla
desde
atrás.
Mientras
tanto,
acarició
su
montículo
regordete
y
bajó
hasta
su
coño.
Bellamente
mojado.
Su
rostro
se
sonrojó
mientras
él
miraba
a
su
antojo.
El
vello
cuidadosamente
recortado
mostraba
labios
oscuros
y
brillantes.
Dios,
había
pasado
mucho
tiempo
desde
que
había
jugado.
Ignorando
el
dolor
urgente
en
su
polla,
excitó
su
coño
con
un
dedo,
tomándose
su
tiempo
mientras
se
movía
desde
su
entrada
hasta
rodear
su
clítoris.
Ida
y
vuelta.
Los
pliegues
se
hincharon
y
su
clítoris
se
inflamó
hasta
que
la
capucha
ya
no
pudo
ocultarlo.
Sus
caderas
se
menearon.
—Esto
no
está
bien.
No
deberías...
quiero
decir,
no
vas
a
conseguir
ninguna...
cosa.
—Cosa—repitió,
logrando,
apenas,
sofocar
una
carcajada.
Para
alguien
que
iba
detrás
de
convictos,
ella
era
adorablemente
poco
sofisticada.
—Sí,
cosa.
—Ella
trató
de
sentarse,
de
alcanzarlo.
—No,
no
he
terminado
de
jugar.
Resulta
que
disfruto
este
tipo
de...
cosa.
—Con
una
mano
entre
sus
bonitos
senos,
él
la
hizo
tenderse
de
nuevo
y
cayó
sobre
ella
exactamente
en
la
posición
correcta
para
chuparle
un
pezón.
Su
jadeo
fue
entretenido,
y
la
forma
en
que
sus
dedos
se
agitaron
violentamente
en
su
cabello
fue
jodidamente
doloroso.
Y
satisfactorio.
Ella
era
apasionadamente
receptiva.
Nada
era
más
tentador
para
un
hombre
como
él.
Se
tomó
su
tiempo,
chupando
y
lamiendo
el
apretado
nudo.
Cuando
excitó
el
pezón
contra
el
paladar,
sus
dedos
se
clavaron
en
su
piel.
Sí,
más
aquí.
Con
la
mano
libre,
deslizó
un
dedo
en
su
coño,
empujando
lentamente,
mientras
usaba
los
dientes
muy
ligeramente
en
la
punta
de
un
pezón.
Su
coño
se
apretó
alrededor
de
su
dedo
como
un
prensa.
Cuando
ella
comenzó
a
temblar,
él
se
detuvo
para
besarla,
para
calmarla
como
si
fuera
un
potro
asustado.
Moviéndose
debajo
de
él,
ella
cerró
su
mano
alrededor
de
su
polla,
bombeando
ligeramente.
Joder,
su
toque
se
sentía
bien.
Demasiado
jodidamente
bien.
Tenía
que
ejercer
una
buena
cantidad
de
control
para
evitar
follarla.
Interesante
movimiento
de
su
parte,
sin
embargo.
Si
ella
hubiera
sido
una
sumi
que
él
estaba
dominando,
concluiría
que
estaba
avergonzada
y
quería
terminar
de
una
vez.
Aunque
el
cuerpo
de
Mallory
obviamente
amaba
su
atención,
su
cabeza
podría
no
estar
tan
metida
en
el
juego.
Sin
embargo...
ella
había
sido
la
que
lo
quería
aquí.
Él
había
esperado
que
ella
quisiera
prolongar
y
obtener
el
mayor
placer
posible
de
él,
pero
ella
no
estaba
actuando
de
esa
manera.
No
importaba.
Le
gustaba
jugar
con
el
cuerpo
de
una
mujer,
y
éste
era
más
divertido
que
la
mayoría.
Si
ella
pensaba
apurar
el
sexo,
estaba
a
punto
de
llevarse
un
gran
chasco.
—No,
cariño.
—Él
quitó
la
mano
de
su
polla.
Levantándola
para
que
se
sentara,
tiró
de
sus
brazos
detrás
de
ella,
doblando
sus
codos
para
que
sus
brazos
se
cruzaran
en
su
espalda
baja.
Y
entonces
la
recostó.
Su
propio
peso
mantendría
esas
manos
atareadas
enterradas
debajo
de
ella.
—¡Oye!
—Cuando
ella
luchó
para
sacar
las
manos,
él
se
apoyó
en
ella,
ignorando
el
tirón
doloroso
de
su
herida.
—Deja
tus
manos
allí.
—Él
la
miró
a
los
ojos
y
puso
un
borde
de
mando
en
su
voz—.
¿Puedes
quedarte
quieta
para
mí,
Mallory?
Maldita
sea
si
su
expresión
no
se
transformó
en
la
rendición
más
dulce
que
había
visto
en
su
vida.
Su
cuerpo
se
relajó
bajo
el
suyo.
Sumisa
y
encantadora.
—Gracias,
mascota.
—Le
dio
un
beso
lento
para
recompensarla,
antes
de
comenzar
de
nuevo.
Después
de
todo,
podría
haberse
perdido
algo.
Su
boca
era
perfecta.
Labios
suaves
y
aterciopelados.
Mentón
puntiagudo.
Cuello
largo.
Sorprendentemente
musculosos
hombros
y
brazos.
Senos,
tan
jodidamente
encantadores.
Cintura
estrecha.
Caderas
llenas.
Al
llegar
a
su
montículo,
inhaló.
Su
aroma
ligeramente
almizclado
era
convincentemente
femenino.
Cuando
él
abrió
sus
labios
exteriores,
ella
negó
con
la
cabeza
y
comenzó
a
sacar
las
manos.
—Quieta,
chica—gruñó
él.
La
forma
en
que
se
congeló
fue
encantadora.
Su
cuerpo
no
estaba
tenso,
y
él
podía
sentirla
cada
vez
más
húmeda.
A
este
cuerpo
le
gustaba
ser
dominado.
¿No
era
conveniente
que
él
fuese
un
Dom?
Cuando
lamió
su
clítoris,
el
jadeo
incrédulo
que
ella
soltó
casi
lo
hizo
correrse
como
un
muchacho.
***
Por
amor
a
los
gatos,
ella
iba
a
morir.
Le
tenía
las
piernas
bien
separadas,
sostenía
sus
pliegues
abiertos
y...
la
lamía.
Oh,
ella
había
hecho
que
los
tipos
hicieran
eso
antes,
por
lo
general
como
si
fuera
algo
que
debían
hacer
antes
de
llegar
a
la
cosa
buena.
No
este
hombre.
Él
estaba
disfrutando.
Cada
vez
que
ella
se
acercaba,
él...
retrocedía.
Disminuyendo
la
velocidad.
La
primera
vez,
pensó
que
era
un
accidente.
Pero
él
lo
hizo
de
nuevo.
Y
otra
vez.
Estaba
apoyado
con
un
brazo
sobre
su
pelvis,
lo
que
al
mismo
tiempo
la
mantenía
inmóvil.
No
podía
sacar
los
brazos
de
debajo
de
su
espalda,
no
sin
luchar
contra
él,
y
la
forma
en
que
él
le
había
impedido
hacer
algo
cambió...
todo.
Su
aura
decía
que
podía
confiar
en
él,
y
lo
hizo.
La
posición
en
la
que
estaba,
su
fuerza
y
control,
su
confianza
y
manos
seguras,
todo
le
robó
la
voluntad
de
resistir.
Despiadadamente,
su
lengua
cálida
y
astuta
provocaba
su
clítoris.
A
veces
era
delgada
y
dura
y
se
frotaba
firmemente
a
lo
largo
de
los
lados,
a
veces
era
plana
y
suave,
rozando
apenas.
Haciendo
círculos,
dando
golpecitos,
tocando.
Su
clítoris
se
contrajo
y
se
volvió
cada
vez
más
sensible.
Presionó
un
dedo
dentro
de
ella
y
despertó
un
nuevo
conjunto
de
nervios.
Cuando
sus
caderas
se
movieron
involuntariamente,
él
se
rio
y
continuó.
Un
dedo
se
convirtió
en
dos,
deslizándose
dentro
y
fuera
en
un
ritmo
lento
y
suave,
incluso
mientras
su
lengua
se
movía
con
fuerza
y
rapidez.
La
presión
creció
en
su
coño.
Y,
descabellado
o
no,
no
estaba
segura
de
querer
llegar
al
clímax.
Ella
no
lo
conocía.
Compartir
sexo
era
una
cosa;
compartir
un
orgasmo...
¿Qué
había
estado
pensando?
Ella
se
puso
rígida.
—Escucha…
Su
objeción
murió
cuando
él
tomó
su
clítoris
entre
sus
labios
y
chupó.
Su
lengua
se
movió
sobre
él.
Sus
dedos
entraron
y
salieron,
más
rápido.
Más
fuerte.
Todo
dentro
de
ella
se
apretó
mientras
cada
toque
de
su
lengua,
cada
estocada
de
sus
dedos
la
empujaba
más
cerca.
Sus
caderas
intentaron
levantarse,
y
él
las
presionó
hacia
abajo,
chupó
con
más
fuerza
y
la
condujo
directamente
a
un
clímax
impactante.
Oleada
tras
oleada
de
placer
estallaron
dentro
de
ella,
y
ella
se
apretó
con
fuerza
alrededor
de
sus
incisivos
dedos,
jadeando
por
aire.
Su
lengua
continuó
hasta
que
ella
se
volvió
demasiado
sensible
y
gimió
en
protesta.
Él
se
detuvo.
No
cambió
de
posición.
Incluso
con
los
ojos
cerrados,
podía
sentir
la
intensidad
de
su
mirada.
Observándola.
Nunca
había
sido
objeto
de
un
foco
de
atención
tan
concentrado.
Parpadeando,
lo
miró.
Seguía
arrodillado
entre
sus
piernas,
y
cuando
encontró
su
mirada,
sus
labios
se
curvaron.
—Me
gusta
ver
cuando
te
corres,
Mallory.
—Él
le
acarició
la
cadera,
su
mano
cálida
y
dura—.
Ahora,
veamos
qué
tan
buena
es
tu
resistencia.
Todavía
sonriendo
levemente,
acercó
sus
vaqueros,
sacó
un
condón
de
la
billetera,
lo
abrió
y
se
enfundó.
Levantando
su
cuerpo,
él
sacó
suavemente
sus
brazos
de
detrás
de
ella
y
los
levantó
sobre
su
cabeza.
Ella
quería
abrazarlo,
pero
cuando
se
movió,
él
la
miró
con
una
severa
mirada.
—Quédate
donde
te
puse,
mascota.
—Él
se
apuntaló,
su
brazo
al
lado
de
sus
muñecas,
y
cayó
sobre
ella.
Mientras
se
guiaba
dentro
de
su
coño,
se
dio
cuenta
de
que
su
erección
era
tan
dura
y
grande
como
él.
Lentamente
y
con
firmeza,
la
penetró
unos
centímetros
antes
de
detenerse
para
estudiarla.
A
pesar
de
que
no
trató
de
resistirse,
era
muy
consciente
de
cómo
estaba
siendo...
tomada.
Ella
cerró
los
ojos.
Su
suave
gruñido
fue
una
objeción.
—No.
Dame
tus
ojos.
Ella
alzó
la
vista.
Su
mirada
azul
sujetó
la
de
ella
tan
inquebrantablemente
como
su
peso
la
mantenía
inmóvil
y
su
orden
retenía
sus
brazos
en
su
lugar.
Después
de
un
segundo,
él
se
movió,
empalándola
gradualmente.
Mientras
la
estiraba,
la
llenaba,
la
mantenía
contenida,
mental
y
físicamente.
Nunca
nada
se
había
sentido
tan
íntimo.
Cuando
su
coño
latió
alrededor
de
su
polla,
su
cuerpo
tembló.
El
temblor
corrió
desde
lo
más
profundo
de
su
útero
hasta
la
punta
de
los
dedos.
Cuando
estuvo
profundamente
dentro
de
ella,
le
acarició
la
sien
con
la
punta
de
la
nariz.
—Lo
hiciste
bien,
mascota.
Maldición,
te
sientes
jodidamente
bien.
Saber
que
lo
había
complacido
provocó
un
cálido
zumbido
dentro
de
ella,
y
Mallory
sonrió.
Sus
ojos
se
entrecerraron
e
hizo
un
sonido
pensativo.
Ella
no
tuvo
la
oportunidad
de
pensar
en
lo
que
eso
significaba
antes
de
que
él
retirara
su
polla...
y
volviera
a
empujar
aún
más
profundamente.
Tan
grande.
Ella
se
retorció
al
borde
de
la
incomodidad.
La
mirada
masculina
recorrió
su
rostro,
sus
brazos,
sus
hombros,
mientras
él
continuaba
follándola
lentamente.
Entonces,
cuando
ella
se
adaptó
a
su
tamaño,
el
resbaladizo
deslizamiento
se
convirtió
en
puro
placer.
Todo
dentro
de
ella
se
convirtió
en
un
charco
fundido
de
lujuria.
—Mmm.
La
sonrisa
de
él
brilló,
y
aceleró
el
ritmo.
Duro
y
rápido.
Slam,
slam,
slam.
A
medida
que
la
presión
se
concentraba
dentro
de
ella,
su
clítoris
latía,
exigiendo
más.
Sus
caderas
se
levantaron
para
encontrarse
con
las
de
él,
tratando
de
frotarse
contra
él.
Y...
se
retiró.
¡No!
—Espera.
Tú…
Él
se
movió
hacia
un
lado
y
la
hizo
rodar
sobre
su
vientre.
El
alcohol
en
su
sistema
todavía
estaba
allí.
Su
cabeza
giró.
—¿Qué
estás
haciendo?
La
colocó
sobre
sus
manos
y
rodillas.
—Tranquila,
chica.
Esta
posición
será
mejor
para
ti.
—Con
manos
despiadadas,
él
separó
ampliamente
sus
rodillas,
encontró
su
entrada
y
la
atravesó
con
una
estocada
fuerte
y
larga.
—Aaaah.
—Su
entrada
despiadada
fue
una
estallido
de
placer
impactante…
y
ella
casi
se
corrió
en
ese
instante—.
Oh,
más,
por
favor.
—Su
clítoris
palpitaba,
le
dolían
los
senos.
Se
inclinó
sobre
ella,
su
brazo
izquierdo
lo
sostenía,
con
el
derecho
le
rodeaba
la
cintura,
anclándola
en
el
lugar.
Su
barbilla
frotaba
su
nuca
mientras
le
susurraba
al
oído:
—Te
daré
más.
—Él
movió
su
brazo
derecho
hacia
abajo
y
sus
dedos
se
deslizaron
sobre
su
clítoris.
Ante
la
exquisita
sensación,
todo
su
coño
se
apretó
alrededor
de
su
polla,
y
él
se
rio.
—Agradable.
Puedes
hacerlo
de
nuevo.
—Mientras
entraba
y
salía,
trabajaba
su
clítoris,
frotando
firmemente
un
lado
y
luego
el
otro.
Cuando
su
núcleo
tembló,
sus
brazos
se
agotaron,
enviándola
sobre
los
codos...
inclinando
su
culo
hacia
arriba.
Él
soltó
un
retumbo
su
placer
cuando
se
deslizó
aún
más
profundamente
dentro
de
ella.
Slam,
slam,
slam.
Mientras
se
clavaba
dentro
de
ella,
sus
dedos
frotaban
y
excitaban
su
clítoris
hasta
que
se
sentía
inflamado
al
punto
del
dolor.
Hasta
que
sus
músculos
se
apretaron
con
fuerza
en
torno
a
su
polla
con
el
tormento,
y
ella
estaba
desesperada
por
más,
vibrando
con
la
inminente
liberación.
—Ahhhhh.
—Ella
temblaba
de
necesidad.
Cada
caricia,
cada
estocada
era
perfecta.
Maravillosa.
Y
no...
suficiente.
Su
héroe…
el
bastardo,
se
echó
a
reír.
—Continúa,
cariño.
—Sus
dientes
se
cerraron
sobre
su
hombro,
incluso
mientras
frotaba
su
clítoris
y
la
follaba
con
fuerza.
La
devastadora
mezcla
de
sensaciones
la
atravesó,
la
engulló,
y
ella
se
estaba
corriendo,
el
placer
indescriptible
mientras
el
deslumbrante
esplendor
la
recorría
entera,
una
y
otra
vez.
Con
un
gruñido
complacido,
él
aumentó
el
ritmo
y
finalmente
se
empujó,
incluso
más
profundo
que
antes.
Ella
se
contrajo
fuertemente
en
torno
a
él
cuando
su
polla
se
sacudió
dentro
de
ella.
Después
de
un
largo
momento
donde
no
había
un
milímetro
de
espacio
entre
ellos,
él
se
retiró.
—Placentero.
—Suavemente,
rodó,
aterrizándolos
sobre
sus
costados.
A
pesar
de
que
sus
músculos
estaban
flácidos,
no
podía
dejar
de
temblar.
Todo
lo
que
él
había
hecho...
ella
nunca
se
había
sentido
así
antes.
Controlada.
Tomada.
Corriéndose
tan
duro.
—Tranquila,
cariño.
—La
atrajo
hacia
él
con
la
espalda
contra
su
pecho
y
la
acunó.
Era
cálido
contra
ella,
casi
envolviéndola.
Con
una
mano,
le
acarició
el
hombro,
el
costado
y
los
senos,
mimándola
como
ella
haría
con
su
gato.
Segura,
cálida
y
mimada.
No
era
de
extrañar
que
los
felinos
ronronearan.
Capítulo
3
Como
siempre,
Mallory
se
despertó
al
amanecer.
Bostezando,
se
sentó
y
comenzó
a
estirarse.
Oh,
dolor.
Su
cuerpo
se
sentía
como
si
se
hubiera
caído
por
un
tramo
de
escaleras.
Y
su
cabeza.
Todo
junto.
Una
entidad
malvada
llamada
Scotch
había
apretujado
su
cerebro
dentro
del
cráneo
de
la
misma
manera
en
que
el
abuelo
siempre
había
sobrecargado
la
lavadora.
¿Volvería
el
abuelo
a
perseguirla
si
ella
vertía
su
precioso
Glenfiddich
por
el
desagüe?
Con
cautela,
sacudió
la
cabeza
y
recordó
cómo
había
llenado
su
vaso.
Dos
veces.
Sus
labios
se
curvaron.
Resaca
o
no,
el
sexo
había
valido
la
pena.
Becca
tenía
mucha
razón.
Después
de
otro
bostezo,
miró
a
su
alrededor.
La
luz
del
sol
brillaba
sobre
las
paredes
azul
pálido
y
sobre
el
suelo
de
madera.
Estaba
cubierta
por
su
manta
de
chenilla,
había
dormido
encima
de
la
colcha
blanca
y
mullida.
Sola.
¿A
dónde
se
había
ido
su
salvador?
Ella
escuchó
por
un
minuto.
Completo
silencio.
Se
había
ido.
La
decepción
la
recorrió.
Le
hubiera
gustado
despertarse
a
su
lado.
Sintiendo
sus
músculos
contra
ella.
Escuchar
su
voz
suave
y
ronca.
Él
tendría
una
barba
rasposa,
y
ella
podría
ver
la
risa
que
a
veces
aparecía
en
sus
ojos.
Vería
la
forma
en
que
él
la
había
observado.
Presionado.
Ser
presionada
había
sido...
emocionante.
Recordó
cómo
su
peso
la
había
inmovilizado
contra
el
colchón.
Qué
asombroso
se
había
sentido
cuando
no
pudo
mover
los
brazos.
Sin
embargo,
no
la
había
asustado.
Sabía
que
se
detendría
si
ella
se
oponía,
y
tenerlo...
dominando...
su
tiempo
juntos
había
satisfecho
una
extraña
necesidad
dentro
de
ella.
Quiero
más.
Tal
vez
podría
encontrarse
con
él
para
tomar
un
café
o
almorzar.
Conocerlo
y
ver
si
era
tan
agradable
fuera
de
la
cama
como
dentro
de
ella.
Porque,
sonrió
levemente,
él
la
atraía.
Era
valiente,
honesto
y
protector.
Tenía
sentido
del
humor.
Era
cortés.
Y,
oh,
su
aura
era
hermosa.
Todo
dentro
de
ella
decía
que
podía
ser
alguien
especial
para
ella,
pero...
bueno,
no
era
una
tonta.
Debería
conseguir
conocerlo.
Hablar
con
él.
La
conversación
liviana
y
el
coqueteo
no
eran
su
fuerte.
No
obstante,
estaba
dispuesta
a
intentarlo.
Tal
vez
podría
llamarlo.
Sus
pensamientos
se
detuvieron.
Llamar...
¿a
quién?
Se
dejó
caer
hacia
atrás,
haciendo
que
el
martilleo
de
su
cabeza
fuese
aún
más
fuerte.
Hablando
de
una
idiota.
No
solo
se
había
acostado,
había
follado,
con
un
hombre
que
acababa
de
conocer
y
ni
siquiera
le
había
preguntado
el
nombre.
Oh,
guau.
Dos
puntos
menos
por
traer
a
un
extraño
a
casa.
Dos
puntos
menos
por
dejarlo
entrar
a
la
casa.
Dos
puntos
más
perdidos
por
emborracharse.
Dos
menos
por
tener
sexo
en
una
primera
cita…
no,
no,
espera,
ni
siquiera
fue
una
cita.
Cuatro
puntos,
entonces.
Y
al
menos
una
docena
de
puntos
menos,
por
ni
siquiera
enterarse
del
nombre.
Puta
no
era
una
palabra
que
tolerara,
pero
probablemente
merecía
una
camiseta
con
la
inscripción
CHICA
MALA,
MALA.
En
letras
rojo
brillante.
Lanzando
un
suspiro
lastimoso,
se
deslizó
fuera
de
la
cama
y
se
puso
la
bata.
Una
tetera
la
estaba
llamando.
En
la
cocina,
notó
la
nota
en
la
encimera.
—Gracias
por
la
recompensa.
—Sin
nombre.
Sin
número.
Su
significado
era
tan
claro
como
una
bofetada.
Cuando
la
parte
inferior
de
su
estómago
cayó
y
las
lágrimas
brotaron
en
sus
ojos,
se
dio
cuenta
de
su
error.
Nunca
antes
había
tenido
una
aventura
de
una
noche
con
un
extraño...
y
todavía
no
lo
había
hecho.
El
no
había
sido
un
extraño
para
ella,
era
el
hombre
que
ella
había
esperado.
Y
anoche
había
sido
un
sueño
hecho
realidad.
Para
él,
había
sido
sexo
vacío...
con
alguien
que
no
significaba
nada.
Todos
los
músculos
alrededor
de
su
corazón
le
dolían
mientras
respiraba
lenta
y
cuidadosamente.
Ella
había
cometido
un
error.
No
era
el
primero
y
no
sería
el
último.
Sigue
adelante.
Su
gato,
Aslan,
entró
a
la
cocina
y
saltó
al
taburete
azul
en
la
isla
de
la
cocina.
Como
un
león,
movió
su
cola
dorada
en
una
evidente
expresión
de
molestia.
Ella
logró
sonreír.
—Sí,
traje
un
extraño
a
tu
casa
y
no
te
lo
presenté.
Sin
embargo,
puedes
relajarte.
No
volverá
a
suceder.
—Bajo
sus
ojos
severos,
ella
rompió
la
nota—.
Listo.
Todo
se
ha
ido.
Sus
labios
temblaron
por
un
segundo
antes
de
levantar
la
barbilla.
—¿No
es
lindo
que
Becca
me
haya
dado
un
nuevo
libro
para
leer?
Capítulo
4
El
viernes
por
la
noche,
Mallory
abrió
una
segunda
botella
de
vino
y
cruzó
su
gran
habitación
donde
Becca
y
Kallie
descansaban
frente
al
fuego.
Era
su
cumpleaños,
y
sus
amigas
se
habían
presentado
inesperadamente
con
vino
y
comida
para
celebrar.
Cuando
Mallory
llenó
los
vasos,
Kallie
recogió
el
suyo.
Acurrucada
en
un
rincón
del
sofá
cubierto
con
una
funda
blanca,
la
pequeña
morena
parecía
un
gatito
contento.
Aslan
se
tumbaba
desgarbadamente
sobre
la
otra
mitad
del
sofá.
Un
gato
gigante,
esponjoso
y
naranja.
Quitándose
el
pelo
rojo
de
la
cara,
Becca
bebió
un
poco
de
vino
y
apoyó
las
largas
piernas
sobre
la
mesa
de
café.
Su
aura
dorada
era
un
suave
y
radiante
resplandor
a
su
alrededor.
—Entonces,
Mallory,
¿alguna
vez
encontraste
algún
material
de
héroe?
—Ella
echó
un
vistazo
a
Kallie—.
Ella
vio
mis
libros
pervertidos
y
me
dijo
que
estaba
esperando
un
héroe.
—Ah.
—Kallie
sonrió—.
Los
tipos
que
vienen
a
practicar
senderismo
y
escalada
son
bonitos
aficionados.
¿Quieres
que
te
traiga
alguno
hasta
aquí?
Vives
lo
suficientemente
cerca,
después
de
todo.
La
idea
de
que
Kallie
cruzara
la
tierra
baja
seguida
de
una
manada
de
machos
fue
suficiente
para
hacer
que
Mallory
se
ahogara.
—Qué...
encantadora...
oferta.
No.
De
veras
no.
—Después
de
un
segundo,
ella
agregó
un
cortés—.
Gracias.
Becca
se
echó
a
reír.
—Semejante
expresión.
Como
si
Kallie
estuviera
ofreciendo
traer
un
paquete
de...
¿cómo
se
llamaban?
Orcos.
Mallory
le
dirigió
a
Kallie
una
mirada
severa.
—Orcos,
no.
Tráeme
a
Aragorn,
o
a
Éomer,
o
nada.
—Sí,
señora.
—Kallie
agitó
su
copa
de
vino
en
un
saludo—.
Se
toma
nota
de
la
solicitud.
Hay
un
pequeño
inconveniente.
¿Alguna
vez
has
encontrado
a
un
hombre
tan
cercano
a
tus
especificaciones?
El
recuerdo
del
hombre,
el
hombre
sin
nombre,
atravesó
rápidamente
la
mente
de
Mallory,
seguida
de
una
oleada
de
calor
que
le
llegó
directamente
a
la
cara.
—Oh,
Dios
mío,
lo
hiciste.
—Becca
se
sentó
derecha—.
¿Quién
es
él?
¿Lo
conocemos?
Tú…
—No.
—La
declaración
plana
de
Mallory
silenció
el
entusiasmo
—.
En
realidad,
él
era
solo
un
tipo
que
iba
de
pasada.
—Ella
desde
entonces
no
lo
había
visto
en
la
ciudad—.
Fue
un
tiempo
atrás—
inclinó
la
cabeza
hacia
Becca—,
según
lo
ordenado,
me
entregué
a
una
aventura
de
una
noche.
—¿Según
lo
ordenado?
—Kallie
miró
a
Becca
con
consternación
—.
¿Pensaste
que
Mallory
debería
tener
sexo
casual?
Becca
tenía
una
expresión
infeliz.
—No
pensé
que
realmente
lo
harías.
Mallory
frunció
el
ceño.
—Otras
mujeres
lo
hacen,
y
no
es
gran
cosa.
No
es
que
sea
virgen,
¿así
que
por
qué
estás
conmocionada?
Kallie
sacudió
la
cabeza.
—Tú
solo,
puede
que
sea
yo,
pero
todo
lo
que
haces
tiene...
bueno,
importancia,
supongo.
No
puedo
imaginar
que
vayas
por
sexo
vacío.
Porque
ella
no
lo
hacía,
y
no
había
sido
vacío,
al
menos
para
ella.
Aunque
lo
hubiera
sido
para
él.
—¿Estás
bien?
¿Él
fue
amable?
No
te
lastimó,
¿verdad?
—La
boca
de
Becca
se
apretó.
Bajo
las
miradas
preocupadas
de
ellas,
se
encogió
de
hombros.
—Fue
divertido
y
buen
sexo,
pero
no,
no
es
algo
que
volveré
a
hacer.
En
cambio,
encontré
algo
diferente.
—Sus
labios
se
curvaron
—.
¿Recuerdas
el
libro
que
me
diste,
Becca?
Por
el
sol
y
las
estrellas,
fue
increíble.
Ahora
tengo
toda
una
estantería
de
romances
BDSM
pervertido.
La
boca
de
Kallie
se
abrió,
entonces
soltó
una
risita.
—Estás
corrompiendo
a
los
lugareños,
chica
citadina.
—Estoy
haciendo
mi
mejor
esfuerzo.
—Becca
movió
su
vaso
hacia
Mallory—.
Avísame
cuando
quieras
hacer
más
que
leer
sobre
BDSM.
—Ajá.
—Cuando
probablemente
sería
nunca.
Mallory
se
inclinó
hacia
delante
y
volvió
a
llenar
los
vasos—.
Bebe
y
podemos
cortar
el
pastel.
Becca
tomó
un
sorbo
y,
afortunadamente,
encontró
un
nuevo
tema.
—¿Compraste
muebles
nuevos?
—Ella
dio
unas
palmaditas
a
la
silla
cubierta
con
una
funda
de
flores.
—No,
acabo
de
colocarle
una
funda
al
sofá
y
a
las
sillas.
Aunque
la
tapicería
estaba
sucia,
los
muebles
de
la
abuela
son
lo
suficientemente
resistentes.
—Mallory
miró
a
su
alrededor
y
sonrió
—.
La
última
vez
que
Serena
estuvo
aquí,
llamó
a
esto
“chic
zaparrastroso”,
lo
que
suena
bastante
insultante,
pero
al
menos
implica
que
planeé
la
decoración
de
esta
manera.
—Me
encanta
cómo
se
ve
tu
casa—dijo
Becca—.
La
decoración
de
una
casa
de
campo
francesa,
diría
yo.
La
sensación
es
muy
ligera
y
aireada.
La
sonrisa
de
Mallory
se
desvaneció.
Después
de
que
murió
el
abuelo,
se
había
hartado
de
remodelar,
más
para
llenar
el
silencio
vacío
que
por
cualquier
deseo
artístico.
Había
quitado
la
mayoría
de
las
paredes
de
la
planta
baja...
y
había
continuado
compulsivamente.
—La
decoración
simplemente
sucedió.
Cuando
agregué
la
terraza
acristalada
y
puse
ventanas
más
grandes
en
la
sala
de
estar,
el
aumento
de
la
luz
hizo
que
el
viejo
sofá
marrón
se
viera
feo.
Así
que
lo
enfundé
de
lino
blanco.
Entonces
las
sillas
a
cuadros
marrones
se
veían
mal.
Así
que
les
puse
unas
flores
color
pastel.
Miró
el
follaje
desbordado
en
las
ventanas
y
las
esquinas
con
tristeza.
—Las
plantas
no
son
mi
culpa.
Honestamente.
Ellas
simplemente
migran.
No
estoy
segura
de
cómo.
Kallie
sonrió.
—Porque
cada
vez
que
descubres
una
nueva
planta,
no
puedes
resistirte
a
propagarla
y
terminar
con
una
docena.
—Ella
asintió
con
la
cabeza
hacia
la
fila
de
violetas
africanas
en
el
alféizar
de
una
ventana—.
Como
esas.
—Es
cierto.
Espero
que
tú
y
Becca
se
lleven
un
par,
por
cierto.
—Siempre.
—Becca
sonrió—.
Logan
finalmente
dejó
de
fruncir
el
ceño
a
las
plantas
que
puse
en
el
albergue.
De
hecho,
admitió
que
la
habitación
principal
parece
más
amigable
y
que
los
invitados
están
más
cómodos.
Toda
una
concesión
para
un
hombre
tan
aterrador.
Así
como
las
plantas
amigables
podían
convertir
el
albergue
en
un
lugar
más
acogedor,
el
amor
de
Becca
había
transformado
al
dueño
en
algo...
algo...
menos
intimidante.
Buen,
buen
trabajo.
—Hora
de
pastel,
chica
cumpleañera.
—Dejando
su
vaso
en
el
suelo,
Kallie
se
inclinó
hacia
delante
y
comenzó
a
colocar
velas
verdes
en
el
pastel
de
cumpleaños
con
glaseado
blanco,
más
y
más
velas.
Mallory
puso
los
ojos
en
blanco.
—Eso
no
es
un
pastel;
es
un
bosque.
Becca
resopló.
—Conozco
el
sentimiento.
—¿Has
notado
cómo
la
montaña
debajo
del
“bosque”
tuvo
un
deslizamiento
de
tierra?
—Kallie
señaló
la
forma
en
que
el
pastel
se
derrumbaba
hacia
un
lado—.
Morgan
cerró
la
puerta
tan
fuerte
esta
mañana
que
es
una
maravilla
que
solo
se
cayera
el
pastel.
Mallory
frunció
el
ceño.
—Cerrar
de
un
golpe
las
puertas
suena
más
como
a
Wya
que
a
Morgan.
—Morgan
era
un
año
más
joven
y
más
tranquilo
que
Wya .
—Ya
no.
El
estado
de
ánimo
de
Morgan
se
ha
ido
deteriorando
lentamente
desde
que
Wya
se
fue
a
Etiopía.
—Apuesto
a
que
Morgan
todavía
está
en
estado
de
shock.
—Y
solo.
Los
hermanos
tenían
una
diferencia
de
edad
de
un
año
y,
aparte
de
cuando
conducían
recorridos
por
el
desierto
en
el
interior
del
país,
rara
vez
estaban
separados.
—Lo
está,
y
también
muy
gruñón.
—Kallie
le
quitó
un
trozo
del
glaseado
y
se
lo
metió
en
la
boca
antes
de
sonreírle
a
Mallory—.
Será
mejor
que
te
mantengas
fuera
de
su
alcance.
Te
culpa
por
alentar
a
Wya
a
unirse
a
un
cuerpo
militar
de
voluntarios.
—Espera
un
minuto.
No
lo
animé.
Le
dije
que
debería
hablar
con
un
consejero.
—¿En
serio?
Pensé…
—En
serio.
Cuando
él
insistió
en
irse,
busqué
por
ahí
ya
que
todavía
tengo
un
contacto
de
cuando
serví
en
el
Cuerpo
de
Paz.
Ella
le
recomendó
una
organización
capaz
de
procesar
su
solicitud
rápidamente
y
dispuesta
a
aceptar
solo
seis
meses
de
su
tiempo.
De
lo
contrario,
se
habría
ido
dos
años
como
yo.
—Oh,
guau.
Se
lo
diré
a
Morgan.
—Kallie
sacudió
la
cabeza—.
Me
siento
terrible
por
Wya ...
y
todavía
me
molesta
cómo
se
fue
en
medio
de
nuestra
temporada
más
ocupada.
Quiero
abrazarlo
y
golpearlo,
y
sé
que
Morgan
siente
lo
mismo.
Becca
sacudió
la
cabeza.
—Pobre
Morgan...
y
pobre
Wya .
Pobre
Wya ,
ciertamente.
El
corazón
de
Mallory
se
fue
con
él.
Durante
la
fuga
de
la
cárcel
en
junio,
los
convictos
que
habían
escapado
se
dirigieron
a
las
montañas
con
dos
rehenes.
Una
de
las
trabajadoras
sociales
era
la
novia
de
A icus,
y
como
Wya
y
Morgan
conocían
el
campo
como
nadie
más,
se
habían
ido
a
él.
Durante
el
sangriento
rescate,
Wya
había
matado
a
uno
de
los
convictos.
Después,
Wya
había
estado...
diferente.
Había
venido
a
su
casa
a
menudo
para
sentarse
en
su
habitación
del
jardín
de
meditación.
Buscando
paz.
La
muerte
había
traumatizado
al
gran
guía
de
tierras
salvajes.
Ella
había
entendido
su
necesidad
de
hacer
las
paces
con
el
universo,
aunque
el
tipo
duro
nunca
admitiría
tal
cosa.
Durante
sus
meditaciones
matutinas
en
estos
días,
ella
incluía
oraciones
para
que
él
encontrara
la
paz
que
estaba
buscando.
—Vale.
Treinta
velas.
—Kallie
encendió
las
velas
y
Becca
se
unió
a
ella
para
cantar
la
obligatoria
canción
de
cumpleaños.
Mientras
Mallory
se
inclinaba
hacia
adelante
para
apagar
el
incendio
forestal,
su
corazón
brillaba
de
felicidad.
Ningún
regalo
de
cumpleaños
podría
igualar
el
regalo
de
la
amistad.
—Oye,
primero
pide
un
deseo—dijo
Becca.
—Correcto.
—Un
deseo.
¿Qué
necesitaba
ella?
Quiero
al
abuelo
de
vuelta.
Lamentablemente,
ese
deseo
no
era
uno
que
ella
pudiera
tener.
Entonces,
¿qué
más
sería?
En
general,
tenía
una
buena
vida.
Amaba
su
trabajo,
su
ciudad,
a
sus
amigos
y
su
hogar
en
la
montaña.
Bien,
tal
vez
estaba
sola
de
vez
en
cuando,
y
un
poco
envidiosa
de
sus
amigas
que
habían
encontrado
hombres.
Y
tal
vez
quisiera
un
bebé,
uno
tan
adorable
como
el
Ansel
de
Becca.
Bueno,
ella
tenía
un
deseo,
¿no?
Sintiéndose
como
una
traidora
de
las
feministas
de
todas
partes,
envió
su
deseo
al
éter.
Quiero
un
esposo
protector,
fuerte
y
seguro,
uno
que
piense
que
soy
maravillosa,
y
también
quiero
a
sus
hijos.
Quiero
que
una
familia
llene
esta
casa
de
risas
y
amor.
Cuando
el
anhelo
se
hizo
lo
suficientemente
fuerte
como
para
que
le
doliera
el
pecho,
apagó
las
velas.
Cada
una
de
ellas.
Capítulo
6
Al
día
siguiente,
con
un
saco
de
comida
para
gatos
en
la
cadera,
Mallory
caminó
a
través
de
la
tienda
de
alimentos
para
animales,
respirando
el
aroma
del
cuero
de
la
esquina
llena
de
tachuelas,
y
la
fragancia
seca
del
heno
y
los
granos
de
la
habitación
de
atrás.
Sin
ningún
tipo
de
autocontrol,
se
desvió
hacia
el
centro
de
la
habitación,
donde
un
recinto
iluminado
contenía
varios
gatitos.
Gratis
para
un
buen
hogar
estaba
escrito
en
el
exterior.
Había
tres
gatitos
amarillos
junto
con
dos
negros
y
blancos.
Todos
esponjosos
con
pequeñas
colas
levantadas.
Ante
la
oleada
de
gatitos
ansiosos,
Mallory
sacudió
la
cabeza.
Honestamente,
ella
sabía
que
no
debía
haber
venido
a
verlos.
Aslan
tendría
un
ataque
si
le
llevara
uno
a
casa.
—¡Gatitos!
—Heath
Simmons,
de
siete
años,
corrió
y
apretó
la
nariz
contra
el
cristal.
Los
niños
siempre
querían
jugar
con
los
cachorros
y
los
gatitos...
por
eso
al
recinto
de
cristal
lo
habían
puesto
tan
alto.
Mallory
le
sonrió
al
niño.
Cabello
castaño
enredado,
pecas
y
nariz
respingona.
Era
demasiado
lindo
para
las
palabras.
El
tono
púrpura
de
su
aura
decía
que
sería
bueno
con
los
animales.
—¿Quieres
sostener
a
uno?
El
vigoroso
asentimiento
del
niño
lo
dijo
todo.
Dejando
la
bolsa
que
llevaba,
Mallory
metió
la
mano
y
recogió
una
bola
de
pelos
con
rayas
amarillas.
—Siéntate.
Heath
se
dejó
caer
y
cruzó
las
piernas.
Mallory
se
puso
en
cuclillas
y
colocó
al
gatito
en
su
regazo.
El
gatito
puso
sus
patas
sobre
el
estómago
del
niño
y
miró
hacia
arriba.
Miau,
miau,
miau.
—Le
gusto.
—Soltando
una
risita,
Heath
acarició
cuidadosamente
al
pequeño
felino.
Al
acercarse,
Roger
Simmons
vio
a
su
hijo
y
gimió.
—Oh,
demonios,
no.
—El
dueño
de
la
gran
estación
de
gasolina
era
un
hombre
de
cara
rojiza
con
una
voz
fuerte,
y
un
corazón
sensible
para
sus
hijos.
Heath
levantó
la
vista.
—Pa‑a‑a‑a‑pi,
¿por
favor?
Cuando
Mallory
se
echó
a
reír,
Roger
le
dio
una
mirada
agobiada.
—Mal,
su
mamá
me
mataría.
—Se
ve
bastante
responsable.
—Lo
es,
en
realidad.
—Con
un
suspiro,
Roger
volvió
a
colocar
al
gatito
en
el
recinto
y
ayudó
a
su
hijo
a
ponerse
de
pie.
La
mirada
en
el
rostro
de
Heath
fue
desconsoladora.
Su
padre
se
encogió
y
se
derrumbó.
—Muy
bien,
muchacho,
puedes
tener
un
gatito
si
te
responsabilizas
de
alimentarlo
y
limpiar.
El
grito
de
felicidad
hizo
reír
a
todos
en
la
tienda.
Sacudiendo
la
cabeza,
Roger
sonrió.
—Vamos,
hijo.
Supongo
que
será
mejor
que
compremos
comida
para
gatitos.
—Y
un
plato.
Y
juguetes.
—Heath
le
dio
a
Mallory
un
abrazo
sofocante
y
un
beso
en
la
mejilla—.
Gracias,
Mallory.
Sonriendo,
observó
al
niño
trotar
tras
su
padre.
Los
niños
eran
tan
increíbles.
Sus
momentos
favoritos
en
el
Cuerpo
de
Paz
habían
sido
cuando
ayudaba
a
los
niños.
Cuando
se
inclinó
para
recoger
su
comida
para
gatos,
su
trasero
golpeó
a
alguien
que
pasaba.
—Lo
siento.
—Al
enderezarse
demasiado
rápido,
perdió
el
equilibrio.
Unas
manos
duras
se
cerraron
sobre
su
cintura
para
estabilizarla.
—Tranquila.
Esa
voz
oscura
y
suave.
Ella
giró.
Alto
y
musculoso.
Sombrero
de
vaquero
y
botas.
Y
ojos
del
color
de
las
campanillas
del
desierto.
Esos
ojos
habían
aparecido
en
sus
sueños.
—¡Eres
tú!
La
felicidad
la
llenó,
rebotando
como
burbujas
en
su
torrente
sanguíneo.
Acercándose
al
calor
convincente
de
su
aura,
ella
cerró
las
manos
sobre
sus
antebrazos,
recordando
la
poderosa
sensación
de
sus
músculos
debajo
de
sus
dedos.
Y,
por
el
bufido
de
los
gatos,
ella
estaba
exagerando.
¿En
qué
estaba
pensando?
Rápidamente
le
soltó
los
brazos.
—¿Estás
bien?
—Él
no
estaba
sonriendo.
Su
propia
sonrisa
se
desvaneció.
Ella
asintió.
La
soltó
y
dio
un
paso
atrás.
—Bien.
—Su
voz
no
tenía
calidez,
y
su
aura
se
había
oscurecido
a
un
rojo
fangoso.
Sus
ojos
no
eran
fríos,
simplemente
indiferentes,
como
si
fuera
un
completo
desconocido
y
no
alguien
que
la
hubiera
besado...
en
todas
partes.
Que
había
estado
dentro
de
ella.
Por
su
mirada
entrecerrada,
ella
podía
decir
que
él
la
reconoció…
y
no
quería
tener
nada
más
que
ver
con
ella.
La
emoción
y
el
asombro
de
verlo
se
marchitó,
dejando
atrás
un
gran
agujero
de
dolor.
Sin
embargo,
ella
no
pudo
objetar.
Si
así
era
como
él
quería
que
las
cosas
fueran
entre
ellos,
ella
no
tenía
lugar
para
decir
algo
diferente.
Seguía
siendo
asombroso.
Ciertamente,
ella
era
fantástica
a
su
manera,
pero
sus
experiencias
con
otros
hombres
le
habían
enseñado
que
era
demasiado
callada
y
no
tan
estupenda
para
un
hombre
como
él.
La
vergüenza
era
algo
que
rara
vez
sentía.
Lo
que
otras
personas
pensaban
de
ella
no
era
tan
importante
como
lo
que
ella
pensaba
de
sí
misma.
Sin
embargo,
en
este
momento,
sí,
podía
sentir
el
calor
en
sus
mejillas.
Dio
otro
paso
atrás,
tiró
de
los
modales
sociales
de
la
abuela
e
inclinó
la
cabeza
en
el
ángulo
apropiado.
—Gracias
por
su
ayuda.
—De
nada.
—Sawyer,
vámonos—llamó
alguien
desde
el
frente.
—Ya
voy—le
gritó.
Él
la
miró,
se
tocó
el
ala
del
sombrero
y
entonces
su
aventura
de
una
noche
se
marchó.
Bien.
Ella
dejó
escapar
un
suspiro,
sintiéndose
tan
aplastada
como
una
persona
atropellada
por
un
automóvil.
Al
menos
sabía
el
nombre
del
hombre
que
la
había
follado
hasta
la
estupidez.
Y
estúpida
que
había
sido.
Seguro
que
no
habían
hecho
el
amor,
sin
importar
lo
que
sus
sentimientos
le
habían
dicho.
Capítulo
7
Con
el
sol
de
septiembre
ardiendo
sobre
sus
hombros,
Sawyer
se
apoyó
contra
la
pared
de
su
cabaña
destartalada
mientras
el
contratista
general
anotaba
los
números
en
un
portapapeles.
Vestido
con
vaqueros
y
una
camisa
de
trabajo,
Larry
Burns
era
alto,
delgado,
de
mejillas
hundidas
y
cabello
plateado.
Su
empresa
constructora
había
construido
principalmente
casas
nuevas
hasta
que
el
mercado
de
Bear
Flat
se
había
derrumbado.
Sawyer
esperaba
que
el
contratista
estuviera
ansioso
por
un
nuevo
trabajo.
El
zumbido
de
un
vehículo
llamó
la
atención
de
Sawyer.
En
el
aire
seco,
se
levantó
el
polvo
de
una
camioneta
que
bajaba
por
el
camino.
Cuando
el
vehículo
se
detuvo
en
el
camino,
Sawyer
miró
su
reloj
y
frunció
el
ceño.
Si
éste
era
el
segundo
contratista,
llegaba
muy
temprano,
por
una
buena
hora.
Pero
el
tipo
de
cabello
negro
que
saltó
de
la
cabina
y
se
dirigió
a
Burns
no
era
ningún
contratista.
Sawyer
se
puso
rígido.
El
hombre
había
trabajado
como
oficial
correccional
en
la
prisión…
y
era
un
completo
imbécil.
—Hola,
jefe.
Tuve
un
inconveniente
en
la
casa
en
Jackass
Way.
Los
accesorios...
—Miró
a
Sawyer
y
se
detuvo
abruptamente—.
Ware.
—Romero.
—Lamento
la
interrupción,
señor
Ware—dijo
el
contratista,
acercándose
a
la
camioneta—.
Solo
deme
un
minuto
para
resolver
lo
que
él
necesita.
Mientras
Burns
y
su
hombre
caminaban
hacia
la
camioneta,
la
voz
de
Romero
era
demasiado
audible.
—…era
uno
de
los
prisioneros.
Salió
antes.
Sí,
un
convicto.
Las
tripas
de
Sawyer
se
tensaron.
Sí,
se
merecía
todo
el
jodido
dolor
que
tenía,
después
de
todo,
su
mejor
amigo
estaba
muerto
debido
a
su
error.
Sin
embargo,
las
etiquetas
despectivas
utilizadas
por
los
lugareños,
convicto,
delincuente,
criminal,
preso,
raspaba
como
papel
de
lija
sobre
heridas
abiertas.
Después
de
unos
minutos,
Romero
saltó
a
la
camioneta
y
se
alejó.
Burns
regresó
a
Sawyer,
la
simpatía
casual
ahora
reemplazada
por
una
rígida
formalidad.
—Perdón
por
la
interrupción.
No
me
di
cuenta
de
que
la
batería
de
mi
teléfono
estaba
agotada.
El
equipo
necesitaba
respuestas
antes
de
poder
construir.
—No
hay
problema.
—Sawyer
miró
el
portapapeles—.
¿Cuándo
tendrá
listo
un
presupuesto?
—No
debería
tomarme
más
de
un
día
o
dos.
—La
boca
del
hombre
se
apretó—.
Tengo
que
admitir
que
estoy
retrasado
en
este
momento.
El
equipo
no
podrá
comenzar
a
trabajar
hasta
dentro
un
par
de
meses.
—¿Meses?
—Cuando
concertaron
la
cita,
Burns
había
sonado
como
si
su
trabajo
actual
terminaría
en
dos
semanas.
Sawyer
lo
miró
con
dureza.
Aunque
las
mejillas
del
contratista
se
oscurecieron,
no
retrocedió.
—Entiendo.
Bueno,
envíeme
el
presupuesto
por
correo
electrónico
y
se
lo
haré
saber.
—Aprisionando
su
ira,
Sawyer
le
tendió
la
mano.
Después
de
una
vacilación,
Burns
estrechó
su
mano
cortésmente.
Mientras
el
contratista
se
alejaba,
Sawyer
suspiró
y
esperó
con
ansias
que
el
otro
hombre
pudiese
arreglarlo.
***
A
última
hora
de
la
tarde,
Mallory
salió
de
Kestrel
Mountain
Road
hacia
Whiskey
Creek
Lane,
su
propio
camino.
Más
temprano,
su
servicio
de
contestador
había
transmitido
la
solicitud
de
un
presupuesto.
Fue
un
shock
escuchar
que
la
propiedad
al
otro
lado
de
la
carretera
había
sido
vendida.
Por
otra
parte,
el
propietario
vivía,
había
vivido,
en
Los
Ángeles,
y
el
inmueble
había
sido
publicado
en
Modesto,
en
lugar
de
aquí.
Una
vez
más,
estaba
atrasada
con
las
noticias.
Ella
puso
los
ojos
en
blanco
ante
las
burlas
que
el
abuelo
le
habría
hecho.
Un
total
extrovertido,
que
nunca
había
entendido
su
falta
de
interés
en
los
chismes.
En
estos
días,
ella
trataba
de
prestar
atención
a
las
noticias,
pero
bueno,
había
estado
rompiéndose
el
culo
trabajando
durante
las
últimas
semanas
para
agregar
una
nueva
habitación
a
la
casa
de
los
Conley
antes
de
que
llegara
su
nuevo
bebé.
Después
consiguió
un
contrato
con
una
empresa
de
administración
de
propiedades
para
mejorar
las
casas
para
alquiler
desocupadas
por
el
personal
de
la
prisión.
Entonces...
ella
tenía
un
nuevo
vecino,
el
señor
Ware.
¿A icus
Ware
o
uno
de
sus
parientes
habían
comprado
la
propiedad?
Esperaba
que
el
nuevo
dueño
no
fuera
otro
chico
de
la
ciudad.
Al
abuelo
no
le
había
gustado
venderle
al
ejecutivo
y
se
había
quejado
en
voz
alta.
La
tierra
fue
hecha
para
ser
trabajada,
para
tener
caballos.
Ganado.
Está
desperdiciada
en
un
tipo
de
la
ciudad,
que
solo
quiere
construirse
una
casa
elegante.
Según
el
servicio
de
contestador,
este
nuevo
propietario
quería
que
el
trabajo
se
realizara
en
el
establo.
Un
establo
significaba
caballos.
Al
abuelo
le
agradaría...
dondequiera
que
estuviera.
Ella
también
estaría
encantada.
En
las
tardes
de
verano,
ella
y
la
abuela
se
habían
sentado
en
el
columpio
del
porche,
observando
los
caballos
en
la
pradera.
Los
nuevos
potros
trotarían
y
correrían
por
la
hierba
verde.
En
los
lejanos
pastizales,
el
ganado
pastaba
en
silencio.
Esas
eran
atesoradas
y
pacíficas
tardes.
A
mitad
del
camino
de
ripio,
giró
a
la
izquierda
en
el
camino
de
entrada
y
estudió
los
edificios
con
miras
a
las
reparaciones.
Sí,
el
establo
había
sido
descuidado.
Con
seguridad,
se
requeriría
un
nuevo
techo,
desde
las
tejas
y
posiblemente
hasta
las
vigas.
Probablemente
el
marco
de
la
puerta.
Si
el
techo
goteaba,
las
áreas
con
suelo,
como
la
sala
de
los
arreos,
podrían
haberse
podrido.
Aparcó
y
se
dirigió
a
la
pequeña
cabaña.
El
edificio
de
troncos
estaba
en
mal
estado,
aunque
los
rosales
blancos
y
rojos
que
rodeaban
el
decrépito
porche
añadían
una
nota
de
brillo.
En
su
primer
verano
aquí,
Dodger,
el
viejo
vaquero
que
había
vivido
en
la
cabaña,
le
había
dado
clases
de
equitación.
Las
rosas
habían
sido
su
regalo
de
agradecimiento.
Había
pensado
que
estaba
loca...
y
había
aprendido
que
no
todos
amaban
las
mismas
cosas.
En
lugar
de
darle
plantas,
ella
había
aprendido
a
hornearle
los
pasteles
y
las
galletas
que
amaba.
Dodger
había
muerto
mientras
ella
había
estado
en
la
Universidad...
y
el
abuelo
había
vendido
la
propiedad
poco
después.
Sacudiéndose
los
recuerdos
agridulces,
avanzó
por
el
camino.
La
puerta
de
la
cabaña
se
abrió,
y
un
hombre
salió
y
bajó
los
escalones.
No.
Oh
no.
Su
aventura
de
una
noche.
Sawyer.
¿En
serio?
Ella
miró
hacia
el
cielo.
Karma,
¿verdad?
Seguramente
no
había
hecho
nada
lo
suficientemente
malo
como
para
justificar
esta
humillación.
Por
el
amor
de
Dios,
ella
todavía
estaba
en
carne
viva
por
su
rechazo
en
la
tienda
de
mascotas
hacía
dos
días.
Ella
frunció
el
ceño
cuando
todo
encajó.
Sawyer
Ware.
Oh,
siseó
y
tragó
saliva,
éste
era
el
hermano
de
A icus
que
había
estado
preso
y
fue
apuñalado
tratando
de
evitar
una
fuga
en
la
prisión
y
después
el
gobernador
le
dio
su
libertad
anticipadamente.
Había
oído
que
se
había
quedado
con
A icus
después
de
su
liberación...
y
por
eso
había
estado
en
la
ruta
la
noche
que
atacaron
a
Zoe.
Y
por
eso
tenía
la
cicatriz
en
su
costado.
Nota
personal:
Prestar
más
atención
a
los
chismes.
Levantó
la
barbilla
y
caminó
hacia
el
porche.
Él
frunció
el
ceño.
—Mallory.
—Su
tono
era
desagradable,
pero
al
menos
recordaba
su
nombre.
Al
menos,
había
sido
lo
suficientemente
educado
como
para
preguntar
su
nombre.
Ella
también
podría
ser
cortés.
—¿Sawyer
Ware?
—¿Quizás
no
era
el
dueño?
Desgraciadamente,
él
asintió.
—Mi
servicio
de
contestador
dijo
que
necesitabas
un
trabajo
de
construcción.
Sus
cejas
se
alzaron.
Su
mirada
se
dirigió
a
su
camioneta
con
el
logotipo
de
McCabe
Construction,
luego
a
su
atuendo:
botas,
vaqueros,
camisa
de
trabajo.
Su
portapapeles.
No
sabía
que
McCabe
Construction
era
su
compañía.
¿Pensó
que
estaba
de
visita
con
la
esperanza
de
convertir
una
aventura
de
una
noche
en
dos?
