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CHERISE
SINCLAIR

Maestro
de
la
Soledad
Maestros
de
la
Montaña
8
 

Sinopsis:
 

Desde
 niña,
 Mallory
 McCabe
 ha
 soñado
 con
 enamorarse
 de
 un


héroe.
Y
 entonces
 uno
 le
 salva
 la
 vida.
 Es
 honesto...
 y
 recto.
 Letal,
pero
 está
 lleno
 de
 dolor.
 Abrumador,
 pero
 siempre
 tan
 gentil
 con
ella.
 Oh
 sí,
 ha
 encontrado
 a
 su
 héroe.
 Llevarlo
 a
 su
 cama
 es
simplemente...
correcto.
Como
estar
perdiendo
su
corazón.
¿Cómo
podría
haber
sabido
que
él
no
querría
nada
más
de
ella?
Su
 indiferencia
 dolía.
Se
 promete
 olvidarlo…
 entonces
 él
 compra
la
tierra
junto
a
la
de
ella.
Liberado
 antes
 de
 la
 prisión,
 todo
 lo
 que
 Sawyer
 Ware
 quiere
 es
mudarse
a
la
ciudad
y
recuperar
su
vida.
Pero
 cuando
 una
 violenta
pandilla
ataca
a
su
hermano
detective
de
la
policía,
Sawyer
pone
su
futuro
 en
 espera.
 Después
 de
 una
 década
 como
 SEAL,
 él
 no…
 no
puede…
alejarse
cuando
alguien
que
ama
está
amenazado.
Su
tarea
bien
podría
ser
mortal.
Seguro
que
no
puede
darse
el
lujo
de
 involucrarse
 con
 una
 mujer,
 especialmente
 con
 su
 cautivante
vecina.
 Aunque
 él
 ansía
 estar
 cerca
 de
 ella,
 disfrutar
 de
 su
 risa
cristalina,
 su
 amistad
 fácil
 y
 la
 paz
 que
 ella
 trae
 donde
 quiera
 que
vaya,
una
relación
está
absolutamente
fuera
de
discusión.
¿Por
qué
su
corazón
no
obedece
órdenes?









Capítulo
1
 

Sawyer
Ware
había
estado
en
libertad
desde
hacía
cinco
semanas
y
 aún
 se
 estaba
 aclimatando.
 ¿No
 era
 interesante
 cómo
 un
 año
 en
prisión
podría
darle
a
un
hombre
una
nueva
apreciación
de
la
vida
fuera
de
los
muros
de
la
prisión?
En
 la
 taberna
 ClaimJumper,
 miró
 a
 su
 alrededor
 y
 apreció
muchísimo
 todo.
 Como
 una
 Budweiser
 helada
 sabía
 mejor
 que
cualquier
otra
cerveza
especial.
A
Johnny
Cash
en
la
máquina
de
discos.
Las
mujeres
en
vaqueros
ajustados.
Las
puertas
sin
 cerrojos.
 Comer,
 beber
y
 salir
de
la
 cama
cada
vez
que
lo
deseaba.
Y
 pasar
 el
 rato
 con
 su
 hermano
 sin
 un
 tiránico
 oficial
 de
correccionales
cerca.
—Me
gusta
este
lugar—dijo
Sawyer
a
A icus.
Cada
aliento
tenía
olor
 a
 cerveza
 y
 patatas
 fritas.
 Las
 cornamentas
 en
 la
 rústica
 pared
de
 troncos
 servían
 como
 ganchos
 para
 chaquetas
 y
 sombreros.
Frente
a
la
máquina
de
discos,
dos
parejas
bailaban
música
country.
A
 finales
 de
 julio,
 era
 el
 apogeo
 de
 la
 temporada
 turística.
 Este
sábado
 por
 la
 noche,
 la
 pequeña
 taberna
 en
 Bear
 Flat,
 California,
estaba
repleta
de
leñadores
y
ganaderos,
la
mayoría
con
vaqueros
y
camisas
 sencillas.
 Los
 turistas
 que
 visitaban
 el
 cercano
 Parque
Yosemite
 le
 agregaban
 color
 con
 ropa
 de
 estampados
 brillantes
 y
caras
quemadas
por
el
sol.
Cuando
Sawyer
miró
a
su
alrededor,
muchos
lugareños
evitaron
su
mirada...
o
lo
miraron
mal.
Ésta
era
la
desventaja
de
las
ciudades
pequeñas,
 como
 bardanas
 en
 las
 crines
 de
 un
 caballo,
 una
 mala
reputación
se
aferraba
a
un
hombre
para
siempre.
No
es
que
a
él
en
particular
le
importara
una
mierda
las
miradas
feas.
 A
 diferencia
 de
 los
 convictos
 de
 la
 prisión,
 los
 lugareños
respetuosos
de
la
ley
no
lo
perseguirían
con
puños
y
navajas.
—Veo
 que
 los
 lugareños
 no
 están
 presentando
 una
 alfombra
 de
bienvenida
a
los
ex
convictos.
—Me
 temo
 que
 no.
 Están
 bastante
 resentidos
 con
 respecto
 a
 la
prisión.
—A icus
se
 percató
 de
las
 miradas
 llenas
 de
resentimiento
hacia
Sawyer
y
se
frotó
la
barba
pensativamente.
Aunque
los
dos
se
parecían,
 más
 de
 un
 metro
 ochenta
 y
 dos,
 musculosos,
 cabellos
castaños,
 ojos
 azules,
 A 
 llevaba
 el
 cabello
 hasta
 los
 hombros,
mientras
que
Sawyer
nunca
había
perdido
la
preferencia
militar
por
el
cabello
corto
y
el
afeitado.
Sawyer
suponía
que
se
parecía
más
a
un
policía
que
A .
—¿Por
 qué
 estarían
 resentidos?—preguntó
 Sawyer—.
 ¿Una
prisión
no
impulsa
la
economía?
—Bear
 Flat
 nunca
 quiso
 una
 prisión
 ubicada
 aquí...
 o
 la
delincuencia
que
la
acompaña.
—La
boca
de
A icus
se
curvó
en
una
sonrisa
sombría—.
Ser
el
foco
de
atención
por
motines
carcelarios
y
fugas
de
la
prisión
fue
muy
bienvenido.
—Sin
duda.
—La
investigación
había
expuesto
una
multiplicidad
de
 sobornos
 y
 comisiones
 ilegales,
 comenzando
 por
 cómo
 la
compañía
 privada
 de
 la
 prisión
 adquirió
 los
 permisos
 de
construcción
hasta
la
manipulación
para
un
contrato
de
una
prisión
estatal
 cuando
 su
 contrato
 para
 una
 federal
 fracasó.
 La
 eliminación
de
 los
 estudios
 ambientales
 reprobados
 había
 sido
 el
 puntapié
inicial.
 California
 estaba
 muy
 interesada
 en
 el
 medio
 ambiente,
 y
cuando
la
Agencia
de
Protección
Ambiental
estatal
vio
los
estudios,
la
prisión
se
clausuró
tan
rápidamente
que
el
director
probablemente
todavía
estaba
en
estado
de
shock.
A
partir
del
lunes
pasado,
Bear
Flat
ya
no
tenía
una
prisión
en
las
afueras
 de
 la
 ciudad,
 y
 los
 ciudadanos
 estaban
 muy
 contentos.
 Los
lugareños
también
dejaron
en
claro
que
querían
que
la
gentuza
de
la
prisión
se
fuera
tan
rápido
como
el
personal
de
la
prisión.
El
 ruido
 en
 la
 taberna
 aumentó
 cuando
 tres
 miembros
 tatuados,
con
 piercing
 y
 muy
 musculosos
 de
 los
 Neo‑Nazi
 Aryan
 Hammers
(Martillos
Neonazis
Arios)
se
pasearon
por
la
habitación.
Cuando
la
desaprobación
de
los
habitantes
de
la
ciudad
cambió
hacia
ellos,
los
pandilleros
 se
 burlaron
 y
 ocuparon
 una
 mesa
 en
 el
 rincón
 más
alejado.
Mirando
a
su
alrededor,
vieron
a
Sawyer
y
a
A icus.
A icus
notó
las
oleadas
de
odio
provenientes
del
rincón.
—Ah,
 mierda.
 Parece
 que
 los
 imbéciles
 finalmente
 descubrieron
quién
impidió
que
sus
amigos
escaparan.
Sawyer
resopló.
—No
 los
 detuve,
 hermano,
 por
 muy
 duro
 que
 lo
 intenté.
 Acabé
apuñalado.
 Tú
 fuiste
 quien
 realmente
 acabó
 con
 ellos.
 —En
 el
proceso
 de
 rescatar
 a
 dos
 trabajadoras
 sociales
 secuestradas,
 su
hermano
había
matado
al
líder
de
los
Aryan
Hammers
presos.
—Mataste
a
uno
y
aplastaste
a
otro.
No
lo
olvidarán.
—La
mirada
de
 A icus
 se
 volvió
 seria—.
 Apenas
 han
 pasado...
 ¿qué...
 cinco
semanas
 desde
 que
 casi
 te
 destriparon?
 Sé
 que
 el
 gran
 SEAL
 malo
normalmente
 podría
 aplastar
 a
 un
 pelotón
 de
 indeseables,
 pero
 en
este
momento,
un
golpe
en
tu
intestino
y
estarás
en
el
suelo.
Camina
con
cuidado,
hombre
rana.

—Hooyah1,
jarhead2.
 Lo
 mismo
 va
 para
 ti,
 con
 creces.
 Estás
 en
 la
cima
 de
 su
 lista
 de
 indeseables.
 —Al
 menos
 como
 policía,
 A icus
estaba
armado.
—Oh,
 sí.
 Eso
 me
 mantendrá
 despierto
 por
 las
 noches.
 —A
sonrió
y
le
preguntó—.
¿Quieres
otra
cerveza?
—Nah.
 —Sawyer
 no
 había
 tenido
 una
 salida
 nocturna
 desde
 su
alta
 en
 el
 hospital
 o,
 pensándolo
 bien,
 desde
 que
 fue
 encarcelado.
Estaba
 cansado
 y
 toda
 la
 animosidad
 lo
 estaba
 afectando—.
 Estoy
listo
para
dar
por
terminada
la
noche.
—Suena
bien.
Yo…
—Hola,
 Ware.
 ¿Trajiste
 la
 silla
 de
 montar
 que
 quieres
 que
 te
repare?
 —El
 grito
 vino
 de
 un
 hombre
 mayor,
 con
 cara
 correosa
 en
una
mesa
cercana.
A icus
se
volvió.
—Si,
 lo
 hice.
 Está
 en
 la
 camioneta.
 ¿Quieres
 que
 la
 tire
 en
 tu
furgoneta?
—Sí.
La
puerta
no
está
cerrada.
Ciérrala
cuando
hayas
terminado.
—El
hombre
reanudó
su
conversación
con
una
mujer
baja
y
rellenita.
—Dejar
 un
 vehículo
 sin
 cerrar
 es
 tener
 confianza
 o
 pereza—dijo
Sawyer.
—En
realidad,
probablemente
no
quiera
dejar
a
su
esposa
en
este
momento.
Es
su
cuadragésimo
aniversario,
y
diría
que
tendrá
suerte.
—A 
se
rio
entre
dientes—.
Espero
que
Gin
y
yo
sigamos
luciendo
así
dentro
de
cuarenta
años.
Sawyer
estudió
a
la
pareja
de
cabellos
plateados.
Una
botella
de
vino
casi
vacía
sobre
la
mesa,.
La
mujer
estaba
sonrojada
y
sonriente,
y
su
mano
estaba
sobre
el
muslo
de
su
marido,
subiendo.
El
hombre
se
rio
de
buena
gana
antes
de
inclinarse
para
besarla.
Evidentemente,
algunas
relaciones
funcionaban.
—Diría
que
tú
y
Gin
tienen
buenas
probabilidades
de
éxito.
—Voy
 a
 hacer
 todo
 lo
 posible
 para
 asegurarme
 de
 eso.
 —A 
 se
levantó—.
Vuelvo
en
un
minuto
y
podremos
salir.
La
reunión
de
Gin
ya
debería
estar
terminando.
La
 mujer
 de
 A icus
 era
 del
 tipo
 sociable
 y
 tenía
 algo
 de
 chicas
planeado
 para
 esta
 noche,
 razón
 por
 la
 cual
 los
 hermanos
 Ware
estaban
en
el
ClaimJumper.
—Suena
bien.
Me
encargaré
de
nuestra
cuenta
en
el
bar.
A icus
 había
 encontrado
 una
 buena
 mujer.
 Sawyer
 debería
saberlo
 ya
 que
 Gin
 había
 sido
 su
 consejera
 en
 la
 prisión
 por
 un
tiempo
y
lo
había
ayudado
a
perdonarse
por
su
enorme
error.
Ahora
estaba
libre
y
necesitaba
descubrir
qué
quería
de
la
vida.
Sawyer
 frunció
 el
 ceño
 ante
 su
 vaso
 de
 cerveza
 vacío.
 Hubo
 un
tiempo
en
que
planeó
una
carrera
militar,
pero
ser
herido
y
un
buen
caso
 de
 trastorno
 de
 estrés
 postraumático
 le
 había
 hecho
 una
zancadilla
a
esas
esperanzas.
Durante
demasiado
tiempo
después
de
su
baja,
había
estado
enterrado
en
alucinaciones
y
pesadillas.
Aunque
 había
 resuelto
 el
 TEPT
 mientras
 estaba
 en
 prisión,
también
 se
 había
 visto
 obligado
 a
 reconocer,
 y
 acongojarse,
 que
 el
camino
hacia
su
futuro
había
tomado
un
desvío
abrupto.
Necesitaba
encontrar
nuevas
metas.
Tan
 pronto
 como
 la
 puñalada
 en
 su
 intestino
 se
 curara,
 le
 daría
una
 oportunidad
 a
 San
 Francisco
 y
 vería
 qué
 tipo
 de
 vida
 podría
hacer.
 Los
equipos
de
 Navy
 SEAL
le
 habían
 dado
 un
 hogar.
Algún
día,
 tal
 vez,
 podría
 encontrar
 esa
 sensación
 de
 pertenecer
nuevamente.
Y
 buscaría
 una
 mujer
 a
 la
 que
 pudiera
 amar
 durante
 cuarenta
años.
Anoche,
cuando
Gin
se
burló
de
su
hermano
sobre
su
elección
de
película
 “oh‑tan‑machote”,
 A 
 la
 tiró
 sobre
 su
 regazo
 y
 la
 besó
 para
que
 se
 callara.
 Después
 compartieron
 el
 sillón,
 tan
 inmersos
 el
 uno
en
el
otro
que
olvidaron
la
película.
Sí,
A 
tenía
una
buena
mujer.
Sawyer
 estaba
 condenadamente
 contento
 por
 él...
 y
 un
 poco
envidioso.
En
el
bar,
el
pagó
la
cuenta
e
intercambió
algunas
palabras
con
el
dueño
del
lugar,
un
sueco
canoso.
Cuando
 Sawyer
 se
 volvió
 para
 irse,
 un
 leñador
 borracho
 del
tamaño
de
Godzilla
tropezó
con
él.
El
 dolor
 explotó
 en
 su
 costado
 y,
 maldición,
 se
 sintió
 como
 si
cada
 punto
 se
 hubiera
 soltado.
 Sabía
 que
 la
 incisión
 estaría
 bien,
pero
Dios.
Maldita
sea.
—Lo
 siento,
 amigo.
 —El
 leñador
 le
 dio
 una
 palmada
 en
 el
hombro
y
avanzó
pesadamente
por
la
habitación.
Mientras
 Sawyer
 se
 sujetaba
 su
 costado
 e
 intentaba
 recuperar
 el
aliento,
dos
tipos
más
pasaron.
Un
hombre,
fornido
con
entradas
en
el
cabello,
dijo
en
voz
alta:
—Los
malditos
convictos
necesitan
salir
de
nuestra
ciudad.
Sawyer
se
enderezó,
su
buen
humor
se
agrió.
Obviamente
habiendo
escuchado
al
furioso
lugareño,
una
esbelta
rubia
 se
 acercó
 a
 la
 barra
 y
 le
 dio
 a
 Sawyer
 un
 lento
 y
 depredador
examen.
—¿Estuviste
en
la
cárcel?
¿Un
convicto?
—Sus
pezones
formaron
pequeños
puntos
debajo
de
su
delgada
camisa.
Él
asintió
sin
responder.
—Soy
Candy.
—La
lentitud
con
la
que
dijo
su
nombre
añadió
una
potente
sugerencia—.
¿Quieres
comprarme
una
cerveza...
o
unirte
a
mí
 para
 otra
 cosa?
 —Cuando
 se
 acercó,
 la
 forma
 en
 que
 pasó
 la
mano
por
su
pecho
le
indicó
qué
otra
cosa
tenía
en
mente.
—No.
—Al
diablo
con
ser
cortés.
Cuando
se
alejó
un
paso,
el
asco
era
un
mal
sabor
en
su
boca.
Ella
no
era
la
primera
mujer
con
la
que
se
había
topado,
“en
prisión
y
en
libertad”,
a
quien
le
excitaba
la
idea
de
follar
a
un
convicto.
¿Qué
tan
retorcido
era
eso?
Con
una
mano
sobre
su
lado
dolorido,
se
alejó.
El
dolor
lacerante
estaba
retrocediendo,
y
oye,
estaba
erguido,
no
encorvado
como
un
tipo
 de
 noventa
 años.
 Justo
 después
 de
 la
 cirugía,
 se
 preguntó
 si
terminaría
 con
 una
 curvatura
 permanente
 de
 la
 columna.
Afortunadamente,
estaba
mejorando.
Y
estaba
vivo.
Ser
acuchillado
tratando
 de
 salvar
 a
 las
 mujeres
 de
 la
 fuga
 de
 prisioneros
 no
 había
sido
 divertido...
 pero
 había
 provocado
 que
 el
 gobernador
políticamente
astuto
concediera
a
Sawyer
una
liberación
anticipada.
Él
era
libre.
Mientras
 se
 dirigía
 hacia
 la
 puerta,
 buscó
 a
 su
 hermano.
 ¿No
debería
A 
haber
regresado
ya?
A
menos
que,
por
supuesto,
se
haya
visto
 atrapado
 en
 una
 conversación
 fuera.
 El
 sociable
 bastardo
conocía
 a
 casi
 todos
 en
 la
 ciudad,
 probablemente
 un
 efecto
secundario
de
ser
un
detective
de
la
policía.
Sin
embargo…
Cuando
los
instintos
de
Sawyer
zapatearon
una
advertencia
en
su
nuca,
 se
 apresuró.
 Con
 las
 tripas
 apretadas,
 miró
 a
 su
 alrededor,
tratando
de
identificar
lo
que
había
activado
la
parte
más
primitiva
de
 su
 cerebro.
 Nadie
 nuevo
 había
 entrado.
 La
 multitud
 no
 había
cambiado
excepto...
La
mesa
de
los
Aryan
Hammers
estaba
desocupada.
Mierda.
Sawyer
 se
 abrió
 paso
 a
 los
 empujones
 a
 través
 de
 un
 grupo
 de
personas
para
salir
por
la
puerta.
La
 oscuridad
 cubría
 la
 calle
 principal.
 El
 aire
 era
 seco
 y
 frío
mientras
 respiraba
 profundamente
 y
 miraba
 calle
 arriba
 y
 abajo.
 El
silencio
 después
 del
 ruidoso
 bar
 palpitó
 en
 sus
 oídos,
 y
 entonces
escuchó
 un
 grito
 doblegado.
 Con
 la
 mano
 en
 su
 costado,
 dio
 la
vuelta
a
la
esquina
hacia
el
estacionamiento
detrás
de
la
taberna.
Estaba
 muy
 oscuro.
 Cuando
 sus
 ojos
 se
 ajustaron,
 vio
movimiento
entre
dos
camionetas.
Un
hombre
luchando
contra
tres.
El
miedo
lo
apuñaló
en
el
pecho.
A icus.
Una
barra
de
hierro
se
levantó,
brillando
en
los
restos
de
luz.
—¡Oye!
¡Qué
está
pasando!—gritó
Sawyer—.
¡Llama
a
la
policía,
Harry!
 —Corrió
 por
 el
 estacionamiento.
La
 pelea
estaba
demasiado
lejos,
demasiado
jodidamente
lejos.
La
barra
de
hierro
se
balanceó
hacia
abajo,
rápido
y
duro…
y
fue
bloqueada,
gracias
mierda.
Mientras
los
otros
dos
hombres
golpeaban
al
solitario
hombre,
el
primero
balanceó
la
barra
como
un
bate
de
béisbol.
El
metal
golpeó.
El
gruñido
de
dolor
era
familiar.
A icus,
maldita
sea.
A 
cayó
de
rodillas
y
sus
atacantes
huyeron
del
estacionamiento.
Sawyer
se
detuvo
junto
a
la
camioneta.
Su
hermano
ya
estaba
tratando
de
levantarse.
Vivo.
La
oleada
de
alivio
fue
tan
intensa
que
la
cabeza
de
Sawyer
giró.
Con
una
rodilla
todavía
en
el
suelo,
A 
miró
a
su
alrededor
antes
de
mirar
a
Sawyer.
—¿Quién
demonios
es
Harry?
—Ni
 idea.
 Solo
 quería
 que
 estuvieran
 lo
 suficientemente
asustados
 como
 para
 soltar
 la
 barra
 de
 metal
 y
 largarse.
 —Puso
 su
mano
 sobre
 el
 hombro
 de
 A ,
 sacó
 el
 teléfono
 para
 iluminar
 para
poder
evaluar
el
daño,
y
lo
reconsideró.
No
sería
prudente
darles
a
los
 imbéciles
 un
 blanco
 bien
 iluminado—.
 ¿Qué
 tan
 mal
 estás
herido?
A 
se
pasó
una
mano
por
la
boca
y
escupió.
—Recibí
 algunos
 puñetazos.
 Sin
 daños
 mayores.
 —Utilizó
 la
mano
de
Sawyer
para
ponerse
de
pie,
gimió
y
presionó
un
brazo
en
su
costado.
—¿Costillas
rotas?
—O
fisuradas.
—A 
se
enderezó
lentamente.
—Eres
 jodidamente
 afortunado
 de
 que
 no
 te
 hayan
 abierto
 el
cráneo.
—Oh,
lo
intentaron,
créeme.
Dios
mío.
Sawyer
encendió
el
teléfono
que
A 
le
había
comprado
la
semana
pasada.
—¿Qué
estás
haciendo?
—Llamando
a
la
policía.
A 
se
echó
a
reír
e
hizo
una
mueca.
—No
 es
 necesario,
 hermano.
 La
 estación
 está
 al
 otro
 lado
 de
 la
calle.
Caminaremos
y
lo
reportaré.
—¿No
quieres
que
sean
detenidos
rápido?
—No
 puedo.
 No
 puedo
 identificar
 a
 los
 que
 me
 atacaron.
Llevaban
pasamontañas—suspiró
A icus—.
No
tengo
dudas
de
que
fueron
 los
 Aryan
 Hammers.
 Su
 nuevo
 jefe,
 Animal,
 me
 enfrentó
 la
primera
semana
que
estuvo
aquí.
Slash
era
su
primo.
A icus
había
matado
a
Slash.
—No
me
digas.
—La
furia
todavía
estaba
gruñendo
en
sus
venas,
Sawyer
luchó
contra
el
impulso
de
perseguir
a
los
bastardos.
La
ley,
por
supuesto,
no
iba
a
ser
de
ninguna
ayuda.
El
 problema
 era
 que
 no
 estaba
 en
 forma
 para
 luchar
 contra
 los
pandilleros.
 Maldición.
 Mientras
 Sawyer
 caminaba
 junto
 a
 su
hermano,
 la
 imagen
 de
 la
 barra
 de
 hierro
 golpeando
 a
 A 
 seguía
centellando
como
una
luz
estroboscópica
en
su
cerebro.
Sus
dientes
se
 apretaron.
 Si
 Sawyer
 hubiera
 llegado
 un
 minuto
 después,
 A
estaría
muerto,
su
cerebro
salpicado
sobre
el
pavimento.
Maldición,
 su
 hermano
 aún
 debería
 estar
 a
 salvo
 en
 la
 fuerza
policial
en
Idaho,
cerca
del
rancho
familiar.
No
debería
ser
blanco
de
una
pandilla
conocida
por
su
salvajismo.
Todo
 por
mi
culpa.
 Debería
 haber
 conseguido
 más
 ayuda
 para
 su
TEPT.
 En
 cambio,
 se
 quedó
 dormido
 en
 un
 automóvil,
 mató
 a
 su
mejor
amigo
y
fue
sentenciado
a
prisión.
A 
había
abandonado
todo
y
se
había
mudado
a
California
para
apoyar
 a
 Sawyer.
 Maldito
 idiota
 y
 sobreprotector
 hermano
 mayor.
Demonios,
 cuando
 su
 abusivo
 padrastro
 los
 había
 azotado,
 A
recibiría
los
golpes
dirigidos
a
su
madre
o
hermanos.
Sawyer
no
habría
llegado
a
la
edad
adulta
sin
A icus.
Cuando
 A 
 tropezó
 con
 la
 acera
 entarimada
 y
 maldijo,
 Sawyer
agarró
el
brazo
de
su
hermano
para
estabilizarlo.
—Despacio,
hermano.
No
estamos
lejos.
Los
Aryan
Hammers
no
retrocederían.
Los
violentos
supremacistas
blancos
 buscaban
 venganza
 y
 restaurar
 su
 reputación
 dañada.
 No
podían
permitirse
el
lujo
de
dejar
vivo
a
A .
La
 boca
 de
 Sawyer
 se
 apretó.
 Tendría
 que
 posponer
 sus
 planes
para
encontrar
un
trabajo
en
la
ciudad.
Hasta
que
A icus
estuviese
a
salvo,
Bear
Flat
acababa
de
conseguir
otro
residente.

Capítulo
2
 

Mordiendo
 una
 repostería
 alemana
 de
 la
 panadería
 de
 Friede,


Mallory
 McCabe
 deambulaba
 por
 la
 acera
 entarimada,
 disfrutando
de
 las
 vistas
 y
 los
 sonidos
 de
 su
 pequeña
 ciudad
 de
 montaña.
¿Podría
 algún
 lugar
 del
 mundo
 ser
 más
 hermoso?
 Con
 una
 acera
entarimada
 del
 siglo
 XIX,
 escaparates
 de
 ciudades
 mineras
 y
antiguos
 carteles
 colgantes,
 Bear
 Flat
 era
 una
 delicia
 pintoresca.
Barriles
de
madera
espaciados
a
lo
largo
de
la
acera
entarimada
con
barandas
 rebosaban
 de
 caléndulas
 y
 capuchinas
 de
 color
 naranja
brillante.
Cuando
el
sol
cayó
detrás
de
los
picos
oscuros
de
las
montañas,
el
aire
finalmente
se
estaba
enfriando.
Qué
alivio.
Había
pasado
el
día
corriendo
de
acá
para
allá
entre
dos
de
sus
sitios
de
construcción,
y
el
clima
de
principios
de
agosto
había
sido
extremadamente
cálido
y
seco.
Todo
su
equipo
masculino
a
menudo
se
quitaba
las
camisetas
para
 estar
 un
 poco
 más
 frescos.
 Como
 mujer,
 y
 como
 su
 jefa,
 no
podía
hacer
lo
mismo.
La
vida
a
veces
podía
ser
tan
injusta.
Este
 sábado,
 la
 calle
 principal
 estaba
 llena
 de
 movimiento.
Algunas
personas,
como
ella,
estaban
terminando
sus
mandados
de
fin
 de
 semana.
 Otros,
 especialmente
 los
 turistas,
 comenzaban
temprano
su
tarde.
Con
un
rápido
paso
a
un
lado,
Mallory
esquivó
a
un
joven
que
ya
estaba
borracho
como
una
cuba.
Cayéndose
a
su
paso,
el
tipo
golpeó
la
 barandilla
 de
 la
 acera,
 se
 disculpó
 cortésmente
 con
 el
 poste
 y
siguió
tambaleándose.
Burlándose
del
joven,
dos
skinhead
cruzaron
la
calle.
Mallory
 redujo
 la
 velocidad
 para
 evitar
 cruzarse
 con
 ellos.
 Uno
tenía
horribles
tatuajes
racistas
en
todas
partes.
Ambos
tenían
auras
oscuras...
feas...
Un
escalofrío
le
recorrió
la
espalda.
Cruzando
la
calle,
la
señora
Jenkins
y
Holly
Simmons
evitaron
a
los
skinhead,
y
los
fulminaron
con
la
mirada.
Cuando
 la
 prisión
 cerró
 hacía
 dos
 semanas,
 algunas
 bandas
 se
habían
 ido.
 No
 había
 visto
 a
 los
 Crips
 en
 los
 últimos
 días.
 Sin
embargo,
Virgil
Masterson,
su
vecino
que
era
detective
de
la
policía,
estaba
 preocupado
 de
 que
 las
 bandas
 con
 redes
 de
 distribución
 de
drogas
rentables
se
quedaran.
Caminado
 detrás
 de
 su
 madre,
 la
 hija
 adolescente
 de
 Holly,
Jasmine,
dirigió
su
mirada
de
ojos
azules
a
los
skinhead...
y
sonrió.
Eso
 no
 era
 bueno.
 Con
 qué
 facilidad
 las
 jóvenes
 pueden
 ser
engañadas
 por
 una
 apariencia
 de
 macho,
 sin
 percibir
 la
 naturaleza
brutal
debajo
de
ésta.
Al
darse
cuenta
del
coqueteo
de
Jasmine,
Holly
tomó
el
brazo
de
su
hija
y
la
apartó
rápidamente.
Mallory
frunció
el
ceño.
Las
drogas
y
la
violencia
habían
seguido
a
 las
 bandas
 como
 el
 invierno
 seguía
 al
 otoño.
 El
 fin
 de
 semana
pasado,
su
otro
vecino,
A icus
Ware,
había
sido
atacado.
Seguramente
había
algo
que
podía
hacerse…
que
ella
podía
hacer.
Cuando
apareció
la
frustración,
ella
negó
con
la
cabeza.
Detente.
 Sabía
 que
 no
 debía
 dejar
 que
 los
 acontecimientos
dictaran
 sus
 emociones.
Ella
 era
 la
 que
 decidía
 cómo
 se
 sentiría.
 Su
maestra
 de
 la
 infancia
 en
 la
 escuela
 municipal
 se
 habría
decepcionado
de
ella.
Haciendo
una
pausa,
Mallory
se
recuperó,
se
calmó.
Años
atrás,
su
 instructor
 le
 había
 enseñado
 cómo
 cambiar
 su
 atención
 hacia
 la
luz
 brillante
 que
 rodeaba
 a
 cada
 persona,
 y
 notar
 cómo
 los
 colores
claros
 de
 las
 personas
 de
 gran
 corazón
 superaban
 a
 las
 crueles.
 La
paz
la
invadió
ante
el
recordatorio,
y
continuó
su
camino.
Media
manzana
más
abajo,
un
aura
fuera
de
la
librería
llamó
su
atención.
 El
 hermoso
 color
 dorado
 indicaba
 a
 una
 persona
encantadora,
sociable,
artística
y
generosa.
Rebecca
Hunt.
yg
Sonriendo
de
alegría,
Mallory
cruzó
la
calle
hacia
la
artista.
Becca
y
 su
 marido
 eran
 dueños
 de
 una
 cabaña
 en
 el
 desierto.
 Cuando
Mallory
remodeló
el
segundo
piso
del
albergue,
se
hicieron
amigas.
—Hola,
Becca.
¿Dónde
está
mi
bebé
favorito?
—Hola,
 chica.
 Logan
 se
 llevó
 a
 Ansel
 para
 que
 pudiera
 agarrar
algún
material
de
lectura.
—Alta,
con
curvas
exuberantes
y
pelirroja,
Becca
 pasó
 un
 brazo
 alrededor
 de
 Mallory
 para
 un
 apretón
 rápido
antes
 de
 sostener
 una
 pila
 de
 libros
 de
 bolsillo—.
 Mira
 lo
 que
 la
señora
Reed
tiene
en
oferta.
Mallory
miró
los
libros
de
bolsillo
e
intentó
no
reaccionar,
pero...
—¡Tu
cara!
—Becca
soltó
una
carcajada—.
¿Nunca
antes
has
visto
un
romance
BDSM?
—Ah,
leo
sobre
todo
fantasía,
y
no
creo
que
Aragorn
se
dedique
al
bondage.
Becca
parpadeó.
—Oh,
 guau.
 ¿Juegos
 de
 rol
 de
 El
 Señor
 de
 los
 Anillos?
 ¿Qué
 tan
divertido
 sería
 eso?
 Especialmente
 con
 esos
 caballeros
 de
 los
caballos.
¿Cómo
se
llamaba
el
mandón?
—¿Éomer?
—¿Qué
era
juegos
de
rol?
—Sí,
 él.
 Tal
 vez
 encuentre
 una
 hermosa
 doncella
 elfa
 en
 sus
tierras
y
se
enoje.
Mmm.
Sí,
tu
jinete
de
Rohan
se
enojaría
mucho
con
una
intrusa.
Además,
tiene
una
cuerda.
Mallory
se
atragantó.
—No
puedes
convertir
a
Éomer
en
un
pervertido.
—No
es
un
pervertido,
cariño.
Solo
un
hombre
irritable,
mandón
y
luchador
con
una
verdaderamente
gran...
espada.
La
 visión
 de
 Éomer
 poniéndose
 todo
 sexual
 y...
 mandón...
 hizo
que
Mallory
se
sonrojara.
¿Qué
haría
él
con
la
cuerda?
Tal
vez
sería
divertido
encontrar
un
caballero
de
los
caballos.
Uno
mandón.
—Eres
tan
retorcida.
Ahora,
voy
a
tener
fantasías
con
Éomer
cada
vez
que
lea
a
Tolkien.
Becca
rio.
—Mal,
 no
 tendrías
 que
 soñar
 despierta
 con
 él
 si
 vinieras
 a
 las
fiestas
de
BDSM
aquí.
Mallory
 habría
 acusado
 a
 Rebecca
 de
 corromper
 su
 pequeña
ciudad,
 excepto
 que
 las
 fiestas
 pervertidas
 de
 los
 hermanos
 Hunt
habían
sido
un
“secreto”
bien
conocido
mucho
antes
de
que
la
chica
cosmopolita
llegara.
—No
lo
creo.
Claro
 que
 Mallory
 se
 había
 permitido
 algunas
 fantasías
 sobre
cosas
pervertidas.
Aun
así,
asistir
a
una
fiesta
BDSM
era
una
caja
de
herramientas
completamente
diferente.
—No
soy
muy
fiestera.
—¿No?
¿Por
qué?
Mallory
se
echó
a
reír,
aunque
una
pizca
de
tristeza
la
recorrió
de
lado
a
lado.
—Abre
 los
 ojos,
 Becca.
 Soy
 reservada.
 Sin
 chispazos,
 sin
conversación
ingeniosa.
—Sin
embargo,
no
eres
tímida.
—Becca
la
estudió
por
un
minuto
—.
 Aunque
 nunca
 te
 escuché
 mencionar
 a
 un
 tipo.
 ¿Cuándo
 fue
 la
última
vez
que
tuviste
una
cita?
—Ha
 pasado
 un
 tiempo.
 Bear
 Flat
 es
 bastante
 pequeño.
 —Los
hombres
 interesantes,
 inteligentes
 y
 amables
 no
 abundaban
 aquí,
 y
mucho
 menos
 los
 poderosos
 y
 seguros.
 ¿Y
 un
 verdadero
 héroe?
 Ni
siquiera
la
notaría.
Ella
 no
 era
 fea,
 solo...
 normal.
 Sus
 ojos
 verdes
 eran
 bastante
bonitos,
 pero
 su
 rostro
 era
 demasiado
 largo
 para
 la
 belleza.
 Su
cabello
 era
 corriente:
 largo,
 lacio
 y
 castaño.
 El
 trabajo
 de
 la
construcción,
significaba
que
rara
vez
usaba
maquillaje
o
vestimenta
sexy.
Becca
unió
los
brazos
con
ella
mientras
paseaban
por
la
acera.
—Mmm.
 Bueno,
 ¿qué
 hay
 de
 ese
 vaquero
 frente
 a
 la
 casa
 de
antigüedades
de
Vanessa?
Es
guapo.
¿Guapo?
Ella
no
era
calentona
y
nunca
lo
había
sido,
ni
siquiera
durante
su
adolescencia.
Mallory
siguió
la
mirada
de
Becca.
—Oh,
Eddie
Nilsson.
—Su
aura
naranja
decía
que
era
inteligente.
Desafortunadamente,
un
tinte
parduzco
también
revelaba
su
pereza
—.
 Cuando
 hay
 problemas
 en
 su
 rancho,
 él
 envía
 a
 sus
 empleados
mientras
permanece
caliente
en
su
cama.
—Una
 babosa,
 ¿eh?
 Olvídalo,
 entonces.
 Puedes
 hacerlo
 mucho
mejor.
Mallory
lo
dudaba
bastante.
—Creo
 que
 mis
 estándares
 podrían
 ser
 demasiado
 altos.
 Mi
madre
 me
 crio
 entre
 libros
 de
 fantasía
 para
 niños,
 como
 Narnia,
llenos
 de
 campeones
 fuertes
 que
 salvan
 a
 la
 damisela.
 Crecí
queriendo
un
héroe,
y
no
creo
que
existan.
—Bueno,
 en
 realidad
 existen—dijo
 Becca
 pensativamente—.
 Me
casé
con
uno,
después
de
todo.
¿Y
qué
hay
de
cómo
A icus
rescató
a
Gin
 después
 de
 la
 fuga
 de
 la
 prisión?
 Y
 también
 está
 su
 hermano
Sawyer.
La
 fuga
 de
 la
 prisión
 había
 terminado
 en
 un
 horrible
 baño
 de
sangre.
—Tienes
razón.
Supongo
que
incluso
Wya 
y
Morgan
Masterson
merecen
 etiquetas
 de
 héroe.
 —Lástima
 que
 los
 considerara
 como
familia.
—Exactamente.
Cuando
 pasaron
 junto
 a
 Eddie
 Nilsson,
 él
 echo
 una
 mirada
 a
Mallory,
 la
 descartó
 y
 le
 dirigió
 a
 Becca
 una
 larga
 mirada
 de
apreciación
con
un
guiño.
Cuando
quedó
atrás,
Mallory
resopló.
—¿Ves?
 Los
 tipos
 no
 piensan
 en
 mí
 como
 mujer.
 —Miró
 su
atuendo
y
sonrió.
Vaqueros,
camisa
de
trabajo
azul
de
manga
corta
y
botas—.
¿Crees
que
podrían
ser
las
botas
de
trabajo?
—Más
 bien
 están
 aterrorizados
 de
 una
 mujer
 cuyo
 juguete
favorito
 es
 una
 herramienta
 eléctrica.
 —Riendo,
 Becca
 las
 condujo
alrededor
 de
 un
 grupo
 de
 adolescentes—.
 Ahora,
 escucha
 a
 Mamá
Becca.
 Eres
 una
 mujer
 atractiva
 y
 el
 tipo
 correcto
 está
 ahí
 afuera.
Cuando
veas
a
un
héroe,
deja
de
estar
reservada
y
agárralo.
Mallory
estalló
en
carcajadas.
—Estás
 hablando
 con
 la
 mujer
 equivocada.
 Ni
 siquiera
 sé
 cómo
coquetear.
—Eso
 está
 muy
 mal.
 —Becca
 frunció
 los
 labios—.
 Bien.
 Si
 no
puedes
hablar
con
él,
en
lugar
de
eso,
fóllalo
hasta
volverlo
loco.
El
resto
seguirá.
—Tú...
yo
siempre
pienso
en
ti
como
tan
correcta,
entonces
dices
cosas
como
esa.
Becca
sonrió
y
empujó
un
libro
en
las
manos
de
Mallory.
—Mientras
 buscas,
 prueba
 esta
 historia.
 Es
 súper
 caliente.
 Y
ahora,
 tengo
 que
 ir
 a
 reclamar
 a
 mi
 campeón.
 —Ella
 se
 apresuró
hacia
donde
Logan
paseaba
con
su
hijo
en
sus
brazos.
Sí,
 Logan
 Hunt
 era
 una
 figura
 andante
 y
 parlante
 de
 un
superhombre.
 Alto
 y
 musculoso,
 de
 rostro
 duro
 y
 voz
 grave.
Aterrador...
pero
también
un
adorable
tierno
con
su
hijo
de
un
año.
Becca
era
una
mujer
afortunada.
Por
supuesto,
Logan
también
tuvo
mucha
suerte.
Los
dos
eran
increíbles
juntos.
Eso
 es
 lo
 que
 Mallory
 quería…
 un
 hombre
 fuerte,
 seguro
 y
protector
como
tenía
Becca.
Mallory
 seguramente
 no
 quería
 terminar
 con
 perdedores
 como
los
que
su
madre
había
encontrado.
Su
madre
había
sido
escultora,
wiccana,
 solo
 veía
 lo
 bueno
 en
 las
 personas,
 y
 era
 demasiado
confiada.
Como
los
pulgones
del
brócoli,
los
hombres
débiles
habían
invadido
a
su
madre.
Oye,
Evelyn,
¿tienes
unos
cuantos
dólares
para
sacarme
del
apuro
hasta
el
día
de
pago?
Evelyn,
me
echaron
de
casa.
¿Está
bien
si
me
quedo
aquí
por
un
tiempo?
Desde
el
punto
de
vista
financiero
y
emocional,
mi
madre
había
mantenido
 novio
 tras
 novio,
 y
 había
 sido
 abandonada
 en
 el
momento
en
que
cada
uno
estaba
bien
asentado.
Mallory
 sacudió
 la
 cabeza.
 A
 pesar
 de
 su
 inteligencia,
 su
 madre
tenía
 un
 punto
 ciego
 cuando
 se
 trataba
 de
 hombres.
 Vio
 cómo
 su
novio
 de
 la
 secundaria
 había
 huido
 al
 enterarse
 de
 que
 estaba
embarazada.
Por
supuesto,
el
abuelo
no
había
ayudado
en
nada
al
perder
los
estribos.
 Después
 del
 estallido,
 mi
 madre
 se
 había
 escapado
 a
 una
comunidad
 de
 San
 Francisco
 y
 se
 había
 mantenido
 alejada
 durante
más
 de
 una
 década...
 hasta
 que
 se
 enteró
de
 que
 tenía
hepatitis.
 En
aquel
entonces,
a
menudo
era
una
sentencia
de
muerte,
y
mi
madre
había
 querido
 más
 familia
 para
 Mallory,
 de
 once
 años,
 que
 los
miembros
 transitorios
 de
 la
 comunidad.
 Durante
 los
 cinco
 años
hasta
que
su
madre
murió,
Mallory
había
pasado
todos
los
veranos
con
el
abuelo
y
la
abuela.
A
los
once
años,
Mallory
apenas
había
entendido
la
luz
que
veía
alrededor
de
cada
persona.
La
fuerza
y


la
protección
en
el
aura
del
abuelo
había
sido
una
revelación.
Ella
 quería
 un
 hombre
 como
 el
 abuelo...
 como
 Logan.
Lamentablemente,
 hombres
 como
 ellos
 no
 perseguían
 a
 mujeres
como
 ella.
 Si
 siguiera
 las
 órdenes
 de
 Becca,
 ¿la
 notaría
 un
 hombre?
Follarlo
hasta
volverlo
loco.
Oh,
por
favor.
Su
amiga
estaba
loca.
Sonriendo,
Mallory
miró
el
libro
que
Becca
le
había
regalado.
Y
se
atragantó.
La
mujer
de
la
portada
estaba
desnuda.
La
cuerda
estaba
 enroscada
 alrededor
 de
 sus
 muñecas,
 sus
 brazos
 levantados
sobre
su
cabeza.
Ruborizada,
 Mallory
 metió
 el
 libro
 en
 su
 bolso
 antes
 de
 que
alguien
 pudiera
 ver
 lo
 que
 sostenía.
 Miró
 de
 nuevo
 a
 la
 pequeña
librería.
 Obviamente,
 ella
 había
 estado
 buscando
 en
 los
 estantes
equivocados.
***