Ella
no
dejó
que
el
insulto
cambiara
su
expresión.
Después
de
un
segundo,
extendió
su
mano.
—Supongo
que
eres
Mal
McCabe.
—Correcto.
—Su
mano
era
tan
callosa
y
fuerte
como
ella
recordaba.
Era
tan
cuidadoso
con
su
fuerza
como
ella
recordaba.
Tener
una
buena
memoria
realmente
podría
ser
una
mierda.
—¿Quieres
que
se
realice
un
trabajo
en
el
establo?
—Correcto.
Y
en
la
cabaña.
Déjame
analizar
lo
que
tengo
en
mente.
Para
el
presupuesto,
me
gustaría
tener
las
estimaciones
separadas
para
cada
edificio,
desglosando
los
materiales,
la
mano
de
obra
y
el
tiempo.
Obviamente
era
un
hombre
que
sabía
lo
que
pensaba
y
quería.
Aunque
todavía
dolía
recordar
cómo
se
había
sentido
besarlo,
estar
debajo
de
él,
estar
con
él,
a
ella
le
gustaba
cómo
había
alejado
su
potente
sexualidad.
Si
ella
conseguía
el
trabajo,
parecía
que
él
podía
mantener
las
cosas
profesionales.
Si
él
no
podía,
ella
seguro
podía.
***
Una
semana
después,
Mallory
trepó
por
la
escalera
hasta
el
techo
del
establo
donde
trabajaba
su
equipo
de
techadores.
La
base
estaba
en
su
lugar.
Russell
estaba
recogiendo
la
basura
en
el
contenedor,
mientras
que
Randy
había
comenzado
con
las
tejas.
—Se
ve
bien,
chicos.
Ellos
le
hicieron
un
saludo
militar.
Los
gemelos
Booth
tenían
veintitantos
años,
eran
unos
chicos
de
la
ciudad
que
se
habían
enamorado
de
las
montañas.
No
eran
lo
suficientemente
sociables
como
para
ser
buenos
guías
o
trabajar
en
las
industrias
de
servicios
turísticos,
pero
la
construcción
encajaba
con
ellos.
Los
otros
tres
en
su
equipo
estaban
trabajando
en
una
remodelación
en
la
ciudad,
y
ella
se
detendría
allí
más
tarde.
Revisó
rápidamente
el
interior
del
establo
y
vio
que
el
electricista
había
cambiado
el
cableado.
Excelente.
Una
mirada
a
su
agenda
mostró
que
tenía
un
par
de
horas
libres,
así
que
se
dirigió
a
la
cabaña.
Mientras
trabajaba
en
la
moldura
de
la
ventana
de
la
cocina
recién
instalada
y
ampliada,
inhaló
el
aroma
de
los
pastizales.
Debería
saborear
cada
minuto
del
último
clima
cálido;
el
invierno
se
acercaba
demasiado
pronto.
A
través
de
la
ventana,
podía
ver
los
caballos
de
los
Masterson
pastando
en
el
pastizal
sur.
Dos
caballos
castrados
observaban
a
Ware
reparar
un
listón
roto
en
la
cerca.
Mallory
negó
con
la
cabeza.
El
hombre
era
demasiado
observable.
Cuando
llegó
esta
mañana,
él
había
estado
derribando
la
pared
del
comedor.
Su
camiseta
sin
mangas
empapada
de
sudor
se
había
aferrado
a
sus
músculos
abultados...
y
su
boca
se
había
secado.
Que
tonta.
Honestamente,
ella
no
quería
notar
su
cuerpo
sexy.
La
había
contratado
como
contratista.
Era
un
cliente,
nada
más
y
nada
menos,
y
él
obtendría
su
mejor
trabajo,
sin
importar
su
historia.
Dirigiendo
firmemente
sus
pensamientos
hacia
la
construcción,
caminó
hacia
su
camioneta
para
tomar
más
clavos.
Al
regresar,
miró
a
su
alrededor,
tratando
de
ver
cómo
se
vería
el
lugar
cuando
terminara.
El
frente
de
la
cabaña
contenía
la
gran
sala.
El
comedor
y
la
cocina
formaban
la
parte
de
atrás.
En
el
centro,
una
escalera
conducía
al
desván‑
dormitorio.
Ella
sonrió.
No
hables
de
privacidad.
Con
el
dormitorio
con
vista
a
la
gran
sala,
ésta
era
definitivamente
una
casa
para
una
sola
persona.
Los
troncos
y
la
reparación,
así
como
las
vigas
del
techo,
quedaron
expuestos.
Aquí
y
allá,
los
rústicos
tablones
del
suelo
estaban
cubiertos
con
pesadas
alfombras
marrones,
negras
y
blancas
con
diseños
de
nativos
americanos.
Los
pesados
muebles
de
la
sala
de
estar
parecían
sólidos
y
cómodos;
sin
embargo,
no
había
mucho
más.
Sin
almohadas
o
cojines
cómodos.
Una
lámpara
con
una
base
de
tosca
madera,
se
encontraba
en
una
solitaria
mesa
auxiliar.
Los
ganchos
al
lado
de
la
puerta
trasera
sostenían
un
sombrero
de
vaquero
de
fieltro
negro
y
una
chaqueta,
y
la
cocina
estaba
vacía.
Por
otra
parte,
el
hombre
acababa
de
mudarse...
lo
que
lo
convirtió
en
un
nuevo
vecino.
Mallory
hizo
una
mueca.
La
abuela
había
sido
estricta
con
los
deberes
de
vecinos,
como
ofrecer
el
pan
y
la
sal
de
bienvenida
a
los
recién
llegados.
Bajo
el
peso
silencioso
del
decreto
fantasmal,
Mallory
había
horneado
la
noche
anterior.
Esta
mañana,
había
dejado
una
hogaza
de
pan
de
romero,
sal
marina
y
un
recipiente
con
su
sopa
casera
en
la
cocina
de
Sawyer.
Ella
necesitaba
decirle
que
estaba
allí.
Un
par
de
horas
después,
mientras
limpiaba
su
área
de
trabajo,
Ware
entró
a
la
cocina
por
la
puerta
trasera.
—Parece
que
el
techo
va
bien.
—Su
pajizo
sombrero
de
vaquero
oscurecía
sus
rasgos
duros
y
convertía
sus
ojos
azules
en
índigos.
La
suciedad
y
el
sudor
manchaban
su
rostro
y
sus
musculosos
brazos.
Llenó
un
vaso
de
agua
y
lo
bebió,
su
nuez
subía
y
bajaba
en
su
cuello
bronceado.
Ella
había
besado
ese
cuello
y
mordisqueado
su
mandíbula...
No
vayas
allí.
—Sí,
parece
que
las
lluvias
se
mantendrán
el
tiempo
suficiente
para
terminar.
Al
darse
cuenta
de
la
barra
de
pan
en
el
mostrador,
la
miró.
—Yo,
ah,
hice
pan
y
sopa
anoche.
Te
traje
un
poco.
—Cuando
el
rostro
masculino
se
oscureció,
agregó—.
Está
bastante
bueno.
Yo…
Su
mirada
se
llenó
de
irritación
y
su
aura
se
oscureció.
—Gracias,
McCabe.
Pero
no.
—Sin
otra
palabra,
salió
de
la
casa.
Consternada,
ella
lo
miró
fijamente.
Bueno,
su
significado
era
ciertamente
claro.
Era
un
cliente
y
nada
más.
Dibujar
una
línea
era
su
prerrogativa,
pero
había
asumido
que
podrían
ser
amigables.
Era
su
vecino
más
cercano,
por
el
amor
de
Dios.
Aunque
el
fantasma
de
la
abuela
estaría
horrorizado,
no
habría
más
gestos
de
vecindad.
Porque
en
este
momento,
se
sentía
como
si
la
hubiera
pateado.
Trabajando
de
nuevo
en
la
cerca,
Sawyer
vio
a
Mallory
conducir
por
la
carretera.
Probablemente
para
verificar
su
otro
lugar
de
trabajo
en
la
ciudad.
Tenía
que
admitir
que
la
mujer
trabajaba
duro
y
no
tenía
problemas
para
ensuciarse
las
manos.
Esta
mañana,
ella
había
estado
con
los
hermanos
Booth
en
el
techo
del
establo,
luego
había
hecho
un
excelente
trabajo
de
acabado
en
la
nueva
ventana
de
su
cocina.
Hizo
una
mueca
al
pensar
en
su
comportamiento
hacía
unos
minutos.
Había
sido
muy
grosero.
Pero,
demonios,
ella
le
había
traído
comida
casera…
como
lo
haría
una
novia.
Ella
no
era
su
maldita
novia.
Justificado
o
no,
se
sintió
como
si
hubiera
pateado
a
un
cachorro.
Maldita
sea,
no
quería
ser
amigo.
Ella
se
había
divertido
con
él;
ahora
el
tiempo
de
jugar
ya
había
terminado.
Seguro
que
no
quería
que
ella
corriera
a
su
casa
cada
vez
que
tuviera
ganas
de
rascarse
una
comezón.
Lo
mejor
es
dejar
claros
sus
límites...
especialmente
porque
le
había
gustado
tanto
follarla
que
no
podía
conseguir
sacársela
de
la
cabeza.
Tenía
que
mantener
su
maldita
distancia.
Debía
centrarse
en
su
misión,
patrullar
Bear
Flat
durante
la
noche,
vigilar
la
casa
de
los
Aryan
Hammers
y
seguir
a
los
pandilleros.
A
mitad
de
semana,
había
detenido
un
atraco,
dejó
inconsciente
al
pandillero
y
se
fue
antes
de
que
llegara
la
policía.
Con
ropa
holgada
y
con
una
gorra
de
béisbol
bajada
sobre
su
rostro,
dudaba
que
los
dos
viejos
turistas
pudieran
identificarlo,
pero
se
veían
muy
decididos
a
asegurarse
de
que
el
skinhead
fuera
a
la
cárcel.
Un
Hammer
abajo.
Hace
dos
noches,
había
atrapado
a
cuatro
de
los
hijos
de
puta
irrumpiendo
en
la
tienda
de
forrajes
y,
desafortunadamente,
decidió
que
no
podía
pelear
con
todos.
Había
pateado
un
bote
de
basura
y
el
ruido
los
había
hecho
escapar.
Su
mandíbula
se
apretó.
La
próxima
vez,
correría
el
riesgo
y
los
perseguiría.
Porque
uno
de
estos
días,
ellos
irían
nuevamente
tras
A icus.
O
podrían
lastimar
a
alguien
más.
Las
mujeres
eran
un
blanco
fácil
para
esos
bastardos,
y
la
bella
contratista
tenía
sitios
de
trabajo
por
toda
la
ciudad.
Ella
trabajaba
hasta
tarde.
A
veces
sola.
Si
fueran
tras
ella...
Cuando
la
madera
se
astilló
alrededor
del
tornillo,
se
dio
cuenta
de
lo
que
estaba
haciendo.
Sí,
su
mente
no
estaba
en
el
trabajo
en
absoluto.
Necesitaba
descansar
para
almorzar
de
todos
modos.
Mientras
regresaba
a
la
casa,
tratando
de
recordar
si
le
quedaba
algo
de
comida
en
el
refrigerador,
su
estómago
le
hizo
saber
que
era
un
idiota
por
rechazar
la
comida
casera.
Gruñéndose,
sacó
una
cena
congelada
del
congelador,
arrancó
la
tapa
y
la
colocó
en
el
microondas.
Cuando
arrojó
el
cartón
al
cubo
de
basura
debajo
del
fregadero,
se
lo
quedó
mirando.
Entre
los
desperdicios,
junto
con
café
molido
y
basura,
había
una
pequeña
barra
de
pan
y
un
recipiente
de
plástico
con
sopa.
Sí.
Era
un
imbécil.
Capítulo
9
Después
de
que
Ware
había
trazado
una
raya
en
la
arena,
Mallory
se
esmeró
para
mantenerse
fuera
de
su
camino,
y
pasó
otra
semana
sin
altercados.
Con
suerte,
hoy
no
sería
diferente.
Mallory
se
concentró
en
terminar
la
instalación
de
la
nueva
encimera
de
madera
en
la
cocina.
Una
tormenta
de
otoño
había
forzado
a
Ware
a
entrar
y
estaba
reparando
la
barandilla
de
la
escalera.
El
hombre
era
bueno
con
las
manos.
No
era
una
sorpresa.
Su
aura
indicaba
que
se
esforzaría
por
ser
hábil
en
todo
lo
que
intentara.
En
un
esfuerzo
por
mantener
la
distancia,
conectó
su
iPod
en
su
altavoz
portátil
y
subió
la
música
lo
suficientemente
alto
como
para
desalentar
la
conversación.
Ella
no
quería
hablar
con
él,
ya
que
podría
olvidar
el
hecho
inquietante
de
que
no
le
caía
bien.
Al
menos,
habiendo
dejado
muy
en
claro
su
opinión
sobre
los
gestos
de
vecindad,
parecía
dispuesto
a
aceptarla
como
compañera
de
trabajo.
Tenía
que
recordarse
que
las
elecciones
de
él
eran
su
prerrogativa.
La
suya
también
era
de
ella,
y
curiosamente,
todavía
le
gustaba
el
hombre.
Aunque
tenía
los
modales
de
un
gato
empapado
cuando
estaba
molesto,
por
lo
demás
era
educado.
Su
equipo
de
trabajo
disfrutaba
de
su
compañía.
No
tenía
miedo
del
trabajo,
mantenía
la
casa
ordenada
y
pagó
su
primera
factura
de
inmediato.
En
la
chimenea,
un
fuego
temprano
se
había
convertido
en
carbón,
dejando
la
habitación
caliente.
Entre
el
martilleo
de
la
lluvia
y
la
música
inquietante
de
Celtic
Woman,
la
cabaña
era
un
lugar
acogedor.
Aunque
Ware
no
hablaba,
tampoco
estaba
nervioso,
y
trabajaron
en
sus
tareas
separadas
en
un
agradable
silencio.
El
sonido
de
un
vehículo
en
el
camino
de
entrada
llamó
su
atención,
y
se
movió
para
mirar
por
la
ventana
de
la
gran
sala.
—Ninguno
de
mis
muchachos.
Ware
gruñó
y
se
levantó.
Cuando
salió
por
la
puerta
principal
hacia
el
decrépito
porche,
que
Mallory
planeaba
apuntalar,
lo
pidiera
o
no,
el
aire
frío
y
húmedo
entró
en
la
casa.
—Hola,
hermano—dijo
un
hombre—.
Gin
quería
ver
cómo
iban
las
renovaciones.
También
te
trajimos
un
almuerzo.
Era
A icus,
el
hermano
de
Sawyer,
con
su
novia,
Gin.
Cuando
A icus
y
Sawyer
seguidos
por
Gin
entraron
en
la
casa,
Mallory
vio
cuánto
se
parecían
los
hermanos.
Altos,
musculosos,
cabellos
castaños,
ojos
azules
y,
sin
embargo,
bastante
diferentes.
Los
ojos
de
Sawyer
eran
de
un
azul
oscuro
puro.
A icus
tenía
un
tinte
gris,
y
era
un
poco
más
alto
y
delgado.
Sawyer
era
más
musculoso,
estaba
afeitado
y
tenía
el
pelo
muy
corto;
A icus
tenía
bigote,
barba
recortada
y
cabello
hasta
el
cuello.
Ambos
eran
peligrosamente
guapos.
Cuando
A icus
dejó
una
caja
sobre
la
mesa,
la
vio
en
la
cocina,
notó
las
herramientas
que
Sawyer
había
dejado
en
la
escalera
y
sonrió.
—Hola,
Mallory.
¿Lo
tienes
trabajando
para
ti
ahora?
—Él
entró
para
escapar
de
la
lluvia.
—Ella
le
devolvió
la
sonrisa
—.
Y
entonces
no
pudo
soportar
ver
a
alguien
más
trabajar
mientras
él
estaba
sentado.
—Hola,
Mallory.
—Pequeña
y
pelirroja,
Gin
abrió
la
caja
y
preparó
los
bocadillos.
Su
voz
tenía
un
suave
acento
sureño
mientras
señalaba
la
comida—.
Tenemos
más
que
suficiente
comida.
Tómate
un
descanso
y
únete
a
nosotros.
Mallory
negó
con
la
cabeza.
Aunque
ella
y
Ware
se
llevaban
bien
en
este
momento,
no
lo
molestaría
obligándolo
a
juntarse
con
ella.
—Me
encantaría
unirme
a
ustedes—lo
cual
no
era
mentira,
ya
que
Gin
y
A icus
eran
amables—,
pero
tengo
que
verificar
a
mi
equipo
en
la
ciudad.
Casi
hemos
terminado
con
la
terraza
acristalada
de
Sarah
Larson.
—Sarah
ya
me
mostró
lo
que
has
hecho,
y
es
maravilloso.
—Gin
abrió
una
Coca‑Cola
Light—.
Estoy
tratando
de
convencer
a
A icus
para
hacer
una.
Felicitaciones
por
su
trabajo.
Nada
podría
alegrar
un
día
más
rápido.
Mallory
sonrió
de
manera
radiante.
—Gracias.
Sarah
y
yo
nos
divertimos
diseñando
la
habitación
y,
a
pesar
del
desorden,
ella
ya
lo
considera
su
refugio
de
la
tarde.
—Me
di
cuenta.
—Gin
sonrió—.
¿Qué
sigue
en
tu
lista?
—Su
interés
en
todos
y
en
todo
era
solo
una
de
las
razones
por
las
que
la
abogada
era
tan
popular
en
Bear
Flat.
Incluso
sin
ningún
deseo
de
cambiar,
Mallory
admiraba
a
las
personas
que
eran
tan
sociables.
—Lisa
Holder
quiere
ampliar
su
cocina
a
un
estilo
rústico
con
espacio
para
una
mesa
grande.
Gin
asintió
con
la
cabeza.
—Puedo
ver
porque.
Sus
hijos
son
lo
suficientemente
mayores
como
para
sentarse
en
una
mesa,
y
un
comedor
formal
no
es
típico
de
ella,
¿verdad?
—No.
—Mallory
sonrió—.
Dijo
que
es
tan
sofocante
que
le
hace
pensar
en
su
suegra
cada
vez
que
comen
allí.
—Todos
sabían
lo
aliviada
que
estuvo
Lisa
cuando
sus
exigentes
suegros
se
mudaron
a
Arizona—.
Derribaré
una
pared
y
crearé
una
gran
área
de
cocina
/
comedor,
cambiaré
los
electrodomésticos
para
hacerlos
más
utilizables,
colocaré
armarios
con
frente
de
vidrio
y
ventanas
más
grandes.
—Mallory
sonrió,
imaginando
como
sería
el
área—.
Será
alegre
y
amigable
y
lo
suficientemente
grande
para
comidas
familiares.
—Realmente
amas
tu
trabajo,
¿verdad?—murmuró
Gin.
—Absolutamente.
Sintiendo
la
mirada
de
Sawyer
sobre
ella,
Mallory
terminó
de
guardar
sus
herramientas.
Levantándose,
sonrió
a
Gin
y
A icus.
—Fue
agradable
verlos
a
los
dos.
—Ella
asintió
con
la
cabeza
a
Ware.
En
el
porche,
cerró
la
puerta
detrás
de
ella
y
se
detuvo.
La
lluvia
había
empeorado,
golpeando
furiosa
el
pequeño
porche
cubierto,
y
su
ropa
de
lluvia
estaba
en
la
camioneta.
Mala
planificación
de
su
parte.
Debajo
de
sus
pies,
las
hundidas
tablas
del
porche
crujieron
y
.gimotearon.
¿Desde
cuándo
la
madera
gimoteaba?
Después
de
otro
segundo,
volvió
a
escuchar
el
sonido.
Ella
sacudió
la
cabeza,
abrió
la
puerta...
y
esperó
que
Ware
tuviera
un
corazón
bajo
toda
su
actitud.
Su
aura
decía
que
sí,
después
de
todo.
—Ware,
tienes
un
problema.
Había
olvidado
que
había
dos
Ware
adentro.
Ambos
hermanos
salieron,
llenando
el
pequeño
porche.
Sawyer
frunció
el
ceño.
—¿Más
podredumbre
seca?
—Nada
tan
fácil.
Escucha.
Los
hombres
se
quedaron
en
silencio.
Escuchando.
Nada.
Sawyer
sacudió
la
cabeza.
—Yo
no…
Gimoteo.
Él
se
puso
rígido.
—¿Un
animal?
—Perro,
diría
yo.
Un
coyote
no
emitiría
ningún
sonido.
—
Mallory
señaló
hacia
abajo—.
Debajo
de
tu
porche.
—Incapaz
de
evitar
sonreír,
abrió
su
caja
de
herramientas
y
le
entregó
una
linterna.
Saltó
del
porche,
miró
el
barro
y
dejó
escapar
un
gruñido
exasperado.
Para
su
crédito,
no
dudó
antes
de
arrodillarse
bajo
la
lluvia
torrencial
e
iluminar
con
la
luz
debajo
del
porche.
—Bueno,
eres
un
maldito
desastre.
—Él
hizo
un
chasquido—.
Vamos,
pequeño.
Vamos
a
calentarte
y
a
secarte.
Mallory
se
mordió
el
labio
mientras
lo
escuchaba...
porque
su
voz
grave
sonaba
igual
que
cuando
habían
estado
en
la
cama.
Para
su
molestia
eterna,
su
interior
se
derritió.
***
Sawyer
iluminó
nuevamente
al
perro.
Demonios,
ni
siquiera
era
un
perro,
era
un
cachorro.
El
imbécil
había
logrado
meterse
en
una
grieta
en
los
cimientos.
Una
reparación
más
para
programar
u
otras
criaturas
terminarían
debajo
de
la
cabaña.
Suavemente,
empujó
al
cachorro
hacia
atrás
para
poder
alzar
las
patas
hacia
adelante
primero.
Le
recordaba
los
días
de
parto
en
el
rancho
de
Idaho.
—Eso
es,
cachorro.
Ahora
tranquilo.
Un
chillido
de
dolor
le
partió
el
corazón
en
dos.
Un
segundo
después,
lo
tenía
suelto,
y
el
perro
estaba
tratando
de
enterrarse
en
su
estómago.
—Muy
bien,
nos
vamos
de
aquí.
Sosteniendo
el
cuerpo
retorcido
y
frío
contra
sus
costillas,
retrocedió
hasta
que
salió
del
porche.
Manteniéndose
seco
bajo
la
saliente,
su
hermano
sonrió.
—Mírate.
Parece
que
pasaste
la
mayor
parte
de
tu
juventud
empapado
y
cubierto
de
barro.
—Los
dos
lo
hicimos,
cretino.
—A
pesar
del
ceño
fruncido
de
Sawyer,
los
recuerdos
eran
dulces.
Quizás
algunos
de
sus
peores
momentos
habían
sucedido
en
su
rancho,
pero
los
mejores
los
superaban—.
Tengo
que
decir
que
estar
cubierto
de
barro
era
más
divertido
cuando
tenía
diez
años.
Agarrando
al
cachorro
alrededor
de
sus
costillas
huesudas,
lo
sostuvo
para
verlo
bien.
El
perro
tenía
una
constitución
robusta
a
pesar
de
la
falta
de
carne.
Su
pelaje
estaba
demasiado
sucio
para
determinar
el
color,
aunque
parecía
estar
manchado
de
blanco
y
gris.
Sus
patas
y
mejillas
eran
de
un
tono
más
claro.
Orejas
negras
flojas.
Casi
parecía
un
pastor
alemán,
pero
los
cachorros
de
pastor
eran
más
grandes.
—Me
recuerda
a
los
perros
para
ganado
que
nuestro
vecino
solía
criar.
A icus
asintió
con
la
cabeza.
—Yo
diría
que
sí.
—Ay—dijo
Gin—.
Incluso
con
el
barro,
es
terriblemente
lindo.
Aquí
había
un
corazón
tierno.
Perfecto.
Sawyer
le
sonrió.
—Te
gustan
los
cachorros,
¿verdad?
A
resopló.
—Gin,
mejor
nos
vamos,
o
llegaremos
tarde.
Antes
de
que
preguntes,
hermano,
ya
tenemos
un
perro.
Además,
podrías
usar
un
ratonero—miró
al
cachorro—,
cuando
crezca
un
poco.
—Eres
de
mucha
ayuda.
—De
todos
modos,
había
sido
una
triste
esperanza.
Sawyer
acomodó
al
cachorro
contra
su
pecho—.
Gracias
por
la
comida,
a
los
dos.
Se
los
agradezco.
—De
nada.
Aunque
un
sándwich
no
se
puede
comparar
con
el
regalo
de
bienvenida
que
Mallory
trajo
cuando
me
mudé
con
A icus.
—Gin
sonrió
a
la
contratista—.
He
tratado
de
hacer
el
pan
de
romero
y
cheddar
y
no
puedo
ni
acercarme
al
tuyo.
¿Un
regalo
de
bienvenida?
Sawyer
se
puso
rígido.
Oh,
diablos.
Hablando
sobre
ser
golpeado
con
un
estúpido
palo,
se
había
equivocado
por
completo
sobre
las
razones
de
Mallory
para
traerle
comida.
Mallory
le
sonrió
a
Gin.
—Si
quieres,
ven
y
podemos
hacer
algunos
juntas.
—Está
arreglado.
—Gin
siguió
a
A
fuera
del
porche,
chapoteando
a
través
de
los
charcos
hacia
la
gran
camioneta.
Mallory
se
volvió
hacia
Sawyer
y
le
tendió
la
mano.
—Está
bien.
—Complacido,
comenzó
a
darle
el
cachorro.
Ella
dio
un
paso
atrás.
—No,
Ware.
Mi
linterna,
no
el
perro.
—Eres
mujer.
A
las
mujeres
siempre
les
gustan
los
cachorros.
Ella
resopló.
—Me
gustan
los
cachorros.
Mi
gato,
sin
embargo,
dice
que
son
molestos.
—¿Tienes
un
gato?
—Ajá.
Por
eso
este
pequeño
es
todo
tuyo.
Sawyer
bajó
la
mirada.
El
cachorro
se
había
acurrucado
en
la
curva
de
su
codo,
colocando
un
pequeño
hocico
en
su
antebrazo.
Una
imagen
enlodada
de
satisfacción.
—Maldita
sea.
¿Qué
demonios
iba
a
hacer
con
un
perro?
—No
tengo
ninguna
mierda
para
perros,
y
para
cuando
lo
tenga
seco
y…
—Tengo
una
media
bolsa
de
comida
para
cachorros
en
mi
cuarto
de
almacenamiento.
Te
ayudará
hasta
que
puedas
conducir
a
la
ciudad
mañana.
Sawyer
dejó
escapar
un
suspiro.
—Lo
agradecería.
¿Por
qué
el
dueño
de
un
gato
tiene
comida
para
cachorros?
—Para
extraviados
como
él.
La
gente
ve
una
bonita
granja
o
dos
y
deja
a
sus
mascotas
no
deseadas...
con
lo
cual
sus
mascotas
terminan
como
cena
para
los
coyotes,
halcones
y
zorros.
Como
algunos
llegan
a
mi
casa,
tengo
comida
a
mano.
—Ella
se
volvió—.
Ustedes
dos
se
secan,
y
volveré
en
unos
minutos.
Antes
de
que
él
pudiera
hablar,
ella
trotaba
hacia
su
camioneta.
Mallory
era
una
buena
mujer.
Mientras
ella
buscaba
el
alimento,
Sawyer
le
dio
al
cachorro
un
baño
tibio
en
el
fregadero.
Había
pasado
mucho
tiempo,
pero
él
sabía
lo
básico.
Como
si
el
barro
fuera
malo.
Cuando
terminó
de
secarlo
con
la
toalla,
Mallory
había
regresado.
Después
de
que
ella
había
llenado
un
plato
pequeño
con
agua,
otro
plato
con
unos
granos
humedecidos.
—Supongo
que—una
mirada
rápida
para
revisar—,
él
tiene
un
poco
más
de
ocho
semanas,
así
que
al
menos
ha
sido
destetado.
—Para
morirse
de
hambre.
—Con
una
extraña
satisfacción,
Sawyer
observó
al
cachorro
excavar
en
la
comida
con
pequeños
ruidos.
Ahora
seco,
el
pelaje
gris
y
blanco
iba
apareciendo.
El
pecho,
las
patas
y
las
mejillas
estaban
coloreadas.
Nariz
negra.
Máscara
negra
alrededor
de
los
ojos.
Orejas
caídas.
—Parece
un
perro
para
ganado
australiano.
O
casi.
Él
frotó
la
cabeza
pequeña
con
un
dedo
y
consiguió
un
meneo
de
cola.
Chico
amable.
Demasiado
jodidamente
confiado.
—Será
un
buen
perro
para
este
lugar—dijo
Mallory.
—O
el
tuyo.
—Lo
siento,
no.
Además,
no
tengo
ningún
ganado
para
que
él
atienda,
y
querrá
trabajar
cuando
crezca.
—La
mujer
sonrió
al
perro
callejero.
Su
cabello
castaño
estaba
oscuro,
casi
negro
por
la
lluvia,
haciendo
que
sus
ojos
fueran
aún
más
verdes.
Su
camisa
mojada
se
aferraba
a
sus
pequeños
senos
y
mostraba
cómo
su
delgada
cintura
se
ensanchaba
en
un
hermoso
culo
redondo.
Estaba
empapada
y
no
decía
una
palabra
quejándose.
Ella
le
había
traído
suministros,
y
no
había
dejado
que
la
obligara
a
aceptar
un
cachorro.
Generosa.
Servicial.
Y
ninguna
debilucha.
Maldita
sea,
no
quería
que
le
gustara.
Y
no
importa
lo
jodidamente
incómodo,
le
debía
una
disculpa.
—Lamento
lo
de
la
sopa
y
el
pan.
Sus
ojos
se
enfriaron.
—No
es
un
problema.
Mi
abuela
era
eslava
y
consideraba
una
obligación
ofrecerle
a
un
nuevo
vecino
el
pan
y
la
sal
tradicionales.
No
había
considerado
cómo
podría
interpretarse
un
regalo.
—Es
curioso
lo
que
absorbemos
de
nuestra
familia.
—Por
un
lado,
su
madre
profesora
de
inglés
le
había
enseñado
lo
suficiente
como
para
darse
cuenta
de
que
la
pequeña
carpintera
tenía
un
vocabulario
infernal.
—¿No
es
así,
sin
embargo?
—Obviamente,
la
de
ella
la
había
dejado
con
el
talento
de
retirarse
rápidamente—.
Me
alegra
que
tengas
una
mascota,
pero
recuerda:
los
sitios
de
construcción
son
mortales
para
los
animales.
El
equipo
estará
aquí
temprano
por
la
mañana
para
terminar
el
techo.
—Entendido.
Salió
por
la
puerta
y
la
cerró
firmemente
detrás
de
ella.
—Bueno,
chucho.
—Sawyer
acarició
con
dos
dedos
la
espalda
huesuda—.
Parece
que
solo
somos
tú
y
yo,
pequeño.
Unos
ojos
devotos
lo
miraron
fijamente.
Es
extraño
cómo
algo
tan
pequeño
podría
cambiar
toda
la
atmósfera
de
una
habitación.
Capítulo
10
Con
el
cachorro
acurrucado
en
una
bola
sobre
su
regazo,
Sawyer
se
acomodó
en
su
sillón
de
cuero
y
vio
salir
el
sol
sobre
las
montañas
orientales.
Sus
ojos
se
sentían
arenosos,
su
estómago
agrio.
Había
sido
una
noche
difícil.
Nada
sorprendente.
Después
de
cualquier
enfrentamiento
sangriento,
sus
pesadillas
regresaban.
Pero
la
culpa...
ahora,
eso
era
nuevo.
Se
había
equivocado
acerca
de
Mallory.
Había
sido
un
cretino.
La
noche
con
ella
y
lo
que
habían
compartido
había
sido
diferente
de
lo
que
él
había
creído.
Extraño
cómo
el
darse
lo
cambió
todo.
No
es
de
extrañar
que
no
haya
podido
entender
quién
era
ella.
Ahora
lo
sabía.
Era
exactamente
lo
que
parecía:
una
mujer
fantástica
con
un
gran
corazón
que
mantenía
comida
extra
en
casa
en
caso
de
animales
extraviados,
que
llevaba
comida
casera
a
nuevos
vecinos,
cuyo
equipo
de
construcción
la
adoraba
y
trabajaba
para
complacerla,
y
que
lo
había
tratado
profesionalmente
a
pesar
de
su
comportamiento.
La
había
tratado
mal…
y
sí,
se
sentía
pésimo
por
eso.
Ahora
lo
había
visto
pelear
por
segunda
vez,
y
sabía
que
la
pandilla
lo
tenía
en
la
mira.
Y
a
ella
no
le
gustaba
la
violencia.
¿Se
echaría
para
atrás
de
su
trabajo
de
construcción?
Sawyer
se
pasó
las
manos
por
la
cara.
La
mayoría
de
las
reparaciones
convenidas
se
realizaron,
y
probablemente
podría
terminar
el
resto
si
fuera
necesario,
aunque
su
trabajo
sería
mucho
menos
profesional.
En
realidad,
las
reparaciones
no
eran
lo
que
le
molestaba.
Era
la
sensación
de
que...
había
perdido
algo.
Alguien.
Incluso
cuando
pensaba
que
ella
lo
había
follado
por
una
excitación,
a
él
le
gustaba.
Disfrutaba
de
su
compañía.
Si
ella
se
fuera,
la
echaría
de
menos,
maldita
sea.
El
sonido
de
su
camioneta
lo
puso
de
pie.
Aquí
viene.
Él
ya
podía
imaginar
cómo
le
explicaría
que
tenía
otras
obligaciones
o
cómo
había
surgido
algo.
Sosteniendo
el
cachorro
soñoliento
contra
su
pecho,
abrió
la
puerta.
—Buenos
días,
Ware.
—Con
la
caja
de
herramientas
en
la
mano,
Mallory
pasó
junto
a
él.
Por
el
camino
detrás
de
su
camioneta,
llegaron
dos
enormes
camionetas
más.
Los
gemelos
del
techo
y
otro
carpintero.
Sin
esperar
su
respuesta,
porque
indudablemente
había
aprendido
a
no
esperar
los
buenos
días
de
él,
dejó
su
caja
de
herramientas
en
la
encimera
como
solía
hacerlo.
—El
techo
debería
estar
terminado
hoy.
Luego
comenzaremos
con
los
suelos
de
la
caballeriza
y
el
foso
de
lavado.
El
nuevo
fregadero
también
se
instalará
hoy.
Sawyer
la
miró
fijamente.
El
cachorro
bostezó
con
un
chillido
alto.
Mallory
se
echó
a
reír.
—¿Él
tiene
nombre?
Ella
lo
había
visto
golpear
a
dos
tipos
hasta
perder
la
conciencia.
¿No
se
suponía
que
la
mujer
se
viera
nerviosa
o
algo
así?
—Aquiles.
—Aquiles.
—Unas
cejas
marrones
bellamente
curvadas
se
unieron—.
¿Como
el
griego
que
luchó
contra
Héctor
en
la
Ilíada?
—Muy
bien.
—Él
sonrió
ante
su
mirada
incrédula—.
Mi
madre
era
profesora
de
inglés,
de
ahí
Sawyer
y
A icus.
Y
nuestro
hermano
menor...—Hizo
una
pausa,
esperando
la
pregunta.
Ella
no
le
falló.
—¿Se
llama?
Sawyer
sonrió.
—Héctor.
Joder,
él
amaba
su
risa.
Las
voces
soprano
eran
a
menudo
estridentes;
la
de
ella
era
suave,
sedosa
y
llena.
De
repente,
necesitaba
una
respuesta
directa.
—Sabes
que
los
Aryan
Hammers
quieren
venganza.
Ella
parpadeó
ante
su
tono
áspero.
—Ajá,
escuché
lo
que
dijo
Virgil.
—¿Debería
buscar
otro
contratista?
La
expresión
de
disgusto
de
ella,
lo
hizo
parpadear.
—No,
Ware.
Tenemos
un
contrato,
por
eso
me
llaman
contratista.
Termino
lo
que
empiezo.
—Y...
—Su
garganta
se
obstruyó.
Sin
duda
demasiado
café—.
Correcto.
El
sonido
de
los
peleones
gemelos
Booth
llegó
desde
el
exterior
—Russ,
Priscilla
pensó
que
eras
un
idiota.
Era
a
mí
a
quien
quería.
—Sigue
soñando,
idiota.
Me
pidió
que
le
trajera
un
trago.
—Solo
para
que
pudiera
quedarme
a
su
lado.
Le
gusto
más...
—Esos
dos.
—Soltando
un
bufido
y
riendo,
Mallory
negó
con
la
cabeza—.
Eres
bastante
bueno
en
una
pelea,
Ware.
¿Hay
alguna
p ¿ y g
posibilidad
de
que
quieras
golpear
a
los
techadores
hoy?
Sawyer
resopló
y
regresó
a
la
habitación
para
cambiarse.
¿Y
si
él
estaba
sonriendo?
Bueno,
ella
no
podía
verlo,
¿o
sí?
Capítulo
11
Una
caprichosa
tormenta
salió
de
Alaska
el
jueves
por
la
noche
para
regalarle
a
las
montañas
una
hermosa
capa
de
nieve,
antes
de
cambiar
a
lluvia
por
la
tarde.
Para
celebrar
el
cumplimiento
de
los
plazos
de
entrega
y
regresar
a
una
semana
de
cinco
días,
Mallory
dejó
que
su
equipo
se
fuera
temprano
el
viernes,
incluida
ella
misma.
Mientras
limpiaba
después
de
su
almuerzo
tardío,
notó
que
la
lluvia
había
cesado.
Si
caminaba
para
buscar
su
correo
en
este
momento,
podría
disfrutar
de
los
últimos
restos
de
nieve.
Después
de
ponerse
su
chaqueta
roja
impermeable,
por
si
acaso,
caminó
por
el
sendero,
respirando
profundamente
el
vigorizante
aire
frío.
Los
bosques
más
bajos
eran
de
color
verde
oscuro,
y
más
arriba,
las
laderas
seguían
siendo
de
un
blanco
inmaculado.
Aquí
abajo,
en
el
valle,
la
nieve
permanecía
en
las
curvas
del
prado
y
las
sombras
de
los
árboles.
Bajo
los
pies,
la
nieve
se
había
convertido
en
algo
poco
atractivo,
fangosa
y
resbaladiza.
Ella
se
resbaló
sobre
un
remiendo
y
apenas
recuperó
el
equilibrio.
A
medio
camino
del
buzón,
la
golpearon
algunas
gotas.
Entonces
algunos
más.
La
Ley
de
Murphy,
¿verdad?
Sales
a
caminar
y
la
lluvia
comenzará
de
nuevo.
Se
subió
la
capucha
y
se
echó
a
reír
ante
el
sonido
del
golpeteo
sobre
ella.
Llueva
o
no,
el
mundo
era
hermoso.
Pasó
por
la
casa
de
Ware
y
notó
las
ventanas
oscuras
y
la
camioneta
ausente.
No
estaba
en
casa.
Oh,
honestamente,
¿acababa
de
contener
la
respiración?
El
techo
del
establo
se
veía
bien
y
habían
terminado
justo
a
tiempo.
Ware
estaba
contento...
y
lo
había
dicho.
¿No
era
extraño
cómo
había
cambiado
su
comportamiento
desde
la
pelea
callejera
el
pasado
fin
de
semana?
Todavía
no
era
particularmente
amigable,
no
coqueteaba
ni
nada,
pero
su
ira
nerviosa
hacia
ella
había
desaparecido.
Por
qué
debió
haberse
enojado,
para
empezar,
ella
nunca
lo
había
entendido,
y
seguramente
no
lo
conocía
lo
suficiente
como
para
preguntar.
Frunció
los
labios.
¿Tal
vez
se
había
estado
adaptando
al
mundo
exterior?
¿Cómo
sería
ser
empujado
a
una
prisión
para
vivir?
Controlado
y
restringido
todo
el
tiempo.
No
es
de
extrañar
que
su
aura
tuviera
vetas
grises,
y
líneas
ásperas
rodearan
su
boca.
¿La
prisión
lo
había
convertido
en
un
buen
luchador?
A
pesar
de
su
miedo,
ella
había
notado
cuán
hábilmente
luchó,
como
si
hubiera
nacido
para
ser
un
guerrero.
No.
No
empieces
con
eso
de
nuevo.
Sin
embargo,
sería
interesante
saber
dónde
había
adquirido
esas
habilidades.
Pero
ella
no
le
preguntaría
a
otros
sobre
su
pasado.
Según
Buda,
la
conversación
tenía
que
ser
“verdadera,
gentil,
decidida
y
dicha
con
una
mente
de
amorosa
bondad”,
y
los
rumores
con
demasiada
frecuencia
rayaban
la
crueldad.
Si
Ware
quisiera
que
ella
supiera
más,
él
mismo
podría
contarle.
Ella
sonrió.
Su
disposición
a
compartir
sucedería
justo
cuando
Bear
Flat
se
convirtiera
en
un
resort
tropical
lleno
de
palmeras.
Además,
su
pasado
no
era
asunto
suyo.
Había
dejado
en
claro
que
no
tenía
interés
en
ella
como
mujer.
Realmente,
no
debería
haber
hecho
el
amor
con
él
aquella
noche.
Tal
vez
hubieran
podido
ser
amigos
si
ella
simplemente
le
hubiera
agradecido
por
verla
llegar
a
su
casa
y
haber
entrado
sola.
Llegó
al
final
del
sendero
donde
se
encontraba
con
el
camino
más
grande.
Whiskey
Creek
Lane
tenía
tres
buzones
juntos.
Al
pasar
por
un
bache,
hizo
una
nota
mental
para
conseguir
el
camino
nivelado.
Tal
vez
enripiado.
Al
menos
el
condado
finalmente
había
pavimentado
Kestrel
Mountain
Road.
Al
abrir
su
caja,
sacó
el
único
sobre,
Ha
calificado
para
una
tarjeta
de
crédito.
Grr,
correo
basura,
un
total
desperdicio
de
árboles.
Al
menos
ella
podría
usarlo
para
encender
el
fuego.
Incluso
cuando
se
lo
metió
en
el
bolsillo
y
se
dirigió
de
nuevo
por
el
sendero,
la
lluvia
comenzó
a
caer,
convirtiéndose
en
un
golpeteo
constante
con
algunos
copos
de
nieve
para
matizar.
Mallory
caminó
más
rápido.
A
pesar
de
la
lluvia,
una
cierva
pastaba
en
la
hierba
de
la
zanja.
Y
dos
adorables
cervatillos
retozaban
cerca.
Mallory
sonrió,
recordando
el
primer
invierno
de
Becca
en
Bear
Flat
cuando
la
chica
citadina
había
dejado
comida
para
el
“pobre
ciervo
hambriento”
a
pesar
de
las
advertencias
de
Logan.
Becca
había
aprendido
su
lección
la
siguiente
primavera.
A
diferencia
del
ganado
que
come
hierba,
los
ciervos
masticaban
todo,
tulipanes,
árboles
frutales
y
los
rosales
que
Becca
acababa
de
plantar.
Aún
así...
Mallory
había
entendido
a
su
amiga.
¿Podría
algo
ser
más
irresistible
que
los
bebés?
Mientras
caminaba,
vio
a
los
dos
cervatillos
saltar
tras
su
madre.
El
primero
dio
un
salto
ordenado
sobre
la
zanja.
Entonces
el
otro...
Mallory
metió
el
pie
en
un
bache
y
tropezó.
Su
pie
cayo
encima
de
una
roca
pulida,
resbaló
y
con
un
estallido
de
dolor
desgarrador,
su
tobillo
se
torció.
Ella
se
cayó.
Con
fuerza.
***
Sawyer
conducía
por
Kestrel
Mountain
Road,
rumbo
a
casa.
En
su
caja,
en
el
asiento
del
pasajero,
Aquiles
dormía
una
siesta
después
de
su
traumática
visita
a
la
veterinaria.
Toqueteado,
revisado
y
pinchado.
Pobre
cachorro.
Sawyer
había
estado
en
el
hospital
lo
suficiente;
podía
simpatizar
con
él.
Redujo
la
velocidad
de
la
camioneta
y
giró
hacia
Whiskey
Creek
Lane.
El
aguanieve
manchaba
el
parabrisas,
y
él
aumentó
la
velocidad
de
los
limpiaparabrisas.
Había
nevado
anoche
y
llovido
la
mayor
parte
del
día
de
hoy.
Ahora
esta
mezcla.
Clima
loco,
incierto.
Se
sonrió.
En
la
ciudad,
la
gente
se
había
quejado
de
la
tormenta
temprana;
sin
embargo,
en
la
prisión,
el
tiempo
en
el
patio
al
aire
libre,
se
medía
en
minutos,
y
había
adquirido
una
nueva
apreciación
de
todo
lo
que
la
naturaleza
tenía
para
ofrecer.
Incluso
un
cielo
escupiendo
nieve,
hielo
y
lluvia.
Él
dejó
atrás
la
casa
de
A icus.
En
el
largo
tramo
de
su
parcela,
con
pasturas
a
cada
lado,
un
destello
de
color
rojo
brillante
llamó
su
atención.
Algo,
no,
alguien,
estaba
sentado
al
lado
del
camino
de
ripio.
Dios
mío,
¿Mallory?
Piso
los
frenos,
estacionó
la
camioneta
y
saltó
de
ella.
Ella
tenía
quitada
una
bota
que
llegaba
hasta
la
rodilla
y
el
calcetín,
dejando
su
pie
izquierdo
desnudo.
Lentamente,
estaba
envolviendo
el
calcetín
alrededor
del
tobillo
derecho
por
encima
de
su
bota
en
un
inteligente
vendaje
casero.
Ella
lo
miró,
su
alivio
era
obvio.
—Hola,
Ware.
¿Hay
alguna
posibilidad
de
que
me
lleves
a
mi
casa?
Al
escuchar
el
dolor
que
subyacía
en
sus
palabras
casuales,
se
le
tensaron
las
tripas.
Él
se
puso
en
cuclillas
a
su
lado.
Bajo
el
calcetín
verde
oscuro,
su
tobillo
derecho
estaba
hinchado
sobre
la
parte
superior
de
la
bota.
Esguince
o
fractura.
—No.
—Pero…
—Te
estoy
llevando
a
la
clínica
médica.
Vuelve
a
ponerte
la
bota.
—Antes
de
que
ella
pudiera
darle
una
respuesta
inteligente,
abrió
la
puerta
del
lado
del
pasajero,
movió
a
Aquiles
y
regresó.
Ella
ya
se
había
puesto
la
bota,
así
que
la
levantó
y
trató
de
no
darse
cuenta
de
lo
bien
que
le
encajaba
en
sus
brazos.
Después
de
ponerla
en
el
asiento
del
pasajero,
colocó
el
pequeño
porta
perro
en
su
regazo.
—Sujeta
a
Aquiles
por
mí.
Cuando
él
subió
al
otro
lado,
ella
lo
miró
con
el
ceño
fruncido.
—Llévame
a
casa,
por
favor.
Mi
tobillo
solo
necesita
ser
envuelto
y…
—Vas
a
ver
a
un
médico.
Punto.
—Cuando
él
se
estiró
para
abrocharle
el
cinturón
de
seguridad,
captó
su
aroma.
Fresco
y
limpio
como
la
hierba
recién
cortada.
También
podía
sentirla
temblar—.
¿Cuánto
tiempo
estuviste
sentada
allí?
—No
mucho
tiempo.
Tengo
que
admitir
que
perdí
un
par
de
minutos
maldiciendo.
—Cuando
un
gemido
salió
de
la
caja,
le
dio
al
cachorro
un
dedo
para
que
lo
mordisqueara—.
Tranquilo,
bebé.
Shhh.
Sawyer
no
se
sorprendió
cuando
Aquiles
se
tranquilizó.
Esta
mujer
llevaba
consigo
la
serenidad
como
otras
mujeres
llevaban
carteras.
Después
de
subir
la
calefacción
al
máximo,
giró
la
camioneta
y
regresó
a
la
ciudad.
—¿Hay
algo
más
que
tu
tobillo
dañado?
—Solo
mi
creencia
de
que
finalmente
había
dominado
el
arte
de
caminar.
Él
sonrió.
Por
la
tensión
de
su
rostro,
él
suponía
que
le
dolía
el
tobillo
como
el
infierno,
pero
no
estaba
llorando,
ni
estaba
histérica.
Joder,
le
gustaba
su
irónico
sentido
del
humor.
En
la
ciudad,
se
estacionó
frente
a
la
clínica,
movió
el
transportador
de
perros
al
asiento
del
conductor
y
le
dio
a
Aquiles
un
hueso
para
mascar
y
mantenerlo
ocupado.
—Vuelvo
pronto,
amigo.
Ignorando
la
protesta
de
Mallory,
la
llevó
adentro.
Un
puñado
húmedo,
tembloroso,
fragante
y
suave.
Le
hizo
recordar
la
sensación
de
su
cuerpo
desnudo
demasiado
bien,
tuvo
que
concentrarse
en
no
abrazarla
más
apretado.
Frente
al
mostrador
de
la
recepción,
miró
alrededor
de
la
sala
de
espera,
notando
los
detectores
de
movimiento
montados
en
lo
alto
y
el
sensor
para
detectar
vidrios
rotos.
Buena
seguridad,
además
de
estar
ubicado
al
lado
de
la
estación
de
policía,
había
mantenido
el
lugar
a
salvo
de
los
Aryan
Hammers.
Un
asunto
menos
del
que
tenía
que
preocuparse.
Mallory
lo
miró
ceñudamente.
—Ahora
ya
puedes
bajarme.
Ahora,
¿por
qué
haría
eso
cuando
estaba
disfrutando
de
la
sensación
de
ella
en
sus
brazos?
—Estoy
bien.
—¡Mal!
—Una
bella
rubia
vestida
con
uniforme
azul
salió
corriendo
de
las
salas
de
examen—.
¿Que
te
pasó?
—Hola,
Sunny.
Me
torcí
el
tobillo.
Nada
importante.
—Mallory
frunció
el
ceño
a
Sawyer—.
Está
siendo
demasiado
machista.
Captando
la
sonrisa
de
Sawyer,
la
enfermera
resopló.
—Ya
veo.
En
ese
caso,
señor
Machista,
¿puede
traerla
a
la
parte
de
atrás?
—Ella
abrió
el
paso
hacia
una
sala
de
examen.
Después
de
poner
a
su
vecina
deliciosamente
bravucona
en
la
mesa,
dio
un
paso
atrás.
—Sawyer,
sé
que
conociste
a
Virgil
Masterson
la
semana
pasada.
—Mallory
hizo
un
gesto
hacia
la
enfermera—.
Ésta
es
su
esposa,
Summer,
también
conocida
como
Sunny
por
algunos
de
nosotros.
—Encantado.
—Después
de
asentir
con
la
cabeza
a
Summer,
Sawyer
tiró
suavemente
del
abrigo
mojado
de
Mallory.
Cuando
la
enfermera
desenvolvió
el
calcetín
improvisado
como
una
venda,
la
voz
de
Mallory
se
tensó
de
dolor.
—Éste
es
mi
vecino,
Sawyer
Ware,
el
hermano
de
A icus.
Summer
le
sonrió.
—A icus
ha
hablado
de
ti.
Encantada
de
conocerte.
Después
de
dejar
caer
el
abrigo
de
Mallory
sobre
una
silla,
Sawyer
frunció
el
ceño.
A
pesar
de
la
cálida
habitación
y
su
pesado
suéter
verde,
todavía
temblaba.
Maldición,
ella
probablemente
estaba
hipotérmica.
—¿Tienes
mantas
calientes,
Summer?
Ella
estuvo
bastante
en
el
frío
antes
de
que
yo
llegara.
—En
el
armario
del
pasillo.
—Summer
quitó
la
bota
de
Mallory
y
negó
con
la
cabeza—.
Esto
está
bastante
hinchado,
Mal.
Te
voy
a
cortar
el
calcetín.
Un
par
de
minutos
después,
Sawyer
envolvió
una
manta
caliente
alrededor
de
Mallory.
Su
suspiro
de
placer
alivió
el
nudo
en
sus
entrañas
y
lo
hizo
sonreír.
La
puerta
de
la
sala
de
examen
se
abrió.
—Mallory.
Parece
que
tuviste
una
caída.
—El
doctor
era
delgado
con
cabello
gris
peinado
hacia
atrás,
anteojos
y
una
bata
blanca
estándar
de
laboratorio.
Miró
a
Sawyer—.
Soy
el
doctor
Vickers.
¿Eres
pariente
de
Mallory?
—Vecino.
Sawyer
Ware.
—Es
bueno
conocerte.
Si
espera
en
el
área
de
recepción,
entonces…
—Me
quedaré.
—Sawyer
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho—.
Ella
es
un
poco
terca.
Prefiero
escuchar
lo
que
está
mal
y
lo
que
hay
que
hacer
de
usted
en
lugar
de
que
ella
me
diga
que
todo
está
bien
y
que
no
necesita
nada.
Summer
se
rio
por
lo
bajo.
—Él
conoce
a
Mal
bastante
bien,
¿verdad?
Después
de
fruncir
el
ceño
a
la
enfermera,
Mallory
dirigió
su
mirada
hacia
Sawyer.
Aparentemente
entendió
su
expresión
obstinada
ya
que
solo
suspiró
y
no
protestó.
Su
puchero
de
disconformidad
era
jodidamente
lindo.
Torciendo
los
labios,
el
médico
comenzó
a
palpar
los
huesos
a
cada
lado
de
su
tobillo
y
pie.
Sawyer
frunció
el
ceño.
Su
tobillo
hinchado
se
había
duplicado
en
tamaño,
con
hematomas
rojizos
a
ambos
lados.
Parecía
jodidamente
doloroso.
Mientras
el
doctor
tocaba
y
palpaba,
Mallory
no
dejó
escapar
ningún
sonido,
aunque
sus
dedos
se
curvaron
alrededor
de
los
bordes
de
la
mesa
de
examen
con
tanta
fuerza
que
sus
nudillos
se
pusieron
blancos.
Desafortunadamente,
no
eran
lo
suficientemente
buenos
amigos
para
que
él
le
tomara
la
mano.
La
contratista
era
muy
dura
y
le
estaba
rompiendo
el
corazón.
—¿Necesita
rayos
X?—preguntó
mientras
el
doctor
la
ayudaba
a
dar
unos
pasos.
—No
según
el
protocolo
de
O awa.
—El
doctor
le
sonrió
a
Mallory—.
Parece
que
escapaste
de
los
huesos
rotos,
pero
tienes
un
lindo
y
saludable
esguince.
—Vendarlo
y
ponerle
hielo,
¿verdad?—adivinó
ella.
—Exactamente,
es
correcto.
—El
doctor
le
sonrió—.
Eleva
tu
tobillo.
Sin
aspirina.
Quiero
que
uses
muletas
durante
dos
días.
Puedes
apoyar
el
dedo
del
pie
para
mantener
el
equilibrio
siempre
que
mantengas
la
mayor
parte
del
peso
fuera
del
pie.
—¿Muletas?
—Ella
frunció
el
ceño.
—Sí,
muletas.
—Miró
a
Sawyer—.
¿La
llevarás
a
casa?
—Sí.
La
tendré
vigilada.
—Tendrás
un
trabajo
duro
sobre
tus
espaldas.
—El
doctor
comenzó
su
trabajo
en
el
tobillo.
Mallory
se
volvió
para
mirar
a
Sawyer
como
si
le
hubiera
crecido
una
segunda
cabeza.
Una
lástima.