Poco
 tiempo
 después,
 con
 los
 recados
 terminado,
 Mallory


condujo
su
camioneta
por
su
sinuosa
carretera
de
montaña.
Mientras
los
 altos
 árboles
 de
 hojas
 perennes
 proyectaban
 sombras
 sobre
 el
camino
oscuro,
la
soledad
la
atravesó.
Ver
 a
 Becca
 le
 había
 recordado
 a
 Serena
 y
 a
 Missy,
 sus
 mejores
amigas
 que
 se
 habían
 mudado
 a
 San
 Francisco
 a
 principios
 del
verano.
Cuando
les
habló
anoche,
se
dio
cuenta
de
que
les
encantaba
vivir
 en
 la
 ciudad
 y
 que
 no
 regresarían.
 Tenía
 otras
 amigas,
 pero
echaba
de
menos
a
las
que
había
tenido
durante
años.
Y
 ella
 regresaba
 a
 una
 casa
 oscura
 y
 vacía...
 porque
 el
 abuelo
había
muerto
el
año
pasado.
Suspiró.
 Su
 vida
 no
 era
 la
 misma
 sin
 él.
 Ella
 había
 anticipado
 el
penoso
dolor,
pero
no
con
qué
frecuencia
un
sonido
faltante
o
hábito
apuñalaría
su
corazón.
Ya
no
había
una
risa
ronca
en
respuesta
a
las
payasadas
 del
 gato.
 No
 había
 refunfuños
 antes
 de
 que
 una
 taza
 de
café
 alegrara
 al
 abuelo.
 Después
 del
 trabajo,
 revisaba
automáticamente
 el
 tarro
 de
 galletas...
 y
 dolía
 ver
 que
 el
 recipiente
aún
estaba
lleno.
En
su
primer
verano
en
Bear
Flat,
él
le
había
enseñado
a
martillar
clavos,
 cortar
 tablas
 y...
 había
 tomado
 el
 lugar
 de
 su
 inexistente
padre.
¿Por
qué
tuviste
que
morir,
abuelo?
Ella
lo
anhelaba
de
la
forma
en
que
una
persona
anhelaba
el
sol
al
final
del
invierno.
Solo
que
con
la
muerte,
el
calor
se
había
ido
para
siempre.
Ella
deseaba
que
él
no
se
hubiera
preocupado
tanto
por
ella
antes
de
 fallecer.
 Había
 estado
 orgulloso
 de
 que
 se
 hiciera
 cargo
 de
 su
empresa
 de
 construcción,
 pero
 también
 quería
 que
 ella
 tuviera
 la
alegría
de
compartir
su
vida
con
alguien.
Sí,
abuelo,
sería
bueno
tener
marido
e
hijos.
Tener
a
alguien
con
quien
reír,
y
quejarse.
Alguien
que
la
abrazara
durante
los
largos
inviernos
nevados
y
le
mostrara
los
primeros
narcisos
en
primavera.
Pero
ella
no
veía
una
relación
amorosa
en
su
futuro.
El
 último
 hombre
 con
 el
 que
 había
 salido
 no
 había
 durado
 un
mes.
Ella
lo
había
escuchado
decirle
a
un
amigo:
—Ella
 es
 agradable…
 y
 tan
 aburrida
 como
 observar
 la
 pintura
secarse.
Yo
quiero
que
nos
emborrachemos
los
fines
de
semana;
ella
quiere
hacer
jardinería.
Al
diablo
con
eso.
Disminuyendo
 la
 velocidad
 por
 una
 curva,
 ella
 soltó
 una
carcajada.
 La
 vida
 era
 un
 equilibrio,
 ¿verdad?
 Tal
 vez
 no
 era
llamativa,
 pero
 tenía
 muchos
 amigos.
 Amaba
 su
 trabajo
 y
 hacer
felices
 a
 sus
 clientes.
 Le
 gustaba
 quién
 era
 y
 no
 estaba
 dispuesta
 a
cambiar,
tratando
de
lucir
llamativamente
femenina.
Sin
embargo…
Ella
sonrió,
pensando
en
el
consejo
de
Becca.
...fóllalo
hasta
volverlo
loco.
 Teniendo
 en
 cuenta
 que
 cumpliría
 treinta
 años
 en
 un
 par
 de
meses,
era
lo
suficientemente
mayor
para
una
aventura,
¿verdad?
Missy
 y
 Serena
 ocasionalmente
 se
 permitían
 aventuras
 de
 una
noche
de
la
que
mitad
se
lamentaban
y
mitad
se
jactaban.
—Sabía
 que
 no
 iría
 a
 ningún
 lado,
 pero
 era
 demasiado
 caliente
como
 para
 ignorarlo—le
dijo
 Serena
 por
 teléfono
 la
 semana
 pasada
—.
Oooh,
chica,
el
sexo
valió
la
pena.
¿Cómo
sería
una
aventura
de
una
noche?
El
sexo
no
era
algo
por
lo
que
ella
estuviera
obsesionada.
Le
iba
bien
 con
 su
 propia
 mano.
 Aunque
 podía
 llegar
 al
 clímax
 si
 un
hombre
 era
 talentoso
 con
 los
 dedos
 o
 la
 boca,
 parecía
 un
 gran
esfuerzo
 para
 un
 orgasmo
 leve.
 Sobre
 todo
 porque
 ella
 tardaba
mucho
tiempo.
Los
tipos
podían
bombear
pocas
veces
y
correrse.
Y
vaya,
cuando
ellos
terminaban,
terminaban.
Cada
 uno
 de
 sus
 tres
 amantes
 había
 sido
 un
 amigo
 primero,
 y
cada
 uno
 había
 vuelto
 a
 ser
 un
 amigo
 después
 del
 fugaz
 romance.
¿Sexo
ardiente?
Simplemente
no
estaba
en
su
ADN.
¿Sería
diferente
una
aventura
de
una
noche
ya
que
ella
sabría
que
nunca
volvería
a
ver
al
hombre?
¿Sería
más
emocionante?
Mmm.
Mallory
 redujo
 la
 velocidad
 de
 la
 camioneta
 para
 la
 siguiente
curva
 cerrada.
 Los
 ciervos
 que
 exploraban
 en
 el
 crepúsculo
 a
menudo
 cruzaban
 el
 camino
 inesperadamente.
 Cuando
 la
 carretera
se
volvió
recta,
vio
un
par
de
coches
detenidos
en
el
desvío.
Con
 el
 maletero
 abierto,
 un
 vehículo
 estaba
 levantado
 sin
 un
neumático
y
parecía
el
auto
de
la
joven
Zoe
Larson.
A
la
adolescente
acababan
 de
 darle
 su
 licencia
 el
 mes
 pasado.
 Ella
 podría
 necesitar
ayuda,
o
un
aventón
a
casa.
Mallory
frenó,
estacionó
delante
del
coche
levantado
sobre
el
gato
y
salió.
Nadie
estaba
trabajando
en
la
rueda
pinchada.
El
 bosque
 invasor
 se
 alzaba
 en
 una
 ominosa
 oscuridad.
 Cuando
Mallory
giró
en
círculo,
tratando
de
detectar
a
alguien,
la
inquietud
envió
un
escalofrío
por
su
columna
vertebral
y
evitó
que
gritara.
En
cambio,
 buscó
 en
 el
 compartimento
 lateral
 de
 la
 puerta
 su
 pesada
linterna,
de
más
de
treinta
centímetros
de
largo.
Mientras
 caminaba
 hacia
 el
 otro
 lado
 de
 los
 coches,
 lejos
 de
 la
carretera,
 un
 brillo
 le
 llamó
 la
 atención.
 El
 destello
 de
 un
 aura
azulada
 desapareció
 demasiado
 rápido
 para
 leerlo.
 No,
 espera.
Alguien
estaba
cuesta
arriba
donde
reinaban
las
sombras
del
bosque.
Entrecerrando
los
ojos,
vislumbró
una
tela
amarilla
brillante.
La
voz
baja
de
un
hombre
vino
de
allí.
Mallory
 vaciló.
 ¿Estaba
 interrumpiendo
 un
 ardiente
 encuentro?
Bueno,
lástima.
Incluso
si
avergonzara
a
todos,
al
menos
sabría
que
Zoe
estaba
bien.
Al
acercarse,
vio
a
un
hombre.
Alto
y
fornido.
En
sus
tempranos
veintes.
 Su
 cabello
 hasta
 la
 barbilla
 estaba
 grasoso
 y
 enredado.
 Los
piercings
tachonaban
sus
labios
y
nariz,
y
su
aura
turbia
era
fea.
Zoe
lo
enfrentó,
su
camisa
amarilla
estaba
a
medio
quitar.
Diciendo
algo
demasiado
bajo
para
escuchar,
el
hombre
empujó
a
la
muchacha
contra
el
tronco
de
un
árbol
y
la
abofeteó.
La
abofeteó.
La
ira
surgió
en
Mallory,
y
corrió
hacia
ellos.
—Bastardo.
¡Aléjate
de
ella!
El
hombre
se
dio
la
vuelta.
—Solo
 estamos
 hablando.
 Largo
 de
 aquí
 ,
 perra.
 —Cuando
 se
enderezó
y
su
mano
cubrió
la
boca
de
Zoe,
Mallory
se
dio
cuenta
de
lo
grande
que
era
él.
No
 seas
 estúpida.
 Mallory
 patinó
hasta
detenerse,
 sacó
el
 teléfono
tan
rápido
que
casi
lo
dejó
caer,
y
marcó
el
911.
—911.
¿Cuál
es
tu
emergencia?
Mallory
alzó
la
voz.
—Una
muchacha
está
siendo
atacada
en
Kestrel
Mountain
Road,
la
 salida
 en
 el
 lado
 norte.
 Antes
 de
 Whiskey
 Creek
 Lane.
 ¡Dense
prisa!
—Dejando
el
teléfono
encendido,
se
lo
metió
en
los
pantalones
mientras
 el
 operador
 seguía
 hablando.
 Mallory
 agarró
 con
 más
fuerza
la
linterna.
—Maldita
 perra.
 —El
 hombre
 se
 volvió
 hacia
 Mallory,
 su
 mano
se
cerró
en
un
puño.
Liberando
su
brazo,
Zoe
corrió
hacia
Mallory.
La
sangre
le
corría
por
la
barbilla,
por
un
labio
partido.
El
matón
persiguió
a
la
muchacha.

Por
el
bufido
de
los
gatos3,
¿por
qué
no
se
fue?
—Ponte
detrás
de
mí,
cariño.
Al
pasar
junto
a
Mallory,
Zoe
tropezó
y
cayó
de
rodillas.
El
atacante
estaba
demasiado
cerca;
escapar
no
era
posible.
La
 linterna
 parecía
 lamentablemente
 inadecuada
 para
 defensa
propia.
Con
su
mano
libre,
Mallory
agarró
una
rama
muerta.
Con
el
corazón
palpitante,
dio
un
paso
adelante
y
se
plantó
frente
a
Zoe.
Su
boca
 se
 sintió
 demasiado
 seca
 cuando
 se
 enfrentó
 al
 hombre,
 y
 su
voz
rechinó.
—Será
mejor
que
te
vayas
antes
de
que
llegue
la
policía.
—Eres
 una
 perra
 estúpida.
 No
 deberías
 haberte
 entrometido.
 —
La
 última
 luz
 brillaba
 en
 sus
 piercings,
 y
 una
 mueca
 fea
 hizo
retroceder
sus
gruesos
labios.
Siguió
viniendo.
Mallory
 apretó
 los
 dientes
 y
 se
 afirmó.
 Los
 Masterson
 le
 habían
enseñado
defensa
personal...
años
y
años
atrás.
¿Por
qué
este
tipo
tenía
que
ser
tan
grande?
Él
se
giró
hacia
ella.
Agachándose,
golpeó
la
larga
linterna
contra
su
costado
con
tanta
fuerza
que
su
mano
se
entumeció.
Cuando
él
gritó
de
dolor,
ella
lo
golpeó
en
el
estómago
con
la
rama.
Ésta
se
partió
en
dos.
Estúpida
rama.
La
dejó
caer
y
retrocedió.
—Maldito
 coño.
 —Él
 seguía
 viniendo,
 balanceándose
 hacia
 ella
como
un
oso
pardo
enfurecido.
Aunque
 esquivó
 un
 golpe,
 el
 otro
 impactó
 violentamente
 contra
su
 hombro
 como
 una
 bola
 de
 demolición.
 Derribada
 al
 suelo,
 ella
rodó
y
trepó,
y
le
arrojó
un
puñado
de
tierra
y
grava
a
la
cara.
Mientras
 se
 pasaba
 las
 manos
 por
 los
 ojos,
 Mallory
 se
 alejó,
buscando
a
Zoe.
La
 muchacha
 se
 había
 abierto
 paso
 hacia
 la
 camioneta
 de
Mallory.
 Bien.
 Con
 la
 llegada
 de
 la
 policía,
 ese
 era
 el
 lugar
 más
seguro
para
ella.
Mallory
 tendría
 que
 mantener
 al
 hombre
 alejado
 de
 Zoe
 hasta
que
 llegara
 la
 ayuda.
 Oh,
 por
 supuesto.
 El
 miedo
 la
 hacía
 respirar
demasiado
 rápido.
 Ella
 retrocedió
 un
 poco
 más
 y
 se
 aferró
 a
 la
pesada
linterna
de
metal.
Las
 lágrimas
 brotaron
 de
 los
 ojos
 enrojecidos
 del
 hombre
mientras
pestañaba
furiosamente.
—Jodida,
 maldita
 perra.
 Voy
 a
 hacerte
 pedazos.
 —Su
 aura
 era
negra
con
su
ira.
Él
vino
corriendo
hacia
ella
y
meció
un
puño.
Mallory
 saltó
 hacia
 un
 lado,
 golpeándose
 el
 antebrazo
 con
 la
linterna
que
salió
disparada.
Abalanzándose,
él
agarró
su
camisa
suelta
de
trabajo
y
tiró
de
ella
hacia
él.
Inclinándose
hacia
adelante
contra
su
tirón,
ella
pateó
hacia
atrás.
Su
bota
se
estrelló
contra
su
espinilla.
—¡Mierda!
—Él
perdió
el
control
sobre
su
camisa.
Desequilibrada,
 cayó
 hacia
 delante
 y
 se
 puso
 de
 pie.
 Incluso
cuando
ella
se
volvió,
él
cargó
sobre
ella.
Y
un
desconocido
grande
y
musculoso
saltó
de
detrás
del
coche.
Agarró
el
brazo
del
matón
y
usó
el
impulso
para
golpear
al
bastardo
contra
el
maltratado
Ford
de
Zoe.
El
coche
se
cayó
del
gato
y
rebotó
sobre
los
crujientes
amortiguadores.
Con
el
corazón
martilleando,
Mallory
retrocedió.
Con
un
grito
de
dolor,
el
matón
se
giró
para
hacer
frente
al
otro
hombre.
—Te
destriparé,
imbécil.
—Sacando
una
navaja,
el
bruto
atacó.
Mallory
contuvo
un
grito.
El
salvador
lo
esquivó
y
dio
un
sólido
puñetazo
a
las
costillas
del
matón.
—¡Mierda!
 —El
 matón
 retrocedió,
 entonces
 avanzó
 con
 más
cautela.
Su
navaja
tejió
una
red
defensiva,
apuñalando
aquí
y
allá,
al
salvador...
que
estaba
desarmado.
Oh,
 no.
 Horrorizada,
 Mallory
 buscó
 un
 arma
 y
 vio
 la
 rueda
pinchada
de
Zoe.
El
neumático
era
pesado
en
sus
manos
cuando
lo
levantó.
Reuniendo
fuerzas,
lo
lanzó
al
matón
con
todas
su
fuerza.
La
 llanta
 sólida
 golpeó
 su
 trasero,
 lo
 empujó
 hacia
 adelante
 y
directamente
 hacia
 el
 gran
 puño
 del
 salvador.
 Con
 un
 terrible
gemido,
el
matón
se
tambaleó
hacia
atrás.
Entonces,
el
tipo
bueno
lo
aplastó
con
el
siguiente
golpe.
El
atacante
de
Zoe
aterrizó
sobre
su
espalda.
Las
temblorosas
piernas
de
Mallory
amenazaron
con
dejarla
caer
al
 suelo
 junto
 a
 él.
 Apoyada
 contra
 la
 camioneta,
 miró
 al
 inmóvil
atacante.
Estaba
fuera
de
combate.
Bien.
Mientras
trataba
de
recuperar
el
aliento,
miró
al
vencedor...
y
parpadeó.
Su
 aura...
 oh,
 ella
 nunca
 había
 visto
 algo
 más
 encantador.
Predominaba
el
rojo
claro
e
intenso
de
la
fuerza
y


la
determinación.
Basado
 en
 la
 realidad,
 este
 hombre
 podría
 tomar
 cualquier
 cosa
 y
sobrevivir.
 El
 verde
 era
 su
 color
 secundario:
 probablemente
 era
 un
laborioso
perfeccionista.
Un
amante
de
la
naturaleza.
Generoso.
Leal.
Vetas
 de
 oscuridad
 brillante
 hablaban
 de
 dolor,
 tanto
 físico
 como
emocional…
llamándola.
Él
se
dio
cuenta
de
que
ella
estaba
mirando
y
avanzó.
Con
una
mano
en
la
camioneta,
Mallory
se
enderezó.
—Muchas
gracias.
—No
 hay
 problema.
 —La
 forma
 en
 que
 su
 camiseta
 negra
 se
extendía
 sobre
 sus
 hombros
 y
 pecho
 fuertemente
 musculados
 la
distrajo
por
un
momento
antes
de
que
ella
notara
cómo
se
apoyaba
la
mano
contra
el
costado.
Ella
no
recordaba
que
fuera
golpeado
o
cortado.
—¿Ha
sido
he…
Bajando
la
mirada
hacia
ella,
frunció
el
ceño.
—¿Estás
 usted
 bien,
 señorita?
 —Su
 mano
 se
 curvó
 alrededor
 de
su
bíceps,
y
el
agarre
era
enérgico.
Cuidadoso.
—Yo...
—Se
dio
cuenta
de
que
estaba
temblando
como
un
álamo
temblón
 durante
 un
 fuerte
 viento.
 Trató
 de
 enderezar
 la
 columna...
sin
 embargo,
 la
 inesperada
 sensación
 de
 ser
 cuidada
 y
 protegida
 la
hizo
querer
enterrar
la
cabeza
en
su
hombro.
Su
 cabello
 castaño
 estaba
 cortado
 muy
 corto,
 y
 su
 rostro
 tenía
ángulos
duros.
—¿Señorita?
 —En
 la
 penumbra,
 sus
 ojos
 eran
 oscuros,
 azules
oscuros.
Su
mirada
la
evaluó,
de
la
cabeza
a
los
pies,
antes
de
volver
a
su
cara—.
¿Está
herida?
Teniendo
 en
 cuenta
 su
 tamaño
 y
 las
 arrugas
 de
 su
 rostro,
 había
esperado
 una
 voz
 grave
 y
 dura.
 En
 cambio,
 su
 voz
 era
 un
 suave
terciopelo
oscuro,
recordándole
al
tipo
de
Duro
de
Matar.
El
héroe
en
Duro
de
matar.
Ella
tenía
un
héroe
aquí.
Y
él
estaba
esperando
su
respuesta...
—Estoy
 bien.
 Gracias
 a
 ti.
 —Ella
 le
 dio
 unas
 palmaditas
 en
 la
mano
 y
 la
 soltó.
 Ignorando
 el
 temblor
 de
 sus
 piernas,
 Mallory
 se
hincó
sobre
una
rodilla
y
miró
debajo
de
la
camioneta—.
Zoe.
La
 muchacha
 estaba
 hecha
 un
 ovillo
 en
 la
 grava,
 temblando
 y
llorando.
El
 atacante
 todavía
 estaba
 fuera
 de
 combate,
 o
 Mallory
 podría
haberlo
pateado
varias
veces.
A
pesar
de
la
furia
que
rabiaba
en
su
interior,
ella
suavizó
la
voz.
—Vamos
a
sacarte
de
allí,
cariño.
Una
 vez
 que
 logró
 convencer
 a
 Zoe
 de
 salir
 de
 debajo
 de
 la
camioneta,
Mallory
se
acercó
a
la
temblorosa
muchacha...
y
vio
a
dos
coches
de
policía
que
se
acercaban
a
la
curva.
El
primer
oficial
saliendo
de
la
patrulla
la
divisó.
—¡Mallory!
¿Qué
pasa?
¿Estás
herida?
—No,
estoy
bien.
—Le
dio
un
abrazo
a
la
muchacha—.
Creo
que
Zoe
podría
necesitar
un
viaje
a
casa,
aunque...
después
de
que
quites
la
basura
tendida
allí.
Para
su
deleite,
Zoe
logró
soltar
una
risa
diminuta.
***
Sawyer
se
frotó
los
nudillos
magullados
mientras
hablaba
con
el
oficial
 de
 policía.
 A
 los
 ex
 convictos
 no
 siempre
 se
 les
 daba
 el
beneficio
 de
 la
 duda,
 pero
 el
 joven
 policía
 lo
 reconoció,
 a
 causa
 de
A icus,
y
escuchó
en
lugar
de
esposarlo
automáticamente.
Otro
oficial
había
llevado
a
las
dos
mujeres
a
un
lado,
porque
la
muchacha
aterrorizada
no
estaba
ni
cerca
de
separarse
de
la
mujer,
y
aparentemente
ellas
habían
confirmado
sus
dichos.
El
imbécil
del
asaltante
selló
su
destino
maldiciendo
a
los
policías
y
resistiéndose
al
arresto.
Aunque
 el
 costado
 de
 Sawyer
 palpitaba
 por
 la
 pelea,
 disfrutó
cuando
el
bastardo
fue
esposado
y
arrojado
en
la
patrulla.
Un
buen
final.
 No
 quería
 pensar
 en
 lo
 que
 habría
 sucedido
 si
 no
 hubiera
conducido,
 en
 ese
 momento,
 de
 camino
 a
 la
 casa
 de
 A icus.
 Aún
así...
 todo
 bien.
 La
 única
 lesión
 de
 la
 muchacha
 había
 sido
 una
bofetada
y
un
gran
susto.
La
mujer
tendría
algunos
moretones
pero
nada
más.
La
 oscuridad
 había
 caído
 antes
 de
 que
 un
 coche
 patrulla
 se
llevara
 al
 imbécil
 y
 el
 otro
 se
 marchara
 para
 llevar
 a
 la
 muchacha
hasta
lo
de
sus
padres.
Sawyer
dejó
escapar
un
suspiro
de
alivio
y
se
subió
 a
 su
 camioneta.
 Increíble
 lo
 tranquila
 que
 era
 la
 noche
 sin
todos
alrededor.
Cuando
 puso
 en
 marcha
 su
 vehículo,
 los
 faros
 delanteros
iluminaron
el
otro
vehículo
estacionado
al
final
del
desvío.
Melissa,
no,
 la
 policía
 la
 había
 llamado
 Mallory,
 se
 sentaba
 inmóvil
 en
 la
puerta
trasera
de
su
camioneta.
Bueno,
diablos.
Sawyer
giró
la
llave,
salió
y
se
acercó.
—¿Estás
bien?
—Ajá.
—Su
mirada
se
alzó—.
¿Te
lo
agradecí?
—Varias
veces.
—Él
frunció
el
ceño.
Se
 había
 envuelto
 los
 brazos
 alrededor
 de
 la
 cintura
 y
 estaba
temblando
 lo
 suficiente
 como
 para
 romperse
 los
 huesos.
 No
 era
sorprendente.
La
mayoría
de
los
civiles
no
estaban
acostumbrados
a
la
 violencia.
 La
 joven
 mujer
 había
 luchado
 bien
 y
 después
 se
 había
mantenido
 tranquila
 para
 consolar
 a
 la
 muchacha.
 Ahora,
 todo
 le
había
pasado
factura.
Aunque
 ella
 había
 insistido
 en
 que
 estaba
 bien,
 los
 policías
deberían
 haberse
 asegurado
 de
 que
 recibiera
 la
 debida
 atención,
pero
eran
jóvenes,
y
debido
a
la
temporada
turística
y
al
sábado
por
la
noche,
estaban
faltos
de
personal.
—¿Tienes
a
alguien
en
casa
que
pueda
recogerte?
—No.
Nadie.
—Sus
grandes
ojos
se
oscurecieron
de
una
manera
que
tiró
de
él.
—Lo
siento.
—Necesitando
prolongar
el
consuelo,
Sawyer
apoyó
su
mano
sobre
su
hombro
y
se
dio
cuenta
de
que
estaba
demasiado
cerca.
 Ella
 era
 mujer,
 y
 las
 mujeres
 inteligentes
 huían
 de
 ex
convictos.
—¿Qué
tal
si
llamo
a
alguien
más?—le
preguntó.
Suéltala,
tonto.
—No,
 gracias.
 Estoy
 bien.
 Solo
 necesito
 un
 momento
 para
reponerme.
—Su
intento
de
sonreír
fue
desgarrador.
—Está
 bien,
 tómate
 el
 tiempo
 que
 necesites.
 —El
 problema
 era
que
 la
 noche
 era
 oscura
 y
 ella
 estaba
 sentada
 a
 un
 lado
 de
 la
carretera.
Sería
condenado
si
la
dejara
aquí
sola—.
Esperaré
contigo.
Ella
le
sonrió.
—Gracias.
Y
gracias
por
el
rescate.
Llegaste
justo
a
tiempo.
La
idea
de
que
el
bastardo
la
hiriera
era
inquietante.
Y
él
quería
besarla
más
de
lo
que
quería
su
próximo
aliento.
No.
Simplemente
no.
Vamos,
Ware.
Pero...
maldición...
Ella
 no
 era
 lo
 que
 algunos
 idiotas
 llamarían
 clásicamente
hermosa;
 tenía
 la
 cara
 delgada
 y
 bronceada,
 la
 boca
 ancha
 y
 la
barbilla
 firme.
 Ésta
 era
 una
 mujer
 fuerte.
 Sin
 embargo,
 sus
 grandes
ojos
 verdes
 tenían
 vulnerabilidad.
 La
 mezcla
 era
 increíblemente
atractiva.
Había
escuchado
a
la
adolescente
decirle
al
policía
cómo
Mallory
había
 cargado
 contra
 el
 asaltante
 para
 protegerla.
 Esta
 mujer
 era
completa
y
locamente
valiente,
y
él
era
un
fanático
del
coraje.
No
es
que
él
haría
nada
al
respecto.
Las
chicas
buenas
y
los
ex
convictos
no
encajan.
Incapaz
 de
 evitarlo,
le
 pasó
 un
 dedo
 por
 la
 mejilla,
encontrando
su
piel
tan
suave
como
parecía,
y
después
le
apartó
un
mechón
de
su
largo
 cabello
 castaño
 oscuro
 aclarado
 por
 el
 sol.
 La
 sorpresa
 se
mostró
 en
 sus
 ojos.
 Sí,
 no
 debería
 haberla
 tocado.
 De
 hecho,
 se
preparó,
esperando
verla
retroceder.
Ella
no
lo
hizo.
En
cambio,
su
mirada
cayó
y
se
mordió
el
labio.
Entonces
sacudió
la
cabeza.
—Necesito
 ir
 a
 casa.
 —Sí,
 debería
 hacerlo.
 Desafortunadamente,
por
la
forma
en
que
le
temblaban
las
manos,
podría
no
llegar
allí.
—No
estoy
seguro
de
que
puedas
conducir.
Con
 una
 sonrisa
 compungida,
 giró
 las
 manos
 y
 las
 observó
temblar.
—Es
bueno
que
viva
cerca.
Lo
que
me
faltaba.
Policías
idiotas
por
dejarla
aquí.
—Voy
a
seguirte
a
casa
y
asegurarme
de
que
llegues
allí.
Puedes
llamar
a
la
estación
de
policía
y
avisarles,
si
lo
deseas.
Ella
 se
 río,
 se
 rio
 verdaderamente.
 Su
 risa
 era
 cristalina
 y
jodidamente
hermosa.
—Si
no
te
importa,
agradecería
una
escolta.
Gracias
de
nuevo.
Unos
minutos
más
tarde,
siguiendo
las
luces
traseras
rojas
de
su
camioneta,
Sawyer
se
sorprendió
al
verla
girar
hacia
Whiskey
Creek
Lane,
el
camino
de
ripio
en
el
que
vivía
su
hermano.
Ella
dejó
atrás
los
 acres
 de
 A icus
 hasta
 el
 final
 del
 camino
 y
 tomó
 un
 camino
privado,
que
ascendía
hacia
una
granja
más
vieja.
Cuando
 Sawyer
 salió
 de
 la
 camioneta,
 respiró
 hondo
 el
 aire
perfumado
de
pino
y
miró
el
terreno.
Lo
había
visto
desde
la
casa
de
A icus,
 pero
 era
 aún
 más
 impresionante
 desde
 esta
 posición
ventajosa
más
alta.
Las
montañas
boscosas
rodeaban
el
amplio
valle.
La
 luz
 de
 la
 luna
 bañaba
 la
 pradera
 alimentada
 por
 arroyos
 y
 los
pastizales
vallados.
Mallory
 se
 detuvo
 al
 pie
 de
 las
 escaleras,
 su
 mano
 agarrando
 la
barandilla.
Tal
vez
insegura
de
que
sus
piernas
la
sujetaran.
Ninguna
 luz
 en
 el
 porche.
 La
 casa
 estaba
 a
 oscuras.
 No
 era
 un
lugar
 reconfortante
 después
 de
 la
 violencia
 que
 había
 sufrido.
Frunciendo
el
ceño,
se
acercó
y
le
puso
una
mano
debajo
del
brazo.
—Vamos
a
meterte
dentro
y
encender
algunas
luces.
Ella
dejó
escapar
un
suspiro
suave.
—Gracias.
La
 ayudó
 a
 subir
 las
 escaleras,
 le
 abrió
 la
 puerta
 principal
 y
encendió
las
luces
del
vestíbulo.
Ella
entró
y
vaciló.
—Um.
¿Quieres...
quieres
entrar
a
tomar
una
copa?
—¿En
serio?
—En
su
pasado
demasiado
extenso,
“entrar
a
tomar
una
copa”
solía
ser
el
código
de
“¿quieres
tener
sexo?”
Él
negó
con
la
cabeza—.
No
es
una
buena
idea.
No
creo
que
te
des
cuenta
a
quién
o
qué
estás
preguntando,
Mallory.
—Lo
 hago.
 Sé
 exactamente
 lo
 que
 eres.
 Eres
 un...
 —A
 la
 luz
 del
vestíbulo,
pudo
ver
su
rostro
oscurecerse
con
su
rubor.
Se
mordió
el
labio,
obviamente
no
estaba
dispuesta
a
decir
la
palabra.
Sí,
 bueno,
 él
 sabía
 la
 palabra.
 Ex
 convicto.
 Jodidamente
 genial.
Otra
 mujer
 que
 se
 excitaba
 con
 la
 violencia.
 Esta
 mierda
 se
 estaba
haciendo
vieja.
En
la
Marina,
había
disfrutado
de
las
perseguidoras
de
 insignias
 que
 querían
 anotar
 con
 un
 uniforme.
 Al
 menos
 al
principio.
 Después
 de
 todo,
 los
 hombres
 jóvenes
 vivían
 para
 tener
sexo.
Después,
se
dio
cuenta
de
que
quería
algo
más
que
sexo
vacío,
y
como
SEAL,
evitó
a
las
putas
apenas
vestidas
que
competían
por
la
cantidad
de
SEAL
que
habían
follado.
Ahora,
 estaba
 siendo
 atrapado
 por
 mujeres
 que
 se
 excitaban
porque
 había
 purgado
 una
 condena.
 La
 semana
 pasada,
 una
 había
esperado
 que
 fuese
 un
 asesino.
 Más
 temprano
 hoy,
 la
 lugareña
llamada
 Candy
 había
 coqueteado
 con
 él,
 nuevamente,
 y
 rogó
 por
historias
sobre
peleas
en
la
prisión.
Con
 la
 prisión
 y
 la
 cirugía,
 había
 sido
 célibe
 durante
 mucho
tiempo,
aunque
 había
 recibido
 ofertas
 desde
 el
 día
en
que
 salió
del
hospital.
Las
rechazó
a
todas.
—No
creo
que
una
bebida
sea
una
buena
idea.
Ella
retrocedió.
—Por
supuesto.
Tienes
cosas
que
hacer.
Aunque
 su
 expresión
 no
 había
 cambiado,
 él
 pudo
 escuchar
 la
decepción…
y
el
dolor
en
su
voz.
Dudó.
 Tal
 vez
 ella
 tuviera
 mal
 gusto
 para
 los
 tipos
 que
 follaba,
pero
él
tenía
que
respetar
su
coraje.
Había
acudido
al
rescate
de
una
muchacha
cuando
cualquier
otra
persona
habría
escapado.
Después
se
había
preocupado
por
la
adolescente
no
solo
con
sentido
común,
sino
 también
 con
 la
 calidez
 suficiente
 para
 derretir
 el
 corazón
 más
duro.
Herir
a
esta
mujer,
no
le
parecía
bien.
De
ningún
modo.
j p g
Además,
 tal
 vez
 ella
 solo
 quería
 darle
 un
 trago.
 Tener
 algo
 de
conversación.
Le
gustaría
hablar
con
ella.
Simplemente
estar
con
ella
le
hizo
darse
cuenta
de
lo
solo
que
había
estado.
Él
tomó
su
mano
e
ignoró
la
forma
en
que
quería
tirar
de
ella
en
sus
brazos.
—Pensándolo
bien,
podría
beber
algo.
***

La
mano
del
hombre
era
cálida
y
fuerte,
y
Mallory
podía
sentir
el
coraje
 fluyendo
 hacia
 ella
 de
 él.
 Con
 una
 profunda
 respiración,
 lo
condujo
 a
 su
 casa
 vacía
 y
 solitaria.
 Oh,
 hombre,
 ¿podría
 ella
 hacer
esto?
El
 consejo
 de
 Becca
 seguía
 corriendo
 por
 su
 cabeza,
 pero
 ¿en
serio?
Acostarse
con
un
hombre
que
apenas
conocía,
no
era
la
clase
de
persona
que
ella
era.
Aunque…
si
él
no
la
hubiera
rescatado,
ella
podría
haber
muerto
esta
 noche.
 La
 comprensión
 la
 sacudió...
 la
 excitó...
 a
 punto
 de
estallar
 como
 fuego
 en
 sus
 venas.
 Cada
 momento
 debía
 ser
 vivido.
Esta
vida
 debía
 ser
 vivida,
 y
 si
 tuviera
 dudas
 mañana,
 al
 menos
 no
miraría
 hacia
 atrás
 y
 se
 preguntaría
 qué
 se
 había
 perdido.
 Cómo
sería
hacer
el
amor
con
este
valiente
hombre.
No
solo
porque
la
había
salvado,
sino
porque
era
quien
era.
Miró
a
 su
 salvador
 y...
 oh,
 nunca
 se
 había
 sentido
 así
 por
 nadie.
 Su
 aura
era
 como
 una
 hoguera,
 irradiando
 calor,
 contra
 el
 que
 ella
 quería
acurrucarse,
hacerse
un
ovillo.
Ella
se
aclaró
la
garganta.
—¿Te
gusta
el
whisky?
—¿Cómo
podría
alguien
rechazar
el
whisky?
—Oh,
 bien.
 —¿No
 era
 maravilloso
 que
 ella
 tuviera
 algo
 que
 le
gustaría?
 Cada
 Navidad,
 uno
 de
 los
 amigos
 del
 abuelo
 le
 había
regalado
 un
 Glenfiddich.
 El
 abuelo
 había
 guardado
 las
 botellas,
admitiendo
que
sin
la
abuela,
beber
lo
ponía
melancólico.
Mallory
 sacó
 una
 botella
 y
 vasos,
 entonces
 frunció
 el
 ceño
 y
apagó
las
luces
de
la
cocina,
antes
de
servir
dos
abundantes
y
fuertes
bebidas.
Cuando
él
levantó
una
ceja,
ella
revisó
los
vasos
y
recordó
que
no
había
 estado
 sirviendo
 vino.
 Esto
 era
 alcohol
 del
 fuerte,
 y
probablemente
 había
 servidos
 unas
 generosas
 dos
 medida
 a
 cada
uno.
Oh,
bien…
Ella
le
entregó
uno
y
levantó
el
suyo.
—Por
la
vida.
Él
inclinó
la
cabeza.
—Buena
 elección.
 —Chocó
 su
 vaso
 contra
 el
 de
 ella
 y
 tomó
 un
trago.
Aunque
rara
vez
se
excedía,
en
este
momento,
necesitaba
lo
que
el
abuelo
había
llamado
coraje
líquido.
Porque
ella
había
usado
toda
su
 valentía
 en
 la
 pelea.
 Entonces,
 en
 lugar
 de
 beber,
 echó
 la
 cabeza
hacia
atrás
y
se
bebió
el
whisky.
Una
 explosión
 de
 fuego
 estalló
 en
 su
 vientre
 y
 le
 quemó
 la
garganta.
—Hombre,
el
whisky
escocés
seguro
que
no
es
vino—jadeó
ella.
Su
risa
iluminó
su
aura
y
la
hizo
sonreír.
Respirando,
se
apoyó
contra
la
encimera.
—Estuviste
sosteniéndote
el
costado
antes.
¿El
matón
te
asestó
un
golpe
que
no
vi?
Una
comisura
de
su
boca
se
inclinó
hacia
arriba.
—Estabas
aterrorizada
y
aún
así
te
diste
cuenta
de
todo,
¿verdad?
—Cuando
 ella
 asintió,
 su
 risa
 fue
 cálidamente
 masculina—.
 Me
operaron
hace
unas
seis
semanas.
Todo
cicatrizó,
aunque
todavía
la
siento
si
me
esfuerzo.
—¿Tuviste
una
cirugía
y
te
metiste
en
una
pelea?
Él
se
encogió
de
hombros.
¿Por
qué
tenía
que
ser
tan...
increíble?
¿Y
 por
 qué
 no
 podía
 pensar
 en
 ningún
 tema
 brillante
 de
conversación?
 Él
 no
 era
 tan
 intimidante...
 casi.
 Tenían
aproximadamente
la
misma
edad,
¿correcto?
Ella
lo
estudió
más
de
cerca.
 Líneas
 de
 expresión
 en
 los
 rabillos
 de
 los
 ojos,
 arrugas
 más
profundas
entre
sus
cejas.
Bueno,
él
podría
tener
unos
años
más
que
ella.
 No
 solo
 sonaba,
 sino
 que
 se
 parecía
 a
 la
 estrella
 de
 Duro
 de
matar.
Pero
con
mejor
cabello.
La
risita
que
trató
de
sofocar
casi
la
ahogó.
Sol
 y
 estrellas,
 se
 estaba
 volviendo
 estúpida.
 Ella
 comenzó
 a
apartar
su
vaso,
vio
cómo
sus
manos
aún
temblaban...
y
en
lugar
de
eso
lo
llenó.
Mirándola,
 sin
 parecer
 nada
 incómodo,
 el
 hombre
 tomó
 otro
sorbo.
—Tienes
una
linda
tierra
al
otro
lado
del
camino.
¿La
tienes
con
ganado?
—No
 es
 mi
 tierra.
 Hace
 unos
 años,
 mi
 abuelo
 dividió
 la
propiedad,
manteniendo
esta
granja
y
algunos
acres
a
este
lado
de
la
carretera.
Un
importante
director
ejecutivo
compró
las
praderas
y
la
cabaña
de
troncos
original
al
otro
lado.
—¿El
ejecutivo
no
usa
las
pasturas?
Mallory
negó
con
la
cabeza.
—Había
 planeado
 retirarse
 aquí
 y
 en
 vez
 de
 eso
 murió.
Aparentemente,
 tardó
 una
 eternidad
 en
 poner
 en
 orden
 su
patrimonio,
y
ahora
su
hijo
está
tratando
de
vender
el
lugar,
lo
cual
es
 un
 momento
 extremadamente
 malo.
 Con
 el
 cierre
 de
 la
 prisión,
las
casas
se
están
cayendo
en
el
mercado
a
diestra
y
siniestra.
Dudo
que
la
venda
pronto.
—Qué
 lástima.
 Es
 una
 tierra
 hermosa.
 —Después
 de
 tomar
 un
sorbo
 de
 su
 bebida,
 la
 estudió,
 nada
 incómodo
 con
 el
 silencio
 que
siguió.
Sus
ojos
tenían
una
apreciación
masculina,
y
una
pasión,
que
ella
no
estaba
acostumbrada
a
ver.
Y,
 oh,
 quería
 que
 él
 la
 tocara.
 El
 deseo
 la
 atravesó,
 tan
desconcertante
que
su
mirada
cayó.
Buscó
algo
que
 decir
y
 encontró
 una
 pregunta.
Cuando
él
 habló
de
la
tierra,
fue
sobre
pasturas
y
ganado.
Pero
no
tenía
el
bronceado
de
un
amante
de
la
naturaleza.
—¿Crías
ganado?
—Nop.
 Pero
 crecí
 en
 un
 rancho
 de
 caballos,
 con
 ganado
 cerca.
Debo
decir
que
extraño
esa
vida.
Perpleja,
se
metió
el
cabello
detrás
de
la
oreja.
—Entonces,
¿por
qué
no
vuelves
a
ella?
—Esa
 es
 una
 muy
 buena
 pregunta.
 —Comenzó
 a
 sonreír
 y
frunció
el
ceño.
Agarrando
su
barbilla,
él
inclinó
su
cabeza
y
tocó
el
lado
de
su
mandíbula—.
Te
procuraste
algunos
moretones,
cariño.
Ella
 trabajaba
 en
 la
 construcción;
 los
 moretones
 eran
 comunes.
¿Ser
tocada
así?
¿Mirada
de
esa
manera?
Ella
inclinó
su
rostro
hacia
su
 mano,
 viendo
 la
 forma
 en
 que
 sus
 ojos
 se
 oscurecieron.
 Sí.
 Él
 la
deseaba.
 Después
 de
 rozar
 un
 ligero
 beso
 sobre
 sus
 labios,
 él
 se
apartó.
La
decepción
la
atravesó.
Intentando
 descubrir
 cómo
 seducirlo,
 levantó
 su
 vaso.
 Su
segundo
 trago,
 está
 bien,
 otro
 par
 de
 medidas
 más
 o
 menos,
comenzó
 a
 bajar
 aún
 más
 suavemente.
 Al
 menos
 antes
 de
 que
 él
 le
quitara
el
vaso
de
la
mano.
—Mallory,
el
alcohol
perjudica
el
juicio.
Hora
de
detenerse.
Al
encontrar
su
mirada
firme,
ella
levantó
la
barbilla.
—Te
 deseaba
 mucho
 antes
 de
 tomar
 el
 primer
 sorbo.
 No
 he
cambiado
de
opinión.
—Ella
trató
de
alcanzar
su
bebida.
—Ya
 veo—dijo
 él
 pensativamente.
 Puso
 su
 vaso
 fuera
 de
 su
alcance
y
dejó
el
suyo—.
En
ese
caso,
ven
aquí,
mascota.
Ella
dio
un
paso
adelante,
y
él
la
tomó
en
sus
brazos
y
la
besó.
La
besó.
Sus
 labios
 eran
 cálidos.
 Firmes.
 Atormentando
 los
 de
 ella.
Cuando
ella
no
se
abrió
a
él
de
inmediato,
su
mano
se
cerró
sobre
su
cabello
 y
 echó
 la
 cabeza
 hacia
 atrás.
 Su
 jadeo
 fue
 sofocado
 por
 su
boca
y
su
lengua
invasora.
Y
él
se
hizo
cargo
de
ella,
poseyó
su
boca,
excitándola
 con
 la
 lengua,
 retirándose
 para
 mordisquear
 y
 chupar
sus
labios,
y
besar
su
cuello
antes
de
regresar
por
más.
Un
fuego
se
inició
en
su
bajo
vientre
de
una
manera
que
no
había
sentido
desde
que
era...
una
adolescente
con
su
primer
beso.
¿Cómo
él…?
Ella
oyó
un
resoplido
de
risa.
—Tienes
 un
 cerebro
 ocupado,
 ¿verdad?
 —Él
 la
 acercó
 aún
 más,
deslizando
su
mano
dentro
de
sus
vaqueros,
masajeando
su
trasero
incluso
 mientras
 la
 presionaba
 contra
 una
 erección
 dura
 como
 una
piedra.
Entre
el
alcohol
y
sus
besos,
su
cerebro
ocupado
simplemente
se
derritió.
—¿El
 dormitorio
 está
 al
 final
 del
 pasillo?—le
 preguntó
 en
 un
momento.
—Ajá.
La
 hizo
 caminar
 hacia
 atrás,
 paso
 a
 paso,
 besándola
 todo
 el
tiempo,
y
de
repente
ella
sintió
el
colchón
de
la
cama
contra
la
parte
posterior
de
sus
piernas.
La
cama.
Santa
 dama
 de
 los
 gatos,
 ¿podría
 hacer
 esto?
 Aún
 así...
 su
 cuerpo
estaba
 ardiendo,
 sus
 senos
 doloridos,
 su
 coño
 mojado
 y
hormigueante.
—Manos
arriba,
cariño—dijo.
Ella
 frunció
 el
 ceño,
 confundida.
 En
 lugar
 de
 desabotonar
 su
camisa
de
trabajo,
él
simplemente
le
levantó
los
brazos
y
se
la
puso
sobre
 la
 cabeza.
 Incluso
 en
 la
 tenue
 luz,
 podía
 ver
 el
 hambre
 en
 su
mirada
 mientras
 le
 miraba
 los
 senos
 cubiertos
 por
 el
 sostén…
 y
entonces
el
sostén
ya
no
estaba
allí
tampoco.
—Mmm,
 hermosa.
 —Sus
 manos
 la
 tocaron,
 suavemente
 al
principio,
 acunando
 sus
 senos,
 sopesando
 uno
 en
 una
 palma
enorme,
 excitando
 sus
 pezones
 hasta
 que
 eran
 puntas
 duras
 y
doloridas.
—Pero...
—Cabeza
en
el
juego,
Mallory—.
Todavía
llevas
la
camisa.
Su
sonrisa
cambió
sus
rasgos
de
peligrosos
a
cautivadores.
—Supongo
que
mejor
me
pongo
al
día.
—Sin
dudarlo,
se
quitó
la
camiseta.
Oh.
 Guau.
 Se
 le
 secó
 la
 boca.
 Su
 pecho
 y
 hombros
 parecían
 aún
más
grandes
sin
la
camisa.
Maravillosamente
amplios.
Tenía
algo
de
vello
marrón
en
el
pecho
sobre
los
pectorales,
no
lo
suficiente
como
para
 cubrir
 la
 tensión
 de
 la
 piel
 sobre
 la
 sólida
 musculatura.
 Ella
apoyó
la
palma
sobre
su
pecho,
y
su
corazón
dio
un
vuelco.
Nunca
había
sentido
algo
tan
duro.
Su
otra
mano
se
cerró
sobre
sus
bíceps
izquierdos.
 Igual
 de
 duro.
 Una
 fea
 cicatriz
 roja
 apareció
 debajo
 de
sus
costillas
izquierdas.
—Apenas
está
curado.
—Cuando
la
tocó,
su
mandíbula
se
apretó.
Muy
bien,
él
no
quería
hablar
sobre
la
cirugía.
Continuando,
 ella
 pasó
 las
 manos
 por
 su
 pecho
 y
 sobre
 su
abdomen,
siguiendo
lo
que
Serena
llamaba
el
camino
feliz,
hasta
que
sus
dedos
se
toparon
con
la
barrera
de
sus
pantalones
vaqueros
y
su
cinturón
de
cuero.
Cuando
 ella
 lo
 miró,
 sus
 labios
 se
 curvaron
 en
 una
 sonrisa
cuando
dijo:
—Te
 toca
 de
 nuevo,
 cariño.
 —La
 suavidad
 de
 su
 voz
 había
adquirido
un
toque
sexy.
Su
 turno.
 Ella
 quedó
 hipnotizada
 por
 el
 ángulo
 romo
 de
 su
mandíbula,
de
alguna
manera
más
imponente
con
una
barba
oscura.
Él
 resopló
 y
 ella
 sintió
 que
 sus
 manos
 le
 desabrochaban
 el
cinturón
 y
 abrían
 la
 cremallera
 de
 los
 vaqueros.
 Sin
 preguntar,
 la
empujó,
 la
 empujó,
 sobre
 la
 cama
 boca
 arriba.
 Con
 tirones
 rápidos,
sus
botas
se
fueron,
sus
vaqueros
y
bragas
también.
Antes
 de
 que
 su
 cabeza
 hubiera
 dejados
 de
 girar,
 la
 segunda
bebida
 realmente
 había
 sido
 un
 error,
 él
 también
 se
 había
desnudado.
 Estaba
 completamente
 erecto
 y
 tenia
 una
 larga
 y...
¿Podría
 una
 polla
 llamarse
 musculosa?
 Al
 igual
 que
 su
 pecho
 y
brazos,
 su
 pene
 parecía
 estar
 lleno
 de
 músculos.
 Su
 vello
 púbico
estaba
 recortado
 pulcramente.
 Él
 no
 le
 dio
 más
 tiempo
 para
 mirar
antes
 de
 unirse
 a
 ella
 en
 la
 cama,
 bajando
 sobre
 su
 cuerpo.
 Olía
 a
pino
limpio
y
cítricos.
Cuando
 la
 presionó
 contra
 el
 colchón,
 incluso
 su
 pesado
 peso
parecía
terriblemente
sexy.
—Mírame,
Mallory—dijo
en
voz
baja.
Su
mirada
se
encontró
con
la
de
él,
y
él
estudió
su
rostro
por
un
largo
momento.
—¿Estás
conmigo?
Este
es
el
momento
de
decir
sí
o
no,
mascota.
¿Por
 qué
 la
 llamaba
 mascota?
 Él
 sostuvo
 su
 mirada,
 sus
 ojos
firmes
y...
controlados.
Ambos
estaban
desnudos
y,
sin
embargo,
ella
sabía
que
si
decía
detente,
él
simplemente
se
bajaría
y
se
vestiría.
En
 este
 momento,
 entendía
 por
 qué
 sus
 amigas
 se
 permitían
noches
rápidas
de
sexo.
Ella
no
quería
decir
que
no.
—Sí—susurró.
El
humor
de
la
situación
la
atrapó,
y
ella
se
echó
a
reír—.
Me
rescataste.
La
antigua
tradición
exige
que
te
recompense.
Él
se
rio
entre
dientes,
el
sonido
bajo
y
tranquilo.
—Supongo
que
mejor
me
ocuparía
de
cobrar
mi
recompensa.
—
Su
boca
cubrió
la
de
ella,
y
mientras
tomaba
posesión
allí,
su
mano
cubrió
su
pecho.
Bajo
 su
 caricia,
 su
 seno
 se
 hinchó,
 y
 cuando
 el
 pulgar
 rodeó
 el
pezón,
su
espalda
se
arqueó
por
más.
Él
 hizo
 un
 sonido
 complacido,
 y
 su
 toque
 se
 volvió
 ligeramente
más
áspero
cuando
cambió
al
otro
seno.
Un
 escalofrío
 la
 recorrió,
 además
 de
 la
 sorpresa.
 No
 había
esperado
lo
mucho
que
le
gustaría
sentir
sus
manos
duras
sobre
su
cuerpo,
 lo
 desconcertantemente
 excitante
 que
 se
 sentirían
 los
 callos
abrasivos
en
su
piel
sensible.
Moviéndose
 para
 tenderse
 a
 su
 lado,
 se
 apoyó
 sobre
 su
 codo
 y
simplemente…
la
observó.
La
 vergüenza
 se
 encendió
 por
 dentro,
 y
 un
 rubor
 cubrió
 su
cuerpo
como
una
manta
caliente.
—No
 eres
 tan
 delgada
 como
 pensaba.
 —Su
 mano
 acarició
 su
torso
y
sus
caderas—.
Tu
camisa
suelta
cubría
estas
bonitas
curvas.
Como
sus
anchas
caderas.
Oh,
Dios,
qué
humillante.
—No—susurró
ella.
Una
 ceja
 se
 levantó,
y
 la
 mirada
 firme
que
 él
 le
 dirigió
 hizo
que
los
escalofríos
comenzaran
en
su
vientre.
—Mallory,
 voy
 a
 divertirme,
 lo
 que
 incluye
 mirarte
 como
 se
 me
antoje.
 Tocarte
 como
 se
 me
 antoje.
 Follarte
 como
 se
 me
 antoje.
Siempre
 puedes
 decirme
 que
 no,
 y
 me
 detendré
 y
 me
 iré.
 ¿Eso
significa
no?
Ella
 negó
 con
 la
 cabeza,
 sin
 estar
 segura
 de
 lo
 que
 estaba
sintiendo.
 Solo
 que…
 estar
 desnuda
 y
 siendo
 observada
 era
incómodo.
Hizo
un
sonido
gutural
de
molestia.
—Mujeres.
—No
había
dejado
de
tocarla
y
ahora
jugaba
con
sus
senos,
 provocando
 que
 los
 pezones
 volvieran
 a
 ser
 puntas
palpitantes—.
Tienes
unos
senos
adorables.
Me
gusta
mirarlos.
—Él
deslizó
sus
 dedos
hacia
 su
estómago,
 hacia
 sus
 caderas
y
 apretó
su
trasero—.
 Y
 tienes
 un
 culo
 maravilloso.
 A
 los
 hombres
 les
 gusta
mirar,
niña.
Su
toque
rozó
la
parte
superior
de
sus
muslos
y
regresó.
Tan
cerca
de...
allí.
Mientras
ella
contenía
el
aliento,
él
rodó,
separó
sus
piernas
y
se
arrodilló
entre
ellas.
Ella
 cerró
 los
 ojos,
 deseando
 haber
 cerrado
 las
 cortinas.
 La
 luna
llena
 proporcionaba
 demasiada
 luz.
 ¿Esperaría
 que
 ella
 fuera...
 oh,
tan
encantadora
como
una
heroína
romántica?
No
lo
era.
Pero
ella
no
se
arrepentía
de
poder
verlo.
El
hombre
era
hermoso
de
una
 manera
 aterradoramente
 letal,
 como
 su
gato,
Aslan,
 cuando
estaba
 cazando.
 Era
 todo
 fuerza
 en
 tensión
 equipada
 por
 un
autocontrol
intimidante…
y
su
aura
brillaba
con
ello.
***

Sawyer
 no
 pensaba
 ver
 que
 una
 mujer
 alguna
 vez
 lo
 hubiera
mirado
como
Mallory
lo
miraba
ahora,
como
si
pudiera
ver
más
allá
de
su
piel
y
dentro
de
su
alma.
Y
aún
así
le
gustara
lo
que
veía.
Estudió
 su
 rostro
 expresivo
 y
 sus
 ojos
 muy
 abiertos.
 Cada
pensamiento
se
mostraba
claramente,
y
cuando
hablaba,
su
hermosa
voz
de
soprano
revelaba
cada
emoción.
La
 mayoría
 de
 las
 mujeres
 con
 las
 que
 se
 había
 acostado
 lo
miraban
como
si
fuera
un
desafío
o
un
tanto
en
un
juego.
Los
ojos
de
Mallory
tenían
un
placer
atónito.
Deleite.
Y
 sintió
 que
 sus
 músculos
 se
 hinchaban
 como
 si
 fuera
 un
adolescente
tratando
de
impresionar
a
una
chica
bonita.
Tonto.
Ella
 quería
 sexo,
 nada
 más,
 o
 le
 habría
 cocinado
 una
 comida
como
agradecimiento.
Habría
estado
bien
con
una
comida
casera.
También
estaría
bien
con
el
sexo.
Ella
le
gustaba.
Su
coraje,
su
irónico
sentido
del
humor,
su
calidez
y
 la
 forma
 en
 que
 sus
 ojos
 se
 encontraban
 con
 los
 suyos
honestamente.
Y
 tenía
 un
 cuerpo
 dulcemente
 curvilíneo.
 Musculoso
 y
 a
 la
 vez
tentadoramente
 suave.
 El
 par
 extra
 de
 centímetros
 de
 altura
 eran
agradables.
 Sus
 senos
 no
 eran
 grandes,
 pero
 eran
 un
 puñado
placentero,
 y
 su
 cintura
 se
 curvaba
 en
 unas
 caderas
 espectaculares.
Esperaba
poder
darle
la
vuelta
y
follarla
desde
atrás.
Mientras
 tanto,
 acarició
 su
 montículo
 regordete
 y
 bajó
 hasta
 su
coño.
Bellamente
mojado.
Su
rostro
se
sonrojó
mientras
él
miraba
a
su
 antojo.
 El
 vello
 cuidadosamente
 recortado
 mostraba
 labios
oscuros
y
brillantes.
Dios,
 había
 pasado
 mucho
 tiempo
 desde
 que
 había
 jugado.
Ignorando
el
dolor
urgente
en
su
polla,
excitó
su
coño
con
un
dedo,
tomándose
 su
 tiempo
 mientras
 se
 movía
 desde
 su
 entrada
 hasta
rodear
su
clítoris.
Ida
y
vuelta.
Los
pliegues
se
hincharon
y
su
clítoris
se
inflamó
hasta
que
la
capucha
ya
no
pudo
ocultarlo.
Sus
caderas
se
menearon.
—Esto
 no
 está
 bien.
 No
 deberías...
 quiero
 decir,
 no
 vas
 a
conseguir
ninguna...
cosa.
—Cosa—repitió,
 logrando,
 apenas,
 sofocar
 una
 carcajada.
 Para
alguien
 que
 iba
 detrás
 de
 convictos,
 ella
 era
 adorablemente
 poco
sofisticada.
—Sí,
cosa.
—Ella
trató
de
sentarse,
de
alcanzarlo.
—No,
 no
 he
 terminado
 de
 jugar.
 Resulta
 que
 disfruto
 este
 tipo
de...
 cosa.
 —Con
 una
 mano
 entre
 sus
 bonitos
 senos,
 él
 la
 hizo
tenderse
 de
 nuevo
 y
 cayó
 sobre
 ella
 exactamente
 en
 la
 posición
correcta
para
chuparle
un
pezón.
Su
jadeo
fue
entretenido,
y
la
forma
en
que
sus
dedos
se
agitaron
violentamente
 en
 su
 cabello
 fue
 jodidamente
 doloroso.
 Y
satisfactorio.
 Ella
 era
 apasionadamente
 receptiva.
 Nada
 era
 más
tentador
para
un
hombre
como
él.
Se
 tomó
 su
 tiempo,
 chupando
 y
 lamiendo
 el
 apretado
 nudo.
Cuando
excitó
el
pezón
contra
el
paladar,
sus
dedos
se
clavaron
en
su
piel.
Sí,
más
aquí.
Con
 la
 mano
 libre,
 deslizó
 un
 dedo
 en
 su
 coño,
 empujando
lentamente,
mientras
usaba
los
dientes
muy
ligeramente
en
la
punta
de
un
pezón.
Su
coño
se
apretó
alrededor
de
su
dedo
como
un
prensa.
Cuando
 ella
 comenzó
 a
 temblar,
 él
 se
 detuvo
 para
 besarla,
 para
calmarla
como
si
fuera
un
potro
asustado.
Moviéndose
 debajo
 de
 él,
 ella
 cerró
 su
 mano
 alrededor
 de
 su
polla,
bombeando
ligeramente.
Joder,
 su
 toque
 se
 sentía
 bien.
 Demasiado
 jodidamente
 bien.
Tenía
que
ejercer
una
buena
cantidad
de
control
para
evitar
follarla.
Interesante
movimiento
de
su
parte,
sin
embargo.
Si
ella
hubiera
sido
 una
 sumi
 que
 él
 estaba
 dominando,
 concluiría
 que
 estaba
avergonzada
 y
 quería
 terminar
 de
 una
 vez.
 Aunque
 el
 cuerpo
 de
Mallory
 obviamente
 amaba
 su
 atención,
 su
 cabeza
 podría
 no
 estar
tan
metida
en
el
juego.
Sin
 embargo...
 ella
 había
 sido
 la
 que
 lo
 quería
 aquí.
 Él
 había
esperado
 que
 ella
 quisiera
 prolongar
 y
 obtener
 el
 mayor
 placer
posible
de
él,
pero
ella
no
estaba
actuando
de
esa
manera.
No
 importaba.
 Le
 gustaba
 jugar
 con
 el
 cuerpo
 de
 una
 mujer,
 y
éste
era
más
divertido
que
la
mayoría.
Si
ella
pensaba
apurar
el
sexo,
estaba
a
punto
de
llevarse
un
gran
chasco.
—No,
cariño.
—Él
quitó
la
mano
de
su
polla.
Levantándola
para
que
se
sentara,
tiró
de
sus
brazos
detrás
de
ella,
doblando
sus
codos
para
 que
 sus
 brazos
 se
 cruzaran
 en
 su
 espalda
 baja.
 Y
 entonces
 la
recostó.
Su
 propio
 peso
 mantendría
 esas
 manos
 atareadas
 enterradas
debajo
de
ella.
—¡Oye!
—Cuando
ella
luchó
para
sacar
las
manos,
él
se
apoyó
en
ella,
ignorando
el
tirón
doloroso
de
su
herida.
—Deja
tus
manos
allí.
—Él
la
miró
a
los
ojos
y
puso
un
borde
de
mando
en
su
voz—.
¿Puedes
quedarte
quieta
para
mí,
Mallory?
Maldita
sea
si
su
expresión
no
se
transformó
en
la
rendición
más
dulce
 que
 había
 visto
 en
 su
 vida.
 Su
 cuerpo
 se
 relajó
 bajo
 el
 suyo.
Sumisa
y
encantadora.
—Gracias,
 mascota.
 —Le
 dio
 un
 beso
 lento
 para
 recompensarla,
antes
de
comenzar
de
nuevo.
Después
 de
 todo,
 podría
 haberse
 perdido
 algo.
 Su
 boca
 era
perfecta.
 Labios
 suaves
 y
 aterciopelados.
 Mentón
 puntiagudo.
Cuello
 largo.
 Sorprendentemente
 musculosos
 hombros
 y
 brazos.
Senos,
 tan
 jodidamente
 encantadores.
 Cintura
 estrecha.
 Caderas
llenas.
Al
 llegar
 a
 su
 montículo,
 inhaló.
 Su
 aroma
 ligeramente
almizclado
era
convincentemente
femenino.
Cuando
 él
 abrió
 sus
 labios
 exteriores,
 ella
 negó
 con
 la
 cabeza
 y
comenzó
a
sacar
las
manos.
—Quieta,
chica—gruñó
él.
La
forma
en
que
se
congeló
fue
encantadora.
Su
cuerpo
no
estaba
tenso,
 y
 él
 podía
 sentirla
 cada
 vez
 más
 húmeda.
 A
 este
 cuerpo
 le
gustaba
ser
dominado.
¿No
era
conveniente
que
él
fuese
un
Dom?
Cuando
lamió
su
clítoris,
el
jadeo
incrédulo
que
ella
soltó
casi
lo
hizo
correrse
como
un
muchacho.
***

Por
 amor
 a
 los
 gatos,
 ella
 iba
 a
 morir.
 Le
 tenía
 las
 piernas
 bien
separadas,
sostenía
sus
pliegues
abiertos
y...
la
lamía.
Oh,
ella
había
hecho
que
los
tipos
hicieran
eso
antes,
por
lo
general
como
si
fuera
algo
que
debían
hacer
antes
de
llegar
a
la
cosa
buena.
No
 este
 hombre.
 Él
 estaba
 disfrutando.
 Cada
 vez
 que
 ella
 se
acercaba,
él...
retrocedía.
Disminuyendo
la
velocidad.
La
primera
vez,
pensó
que
era
un
accidente.
Pero
él
lo
hizo
de
nuevo.
Y
otra
vez.
Estaba
 apoyado
 con
 un
 brazo
 sobre
 su
 pelvis,
 lo
 que
 al
 mismo
tiempo
la
mantenía
inmóvil.
No
podía
sacar
los
brazos
de
debajo
de
su
 espalda,
 no
 sin
 luchar
 contra
 él,
 y
 la
 forma
 en
 que
 él
 le
 había
impedido
hacer
algo
cambió...
todo.
Su
aura
decía
que
podía
confiar
en
él,
y
lo
hizo.
La
posición
en
la
que
estaba,
su
fuerza
y


control,
su
confianza
y
manos
seguras,
todo
le
robó
la
voluntad
de
resistir.
Despiadadamente,
 su
 lengua
 cálida
 y
 astuta
 provocaba
 su
clítoris.
 A
 veces
 era
 delgada
 y
 dura
 y
 se
 frotaba
 firmemente
 a
 lo
largo
 de
 los
 lados,
 a
 veces
 era
 plana
 y
 suave,
 rozando
 apenas.
Haciendo
círculos,
dando
golpecitos,
tocando.
Su
clítoris
se
contrajo
y
se
volvió
cada
vez
más
sensible.
Presionó
un
dedo
dentro
de
ella
y
despertó
un
nuevo
conjunto
de
nervios.
 Cuando
 sus
 caderas
 se
 movieron
 involuntariamente,
 él
 se
rio
y
continuó.
Un
 dedo
 se
 convirtió
 en
 dos,
 deslizándose
 dentro
 y
 fuera
 en
 un
ritmo
lento
y
suave,
incluso
mientras
su
lengua
se
movía
con
fuerza
y


rapidez.
La
presión
creció
en
su
coño.
Y,
descabellado
o
no,
no
estaba
segura
de
querer
llegar
al
clímax.
Ella
 no
 lo
 conocía.
 Compartir
 sexo
 era
 una
 cosa;
 compartir
 un
orgasmo...
¿Qué
había
estado
pensando?
Ella
se
puso
rígida.
—Escucha…
Su
 objeción
 murió
 cuando
 él
 tomó
 su
 clítoris
 entre
 sus
 labios
 y
chupó.
Su
 lengua
se
 movió
sobre
él.
 Sus
dedos
entraron
 y
 salieron,
más
rápido.
Más
fuerte.
Todo
dentro
de
ella
se
apretó
mientras
cada
toque
de
su
lengua,
cada
 estocada
 de
 sus
 dedos
 la
 empujaba
 más
 cerca.
 Sus
 caderas
intentaron
 levantarse,
 y
 él
 las
 presionó
 hacia
 abajo,
 chupó
 con
 más
fuerza
y
la
condujo
directamente
a
un
clímax
impactante.
Oleada
 tras
 oleada
 de
 placer
 estallaron
 dentro
 de
 ella,
 y
 ella
 se
apretó
 con
 fuerza
 alrededor
 de
 sus
 incisivos
 dedos,
 jadeando
 por
aire.
Su
lengua
continuó
hasta
que
ella
se
volvió
demasiado
sensible
y
gimió
en
protesta.
Él
 se
 detuvo.
 No
 cambió
 de
 posición.
 Incluso
 con
 los
 ojos
cerrados,
podía
sentir
la
intensidad
de
su
mirada.
Observándola.
Nunca
había
sido
objeto
de
un
foco
de
atención
tan
concentrado.
Parpadeando,
lo
miró.
Seguía
 arrodillado
 entre
 sus
 piernas,
 y
 cuando
 encontró
 su
mirada,
sus
labios
se
curvaron.
—Me
 gusta
 ver
 cuando
 te
 corres,
 Mallory.
 —Él
 le
 acarició
 la
cadera,
su
mano
cálida
y
dura—.
Ahora,
veamos
qué
tan
buena
es
tu
resistencia.
Todavía
 sonriendo
 levemente,
 acercó
 sus
 vaqueros,
 sacó
 un
condón
de
la
billetera,
lo
abrió
y
se
enfundó.
Levantando
 su
 cuerpo,
 él
 sacó
 suavemente
 sus
 brazos
 de
 detrás
de
ella
y
los
levantó
sobre
su
cabeza.
Ella
 quería
 abrazarlo,
 pero
 cuando
 se
 movió,
 él
 la
 miró
 con
 una
severa
mirada.
—Quédate
donde
te
puse,
mascota.
—Él
se
apuntaló,
su
brazo
al
lado
de
sus
muñecas,
y
cayó
sobre
ella.
Mientras
 se
 guiaba
 dentro
 de
 su
 coño,
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
 su
erección
era
tan
dura
y
grande
como
él.
Lentamente
y
con
firmeza,
la
penetró
unos
centímetros
antes
de
detenerse
para
estudiarla.
A
pesar
de
que
no
trató
de
resistirse,
era
muy
consciente
de
cómo
estaba
siendo...
tomada.
Ella
cerró
los
ojos.
Su
suave
gruñido
fue
una
objeción.
—No.
Dame
tus
ojos.
Ella
alzó
la
vista.
Su
mirada
azul
sujetó
la
de
ella
tan
inquebrantablemente
como
su
peso
la
mantenía
inmóvil
y
su
orden
retenía
sus
brazos
en
su
lugar.
Después
 de
 un
 segundo,
 él
 se
 movió,
 empalándola
 gradualmente.
Mientras
 la
 estiraba,
 la
 llenaba,
 la
 mantenía
 contenida,
 mental
 y
físicamente.
Nunca
nada
se
había
sentido
tan
íntimo.
Cuando
su
coño
latió
alrededor
de
su
polla,
su
cuerpo
tembló.
El
temblor
corrió
desde
lo
más
profundo
de
su
útero
hasta
la
punta
de
los
dedos.
Cuando
estuvo
profundamente
dentro
de
ella,
le
acarició
la
sien
con
la
punta
de
la
nariz.
—Lo
 hiciste
 bien,
 mascota.
 Maldición,
 te
 sientes
 jodidamente
bien.
Saber
 que
 lo
 había
 complacido
 provocó
 un
 cálido
 zumbido
dentro
de
ella,
y
Mallory
sonrió.
Sus
ojos
se
entrecerraron
e
hizo
un
sonido
pensativo.
Ella
 no
 tuvo
 la
 oportunidad
 de
 pensar
 en
 lo
 que
 eso
 significaba
antes
 de
 que
 él
 retirara
 su
 polla...
 y
 volviera
 a
 empujar
 aún
 más
profundamente.
 Tan
 grande.
 Ella
 se
 retorció
 al
 borde
 de
 la
incomodidad.
La
mirada
masculina
recorrió
su
rostro,
sus
brazos,
sus
hombros,
mientras
él
continuaba
follándola
lentamente.
Entonces,
 cuando
 ella
 se
 adaptó
 a
 su
 tamaño,
 el
 resbaladizo
deslizamiento
 se
 convirtió
 en
 puro
 placer.
 Todo
 dentro
 de
 ella
 se
convirtió
en
un
charco
fundido
de
lujuria.
—Mmm.
La
 sonrisa
 de
 él
 brilló,
 y
 aceleró
 el
 ritmo.
 Duro
 y
 rápido.
 Slam,
slam,
slam.
A
medida
que
la
presión
se
concentraba
dentro
de
ella,
su
clítoris
latía,
exigiendo
más.
Sus
caderas
se
levantaron
para
encontrarse
con
las
de
él,
tratando
de
frotarse
contra
él.
Y...
se
retiró.
¡No!
—Espera.
Tú…
Él
se
movió
hacia
un
lado
y
la
hizo
rodar
sobre
su
vientre.
El
alcohol
en
su
sistema
todavía
estaba
allí.
Su
cabeza
giró.
—¿Qué
estás
haciendo?
La
colocó
sobre
sus
manos
y
rodillas.
—Tranquila,
chica.
Esta
posición
será
mejor
para
ti.
—Con
manos
despiadadas,
 él
 separó
 ampliamente
 sus
 rodillas,
 encontró
 su
entrada
y
la
atravesó
con
una
estocada
fuerte
y
larga.
—Aaaah.
 —Su
 entrada
 despiadada
 fue
 una
 estallido
 de
 placer
impactante…
 y
 ella
 casi
 se
 corrió
 en
 ese
 instante—.
 Oh,
 más,
 por
favor.
—Su
clítoris
palpitaba,
le
dolían
los
senos.
Se
 inclinó
 sobre
 ella,
 su
 brazo
 izquierdo
 lo
 sostenía,
 con
 el
derecho
 le
 rodeaba
 la
 cintura,
 anclándola
 en
 el
 lugar.
 Su
 barbilla
frotaba
su
nuca
mientras
le
susurraba
al
oído:
—Te
 daré
 más.
 —Él
 movió
 su
 brazo
 derecho
 hacia
 abajo
 y
 sus
dedos
se
deslizaron
sobre
su
clítoris.
Ante
la
exquisita
sensación,
todo
su
coño
se
apretó
alrededor
de
su
polla,
y
él
se
rio.
—Agradable.
 Puedes
 hacerlo
 de
 nuevo.
 —Mientras
 entraba
 y
salía,
 trabajaba
 su
 clítoris,
 frotando
 firmemente
 un
 lado
 y
 luego
 el
otro.
Cuando
 su
 núcleo
 tembló,
 sus
 brazos
 se
 agotaron,
 enviándola
sobre
los
codos...
inclinando
su
culo
hacia
arriba.
Él
 soltó
 un
 retumbo
 su
 placer
 cuando
 se
 deslizó
 aún
 más
profundamente
dentro
de
ella.
Slam,
 slam,
 slam.
 Mientras
 se
 clavaba
 dentro
 de
 ella,
 sus
 dedos
frotaban
 y
 excitaban
 su
 clítoris
 hasta
 que
 se
 sentía
 inflamado
 al
punto
del
dolor.
Hasta
que
sus
músculos
se
apretaron
con
fuerza
en
torno
a
su
polla
con
el
tormento,
y
ella
estaba
desesperada
por
más,
vibrando
con
la
inminente
liberación.
—Ahhhhh.
 —Ella
 temblaba
 de
 necesidad.
 Cada
 caricia,
 cada
estocada
era
perfecta.
Maravillosa.
Y
no...
suficiente.
Su
héroe…
el
bastardo,
se
echó
a
reír.
—Continúa,
 cariño.
 —Sus
 dientes
 se
 cerraron
 sobre
 su
 hombro,
incluso
 mientras
 frotaba
 su
 clítoris
 y
 la
 follaba
 con
 fuerza.
 La
devastadora
 mezcla
 de
 sensaciones
 la
 atravesó,
 la
 engulló,
 y
 ella
 se
estaba
 corriendo,
 el
 placer
 indescriptible
 mientras
 el
 deslumbrante
esplendor
la
recorría
entera,
una
y
otra
vez.
Con
un
gruñido
complacido,
él
aumentó
el
ritmo
y
finalmente
se
empujó,
 incluso
 más
 profundo
 que
 antes.
 Ella
 se
 contrajo
fuertemente
en
torno
a
él
cuando
su
polla
se
sacudió
dentro
de
ella.
Después
de
un
largo
momento
donde
no
había
un
milímetro
de
espacio
entre
ellos,
él
se
retiró.
—Placentero.
 —Suavemente,
 rodó,
 aterrizándolos
 sobre
 sus
costados.
A
pesar
de
que
sus
músculos
estaban
flácidos,
no
podía
dejar
de
temblar.
Todo
lo
que
él
había
hecho...
ella
nunca
se
había
sentido
así
antes.
Controlada.
Tomada.
Corriéndose
tan
duro.
—Tranquila,
cariño.
—La
atrajo
hacia
él
con
la
espalda
contra
su
pecho
y
la
acunó.
Era
cálido
contra
ella,
casi
envolviéndola.
Con
una
mano,
le
acarició
el
hombro,
el
costado
y
los
senos,
mimándola
como
ella
haría
con
su
gato.
Segura,
 cálida
 y
 mimada.
 No
 era
 de
 extrañar
 que
 los
 felinos
ronronearan.
Capítulo
3
 

Cuando
 Mallory
 se
 durmió,
 Sawyer
 se
 desenredó
 a


regañadientes.
 La
 desventaja
 de
 los
 condones
 significaba
 levantarse
antes
de
que
su
polla
se
encogiera
demasiado.
Después
 de
 limpiarse
 en
 el
 baño
 principal,
 regresó
 a
 la
habitación...
 y
 vaciló.
 Su
 cuerpo
 lo
 instaba
 a
 meterse
 en
 la
 cama,
dormir
 una
 siesta
 y
 disfrutar
 de
 ella
 nuevamente.
 No
 le
 importaría
hacer
 un
 buen
 uso
 de
 los
 fantásticos
 arabescos
 de
 hierro
 en
 el
cabecero.
Le
había
gustado
que
la
sujetaran.
¿Cómo
reaccionaría
ella
con
 un
 verdadero
 bondage?
 Le
 gustaría
 volver
 a
 escuchar
 esos
lindos
gritos
que
hizo
cuando
llegó
al
clímax.
Y
maldita
sea,
quería
acurrucarla
durante
el
resto
de
la
noche.
Parte
de
su
mente
estaba
a
bordo
con
la
idea.
Era
una
mujer
a
la
que
 le
 gustaría
 conocer
 mejor.
 Especialmente
 después
 de
 darse
cuenta
 de
 que
 no
 solo
 era
 sumisa,
 sino
 una
 sumisa
 a
 la
 que
 le
encantaba
dar.
Complacer.
Ella
era
alguien
especial.
Sin
embargo,
él
sabía
que
no
debía
quedarse
aquí.
En
 las
 seis
 semanas
 desde
 su
 salida
 de
 prisión,
 había
 tenido
lecciones
feas
sobre
dónde
encajaba
en
el
mundo,
especialmente
con
las
mujeres.
Más
 concretamente,
 tenía
 una
 misión
 en
 esta
 ciudad.
 No
 tenía
derecho
 a
 involucrarse
 con
 una
 mujer.
 No
 ahora.
 Probablemente
nunca.
En
lugar
de
regresar
a
la
cama,
la
cubrió
con
la
suave
manta
que
estaba
a
los
pies.
Suspirando
suavemente,
ella
se
acurrucó
dentro
de
la
manta
y
se
la
 puso
 por
 delante,
 como
 si
 se
 hubiera
 acurrucado
 contra
 él.
 La
habitación
olía
a
sexo.
Inclinándose
 para
 tocar
 su
 suave
 y
 sedoso
 cabello,
 inspiró
 su
limpio
aroma
a
hierba
de
primavera
y,
joder,
quería
estar
dentro
de
ella
otra
vez.
Contrólate,
Ware.
A
 la
 tenue
 luz
 de
 la
 cocina,
 garabateó
 una
 nota,
 la
 dejó
 en
 la
encimera
y
salió
por
la
puerta
principal.
Un
 minuto
 después,
 él
 conducía
 por
 el
 camino
 de
 grava.
 En
 lo
alto
la
luna
llena
estaba
directamente
reflejando
su
luz
dorada
sobre
los
 amplios
 pastizales
 que
 había
 admirado.
 Al
otro
 lado
del
 valle
y
subiendo
 la
 cuesta
 estaban
 los
 graneros
 y
 la
 enorme
 casa
 de
 la
familia
Masterson.
Una
larga
cerca
entre
las
pasturas
brillaba
blanca
a
la
luz
de
la
luna,
y
entonces
había
dejado
atrás
la
pradera
y
estaba
en
la
propiedad
de
su
hermano.
Después
 de
 estacionarse
 junto
 a
 los
 otros
 dos
 vehículos,
 Sawyer
entró
a
la
casa,
se
quitó
las
botas
y
caminó
suavemente
por
el
suelo
de
madera.
Al
igual
que
la
casa
del
rancho
Ware
en
Idaho,
el
lugar
de
 su
 hermano
 estaba
 decorado
 en
 lo
 que
 Sawyer
 llamaba
 práctico
del
 oeste.
 Predominaban
 los
 colores
 rojo,
 marrón
 y
 blanco.
 Los
muebles
 de
 gran
 tamaño
 eran
 resistentes.
 Acentos
 nativos
americanos
y
una
chimenea
de
piedra
agregaban
belleza.
El
televisor
de
pantalla
plana
de
sesenta
pulgadas
era,
por
supuesto,
esencial.
—Es
 tarde,
 hermano.
 —Su
 hermano
 estaba
 tendido
 todo
 a
 lo
largo
del
sofá
de
cuero,
con
un
libro
en
la
mano—.
¿Estás
bien?
—Bien.
Me
detuve
para
intervenir
en
un
asalto.
Probablemente
te
enterarás
 por
 tus
 compañeros
de
la
 fuerza.
 —Sintiendo
dolor
 en
su
lado
 cicatrizado,
 Sawyer
 se
 sentó
 suavemente
 en
 un
 sillón
 rojo
oscuro.
 reclinándose
 con
 un
 gruñido
 de
 alivio,
 repasó
 los
 puntos
más
álgidos
de
la
batalla.
Satisfecho,
A icus
asintió.
—Mallory
y
Zoe
tuvieron
suerte
de
que
pasaras.
—Podría
haber
sido
feo.
—Dos
inocentes
estaban
bien
porque
él
había
estado
allí.
Eso
se
sintió
muy
bien.
La
sensación
de
satisfacción
se
desvaneció
mientras
estudiaba
a
su
hermano.
Solo
había
pasado
una
semana
desde
que
A 
había
recibido
una
barra
de
hierro
en
las
costillas.
En
la
tenue
luz,
las
líneas
en
su
rostro
parecían
más
profundas,
y
estaba
demacrado.
—Te
ves
como
una
mierda.
—Podría
haber
exagerado
un
poco
hoy.
—A 
se
acomodó
en
una
posición
más
cómoda—.
Juro
que
mis
costillas
rotas
no
me
dolieron
tanto
cuando
un
bronco
me
arrojó.
—Ese
año
tenías
dieciocho
años,
imbécil.
—Sawyer
también
había
tenido
su
parte
de
huesos
rotos,
cuando
montaban
en
el
rodeo.
A 
sonrió.
—Cierto.
 El
 bastardo
 de
 cuatro
 patas
 y
 corazón
 negro,
probablemente
me
mataría
ahora.
—Sí.
—La
semana
pasada,
bastardos
de
dos
patas
casi
lo
habían
hecho.
 Malditos
 imbéciles—.
 Toma
 una
 píldora
 para
 el
 dolor,
maldita
sea.
—Ya
lo
hice,
gracias.
Un
poco
de
Ibuprofeno.
Gin
insistió
antes
de
irse
a
la
cama.
Solo
estoy
esperando
que
haga
efecto
antes
de
unirme
a
ella.
—A 
inclinó
la
cabeza—.
¿Cuánto
tiempo
vas
a
estar
enojado
conmigo
por
ser
asaltado?
—Un
rato.
—Sawyer
frunció
el
ceño—.
Sabías
que
esos
bastardos
querían
 atraparte.
 La
 próxima
 vez,
 comprueba
 tu
 retaguardia,
cabeza
hueca.
—Sí.
 Cometí
 un
 error.
 —A 
 se
 encogió
 de
 hombros—.
 Y
 me
apalearon
para
hacerme
recordar
que
lo
hiciera
mejor.
Tranquilízate,
hermano.
Era
 difícil
 de
 hacer
 cuando
 su
 hermano
 estaba
 herido.
 Pero
 A
tenía
razón.
Sawyer
echó
la
cabeza
hacia
atrás
y
dejó
que
la
brisa
que
entraba
por
la
ventana
abierta
lo
enfriara.
Las
hojas
susurraban
en
el
bosque
invasor,
y
un
búho
ululó.
Eran
sonidos
pacíficos.
Muy
diferente
del
ruido
metálico
de
las
puertas
de
metal,
 las
 maldiciones
 de
 los
 reclusos
 y
 la
 pesada
 pisada
 de
 los
guardias
de
la
prisión
haciendo
sus
rondas.
¿Cuánto
tiempo
pasaría
antes
de
que
dejara
de
esperar
escuchar
los
sonidos
de
la
prisión?
A icus
marcó
su
página
y
estudió
a
Sawyer.
—La
 semana
 pasada,
 planeabas
 hablar
 con
 Jacob
 Wheeler
 sobre
mudarte
a
San
Francisco.
No
tuve
la
oportunidad
de
preguntarte
al
respecto.
El
consejero
de
la
prisión
de
Sawyer
había
servido
veinte
años
en
la
 infantería
 de
 la
 marina,
 y
 hablaban
 el
 mismo
 idioma.
 Como
Wheeler
también
tenía
una
consulta
privada,
Sawyer
había
seguido
con
él
después
de
ser
liberado.
—Sí,
hablamos.
—Se
quedó
mirando
fijamente
por
la
alta
ventana
delantera.
 Aunque
 afuera
 estaba
 oscuro,
 las
 cortinas
 estaban
abiertas,
 porque
 no
 había
 nadie
 alrededor.
 Sin
 vecinos.
 Sin
 tráfico.
Noche
tranquila.
Aire
limpio—.
Bear
Flat
va
a
guardar
rencor
contra
la
 prisión
 por
 un
 tiempo,
 y
 pensé
 que
 una
 ciudad
 tendría
 más
opciones
para
un
ex
convicto.
Los
ojos
de
A icus
se
agudizaron.
—¿Pero…?
—Wheeler
 me
 hizo
 pensarlo
 dos
 veces.
 —En
 realidad,
 Sawyer
había
planeado
irse...
hasta
que
A 
había
sido
atacado.
A icus
 esperó.
 Ambos
 aprendieron
 a
 tener
 paciencia
 en
 el
rancho.
 Los
 militares
 lo
 habían
 convertido
 en
 una
 necesidad.
 Ser
Dominantes
había
perfeccionado
la
habilidad
hasta
el
límite.
Sawyer
 se
 pasó
 una
 mano
 por
 el
 pelo
 corto
 y
 expuso
 algunas
razones,
honestas,
para
permanecer
en
Bear
Flat.
—No
 estoy
 seguro
 de
 poder
 vivir
 en
 una
 ciudad.
 Aunque
 el
anonimato
sería
bueno,
no
me
gustan
las
multitudes
o
el
tráfico.
—Lo
 entiendo.
 Es
 el
 efecto
 secundario
 de
 ser
 criado
 en
 un
espacioso
rancho.
O
de
un
año
en
prisión.
—Tal
vez.
—Si
 Héctor
 no
 hubiera
 vendido
 el
 rancho
 tan
 rápido,
 podrías
haber
ido
allí—especuló
A icus—.
¿Piensas
unirte
a
él
una
vez
que
se
mude
aquí?
—Es
mi
segunda
opción.
—Su
hermano
pequeño
había
manejado
el
Ware
Ranch
en
Idaho
hasta
que
una
ola
polar
congeló
la
mitad
de
la
 manada
 de
 reses.
 Harto,
 Héctor
 había
 vendido
 el
 rancho
 y
esperaba
comprar
una
extensión
en
las
laderas
de
la
Sierra.
—Héctor
 no
 estará
 lejos.
 —A 
 dejó
 el
 libro—.
 También
 sería
bueno
tenerte
cerca.
—¿Qué
tan
cerca?—preguntó
Sawyer
lentamente.
—Tan
cerca
como
para
que
pueda
atraparte.
Si
quieres
vivir
aquí,
podemos
construir,
como
lo
hicieron
los
Masterson
con
su
lugar.
Los
tres
hermanos
todavía
viven
allí.
Sawyer
 se
 aclaró
 el
 nudo
 de
 la
 garganta.
 Siempre
 había
 sabido
que
A 
lo
amaba,
pero
la
confirmación
era
dulce.
—No
voy
a
vivir
contigo,
hermano.
Sin
embargo...
escuché
que
el
lugar
al
oeste
de
tu
propiedad
está
en
venta.
—¿Lo
 está?
 —A 
 parpadeó—.
 Bueno,
 maldición,
 eso
 sería
jodidamente
fantástico.
¿Qué
harás
con
él?
—Tengo
algunas
ideas.
—Sawyer
se
levantó—.
Déjame
tomar
una
cerveza
y
te
las
contaré.
¿Quieres
una?
—Joder,
sí.
Sawyer
se
dirigió
a
la
cocina.
Esto
realmente
podría
funcionar.
A 
 se
 había
 mudado
 aquí
 para
 estar
 cerca
 de
 Sawyer
 mientras
estaba
en
prisión.
Por
supuesto,
siendo
A icus,
había
echado
raíces.
Había
 tomado
 un
 trabajo
 en
 la
 fuerza
 policial,
 compró
 suficiente
tierra
para
pastar
un
par
de
caballos
y
se
hizo
de
amigos.
Encontró
una
mujer.
Bear
Flat
era
el
hogar
de
A .
Ahora...
tal
vez...
sería
el
de
Sawyer.
Tenía
que
encontrar
un
trabajo.
Aun
así,
su
consejero
tenía
razón.
No
le
iría
bien
estando
encerrado
en
un
edificio.
Necesitaba
estar
al
aire
 libre,
 tener
 espacio
 y
 soledad.
 La
 tierra
 y
 el
 ganado
 estaban
 en
su
sangre.
También
 necesitaba
 una
 base
 para
 operar
 mientras
 echaba
 a
 los
jodidos
Aryan
Hammers
de
la
ciudad
de
A icus.
***

Como
siempre,
Mallory
se
despertó
al
amanecer.
Bostezando,
se
sentó
y
comenzó
a
estirarse.
Oh,
 dolor.
 Su
 cuerpo
 se
 sentía
 como
 si
 se
 hubiera
 caído
 por
 un
tramo
 de
 escaleras.
 Y
 su
 cabeza.
 Todo
 junto.
 Una
 entidad
 malvada
llamada
Scotch
había
apretujado
su
cerebro
dentro
del
cráneo
de
la
misma
 manera
 en
 que
 el
 abuelo
 siempre
 había
 sobrecargado
 la
lavadora.
¿Volvería
 el
 abuelo
 a
 perseguirla
 si
 ella
 vertía
 su
 precioso
Glenfiddich
 por
 el
 desagüe?
 Con
 cautela,
 sacudió
 la
 cabeza
 y
recordó
cómo
había
llenado
su
vaso.
Dos
veces.
Sus
labios
se
curvaron.
Resaca
o
no,
el
sexo
había
valido
la
pena.
Becca
tenía
mucha
razón.
Después
 de
 otro
 bostezo,
 miró
 a
 su
 alrededor.
 La
 luz
 del
 sol
brillaba
 sobre
 las
 paredes
 azul
 pálido
 y
 sobre
 el
 suelo
 de
 madera.
Estaba
cubierta
por
su
manta
de
chenilla,
había
dormido
encima
de
la
colcha
blanca
y
mullida.
Sola.
¿A
dónde
se
había
ido
su
salvador?
Ella
escuchó
por
un
minuto.
Completo
silencio.
Se
 había
 ido.
 La
 decepción
 la
 recorrió.
 Le
 hubiera
 gustado
despertarse
a
su
lado.
Sintiendo
sus
 músculos
contra
ella.
Escuchar
su
voz
suave
y
ronca.
Él
tendría
una
barba
rasposa,
y
ella
podría
ver
la
risa
que
a
veces
aparecía
en
sus
ojos.
Vería
la
forma
en
que
él
la
había
observado.
Presionado.
Ser
presionada
había
sido...
emocionante.
Recordó
cómo
su
peso
la
 había
 inmovilizado
 contra
 el
 colchón.
 Qué
 asombroso
 se
 había
sentido
cuando
no
pudo
mover
los
brazos.
Sin
embargo,
no
la
había
asustado.
 Sabía
 que
 se
 detendría
 si
 ella
 se
 oponía,
 y
 tenerlo...
dominando...
 su
 tiempo
 juntos
 había
 satisfecho
 una
 extraña
necesidad
dentro
de
ella.
Quiero
más.
Tal
vez
podría
encontrarse
con
él
para
tomar
un
café
o
almorzar.
Conocerlo
 y
 ver
 si
 era
 tan
 agradable
 fuera
 de
 la
 cama
 como
 dentro
de
ella.
Porque,
sonrió
levemente,
él
la
atraía.
Era
valiente,
honesto
y
protector.
 Tenía
 sentido
 del
 humor.
 Era
 cortés.
 Y,
 oh,
 su
 aura
 era
hermosa.
Todo
dentro
de
ella
decía
que
podía
ser
alguien
especial
para
ella,
pero...
bueno,
no
era
una
tonta.
Debería
conseguir
conocerlo.
Hablar
 con
 él.
 La
 conversación
 liviana
 y
 el
 coqueteo
 no
 eran
 su
fuerte.
 No
 obstante,
 estaba
 dispuesta
 a
 intentarlo.
 Tal
 vez
 podría
llamarlo.
Sus
pensamientos
se
detuvieron.
Llamar...
¿a
quién?
Se
dejó
caer
hacia
 atrás,
 haciendo
 que
 el
 martilleo
 de
 su
 cabeza
 fuese
 aún
 más
fuerte.
 Hablando
 de
 una
 idiota.
 No
 solo
 se
 había
 acostado,
 había
follado,
con
un
hombre
que
acababa
de
conocer
y
ni
siquiera
le
había
preguntado
el
nombre.
Oh,
 guau.
 Dos
 puntos
 menos
 por
 traer
 a
 un
 extraño
 a
 casa.
 Dos
puntos
menos
por
dejarlo
entrar
a
la
casa.
Dos
puntos
más
perdidos
por
emborracharse.
Dos
menos
por
tener
sexo
en
una
primera
cita…
no,
no,
espera,
ni
siquiera
fue
una
cita.
Cuatro
puntos,
entonces.
Y
al
menos
 una
 docena
 de
 puntos
 menos,
 por
 ni
 siquiera
 enterarse
 del
nombre.
Puta
 no
 era
 una
 palabra
 que
 tolerara,
 pero
 probablemente
merecía
una
camiseta
con
la
inscripción
CHICA
MALA,
MALA.
En
letras
rojo
brillante.
Lanzando
un
suspiro
lastimoso,
se
deslizó
fuera
de
la
cama
y
se
puso
la
bata.
Una
tetera
la
estaba
llamando.
En
la
cocina,
notó
la
nota
en
la
encimera.
—Gracias
 por
 la
 recompensa.
 —Sin
 nombre.
 Sin
 número.
 Su
significado
era
tan
claro
como
una
bofetada.
Cuando
 la
 parte
 inferior
 de
 su
 estómago
 cayó
 y
 las
 lágrimas
brotaron
 en
 sus
 ojos,
 se
 dio
 cuenta
 de
 su
 error.
 Nunca
 antes
 había
tenido
una
aventura
de
una
noche
con
un
extraño...
y
todavía
no
lo
había
hecho.
El
 no
 había
 sido
 un
 extraño
 para
 ella,
 era
 el
 hombre
 que
 ella
había
esperado.
Y
anoche
había
sido
un
sueño
hecho
realidad.
Para
 él,
 había
 sido
 sexo
 vacío...
 con
 alguien
 que
 no
 significaba
nada.
Todos
 los
 músculos
 alrededor
 de
 su
 corazón
 le
 dolían
 mientras
respiraba
lenta
y
cuidadosamente.
Ella
había
cometido
un
error.
No
era
el
primero
y
no
sería
el
último.
Sigue
adelante.
Su
gato,
Aslan,
entró
a
la
cocina
y
saltó
al
taburete
azul
en
la
isla
de
la
 cocina.
 Como
un
 león,
movió
su
cola
dorada
en
una
 evidente
expresión
de
molestia.
Ella
logró
sonreír.
—Sí,
traje
un
extraño
a
tu
casa
y
no
te
lo
presenté.
Sin
embargo,
puedes
relajarte.
No
volverá
a
suceder.
—Bajo
sus
ojos
severos,
ella
rompió
la
nota—.
Listo.
Todo
se
ha
ido.
Sus
 labios
 temblaron
 por
 un
 segundo
 antes
 de
 levantar
 la
barbilla.
—¿No
es
lindo
que
Becca
me
haya
dado
un
nuevo
libro
para
leer?