***
Para
cuando
Sawyer
llegó
a
la
casa
de
Mallory,
el
sol
estaba
cerca
de
ponerse
y
la
lluvia
había
disminuido
a
llovizna.
Mientras
caminaba
alrededor
de
su
camioneta,
estudió
su
casa
a
la
luz
restante
del
día.
Era
una
casa
de
dos
plantas,
de
listones
blancos
con
un
techo
de
acero
gris
y
persianas
de
color
rojo
oscuro.
El
porche
cubierto
y
envolvente
contenía
un
amplio
columpio,
sillas
y
mesas.
Las
macetas
tachonaban
las
verjas
de
hierro
de
color
rojo
oscuro.
Leones
tallados
se
enroscaban
alrededor
de
los
postes.
Interesante.
Cuando
Mallory
trató
de
salir
de
la
enorme
camioneta
con
las
muletas,
Sawyer
resopló,
extendió
los
brazos
y
la
levantó.
—Puedo
caminar.
—Seguro
que
puedes.
Hazlo
mañana.
—Como
si
la
hubiera
dejado
tratar
de
manejar
muletas
en
el
crepúsculo
y
la
lluvia.
Una
vez
adentro,
la
llevó
a
través
del
pequeño
vestíbulo
y
pasó
la
cocina
hacia
la
derecha.
Un
baño
estaba
a
la
izquierda,
y
Sawyer
se
detuvo
ante
el
recordatorio.
Mujeres.
—Apuesto
a
que
podrías
necesitar
un
paso
por
el
baño,
¿verdad?
—Sí,
por
favor.
—Cuando
él
miró
hacia
abajo,
su
rostro
se
puso
rojo
de
vergüenza.
Maldición,
ella
era
linda.
Recordando
el
camino
demasiado
bien,
la
llevó
a
su
dormitorio
principal
y
al
baño
grande
e
impecable.
Con
papel
tapiz
floral
azul
y
blanco,
toallas
de
mano
azules
y
un
elegante
espejo
antiguo
sobre
el
lavabo,
parecía
muy
femenino.
Él
la
dejó
en
el
suelo,
la
mantuvo
firme
hasta
que
ella
tuvo
un
buen
agarre
en
el
lavabo
y
le
quitó
el
abrigo.
—Quédate
ahí
un
segundo.
Rebuscó
en
los
cajones
de
su
cómoda,
desenterrando
pantalones
de
chándal,
una
camiseta
y
una
sudadera
suelta.
Un
cajón
lleno
de
ropa
interior
reluciente
lo
hizo
retroceder.
No,
no
vayas
por
allí.
Excelente.
Ahora
se
preguntaba
si
ella
había
estado
usando
algo
tan
sexy
debajo
de
la
ropa.
—Aquí
hay
ropa
seca.
—Puso
la
pila
de
ropa
en
la
encimera
al
lado
del
inodoro—.
Voy
a
buscar
tus
muletas,
y
las
colocaré
justo
afuera
de
la
puerta.
—Entendido.
—Su
voz
se
suavizó—.
Gracias,
Sawyer.
Por
todo.
—Su
suéter
color
jade
hacía
que
sus
grandes
ojos
verdes
fueran
simplemente
impresionantes.
Él
le
sonrió.
¿Ella
pensó
que
él
se
iba?
Incorrecto,
mascota.
No
valía
la
pena
molestarse
en
corregirla
ahora.
Había
estado
cerca
de
suficientes
mujeres
para
saber
que
sus
pensamientos
se
iban
al
infierno
si
la
necesidad
de
orinar
era
urgente.
Después
de
dejar
las
muletas
junto
a
la
puerta,
Sawyer
salió
a
darle
a
Aquiles
unas
corridas
en
el
patio
delantero.
Una
vez
hecho
eso,
llevó
al
cachorro
y
la
caja
dentro,
entonces
se
paseó
por
la
planta
baja
de
la
casa.
La
casa
tenía
unos
cuarenta
años
y
estaba
en
excelente
estado.
Escalera
en
el
centro.
El
dormitorio
principal
a
la
izquierda,
y
tenía
buenos
recuerdos
de
esa
habitación.
La
mitad
derecha
de
la
casa
era
una
disposición
abierta
con
la
cocina
y
el
comedor
al
frente.
En
la
parte
posterior,
una
gran
sala
multifuncional
se
abría
a
una
terraza
acristalada.
Con
techos
altos
y
enormes
ventanas
en
arco,
las
habitaciones
estaban
tan
llenas
de
luz
como
una
cabaña
junto
al
mar.
En
la
gran
sala,
una
alfombra
oriental
de
color
azul
pálido
y
blanco
yacía
sobre
un
reluciente
piso
de
madera
dorado.
Los
coloridos
almohadones
apilados
sobre
los
muebles
con
fundas
blancas
parecían
vívidas
flores.
Plantas
exuberantes
se
derramaban
sobre
soportes
de
hierro
forjado
en
las
esquinas
y
colgaban
de
ganchos
de
macramé
frente
a
las
ventanas.
Podía
sentir
su
tensión
escaparse.
¿Podría
una
habitación
irradiar
paz?
Al
escuchar
a
Mallory
salir
del
baño,
Sawyer
colocó
a
A icus
en
su
caja
y
regresó
para
realizar
el
servicio
de
escolta.
Sus
ojos
se
abrieron
ampliamente
cuando
él
apareció.
—Todavía
estás
aquí.
—Sí.
—De
pie
lo
suficientemente
cerca
para
atraparla,
la
dejó
usar
las
muletas
para
caminar
hacia
la
gran
sala.
Cuando
ella
se
sentó
y
se
recostó
contra
el
reposabrazos
del
sofá,
él
le
levantó
las
piernas,
apoyó
la
herida
en
los
almohadones
y
colocó
una
manta
de
punto
alrededor
de
ella—.
¿Quieres
un
café
o
algo
de
comer?
—¿Quién
eres
y
qué
has
hecho
con
Ware?
—Cuando
él
se
rio,
sus
ojos
se
abrieron
aún
más.
Bueno,
demonios,
tenía
razón
de
cuestionarlo.
Lástima
que
le
faltaran
algunas
respuestas
para
ella.
Maldita
sea
si
él
sabía
lo
que
estaba
haciendo,
tampoco.
Sin
embargo,
no
podía
dejarla
aquí,
herida
y
sola.
—¿Café?
¿Comida?
Ella
lo
miró
con
cautela.
—Está
bien.
Me
gustaría
un
poco
de
té,
si
sabes
cómo
hacerlo.
—Pasé
tiempo
en
el
extranjero.
He
aprendido.
Le
encanto
su
antiguo
hervidor
de
silbido.
Mientras
el
agua
se
calentaba,
Sawyer
rebuscó
en
los
armarios
para
determinar
si
debía
buscar
comida
de
su
cabaña.
No.
Tenía
mucha
comida,
tanto
productos
frescos
como
enlatados.
Parecía
que
estaba
bien
preparada
para
el
apocalipsis...
o
para
estar
atollada
en
la
nieve.
Ella
seguro
bebía
bastante
té.
¿Qué
clase
de
persona
poseía
una
docena
de
tipos
diferentes?
Negó
con
la
cabeza.
La
pequeña
contratista
podría
minimizar
su
género
en
el
trabajo,
pero
en
su
hogar
era
absolutamente
femenino.
Pequeñas
plantas
de
hierbas
se
alineaban
en
la
gran
ventana
de
la
cocina
que
daba
al
porche
delantero.
Los
armarios
blancos
tenían
fachada
de
vidrio,
la
isla
y
encimeras
de
mármol
blanco.
Un
jarrón
de
crisantemos
amarillos
y
blancos
estaba
en
la
encimera
junto
a
un
plato
de
manzanas.
El
toallero
de
papel
tallado
era
un
gato
alargado.
Encontró
una
tetera
china
en
la
isla,
eligió
una
mezcla
de
té
de
manzanilla
y
menta
y
la
echó
en
agua
hirviendo.
Una
bandeja
tallada,
otro
felino,
contenía
la
tetera
y
dos
tazas.
Al
darse
cuenta
de
un
frasco
pintado
a
mano,
lo
revisó
y
anotó
a
lo
grande.
Galletas
de
avena
y
pasas
reales.
Hechas
en
casa.
Se
comió
dos
en
el
acto
y
estaba
tratando
de
agarrar
una
tercera
antes
de
refrenarse.
Concéntrate,
Ware.
Pero
agregó
abundantes
galletas
al
plato
en
la
bandeja.
Después
de
colocar
la
bandeja
sobre
la
robusta
mesa
ovalada,
Sawyer
se
puso
en
cuclillas
a
su
lado
y
le
entregó
una
taza
llena.
—Aquí.
Bebe
un
poco
de
té
y
te
calentaremos
por
dentro.
Ella
lo
miró
y
se
sonrojó.
Sí,
había
otras
formas
de
calentar
a
una
mujer
por
dentro,
pero
no
era
lo
que
había
querido
decir.
En
lugar
de
burlarse
de
ella,
le
dirigió
una
mirada
tranquila,
lo
que
la
hizo
bajar
la
mirada.
Ella
tomó
la
taza.
—Gracias.
Y...
no
quise
ser
grosera
antes.
Sobre
ti
siendo
útil.
—Ningún
problema.
De
hecho,
te
daré
otra
oportunidad
para
mostrar
tu
lado
malo:
me
quedaré
a
pasar
la
noche.
—¿Qué?
—Al
incorporarse
de
golpe
casi
derrama
el
té,
y
él
cerró
su
mano
alrededor
de
la
taza
y
sobre
la
de
ella.
Sus
dedos
estaban
fríos.
—Los
nuevos
usuarios
de
muletas
no
deberían
quedarse
solos.
Se
necesita
ayuda.
Para
mañana,
tu
tobillo
estará
más
fuerte
y
no
se
agotará
si
lo
necesitas
cuando
estés
usando
las
muletas.
Hoy
todavía
estás
aprendiendo.
Demonios,
incluso
he
visto
a
SEALs
caerse
al
usar
esas
malditas
cosas
por
primera
vez.
—¿SEALs?
—¿Era
el
hombre
un
delirante?
Mallory
farfulló—.
Las
focas(seals)
ni
siquiera
tienen
patas.
Volvió
esos
ojos
azules
hacia
ella,
y
una
sonrisa
genuina
transformaba
su
rostro.
Una
mandíbula
severa,
un
rostro
duro,
ojos
fríos.
Y...
su
sonrisa
derretiría
a
una
mujer
fría.
Era
bueno
que
él
no
la
quisiera,
o
estaría
perdida.
—No
del
tipo
peludo.
Navy
SEALs
de
los
EE.
UU.
—Se
sentó
en
la
mesa
de
café,
sus
piernas
tan
largas
que
le
rozaban
las
caderas—.
Estaba
en
el
servicio.
—Oh.
Correcto.
—Ella
se
atrevió
a
hacer
una
pregunta—.
¿Querías
dejar
la
Marina
o
te
lastimaste?
—Obtuve
una
baja
médica.
Tomé
algo
de
metralla.
Y
mi
cabeza
se
jodió.
—Él
miró
hacia
otro
lado—.
Había
planeado
quedarme
para
mis
veinte.
Ella
lo
estudió,
viendo
la
forma
en
que
su
aura
se
había
oscurecido
con...
¿pena?
—¿Jodió
significa
que
tienes
un
tipo
de
trastorno
de
estrés
postraumático?
Su
asentimiento
confirmó
su
suposición.
—Deberías
saber
a
quién
invitaste
a
tu
casa.
Ella
esperó.
Aparentemente,
esto
era
algo
que
tenía
que
decir.
—No
estaba
durmiendo
por
mis
pesadillas.
Entonces
tomé
un
par
de
copas
con
un
amigo
que
se
emborrachó,
así
que
tuve
que
conducir.
—De
rodillas,
su
mano
se
apretó
en
un
puño—.
Me
quedé
dormido
al
volante,
y
el
coche
se
metió
en
el
otro
carril.
Ella
sabía
el
resultado,
pero
no
lo
que
lo
había
llevado
a
ello.
Ella
puso
su
mano
sobre
la
de
él.
—Hubo
un
accidente…
—Sí.
Los
faros
que
se
acercaban
me
despertaron.
Giré
el
volante
para
evitar
una
colisión
y
me
deslicé
fuera
de
la
carretera,
al
costado
de
una
montaña.
La
familia
en
el
otro
coche
no
resultó
herida.
No
me
lastimé
demasiado.
—Él
respiró
lentamente—.
Mi
amigo
murió.
—Sawyer,
lo
siento.
—Tenía
tantas
razones
para
la
oscuridad
en
su
aura:
guerra,
muerte,
pena,
culpa.
Las
lágrimas
le
quemaron
los
ojos
y
una
bajó
por
el
femenino
rostro.
Usó
las
yemas
de
los
dedos
para
limpiarle
la
mejilla
y
negó
con
la
cabeza
como
si
no
sintiera
nada,
pero
ella
podía
ver
las
heridas
cortando
profundamente
en
su
alma.
—Mi
tiempo
en
servicio
y
tener
TEPT
significaron
que
mi
sentencia
se
redujera
de
un
cargo
de
homicidio
por
conducir
bajo
los
efectos
del
alcohol
a
un
delito
menor,
pero
el
juez
me
dio
un
par
de
años
en
prisión.
Me
lo
merecía.
—La
mirada
severa
en
sus
ojos
dijo
que
pensaba
que
se
merecía
más.
Su
amigo
había
muerto.
Por
el
sol
y
las
estrellas,
cómo
dolería
semejante
pérdida…
—Sucedió
mierda,
y
fui
liberado
antes.
La
“mierda”
era
cómo
había
arriesgado
su
vida
durante
la
fuga
de
la
prisión.
Se
pasó
la
mano
por
el
pelo
corto.
—Supuse
que
deberías
conocer
los
hechos.
Pensé
que
ya
lo
sabías
cuándo...
—¿Cuando
acepté
el
trabajo?
—Tratando
de
no
verse
afectada,
tomó
un
sorbo
de
té.
Una
comisura
de
su
boca
se
inclinó
hacia
arriba.
—Cuando
dijiste
que
sabías
exactamente
lo
que
yo
era
y
te
fuiste
a
la
cama
conmigo.
Algunas
mujeres
consideran
que
los
delincuentes
y
la
violencia
son
excitantes.
Ella
se
atragantó.
—¿Qué?
La
diversión
iluminó
sus
ojos.
—Lo
dices
en
serio.
Las
mujeres
en
verdad...
Su
sonrisa
se
desvaneció.
—Sí,
lo
hacen.
O
cruzan
la
calle
para
evitar
estar
cerca
de
un
ex
convicto.
Oh.
—No
estabas
seguro
de
lo
que
sabía,
¿por
eso
me
dijiste
todo
esto
hoy?
Él
asintió.
—Y
por
qué
te
dejaré
llamar
a
alguien
para
que
se
quede
contigo
si
te
preocupa
que
duerma
en
tu
sofá
esta
noche.
—Me
dejarás,
¿eh?
Él
resopló.
—No
te
asusto,
¿verdad?
—Asustar,
no.
Irritar,
sí.
Seguro
que
has
sido
grosero
una
o
dos
veces.
—Nunca
le
des
sopa
al
hombre
ni
le
sonrías
en
las
tiendas.
Ella
frunció
el
ceño—.
Cuando
te
vi
en
la
tienda
de
alimentos,
fuiste
grosero
porque
pensaste
que
yo
solo…
—¿te
deseaba?
¿Deseaba
hacer
el
amor
contigo?—
te
follé
por
tu
condición
de
convicto?
Él
hizo
una
mueca.
Oh,
vale.
Ella
había
pensado
que
él
era
maravilloso,
se
había
enamorado
de
él,
y
él
pensó
que
ella
era...
—Si
pensabas
que
era
una
persona
tan
sórdida,
¿por
qué
tú…
por
qué
no
te
aliviaste
y
te
fuiste?
—Sus
mejillas
se
calentaron
mientras
pensaba
en
cómo
él
se
había
concentrado
en
su
placer.
Él
se
encogió
de
hombros.
—Un
caballero
se
ocupa
de
la
dama,
incluso
si
solo
está
buscando
follar
a
un
SEAL
o
a
un
convicto.
—Ah.
—Sus
palabras,
solo
buscando
anotar,
sonaban
algo
amargas.
Había
pensado
que
a
los
hombres
les
gustaba
el
sexo,
por
superficial
que
fuera.
Machos.
Sexo.
Las
palabras
iban
juntas
como
mantequilla
de
maní
y
mermelada.
Parecía
que
Sawyer
era
diferente
—.
Supongo
que
un
hombre
con
el
tiempo
comienza
a
sentir
que
lo
están
usando,
¿eh?
—Efectivamente.
—Su
rostro
se
suavizó
y
le
pasó
un
dedo
por
la
mejilla—.
Aunque
me
molestara
pensar
que
te
gustaba
tener
sexo
con
hombres
violentos,
disfruté
nuestra
noche.
—La
mirada
amable
en
sus
ojos
decía
que
estaba
diciendo
la
verdad.
El
duro
nudo
de
dolor
envuelto
alrededor
de
sus
recuerdos
se
desenredó
lentamente.
—Entonces.
—Él
se
enderezó—.
¿Puedes
confiar
en
mí
para
ser
un
caballero
y
cuidarte
esta
noche?
¿O
quieres
un
teléfono
para
poder
llamar
a
alguien?
—Escucha,
no
necesito
una
niñera.
Puedo…
—Te
di
una
opción
y
una
pregunta.
—Su
expresión
era
firme.
Ella
apostaría
a
que
él
había
sido
un
oficial
en
el
ejército.
—Quédate.
Su
expresión
se
relajó
lo
suficiente
como
para
que
ella
pudiera
ver
que
estaba
complacido.
—Bueno.
Entonces,
déjame
encender
un
fuego,.
Cuando
él
se
levantó,
ella
se
recostó,
sintiéndose
como
si
se
hubiera
extraviado
en
un
territorio
desconocido.
Sawyer
Ware
pasaría
la
noche.
Aquí.
Y
no
eran
amigos.
No
realmente.
Después
de
tocarla,
verla
desnuda,
besarla
íntimamente
y
haber
estado
dentro
de
ella,
conocía
su
cuerpo.
Él
no
conocía
su
mente
en
absoluto.
Sin
embargo,
la
había
auxiliado,
la
había
llevado
al
doctor
y
le
había
contado
sobre
su
pasado.
Juntos
habían
pasado
horas
tranquilas
en
su
cabaña
durante
la
remodelación.
Ella
sonrió.
Quizás
se
conocían
mejor
de
lo
que
ella
pensaba.
Después
de
que
el
fuego
comenzó
a
arder,
cerró
la
puerta
de
vidrio
que
estaba
insertada
en
la
chimenea
y
volvió
a
sentarse
a
su
lado.
Un
gemido
le
hizo
mirar
al
cachorro
en
el
transportador.
Aquiles
se
había
despertado.
—¿Te
importa
si
dejo
que
Aquiles
correr
aquí
adentro?
Lo
sacaré
a
menudo,
pero
si
está
suelto,
existe
la
posibilidad
de
que
se
orine
en
tu
suelo..
Ella
rio.
—No
sería
la
primera
vez.
He
alojado
perros
callejeros
hasta
que
pude
encontrarles
casas.
Aslan
es
bueno
con
otros
animales.
—Me
parece
que
dijiste
algo
diferente
cuando
traté
de
hacerte
adoptar
a
Aquiles.
Tu
gato
encuentra
molestos
a
los
cachorros.
—Lo
hace...
a
veces.
Otras
veces,
piensa
que
son
interesantes.
Él
le
dirigió
una
mirada
dura.
—Querías
que
tuviera
un
maldito
cachorro.
Ella
trató
de
no
sonreír.
—Voy
a
recordar
lo
taimada
que
puedes
ser.
—No
soy…
Con
un
resoplido
incrédulo,
se
levantó.
—¿Lista
para
un
sándwich
cuando
el
cachorro
y
yo
regresemos?
Ella
luchó
para
sentarse.
—Puedo
hacerlo.
—Puedes
quedarte
quieta.
La
orden
firme
hizo
que
sus
huesos
se
volvieran
líquidos
y
su
interior
se
pusiera
todo
pegajoso.
Ella
no
pudo
evitar
mirarlo,
y
cuando
sus
ojos
se
encontraron
con
los
de
él,
el
sofá
pareció
hundirse.
Él
sonrió
y
le
tocó
la
mejilla
con
los
dedos.
—Esos
grandes
ojos
tuyos
son
algo.
Los
aleteos
en
su
estómago
aumentaron
hasta
que
él
liberó
su
mirada.
—Descansa,
Mallory.
Volveremos
en
un
momento.
Mientras
el
cachorro
y
él
salían
por
la
puerta
principal,
Mallory
se
acurrucó
más
abajo
en
el
nido
de
almohadones.
El
fuego
crepitaba
intensamente,
y
podía
escuchar
la
voz
baja
de
Sawyer
afuera,
hablando
con
el
cachorro.
No
estaba
sola.
El
reconfortante
conocimiento
fue
inesperado…
y
maravilloso.
Capítulo
12
Cuando
Sawyer
recogió
la
mano
de
Mallory
y
besó
sus
dedos,
sintió
el
zumbido
directo
en
los
dedos
de
los
pies.
Sus
ojos
azules
atraparon
los
de
ella
mientras
le
preguntaba
con
su
voz
suave
como
el
whisky.
—Entonces,
nada
de
terror.
¿Quieres
ver
algo
sexy,
tal
vez?
Se
le
secó
la
boca.
—Eeeh…
Las
comisuras
de
su
boca
se
arquearon.
—Cariño,
ahora
que
sé
que
no
te
gustan
los
convictos,
ni
te
desanima
un
ex
convicto,
puede
pasar
de
todo.
¿Puede
pasar
de
todo?
¿Él
quiso
decir
lo
que
ella
pensaba
que
dijo?
Tragó
saliva,
sabiendo
que
debería
decir
que
no.
Este
hombre
podría
romperle
el
corazón.
La
palabra
no
llegó
a
sus
labios.
—Vamos
a
cambiarte
para
acostarte,
¿mmm?—
Él
la
levantó
antes
de
que
ella
pudiera
hablar.
En
el
baño
principal,
la
puso
cuidadosamente
de
pie
y
le
entregó
el
camisón
que
había
estado
sobre
la
cama.
—Llámame
cuando
hayas
terminado.
Antes
de
que
ella
pudiera
exigir
sus
muletas,
él
se
fue
y
cerró
la
puerta
detrás
de
él.
Hombres.
Balanceándose
sobre
un
pie,
se
frunció
el
ceño
en
el
espejo.
Su
cabello
estaba
enredado.
Aunque
se
había
lavado
el
barro
antes,
su
cara
estaba
enrojecida
por
el
viento,
con
un
rasguño
en
una
mejilla
donde
había
caído
en
la
maleza.
Sin
maquillaje.
Rara
vez
usaba
alguno,
pero
enfrentémoslo,
cuando
él
la
miraba
como
lo
había
hecho,
ella
quería
ser
todo
lo
que
fuese
femenino.
No
seas
tonta.
Ahora
él
la
conocía,
bueno,
más
o
menos,
y
sabía
que
no
era
una
mujer
de
maquillaje.
El
calor
en
su
mirada
decía
que
le
gustaba
cómo
se
veía
de
todos
modos.
Lo
suficientemente
justo.
A
ella
le
gustó
cómo
se
veía
él.
Se
lavó
e
hizo
su
rutina
nocturna
como
si
no
sintiera
que
le
latía
el
corazón
aceleradamente,
como
si
su
piel
no
se
sintiera
mucho
más
sensible.
Cuando
terminó,
se
puso
el
camisón.
Empujó
la
puerta
y
se
balanceó
en
la
puerta.
—Todo
listo.
Agachado,
estaba
examinando
la
estantería
con
libros
debajo
de
la
ventana,
y
ella
casi
chilló
una
protesta.
Oh,
garras
sangrientas.
Mantenía
sus
libros
de
romances,
incluidos
los
nuevos
de
BDSM,
en
el
dormitorio
donde
los
visitantes
no
los
verían.
No
había
pensado
exactamente
en
un
invitado
de
la
noche
a
la
mañana.
Se
levantó,
arrojó
un
libro
sobre
la
mesita
de
noche
y
se
acercó,
dándole
una
sonrisa
lenta
y
apreciativa.
—Me
gustan
los
camisones.
—No
creo
que
sea
tu
talla,
Ware.
Su
sonrisa
brilló.
—Bueno,
debería
comprobarlo,
¿no
crees?
—Él
la
atrajo
hacia
él,
sosteniéndola
firme
para
que
no
necesitara
apoyar
el
pie
dolorido.
Sus
manos
vagaron
por
su
trasero
y
subieron
por
la
espalda.
La
oleada
de
calor
que
la
atravesó
fue
increíble.
—No
creo
que
puedas
medir
un
camisón
por
el
tacto
—¿No?
¿Debería
buscar
la
etiqueta?
—Incluso
cuando
su
mano
derecha
le
apartó
el
pelo
del
cuello,
la
izquierda
se
cerró
sobre
su
pecho.
Cuando
ella
jadeó,
él
se
rio
entre
dientes
y
sus
labios
se
movieron
sobre
su
cuello.
Y
su
mano…
su
mano...
Él
sostuvo
el
peso
de
su
seno
en
la
palma
de
la
mano,
acariciando
suavemente,
los
dedos
provocando
que
el
pezón
alcanzara
su
punto
máximo.
Solo…
jugando.
—Sawyer—susurró,
insegura
de
si
estaba
objetando
o
incitándolo.
Su
otra
palma
acunó
su
mandíbula
mientras
retrocedía
para
mirarla
a
los
ojos.
Y
sus
labios
se
curvaron.
Aparentemente,
no
tenía
problemas
para
leerla.
La
tomó
en
sus
brazos,
la
llevó
a
la
cama
y
la
sentó
sobre
el
colchón.
Ya
había
apartado
la
colcha
blanca
con
volantes
y
las
mantas.
Cuando
atenuó
las
luces
de
la
araña
de
cristal
y
bronce,
ella
se
dio
cuenta
de
que
había
encendido
las
velas
sobre
el
tocador.
El
cálido
resplandor
titilaba
sobre
las
paredes.
La
banda
sonora
de
El
señor
de
los
Anillos
salía
suavemente
de
los
altavoces.
Y
aquí
estaba
su
propio
Señor
de
los
Caballos.
Becca
había
dicho
que
tendría
una
cuerda...
y
una
gran
espada.
Ella
contuvo
una
risa.
—Muy
bien,
mascota.
Tengo
un
par
de
preguntas
para
ti.
—Él
se
sentó
junto
a
ella
en
la
cama,
todos
músculos
y
cuerpo
duro—.
De
hecho,
juguemos
múltiple
choice.
¿Mencioné
que
mi
madre
era
maestra?
Su
risa
alivió
los
músculos
tensos
en
su
pecho,
al
menos
hasta
que
él
le
pasó
el
dedo
por
los
labios.
—Uno:
Me
voy
a
dormir
al
sofá
con
el
gato.
Dos:
Me
quedo
aquí
contigo
y
tú
consigues
algo
de
ejercicio
normal
de
todos
los
días.
—¿Ejercicio?—dijo
ella
débilmente—.
¿Es
así
como
se
llama?
Aunque
sonriera,
su
mano
se
curvó
debajo
de
su
barbilla
con
firmeza.
—Quiero
decir,
si
eliges
la
opción
dos,
te
follaré
hasta
que
no
puedas
recordar
tu
nombre.
—Bueno...
—Ella
ya
había
tomado
una
decisión.
—No,
espera.
Hay
condiciones
para
eso.
Follar
no
crea
una
relación,
no
para
mí.
Somos
vecinos,
pero
no
va
más
allá.
No
puedo
permitírmelo...
—Su
mandíbula
se
apretó—.
No
estoy
buscando
una
novia.
¿Puedes
aceptar
eso?
—Sus
ojos
sostenían
los
de
ella,
firmes,
decididos...
y
llenos
de
un
deseo
inquietante.
Ella
lo
estudió
a
cambio.
Su
aura
era
tan
hermosa,
la
oscuridad
más
pequeña
de
lo
que
había
sido.
La
deseaba...
mucho...
y
necesitaba
desesperadamente
más
que
sexo.
¿Por
qué
estaba
tan
ciego?
Pero
él
lo
estaba.
Cada
persona,
incluido
este
hombre,
tenía
derecho
a
elegir
su
camino,
incluso
si
ignoraba
sus
propias
necesidades.
Después
de
todo,
Sawyer
había
sido
francamente
honesto
al
exponer
todo
y
dejarla
libre
para
elegir.
La
decisión
no
era
fácil.
Él
podría
dañarla.
No
su
cuerpo,
sino
su
corazón.
Sus
sentimientos
ya
estaban
comprometidos,
y
si
él
se
alejaba,
nuevamente,
dolería
mucho.
Sin
embargo,
si
dijera
que
no,
lo
lamentaría.
Siempre.
Salta
y
la
red
aparecerá.
—Sí.
Cuando
ella
estiró
la
mano,
él
negó
con
la
cabeza.
—No
tan
rápido,
mascota.
Opción
Tres:
Tú
encuentras
una
escena
de
este
libro
y
nosotros...
la
representamos.
—Agarró
el
libro
de
la
mesita
de
noche.
Santos
Gatos,
era
el
libro
de
Becca.
La
portada
mostraba
a
una
mujer
en
cautiverio.
La
cara
de
Mallory
se
calentó.
—Escucha,
solo
porque
tengo
un
libro…
La
miraba
a
los
ojos,
y
no
estaba
avergonzado
en
absoluto.
—Cariño,
BDSM
es
una
fantasía
común
para
hombres
y
mujeres.
Algunas
personas
prefieren
leer
o
soñar
al
respecto.
Algunos
quieren
más.
¿Qué
hay
de
ti?
—No
lo
sé.
Pensativo,
le
rozó
la
mejilla
con
los
nudillos.
—¿Nunca
has
intentado
nada?
—No.
—Sus
pezones
se
habían
apretado
tanto
que
le
dolían,
y
ella
era
demasiado
consciente
de
que
su
camisón
sedoso
no
ocultaba
nada.
—Te
gustó
que
te
sujetaran
la
última
vez.
¿Podría
su
rostro
ponerse
más
caliente?
Levantando
la
cabeza,
ella
asintió.
Porque
a
ella
le
había
gustado.
—Sí.
Iremos
despacio,
mascota.
—Le
entregó
el
libro—.
¿Cuál
es
tu
escena
favorita?
Su
respiración
se
atascó
un
poco
cuando
silenciosamente
encontró
la
página
y
le
devolvió
el
libro.
Leyó
la
página
y
la
siguiente.
—Sin
azotes
o
nalgadas
aquí.
Todo
esto
se
trata
de
bondage.
—Su
mirada
inquebrantable
se
encontró
con
la
de
ella—.
¿Aprendiste
sobre
palabras
seguras
en
tu
lectura?
—¿Una
palabra
para
cancelar
todo?
Sí.
—Bien.
Si
necesitas
que
todo
se
detenga,
usa
rojo.
—Él
negó
con
la
cabeza—.
En
realidad,
cariño,
esto
no
está
bien.
No
me
conoces
bien
y
no
estamos
en
un
lugar
público.
¿Conoces
a
mujeres
en
esta
área
que
estén
en
BDSM?
—Ah,
sí.
Tengo
una
amiga
que
está
en
eso.
—Bien.
—Le
entregó
el
teléfono
de
la
mesita
de
luz—.
Dile
que
estás
haciendo
una
escena
conmigo
en
tu
casa.
Haz
que
llame,
si
no
te
contactas
en
un
par
de
horas,
y
dé
aviso
a
la
policía
si
no
puede
comunicarse
contigo.
—¿En
serio?
—Muy.
—Su
rostro
era
serio—.
Estamos
hablando
de
tu
seguridad.
Deberías
ser
mucho
más
cuidadosa.
Le
costó
no
sonreírle.
No
para
decirle
que
tenía
un
aura
confiable.
No
solo
no
le
creería,
sino
que
probablemente
pensaría
que
estaba
loca.
Cuando
sus
cejas
bajaron
con
impaciencia,
ella
obedientemente
llamó
a
Becca.
En
otro
momento,
Sawyer
probablemente
le
daría
una
conferencia
sobre
cómo
no
debería
haber
estado
con
él
la
primera
vez,
tampoco.
—Hola,
Becca,
¿puedo
pedirte
un
favor?
—Siempre.
Sus
amigas
eran
asombrosas.
Mallory
sonrió
y
dejó
escapar
un
suspiro.
—Esto
es
un
poco
vergonzoso.
Estoy
haciendo
una...
una
escena...
con
Sawyer
Ware
en
mi
casa.
Y
se
supone
que
debo
contactar
contigo
en
un
par
de
horas,
y
se
supone
que
tú…
—Te
rescate
si
no
hablas
conmigo.
Absolutamente.
—Becca
vaciló
—.
¿Lo
conoces
lo
suficientemente
bien?
—Sí.
Lo
hago.
Yo...
eh...
lo
veo...
claramente,
y
confío
en
él.
Becca
entendió
su
significado.
—Bueno,
está
bien.
Me
alegro
de
que
hayas
llamado
y
estés
teniendo
cuidado.
Cuando
Mallory
cortó
la
comunicación,
ella
negó
con
la
cabeza.
¿Cómo
es
que
esos
libros
BDSM
no
habían
incluido
este
paso?
—Te
he
visto
usar
pañuelos
en
el
trabajo.
—Sawyer
estaba
de
pie
junto
a
su
tocador—.
¿Qué
cajón?
—El
primero
a
la
derecha.
Sacó
un
par
de
pañuelos,
abrió
el
armario
y
sacó
un
cinturón
del
gancho.
Mirándolo,
sintió
que
su
corazón
se
aceleraba.
A
pesar
de
consumir
alcohol
en
exceso
la
última
vez,
se
preguntaba
si
beber
otra
media
botella
de
whisky
no
sería
una
buena
idea
en
este
momento.
Mientras
caminaba
de
regreso
a
la
cama,
sonrió.
—Mira
esos
ojos
tan
abiertos.
—Inclinándose,
la
besó,
hizo
un
zumbido
y
profundizó
el
beso.
Sus
labios
eran
firmes
mientras
agarraba
su
cabello
y
tiraba
con
fuerza,
inclinando
su
cabeza
hacia
atrás
mientras
poseía
su
boca
por
completo.
El
cuarto
se
calentó.
Se
enderezó
y
la
soltó.
Sacó
del
bolsillo
una
herramienta
multiuso,
extrajo
las
tijeras
y
la
dejó
sobre
la
mesita
de
noche.
—Mantén
las
manos
en
alto,
las
palmas
una
frente
a
la
otra,
y
a
unos
centímetros
de
distancia.
Todavía
sentada
en
el
borde
de
la
cama,
frunció
el
ceño.
¿Cómo
podía
atarla
en
esta
posición?
Pero
ella
accedió.
Después
de
retorcer
el
pañuelo
azul
en
una
tira
similar
a
una
cuerda,
ató
los
extremos
y
lo
colocó
alrededor
de
la
parte
exterior
de
sus
muñecas.
¿Iban
a
jugar
cats‑cradle4?
Él
enrolló
el
pañuelo
rojo
alrededor
de
las
dos
sogas
azules
entre
sus
muñecas
hasta
que
se
parecía
a
la
soga
de
un
verdugo
con
dos
extremos,
que
estaban
alrededor
de
sus
muñecas.
—Tira
de
ella—dijo
suavemente.
Ella
hizo.
Los
pañuelos
estaban
lo
suficientemente
apretados
como
para
no
poder
sacar
las
manos
de
los
“nudos
corredizos”.
Su
respiración
se
agitó
hasta
que
miró
sus
tranquilos
ojos
azules.
La
estaba
mirando,
su
placer
era
tan
obvio
como
la
abultada
erección
en
sus
vaqueros.
Ella
tragó
saliva.
—¿Disfrutas
de
esto?
—Sí,
lo
hago.
Si
una
mujer
está
a
bordo
con
el
plan,
me
gusta
quitarle
todas
sus
opciones
de
cómo
y
cuándo
consigue
placer...
y
llevarla
más
allá
de
lo
que
pensó
que
podía
tomar.
Su
boca
se
secó
incluso
cuando
los
huesos
de
su
columna
vertebral
se
derritieron.
Sus
brazos
cayeron.
—Recuéstate,
pequeña
contratista.
—Con
manos
grandes,
la
aplastó
sobre
su
espalda.
Su
camisón
todavía
estaba
puesto,
y
la
ligera
cubierta...
ayudó...
mientras
ella
lo
miraba.
Pasó
el
cinturón
de
cuero
a
través
de
los
arabescos
del
cabecero
de
hierro
y
de
la
cuerda
del
pañuelo
entre
sus
muñecas,
entonces
abrochó
la
hebilla.
Cuando
la
tiró
hacia
abajo
en
la
cama,
sus
brazos
estaban
levantados
sobre
su
cabeza.
—Tú
hi‑hiciste
este
bondage
terriblemente
fácil—susurró
ella—.
Como
si
hubieras
hecho
esto
antes.
Sonriéndole,
sacó
un
par
de
condones
de
la
billetera
y
los
arrojó
sobre
la
mesita
de
noche.
—Yo
ya
sabía
que
prefería
estar
a
cargo
en
la
habitación,
y
cuando
A icus
me
llevó
a
un
club
BDSM
para
mi
regalo
de
graduación
universitaria,
sentí
como
si
hubiera
encontrado
un
hogar.
Probablemente
se
había
graduado
alrededor
de
los
veintidós,
y
ella
suponía
que
tenía
unos
treinta
y
tantos
años.
—¿Has
sido
un
Dom
por
más
de
una
década?
—Sí.
—Se
quitó
la
pesada
camisa
de
franela
y
la
dejó
caer
sobre
una
silla.
La
luz
en
la
habitación
era
más
brillante
esta
vez,
dándole
una
buena
vista
de
su
musculoso
pecho.
Una
sombra
de
vello
rizado
sobre
los
pectorales
se
estrechaba
en
una
línea
angosta
desde
su
abdomen
hasta
sus
vaqueros.
La
cicatriz
debajo
de
sus
costillas
izquierdas
se
había
aclarado
a
un
rosa
pálido.
Cicatrices
más
antiguas
decoraban
su
torso:
pequeñas
marcas
formaban
un
patrón
disperso,
una
cicatriz
larga
y
delgada
cortaba
su
lado
derecho.
La
evidencia
mostraba
que
había
tenido
una
vida
difícil…
pero
que
había
sobrevivido.
La
cadena
plateada
alrededor
del
cuello
tenía
placas
de
identificación
militares.
—No
llevabas
placas
de
identificación
antes,
¿verdad?—le
preguntó
ella.
—Nah.
Por
lo
general,
no
lo
hago.
—Él
le
dedicó
una
sonrisa
triste
cuando
se
quitó
la
cadena
y
la
arrojó
sobre
su
camisa—.
Pero
si
extraño
a
mi
equipo,
a
veces
las
uso
por
un
día.
A
pesar
del
tono
ligero,
ella
pudo
oír
el
dejo
de
pena.
Tenía
la
clase
de
corazón
al
que
le
importaba
profundamente.
—Los
recuerdos
pueden
ser
reconfortantes.
Cuando
extraño
a
la
abuela,
horneo
sus
recetas
favoritas,
a
pesar
de
que
son
tan
altas
en
grasa
y
azúcar
que
un
mordisco
provoca
un
ataque
al
corazón.
La
sonrisa
de
Sawyer
se
volvió
real.
—Avísame
cuando
estés
horneando.
Me
arrojaré
frente
a
ti
y
recibiré
el
disparo.
Ella
resopló.
—Eres
un
hombre
valiente,
Ware.
—Sí,
ese
soy
yo.
—Cuando
se
desabrochó
el
botón
de
los
vaqueros,
la
anticipación
la
inundó
como
las
aguas
de
un
riachuelo.
Pero
entonces
él
volvió
a
sentarse
en
la
cama.
Ella
frunció.
—¿Tus
vaqueros?
—Más
tarde.
—Su
sonrisa
fue
lenta,
el
azul
en
sus
ojos
se
oscureció—.
Quiero
que
estés
desnuda
para
mí.
—Poco
a
poco,
levantó
el
dobladillo
de
su
camisón
para
revelar
las
piernas.
Su
coño.
Sus
pechos.
Se
detuvo,
dejando
el
material
agrupado
en
la
base
de
su
garganta.
Exponiendo
todo
su
cuerpo.
Podía
sentir
cada
leve
brisa
sobre
su
piel
excesivamente
caliente.
Sus
pezones
estaban
dolorosamente
apretados,
y
estaba
húmeda
entre
las
piernas.
Se
dio
cuenta
de
que
estaba
tirando
de
las
restricciones
alrededor
de
sus
muñecas.
Sawyer
simplemente
observaba
con
una
leve
sonrisa.
***
¡Oh,
sííí!!
La
polla
de
Sawyer
se
estaba
tensando
tanto
que
probablemente
la
cremallera
de
los
vaqueros
le
dejaría
una
marca.
—Eres
tan
hermosa
como
lo
recordaba.
—Lentamente,
le
acarició
con
la
punta
de
los
dedos
el
brazo
izquierdo,
la
clavícula
y
hacia
abajo.
Hasta
donde
el
bronceado
dorado
en
sus
hombros
y
brazos
se
desvanecía
a
un
delicioso
color
blanco
cremoso
sobre
sus
senos.
Esos
pechos
turgentes.
Sus
pectorales,
esculpidos
a
partir
del
trabajo
de
la
construcción,
hacían
que
sus
senos
se
apoyaran
erguidos
sobre
su
pecho.
Los
pezones
eran
pequeños
y
tan
apretados
como
frambuesas.
Él
acarició
su
costado,
sintiendo
las
costillas
debajo
del
relleno
femenino,
y
aplastó
su
mano
sobre
su
abdomen
ligeramente
más
suave.
—Respira,
mascota.
Sus
ojos
parecían
aún
más
verdes
mientras
lo
miraba,
y
un
pequeño
pliegue
entre
sus
cejas
indicaba
su
preocupación.
Mejillas
sonrojadas,
labios
entreabiertos,
pezones
inflamados.
Ella
estaba
bellamente
excitada.
—Sawyer.
—Ella
tragó
saliva—.
¿Qué
estás
haciendo?
Como...
¿por
qué
no
se
estaba
poniendo
manos
a
la
obra?
Tenía
que
recordar
que
ella
no
había
estado
con
un
Dom
antes.
—Haré
lo
que
yo
quiera,
Mallory.
—Él
acunó
un
seno,
sintió
su
sacudida
y
le
recordó—.
Porque
no
hay
nada
que
puedas
hacer
para
detenerme.
Ella
instintivamente
tiró
de
las
restricciones
de
sus
muñecas,
e
incluso
en
la
tenue
luz,
él
pudo
ver
sus
pupilas
dilatarse.
¿Había
algo
más
divertido
que
sazonar
un
guiso
de
excitación
con
una
pizca
de
ansiedad?
Tal
vez
no
era
un
maestro
de
la
cocina,
pero
con
pequeñas
sumis,
sabía
cómo
moverse.
Se
movió
hacia
los
pies
de
la
cama.
—Abre
las
piernas
para
mí,
mascota.
Incluso
cuando
una
mujer
estaba
excitada
y
con
ganas
de
más,
algo
instintivo
debe
evitar
que
quiera
separar
sus
piernas.
Las
piernas
de
Mallory
se
separaron
lentamente,
y
él
se
arrodilló
entre
ellas,
pasando
sus
manos
sobre
sus
muslos
bien
formados.
Inclinándose
hacia
adelante,
él
frotó
su
barbilla
sobre
la
punta
de
sus
pezones.
Ella
jadeó,
y
él
escuchó
el
roce
del
cinturón
en
la
cabecera
cuando
Mallory
tiró
de
las
restricciones.
Mmm.
¿El
tirón
significaba
que
le
gustaba
la
rozadura
o
la
odiaba?
En
este
momento
tenía
el
tiempo
y
la
oportunidad
para
averiguarlo.
Deslizó
su
lengua
alrededor
de
un
pezón
y
luego
del
otro.
Otro
jadeo.
Otro
roce
tranquilo
mientras
intentaba
bajar
los
brazos.
Eso
sonó
positivo.
Más
pruebas,
Sawyer
lamió
y
chupó,
excitándola
lentamente,
rozándola
ocasionalmente
con
el
crecimiento
de
la
barba
de
un
día.
Joder,
a
él
le
gustaban
sus
senos;
podría
jugar
así
para
siempre.
Aunque
su
palpitante
polla
se
estaba
volviendo
dolorosa.
Su
respiración
se
aceleró,
y
sus
caderas
estaban
dando
pequeñas
sacudidas
de
excitación.
Él
tomaría
su
respuesta
como
una
luz
verde.
¿Qué
hay
del
dolor?
Con
cuidado,
chupó
ligeramente
un
pezón
y
después
usó
los
dientes.
Un
mordisco
ligero
consiguió
un
jadeo
y
un
meneo.
Verde.
Pero
cuando
continuó,
mordiendo
lo
suficiente
como
para
causar
más
dolor,
todo
su
cuerpo
se
puso
rígido,
y
ella
emitió
un
suave
sonido
de
protesta.
Ahí
estaba
su
respuesta.
Se
detuvo
y
lamió
la
pequeña
protuberancia
atormentada
en
disculpa.
Ahora
sabía
que
ella
no
era
masoquista.
Sin
embargo,
no
le
importaba
un
poquito
de
dolor,
tendría
que
mantenerlo
ligero.
Podría
trabajar
con
esto,
de
hecho
lo
disfrutaría.
Herir
a
una
mujer,
por
mucho
que
el
sumiso
quisiera
dolor,
traía
recuerdos
incómodos
del
abuso
que
su
madre
había
sufrido.
Lentamente,
atormentó
el
otro
seno
de
Mallory,
sintiendo
que
se
hinchaba
mientras
lamía,
chupaba
y
usaba
sus
dientes
muy,
muy
ligeramente.
Solo
lo
suficiente
para
que
se
arqueara
por
más.
Bajando
por
su
torso,
él
mordisqueó
su
vientre,
mordisqueó
y
acarició
cada
pliegue
entre
la
cadera
y
el
muslo.
Una
lenta
inhalación
le
trajo
su
ligero
aroma
almizclado.
Su
respiración
era
rápida
y
superficial.
Perfecto.
Debajo
de
su
mejilla,
su
muslo
interno
estaba
caliente.
Cuando
levantó
la
vista,
sus
ojos
estaban
cerrados
y
su
rostro
estaba
dulcemente
ruborizado.
Ubicando
su
lengua
en
un
pequeño
punto,
la
movió
en
círculo
alrededor
de
su
clítoris,
dando
golpecitos
y
frotando
en
todas
partes,
excepto
en
la
parte
superior.
Su
gemido
bajo
fue
su
recompensa.
Por
un
momento,
usó
los
dientes
en
sus
labios
interiores,
tirando
y
pasando
su
lengua
sobre
la
cubierta
carne
caliente.
Ella
trató
de
levantar
las
caderas.
Balanceándose
sobre
su
codo
izquierdo,
deslizó
su
dedo
medio
derecho
dentro
de
su
entrada.
Ella
gimió
de
nuevo
cuando
su
coño
se
cerró
sobre
él.
Mientras
deslizaba
más
su
dedo,
su
polla
se
sacudió
como
para
recordarle
que
estaba
diseñada
para
esa
pequeña
tarea.
No,
primero
él
la
quería
con
fiebre
de
anticipación.
De
hecho,
quería
verla
correrse.
Incapaz
de
resistirse,
se
inclinó
e
hizo
círculos
con
la
lengua
alrededor
de
la
pequeña
perla
sobresaliendo
tan
bellamente
y
entonces
él
se
recostó
sobre
sus
rodillas.
Después
de
aumentar
a
dos
dedos
dentro
de
su
coño,
él
separó
sus
labios,
tirando
todo
hacia
atrás
para
exponer
su
clítoris.
Rosado
e
hinchado
y
también
brillante.
Después
de
deslizar
los
dedos
dentro
de
su
humedad,
él
frotó
un
lado
del
clítoris
y
el
otro,
estudiando
sus
respuestas.
Solo...
disfrutando.
La
capucha
sobre
el
clítoris
era
extremadamente
sensible.
Frotar
los
lados
provocó
que
la
protuberancia
se
excitara
aún
más.
La
lenta
penetración
vaginal
tensó
todo.
Oh,
sí.
Su
respiración
se
hizo
más
superficial.
Sus
piernas
temblaron.
Su
coño
se
apretó
alrededor
de
sus
dedos.
Aun
no,
cariño.
Disminuyó
la
velocidad
y
aligeró
su
toque.
***
Mierda,
la
iba
a
matar.
Ella
estaba
tan
cerca
de
correrse
que
cada
penetración
de
sus
dedos
subía
vertiginosamente
todo
más
y
más
alto.
Pero
se
estaba
moviendo
tan
despacio.
Sus
dedos
se
hundían
y
gradualmente
se
retiraban.
Con
la
otra
mano,
dibujaba
círculos
pausados
alrededor
del
clítoris
con
la
yema
de
un
dedo,
y
la
rígida
protuberancia
dolía
de
necesidad.
Ella
giró
la
cabeza
de
un
lado
a
otro
y
tiró
las
caderas
hacia
arriba.
Él
hizo
un
sonido
divertido.
Haciendo
un
esfuerzo,
ella
abrió
los
ojos
para
verlo
cómodamente
arrodillado
entre
sus
piernas...
jugando.
Él
alternaba
entre
mirar
su
coño
y
estudiar
su
rostro.
Cuando
se
encontró
con
su
mirada,
sus
ojos
azules
oscuros
estaban
encendidos
de
placer.
En
lugar
de
apresurarse
a
que
ella
tuviese
un
orgasmo
para
que
él
pudiese
tener
su
turno,
este...
Dom...
deliberadamente
la
estaba
atormentando.
Ella
intentó
estirar
la
mano
y
hacer
“algo”,
pero
no
pudo
moverse,
y
darse
cuenta
de
que
él
podía
continuar,
que
podía
hacer
lo
que
quisiera,
le
envió
una
onda
expansiva
que
la
atravesó
rápidamente.
Cuando
su
dedo
tocó
justo
encima
del
clítoris,
la
sensación
fue
tan
exquisita
que
cerró
los
ojos.
Él
se
rio
entre
dientes.
Un
segundo
después,
lo
sintió
moverse
y
su
lengua,
su
lengua
increíblemente
caliente
y
húmeda,
se
deslizó
en
círculos
alrededor
de
su
clítoris,
frotando
expertamente.
Oh,
madre
de
los
gatos.
Cuando
el
movimiento
de
empalamiento
de
sus
dedos
se
aceleró,
su
coño
se
cerró
con
fuerza
en
torno
a
él,
y
sus
músculos
se
contrajeron,
listos
para
entrar
en
acción,
tambaleándose
en
el
borde
del
precipicio.
—Eso
es,
cariño—murmuró
él.
Mientras
la
mantenía
firmemente
abierta,
sus
labios
se
cerraron
alrededor
del
clítoris,
y
su
lengua
se
frotó
sin
piedad
justo
encima.
Su
centro
apretó
sus
dedos
cuando
la
presión
aumentó
y
aumentó
hasta
llegar
a
un
glorioso
pico,
entonces
la
avalancha
se
liberó,
enviando
un
placer
que
la
estremeció,
aumentando
con
cada
espasmo
hasta
que
las
oleadas
imparables
de
pura
sensación
y
el
rugido
de
su
pulso
ahogaron
por
completo
todo
lo
demás.
Su
lengua
se
movió
sobre
ella,
trayéndola
suavemente
hacia
abajo,
sacándola
de
su
clímax.
Justo
cuando
ella
comenzaba
a
relajarse,
de
repente
él
le
chupó
el
clítoris,
de
manera
dura
y
feroz,
y
con
un
gemido
impotente,
ella
volvió
a
correrse.
Riendo,
se
levantó
de
la
cama.
Con
el
corazón
todavía
martilleando
como
una
pistola
de
clavos,
ella
logró
girar
la
cabeza
y
verlo
terminar
de
desnudarse
y
ponerse
un
condón.
Entonces
volvió
a
estar
entre
sus
piernas.
Sintió
su
antebrazo
al
lado
de
su
cabeza,
sus
piernas
entre
las
suyas,
su
polla
en
su
entrada.
Cerrando
los
ojos,
esperó
la
maravillosa
sensación
de
él.
—Mírame,
Mallory—le
dijo
con
voz
suave
como
el
humo.
Sus
párpados
se
levantaron
y
ella
levantó
la
cabeza
para
mirarlo.
—Tus
manos
todavía
están
atadas
a
la
cabecera,
mascota.
—Sus
labios
se
curvaron
ligeramente—.
Parece
que
todo
lo
que
puedes
hacer
es
tomarme.
Sentirme
mientras
te
lleno
con
mi
polla.
—Sus
claros
ojos
azules
se
encontraron
con
los
de
ella,
la
atravesaron
mientras
su
pene
entraba
en
ella,
lentamente,
estirándola
despiadadamente
a
medida
que
se
deslizaba
más
y
más
p q y
profundamente.
Su
mirada
la
mantuvo
atrapada,
reforzando
el
conocimiento
de
su
impotencia.
Cuando
estuvo
completamente
dentro,
se
mantuvo
allí,
y
todo
lo
que
ella
pudo
hacer
fue
mirarlo
mientras
su
interior
palpitaba
alrededor
de
su
dura
polla.
—Sí,
está
es
la
mirada
que
quería—dijo
él
suavemente.
Con
su
mano
dura
debajo
de
la
barbilla,
inclinó
la
cabeza
más
lejos
para
poder
tomar
sus
labios.
Ella
nunca
se
había
sentido
tan
indefensa
en
su
vida.
Nunca
se
sintió
tan
poseída.
Incluso
sin
que
él
se
moviera,
con
solo
el
conocimiento
de
su
control
sobre
todo,
su
excitación
se
encendió
nuevamente
hasta
que
se
estremeció
de
necesidad.
Él
lo
sabía.
Cuando
levantó
la
cabeza,
estaba
sonriendo
ligeramente.
Lentamente
comenzó
a
follarla,
empujando
más
rápido
y
girando
las
caderas
para
asegurarse
de
que
su
polla
se
frotara
contra
cada
parte
de
ella.
Con
cada
embiste,
su
pelvis
le
frotaba
el
clítoris
exquisitamente
sensible,
enviando
más
excitación
a
través
de
su
sistema.
***
Mientras
Sawyer
se
alejaba
con
Aquiles
en
su
regazo,
Mallory
lo
siguió
con
la
mirada.
Se
fue.
Ella
había
sido
descartada
nuevamente,
solo
que
esta
vez
era
peor.
Y
no
podía
estar
enojada.
Había
dejado
claro
que
no
quería
ninguna
relación
o
compromiso.
Ella
no
se
había
dado
cuenta
de
que
él
volvería
a
ser
frío.
Su
distancia...
dolía.
Kallie
le
puso
una
mano
en
el
hombro.
—¿Estás
bien?
No.
Realmente
no.
—Me
duele
un
poco
el
tobillo.
—Apartó
la
mirada
del
sendero
y
contuvo
el
aliento.
Anclándose
en
la
brillante
mañana,
dejó
que
la
angustia
se
moviera
a
través
de
ella
y
se
alejara,
como
una
ramita
que
se
menea
en
una
corriente
que
fluye
rápidamente—.
¿Quieres
desayunar?
—En
realidad,
te
traje
algo.
Becca
envió
panecillos
de
canela
con
órdenes,
de
que
te
permitas
un
poco
de
azúcar
y
harina
blanca.
Mallory
se
echó
a
reír.
—La
jefa
ha
hablado.