Capítulo
4
 

Cinco
 semanas
 después,
 con
 su
 hermano
 a
 su
 lado,
 Sawyer


caminaba
por
la
línea
del
alambrado.
Su
alambrado.
La
posesividad
y
el
orgullo
brotaban
dentro
de
él
sabiendo
que
cada
paso
dado
era
en
 su
 propia
 tierra.
 El
 ardiente
 sol
 de
 mediados
 de
 septiembre
 le
calentaba
 los
 hombros,
 pero
 dentro
 de
 un
 par
 de
 meses,
 habría
nieve.
 No
 podía
 esperar
 para
 ver
 cambiar
 las
 estaciones
 de
 otoño
 a
invierno,
y
en
la
primavera,
sus
pastos
se
llenarían
de
caballos.
A icus
sonrió.
—Tuve
la
misma
reacción
cuando
compré
mi
casa.
Sawyer
 inspiró
 profundamente
 el
 aire
 limpio
 y
 contempló
 la
larga
 extensión
 de
 la
 pradera.
 Cuatro
 propiedades
 compartían
 el
valle
montañoso,
que
tenía
la
pastura
más
fina
de
la
zona.
Un
arroyo
corría
 durante
 todo
 el
 año,
 atravesaba
 los
 pastos
 de
 los
 Masterson,
cruzaba
el
suyo
y
bordeaba
el
lugar
de
Mallory.
Un
 halcón
 posado
 en
 un
 poste
 del
 alambrado
 le
 dirigió
 una
mirada
de
evaluación
antes
de
volver
su
mirada
a
la
zanja
al
lado
del
camino.
—Se
 siente
 bien
 estar
 de
 regreso
 en
 California—dijo
 Sawyer.
Había
sido
extraño
darse
cuenta
de
que
Idaho,
ya
no
se
sintió
como
su
 hogar.
 Ellos
 acababan
 de
 pasar
 allí
 un
 mes
 en
 el
 recientemente
vendido
 Ware
 Ranch,
 ayudando
 a
 su
 hermano
 menor
 a
 prepararse
para
mudarse.
—Sí,
 extrañé
 estar
 aquí.
 Aunque
 si
 Gin
 no
 se
 hubiera
 unido
 a
nosotros
 durante
 un
 par
 de
 semanas,
 habría
 regresado
 antes.
 —
A icus
 levantó
 una
 ceja
 cínica—.
 También
 me
 di
 cuenta
 de
 algo.
Después
 de
 que
 me
 atacaron,
 me
 quisiste
 fuera
 de
 la
 ciudad
 hasta
que
se
me
curaron
las
costillas.
Apuesto
a
que
convenciste
a
Héctor
para
que
nos
llamara
y
nos
pidiera
ayuda
para
cerrar
la
compra
del
rancho.
¿Estoy
en
lo
cierto?
—Sí.
 —Sawyer
 sonrió—.
 Eres
 un
 buen
 detective,
 hermano.
Además,
Héctor
necesitaba
ayuda.
Hablando
 de
 ayuda...
 Sawyer
 miró
 a
 su
 alrededor
 e
 hizo
 una
mueca
ante
los
alambrados
rotos.
—Tengo
 la
 impresión
 de
 que
 tu
 extensión
 estaba
 en
 mejores
condiciones
cuando
la
compraste.
La
mía
va
a
tomar
un
montón
de
trabajo.
—El
enorme
establo
estaba
deteriorado
y
la
pequeña
cabaña
de
 troncos
 no
 estaba
 mucho
 mejor—.
 Al
 menos
 los
 edificios
 son
estructuralmente
sólidos.
A icus
asintió
con
la
cabeza.
—Pensé
 que
 eras
 demasiado
 optimista
 cuando
 propusiste
 esto,
pero
 cuanto
 más
 lo
 pienso,
 más
 me
 gusta.
 —Asintió
 con
 la
 cabeza
hacia
 la
 enorme
 casa
 y
 granero
 de
 los
 Masterson
 al
 otro
 lado
 del
alambrado
 norte—.
 Si
 pudieras
 convencerlos
 de
 que
 te
 permitieran
manejar
su
ganado,
tendrías
una
buena
fuente
de
ingresos.
—Ya
veremos.
—El
plan
de
Sawyer
era
criar,
entrenar
y
alquilar
caballos
 para
los
 diversos
 negocios
 de
guías
 en
el
 área.
 Sus
vecinos
de
 allí
 dirigían
 el
 Masterson
 Wilderness
 Guides,
 y
 si
 le
 alquilaban
caballos
 de
 paseo,
 tendría
 una
 buena
 ventaja.
 Una
 familia
 muy
respetada
que
había
estado
aquí
por
generaciones.
Cuando
él
y
A icus
pasaron
junto
al
establo
rumbo
a
la
casa,
su
hermano
negó
con
la
cabeza.
—Tu
 cabaña
 es
 un
 jodido
 desastre,
 hermano.
 Quédate
 con
nosotros
hasta
que
la
arregles.
—Nah.
Mientras
no
gotee
y
la
calefacción
funcione,
estoy
bien.
—
Una
 pena
 que
 el
 elegante
 director
 ejecutivo
 no
 hubiera
 invertido
dinero
en
mantener
el
lugar.
Sawyer
miró
hacia
el
final
del
camino,
preguntándose
si
Mallory
había
 oído
 que
 tenía
 un
 nuevo
 vecino.
 Maldición,
 sería
 más
 fácil
olvidarla
si
no
viviera
tan
cerca.
Si
no
recordara
la
sensación
de
ella
cada
vez
que
veía
su
casa.
Sacudió
la
cabeza.
Concéntrate,
Ware.
q
—Necesito
que
me
reparen
esa
mierda
antes
de
traer
los
caballos
la
 próxima
 primavera.
 —Dado
 que
 los
 valores
 inmobiliarios
 en
 el
área
habían
caído
en
picada
con
el
cierre
de
la
prisión,
y
dado
que
la
venta
del
rancho
de
Idaho
significaba
que
podía
ofrecerle
dinero
en
efectivo,
había
conseguido
un
gran
negocio.
Ahora
todo
lo
que
tenía
que
hacer
era
hacerlo
funcionar.
Comenzando
con
las
reparaciones.
Él
frunció
el
ceño.
Cualquier
cosa
más
que
carpintería
básica
estaría
más
 allá
 de
 su
 nivel
 de
 habilidad—.
 Parece
 que
 necesito
 un
contratista
general.
¿Alguna
sugerencia?
—Solo
 hay
 dos
 en
 la
 ciudad,
 ambos
 son
 competentes.
Probablemente
 hambrientos
 en
 este
 momento,
 considerando
 la
economía.
 —A icus
 miró
 su
 reloj—.
 Necesitamos
 ponernos
 en
marcha.
Gin
ya
salió
del
trabajo.
Sawyer
 asintió
 con
 la
 cabeza.
 Iban
 a
 encontrase
 en
 el
ClaimJumper
para
celebrar
el
cierre
de
la
transacción
inmobiliaria.
Sus
 labios
 se
 apretaron.
 La
 última
 vez
 que
 habían
 estado
 en
 la
taberna,
A 
había
sido
pateado
en
el
culo.
Ahora
volvería
a
trabajar,
lo
que
lo
pondría
en
riesgo.
Era
hora
de
expulsar
a
los
Aryan
Hammers
de
Bear
Flat.
Sawyer
sonrió
levemente.
Debería
ser
interesante,
si
nada
más.
Girándose,
A 
le
dio
una
palmada
en
el
hombro.
—Podría
haber
algunas
mujeres
bonitas
en
la
taberna.
—Jesús,
 A ,
 ¿estás
 cambiando
 de
 profesión
 a
 casamentero?
 —
Sawyer
 negó
 con
 la
 cabeza—.
 Las
 mujeres
 escapan
 de
 mí.
 —O
 él
conseguiría
 a
 las
 que
 querían
 un
 polvo
 peligroso
 como
 la
 bella
Mallory.
Intentando
sacarla
de
su
mente,
había
accedido
en
contadas
ocasiones
 desde
 entonces,
 pero...
 ella
 estaba
 atascada
 en
 su
 mente.
¿No
 se
 imaginó
 que
 sería
 su
 vecina?—.
 Al
 menos
 las
 buenas
escapan.
Al
parecer,
al
oír
el
filo
de
su
voz,
A icus
puso
una
mano
sobre
el
hombro
de
Sawyer.
y
—Sabes
 cómo
 funcionan
 las
 pequeñas
 ciudades.
 Serás
 de
 mala
reputación
 por
 un
 tiempo,
 luego
 la
 temporada
 de
 prisión
 se
convertirá
en
una
interesante
historia
pasada.
Sin
embargo,
lleva
su
tiempo.
—Sí.
 —A icus
 tenía
 razón.
 Con
 el
 tiempo,
 su
 pasado
 sería
 de
menos
interés
que
el
presente
y
el
futuro.
Maldita
sea
si
no
se
haría
un
futuro
brillante.

Capítulo
5
 

El
 viernes
 por
 la
 noche,
 Mallory
 abrió
 una
 segunda
 botella
 de
vino
 y
 cruzó
 su
 gran
 habitación
 donde
 Becca
 y
 Kallie
 descansaban
frente
 al
 fuego.
 Era
 su
 cumpleaños,
 y
 sus
 amigas
 se
 habían
presentado
inesperadamente
con
vino
y
comida
para
celebrar.
Cuando
 Mallory
 llenó
 los
 vasos,
 Kallie
 recogió
 el
 suyo.
Acurrucada
en
un
rincón
del
sofá
cubierto
con
una
funda
blanca,
la
pequeña
 morena
 parecía
 un
 gatito
 contento.
 Aslan
 se
 tumbaba
desgarbadamente
 sobre
 la
 otra
 mitad
 del
 sofá.
 Un
 gato
 gigante,
esponjoso
y
naranja.
Quitándose
el
pelo
rojo
de
la
cara,
Becca
bebió
un
poco
de
vino
y
apoyó
 las
 largas
 piernas
 sobre
 la
 mesa
 de
 café.
 Su
 aura
 dorada
 era
un
suave
y
radiante
resplandor
a
su
alrededor.
—Entonces,
 Mallory,
 ¿alguna
 vez
 encontraste
 algún
 material
 de
héroe?
 —Ella
 echó
 un
 vistazo
 a
 Kallie—.
 Ella
 vio
 mis
 libros
pervertidos
y
me
dijo
que
estaba
esperando
un
héroe.
—Ah.
 —Kallie
 sonrió—.
 Los
 tipos
 que
 vienen
 a
 practicar
senderismo
 y
 escalada
 son
 bonitos
 aficionados.
 ¿Quieres
 que
 te
traiga
alguno
hasta
aquí?
Vives
lo
suficientemente
cerca,
después
de
todo.
La
 idea
 de
 que
 Kallie
 cruzara
 la
 tierra
 baja
 seguida
 de
 una
manada
de
machos
fue
suficiente
para
hacer
que
Mallory
se
ahogara.
—Qué...
encantadora...
oferta.
No.
De
veras
no.
—Después
de
un
segundo,
ella
agregó
un
cortés—.
Gracias.
Becca
se
echó
a
reír.
—Semejante
expresión.
Como
si
Kallie
estuviera
ofreciendo
traer
un
paquete
de...
¿cómo
se
llamaban?
Orcos.
Mallory
le
dirigió
a
Kallie
una
mirada
severa.
—Orcos,
no.
Tráeme
a
Aragorn,
o
a
Éomer,
o
nada.
—Sí,
 señora.
 —Kallie
 agitó
 su
 copa
 de
 vino
 en
 un
 saludo—.
 Se
toma
 nota
 de
 la
 solicitud.
 Hay
 un
 pequeño
 inconveniente.
 ¿Alguna
vez
has
encontrado
a
un
hombre
tan
cercano
a
tus
especificaciones?
El
 recuerdo
 del
 hombre,
 el
 hombre
 sin
 nombre,
 atravesó
rápidamente
 la
 mente
 de
 Mallory,
 seguida
 de
 una
 oleada
 de
 calor
que
le
llegó
directamente
a
la
cara.
—Oh,
Dios
mío,
lo
hiciste.
—Becca
se
sentó
derecha—.
¿Quién
es
él?
¿Lo
conocemos?
Tú…
—No.
 —La
 declaración
 plana
 de
 Mallory
 silenció
 el
 entusiasmo
—.
En
realidad,
él
era
solo
un
tipo
que
iba
de
pasada.
—Ella
desde
entonces
 no
 lo
 había
 visto
 en
 la
 ciudad—.
 Fue
 un
 tiempo
 atrás—
inclinó
 la
 cabeza
 hacia
 Becca—,
 según
 lo
 ordenado,
 me
 entregué
 a
una
aventura
de
una
noche.
—¿Según
 lo
 ordenado?
 —Kallie
 miró
 a
 Becca
 con
 consternación
—.
¿Pensaste
que
Mallory
debería
tener
sexo
casual?
Becca
tenía
una
expresión
infeliz.
—No
pensé
que
realmente
lo
harías.
Mallory
frunció
el
ceño.
—Otras
mujeres
lo
hacen,
y
no
es
gran
cosa.
No
es
que
sea
virgen,
¿así
que
por
qué
estás
conmocionada?
Kallie
sacudió
la
cabeza.
—Tú
 solo,
 puede
 que
 sea
 yo,
 pero
 todo
 lo
 que
 haces
 tiene...
bueno,
 importancia,
 supongo.
 No
 puedo
 imaginar
 que
 vayas
 por
sexo
vacío.
Porque
ella
no
lo
hacía,
y
no
había
sido
vacío,
al
menos
para
ella.
Aunque
lo
hubiera
sido
para
él.
—¿Estás
bien?
¿Él
fue
amable?
No
te
lastimó,
¿verdad?
—La
boca
de
Becca
se
apretó.
Bajo
las
miradas
preocupadas
de
ellas,
se
encogió
de
hombros.
—Fue
 divertido
 y
 buen
 sexo,
 pero
 no,
 no
 es
 algo
 que
 volveré
 a
hacer.
 En
 cambio,
 encontré
 algo
 diferente.
 —Sus
 labios
 se
 curvaron
—.
¿Recuerdas
el
libro
que
me
diste,
Becca?
Por
el
sol
y
las
estrellas,
fue
 increíble.
 Ahora
 tengo
 toda
 una
 estantería
 de
 romances
 BDSM
pervertido.
La
boca
de
Kallie
se
abrió,
entonces
soltó
una
risita.
—Estás
corrompiendo
a
los
lugareños,
chica
citadina.
—Estoy
 haciendo
 mi
 mejor
 esfuerzo.
 —Becca
 movió
 su
 vaso
hacia
 Mallory—.
 Avísame
cuando
 quieras
 hacer
 más
 que
 leer
sobre
BDSM.
—Ajá.
 —Cuando
 probablemente
 sería
 nunca.
 Mallory
 se
 inclinó
hacia
delante
y
volvió
a
llenar
los
vasos—.
Bebe
y
podemos
cortar
el
pastel.
Becca
 tomó
 un
 sorbo
 y,
 afortunadamente,
 encontró
 un
 nuevo
tema.
—¿Compraste
 muebles
 nuevos?
 —Ella
 dio
 unas
 palmaditas
 a
 la
silla
cubierta
con
una
funda
de
flores.
—No,
acabo
de
colocarle
una
funda
al
sofá
y
a
las
sillas.
Aunque
la
 tapicería
 estaba
 sucia,
 los
 muebles
 de
 la
 abuela
 son
 lo
suficientemente
 resistentes.
 —Mallory
 miró
 a
 su
 alrededor
 y
 sonrió
—.
 La
 última
 vez
 que
 Serena
 estuvo
 aquí,
 llamó
 a
 esto
 “chic
zaparrastroso”,
 lo
 que
 suena
 bastante
 insultante,
 pero
 al
 menos
implica
que
planeé
la
decoración
de
esta
manera.
—Me
encanta
cómo
se
ve
tu
casa—dijo
Becca—.
La
decoración
de
una
casa
de
campo
francesa,
diría
yo.
La
sensación
es
muy
ligera
y
aireada.
La
 sonrisa
 de
 Mallory
 se
 desvaneció.
 Después
 de
 que
 murió
 el
abuelo,
 se
 había
 hartado
 de
 remodelar,
 más
 para
 llenar
 el
 silencio
vacío
que
por
cualquier
deseo
artístico.
Había
quitado
la
mayoría
de
las
paredes
de
la
planta
baja...
y
había
continuado
compulsivamente.
—La
decoración
simplemente
sucedió.
Cuando
agregué
la
terraza
acristalada
 y
 puse
 ventanas
 más
 grandes
 en
 la
 sala
 de
 estar,
 el
aumento
de
la
luz
hizo
que
el
viejo
sofá
marrón
se
viera
feo.
Así
que
lo
enfundé
de
lino
blanco.
Entonces
las
sillas
a
cuadros
marrones
se
veían
mal.
Así
que
les
puse
unas
flores
color
pastel.
Miró
 el
 follaje
 desbordado
 en
 las
 ventanas
 y
 las
 esquinas
 con
tristeza.
—Las
plantas
no
son
mi
culpa.
Honestamente.
Ellas
simplemente
migran.
No
estoy
segura
de
cómo.
Kallie
sonrió.
—Porque
 cada
 vez
 que
 descubres
 una
 nueva
 planta,
 no
 puedes
resistirte
a
propagarla
y
terminar
con
una
docena.
—Ella
asintió
con
la
 cabeza
 hacia
 la
 fila
 de
 violetas
 africanas
 en
 el
 alféizar
 de
 una
ventana—.
Como
esas.
—Es
cierto.
Espero
que
tú
y
Becca
se
lleven
un
par,
por
cierto.
—Siempre.
—Becca
sonrió—.
Logan
finalmente
dejó
de
fruncir
el
ceño
a
las
plantas
que
puse
en
el
albergue.
De
hecho,
admitió
que
la
habitación
 principal
 parece
 más
 amigable
 y
 que
 los
 invitados
 están
más
cómodos.
Toda
una
concesión
para
un
hombre
tan
aterrador.
Así
como
las
plantas
 amigables
 podían
 convertir
 el
 albergue
 en
 un
 lugar
 más
acogedor,
 el
 amor
 de
 Becca
 había
 transformado
 al
 dueño
 en
 algo...
algo...
menos
intimidante.
Buen,
buen
trabajo.
—Hora
 de
 pastel,
 chica
 cumpleañera.
 
 —Dejando
 su
 vaso
 en
 el
suelo,
 Kallie
 se
 inclinó
 hacia
 delante
 y
 comenzó
 a
 colocar
 velas
verdes
en
el
 pastel
 de
cumpleaños
con
 glaseado
 blanco,
 más
 y
 más
velas.
Mallory
puso
los
ojos
en
blanco.
—Eso
no
es
un
pastel;
es
un
bosque.
Becca
resopló.
—Conozco
el
sentimiento.
—¿Has
 notado
 cómo
 la
 montaña
 debajo
 del
 “bosque”
 tuvo
 un
deslizamiento
de
tierra?
—Kallie
señaló
la
forma
en
que
el
pastel
se
derrumbaba
hacia
un
lado—.
Morgan
cerró
la
puerta
tan
fuerte
esta
mañana
que
es
una
maravilla
que
solo
se
cayera
el
pastel.
Mallory
frunció
el
ceño.
—Cerrar
de
un
golpe
las
puertas
suena
más
como
a
Wya 
que
a
Morgan.
—Morgan
era
un
año
más
joven
y
más
tranquilo
que
Wya .
—Ya
 no.
 El
 estado
 de
 ánimo
 de
 Morgan
 se
 ha
 ido
 deteriorando
lentamente
desde
que
Wya 
se
fue
a
Etiopía.
—Apuesto
 a
 que
 Morgan
 todavía
 está
 en
 estado
 de
 shock.
 —Y
solo.
 Los
 hermanos
 tenían
 una
 diferencia
 de
 edad
 de
 un
 año
 y,
aparte
de
cuando
conducían
recorridos
por
el
desierto
en
el
interior
del
país,
rara
vez
estaban
separados.
—Lo
está,
y
también
muy
gruñón.
—Kallie
le
quitó
un
trozo
del
glaseado
y
se
lo
metió
en
la
boca
antes
de
sonreírle
a
Mallory—.
Será
mejor
 que
 te
 mantengas
 fuera
 de
su
alcance.
 Te
culpa
 por
 alentar
 a
Wya 
a
unirse
a
un
cuerpo
militar
de
voluntarios.
—Espera
un
minuto.
No
lo
animé.
Le
dije
que
debería
hablar
con
un
consejero.
—¿En
serio?
Pensé…
—En
 serio.
 Cuando
 él
 insistió
 en
 irse,
 busqué
 por
 ahí
 ya
 que
todavía
tengo
un
contacto
de
cuando
serví
en
el
Cuerpo
de
Paz.
Ella
le
 recomendó
 una
 organización
 capaz
 de
 procesar
 su
 solicitud
rápidamente
y
dispuesta
a
aceptar
solo
seis
meses
de
su
tiempo.
De
lo
contrario,
se
habría
ido
dos
años
como
yo.
—Oh,
 guau.
 Se
 lo
 diré
 a
 Morgan.
 —Kallie
 sacudió
 la
 cabeza—.
Me
siento
terrible
por
Wya ...
y
todavía
me
molesta
cómo
se
fue
en
medio
 de
 nuestra
 temporada
 más
 ocupada.
 Quiero
 abrazarlo
 y
golpearlo,
y
sé
que
Morgan
siente
lo
mismo.
Becca
sacudió
la
cabeza.
—Pobre
Morgan...
y
pobre
Wya .
Pobre
 Wya ,
 ciertamente.
 El
 corazón
 de
 Mallory
 se
 fue
 con
 él.
Durante
 la
 fuga
 de
 la
 cárcel
 en
 junio,
 los
 convictos
 que
 habían
escapado
 se
 dirigieron
 a
 las
 montañas
 con
 dos
 rehenes.
 Una
 de
 las
trabajadoras
sociales
era
la
novia
de
A icus,
y
como
Wya 
y
Morgan
conocían
 el
 campo
 como
 nadie
 más,
 se
 habían
 ido
 a
 él.
 Durante
 el
sangriento
rescate,
Wya 
había
matado
a
uno
de
los
convictos.
Después,
Wya 
había
estado...
diferente.
Había
venido
a
su
casa
a
menudo
 para
 sentarse
 en
 su
 habitación
 del
 jardín
 de
 meditación.
Buscando
paz.
La
muerte
había
traumatizado
al
gran
guía
de
tierras
salvajes.
Ella
había
entendido
su
necesidad
de
hacer
las
paces
con
el
universo,
aunque
el
tipo
duro
nunca
admitiría
tal
cosa.
Durante
 sus
 meditaciones
 matutinas
 en
 estos
 días,
 ella
 incluía
oraciones
para
que
él
encontrara
la
paz
que
estaba
buscando.
—Vale.
Treinta
velas.
—Kallie
encendió
las
velas
y
Becca
se
unió
a
ella
para
cantar
la
obligatoria
canción
de
cumpleaños.
Mientras
 Mallory
 se
 inclinaba
 hacia
 adelante
 para
 apagar
 el
incendio
forestal,
su
corazón
brillaba
de
felicidad.
Ningún
regalo
de
cumpleaños
podría
igualar
el
regalo
de
la
amistad.
—Oye,
primero
pide
un
deseo—dijo
Becca.
—Correcto.
—Un
deseo.
¿Qué
necesitaba
ella?
Quiero
al
abuelo
de
vuelta.
Lamentablemente,
ese
deseo
no
era
uno
que
ella
pudiera
tener.
Entonces,
 ¿qué
 más
 sería?
 En
 general,
 tenía
 una
 buena
 vida.
Amaba
su
trabajo,
su
ciudad,
a
sus
amigos
y
su
hogar
en
la
montaña.
Bien,
 tal
 vez
 estaba
 sola
 de
 vez
 en
 cuando,
 y
 un
 poco
 envidiosa
 de
sus
 amigas
 que
 habían
 encontrado
 hombres.
 Y
 tal
 vez
 quisiera
 un
bebé,
uno
tan
adorable
como
el
Ansel
de
Becca.
Bueno,
 ella
 tenía
 un
 deseo,
 ¿no?
 Sintiéndose
 como
 una
 traidora
de
las
feministas
de
todas
partes,
envió
su
deseo
al
éter.
Quiero
 un
 esposo
 protector,
 fuerte
 y
 seguro,
 uno
 que
 piense
 que
 soy
maravillosa,
y
también
quiero
a
sus
hijos.
Quiero
que
una
familia
llene
esta
casa
de
risas
y
amor.
Cuando
el
anhelo
se
hizo
lo
suficientemente
fuerte
como
para
que
le
doliera
el
pecho,
apagó
las
velas.
Cada
una
de
ellas.

Capítulo
6
 

Al
día
siguiente,
con
un
saco
de
comida
para
gatos
en
la
cadera,
Mallory
 caminó
 a
 través
 de
 la
 tienda
 de
 alimentos
 para
 animales,
respirando
el
aroma
del
cuero
de
la
esquina
llena
de
tachuelas,
y
la
fragancia
seca
del
heno
y
los
granos
de
la
habitación
de
atrás.
Sin
 ningún
 tipo
 de
 autocontrol,
 se
 desvió
 hacia
 el
 centro
 de
 la
habitación,
 donde
 un
 recinto
 iluminado
 contenía
 varios
 gatitos.
Gratis
para
un
buen
hogar
estaba
escrito
en
el
exterior.
Había
 tres
 gatitos
 amarillos
 junto
 con
 dos
 negros
 y
 blancos.
Todos
esponjosos
con
pequeñas
colas
levantadas.
Ante
la
oleada
de
gatitos
ansiosos,
Mallory
sacudió
la
cabeza.
Honestamente,
ella
sabía
que
no
debía
haber
venido
a
verlos.
Aslan
tendría
un
ataque
si
le
llevara
uno
a
casa.
—¡Gatitos!
 —Heath
 Simmons,
 de
 siete
 años,
 corrió
 y
 apretó
 la
nariz
 contra
 el
 cristal.
 Los
 niños
 siempre
 querían
 jugar
 con
 los
cachorros
y
los
gatitos...
por
eso
al
recinto
de
cristal
lo
habían
puesto
tan
alto.
Mallory
le
sonrió
al
niño.
Cabello
castaño
enredado,
pecas
y
nariz
respingona.
Era
demasiado
lindo
para
las
palabras.
El
tono
púrpura
de
su
aura
decía
que
sería
bueno
con
los
animales.
—¿Quieres
sostener
a
uno?
El
vigoroso
asentimiento
del
niño
lo
dijo
todo.
Dejando
 la
 bolsa
 que
 llevaba,
 Mallory
 metió
 la
 mano
 y
 recogió
una
bola
de
pelos
con
rayas
amarillas.
—Siéntate.
Heath
se
dejó
caer
y
cruzó
las
piernas.
Mallory
se
puso
en
cuclillas
y
colocó
al
gatito
en
su
regazo.
El
gatito
puso
sus
patas
sobre
el
estómago
del
niño
y
miró
hacia
arriba.
Miau,
miau,
miau.
—Le
gusto.
—Soltando
una
risita,
Heath
acarició
cuidadosamente
al
pequeño
felino.
Al
acercarse,
Roger
Simmons
vio
a
su
hijo
y
gimió.
—Oh,
demonios,
 no.
 —El
dueño
 de
 la
 gran
 estación
 de
 gasolina
era
 un
 hombre
 de
 cara
 rojiza
 con
 una
 voz
 fuerte,
 y
 un
 corazón
sensible
para
sus
hijos.
Heath
levantó
la
vista.
—Pa‑a‑a‑a‑pi,
¿por
favor?
Cuando
 Mallory
 se
 echó
 a
 reír,
 Roger
 le
 dio
 una
 mirada
agobiada.
—Mal,
su
mamá
me
mataría.
—Se
ve
bastante
responsable.
—Lo
es,
en
realidad.
—Con
un
suspiro,
Roger
volvió
a
colocar
al
gatito
en
el
recinto
y
ayudó
a
su
hijo
a
ponerse
de
pie.
La
mirada
en
el
rostro
de
Heath
fue
desconsoladora.
Su
padre
se
encogió
y
se
derrumbó.
—Muy
 bien,
 muchacho,
 puedes
 tener
 un
 gatito
 si
 te
responsabilizas
de
alimentarlo
y
limpiar.
El
grito
de
felicidad
hizo
reír
a
todos
en
la
tienda.
Sacudiendo
la
cabeza,
Roger
sonrió.
—Vamos,
 hijo.
 Supongo
 que
 será
 mejor
 que
 compremos
 comida
para
gatitos.
—Y
 un
 plato.
 Y
 juguetes.
 —Heath
 le
 dio
 a
 Mallory
 un
 abrazo
sofocante
y
un
beso
en
la
mejilla—.
Gracias,
Mallory.
Sonriendo,
 observó
 al
 niño
 trotar
 tras
 su
 padre.
 Los
 niños
 eran
tan
 increíbles.
 Sus
 momentos
 favoritos
 en
 el
 Cuerpo
 de
 Paz
 habían
sido
cuando
ayudaba
a
los
niños.
Cuando
se
inclinó
para
recoger
su
comida
para
gatos,
su
trasero
golpeó
a
alguien
que
pasaba.
—Lo
 siento.
 —Al
 enderezarse
 demasiado
 rápido,
 perdió
 el
equilibrio.
Unas
manos
duras
se
cerraron
sobre
su
cintura
para
estabilizarla.
—Tranquila.
Esa
voz
oscura
y
suave.
Ella
giró.
Alto
y
musculoso.
Sombrero
de
vaquero
y
botas.
Y
ojos
del
color
de
las
campanillas
del
desierto.
Esos
ojos
habían
aparecido
en
sus
sueños.
—¡Eres
tú!
La
 felicidad
 la
 llenó,
 rebotando
 como
 burbujas
 en
 su
 torrente
sanguíneo.
 Acercándose
 al
 calor
 convincente
 de
 su
 aura,
 ella
 cerró
las
 manos
 sobre
 sus
 antebrazos,
 recordando
 la
 poderosa
 sensación
de
sus
músculos
debajo
de
sus
dedos.
Y,
por
el
bufido
de
los
gatos,
ella
estaba
exagerando.
¿En
qué
estaba
pensando?
Rápidamente
le
soltó
los
brazos.
—¿Estás
bien?
—Él
no
estaba
sonriendo.
Su
propia
sonrisa
se
desvaneció.
Ella
asintió.
La
soltó
y
dio
un
paso
atrás.
—Bien.
—Su
voz
no
tenía
calidez,
y
su
aura
se
había
oscurecido
a
un
 rojo
 fangoso.
 Sus
 ojos
 no
 eran
 fríos,
 simplemente
 indiferentes,
como
si
fuera
un
completo
desconocido
y
no
alguien
que
la
hubiera
besado...
en
todas
partes.
Que
había
estado
dentro
de
ella.
Por
su
mirada
entrecerrada,
ella
podía
decir
que
él
la
reconoció…
y
no
quería
tener
nada
más
que
ver
con
ella.
La
emoción
y
el
asombro
de
verlo
se
marchitó,
dejando
atrás
un
gran
agujero
de
dolor.
Sin
embargo,
ella
no
pudo
objetar.
Si
así
era
como
 él
 quería
 que
 las
 cosas
 fueran
 entre
 ellos,
 ella
 no
 tenía
 lugar
para
decir
algo
diferente.
Seguía
siendo
asombroso.
Ciertamente,
 ella
 era
 fantástica
 a
 su
 manera,
 pero
 sus
experiencias
 con
 otros
 hombres
 le
 habían
 enseñado
 que
 era
demasiado
callada
y
no
tan
estupenda
para
un
hombre
como
él.
La
vergüenza
era
algo
que
rara
vez
sentía.
Lo
que
otras
personas
pensaban
de
ella
no
era
tan
importante
como
lo
que
ella
pensaba
de
sí
misma.
Sin
embargo,
en
este
momento,
sí,
podía
sentir
el
calor
en
sus
 mejillas.
 Dio
 otro
 paso
 atrás,
 tiró
 de
 los
 modales
 sociales
 de
 la
abuela
e
inclinó
la
cabeza
en
el
ángulo
apropiado.
—Gracias
por
su
ayuda.
—De
nada.
—Sawyer,
vámonos—llamó
alguien
desde
el
frente.
—Ya
 voy—le
 gritó.
 Él
 la
 miró,
 se
 tocó
 el
 ala
 del
 sombrero
 y
entonces
su
aventura
de
una
noche
se
marchó.
Bien.
Ella
dejó
escapar
un
suspiro,
sintiéndose
tan
aplastada
como
una
 persona
 atropellada
 por
 un
 automóvil.
 Al
 menos
 sabía
 el
nombre
 del
 hombre
 que
 la
 había
 follado
 hasta
 la
 estupidez.
 Y
estúpida
que
había
sido.
Seguro
 que
 no
 habían
 hecho
 el
 amor,
 sin
 importar
 lo
 que
 sus
sentimientos
le
habían
dicho.

Capítulo
7
 

Con
el
sol
de
septiembre
ardiendo
sobre
sus
hombros,
Sawyer
se
apoyó
 contra
 la
 pared
 de
 su
 cabaña
 destartalada
 mientras
 el
contratista
general
anotaba
los
números
en
un
portapapeles.
Vestido
 con
 vaqueros
 y
 una
 camisa
 de
 trabajo,
 Larry
 Burns
 era
alto,
 delgado,
 de
 mejillas
 hundidas
 y
 cabello
 plateado.
 Su
 empresa
constructora
 había
 construido
 principalmente
 casas
 nuevas
 hasta
que
el
mercado
de
Bear
Flat
se
había
derrumbado.
Sawyer
 esperaba
 que
 el
 contratista
 estuviera
 ansioso
 por
 un
nuevo
trabajo.
El
 zumbido
 de
 un
 vehículo
 llamó
 la
 atención
 de
 Sawyer.
 En
 el
aire
 seco,
 se
 levantó
 el
 polvo
 de
 una
 camioneta
 que
 bajaba
 por
 el
camino.
Cuando
el
vehículo
se
detuvo
en
el
camino,
Sawyer
miró
su
reloj
y
 frunció
 el
 ceño.
 Si
 éste
 era
 el
 segundo
 contratista,
 llegaba
 muy
temprano,
por
una
buena
hora.
Pero
el
tipo
de
cabello
negro
que
saltó
de
la
cabina
y
se
dirigió
a
Burns
 no
 era
 ningún
 contratista.
 Sawyer
 se
 puso
 rígido.
 El
 hombre
había
 trabajado
 como
 oficial
 correccional
 en
 la
 prisión…
 y
 era
 un
completo
imbécil.
—Hola,
 jefe.
 Tuve
 un
 inconveniente
 en
 la
 casa
 en
 Jackass
 Way.
Los
 accesorios...
 —Miró
 a
 Sawyer
 y
 se
 detuvo
 abruptamente—.
Ware.
—Romero.
—Lamento
 la
 interrupción,
 señor
 Ware—dijo
 el
 contratista,
acercándose
a
la
camioneta—.
Solo
deme
un
minuto
para
resolver
lo
que
él
necesita.
Mientras
 Burns
 y
 su
 hombre
 caminaban
 hacia
 la
 camioneta,
 la
voz
de
Romero
era
demasiado
audible.
—…era
uno
de
los
prisioneros.
Salió
antes.
Sí,
un
convicto.
Las
 tripas
 de
 Sawyer
 se
 tensaron.
 Sí,
 se
 merecía
 todo
 el
 jodido
dolor
 que
 tenía,
 después
 de
 todo,
 su
 mejor
 amigo
 estaba
 muerto
debido
 a
 su
 error.
 Sin
 embargo,
 las
 etiquetas
 despectivas
 utilizadas
por
 los
 lugareños,
 convicto,
 delincuente,
 criminal,
 preso,
 raspaba
como
papel
de
lija
sobre
heridas
abiertas.
Después
de
unos
minutos,
Romero
saltó
a
la
camioneta
y
se
alejó.
Burns
 regresó
 a
 Sawyer,
 la
 simpatía
 casual
 ahora
 reemplazada
por
una
rígida
formalidad.
—Perdón
por
la
interrupción.
No
me
di
cuenta
de
que
la
batería
de
mi
teléfono
estaba
agotada.
El
equipo
necesitaba
respuestas
antes
de
poder
construir.
—No
 hay
 problema.
 —Sawyer
 miró
 el
 portapapeles—.
¿Cuándo
tendrá
listo
un
presupuesto?
—No
 debería
 tomarme
 más
 de
 un
 día
 o
 dos.
 —La
 boca
 del
hombre
 se
 apretó—.
Tengo
 que
 admitir
 que
 estoy
 retrasado
 en
este
momento.
 El
 equipo
 no
 podrá
 comenzar
 a
 trabajar
 hasta
 dentro
 un
par
de
meses.
—¿Meses?
 —Cuando
 concertaron
 la
 cita,
 Burns
 había
 sonado
como
si
su
trabajo
actual
terminaría
en
dos
semanas.
Sawyer
lo
miró
con
dureza.
Aunque
las
mejillas
del
contratista
se
oscurecieron,
no
retrocedió.
—Entiendo.
 Bueno,
 envíeme
 el
 presupuesto
 por
 correo
electrónico
 y
 se
 lo
 haré
 saber.
 —Aprisionando
 su
 ira,
 Sawyer
 le
tendió
la
mano.
Después
de
una
vacilación,
Burns
estrechó
su
mano
cortésmente.
Mientras
 el
 contratista
 se
 alejaba,
 Sawyer
 suspiró
 y
 esperó
 con
ansias
que
el
otro
hombre
pudiese
arreglarlo.
***

A
 última
 hora
 de
 la
 tarde,
 Mallory
 salió
 de
 Kestrel
 Mountain
Road
hacia
Whiskey
Creek
Lane,
su
propio
camino.
Más
temprano,
su
 servicio
 de
 contestador
 había
 transmitido
 la
 solicitud
 de
 un
presupuesto.
Fue
un
shock
escuchar
que
la
propiedad
al
otro
lado
de
la
 carretera
 había
 sido
 vendida.
 Por
 otra
 parte,
 el
 propietario
 vivía,
había
vivido,
en
Los
Ángeles,
y
el
inmueble
había
sido
publicado
en
Modesto,
en
lugar
de
aquí.
Una
vez
más,
estaba
atrasada
con
las
noticias.
Ella
puso
los
ojos
en
 blanco
 ante
 las
 burlas
 que
 el
 abuelo
 le
 habría
 hecho.
 Un
 total
extrovertido,
 que
 nunca
 había
 entendido
 su
 falta
 de
 interés
 en
 los
chismes.
En
estos
días,
ella
trataba
de
prestar
atención
a
las
noticias,
pero
bueno,
 había
 estado
 rompiéndose
 el
 culo
 trabajando
 durante
 las
últimas
semanas
para
agregar
una
nueva
habitación
a
la
casa
de
los
Conley
 antes
 de
 que
 llegara
 su
 nuevo
 bebé.
 Después
 consiguió
 un
contrato
 con
 una
 empresa
 de
 administración
 de
 propiedades
 para
mejorar
 las
 casas
 para
 alquiler
 desocupadas
 por
 el
 personal
 de
 la
prisión.
Entonces...
 ella
 tenía
 un
 nuevo
 vecino,
 el
 señor
 Ware.
 ¿A icus
Ware
 o
 uno
 de
 sus
 parientes
 habían
 comprado
 la
 propiedad?
Esperaba
 que
 el
 nuevo
 dueño
 no
 fuera
 otro
 chico
 de
 la
 ciudad.
 Al
abuelo
no
le
había
gustado
venderle
al
ejecutivo
y
se
había
quejado
en
 voz
 alta.
 La
 tierra
 fue
 hecha
 para
 ser
 trabajada,
 para
 tener
 caballos.
Ganado.
 Está
 desperdiciada
 en
 un
 tipo
 de
 la
 ciudad,
 que
 solo
 quiere
construirse
una
casa
elegante.
Según
 el
 servicio
 de
 contestador,
 este
 nuevo
 propietario
 quería
que
 el
 trabajo
 se
 realizara
 en
 el
 establo.
 Un
 establo
 significaba
caballos.
Al
abuelo
le
agradaría...
dondequiera
que
estuviera.
Ella
también
estaría
encantada.
En
las
tardes
de
verano,
ella
y
la
abuela
se
habían
sentado
en
el
columpio
del
porche,
observando
los
caballos
en
la
pradera.
Los
nuevos
potros
trotarían
y
correrían
por
la
hierba
verde.
En
los
lejanos
pastizales,
el
ganado
pastaba
en
silencio.
Esas
eran
atesoradas
y
pacíficas
tardes.
A
mitad
del
camino
de
ripio,
giró
a
la
izquierda
en
el
camino
de
entrada
y
estudió
los
edificios
con
miras
a
las
reparaciones.
Sí,
el
establo
había
sido
descuidado.
Con
seguridad,
se
requeriría
un
 nuevo
 techo,
 desde
 las
 tejas
 y
 posiblemente
 hasta
 las
 vigas.
Probablemente
 el
 marco
 de
 la
 puerta.
 Si
 el
 techo
 goteaba,
 las
 áreas
con
suelo,
como
la
sala
de
los
arreos,
podrían
haberse
podrido.
Aparcó
 y
 se
 dirigió
 a
 la
 pequeña
 cabaña.
 El
 edificio
 de
 troncos
estaba
 en
 mal
 estado,
 aunque
 los
 rosales
 blancos
 y
 rojos
 que
rodeaban
 el
 decrépito
 porche
 añadían
 una
 nota
 de
 brillo.
 En
 su
primer
verano
aquí,
Dodger,
el
viejo
vaquero
que
había
vivido
en
la
cabaña,
le
había
dado
clases
de
equitación.
Las
rosas
habían
sido
su
regalo
 de
 agradecimiento.
 Había
 pensado
 que
 estaba
loca...
y
 había
aprendido
que
no
todos
amaban
las
mismas
cosas.
En
lugar
de
darle
plantas,
 ella
 había
 aprendido
 a
 hornearle
 los
 pasteles
 y
 las
 galletas
que
amaba.
Dodger
 había
 muerto
 mientras
 ella
 había
 estado
 en
 la
Universidad...
y
el
abuelo
había
vendido
la
propiedad
poco
después.
Sacudiéndose
los
recuerdos
agridulces,
avanzó
por
el
camino.
La
 puerta
 de
 la
 cabaña
 se
 abrió,
 y
 un
 hombre
 salió
 y
 bajó
 los
escalones.
No.
Oh
no.
Su
aventura
de
una
noche.
Sawyer.
¿En
 serio?
 Ella
 miró
 hacia
 el
 cielo.
 Karma,
 ¿verdad?
 Seguramente
no
 había
 hecho
 nada
 lo
 suficientemente
 malo
 como
 para
 justificar
esta
 humillación.
 Por
 el
 amor
 de
 Dios,
 ella
 todavía
 estaba
 en
 carne
viva
por
su
rechazo
en
la
tienda
de
mascotas
hacía
dos
días.
Ella
frunció
el
ceño
cuando
todo
encajó.
Sawyer
Ware.
Oh,
siseó
y
tragó
saliva,
éste
era
el
hermano
de
A icus
que
había
estado
 preso
 y
 fue
 apuñalado
 tratando
 de
 evitar
 una
 fuga
 en
 la
prisión
y
después
el
gobernador
le
dio
su
libertad
anticipadamente.
Había
 oído
 que
 se
 había
 quedado
 con
 A icus
 después
 de
 su
liberación...
y
por
eso
había
estado
en
la
ruta
la
noche
que
atacaron
a
Zoe.
Y
por
eso
tenía
la
cicatriz
en
su
costado.
Nota
personal:
Prestar
más
atención
a
los
chismes.
Levantó
la
barbilla
y
caminó
hacia
el
porche.
Él
frunció
el
ceño.
—Mallory.
—Su
tono
era
desagradable,
pero
al
menos
recordaba
su
nombre.
Al
 menos,
 había
 sido
 lo
 suficientemente
 educado
 como
 para
preguntar
su
nombre.
Ella
también
podría
ser
cortés.
—¿Sawyer
Ware?
—¿Quizás
no
era
el
dueño?
Desgraciadamente,
él
asintió.
—Mi
 servicio
 de
 contestador
 dijo
 que
 necesitabas
 un
 trabajo
 de
construcción.
Sus
 cejas
 se
 alzaron.
 Su
 mirada
 se
 dirigió
 a
 su
 camioneta
 con
 el
logotipo
 de
 McCabe
 Construction,
 luego
 a
 su
 atuendo:
 botas,
vaqueros,
camisa
de
trabajo.
Su
portapapeles.
No
sabía
que
McCabe
Construction
era
su
compañía.
¿Pensó
 que
 estaba
 de
 visita
 con
 la
 esperanza
 de
 convertir
 una
aventura
de
una
noche
en
dos?
Ella
no
dejó
que
el
insulto
cambiara
su
expresión.
Después
de
un
segundo,
extendió
su
mano.
—Supongo
que
eres
Mal
McCabe.
—Correcto.
 —Su
 mano
 era
 tan
 callosa
 y
 fuerte
 como
 ella
recordaba.
Era
tan
cuidadoso
con
su
fuerza
como
ella
recordaba.
Tener
una
buena
memoria
realmente
podría
ser
una
mierda.
—¿Quieres
que
se
realice
un
trabajo
en
el
establo?
—Correcto.
 Y
 en
 la
 cabaña.
 Déjame
 analizar
 lo
 que
 tengo
 en
mente.
 Para
 el
 presupuesto,
 me
 gustaría
 tener
 las
 estimaciones
separadas
para
cada
edificio,
desglosando
los
materiales,
la
mano
de
obra
y
el
tiempo.
Obviamente
 era
 un
 hombre
 que
 sabía
 lo
 que
 pensaba
 y
 quería.
Aunque
todavía
dolía
recordar
cómo
se
había
sentido
besarlo,
estar
debajo
 de
 él,
 estar
 con
 él,
 a
 ella
 le
 gustaba
 cómo
 había
 alejado
 su
potente
sexualidad.
Si
 ella
 conseguía
 el
 trabajo,
 parecía
 que
 él
 podía
 mantener
 las
cosas
profesionales.
Si
él
no
podía,
ella
seguro
podía.
***

Una
 hora
 más
 tarde,
 mientras
 Sawyer
 esperaba
 a
 que
 Mallory


terminara
 de
 examinar
 la
 caja
 de
 interruptores,
 todavía
 estaba
maldiciendo
 al
 destino
 y
 a
 su
 libido,
 que
 lo
 había
 metido
 en
 esta
situación
 confusa.
 Los
 hombres
 inteligentes
 no
 jodían
 dónde
trabajaban.
 Desafortunadamente,
 él
 lo
 había
 hecho,
 y
 ella
 era
 su
única
 opción
 para
 un
 contratista.
 Él
 ya
 sabía
 que
 Larry
 Burns
 no
quería
el
trabajo.
Bueno,
A icus
había
dicho
que
los
dos
contratistas
generales
eran
buenos.
 Sawyer
 lo
 verificó,
 y
 ninguno
 de
 los
 negocios
 tenía
 un
historial
de
pleitos
con
clientes
o
subcontratistas.
Aún
 mejor,
 Mallory,
 Mal,
obviamente
no
 estaba
interesada
en
ir
por
 una
 segunda
 ronda.
 En
 todo
 caso,
 ella
 minimizó
 su
 feminidad.
Botas
 de
trabajo
y
 vaqueros.
 Una
 camisa
abotonada
con
 el
 logotipo
de
su
compañía,
aunque,
sí,
el
azul
de
alguna
manera
resaltaba
sus
ojos
 verdes.
 Sin
 maquillaje.
 El
 pelo
 en
 una
 gruesa
 trenza
 marrón
 le
bajaba
por
la
espalda.
Llevaba
un
pesado
cinturón
de
herramientas.
Ella
 no
 estaba
 tratando
 de
 ocultar
 su
 figura,
 pero
 la
 impresión
principal
era
de
fuerza
y
competencia.
Le
gustaba
su
conocimiento
y
atención
al
detalle.
Se
había
metido
en
 la
 suciedad
 y
 después
 había
 subido
 a
 las
 vigas,
 buscando
putrefacción
 seca.
 En
 la
 cabaña,
 ella
 había
 señalado
 que
 su
 idea
 de
derribar
 una
 pared
 se
 complicaría
 con
 una
 viga
 de
 carga
 y
 había
sugerido
otras
alternativas.
Dejando
la
caja
de
interruptores,
Mallory
se
acercó.
—Muy
 bien,
 tengo
 suficiente
 información.
 Dame
 un
 día
 para
analizar
los
números
y
te
tendré
una
estimación.
—Eso
 me
 sirve.
 —Le
 gustó
 la
 forma
 en
 que
 su
 actitud
 era
 todo
negocio...
 y
 no
 pudo
 evitar
 recordar
 cuándo
 fue
 toda
 dulcemente
sumisa.
No
vayas
allí,
Ware.
Al
llegar
a
su
camioneta,
él
cortésmente
le
abrió
la
puerta.
—¿Tienes
una
idea
de
cuándo
podrías
comenzar?
Ella
entrecerró
los
ojos
y
miró
por
encima
de
su
cabeza
mientras
pensaba.
—Mis
 techadores
 pueden
 comenzar
 de
 inmediato,
 lo
 cual
 es
bueno,
ya
que
no
pasará
mucho
tiempo
hasta
que
lleguen
las
lluvias
y
la
nieve.
El
resto
de
mi
equipo
está
trabajando
en
otros
sitios.
Sin
verificarlos,
 pasarán
 un
 par
 de
 semanas
 antes
 de
 que
 todos
 estén
aquí.
Razonable.
 No
 confiaría
 en
 un
 contratista
 que
 no
 tenía
 trabajo
que
hacer.
—Bueno.
Espero
ver
tu
presupuesto.
Ella
simplemente
asintió.
Sawyer
 observó
 cómo
 la
 mujer
 se
 alejaba
 por
 su
 camino
 de
entrada
 y
 conducía
 hasta
 el
 final
 del
 camino.
 Después
 de
 girar
 a
 la
derecha
en
el
camino
en
forma
de
S,
se
dirigió
cuesta
arriba
hacia
su
casa
 en
 el
 lado
 sur
 del
 valle
 de
 la
 montaña.
 Parte
 de
 su
 porche
circular
 daba
 a
 su
 tierra.
 Las
 ventanas
 de
 la
 cocina
 mirarían
 a
 lo
largo
del
valle
hacia
la
carretera
principal.
Apostaría
a
que
tenía
una
buena
vista.
Estudió
 la
 ubicación
 por
 otro
 minuto.
 Hacia
 el
 oeste,
 la
 parte
trasera
 de
 la
 casa
 debía
 tener
 vista
 hacia
 el
 arroyo
 arbolado.
 Otra
bonita
vista.
Su
 cabaña
 se
 encontraba
 en
 la
 parte
 más
 baja
 del
 valle,
 lo
suficientemente
 cerca
 del
 arroyo
 como
 para
 escuchar
 el
 balbuceo
musical
 por
 la
 noche.
 Y
 sus
 ventanas
 daban
 a
 la
 plenitud
 de
 las
praderas.
Todo
de
él.
Entrando
 en
su
casa,
 miró
 a
su
alrededor.
 Un
 par
 de
días
 antes,
sus
 muebles
 habían
 sido
 entregados
 desde
 el
 depósito.
 No
 tenía
mucho,
pero
a
lo
largo
de
los
años,
había
adquirido
algunas
piezas
que
 le
 gustaban.
 El
 sofá
 de
 cuero
 negro
 y
 los
 dos
 sillones
 eran
 lo
suficientemente
 cómodos
 y
 resistentes
 como
 para
 su
 tamaño.
 Su
pesada
mesa
de
café
de
roble
no
gimió
cuando
levantó
los
pies.
Aunque
la
cama
king‑size
de
cuatro
postes
forzó
los
límites
de
su
habitación,
se
ajustaba
a
su
altura...
y
a
sus
necesidades
cuando
traía
a
casa
a
una
mujer
que
disfrutaba
del
bondage.
Sus
 labios
 se
 curvaron
 cuando
 miró
 en
 dirección
 a
 su
 nuevo
vecina.
 Después
 de
 haberla
 saboreado
 y
 escuchado
 los
 fuertes
 y
dulces
ruidos
que
hizo
cuando
se
había
corrido,
hoy
fue
jodidamente
difícil
mantener
su
comportamiento
profesional
e...
indiferente.
Tenía
 que
 apreciar
 lo
 bien
 que
 ella
 había
 hecho
 lo
 mismo.
 No
hubo
 insinuaciones.
 Si
 estaba
 consternada
 por
 tener
 que
 tratar
 con
un
 hombre
 al
 que
 había
 follado,
 no
 lo
 había
 dejado
 ver.
 Tenía
 que
respetarla
por
eso.
Con
 suerte,
 funcionaría.
 Él
 haría
 su
 parte
 y
 mantendría
 su
distancia.

Capítulo
8
 

Una
semana
después,
Mallory
trepó
por
la
escalera
hasta
el
techo
del
establo
donde
trabajaba
su
equipo
de
techadores.
La
base
estaba
en
 su
 lugar.
 Russell
 estaba
 recogiendo
 la
 basura
 en
 el
 contenedor,
mientras
que
Randy
había
comenzado
con
las
tejas.
—Se
ve
bien,
chicos.
Ellos
 le
 hicieron
 un
 saludo
 militar.
 Los
 gemelos
 Booth
 tenían
veintitantos
 años,
 eran
 unos
 chicos
 de
 la
 ciudad
 que
 se
 habían
enamorado
 de
 las
 montañas.
 No
 eran
 lo
 suficientemente
 sociables
como
para
ser
buenos
guías
o
trabajar
en
las
industrias
de
servicios
turísticos,
pero
la
construcción
encajaba
con
ellos.
Los
 otros
 tres
 en
 su
 equipo
 estaban
 trabajando
 en
 una
remodelación
en
la
ciudad,
y
ella
se
detendría
allí
más
tarde.
Revisó
rápidamente
 el
 interior
 del
 establo
 y
 vio
 que
 el
 electricista
 había
cambiado
 el
 cableado.
 Excelente.
 Una
 mirada
 a
 su
 agenda
 mostró
que
tenía
un
par
de
horas
libres,
así
que
se
dirigió
a
la
cabaña.
Mientras
 trabajaba
 en
 la
 moldura
 de
 la
 ventana
 de
 la
 cocina
recién
 instalada
 y
 ampliada,
 inhaló
 el
 aroma
 de
 los
 pastizales.
Debería
saborear
cada
minuto
del
último
clima
cálido;
el
invierno
se
acercaba
demasiado
pronto.
A
 través
 de
 la
 ventana,
 podía
 ver
 los
 caballos
 de
 los
 Masterson
pastando
 en
 el
 pastizal
 sur.
 Dos
 caballos
 castrados
 observaban
 a
Ware
reparar
un
listón
roto
en
la
cerca.
Mallory
negó
con
la
cabeza.
El
hombre
era
demasiado
observable.
Cuando
llegó
esta
mañana,
él
había
estado
derribando
la
pared
del
comedor.
 Su
 camiseta
 sin
 mangas
 empapada
 de
 sudor
 se
 había
aferrado
a
sus
músculos
abultados...
y
su
boca
se
había
secado.
Que
tonta.
Honestamente,
 ella
 no
 quería
 notar
 su
 cuerpo
 sexy.
 La
 había
contratado
como
contratista.
Era
un
cliente,
nada
más
y
nada
menos,
y
él
obtendría
su
mejor
trabajo,
sin
importar
su
historia.
Dirigiendo
firmemente
sus
pensamientos
hacia
la
construcción,
caminó
hacia
su
camioneta
para
tomar
más
clavos.
Al
regresar,
miró
a
su
alrededor,
tratando
de
ver
cómo
se
vería
el
lugar
cuando
terminara.
El
frente
de
la
cabaña
contenía
la
gran
sala.
El
comedor
y
la
cocina
formaban
la
parte
de
atrás.
En
el
centro,
una
escalera
conducía
al
desván‑
dormitorio.
Ella
sonrió.
No
hables
de
privacidad.
Con
el
dormitorio
con
vista
a
 la
 gran
 sala,
 ésta
 era
 definitivamente
 una
 casa
 para
 una
 sola
persona.
Los
 troncos
 y
 la
 reparación,
 así
 como
 las
 vigas
 del
 techo,
quedaron
 expuestos.
 Aquí
 y
 allá,
 los
 rústicos
 tablones
 del
 suelo
estaban
cubiertos
con
pesadas
alfombras
marrones,
negras
y
blancas
con
 diseños
de
 nativos
americanos.
 Los
pesados


muebles
de
 la
 sala
de
estar
 parecían
 sólidos
y
 cómodos;
 sin
 embargo,
 no
 había
 mucho
más.
 Sin
 almohadas
 o
 cojines
 cómodos.
 Una
 lámpara
 con
 una
 base
de
 tosca
 madera,
 se
 encontraba
 en
 una
 solitaria
 mesa
 auxiliar.
 Los
ganchos
 al
 lado
 de
 la
 puerta
 trasera
 sostenían
 un
 sombrero
 de
vaquero
de
fieltro
negro
y
una
chaqueta,
y
la
cocina
estaba
vacía.
Por
 otra
 parte,
 el
 hombre
 acababa
 de
 mudarse...
 lo
 que
 lo
convirtió
en
un
nuevo
vecino.
Mallory
 hizo
 una
 mueca.
 La
 abuela
 había
 sido
 estricta
 con
 los
deberes
de
vecinos,
como
ofrecer
el
pan
y
la
sal
de
bienvenida
a
los
recién
 llegados.
 Bajo
 el
 peso
 silencioso
 del
 decreto
 fantasmal,
Mallory
 había
 horneado
 la
 noche
 anterior.
 Esta
 mañana,
 había
dejado
una
hogaza
de
pan
de
romero,
sal
marina
y
un
recipiente
con
su
sopa
casera
en
la
cocina
de
Sawyer.
Ella
necesitaba
decirle
que
estaba
allí.
Un
 par
 de
 horas
 después,
 mientras
 limpiaba
 su
 área
 de
 trabajo,
Ware
entró
a
la
cocina
por
la
puerta
trasera.
—Parece
 que
 el
 techo
 va
 bien.
 —Su
 pajizo
sombrero
 de
 vaquero
oscurecía
sus
rasgos
duros
y
convertía
sus
ojos
azules
en
índigos.
La
suciedad
 y
 el
 sudor
 manchaban
su
rostro
 y
 sus
 musculosos
brazos.
Llenó
un
vaso
de
agua
y
lo
bebió,
su
nuez
subía
y
bajaba
en
su
cuello
bronceado.
Ella
había
besado
ese
cuello
y
mordisqueado
su
mandíbula...
No
vayas
allí.
—Sí,
 parece
 que
 las
 lluvias
 se
 mantendrán
 el
 tiempo
 suficiente
para
terminar.
Al
darse
cuenta
de
la
barra
de
pan
en
el
mostrador,
la
miró.
—Yo,
ah,
hice
pan
y
sopa
anoche.
Te
traje
un
poco.
—Cuando
el
rostro
masculino
se
oscureció,
agregó—.
Está
bastante
bueno.
Yo…
Su
mirada
se
llenó
de
irritación
y
su
aura
se
oscureció.
—Gracias,
McCabe.
Pero
no.
—Sin
otra
palabra,
salió
de
la
casa.
Consternada,
ella
lo
miró
fijamente.
Bueno,
su
significado
era
ciertamente
claro.
Era
un
cliente
y
nada
más.
Dibujar
una
línea
era
su
prerrogativa,
pero
había
asumido
que
podrían
 ser
 amigables.
 Era
 su
 vecino
 más
 cercano,
 por
 el
 amor
 de
Dios.
Aunque
 el
 fantasma
 de
 la
 abuela
 estaría
 horrorizado,
 no
 habría
más
gestos
de
vecindad.
Porque
en
este
momento,
se
sentía
como
si
la
hubiera
pateado.
 

Trabajando
de
nuevo
en
la
cerca,
Sawyer
vio
a
Mallory
conducir
por
 la
 carretera.
 Probablemente
 para
 verificar
 su
 otro
 lugar
 de
trabajo
en
la
ciudad.
Tenía
 que
 admitir
 que
 la
 mujer
 trabajaba
 duro
 y
 no
 tenía
problemas
para
ensuciarse
las
manos.
Esta
mañana,
ella
había
estado
con
los
hermanos
Booth
en
el
techo
del
establo,
luego
había
hecho
un
excelente
trabajo
de
acabado
en
la
nueva
ventana
de
su
cocina.
Hizo
 una
 mueca
 al
 pensar
 en
 su
 comportamiento
 hacía
 unos
minutos.
 Había
 sido
 muy
 grosero.
 Pero,
 demonios,
 ella
 le
 había
traído
comida
casera…
como
lo
haría
una
novia.
Ella
no
era
su
maldita
novia.
Justificado
o
no,
se
sintió
como
si
hubiera
pateado
a
un
cachorro.
Maldita
 sea,
 no
 quería
 ser
 amigo.
 Ella
 se
 había
 divertido
 con
 él;
ahora
el
tiempo
de
jugar
ya
había
terminado.
Seguro
que
no
quería
que
 ella
 corriera
 a
 su
 casa
 cada
 vez
 que
 tuviera
 ganas
 de
 rascarse
una
comezón.
Lo
 mejor
 es
 dejar
 claros
 sus
 límites...
 especialmente
 porque
 le
había
 gustado
 tanto
 follarla
 que
 no
 podía
 conseguir
 sacársela
 de
 la
cabeza.
Tenía
que
mantener
su
maldita
distancia.
Debía
 centrarse
 en
 su
 misión,
 patrullar
 Bear
 Flat
 durante
 la
noche,
 vigilar
 la
 casa
 de
 los
 Aryan
 Hammers
 y
 seguir
 a
 los
pandilleros.
 A
 mitad
 de
 semana,
 había
 detenido
 un
 atraco,
 dejó
inconsciente
 al
 pandillero
 y
 se
 fue
 antes
 de
 que
 llegara
 la
 policía.
Con
ropa
holgada
y
con
una
gorra
de
béisbol
bajada
sobre
su
rostro,
dudaba
 que
 los
 dos
 viejos
 turistas
 pudieran
 identificarlo,
 pero
 se
veían
muy
decididos
a
asegurarse
de
que
el
skinhead
fuera
a
la
cárcel.
Un
Hammer
abajo.
Hace
 dos
 noches,
 había
 atrapado
 a
 cuatro
 de
 los
 hijos
 de
 puta
irrumpiendo
en
la
tienda
de
forrajes
y,
desafortunadamente,
decidió
que
no
podía
pelear
con
todos.
Había
pateado
un
bote
de
basura
y
el
ruido
los
había
hecho
escapar.
Su
mandíbula
se
apretó.
La
próxima
vez,
correría
el
riesgo
y
los
perseguiría.
Porque
uno
de
estos
días,
ellos
irían
nuevamente
tras
A icus.
O
podrían
 lastimar
 a
 alguien
 más.
 Las
 mujeres
 eran
 un
 blanco
 fácil
para
 esos
 bastardos,
 y
 la
 bella
contratista
 tenía
sitios
de
 trabajo
por
toda
la
ciudad.
Ella
trabajaba
hasta
tarde.
A
veces
sola.
Si
fueran
tras
ella...
Cuando
la
madera
se
astilló
alrededor
del
tornillo,
se
dio
cuenta
de
 lo
 que
 estaba
 haciendo.
 Sí,
 su
 mente
 no
 estaba
 en
 el
 trabajo
 en
absoluto.
Necesitaba
descansar
para
almorzar
de
todos
modos.
Mientras
 regresaba
 a
 la
 casa,
 tratando
 de
 recordar
 si
 le
 quedaba
algo
de
comida
en
el
refrigerador,
su
estómago
le
hizo
saber
que
era
un
idiota
por
rechazar
la
comida
casera.
Gruñéndose,
sacó
una
cena
congelada
del
congelador,
arrancó
la
tapa
y
la
colocó
en
el
microondas.
Cuando
arrojó
el
cartón
al
cubo
de
basura
debajo
del
fregadero,
se
lo
quedó
mirando.
Entre
los
desperdicios,
junto
con
café
molido
y
basura,
había
una
pequeña
barra
de
pan
y
un
recipiente
de
plástico
con
sopa.
Sí.
Era
un
imbécil.

Capítulo
9
 

Después
 de
 que
 Ware
 había
 trazado
 una
 raya
 en
 la
 arena,
Mallory
se
esmeró
para
mantenerse
fuera
de
su
camino,
y
pasó
otra
semana
sin
altercados.
Con
 suerte,
 hoy
 no
 sería
 diferente.
 Mallory
 se
 concentró
 en
terminar
la
instalación
de
la
nueva
encimera
de
madera
en
la
cocina.
Una
 tormenta
 de
 otoño
 había
 forzado
 a
 Ware
 a
 entrar
 y
 estaba
reparando
la
barandilla
de
la
escalera.
El
hombre
era
bueno
con
las
manos.
No
era
una
sorpresa.
Su
aura
indicaba
que
se
esforzaría
por
ser
hábil
en
todo
lo
que
intentara.
En
un
esfuerzo
por
mantener
la
distancia,
conectó
su
iPod
en
su
altavoz
portátil
y
subió
la
música
lo
suficientemente
alto
como
para
desalentar
 la
 conversación.
 Ella
 no
 quería
 hablar
 con
 él,
 ya
 que
podría
olvidar
el
hecho
inquietante
de
que
no
le
caía
bien.
Al
 menos,
 habiendo
 dejado
 muy
 en
 claro
 su
 opinión
 sobre
 los
gestos
 de
 vecindad,
 parecía
 dispuesto
 a
 aceptarla
 como
 compañera
de
trabajo.
Tenía
 que
 recordarse
 que
 las
 elecciones
 de
 él
 eran
 su
prerrogativa.
La
suya
también
era
de
ella,
y
curiosamente,
todavía
le
gustaba
el
hombre.
 Aunque
 tenía
 los
 modales
 de
 un
 gato
 empapado
 cuando
estaba
 molesto,
 por
 lo
 demás
 era
 educado.
 Su
 equipo
 de
 trabajo
disfrutaba
de
su
compañía.
No
tenía
miedo
del
trabajo,
mantenía
la
casa
ordenada
y
pagó
su
primera
factura
de
inmediato.
En
 la
 chimenea,
 un
 fuego
 temprano
 se
 había
 convertido
 en
carbón,
dejando
la
habitación
caliente.
Entre
el
martilleo
de
la
lluvia
y
 la
 música
 inquietante
 de
 Celtic
 Woman,
 la
 cabaña
 era
 un
 lugar
acogedor.
 Aunque
 Ware
 no
 hablaba,
 tampoco
 estaba
 nervioso,
 y
trabajaron
en
sus
tareas
separadas
en
un
agradable
silencio.
El
 sonido
 de
 un
 vehículo
 en
 el
 camino
 de
 entrada
 llamó
 su
atención,
y
se
movió
para
mirar
por
la
ventana
de
la
gran
sala.
—Ninguno
de
mis
muchachos.
Ware
 gruñó
 y
 se
 levantó.
 Cuando
 salió
 por
 la
 puerta
 principal
hacia
el
decrépito
porche,
que
Mallory
planeaba
apuntalar,
lo
pidiera
o
no,
el
aire
frío
y
húmedo
entró
en
la
casa.
—Hola,
 hermano—dijo
 un
 hombre—.
 Gin
 quería
 ver
 cómo
 iban
las
renovaciones.
También
te
trajimos
un
almuerzo.
Era
A icus,
el
hermano
de
Sawyer,
con
su
novia,
Gin.
Cuando
 A icus
 y
 Sawyer
 seguidos
 por
 Gin
 entraron
 en
 la
 casa,
Mallory
 vio
 cuánto
 se
 parecían
 los
 hermanos.
 Altos,
 musculosos,
cabellos
castaños,
ojos
azules
y,
sin
embargo,
bastante
diferentes.
Los
ojos
 de
 Sawyer
 eran
 de
 un
 azul
 oscuro
 puro.
 A icus
 tenía
 un
 tinte
gris,
y
era
un
poco
más
alto
y
delgado.
Sawyer
era
más
musculoso,
estaba
afeitado
y
tenía
el
pelo
muy
corto;
A icus
tenía
bigote,
barba
recortada
y
cabello
hasta
el
cuello.
Ambos
eran
peligrosamente
guapos.
Cuando
 A icus
 dejó
 una
 caja
 sobre
 la
 mesa,
 la
 vio
 en
 la
 cocina,
notó
 las
 herramientas
 que
 Sawyer
 había
 dejado
 en
 la
 escalera
 y
sonrió.
—Hola,
Mallory.
¿Lo
tienes
trabajando
para
ti
ahora?
—Él
entró
para
escapar
de
la
lluvia.
—Ella
le
devolvió
la
sonrisa
—.
Y
entonces
no
pudo
soportar
ver
a
alguien
más
trabajar
mientras
él
estaba
sentado.
—Hola,
 Mallory.
 —Pequeña
 y
 pelirroja,
 Gin
 abrió
 la
 caja
 y
preparó
los
bocadillos.
Su
voz
tenía
un
suave
acento
sureño
mientras
señalaba
 la
 comida—.
 Tenemos
 más
 que
 suficiente
 comida.
 Tómate
un
descanso
y
únete
a
nosotros.
Mallory
negó
con
la
cabeza.
Aunque
ella
y
Ware
se
llevaban
bien
en
este
momento,
no
lo
molestaría
obligándolo
a
juntarse
con
ella.
—Me
 encantaría
 unirme
 a
 ustedes—lo
 cual
 no
 era
 mentira,
 ya
que
 Gin
 y
 A icus
 eran
 amables—,
 pero
 tengo
 que
 verificar
 a
 mi
equipo
en
la
ciudad.
Casi
hemos
terminado
con
la
terraza
acristalada
de
Sarah
Larson.
—Sarah
ya
me
mostró
lo
que
has
hecho,
y
es
maravilloso.
—Gin
abrió
una
Coca‑Cola
Light—.
Estoy
tratando
de
convencer
a
A icus
para
hacer
una.
Felicitaciones
 por
 su
 trabajo.
 Nada
 podría
 alegrar
 un
 día
 más
rápido.
Mallory
sonrió
de
manera
radiante.
—Gracias.
Sarah
y
yo
nos
divertimos
diseñando
la
habitación
y,
a
pesar
del
desorden,
ella
ya
lo
considera
su
refugio
de
la
tarde.
—Me
 di
 cuenta.
 —Gin
 sonrió—.
 ¿Qué
 sigue
 en
 tu
 lista?
 —Su
interés
en
todos
y
en
todo
era
solo
una
de
las
razones
por
las
que
la
abogada
era
tan
popular
en
Bear
Flat.
Incluso
 sin
 ningún
 deseo
 de
 cambiar,
 Mallory
 admiraba
 a
 las
personas
que
eran
tan
sociables.
—Lisa
 Holder
 quiere
 ampliar
 su
 cocina
 a
 un
 estilo
 rústico
 con
espacio
para
una
mesa
grande.
Gin
asintió
con
la
cabeza.
—Puedo
 ver
 porque.
 Sus
 hijos
 son
 lo
 suficientemente
 mayores
como
para
sentarse
en
una
mesa,
y
un
comedor
formal
no
es
típico
de
ella,
¿verdad?
—No.
 —Mallory
 sonrió—.
Dijo
que
 es
 tan
 sofocante
 que
 le
 hace
pensar
 en
 su
 suegra
 cada
 vez
 que
 comen
 allí.
 —Todos
 sabían
 lo
aliviada
que
estuvo
Lisa
cuando
sus
exigentes
suegros
se
mudaron
a
Arizona—.
 Derribaré
 una
 pared
 y
 crearé
 una
 gran
 área
 de
 cocina
 /
comedor,
 cambiaré
 los
 electrodomésticos
 para
 hacerlos
 más
utilizables,
 colocaré
 armarios
 con
 frente
 de
 vidrio
 y
 ventanas
 más
grandes.
 —Mallory
 sonrió,
 imaginando
 como
 sería
 el
 área—.
 Será
alegre
 y
 amigable
 y
 lo
 suficientemente
 grande
 para
 comidas
familiares.
—Realmente
amas
tu
trabajo,
¿verdad?—murmuró
Gin.
—Absolutamente.
Sintiendo
 la
 mirada
 de
 Sawyer
 sobre
 ella,
 Mallory
 terminó
 de
guardar
sus
herramientas.
Levantándose,
sonrió
a
Gin
y
A icus.
—Fue
 agradable
 verlos
 a
 los
 dos.
 —Ella
 asintió
 con
 la
 cabeza
 a
Ware.
En
el
porche,
cerró
la
puerta
detrás
de
ella
y
se
detuvo.
La
lluvia
había
 empeorado,
 golpeando
 furiosa
 el
 pequeño
 porche
 cubierto,
 y
su
 ropa
 de
 lluvia
 estaba
 en
 la
 camioneta.
 Mala
 planificación
 de
 su
parte.
Debajo
 de
 sus
 pies,
 las
 hundidas
 tablas
 del
 porche
 crujieron
 y
.gimotearon.
¿Desde
 cuándo
 la
 madera
 gimoteaba?
 Después
 de
 otro
 segundo,
volvió
a
escuchar
el
sonido.
Ella
 sacudió
 la
 cabeza,
 abrió
 la
 puerta...
 y
 esperó
 que
 Ware
tuviera
 un
 corazón
 bajo
 toda
 su
 actitud.
 Su
 aura
 decía
 que
 sí,
después
de
todo.
—Ware,
tienes
un
problema.
Había
 olvidado
 que
 había
 dos
 Ware
 adentro.
 Ambos
 hermanos
salieron,
llenando
el
pequeño
porche.
Sawyer
frunció
el
ceño.
—¿Más
podredumbre
seca?
—Nada
tan
fácil.
Escucha.
Los
hombres
se
quedaron
en
silencio.
Escuchando.
Nada.
Sawyer
sacudió
la
cabeza.
—Yo
no…
Gimoteo.
Él
se
puso
rígido.
—¿Un
animal?
—Perro,
 diría
 yo.
 Un
 coyote
 no
 emitiría
 ningún
 sonido.
 —
Mallory
 señaló
 hacia
 abajo—.
 Debajo
 de
 tu
 porche.
 —Incapaz
 de
evitar
 sonreír,
 abrió
 su
 caja
 de
 herramientas
 y
 le
 entregó
 una
linterna.
Saltó
 del
 porche,
 miró
 el
 barro
 y
 dejó
 escapar
 un
 gruñido
exasperado.
 Para
 su
 crédito,
 no
 dudó
 antes
 de
 arrodillarse
 bajo
 la
lluvia
torrencial
e
iluminar
con
la
luz
debajo
del
porche.
—Bueno,
 eres
 un
 maldito
 desastre.
 —Él
 hizo
 un
 chasquido—.
Vamos,
pequeño.
Vamos
a
calentarte
y
a
secarte.
Mallory
se
mordió
el
labio
mientras
lo
escuchaba...
porque
su
voz
grave
 sonaba
 igual
 que
 cuando
 habían
 estado
 en
 la
 cama.
 Para
 su
molestia
eterna,
su
interior
se
derritió.
***

Sawyer
iluminó
nuevamente
al
perro.
Demonios,
ni
siquiera
era
un
perro,
era
un
cachorro.
El
imbécil
había
logrado
meterse
en
una
grieta
en
los
cimientos.
Una
reparación
más
para
programar
u
otras
criaturas
terminarían
debajo
de
la
cabaña.
Suavemente,
empujó
al
cachorro
hacia
atrás
para
poder
alzar
las
patas
 hacia
 adelante
 primero.
 Le
 recordaba
 los
 días
 de
 parto
 en
 el
rancho
de
Idaho.
—Eso
es,
cachorro.
Ahora
tranquilo.
Un
 chillido
 de
 dolor
 le
 partió
 el
 corazón
 en
 dos.
 Un
 segundo
después,
lo
tenía
suelto,
y
el
perro
estaba
tratando
de
enterrarse
en
su
estómago.
—Muy
bien,
nos
vamos
de
aquí.
Sosteniendo
 el
 cuerpo
 retorcido
 y
 frío
 contra
 sus
 costillas,
retrocedió
hasta
que
salió
del
porche.
Manteniéndose
seco
bajo
la
saliente,
su
hermano
sonrió.
—Mírate.
 Parece
 que
 pasaste
 la
 mayor
 parte
 de
 tu
 juventud
empapado
y
cubierto
de
barro.
—Los
 dos
 lo
 hicimos,
 cretino.
 —A
 pesar
 del
 ceño
 fruncido
 de
Sawyer,
 los
 recuerdos
 eran
 dulces.
 Quizás
 algunos
 de
 sus
 peores
momentos
 habían
 sucedido
 en
 su
 rancho,
 pero
 los
 mejores
 los
superaban—.
 Tengo
 que
 decir
 que
 estar
 cubierto
 de
 barro
 era
 más
divertido
cuando
tenía
diez
años.
Agarrando
 al
 cachorro
 alrededor
 de
 sus
 costillas
 huesudas,
 lo
sostuvo
 para
 verlo
 bien.
 El
 perro
 tenía
 una
 constitución
 robusta
 a
pesar
 de
 la
 falta
 de
 carne.
 Su
 pelaje
 estaba
 demasiado
 sucio
 para
determinar
el
color,
aunque
parecía
estar
manchado
de
blanco
y
gris.
Sus
patas
y
mejillas
eran
de
un
tono
más
claro.
Orejas
negras
flojas.
Casi
 parecía
 un
 pastor
 alemán,
 pero
 los
 cachorros
 de
 pastor
 eran
más
grandes.
—Me
recuerda
a
los
perros
para
ganado
que
nuestro
vecino
solía
criar.
A icus
asintió
con
la
cabeza.
—Yo
diría
que
sí.
—Ay—dijo
Gin—.
Incluso
con
el
barro,
es
terriblemente
lindo.
Aquí
había
un
corazón
tierno.
Perfecto.
Sawyer
le
sonrió.
—Te
gustan
los
cachorros,
¿verdad?
A 
resopló.
—Gin,
 mejor
 nos
 vamos,
 o
 llegaremos
 tarde.
 Antes
 de
 que
preguntes,
hermano,
ya
tenemos
un
perro.
Además,
podrías
usar
un
ratonero—miró
al
cachorro—,
cuando
crezca
un
poco.
—Eres
de
mucha
ayuda.
—De
todos
modos,
había
sido
una
triste
esperanza.
Sawyer
acomodó
al
cachorro
contra
su
pecho—.
Gracias
por
la
comida,
a
los
dos.
Se
los
agradezco.
—De
 nada.
 Aunque
 un
 sándwich
 no
 se
 puede
 comparar
 con
 el
regalo
 de
 bienvenida
 que
 Mallory
 trajo
 cuando
 me
 mudé
 con
A icus.
 —Gin
 sonrió
 a
 la
 contratista—.
 He
 tratado
 de
 hacer
 el
 pan
de
romero
y
cheddar
y
no
puedo
ni
acercarme
al
tuyo.
¿Un
 regalo
 de
 bienvenida?
 Sawyer
 se
 puso
 rígido.
 Oh,
 diablos.
Hablando
 sobre
 ser
 golpeado
 con
 un
 estúpido
 palo,
 se
 había
equivocado
 por
 completo
 sobre
 las
 razones
 de
 Mallory
 para
 traerle
comida.
Mallory
le
sonrió
a
Gin.
—Si
quieres,
ven
y
podemos
hacer
algunos
juntas.
—Está
 arreglado.
 —Gin
 siguió
 a
 A 
 fuera
 del
 porche,
chapoteando
a
través
de
los
charcos
hacia
la
gran
camioneta.
Mallory
se
volvió
hacia
Sawyer
y
le
tendió
la
mano.
—Está
bien.
—Complacido,
comenzó
a
darle
el
cachorro.
Ella
dio
un
paso
atrás.
—No,
Ware.
Mi
linterna,
no
el
perro.
—Eres
mujer.
A
las
mujeres
siempre
les
gustan
los
cachorros.
Ella
resopló.
—Me
 gustan
 los
 cachorros.
 Mi
 gato,
 sin
 embargo,
 dice
 que
 son
molestos.
—¿Tienes
un
gato?
—Ajá.
Por
eso
este
pequeño
es
todo
tuyo.
Sawyer
 bajó
 la
 mirada.
 El
 cachorro
 se
 había
 acurrucado
 en
 la
curva
 de
 su
 codo,
 colocando
 un
 pequeño
 hocico
 en
 su
 antebrazo.
Una
imagen
enlodada
de
satisfacción.
—Maldita
sea.
¿Qué
demonios
iba
a
hacer
con
un
perro?
—No
tengo
ninguna
mierda
para
perros,
y
para
cuando
lo
tenga
seco
y…
—Tengo
una
media
bolsa
de
comida
para
cachorros
en
mi
cuarto
de
 almacenamiento.
 Te
 ayudará
 hasta
 que
 puedas
 conducir
 a
 la
ciudad
mañana.
Sawyer
dejó
escapar
un
suspiro.
—Lo
 agradecería.
 ¿Por
 qué
 el
 dueño
 de
 un
 gato
 tiene
 comida
para
cachorros?
—Para
extraviados
como
él.
La
gente
ve
una
bonita
granja
o
dos
y
deja
a
sus
mascotas
no
deseadas...
con
lo
cual
sus
mascotas
terminan
como
cena
para
los
coyotes,
halcones
y
zorros.
Como
algunos
llegan
a
mi
casa,
tengo
comida
a
mano.
—Ella
se
volvió—.
Ustedes
dos
se
secan,
y
volveré
en
unos
minutos.
Antes
de
que
él
pudiera
hablar,
ella
trotaba
hacia
su
camioneta.
Mallory
era
una
buena
mujer.
Mientras
 ella
 buscaba
 el
 alimento,
 Sawyer
 le
 dio
 al
 cachorro
 un
baño
 tibio
 en
 el
 fregadero.
 Había
 pasado
 mucho
 tiempo,
 pero
 él
sabía
lo
básico.
Como
si
el
barro
fuera
malo.
Cuando
 terminó
 de
 secarlo
 con
 la
 toalla,
 Mallory
 había
regresado.
Después
de
que
ella
había
llenado
un
plato
pequeño
con
agua,
otro
plato
con
unos
granos
humedecidos.
—Supongo
 que—una
 mirada
 rápida
 para
 revisar—,
 él
 tiene
 un
poco
más
de
ocho
semanas,
así
que
al
menos
ha
sido
destetado.
—Para
 morirse
 de
 hambre.
 —Con
 una
 extraña
 satisfacción,
Sawyer
 observó
 al
 cachorro
 excavar
 en
 la
 comida
 con
 pequeños
ruidos.
Ahora
seco,
el
pelaje
gris
y
blanco
iba
apareciendo.
El
pecho,
las
patas
y
 las
 mejillas
 estaban
coloreadas.
Nariz
 negra.
 Máscara
 negra
alrededor
de
los
ojos.
Orejas
caídas.
—Parece
un
perro
para
ganado
australiano.
O
casi.
Él
frotó
la
cabeza
pequeña
con
un
dedo
y
consiguió
un
meneo
de
cola.
Chico
amable.
Demasiado
jodidamente
confiado.
—Será
un
buen
perro
para
este
lugar—dijo
Mallory.
—O
el
tuyo.
—Lo
 siento,
 no.
 Además,
 no
 tengo
 ningún
 ganado
 para
 que
 él
atienda,
y
querrá
trabajar
cuando
crezca.
—La
mujer
sonrió
al
perro
callejero.
 Su
 cabello
 castaño
 estaba
 oscuro,
 casi
 negro
 por
 la
 lluvia,
haciendo
que
sus
ojos
fueran
aún
más
verdes.
Su
camisa
mojada
se
aferraba
a
sus
pequeños
senos
y
mostraba
cómo
su
delgada
cintura
se
ensanchaba
en
un
hermoso
culo
redondo.
Estaba
 empapada
 y
 no
 decía
 una
 palabra
 quejándose.
 Ella
 le
había
traído
suministros,
y
no
había
dejado
que
la
obligara
a
aceptar
un
cachorro.
Generosa.
Servicial.
Y
ninguna
debilucha.
Maldita
sea,
no
quería
que
le
gustara.
Y
no
importa
lo
jodidamente
incómodo,
le
debía
una
disculpa.
—Lamento
lo
de
la
sopa
y
el
pan.
Sus
ojos
se
enfriaron.
—No
 es
 un
 problema.
 Mi
 abuela
 era
 eslava
 y
 consideraba
 una
obligación
ofrecerle
a
un
nuevo
vecino
el
pan
y
la
sal
tradicionales.
No
había
considerado
cómo
podría
interpretarse
un
regalo.
—Es
 curioso
 lo
 que
 absorbemos
 de
 nuestra
 familia.
 —Por
 un
lado,
 su
 madre
 profesora
 de
 inglés
 le
 había
 enseñado
 lo
 suficiente
como
 para
 darse
 cuenta
 de
 que
 la
 pequeña
 carpintera
 tenía
 un
vocabulario
infernal.
—¿No
 es
 así,
 sin
 embargo?
 —Obviamente,
 la
 de
 ella
 la
 había
dejado
 con
 el
 talento
 de
 retirarse
 rápidamente—.
 Me
 alegra
 que
tengas
 una
 mascota,
 pero
 recuerda:
 los
 sitios
 de
 construcción
 son
mortales
 para
 los
 animales.
 El
 equipo
 estará
 aquí
 temprano
 por
 la
mañana
para
terminar
el
techo.
—Entendido.
Salió
por
la
puerta
y
la
cerró
firmemente
detrás
de
ella.
—Bueno,
 chucho.
 —Sawyer
 acarició
 con
 dos
 dedos
 la
 espalda
huesuda—.
Parece
que
solo
somos
tú
y
yo,
pequeño.
Unos
ojos
devotos
lo
miraron
fijamente.
Es
 extraño
 cómo
 algo
 tan
 pequeño
 podría
 cambiar
 toda
 la
atmósfera
de
una
habitación.