—Ella
tomó
con
una
mano
la
muleta
y
señaló
hacia
la
puerta—.
Comamos.
Kallie
negó
con
la
cabeza.
—No
puedo.
Tengo
un
grupo
corporativo
que
guiar
a
los
lagos
para
hacer
ejercicios
de
trabajo
en
equipo.
Simplemente
corrí
para
asegurarme
de
que
estuvieras
bien
y
traer
los
bollos.
—Levantó
la
bolsa—.
Déjame
poner
esto
en
tu
mesa.
Mallory
asintió
y
vio
a
su
amiga
desaparecer
dentro.
Cuando
Kallie
regresó,
ella
vaciló.
—Cállame
si
estoy
fuera
de
lugar,
pero
¿sabías
que
Sawyer
pasó
un
tiempo
en
la
prisión
de
aquí?
—Lo
sabía.
—Parecía
encontrarse
como
en
su
casa.
¿Como
si
hubiera
pasado
la
noche
en
tu
cama?
Mallory
sintió
que
le
ardían
las
mejillas.
—Hizo
todo
lo
posible
para
llevarme
al
médico
y
pasó
la
noche
para
asegurarse
de
que
estaba
bien.
Estaba
siendo
un
buen
vecino.
—Lo
cual
era
todo
lo
que
quería
ser.
El...
el
idiota.
—Oh.
Bueno.
—A
diferencia
de
Becca,
Kallie
no
era
del
tipo
de
luchar
por
más.
Ella
puso
su
brazo
alrededor
de
Mallory—.
Lo
siento.
Sé
que
es
el
hermano
de
A icus
y
probablemente
un
buen
tipo,
y
tú
eres
una
adulta.
Supongo
que
estoy
de
mal
humor.
Mallory
entrecerró
los
ojos.
Aunque
el
aura
de
Kallie
era
difícil
de
ver
a
la
brillante
luz
de
la
mañana,
una
oscuridad
infeliz
teñía
los
bordes.
—¿Qué
sucedió?—preguntó
Mallory
en
voz
baja.
—Oh,
Mal.
Alguien
irrumpió
en
Po ery
and
Pages
anoche
y
destruyó
un
montón
de
cristalería
de
la
señora
Reed.
Probablemente
porque
no
había
dinero
en
la
caja
registradora.
Mallory
se
tambaleó,
sintiendo
como
si
una
viga
hubiera
caído
sobre
ella.
—Oh,
no.
—Estoy
tan
enojada,
y
deseando
que
todos
los
desagradables
se
hubieran
ido
cuando
cerró
la
prisión.
No
quise
juzgar
a
tu
chico.
No
es
mi
chico.
El
saberlo
dolía.
La
mirada
de
Kallie
cruzó
el
valle.
—Éste
era
un
lugar
tan
seguro
para
crecer.
Las
personas
confiaban
unas
en
otras.
Y
ahora…
Ahora
había
drogas,
graffitis,
asaltos
y
robos.
—Lo
sé.
También
extraño
lo
que
teníamos.
—Los
recuerdos
de
Mallory
se
remontan
casi
tan
lejos
como
los
de
Kallie.
A
los
once,
había
comenzado
a
pasar
los
veranos
en
Bear
Flat
y
había
ido
a
la
escuela
aquí
durante
sus
años
de
secundaria
y
preparatoria—.
Pero
Sawyer
realmente
es
un
hombre
honorable.
—No
me
digas…
¿tiene
un
aura
bonita?
—La
tiene.
Los
colores
muestran
que
es
fuerte,
leal
y
valiente.
No
es
tan
sociable
como
tu
Jake,
no
es
naranja,
pero,
sin
embargo,
sus
auras
son
muy
parecidas.
—Ella
no
mencionaría
las
negras
vetas
de
dolor
de
Sawyer.
Kallie
resopló.
—Sabes
que
no
estoy
de
acuerdo
con
las
cosas
de
la
nueva
era.
Mallory
solo
sonrió.
—Está
bien,
nunca
te
he
visto
equivocarte
con
una
persona.
Él
podría
ser
el
primero,
¿sabes?
—Eres
tan
terca
como
Wya .
Tal
vez
incluso
Morgan.
Kallie
se
echó
a
reír.
—Ahora
solo
estás
siendo
cruel.
Bien,
Sawyer
es
un
buen
tipo,
y
ya
no
estaré
malhumorada.
—Volviendo
a
su
temperamento
habitual,
abrazó
a
Mallory
y
bajó
trotando
los
escalones
hacia
su
SUV.
Mientras
Mallory
la
observaba
alejarse,
suspiró
y
se
volvió
para
entrar
a
su
tranquila
y
solitaria
casa.
Capítulo
13
Casi
la
única
vez
que
Mallory
se
arrepentía
de
vivir
tan
lejos
en
el
campo
era
cerca
de
Samhain.
Cuando
ella
y
su
madre
vivían
en
San
Francisco,
decoraban
elaboradamente
su
pequeña
casa
para
los
numerosos
trucos
o
tretas
de
Halloween.
Aquí,
nadie
vería
las
decoraciones.
Aún
así,
tenía
sus
propios
rituales
y
decoraciones
para
marcar
el
cambio
de
las
estaciones,
incluso
si
era
la
única
en
disfrutarlos.
Después
de
que
terminó
de
atar
a
su
hombre
de
paja
a
la
cerca
del
jardín,
colocó
una
guirnalda
de
romero
en
su
cabeza.
Hecho
de
paja
y
plantas
marchitas,
el
Rey
del
Invierno
gobernaría
su
jardín
hasta
Beltane.
Ante
el
sonido
de
un
vehículo
que
subía
por
el
camino,
Mallory
se
puso
de
pie.
Un
minuto
después,
Becca
estacionó
y
salió
de
su
coche.
—¡Becca!
—Mallory
hizo
un
gesto
a
su
amiga
hacia
el
jardín—.
¿Viniste
de
visita
sin
traer
a
Ansel?
¿
—Él
y
su
padre
están
pintando
una
de
las
cabañas.
¿No
sería
eso
un
espectáculo?
Mallory
se
rio
por
lo
bajo.
—Estoy
segura
de
que
Ansel
será
un
ayudante
maravilloso.
Pobre
Logan.
—Ansel
tenía
poco
más
de
un
año
y
era
mandón.
Y
adorable.
Su
padre
era
tan
aterrador
que
incluso
los
leñadores
lo
evitaban,
pero
Logan
era
masilla
en
las
manos
de
su
pequeño
hijo.
Vestida
con
vaqueros,
una
camisola
y
una
camisa
de
franela
medio
abotonada,
Becca
se
abrió
paso
a
través
de
las
dos
puertas
del
jardín.
Cuando
Aslan
dejó
su
pequeño
parche
de
sol
para
inspeccionar
al
visitante,
ella
se
inclinó
para
acariciar
su
pelaje
dorado.
—Sabes,
nunca
te
he
preguntado
por
qué
tienes
dos
cercas
alrededor
de
tu
jardín.
—Por
los
ciervos.
—Mallory
se
arrodilló
junto
al
invernadero
de
plástico
en
forma
semicircular.
A
pesar
de
las
noches
heladas,
sus
verduras
para
ensalada
parecían
llenas
de
vida—.
Para
mantener
alejados
a
los
venados,
se
necesita
una
cerca
de
dos
metros
ochenta
o
dos
cercas
más
cortas.
No
pueden
evaluar
bien
la
distancia
y
no
saltarán
si
pueden
quedar
atrapados
en
el
medio.
—Ah.
Muy
astuto...
y
es
bueno
saberlo
si
alguna
vez
quiero
intentar
cultivar
rosas
otra
vez.
—Becca
se
acomodó
en
el
viejo
banco
de
madera,
se
apoyó
contra
la
cerca
e
inclinó
la
cara
hacia
el
cielo
azul—.
Es
bueno
tener
sol.
Después
de
un
momento
de
consideración,
Aslan
condescendió
a
instalarse
en
su
regazo
donde
podía
proceder
a
acariciarlo.
—El
sol
se
siente
bien.
—Mallory
cosechó
lechuga
romana
y
espinacas
para
su
ensalada
de
la
noche,
recogió
su
canasta
y
bajó
del
cantero
superior.
¿Quieres
unas
coles
de
Bruselas?
—Claro,
tomaré
un
puñado,
pero
no
más.
Logan
las
considera
repugnantes
mini‑coles.
Mallory
arrancó
una
pequeña
bola
verde
y
se
echó
a
reír.
—Qué
descripción
tan
perfecta.
—No
lo
alientes,
Mal.
Felizmente
prohibiría
todas
las
verduras
de
la
cocina.
—Con
la
sonrisa
desvaneciéndose,
Becca
la
miró
atentamente—.
¿Estás
lista
para
hablar
sobre
la
escena
que
hiciste
con
Sawyer
Ware?
Kallie
dijo
que
lo
vio
aquí
a
la
mañana
siguiente,
y
él...
Ah,
amigas.
Mallory
sabía
que
este
momento
llegaría.
Con
Serena
y
Missy
yendo
a
San
Francisco,
Kallie,
Sunny,
Gin
y
Becca
se
convirtieron
gradualmente
en
buenas
amigas.
Y
las
buenas
amigas
compartían.
—Lo
siento.
Debería
haberte
llamado
la
semana
pasada,
pero
no
estaba
segura
de
qué
decir.
No
estaba
lista
para
hablar
de
eso.
La
cara
de
Becca
se
ensombreció.
—¿Fue
una
mala
escena?
—Fue
maravillosa.
—Mallory
recogió
más
coles—.
Él
fue
maravilloso,
Becca.
Y
ese
es
el
problema.
—Suspiró,
pensando
en
su
voz
resonante,
sus
manos
poderosas
y
su
generosidad
en
la
cama—.
Me
dijo
con
toda
sinceridad,
de
antemano,
que
no
quiere
una
relación.
Sin
embargo,
¿durante
el
sexo?
Fue
asombroso.
—Oh.
—Becca
se
dejó
caer
contra
el
poste—.
Bueno,
hay
una
complicación.
Sabes,
sería
más
fácil
si
pudiera
odiar
al
hombre.
Mallory
sonrió.
Su
amiga
era
tan
protectora
como
su
esposo.
—Lo
sé.
Tenerlo
como
vecino
es
incómodo.
—Tenía
que
pasar
por
su
casa
todos
los
días.
Si
se
acostaba
tarde,
lo
oiría
irse
y
no
podría
evitar
preguntarse
quién
era
la
afortunada
mujer.
Si
se
sentaba
en
su
porche
delantero,
lo
veía
trabajando
en
sus
cercas
o
jugando
con
Aquiles.
No
podía
evitar
mirar,
y
su
corazón
se
animaría...
y
después
le
dolería.
Becca
frunció
el
ceño.
—De
todos
modos,
¿quieres
que
Logan
lo
golpee?
—Una
persona
tiene
derecho
a
decidir
lo
que
quiere,
o
no
quiere,
de
una
relación.
Fue
honesto
y
directo.
Me
entristece
que
no
quiera
más,
pero
no
puedo
culpar
a
su
carácter—dijo
suavemente
Mallory.
—Bien.
—Haciendo
un
pequeño
puchero,
Becca
se
tomó
un
minuto
para
acariciar
a
Aslan
con
ronroneos
bajos—.
Creo
que
la
siguiente
pregunta
es
si
disfrutaste
la
parte
BDSM
de
tu
noche.
Como
necesitabas
que
comprobara
como
estabas
estoy
asumiendo
¿bondage
y
tal
vez
algo
de
dolor?
¿O
te
gustó
solo
la
parte
de
Sawyer
y
el
sexo?
—Sabes,
es
un
poco
aterrador
entender
lo
que
me
estás
preguntando.
—Sintiendo
el
calor
de
sus
mejillas,
Mallory
se
movió
hacia
el
final
de
los
almácigos
para
sacar
algunas
remolachas—.
Tu
suposición
es
correcta,
y
lo
disfruté
todo.
Confié
en
él
para
cuidarme,
y
lo
hizo.
La
parte
BDSM
satisfizo
una
parte
de
mí
que
no
me
había
dado
cuenta
estaba
necesitando
algo.
No
sé
si
eso
tiene
sentido.
—Oh,
lo
tiene
totalmente.
—Becca
sonrió—.
Siempre
pensé
que
el
sexo
estaba
sobrevalorado
hasta
que
conocí
a
Logan,
y
él
se
volvió
todo
un
Dom
en
la
cama.
Todo
un
Dom.
Como
la
forma
en
que
la
voz
de
Sawyer
había
tomado
un
borde
de
férrea
autoridad.
Mallory
suspiró.
—Muy
bien,
entonces.
—La
mirada
de
Becca
se
encontró
con
la
de
Mallory—.
¿No
era
este
el
fin
de
semana
que
ibas
a
San
Francisco
a
ver
a
tus
amigas?
Mallory
asintió
con
la
cabeza.
—Mientras
estás
allí,
¿Quieres
visitar
un
club
BDSM?
Logan
y
yo
podemos
conseguirte
un
pase
de
invitada
a
Dark
Haven.
Con
el
pulso
acelerado,
Mallory
lo
consideró.
Había
escuchado
sobre
Dark
Haven.
Incluso
había
conocido
a
un
par
de
los
miembros
que
habían
asistido
a
las
fiestas
del
4
de
Julio
de
los
Masterson.
—Ir
sola
me
parece
un
poco
peligroso.
—Normalmente
no
lo
recomendaría,
pero
le
pediremos
a
Xavier
que
te
cuide.
—¿No
tendría
que...
hacer...
nada?
—No.
—Becca
sonrió
levemente—.
Es
bueno
ver
las
diversas
perversiones
y
dinámicas
de
poder.
Como
van
a
tener
una
noche
temática
de
Halloween,
tu
disfraz
debería
hacértelo
más
fácil.
Y
tendrás
una
idea
de
si
es
Sawyer
quien
te
atrae
o
simplemente
el
hecho
de
que
es
un
Dom.
Ir
a
un
club
BDSM.
Serena
pensaría
que
estaba
loca.
Mallory
soltó
una
carcajada.
Serena
estaría
en
lo
cierto.
—Por
supuesto.
Me
encantaría
ver
el
lugar.
***
El
viernes
por
la
tarde,
Sawyer
deambulaba
por
la
sala
de
recepción
de
Demakis
International
Security.
La
recepcionista,
una
mujer
mayor,
no
parecía
preocupada
por
su
inquietud.
Ahora
que
lo
pensaba,
un
negocio
de
seguridad
y
guardaespaldas
probablemente
tenía
muchos
clientes
incómodos.
Mientras
conducía
a
San
Francisco,
Sawyer
recordó
que
A icus
había
ayudado
a
rescatar
a
la
novia
de
un
agente
de
Demakis
International
llamado
DeVries.
Era
una
buena
apuesta
que
DeVries
sabría
dónde
encontrar
equipos
confiables
y
fáciles
de
ocultar.
Era
una
pena
que
no
hubiera
equipos
para
detener
un
crimen
antes
de
que
alguien
saliera
lastimado.
Sawyer
negó
con
la
cabeza.
Al
menos
la
anciana
que
había
sido
lastimada
anoche
iba
a
estar
bien.
Ante
una
mirada
preocupada
de
la
recepcionista,
Sawyer
se
dio
cuenta
de
que
sus
manos
se
habían
cerrado
en
puños.
Él
le
dirigió
una
sonrisa
tranquilizadora
y
la
vio
relajarse.
—¿Señor
Ware?
—Dos
hombres
entraron
en
la
sala
de
recepción.
Con
la
gracia
letal
de
un
artista
marcial,
el
que
había
hablado
era
un
hombre
musculoso
de
un
metro
ochenta
y
dos.
En
sus
cuarenta
y
tantos
años,
con
ojos
negros
y
cabellos
negros
veteados
de
plata,
estudió
a
Sawyer
por
un
momento
antes
de
extender
la
mano—.
Soy
Simon
Demakis.
¿El
propietario?
Dios
mío.
Sawyer
le
estrechó
la
mano
y
notó
los
nudillos
llenos
de
cicatrices
de
un
luchador.
—Encantado
de
conocerlo.
—DeVries—dijo
el
otro
hombre
con
voz
áspera
antes
de
estrechar
la
mano
de
Sawyer.
DeVries
era
un
par
de
centímetros
más
alto
que
Demakis,
tenía
el
pelo
corto
a
lo
militar,
como
el
de
Sawyer,
y
poseía
una
complexión
en
forma
y
una
postura
militar.
—El
hermano
de
A icus,
¿verdad?—dijo
DeVries—.
¿Te
apuñalaron
tratando
de
evitar
que
los
idiotas
se
llevaran
a
Gin?
—Sí.
La
atraparon
de
todos
modos.
—Había
fallado...
y
los
prisioneros
habían
capturado
a
ambas
mujeres.
—No
eres
Dios,
hombre—dijo
Demakis—.
Eran
seis
contra
uno,
y
sacaste
dos
de
ellos
del
medio.
—Malas
probabilidades—coincidió
DeVries—.
¿Querías
verme
acerca
de
conseguir
equipamiento?
—Ah,
sí.
—Sawyer
vaciló.
Hablar
con
DeVries
sobre
las
operaciones
contra
los
Aryan
Hammers
era
una
cosa,
discutir
las
tácticas
ilegales
frente
al
propietario
de
la
compañía
era
algo
completamente
diferente.
Por
el
brillo
en
los
ojos
de
Demakis,
lo
sabía.
—Hablemos
aquí
dentro.
—Lideró
el
camino
a...
maldición,
su
oficina.
Era
una
habitación
cómoda.
Las
paredes
color
crema
y
la
alfombra
estaban
equilibradas
por
un
escritorio
de
caoba
y
muebles
de
cuero
oscuro.
Pinturas
abstractas
ricamente
coloreadas
representaban
el
puente
Golden
Gate
y
el
horizonte
de
San
Francisco
al
atardecer.
En
lugar
de
establecer
una
distancia
detrás
de
su
escritorio,
Demakis
tomó
un
sillón
en
una
sala
de
estar
a
un
lado.
La
señora
Martínez
entró
con
una
cafetera
y
accesorios,
preguntó
las
preferencias
de
Sawyer
y
sirvió
a
todos
antes
de
desaparecer
en
silencio.
Hablando
sobre
ser
malcriado.
Sawyer
negó
con
la
cabeza...
y
se
dio
cuenta
por
las
cejas
enarcadas
de
Demakis
que
él
lo
había
visto.
—Lo
siento.
Estaba
pensando
que
estás
bien
atendido,
Demakis.
DeVries
se
echó
a
reír.
—Quieres
decir,
que
está
jodidamente
malcriado.
Tienes
razón.
La
sonrisa
del
dueño
mostró
que
no
se
había
ofendido.
La
risa
desapareció
de
su
rostro.
—La
última
vez
que
hablé
con
A icus,
estaba
contento
de
que
te
estuvieras
estableciendo
como
proveedor
del
negocio
de
guías
locales.
¿Cambiaron
tus
planes?
—Ah,
no,
estoy
trabajando
para
lograr
ese
objetivo.
—¿Esto
tiene
algo
que
ver
con
el
ataque
de
A icus?—preguntó
DeVries.
¿No
imaginó
que
DeVries
se
daría
cuenta?
Cuando
Sawyer
vaciló,
DeVries
frunció
el
ceño
ante
Demakis.
—Sabes,
jefe,
tenerte
aquí
está
obturando
la
información.
La
mirada
de
Demakis
sobre
Sawyer
era
incómodamente
perceptiva.
—Ware,
pongamos
las
cartas
sobre
la
mesa.
No
soy
policía.
Mi
empresa
no
infringe
la
ley.
Sin
embargo,
si
necesitas
equipo
para
evitar
que
A icus
vuelva
a
sufrir
daños,
me
gustaría
ayudar.
Si
esto
es
por
venganza,
estoy
fuera.
Sawyer
lo
consideró.
Después
de
tratar
con
prisioneros,
sumisas
y
rebeldes,
tenía
un
detector
de
mentiras
bien
desarrollado.
Estos
dos
eran
sinceros
y
podrían
ayudar.
—Está
bien,
esto
es
así...
—Pieza
por
pieza,
él
les
trazó
un
bosquejo.
Una
pandilla
violenta
empeñada
en
la
venganza.
Una
ciudad
abrumada
por
la
violencia.
Un
hermano
y
civiles
en
peligro.
Un
ex
convicto
que
no
podía
actuar
abiertamente,
pero
que
tenía
mucha
experiencia
en
operaciones
encubiertas.
—Suena
bastante
claro.
—DeVries
sonrió
lentamente—.
No
me
importaría
hacer
una
visita
y
echar
una
mano.
Ha
pasado
un
tiempo
desde
que
tuve
una
buena
pelea.
Sawyer
le
dirigió
una
mirada
dura.
—A icus
te
conoció
porque
tu
dama
había
sido
secuestrada.
Ya
ha
tenido
suficiente
trauma
en
su
vida.
DeVries
frunció
el
ceño.
—Él
tiene
un
punto,
Zander.
—Sonriendo,
Demakis
se
volvió
hacia
Sawyer—.
Sin
embargo,
mi
equipamiento
viene
con
una
estipulación…
nos
llamarás
si
tienes
problemas.
Tengo
amigos
en
Bear
Flat,
y
no
me
gusta
saber
que
están
en
riesgo.
¿De
acuerdo?
Sawyer
no
pudo
hablar
por
un
momento.
El
había
dejado
a
sus
hombres,
no
tenía
respaldo.
Estos
eran
hombres
con
los
que
podía
trabajar,
podía
confiar
en
ellos
para
que
cuidaran
sus
espaldas.
—De
acuerdo.
—Bien.
—Demakis
se
recostó,
café
en
mano—.
Hablando
de
otra
cosa,
A icus
también
mencionó
que
eres
un
Dominante.
Sawyer
apretó
la
mandíbula.
Su
práctica
de
BDSM
no
era
algo
que
compartía
con
otros.
—¿Cuándo
se
convirtió
mi
hermano
en
un
chismoso?
La
sonrisa
de
Demakis
brilló.
—Cuando
le
pregunté.
Tengo
la
impresión
de
que
vosotros
dos
compartisteis
la
mayoría
de
vuestros
pasatiempos.
—Dejó
la
taza
sobre
la
mesa—.
Zander
y
yo
pertenecemos
a
un
club
local
y
estaremos
allí
esta
noche.
¿Quieres
un
pase
de
invitado?
La
pregunta
fue...
inesperada.
Más
que
la
oferta
de
un
respaldo,
ésta
era
una
oferta
de
amistad.
—Sí.
Me
gustaría.
Capítulo
14
Ah,
solo
mírala.
La
cara
de
la
ninfa
estaba
sonrojada,
sus
labios
entreabiertos
y
estaba
dejando
escapar
suaves
gemidos.
Joder,
era
encantadora.
Había
olvidado
por
completo
que
estaba
en
un
lugar
público.
Bueno,
esto
podría
recordarle,
al
menos
por
un
momento
o
dos.
Después
de
colocar
un
condón
sobre
un
delgado
tapón
anal,
lo
lubricó
y
se
movió
entre
sus
muslos
separados.
—Tal
vez
no
te
guste,
Mallory,
pero
probémoslo
y
hablemos
de
tu
parecer
más
tarde.
Un
ceño
fruncido
apareció
entre
sus
cejas
cuando
él
acarició
su
clítoris
suavemente,
excitándolo
aún
más.
Ella
ya
estaba
empapada.
Él
masajeó
sus
nalgas
y
las
separó.
Usando
el
resbaladizo
tapón,
le
recorrió
el
ano.
Ella
jadeó,
y
el
anillo
de
músculos
se
cerró.
Sawyer
sonrió.
Simon
era
un
anfitrión
prudente,
el
juguete
anal
era
del
tamaño
más
pequeño.
No
lo
suficientemente
grande
como
para
que
ella
necesitase
ser
estirada.
Así
que
Sawyer
simplemente,
empujó
el
tapón
despiadadamente.
Ella
chilló
como
Aquiles
cuando
el
cachorro
se
cayó
del
reposapiés.
Sofocando
una
carcajada,
Sawyer
le
acarició
la
espalda,
dejándola
adaptarse.
—Esto
se
llama
tapón
anal.
Tu
culo
tiene
muchos
nervios,
y
esto
los
despierta.
Ella
se
retorció
infelizmente.
—Esos
nervios
estaban
perfectamente
felices
de
estar
dormidos,
gracias.
Él
soltó
una
risa.
Joder,
ella
era
algo.
Por
el
rabillo
del
ojo,
notó
a
Ethan
y
Simon.
Ambos
estaban
sonriendo
mientras
caminaban
hacia
la
siguiente
escena.
Con
la
cara
vuelta
hacia
la
pared,
Mallory
no
se
había
dado
cuenta.
Dándole
un
respiro,
rodeó
la
mesa,
le
dio
un
beso,
al
que
ella
todavía
se
entregó
generosamente,
y
usó
el
guante
de
vampiro
y
la
piel
de
conejo
en
la
espalda
hasta
que
volvió
a
relajarse.
Eso
no
duraría
mucho.
Tomó
el
dildo
de
silicona.
Delgado
y
largo,
tenía
finas
correas
en
la
base
que
lo
asegurarían
dentro
de
ella.
Después
de
envolverlo
con
un
condón,
empujó
el
pene
contra
su
coño
mojado
y
escuchó
que
su
respiración
se
detenía.
Ah
Probablemente
no
estaba
acostumbrada
a
que
tanto
su
culo
como
su
coño
estuvieran
llenos.
El
color
en
su
rostro
aumentó
a
un
rosa
embriagador,
y
cada
aliento
le
trajo
el
aroma
de
su
excitación
ligeramente
almizclada.
Lenta
pero
firmemente,
la
folló
con
el
dildo
varias
veces,
solo
por
diversión.
Lo
aseguró
en
su
lugar,
uniendo
las
correas
traseras
a
la
correa
de
la
cintura
sobre
su
espalda.
Las
correas
anteriores
se
engancharon
a
la
mesa
debajo
de
ella.
Él
le
dio
unas
palmaditas
en
su
meneante
culo
con
aprobación.
¿Era
una
palabrota
la
que
ella
acababa
de
usar?
Levantando
una
pluma
de
la
mesa,
él
sonrió.
Atormentaría
la
parte
superior
y
dejaría
que
la
parte
inferior
se
cocinara
a
fuego
lento
un
poco.
Torturar
a
una
pequeña
sumi,
¿había
algo
más
divertido?
Después
de
otra
ronda
lenta
de
juego
de
sensaciones,
ella
estaba
respirando
rápido,
obviamente
desesperada
por
más.
Sí,
maldición
ella
iba
a
conseguir
mucho
más.
Él
se
hincó
sobre
una
rodilla,
donde
él
y
Ethan
habían
colocado
la
varita
Hitachi
cubierta
por
un
condón,
en
las
abrazaderas
debajo
del
banco.
Levantó
el
brazo
metálico
hasta
apenas
rozar
el
clítoris
de
Mallory.
Trabándolo
en
el
lugar,
encendió
el
vibrador
en
la
velocidad
más
baja.
—¡Aaaah!
—Ella
trató
de
levantar
su
trasero,
bajarlo,
retorcerse.
Con
el
control
a
distancia
en
la
mano,
Sawyer
regresó
a
la
cabecera
de
la
mesa.
—Eso
debería
evitar
que
te
sientas
descuidada...
mientras
me
toca
el
turno.
Qué
hermosos
ojos
verdes,
aunque
estaban
un
poco
aturdidos
en
este
momento.
—¿Qué?
Él
se
desabrochó
el
pantalón
y
liberó
su
polla.
—Quiero
tu
boca,
mascota.
Sus
labios
formaron
una
O,
y
para
su
deleite,
la
excitación
aumentó
en
sus
ojos.
—Sí,
señor.
Aquí
había
una
mujer
a
la
que
le
gustaba
dar
mamadas.
¿Podría
ser
más
perfecta?
Cuando
su
boca
se
abrió,
él
la
alimentó
con
su
polla,
sintiendo
un
estallido
ante
el
calor
envolvente.
Él
solo
le
dio
unos
centímetros
para
que
pudiera
deleitarse
con
la
sensación
de
su
lengua
húmeda
haciendo
círculos
en
la
punta.
Sus
labios
se
cerraron
firmemente
justo
debajo
del
glande.
Ella
soltó
un
bajo
—Mmmm.
Lentamente,
él
avanzó,
ella
relajó
la
garganta
y
lo
tomó
hasta
la
empuñadura.
Dios
mío,
ella
se
sintió
increíble.
Cuando
tragaba,
su
garganta
se
apretaba
alrededor
de
la
punta.
Ella
deliberadamente
le
estaba
dando
aún
más
placer.
Los
ojos
masculinos
casi
estaban
en
blanco.
No
Me.
Puedo.
Correr.
Ahora.
Inspiró
lentamente
y
se
retiró
para
controlarse.
—Eres
buena
en
esto,
cariño.
El
placer
iluminó
sus
ojos.
—Supongo
que
toda
esa
lectura
dio
su
fruto.
Recordando
el
estante
de
libros
BDSM,
él
se
rio.
Sí,
podía
verla
investigando
cómo
complacer
a
un
hombre.
—Me
encantan
los
ratones
de
biblioteca.
—Estando
restringida,
no
podía
moverse
mucho...
ese
era
el
punto
...
así
que
lentamente
volvió
a
empujar
hacia
adentro.
Meciendo
sus
caderas,
le
folló
la
boca
suavemente
y
observó
su
respuesta.
Por
el
meneo
de
sus
caderas,
el
vibrador
obviamente
la
tenía
cerca
de
correrse,
sin
embargo,
estaba
chupando
y
lamiendo
su
polla
con
entusiasmo
cuando
él
se
lo
permitió.
Su
deleite
dando
mamadas
era
evidente.
De
acuerdo,
entonces.
Envolvió
su
cabello
alrededor
del
puño,
inmovilizando
su
cabeza
por
completo,
y
aumentó
sus
embestidas.
***
Ella
no
podía
hacer
nada.
Las
sensaciones
la
invadieron,
la
mano
se
apretó
en
su
cabello,
atrapándola.
Su
polla
le
estaba
llenando
su
boca.
Sus
pinzados
pezones
palpitaban.
La
correa
de
la
cintura
la
mantenía
inmóvil.
Estar
tan
indefensa
era
devastador.
Y
maravilloso.
El
mundo
entero,
incluso
el
aire,
borbollaba
con
excitación.
Mientras
el
enorme
vibrador
zumbaba
contra
su
clítoris,
su
coño
y
ano
se
contraían
alrededor
de
los
juguetes
empalándola.
Todo
su
cuerpo
se
estaba
convirtiendo
en
un
nervio
gigante
y
tembloroso.
Y
su
polla
era
tan
caliente,
tan
gruesa.
Ella
trazó
las
venas
con
su
lengua,
chupando
suavemente,
y
aspiró
su
masculino
aroma.
Para
su
decepción,
él
se
apartó
y
le
soltó
el
pelo.
Su
mirada
capturó
la
de
ella,
de
un
azul
tan
intenso.
—Voy
a
terminar
dentro
de
ti,
mascota,
y
voy
a
tomarte
duro.
Con
el
tapón
todavía
en
el
culo.
Una
ola
de
calor
la
atravesó,
y
el
sonido
que
escapó
de
ella
sonó...
codicioso.
Él
se
rio
y
la
besó
suavemente
antes
de
caminar
hacia
el
lado
del
banco,
haciendo
una
pausa
para
juguetear
con
la
pinza
del
pezón
y
aumentar
el
latido
doloroso
en
su
pecho.
Ella
escuchó
el
sonido
de
un
envoltorio
de
condón,
y
muy
lentamente,
él
retiró
el
dildo
de
su
coño.
Hubo
una
presión
en
su
entrada,
y
él
apenas
se
empujó
dentro.
Oh,
su
polla
se
sentía
tan
diferente
al
dildo.
Más
gruesa.
Más
caliente,
como
hierro
candente.
Entonces,
con
una
estocada
dura
y
despiadada,
entró
en
ella.
Madre
de
los
gatos.
Con
su
gruesa
polla
y
ese
tapón
anal,
todo
estaba
demasiado
lleno.
Ella
se
congeló,
temerosa
incluso
de
moverse
mientras
su
mitad
inferior
latía
alrededor
de
las
intrusiones.
Su
pecho
estaba
contra
su
espalda
y
él
se
agachó
para
jugar
con
las
pinzas
de
los
pezones.
La
presión
sobre
el
izquierdo
desapareció.
Él
le
había
quitado
la
pinza,
se
dio
cuenta
un
segundo
antes
de
que
la
sangre
volviera
a
fluir
hacia
el
maltratado
tejido.
—¡Aaaah!
—Dolía...
pero
no
tanto.
La
sensación
era
tan
caliente
como
el
fuego,
pero
dulce,
una
lluvia
líquida
de
sensaciones.
Ella
inspiró,
y
después
de
un
minuto
el
dolor
disminuyó.
—Esa
es
una
buena
chica—murmuró,
besó
su
hombro...
y
quitó
la
pinza
derecha.
Por
el
bufido
de
los
gatos.
Dolía.
No
dolía.
De
manera
desconcertante,
mientras
sus
pezones
latían
con
glorioso
dolor,
también
lo
hizo
su
clítoris.
Bajo
su
peso,
ella
se
retorció
cuando
cada
nervio
de
su
cuerpo
chisporroteó
de
excitación.
De
repente,
el
vibrador
en
su
coño
se
aceleró,
golpeando
con
fuerza
contra
su
clítoris
hinchado.
Sus
músculos
se
tensaron;
sus
entrañas
se
contrajeron
con
fuerza.
—Ah,
ah,
ahhhh.
Él
se
condujo
duro
una
vez,
dos
veces.
Todo
dentro
de
ella
se
contrajo
y
estalló.
La
ardiente
sensación
la
recorrió,
hirviendo
por
las
venas,
cantando
sobre
sus
nervios.
Ella
se
sacudió
alrededor
de
su
gruesa
polla
invasora,
y
aún
más
oleadas
de
placer
la
sacudieron.
Cuando
él
apagó
el
vibrador,
su
cuerpo
simplemente
se
quedó
sin
fuerzas.
Él
se
estaba
riendo,
ella
se
dio
cuenta...
finalmente...
pero
él
no
se
había
corrido,
y
su
polla
aún
estaba
pesada
y
dura
dentro
de
ella,
moviéndose
suavemente
mientras
ella
se
relajaba.
Pero,
oh,
se
sentía
bien.
Poco
a
poco,
aumentó
su
velocidad.
Sus
manos
agarraron
sus
caderas,
sosteniéndola
firmemente.
Podía
sentir
sus
muslos
frotándose
contra
el
interior
de
los
de
ella,
escuchar
el
sonido
húmedo
de
su
polla
entrando
en
ella.
Tan
erótico,
tan
controlado
y
firme.
—Dios
mío,
ninfa,
te
sientes
increíble.
—Él
meneó
las
caderas,
golpeando
cada
nervio
dentro
de
ella—.
Me
gusta
ver
tus
pezones
rojos
y
brillantes
por
las
pinzas.
Mis
mordiscos
en
tu
cuello.
Todo
lo
que
mencionó
excitó
esas
áreas
nuevamente.
—Me
gustas
con
un
tapón
en
el
culo
y
sentir
lo
apretada
que
estás
alrededor
de
mi
polla.
Y
podía
sentirlo
dentro
de
ella,
tan
caliente
y
duro
como
el
acero.
—Me
gusta
atarte
y
posicionar
tu
coño
para
que
seas
fácil
de
follar.
Me
gusta
saber
que
no
puedes
moverte
de
donde
te
pongo.
De
alguna
manera,
las
correas
sobre
sus
antebrazos
y
tobillos
parecieron
tensarse.
La
restricción
de
la
cintura
la
inmovilizó,
obligándola
a
tomar
lo
que
él
le
dio.
Ella
no
pudo
evitar
menearse
contra
eso.
Tirando
de
las
correas.
Inmovilizada.
Impotente.
La
mesa
pareció
caer
unos
centímetros.
—Me
gusta
saber
que
puedo
hacer
que
te
corras
nuevamente,
lo
quieras
o
no.
—Antes
de
que
ella
pudiera
reaccionar,
el
vibrador
en
su
clítoris
se
reactivó,
más
fuerte
y
más
rápido.
Su
polla
presionó
de
nuevo,
tomándola
implacablemente.
—Y
me
encanta
estar
dentro
de
ti.
Su
coño
se
apretó
con
el
exquisito
tormento
cuando
la
excitante
presión
aumentó
dentro
de
ella
nuevamente.
De
repente,
el
tapón
anal
se
movió,
y
ella
se
sacudió
en
estado
de
shock.
Tirando
y
retorciendo
el
tapón,
estaba
forzando
a
esos
nervios
a
una
chisporroteante
conciencia.
Mientras
jugaba
con
el
tapón,
él
retiró
su
polla
lentamente.
Cuando
el
vibrador
zumbó
fuerte,
su
clítoris
se
tensó
y
hormigueó.
Toda
el
área,
desde
su
culo
hasta
su
coño,
palpitaba
y
estaba
tan
sensible
que
cada
movimiento
del
tapón
la
empujaba
más
cerca.
Su
respiración
se
detuvo,
cada
músculo
se
tensó
con
anticipación,
mientras
estaba
suspendida
sobre
el
borde.
Entonces
la
embistió
con
su
enorme
polla.
Su
coño
se
cerró
con
fuerza
alrededor
de
él,
con
espasmos
de
placer...
y
la
sensación
corriendo
por
sus
venas
fue
como
la
inundación
de
los
arroyos
en
la
primavera,
un
rugido
increíble
de
placer
que
no
se
detenía.
Sus
manos
se
apretaron
sobre
sus
caderas,
y
él
se
hundió
profundamente,
llegando
al
clímax
con
ella,
y
cada
sacudida
de
su
polla
la
hizo
apretarse
en
torno
a
ésta
con
más
fuerza.
En
algún
lugar
del
espacio,
podía
sentir
sus
manos
moviéndose
sobre
ella,
pero
las
inundaciones
de
la
primavera
la
habían
soltado,
y
estaba
flotando,
cabalgando
sobre
el
agua
ondulante
río
abajo
hacia
donde
desembocaba
en
un
océano
interminable.
***
Después
de
limpiar
a
su
pequeña
sumi
atontada,
a
sí
mismo
y
al
equipamiento,
Sawyer
se
colgó
el
bolso
de
juguetes
sobre
el
hombro
y
levantó
a
Mallory.
Cruzando
el
área
de
la
mazmorra,
se
dirigió
a
la
tranquila
esquina
de
cuidados
posteriores
con
sus
luces
más
tenues
y
sillas
más
cómodas.
Se
sentó,
colocó
a
Mallory
en
su
regazo
y
envolvió
la
manta
a
su
alrededor.
Parpadeando,
ella
miró
a
su
alrededor.
—¿Dónde
estamos?
—En
un
lugar
tranquilo
para
recuperarse.
—Le
apartó
los
mechones
de
cabello
húmedo
de
la
cara
y
le
quitó
las
hojas
que
colgaban
de
su
cabello—.
Pareces
una
ninfa
completamente
depravada.
—Mmm.
Hiciste
un
trabajo
muy
minucioso
de
depravación.
Bebiendo
en
su
sonrisa,
le
acarició
la
mejilla.
—¿Qué
te
pareció
la
escena?
Ella
se
sonrojó.
—Yo...
mmm...
me
corrí.
Me
gustó
mucho
¿No
te
diste
cuenta?
—Claro.
—Él
pasó
un
dedo
desde
lo
alto
de
su
pómulo
hasta
la
comisura
de
su
boca.
Tan
jodidamente
suave.
El
pliegue
al
lado
de
su
boca
era
una
arruga
de
risa.
Sí,
ella
se
reía
mucho
más
de
lo
que
fruncía
el
ceño.
Después
de
un
segundo,
se
dio
cuenta
de
que
necesitaba
explicarse
más
detalladamente.
—No
es
difícil
hacer
que
una
mujer
se
corra,
ninfa.
Una
escena
BDSM
es
más
que
solo
sexo,
ni
siquiera
se
tiene
que
tener
sexo,
de
hecho.
Una
escena
debe
empujar
algunos
límites,
aumentar
la
confianza,
revelar
un
poco
más
sobre
el
Dom
y
el
sumiso.
Sacudir
un
poco
el
mundo.
—Oh.
—Sus
ojos
verdes
todavía
estaban
ligeramente
vidriosos—.
Creo
que
lo
lograste
todo.
Me
enseñaste
más
de
lo
que
me
gusta
que
lo
que
aprendí
en
treinta
años.
—Es
bueno
saberlo.
Ella
empujó
la
manta
hacia
atrás
lo
suficiente
como
para
presionar
su
palma
contra
su
mejilla.
—Tienes
más
paciencia
de
lo
que
esperaba
y
más
determinación.
No
me
pisoteaste,
sin
embargo...
tampoco
me
dejaste
retroceder.
Aun
así,
sabía
que
honrarías
mi
palabra
de
seguridad
si
la
usaba.
Ella
lo
miró
vacilante.
—¿Hubo
algo
más
que
podría
haber
hecho...
por
ti?
Alguien
que
quería
dar
más
que
recibir.
Una
sumisa
atenta.
Maldición,
ella
tiró
de
su
corazón.
Él
levantó
su
mano
y
le
besó
la
palma.
—Estaba
completamente
satisfecho,
cariño.
No,
eso
no
era
suficiente.
Ella
merecía
el
tipo
de
respuesta
que
él
le
exigiría.
—Me
encantó
estar
contigo,
tus
respuestas
fueron
honestas
y
hermosas.
¿Y
para
mi
propio
placer?
Tienes
una
gran
boca,
y
espero
disfrutarla
de
nuevo.
—Él
le
pasó
el
dedo
por
los
labios—.
Ya
sabía
que
me
gustaba
estar
dentro
de
ti.
Una
de
mis
perversiones
es
lo
mucho
que
me
gusta
follar
a
una
mujer
que
está
atada,
especialmente
cuando
se
corre
estando
amarrada
tanto
como
tú.
El
color
aumentó
en
su
rostro.
Él
le
pasó
el
dedo
sobre
la
mejilla
para
ver
si
la
temperatura
de
su
piel
también
aumentó.
Y
sonrió
porque
lo
hizo.
—Descubrir
lo
que
te
gusta
y
probar
tus
respuestas
fue
simplemente
divertido.
Presionarte
para
que
tomes
un
poco
más...
eso
satisface
al
Dom
en
mí.
—Lo
siguiente
no
fue
tan
fácil;
no
obstante,
sacó
las
agallas
para
exponerlo—.
Conoces
mi
pasado…
y
que
todavía
estoy
involucrado
con
la
violencia.
Sus
ojos
estaban
muy
abiertos
y
claros.
—Que
confíes
en
mí
de
todos
modos
significa
jodidamente
todo.
—Oh,
Sawyer.
—Ella
se
giró
para
rodearlo
con
los
brazos—.
No
estás
luchando
porque
lo
disfrutas,
sino
para
salvar
a
los
demás.
—
Bajó
la
cabeza
y
levantó
los
labios
para
besarlo.
Sus
labios
eran
suaves.
Dadivosos.
Hacia
unos
minutos,
cuando
la
había
llevado
a
través
de
la
habitación,
ella
cerró
los
ojos
y
se
acurrucó
más
cerca.
Confió
en
él.
Dios
mío,
ella
lo
estaba
destruyendo.
—Eres
mi
héroe,
Sawyer
Ware.
Y
te
amo—susurró
ella
contra
sus
labios,
Las
palabras
rompieron
sus
defensas
y
se
deslizaron
en
su
alma
como
el
cuchillo
más
afilado.
—No
puedes.
No.
—¿Qué
demonios
había
hecho?—.
Yo
no
soy...
No
me
conoces.
No,
Mallory,
no
te
hagas
esto.
Él
inspiró
trémulamente.
—Cariño,
sentir...
afecto...
por
un
Dom
es
muy
común
después
de
una
escena.
Realmente
no
me
quieres
así.
—Idiota,
te
amaba
antes
de
hoy.
Todo
lo
que
hizo
la
escena
fue
aflojar
mi
lengua,
así
que
lo
dije
a
bocajarro.
Ella
inclinó
la
cabeza,
mirándolo
a
la
cara,
y
sus
labios
se
curvaron.
—Oh,
Sawyer,
el
amor
es
simplemente
un
sentimiento,
no
un
intercambio
de
regalos
de
navidad.
Al
igual
que
el
calor
del
sol,
simplemente
existe
y
no
desaparecerá...
incluso
si
el
destinatario
protesta.
Él
la
miró
fijamente.
Ella
lo
amaba.
Su
revelación
lo
obligó
a
descubrir
que
él
no
quería...
darse
cuenta
de
que
la
amaba.
Oh,
joder.
Él
lo
sabía.
Sin
embargo,
las
palabras
no
vendrían.
Burbujearon
profundamente
en
su
pecho,
bloqueados
por
años
de
guerra
y
la
gruesa
puerta
de
su
celda
de
concreto.
—Mallory…
Cuando
ella
inclinó
la
cabeza
y
lo
miró
con
esos
ojos
sabios
y
transparentes,
no
vio
a
una
mujer
joven,
sino
a
una
de
eones,
que
poseía
la
fuerza
inquebrantable
de
una
montaña
y
la
paciencia
de
las
estrellas.
—¿Vas
a
alejarte
de
nuevo,
Ware?
—Joder,
no.
—Las
palabras
salieron
de
sus
profundidades.
Él
apretó
sus
brazos
alrededor
de
ella,
sosteniéndola
como
si
pudiera
fundirla
en
su
cuerpo.
A
la
postre,
la
escuchó
jadeando…
y
riendo.
—Lo
siento,
ninfa.
—Después
de
aligerar
su
abrazo
y
sentarse,
sonrió.
Su
manta
se
había
caído,
desnudándola
hasta
la
cintura.
Sus
pezones
todavía
estaban
rojos
por
las
pinzas,
sus
senos
altos
e
hinchados.
¿Qué
hombre
podría
resistirse
a
disfrutar
de
la
dulce
vista?
Cuando
su
mirada
siguió
la
de
él,
tuvo
el
placer
de
ver
el
rosa
subir
desde
sus
senos.
Levantó
la
manta
con
una
expresión
de
reproche
que
habría
sido
apropiada
en
una
escuela
del
siglo
XIX.
—Para
alguien
que...
—Se
interrumpió
al
ver
a
Xavier,
Abby
y
Ethan.
Incapaz
de
pararse,
Sawyer
sonrió
para
mostrar
que
no
estaban
interrumpiendo
una
sesión
de
cuidados—.
Mallory,
ésta
es
Abby,
la
esposa
y
sumisa
de
Xavier,
y
profesora
de
sociología
universitaria.
Abby,
te
presento
a
Mallory,
una
contratista
general
de
Bear
Flat.
Ésta
es
su
primera
vez
en
una
mazmorra.
De
estatura
y
peso
mediano,
la
profesora
tenía
la
piel
pálida
e
impecable,
cabello
rubio
corto
y
esponjoso
y
ojos
grises.
Al
lado
del
color
oscuro
y
el
tamaño
de
los
nativos
americanos
de
Xavier,
parecía
una
frágil
muñeca
de
porcelana.
—Bienvenido
a
Dark
Haven,
Mallory.
Espero
que
estés
disfrutando
de
tu
visita.
Mallory
sonrió.
—Lo
hago,
aunque
todavía
estoy
un
poco
abrumada.
—Oh,
entiendo.
—Con
una
sonrisa,
Abby
agregó—.
Mi
primera
noche
aquí,
me
presentaron
a
Xavier.
Un
minuto
después,
él
me
dijo:
Necesito
tus
senos
por
unos
minutos.
Casi
me
largo
del
lugar
en
ese
momento.
El
sonido
que
hizo
Mallory
fue
entre
un
resoplido
y
una
risita
cuando
miró
a
Xavier
y
le
dijo
a
Abby:
—¿Creerías
que
tuve
la
misma
reacción
cuando
lo
conocí?
Los
labios
de
Xavier
se
retorcieron.
Sawyer
señaló
a
las
sillas
cercanas.
—¿Te
gustaría
unirte
a
nosotros?
—Estaríamos
encantados.
—Xavier
tomó
una
silla
y
tiró
de
Abby
sobre
su
regazo.
—Gracias,
no—dijo
Ethan—.
Vine
a
ver
si
tenías
alguna
pregunta
o
inquietud.
Simon
se
fue
y
dijo
que
te
dijera
que
estaría
en
contacto.
Sawyer
hizo
un
gesto
hacia
el
bolso.
—Por
favor,
hazle
saber
que
aprecio
el
préstamo.
Todos
los
juguetes
fueron
cubiertos
con
condones
durante
su
uso
y
limpiados
después.
—Se
lo
haré
saber.
Una
hermosa
sumisa
morena
trotó
hasta
el
área
de
cuidados
posteriores
y
se
detuvo.
Cuando
Ethan
levantó
las
cejas
hacia
ella,
soltó:
—Sir
Ethan,
mi
Dom
tiene
preparadas
las
cosas
para
el
juego
de
cera.
¿Puedes
venir
y
ayudar?
—Por
supuesto,
muñeca.
—Agarró
el
bolso
de
juguetes
y
asintió
con
la
cabeza
a
Sawyer—.
Ustedes
se
ven
bien
juntos.
Ha
sido
un
placer.
Mientras
se
alejaba,
Mallory
frunció
el
ceño.
—¿Él
está
bien?
Su
aur...
ah,
parecía
triste.
Xavier
inclinó
la
cabeza.
—Eres
muy
perceptiva.
Él
tuvo
un
recordatorio
de
alguien
que...
perdió.
—Su
expresión
ilegible
no
dio
más
pistas.
Pérdida.
Acariciando
con
la
nariz
el
cabello
de
Mallory,
Sawyer
sintió
una
punzada
de
lástima
por
el
otro
Dom.
Maldición,
solía
olvidar
lo
afortunado
que
era.
Tenía
hermanos
que
serían
leales
hasta
la
muerte.
Nuevos
amigos,
incluido
uno
que
se
metía
en
peleas
callejeras
con
él
y
otros
que
lo
arrastraron
a
clubes
BDSM.
Y
tenía
una
mujer
fuerte
e
increíble
que
dijo
que
lo
amaba.
Como
si
pudiera
ver
sus
pensamientos,
Mallory
lo
abrazó
antes
de
preguntarle
a
los
otros
dos:
—He
leído
que
los
sumisos
a
menudo
llaman
a
sus
Doms,
señor.
¿Es
normal
usarlo
como
título?
Sir
Ethan.
Abby
rio.
—En
su
caso,
es
un
título
real.
Uno
de
sus
sumisos
descubrió
que
es
un
baronet,
y
en
Inglaterra
se
llama
Sir
Ethan.
Ella
comenzó
a
llamarlo
Sir
Ethan,
y
ahora
todos
lo
hacen.
—Abby
le
sonrió
a
Xavier
—.
Prefiero
disfrutar
llamándote
Mi
Señor.
Ante
el
sonido
exasperado
de
Xavier,
Sawyer
sonrió.
—Me
hace
sentir
agradecido
de
no
pertenecer
a
un
club.
Ningún
maldito
título
para
mí.
Pero
cuando
miró
a
Mallory,
la
travesura
brillaba
en
sus
ojos
antes
de
susurrar:
—Te
amo...
mi
capitán.
La
primera
parte
de
su
declaración
lo
llenó
de
calidez.
De
placer
y
gratitud
indescriptible.
No
merecía
su
amor,
pero,
maldición,
él
lo
quería.
Después
de
un
segundo,
consideró
sus
últimas
dos
palabras.
¿Mi
capitán
después
de
haber
dicho
que
no
le
gustaban
los
títulos?
Estaba
empezando
a
parecerle
que
tenía
una
malcriada
en
sus
manos.
A
fin
de
cuentas,
le
gustaban
las
malcriadas.
Las
lindas
como
la
que
sostenía
en
sus
brazos.
—Mi
ninfa,
no
pensé
que
te
gustara
que
te
zurraran.
¿O...?
—
susurró
él.
Ella
solo
se
rio
de
su
amenaza.
Estoy
tan
jodido.
Capítulo
15
El
martes
por
la
tarde,
Sawyer
trabajaba
para
reemplazar
los
boxes
en
su
establo.
Era
el
primero
de
noviembre
y
el
otoño
había
pasado
volando.
Con
un
golpeteo
de
patas,
Aquiles
entró
corriendo
por
la
puerta
abierta
del
establo
y
dejó
caer
un
palo
a
los
pies
de
Sawyer.
—La
siesta
terminó,
¿eh?
Ayer
y
hoy,
en
la
pradera
de
los
Masterson,
el
cachorro
había
ejercitado
su
peludo
trasero
tratando
de
arrear
el
ganado
y
los
caballos,
mientras
Sawyer
cuidaba
del
ganado.
Era
bueno
que
el
perro
quisiera
ayudar.
Sin
embargo,
todo
ese
entusiasmo
era
agotador
de
ver.
Sonriendo,
Sawyer
arrojó
el
palo
por
la
puerta
abierta.
Aquiles
corrió
tras
él,
no
tropezando
del
todo.
El
cachorro
estaba
creciendo
rápidamente
y
experimentaba
toda
la
torpeza
que
conllevaba
tener
patas
demasiado
grandes.
Sawyer
conocía
el
sentimiento.
Cuando
era
niño,
se
había
tropezado
con
sus
propias
botas
con
tanta
frecuencia
que
su
padrastro,
Reuben,
lo
había
etiquetado
como
torpe
e
inútil.
Al
menos
la
reputación
de
Sawyer
de
ser
descoordinado
significaba
que
Reuben
nunca
se
dio
cuenta
de
la
frecuencia
con
la
que
Sawyer
tiraba
las
cosas
a
la
mierda
para
desviar
el
castigo
de
Héctor.
Un
imbécil
borracho,
Reuben
no
había
sido
la
bombilla
más
brillante
de
la
lámpara.
Había
odiado…y
respetado
al
A icus
sociable
y
atlético.
Seguro
que
nunca
entendió
el
gusto
de
Sawyer
por
la
soledad
y
los
caballos.
Formado
por
una
infancia
interesante.
Después
de
experimentar
los
puños
de
Reuben
cuando
era
niño,
encontró
que
el
entrenamiento
SERE
de
los
SEALs
(Supervivencia,
Evasión,
Resistencia
y
Escape)
presentaba
menos
desafío
de
lo
que
había
previsto.
Aquiles
regresó
trotando
con
el
palo,
la
cola
levantada
con
orgullo.
Sawyer
se
lo
arrojó
de
nuevo
y
se
produjo
otra
persecución.
Necesitando
un
descanso,
se
dirigió
a
la
cabaña.
Tiempo
de
más
café.
Anoche,
después
de
dejar
a
Mallory
caliente
y
saciada
en
su
cama,
había
pasado
una
hora
deslizándose
debajo
de
cada
vehículo
de
los
Aryan
Hammers
para
conectar
los
dispositivos
de
rastreo
GPS
que
había
recibido
de
Simon.
Si
la
pandilla
usaba
sus
coches,
sabría
cuándo
salían
por
la
noche.
Todos
los
datos
eran
enviados
a
su
teléfono,
lo
que
haría
sonar
una
alarma
cuando
llegara
una
notificación.
Con
el
monitoreo
instalado,
tal
vez
podría
ponerse
al
día
con
el
sueño...
y
tener
más
tiempo
con
Mallory.
En
la
cama.
Dios
mío,
los
pequeños
sonidos
que
hacía
justo
antes
de
llegar
al
clímax
eran
suficientes
para
volverlo
loco.
Cuando
se
corría,
quería
comenzar
todo
de
nuevo
otra
vez.
Esta
mañana,
se
había
despertado
primero
y
la
observó
dormir.
La
observó
despertarse
lentamente.