Capítulo
10
 

Con
 algunas
 bolsas
 reutilizables
 de
 la
 tienda
 de
 comestibles


debajo
 del
 brazo,
 Morgan
 Masterson
 cruzó
 la
 calle
 en
 Bear
 Flat.
Maldito
 Wya 
 de
 todos
 modos.
 Con
 su
 hermano
 ido
 a
 un
 jodido
lugar
 en
 África,
 el
 trabajo
 de
 guía
 y
 los
 quehaceres
 domésticos
 se
acumulaban
cada
vez
más.
Lo
bueno
es
que
la
tienda
de
comestibles
estaba
abierta
los
domingos.
Morgan
 frunció
 el
 ceño.
 No
 era
 la
 carga
 de
 trabajo
 lo
 que
apretaba
su
mandíbula.
No,
la
casa,
lo
que
Pa
había
llamado
el
hogar
del
“clan”,
estaba
demasiado
vacía.
Wya 
no
regresaría
hasta
finales
del
 invierno.
 Aunque
 la
 prima
 Kallie
 todavía
 trabajaba
 como
 guía,
estaba
casada
y
vivía
con
su
esposo,
Jake
Hunt.
Virgil
había
traído
a
Summer
a
vivir
a
la
casa,
pero
solo
habían
estado
casados


un
año
y
seguían
 jugando
 a
 besuquearse.
 Eso
 hacía
 que
 Morgan
 se
 sintiera
como
una
tía
solterona.
Y
 solo.
 Él
 y
 Wya 
 habían
 estado
 juntos
 más
 de
 lo
 que
 se
 había
dado
cuenta.
Cuando
 subió
 a
 la
 acera
 entarimada,
 asintió
 cortésmente
 a
 un
hombre
 que
 salía
 de
 la
 tienda
 de
 comestibles
 con
 una
 bolsa
 de
plástico
en
una
mano.
El
tipo
se
detuvo.
—¿Morgan
Masterson?
—Ese
 sería
 yo.
 —Morgan
 miró
 al
 desconocido.
 Un
 musculoso
casi
 metro
 ochenta
 y
 nueve,
 dos
 centímetros
 y
 medio
 más
 alto
 que
Morgan.
 Cabello
 castaño
 muy
 corto.
 Bien
 afeitado.
 El
 bronceado
 y
las
 líneas
 de
 sol
 decían
 que
 pasaba
 tiempo
 al
 aire
 libre.
 Un
maltratado
 sombrero
 de
 vaquero
 pajizo,
 pantalones
 vaqueros
manchados
de
tierra,
una
camiseta
rasgada
y
botas
de
trabajo
decían
que
trabajaba
para
ganarse
la
vida—.
¿Qué
puedo
hacer
por
ti?
El
tipo
extendió
la
mano.
—Sawyer
Ware.
Compré
la
propiedad
justo
montaña
abajo
de
la
tuya.
El
nuevo
vecino,
eh.
Recordando
los
chismes,
Morgan
le
estrechó
la
mano,
sin
estar
muy
seguro
de
lo
que
pensaba.
Ware
había
tratado
de
proteger
a
las
mujeres
durante
una
fuga
en
la
prisión,
pero
había
estado
 en
 prisión
 en
 primer
 lugar
 por
 conducir
 después
 de
 beber...
por
 una
 fatalidad.
 Por
 otra
 parte,
 A icus
había
 mencionado
que
 su
hermano
sufría
de
TEPT.
Sea
 como
 fuere,
 el
 hombre
 era
 el
 hermano
 de
 A icus,
 y
 A icus
era
un
amigo.
—Vi
 que
 estás
 arreglando
 el
 lugar.
 Tienes
 un
 trabajo
 en
 tus
manos.
—Sí.
Estoy
buscando
traer
caballos
para
arrendar
o
alquilar,
para
el
 negocio
 de
 guía
 que
 no
 quieren
 la
 molestia
 de
 mantener
 y
entrenar
 sus
 propios
 animales.
 —Hizo
 una
 pausa,
 obviamente
esperando
una
expresión
de
interés
de
Morgan.
—Lo
 siento,
 el
 tipo
 que
 toma
 esas
 decisiones
 para
 nuestro
negocio
no
está
presente.
Y
no
estará
cerca
hasta
fines
del
invierno.
—La
 ira
 chispeó
 en
 las
 tripas
 de
 Morgan.
 Su
 negocio
 estaba
paralizado...
porque
Wya 
se
había
ido
al
otro
lado
del
mundo
para
encontrarse
a
sí
mismo
o
lo
que
sea.
***

Los
 domingos
 podían
 ser
 tan
 satisfactorios.
 Mallory
 había


limpiado
su
casa,
lavado
la
ropa
y
comenzado
a
asar
carne
en
la
olla
eléctrica
 de
 cocción
 lenta.
 Lista
 para
 hacer
 una
 hogaza
 de
 pan,
 se
había
encontrado
con
un
problema,
no
tenía
suficiente
harina.
Por
lo
tanto,
hizo
el
viaje
a
Bear
Flat.
Después
de
estacionar
su
camioneta
cerca
de
la
oficina
de
bienes
raíces,
caminó
por
la
calle
principal
hacia
la
tienda
de
comestibles.
—¡Hola,
Mallory!—gritó
un
niño
mientras
se
acercaba
corriendo
detrás
 de
 ella
 y
 pasaba
 a
 su
 lado
 rumbo
 a
 un
 automóvil
 y
 a
 su
madre,
Lisa.
Mallory
se
echó
a
reír
y
saludó
a
Lisa,
que
tenía
a
sus
otros
dos
hijos
sentados
en
los
asientos
del
automóvil.
Lisa
le
devolvió
el
saludo
y
le
indicó
a
su
último
extraviado
que
entrara
al
coche.
Sonriendo,
 Mallory
 miró
 para
 ver
 quién
 más
 estaba
 en
 la
ciudad...
y
se
congeló.
Al
otro
lado
de
la
calle,
frente
a
la
tienda
de
comestibles,
Sawyer
Ware
estaba
hablando
con
Morgan
Masterson.
Maldición,
 no
 quería
 que
 su
 día
 se
 arruinara
 por
 la
 actitud
 de
Ware.
Sin
embargo,
si
quería
hacer
pan,
tenía
que
comprar
harina.
Oh,
supéralo,
Mallory.
Ware
la
saludaría
cortésmente.
Ella
preguntaría
por
el
cachorro
y
él
le
diría
que
estaba
bien,
y
eso
sería
todo.
El
hecho
de
que
su
pulso
aumentara
 cada
 vez
 que
 lo
 veía
 y
 le
 doliera
 el
 corazón
 por
 su
indiferencia
 no
 significaba
 que
 no
 pudiera
 funcionar.
 Su
 atracción
por
 él
 era
 solo...
 temporal.
 Cuando
 fuese
 vieja
 y
 canosa,
probablemente
ni
siquiera
recordaría
su
nombre.
Ella
 resopló.
 Platón
 dijo:
 El
 peor
 de
 todos
 los
 engaños
 es
 el
autoengaño.
Así
que…
bien.
Probablemente
nunca
lo
olvidaría,
no
en
un
millón
de
años.
Eso
no
significaba
que
no
pudiera
evitarlo
ahora.
Frente
 al
 banco,
 la
 señora
 Reed
 estaba
 barriendo
 alrededor
 de
una
 maceta
 de
 medio
 barril
 de
 capuchinas
 naranjas
 y
 amarillas.
Durante
la
temporada
turística,
la
anciana
y
otro
tendero
mantenían
las
macetas
colgantes
y
los
barriles
llenos
de
flores
vibrantes.
—Hola
Mallory.
¿Cómo
te
va
con
el
geranio?
—Hermosamente.
 Me
 encanta
 el
 aroma.
 —Complacida
 con
 el
desvío,
Mallory
se
apoyó
contra
un
poste.
Tal
vez
Ware
se
iría
pronto
—.
Cuando
divida
mis
azucenas
al
atardecer,
¿Quieres
un
poco?
—No
 tengo
 ningún
 lugar
 donde
 ponerlos;
 sin
 embargo,
 Frances
dijo
que
necesitaba
algo
brillante
para
un
rincón
soleado.
—Perfecto.
 —Frances
 gerenciaba
 un
 pequeño
 bed‑and‑breakfast
justo
al
lado
de
Main—.
Las
azucenas
estarán
felices
allí.
Otro
jardinero
que
conversaba
con
sus
plantas,
la
señora
Reed
le
dio
un
asentimiento
comprensivo.
—Lo
harán,
de
hecho.
Es
un
lugar
alegre.
Mallory
 vio
 a
 Morgan
 desaparecer
 en
 la
 tienda
 de
 comestibles.
Quizás
Sawyer
se
haya
ido
ahora.
Se
volvió
hacia
la
señora
Reed.
—Me
preguntaba
si…
—Hola,
vejestorio.
La
voz
burlona
llegó
desde
el
otro
lado
de
la
calle,
y
Mallory
se
volvió.
Frente
 a
 la
 ferretería,
 tres
 pandilleros
 rodearon
 a
 Verne
 como
coyotes
alrededor
de
una
presa
débil.
Más
de
setenta
años,
el
flaco
y
medio
calvo
leñador
nunca
estaba
sobrio,
pero
era
un
amor
total.
—Oh,
no.
—Las
manos
de
Mallory
se
cerraron
en
puños.
—Huele
peor
que
una
mofeta—gritó
un
pandillero.
—Qué
perdedor—se
burló
otro.
Tambaleándose,
Verne
miró
a
los
tres
hombres
confundido.
El
punk
más
grande
tenía
un
tatuaje
de
una
esvástica
en
el
cuero
cabelludo
 afeitado
 y
 brillante,
 lo
 que
 sugería
 que
 los
 hombres
 eran
Aryan
 Hammers.
 Un
 hombre
 tenía
 el
 pelo
 negro,
 grasiento
 y
 una
larga
 barba.
 El
 tercero
 tenía
 un
 corte
 militar
 y
 piercings
 en
 todas
partes,
 a
 lo
 largo
 de
 su
 labio
 inferior,
 alrededor
 de
 las
 orejas
 y
tachonando
sus
mejillas
y
cejas.
El
barbudo
empujó
a
Verne
por
detrás.
El
 viejo
 se
 tambaleó
 hacia
 adelante
 y
 golpeó
 el
 estante
 de
herramientas
 de
 la
 ferretería.
 Apenas
 había
 logrado
 recuperar
 el
equilibrio
cuando
el
hombre
con
los
piercings
lo
empujó.
La
señora
Reed
estaba
cerca
de
las
lágrimas.
—Tenemos
que
parar
esto.
—Sí.
Tenemos.
—Mallory
comenzó
a
avanzar.
Los
 gritos
 habían
 llamado
 la
 atención
 de
 Sawyer,
 y
 después
 de
dejar
caer
su
bolsa
en
un
banco,
se
dirigió
hacia
los
pandilleros.
En
la
tarde
tranquila,
su
voz
suave
llegó
claramente
al
otro
lado
de
la
calle.
—Deja
en
paz
al
viejo.
No
está
a
la
altura
de
tu
categoría
de
peso.
El
 corazón
 de
 Mallory
 dio
 un
 vuelco.
 Muchos
 hombres
rescatarían
a
mujeres
en
problemas,
como
lo
había
hecho
con
ella
y
Zoe.
¿Pero
intervenir
para
salvar
a
un
viejo
alcohólico?
¿El
 maldito
 hombre
 tenía
 que
 seguir
 demostrando
 que
 era
 un
héroe?
También
estaba
muy
en
minoría.
Ella
 miró
 al
 otro
 lado
 de
 la
 calle,
 rezando
 para
 que
 la
 pandilla
prestara
atención
a
su
consejo.
En
 cambio,
 el
 que
 tenía
 los
 piercings
 hizo
 ruidos
 de
 besos
 a
Sawyer.
—Chúpamela,
maricón.
—¿Qué
carajo?
Te
conozco,
imbécil.
—Moviéndose
hacia
Sawyer,
el
 enorme
 skinhead
 apartó
 de
 un
 violento
 codazo
 a
 Verne
 de
 su
camino.
El
viejo
maderero
golpeó
la
acera
y
gimió
de
dolor.
Indiferente,
el
skinhead
clavó
los
ojos
en
Sawyer.
—Tú
eres
el
que
está
en
los
periódicos,
maldito
bastardo,
tú
y
tu
hermano
mataron
Aryan
Hammers.
—Agarró
un
hacha
del
estante
de
herramientas
fuera
de
la
tienda.
—¿Qué
demonios
está
pasando?
—Con
las
manos
vacías,
Morgan
salió
de
la
tienda.
—No
te
metas
en
esto,
Masterson—espetó
Ware.
—Y
un
carajo.
—Morgan
se
puso
al
lado
de
Sawyer
y
frunció
el
ceño
a
los
neonazis—.
Idos
a
la
mierda
de
aquí.
Abucheando,
 la
 pandilla
 se
 dispersó.
 El
 enorme
 skinhead
 y
 el
hombre
con
los
piercings
se
dirigieron
directamente
a
Sawyer.
—No,
no,
no.
—Mallory
golpeó
frenéticamente
el
911
y
empujó
el
teléfono
 en
 la
 mano
 de
 la
 señora
 Reed—.
 Dígale
 al
 despachador
dónde
enviar
a
la
policía.
Tomando
la
escoba
de
la
mujer
mayor,
Mallory
saltó
de
la
acera
entarimada.
 Esquivando
 un
 coche,
 corrió
 hacia
 el
 otro
 lado
 de
 la
calle.
Oh,
sol
y
estrellas,
¿cómo
podría
ayudar?
Morgan
 peleaba
 con
 el
 matón
 barbudo,
 golpeándolo
 como
 si
fuera
un
saco
de
boxeo.
Incapaz
de
defenderse
de
los
grandes
puños
de
Morgan,
el
pandillero
retrocedió
tambaleándose.
A
unos
metros
de
distancia,
Ware
se
movió
de
lado
para
poner
al
matón
cargado
de
piercing
entre
él
y
el
que
tenía
el
hacha.
Cuando
el
pandillero
 perforado
 se
 volvió,
 Ware
 lo
 pateó
 en
 el
 estómago.
 El
hombre
 se
 dobló
 por
 la
 mitad.
 Cuando
 Ware
 acertó
 un
 gancho
 de
derecha,
 el
 pandillero
 fue
 lanzado
 hacia
 atrás,
 aterrizando
 en
 las
tablas
de
madera
cerca
de
Verne.
Noqueado.
El
gigantón
con
un
hacha
soltó
un
gruñido
y
rodeó
a
Sawyer,
con
la
hoja
del
hacha
preparada.
Entonces
arremetió…
y
giró.
Mientras
Mallory
sofocaba
un
grito
de
horror,
Sawyer
esquivó
el
hacha.
 De
 alguna
 manera,
 logró
 girar
 lo
 suficientemente
 rápido
como
para
golpear
su
puño
en
el
riñón
del
pandillero
cuando
pasó
a
su
lado.
Esto
 era
 horrible.
 Atascada
 en
 el
 borde
 de
 la
 acera,
 Mallory
 no
sabía
cómo
ayudar.
La
acción
era
demasiado
rápida.
Con
 un
 rugido
 furioso,
 el
 enorme
 miembro
 de
 la
 pandilla
 giró
para
enfrentar
a
Sawyer
nuevamente...
y
ahora
estaba
de
espaldas
a
Mallory.
Una
 oportunidad.
 Con
 la
 mandíbula
 apretada,
 agitó
 el
 palo
 de
escoba
 tanta
 fuerza
 como
 podía.
 El
 mango
 golpeó
 contra
 la
 parte
posterior
de
las
piernas
del
tipo.
Se
le
doblaron
las
rodillas.
Cuando
comenzó
a
caer,
sus
brazos
se
extendieron
para
mantener
el
equilibrio.
Sawyer
 lo
 golpeó
 en
 la
 mandíbula
 con
 tanta
 fuerza
 que
 el
pandillero
salió
volando
de
la
acera
y
aterrizó
en
la
calle.
Demasiado
cerca
de
ella.
Un
 coche
 derrapó
 hasta
 detenerse.
 Los
 vehículos
 que
 se
aproximaban
se
detuvieron
al
otro
lado.
Sacudiendo
sus
nudillos
sangrantes,
Sawyer
la
miró.
—Gracias,
cariño.
—Él‑él
tenía
un
hacha.
—Me
di
cuenta.
—Un
hoyuelo
apareció
en
su
mejilla—.
Eres
más
astuta
de
lo
que
pareces,
pequeña
contratista.
—Podría
haberte
matado.
—Su
corazón
estaba
tratando
de
salirse
de
su
pecho,
y
él
estaba...
¿sonriendo?
Gimiendo,
el
skinhead
intentó
sentarse.
Un
cuerpo
flácido
aterrizó
justo
encima
de
él,
derribándolo
de
nuevo.
Era
el
hombre
barbudo,
fuera
de
combate.
Mallory
retrocedió
apresuradamente.
—Retrocede
 un
 poco
 más,
 Mal.
 —Sonriendo,
 Morgan
 agarró
 al
último
matón
inconsciente
y
lo
lanzó
sobre
la
pila.
—¿Te
 estás
 metiendo
 en
 peleas
 callejeras
 ahora,
 hermano?
 —La
voz
de
disgusto
vino
de
Virgil
Masterson,
que
caminaba
por
la
acera
desde
 la
 estación
 de
 policía.
 El
 teniente
 era
 seguido
 por
 un
 oficial
más
joven
en
su
uniforme
negro
con
las
armas
en
el
cinturón.
—Mallory.
—Virgil
se
detuvo
a
su
lado
y
la
evaluó
rápidamente.
Su
 mirada
 rodó
 sobre
 los
 tres
 Aryan
 Hammers
 y
 volvió
 a
 la
 acera.
Después
 de
 ver
 a
 Sawyer
 ayudar
 al
 viejo
 Verne
 a
 ponerse
 de
 pie,
frunció
el
ceño
a
su
hermano—.
Morgan,
¿qué
demonios?
—Oye,
esto
es
lo
más
divertido
que
he
tenido
desde
que
Wya 
se
fue.
 —Después
 de
 examinar
 sus
 nudillos
 magullados,
 Morgan
sonrió
a
Sawyer—.
No
puedo
creer
me
dijeras
que
me
mantuviera
al
margen.
Virgil
suspiró
y
se
volvió
hacia
Mallory.
—¿Me
puedes
decir
que
es
lo
que
pasó?
—Esos
 tres
 tipos
 estaban
 acosando
 a
 Verne,
 y
 lo
 derribaron.
Sawyer
 les
 dijo
 que
 se
 detuvieran.
 —Señaló
 al
 skinhead—.
 Este
agarró
 un
 hacha
 de
 la
 vitrina
 de
 la
 ferretería.
 Morgan
 noqueó
 a
 un
tipo.
Sawyer
aplastó
a
otro.
Y
el
tercero
con
el
hacha—ella
señaló
al
enorme
 skinhead—yo...
 eh...
 lo
 golpeé
 con
 la
 escoba,
 entonces
Sawyer
le
dio
un
puñetazo.
—Entiendo.
Muy
bonito
golpe,
cariño.
—Virgil
pateó
el
hacha
en
dirección
 a
 su
 ayudante
 y
 miró
 a
 Ware—.
 ¿Supongo
 que
 buscan
vengarse
a
toda
costa
de
ti
y
de
A icus?
Sawyer
asintió,
su
rostro
sombrío
bajo
la
sombra
del
sombrero.
Mallory
recordó
que
había
matado
a
un
Aryan
Hammer
durante
la
fuga
de
la
prisión.
¿Ahora
la
pandilla
quería
venganza?
El
skinhead
podría
haberlo
asesinado
 justo
 aquí
 delante
 de
 ella.
 Sintiendo
 como
 si
 el
 hielo
hubiera
 colmado
 sus
 entrañas,
 Mallory
 envolvió
 sus
 brazos
alrededor
de
su
cintura.
Alguien
 la
 empujó.
 Curiosos
 lugareños
 se
 habían
 reunido
 en
 la
calle,
aprovechando
el
tráfico
detenido.
—Ahora
tenemos
peleas
en
las
calles.
Todo
por
la
maldita
basura
que
trajo
la
prisión.
—El
acento
neoyorquino
de
Roger
Simmons
se
intensificaba
cuando
estaba
molesto—.
Debería
arrojar
a
los
cuatro
a
la
cárcel.
¿Cuatro?
 Al
 darse
 cuenta
 de
 que
 su
 acusación
 incluía
 a
 Sawyer,
Mallory
frunció
el
ceño.
—Ware
no
comenzó
la
pelea.
—Es
otro
maldito
convicto,
violento
como
todos
ellos.
No
sé
por
qué
demonios
sigue
en
nuestra
ciudad.
¿En
serio?
Ella
negó
con
la
cabeza.
—Sawyer
 Ware
 no
 es
 violento.
 ¿De
 dónde
 sacas
 esas
 ideas?
Deberías
conocerlo
antes
de
juntarlo
con
verdaderos
delincuentes.
***

Sawyer
 escuchó
 al
 dueño
 de
 la
 gasolinera,
 Simmons,
 gritando,


nada
nuevo,
pero
Mallory
había
saltado
en
su
defensa.
Simmons
gruñó.
—Estás
 equivocada,
 Mallory.
 —Miró
 fieramente
 a
 Sawyer
 y
 se
alejó
dando
pisotones.
Sawyer
 miró
 a
 Mallory,
 sintiéndose...
 extraño.
 Le
 había
 dicho
 a
Simmons
 que
 no
 era
 violento.
 Y,
 aunque
 sus
 ojos
 verdes
 aún
brillaban
de
ira,
estaba
pálida.
La
pelea
la
había
perturbado.
Levantando
una
mano
temblorosa
para
apartarse
el
pelo,
Mallory
le
preguntó
a
Virgil:
—¿Me
necesitas
para
algo?
—Nah,
 ni
 un
 poco.
 Vuelve
 a
 lo
 que
 estabas
 haciendo.
 Si
 tengo
preguntas,
sé
dónde
encontrarte.
Ella
asintió.
Sin
siquiera
mirar
a
Sawyer,
se
alejó,
todavía
con
su
arma.
 Toda
 una
 luchadora,
 metiendo
 la
 cuchara
 con
 una
 maldita
escoba.
Cruzó
la
calle,
devolvió
la
escoba
a
una
mujer
mayor
y
se
fue.
No
caminando
con
su
suave
deslizamiento
habitual.
La
violencia
la
molestó.
A
ella
no
le
gustaba.
Ella
no
creía
que
fuera
violento.
Se
 sentía
 tan
 inquieto
 como
 cuando
 se
 había
 lanzado
 en
paracaídas
durante
la
noche
a
un
mar
agitado
y
había
sido
golpeado
por
cada
ola
hasta
que
se
había
sumergido.
¿Cómo
la
había
leído
tan
mal
esa
noche?
Ella
no
lo
había
llevado
a
 la
 cama
 porque
 era
 un
 ex
 convicto.
 Ella
 no
 había
 querido
 un
bastardo
violento.
Ella
lo
había
querido
a
él.
Darse
cuenta
de
eso
levantó
un
peso
de
su
pecho,
uno
que
no
se
había
 dado
 cuenta
 de
 que
 estaba
 allí.
 Respiró
 hondo,
 más
profundamente
que
la
vez
anterior.
Después
de
un
segundo,
se
dio
cuenta
de
que
Virgil
estaba
tratando
de
llamar
su
atención.
—¿Sí?
—Ven
 a
 la
 estación
 y
 presenta
 cargos.
 Tú
 también,
 Morgan.
 —
Virgil
resopló—.
Te
dará
un
merecido
tener
que
ayudar
a
completar
el
maldito
papeleo.
Morgan
 se
 echó
 a
 reír
 y
 le
 dio
 una
 palmada
 en
 la
 espalda
 a
Sawyer.
—Vamos,
amigo.
Mi
hermano
 llorará
 como
 una
 niña
 pequeña
si
su
papeleo
no
es
todo
bonito.
***

Con
el
cachorro
acurrucado
en
una
bola
sobre
su
regazo,
Sawyer
se
acomodó
en
su
sillón
de
cuero
y
vio
salir
el
sol
sobre
las
montañas
orientales.
 Sus
 ojos
 se
 sentían
 arenosos,
 su
 estómago
 agrio.
 Había
sido
 una
 noche
 difícil.
 Nada
 sorprendente.
 Después
 de
 cualquier
enfrentamiento
sangriento,
sus
pesadillas
regresaban.
Pero
la
culpa...
ahora,
eso
era
nuevo.
Se
había
equivocado
acerca
de
Mallory.
Había
sido
un
cretino.
La
noche
con
ella
y
lo
que
habían
compartido
había
sido
diferente
de
lo
que
él
había
creído.
Extraño
cómo
el
darse
lo
cambió
todo.
No
es
de
extrañar
que
no
haya
podido
entender
quién
era
ella.
Ahora
 lo
 sabía.
 Era
 exactamente
 lo
 que
 parecía:
 una
 mujer
fantástica
 con
 un
 gran
 corazón
 que
 mantenía
 comida
 extra
 en
 casa
en
caso
de
animales
extraviados,
que
llevaba
comida
casera
a
nuevos
vecinos,
 cuyo
 equipo
 de
 construcción
 la
 adoraba
 y
 trabajaba
 para
complacerla,
y
que
lo
había
tratado
profesionalmente
a
pesar
de
su
comportamiento.
La
había
tratado
mal…
y
sí,
se
sentía
pésimo
por
eso.
Ahora
 lo
 había
 visto
 pelear
 por
 segunda
 vez,
 y
 sabía
 que
 la
pandilla
 lo
 tenía
 en
 la
 mira.
 Y
 a
 ella
 no
 le
 gustaba
 la
 violencia.
 ¿Se
echaría
para
atrás
de
su
trabajo
de
construcción?
Sawyer
 se
 pasó
 las
 manos
 por
 la
 cara.
 La
 mayoría
 de
 las
reparaciones
 convenidas
 se
 realizaron,
 y
 probablemente
 podría
terminar
 el
 resto
 si
 fuera
 necesario,
 aunque
 su
 trabajo
 sería
 mucho
menos
profesional.
En
realidad,
las
reparaciones
no
eran
lo
que
le
molestaba.
Era
la
sensación
 de
 que...
 había
 perdido
 algo.
 Alguien.
 Incluso
 cuando
pensaba
que
ella
lo
había
follado
por
una
excitación,
a
él
le
gustaba.
Disfrutaba
de
su
compañía.
Si
ella
se
fuera,
la
echaría
de
menos,
maldita
sea.
El
sonido
de
su
camioneta
lo
puso
de
pie.
Aquí
viene.
Él
ya
podía
imaginar
 cómo
 le
 explicaría
 que
 tenía
 otras
 obligaciones
 o
 cómo
había
surgido
algo.
Sosteniendo
 el
 cachorro
 soñoliento
 contra
 su
 pecho,
 abrió
 la
puerta.
—Buenos
días,
Ware.
—Con
la
caja
de
herramientas
en
la
mano,
Mallory
 pasó
 junto
 a
 él.
 Por
 el
 camino
 detrás
 de
 su
 camioneta,
llegaron
dos
enormes
camionetas
más.
Los
gemelos
del
techo
y
otro
carpintero.
Sin
 esperar
 su
 respuesta,
 porque
 indudablemente
 había
aprendido
 a
 no
 esperar
 los
 buenos
 días
 de
 él,
 dejó
 su
 caja
 de
herramientas
en
la
encimera
como
solía
hacerlo.
—El
 techo
 debería
 estar
 terminado
 hoy.
 Luego
 comenzaremos
con
 los
 suelos
 de
 la
 caballeriza
 y
 el
 foso
 de
 lavado.
 El
 nuevo
fregadero
también
se
instalará
hoy.
Sawyer
 la
 miró
 fijamente.
 El
 cachorro
 bostezó
 con
 un
 chillido
alto.
Mallory
se
echó
a
reír.
—¿Él
tiene
nombre?
Ella
lo
había
visto
golpear
a
dos
tipos
hasta
perder
la
conciencia.
¿No
se
suponía
que
la
mujer
se
viera
nerviosa
o
algo
así?
—Aquiles.
—Aquiles.
 —Unas
 cejas
 marrones
 bellamente
 curvadas
 se
unieron—.
¿Como
el
griego
que
luchó
contra
Héctor
en
la
Ilíada?
—Muy
 bien.
 —Él
 sonrió
 ante
 su
 mirada
 incrédula—.
 Mi
 madre
era
profesora
de
inglés,
de
ahí
Sawyer
y
A icus.
Y
nuestro
hermano
menor...—Hizo
una
pausa,
esperando
la
pregunta.
Ella
no
le
falló.
—¿Se
llama?
Sawyer
sonrió.
—Héctor.
Joder,
 él
 amaba
 su
 risa.
 Las
 voces
 soprano
 eran
 a
 menudo
estridentes;
la
de
ella
era
suave,
sedosa
y
llena.
De
repente,
necesitaba
una
respuesta
directa.
—Sabes
que
los
Aryan
Hammers
quieren
venganza.
Ella
parpadeó
ante
su
tono
áspero.
—Ajá,
escuché
lo
que
dijo
Virgil.
—¿Debería
buscar
otro
contratista?
La
expresión
de
disgusto
de
ella,
lo
hizo
parpadear.
—No,
Ware.
Tenemos
un
contrato,
por
eso
me
llaman
contratista.
Termino
lo
que
empiezo.
—Y...
 —Su
 garganta
 se
 obstruyó.
 Sin
 duda
 demasiado
 café—.
Correcto.
El
sonido
de
los
peleones
gemelos
Booth
llegó
desde
el
exterior
—Russ,
 Priscilla
 pensó
 que
 eras
 un
 idiota.
 Era
 a
 mí
 a
 quien
quería.
—Sigue
soñando,
idiota.
Me
pidió
que
le
trajera
un
trago.
—Solo
para
que
pudiera
quedarme
a
su
lado.
Le
gusto
más...
—Esos
dos.
—Soltando
un
bufido
y
riendo,
Mallory
negó
con
la
cabeza—.
 Eres
 bastante
 bueno
 en
 una
 pelea,
 Ware.
 ¿Hay
 alguna
p ¿ y g
posibilidad
de
que
quieras
golpear
a
los
techadores
hoy?
Sawyer
resopló
y
regresó
a
la
habitación
para
cambiarse.
¿Y
si
él
estaba
sonriendo?
Bueno,
ella
no
podía
verlo,
¿o
sí?

Capítulo
11
 

Una
caprichosa
tormenta
salió
de
Alaska
el
jueves
por
la
noche
para
 regalarle
 a
 las
 montañas
 una
 hermosa
 capa
 de
 nieve,
 antes
 de
cambiar
 a
 lluvia
 por
 la
 tarde.
 Para
 celebrar
 el
 cumplimiento
 de
 los
plazos
 de
 entrega
 y
 regresar
 a
 una
 semana
 de
 cinco
 días,
 Mallory
dejó
que
su
equipo
se
fuera
temprano
el
viernes,
incluida
ella
misma.
Mientras
 limpiaba
 después
 de
 su
 almuerzo
 tardío,
 notó
 que
 la
lluvia
 había
 cesado.
 Si
 caminaba
 para
 buscar
 su
 correo
 en
 este
momento,
podría
disfrutar
de
los
últimos
restos
de
nieve.
Después
de
ponerse
su
chaqueta
roja
impermeable,
por
si
acaso,
caminó
por
el
sendero,
respirando
profundamente
el
vigorizante
aire
frío.
Los
bosques
más
bajos
eran
de
color
verde
oscuro,
y
más
arriba,
las
laderas
seguían
siendo
de
un
blanco
inmaculado.
Aquí
abajo,
en
el
valle,
la
nieve
permanecía
en
las
curvas
del
prado
y
las
sombras
de
los
árboles.
Bajo
los
pies,
la
nieve
se
había
convertido
en
algo
poco
atractivo,
fangosa
 y
 resbaladiza.
 Ella
 se
 resbaló
 sobre
 un
 remiendo
 y
 apenas
recuperó
el
equilibrio.
A
medio
camino
del
buzón,
la
golpearon
algunas
gotas.
Entonces
algunos
 más.
 La
 Ley
 de
 Murphy,
 ¿verdad?
 Sales
 a
 caminar
 y
 la
 lluvia
comenzará
de
nuevo.
Se
subió
la
capucha
y
se
echó
a
reír
ante
el
sonido
del
golpeteo
sobre
ella.
Llueva
o
no,
el
mundo
era
hermoso.
Pasó
 por
 la
 casa
 de
 Ware
 y
 notó
 las
 ventanas
 oscuras
 y
 la
camioneta
ausente.
No
estaba
en
casa.
Oh,
honestamente,
¿acababa
de
contener
la
respiración?
El
 techo
 del
 establo
 se
 veía
 bien
 y
 habían
 terminado
 justo
 a
tiempo.
Ware
estaba
contento...
y
lo
había
dicho.
¿No
era
extraño
cómo
había
cambiado
su
comportamiento
desde
la
 pelea
 callejera
 el
 pasado
 fin
 de
 semana?
 Todavía
 no
 era
particularmente
 amigable,
 no
 coqueteaba
 ni
 nada,
 pero
 su
 ira
nerviosa
 hacia
 ella
 había
 desaparecido.
 Por
 qué
 debió
 haberse
enojado,
 para
 empezar,
 ella
 nunca
 lo
 había
 entendido,
 y
seguramente
no
lo
conocía
lo
suficiente
como
para
preguntar.
Frunció
los
labios.
¿Tal
vez
se
había
estado
adaptando
al
mundo
exterior?
 ¿Cómo
 sería
 ser
 empujado
 a
 una
 prisión
 para
 vivir?
Controlado
 y
 restringido
 todo
 el
 tiempo.
 No
 es
 de
 extrañar
 que
 su
aura
tuviera
vetas
grises,
y
líneas
ásperas
rodearan
su
boca.
¿La
prisión
lo
había
convertido
en
un
buen
luchador?
A
pesar
de
su
miedo,
ella
había
notado
cuán
hábilmente
luchó,
como
si
hubiera
nacido
para
ser
un
guerrero.
No.
No
empieces
con
eso
de
nuevo.
Sin
embargo,
sería
interesante
saber
dónde
había
adquirido
esas
habilidades.
 Pero
 ella
 no
 le
 preguntaría
 a
 otros
 sobre
 su
 pasado.
Según
Buda,
la
conversación
tenía
que
ser
“verdadera,
gentil,
decidida
y
 dicha
 con
 una
 mente
 de
 amorosa
 bondad”,
 y
 los
 rumores
 con
demasiada
frecuencia
rayaban
la
crueldad.
Si
Ware
quisiera
que
ella
supiera
más,
él
mismo
podría
contarle.
Ella
 sonrió.
 Su
 disposición
 a
 compartir
 sucedería
 justo
 cuando
Bear
Flat
se
convirtiera
en
un
resort
tropical
lleno
de
palmeras.
Además,
 su
 pasado
 no
 era
 asunto
 suyo.
 Había
 dejado
 en
 claro
que
no
tenía
interés
en
ella
como
mujer.
Realmente,
no
debería
haber
hecho
el
amor
con
él
aquella
noche.
Tal
 vez
 hubieran
 podido
 ser
 amigos
 si
 ella
 simplemente
 le
 hubiera
agradecido
por
verla
llegar
a
su
casa
y
haber
entrado
sola.
Llegó
al
final
del
sendero
donde
se
encontraba
con
el
camino
más
grande.
Whiskey
Creek
Lane
tenía
tres
buzones
juntos.
Al
pasar
por
un
bache,
hizo
una
nota
mental
para
conseguir
el
camino
nivelado.
Tal
 vez
 enripiado.
 Al
 menos
 el
 condado
 finalmente
 había
pavimentado
Kestrel
Mountain
Road.
Al
abrir
su
caja,
sacó
el
único
sobre,
Ha
calificado
para
una
tarjeta
de
crédito.
Grr,
correo
basura,
un
total
desperdicio
de
árboles.
Al
menos
ella
podría
usarlo
para
encender
el
fuego.
Incluso
cuando
se
lo
metió
en
el
bolsillo
y
se
dirigió
de
nuevo
por
el
sendero,
la
lluvia
comenzó
a
caer,
convirtiéndose
en
un
golpeteo
constante
con
algunos
copos
de
nieve
para
matizar.
Mallory
caminó
más
rápido.
A
pesar
de
la
lluvia,
una
cierva
pastaba
en
la
hierba
de
la
zanja.
Y
dos
adorables
cervatillos
retozaban
cerca.
Mallory
 sonrió,
 recordando
 el
 primer
 invierno
 de
 Becca
 en
 Bear
Flat
 cuando
 la
 chica
 citadina
 había
 dejado
 comida
 para
 el
 “pobre
ciervo
 hambriento”
 a
 pesar
 de
 las
 advertencias
 de
 Logan.
 Becca
había
 aprendido
su
lección
la
 siguiente
primavera.
 A
 diferencia
del
ganado
 que
 come
 hierba,
 los
 ciervos
 masticaban
 todo,
 tulipanes,
árboles
frutales
y
los
rosales
que
Becca
acababa
de
plantar.
Aún
 así...
 Mallory
 había
 entendido
 a
 su
 amiga.
 ¿Podría
 algo
 ser
más
 irresistible
 que
 los
 bebés?
 Mientras
 caminaba,
 vio
 a
 los
 dos
cervatillos
 saltar
 tras
 su
 madre.
 El
 primero
 dio
 un
 salto
 ordenado
sobre
la
zanja.
Entonces
el
otro...
Mallory
 metió
 el
 pie
 en
un
 bache
y
 tropezó.
Su
 pie
 cayo
 encima
de
una
roca
pulida,
resbaló
y
con
un
estallido
de
dolor
desgarrador,
su
tobillo
se
torció.
Ella
se
cayó.
Con
fuerza.
***

Sawyer
conducía
por
Kestrel
Mountain
Road,
rumbo
a
casa.
En
su
caja,
en
el
asiento
del
pasajero,
Aquiles
dormía
una
siesta
después
de
 su
 traumática
 visita
 a
 la
 veterinaria.
 Toqueteado,
 revisado
 y
pinchado.
 Pobre
 cachorro.
 Sawyer
 había
 estado
 en
 el
 hospital
 lo
suficiente;
podía
simpatizar
con
él.
Redujo
la
velocidad
de
la
camioneta
y
giró
hacia
Whiskey
Creek
Lane.
 El
 aguanieve
 manchaba
 el
 parabrisas,
 y
 él
 aumentó
 la
velocidad
de
los
limpiaparabrisas.
Había
nevado
anoche
y
llovido
la
mayor
parte
del
día
de
hoy.
Ahora
esta
mezcla.
Clima
loco,
incierto.
Se
 sonrió.
 En
 la
 ciudad,
 la
 gente
 se
 había
 quejado
 de
 la
 tormenta
temprana;
 sin
 embargo,
 en
 la
 prisión,
 el
 tiempo
 en
 el
 patio
 al
 aire
libre,
se
medía
en
minutos,
y
había
adquirido
una
nueva
apreciación
de
 todo
 lo
 que
 la
 naturaleza
 tenía
 para
 ofrecer.
 Incluso
 un
 cielo
escupiendo
nieve,
hielo
y
lluvia.
Él
dejó
atrás
 la
 casa
 de
A icus.
En
 el
 largo
 tramo
 de
su
parcela,
con
pasturas
a
cada
lado,
un
destello
de
color
rojo
brillante
llamó
su
atención.
 Algo,
 no,
 alguien,
 estaba
 sentado
 al
 lado
 del
 camino
 de
ripio.
Dios
mío,
¿Mallory?
Piso
los
frenos,
estacionó
la
camioneta
y
saltó
de
ella.
Ella
 tenía
 quitada
 una
 bota
 que
 llegaba
 hasta
 la
 rodilla
 y
 el
calcetín,
 dejando
 su
 pie
 izquierdo
 desnudo.
 Lentamente,
 estaba
envolviendo
el
calcetín
alrededor
del
tobillo
derecho
por
encima
de
su
bota
en
un
inteligente
vendaje
casero.
Ella
lo
miró,
su
alivio
era
obvio.
—Hola,
 Ware.
 ¿Hay
 alguna
 posibilidad
 de
 que
 me
 lleves
 a
 mi
casa?
Al
escuchar
el
dolor
que
subyacía
en
sus
palabras
casuales,
se
le
tensaron
las
tripas.
Él
se
puso
en
cuclillas
a
su
lado.
Bajo
el
calcetín
verde
 oscuro,
 su
 tobillo
 derecho
 estaba
 hinchado
 sobre
 la
 parte
superior
de
la
bota.
Esguince
o
fractura.
—No.
—Pero…
—Te
estoy
llevando
a
la
clínica
médica.
Vuelve
a
ponerte
la
bota.
—Antes
de
que
ella
pudiera
darle
una
respuesta
inteligente,
abrió
la
puerta
del
lado
del
pasajero,
movió
a
Aquiles
y
regresó.
Ella
 ya
 se
 había
 puesto
 la
 bota,
 así
 que
 la
 levantó
 y
 trató
 de
 no
darse
 cuenta
 de
 lo
 bien
 que
 le
 encajaba
 en
 sus
 brazos.
 Después
 de
ponerla
en
el
asiento
del
pasajero,
colocó
el
pequeño
porta
perro
en
su
regazo.
—Sujeta
a
Aquiles
por
mí.
Cuando
él
subió
al
otro
lado,
ella
lo
miró
con
el
ceño
fruncido.
—Llévame
a
casa,
por
favor.
Mi
tobillo
solo
necesita
ser
envuelto
y…
—Vas
 a
 ver
 a
 un
 médico.
 Punto.
 —Cuando
 él
 se
 estiró
 para
abrocharle
el
cinturón
de
seguridad,
captó
su
aroma.
Fresco
y
limpio
como
 la
 hierba
 recién
 cortada.
 También
 podía
 sentirla
 temblar—.
¿Cuánto
tiempo
estuviste
sentada
allí?
—No
 mucho
 tiempo.
 Tengo
 que
 admitir
 que
 perdí
 un
 par
 de
minutos
maldiciendo.
—Cuando
un
gemido
salió
de
la
caja,
le
dio
al
cachorro
 un
 dedo
 para
 que
 lo
 mordisqueara—.
 Tranquilo,
 bebé.
Shhh.
Sawyer
 no
 se
 sorprendió
 cuando
 Aquiles
 se
 tranquilizó.
 Esta
mujer
 llevaba
 consigo
 la
 serenidad
 como
 otras
 mujeres
 llevaban
carteras.
Después
 de
 subir
 la
 calefacción
 al
 máximo,
 giró
 la
 camioneta
 y
regresó
a
la
ciudad.
—¿Hay
algo
más
que
tu
tobillo
dañado?
—Solo
mi
creencia
de
que
finalmente
había
dominado
el
arte
de
caminar.
Él
 sonrió.
 Por
 la
 tensión
 de
 su
 rostro,
 él
 suponía
 que
 le
 dolía
 el
tobillo
como
el
infierno,
pero
no
estaba
llorando,
ni
estaba
histérica.
Joder,
le
gustaba
su
irónico
sentido
del
humor.
En
 la
 ciudad,
 se
 estacionó
 frente
 a
 la
 clínica,
 movió
 el
transportador
 de
 perros
 al
 asiento
 del
 conductor
 y
 le
 dio
 a
 Aquiles
un
hueso
para
mascar
y
mantenerlo
ocupado.
—Vuelvo
pronto,
amigo.
Ignorando
 la
 protesta
 de
 Mallory,
 la
 llevó
 adentro.
 Un
 puñado
húmedo,
tembloroso,
fragante
y
suave.
Le
hizo
recordar
la
sensación
de
su
cuerpo
desnudo
demasiado
bien,
tuvo
que
concentrarse
en
no
abrazarla
más
apretado.
Frente
al
mostrador
de
la
recepción,
miró
alrededor
de
la
sala
de
espera,
notando
los
detectores
de
movimiento
montados
en
lo
alto
y
el
 sensor
 para
 detectar
 vidrios
 rotos.
 Buena
 seguridad,
 además
 de
estar
 ubicado
 al
 lado
 de
 la
 estación
 de
 policía,
 había
 mantenido
 el
lugar
a
salvo
de
los
Aryan
Hammers.
Un
asunto
menos
del
que
tenía
que
preocuparse.
Mallory
lo
miró
ceñudamente.
—Ahora
ya
puedes
bajarme.
Ahora,
 ¿por
 qué
 haría
 eso
 cuando
 estaba
 disfrutando
 de
 la
sensación
de
ella
en
sus
brazos?
—Estoy
bien.
—¡Mal!
 —Una
 bella
 rubia
 vestida
 con
 uniforme
 azul
 salió
corriendo
de
las
salas
de
examen—.
¿Que
te
pasó?
—Hola,
 Sunny.
 Me
 torcí
 el
 tobillo.
 Nada
 importante.
 —Mallory
frunció
el
ceño
a
Sawyer—.
Está
siendo
demasiado
machista.
Captando
la
sonrisa
de
Sawyer,
la
enfermera
resopló.
—Ya
veo.
En
ese
caso,
señor
Machista,
¿puede
traerla
a
la
parte
de
atrás?
—Ella
abrió
el
paso
hacia
una
sala
de
examen.
Después
 de
 poner
 a
 su
 vecina
 deliciosamente
 bravucona
 en
 la
mesa,
dio
un
paso
atrás.
—Sawyer,
sé
que
conociste
a
Virgil
Masterson
la
semana
pasada.
—Mallory
 hizo
 un
 gesto
 hacia
 la
 enfermera—.
 Ésta
 es
 su
 esposa,
Summer,
también
conocida
como
Sunny
por
algunos
de
nosotros.
—Encantado.
 —Después
 de
 asentir
 con
 la
 cabeza
 a
 Summer,
Sawyer
tiró
suavemente
del
abrigo
mojado
de
Mallory.
Cuando
 la
 enfermera
 desenvolvió
 el
 calcetín
 improvisado
 como
una
venda,
la
voz
de
Mallory
se
tensó
de
dolor.
—Éste
es
mi
vecino,
Sawyer
Ware,
el
hermano
de
A icus.
Summer
le
sonrió.
—A icus
ha
hablado
de
ti.
Encantada
de
conocerte.
Después
 de
 dejar
 caer
 el
 abrigo
 de
 Mallory
 sobre
 una
 silla,
Sawyer
frunció
el
ceño.
A
pesar
de
la
cálida
habitación
y
su
pesado
suéter
verde,
todavía
temblaba.
Maldición,
ella
probablemente
estaba
hipotérmica.
—¿Tienes
 mantas
 calientes,
 Summer?
 Ella
 estuvo
 bastante
 en
 el
frío
antes
de
que
yo
llegara.
—En
el
armario
del
pasillo.
—Summer
quitó
la
bota
de
Mallory
y
negó
 con
 la
 cabeza—.
 Esto
 está
 bastante
 hinchado,
 Mal.
 Te
 voy
 a
cortar
el
calcetín.
Un
par
de
minutos
después,
Sawyer
envolvió
una
manta
caliente
alrededor
 de
 Mallory.
 Su
 suspiro
 de
 placer
 alivió
 el
 nudo
 en
 sus
entrañas
y
lo
hizo
sonreír.
La
puerta
de
la
sala
de
examen
se
abrió.
—Mallory.
Parece
que
tuviste
una
caída.
—El
doctor
era
delgado
con
 cabello
 gris
 peinado
 hacia
 atrás,
 anteojos
 y
 una
 bata
 blanca
estándar
 de
 laboratorio.
 Miró
 a
 Sawyer—.
 Soy
 el
 doctor
 Vickers.
¿Eres
pariente
de
Mallory?
—Vecino.
Sawyer
Ware.
—Es
 bueno
 conocerte.
 Si
 espera
 en
 el
 área
 de
 recepción,
entonces…
—Me
quedaré.
—Sawyer
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho—.
Ella
es
un
poco
terca.
Prefiero
escuchar
lo
que
está
mal
y
lo
que
hay
que
hacer
de
usted
en
lugar
de
que
ella
me
diga
que
todo
está
bien
y
que
no
necesita
nada.
Summer
se
rio
por
lo
bajo.
—Él
conoce
a
Mal
bastante
bien,
¿verdad?
Después
 de
 fruncir
 el
 ceño
 a
 la
 enfermera,
 Mallory
 dirigió
 su
mirada
 hacia
 Sawyer.
 Aparentemente
 entendió
 su
 expresión
obstinada
ya
que
solo
suspiró
y
no
protestó.
Su
puchero
de
disconformidad
era
jodidamente
lindo.
Torciendo
 los
 labios,
 el
 médico
 comenzó
 a
 palpar
 los
 huesos
 a
cada
lado
de
su
tobillo
y
pie.
Sawyer
frunció
el
ceño.
Su
tobillo
hinchado
se
había
duplicado
en
tamaño,
con
hematomas
rojizos
a
ambos
lados.
Parecía
jodidamente
doloroso.
Mientras
 el
 doctor
 tocaba
 y
 palpaba,
 Mallory
 no
 dejó
 escapar
ningún
 sonido,
 aunque
 sus
 dedos
 se
 curvaron
 alrededor
 de
 los
bordes
 de
 la
 mesa
 de
 examen
 con
 tanta
 fuerza
 que
 sus
 nudillos
 se
pusieron
blancos.
Desafortunadamente,
 no
 eran
 lo
 suficientemente
 buenos
 amigos
para
 que
 él
 le
 tomara
 la
 mano.
 La
 contratista
 era
 muy
 dura
 y
 le
estaba
rompiendo
el
corazón.
—¿Necesita
rayos
X?—preguntó
mientras
el
doctor
la
ayudaba
a
dar
unos
pasos.
—No
 según
 el
 protocolo
 de
 O awa.
 —El
 doctor
 le
 sonrió
 a
Mallory—.
Parece
que
escapaste
de
los
huesos
rotos,
pero
tienes
un
lindo
y
saludable
esguince.
—Vendarlo
y
ponerle
hielo,
¿verdad?—adivinó
ella.
—Exactamente,
 es
 correcto.
 —El
 doctor
 le
 sonrió—.
 Eleva
 tu
tobillo.
 Sin
 aspirina.
 Quiero
 que
 uses
 muletas
 durante
 dos
 días.
Puedes
 apoyar
 el
 dedo
 del
 pie
 para
 mantener
 el
 equilibrio
 siempre
que
mantengas
la
mayor
parte
del
peso
fuera
del
pie.
—¿Muletas?
—Ella
frunció
el
ceño.
—Sí,
muletas.
—Miró
a
Sawyer—.
¿La
llevarás
a
casa?
—Sí.
La
tendré
vigilada.
—Tendrás
 un
 trabajo
 duro
 sobre
 tus
 espaldas.
 —El
 doctor
comenzó
su
trabajo
en
el
tobillo.
Mallory
se
volvió
para
mirar
a
Sawyer
como
si
le
hubiera
crecido
una
segunda
cabeza.
Una
lástima.
***