Cuando
lo
vio,
sus
ojos
se
habían
calentado
y
había
sonreído.
Sí,
su
corazón
había
dado
un
puto
vuelco
en
el
pecho.
Ella
realmente
lo
amaba.
Se
merecía
a
alguien
mejor
que
él.
Pero...
ella
lo
amaba
a
él,
y
él
había
renunciado
a
convencerla
de
su
tonta
elección,
porque,
joder,
la
deseaba
tanto.
Estar
con
ella
era
como
encontrar
el
verano
después
de
una
eternidad
de
tormentas
invernales.
Demonios,
solo
pensar
en
ella
lo
ponía
duro.
Se
detuvo
en
medio
del
patio
y
se
acomodó.
Aunque
su
misión
no
había
terminado
y
no
debía
permitirse
distraerse,
el
final
del
juego
se
acercaba.
No
quedaban
muchos
Hammers
en
Bear
Flat.
Cuando
sus
números
decreciendo
alcanzaran
cierto
punto,
no
podrían
permitirse
el
lujo
de
quedarse.
Una
vez
que
la
pandilla
dejara
la
ciudad,
Sawyer
podría
vivir
una
vida
normal.
Dirigir
su
servicio
de
provisión
de
infraestructura.
Criar
y
entrenar
caballos.
Ayudar
a
Mallory
con
su
jardín.
Enseñarle
a
Aquiles
a
ser
un
buen
perro
ganadero.
Él
podría
ser
parte
de
esta
ciudad,
y
con
Mallory
a
su
lado
y
A
a
sus
espaldas,
no
había
nada
que
no
superara.
Sí.
Sonó
su
celular
y
lo
sacó.
—Hola,
Héctor.
¿Cómo
estás?
—Compré
mi
tierra,
hermano.
Conseguí
el
lugar
que
quería
al
precio
que
quería.
—¿La
que
está
al
pie
de
las
montañas?
—Sawyer
visualizó
la
extensión
que
él
y
Héctor
habían
mirado.
Un
perímetro
parcialmente
arbolado
rodeado
de
amplias
praderas.
Sólidos
edificios
anexos:
un
granero
y
dos
establos.
Una
cabaña
de
dos
pisos.
Había
suficiente
tierra
para
que
Sawyer
pudiera
pastar
su
ganado
allí
en
el
invierno,
y
durante
los
meses
más
secos
del
verano,
Héctor
podía
traer
sus
caballos
aquí,
donde
todavía
habría
pasto.
—Redujo
un
montón
de
mi
parte
de
las
ganancias
del
rancho—
dijo
Héctor—.
Eso
duele
un
poco.
—Conozco
el
sentimiento.
—Sawyer
sonrió.
Como
copropietarios
del
rancho
de
Idaho,
los
tres
dividieron
las
ganancias,
aunque
Héctor
recibió
un
salario
adicional
de
gerente
de
rancho.
La
venta
les
había
generado
una
buena
ganancia,
y
como
Sawyer
siempre
había
vivido
en
la
base,
ya
había
tenido
una
buena
cantidad
de
ahorros.
Pero
con
la
compra
de
tierras
y
la
necesidad
de
comprar
ejemplares,
yeguas
de
cría,
animales
de
un
año
y
arreos
para
el
negocio,
seguro
que
no
sería
rico,
aunque
tenía
suficiente
para
sobrevivir
hasta
que
el
negocio
diera
ganancias.
—Una
vez
que
la
nieve
llegue
aquí,
bajaré
y
te
ayudaré
a
establecerte
en
el
lugar.
—Suena
bien.
He
extrañado
que
tú
y
A
estén
cerca.
—Sí,
yo
también.
—Tenía
ganas
de
presentarle
a
Mallory—.
¿Qué
harás
ahora?
—Estaré
en
Idaho
hasta
que
el
ganado
que
estoy
conservando
sea
movido.
Una
vez
hecho
esto,
me
tomaré
las
primeras
vacaciones
que
he
tenido
en
años.
En
algún
lugar
tropical.
Aprenderé
a
bucear.
Y
conseguiré
mirar
mujeres
mayormente
desnudas.
Sawyer
sonrió.
A
veces
olvidaba
que
su
hermano
pequeño
era
un
hombre
adulto.
Dios
santo,
Héctor
tenía
más
de
treinta
años.
—Date
el
gusto,
hermano.
Mientras
tanto,
tenía
un
establo
que
arreglar,
una
manada
de
los
Masterson
para
cuidar,
una
mujer
maravillosa
para
mimar
y
una
pandilla
para
expulsar
de
la
ciudad.
Capítulo
16
—Tiempo
atrás
,
mis
abuelos
y
yo
íbamos
a
Mother
Lode
todo
el
tiempo
para
cenar
chuletas
de
carne.
—Mallory
examinó
los
restos
del
banquete
nocturno
de
las
chicas
y
negó
con
la
cabeza—.
La
abuela
habría
quedado
horrorizada
por
esta
parodia
de
una
comida.
Sentada
entre
Kallie
y
Becca,
Sunny
sonrió.
—Los
aperitivos
y
los
postres
son
la
mejor
parte
de
cualquier
comida.
¿Por
qué
perder
el
tiempo
con
un
plato
principal?
—Esto
fue
brillante.
—Al
lado
de
Mallory,
Gin
tomó
un
bocado
de
su
crème
brûlée
y
soltó
un
mmm
de
deleite—.
Por
lo
general,
después
de
una
comida
normal,
nunca
tengo
espacio
para
el
postre.
—Exactamente.
—Habiendo
sido
la
que
sugirió
la
idea,
Kallie
parecía
engreída.
Con
un
suspiro
de
satisfacción,
Mallory
se
recostó
en
la
silla
y
miró
a
su
alrededor.
El
restaurante
rústico
no
había
cambiado
desde
la
primera
vez
que
sus
abuelos
la
habían
traído
a
ella
y
a
su
madre.
Sobre
las
rústicas
paredes
de
tablas,
colgaban
antiguas
herramientas
de
minería
(picos,
palas,
sartenes
de
oro)
compitiendo
con
fotos
antiguas
en
blanco
y
negro.
Ruedas
de
carreta
con
tapas
de
vidrio
hechas
mesas
redondas.
Una
reluciente
barra
de
madera
a
un
lado
proporcionaba
las
elegantes
bebidas
que
Gin
amaba.
—Muy
bien,
señorita
Mallory—dijo
Becca.
Mallory
levantó
las
cejas.
—¿Qué?
Becca
se
volvió
hacia
las
otras
mujeres.
—He
sido
paciente,
¿verdad?
Gin
la
miró
sin
comprender.
—¿Tú?
¿Paciente?
Cuando
Becca
la
miró
fieramente,
Sunny
intervino.
—Eres
un
milagro
de
paciencia,
Becca.
Vivimos
maravilladas
de
tu
sufrida
naturaleza.
—Mucho
mejor.
Sin
embargo,
mi
milagrosa
paciencia
está
agotada.
—Becca
señaló
a
Mallory—.
Primero,
en
caso
de
que
no
lo
supieras,
todas
aquí
han
visitado
Dark
Haven,
y
todos
nuestros
hombres
son
Doms.
Tu
mensaje
de
texto
que
decía
que
lo
habías
pasado
bien
en
el
club
era
totalmente
inadecuado.
Quiero
un
informe
completo.
La
cuchara
de
Sunny
cayó
sobre
la
mesa.
—¿Mal?
Dime
que
Becca
está
bromeando.
—¿La
enviaste
a
Dark
Haven?
—Gin
miró
con
el
ceño
fruncido
a
Becca—.
¿En
serio?
¿Tenía
alguna
idea
de
en
qué
se
estaba
metiendo?
Mallory
puso
los
ojos
en
blanco.
Hablando
acerca
de
estar
rodeada
de
personalidades
de
mamás
gallinas.
Al
mismo
tiempo,
tuvo
que
sonreírle
a
Becca,
que
no
había
compartido
con
la
pandilla
hasta
ahora.
Verdaderamente,
eso
mostraba
una
discreción
sorprendente
e
inusual.
Kallie
agitó
su
tenedor
hacia
Mallory.
—Suelta
los
detalles,
chica.
—Me
divertí.
—Qué
eufemismo.
Deteniéndose,
le
dio
un
mordisco
a
la
cubierta
crujiente
del
pastel
de
manzana.
—Mallory...—advirtió
Becca.
Ella
dio
otro
mordisco.
Por
amor
de
los
gatos,
¿qué
podía
decir?
En
muchos
sentidos,
su
mundo
entero
había
cambiado.
Sawyer
ahora
estaba
en
su
vida.
Ella
había
admitido
que
lo
amaba.
Tal
vez
él
no
le
había
dicho
lo
mismo,
pero
el
cariño
que
le
mostraba,
el
cuidado,
no
solo
cuando
estaban
en
la
cama
sino
todo
el
tiempo.
Había
pasado
todas
las
tardes
con
ella,
todas
las
noches
en
su
cama,
había
desayunado
con
ella
por
las
mañanas.
Le
enviaba
mensajes
de
texto
durante
el
día.
Aparentemente,
su
objeción
a
estar
en
una
relación
había
terminado.
De
hecho,
como
ella
ya
tenía
un
DIU,
habían
ido
a
la
clínica
el
lunes
por
la
mañana
para
hacerse
la
prueba
para
poder
prescindir
de
los
condones.
Ella
sonrió,
pensando
en
lo
bueno
que
sería
perder
esa
barrera.
Se
dio
cuenta
de
que
Kallie
fruncía
el
ceño
impaciente
por
el
informe.
—Dark
Haven,
cierto.
Bueno,
supongo
que
soy
más
perversa
de
lo
que
pensaba.
—Mallory
no
podía
pensar
en
qué
más
agregar—.
Era
Halloween,
así
que
todos
estaban
disfrazados,
y
fueron
increíbles.
Los
unicornios
tenían
zapatos
que
parecían
pezuñas.
—Pony
play
con
un
giro.
—Sunny
se
echó
a
reír—.
¿Conociste
a
Mi
Señor,
a
Simon
y
al
Enforcer?
—Xavier,
sí.
Es
un
poco
intimidante.
—Mallory
resopló
por
su
subestimación
de
los
demás.
—Simon
fue
muy
amable.
¿Quién
es
el
Enforcer?
—Ese
es
DeVries.
Tipo
grande
y
de
aspecto
militar.
Pelo
corto.
—
Gin
entrecerró
los
ojos—.
En
realidad,
me
recuerda
a
Sawyer.
Ellos
exudan
la
misma
soy
un
depredador
en
la
cima
de
la
cadena
alimenticia
vibra.
Mallory
sonrió
ante
la
descripción.
—Debo
haberme
perdido
de
ver
a
DeVries.
—Porque
se
había
concentrado
en
su
propio
tipo
de
aspecto
militar.
Y
lo
que
le
había
estado
haciendo.
Él
había
hecho
aún
más
desde
entonces.
De
hecho,
había
dicho
que
apreciaba
el
elegante
diseño
de
arabescos
de
su
cama,
y
después
q p g y p
le
había
mostrado
lo
que
quería
decir.
¿Quién
sabía
que
una
persona
podría
estar
atada
de
tantas
maneras?
Ella
nunca
debería
haberlo
dejado
verla
haciendo
yoga.
Ciertamente
había
aprovechado
al
máximo
su
flexibilidad.
Sintiendo
que
su
temperatura
aumentaba,
se
volvió
hacia
Becca.
—Entonces,
¿Vas
a
cerrar
Serenity
y
vacacionar
en
algún
lugar
cálido
este
invierno?
¿Ahora
que
Ansel
es
mayor?
—Cambiando
de
tema,
¿mmm?
—Becca
se
rio—.
Está
bien.
Mientras
sepa
que
te
divertiste,
no
voy
a
seguir
presionándote.
—Eres
una
buena
mujer—le
dijo
Mallory.
La
camarera
llegó
para
tomar
pedidos
de
más
bebidas
o
café,
y
Mallory
se
reclinó.
Si
ella
y
Sawyer
continuaban
viéndose,
se
lo
haría
saber
a
Kallie
y
Becca.
Aunque
Sunny
los
había
visto
juntos
en
la
clínica
el
lunes,
la
enfermera
era
muy
discreta.
Y
en
este
momento,
Mallory
no
estaba
lista
para
compartir.
Porque...
bueno,
él
ya
se
había
alejado
de
ella
dos
veces.
Sí,
lo
amaba.
Desafortunadamente,
el
amor
no
siempre
era
suficiente
para
mantener
una
relación
unida.
Él
tenía
sus
metas,
y
después
de
su
emocionante
vida,
podría
encontrar
que
establecerse
no
era
lo
que
quería.
O
su
sueño
de
un
futuro
podría
no
incluir
una
tranquila
vida
hogareña.
Ella
necesitaba
vivir
el
momento
y
disfrutar
lo
que
ellos
tenían
sin
tratar
de
construir
algo
más.
No
era
una
misión
fácil
para
una
persona
que
construía
sueños
para
otras
personas.
***
Deseando
una
comida
fácil
de
preparar,
Sawyer
condujo
hasta
la
ciudad
y
agarró
una
gran
lasaña
de
la
sección
de
alimentos
congelados
del
almacén.
Al
menos
lo
había
hecho
antes
de
que
la
tienda
cerrara.
Como
Mallory
se
había
reunido
con
sus
amigas
para
algo
femenino,
él
estaba
solo.
Sonrió.
No
podía
quejarse;
había
estado
con
ella
todas
las
tardes
y
noches
desde
Dark
Haven.
Para
su
alivio,
los
Aryan
Hammers
habían
estado
tranquilos.
No
estaba
seguro
de
cómo
reaccionaría
Mallory
cuando
la
alarma
del
GPS
lo
obligara
a
sacar
su
trasero
de
la
cama
para
intervenir
en
un
robo.
Maldición,
no
quería
que
ella
se
preocupara.
O
supiera
que
estaba
a
punto
de
violar
la
ley.
Cuando
salió
de
la
tienda,
la
calle
estaba
iluminada
solo
por
las
farolas
de
estilo
victoriano.
El
restaurante
Mother
Lode,
la
farmacia,
la
tienda
de
comestibles
y
la
taberna
todavía
estaban
abiertos
con
clientes
entrando
y
saliendo.
Con
la
merma
estacional
de
turistas,
los
pandilleros
eran
fáciles
de
detectar.
Tres
miembros
de
una
rama
de
la
Mafia
Mexicana
se
paseaban
por
la
acera.
Al
otro
lado
de
la
calle,
un
neonazi
se
apoyaba
contra
la
barandilla
frente
a
la
zapatería.
Interesante.
Los
Aryan
Hammers
rara
vez
estaban
solos.
Dos
grupos
de
muchachos
de
la
secundaria
también
deambulaban
por
la
calle.
La
mayoría
vestía
vaqueros
sencillos,
camisetas
y
varias
sudaderas.
Dos
llevaban
sudaderas
con
capucha
y
rondaban
cerca
del
pandillero.
Cuando
Sawyer
arrojó
la
bolsa
del
almacén
en
su
camioneta,
notó
que
dos
muchachos
se
habían
movido
y
estaban
hablando
con
el
solitario
pandillero.
Maldita
sea.
Había
grandes
probabilidades
de
que
se
estableciera
un
negocio
de
drogas,
y
los
Aryan
Hammers
estaban
metidos
en
la
metanfetamina,
la
sustancia
más
adictiva
conocida
por
el
hombre.
Sawyer
gruñó
por
lo
bajo.
No
había
forma
de
que
pudiera
intervenir
y
permanecer
en
el
anonimato.
Pero,
maldita
sea,
sin
importar
lo
que
pensaran
esos
adolescentes,
solo
eran
niños.
Tenía
que
intervenir.
Sacó
su
teléfono
y
le
envió
un
mensaje
de
texto
a
A .
Tienes
un
distribuidor
que
está
vendiendo
a
unos
chicos
cerca
de
la
zapatería.
Te
veo
allí.
Ahí
está.
Había
notificado
a
la
policía,
todo
virtuoso
y
demás
mierdas.
Si
las
cosas
se
ponían
mal,
por
cualquier
razón,
los
policías
estarían
allí
como
respaldo.
Los
adolescentes
tendrían
ayuda.
Cerrando
la
puerta
de
la
camioneta,
caminó
por
la
acera
entarimada.
Los
muchachos
y
el
skinhead
se
estaban
moviendo
casualmente
hacia
el
callejón
que
corría
entre
la
zapatería
y
la
oficina
de
correos.
No
reconoció
al
distribuidor.
Con
suerte,
el
no
reconocimiento
sería
mutuo.
No
importaba,
los
adolescentes,
por
tontos
que
fueran,
eran
parte
de
su
nueva
ciudad.
No
había
luchado
en
el
extranjero
para
volver
a
casa
y
ver
a
los
muchachos
siendo
blancos.
Adictos.
Su
mejor
apuesta
sería
actuar
como
un
lugareño
desorientado
que
se
había
equivocado
y
entrado
en
escena.
Un
par
de
minutos
después
de
que
el
trío
desapareció
en
el
callejón
oscuro,
se
acercó
lo
suficiente
como
para
tomar
tres
fotos
rápidas.
Los
tenía.
Si
los
muchachos
huyeran,
A
probablemente
podría
mejorar
las
fotos
mal
iluminadas
y
encontrarlos.
Sawyer
se
bajó
el
ala
del
sombrero.
Se
concentraría
en
el
distribuidor...
que
acababa
de
mirar
a
su
alrededor.
Con
las
farolas
detrás
de
Sawyer,
probablemente
todo
lo
que
el
imbécil
podría
ver
era
una
forma
oscura.
Le
recordó
a
una
película...
aquella
en
la
que
un
idiota,
tratando
de
ser
un
héroe,
había
sido
asesinado
a
tiros.
Sí,
podría
suceder.
Con
los
músculos
tensos
y
listos
para
la
acción,
Sawyer
se
dirigió
al
callejón
y
dijo
en
voz
alta:
—¿Qué
está
pasando
aquí?
—Piérdete,
hijo
de
puta—dijo
el
distribuidor.
—Oye,
eres
uno
de
esos
tipos
de
los
skinhead.
—Sawyer
dio
otro
paso—.
¿Estás
vendiendo
drogas?
Los
adolescentes
retrocedieron.
El
alto,
de
cabello
castaño,
guardó
una
bolsa
mientras
el
vendedor
metía
los
billetes
en
su
chaqueta.
La
compra
se
había
llevado
a
cabo.
Eso
debería
hacer
feliz
a
A .
—Las
drogas
son
una
mala
idea,
muchachos—les
dijo
Sawyer—.
Si
siguen
con
eso,
terminarán
frente
a
un
juez
y
la
prisión
apesta.
—
Nunca
se
habían
dicho
palabras
más
verdaderas.
Los
dos
intercambiaron
miradas
y
comenzaron
a
alejarse
de
Sawyer
y
del
skinhead.
El
skinhead
hizo
un
sonido
molesto.
Más
de
un
metro
ochenta
y
dos,
estaba
esquelético
como
el
infierno,
mostrando
que
el
imbécil
usaba
su
producto.
Él
sacó
una
navaja.
—No
sabes
con
quién
te
estás
metiendo,
hijo
de
puta.
Sawyer
dio
un
paso
atrás
y
dejó
que
su
voz
se
elevara.
—Eso
es
un
cuchillo.
—Maldita
sea.
Su
intestino
se
tensó.
Le
dolió
como
el
infierno
cuando
Slash
lo
había
acuchillado
el
verano
pasado.
Necesitaba
que
ese
cuchillo
estuviese
más
lejos
de
los
muchachos.
Alzó
la
voz.
—Solo
los
maricas
llevan
cuchillos.
Supongo
que
eso
te
convierte
en
uno.
—Hijo
de
puta,
estás
muerto.
—Con
un
gruñido
enfurecido,
el
distribuidor
cargó
hacia
él.
Sawyer
fingió
un
movimiento
evasivo
hacia
la
derecha,
giró
a
la
izquierda
y
golpeó
el
brazo
del
hombre
con
el
cuchillo
contra
la
pared
de
ladrillos
de
la
oficina
de
correos.
Los
huesos
se
rompieron,
y
las
tripas
de
Sawyer
se
revolvieron.
¿En
serio?
No
había
usado
tanta
fuerza.
Chillando
alto
y
fuerte,
el
traficante
dejó
caer
el
cuchillo.
Sawyer
habló
más
allá
del
nudo
en
su
garganta.
—Chico,
necesitas
tomar
más
calcio.
—Pateó
la
rodilla
del
traficante
y
el
pandillero
aterrizó
en
el
suelo,
llorando
y
rogando.
Cuando
la
oscuridad
del
callejón
aumentó
de
repente,
Sawyer
se
agachó,
revisó
su
espalda
y
se
relajó.
Virgil
y
A
estaban
parados
en
la
abertura
del
callejón,
sus
cuerpos
cortaban
la
luz
de
Main
Street.
Un
coche
patrulla
entró
en
el
callejón
desde
el
otro
extremo,
y
los
dos
muchachos
que
habían
huido
en
esa
dirección
se
detuvieron
en
seco.
El
coche
avanzó,
haciéndolos
retroceder
e
iluminando
el
callejón.
—¿Tienes
algún
problema
aquí?—le
preguntó
Virgil
a
Sawyer
suavemente,
su
mirada
en
los
dos
adolescentes.
—El
chico
alto
compró
algo
y
metió
la
bolsa
en
el
bolsillo
delantero
derecho.
El
dinero
está
en
el
bolsillo
de
la
chaqueta
de
este
tipo.
—Sawyer
empujó
al
traficante
con
el
dedo
del
pie—.
Cuando
pregunté
qué
estaba
pasando,
el
imbécil
trató
de
acuchillarme.
—No
pasó
nada
aquí—gritó
el
adolescente
de
cabello
castaño,
de
repente
encontrando
su
coraje.
La
cara
del
otro
chico
estaba
casi
tan
pálida
como
su
cabello.
Empujó
a
su
amigo.
—¿Estás
loco?
Ese
traficante
trató
de
apuñalarlo.
Ignorando
a
su
amigo
más
bajo,
el
chico
de
cabello
castaño
miró
ferozmente
a
Sawyer.
—Es
tu
palabra
contra
la
nuestra.
—Bueno,
mi
palabra
junto
con
las
fotos
que
tomé—dijo
Sawyer.
El
chico
gimió.
—Oh,
joder.
—El
rubio
se
derrumbó
sobre
el
asfalto—.
Mi
padre
me
va
a
matar.
A
resopló.
—Mejor
te
gritan
tus
padres
a
que
termines
pudriéndote
bajo
tierra.
Una
multitud
de
personas
se
estaba
reuniendo
alrededor
del
callejón.
Virgil
giró
al
traficante
y
se
dio
cuenta
de
que
su
brazo
estaba
roto.
—Supongo
que
no
necesito
esposarte,
¿verdad?
—Le
envió
a
Sawyer
una
mirada
ilegible
antes
de
decir—.
¿Puedes
llamar
a
una
ambulancia,
A icus?
—Puedo.
Sawyer
comenzó
a
salir
del
callejón,
cuando
escuchó
a
Virgil
agregar:
—Me
alegra
que
hayas
visto
que
el
trato
se
estaba
cerrando,
Sawyer.
Gracias
por
intervenir
y
mantener
las
drogas
lejos
de
nuestros
hijos.
Cuando
las
personas
en
la
pequeña
multitud
se
hicieron
eco
de
las
gracias
de
Masterson,
Sawyer
no
supo
qué
decir.
Pero
se
sintió
bien.
—Muy
bien
hecho,
hermano.
—Golpeando
el
hombro
de
Sawyer,
A
se
guardó
el
teléfono
y
se
dirigió
hacia
los
muchachos—.
Nos
vemos
en
la
estación
para
tu
informe.
Papeleo.
Excelente.
A
este
ritmo,
bien
podría
estar
trabajando
para
la
fuerza.
Capítulo
17
El
sábado
por
la
mañana,
Mallory
salió
de
la
habitación
y
se
ató
el
cinturón
de
la
bata.
Ella
sonrió
ante
la
vista
en
la
gran
habitación.
Habiendo
encendido
un
fuego
crepitante,
Sawyer
estaba
tumbado
en
una
silla
con
Aslan
en
su
regazo
y
Aquiles
hecho
en
una
pequeña
pelota
a
sus
pies.
Aslan,
con
su
oído
excelente,
volvió
la
cabeza
y
le
dedicó
una
sonrisa
satisfecha.
Buena
elección
de
hombre,
Mallory.
Tiene
excelentes
manos.
Mallory
le
devolvió
la
sonrisa.
Sí,
realmente
lo
era.
También
se
veía
bastante
bien
con
solo
un
par
de
vaqueros.
El
hombre
realmente
tenía
un
pecho
digno
de
baba.
—Buenos
días,
señor
Ware.
Abriendo
los
ojos,
Sawyer
la
estudió
con
una
sonrisa
perezosa.
—Ahora,
te
ves
brillante
y
despierta.
—Tú...
—Se
rio
a
medias—.
Eres
un
hombre
malvado.
—Ella
había
estado
profundamente
dormida,
acurrucada
con
él
a
su
espalda.
Incluso
antes
de
que
ella
se
despertara
por
completo,
él
había
acariciado
su
clítoris,
y
cuando
se
dio
cuenta
de
lo
que
estaba
sucediendo,
estaba
febrilmente
excitada.
Apretó
un
brazo
alrededor
de
ella,
la
sostuvo
en
su
lugar,
se
deslizó
dentro
de
ella
y
la
tomó
bastante...
vigorosamente...
por
detrás.
Ella
se
había
corrido
dos
veces.
No
hace
falta
decir
que
después
de
eso,
había
estado
completamente
despierta.
¿No
entendía
el
hombre
la
alegría
de
despertarse
lentamente?
Por
otra
parte,
era
hombre
y
venía
equipado
con
su
propio
pene‑alarma,
¿verdad?
—¿Esto
significa
que
no
me
harás
el
desayuno?
—Oh,
sus
ojos
azules
podrían
robar
el
corazón
de
una
mujer.
—¿Esa
expresión
lastimosa
de
pobrecito
yo
funcionaba
con
tu
madre?
—A
las
mil
maravillas.
—Aunque
sonreía,
su
aura
se
oscureció
un
poco
por
el
dolor.
Y...
¿amargura?
Ella
dudó,
pero
ahora
no
era
el
momento
de
hablar
sobre
heridas
pasadas.
—En
realidad,
es
tu
turno
de
preparar
el
desayuno.
—Ella
casi
se
echó
a
reír
por
la
forma
en
que
se
le
cayó
la
cara.
Sin
embargo,
después
de
haber
probado
su
cocina,
no
estaba
dispuesta
a
insistir
en
que
preparara
una
comida—.
Sin
embargo,
haré
un
trato
contigo.
Cualquier
mañana
que
medites
conmigo,
te
prepararé
el
desayuno.
Su
café
se
detuvo
en
el
camino
a
su
boca,
y
la
alarma
llenó
su
rostro.
—¿Quieres
que
yo
medite?
¿En
serio?
—Sí,
Sawyer,
tú.
—Ella
le
sonrió—.
Creo
que
te
gustará
más
de
lo
que
piensas.
Su
indignación
sonó
como
la
de
Aslan
cuando
el
gato
era
empujado
fuera
de
un
regazo.
—Impones
duras
condiciones,
ninfa.
¿Se
consideraría
esto
un
dudoso
consentimiento
para
la
meditación?
¿Tengo
una
palabra
segura?
Ella
resopló.
Sawyer
se
levantó.
—Voy
a
intentarlo.
Déjame
poner
a
Aquiles
en
su
caja.
Después
de
que
el
cachorro
fue
puesto
en
un
lado
con
un
juguete
para
que
masticara,
Mallory
llevó
a
Sawyer
a
la
terraza
acristalada.
Aunque
la
luz
del
sol
de
la
mañana
entraba
por
las
altas
ventanas,
la
habitación
todavía
estaba
ligeramente
fría.
Después
de
un
segundo
de
consideración,
señaló
una
silla.
—¿Por
qué
no
te
sientas
allí?
Mantén
la
columna
recta
y
relajada.
Mientras
él
se
acomodaba,
ella
tomó
su
cojín
habitual
y
se
sentó
con
las
piernas
cruzadas
en
el
suelo.
Como
de
costumbre,
Aslan
se
tumbó
cerca
para
supervisar.
El
sol
brillaba
en
los
mechones
blancos
cerca
de
su
oreja.
—¿Y
ahora
qué?—le
preguntó
Sawyer.
Sus
labios
se
torcieron.
Estaba
divertido,
¿verdad?.
—Ahora
te
sientas
en
silencio
y
dejas
que
tu
mente
se
vacíe.
—
Debido
a
que
él
era
un
alma
competitiva,
agregó—.
Cuenta
cada
respiración.
—¿Hasta
que
llegue
a
cierto
número?
—No,
solo
sigue
contando
en
tu
cabeza
hasta
que
te
diga
que
se
acabó
el
tiempo.
Sin
embargo,
cada
vez
que
un
pensamiento
pasa
por
tu
mente
vacía,
reinicias
tu
cuenta
en
el
uno.
Fue
tal
la
mirada
que
le
dio.
Sin
lugar
a
dudas,
el
pensamiento
que
actualmente
pasaba
por
su
mente
era
que
estaba
certificadamente
loca.
Ella
contuvo
su
sonrisa.
Esperó
un
segundo,
como
si
pensara
que
ella
estaba
bromeando.
—Correcto.
—Con
un
suspiro,
frunció
el
ceño
y
cerró
los
ojos.
Cerrando
sus
ojos,
ella
se
recordó
regresar
después
de
veinte
minutos,
no,
mejor
hacerlo
en
diez
minutos,
y
se
dejó
caer
en
el
Universo.
El
tiempo
pasó.
Después
de
diez
minutos,
aceleró
la
respiración,
se
metió
en
el
ahora
y
abrió
los
ojos.
Sawyer
seguía
sentado
en
la
silla,
con
la
espalda
recta,
su
respiración
era
larga
y
lenta.
Su
aura
era
un
poco
más
clara,
y
la
oscuridad
había
disminuido,
incluso
con
ese
breve
tiempo.
Sí,
la
meditación
sería
buena
para
él.
Mientras
observaba,
lo
vio
fruncir
el
ceño
antes
de
relajarse
de
nuevo.
—Sawyer,
hora
de
comenzar
el
día—dijo
en
voz
baja.
Él
abrió
los
ojos
y
comenzó
a
moverse.
—Tómate
un
minuto
para
volver
a
la
normalidad.
Se
acomodó
de
nuevo.
—¿Haces
esto
todos
los
días?
—Ajá.
—Cuando
vio
que
él
había
hecho
una
buena
transición,
se
levantó,
guardó
el
cojín
y
lo
ayudó
a
ponerse
de
pie—.
¿Cuál
fue
el
mayor
número
de
respiraciones
que
alcanzaste
antes
de
comenzar
de
nuevo?
Entrando
en
la
cocina
detrás
de
ella,
hizo
un
sonido
de
disgusto.
—Tres.
—Tomó
asiento
en
la
isla,
mientras
ella
sacaba
los
ingredientes
para
los
omele es5—.
A
veces
dos.
Pensé
que
tenía
una
mente
bastante
tranquila.
—Parecía
adorablemente
irritado
consigo
mismo.
—La
práctica
ayudará.
—Inclinándose
sobre
la
isla,
le
dio
un
beso
en
los
labios
firmes
y
molestos
y
le
entregó
una
taza
de
café
recién
hecho—.
Fue
agradable
tener
compañía
hoy.
Su
expresión
se
suavizó,
entonces
sus
ojos
se
entrecerraron
mientras
miraba
alrededor
de
su
casa.
—¿Las
personas
te
molestan
por
tu
estilo
de
vida?
Meditar
y—
agitó
la
mano
en
dirección
a
las
velas,
tallas
de
gatos
y
plantas—
¿todo
esto?
—De
vez
en
cuando
me
molestan,
especialmente
si
hablo
de
auras.
Él
dejó
su
café
y
soltó
un
suspiro
mirándola
con
descreimiento.
—Auras.
¿Es
como
un
resplandor
alrededor
de
las
personas
o
algo
así?
—Exactamente.
—Ella
sacudió
la
cabeza—.
Aparentemente,
el
talento
aparece
en
mi
familia
de
vez
en
cuando.
Mi
madre
decía
que
su
abuela
tenía
esa
habilidad.
—¿Qué
es
lo
que
ves
exactamente?
—Es
como
un
efecto
de
halo
alrededor
de
todo
el
cuerpo.
Los
colores
me
dan
una
idea
de
los
rasgos
de
la
personalidad.
La
oscuridad
indica
problemas
de
varios
tipos.
—Interesante.
—A
pesar
del
escepticismo
en
su
mirada,
no
había
descartado
por
completo
la
idea.
—¿Listo
para
el
desayuno?
—Cuando
él
asintió,
ella
comenzó
a
saltear
champiñones,
cebollas
y
pimientos
verdes.
Al
darse
cuenta
de
que
él
todavía
la
miraba,
negó
con
la
cabeza—.
Ver
auras
no
es
un
talento
muy
útil,
y
solo
se
lo
menciono
a
amigos
cercanos.
—¿Así
que
la
gente
de
la
ciudad
no
chismorrea
sobre
ti?
Ella
resopló.
—Realmente
no.
Estoy
segura
de
que
tú
coleccionas
más.
Cuando
su
mirada
se
endureció,
ella
hizo
una
mueca.
Eso
había
sonado
mal.
No
le
gustaba
que
lo
vieran
solo
como
un
convicto.
Ella
caminó
alrededor
de
la
isla
para
empujarse
entre
sus
piernas
y
darle
un
cálido
abrazo.
Raramente
iniciaba
abrazos,
pero
si
ella
le
ofrecía
uno,
lo
devolvía
completamente.
Sawyer
daba
buenos
abrazos.
—Probablemente
se
estén
preguntando
qué
está
haciendo
un
machote
como
tú
con
una
hogareña
jardinera.
En
comparación
con
tu
vida,
la
mía
ha
sido
bastante
aburrida.
—¿Los
lugareños
piensan
que
eres
aburrida?
—Él
le
levantó
la
barbilla—.
¿No
tienen
idea
de
lo
fuerte
que
eres?
¿De
lo
equilibrada
que
eres?
¿Cómo
te
sigue
la
paz—Sus
labios
se
crisparon—,
incluso
con
todo
el
ruido
de
una
obra
de
construcción?
Su
boca
se
secó
ante
la
mirada
en
sus
ojos.
—Es
extraño.
Pensé
que
eras
atractiva
cuando
te
conocí.
Ahora—
frunció
el
ceño—,
ahora
creo
que
eres
una
de
las
mujeres
más
bellas
que
he
conocido.
—Antes
de
que
ella
pudiera
procesar
sus
palabras,
la
besó.
Lento,
gentil
y
devastadoramente
minucioso.
Su
mano
sobre
su
trasero
la
presionó
contra
una
erección
cada
vez
más
dura.
Su
mano
en
su
cabello
mantuvo
su
cabeza
inclinada
para
su
placer.
Estaba
inmovilizada
y
devastada.
Oh,
el
hombre
podría
besar.
Para
cuando
la
soltó,
estaba
sonrojada
y
excitada…
y
las
verduras
en
la
sartén
estaban
arruinadas.
Ante
el
olor
a
quemado
en
el
aire,
corrió
hacia
la
estufa
y
sacó
la
sartén
del
fuego.
—¡Madre
de
los
gatos!
—Lo
siento,
ninfa.
—Él
sonrió—.
¿Qué
tal
si
nos
duchamos?
—El
calor
en
su
mirada
le
decía
que
planeaba
más
que
eso—.
Después
pruebas
hacer
el
desayuno
otra
vez.
—De
acuerdo.
***
Después
de
poner
el
pastel
que
había
horneado
en
el
envase
transportador,
Mallory
se
apoyó
contra
la
encimera
y
estudió
a
Sawyer.
Había
regresado
de
la
ciudad
con
un
extraño
humor,
en
algún
lugar
entre
triste
y
enojado.
—¿Sawyer?
—¿Mmm?
—Se
puso
la
chaqueta
y
la
miró.
—¿Estás
bien?
Su
ceño
se
frunció.
—Estoy
bien.
¿Por
qué?
—Tienes
destellos
grises
en
tu
aura.
Sin
sonrisa,
aunque
sus
labios
se
inclinaron
ligeramente.
—¿El
gris
es
algo
malo?
—Es...
mmm...
puede
ser
una
señal
de
que
no
estás
feliz.
Y
tu
aura
era
preciosa
esta
mañana.
¿Pasó
algo
hoy
para
molestarte?
Se
puso
rígido
y
el
azul
profundo
de
sus
ojos
se
oscureció.
—¿Realmente
puedes
ver
algo?
¿Un
aura?
—Sí.
Sé
que
te
suena
extraño.
Es
normal
para
mí.
—Era
más
fácil
no
hablar
sobre
su
talento,
pero
ver
el
aumento
del
dolor
en
su
aura
significaba
que
tenía
que
hablar.
Su
reacción
le
dijo
que
algo
había
sucedido—.
¿Me
dirás
qué
pasa?
Él
la
rodeó
con
un
brazo
y
murmuró
contra
su
cabello:
—Eres
algo.
Si
dijera
que
no,
no
me
presionarías.
O
te
enojarías.
—No.
—Ella
se
frotó
la
mejilla
contra
su
hombro
duro.
Se
había
duchado
al
regresar
y
olía
a
jabón
limpio
y
a
pino—.
Me
decepcionaría,
pero
no
te
negarías
sin
una
razón.
—No
tengo
una
buena
para
darte.
Maldita
sea.
—Ella
sintió
su
pecho
expandirse
con
su
larga
respiración—.
En
mi
cita
de
consejería
con
Wheeler.
Bien.
Él...
yo...
hemos
trabajado
a
través
de
la
mierda,
el
TEPT
de
cuando
estaba
desplegado.
El
problema
fue
hoy,
quería...
Ella
sintió
su
cuerpo
tensarse.
—¿Algo
más?
—Sí.
Parece
que
un
soldado
estaba…—¿Cómo
lo
dijo
Wheeler?
—...sometido
a
un
trauma
de
cuando
era
niño,
y
él
se
topaba
con
más
problemas
de
TEPT
después
de
las
batallas.
Como
un
doble
golpe.
—Suena
lógico.
—Se
daba
cuenta
de
que
Sawyer
casi
nunca
hablaba
de
su
infancia.
Ella
lo
miró.
Aunque
era
un
hombre
mortal
ahora,
de
niño,
habría
sido
todo
cabello
castaño
alborotado,
grandes
ojos
azules
y
adorable—.
Mencionaste
que
habían
abusado
de
tu
madre.
¿Él
también
te
lastimó?
La
oscuridad
se
apoderó
de
su
aura.
—Sí—dijo
y
la
soltó—.
Será
mejor
que
nos
pongamos
en
marcha,
o
llegaremos
tarde.
Oh,
Sawyer.
La
idea
de
él
siendo
herido
hizo
que
la
ira
ardiera
dentro
de
ella.
—Está
bien,
vámonos.
—Ella
tocó
el
lado
de
su
rostro
y
se
alejó.
No
lo
presionaría.
Su
trabajo
consistía
en
darle
toda
la
estabilidad,
el
calor
y
el
amor
que
podía
absorber.
El
resto
se
lo
dejaría
a
Jacob
Wheeler.
—Me
detuve
en
la
tienda
y
recogí
vino,
cerveza
y
refrescos.
Todo
está
en
la
camioneta—dijo
Sawyer—.
Si
traes
el
postre,
agarraré
a
Aquiles.
Después
de
conducir
un
minuto
por
el
camino,
llegaron
a
la
casa
de
A icus
y
estacionaron
la
camioneta.
Mallory
se
deslizó
y
abrió
la
pequeña
puerta
trasera
para
que
Aquiles
pudiera
saltar.
Cuando
el
labrador
negro
de
Gin,
Trigger,
entró
corriendo
al
patio,
Aquiles
entró
en
un
frenesí
de
círculos.
Oh
chico,
oh
chico,
puedo
jugar
con
un
perro
grande.
Riendo,
Mallory
esquivó
el
caos
y
subió
al
porche.
Gin
le
dio
un
abrazo.
—Entra.
Los
perros
estarán
bien
aquí
sin
nosotros.
Trigger
no
vagabundea.
En
la
casa,
Mallory
colocó
el
pastel
de
chocolate
de
tres
capas
en
la
encimera
y
sonrió
ante
los
estridentes
y
emocionados
ladridos
de
afuera.
—Para
cuando
Aquiles
termine
de
saludar
a
Trigger,
necesitará
una
siesta.
A icus
y
Sawyer
se
detuvieron
en
la
puerta
para
observar
a
los
perros.
—Trigger
le
está
enseñando
a
jugar
a
perseguirse.
Diría
que
los
dos
estarán
exhaustos.
—A icus
entró
en
la
cocina
y
le
dio
una
sonrisa
cauta—.
¿Cómo
estás,
Mallory?
Mallory
frunció
el
ceño
ante
el
cambio
de
su
manera
fácil
y
habitual
y
entonces
cayó
en
la
cuenta
de
que
ella
y
Sawyer
nunca
habían
aparecido
juntos
como
pareja.
Oh,
sol
y
estrellas,
tengo
un
amante.
Ella
miró
a
su
hombre.
Mi
hombre.
Ella
estaba
en
una
verdadera
relación,
y
estaba
enamorada,
y
de
alguna
manera
todo
encajó.
Ignorando
a
todos
los
demás,
Sawyer
se
inclinó
y
le
tocó
la
mejilla
con
dedos
cuidadosos.
—¿Pasa
algo,
ninfa?
Ella
dejó
escapar
el
aliento,
dándose
cuenta
de
que
lo
había
estado
conteniendo.
—No.
Acabo
de
tener
uno
de
esos
momentos
en
que
el
mundo
entero
parece
moverse
bajo
mis
pies.
—Un
buen
momento,
en
realidad.
—¿Mundos
moviéndose?
—Sus
ojos
se
llenaron
de
risas—.
Hay
veces
que
me
pregunto
si
hablamos
el
mismo
inglés.
—Lo
entendiste
bien,
hermano.
—A icus
sacudió
la
cabeza
y
sacó
unas
cervezas
del
paquete
de
seis—.
Eres
hombre.
Ella
es
mujer.
Dos
idiomas
completamente
diferentes.
—No
es
de
extrañar
que
me
confunda.
—Sawyer
plantó
un
beso
en
los
labios
de
Mallory
y
aceptó
una
cerveza
de
su
hermano.
La
expresión
de
A icus,
y
su
aura,
tenían
una
aprobación
incipiente
de
la
pareja
Sawyer‑Mallory.
Gin
no
se
molestó
en
ocultar
la
sonrisa.
Abriendo
la
nevera,
sacó
dos
platos
de
aperitivos.
Mallory
se
apoyó
contra
la
isla.
—¿Puedo
ayudarte
con
algo?
—Todo
está
listo—dijo
Gin—.
A icus
tenía
ganas
de
asar
filetes,
y
me
dejó
saber
que
la
parrilla
es
su
territorio,
así
que
todo
lo
que
tuve
que
hacer
fue
una
ensalada
y
meter
las
patatas
al
horno.
—Mallory,
¿cerveza
o
vino?—preguntó
A icus.
—Vino,
por
favor.
Sawyer
inclinó
la
cabeza.
—Ves,
hay
otro.
¿A
veces
cerveza,
a
veces
vino?
—La
cerveza
es
para
un
día
caluroso,
y
si
tuve
una
construcción
agotadora
y
sucia.
El
vino
es
para
una
conversación
civilizada.
—Eso
tiene
sentido.
—Él
lo
consideró—.
Aunque
da
un
poco
de
miedo,
te
conoces
muy
bien.
La
meditación
ayudaba
al
autoconocimiento.
Lo
descubriría
él
mismo...
porque
no
se
había
perdido
una
mañana.
De
hecho,
meditaba
hasta
veinte
minutos
ahora
y
decía
que
le
gustaba.
Con
un
plato
de
entremeses
y
el
contenedor
de
filetes
marinados,
los
hombres
salieron
a
intercambiar
secretos
arcanos
para
asar.
Seleccionando
un
bocado
de
queso
y
galletas,
Mallory
mordisqueó
mientras
observaba
a
Gin
colocar
la
ensaladera
y
las
pinzas.
La
casa
de
A icus
era
lo
que
ella
llamaría
un
vaquero
moderno.
Una
alfombra
con
dibujos
geométricos
rojos,
marrones
y
blancos
en
el
suelo
de
madera
marcaba
el
tono
en
la
sala
de
estar.
El
sofá
de
cuero
marrón
y
los
sillones
color
rojo
ladrillo
eran
grandes,
resistentes
y
parecían
cómodos.
Las
bases
de
las
lámparas
eran
caballos
de
hierro
forjado.
Una
chimenea
de
piedra
parecía
tener
buen
uso.
Por
el
contrario,
en
el
comedor,
los
cacharros
de
barro
color
cobalto
sobre
un
mantel
rojo
oscuro
con
un
camino
rojo
y
azul,
las
servilletas
florales
y
las
velas
blancas
de
varios
tamaños
eran
todo
Gin.
A
pesar
de
los
toques
femeninos,
los
colores
profundos
sin
duda
satisfarían
la
personalidad
fuertemente
masculina
de
A icus.
—Me
encanta
la
forma
en
que
ustedes
dos
han
mezclado
sus
vidas.
La
mirada
de
Gin
siguió
la
de
ella,
y
se
echó
a
reír.
—Me
tomó
un
tiempo
darme
cuenta
de
que
él
está
bien
con
lo
“sofisticado”
siempre
y
cuando
nada
sea
demasiado
delicado.
Me
he
divertido
mucho,
especialmente
porque
él
disfruta
casi
tanto
como
yo.
y
Mallory
miró
a
los
dos
hombres
en
la
parte
trasera.
Los
hermanos
eran
muy
parecidos
en
su
naturaleza
fuerte
y
protectora.
Tipos
alfa,
o
como
diría
Becca
“Dominantes”.
Sin
embargo,
A icus
tenía
una
personalidad
extrovertida,
mientras
que
Sawyer
era
más
difícil
de
conocer.
Más
reservado,
más
huidizo.
Más
oscuro.
El
aura
de
Gin
tenía
los
tonos
azules
de
una
personalidad
amorosa
y
generosa.
Al
igual
que
Sawyer,
A icus
tenía
un
aura
roja,
fuerte
y
realista,
pero
con
algo
de
amarillo
juguetón
y
optimista.
Después
de
que
A icus
y
Gin
se
enamoraron,
sus
auras
se
iluminaron.
Eran
muy
buenos
el
uno
para
el
otro.
De
hecho,
habían
ensamblado
sus
vidas
tan
dulcemente
que
ella
sintió
una
pizca
de
envidia.
Ella
y
Sawyer
estaban
más
separados
en
algunos
aspectos.
Con
la
mirada
clavada
en
el
mantel
rojo,
dijo
distraídamente:
—Me
pregunto
qué
piensa
Sawyer
de
mi
hogar.
No
hay
ni
una
pizca
de
vaquero.
—Tal
vez
deberías
preguntarle.
—¿Cómo
supe
que
sugerirías
una
solución
de
comunicación,
señora
Terapista?
Sonriendo,
Gin
aceptó
el
golpe.
—Aún
así,
es
mejor
si…
—Advertencia
de
cinco
minutos,
pequeña
magnolia—gritó
A icus.
—¿Magnolia?
—Mallory
se
ahogó
en
una
carcajada.
Gin
puso
los
ojos
en
blanco.
—No
puedo
creer
que
diga
que
todavía
tengo
acento
sureño.
Es
un
completo
mentiroso.
—Ajá—respondió
Mallory,
como
si
“mentiroso”
no
hubiera
sonado
totalmente
sureño—.
¿Qué
podría
estar
pensando?
***
Después
de
que
la
ensalada
verde,
los
filetes
tiernos
y
las
patatas
al
horno
hubiesen
sido
devorados,
Gin
los
hizo
pasar
a
la
sala
para
disfrutar
de
las
bebidas
después
de
la
cena,
y
el
pastel
que
Mallory
había
horneado.
Mallory
le
entregó
a
A icus
una
rebanada.
—Iba
a
hacer
algo
exótico,
cuando
Sawyer
vio
esto
en
mi
caja
de
recetas,
y
dejó
clara
su
preferencia.
—El
pastel
de
chocolate
y
el
helado
de
vainilla
son
un
clásico
por
una
razón—dijo
Sawyer,
sin
problemas
de
cargar
con
la
culpa.
—Mmm.
Mamá
solía
hacer
esto
para
tu
cumpleaños.
Al
menos,
antes
de
que...
—A icus
se
fue
apagando.
Gin
entró
desde
la
cocina
con
la
botella
de
vino
y
la
copa
rellena
de
Mallory—.
¿Antes
de
qué,
cariño?
—Antes
de
que
se
casara
con
un
imbécil.
—A icus
miró
a
Mallory—.
Vivimos
cuatro
años
con
el
bastardo
abusivo
antes
de
que
terminara
en
la
cárcel
por
agresión.
Mallory
respiró
hondo.
—¿Agresión?
La
cara
de
Sawyer
se
había
puesto
dura
como
una
piedra,
y
el
gris
se
entrelazó
en
su
aura.
—Me
gustaría
haberlo
golpeado.
Él
iba
a
echar
aceite
caliente
en
la
cara
de
su
madre.
—La
expresión
de
Gin
se
volvió
orgullosa—.
A icus
apenas
tenía
doce
años
y,
sin
embargo,
lo
detuvo.
Oh,
Mallory
quería
saber
más,
pero
Sawyer
se
había
tensado.
Hora
de
cambiar
de
tema.
—¿Ambos
han…?
—Tuve
ayuda
para
detenerlo.
—A icus
tragó
su
cerveza—.
Sawyer
llamó
a
la
policía
y
después
cargó
contra
el
bastardo.
Con
el
ceño
fruncido,
Sawyer
negó
con
la
cabeza.
—No,
no
lo
hice.
Cuando
Reuben
te
derribó
y
te
pateó,
me
congelé,
y
él
me
vapuleó
a
través
de
la
habitación
y
me
metió
en
la
estufa
de
leña.
Yo
no
hice
una
mierda
para
ayudar.
—¿Qué?
—A icus
miró
a
su
hermano.
Sawyer
le
devolvió
la
mirada
mientras
un
sudor
frío
brotaba
en
su
piel.
Sudaba
de
miedo.
Cuando
el
fantasma
de
su
destartalada
sala
de
estar
se
formó
a
su
alrededor,
pudo
escuchar
los
fuertes
gritos
de
su
madre.
Sentir
la
pequeña
mano
de
Héctor
aferrar
su
camisa.
Mirar
a
Reuben
lanzar
un
puño
enorme
y
golpear
a
A icus.
Un
A icus
flaco
de
doce
años.
Sawyer
tenía
nueve
años
y
Reuben
era
un
gigante.
Cuando
A
gritó
y
cayó,
Sawyer
saltó
hacia
adelante
y
se
congeló.
Ayuda
a
A .
Huye.
Oculta
a
Héctor.
Salva
a
A .
Sus
pies
no
se
movían,
y
el
teléfono
se
le
cayó
de
la
mano
cuando
él...
solo...
se
quedó
allí.
Como
un
jodido
cobarde.
A icus
golpeó
el
suelo
con
un
ruido
desagradable,
y
Reuben
lo
pateó.
Justo
en
el
intestino.
El
sonido
que
hizo
su
hermano
mayor...
Todo
dentro
de
Sawyer
retrocedió.
—Hermano.
—La
voz
de
A
era
suave,
después
aguda—.
Sawyer.
Sawyer
levantó
la
cabeza.
Mierda.
Se
pasó
el
antebrazo
sobre
el
labio
superior
húmedo
y
sacudió
las
voces…
los
recuerdos…
de
su
cabeza.
—Lo
siento.
Ha
pasado
un
tiempo
desde
que
pensé
en
ese
día.
—
Un
tiempo,
cierto.
Desde
hacía
varias
horas...
desde
que
Jacob
Wheeler
había
llevado
el
tema
de
su
padrastro
a
su
sesión
de
terapia.
Maldito
psiquiatra.
—Ésta
no
es
una
conversación
para
una
cena,
A .
Miró
a
Gin
y
solo
vio
simpatía.
¿No
se
dio
cuenta
de
que
Sawyer
se
había
quedado
allí
parado
mientras
su
hombre,
su
hermano,
había
sido
pateado
hasta
la
muerte?
—¿Crees
que
no
ayudaste?
Te
equivocas,
hermano.
—Con
los
ojos
entrecerrados,
A
se
inclinó
hacia
delante—.
Ahora
que
lo
pienso,
el
doctor
mencionó
que
tal
vez
no
lo
recordaras
todo.
—¿Por
qué
Sawyer
lo
olvidaría?—preguntó
Mallory
suavemente.
—Porque...
—A icus
tomó
un
buen
trago
de
su
cerveza—.
Mira,
cuando
me
estrellé
contra
Reuben
y
lancé
la
sartén
de
pollo
lejos,
él
me
golpeó.
Sawyer
asintió
con
la
cabeza.
—Y
no
hice
nada.
—Es
cierto.
—Los
ojos
de
A icus
se
volvieron
distantes—.
Hasta
que
el
gran
bastardo
me
pateó.
Estaba
acurrucado,
ni
siquiera
podía
respirar,
y
mi
hermano
pequeño
de
nueve
años
salió
de
la
nada,
gritando
como
un
loco
y
atacó
a
Reuben
con
furia.
—Su
mirada
se
encontró
con
la
de
Sawyer,
firme
y
agradecida—.
También
recibiste
algunos
buenos
golpes,
hermano,
antes
de
que
lograra
arrojarte
al
otro
lado
de
la
habitación.
Justo
dentro
de
la
estufa
de
leña.
—¿Qué?
—Sawyer
negó
con
la
cabeza.
Todo
después
de
que
patearon
a
A
fue
enterrado
en
una
nebulosa.
Llamar
a
la
policía.
Observar
a
A
siendo
golpeado
y
pateado.
Entonces
nada—.
Yo...
no
recuerdo
nada
después
de
verlo
patearte.
En
realidad,
no
recuerdo
que
él
me
hubiese
arrojado.
—Te
golpeaste
la
cabeza
contra
esa
maldita
estufa
de
hierro
fundido.
Dios,
Sawyer,
no
te
despertaste
en
un
par
de
horas.
Casi
mataste
del
susto
a
mamá.
Y
a
mí.
—Los
ojos
de
A
se
encontraron
con
los
suyos—.
El
doctor
dijo
que
las
personas
no
siempre
recuerdan
los
minutos,
o
días,
antes
de
una
conmoción
cerebral.
Sawyer
no
pudo
dejar
pasar
una
cosa
así.
—¿Lo
ataqué?
—Sí,
hermano.
Tenías
nueve
años.
Ah.
El
orgullo
en
la
expresión
de
A
era
como
un
bálsamo
sobre
la
herida
supurando
en
el
alma
de
Sawyer.
No
había
sido
un
cobarde.
Durante
esos
largos
cuatro
años,
Reuben
había
llamado
a
Sawyer
inútil.
Flacuchento.
Cobarde.
Estúpido.
Cuando
Sawyer
decepcionó
a
A ,
había
confirmado
que
todo
lo
que
Reuben
dijo
era
verdad.
Era
inútil,
flacuchento,
estúpido...
y
también
cobarde.
Solo
que
él
no
lo
era.
Todavía
no
podía
recordar
esos
minutos
perdidos,
pero
¿saber
que
no
había
decepcionado
a
A ?
La
revelación
cambió...
todo.
Un
brazo
rodeó
su
cintura
antes
de
que
Mallory
se
apretara
contra
su
costado,
su
calidez
y
preocupación
dadas
tan
libremente,
su
garganta
se
apretó.