Para
cuando
Sawyer
llegó
a
la
casa
de
Mallory,
el
sol
estaba
cerca
de
 ponerse
 y
 la
 lluvia
 había
 disminuido
 a
 llovizna.
 Mientras
caminaba
 alrededor
 de
 su
 camioneta,
 estudió
 su
 casa
 a
 la
 luz
restante
del
día.
Era
una
casa
de
dos
plantas,
de
listones
blancos
con
un
 techo
 de
 acero
 gris
 y
 persianas
 de
 color
 rojo
 oscuro.
 El
 porche
cubierto
 y
 envolvente
 contenía
 un
 amplio
 columpio,
 sillas
 y
 mesas.
Las
macetas
tachonaban
las
verjas
de
hierro
de
color
rojo
oscuro.
Leones
tallados
se
enroscaban
alrededor
de
los
postes.
Interesante.
Cuando
 Mallory
 trató
 de
 salir
 de
 la
 enorme
 camioneta
 con
 las
muletas,
Sawyer
resopló,
extendió
los
brazos
y
la
levantó.
—Puedo
caminar.
—Seguro
 que
 puedes.
 Hazlo
 mañana.
 —Como
 si
 la
 hubiera
dejado
tratar
de
manejar
muletas
en
el
crepúsculo
y
la
lluvia.
Una
vez
adentro,
la
llevó
a
través
del
pequeño
vestíbulo
y
pasó
la
cocina
hacia
la
derecha.
Un
baño
estaba
a
la
izquierda,
y
Sawyer
se
detuvo
ante
el
recordatorio.
Mujeres.
—Apuesto
a
que
podrías
necesitar
un
paso
por
el
baño,
¿verdad?
—Sí,
por
 favor.
 —Cuando
él
 miró
 hacia
 abajo,
su
rostro
 se
 puso
rojo
de
vergüenza.
Maldición,
ella
era
linda.
Recordando
 el
 camino
 demasiado
 bien,
 la
 llevó
 a
 su
 dormitorio
principal
y
al
baño
grande
e
impecable.
Con
papel
tapiz
floral
azul
y
blanco,
toallas
de
mano
azules
y
un
elegante
espejo
antiguo
sobre
el
lavabo,
 parecía
 muy
 femenino.
 Él
 la
 dejó
 en
 el
 suelo,
 la
 mantuvo
firme
 hasta
 que
 ella
 tuvo
 un
 buen
 agarre
 en
 el
 lavabo
 y
 le
 quitó
 el
abrigo.
—Quédate
ahí
un
segundo.
Rebuscó
en
los
cajones
de
su
cómoda,
desenterrando
pantalones
de
 chándal,
 una
 camiseta
 y
 una
 sudadera
 suelta.
 Un
 cajón
 lleno
 de
ropa
interior
reluciente
lo
hizo
retroceder.
No,
no
vayas
por
allí.
Excelente.
Ahora
se
preguntaba
si
ella
había
estado
usando
algo
tan
sexy
debajo
de
la
ropa.
—Aquí
 hay
 ropa
 seca.
 —Puso
 la
 pila
 de
 ropa
 en
 la
 encimera
 al
lado
 del
 inodoro—.
 Voy
 a
 buscar
 tus
 muletas,
 y
 las
 colocaré
 justo
afuera
de
la
puerta.
—Entendido.
 —Su
 voz
 se
 suavizó—.
 Gracias,
 Sawyer.
 Por
 todo.
—Su
 suéter
 color
 jade
 hacía
 que
 sus
 grandes
 ojos
 verdes
 fueran
simplemente
impresionantes.
Él
le
sonrió.
¿Ella
pensó
que
él
se
iba?
Incorrecto,
mascota.
No
valía
la
 pena
 molestarse
 en
 corregirla
 ahora.
 Había
 estado
 cerca
 de
suficientes
 mujeres
 para
 saber
 que
 sus
 pensamientos
 se
 iban
 al
infierno
si
la
necesidad
de
orinar
era
urgente.
Después
 de
 dejar
 las
 muletas
 junto
 a
 la
 puerta,
 Sawyer
 salió
 a
darle
a
Aquiles
unas
corridas
en
el
patio
delantero.
Una
vez
hecho
eso,
llevó
al
cachorro
y
la
caja
dentro,
entonces
se
paseó
por
la
planta
baja
de
la
casa.
La
casa
tenía
unos
cuarenta
años
y
 estaba
 en
 excelente
 estado.
 Escalera
 en
 el
 centro.
 El
 dormitorio
principal
a
la
izquierda,
y
tenía
buenos
recuerdos
de
esa
habitación.
La
mitad
derecha
de
la
casa
era
una
disposición
abierta
con
la
cocina
y
 el
 comedor
 al
 frente.
 En
 la
 parte
 posterior,
 una
 gran
 sala
multifuncional
se
abría
a
una
terraza
acristalada.
Con
 techos
 altos
 y
 enormes
 ventanas
 en
 arco,
 las
 habitaciones
estaban
tan
llenas
de
luz
como
una
cabaña
junto
al
mar.
En
la
gran
sala,
una
alfombra
oriental
de
color
azul
pálido
y
blanco
yacía
sobre
un
 reluciente
 piso
 de
 madera
 dorado.
 Los
 coloridos
 almohadones
apilados
 sobre
 los
 muebles
 con
 fundas
 blancas
 parecían
 vívidas
flores.
 Plantas
 exuberantes
 se
 derramaban
 sobre
 soportes
 de
 hierro
forjado
en
las
esquinas
y
colgaban
de
ganchos
de
macramé
frente
a
las
ventanas.
Podía
sentir
su
tensión
escaparse.
¿Podría
una
habitación
irradiar
paz?
Al
escuchar
a
Mallory
salir
del
baño,
Sawyer
colocó
a
A icus
en
su
caja
y
regresó
para
realizar
el
servicio
de
escolta.
Sus
ojos
se
abrieron
ampliamente
cuando
él
apareció.
—Todavía
estás
aquí.
—Sí.
—De
pie
lo
suficientemente
cerca
para
atraparla,
la
dejó
usar
las
muletas
para
caminar
hacia
la
gran
sala.
Cuando
ella
se
sentó
y
se
recostó
 contra
 el
 reposabrazos
 del
 sofá,
 él
 le
 levantó
 las
 piernas,
apoyó
 la
 herida
 en
 los
 almohadones
 y
 colocó
 una
 manta
 de
 punto
alrededor
de
ella—.
¿Quieres
un
café
o
algo
de
comer?
—¿Quién
eres
y
qué
has
hecho
con
Ware?
—Cuando
él
se
rio,
sus
ojos
se
abrieron
aún
más.
Bueno,
 demonios,
 tenía
 razón
 de
 cuestionarlo.
 Lástima
 que
 le
faltaran
 algunas
 respuestas
 para
 ella.
 Maldita
 sea
 si
 él
 sabía
 lo
 que
estaba
 haciendo,
 tampoco.
 Sin
 embargo,
 no
 podía
 dejarla
 aquí,
herida
y
sola.
—¿Café?
¿Comida?
Ella
lo
miró
con
cautela.
—Está
bien.
Me
gustaría
un
poco
de
té,
si
sabes
cómo
hacerlo.
—Pasé
tiempo
en
el
extranjero.
He
aprendido.
Le
 encanto
 su
 antiguo
 hervidor
 de
 silbido.
 Mientras
 el
 agua
 se
calentaba,
Sawyer
rebuscó
en
los
armarios
para
determinar
si
debía
buscar
comida
de
su
cabaña.
No.
 Tenía
 mucha
 comida,
 tanto
 productos
 frescos
 como
enlatados.
Parecía
que
estaba
bien
preparada
para
el
apocalipsis...
o
para
estar
atollada
en
la
nieve.
Ella
 seguro
 bebía
 bastante
 té.
 ¿Qué
 clase
 de
 persona
 poseía
 una
docena
de
tipos
diferentes?
Negó
con
la
cabeza.
La
pequeña
contratista
podría
minimizar
su
género
en
el
trabajo,
pero
en
su
hogar
era
absolutamente
femenino.
Pequeñas
 plantas
 de
 hierbas
 se
 alineaban
 en
 la
 gran
 ventana
 de
 la
cocina
 que
 daba
 al
 porche
 delantero.
 Los
 armarios
 blancos
 tenían
fachada
 de
 vidrio,
 la
 isla
 y
 encimeras
 de
 mármol
 blanco.
 Un
 jarrón
de
crisantemos
amarillos
y
blancos
estaba
en
la
encimera
junto
a
un
plato
de
manzanas.
El
toallero
de
papel
tallado
era
un
gato
alargado.
Encontró
 una
 tetera
 china
 en
 la
 isla,
 eligió
 una
 mezcla
 de
 té
 de
manzanilla
 y
 menta
 y
 la
 echó
 en
 agua
 hirviendo.
 Una
 bandeja
tallada,
otro
felino,
contenía
la
tetera
y
dos
tazas.
Al
darse
cuenta
de
un
frasco
pintado
a
mano,
lo
revisó
y
anotó
a
lo
grande.
Galletas
de
avena
y
pasas
reales.
Hechas
en
casa.
Se
comió
dos
en
el
acto
y
estaba
tratando
de
agarrar
una
tercera
antes
de
refrenarse.
Concéntrate,
Ware.
Pero
agregó
abundantes
galletas
al
plato
en
la
bandeja.
Después
 de
 colocar
 la
 bandeja
 sobre
 la
 robusta
 mesa
 ovalada,
Sawyer
se
puso
en
cuclillas
a
su
lado
y
le
entregó
una
taza
llena.
—Aquí.
Bebe
un
poco
de
té
y
te
calentaremos
por
dentro.
Ella
lo
miró
y
se
sonrojó.
Sí,
había
otras
formas
de
calentar
a
una
mujer
por
dentro,
pero
no
era
lo
que
había
querido
decir.
En
lugar
de
burlarse
de
ella,
le
dirigió
una
mirada
tranquila,
lo
que
la
hizo
bajar
la
mirada.
Ella
tomó
la
taza.
—Gracias.
Y...
no
quise
ser
grosera
antes.
Sobre
ti
siendo
útil.
—Ningún
 problema.
 De
 hecho,
 te
 daré
 otra
 oportunidad
 para
mostrar
tu
lado
malo:
me
quedaré
a
pasar
la
noche.
—¿Qué?
—Al
incorporarse
de
golpe
casi
derrama
el
té,
y
él
cerró
su
 mano
 alrededor
 de
 la
 taza
 y
 sobre
 la
 de
 ella.
 Sus
 dedos
 estaban
fríos.
—Los
nuevos
usuarios
de
muletas
no
deberían
quedarse
solos.
Se
necesita
 ayuda.
 Para
 mañana,
 tu
 tobillo
 estará
 más
 fuerte
 y
 no
 se
agotará
si
lo
necesitas
cuando
estés
usando
las
muletas.
Hoy
todavía
estás
 aprendiendo.
 Demonios,
 incluso
 he
 visto
 a
 SEALs
 caerse
 al
usar
esas
malditas
cosas
por
primera
vez.
—¿SEALs?
 —¿Era
 el
 hombre
 un
 delirante?
 Mallory
 farfulló—.
Las
focas(seals)
ni
siquiera
tienen
patas.
Volvió
 esos
 ojos
 azules
 hacia
 ella,
 y
 una
 sonrisa
 genuina
transformaba
su
rostro.
Una
mandíbula
severa,
un
rostro
duro,
ojos
fríos.
Y...
su
sonrisa
derretiría
a
una
mujer
fría.
Era
bueno
que
él
no
la
quisiera,
o
estaría
perdida.
—No
del
tipo
peludo.
Navy
SEALs
de
los
EE.
UU.
—Se
sentó
en
la
mesa
de
café,
sus
piernas
tan
largas
que
le
rozaban
las
caderas—.
Estaba
en
el
servicio.
—Oh.
 Correcto.
 —Ella
 se
 atrevió
 a
 hacer
 una
 pregunta—.
¿Querías
dejar
la
Marina
o
te
lastimaste?
—Obtuve
una
baja
médica.
Tomé
algo
de
metralla.
Y
mi
cabeza
se
jodió.
 —Él
 miró
 hacia
 otro
 lado—.
 Había
 planeado
 quedarme
 para
mis
veinte.
Ella
 lo
 estudió,
 viendo
 la
 forma
 en
 que
 su
 aura
 se
 había
oscurecido
con...
¿pena?
—¿Jodió
 significa
 que
 tienes
 un
 tipo
 de
 trastorno
 de
 estrés
postraumático?
Su
asentimiento
confirmó
su
suposición.
—Deberías
saber
a
quién
invitaste
a
tu
casa.
Ella
esperó.
Aparentemente,
esto
era
algo
que
tenía
que
decir.
—No
estaba
durmiendo
por
mis
pesadillas.
Entonces
tomé
un
par
de
 copas
 con
 un
 amigo
 que
 se
 emborrachó,
 así
 que
 tuve
 que
conducir.
—De
rodillas,
su
mano
se
apretó
en
un
puño—.
Me
quedé
dormido
al
volante,
y
el
coche
se
metió
en
el
otro
carril.
Ella
sabía
el
resultado,
pero
no
lo
que
lo
había
llevado
a
ello.
Ella
puso
su
mano
sobre
la
de
él.
—Hubo
un
accidente…
—Sí.
Los
faros
que
se
acercaban
me
despertaron.
Giré
el
volante
para
evitar
una
colisión
y
me
deslicé
fuera
de
la
carretera,
al
costado
de
 una
 montaña.
 La
 familia
 en
 el
 otro
 coche
 no
 resultó
 herida.
 No
me
lastimé
demasiado.
—Él
respiró
lentamente—.
Mi
amigo
murió.
—Sawyer,
lo
siento.
—Tenía
tantas
razones
para
la
oscuridad
en
su
 aura:
 guerra,
 muerte,
 pena,
 culpa.
 Las
 lágrimas
 le
 quemaron
 los
ojos
y
una
bajó
por
el
femenino
rostro.
Usó
las
yemas
de
los
dedos
para
limpiarle
la
mejilla
y
negó
con
la
cabeza
 como
 si
 no
 sintiera
 nada,
 pero
 ella
 podía
 ver
 las
 heridas
cortando
profundamente
en
su
alma.
—Mi
 tiempo
 en
 servicio
 y
 tener
 TEPT
 significaron
 que
 mi
sentencia
se
redujera
de
un
cargo
de
homicidio
por
conducir
bajo
los
efectos
del
alcohol
a
un
delito
menor,
pero
el
juez
me
dio
un
par
de
años
en
prisión.
Me
lo
merecía.
—La
mirada
severa
en
sus
ojos
dijo
que
pensaba
que
se
merecía
más.
Su
 amigo
 había
 muerto.
 Por
 el
 sol
 y
 las
 estrellas,
 cómo
 dolería
semejante
pérdida…
—Sucedió
mierda,
y
fui
liberado
antes.
La
 “mierda”
 era
 cómo
 había
 arriesgado
 su
 vida
 durante
 la
 fuga
de
la
prisión.
Se
pasó
la
mano
por
el
pelo
corto.
—Supuse
que
deberías
conocer
los
hechos.
Pensé
que
ya
lo
sabías
cuándo...
—¿Cuando
 acepté
 el
 trabajo?
 —Tratando
 de
 no
 verse
 afectada,
tomó
un
sorbo
de
té.
Una
comisura
de
su
boca
se
inclinó
hacia
arriba.
—Cuando
dijiste
que
sabías
exactamente
lo
que
yo
era
y
te
fuiste
a
 la
 cama
 conmigo.
 Algunas
 mujeres
 consideran
 que
 los
delincuentes
y
la
violencia
son
excitantes.
Ella
se
atragantó.
—¿Qué?
La
diversión
iluminó
sus
ojos.
—Lo
dices
en
serio.
Las
mujeres
en
verdad...
Su
sonrisa
se
desvaneció.
—Sí,
lo
hacen.
O
cruzan
 la
 calle
para
 evitar
 estar
 cerca
 de
un
 ex
convicto.
Oh.
—No
estabas
seguro
de
lo
que
sabía,
¿por
eso
me
dijiste
todo
esto
hoy?
Él
asintió.
—Y
por
qué
te
dejaré
llamar
a
alguien
para
que
se
quede
contigo
si
te
preocupa
que
duerma
en
tu
sofá
esta
noche.
—Me
dejarás,
¿eh?
Él
resopló.
—No
te
asusto,
¿verdad?
—Asustar,
 no.
 Irritar,
 sí.
 Seguro
 que
 has
 sido
 grosero
 una
 o
 dos
veces.
 —Nunca
 le
 des
 sopa
 al
 hombre
 ni
 le
 sonrías
 en
 las
 tiendas.
 Ella
frunció
 el
 ceño—.
 Cuando
 te
 vi
 en
 la
 tienda
 de
 alimentos,
 fuiste
grosero
porque
pensaste
que
yo
solo…
—¿te
deseaba?
¿Deseaba
hacer
el
amor
contigo?—
te
follé
por
tu
condición
de
convicto?
Él
hizo
una
mueca.
Oh,
 vale.
 Ella
 había
 pensado
 que
 él
 era
 maravilloso,
 se
 había
enamorado
de
él,
y
él
pensó
que
ella
era...
—Si
pensabas
que
era
una
persona
tan
sórdida,
¿por
qué
tú…
por
qué
no
te
aliviaste
y
te
fuiste?
—Sus
mejillas
se
calentaron
mientras
pensaba
en
cómo
él
se
había
concentrado
en
su
placer.
Él
se
encogió
de
hombros.
—Un
caballero
se
ocupa
de
la
dama,
incluso
si
solo
está
buscando
follar
a
un
SEAL
o
a
un
convicto.
—Ah.
 —Sus
 palabras,
 solo
 buscando
 anotar,
 sonaban
 algo
amargas.
Había
pensado
que
a
los
hombres
les
gustaba
el
sexo,
por
superficial
 que
 fuera.
 Machos.
 Sexo.
 Las
 palabras
 iban
 juntas
 como
mantequilla
de
maní
y
mermelada.
Parecía
que
Sawyer
era
diferente
—.
Supongo
que
un
hombre
con
el
tiempo
comienza
a
sentir
que
lo
están
usando,
¿eh?
—Efectivamente.
—Su
rostro
se
suavizó
y
le
pasó
un
dedo
por
la
mejilla—.
 Aunque
 me
 molestara
 pensar
 que
 te
 gustaba
 tener
 sexo
con
hombres
violentos,
disfruté
nuestra
noche.
—La
mirada
amable
en
sus
ojos
decía
que
estaba
diciendo
la
verdad.
El
 duro
 nudo
 de
 dolor
 envuelto
 alrededor
 de
 sus
 recuerdos
 se
desenredó
lentamente.
—Entonces.
 —Él
 se
 enderezó—.
 ¿Puedes
 confiar
 en
 mí
 para
 ser
un
 caballero
 y
 cuidarte
 esta
 noche?
 ¿O
 quieres
 un
 teléfono
 para
poder
llamar
a
alguien?
—Escucha,
no
necesito
una
niñera.
Puedo…
—Te
di
una
opción
y
una
pregunta.
—Su
expresión
era
firme.
Ella
apostaría
a
que
él
había
sido
un
oficial
en
el
ejército.
—Quédate.
Su
 expresión
 se
 relajó
 lo
 suficiente
 como
 para
 que
 ella
 pudiera
ver
que
estaba
complacido.
—Bueno.
Entonces,
déjame
encender
un
fuego,.
Cuando
 él
 se
 levantó,
 ella
 se
 recostó,
 sintiéndose
 como
 si
 se
hubiera
 extraviado
 en
 un
 territorio
 desconocido.
 Sawyer
 Ware
pasaría
la
noche.
Aquí.
Y
no
eran
amigos.
No
realmente.
Después
de
tocarla,
verla
desnuda,
besarla
íntimamente
y
haber
estado
dentro
de
ella,
conocía
su
cuerpo.
Él
no
conocía
su
mente
en
absoluto.
Sin
 embargo,
 la
 había
 auxiliado,
 la
 había
 llevado
 al
 doctor
 y
 le
había
 contado
 sobre
 su
 pasado.
 Juntos
 habían
 pasado
 horas
tranquilas
en
su
cabaña
durante
la
remodelación.
Ella
sonrió.
Quizás
se
conocían
mejor
de
lo
que
ella
pensaba.
Después
 de
 que
 el
 fuego
 comenzó
 a
 arder,
 cerró
 la
 puerta
 de
vidrio
que
 estaba
insertada
en
la
 chimenea
 y
 volvió
 a
sentarse
a
su
lado.
 Un
 gemido
 le
 hizo
 mirar
 al
 cachorro
 en
 el
 transportador.
Aquiles
se
había
despertado.
—¿Te
importa
si
dejo
que
Aquiles
correr
aquí
adentro?
Lo
sacaré
a
menudo,
pero
si
está
suelto,
existe
la
posibilidad
de
que
se
orine
en
tu
suelo..
Ella
rio.
—No
sería
la
primera
vez.
He
alojado
perros
callejeros
hasta
que
pude
encontrarles
casas.
Aslan
es
bueno
con
otros
animales.
—Me
 parece
 que
 dijiste
 algo
 diferente
 cuando
 traté
 de
 hacerte
adoptar
a
Aquiles.
Tu
gato
encuentra
molestos
a
los
cachorros.
—Lo
hace...
a
veces.
Otras
veces,
piensa
que
son
interesantes.
Él
le
dirigió
una
mirada
dura.
—Querías
que
tuviera
un
maldito
cachorro.
Ella
trató
de
no
sonreír.
—Voy
a
recordar
lo
taimada
que
puedes
ser.
—No
soy…
Con
un
resoplido
incrédulo,
se
levantó.
—¿Lista
para
un
sándwich
cuando
el
cachorro
y
yo
regresemos?
Ella
luchó
para
sentarse.
—Puedo
hacerlo.
—Puedes
quedarte
quieta.
La
 orden
 firme
 hizo
 que
 sus
 huesos
 se
 volvieran
 líquidos
 y
 su
interior
 se
 pusiera
 todo
 pegajoso.
 Ella
 no
 pudo
 evitar
 mirarlo,
 y
cuando
 sus
 ojos
 se
 encontraron
 con
 los
 de
 él,
 el
 sofá
 pareció
hundirse.
Él
sonrió
y
le
tocó
la
mejilla
con
los
dedos.
—Esos
grandes
ojos
tuyos
son
algo.
Los
 aleteos
 en
 su
 estómago
 aumentaron
 hasta
 que
 él
 liberó
 su
mirada.
—Descansa,
Mallory.
Volveremos
en
un
momento.
Mientras
 el
 cachorro
 y
 él
 salían
 por
 la
 puerta
 principal,
 Mallory
se
acurrucó
más
abajo
en
el
nido
de
almohadones.
El
fuego
crepitaba
intensamente,
 y
 podía
 escuchar
 la
 voz
 baja
 de
 Sawyer
 afuera,
hablando
con
el
cachorro.
No
estaba
sola.
El
reconfortante
conocimiento
fue
inesperado…
y
maravilloso.

Capítulo
12
 

Sándwiches
 para
 la
 cena
 estaba
 dentro
 de
 sus
 habilidades


culinarias,
 gracias
 a
 Dios.
 Una
 vez
 que
 la
 comida
 estuvo
 lista,
Sawyer
 llevó
 la
 bandeja
 a
 la
 gran
 sala,
 se
 detuvo
 y
 simplemente...
observó.
A
la
luz
del
fuego,
pudo
ver
que
Mallory
estaba
profundamente
dormida.
Liberada
de
la
trenza
habitual,
su
rico
cabello
castaño
caía
sobre
 sus
 senos,
 y
 la
 luz
 del
 fuego
 mostraba
 mechones
 castaños
 y
cobrizos.
 Ligeramente
 curvadas,
 sus
 gruesas
 pestañas
 eran
 del
mismo
 color.
 Su
 piel
 apenas
 bronceada
 estaba
 enrojecida,
probablemente
por
el
enorme
gato
naranja
y
blanco
tirado
sobre
su
pecho.
Mallory
tenía
un
jodido
gato
grande.
¿Había
 dicho
 que
 la
 bestia,
 Aslan,
 se
 llevaba
 bien
 con
 otros
animales?
Sawyer
miró
al
cachorro
que
le
pisaba
los
talones.
—Será
 mejor
 esperar
 que
 ese
 monstruo
 sea
 amigable,
 Aquiles.
Parece
que
podría
comerte
de
un
solo
bocado.
Una
pequeña
cola
se
movió
de
un
lado
a
otro.
Sawyer
 dejó
 la
 bandeja
 sobre
 la
 mesa
 de
 café
 e
 intercambió
miradas
con
el
guardia
felino.
¿Apartarlo?
No
ocurriría.
Se
aclaró
la
garganta.
—Mallory.
Hola,
Bella
Durmiente,
es
hora
de
despertar.
Ella
no
se
movió.
Una
 parte
 de
 él
 estaba
 horrorizada
 de
 que
 pudiera
 dormir
 tan
profundamente,
 que
 un
 intruso
 podría
 acercarse.
 La
 otra
 sentía
envidia.
A
fin
de
cuentas,
una
de
las
razones
por
las
que
había
servido
en
el
 ejército
 era
 para
 que
 una
 mujer
 como
 ésta
 pudiera
 dormir
 sin
preocupaciones.
 Se
 inclinó
 hacia
 delante
 y
 le
 acarició
 la
 mejilla.
Sedosa
y
cálida.
Maldición,
 necesitaba
 mantener
 sus
 manos
 alejadas.
 Tenía
 un
trabajo
 que
 hacer
 aquí
 en
 Bear
 Flat,
 y
 si
 sobrevivía,
 bueno,
 todavía
no
era
una
buena
apuesta
para
ninguna
mujer.
Pasó
 un
 dedo
 por
 sus
 labios
 y
 sintió
 la
 atracción,
 la
 pura
necesidad
 de
 besarla.
 Con
 esfuerzo,
 apartó
 la
 mano
 y
 se
 aclaró
 la
garganta.
—Hora
de
cenar,
cariño.
Parpadeando,
ella
levantó
la
vista
con
una
mirada
desenfocada.
—Tienes
unos
ojos
bonitos—susurró
ella.
Ella
también.
Del
verde
pálido
de
las
hojas
nuevas
en
primavera
y
 lo
 suficientemente
 cristalinos
 como
 para
 leer
 cada
 emoción
 en
 su
corazón.
Tonto,
ella
no
es
para
ti.
Frunciendo
el
ceño,
retrocedió.
Ella
 lo
 miró
 fijamente,
 despertando
 lentamente.
 Ah,
 demonios,
ahora
quería
pasar
la
noche
en
su
cama,
verla
toda
despeinada
por
la
mañana.
 Para
 aprovecharse
 de
 tan
 adorable
 aturdimiento
 y
divertirse
como
lo
haría
un
hombre.
Compórtate,
 Ware.
 El
 tenía
 una
 misión.
 Involucrarse
 con
 Mallory
no
 estaba
 en
 el
 plan
 de
 batalla.
 Dios,
 todo
 este
 saltar
 de
 un
 lado
 a
otro
 entre
 permanecer
 sin
 compromisos
 y
 desearla
 lo
 dejaría
aturdido.
Ignorando
 la
 forma
 en
 que
 sus
 vaqueros
 se
 habían
 ajustado,
 se
aclaró
la
garganta.
—Cena
 para
 ti;
 sin
 embargo,
 primero
 tendrás
 que
 mover
 a
 la
bestia.
—¿Bestia?
 —Ella
 siguió
 su
 mirada.
 El
 enorme
 gato
 había
retrocedido
 un
 poco
 y
 ahora
 estaba
 sentado
 sobre
 sus
 muslos,
mirando
a
Aquiles—.
Oh.
Vete,
por
favor,
Aslan.
Su
larga
cola
dorada
se
movió.
Ella
sonrió
y
movió
las
piernas.
—Sé
amable,
oh
león.
Tengo
hambre.
Después
 de
 esperar
 lo
 suficiente
 como
 para
 establecer
 que
moverse
 fue
 idea
 suya,
 el
 gato
 bajó
 del
 sofá
 para
 acomodarse
 en
 el
reposabrazos
y
vigilar
al
pequeño
intruso
de
cuatro
patas.
Aquiles
 plantó
 su
 trasero
 en
 el
 suelo
 y
 miró
 hacia
 atrás,
moviendo
la
cola
con
esperanza.
¿Quieres
jugar?
Sawyer
negó
con
la
cabeza.
—Buena
suerte,
cachorro.
Mientras
Mallory
luchaba
por
sentarse,
Sawyer
la
agarró
por
los
brazos
y
la
levantó.
Podía
sentir
sus
músculos
(la
mujer
hacía
trabajo
manual
para
ganarse
la
vida
después
de
todo),
pero
también
tenía
el
suave
y
terso
relleno
femenino
que
podía
hacer
que
la
mente
de
un
hombre
se
volviera
loca.
La
colocó
en
posición
para
que
su
espalda
se
 apoyara
 contra
 el
 reposabrazos,
 pero
 sus
 manos
 no
 querían
soltarla.
Su
 mirada
 se
 levantó,
 sus
 labios
 ligeramente
 entreabiertos,
 sus
ojos
muy
abiertos.
Demasiado
jodidamente
atractiva.
Él
rozó
un
beso
contra
sus
labios.
Se
demoró.
Tomó
un
poco
más,
porque,
maldita
sea,
sus
labios
eran
muy
suaves.
Ordenando
a
sus
manos
soltarla,
se
enderezó
y
se
dio
la
vuelta.
—Tengo
 sopa
 aquí.
 Supuse
 que
 si
 la
 tenías
 en
 el
 congelador,
debía
gustarte.
Puso
la
bandeja
en
su
regazo.
Un
vaso
de
leche.
Sopa
de
tomate,
que
 apostaba
 era
 casera.
 Un
 sándwich
 de
 carne
 de
 charcutería.
Había
 tenido
 que
 cortar
 el
 pan
 para
 hacerlo.
 Por
 el
 gran
 tarro
 de
levadura
que
había
visto
en
el
refrigerador,
pensó
que
ella
hacía
su
propio
pan.
¿Había
conocido
alguna
vez
a
alguien
que
horneara
su
propio
pan?
—Esto
 se
 ve
 genial.
 Espero
 que
 te
 hayas
 hecho
 un
 poco
 tú
también.
—Cuando
ella
le
sonrió,
sus
ojos
verdes
eran
cálidos.
—Lo
hice.
Y
Aquiles
está
actuando
con
hambre.
¿Todavía
tienes
alimento
 para
 cachorros?.
 —Le
 había
 devuelto
 la
 bolsa
 que
 ella
 le
había
traído
después
de
comprar
algo
en
la
tienda
de
forrajes
—Está
en
la
despensa,
en
el
suelo
a
la
izquierda.
Entre
 bocados
 de
 su
 propio
 sándwich,
 Sawyer
 hizo
 que
 Aquiles
comenzara
con
un
alimento
para
mascotas
ablandado
con
agua.
Cuando
 el
 cachorro
 enterró
 la
 nariz
 en
 el
 plato,
 haciendo
 un
resoplido,
 Aslan
 se
 acercó
 a
 olfatear.
 Aquiles
 estaba
 demasiado
hambriento
 para
 preocuparse,
 aunque
 levantó
 la
 vista
 lo
 suficiente
como
para
ofrecer
un
movimiento
de
cola
antes
de
volver
al
asunto
más
importante
de
la
comida.
El
 gato
 se
 sentó
 y
 observó
 al
 cachorro
 como
 un
 cazador
 de
ratones
 a
 un
 agujero
 de
 ratas.
 Obviamente,
 el
 felino
 sabía
 cual
animal
ganaría
cualquier
pelea.
Sawyer
también
lo
sabía.
Terminó
su
sándwich
y
preguntó:
—¿Qué
clase
de
gato
es
él?
—Parte
Maine
Coon.
Aparentemente,
el
gato
de
Kallie
Masterson
sembró
 algunas
 avenas
 salvajes
 alrededor
 del
 área
 antes
 de
 ser
castrado.
Cerca
del
invierno,
Aslan
apareció
aquí,
hambriento
y
casi
salvaje.
—Mallory
bebió
su
leche
y
dejó
el
vaso
vacío.
Contento
 de
 que
 ella
 terminara
 todo
 lo
 que
 él
 le
 había
 servido,
Sawyer
 dejó
 la
 bandeja
 en
 la
 mesa
 de
 café
 y
 volvió
 a
 mirar
 a
 los
animales.
El
gato
seguramente
ahora
no
se
estaba
muriendo
de
hambre.
Su
pelaje
dorado
brillaba
saludable.
Los
largos
mechones
de
sus
orejas
lo
hacían
parecer
un
gato
montés.
—Aslan
suena
familiar.
—Aslan
es
el
león
que
habla,
el
Rey,
en
la
serie
Narnia.
Mamá
me
lo
leía
cuando
era
pequeña.
—Ah.
—El
collar
blanco
le
daba
al
gato
una
apariencia
de
león.
—Estoy
 parloteando
 sin
 parar.
 Lo
 siento.
 —El
 color
 rosado
 se
elevó
por
sus
mejillas.
¿Ella
pensaba
que
estaba
parloteando
sin
parar?
¿Dos
oraciones?
Sawyer
 reprimió
 una
 sonrisa.
 En
 realidad,
 para
 la
 joven
 tranquila,
más
 de
 una
 frase
 era
 parlotear
 sin
 parar.
 Sin
 embargo,
 se
 sentía
como
un
regalo.
—¿Tu
 madre
 tiene
 algo
 que
 ver
 con
 que
 los
 postes
 del
 porche
tengan
leones
tallados?
—Buena
 suposición.
 Cuando
 tenía
 alrededor
 de
 diez
 años,
 el
abuelo
le
dio
un
juego
de
tallado.
—¿Vive
ella
aquí
en
Bear
Flat?
La
tristeza
llenó
sus
ojos.
—No.
 Mi
 madre
 murió
 cuando
 yo
 tenía
 dieciséis
 años,
complicaciones
 por
 una
 hepatitis.
 —Sus
 labios
 se
 curvaron
 en
 una
sonrisa
 irónica—.
 Era
 una
 escultora,
 una
 Wiccan
 New
 Ager,
 madre
soltera,
 y
 lo
 que
 el
 abuelo
 consideraba
 un
 terrible
 modelo
 a
 seguir.
Cuando
 quedó
 embarazada
 a
 los
 diecisiete
 años,
 ella
 y
 el
 abuelo
tuvieron
 una
 gran
 pelea,
y
 se
 escapó
 a
 una
 comunidad.
Finalmente
hicieron
las
paces
cuando
yo
tenía
once
años.
La
madre
definitivamente
había
influido
en
su
hija.
Sawyer
miró
a
su
alrededor,
sintiendo
la
tranquilidad
de
la
casa,
viendo
plantas
y
velas
por
todas
partes.
La
casa
y
Mallory
se
sentían
en
sintonía
con
la
tierra.
En
sus
viajes,
había
llegado
a
reconocer
y
honrar
el
regalo.
—¿Tus
abuelos
también
han
fallecido?
—Sí.
 La
 abuela
 hace
 unos
 años
 y
 el
 abuelo
 el
 año
 pasado.
 La
empresa
constructora
era
suya,
aunque
yo
me
hice
cargo
hace
años.
—Ella
suspiró—.
Ahora
estoy
sola.
Lo
 entendía
 muy
 bien.
 Aunque
 todavía
 tenía
 a
 A 
 y
 Héctor,
 la
pérdida
de
los
equipos
militares
y
SEAL
casi
lo
había
destripado.
Él
le
pasó
la
mano
por
el
cabello,
queriendo
borrar
su
tristeza.
—Lo
siento,
Mallory.
—Gracias.
 De
 todos
 modos,
 mi
 madre
 comenzó
 la
 tendencia
 de
gatos,
 y
 yo
 la
 continué.
 —Mallory
 hizo
 un
 gesto
 hacia
 una
 esquina
donde
una
reluciente
pantera
negra
se
enroscaba
en
una
maceta
de
vides.
Le
gustaba
más
la
mirada
malvada
en
los
ojos
del
felino.
—Seguro
supera
a
los
cerdos
y
vacas
gordas.
¿Has
notado
cómo
los
animales
de
granja
siempre
sonríen?
Yo
imagino
que
después
del
anochecer
entrarán
sigilosamente
a
las
habitaciones
y
arrancarán
las
gargantas.
—¿Como
 Chucky?
 —Ella
 se
 echó
 a
 reír—.
 Necesitamos
 mejorar
tus
elecciones
de
películas.
Esa
 risa
 ridículamente
 sexy.
 Cuando
 su
 fuerza
 de
 voluntad
 se
derrumbó,
él
tomó
su
mano.
—¿Necesitamos?
Maldición,
 no
 iba
 a
 poder
 resistir
 su
 atractivo.
 Sin
 embargo,
 no
podía
arriesgarse
a
que
esta
dulzura
fuese
lastimada.
Aún
así,
ella
era
una
mujer
fuerte
e
independiente.
Quizás
estaría
dispuesta
a
jugar
sin
involucrarse.
***