Después
de
un
apretón
rápido,
ella
le
preguntó
quedamente
a
Gin
y
A
sus
planes
para
el
Día
de
Acción
de
Gracias,
generosamente
cambiando
la
conversación
a
diferentes
temas.
Dejándolo
pensar.
La
forma
en
que
ella
lo
apoyaba,
él
sentía
que
había
recuperado
a
su
equipo
SEAL,
cuidándole
la
espalda.
Durante
unos
minutos,
dejó
que
las
cosas
se
asentaran
en
su
mente...
y
entonces
lentamente
dejó
ir
el
pasado.
Levantando
a
Mallory,
la
puso
en
su
regazo.
Su
mujer
era
aún
más
cálida
y
acurrucable
que
su
peludo
gato.
Aún
mejor,
ella
no
estaba
avergonzada
por
sus
acciones.
Ella
simplemente
se
acurrucó
cómodamente
contra
él
y
siguió
hablando.
De
hecho,
incluso
apretó
sus
brazos
con
más
fuerza
alrededor
de
su
cintura.
Aceptación.
Amor.
El
nudo
en
su
garganta
se
hizo
más
grande.
A
ciegas,
tomó
su
cerveza
para
eliminar
el
estrangulamiento.
La
sonrisa
de
Gin
era
comprensiva.
En
prisión,
ella
había
sido
su
consejera
antes
de
que
Wheeler
lo
aceptara.
Ella
conocía
su
pasado
y
sabía
que
esto
era
una
revelación.
Una
sonrisa
se
dibujó
en
las
comisuras
de
sus
labios
mientras
preguntaba:
—Me
he
estado
preguntando,
oh
vaquero
machote,
¿qué
piensas
de
la
casa
de
Mallory?
Mallory
hizo
un
ruido
de
exasperación,
y
Sawyer
casi
se
echó
a
reír.
Parecía
una
discusión
femenina
que
se
había
perdido.
Sin
embargo,
cuando
la
ninfa
se
volvió
en
sus
brazos
para
mirarlo,
supo
que
su
respuesta
era
importante.
Vale.
Miró
a
su
hermano.
—Me
gusta
el
look
del
oeste
aquí,
A .
Se
siente
mucho
como
en
casa.
Las
partes
que
más
me
gustaban.
El
pequeño
cuerpo
en
sus
brazos
se
tensó
ligeramente.
Mallory
amaba
su
hogar.
Afortunadamente...
él
también.
Él
tocó
su
mandíbula,
tan
fuerte
y
femenina.
—Sin
embargo,
tu
hogar...
nunca
me
he
sentido
más
cómodo
o
más
tranquilo
en
ningún
lado.
Nunca.
—Él
pudo
escuchar
su
pequeño
suspiro
de
alivio—.
El
mobiliario
es
lo
suficientemente
grande
para
mí
y
muy
cómodo.
No
voy
a
romper
algo
si
tomo
un
plato
o
me
siento
con
fuerza.
Y
la
casa
está
tan
llena
de
luz
que,
incluso
en
días
nublados,
se
siente
como
si
el
sol
fuera
a
aparecer
de
un
momento
a
otro.
Cuando
ella
inclinó
su
cabeza
hacia
su
mano,
restregando
su
mejilla
contra
su
palma,
él
solo
sonrió.
Porque
no
importa
cuán
hermoso,
su
hogar
era
un
mero
reflejo
de
la
paz
que
llevaba
y
compartía
con
todos
los
que
la
rodeaban.
Capítulo
19
Mientras
Mallory
conducía
hacia
Kestrel
Mountain
Road,
podía
sentir
el
vapor
saliendo
de
sus
oídos.
Qué
mañana
tan
confusa.
Anoche,
se
había
ido
a
dormir,
acurrucada
en
los
brazos
del
hombre
que
amaba...
y
se
despertó
con
una
cama
y
una
casa
vacía.
Sin
nota
ni
nada.
Cuando
salió
al
porche,
vio
su
camioneta
en
su
casa
y
el
humo
saliendo
de
su
chimenea.
Ella
se
había
preocupado
entonces.
¿Había
hecho
algo
mal?
¿Estaba
bien?
Antes
de
que
pudiera
llamar,
había
recibido
un
mensaje
de
texto:
tenía
que
revisar
algo
antes
de
que
estuvieras
despierta.
Lo
siento,
no
tenía
oportunidad
de
despertarte
de
una
mejor
manera.
Te
veo
esta
noche.
Por
supuesto,
había
sido
una
lástima
perderse
despertar
de
una
“mejor
manera”.
Aunque
las
tardes
y
las
mañanas
de
fin
de
semana
estaban
reservadas
para
el
sexo
lento
y
sensual,
en
un
día
de
trabajo,
Sawyer
recurriría
a
enérgicos
rapiditos.
Después
de
descubrir
su
alijo
de
vibradores
en
la
mesita
de
noche,
y
de
haberlo
aumentado,
los
usaría
para
asegurarse
de
que
ambos
estuvieran
saciados.
Siempre
se
aseguraba
de
que
ella
se
corriera,
como
si
encontrara
su
clímax
tan
gratificante
como
el
suyo.
Él
era
tan...
Su
boca
se
apretó.
Ninguno
de
los
dos
había
disfrutado
del
sexo
rápido
o
lento...
porque
se
había
ido
durante
la
noche.
No
fue
un
buen
comienzo
para
un
sábado,
y
había
empeorado.
Toda
la
mañana
había
trabajado
en
el
antebaño
en
la
casita
de
Nancy
Jenkins.
Hacía
una
hora,
la
anciana
viuda
había
corrido
a
la
ciudad
para
comprar
víveres...
y
regresó
para
regalar
a
Mallory
con
las
últimas
noticias:
el
robo
en
la
estación
de
gasolina,
el
tiroteo
y
la
afirmación
de
Roger
Simmons
de
la
participación
de
Sawyer.
De
ninguna
manera
Sawyer
habría
robado
Simmons
Gas.
Por
otra
parte,
seguro
que
podría
haber
estado
allí.
Podría
haber
muerto
allí.
El
miedo
enroscándose
en
su
pecho
hizo
que
su
respiración
se
cortara.
La
hizo
enojarse
aún
más.
Saliendo
de
la
carretera
hacia
Whiskey
Creek
Lane,
pasó
junto
a
la
casa
de
A icus
y
frenó
en
la
propiedad
de
Sawyer.
Su
camioneta
estaba
estacionada
en
su
casa.
De
acuerdo
entonces.
Al
detenerse
en
el
camino,
trató
de
calmar
su
ira.
Sin
éxito.
Cuando
Aquiles
salió
del
establo,
Mallory
apagó
el
motor
y
saltó,
evitando
los
charcos
de
la
lluvia
de
la
noche
anterior.
—Hola,
bebé.
El
cachorro
actuaba
como
si
no
la
hubiera
visto
en
semanas
mientras
giraba
en
círculos
a
su
alrededor,
lamiendo
sus
manos
y
recolectando
palmadas.
Un
brazo
musculoso
se
cerró
alrededor
de
la
cintura
de
Mallory,
la
giró
y
entonces
estaba
aplastada
contra
el
cuerpo
sólido
de
Sawyer.
Ella
plantó
una
mano
sobre
su
pecho.
—Sawy…
La
jaló
de
puntillas
y
tomó
sus
labios
en
un
beso
áspero
y
exigente.
Cuando
ella
le
rodeó
el
cuello
con
los
brazos,
oh,
no
podía
evitarlo,
él
la
atrajo
hacia
sí
y
la
besó
como
si
hubieran
estado
separados
durante
años.
Cuando
él
levantó
la
cabeza,
ella
no
podía
recordar
lo
que
había
comenzado
a
decir.
Su
mejilla
se
arrugó.
—Te
extrañé.
¿Pero
saliste
por
alguna
razón?
—Su
sombrero
negro
de
vaquero
ensombrecía
sus
rasgos.
Extrañamente,
no
se
había
afeitado,
y
la
barba
incipiente
oscura
le
daba
una
apariencia
nerviosa
y
peligrosa.
—Ah...
—Su
cerebro
volvió
a
hacer
clic,
y
ella
lo
fulminó
con
la
mirada—.
Tú.
—¿Yo,
qué?
—Él
inclinó
la
cabeza,
mirándola
como
si
hubiera
enloquecido.
—No
me
dejaste
esta
mañana,
te
fuiste
en
medio
de
la
noche.
Y
fuiste
a
la
ciudad.
Su
ceño
se
frunció.
—Escucha,
Mallory…
—¿Estabas
en
la
estación
de
gasolina
haciendo
alguna...
alguna
cosa
de
vigilancia?
—Pensé
que
no
tenías
ningún
problema
conmigo
actuando
contra
la
pandilla.
Su
cabeza
se
sentía
como
si
fuera
a
estallar.
—Dijiste
que
si
veías
a
alguien
haciendo
algo
ilegal,
tenías
que
intervenir.
Ser
testigo
de
algo
no
es
lo
mismo
que
buscarse
problemas.
La
expresión
dura
en
su
rostro
decía
que
buscar
era
exactamente
lo
que
había
hecho.
—Mallory,
yo…
—Sawyer,
¿cómo
supiste
que
alguien
estaba
entrando
en
Simmons
Gas?
Él
se
puso
rígido.
—No
necesitas
saber
cómo
lo
hice.
—¿No?
Su
mandíbula
se
apretó.
Su
aura
era
oscura
de
infelicidad,
y
había
colores
oscuros
que
ella
no
podía
interpretar
en
absoluto.
—Mallory.
—Estabas
solo,
y
no
tenías
un…—buscó
la
palabra—…
un
respaldo,
¿verdad?
La
tristeza
atravesó
como
un
rayo
negro
su
aura.
—No.
Ya
no
tengo
un
equipo.
Ella
no
lo
aprobaba,
pero
no
podía
dejar
que
se
metiera
en
peligro
solo.
—Déjame…
—No.
—Su
agarre
en
la
parte
superior
de
sus
brazos
se
apretó,
y
le
dio
una
sacudida—.
Nunca.
Esto
no
está
en
tus
aptitudes.
No
es
nada
que
quieras
hacer.
Joder,
te
mantendrás
alejada
de
esta
pandilla.
—Está
bien.
Pero
Sawyer,
habla
conmigo.
—No.
Su
respuesta
fue
como
un
golpe.
—Entiendo.
—Mallory,
hay
más
pandilleros
en
la
ciudad,
más
que
antes.
Son
extremadamente
violentos.
Te
quiero
lejos,
muy
lejos
de
ellos.
No
quiero
que
vayas
sola
a
ninguna
parte.
Su
mirada
estaba
enfocada,
su
preocupación
obvia.
—Está
bien.
—No,
no
estaba
bien.
Sin
embargo,
éste
no
era
el
momento
de
discutir.
Necesitaba
enfriarse
y
tomarse
un
tiempo
para
pensar.
Discutirían
todo
esta
noche
y
llegarían
a
algo.
Un
compromiso
y
una
forma
de
mantenerlo
a
salvo.
Ella
suspiró—.
Necesito
volver
al
trabajo.
Se
inclinó
y
besó
su
mejilla.
—Por
supuesto.
Recuerda,
ninfa,
ten
mucho
cuidado.
Ella
lo
besó
suavemente
y
regresó
a
la
ciudad,
con
el
corazón
dolorido.
***
Sawyer
trató
de
enterrar
el
recuerdo
del
dolor
en
los
ojos
de
Mallory.
Intentó
decirse
que
había
sido
necesario
lastimarla.
Joder
lo
sabía,
ella
se
quedaría
lejos,
muy
lejos
de
él
ahora,
lo
que
significaba
que
estaría
a
salvo.
Nada
más
era
tan
importante.
Animal
había
visto
a
Mallory
comenzar
a
abrazarlo.
Sawyer
no
podía
reescribir
la
historia.
Sin
embargo,
podía
dejar
en
claro
que
Mallory
no
era
nadie
importante.
De
hecho,
necesitaba
mostrar
que
ninguna
mujer
era
particularmente
importante
para
él.
No
Mallory.
Tampoco
ésta.
Sonriendo
fríamente,
ocultó
su
irritación
por
cómo
la
rubia
le
pasaba
las
manos
por
el
pecho
y
los
brazos.
Actúa
como
un
asesino,
Ware.
Sé
lo
que
ésta
quiere.
—Dame
tu
nombre.
Sus
pupilas
se
dilataron,
y
ella
frotó
sus
senos
contra
su
brazo.
—Candy.
Bien,
ella
le
había
dicho
su
nombre
un
par
de
veces
el
verano
pasado.
Él
la
aferró
del
pelo,
le
echó
la
cabeza
hacia
atrás
y
la
observó
jadear
con
excitación.
—Hasta
la
vista,
Candy.
Soltándola,
se
paseó
por
la
acera
entarimada.
No
quería
que
los
Hammers
apuntaran
a
ninguna
mujer...
así
que
tenía
que
parecer
como
si
conquistara
a
cualquiera.
Tres
de
las
pocas
turistas
restantes
lo
vieron.
Cuando
les
sonrió,
las
mujeres
acudieron
en
masa
a
él
para
realizar
un
ligero
coqueteo.
Sentía
las
miradas
de
los
Aryan
Hammers.
Para
cuando
dejó
a
las
mujeres,
se
había
asegurado
de
que
los
pandilleros
creyeran
que
estaba
soltero
y
que
buscaba
anotar.
Qué
jodido
estúpido
había
sido.
Debería
haberle
dicho
a
Mallory
que
la
ruidosa
boca
de
Roger
Simmons
había
pintado
un
blanco
en
su
pecho,
y
que
ella
necesitaba
evitar
a
Sawyer
en
público.
El
problema
era
que
ella
no
retrocedería
ante
una
amenaza.
No
su
mujer.
Ahora
Mallory
estaba
dolida
por
sus
acciones...
cuando
todo
lo
que
quería
hacer
era
amarla.
Porque
lo
hacía.
Sí,
con
todo
su
corazón.
Le
había
costado
toda
su
fuerza
de
voluntad
no
unirse
a
ella
anoche.
Al
menos
ahora
los
Hammers
se
darían
cuenta
de
que
era
solo
un
imbécil,
que
disfrutaba
de
cualquier
mujer
que
pudiera
conseguir,
y
que
ninguna
mujer
era
especial.
Y
ya
había
lastimado
a
la
ninfa
lo
suficiente
como
para
que
no
volviera
a
hablar
con
él.
Ella
lo
descartaría
y
lo
dejaría
solo.
El
dolor
punzante
de
su
pérdida
casi
lo
puso
de
rodillas.
Pero
esto
era
lo
correcto.
Haría
lo
que
fuera
necesario
para
mantenerla
a
salvo.
Capítulo
22
El
jueves
por
la
tarde,
Mallory
llenó
los
comederos
de
pájaros
en
el
solario.
Era
la
temporada
en
que
los
emplumados
tendrían
problemas
para
encontrar
comida...
y
al
quedarse
en
este
lado
de
su
casa,
no
se
sentiría
tentada
a
mirar
hacia
la
casa
de
Sawyer.
Tal
vez
debería
haber
aceptado
la
invitación
a
cenar
de
Kallie
y
Jake.
Desafortunadamente,
no
había
querido
conversar,
especialmente
sobre
lo
que
había
pasado
el
domingo
pasado.
Al
menos
los
hombres
de
su
equipo
de
construcción
no
exigían
discusiones
sobre
relaciones
o
sentimientos.
Por
otro
lado,
ella
era
una
mujer,
no
un
hombre.
Frunciendo
el
ceño,
se
detuvo
para
verter
semillas
de
girasol
en
un
comedero.
Había
estado
evitando
a
sus
amigas
en
lugar
de
dejar
que
la
consolaran,
lo
cual
no
era
sabio.
¿Tenía
la
tendencia
de
Sawyer
a
retraerse
cuando
la
rozaba
la
infelicidad?
Ella
resopló
una
risa
triste.
No,
ella
siempre
había
hecho
lo
mismo.
Eran
muy
parecidos,
de
verdad.
Colgó
el
comedero
con
un
sonido
gruñón.
Tal
vez
fuera
mejor
que
no
estuvieran
juntos.
Probablemente
se
quedarían
en
casa
todo
el
tiempo,
contentos
con
la
compañía
del
otro.
A
veces
era
mejor
si
un
introvertido
se
unía
con
un
extrovertido.
Pero...
a
ella
le
había
gustado
quedarse
en
casa
con
Sawyer,
incluso
si
no
hacían
nada
más
que
mirar
televisión
o
leer.
Intercambiarían
opiniones,
o
discutían
sobre,
las
noticias
o
la
historia
o
incluso
cosas
tontas
como
los
mejores
postres.
La
visión
del
mundo
de
él
estaba
orientada
a
que
la
vida
fuera
justa.
Quería
devolver
los
favores
y
mantener
las
cosas
equilibradas.
Por
el
contrario,
ella
transitaba
por
la
ruta
de
excesivamente
dadivosa.
Su
opinión
sobre
las
cosas
generó
buenas
discusiones.
Ella
lo
extrañaba.
Deja
de
pensar
en
él,
¿de
acuerdo?
La
directiva
era
imposible
de
seguir
cuando
su
ausencia
era
un
dolor
interminable
bajo
su
esternón.
Incluso
Aslan
estaba
de
mal
humor,
suspirando
por
el
cachorro
entretenido
y
la
atención
extra
de
Sawyer.
Aslan
insistía
en
que
un
humano
sentado
significaba
un
regazo
disponible
y
eso
divertía
a
Sawyer.
Por
otra
parte,
no
mucho
perturbaba
el
equilibrio
de
Sawyer.
De
nuevo,
detente.
Mallory
colgó
el
último
comedero
antes
de
revisar
el
jardín.
Su
cultivo
del
invernadero
había
brotado
muy
bien
en
las
camas
vacías.
Debería
cortar
los
espárragos
y
cubrir
el
suelo...
y
mantenerse
ocupada
por
un
tiempo.
Después
de
recuperar
sus
alicates,
guantes
y
bolsa
para
la
hierba,
cortó
los
largos
tallos
plumosos
y
los
recortó
para
el
montón
de
compost.
Mientras
trabajaba,
su
teléfono
sonó.
Lo
sacó,
revisó
la
pantalla
y
suspiró.
Sawyer
no
va
a
llamar,
le
dijo
a
su
corazón.
Deja
de
esperar.
—Hola,
Becca.
¿Qué
pasa?
—Quería
asegurarme
de
que
no
te
olvides
de
la
fiesta
de
fin
de
temporada
el
viernes.
Mañana
por
la
noche.
Vendrás,
¿verdad?
Lo
había
olvidado.
Todavía
preferiría
olvidarlo.
Lo
último
que
quería
en
este
momento
era
una
fiesta.
Sintiendo
una
palmadita
en
la
rodilla,
miró
los
ojos
verde
dorado
de
Aslan
y
observó
la
expresión
de
reprimenda
del
gato.
Los
gatos
estaban
perfectamente
contentos
con
la
soledad;
sin
embargo,
los
humanos
fueron
diseñados
para
vivir
en
una
tribu.
Era
hora
de
dejar
de
deprimirse
e
ir
a
ver
a
sus
amigas.
—Estaré
allí.
—Ella
le
sonrió
a
Aslan
con
tristeza
y
le
dio
una
rascada
detrás
de
la
oreja.
Gracias,
Rey—.
Gracias
por
preocuparte,
Becca.
—Eso
es
lo
que
hacen
las
amigas.
—Becca
suspiró—.
En
realidad,
habría
estado
en
tu
puerta
anoche,
pero
Ansel
tiene
una
infección
de
oído
y
está
teniendo
altas
temperaturas.
Desde
ayer,
ha
estado
pegado
a
mi
regazo
y
hemos
visto
mil
episodios
de
Baby
Einstein.
Mi
cerebro
podría
estallar.
Al
imaginarlo,
Mallory
se
echó
a
reír.
—¿Está
mejorando?
—El
antibiótico
está
funcionando.
Finalmente.
Mañana
volverá
a
su
velocidad
habitual
de
ciento
sesenta
kilómetros
por
hora.
—Pobre
Ansel…
y
pobre
mamá.
¿Logan
está
ayudando?
—Nos
estábamos
turnando
hasta
que
uno
de
nuestros
huéspedes
del
hotel
fue
asaltado
afuera
del
ClaimJumper
anoche.
Logan
fue
a
la
ciudad
con
él
hoy
para
completar
el
informe
policial.
—¿Asaltado?
¿En
serio?
—No
sé
qué
está
pasando
esta
semana,
es
como
si
hubiera
una
ola
de
delincuencia.
El
jefe
me
dijo
que
los
Aryan
Hammers
les
están
dando
drogas
gratis
a
los
niños
e
invitándolos
a
su
casa.
—No.
—El
gruñido
de
Mallory
hizo
que
Aslan
la
mirara
fijamente—.
Simplemente
no.
Recordó
su
primer
día
en
la
escuela
Bear
Flat.
Después
de
asistir
a
las
escuelas
de
San
Francisco,
se
había
enamorado
de
lo
segura
que
se
había
sentido
la
pequeña
escuela
secundaria.
—Vamos
a
arreglar
esto,
Becca.
Ahora.
***
Un
fuerte
martilleo
en
la
puerta
principal
sobresaltó
a
Sawyer
e
hizo
que
Aquiles
ladrara
sorprendido.
El
cachorro
se
apresuró
a
saludar
a
quien
pudiera
estar
allí.
Con
menos
entusiasmo,
Sawyer
salió
de
su
gran
sillón
y
se
dirigió
hacia
la
puerta.
Un
infierno
cuando
un
hombre
no
podía
ponerse
de
mal
humor
en
paz.
Morgan
Masterson
esperaba
en
el
pequeño
porche.
Le
entregó
a
Sawyer
un
saco
marrón
y
un
paquete
de
seis
cervezas,
entonces
se
inclinó
para
acariciar
a
Aquiles.
—¿Quién
está
creciendo
rápido,
eh?
Serás
un
gran
perro
guardián,
¿verdad?
Sobre
sus
patas
traseras,
Aquiles
movió
todo
su
cuerpo
en
acuerdo...
y
Sawyer
encontró
su
primera
sonrisa
del
día.
Después
volvió
su
mal
humor.
—¿Es
esto
una
celebración?
—Porque
nunca
había
tenido
menos
ganas
de
celebrar
nada.
—Nop.
Es
jueves
y
los
Broncos
están
jugando
contra
los
Jets.
—
Morgan
entró
a
la
casa
sin
esperar
una
invitación.
Frustrado,
Sawyer
cerró
la
puerta
y
se
inclinó
contra
ella.
—¿Eres
tan
insistente
con
tus
hermanos?
—Sí.
—Morgan
tomó
una
cerveza
del
paquete
de
seis
que
Sawyer
estaba
sosteniendo.
Después
de
abrirla,
bebió
un
trago
y
recuperó
la
bolsa—.
Dale
una
oportunidad
y
Wya
podría
pelear
con
un
oso
pardo
hasta
la
muerte.
Aprendí
a
no
darle
la
oportunidad.
Wya
debía
ser
el
polo
opuesto
de
Morgan.
—Tu
hermano
suena
interesante.
—Probablemente
te
gustaría—La
boca
de
Morgan
se
aplastó—,
si
alguna
vez
vuelve
a
traer
su
trasero
aquí.
—De
la
bolsa,
sacó
una
paquete
enorme
de
patatas
fritas
y
un
gran
recipiente
de
salsa.
Todo
estaba
en
la
mesa
de
café
antes
de
que
él
se
dejara
caer
en
el
sofá.
Felizmente,
Aquiles
se
unió
a
él.
Sawyer
recibió
dos
pares
de
ojos
expectantes.
Dios
santo.
Resignado,
agarró
una
cerveza,
puso
el
resto
en
la
nevera
y
se
acomodó
en
su
sillón.
—¿Te
enojaste
con
tu
hermano?
—Sí.
Un
poco.
—Con
el
ceño
fruncido,
Morgan
bebió
un
trago
de
cerveza—.
Él
solo
se
levantó
y
se
fue.
Justo
en
mitad
de
la
temporada.
—¿Ustedes
dos
tuvieron
un
pleito
o
algo
así?
—No,
no
peleamos.
—Morgan
tiró
de
las
orejas
de
Aquiles—.
Sabes,
Wya
y
yo
estábamos
allí
cuando
tu
hermano
rescató
a
Gin
y
a
la
otra
trabajadora
social
de
los
convictos.
—Escuché…
y
sé
que
Wya
mató
a
uno
de
los
bastardos.
Considerando
la
forma
en
que
los
Aryan
Hammers
han
apuntado
a
A ,
me
alegra
que
tu
hermano
esté
fuera
de
su
alcance.
Morgan
se
congeló,
su
mano
sobre
la
cabeza
del
cachorro.
—Nunca
pensé
en
las
represalias.
Mierda.
Me
ha
cabreado
que
se
fuera.
—Es
comprensible.
Te
has
vuelto
loco
manteniendo
al
día
tu
negocio.
¿Wya
se
fue
porque...?
—Nunca
había
matado
a
nadie
antes;
se
le
arruinó
la
cabeza.
—Ah.
—Sawyer
tomó
un
sorbo
de
cerveza
y
miró
la
etiqueta.
Coors
Original.
No
estaba
mal,
pero
no
era
Bud—.
A
algunos
hombres
les
pasa
eso.
—¿A
ti
no?
Ante
el
silencio
de
Sawyer,
Morgan
echó
un
vistazo.
—Dudo
que
los
SEAL
huyan
de
la
batalla,
Ware.
Has
matado
antes.
—Sí.
Fue
duro
al
principio.
—Había
vomitado
después
de
su
primera
misión—.
Es
más
fácil
cuando
hay
una
distancia.
—El
uso
de
cuchillos
era
lo
peor.
Sentir
el
golpe
del
cuchillo
atravesar
la
piel,
el
cuerpo
convulsionar,
el
hedor
de
los
intestinos
liberados.
El
cambio
en...
todo...
con
la
muerte.
Pensó
en
la
forma
en
que
Morgan
había
expresado
el
comentario
sobre
Wya .
Nunca
había
matado
a
nadie
antes.
—¿Mataste
a
un
hombre,
Masterson?
Morgan
hizo
rodar
la
lata
entre
sus
palmas.
—Un
par
de
veces.
—Su
mandíbula
se
apretó—.
La
primera
cuando
tenía
dieciséis
años
y
ayudaba
a
mi
padre
con
una
excursión
de
pesca.
El
hombre
descubrió
que
su
esposa
había
follado
a
su
amigo
que
también
estaba
en
la
excursión.
Se
volvió
loco.
Pa
intentó
disuadirlo
y
le
dispararon.
Y...
puse
una
bala
en
la
cabeza
del
bastardo.
Después,
hace
tres
años,
Virgil
interrumpió
una
pelea
en
un
bar,
y
un
leñador
fue
a
por
él
con
un
cuchillo.
Golpeé
al
leñador...
demasiado
fuerte.
Morgan
se
miró
las
manos,
poderosas
manos
de
hombre
trabajador,
como
si
todavía
no
pudiera
creer
que
había
matado
a
alguien
de
una
manera
tan
brutal.
—Pero
no
perdí
demasiado
el
sueño
por
eso.
—Salvaste
vidas.
La
vida
de
los
buenos.
—Sawyer
negó
con
la
cabeza—.
Tu
hermano
verá
que
él
también
lo
hizo.
Esperemos
que
sea
antes
de
que
te
vayas
a
la
tumba.
—Los
Hunt
ayudaron
con
algunos
viajes,
pero
es
un
alivio
que
la
temporada
turística
terminara.
—Relajándose,
Morgan
sonrió—.
Y
tuve
los
senderos
interesantes
que
Wya
podría
haber
tenido,
así
que
no
todo
fue
malo.
Sawyer
lo
miró.
Wya
podría
ser
el
hermano
mayor,
pero
dudaba
que
su
hermano
pequeño
cediera
en
algo
esencial.
Morgan
le
recordó
a...
sí
mismo.
Antes
de
que
lo
hubieran
desplegado.
Tranquilo
por
fuera.
También
reservado,
cuidadoso
y
competente.
Morgan
levantó
el
mando
a
distancia
y
se
volvió
hacia
el
juego.
—No
olvides
que
estoy
disponible
si
necesitas
ayuda,
Ware..
—No
lo
olvidaré.
—Después
de
verlo
disparar
en
el
campo
de
tiro,
Sawyer
pensó
que
este
silencioso
Masterson
era
probablemente
el
más
mortal
de
los
tres.
Capítulo
23
Los
vehículos
llenaban
el
estacionamiento
del
Serenity
Lodge,
los
lados
del
camino
de
entrada,
y
desbordaban
por
la
carretera.
La
fiesta
de
fin
de
temporada
de
Bear
Flat
nunca
había
tenido
tanta
asistencia,
incluso
cuando
la
habían
celebrado
en
la
ciudad.
Perplejo,
Morgan
cruzó
el
amplio
porche
y
entró
en
el
enorme
edificio
de
troncos
de
dos
pisos.
—Bienvenido,
Morgan.
Me
alegro
de
que
pudieras
venir.
—Becca
Hunt
estaba
junto
a
Logan
en
el
mostrador
de
recepción.
De
pie
en
un
corralito,
Ansel
agitaba
su
martillo
de
goma
roja
en
señal
de
saludo.
Thor,
su
gran
pastor
alemán,
se
paraba
frente
al
corralito,
protegiendo
a
su
hijo.
Dejando
en
claro
que
le
arrancaría
la
garganta
a
cualquier
extraño
que
se
pusiese
demasiado
familiar.
—No
tenía
opciones
acerca
de
venir.
—Morgan
rascó
el
cuello
de
Thor
y
esperó
el
meneo
de
aprobación
requerido,
antes
de
revolver
el
suave
cabello
negro
de
Ansel—.
Mallory
dijo
que
me
golpearía
si
no
apareciera
a
las
cinco
en
punto.
Me
dejó
aterrorizado.
Logan
resopló.
—Sin
duda
alguna,
las
mujeres
que
usan
pistolas
de
clavos
dan
miedo.
—Bart
Holder,
el
dueño
de
la
ferretería,
palmeó
ruidosamente
el
hombro
de
Morgan
y
entró
en
la
habitación.
Morgan
miró
a
su
alrededor.
La
habitación
principal
del
rústico
albergue
estaba
llena
de
habitantes
de
Bear
Flat:
dueños
de
negocios,
madres
que
se
quedaban
en
casa,
jubilados.
La
gente
atascaba
las
áreas
de
descanso,
se
apoyaba
en
las
paredes
y
se
detenía
hablando
en
grupos.
Aparte
de
Ansel,
no
había
niños
presentes.
—¿Has
hablado
con
Simmons
recientemente?—le
preguntó
Morgan
a
Logan—.
Parece
que
está
diciendo
que
Sawyer
está
corrompiendo
a
las
mujeres,
incluida
Mallory,
y
haciéndolas
pasar
tiempo
con
delincuentes
y
pandilleros.
—¿Corromper
a
Mallory?
Me
gustaría
ver
el
día.
—Los
ojos
de
Becca
se
entrecerraron—.
Si
escucho
a
alguien
decir
algo
desagradable
sobre
mi
chica,
le
daré
una
bofetada.
Bueno,
joder,
la
pelirroja
de
Logan
tenía
bastante
genio.
Morgan
miró
a
su
esposo.
A
pesar
de
la
ira
en
sus
ojos,
Logan
sonrió.
—Ayudaré,
dulzura.
No
conozco
al
hermano
de
A icus,
pero
Mallory
no
sería
engañada
por
un
mentiroso.
Después
de
dirigir
un
equipo
de
construcción,
no
es
una
adolescente
encandilada,
y
lee
a
las
personas
incluso
mejor
que
Gin.
—Cierto.
Ya
sea
que
formen
una
pareja
o
no,
no
creo
que
Sawyer
sea
un
mal
hombre.
—Con
un
suspiro,
Becca
se
apoyó
contra
Logan
—.
Ella
me
dijo
que
su
aura
es
hermosa,
un
hermoso
rojo
claro.
—La
mujer
da
miedo
a
veces.
—Morgan
miró
a
Logan—.
No
creo
que
estés
sirviendo
cerveza.
—Mallory
no
creía
que
el
alcohol
fuera
una
buena
idea
para
esta
reunión.
Tenemos
té
helado
o
agua.
—Becca
guiñó
un
ojo—.
Y
puede
que
queden
galletas.
—Eso
ya
es
otra
cosa.
Gracias.
—Morgan
se
dirigió
hacia
la
parte
trasera,
intercambiando
saludos
mientras
avanzaba.
Con
excepción
de
a
dos
mujeres
y
un
hombre
joven,
conocía
a
todos
en
la
sala.
Mientras
se
detenía
para
hablar
cada
pocos
metros,
se
dio
cuenta
de
que
se
estaba
divirtiendo.
Quizás
no
era
tan
extrovertido
como
sus
hermanos,
pero
le
gustaba
la
gente.
Gin
le
había
dicho
que
era
un
equilibrio
perfecto
entre
extrovertido
e
introvertido.
Sus
labios
se
curvaron.
Hablar
con
trabajadoras
sociales
deformaría
el
cerebro
de
un
hombre
más
rápido
que
las
drogas.
—Morgan,
¿cómo
está
tu
hermano?
—En
las
mesas
de
atrás,
la
señora
Reed
le
sirvió
un
té
helado
y
otro
para
ella.
Morgan
tomó
un
par
de
galletas
y
le
entregó
una.
—No
tiene
internet
ni
servicio
telefónico
allí,
así
que
no
tenemos
noticias
suyas
a
menudo.
Durante
su
última
llamada,
sonaba
bien,
aunque
la
pobreza
lo
sorprendió.
Me
dijo
que
los
niños
mueren
de
hambre.
—Morgan
no
podía
imaginar
perder
a
los
niños
por
falta
de
comida.
Dios
santo—.
Está
enseñando
a
los
aldeanos
cómo
manejar
el
ganado.
La
tierra
es
pobre,
aunque
puede
soportar
el
pastoreo
si
se
maneja
correctamente.
También
ayudó
a
cavar
un
pozo.
—¿Y
se
siente
mejor?
—La
señora
Reed
los
conocía
desde
hacía
años.
—Sí.
Supongo
que
tomó
la
decisión
correcta
para
él.
—Vivir
con
extraños
seguramente
no
habría
sido
la
elección
de
Morgan.
Cuando
se
sentía
preocupado,
se
dirigía
a
las
montañas
y
a
la
soledad.
La
señora
Reed
le
dio
unas
palmaditas
en
el
brazo.
—Aunque
crecieras
siendo
inseparable
de
tu
hermano,
no
son
lo
mismo.
A
pesar
de
sus
bravuconadas,
tu
hermano
tiene
un
alma
sensible.
Tú,
querido,
tienes
una
personalidad
muy
estable.
Morgan
casi
sonrió.
Sería
divertido
decirle
a
Wya
lo
sensible
que
era.
—Pero
no
importa
cuán
bien
equilibrado,
te
iría
mejor
si
estuvieras
casado.
Ya
es
hora.
—La
señora
Reed
asintió—.
Vanessa
y
yo
consideraremos
quién
te
conviene.
Antes
de
que
Morgan
pudiera
encontrar
las
palabras
corteses
para
mierda,
no,
la
dueña
de
la
librería
se
había
unido
a
su
grupo
de
mujeres
de
negocios.
La
temporada
podría
haber
terminado,
pero
claramente
era
el
momento
de
programar
algunos
viajes
largos
de
guía.
Comenzando
de
inmediato.
***
Con
Kallie
y
Sunny
como
compañía,
Mallory
esperó
a
un
lado
mientras
se
llenaba
la
habitación.
—Una
multitud
sin
precedentes.
—No
estaba
tan
ocupado
hace
una
hora—dijo
Sunny—.
¿A
quién
le
ordenaste
que
apareciera
ahora?
—Básicamente
a
cualquier
persona
a
cargo
de
algo.
—Mallory
asintió
hacia
un
grupo
de
personas—.
Sacerdotes
y
predicadores.
—
Otro
grupo—.
La
junta
escolar
y
los
líderes
del
comité.
—En
una
sala
de
estar—.
Los
dueños
del
servicio
de
guardería.
—Un
grupo
cerca
de
la
parte
de
atrás—.
El
jefe
de
la
cooperativa
de
rancheros,
los
rancheros
más
importantes,
la
gente
de
la
cámara
de
comercio.
Y
los
líderes
del
vecindario…
los
mandones.
Sunny
sonrió.
—Hay
muchos
de
esos.
Muchos
de
las
más
jóvenes
solo
estaban
aquí
para
la
fiesta.
Algunos
eran
maestras,
otras
clericales,
algunas
esteticistas.
Al
ver
a
Candy,
la
mujer
que
Sawyer
había
besado,
Mallory
se
sobresaltó
y
miró
hacia
otro
lado.
El
tiempo
con
Sawyer
había
terminado;
ella
también
necesitaba
dejar
ir
su
dolor
y
su
ira.
Logan
caminó
hacia
el
frente
de
la
habitación,
y
su
voz
grave
sonó.
—Gracias
por
venir.
Mallory
quería
decir
una
o
dos
palabras.
Mientras
volvía
a
Becca,
Kallie
resopló.
—Una
bonita
y
larga
presentación.
Sacudiéndose
su
sombrío
estado
de
ánimo,
Mallory
se
rio
y
tomó
el
lugar
del
orador
designado.
Mientras
miraba
a
la
multitud,
su
sonrisa
murió.
¿Podría
hacerles
entender
lo
importante
que
era
esto?
Sus
palabras
se
estrangularon
en
su
garganta.
p g g g
Eddie
Nilsson
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho.
—Habla
fuerte,
niña.
El
tono
irrespetuoso
del
ranchero
fue
el
estímulo
que
necesitaba.
Su
columna
vertebral
se
volvió
de
acero
cuando
dijo
con
una
voz
que
llegaba
al
fondo
de
la
sala:
—Estoy
acostumbrada
a
gritar
órdenes
por
el
ruido
de
la
demolición.
Dirijo
un
equipo
de
construcción,
chico.
Ella
esperó
a
que
la
risa
muriera.
—Gente,
nuestro
pueblo
tiene
un
problema.
Las
pandillas
se
mudaron
cuando
llegó
la
prisión,
y
no
todas
se
fueron
cuando
cerró.
Indiscutiblemente
les
gusta
tener
territorio
no
disputado
y,
mejor
aún,
una
fuerza
policial
mal
equipada
para
controlarlos.
El
ruido
estalló
en
la
habitación,
y
ella
esperó
sombríamente
a
que
la
gente
se
calmara.
—No
somos
una
ciudad
grande.
No
podemos
permitirnos
un
gran
cuerpo
especial
urbano
para
pandillas.
Después
de
todo,
vivimos
en
una
ciudad
pequeña
porque
amamos
el
sentido
de
comunidad.
Nuestro
tamaño
es
nuestra
fuerza.
Usémosla.
—¿Cómo?
¿Vas
a
rezar
por
ellos?
—La
voz
sarcástica
volvió
a
venir
de
Eddie.
Siempre
había
un
bocazas
en
cada
multitud.
Ella
inclinó
la
cabeza
hacia
la
delegación
de
la
iglesia.
—Dejaré
las
oraciones
a
nuestras
iglesias.
Lo
que
tengo
en
mente
es
una
versión
extrema
de
vigilancia
vecinal.
Silencio.
—En
una
vigilancia
vecinal,
los
residentes
patrullan
un
área
y
llaman
a
la
policía
si
hay
problemas.
En
las
ciudades,
los
vigilantes
han
demostrado
ser
efectivos.
Creo
que
deberíamos
instituir
nuestros
propios
vigilantes
vecinales…
e
incluir
el
área
del
centro.
Sin
embargo,
consideremos
ir
un
paso
más
allá.
Su
primer
paso
más
allá
era
la
razón
por
la
que
no
había
invitado
a
las
fuerzas
del
orden
a
la
reunión,
aunque
Sunny
y
Gin
informarían
a
sus
esposos.
Pero
los
policías
ausentes
no
podrían
tomar
nota
“oficial”
de
lo
que
podría
bordear
la
ley.
Ella
contuvo
el
aliento.
—Propongo
que
también
vigilemos
a
los
Aryan
Hammers.
Vigilemos
su
casa.
Cuando
salen.
Los
rastreemos
donde
sea
que
vayan.
El
ruido
aumentó
cuando
las
personas
comenzaron
a
hablar.
Discutiendo.
—¿Vas
a
asignar
personas
para
vigilar
a
tu
amante,
Sawyer
Ware,
también?
—La
voz
de
Roger
Simmons
era
alta.
—Oh,
Roger,
si
quieres
sentarte
frente
a
su
casa
y
vigilarlo,
adelante.
Cuando
algunas
personas
se
rieron,
Roger
frunció
el
ceño.
Mallory
continuó,
manteniendo
su
voz
fuerte.
—La
disminución
de
los
turistas
ha
afectado
los
ingresos
de
los
Aryan
Hammers.
Así
que
ahora
están
reclutando,
y
vendiendo,
en
nuestra
escuela.
La
noticia
definitivamente
consiguió
una
reacción.
Cuando
alguien
cuestionó
la
declaración,
el
presidente
de
la
APM,
Asociación
de
Padres
y
Maestros,
dijo
en
voz
alta:
—Mallory
tiene
razón.
Las
expresiones
horrorizadas
de
los
líderes
de
la
iglesia
coincidían
con
las
de
los
rancheros.
Continúa.
—Si
estamos
visiblemente
presentes
donde
quiera
que
vaya
la
pandilla,
no
podrán
concretar
las
ventas.
No
podrán
irrumpir
en
casas
o
negocios.
Podemos
saber
qué
chicos
están
siendo
reclutados
e
intervenir.
Vamos
a
destacar
todo
lo
que
hacen.
El
subastador
local
sonrió.
—Tengo
un
megáfono.
Si
deseas
que
tu
observador
asignado
anuncie
una
compra
de
drogas
al
mundo,
todos
pueden
usarlo.
—
Hizo
un
megáfono
con
sus
manos
y
gritó—.
Compra
de
drogas
entre
el
pequeño
Joe
Smith
y
un
vomitivo
gángster,
ahora.
Venid
y
mirad.
La
sala
se
llenó
de
risas.
Seguidas
de
expresiones
de
consideración.
—Me
gusta
el
plan,
Mal.
—Incluso
sin
un
megáfono,
la
voz
del
subastador
sonó
cuando
gritó—.
¿Quién
está
dentro?
El
rugido
de
acuerdo
llenó
la
habitación.
Tratando
de
evitar
cacarear
de
alegría,
Mallory
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho.
—Cuando
salgan
de
aquí,
cuéntenle
a
cada
lugareño
para
que
conozca
sobre
nuestros
planes.
Designaremos
un
coordinador
de
horarios
y
estableceremos
una
lista
de
vigilancia.
Tengan
en
cuenta
que
no
estamos
tratando
de
ser
furtivos.
Estamos
vigilándolos
y
siguiéndolos
abiertamente.
Haremos
imposible
que
cometan
delitos
...
y
ahuyentaremos
a
sus
clientes.
Con
el
presidente
de
la
APM
a
su
lado,
el
jefe
de
la
junta
escolar
puso
manos
a
la
obra.
—Llamaremos
a
una
reunión
de
padres
de
inmediato.
La
señora
Reed
se
levantó.
—Los
dueños
de
negocios
estamos
dentro.
De
hecho,
Vanessa
y
yo
nos
ofrecemos
a
designar
los
horarios.
—Hecho.
Gracias.
—Mallory
suspiró
de
alivio.
La
señora
Reed
había
sido
la
directora
ejecutiva
de
una
compañía
internacional
antes
de
perseguir
su
sueño
de
tener
una
librería.
Ella
podía
manejar
a
los
voluntarios.
Cuando
se
produjo
una
estampida
de
acuerdos,
Mallory
hizo
un
gesto
a
la
señora
Reed
y
Vanessa
para
que
se
hicieran
cargo.
Un
éxito.
Mallory
se
dirigió
a
la
mesa
de
bebidas.
Por
el
sol
y
las
estrellas,
su
garganta
se
sentía
como
si
hubiera
tragado
un
montón
de
arena.
Al
ver
a
Sunny,
Kallie,
Gin
y
Becca
en
la
mesa
de
postres,
Mallory
hizo
un
gesto
de
beber
para
hacerles
saber
a
dónde
se
dirigía.
—Bueno,
si
no
es
la
chica
carpintera.
—El
tono
desagradable
hizo
del
término
un
insulto.
Sorprendida,
Mallory
se
volvió.
Se
habían
acercado
tres
esteticistas,
y
era
fácil
ver
cuál
había
hablado.
El
aura
marrón
oscuro
de
Candy
estaba
tan
llena
de
negatividad
y
egoísmo
que
la
sonrisa
burlona
en
su
rostro
era
redundante.
Mallory
tomó
un
vaso
de
té
y
comenzó
a
alejarse.
La
rubia
bloqueó
su
camino.
—Fue
gracioso
cuando
Simmons
te
hizo
penar
por
Sawyer.
¿Por
qué
no
le
dijiste
que
Sawyer
te
echó
a
patadas?
No.
No
empieces
una
pelea.
Además,
la
habían
despedido,
¿verdad?
Mallory
levantó
las
cejas
y
esperó
a
que
la
mal
educada
mujer
dijera
algo
que
valiera
la
pena
escuchar.
Ante
la
respuesta
silenciosa
de
Mallory,
Candy
se
sonrojó,
la
fulminó
con
la
mirada
y
se
alejó.
Sus
amigas
corrieron
tras
ella.
Una
dijo
algo
acerca
de
una
perra,
y
Candy
se
rio
a
carcajadas.
—Hablando
de
ser
grosera.
—Becca
se
acercó
a
Mallory.
Mirando
con
el
ceño
fruncido
la
espalda
de
Candy
y
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho.
Mirando
hacia
atrás,
las
tres
esteticistas
captaron
toda
la
fuerza
de
la
mirada
molesta
de
Becca.
Una
se
puso
roja,
después
palideció.
Becca
gruñó
por
lo
bajo.
—Creo
que
es
hora
de
arreglarme
el
cabello
y
las
uñas
en
Groveland
de
ahora
en
adelante.
Mallory
negó
con
la
cabeza.
—No
te
dejes
llevar.
Solo
son
jóvenes
y…
Hannah
interrumpió.
—En
realidad,
diría
que
tienen
tu
edad.
—Boston,
la
dueña
de
Hannah’s
Hair
tenía
unos
cuarenta
años.
Su
corto
cabello
castaño
estaba
perfectamente
cortado
y
sus
uñas
combinaban
con
su
traje
azul
cobalto.
Mallory
suspiró.
El
problema
con
las
multitudes
era
que
siempre
había
alguien
escuchando.
—Hannah,
si
quieres
instruir
a
tus
esteticistas
sobre
las
ramificaciones
del
comportamiento
desagradable
en
sus
ingresos
futuros,
es
tu
prerrogativa.
Pero
yo,
ya
he
dejado
pasar
este
incidente.
Becca
también
lo
hará.
—Le
dio
un
codazo
a
Becca.
Después
de
un
terco
segundo,
Becca
cedió.
—Supongo.
Me
encanta
tu
salón,
Hannah.
¿Puedes
recomendarme
una
esteticista
diferente?
¿Alguien
que
no
sea
un
lacayo
de
Candy?
—Absolutamente.
Cambiaré
tus
citas
a
Sadie.
—Hannah
sonrió
—.
Creo
que
te
gustará.
Es
de
San
Francisco,
está
muy
actualizada
y
es
realmente
una
persona
encantadora.
Becca
se
iluminó.
—Excelente.
—Gracias.
Y
gracias,
Mallory,
por
tu
indulgencia.
—Al
igual
que
Aslan
al
ver
a
un
roedor
desprevenido,
la
dueña
del
salón
caminó
en
línea
recta
hacia
sus
esteticistas.
Kallie
apareció
al
lado
de
Mallory,
sus
ojos
negros
brillando
de
ira.
—Voy
a
golpear
a
esa
mujer
después.
—No,
cariño,
no
puedes
comenzar
una
pelea
aquí.
—Después
de
acariciar
el
brazo
de
Kallie,
Gin
le
entregó
una
galleta
a
Mallory—.
Sweetie
Pie,
mereces
una
recompensa.
Me
encantó
la
forma
en
que
le
bajaste
los
humos
a
Roger.
A
su
lado,
Sunny
se
rio.
—Te
das
cuenta
de
que
Roger
te
escogió
solo
porque
si
se
metía
con
Sawyer,
sería
aplastado.
—Moviendo
a
Kallie
a
un
lado,
Sunny
puso
su
brazo
alrededor
de
Mallory.
La
imagen
de
Roger
Simmons
tratando
de
enfrentar
a
Sawyer
era
casi
divertida.
Kallie
miró
con
el
ceño
fruncido
a
Gin.
—Sawyer
puede
golpear
a
Roger,
y
viceversa.
Yo
debería
tener
permiso
de
aplastar
a
Candy.
—No.
—Las
cejas
de
Gin
se
fruncieron
cuando
se
volvió
hacia
Mallory—.
Tengo
problemas
para
creer
lo
que
Kallie
me
dijo,
que
Sawyer
pasó
de
ti
a
besuquearse
con
Candy.
En
la
calle
principal.
En
nuestra
barbacoa,
ese
hombre
estaba
enamorado
de
ti,
Mal.
Completamente.
El
recuerdo
de
él
besando
a
Candy
todavía
dolía.
—Yo…
—Eres
la
persona
más
estable
que
conozco,
así
que
no
cambiaste.
Y
te
vio
muy
claramente.
—Gin
levantó
la
mano,
evitando
interrupciones
mientras
resolvía
su
razonamiento—.
Cuando
era
joven,
Sawyer
probó
mujeres
como
yo
pruebo
las
patatas
fritas.
—Guau,
ese
es
un
pensamiento
aterrador—murmuró
Becca.
—Sin
embargo,
A icus
me
dijo
que
Sawyer
perdió
interés
en
las
mujeres
superficiales,
muchos
años
atrás.
—Gin
frunció
los
labios—.
Ahora
odio
decirlo,
pero
Candy
es
más
superficial
que
un
charco
fangoso,
bendito
sea
su
corazón.
Sunny
le
dio
un
apretón
a
Mallory.
—Estoy
de
acuerdo.
En
la
clínica,
Sawyer
fue
muy
protector
contigo.
Y
él
fue
todo
un
caballero.
Terminada
la
relación
o
no,
¿es
semejante
comportamiento
rencoroso
típico
de
él?
—No.
En
realidad,
no
es
como
él
en
absoluto.
—Él
nunca
había
sido
cruel—.
Pero,
¿por
qué
haría
todo
lo
posible
para
lastimarme?
La
risa
de
Becca
fue
inesperada.
—¿Recuerdas
cuando
vine,
haciendo
un
puchero
acerca
de
alguna
grosería
de
Logan?
Después
de
que
me
alimentaste
con
galletas,
té
y
toneladas
de
simpatía,
terminaste
todo
con:
A
menos
que
hables
con
él
y
le
preguntes,
nunca
sabrás
por
qué
actuó
de
esa
manera.
Mientras
las
demás
sonreían,
Kallie
murmuró:
—Ella
también
ha
usado
conmigo
la
frase
hables
con
él.
Becca
examinó
sus
uñas,
después
le
dio
a
Mallory
una
sonrisa
malvada.
—Entonces,
chica,
lo
mismo
digo.
A
menos
que
hables
con
él
y
le
preguntes,
nunca
sabrás
por
qué
actuó
de
esa
manera.
Bueno,
¿en
serio?
Mallory
frunció
el
ceño.
—Aunque
creo
en
reciclar,
has
ido
demasiado
lejos.
Los
buenos
consejos
no
deberían
devolverse
como
si
fuera
una...
una
botella
de
refresco.
Sus
amigas
se
echaron
a
reír.
Mientras
los
demás
hablaban
sobre
la
vigilancia
vecinal,
Mallory
mordisqueó
una
galleta
y
lo
consideró.
Hablar
con
Sawyer.
Oh,
tío.
Aún
así,
el
maldito
vigilante
necesitaba
ser
advertido
sobre
la
Vigilancia
Urbana.
Y
mientras
ella
estaba
allí,
hablaría
con
él.
Una
conversación
verdadera.
Solo
que...
ella
no
quería
escuchar
otra
vez
como
no
era
lo
suficientemente
excitante
para
él.
***
Las
nubes
de
la
tarde
se
habían
disipado,
dejando
un
claro
cielo
crepuscular.
El
olor
fuerte
a
escarcha
estaba
en
el
aire.
Sobrecalentado,
Sawyer
arrojó
su
camisa
a
un
lado.
Levantando
el
hacha
de
nuevo,
se
balanceó.
Con
un
satisfactorio
crac,
dos
pedazos
de
leña
se
separaron.
Partir
madera
había
sido
el
remedio
soberano
de
su
madre
para
los
problemas
de
la
adolescencia.
¿Lanzaste
el
balón
de
football?
Ve
a
cortar
un
poco
de
leña.
¿Conseguiste
una
penalización
enlazando
novillos?
Ve
a
cortar
un
poco
de
leña.
¿Te
peleaste
con
tu
novia?
Ve
a
cortar
un
poco
de
leña.
Cuando
niño,
había
pasado
horas
resolviendo
su
ira
en
la
pila
de
leña.
Más
tarde,
en
la
Marina,
la
gimnasia
matutina
había
servido
como
un
sustituto
adecuado,
pero
tenía
que
admitirlo,
una
pila
de
leña
cada
vez
mayor
agregaba
gratificación
adicional.
En
los
últimos
días,
sus
pilas
de
leña
habían
crecido
a
alturas
enormes.
El
gemido
de
advertencia
provino
de
Aquiles,
que
estaba
atado
a
una
distancia
segura
de
la
madera
volando.
—¿Qué?
—Sawyer
miró
a
su
alrededor
y
se
puso
rígido
al
ver
la
camioneta
de
Mallory.
Los
efectos
calmantes
de
cortar
leña
desaparecieron,
y
un
dolor
llenó
su
pecho.
Otra
vez.
Maldición,
la
extrañaba.
Durante
dos
semanas,
habían
pasado
cada
minuto
libre
juntos,
y
en
lugar
de
aburrirse,
se
había
enamorado
cada
vez
más.
Era
un
milagro
que
hubiera
logrado
enmascarar
sus
sentimientos
lo
suficiente
como
para
que
ella
se
hubiera
creído
su
actuación
con
la
rubia
tonta.
Aquiles
volvió
a
gemir
y
Sawyer
observó
mientras
la
camioneta
se
detenía
en
su
casa.
Pero
que
mierda.
Después
de
su
comportamiento
en
Main
Street,
ninguna
ex
novia
debería
volver
a
hablar
con
él,
especialmente
una
tan
fuerte
como
Mallory.
Ella
se
acercó
con
un
trozo
de
papel.
—Hola.
—Su
mirada
se
percató
de
la
rozadura
de
la
bala
cicatrizándose
en
el
brazo.
—Mallory.
—Después
de
hundir
el
hacha
en
el
tocón,
soltó
a
Aquiles
y
observó
al
cachorro
saludarla
con
frenéticos
círculos
y
gemidos.
Sonriéndole
al
cachorro,
se
arrodilló
para
dispensarle
unas
palmaditas
y
rascadas.
Ella
no
le
había
sonreído.
Antes,
cada
vez
que
se
encontraban,
ella
le
daba
esa
sonrisa,
la
que
él
había
notado
era
exclusivamente
para
él.
Un
brillo
tenue
comenzaría
en
sus
grandes
ojos,
como
la
luz
del
sol
en
un
lago
del
bosque,
entonces
se
vería
un
hoyuelo,
justo
en
la
comisura
de
su
boca,
antes
de
que
apareciera
su
hermosa
sonrisa.
Hoy,
su
sonrisa
ante
las
payasadas
de
Aquiles
no
había
llegado
a
sus
ojos.
La
nube
negra
se
posó
más
firmemente
sobre
sus
hombros.
La
había
hecho
infeliz.
Y
si
ella
no
se
iba
rápidamente,
era
probable
que
perdiera
su
resolución
y
le
pidiera
perdón.
—¿En
qué
puedo
ayudarte,
Mallory?
—Su
voz
salió
brusca.
Con
suerte,
ella
pensaría
que
él
estaba
impaciente.
—Siento
interrumpir
tu
tarde—dijo
suavemente—.
En
la
fiesta
de
fin
de
temporada
de
hoy,
Bear
Flat
decidió
comenzar
una
vigilancia
de
la
ciudad
para
lidiar
con
el
aumento
de
la
delincuencia.
Quería
que
supieras.
Él
asintió.
¿Un
vigilante
en
la
ciudad?
Tendría
que
tener
mucho
cuidado,
por
supuesto.
Ella
continuó.
—Además...
junto
con
las
vigilancia
vecinal
y
los
patrullajes
del
centro
de
la
ciudad,
estaremos
observando
abiertamente
a
los
Aryan
Hammers.
Planeamos
seguirlos
donde
quiera
que
vayan
y
destacar
sus
actividades.
Sawyer
la
miró
fijamente
mientras
un
terror
frío
corría
por
sus
venas.
—¿Estás
hablando
de
un
montón
de
civiles
enfrentándose
a
una
pandilla
violenta?
¿Poniéndose
en
riesgo?
—Luchó
por
controlarse
y
no
chamuscarle
las
orejas
con
un
vocabulario
completamente
nuevo
—.
¿Quién
mier…
diablos
pensó
en
este
desastre?
Porque
quien
haya
ideado
este
desastre
sería
el
próximo
objetivo
de
la
maldita
pandilla.
Su
barbilla
se
alzó.
—Ésa
sería
yo.
La
furia
se
disparó
dentro
de
él
tan
fuerte
y
rápido
que
todo
su
mundo
se
volvió
rojo.
—¿Tú?
—Agarrando
sus
hombros,
comenzó
a
sacudirla...
se
controló...
y
en
su
lugar
la
fulminó
con
la
mirada—.
Me
alejo
de
ti
para
mantenerte
a
salvo,
y
ahora
has
vuelto
a
la
zona
de
exterminio.
Dios
jodido
santo.
Debería
azotarte.
Te
azotaré.
—¿Azotarme?
Tú...
tú...
—Sus
ojos
verdes
se
llenaron
de
ira,
y
después
su
mente
quedó
en
blanco.
Oh,
maldición,
¿qué
había
dicho?
—Gin
tenía
razón.
Deliberadamente
me
plantaste
en
público.
—
Ella
se
soltó
y
caminó
en
círculo,
mirando
al
suelo—.
Hiciste
una
espectáculo
de
besar
a
Candy,
que
eso
no
es
como
tú,
para
asegurarte
de
que
todos
en
la
ciudad
supieran
que
no
estábamos
juntos.
Ella
lo
fulminó
con
la
mirada
e
hizo
otro
círculo.
Había
esperado
que
no
superara
su
enojo
y
empezara
a
pensar…
pero
ella
estaba
pensando.
Y
era
una
de
las
personas
más
inteligentes
que
él
conocía.
Maldición.
—No
querías
que
la
gente
supiera
que
estábamos
juntos
porque...
—Sus
manos
golpearon
sus
caderas,
y
sus
ojos
se
entrecerraron.
Ningún
hombre
querría
esa
expresión
implacable
dirigida
a
él.
Sawyer
sintió
que
sus
bolas
se
encogían.
—...
porque
los
skinheads
están
tratando
de
atraparte.
Te
preocupaba
que
pudieran
apuntar
a
tu
novia.
Yo.
—Ella
asintió
satisfecha,
a
pesar
de
que
él
no
había
dicho
una
maldita
palabra.
Tal
vez
él
no...
en
absoluto...
creyera
que
ella
podía
ver
auras,
pero
seguramente
podía
leerlo
como
un
libro.
Él
carraspeó.
—Cariño,
no
es
seguro
estar
cerca
de
mí.
Los
Hammers
irían
por
ti
solo
para
lastimarme.
—Entonces
recordó
por
qué
había
venido
a
la
casa
y
su
presión
sanguínea
aumentó
como
un
volcán
a
punto
de
estallar—.
Pero
eso
no
importa,
¿verdad?
Su
voz
se
elevó.
—Tenías
que
ir
y
colocarte
como
un
objetivo
por
tu
cuenta.
Dios
santo,
¿estás
loca?
Te
a...
¿Sabes
lo
que
me
haría
si
ellos...?
—Ni
siquiera
podía
encontrar
las
palabras.
Sus
labios
se
curvaron.
Mierda,
ella
realmente
se
estaba
riendo,
el
sonido
brillantemente
hermoso
que
iluminaba
el
mundo
entero.
—Tú...
Sawyer
Ware...
me
amas.
Su
cabeza
realmente
explotó.
—¡Joder,
sí,
te
amo!
—Cuando
Aquiles
retrocedió,
se
dio
cuenta
de
que
estaba
gritando.
La
mujer
lo
iba
a
matar.
Bien
muerto.
No
obstante,
subió
el
volumen.
—Te
amo.
Ahora,
¿dejarás
de
ser
suicida
e
irás
a
vivir
a
Europa
por
un
mes?
—Él
contuvo
el
aliento—.
Por
favor.
De
repente,
sus
brazos
se
llenaron
de
una
mujer
suave
y
dulce,
y
ella
lo
estaba
besando,
y
aún
se
reía.
Y
algunos
idiotas
decían
que
no
había
más
milagros
en
el
mundo.
***
Unos
minutos
más
tarde,
Mallory
no
estaba
segura
de
cómo
habían
llegado
al
altillo
de
Sawyer.
¿Viaje
instantáneo
a
través
del
tiempo
y
del
espacio?
Con
manos
firmes,
la
desnudó
y
la
besó
largamente
entre
prenda
y
prenda.
—Mucho
mejor.
—Ya
sin
camisa,
la
levantó
y
la
arrojó
sobre
la
cama
tan
fácilmente
como
lo
haría
con
una
almohada.
Con
movimientos
decididos,
se
desabrochó
los
vaqueros
y
su
polla
se
liberó.
Bajando
sobre
ella,
la
aplastó
contra
la
cama
con
su
peso
y
se
apoderó
de
su
boca
en
una
áspera
e
increíblemente
sexy
demanda
que
prendió
fuego
a
todo
su
cuerpo.
Un
segundo
después,
él
tiró
de
sus
brazos
sobre
su
cabeza
y
le
sujetó
las
muñecas
con
una
mano
grande.
—Te
voy
a
follar
ahora,
ninfa.
Duro.
Él
acunó
su
coño.
Sus
ojos
brillaron
de
satisfacción
cuando
la
encontró
mojada,
y
sin
otra
advertencia,
se
movió,
colocó
su
polla
en
su
entrada
y
la
penetró
implacablemente
con
una
fuerte
estocada.
Ella
jadeó,
arqueando
la
espalda
ante
la
maravillosa
e
impactante
posesión.
Oh,
lo
había
extrañado.
Deteniéndose,
asentado
lo
más
profunda
e
íntimamente
posible,
presionó
su
frente
contra
la
de
ella.
—Lamento
no
haberte
hablado
sobre
mis
preocupaciones.
—Sus
labios
rozaron
los
de
ella—.
Te
amo
mucho,
Mallory
McCabe.
Con
sus
palabras
susurradas,
ella
sintió
morir
lo
último
de
su
ira.
Oh,
tenían
que
hablar,
hablar
mucho,
pero
él
era
protector
hasta
los
huesos.
Había
pensado
que
los
Hammers
la
lastimarían,
por
su
culpa.
Por
supuesto,
haría
lo
que
creyera
necesario
para
mantenerla
a
salvo.
El
idiota.
—Yo
también
te
amo,
Sawyer
Ware.
—Ella
presionó
sus
labios
contra
los
suyos,
y
entonces
él
tomó
tan
completamente
el
control
del
beso
y
de
ella,
que
su
mente
se
vació.
Mientras
su
lengua
atormentaba
la
de
ella,
su
polla
la
follaba
fuerte
y
rápido.
—Sería
mejor
que
te
pongas
al
día,
ninfa.
—Soltando
sus
muñecas,
levantó
su
torso
lo
suficiente
como
para
usar
su
mano
sobre
su
clítoris.
Dedos
firmes
se
deslizaron
sobre
la
sensible
protuberancia,
y
él
se
echó
a
reír
cuando
la
sacudida
hacia
arriba
de
sus
caderas
llevó
su
polla
aún
más
profundo.
La
sensación
de
su
eje
grueso
y
rígido
dentro
de
ella
y
sus
dedos
despiadados
provocando
su
clítoris
la
hicieron
estremecerse,
la
derritieron
por
dentro
y,
un
segundo
después,
estaba
llegando
al
clímax,
corriéndose
con
fuerza,
el
placer
la
recorría
con
cada
espasmo.
—Rodéame
con
los
brazos.
—Levantando
sus
piernas
y
poniéndolas
alrededor
de
su
cintura,
él
se
abalanzó
sobre
ella,
profundo,
más
profundo,
y
se
corrió
con
un
gruñido
bajo
que
reverberó
a
través
de
ella.
—Te
extrañé.
—Ella
besó
su
hombro
duro
y
probó
la
sal
en
su
piel.
—Yo
también.
No
tienes
idea
cuanto.
—Sosteniéndola
inmóvil
contra
él,
la
giró,
aún
enterrado
dentro
de
ella.
Justo
donde
él
pertenecía.
Capítulo
24
Un
sonido
despertó
a
Mallory
de
su
sueño
y,
mientras
se
sentaba
en
la
cama,
Sawyer
entró
en
la
habitación.
Sin
camisa
y
con
vaqueros
limpios,
se
estaba
secando
el
pelo
corto
con
una
toalla.
Aunque
la
herida
curada
en
su
brazo
le
había
dado
un
momento
difícil
cuando
la
vio
por
primera
vez,
ahora
podía
mirar
más
allá
y
apreciar
la
forma
en
que
sus
sólidos
bíceps
se
contraían
con
cada
movimiento.
Sus
poderosos
hombros
se
estrechaban
hasta
una
cintura
delgada.
Aún
abultado
por
cortar
la
madera,
su
pecho
era
simplemente
increíble.
Sus
vaqueros
colgaban
lo
suficientemente
bajo
como
para
ver
la
línea
angular
justo
por
encima
de
los
huesos
de
la
cadera.
Había
extrañado
tocarlo.
—Te
traje
un
poco
de
agua.
—Le
entregó
un
vaso
de
agua
helada
y
dejó
una
taza
de
café
en
la
mesita
de
noche.
—Gracias.
—Después
de
beber
la
mitad
del
agua,
se
dio
cuenta
de
que
la
estaba
estudiando,
su
mirada...
peligrosa—.
¿Qué?
—¿Cuánto
confías
en
mí,
pequeña
contratista?
—Su
voz
se
había
profundizado.
—Confío
en
ti.
—La
respuesta
fue
fácil.
Automática.
Cualquiera
que
vea
su
aura
confiaría
en
él.
Los
colores
claros
y
ricos
decían
que
esta
persona
era
confiable
hasta
la
médula.
—Es
bueno
escucharlo.
—Después
de
poner
su
vaso
en
la
mesita
de
noche,
él
sacó
las
esposas
y
la
cuerda
del
cajón.
Ella
frunció
el
ceño.
Aunque
no
podía
ver
el
contenido,
el
cajón
de
la
mesita
de
noche
parecía
más
lleno
que
la
última
vez
que
había
estado
allí.
—Muñecas,
por
favor.
Ante
el
calor
controlado
en
sus
ojos,
un
escalofrío
de
excitación
la
recorrió.
—¿Qué
estás
planeando?
—Un
poco
de
placer,
un
poco
de
dolor,
un
poco
de
diversión.
—
Su
lenta
sonrisa
hizo
que
su
corazón
se
saltara
un
latido—.
Muñecas.
Ahora.
Sus
manos
estaban
en
las
de
él
antes
de
pensar
en
obedecerlo.
—Eres
una
buena
chica.
Las
palabras
de
aprobación
la
golpearon
como
una
cálida
lluvia
de
primavera.
Le
abrochó
un
puño
de
cuero
negro
forrado
de
vellón
alrededor
de
cada
muñeca
y
comprobó
el
ajuste
con
su
cuidado
habitual.
Por
un
momento,
la
miró
en
silencio
y
sus
ojos
se
oscurecieron.
—Siempre
te
ves
increíblemente
sexy
vestida
solo
con
mis
esposas.
Sus
pezones
se
convirtieron
en
picos
duros.
La
había
amarrado
antes,
y
cada
vez,
era...
especial.
Diferente.
Intensamente
caliente.
Él
la
tiro
hacia
atrás
sobre
su
espalda
y
amarró
flojamente
su
esposa
izquierda
a
un
poste
del
cabecero,
y
la
derecha
al
otro
poste.
Después
de
atarle
los
tobillos,
le
sonrió.
—Ahora
estás
acostumbrada
a
estar
atada,
así
que
voy
a
agregar
algunas
cosas
nuevas.
Seleccionó
la
inquietante
melodía
Farewell
de
Apocalyptica
y
bajó
la
música,
entonces
sacó
una
tira
de
cuero
de
la
mesita
de
noche.
—Tu
palabra
de
seguridad
es
ahora
tres
gritos.
—Pero
por
qué…
Él
empujó
la
tira
de
cuero
entre
sus
dientes
y
la
ató
detrás
de
su
cabeza.
—Por
esto.
—Él
encontró
su
atónita
mirada
con
unos
decididos
ojos
azules.
—Esta
noche
tienes
una
palabra
segura,
y
nada
más.
Sol
y
estrellas.
Ella
no
podría
hablar.
Decirle
lo
que
estaba
sintiendo.
El
conocimiento
era
aterrador,
pero
su
cuerpo
hervía
de
calor
y
necesidad,
como
si
él
hubiera
arrojado
un
tronco
de
pino
a
su
chimenea
interior.
—Asiente
si
lo
entiendes.
Su
respiración
era
más
rápida
de
lo
normal,
pero
asintió.
—Bueno.
Tendrás
mucho
tiempo
para
acostumbrarte
a
estar
en
silencio.
—Él
la
deslizo
por
la
cama,
hasta
que
su
trasero
estuvo
justo
al
borde
del
colchón
y
entre
los
postes
inferiores
de
un
metro
ochenta
dos
centímetros
de
altura.
Después
de
atar
una
cuerda
a
un
poste
de
la
cama
a
la
altura
del
pecho,
él
levantó
su
pierna
derecha
y
aseguró
la
cuerda
a
la
esposa
del
tobillo.
Después
de
un
segundo
de
consideración,
empujó
una
almohada
debajo
de
su
trasero
para
elevar
sus
caderas.
—Mejor.
—Él
aseguró
su
tobillo
izquierdo
de
la
misma
manera.
Sus
piernas
ahora
estaban
levantadas
y
extendidas
en
una
amplia
V,
y
su
coño
estaba
totalmente
expuesto.
Sus
brazos
no
estaban
completamente
sujetos,
lo
cual
era
bueno,
era...
En
el
cabecero
de
la
cama,
él
apretó
las
cuerdas
atadas
a
sus
muñecas,
hasta
que
sus
brazos
se
colocaron
en
una
posición
de
águila
extendida.
Tomando
algo
más
de
la
mesita
de
noche,
se
sentó
a
su
lado
y
le
pasó
las
manos
por
los
pechos,
acariciándola
suavemente.
—Voy
a
hacerte
cosas,
Mallory.
Muchas
cosas
sucias.
—Su
mano
grande
acarició
su
mejilla—.
Y
no
podrás
detenerme
a
menos
que
des
tres
gritos.
Con
los
ojos
muy
abiertos,
ella
asintió.
Su
corazón
latía
con
fuerza...
un
poco
demasiado
rápido...
pero
no
en
modo
vuelo.
Había
recorrido
un
largo
camino
desde
la
noche
en
Dark
Haven.
Y
había
aprendido
que
era
increíblemente
liberador
estar
atada
y
no
poder
tomar
ninguna
decisión.
Aunque...
¿no
poder
hablar?
Un
pequeño
aleteo
de
ansiedad
recorrió
su
piel.
—Bueno.
Añadiré
una
cosa
más
para
aumentar
tu
sensibilidad.
—Él
colocó
una
amplia
venda
de
satén
negra
sobre
sus
ojos
y
la
ató
detrás
de
su
cabeza.
Ella
no
podía
ver
nada.
No
podía
hablar.
No
se
podía
mover.
—Eeeeeh—protestó
instintivamente.
La
palma
contra
su
mejilla
era
cálida.
Tranquilizante.
—Tranquila,
ninfa.
Estoy
aquí.
No
te
dejaré
ni
por
un
segundo,
y
te
hablaré
mientras
jugamos.
—Su
voz
oscura
y
tranquila
era
mesurada
y
segura—.
Respira
y
asiente
cuando
estés
tranquila.
Ok.
Ok.
Ella
estaba
bien.
Cuando
contuvo
el
aliento,
se
dio
cuenta
de
la
forma
en
que
él
había
eliminado
todo
su
control,
desde
la
vista
hasta
su
habilidad
para
moverse,
y
creció
la
excitación
dentro
de
ella
a
punto
de
ebullición.
Después
de
un
segundo,
ella
le
dio
el
asentimiento
que
estaba
esperando.
—¿No
eres
una
dulce
y
pequeña
ninfa?—masculló.
Él
acarició
su
mejilla
por
debajo
de
la
venda
de
los
ojos,
y
ella
sintió
la
áspera
barba
en
su
mandíbula.
Sus
dedos
jugaron
con
sus
pechos,
apretando
suavemente
los
pezones—.
Me
encantan
tus
pechos.
Son
tan
dulces
a
la
vista
como
al
gusto.
Mientras
acariciaba
sus
pechos,
la
besó
lentamente
a
lo
largo
de
la
mandíbula,
el
cuello
y
los
pechos.
Cuando
comenzó
a
usar
sus
dientes
y
lengua
en
sus
pezones,
sus
pechos
se
hincharon
hasta
sentir
una
punzada
palpitante.
Él
levantó
la
cabeza,
y
el
aire
frío
flotó
sobre
su
piel
mojada.
Sus
pezones
se
apretaron
en
unos
picos
dolorosamente
sensibles.
—Hermoso.
Algo
rozó
las
duras
protuberancias.
¿La
parte
de
atrás
de
sus
nudillos?
—Volveré
para
hacerle
más
a
estas
bellezas
después
de
atormentar
algunas
otras
áreas.
¿No
es
bueno
que,
por
la
forma
en
que
estás
atada,
tenga
acceso
a
todo
lo
que
me
interesa?
Por
amor
a
los
gatos,
cuanto
más
hablaba,
más
caliente…
y
más
nerviosa…
se
ponía.
Se
le
escapó
un
gemido
y
él
se
rio
entre
dientes
con
un
sonido
bajo
y
masculino.
La
música
cambió,
se
hizo
más
siniestra.
Let
Me
Show
You
y
All
the
Secrets
of
the
Torture
Garden
de
Ordo
Rosarious
Equilibrio.
Algo
traqueteó,
estaba
hurgando
de
nuevo
en
la
cómoda
junto
a
la
cama,
y
ella
se
tensó.
Su
cálida
mano
acarició
su
estómago,
entonces
pasó
las
manos
hacia
arriba
y
hacia
abajo
por
el
interior
de
sus
muslos,
ampliamente
extendidos.
—Me
encanta
tener
tu
coño
y
tu
culo
abiertos
para
mí,
mascota.
Sus
dedos
exploraron
su
coño
donde
más
le
dolía.
Un
dedo
solitario,
resbaladizo
y
seguro,
rodeó
su
clítoris
con
una
precisión
infalible
y
una
fuerte
corriente
de
placer
la
sacudió.
***
Él
había
metido
algo
en
su
culo.
Mallory
no
podía
creer
lo
que
había
hecho.
Maldito
sea.
Cada
vez
que
se
movía,
la
cosa
le
enviaba
extrañas
descargas
de
placer,
y
parecía
que
no
podía
dejar
de
moverse.
Todo
su
cuerpo
se
estremecía
de
excitación.
Su
piel
se
había
vuelto
tan
sensible
que
podía
sentir
el
calor
de
su
cuerpo
cuando
él
se
inclinó
sobre
ella.
—Probemos
algo
nuevo.
—Su
voz
era
firme.
Firme.
En
control.
Oh,
no.
Ella
no
veía
su
rostro,
pero
sabía
que
su
mandíbula
estaría
decidida.
Cuando
un
escalofrío
la
atravesó,
él
se
rio
entre
dientes.
Sus
dedos
acariciaron
su
coño
nuevamente,
como
lo
había
estado
haciendo
desde
que
comenzaron,
manteniéndola
tan
excitada
que
su
centro
palpitaba
de
necesidad.
—Algunas
mujeres,
incluso
las
que
no
les
gusta
que
las
azoten,
disfrutan
de
una
mayor
sensación
en
el
coño.
Veamos
si
eres
una
de
ellas.
¿Qué
quiso
decir?
Ella
hizo
un
sonido
de
interrogación
y
no
obtuvo
respuesta.
¿Qué
quiso
decir?
Él
golpeó
sus
labios
ligeramente
con
los
dedos,
suaves
palmaditas
que
eran
como
pequeños
y
ardientes
estallidos.
Las
palmaditas
se
volvieron
más
duras,
dejando
una
ligera
picadura.
Entonces,
un
dedo
golpeó
la
parte
superior
de
su
clítoris
casi
de
la
misma
manera,
haciéndola
saltar
e
inspirar
profundamente.
Oh
no,
no
lo
haría.
Afortunadamente,
él
se
detuvo.
Ella
respiró
lentamente,
aliviada
cuando
le
besó
el
estómago
y
le
lamió
los
pechos.
Abajo,
su
coño
hormigueaba,
como
si
estuviera
muy
excitado.
Sus
pechos
latían
al
mismo
tiempo
que
su
corazón
mientras
él
chupaba
cada
pezón,
mordiendo
muy,
muy
ligeramente.
El
juguete
con
las
afiladas
garras
raspó
ligeramente
su
vientre,
seguido
del
suave
calor
de
su
palma
como
para
suavizar
la
filosa
sensación.
Su
corazón
latía
con
fuerza
y
su
cuerpo
estaba
húmedo
de
sudor
y
necesidad.
Cada
centímetro
de
su
piel
estaba
en
alerta
y
excitada,
toda
su
mitad
inferior
era
un
lago
derretido
de
necesidad.
Su
clítoris
vibraba.
Moviéndose
hacia
abajo,
volvió
a
darle
palmadas
en
sus
pliegues
húmedos,
suavemente,
más
fuerte,
un
suave
paf,
paf,
paf.
Sus
dedos
rodearon
su
entrada,
provocando
un
hambre
desesperada
por
algo
adentro.
Por
su
polla.
Con
un
dedo,
rodeó
su
clítoris
hinchado
el
tiempo
suficiente
para
llevarla
al
borde
del
orgasmo...
entonces
se
detuvo
y
golpeó
sus
labios
nuevamente.
Paf,
paf,
paf.
Los
labios
de
su
coño
se
hincharon,
gruesos,
sensibles
y
ardientes.
Él
se
movió
para
golpear
ligeramente
su
clítoris
con
un
dedo,
y
cada
vez
ella
saltaba
ante
la
alarmante
sensación.
De
alguna
manera,
de
alguna
manera,
ella
se
excitó
aún
más.
Besó
sus
pechos,
sus
manos
calientes
cuando
los
juntó
para
su
boca
y
masajeó
la
piel
resbaladiza
con
rudeza.
Suavemente.
Él
le
mordió
el
hombro,
los
dientes
provocando
un
disparo
del
dolor,
antes
de
besar
el
punto
punzante.
Le
chupó
los
pechos.
Las
oleadas
de
excitación
viajaban
desde
los
dedos
de
los
pies
hasta
la
cabeza.
Tuvo
unos
segundos
sin
que
pasara
nada
y
respiró
lentamente.
¿Él
habría
terminado?
Su
palma
golpeó
su
coño...
y
esta
vez,
la
parte
inferior
de
su
clítoris.
Su
clítoris.
Paf,
paf,
paf.
Cada
azote
era
una
explosión
de
sensaciones,
como
burbujeantes
fuegos
artificiales.
Cuando
se
detuvo,
su
coño
hinchado
latía,
ardiendo
de
calor.
Su
lengua
caliente
y
húmeda
rodeó
su
clítoris,
haciendo
que
se
tensara
ante
la
increíble
sensación.
Él
se
rio…
y
deslizó
algo
con
elevaciones
en
su
vagina.
Eso
la
llenó,
frío
y
duro,
y
junto
con
su
atormentadora
lengua
sobre
el
clítoris,
la
envió
al
precipicio.
Y
cayó.
Su
interior
se
apretó
alrededor
de
los
objetos
duros
en
su
coño
y
en
su
culo,
y
el
asombroso
placer
rebotó
por
su
cuerpo.
Su
lengua
se
deslizó
sobre
su
clítoris,
y
con
cada
estocada,
ella
volvía
a
tener
espasmos.
—¡Uuunh!
Cuando
su
lengua
se
ralentizó
y
se
aligeró,
deslizó
el
dildo
dentro
y
fuera
y
lo
retiró.
Ohhhh.
Su
corazón
latía
con
fuerza,
su
piel
húmeda
con...
Paf,
paf,
paf.
Las
impactantes
palmadas
golpearon
su
coño
y
su
clítoris,
y
el
abrumador
y
exquisito
dolor
la
atravesó
como
un
rayo.
Su
espalda
se
arqueó
en
protesta
y
placer.
De
repente,
el
tapón
en
su
ano
estaba
vibrando.
El
dildo
entró,
duro
y
rápido.
Una
boca
se
cerró
alrededor
de
su
clítoris…
chupando.
Ella
se
corrió
de
nuevo,
muy
duro,
y
todo
lo
que
podía
oír
era
el
rugido
de
la
sangre
en
sus
oídos.
Su
coño
estaba
enorme,
hinchado,
y
su
corazón
martilleaba
como
una
cosa
salvaje.
Él
no
apagó
el
vibrador
anal.
Las
vibraciones
sacudieron
su
sensible
trasero,
y
ella
se
retorció.
Él
tiró
hacia
atrás
del
tapón
anal,
y
cada
sección
redondeada
estiraba
su
anillo
entre
las
secciones
más
estrechas.
Demasiada
sacudidas.
Lo
empujó
hacia
atrás,
entrando
y
saliendo
lentamente,
volviéndola
loca
con
las
sensaciones
desconocidas
en
un
lugar
tan
sensible,
privado.
Ella
emitió
un
sonido,
una
especie
de
sonido,
y
él
se
echó
a
reír.
Se
rio.
—No
he
terminado
contigo,
ninfa.
El
tapón
anal
volvió
a
entrar,
todavía
vibrando.
Escuchó
la
cremallera
de
sus
vaqueros.
—Quiero
sentirte
a
mi
alrededor.
Córrete
duro
esta
vez.
—Él
debió
haber
estado
parado
a
los
pies
de
la
cama
mientras
sus
manos
subían
y
bajaban
por
el
interior
de
sus
piernas.
Entonces
su
polla
tocó
su
entrada.
Su
cabeza
se
movió
de
un
lado
a
otro
cuando
su
polla
presionó
en
su
entrada.
Tenía
esa
cosa
en
el
trasero,
y
él
era
muy
grande,
y
ella
no
podía
alejarse.
Entró
en
ella
sin
piedad.
Tan
grueso,
pero
el
calor
y
la
tersura
fueron
gloriosos.
Nada
se
había
sentido
tan
bien
como
él.
Todavía
sensible
por
su
clímax,
su
vagina
se
aferró
con
fuerza
a
la
intrusión,
y
él
emitió
un
sonido
de
placer.
—Te
sientes
malditamente
increíble.
Cuando
estaba
profundamente
dentro
de
ella,
se
detuvo.
Necesitando
más,
más
y
más,
ella
trató
de
moverse,
hacer
que
se
moviera,
pero
sus
piernas
estaban
restringidas
y
no
tenía
cómo.
El
sonido
frustrado
que
ella
soltó
lo
hizo
reír.
Cuando
ella
se
movió,
sus
bolas
chocaron
contra
sus
nalgas...
contra
el
vibrador
anal.
Oh,
la
sensación.
Sus
dedos
resbalaran
por
su
clítoris,
y
ella
inspiró
con
tanta
fuerza
que
casi
se
atragantó.
Algo
nuevo
zumbó.
—Córrete
para
mí,
Mallory.
Déjame
sentir
que
tu
coño
me
aprieta.
—Un
vibrador
cayó
sobre
su
clítoris,
golpeando
la
protuberancia
con
fuerza
y
rapidez.
Cuando
el
otro
vibrador
en
su
culo
zumbó,
su
polla
comenzó
a
moverse,
empujando
hacia
dentro,
profundamente.
En
un
segundo,
solo
uno,
la
presión
dentro
de
ella
creció,
se
fusionó
y
encendió
un
orgasmo
profundo.
Una
ola
de
placer
la
golpeó
tan
fuerte
que,
detrás
de
la
venda,
su
mundo
se
puso
blanco.
Jadeando,
gimiendo
y
empapada
en
sudor,
trató
de
recuperar
sus
sentidos,
pero
el
mundo
entero
estaba
envuelto
en
una
gasa.
Su
cuerpo
se
había
quedado
flácido
y
desmadejado,
incluso
cuando
unos
pequeños
estremecimientos
la
hicieron
temblar
El
vibrador
fue
levantado
de
su
clítoris.
—Sujétate
de
las
cuerdas,
ninfa.
Voy
a
tomarte
ahora.
—Su
polla
se
estrelló
contra
ella.
Ella
gimió.
Las
palmadas
habían
hecho
que
sus
pliegues
se
volvieran
gordos
y
sensibles
y
apretaban
su
entrada
en
torno
a
su
polla,
por
lo
que
cada
estocada
tiraba
de
su
clítoris.
Su
clítoris
muy,
muy
sensible.
Esta
vez,
la
necesidad
creció
desde
su
interior,
aumentando
constantemente
como
una
mano
apretando
alrededor
de
su
útero.
El
placer
aumentaba
con
cada
fuerte
intrusión
de
su
pene.
—Una
vez
más,
ninfa.
Ella
negó
con
la
cabeza,
salió
de
sus
nubes
brumosas,
dándose
cuenta
de
que
estaba
balanceándose
de
nuevo
en
el
borde
del
precipicio,
no
tan
necesitada
como
simplemente...
inevitable.
Él
se
sentía
muy,
muy
bien.
Una
mano
estaba
debajo
de
su
trasero,
levantándola
en
cada
estocada.
El
vibrador
fue
presionado
contra
su
clítoris
nuevamente,
y
esta
vez,
las
vibraciones
fueron
erráticas.
Rrr‑rrr‑RRRRRRRR.
De
alguna
manera,
cronometró
sus
empujes
al
patrón,
deslizándose
con
cada
rrr
corta,
y
follándola
con
fuerza
durante
la
onda
larga.
Y
ella
se
correría
otra
vez.
¡Otra
vez!
El
clímax
llenó
su
centro
con
olas
calientes
de
placer,
desbordándose
y
vertiéndose
a
través
de
sus
nervios,
venas
y
células
en
cada
dedo
de
la
mano
y
del
pie.
Su
ancla
se
rompió,
y
ella
se
deslizó
libremente
en
el
cálido
océano.
Su
pesada
polla
estaba
dentro
de
ella,
presionando
profundamente
y
llenándola
con
aún
más
calor.
El
vibrador
se
había
ido,
y
él
había
curvado
ambas
manos
debajo
de
su
trasero;
sus
fuertes
dedos
la
sostenían
y
la
apretaban
contra
él.
Poseyéndola.
Usándola
para
obtener
su
propio
placer.
Mientras
flotaba
completamente
a
la
deriva,
deseó
que
él
le
quitara
la
mordaza
para
poder
decirle
cuánto
lo
amaba.
***
A
medio
camino
alrededor
de
una
montaña,
el
campo
de
tiro
de
los
Hunt
estaba
a
una
buena
caminata
de
Serenity
Lodge,
probablemente
para
amortiguar
el
ruido
de
las
armas
de
fuego.
A
pesar
del
frío
aire
de
la
montaña,
Mallory
estaba
demasiado
caliente
cuando
ella,
Sawyer,
Morgan
y
Logan
Hunt
llegaron.
Cuando
ella
cruzó
la
verja
y
entró
en
el
claro,
intentó
una
protesta
más.
—Sabes,
Ware,
disparar
no
es
lo
mío.
—No
es
necesario
que
te
guste,
ninfa.
—Llevando
el
bolso
del
abuelo,
Sawyer
la
miró—.
Solo
quiero
que
puedas
darle
a
cualquier
cosa
a
la
que
apuntes.
Uniéndose
a
él
en
la
línea
de
tocones
cubiertos
con
madera
seca
que
servía
como
bancos
de
tiro,
Logan
y
Morgan
sonrieron.
Sus
expresiones
de
acuerdo
decían
que
la
superaban
en
número.
—Supongo
que
como
están
las
cosas
en
la
ciudad,
es
aconsejable
poder
disparar.
—Su
boca
se
apretó.
Si
alguno
de
esos
Aryan
Hammers
viniera
a
su
casa
en
busca
de
Sawyer,
apretaría
el
gatillo.
Probablemente.
Logan
salió
para
sujetar
papel
a
los
diversos
blancos
de
torsos
de
madera.
Morgan
dejó
tres
estuches
de
rifle
sobre
un
banco
en
forma
de
T
y
comenzó
a
desempacar.
—Esta
vez
traje
a
mi
bebé,
Ware.
Dijiste
que
querías
verlo.
—Oh,
sí.
Mallory
sacó
el
revólver
del
abuelo
de
la
funda
de
portación
y
lo
dejó
en
el
banco
que
usaría.
Logan
se
acercó
y
sus
cejas
se
alzaron.
—Bonita
pieza.
Los
Colt.45
son
populares
entre
los
rancheros
más
viejos
de
por
aquí.
Sawyer
sonrió.
—Ese
viejo
Pacificador
podría
no
ser
rápido
para
disparar,
pero
si
la
ninfa
dispara
a
alguien
en
el
pecho,
criará
gusanos.
Mallory
se
encogió.
—No
quiero
matar
a
nadie.
¿Qué
tal
si
apunto
al
brazo
o
la
pierna?
—A
menos
que
seas
una
maldita
buena
tiradora,
y
no
tengas
prisa,
apuntas
al
centro
de
la
masa
más
grande.
—Logan
se
golpeó
el
pecho.
—Carga,
mascota.
—Sawyer
le
entregó
la
caja
de
balas.
Bueno,
para
eso
estaba
ella
aquí.
En
silencio,
Mallory
cargó
las
seis
recámaras.
—Las
armas
están
vivas,
Masterson—dijo
Logan,
alertando
a
Morgan
que
se
quedara
detrás
de
la
línea
de
tiro
de
los
bancos.
El
campo
tenía
una
variedad
de
blancos,
desde
tocones
con
placas
de
metal
montadas
del
tamaño
de
una
cabeza,
hasta
arcos
altos
con
blancos
metálicos
colgantes.
Después
de
ponerse
protección
para
los
oídos
y
gafas
de
seguridad,
Mallory
adoptó
la
postura
de
dos
manos
que
el
abuelo
le
había
enseñado,
escogió
un
blanco
de
papel
cercano,
amartillo
el
percutor
y
vació
el
revólver.
Cielos,
había
olvidado
qué
tan
ruidosa
era
el
arma,
incluso
cuando
estaba
amortiguada.
Sawyer
le
rodeó
los
hombros
con
el
brazo
y
estudió
los
agujeros
de
bala.
Todos
estaban
en
el
área
del
pecho.
—Eres
mejor
de
lo
que
pensé
que
serías.
Probemos
con
más
distancia.
Quiero
que
trabajes
a
tu
manera,
blanco
por
blanco,
a
veintidós
metros.
—Él
señaló
un
blanco
del
tamaño
de
un
hombre
demasiado
lejos.
—¿En
serio?
Ni
siquiera
podré
ver
los
agujeros.
—Mallory
volvió
a
cargar
el
revólver.
Ayudando
a
Morgan
a
acomodarse,
Logan
miró
por
encima.
—Por
eso
los
blancos
distantes
son
de
metal
y
están
montados
en
resortes.
Escucharás
el
impacto
y
lo
verás
moverse.
Eligiendo
el
disco
de
metal
más
lejos
y
tomándose
su
tiempo,
hizo
otros
seis
disparos.
No
estaba
mal,
considerando
cuánto
tiempo
había
pasado.
Sawyer
asintió
con
la
cabeza.
—Tu
abuelo
te
enseñó
bien,
tienes
una
forma
excelente;
solo
necesitas
más
práctica.
Continua,
ninfa.
Quiero
saber
que
clavarás
a
todo
lo
que
apuntes.
Ella
levantó
una
ceja.
—Eso
suena
bastante
sucio.
Él
sonrió.
—Hazlo
de
todos
modos.
—Señor,
sí,
Señor.
Ante
su
silencio,
ella
levantó
la
vista...
y
vio
el
hambre
en
sus
ojos.
Él
le
pasó
el
dedo
sobre
su
labio
inferior.
—En
este
momento,
tengo
la
más
urgente
necesidad
de
llevarte
a
la
cama.
—Miró
a
su
alrededor—.
O
follarte
contra
un
árbol.
Ella
se
sonrojó
cuando
el
calor
se
encendió
en
su
coño.
—Eres
malo
Ware.
Ve
a
jugar
con
los
juguetes
de
Morgan.
Cuando
Sawyer
resopló,
ella
se
sonrojó.
—Está
bien,
eso
también
sonó
mal.
—Ella
hizo
un
movimiento
de
quitárselo
de
encima—.
Vetee.
Mientras
él
se
alejaba,
ella
solo
podía
pensar
que
nunca,
nunca
se
cansaría
de
escucharlo
reír.
En
la
sección
“hombres”,
Logan
estaba
usando
uno
de
los
rifles
de
Morgan
y
apuntaba
a
algo
muy,
muy,
muy
lejos.
El
anillo
de
metal
sonó
una
vez
de
cinco
disparos.
—Maldita
sea.
—No,
estás
mejorando—dijo
Morgan.
Estaba
tumbado
boca
abajo
sobre
un
matorral
con
un
rifle
equilibrado
en
una
montura
de
dos
patas.
Sawyer
estaba
cerca
con
binoculares.
Morgan
apuntó
y
se
quedó
completamente
quieto.
Un
disparo.
Clang.
Un
disparo.
Clang.
Un
disparo.
Clang.
Cuando
Mallory
volvió
a
cargar
su
revólver,
miró
el
rifle
de
Morgan,
algo
que
él
llamaba
Gladius.
El
arma
le
recordaba
a
la
cámara
súper
lujosa
de
un
fotógrafo,
enorme
con
todas
las
funcionalidades
extras
adicionadas,
excepto
que
se
trataba
de
un
rifle.
Y
como
con
las
cámaras
sofisticadas,
los
otros
hombres
estaban
babeando.
Los
hombres
y
su
envidia
tecnológica.
—Es
un
arma
infernal—dijo
Sawyer—.
Y
eres
un
excelente
tirador,
Masterson.
Mejor
que
la
mayoría
de
los
francotiradores
con
los
que
trabajé
en
el
cajón
de
arena.
—El
tiro
al
blanco
es
un
pasatiempo
divertido.
—Los
labios
de
Morgan
se
curvaron—.
Si
realmente
estoy
cazando,
uso
un
arco.
—Tú
y
Wya
son
un
dúo.
—Logan
miró
a
Sawyer—.
A
Wya
le
encantan
los
rifles
de
pólvora
negra.
Y
arrojar
hachas.
Sawyer
sonrió.
—Ansío
conocerlo.
—Ah,
correcto,
hablando
de
la
continua
ausencia
de
mi
hermano...
—
Morgan
se
apoyó
sobre
una
rodilla—.
Aceptaremos
tu
oferta
para
comprar
nuestros
animales
y
te
los
arrendaremos.
Sawyer
se
quedó
quieto.
—Pensé
que
Wya
tomaba
esas
decisiones.
—Lo
hacía,
y
bien
podría
volver
a
hacerlo.
—La
boca
de
Morgan
se
apretó—.
Pero
parece
que
mi
hermano
quiere
quedarse
en
África
unos
meses
más.
Mientras
está
allí,
alguien
tiene
que
atender
el
negocio.
Al
ver
la
ira
hirviendo
en
el
aura
de
Morgan,
Mallory
respingó.
Wya
iba
a
tener
que
reparar
algunas
cercas
cuando
regresara.
—Sería
un
tonto
si
te
rechazara—dijo
Sawyer
a
Morgan—.
Cuando
estés
listo,
hablaremos
de
precios
y
contratos.
—De
acuerdo.
Cuando
Morgan
volvió
a
disparar,
Sawyer
regresó.
—Buen
trabajo,
ninfa.
Disparas
bien,
incluso
si
ha
pasado
un
tiempo.
Ella
dejó
el
revólver
junto
a
él.
—Tome
un
turno,
Capitán.
Sabes
que
lo
deseas.
Dudó,
entonces
sonrió
y
lo
cargó.
Después
de
levantar
el
arma
por
un
segundo
como
para
comprobar
su
peso,
apuntó
y
acertó
los
seis
disparos
de
la
pistola
en
la
cabeza
del
blanco
más
distante.
Guau.
Ella
sabía
que
él
era
bueno,
pero...
guau.
Él
volvió
a
cargar,
y
clang
tras
clang
sonó
mientras
trabajaba
en
los
blancos
para
fusil
más
lejanos.
Casi
de
mala
gana
dejó
al
Pacificador.
—Vuelta
al
trabajo
para
ti.
—Él
se
inclinó
para
darle
un
dulce
beso—.
Gracias.
Después
de
terminar
una
caja
de
cartuchos,
Mallory
había
finalizado.
Le
dolían
las
muñecas,
sus
brazos
estaban
cansados
y
su
puntería
disminuía
constantemente.
Tomando
el
revólver,
se
acomodó
en
otra
“mesa”
de
troncos
para
limpiarlo
de
nuevo...
y
observar
a
los
hombres
y
sus
juguetes.
Después
de
su
servicio
militar,
Logan
había
sufrido
TEPT
y
los
disparos
solían
molestarlo.
En
los
últimos
años,
había
mejorado.
Y
ciertamente
lo
hacía
bien
cuando
tenía
algo
entre
manos.
Sawyer
obviamente
se
estaba
divirtiendo,
completamente
en
casa
en
compañía
de
los
otros
dos.
Aunque
Morgan
y
Logan
eran
dos
hombres
rudos
y
peligrosos,
amantes
de
la
naturaliza,
Morgan
hacía
un
esfuerzo
para
ser
amigable.
Logan
no…
y
mucha
gente
lo
encontraba
intimidante.
Sawyer
encajaba
bien
con
los
dos.
—¿Ustedes
los
Hunt
van
a
estar
aquí
para
el
Día
de
Acción
de
Gracias?—preguntó
Morgan
a
Logan.
—Nop.
Después
de
que
nuestro
último
veraneante
en
el
Lodge
se
marche,
nos
vamos
a
Oregón
hasta
el
viernes.
—Logan
agregó
para
Sawyer—.
Es
el
turno
de
mis
padres
de
alojarnos
durante
las
fiestas.
Ellos
lloriquearían
si
Jake
y
yo
no
los
visitáramos.
Con
Ansel,
sus
demandas
de
vernos
han
salido
de
escala.
Mallory
entendía
completamente.
Todos
amaban
al
pequeño
niño.
¿Y
los
Masterson?
¿Se
quedarían
en
casa?
—No—dijo
Morgan—.
Los
padres
de
Summer
pidieron
ver
a
su
hija,
así
que
ella
y
Virg
volarán
a
Iowa
mañana
para
pasar
el
Día
de
Acción
de
Gracias
allí.
—¿Kallie
y
Jake
también
irán
a
Oregón?
—Ante
el
asentimiento
de
Logan,
Mallory
frunció
el
ceño
a
Morgan—.
Estarás
solo
aquí.
—
¿Solo
para
Acción
de
Gracias?
Él
se
encogió
de
hombros.
—No
es
gran
cosa.
Sí,
lo
era.
Especialmente
con
Wya
en
África.
—Entonces
vendrás
a
nuestra
casa,
digamos…
alrededor
del
mediodía.
A icus
y
Gin
estarán
llegando,
y
la
comida
es
a
la
una.
Morgan
la
miró
fijamente.
—Mallory,
no
tienes…
—Olvídalo,
Masterson.
—Sawyer
le
dirigió
una
sonrisa
de
aprobación—.
No
discutes
con
una
mujer
sobre
cosas
como
éstas.
Un
tipo
podría
ganar
una
batalla
sobre
armas
de
fuego.
¿Fiestas?
De
ninguna
manera.
—Reconozco
mi
error.
—Morgan
se
volvió
hacia
ella
con
una
sonrisa
de
agradecimiento—.
Y
gracias.
Estaré
allí.
Eh...
—Relájate,
he
probado
su
cocina.
Trae
el
alcohol.
—Sofocando
una
carcajada
por
su
alivio,
Mallory
volvió
a
limpiar
su
revólver.
Capítulo
26
El
aroma
del
pavo
asado
había
llenado
la
casa
durante
horas.
Y
la
espera
había
valido
la
pena.
Repleto,
Sawyer
examinó
los
restos
de
la
fiesta
de
Acción
de
Gracias.
—Eres
malditamente
buena
cocinando
el
pavo,
ninfa.
—Tampoco
mentía.
Si
ella
quisiera,
la
contratista
general
podría
colgar
el
martillo
y
cocinar
para
ganarse
la
vida.
—Hicimos
un
buen
pavo—dijo,
sonriéndole
a
él
y
a
Morgan.
Él
sonrió.
Al
igual
que
dirigía
su
empresa
de
construcción,
los
había
reclutado
a
él
y
a
Morgan
para
que
lo
matarán,
hirvieran
y
pelaran.
La
mujer
podría
crear
orden
a
partir
de
cualquier
cantidad
de
caos.
Un
coro
de
acuerdo
vino
de
los
invitados
alrededor
de
la
mesa…
su
hermano,
Gin
y
Morgan.
Con
su
hocico
en
la
bota
de
Sawyer,
Aquiles
se
movió
y
gruñó
ante
el
ruido.
El
cachorro
había
“ayudado”
en
la
cocina,
limpiando
cualquier
derrame
y,
a
pesar
de
las
órdenes
permanentes
de
Sawyer,
recibió
demasiados
bocados
deliciosos.
Aslan
no
había
sido
descuidado
y
se
había
retirado
al
respaldo
del
sofá
para
limpiarse
los
bigotes
grasientos.
Inclinándose
hacia
atrás
con
un
suspiro,
Sawyer
miró
los
pasteles
de
calabaza
y
manzana
que
Gin
había
traído.
—Si
me
siento
un
rato,
podré
liberar
una
esquina
para
el
postre.
La
consejera
le
dirigió
una
mirada
risueña.
—Es
bueno
ver
que
tu
optimismo
ha
regresado.
—Algunos
de
nosotros
sabemos
cómo
moderarnos.
Tengo
espacio
para
el
pastel—dijo
Morgan
con
una
sonrisa
petulante—.
Y
si
no
dije
esto
antes,
gracias
por
la
invitación,
Mal.
—Me
alegra
que
pudieras
venir.
—Con
la
mano
de
Sawyer
entre
las
suyas,
le
sonrió
a
Morgan—.
Tendremos
que
hacer
esto
más
a
menudo.
Podemos
llamarlo
Kestrel
Mountain
Gathering
o
algo
así.
Eso
sonaba
bien.
Sawyer
casi
podía
sentir
sus
raíces
extendiéndose
en
el
suelo.
Familiares
y
amigos.
Vecinos.
Su
montaña.
No
podía
pensar
en
ningún
lugar
en
el
que
preferiría
estar
ahora.
Mallory
se
levantó
para
llenar
las
copas
de
vino
de
todos.
—Lamento
que
Héctor
tuviera
otros
planes;
tenía
muchas
ganas
de
conocer
a
tu
hermano.
—Te
gustará—dijo
A —.
Pero
después
de
trabajar
duro
para
vender
el
rancho
y
transportar
el
ganado
al
nuevo,
se
le
debían
unas
vacaciones
soleadas.
—No
consigues
más
tropical
que
el
Caribe.
¿Quién
está
cuidando
sus
caballos?—preguntó
Morgan.
—Se
quedaron
un
par
de
vaqueros.
Cuidarán
el
lugar
mientras
Héctor
persigue
mujeres—dijo
A icus—.
Por
la
forma
en
que
se
redujo,
no
estarán
trabajando
demasiado.
—Es
bueno
tener
tiempo
para
descansar
un
poco.
—Morgan
miró
a
Mallory—.
¿Quién
está
a
cargo
de
la
Vigilancia
de
la
Ciudad
hoy?
¿O
esperas
que
la
pandilla
no
salga?
—En
todo
caso,
este
sería
el
momento
en
que
causarían
problemas—dijo
Mallory—.
La
vigilancia
vecinal
está
cubriendo
sus
barrios.
Gustaf
se
ofreció
voluntario
para
el
centro.
Pensó
que
a
su
hijo
en
edad
universitaria
le
encantaría
patrullar
con
él.
Tres
de
los
chicos
solteros
se
turnan
para
vigilar
la
casa
de
la
pandilla.
Pedirán
ayuda
si
hay
alguna
acción.
—Dulce.
—Morgan
levantó
su
vino
a
Mallory
en
un
saludo
simbólico.
—A
mí
todavía
no
me
gusta—protestó
A icus,
lo
que
había
estado
haciendo
desde
que
se
enteró
de
la
Vigilancia
de
la
Ciudad—.
La
vigilancia
vecinal
tiene
sentido,
Mallory;
sin
embargo,
hacer
que
los
civiles
vigilen
la
casa
de
la
pandilla
no.
Es
muy
peligroso.
—Vivir
en
esta
ciudad
es
peligroso.
—Mallory
levantó
la
barbilla
—.
Nuestra
gente
ha
sido
asaltada
y
atacada.
Casas
y
negocios
han
sido
robados
y
dañados.
Hay
graffiti
por
todas
partes.
Nuestros
niños
están
siendo
presionados
para
unirse
a
la
pandilla
y
vender
drogas.
Y
nuestra
policía
está
agotada.
Ustedes
no
pueden
hacerlo
todo.
—No
importa—gruñó
A —.
Ese
es
nuestro
trabajo.
—También
el
nuestro.
Ésta
es
nuestra
ciudad,
A icus,
y
está
bien
que
todos
la
defendamos.
—Ella
sonrió
levemente—.
En
cuanto
a
tus
“civiles”,
¿sabes
cuántos
veteranos
viven
aquí?
Vienen
a
las
montañas…
y
por
la
paz.
Hombres
como
Logan
Hunt.
Sawyer
intentó
discutir
con
ella…
y
perdió.
A icus
no
renunciaba.
—No
todos
ellos
son
veteranos.
Al
otro
lado
de
la
mesa,
Masterson
se
enderezó
y
frunció
el
ceño.
—No,
no
todos
somos
veteranos,
Ware.
No
obstante,
tal
vez
hayamos
adquirido
algunas
habilidades
menores.
Crecí
en
esta
tierra
salvaje.
Poniendo
trampas
y
cazando.
Sobreviví.
—Cuando
su
sentido
del
humor
regresó,
Morgan
sonrió—.
Incluso
ocasionalmente
ayudé
a
la
policía
a
atrapar
a
los
malos.
Sawyer
resopló.
La
historia
de
cómo
los
hermanos
Masterson
ayudaron
a
A
a
rescatar
a
Gin
y
su
colega
ya
era
una
leyenda
de
la
ciudad.
Morgan
tenía
razón.
Ésta
era
su
ciudad.
Y
de
Mallory.
Y
mía.
En
algún
punto,
había
venido
a
cuidar
a
las
personas
en
esta
montaña…
y
en
esta
pequeña
ciudad.
Este
era
su
lugar
y
su
gente,
ya
sea
que
algunos
de
ellos
lo
aceptaran
o
no.
—Creo
que
perdiste
esta
batalla,
A .
—Oh,
lo
hizo.
—Gin
soltó
una
risita
y
pasó
la
mano
por
el
brazo
de
A —.
Morgan
te
atrapó
por
los
huevos,
A icus.
—Sí,
lo
sé.
—Después
de
un
segundo
gruñido,
A
sonrió
y
negó
con
la
cabeza—.
Aún
así...
tener
gente
vigilando
a
los
Aryan
Hammers…
Mallory
interrumpió.
—Aunque
la
Vigilancia
de
la
Ciudad
usa
a
casi
cualquier
persona
que
se
ofrezca
como
voluntario,
solo
ciertas
personas
vigilan
a
los
mafiosos,
hombres
de
montaña
como
Morgan,
rancheros,
leñadores,
cazadores
o
veteranos.
—La
mirada
de
Mallory
era
firme—.
Estamos
haciendo
todo
lo
posible
para
asegurarnos
de
que
nadie
sea
lastimado.
—Bien.
—Rindiéndose,
A
se
recostó
y
puso
su
brazo
alrededor
de
los
hombros
de
Gin—.
En
ciertos
aspectos,
estoy
de
acuerdo
con
tu
plan.
Si
los
bastardos
no
pueden
reclutar
o
ganar
dinero,
probablemente
se
mudarán.
Pero
puede
haber
una
reacción
violenta.
Si
los
Hammers
esperan
unirse
a
una
de
las
grandes
pandillas
de
Los
Ángeles,
no
querrán
parecer
perdedores
cuando
regresen.
Dile
a
tu
equipo
que
esté
preparado.
—Lo
haré.
—Cuando
Mallory
tomó
la
mano
de
Sawyer
debajo
de
la
mesa,
sus
dedos
estaban
helados.
Ella
sonaba
firme...
durante
el
día.
Durante
las
noches,
ella
había
confesado
lo
asustada
que
estaba
de
que
uno
de
los
vigilantes
se
lastimase.
Él
tenía
las
mismas
preocupaciones.
Antes,
se
había
preocupado
por
ella,
Gin
y
A .
Ahora
sus
temores
habían
crecido
hasta
incluir
a
toda
la
ciudad.
Mi
ciudad.
Capítulo
27
Bien
pasada
la
medianoche
del
sábado,
en
la
noche
después
del
Día
de
Acción
de
Gracias,
la
multitud
de
ClaimJumper
se
había
reducido
considerablemente.
Mallory
sonrió
a
las
personas
que
quedaban
en
su
mesa.
Estaban
sus
invitados
de
Acción
de
Gracias,
Sawyer,
Morgan,
A icus
y
Gin,
así
como
Jake
y
Kallie.
Hacía
unos
minutos,
Logan
y
Becca
se
habían
ido,
ya
que
no
querían
abusar
de
Sunny
y
Virgil,
que
estaban
cuidando
a
Ansel.
Becca
le
había
contado
que
Virgil
se
había
tirado
al
suelo
con
Ansel
y
había
dejado
que
el
niño
rebotara
sobre
su
estómago.
Mallory
sonrió
ante
la
imagen.
Virgil
sería
un
padre
increíble.
También
lo
sería
Sawyer.
Sorbiendo
su
cerveza,
Mallory
miró
a
su
hombre.
Se
estaba
riendo
de
algo
que
su
hermano
había
dicho,
su
aura
era
tan
brillante
que
ella
no
podía
creer
que
otros
no
la
vieran.
Aunque
quedaban
rastros
de
dolor
por
la
pérdida
de
su
equipo
SEAL
y
su
mejor
amigo,
la
mayor
parte
de
la
oscuridad
había
desaparecido.
Las
auras
de
A icus
y
Gin
se
mezclaban
maravillosamente,
y
le
encantó
cómo
inconscientemente
uno
se
volvía
hacia
el
otro.
Jake
y
Kallie
hicieron
lo
mismo.
Cuando
Mallory
y
Sawyer
llegaron
a
la
taberna,
Morgan
había
estado
con
un
par
de
mujeres…
como
siempre.
Los
hermanos
Masterson
nunca
carecían
de
compañía
femenina.
Aunque
Wya
podría
ser
más
extrovertido,
muchas
mujeres
se
sentían
atraídas
por
la
tranquila
seguridad
de
Morgan.
Las
damas
ciertamente
no
estuvieron
contentas
cuando
el
musculoso
guía
de
vida
silvestre
las
abandonó
para
unirse
al
grupo
de
Mallory.
—Entonces,
¿cuáles
son
tus
planes
para
el
invierno,
Sawyer?—le
preguntó
Morgan,
volviendo
a
ponerse
el
sombrero—.
¿Te
diriges
a
las
regiones
tropicales
como
tu
hermano?
—No,
estaré
aquí
o
en
el
nuevo
rancho
de
Héctor.
—Sawyer
lo
miró—.
Supongo,
¿Kallie,
y
Virgil
revisaron
el
contrato
de
los
caballos?
—Excelente.
¿Primero
Mal
lee
auras
y
ahora
tú
lees
mentes?
—
Morgan
frunció
el
ceño—.
Sí.
Hablamos…
y
firmamos.
Mantendremos
nuestras
monturas
personales
y
tú
nos
comprarás
el
resto.
Serán
más
felices
invernando
en
algún
lugar
que
enterrados
bajo
la
nieve
hasta
la
cintura.
Sawyer
sonrió
y
le
tendió
la
mano
a
Morgan,
después
a
Kallie.
—Será
bueno
hacer
negocios
con
ustedes.
—¿Cómo
te
va
con
los
otros
servicios
de
guía?—preguntó
Kallie,
después
de
concluir
el
apretón
de
manos.
—Tres
están
indecisos.
Uno
está
dentro.
Otro
está
agregando
caballos
a
sus
servicios
y
me
los
arrendará
a
mí,
pero
están
comenzando
de
a
poco.
—Sawyer
se
encogió
de
hombros—.
Esperaba
algo
mejor;
aún
así,
considerando
mi
historial
y
novedad
en
el
área,
no
es
sorprendente.
—Toma
tiempo—estuvo
de
acuerdo
A icus.
Echó
un
vistazo
a
su
reloj—.
Probablemente
deberíamos
irnos
a
casa.
Gin
se
inclinó
hacia
él.
—¿Podemos
bailar
primero?
El
gran
detective
sonrió.
—Absolutamente.
Antes
de
que
pudiera
levantarse,
su
celular
sonó
con
el
tono
de
llamada
que
Mallory
sabía
que
era
de
la
estación
de
policía.
Con
una
mano
sobre
el
hombro
de
Gin,
lo
sacó.
—Ware.
Mallory
reconoció
la
voz
alta
y
frenética
de
un
joven
oficial
de
policía.
—Gracias
a
Dios
te
encuentro.
Un
tipo
de
la
Vigilancia
de
la
Ciudad
llamó.
Dice
que
los
Aryan
Hammers
prendieron
fuego
a
la
casa
de
Simmons…
y
todavía
están
allí.
La
familia
está
atrapada
dentro.
—Maldición.
—A icus
miró
a
Sawyer—.
Lleva
a
las
mujeres
a
casa.
—Sí.
A icus
besó
a
Gin
con
fuerza.
Ladrando
órdenes
al
teléfono,
salió
corriendo
por
la
puerta.
Después
de
un
segundo
de
aturdido
silencio,
Morgan
se
levantó
y
se
volvió
hacia
Sawyer.
—Los
bastardos
estarán
armados,
y
no
tenemos
muchos
policías
este
fin
de
semana.
El
resto
no
está
lo
suficientemente
cerca
como
para
llegar
rápido.
Él
tenía
razón.
Mallory
sintió
que
la
sangre
le
drenaba
del
rostro.
Se
giró
hacia
Sawyer.
—El
departamento
de
bomberos
solo
tiene
unos
pocos
voluntarios.
¿Y
si
la
pandilla
les
dispara?
La
mandíbula
de
Sawyer
se
tensó.
—Apuesto
a
que
ese
es
su
plan.
Los
Hammers
quieren
que
aparezcan
los
policías.
Gin
jadeó.
—¿Qué?
—Es
una
jodida
trampa.
Con
personas
en
peligro,
los
policías
tienen
que
responder.
Las
manos
de
Mallory
se
apretaron.
Sawyer
sentiría
que
tampoco
tenía
otra
opción.
Él
podría
resultar
herido.
Morir.
Su
piel
se
enfrió.
—Sawyer.
Ya
se
estaba
poniendo
de
pie
y
poniéndose
la
chaqueta
de
mezclilla.
Ella
tomó
su
mano
y
lo
retuvo.
—No
vayas
solo,
mi
capitán.
Deja
que
la
ciudad
ayude.
Dinos
qué
hacer.
Él
la
miró
fijamente.
—Tiene
razón,
Ware—dijo
Morgan—.
Te
cubriré
la
espalda,
pero
todavía
nos
superan
en
número.
Podía
ver
el
conflicto
de
Sawyer,
su
miedo
a
que
los
civiles
resultaran
heridos.
Muertos.
—No
puedes
hacerlo
solo,
Sawyer.
—El
empujón
que
necesitaba
era
obvio—.
Simmons
tiene
una
hija
adolescente
y
un
niño
de
siete
años.
Acepta
la
ayuda
que
necesitas
para
sacarlos.
—Joder.
—Su
hombre
tiró
distraídamente
del
ala
de
su
sombrero,
entonces,
sin
dudarlo,
se
subió
a
una
silla.
Con
la
voz
con
la
que
había
comandado
a
los
hombres
en
la
guerra,
gritó:
—¡Escuchen
atentamente!
Mi
turno.
Mallory
se
subió
a
su
propia
silla
y
elevó
la
voz
para
que
el
grupo
de
personas
viera
fuerza.
—La
Vigilancia
de
la
Ciudad
es
llamada
a
la
acción.
Alguien
desenchufó
la
máquina
de
discos.
La
gente
se
puso
de
pie
para
ver
qué
estaba
pasando.
Sawyer
continuó.
—La
Vigilancia
de
la
Ciudad
llamó
a
la
policía.
Los
Aryan
Hammers
prendieron
fuego
a
la
casa
de
Simmons.
—¡Hijo
de
puta!
—Los
hombres
comenzaron
a
moverse
hacia
la
puerta
a
toda
prisa.
—¡Alto!
—La
voz
de
Sawyer
podría
haber
cortado
el
acero.
La
multitud
se
detuvo.
—Los
hijos
de
puta
están
decididamente
buscando
sangre.
Cualquiera
con
armas,
venga
aquí.
Si
no
tiene
un
arma
de
fuego,
espere
en
la
retaguardia
hasta
que
despejemos
el
camino.
—Sawyer
se
bajó
de
un
salto
y
también
bajó
a
Mallory.
Un
sorprendente
número
de
personas
fluyeron
hacia
la
mesa.
Por
otra
parte,
con
el
aumento
de
la
delincuencia,
más
lugareños
habían
ido
armados.
—No
puedes
darnos
órdenes,
Ware.
—Un
ex
oficial
de
correccionales
llamado
Romero
se
levantó
con
el
ceño
fruncido—.
¿Quién
mierda
crees
que
eres?
Mallory
lo
fulminó
con
la
mirada.
—Sawyer
es…
La
fuerte
voz
de
Morgan
la
ahogó.
—¿Quién
mierda
crees
que
ha
sido
el
vigilante
en
esta
ciudad?
¿Quién
evitó
que
los
bastardos
destrozaran
la
clínica
veterinaria?
¿Frustró
la
venta
de
drogas?
Sé
que
no
fuiste
tú,
bocaza.
—Morgan
le
dirigió
a
Romero
una
mirada
desdeñosa—.
Nuestro
vigilante
es
un
Navy
SEAL.
Un
capitán.
—¿Un
SEAL?
Bueno,
maldición.
—El
propietario
del
gran
almacén,
Mark
Greaves,
le
hizo
un
gesto
respetuoso
a
Sawyer.
Los
murmullos
más
atónitos
vinieron
de
la
multitud
circundante.
—¡Ja!
—Terry
Breton
de
la
tienda
de
forrajes
sonrió
a
Sawyer—.
Me
imaginé
que
eras
tú
quien
jodía
a
los
delincuentes.
¿Cuáles
son
tus
órdenes,
Cap?
Sawyer
asintió
con
la
cabeza
a
Terry,
y
los
colores
de
su
aura
adquirieron
un
tono
más
profundo
cuando
asumió
las
responsabilidades
de
mando.
Miró
a
Morgan.
—¿Cómo
es
el
lugar
de
Simmons?
—Está
en
la
avenida
Riffle,
la
que
termina
al
norte.
La
de
Roger
es
la
última
casa,
una
de
dos
plantas
a
la
izquierda.
—Morgan
se
acarició
el
bigote
y
lo
consideró—.
El
patio
delantero
es
de
césped.
Hay
dos
casas
al
otro
lado
de
la
calle,
ambas
muy
arboladas.
El
patio
trasero
de
Roger
es
arbolado
hasta
llegar
a
Gold
Dust,
la
siguiente
calle.
Hay
mucha
cobertura,
excepto
en
el
patio
delantero.
Sawyer
frunció
el
ceño.
—Nos
matarán
si
subimos
por
Riffle,
lo
que
harán
los
policías
y
los
bomberos.
Entonces,
¿Gold
Dust
está
al
oeste?
¿Pay
Dirt
Avenue
es
paralela
al
este?
—Afirmativo,
Cap.
La
calle
más
cercana
es
Argonaut.
—Terry
sacó
un
bolígrafo
y
mostró
la
casa
de
Simmons
al
final
de
Riffle
con
las
dos
calles
paralelas
más
cercanas.
—Podemos
apostar
un
equipo
en
Gold
Dust.
—Sawyer
señaló
hacia
dónde
el
patio
trasero
de
Simmons
se
encontraría
con
la
calle
—.
Y
aquí
en
Pay
Dirt.
Si
atravesamos
los
patios
traseros,
tendremos
cobertura.
Terry
asintió
con
la
cabeza.
—Eso
funcionará.
No
hay
tiempo
para
nada
más
elaborado.
—Si
la
pandilla
se
vengó
y
huyó,
ganamos.
Si
no…
—Sawyer
hizo
un
gesto
hacia
la
gente
a
su
derecha
y
levantó
la
servilleta—…
Van
a
conducir
por
Gold
Dust
sin
luces,
estacionar
al
final
de
la
calle,
abrirse
paso
a
través
del
patio
trasero
de
Simmons
y
a
cada
lado
de
su
casa.
Usen
la
cobertura
de
los
árboles.
Si
la
policía
está
atrapada,
y
apuesto
a
que
lo
estará,
tendremos
que
abrir
fuego
contra
la
pandilla.
El
objetivo
es
ahuyentarlos
para
que
los
bomberos
puedan
sacar
a
la
familia.
La
mandíbula
de
Sawyer
se
tensó.
—Gente,
asegúrense
de
su
objetivo
y
de
lo
que
hay
detrás
de
éste.
No
queremos
hombres
buenos
asesinados
por
fuego
amigo,
¿OK?
Cuando
estudió
al
dueño
de
la
tienda
de
forrajes,
Mallory
recordó
que
Terry
había
sido
una
boina
verde.
—En
la
oscuridad,
nuestra
mejor
apuesta
es
un
movimiento
de
pinza
con
un
asalto
abrumador.
De
lo
contrario,
los
miembros
de
la
pandilla
podrían
apuntarle
a
los
tiradores
individualizados
por
los
destellos.
Así
que
espera
mi
orden
y
asegúrate
de
que
en
tu
equipo
disparen
todos
a
la
vez—le
dijo
Sawyer
a
Terry.
Terry
hizo
un
saludo
informal.
—Entendido,
señor.
Los
Aryan
Hammers
estarían
disparando
a...
todo
el
mundo.
A
Sawyer.
Mallory
tragó
saliva.
Sawyer
señaló
a
Terry
y
le
dijo
al
grupo
de
personas
a
su
derecha:
—Sois
el
Gold
Dust
Team,
y
aquí
está
vuestro
líder.
Él
está
a
cargo,
¿soy
claro?
Sonó
un
coro
de
acuerdo:
Sí,
sí,
señor;
Afirmativo;
Sí,
señor;
y
un
par
de
Oorahs
de
los
Marines.
—Esto
va
a
ser
un
desastre—escuchó
Mallory
murmurar
a
Sawyer.
Él
se
volvió
hacia
las
personas
a
su
izquierda—.
El
resto
de
vosotros,
están
conmigo.
Somos
el
Pay
Dirt
Team,
y
nos
dirigimos
a
Pay
Dirt.
Las
mismas
directivas.
Nos
reuniremos
en
la
calle,
nos
abriremos
paso
por
los
patios
traseros
acercándonos
a
Riffle
y
evaluaremos
la
situación.
Si
es
necesario,
abriremos
fuego
a
la
vez.
No
disparen
hasta
mi
orden.
¿De
acuerdo?
El
mismo
coro
de
acuerdos.
—Vámonos.
Miró
a
Mallory.
—No
te
muevas,
ninfa.
Mantente
a
salvo.
Jake
le
estaba
dando
a
Kallie
las
mismas
órdenes,
y
Kallie
asintió
obedientemente.
Mallory
puso
su
mano
sobre
el
brazo
de
Sawyer.
—El
Colt
está
debajo
del
asiento
de
la
camioneta.
Llévalo
contigo.
Él
dudó,
entonces
asintió.
—Lo
haré.
Gracias.
Acercándose,
ella
lo
besó
rápidamente.
—Te
amo…
ten
cuidado.
Entre
Morgan
y
Jake,
Sawyer
salió
corriendo
de
la
taberna.
Ella
escuchó
a
Sawyer
preguntarle
a
Morgan:
—¿Tu
bebé
está
en
la
camioneta?
—Sí.
Llevemos
mi
vehículo.
Cuando
desaparecieron,
Mallory
sintió
que
el
miedo
aumentaba
dentro
de
ella.
Una
trampa.
Sus
amigos,
y
Sawyer,
estaban
corriendo
riesgos.
Podían
recibir
un
disparo.
Ella
se
puso
rígida.
—Los
bomberos
también
son
paramédicos,
y
no
hay
muchos
en
la
ciudad
este
fin
de
semana.
No
son
suficientes
para...
para...
—si
las
cosas
salían
mal.
Gin
la
miró
por
un
segundo
y
se
levantó.
—Voy
a
despertar
al
doctor
Vickers.
Prepararemos
la
clínica,
por
si
acaso.
—Bien.
—Mallory
se
encontró
con
la
mirada
de
Kallie—.
He
recibido
capacitación
en
primeros
auxilios.
—Y
mucha
experiencia
en
las
obras
en
construcción—.
Hay
una
gran
caja
de
primeros
auxilios
en
la
camioneta.
—Yo
tengo
entrenamiento.
—Las
guías
de
vida
silvestre
lo
tendrían.
Kallie
asintió
con
la
cabeza—.
Vámonos.
Gin
estaba
agarrando
su
bolso.
—Tengan
cuidado.
La
mayoría
de
los
coches
ya
se
habían
ido
del
estacionamiento
cuando
ellas
doblaron
la
esquina.
Mallory
saltó
a
la
camioneta
mientras
Kallie
se
sentaba
del
lado
del
pasajero.
El
sombrero
de
Sawyer
estaba
en
el
asiento
trasero,
y
el
espacio
debajo
del
asiento
del
conductor
estaba
vacío.
Había
tomado
el
Colt.
Bien.
Cuando
doblaron
la
esquina
hacia
Pay
Dirt,
Mallory
apagó
los
faros
y
estacionó
detrás
de
una
fila
de
otros
vehículos.
Hubo
disparos
esporádicos
procedentes
del
oeste.
Esporádico
indicaba
que
la
pandilla
estaba
disparando
a
alguien,
¿verdad?.
El
estómago
de
Mallory
se
apretó.
Cuando
el
ruido
despertó
a
la
gente,
las
luces
de
las
casas
del
vecindario
parpadearon.
Con
Kallie
a
su
lado,
Mallory
trotó
en
la
oscuridad
entre
dos
casas
de
alquiler,
cruzó
un
patio
trasero,
una
cerca
baja
y
entró
en
el
siguiente
patio
trasero.
Se
movieron
junto
a
una
pequeña
casa
rodeada
de
abetos
Douglas.
El
humo
era
espeso
en
el
aire,
raspando
su
garganta
con
cada
respiración.
Delante
de
ellas,
a
través
de
los
árboles
en
el
patio
delantero
estaba
la
avenida
Riffle,
que
terminaba
en
un
bosque.
La
luz
del
fuego
parpadeaba
entre
los
árboles.
—La
casa
realmente
está
ardiendo—susurró
Kallie.
La
ira
inundó
las
venas
de
Mallory,
haciendo
retroceder
el
miedo.
Esas
personas
malvadas
habían
prendido
fuego
a
una
casa
con
niños
en
ella.
Delante
de
ellos,
el
grupo
de
Sawyer
se
movía
de
árbol
en
árbol,
en
el
boscoso
patio.
Kallie
estaba
a
su
lado,
Mallory
la
siguió,
manteniéndose
atrás.
Se
detuvo
cuando
pudo
ver
la
casa
de
Simmons
al
otro
lado
de
la
calle.
Era
una
locura.
Las
ventanas
de
la
planta
baja
se
habían
roto
y
las
llamas
ardían
en
la
sala
de
estar.
Basura
ardiendo
se
apilaba
frente
a
las
puertas
y
ventanas
como
hogueras
gigantes.
La
familia
estaba
atrapada
dentro.
Incluso
si
atravesaban
las
barricadas
en
llamas,
la
pandilla
los
esperaba
afuera.
Su
boca
sabía
a
metal.
¿Así
era
una
zona
de
guerra?
Los
vehículos
de
la
pandilla,
un
SUV
negro,
un
Ford
de
cuatro
puertas
maltrecho
y
un
Dodge
Charger
rojo,
bordeaban
la
acera
directamente
en
frente
de
la
casa
de
Simmons.
Cerca
del
centro
de
la
calle,
un
coche
patrulla
blanco
y
negro
estaba
detenido,
las
luces
aún
destellaban.
Pegado
a
su
paragolpes,
estaba
el
camión
de
los
bomberos
voluntarios,
con
las
luces
delanteras
todavía
encendidas.
En
ángulo
detrás
de
él,
pero
no
del
todo
a
la
casa
de
Simmons,
estaba
el
Chevy
Tahoe
de
A icus,
obviamente,
se
había
detenido.
Al
menos
dos,
tal
vez
más,
Hammers
se
habían
refugiado
entre
los
vehículos
y
la
casa
en
llamas.
Otro
estaba
detrás
de
un
gran
arce,
el
único
árbol
en
el
patio
delantero.
Un
vidrio
roto
y
un
grito
de
alegría,
indicaban
más
pandilleros
a
los
lados
de
la
casa.
El
taller
de
Roger,
al
lado
del
bosque,
no
estaba
en
llamas,
pero
Mallory
podía
ver
figuras
corriendo
entre
él
y
la
casa.
Uno
se
volvió
y
ella
vio
el
destello
parpadeando
mientras
la
pistola
disparaba.
Con
el
corazón
galopando
salvajemente
en
su
pecho,
Mallory
se
agachó
detrás
de
su
árbol.
Los
Hammers
seguían
disparando.
Contuvo
el
aliento
y
trató
de
alejar
el
miedo.
—Mal.
—Kallie
estaba
agachada,
mirando
hacia
la
calle—.
Levi
y
William
están
heridos.
Mallory
se
aflojó.
Detrás
de
la
patrulla,
iluminado
por
las
luces
del
camión
de
bomberos,
un
oficial
de
policía
estaba
tumbado
boca
abajo
sobre
el
pavimento.
Cabello
rubio
pálido…
William.
Junto
a
él,
Levi
estaba
desplomado
contra
el
neumático
delantero,
su
mano
contra
el
pecho.
La
sangre
ennegrecía
el
pavimento
gris.
A icus
se
agachó
junto
a
él,
ayudando
a
presionar
la
herida
mientras
ocasionalmente
disparaba
hacia
los
Hammers.
Mallory
se
dio
cuenta
de
que
su
disparo
fue
todo
lo
que
evitó
que
los
pandilleros
atacaran
el
coche.
Sawyer
tenía
razón…
era
una
trampa.
Levi
y
William,
los
dos
oficiales
de
policía,
eran
jóvenes.
Habrían
conducido
audazmente
por
la
calle,
habían
salido
en
grupo
y
fueron
presas
fáciles.
La
pandilla
habría
disparado
al
camión
de
bomberos,
y
los
bomberos
probablemente
se
habían
zambullido
debajo
del
tablero.
A icus
habría
llegado,
y
no
tuvo
más
remedio
que
rescatar
a
sus
hombres.
Los
Aryan
Hammers
todavía
estaban
en
la
casa...
porque
querían
matar
a
A icus
y
a
todos
los
demás
y
regresar
a
Los
Ángeles
con
una
victoria.
Sus
gritos
y
burlas
provenían
de
las
áreas
boscosas
adyacentes
a
la
casa.
Había
montones
de
ellos.
Mallory
se
volvió
para
mirar
a
Sawyer.
El
equipo
de
Pay
Dirt,
el
de
ella
y
el
de
Sawyer,
estaba
enfrente
de
la
casa
de
Simmons.
Sawyer
estaba
de
pie
detrás
del
árbol
más
cercano
al
coche
de
la
policía.
Jake
Hunt
estaba
detrás
de
otro
árbol.
Morgan
no
estaba
a
la
vista.
Detrás
de
los
otros
árboles
estaban
los
voluntarios
de
Sawyer.
Y,
Mallory
se
dio
cuenta,
que
con
el
fuego
ardiendo
tan
brillante,
ni
la
pandilla,
ni
la
policía
se
percataron
de
que
la
gente
del
pueblo
estaba
allí.
La
voz
de
Sawyer
sonó:
—¡Pay
Dirt
Team,
pónganse
a
cubierto!
En
el
coche
de
la
policía,
A icus
se
dio
la
vuelta.
Incapaz
de
ver
nada,
tiró
de
Levi
y
se
tiró
encima
de
ambos
oficiales,
cubriéndolos.
Cuando
los
hombres
de
Sawyer
se
pararon
detrás
de
los
árboles,
él
gritó:
—Gold
Dust
Team.
¡Fuego!
Mallory
se
acurrucó
detrás
de
su
árbol.
Kallie
estaba
encorvada
detrás
del
de
ella.
En
una
horrenda
explosión
de
sonido,
todo
el
equipo
de
Terry
disparó
desde
los
lados
de
la
casa
de
Simmons.
Mallory
se
encogió
ante
los
gritos
y
alaridos
de
dolor.
Moviéndose
silenciosamente
desde
atrás,
el
grupo
de
Terry
había
tomado
a
la
pandilla
por
sorpresa.
La
ola
de
disparos
se
detuvo.
Disparos
al
azar,
muchos
menos,
vinieron
de
un
lado
de
la
casa.
Los
gritos
roncos
de
un
hombre
vinieron
del
otro.
Asomándose,
Mallory
vio
cuerpos
tendidos
al
lado
del
Charger.
Los
pandilleros
estaban
usando
los
vehículos
para
cubrirse,
quedando
totalmente
desprotegidos
de
los
disparos
detrás
de
ellos.
—Golden
Dust,
cubriros—les
gritó
Sawyer.
Cinco
de
los
Hammers
corrían
hacia
sus
vehículos,
disparando
contra
el
grupo
de
Terry
en
el
bosque
alrededor
de
la
casa.
—Pay
Dust,
fuego—gritó
Sawyer.
Los
Hammers
cayeron.
***
Con
el
Colt
de
Mallory
en
la
mano,
Sawyer
cruzó
la
calle.
A
pesar
del
aire
helado,
el
sudor
le
goteaba
por
la
espalda.
Rápidamente
revisó
a
sus
hombres.
Todo
en
movimiento,
joder
gracias.
Y
su
hermano
estaba
vivo.
Con
una
sonrisa
sombría,
A
miró
a
Sawyer,
asintió
y
volvió
a
cuidar
a
los
hombres
caídos.
Derrapando
desde
la
parte
de
atrás
del
coche,
A
había
llegado
demasiado
tarde
y
había
ingresado
para
evitar
que
mataran
a
sus
muchachos.
Qué
desastre.
Sawyer
llamó
a
los
cuatro
hombres
más
cercanos
a
él:
—Vean
si
pueden
quitar
el
fuego
de
la
puerta.
Alzando
la
voz,
gritó
al
resto
de
su
equipo.
—En
equipos
de
dos,
registren
el
terreno.
Recuerden
que
los
hijos
de
puta
están
armados.
Captúrenlos
y
llévenlos
a
la
policía.
Lleven
a
los
pandilleros
heridos
a
los
camiones
de
bomberos
con
un
guardia.
El
equipo
de
Gold
Dust
está
cerca
de
la
parte
trasera,
así
que
tengan
cuidado.
Cuando
los
hombres
fueron
a
trabajar,
los
bomberos
saltaron
de
su
camión.
Uno
corrió
para
ayudar
a
A icus
con
los
oficiales
de
la
patrulla
heridos.
Los
hombres
de
Sawyer
habían
despejado
un
hueco
en
la
basura
ardiendo
en
la
puerta
principal,
y
dos
bomberos
se
dirigieron
a
la
casa.
Un
camión
de
bomberos
se
detuvo.
A
la
luz
vacilante
del
fuego,
Sawyer
revisó
el
patio
delantero.
Una
mirada
estableció
que
tres
Hammers
estaban
muertos.
¿Cuántos
quedaban?
Lo
consideró
y
no
llamó
a
Morgan.
En
cambio,
se
volvió
hacia
Jake
Hunt,
quien
había
tomado
posición
a
su
lado.
—¿Puedes
hacerte
cargo
del
grupo
que
busca
a
la
izquierda
de
la
casa?
Buscaré
a
la
derecha.
—Lo
haré.
Cuando
Jake
se
alejó,
alguien
más
tomó
su
lugar,
un
gran
leñador
cuyas
manos
hacían
que
su
escopeta
del
30
pareciera
un
juguete.
¿Este
tipo
no
había
arremetido
contra
él
en
el
ClaimJumper
hacía
unos
meses?
Con
un
gesto
sombrío,
el
hombre
esperó
a
que
Sawyer
continuara.
Sawyer
siguió
adelante.
Y
se
detuvo
ante
el
sonido
de
una
voz
que
no
debería
haber
estado
cerca
de
la
acción
sangrienta.
—Leroy,
tengo
esta
hemorragia
detenida,
pero
él
necesita
puntos
de
sutura.
Llévalo
a
la
clínica.
—Era
Mallory,
usando
lo
que
ella
llamaba
su
voz
de
sierra
de
cinta,
dando
órdenes
tan
serenamente
como
si
estuviera
en
medio
de
una
obra
en
construcción—.
Francis,
ese
Hammer
está
muerto.
Déjalo
y
ayuda
a
apagar
la
basura
ardiendo.
A
pesar
de
su
miedo,
y
de
la
ira
ante
ella
arriesgando
su
cuello,
sintió
una
oleada
de
orgullo.
Ésta
era
su
mujer,
sacando
orden
del
caos.
¿Y
ella
pensaba
que
era
tranquila?
Mi
culo.
Regresó
a
su
propia
tarea.
Un
cuerpo
estaba
siendo
llevado
al
frente
por
dos
hombres.
Otro
pandillero,
maldiciendo
y
luchando,
fue
inmovilizado
por
un
grupo
de
los
hombres
de
Terry.
Nadie
más.
Parecía
que
los
equipos
habían
despejado
el
área
muy
bien.
Cualquier
miembro
de
la
pandilla
que
había
escapado
del
área
probablemente
todavía
estaba
corriendo.
—Se
ve
bien—dijo
Sawyer
al
silencioso
leñador
a
su
lado
y
se
dirigió
hacia
el
frente.
Los
montones
de
basura
habían
sido
removidos
de
la
casa
o
apagados,
y
las
llamas
del
interior
se
estaban
extinguiendo.
Los
bomberos
podrían
salvar
la
estructura,
pero
el
edificio
era
un
jodido
desastre.
Simmons
y
su
esposa
estaban
parados
cerca
de
la
patrulla
junto
con
una
adolescente.
Sawyer
frunció
el
ceño.
¿No
había
dicho
Mallory
que
había
un
niño
pequeño?
Seguido
por
su
escolta,
el
leñador,
Sawyer
entró
en
el
patio
delantero.
Un
bombero
estaba
ayudando
a
un
niño
a
salir
de
la
casa.
—Heath,
la
próxima
vez,
te
vas
cuando
tus
padres
te
dicen
que
te
vayas.
Es
nuestro
trabajo
sacar
a
tus
mascotas.
Sawyer
no
pudo
evitar
sonreír
mientras
el
regaño
continuaba.
Heath
aparentemente
había
vuelto
hacia
el
fuego
para
salvar
a
su
gato.
Niño
valiente.
Vestido
con
pijama,
el
niño
necesitaba
ayuda
para
caminar,
pero
el
gato
estaba
en
sus
brazos.
—¡Sawyer,
abajo!
—El
grito
de
Mallory
fue
inconfundible,
y
Sawyer
se
lanzó
al
suelo.
El
leñador
lo
siguió,
y
el
estallido
de
una
pistola
sonó
a
través
de
la
noche.
Un
hombre
cayó
del
arce,
alejando
al
bombero
del
niño.
El
skinhead
arrastró
al
niño
que
gritaba
delante
de
él
y
empujó
su
semiautomática
contra
la
cabeza
de
Heath.
—¡Aléjate
de
mi
coche,
o
está
muerto!
Era
Animal.
Mierda.
—Equipos,
no
disparen—gritó
Sawyer.
Incluso
si
alguien
matara
a
Animal,
la
contracción
moribunda
del
bastardo
volaría
la
cabeza
del
niño.
Desde
el
suelo,
Sawyer
miró
la
línea
de
fuego
desde
Animal
hasta
el
techo
del
taller.
Había
una
posibilidad,
pero
solo
si
el
bastardo
no
tenía
su
arma
contra
la
cabeza
del
niño.
Entonces,
haz
que
se
mueva.
Sawyer
se
puso
de
pie.
El
skinhead
estaba
casi
sobre
su
Charger.
Con
el
revólver
apuntando
hacia
el
suelo,
Sawyer
gritó:
—Miren
al
animal
huyendo
con
su
pequeño
rabo
metido
entre
sus
patas.
Qué
jodido
marica.
El
skinhead
se
dio
la
vuelta,
la
pistola
aún
presionada
contra
la
sien
del
niño.
Vio
a
Sawyer
y
su
rostro
se
oscureció.
—Tú,
chupa
polla.
Sawyer
se
echó
a
reír.
—Todos
en
Los
Ángeles
escucharán
cómo
abandonaste
a
tu
pandilla.
No
vengaste
una
mierda.
Simplemente
huiste
como
un
perro
amarillo.
Ooo‑ooo‑ooo.
—Sawyer
imitó
los
gritos
de
miedo
de
Aquiles.
—¡Vete
a
la
mierda!
—Animal
giró
su
pistola
hacia
Sawyer.
Incluso
mientras
disparaba,
Sawyer
se
lanzó
al
suelo.
El
dolor
atravesó
el
brazo
de
Sawyer.
Una
fracción
de
segundo
después,
el
estallido
de
un
rifle
de
alta
potencia
rajó
la
noche.
Dándose
la
vuelta,
Sawyer
se
levantó
de
un
salto.
Maldición,
no
debería
haber
sido
herido.
Te
estás
poniendo
lento,
Ware.
Animal
estaba
muerto.
Un
disparo
en
la
cabeza.
El
niño
estaba
vivo
y
agarrado
con
fuerza
por
sus
histéricos
padres.
Tomando
su
primer
buen
aliento
en
minutos,
Sawyer
se
volvió
y
Mallory
se
estrelló
contra
él
con
tanta
fuerza
que
perdió
el
último
remanente
de
oxígeno
en
sus
pulmones.
Temblando
como
una
hoja,
ella
lo
abrazó
hasta
que
no
podía
reabastecer
sus
pulmones.
Ella
lo
sacudió,
en
realidad
lo
sacudió.
—No
vuelvas
a
hacer
eso
nunca
más.
Le
dio
un
fuerte
abrazo,
respirando
su
aroma
fresco
y
limpio.
Paz
en
medio
del
caos.
—Dios
mío,
Sawyer.
—A icus
apareció
con
la
cara
tensa—.
Me
asustaste
muchísimo.
—A
mí
también.
—La
voz
de
Mallory
estaba
amortiguada
contra
el
pecho
de
Sawyer.
A
arrancó
la
manga
de
Sawyer
y
examinó
el
sangrado
que
le
rozaba
el
deltoides.
—No
tan
malo.
Después
de
respirar
temblorosamente,
Mallory
dio
un
paso
atrás
y
lo
vendó
con
una
gasa
que
llevaba
en
los
bolsillos.
Maldición,
ella
era
una
cosa.
—¿Quién
hizo
el
disparo?—preguntó
A .
—Espera.
—Sawyer
revisó
el
área,
se
volvió
hacia
el
taller
y
gritó
—.
Todo
despejado,
Masterson.
Un
minuto
después,
apareció
Morgan,
con
su
Gladius
en
una
mano.
En
silencio,
se
acercó
para
mirar
el
cuerpo
de
Animal.
Su
pecho
subía
y
bajaba.
Después
de
un
largo
minuto,
se
acercó
a
Sawyer,
vio
el
rústico
vendaje
y
la
consternación
apareció
en
sus
ojos.
—Lo
siento.
No
podía
arriesgarme
a
disparar
con
el
cañón
del
imbécil
en
la
cabeza
de
Heath.
—No,
no
podías.
Hiciste
todo
exactamente
bien.
—Sawyer
soltó
a
Mallory
para
darle
a
Morgan
un
abrazo
con
un
solo
brazo.
El
pobre
bastardo
estaba
temblando
por
la
liberación
de
la
adrenalina.
También
Sawyer.
Cuando
Sawyer
dio
un
paso
atrás,
Mallory
envolvió
sus
brazos
alrededor
de
Morgan
y
le
dio
un
abrazo
que,
por
experiencia,
Sawyer
sabía
que
haría
que
el
mundo
de
Masterson
se
sintiera
como
si
hubiera
vuelto
a
girar.
Los
brazos
de
Morgan
se
apretaron
hasta
que
Sawyer
oyó
crujir
las
costillas
de
la
pequeña
contratista.
Dándole
tiempo
al
hombre
para
recomponer
sus
emociones,
Sawyer
se
giró
para
revisar
el
campo
de
batalla.
El
leñador
gigante
todavía
estaba
protegiendo
el
flanco,
y
Sawyer
lo
dejó
ir
con
un
movimiento
de
cabeza
y
una
sonrisa
de
agradecimiento.
Simmons
estaba
parado
cerca
del
coche
de
la
policía
frente
a
su
familia.
Su
mirada
se
encontró
con
la
de
Sawyer,
y
la
gratitud
en
sus
ojos
lo
dijo
todo.
La
guerra
había
terminado.
Detrás
de
Simmons,
su
hijo
estaba
en
el
regazo
de
su
madre.
Cuando
su
hermana
se
arrodilló
y
puso
a
su
mascota
en
sus
brazos,
el
niño
acercó
al
gato
y
lloró.
Sintiendo
sus
propios
ojos
ardiendo,
Sawyer
se
dio
la
vuelta.
—Buen
tiro,
primo.
—Kallie
corrió
para
abrazar
a
su
primo.
Volviendo
a
Sawyer,
Mallory
lo
rodeó
con
un
brazo.
—Un
trabajo
de
rescate
bien
ejecutado,
Capitán
Ware.
¿Supongo
que
necesitas
revisar
tus
tropas
antes
de
que
podamos
irnos?
—Sí.
—Sawyer
la
atrajo
más
cerca
antes
de
fruncir
el
ceño.—.
¿Qué
coño
estás
haciendo
aquí
de
todos
modos?
Aunque
la
oscuridad
de
la
violencia
y
la
muerte
permanecía
en
sus
ojos,
ella
le
sonrió.
—Ellos
pueden
ser
tus
tropas;
sin
embargo,
yo
los
recluté
y
pensé
que
podría
haber
demasiados
heridos.
Kallie
y
yo
teníamos
que
ayudar.
Él
suspiró.
Sí,
ella
lo
vería
así.
Estaba
tensa
por
una
pelea.
Una
pelea
que
no
sucedería.
Su
sentido
del
honor
era
solo
una
de
las
cosas
que
amaba
de
ella.
Él
sonrió.
—Entiendo.
Para
mi
tranquilidad,
quédese
cerca
ahora,
soldado.
Ella
sonrió
y
se
llevó
el
dedo
índice
a
la
frente
en
un
saludo
simulado.
—Sí,
señor.
Malcriada.
La
atrajo
para
un
beso
firme
y
le
susurró:
—Será
mejor
que
pienses
en
decir
Sí,
señor
una
y
otra
vez
esta
noche,
ninfa,
seguido
por,
Por
favor,
señor,
por
favor.
Cuando
ella
se
derritió
contra
él,
él
volvió
a
tomar
su
boca,
sintiendo
el
zumbido
de
la
adrenalina
que
decía
que
estaba
vivo,
que
ella
estaba
viva
y
que
tenían
que
celebrar
de
la
mejor
manera
posible.
El
fuego
de
la
casa
se
sentía
como
un
día
cálido,
en
comparación
con
la
lujuria
calentando
su
sangre.
Cuando
levantó
la
cabeza,
escuchó
gritos
detrás
de
él.
—Adelante,
Capitán.
—¡Así
se
hace,
Ware!
¿Qué
mierda?
Manteniendo
una
mano
sobre
su
mujer,
Sawyer
se
volvió
y...
se
congeló.
Sus
“tropas”
estaban
esperando
en
la
calle,
sonriéndole,
y
cuando
los
miró,
maldita
sea
si
todos
no
saludaron,
y
después
lanzaron
un
grito
lo
suficientemente
fuerte
como
para
despertar
a
toda
la
ciudad.
Capítulo
28
La
primavera
había
llegado
a
Bear
Flat.
Aunque
los
montañas
más
altas
todavía
estaban
cubiertas
de
nieve,
en
el
valle
de
Mallory,
las
amapolas
y
los
altramuces
alegraban
el
prado.
Cerca
de
la
cabaña
de
Sawyer,
Mallory
respiró
el
aire
templado
por
el
sol
y
miró
el
texto
que
acababa
de
llegar
a
su
teléfono.
Casi
allí.
¿Qué
pasa
con
todos
los
coches?
Casi
allí.
¡Sí!
Ella
inclinó
la
cabeza,
con
la
esperanza
de
escuchar
caballos,
pero
el
riachuelo
estaba
lleno
de
corrientes
de
primavera
y
ahogaba
el
ruido
de
los
cascos.
Protegiéndose
los
ojos
del
sol
brillante,
miró
hacia
el
sur,
donde
el
camino
sinuoso
se
encontraba
con
otro
que
venía
del
oeste.
El
invierno
pasado,
Sawyer
y
los
Masterson
habían
trazado
una
ruta
desde
el
rancho
de
montaña
de
Sawyer
hasta
la
nueva
extensión
de
Héctor
Ware
a
los
pies
de
la
ladera
donde
los
caballos
habían
pasado
el
invierno.
Ahí.
Ella
vio
movimiento.
Un
destello
de
metal.
Finalmente,
una
larga
hilera
de
caballos
y
jinetes
emergió
a
través
de
los
florecientes
cornejos
blancos
en
el
borde
del
bosque.
—¡Aquí
vienen!—gritó
ella.
Cuando
todos
se
giraron
para
mirar,
los
caballos
chapoteaban
en
la
parte
menos
profunda
del
arroyo.
El
grupo
de
niños
que
jugaban
allí
dio
gritos
de
bienvenida
y
mantuvo
abierta
la
puerta
de
las
pasturas.
Mallory
podía
ver
la
sorpresa
en
la
cara
de
Sawyer.
A
mitad
de
camino
en
la
hilera
de
jinetes,
Kallie
y
Jake
dieron
fuertes
gritos.
El
resto
de
los
jinetes,
invitados
y
trabajadores,
estaban
animados
y
radiantes.
A
caballo,
Morgan
se
quitó
el
sombrero
y
lo
agitó.
Percibiendo
la
emoción,
los
caballos
comenzaron
a
trotar
y
se
dirigieron
al
establo.
Los
jinetes
gritaban
de
alegría.
Gritos
de
aliento
y
de
bienvenida
venían
de
la
gente
en
el
patio
y
de
las
personas
que
atestaban
las
cercas.
Oh,
cómo
había
extrañado
a
su
hombre.
Había
pasado
demasiado
tiempo.
Incapaz
de
esperar
más,
Mallory
saltó
la
cerca
y
corrió
por
la
hierba.
Al
verla,
Aquiles
dio
un
encantado
ooo‑ooo‑ooo,
se
apartó
de
su
tarea
muy
importante
de
guiar
el
camino
y
se
lanzó
a
través
del
pastizal
para
saludarla.
Mallory
se
agachó
para
saludar
al
perro
que
giraba
frenéticamente.
—¿Cuidaste
bien
a
Sawyer
y
a
los
caballos?
Durante
el
intercambio
de
abrazos
y
besos,
Aquiles
le
aseguró
que
había
hecho
un
excelente
trabajo
de
supervisión.
Riendo,
Mallory
se
levantó
y
se
dio
cuenta
de
que
la
hilera
de
caballos
había
llegado
al
establo
y
al
centro
de
la
multitud.
Sawyer
saltó
de
su
castrado
y
le
entregó
las
riendas
a
alguien
de
la
multitud.
Con
los
ojos
en
Mallory,
comenzó
a
cruzar
el
patio
hacia
ella.
Un
segundo
después,
fue
empujada
a
sus
brazos
duros
como
una
roca.
Enterrándose
lo
más
cerca
que
pudo,
frotó
su
rostro
contra
su
hombro
e
inhaló
el
aroma
de
cuero,
sudor
y
hombre.
—Oh,
Sawyer.
—Joder,
te
extrañé.
—Sawyer
la
apretó
más
fuerte,
su
gran
cuerpo
duro
y
sorprendentemente
real.
Ella
le
bajó
la
cabeza
para
un
beso
largo
y
maravilloso.
Y
otro.
—Oh,
sí.
Más.
—Ella
se
levantó
de
puntillas,
y
él
tomó
el
control,
moldeándola
contra
él,
mientras
devoraba
su
boca.
El
suelo
desapareció
debajo
de
ella.
Cuando
ellos
tomaron
un
respiro,
el
último
de
los
jinetes
había
pasado.
En
el
establo,
la
gente
del
pueblo
estaba
ayudando
a
desensillar
y
abrevar
a
los
caballos
antes
de
llevarlos
a
las
pasturas.
Sawyer
miró
los
coches
estacionados
arriba
y
abajo
del
camino,
a
las
personas
arremolinándose
alrededor
de
la
cabaña.
—¿Que
es
todo
esto?
—Bear
Flat
quería
celebrar
el
primer
arreo
anual
de
caballos
de
primavera
de
la
ciudad.
—Ella
sonrió—.
Tu
lugar
ha
sido
expropiado
para
una
barbacoa
del
pueblo.
La
incredulidad
en
su
mirada
era
simplemente
maravillosa.
***
¿Qué
mierda?
Sawyer
solo
podía
mirar.
Los
medio
barriles
de
madera
junto
a
su
porche
y
la
entrada
del
camino
rebosaban
de
brillantes
tulipanes
rojos
y
blancos.
¿La
señora
Reed
y
Vanessa
habían
decidido
que
su
patio
era
demasiado
aburrido
para
una
celebración?
Qué
bueno
que
el
arbusto
de
dos
metros
y
medio,
¿Mallory
lo
había
llamado
lila?,
junto
a
la
cabaña
estaba
en
plena
fragante
floración.
Tres
barbacoas
estaban
instaladas
cerca
de
la
cabaña,
y
el
aroma
de
la
carne
asada
le
hizo
gruñir
el
estómago.
Muy
cerca,
las
mesas
de
picnic
cubiertas
con
manteles
rojos
y
blancos
estaban
cargadas
de
comida.
Mantas,
sillas
de
jardín
y
cestas
de
picnic
salpicaban
la
exuberante
hierba
a
poca
distancia.
Gente
en
todas
partes...
familias
con
bebés
y
niños
pequeños,
grupos
de
hombres
con
camisas
de
franela
y
vaqueros,
viejos
lugareños
en
sillas
de
jardín,
hombres
y
mujeres
coqueteando...
—¿Toda
la
ciudad
está
aquí?—preguntó,
sintiéndose
golpeado.
—Tal
vez
no
todos,
pero
casi.
—Mallory
sonrió,
sus
ojos
de
un
vívido
verde
a
la
luz
del
sol—.
Los
dueños
de
los
negocios
apreciaron
cómo
cronometraste
tu
llegada
antes
de
que
comience
la
temporada
turística,
y
un
domingo,
para
que
ellos
pudiesen
venir.
Él
y
Morgan
no
habían
“cronometrado”
nada.
—¿He
mencionado
que
la
gente
de
Bear
Flat
está
loca?
Ella
sonrió.
—Tú
encajas
bien,
Capitán.
No
lo
podría
discutir.
Ella
se
rio
de
su
mirada
disgustada.
—Ve
a
terminar
tus
deberes.
Te
estaré
esperando
por
allí.
—Ella
hizo
un
gesto
hacia
la
franja
de
mantas
de
picnic
que
cubrían
el
área
cubierta
de
hierba,
lejos
del
establo
y
los
corrales.
—Pero...
—Joder,
no
quería
dejarla
ir.
Solo
que
ella
tenía
razón;
él
tenía
responsabilidades—.
Te
veo
pronto.
Después
de
una
mirada
preocupada
entre
ellos,
Aquiles
trotó
tras
ella,
obviamente
decidiendo
que
sus
deberes
habían
terminado
y
que
era
hora
de
comer.
El
hambre
ardiente
por
su
mujer
estaba
hirviendo
en
la
sangre
de
Sawyer,
el
final
del
recorrido
del
sendero
pareció
tomar
una
eternidad,
a
pesar
de
que
la
gente
apareció
de
todas
partes
para
ayudar.
Llevando
a
uno
de
los
caballos,
A
se
había
detenido
para
darle
un
fuerte
abrazo.
Con
la
silla
de
montar
sobre
el
hombro,
Logan
asintió
al
pasar.
Virgil
estaba
ayudando
a
uno
de
los
jinetes
más
jóvenes
a
limpiar
a
su
caballo.
No
pasó
mucho
tiempo
antes
de
que
los
caballos
fueran
llevados
a
las
pasturas
y
los
arreos
guardados
en
el
establo.
Después
de
enterarse
de
que
la
ciudad
había
dispuesto
mantas
y
sillas
para
los
jinetes
invitados,
Morgan
y
Kallie
los
habían
guiado
allí.
Todos
estaban
siendo
alimentados.
Sawyer
miró
alrededor
del
establo
vacío
y
sonrió.
Trabajo
hecho.
Tiempo
para
comer
y
beber.
Mientras
caminaba
hacia
las
barbacoas,
tratando
de
ver
a
su
mujer,
Barney
lo
detuvo.
—Hola,
Cap.
—El
leñador
masivo
que
había
estado
a
su
lado
en
lo
que
la
ciudad
había
etiquetado
como
“Simmons
Fire”
le
entregó
una
cerveza
con
una
palmada
en
el
brazo
que
casi
lo
derribó.
Señaló
a
la
derecha—.
Mal
está
por
allá.
—Gracias,
Barney.
—Mientras
se
abría
paso
entre
el
laberinto
de
mantas,
sillas
y
grupos
de
personas,
Sawyer
intercambió
saludos,
apretones
de
manos,
abrazos
y
finalmente
alcanzó
su
objetivo.
Mallory
estaba
sobre
una
manta,
A icus
y
Gin
a
su
derecha,
Virgil
y
Summer
a
su
izquierda.
Sawyer
se
dejó
caer
junto
a
su
mujer,
lo
suficientemente
cerca
como
para
respirar
su
limpia
fragancia.
Envolviendo
un
brazo
alrededor
de
ella,
le
dio
otro
beso
largo
y
satisfactorio,
y
los
bordes
ásperos
dentro
de
él
se
acomodaron
con
un
suspiro
de
satisfacción.
—Te
amo—susurró
contra
sus
labios,
entonces
recordó
que
estaban
en
medio
de
una
multitud.
Maldita
sea.
Poniéndose
de
pie,
miró
a
su
alrededor.
Un
montón
de
sonrisas
ahora
se
dirigían
a
él
y
Mallory.
—Tu
viaje
parece
divertido,
hermano.
Desearía
haber
podido
tener
el
tiempo
libre.
El
próximo
otoño,
estoy
dentro.
—A icus
miró
a
su
pequeña
pelirroja—.
¿Quieres
venir?
—¿Cabalgar
todo
el
día?
—La
pequeña
nariz
de
Gin
se
arrugó—.
No
podría
caminar
después.
Sin
embargo,
creo
que
Trigger
estaría
feliz
de
acompañarte.
Sawyer
siguió
su
mirada
y
vio
a
Trigger
y
a
Aquiles
jugando
al
pilla‑pilla
alrededor
de
las
mantas.
—Debe
ser
agradable
ser
joven—dijo
Sawyer.
Le
había
encantado
el
viaje...
e
iba
a
estar
jodidamente
feliz
de
estar
de
nuevo
en
una
cama
blanda.
Con
su
mujer
en
los
brazos.
Sonriendo,
tomó
un
sorbo
de
su
bebida
y
sintió
que
disolvía
el
polvo
en
su
garganta.
—Señor
Ware,
tengo
comida
para
usted.
—Trotando
hasta
la
manta,
el
niño
de
Roger
Simmons
le
entregó
un
plato
lleno
de
dos
hamburguesas,
ensalada
de
patatas,
frijoles
y
un
enorme
pedazo
de
pastel.
El
plato
estaba
acompañado
de
una
mirada
de
adoración.
—Se
ve
muy
bien.
Gracias
Heath.
El
niño
sonrió
y
corrió
hacia
una
manada
de
jóvenes.
—Es
bueno
verlo
actuar
como
un
niño.
—Durante
el
invierno,
el
niño
había
estado
anormalmente
callado.
Al
mirar
a
su
alrededor,
Sawyer
vio
a
la
bonita
adolescente
de
los
Simmons,
que
también
parecía
apagada—.
Ambos
niños
se
ven
más
vivaces.
—Heath
es
resistente—dijo
Virgil.
Estaba
tumbado
sobre
la
manta,
con
la
cabeza
apoyada
en
los
muslos
de
Summer.
—Jasmine
probablemente
lo
tuvo
más
duro.
Ella
entendió
lo
cerca
que
estuvo
su
hermano
menor
de
morir.
—Mallory
sonrió—.
Además,
el
nieto
de
Terry
finalmente
llamó
su
atención.
En
estos
días
está
pensando
en
otras
cosas
además
de
la
muerte
y
la
violencia.
Un
joven
tenía
su
brazo
alrededor
de
la
muchacha,
su
postura
protectora.
Con
sorpresa,
Sawyer
se
dio
cuenta
de
que
el
adolescente
alto
y
fuerte
era
el
chico
rubio
que
había
sorprendido
comprando
drogas.
—¿Era
Jasmine
a
la
chica
que
estaba
tratando
de
impresionar
cuando
lo
atrapé
en
el
callejón?
—Ajá.
—Mallory
sonrió
y
apoyó
la
cabeza
contra
el
brazo
de
Sawyer—.
Aprendió
que
un
hombre
no
debe
renunciar
a
su
integridad
por
una
mujer.
Y
se
dio
cuenta
de
que
una
arrogancia
machista
no
garantiza
un
buen
temperamento.
—No
creo
haber
aprendido
esas
lecciones
hasta
mucho
después
de
la
escuela
secundaria.
—Estudió
a
la
joven
pareja
y
sonrió
al
ver
cómo
se
apoyaban
el
uno
contra
el
otro.
Amor
joven.
Hermoso.
Sawyer
besó
la
parte
superior
de
la
cabeza
de
Mallory.
Su
propio
amor
tenía
una
rara
comprensión
de
las
personas.
A
veces
parecía
como
si
ella
pudiera
leer
su
mente.
Y
ella
poseía
otro
talento
extraño.
—Anoche…
—Me
estás
frunciendo
el
ceño,
Ware.
—Sin
que
él
le
preguntara,
ella
tomó
su
cerveza
para
que
él
pudiera
devorar
su
comida—.
¿Qué
pasó
anoche?
—Estaba
sentado
junto
a
la
fogata.
¿Sabías
que
cuando
la
luz
del
fuego
deslumbra
tus
ojos,
es
imposible
ver
la
copa
de
los
árboles?
¿Ver
algo
más
alto
que
la
cabeza?
Ella
arrugó
la
nariz
con
curiosidad.
—¿Y?
—En
el
incendio
de
Simmons,
me
gritaste
que
me
tirara
al
suelo.
—Todavía
podía
oír
el
pánico
en
su
voz—.
¿Cómo
viste
a
Animal
en
el
árbol?
No
hubiera
sido
visible.
La
risa
llenó
sus
ojos.
—Te
lo
dije
antes…
las
auras
son
más
fáciles
de
ver
en
la
oscuridad.
En
realidad
había
visto
el
aura
de
Animal.
Sacudió
la
cabeza.
—Eres
una
mujer
asombrosa.
***
Fin
EL
CONO
del
SILENCIO
Traducción
Colmillo
Corrección
La
99
Edición
El
Jefe
Diseño
Max
EL
CONO
del
SILENCIO
Notas
[←1]
Hooyah,
grito
de
guerra
de
los
indios
americanos,
también
usado
por
los
SEAL
durante
el
entrenamiento.
[←2]
Jarhead,
cabeza
de
frasco.
Miembro
del
Cuerpo
de
Marines
de
los
EEUU.
Cuando
el
término
es
usado
por
los
civiles
puede
considerarse
despectivo,
pero
a
menudo
se
usa
entre
Marines.
El
término
se
origina
en
el
corte
de
pelo
muy
corto
que
usan
muchos
de
ellos
y
hace
que
su
cabeza(head)
se
vea
como
un
frasco(jar).
[←3]
La
expresión
es
hiss
and
spit.
Bufido
(hiss)
y
escupido
(spit).
Un
gato
que
intenta
defenderse
y
amenazar
puede
abrir
totalmente
la
boca
y
expulsar
aire
de
forma
brusca.
El
resultado
es
una
especie
de
silbido
que
dura
casi
un
segundo
y
que
se
llama
bufido.
¡Con
menos
de
tres
semanas
de
vida
los
gatitos
ya
saben
hacerlo!
Cuando
la
emisión
de
aire
dura
solo
una
pequeña
fracción
de
segundo,
el
sonido
resultante
es
un
escupido
o
bufido
corto.
[←4]
Es
un
juego
de
niñas,
donde
se
hacen
figuras
complicadas
con
un
cordel.
[←5]
Según
donde
vivas
será
tortillas
o
tortillas
francesas.