Cuando
 Sawyer
 recogió
 la
 mano
 de
 Mallory
 y
 besó
 sus
 dedos,
sintió
el
zumbido
directo
en
los
dedos
de
los
pies.
Sus
ojos
azules
atraparon
los
de
ella
mientras
le
preguntaba
con
su
voz
suave
como
el
whisky.
—Entonces,
nada
de
terror.
¿Quieres
ver
algo
sexy,
tal
vez?
Se
le
secó
la
boca.
—Eeeh…
Las
comisuras
de
su
boca
se
arquearon.
—Cariño,
 ahora
 que
 sé
 que
 no
 te
 gustan
 los
 convictos,
 ni
 te
desanima
un
ex
convicto,
puede
pasar
de
todo.
¿Puede
pasar
de
todo?
¿Él
quiso
decir
lo
que
ella
pensaba
que
dijo?
Tragó
saliva,
sabiendo
que
debería
decir
que
no.
Este
hombre
podría
romperle
el
corazón.
La
palabra
no
llegó
a
sus
labios.
—Vamos
a
cambiarte
para
acostarte,
¿mmm?—
Él
la
levantó
antes
de
que
ella
pudiera
hablar.
En
el
baño
principal,
la
puso
cuidadosamente
de
pie
y
le
entregó
el
camisón
que
había
estado
sobre
la
cama.
—Llámame
cuando
hayas
terminado.
Antes
de
que
ella
pudiera
exigir
sus
muletas,
él
se
fue
y
cerró
la
puerta
detrás
de
él.
Hombres.
Balanceándose
 sobre
 un
 pie,
 se
 frunció
 el
 ceño
 en
 el
 espejo.
 Su
cabello
 estaba
 enredado.
 Aunque
 se
 había
 lavado
 el
 barro
 antes,
 su
cara
 estaba
 enrojecida
 por
 el
 viento,
 con
 un
 rasguño
 en
 una
 mejilla
donde
 había
 caído
 en
 la
 maleza.
 Sin
 maquillaje.
 Rara
 vez
 usaba
alguno,
 pero
 enfrentémoslo,
 cuando
 él
 la
 miraba
 como
 lo
 había
hecho,
ella
quería
ser
todo
lo
que
fuese
femenino.
No
 seas
 tonta.
 Ahora
 él
 la
 conocía,
 bueno,
 más
 o
 menos,
 y
 sabía
que
no
era
una
mujer
de
maquillaje.
El
calor
en
su
mirada
decía
que
le
gustaba
cómo
se
veía
de
todos
modos.
Lo
suficientemente
justo.
A
ella
le
gustó
cómo
se
veía
él.
Se
lavó
e
hizo
su
rutina
nocturna
como
si
no
sintiera
que
le
latía
el
corazón
aceleradamente,
como
si
su
piel
no
se
sintiera
mucho
más
sensible.
Cuando
terminó,
se
puso
el
camisón.
Empujó
la
puerta
y
se
balanceó
en
la
puerta.
—Todo
listo.
Agachado,
 estaba
 examinando
 la
 estantería
 con
 libros
 debajo
 de
la
 ventana,
 y
 ella
 casi
 chilló
 una
 protesta.
 Oh,
 garras
 sangrientas.
Mantenía
sus
libros
de
romances,
incluidos
los
nuevos
de
BDSM,
en
el
dormitorio
donde
los
visitantes
no
los
verían.
No
 había
 pensado
 exactamente
 en
 un
 invitado
 de
 la
 noche
 a
 la
mañana.
Se
 levantó,
 arrojó
 un
 libro
 sobre
 la
 mesita
 de
 noche
 y
 se
 acercó,
dándole
una
sonrisa
lenta
y
apreciativa.
—Me
gustan
los
camisones.
—No
creo
que
sea
tu
talla,
Ware.
Su
sonrisa
brilló.
—Bueno,
debería
comprobarlo,
¿no
crees?
—Él
la
atrajo
hacia
él,
sosteniéndola
 firme
 para
 que
 no
 necesitara
 apoyar
 el
 pie
 dolorido.
Sus
manos
vagaron
por
su
trasero
y
subieron
por
la
espalda.
La
oleada
de
calor
que
la
atravesó
fue
increíble.
—No
creo
que
puedas
medir
un
camisón
por
el
tacto
—¿No?
 ¿Debería
 buscar
 la
 etiqueta?
 —Incluso
 cuando
 su
 mano
derecha
 le
 apartó
 el
 pelo
 del
 cuello,
 la
 izquierda
 se
 cerró
 sobre
 su
pecho.
 Cuando
 ella
 jadeó,
 él
 se
 rio
 entre
 dientes
 y
 sus
 labios
 se
movieron
sobre
su
cuello.
Y
su
mano…
su
mano...
Él
sostuvo
el
peso
de
su
seno
en
la
palma
de
la
mano,
acariciando
suavemente,
los
dedos
provocando
que
el
pezón
alcanzara
su
punto
máximo.
Solo…
jugando.
—Sawyer—susurró,
 insegura
 de
 si
 estaba
 objetando
 o
incitándolo.
Su
 otra
 palma
 acunó
 su
 mandíbula
 mientras
 retrocedía
 para
mirarla
a
los
ojos.
Y
sus
labios
se
curvaron.
Aparentemente,
no
tenía
problemas
para
leerla.
La
tomó
en
sus
brazos,
la
llevó
a
la
cama
y
la
sentó
 sobre
 el
 colchón.
 Ya
 había
 apartado
 la
 colcha
 blanca
 con
volantes
y
las
mantas.
Cuando
 atenuó
 las
 luces
 de
 la
 araña
 de
 cristal
 y
 bronce,
 ella
 se
dio
 cuenta
 de
 que
 había
 encendido
 las
 velas
 sobre
 el
 tocador.
 El
cálido
 resplandor
 titilaba
 sobre
 las
 paredes.
 La
 banda
 sonora
 de
 El
señor
de
los
Anillos
salía
suavemente
de
los
altavoces.
Y
aquí
estaba
su
propio
Señor
de
los
Caballos.
Becca
 había
 dicho
 que
 tendría
 una
 cuerda...
 y
 una
 gran
 espada.
Ella
contuvo
una
risa.
—Muy
bien,
mascota.
Tengo
un
par
de
preguntas
para
ti.
—Él
se
sentó
 junto
 a
 ella
 en
 la
 cama,
 todos
 músculos
 y
 cuerpo
 duro—.
 De
hecho,
 juguemos
 múltiple
 choice.
 ¿Mencioné
 que
 mi
 madre
 era
maestra?
Su
 risa
 alivió
 los
 músculos
 tensos
 en
 su
 pecho,
 al
 menos
 hasta
que
él
le
pasó
el
dedo
por
los
labios.
—Uno:
Me
voy
a
dormir
al
sofá
con
el
gato.
Dos:
Me
quedo
aquí
contigo
y
tú
consigues
algo
de
ejercicio
normal
de
todos
los
días.
—¿Ejercicio?—dijo
ella
débilmente—.
¿Es
así
como
se
llama?
Aunque
 sonriera,
 su
 mano
 se
 curvó
 debajo
 de
 su
 barbilla
 con
firmeza.
—Quiero
 decir,
 si
 eliges
 la
 opción
 dos,
 te
 follaré
 hasta
 que
 no
puedas
recordar
tu
nombre.
—Bueno...
—Ella
ya
había
tomado
una
decisión.
—No,
 espera.
 Hay
 condiciones
 para
 eso.
 Follar
 no
 crea
 una
relación,
no
para
mí.
Somos
vecinos,
pero
no
va
más
allá.
No
puedo
permitírmelo...
—Su
mandíbula
se
apretó—.
No
estoy
buscando
una
novia.
¿Puedes
aceptar
eso?
—Sus
ojos
sostenían
los
de
ella,
firmes,
decididos...
y
llenos
de
un
deseo
inquietante.
Ella
 lo
 estudió
 a
 cambio.
 Su
 aura
 era
 tan
 hermosa,
 la
 oscuridad
más
 pequeña
 de
 lo
 que
 había
 sido.
 La
 deseaba...
 mucho...
 y
necesitaba
 desesperadamente
 más
 que
 sexo.
 ¿Por
 qué
 estaba
 tan
ciego?
Pero
él
lo
estaba.
Cada
 persona,
 incluido
 este
 hombre,
 tenía
 derecho
 a
 elegir
 su
camino,
 incluso
 si
 ignoraba
 sus
 propias
 necesidades.
 Después
 de
todo,
 Sawyer
 había
 sido
 francamente
 honesto
 al
 exponer
 todo
 y
dejarla
libre
para
elegir.
La
decisión
no
era
fácil.
Él
podría
dañarla.
No
su
cuerpo,
sino
su
corazón.
 Sus
 sentimientos
 ya
 estaban
 comprometidos,
 y
 si
 él
 se
alejaba,
 nuevamente,
 dolería
 mucho.
 Sin
 embargo,
 si
 dijera
 que
 no,
lo
lamentaría.
Siempre.
Salta
y
la
red
aparecerá.
—Sí.
Cuando
ella
estiró
la
mano,
él
negó
con
la
cabeza.
—No
 tan
 rápido,
 mascota.
 Opción
 Tres:
 Tú
 encuentras
 una
escena
de
este
libro
y
nosotros...
la
representamos.
—Agarró
el
libro
de
la
mesita
de
noche.
Santos
 Gatos,
 era
 el
 libro
 de
 Becca.
 La
 portada
 mostraba
 a
 una
mujer
en
cautiverio.
La
cara
de
Mallory
se
calentó.
—Escucha,
solo
porque
tengo
un
libro…
La
miraba
a
los
ojos,
y
no
estaba
avergonzado
en
absoluto.
—Cariño,
BDSM
es
una
fantasía
común
para
hombres
y
mujeres.
Algunas
personas
prefieren
leer
o
soñar
al
respecto.
Algunos
quieren
más.
¿Qué
hay
de
ti?
—No
lo
sé.
Pensativo,
le
rozó
la
mejilla
con
los
nudillos.
—¿Nunca
has
intentado
nada?
—No.
 —Sus
 pezones
 se
 habían
 apretado
 tanto
 que
 le
 dolían,
 y
ella
era
demasiado
consciente
de
que
su
camisón
sedoso
no
ocultaba
nada.
—Te
gustó
que
te
sujetaran
la
última
vez.
¿Podría
 su
 rostro
 ponerse
 más
 caliente?
 Levantando
 la
 cabeza,
ella
asintió.
Porque
a
ella
le
había
gustado.
—Sí.
Iremos
despacio,
mascota.
—Le
entregó
el
libro—.
¿Cuál
es
tu
escena
favorita?
Su
 respiración
 se
 atascó
 un
 poco
 cuando
 silenciosamente
encontró
la
página
y
le
devolvió
el
libro.
Leyó
la
página
y
la
siguiente.
—Sin
azotes
o
nalgadas
aquí.
Todo
esto
se
trata
de
bondage.
—Su
mirada
 inquebrantable
 se
 encontró
 con
 la
 de
 ella—.
 ¿Aprendiste
sobre
palabras
seguras
en
tu
lectura?
—¿Una
palabra
para
cancelar
todo?
Sí.
—Bien.
Si
necesitas
que
todo
se
detenga,
usa
rojo.
—Él
negó
con
la
cabeza—.
En
realidad,
cariño,
esto
no
está
bien.
No
me
conoces
bien
y
 no
 estamos
 en
 un
 lugar
 público.
 ¿Conoces
 a
 mujeres
 en
 esta
 área
que
estén
en
BDSM?
—Ah,
sí.
Tengo
una
amiga
que
está
en
eso.
—Bien.
 —Le
 entregó
 el
 teléfono
 de
 la
 mesita
 de
 luz—.
 Dile
 que
estás
haciendo
una
escena
conmigo
en
tu
casa.
Haz
que
llame,
si
no
te
 contactas
 en
un
 par
de
 horas,
 y
 dé
 aviso
 a
 la
 policía
 si
 no
 puede
comunicarse
contigo.
—¿En
serio?
—Muy.
 —Su
 rostro
 era
 serio—.
 Estamos
 hablando
 de
 tu
seguridad.
Deberías
ser
mucho
más
cuidadosa.
Le
costó
no
sonreírle.
No
para
decirle
que
tenía
un
aura
confiable.
No
 solo
 no
 le
 creería,
 sino
 que
 probablemente
 pensaría
 que
 estaba
loca.
Cuando
 sus
 cejas
 bajaron
 con
 impaciencia,
 ella
 obedientemente
llamó
a
Becca.
En
otro
momento,
Sawyer
probablemente
le
daría
una
conferencia
 sobre
 cómo
 no
 debería
 haber
 estado
 con
 él
 la
 primera
vez,
tampoco.
—Hola,
Becca,
¿puedo
pedirte
un
favor?
—Siempre.
Sus
 amigas
 eran
 asombrosas.
 Mallory
 sonrió
 y
 dejó
 escapar
 un
suspiro.
—Esto
es
un
poco
vergonzoso.
Estoy
haciendo
una...
una
escena...
con
Sawyer
Ware
en
mi
casa.
Y
se
supone
que
debo
contactar
contigo
en
un
par
de
horas,
y
se
supone
que
tú…
—Te
rescate
si
no
hablas
conmigo.
Absolutamente.
—Becca
vaciló
—.
¿Lo
conoces
lo
suficientemente
bien?
—Sí.
Lo
hago.
Yo...
eh...
lo
veo...
claramente,
y
confío
en
él.
Becca
entendió
su
significado.
—Bueno,
 está
 bien.
 Me
 alegro
 de
 que
 hayas
 llamado
 y
 estés
teniendo
cuidado.
Cuando
 Mallory
 cortó
 la
 comunicación,
 ella
 negó
 con
 la
 cabeza.
¿Cómo
es
que
esos
libros
BDSM
no
habían
incluido
este
paso?
—Te
he
visto
usar
pañuelos
en
el
trabajo.
—Sawyer
estaba
de
pie
junto
a
su
tocador—.
¿Qué
cajón?
—El
primero
a
la
derecha.
Sacó
un
par
de
pañuelos,
abrió
el
armario
y
sacó
un
cinturón
del
gancho.
Mirándolo,
 sintió
 que
 su
 corazón
 se
 aceleraba.
 A
 pesar
 de
consumir
alcohol
en
exceso
la
última
vez,
se
preguntaba
si
beber
otra
media
botella
de
whisky
no
sería
una
buena
idea
en
este
momento.
Mientras
caminaba
de
regreso
a
la
cama,
sonrió.
—Mira
 esos
 ojos
 tan
 abiertos.
 —Inclinándose,
 la
 besó,
 hizo
 un
zumbido
 y
 profundizó
 el
 beso.
 Sus
 labios
 eran
 firmes
 mientras
agarraba
 su
 cabello
 y
 tiraba
 con
 fuerza,
 inclinando
 su
 cabeza
 hacia
atrás
mientras
poseía
su
boca
por
completo.
El
cuarto
se
calentó.
Se
 enderezó
 y
 la
 soltó.
 Sacó
 del
 bolsillo
 una
 herramienta
multiuso,
extrajo
las
tijeras
y
la
dejó
sobre
la
mesita
de
noche.
—Mantén
las
manos
en
alto,
las
palmas
una
frente
a
la
otra,
y
a
unos
centímetros
de
distancia.
Todavía
sentada
en
el
borde
de
la
cama,
frunció
el
ceño.
¿Cómo
podía
atarla
en
esta
posición?
Pero
ella
accedió.
Después
 de
 retorcer
 el
 pañuelo
 azul
 en
 una
 tira
 similar
 a
 una
cuerda,
ató
los
extremos
y
lo
colocó
alrededor
de
la
parte
exterior
de
sus
 muñecas.
 ¿Iban
 a
 jugar
 cats‑cradle4?
 Él
 enrolló
 el
 pañuelo
 rojo
alrededor
 de
 las
 dos
 sogas
 azules
 entre
 sus
 muñecas
 hasta
 que
 se
parecía
 a
 la
 soga
 de
 un
 verdugo
 con
 dos
 extremos,
 que
 estaban
alrededor
de
sus
muñecas.
—Tira
de
ella—dijo
suavemente.
Ella
 hizo.
 Los
 pañuelos
 estaban
 lo
 suficientemente
 apretados
como
para
no
poder
sacar
las
manos
de
los
“nudos
corredizos”.
Su
respiración
se
agitó
hasta
que
miró
sus
tranquilos
ojos
azules.
La
 estaba
 mirando,
 su
 placer
 era
 tan
 obvio
 como
 la
 abultada
erección
en
sus
vaqueros.
Ella
tragó
saliva.
—¿Disfrutas
de
esto?
—Sí,
 lo
 hago.
 Si
 una
 mujer
 está
 a
 bordo
 con
 el
 plan,
 me
 gusta
quitarle
 todas
 sus
 opciones
 de
 cómo
 y
 cuándo
 consigue
 placer...
 y
llevarla
más
allá
de
lo
que
pensó
que
podía
tomar.
Su
 boca
 se
 secó
 incluso
 cuando
 los
 huesos
 de
 su
 columna
vertebral
se
derritieron.
Sus
brazos
cayeron.
—Recuéstate,
 pequeña
 contratista.
 —Con
 manos
 grandes,
 la
aplastó
 sobre
 su
 espalda.
 Su
 camisón
 todavía
 estaba
 puesto,
 y
 la
ligera
cubierta...
ayudó...
mientras
ella
lo
miraba.
Pasó
el
cinturón
de
cuero
a
través
de
los
arabescos
del
cabecero
de
hierro
y
de
la
cuerda
del
pañuelo
entre
sus
muñecas,
entonces
abrochó
la
hebilla.
Cuando
la
tiró
hacia
abajo
en
la
cama,
sus
brazos
estaban
levantados
sobre
su
cabeza.
—Tú
 hi‑hiciste
 este
 bondage
 terriblemente
 fácil—susurró
 ella—.
Como
si
hubieras
hecho
esto
antes.
Sonriéndole,
sacó
un
par
de
condones
de
la
billetera
y
los
arrojó
sobre
la
mesita
de
noche.
—Yo
 ya
 sabía
 que
 prefería
 estar
 a
 cargo
 en
 la
 habitación,
 y
cuando
 A icus
 me
 llevó
 a
 un
 club
 BDSM
 para
 mi
 regalo
 de
graduación
 universitaria,
 sentí
 como
 si
 hubiera
 encontrado
 un
hogar.
Probablemente
 se
 había
 graduado
 alrededor
 de
 los
 veintidós,
 y
ella
suponía
que
tenía
unos
treinta
y
tantos
años.
—¿Has
sido
un
Dom
por
más
de
una
década?
—Sí.
—Se
quitó
la
pesada
camisa
de
franela
y
la
dejó
caer
sobre
una
silla.
La
luz
en
la
habitación
era
más
brillante
esta
vez,
dándole
una
buena
vista
de
su
musculoso
pecho.
Una
sombra
de
vello
rizado
sobre
 los
 pectorales
 se
 estrechaba
 en
 una
 línea
 angosta
 desde
 su
abdomen
 hasta
 sus
 vaqueros.
 La
 cicatriz
 debajo
 de
 sus
 costillas
izquierdas
 se
 había
 aclarado
 a
 un
 rosa
 pálido.
 Cicatrices
 más
antiguas
decoraban
 su
torso:
pequeñas
 marcas
formaban
 un
 patrón
disperso,
 una
 cicatriz
 larga
 y
 delgada
 cortaba
 su
 lado
 derecho.
 La
evidencia
 mostraba
 que
 había
 tenido
 una
 vida
 difícil…
 pero
 que
había
sobrevivido.
La
 cadena
 plateada
 alrededor
 del
 cuello
 tenía
 placas
 de
identificación
militares.
—No
 llevabas
 placas
 de
 identificación
 antes,
 ¿verdad?—le
preguntó
ella.
—Nah.
 Por
 lo
 general,
 no
 lo
 hago.
 —Él
 le
 dedicó
 una
 sonrisa
triste
cuando
se
quitó
la
cadena
y
la
arrojó
sobre
su
camisa—.
Pero
si
extraño
a
mi
equipo,
a
veces
las
uso
por
un
día.
A
 pesar
 del
 tono
 ligero,
 ella
 pudo
 oír
 el
 dejo
 de
 pena.
 Tenía
 la
clase
de
corazón
al
que
le
importaba
profundamente.
—Los
recuerdos
pueden
ser
reconfortantes.
Cuando
extraño
a
la
abuela,
horneo
sus
recetas
favoritas,
a
pesar
de
que
son
tan
altas
en
grasa
y
azúcar
que
un
mordisco
provoca
un
ataque
al
corazón.
La
sonrisa
de
Sawyer
se
volvió
real.
—Avísame
 cuando
 estés
 horneando.
 Me
 arrojaré
 frente
 a
 ti
 y
recibiré
el
disparo.
Ella
resopló.
—Eres
un
hombre
valiente,
Ware.
—Sí,
 ese
 soy
 yo.
 —Cuando
 se
 desabrochó
 el
 botón
 de
 los
vaqueros,
la
anticipación
la
inundó
como
las
aguas
de
un
riachuelo.
Pero
entonces
él
volvió
a
sentarse
en
la
cama.
Ella
frunció.
—¿Tus
vaqueros?
—Más
 tarde.
 —Su
 sonrisa
 fue
 lenta,
 el
 azul
 en
 sus
 ojos
 se
oscureció—.
 Quiero
 que
 estés
 desnuda
 para
 mí.
 —Poco
 a
 poco,
levantó
el
dobladillo
de
su
camisón
para
revelar
las
piernas.
Su
coño.
Sus
pechos.
Se
detuvo,
dejando
el
material
agrupado
en
la
base
de
su
garganta.
Exponiendo
todo
su
cuerpo.
Podía
sentir
cada
leve
brisa
sobre
su
piel
excesivamente
caliente.
Sus
 pezones
 estaban
 dolorosamente
 apretados,
 y
 estaba
 húmeda
entre
 las
 piernas.
 Se
 dio
 cuenta
 de
 que
 estaba
 tirando
 de
 las
restricciones
alrededor
de
sus
muñecas.
Sawyer
simplemente
observaba
con
una
leve
sonrisa.
***
¡Oh,
 sííí!!
 La
 polla
 de
 Sawyer
 se
 estaba
 tensando
 tanto
 que
probablemente
la
cremallera
de
los
vaqueros
le
dejaría
una
marca.
—Eres
tan
hermosa
como
lo
recordaba.
—Lentamente,
le
acarició
con
 la
 punta
 de
 los
 dedos
 el
 brazo
 izquierdo,
 la
 clavícula
 y
 hacia
abajo.
Hasta
donde
el
bronceado
dorado
en
sus
hombros
y
brazos
se
desvanecía
a
un
delicioso
color
blanco
cremoso
sobre
sus
senos.
Esos
 pechos
 turgentes.
 Sus
 pectorales,
 esculpidos
 a
 partir
 del
trabajo
 de
 la
 construcción,
 hacían
 que
 sus
 senos
 se
 apoyaran
erguidos
sobre
su
pecho.
Los
pezones
eran
pequeños
y
tan
apretados
como
 frambuesas.
 Él
 acarició
 su
 costado,
 sintiendo
 las
 costillas
debajo
 del
 relleno
 femenino,
 y
 aplastó
 su
 mano
 sobre
 su
 abdomen
ligeramente
más
suave.
—Respira,
mascota.
Sus
 ojos
 parecían
 aún
 más
 verdes
 mientras
 lo
 miraba,
 y
 un
pequeño
 pliegue
 entre
 sus
 cejas
 indicaba
 su
 preocupación.
 Mejillas
sonrojadas,
 labios
 entreabiertos,
 pezones
 inflamados.
 Ella
 estaba
bellamente
excitada.
—Sawyer.
—Ella
tragó
saliva—.
¿Qué
estás
haciendo?
Como...
 ¿por
 qué
 no
 se
 estaba
 poniendo
 manos
 a
 la
 obra?
 Tenía
que
recordar
que
ella
no
había
estado
con
un
Dom
antes.
—Haré
 lo
 que
 yo
 quiera,
 Mallory.
 —Él
 acunó
 un
 seno,
 sintió
 su
sacudida
y
le
recordó—.
Porque
no
hay
nada
que
puedas
hacer
para
detenerme.
Ella
 instintivamente
 tiró
 de
 las
 restricciones
 de
 sus
 muñecas,
 e
incluso
en
la
tenue
luz,
él
pudo
ver
sus
pupilas
dilatarse.
¿Había
 algo
 más
 divertido
 que
 sazonar
 un
 guiso
 de
 excitación
con
una
pizca
de
ansiedad?
Tal
vez
no
era
un
maestro
de
la
cocina,
pero
 con
 pequeñas
 sumis,
 sabía
 cómo
 moverse.
 Se
 movió
 hacia
 los
pies
de
la
cama.
—Abre
las
piernas
para
mí,
mascota.
Incluso
 cuando
 una
 mujer
 estaba
 excitada
 y
 con
 ganas
 de
 más,
algo
instintivo
debe
evitar
que
quiera
separar
sus
piernas.
Las
piernas
de
Mallory
se
separaron
lentamente,
y
él
se
arrodilló
entre
 ellas,
 pasando
 sus
 manos
 sobre
 sus
 muslos
 bien
 formados.
Inclinándose
hacia
adelante,
él
frotó
su
barbilla
sobre
la
punta
de
sus
pezones.
Ella
jadeó,
y
él
escuchó
el
roce
del
cinturón
en
la
cabecera
cuando
Mallory
tiró
de
las
restricciones.
Mmm.
 ¿El
 tirón
 significaba
 que
 le
 gustaba
 la
 rozadura
 o
 la
odiaba?
 En
 este
 momento
 tenía
 el
 tiempo
 y
 la
 oportunidad
 para
averiguarlo.
 Deslizó
 su
 lengua
 alrededor
 de
 un
 pezón
 y
 luego
 del
otro.
Otro
 jadeo.
 Otro
 roce
 tranquilo
 mientras
 intentaba
 bajar
 los
brazos.
Eso
 sonó
 positivo.
 Más
 pruebas,
 Sawyer
 lamió
 y
 chupó,
excitándola
 lentamente,
 rozándola
 ocasionalmente
 con
 el
crecimiento
de
la
barba
de
un
día.
Joder,
a
él
le
gustaban
sus
senos;
podría
jugar
así
para
siempre.
Aunque
su
palpitante
polla
se
estaba
volviendo
dolorosa.
Su
respiración
se
aceleró,
y
sus
caderas
estaban
dando
pequeñas
sacudidas
de
excitación.
Él
tomaría
su
respuesta
como
una
luz
verde.
¿Qué
 hay
 del
 dolor?
 Con
 cuidado,
 chupó
 ligeramente
 un
 pezón
 y
después
usó
los
dientes.
Un
mordisco
ligero
consiguió
un
jadeo
y
un
meneo.
Verde.
Pero
cuando
continuó,
mordiendo
lo
suficiente
como
para
causar
más
 dolor,
 todo
 su
 cuerpo
 se
 puso
 rígido,
 y
 ella
 emitió
 un
 suave
sonido
de
protesta.
Ahí
 estaba
 su
 respuesta.
 Se
 detuvo
 y
 lamió
 la
 pequeña
protuberancia
atormentada
en
disculpa.
Ahora
sabía
que
ella
no
era
masoquista.
 Sin
 embargo,
 no
 le
 importaba
 un
 poquito
 de
 dolor,
tendría
que
mantenerlo
ligero.
Podría
trabajar
con
esto,
de
hecho
lo
disfrutaría.
 Herir
 a
 una
 mujer,
 por
 mucho
 que
 el
 sumiso
 quisiera
dolor,
 traía
 recuerdos
 incómodos
 del
 abuso
 que
 su
 madre
 había
sufrido.
Lentamente,
atormentó
el
otro
seno
de
Mallory,
sintiendo
que
se
hinchaba
 mientras
 lamía,
 chupaba
 y
 usaba
 sus
 dientes
 muy,
 muy
ligeramente.
 Solo
 lo
 suficiente
 para
 que
 se
 arqueara
 por
 más.
Bajando
 por
 su
 torso,
 él
 mordisqueó
 su
 vientre,
 mordisqueó
 y
acarició
cada
pliegue
entre
la
cadera
y
el
muslo.
Una
lenta
inhalación
le
trajo
su
ligero
aroma
almizclado.
Su
 respiración
 era
 rápida
 y
 superficial.
 Perfecto.
 Debajo
 de
 su
mejilla,
su
muslo
interno
estaba
caliente.
Cuando
levantó
la
vista,
sus
ojos
estaban
cerrados
y
su
rostro
estaba
dulcemente
ruborizado.
Ubicando
 su
 lengua
 en
 un
 pequeño
 punto,
 la
 movió
 en
 círculo
alrededor
de
su
clítoris,
dando
golpecitos
y
frotando
en
todas
partes,
excepto
en
la
parte
superior.
Su
gemido
bajo
fue
su
recompensa.
Por
un
momento,
usó
los
dientes
en
sus
labios
interiores,
tirando
y
pasando
su
lengua
sobre
la
cubierta
carne
caliente.
Ella
trató
de
levantar
las
caderas.
Balanceándose
 sobre
 su
 codo
 izquierdo,
 deslizó
 su
 dedo
 medio
derecho
dentro
de
su
entrada.
Ella
gimió
de
nuevo
cuando
su
coño
se
 cerró
 sobre
 él.
 Mientras
 deslizaba
 más
 su
 dedo,
 su
 polla
 se
sacudió
como
para
recordarle
que
estaba
diseñada
para
esa
pequeña
tarea.
No,
 primero
 él
 la
 quería
 con
 fiebre
 de
 anticipación.
 De
 hecho,
quería
verla
correrse.
Incapaz
de
resistirse,
se
inclinó
e
hizo
círculos
con
 la
 lengua
 alrededor
 de
 la
 pequeña
 perla
 sobresaliendo
 tan
bellamente
 y
 entonces
 él
 se
 recostó
 sobre
 sus
 rodillas.
 Después
 de
aumentar
 a
 dos
 dedos
 dentro
 de
 su
 coño,
 él
 separó
 sus
 labios,
tirando
todo
hacia
atrás
para
exponer
su
clítoris.
Rosado
e
hinchado
y
también
brillante.
Después
de
deslizar
los
dedos
dentro
de
su
humedad,
él
frotó
un
lado
 del
 clítoris
 y
 el
 otro,
 estudiando
 sus
 respuestas.
 Solo...
disfrutando.
La
 capucha
 sobre
 el
 clítoris
 era
 extremadamente
 sensible.
 Frotar
los
lados
provocó
que
la
protuberancia
se
excitara
aún
más.
La
lenta
penetración
vaginal
tensó
todo.
Oh,
sí.
Su
respiración
se
hizo
más
superficial.
Sus
piernas
temblaron.
Su
coño
se
apretó
alrededor
de
sus
dedos.
Aun
no,
cariño.
Disminuyó
la
velocidad
y
aligeró
su
toque.
***

Mierda,
la
iba
a
matar.
Ella
estaba
tan
cerca
de
correrse
que
cada
penetración
 de
 sus
 dedos
 subía
 vertiginosamente
 todo
 más
 y
 más
alto.
Pero
se
estaba
moviendo
tan
despacio.
Sus
dedos
se
hundían
y
gradualmente
 se
 retiraban.
 Con
 la
 otra
 mano,
 dibujaba
 círculos
pausados


alrededor
del
clítoris
con
la
yema
de
un
dedo,
y
la
rígida
protuberancia
dolía
de
necesidad.
Ella
 giró
 la
 cabeza
 de
 un
 lado
 a
 otro
 y
 tiró
 las
 caderas
 hacia
arriba.
Él
hizo
un
sonido
divertido.
Haciendo
un
esfuerzo,
ella
abrió
los
ojos
para
verlo
cómodamente
arrodillado
entre
sus
 piernas...
jugando.
 Él
alternaba
 entre
mirar
 su
coño
 y
 estudiar
 su
 rostro.
 Cuando
 se
 encontró
 con
 su
 mirada,
 sus
ojos
 azules
 oscuros
 estaban
 encendidos
 de
 placer.
 En
 lugar
 de
apresurarse
a
que
ella
tuviese
un
orgasmo
para
que
él
pudiese
tener
su
turno,
este...
Dom...
deliberadamente
la
estaba
atormentando.
Ella
 intentó
 estirar
 la
 mano
 y
 hacer
 “algo”,
 pero
 no
 pudo
moverse,
y
darse
cuenta
de
que
él
podía
continuar,
que
podía
hacer
lo
 que
 quisiera,
 le
 envió
 una
 onda
 expansiva
 que
 la
 atravesó
rápidamente.
Cuando
 su
 dedo
 tocó
 justo
 encima
 del
 clítoris,
 la
 sensación
 fue
tan
exquisita
que
cerró
los
ojos.
Él
se
rio
entre
dientes.
Un
 segundo
 después,
 lo
 sintió
 moverse
 y
 su
 lengua,
 su
 lengua
increíblemente
 caliente
 y
 húmeda,
 se
 deslizó
 en
 círculos
 alrededor
de
su
clítoris,
frotando
expertamente.
Oh,
madre
de
los
gatos.
Cuando
el
movimiento
de
empalamiento
de
sus
dedos
se
aceleró,
su
 coño
 se
 cerró
 con
 fuerza
 en
 torno
 a
 él,
 y
 sus
 músculos
 se
contrajeron,
listos
para
entrar
en
acción,
tambaleándose
en
el
borde
del
precipicio.
—Eso
es,
cariño—murmuró
él.
Mientras
la
mantenía
firmemente
abierta,
 sus
 labios
 se
 cerraron
 alrededor
 del
 clítoris,
 y
 su
 lengua
 se
frotó
sin
piedad
justo
encima.
Su
 centro
 apretó
 sus
 dedos
 cuando
 la
 presión
 aumentó
 y
aumentó
 hasta
 llegar
 a
 un
 glorioso
 pico,
 entonces
 la
 avalancha
 se
liberó,
enviando
un
placer
que
la
estremeció,
aumentando
con
cada
espasmo
 hasta
 que
 las
 oleadas
 imparables
 de
 pura
 sensación
 y
 el
rugido
de
su
pulso
ahogaron
por
completo
todo
lo
demás.
Su
 lengua
 se
 movió
 sobre
 ella,
 trayéndola
 suavemente
 hacia
abajo,
 sacándola
 de
 su
 clímax.
 Justo
 cuando
 ella
 comenzaba
 a
relajarse,
de
repente
él
le
chupó
el
clítoris,
de
manera
dura
y
feroz,
y
con
un
gemido
impotente,
ella
volvió
a
correrse.
Riendo,
se
levantó
de
la
cama.
Con
el
corazón
todavía
martilleando
como
una
pistola
de
clavos,
ella
logró
girar
la
cabeza
y
verlo
terminar
de
desnudarse
y
ponerse
un
condón.
Entonces
 volvió
 a
 estar
 entre
 sus
 piernas.
 Sintió
 su
 antebrazo
 al
lado
de
su
cabeza,
sus
piernas
entre
las
suyas,
su
polla
en
su
entrada.
Cerrando
los
ojos,
esperó
la
maravillosa
sensación
de
él.
—Mírame,
Mallory—le
dijo
con
voz
suave
como
el
humo.
Sus
párpados
se
levantaron
y
ella
levantó
la
cabeza
para
mirarlo.
—Tus
 manos
 todavía
 están
 atadas
 a
 la
 cabecera,
 mascota.
 —Sus
labios
 se
 curvaron
 ligeramente—.
 Parece
 que
 todo
 lo
 que
 puedes
hacer
 es
 tomarme.
 Sentirme
 mientras
 te
 lleno
 con
 mi
 polla.
 —Sus
claros
 ojos
 azules
 se
 encontraron
 con
 los
 de
 ella,
 la
 atravesaron
mientras
 su
 pene
 entraba
 en
 ella,
 lentamente,
 estirándola
despiadadamente
 a
 medida
 que
 se
 deslizaba
 más
 y
 más
p q y
profundamente.
 Su
 mirada
 la
 mantuvo
 atrapada,
 reforzando
 el
conocimiento
de
su
impotencia.
Cuando
estuvo
completamente
dentro,
se
mantuvo
allí,
y
todo
lo
que
 ella
 pudo
 hacer
 fue
 mirarlo
 mientras
 su
 interior
 palpitaba
alrededor
de
su
dura
polla.
—Sí,
 está
 es
 la
 mirada
 que
 quería—dijo
 él
 suavemente.
 Con
 su
mano
 dura
 debajo
 de
 la
 barbilla,
 inclinó
 la
 cabeza
 más
 lejos
 para
poder
tomar
sus
labios.
Ella
 nunca
 se
 había
 sentido
 tan
 indefensa
 en
 su
 vida.
 Nunca
 se
sintió
tan
poseída.
Incluso
 sin
 que
 él
 se
 moviera,
 con
 solo
 el
 conocimiento
 de
 su
control
sobre
todo,
su
excitación
se
encendió
nuevamente
hasta
que
se
estremeció
de
necesidad.
Él
 lo
 sabía.
 Cuando
 levantó
 la
 cabeza,
 estaba
 sonriendo
ligeramente.
Lentamente
comenzó
a
follarla,
empujando
más
rápido
y
 girando
 las
 caderas
 para
 asegurarse
 de
 que
 su
 polla
 se
 frotara
contra
 cada
 parte
 de
 ella.
 Con
 cada
 embiste,
 su
 pelvis
 le
 frotaba
 el
clítoris
exquisitamente
sensible,
enviando
más
excitación
a
través
de
su
sistema.
***

Cuando
 Sawyer
 se
 retiraba,
 los
 suaves
 labios
 del
 coño
 de


Mallory
 intentaban
 aferrarse
 a
 su
 polla.
 Joder,
 se
 sentía
 bien.
Presionó
 de
 nuevo,
 sintiendo
 el
 satén
 caliente
 cerrarse
 a
 su
alrededor,
 resbaladizo
 y
 apretado
 a
 medida
 que
 ella
 se
 acercaba.
Esta
vez,
él
estaría
dentro
de
ella
cuando
ella
se
corriera.
Pon
 manos
 a
 la
 obra,
 Ware.
 Manteniendo
 su
 control,
 sintió
 que
 la
presión
se
acumulaba
en
la
base
de
su
columna
hasta
que
podía
jurar
que
explotaría.
Sin
embargo,
valía
la
pena.
Mallory
 estaba
 soltando
 pequeños
 gemidos
 sexys
 con
 cada
embestida,
y
sus
pequeños
pezones
duros
eran
encantadores
donde
se
 frotaban
 sobre
 su
 pecho.
 Si
 sus
 manos
 estuvieran
 libres,
 estaría
arañando
ferozmente
sus
hombros.
Sonriendo,
 se
 levantó
 lo
 suficiente
 como
 para
 deslizar
 los
 dedos
sobre
el
clítoris.
Con
un
sonido
alto
y
claro,
ella
llegó
al
clímax,
su
coño
se
aferró
a
él
como
un
puño
convulsivo.
Joder,
 sí.
 Cuando
 perdió
 las
 riendas
 y
 la
 embistió,
 el
 calor
 se
disparó
 desde
 sus
 bolas
 hasta
 su
 polla
 y
 salió
 en
 alucinantes
 y
feroces
 espasmos.
 El
 placer
 era
 tan
 intenso
 que
 él
 gimió
 mientras
deslizaba
una
mano
debajo
de
su
culo
para
acercarla
aún
más.
Incluso
mientras
su
coño
lo
apretaba
hasta
secarlo,
ella
frotaba
la
mejilla
 contra
 su
 hombro.
 Increíblemente
 sexy
 y
 asombrosamente
dulce.
Respirando
 con
 dificultad,
 bajó
 la
 cabeza
 para
 besar
 su
 cabello
sedoso
y
acariciar
su
sien.
Finalmente,
 cuando
 pudo
 moverse
 nuevamente,
 se
 retiró,
sintiendo
pesar
por
perder
el
calor
de
su
cuerpo.
De
ella.
Después
de
deshacerse
del
condón,
se
sentó
a
su
lado
en
la
cama
y
desató
las
restricciones
de
sus
muñecas.
Mientras
le
quitaba
los
pañuelos,
ella
se
rio
y
le
mostró
dónde
se
había
clavado
las
uñas,
en
la
palma
de
las
manos.
—Hiciste
bien
en
atarme
las
manos,
o
podría
haberte
arañado.
Su
polla
dio
un
latido
de
anticipación.
—Ah.
 La
 próxima
 vez,
 dejaré
 tus
 manos
 libres
 y
 te
 ataré
 las
piernas
.
La
 mirada
 con
 los
 ojos
 bien
 abiertos
 que
 ella
 le
 dio
 fue
encantadora.
Riendo,
extendió
la
mano
y
le
entregó
el
teléfono.
—Llama
a
tu
amiga
y
dile
que
sobreviviste.
—¿Sobreviví?
Eso
sería
una
mentira…
soy
un
desastre.
—Con
un
resoplido
y
una
risita,
tomó
el
teléfono.
Sonriendo,
él
se
dirigió
a
la
cocina
a
buscar
hielo
para
su
tobillo.
***

A
 la
 mañana
 siguiente,
 mientras
 Mallory
 se
 duchaba,
 Sawyer


colocó
el
porta
perros
en
su
camioneta
y
dejó
a
Aquiles
en
el
pasto.
Aquiles
 cumplió
 con
 su
 deber,
 poniéndose
 en
 cuclillas
 en
 el
momento
en
que
había
sido
puesto
en
el
suelo.
—Buen
trabajo,
amigo.
Sawyer
 metió
 las
 manos
 en
 los
 bolsillos
 y
 apartó
 la
 vista
 de
 la
casa,
 intentando
 no
 pensar
 en
 Mallory
 desnuda
 y
 en
 la
 ducha.
Frunció
 el
 ceño.
 Todo
 en
 ella
 era
 demasiado
 tentador.
 Despertarse
con
ella
en
sus
brazos
se
había
sentido
bien.
Cómodo.
Y
maldita
sea,
no
podía
darse
el
lujo
de
sentirse
cómodo
con
ella.
Gracias
 a
Dios,
había
 dejado
claro
 antes
de
 que
 comenzaran
 que
 se
trataba
de
un
acuerdo
sin
relación.
Demasiado
 inquieto
 por
 regresar,
 Sawyer
 caminó
 con
 Aquiles
hacia
 la
 casa.
 Frente
 al
 porche,
 un
 rosal
 proporcionaba
 un
 fondo
verde
 a
 los
 crisantemos
 amarillos
 brillantes.
 Un
 pequeño
 césped
conducía
a
un
área
arenosa
donde
unas
sillas
rodeaban
el
lugar
para
una
fogata.
Continuando,
 Sawyer
 siguió
 a
 Aquiles
 por
 un
 pequeño
 sendero
hacia
 un
 claro
 oculto
 por
 los
 altos
 arbustos.
 La
 hierba
 allí
 estaba
cortada
 tan
 corta
 como
 un
 mini
 campo
 de
 golf
 sin
 agujeros.
 Al
parecer
no
para
el
golf.
Un
estanque
de
jardín
curvado
alrededor
de
un
 lado
 del
 círculo
 perfecto.
 Cerca
 del
 agua,
 plantas
 de
 salvia
púrpura
 crecían
 en
 la
 base
 de
 una
 estatua
 femenina.
 Al
 respirar,
Sawyer
pudo
sentir
la
tranquilidad.
Al
igual
que
la
paz
que
sentía
en
presencia
de
Mallory.
Sí,
bueno,
no
pienses
de
esa
manera.
La
paz
no
estaba
en
su
futuro.
No
 pronto.
 Tenía
 que
 mantener
 su
 concentración,
 ser
 libre
 de
moverse
en
cualquier
momento.
Maldición
tenía
que
mantener
a
los
civiles
fuera
de
la
zona
de
fuego.
El
 problema
 era
 que,
 teniendo
 en
 cuenta
 lo
 que
 había
 estado
haciendo
 toda
 la
 noche
 pasada,
 no
 tenía
 autocontrol
 cuando
 estaba
cerca
 de
 Mallory.
 Necesitaba
 mantenerse
 alejado
 de
 ella.
Jodidamente
lejos.
Con
el
ceño
fruncido,
Sawyer
se
dio
la
vuelta.
—Veamos
qué
hay
detrás,
cachorro.
El
lado
sur
 de
la
 casa
 daba
a
 la
 carretera
 y
 había
 un
 gran
 jardín
rodeado
de
 dos
cercas
 de
 más
 de
un
 metro.
Una
 especie
 de
 cultivo
de
invernadero,
centeno
de
invierno,
tal
vez,
brotaba
en
varias
de
los
canteros
 elevados.
 Algunas
 plantas
 estaban
 quemadas
 por
 las
heladas
 tempranas.
 Unos
 plásticos
 cubrían
 un
 cantero,
 y
 
podía
 ver
lechugas
y
espinacas
a
través
del
plástico
transparente.
La
 nostalgia
 lo
 golpeó
 con
 un
 rápido
 dolor.
 Su
 madre
 había
cuidado
un
jardín
muy
parecido
a
éste.
—Vamos,
Aquiles.
La
 terraza
 acristalada
 estaba
 en
 la
 parte
 de
 atrás
 y,
 como
 había
pensado,
 tenía
 una
 vista
 increíble
 del
 arroyo
 burbujeante.
 Cuando
Aquiles
 y
 él
 llegaron
 a
 la
 ladera
 norte
 frente
 a
 la
 carretera,
 un
automóvil
 trepaba
 por
 el
 camino.
 Recogiendo
 al
 cachorro,
 Sawyer
fue
a
ver
quién
había
llegado.
Una
 mujer
 menuda
 con
 el
 pelo
 corto
 y
 negro
 salió
 de
 la
camioneta
y
se
dirigió
hacia
la
casa.
Mallory
 abrió
 la
 puerta
 principal
 y
 salió
 al
 porche.
 Le
 iba
 mejor
con
las
muletas.
—Hola,
 Kallie.
 —Ella
 sacudió
 la
 cabeza—.
 En
 la
 clínica,
 Sunny
me
advirtió
que
iba
a
llamaros
a
Becca
y
a
ti.
—Lo
 hizo.
 Lindas
 muletas.
 —Kallie
 frunció
 el
 ceño—.
 ¿Qué
 tan
estropeada
estás?
—No
estoy
estropeada.
—Mallory
se
apoyó
en
un
poste
mientras
su
amiga
trotaba
subiendo
los
escalones—.
Me
tropecé
con
mis
dos
pies
y
me
torcí
el
tobillo.
Kallie
abrazó
a
la
pequeña
contratista.
—Sunny
 había
 planeado
 pasar,
 pero
 Doc
 la
 llamó
 temprano.
Estaba
preocupada
de
que
estuvieras
aquí
sola
y
necesitaras
algo.
Mallory
señaló
la
camioneta
de
Sawyer.
—Tuve
ayuda.
Sawyer
está
en
alguna
parte
con
su
enorme
perro.
Siguiendo
el
ejemplo,
Sawyer
rodeó
el
porche
hacia
las
escaleras.
—Buenos
días.
Al
ver
al
cachorro
en
su
brazo,
Kallie
sonrió.
—¿Enorme
perro?
—Bueno,
él
tiene
un
gran
nombre—dijo
Mallory—.
Te
presento
a
Aquiles
y
a
su
dueño,
Sawyer
Ware.
Cuando
la
morena
notó
la
camisa
de
franela
medio
abotonada
de
Sawyer,
su
sonrisa
se
desvaneció.
—Buenos
días.
—Sawyer,
 ésta
 es
 Kallie
 Masterson
 Hunt.
 Ella
 y
 sus
 primos
 son
dueños
 de
 Wildness
 Guides.
 —Mallory
 señaló
 a
 la
 casa
 de
 gran
tamaño
 al
 otro
 lado
 del
 valle—.
 Está
 casada
 con
 Jake
 Hunt,
 quien
dirige
Serenity
Lodge
junto
con
su
hermano.
Él
asintió.
—Encantado.
La
mirada
negra
de
Kallie
Hunt
tenía
bastante
desconfianza.
Sin
lugar
 a
 dudas,
 su
 reputación
 lo
 había
 precedido...
 y
 aquí
 estaba,
obviamente
habiendo
pasado
la
noche.
Por
 supuesto,
 ella
 simplemente
 podría
 estar
 enojada
 porque
 él
había
incitado
a
su
primo
para
que
participara
en
una
pelea
callejera.
Después
de
mirar
a
Kallie
con
curiosidad,
Mallory
se
volvió
hacia
Sawyer.
Su
sonrisa
era
cálida.
Dulce.
—Te
hice
un
poco
de
café.
Si
estás
listo,
puedo...
—No.
 Gracias.
 —Mantuvo
 su
 nivel
 de
 voz.
 Razonable.
 Firme.
 Y
desapegado—.
Dado
que
tienes
ayuda,
necesito
volver
al
trabajo.
Maldita
 sea,
 odiaba
 la
 forma
 en
 que
 su
 sonrisa
 desapareció.
 No
obstante,
 la
 había
 advertido
 la
 noche
 anterior
 sobre
 las
 reglas
 del
compromiso.
—La
 próxima
 vez,
 conduce
 hasta
 el
 buzón.
 No
 camines.
 No
siempre
estaré
cerca
para
recogerte.
—Entendido.
 —Sus
 palabras,
 y
 su
 expresión,
 tenían
 una
aceptación
que
no
merecía.
Habría
sido
más
fácil
para
él
si
le
hubiera
gritado.
En
cambio,
su
pecho
se
sentía
como
si
hubiera
sido
alcanzado
por
una
bala
calibre
45.
***

Mientras
Sawyer
se
alejaba
con
Aquiles
en
su
regazo,
Mallory
lo
siguió
con
la
mirada.
Se
fue.
Ella
 había
 sido
 descartada
 nuevamente,
 solo
 que
 esta
 vez
 era
peor.
 Y
 no
 podía
 estar
 enojada.
 Había
 dejado
 claro
 que
 no
 quería
ninguna
relación
o
compromiso.
Ella
no
se
había
dado
cuenta
de
que
él
volvería
a
ser
frío.
Su
distancia...
dolía.
Kallie
le
puso
una
mano
en
el
hombro.
—¿Estás
bien?
No.
Realmente
no.
—Me
duele
un
poco
el
tobillo.
—Apartó
la
mirada
del
sendero
y
contuvo
 el
 aliento.
 Anclándose
 en
 la
 brillante
 mañana,
 dejó
 que
 la
angustia
 se
 moviera
 a
 través
 de
 ella
 y
 se
 alejara,
 como
 una
 ramita
que
 se
 menea
 en
 una
 corriente
 que
 fluye
 rápidamente—.
 ¿Quieres
desayunar?
—En
realidad,
te
traje
algo.
Becca
envió
panecillos
de
canela
con
órdenes,
de
que
te
permitas
un
poco
de
azúcar
y
harina
blanca.
Mallory
se
echó
a
reír.
—La
 jefa
 ha
 hablado.
 —Ella
 tomó
 con
 una
 mano
 la
 muleta
 y
señaló
hacia
la
puerta—.
Comamos.
Kallie
negó
con
la
cabeza.
—No
 puedo.
 Tengo
 un
 grupo
 corporativo
 que
 guiar
 a
 los
 lagos
para
 hacer
 ejercicios
 de
 trabajo
 en
 equipo.
 Simplemente
 corrí
 para
asegurarme
 de
 que
 estuvieras
 bien
 y
 traer
 los
 bollos.
 —Levantó
 la
bolsa—.
Déjame
poner
esto
en
tu
mesa.
Mallory
asintió
y
vio
a
su
amiga
desaparecer
dentro.
Cuando
Kallie
regresó,
ella
vaciló.
—Cállame
si
estoy
fuera
de
lugar,
pero
¿sabías
que
Sawyer
pasó
un
tiempo
en
la
prisión
de
aquí?
—Lo
sabía.
—Parecía
encontrarse
como
en
su
casa.
¿Como
si
hubiera
pasado
la
noche
en
tu
cama?
Mallory
sintió
que
le
ardían
las
mejillas.
—Hizo
 todo
 lo
 posible
 para
 llevarme
 al
 médico
 y
 pasó
 la
 noche
para
 asegurarse
 de
 que
 estaba
 bien.
 Estaba
 siendo
 un
 buen
 vecino.
—Lo
cual
era
todo
lo
que
quería
ser.
El...
el
idiota.
—Oh.
 Bueno.
 —A
 diferencia
 de
 Becca,
 Kallie
 no
 era
 del
 tipo
 de
luchar
 por
 más.
 Ella
 puso
 su
 brazo
 alrededor
 de
 Mallory—.
 Lo
siento.
 Sé
 que
 es
 el
 hermano
 de
 A icus
 y
 probablemente
 un
 buen
tipo,
y
tú
eres
una
adulta.
Supongo
que
estoy
de
mal
humor.
Mallory
entrecerró
los
ojos.
Aunque
el
aura
de
Kallie
era
difícil
de
ver
 a
 la
 brillante
 luz
 de
 la
 mañana,
 una
 oscuridad
 infeliz
 teñía
 los
bordes.
—¿Qué
sucedió?—preguntó
Mallory
en
voz
baja.
—Oh,
 Mal.
 Alguien
 irrumpió
 en
 Po ery
 and
 Pages
 anoche
 y
destruyó
un
montón
de
cristalería
de
la
señora
Reed.
Probablemente
porque
no
había
dinero
en
la
caja
registradora.
Mallory
 se
 tambaleó,
 sintiendo
 como
 si
 una
 viga
 hubiera
 caído
sobre
ella.
—Oh,
no.
—Estoy
 tan
 enojada,
y
 deseando
que
 todos
los
 desagradables
se
hubieran
ido
cuando
cerró
la
prisión.
No
quise
juzgar
a
tu
chico.
No
es
mi
chico.
El
saberlo
dolía.
La
mirada
de
Kallie
cruzó
el
valle.
—Éste
 era
 un
 lugar
 tan
 seguro
 para
 crecer.
 Las
 personas
confiaban
unas
en
otras.
Y
ahora…
Ahora
había
drogas,
graffitis,
asaltos
y
robos.
—Lo
 sé.
 También
 extraño
 lo
 que
 teníamos.
 —Los
 recuerdos
 de
Mallory
 se
 remontan
 casi
 tan
 lejos
 como
 los
 de
 Kallie.
 A
 los
 once,
había
 comenzado
 a
 pasar
 los
 veranos
 en
 Bear
 Flat
 y
 había
 ido
 a
 la
escuela
aquí
durante
sus
años
de
secundaria
y
preparatoria—.
Pero
Sawyer
realmente
es
un
hombre
honorable.
—No
me
digas…
¿tiene
un
aura
bonita?
—La
tiene.
Los
colores
muestran
que
es
fuerte,
leal
y
valiente.
No
es
 tan
 sociable
 como
 tu
 Jake,
 no
 es
 naranja,
 pero,
 sin
 embargo,
 sus
auras
son
muy
parecidas.
—Ella
no
mencionaría
las
negras
vetas
de
dolor
de
Sawyer.
Kallie
resopló.
—Sabes
que
no
estoy
de
acuerdo
con
las
cosas
de
la
nueva
era.
Mallory
solo
sonrió.
—Está
 bien,
 nunca
 te
 he
 visto
 equivocarte
 con
 una
 persona.
 Él
podría
ser
el
primero,
¿sabes?
—Eres
tan
terca
como
Wya .
Tal
vez
incluso
Morgan.
Kallie
se
echó
a
reír.
—Ahora
solo
estás
siendo
cruel.
Bien,
Sawyer
es
un
buen
tipo,
y
ya
 no
 estaré
 malhumorada.
 —Volviendo
 a
 su
 temperamento
habitual,
 abrazó
 a
 Mallory
 y
 bajó
 trotando
 los
 escalones
 hacia
 su
SUV.
Mientras
 Mallory
 la
 observaba
 alejarse,
 suspiró
 y
 se
 volvió
 para
entrar
a
su
tranquila
y
solitaria
casa.

Capítulo
13
 

Después
 de
 dejar
 su
 camioneta
 en
 el
 estacionamiento
 de
 la


taberna
ClaimJumper,
Sawyer
se
había
vestido
con
elegantes
colores,
negro
sobre
negro,
y
patrullaba
los
callejones
de
la
ciudad.
Estaba
 tranquilo,
 lo
 que
 no
 era
 sorprendente
 para
 un
 frío
miércoles
 por
 la
 noche
 cerca
 de
 finales
 de
 octubre.
 La
 temporada
turística
 había
 terminado,
 aunque
 la
 ciudad
 celebraba
 Halloween
como
si
aún
estuviera
inundada
de
visitantes.
A
lo
largo
de
la
acera
colgaban
 esqueletos
 y
 fantasmas,
 telas
 de
 araña
 y
 cuervos,
 todos
iluminados
 por
 luces
 naranjas
 a
 lo
 largo
 del
 techo.
 A
 pesar
 del
reciente
 robo,
 Po ery
 and
 Pages
 había
 organizado
 un
 concurso
 de
tallado
 de
 calabazas
 con
 las
 tallas
 ganadoras
 exhibidas
 en
 los
escaparates.
El
 periódico
 semanal
 había
 enumerado
 sus
 elecciones
 para
 las
casas
mejor
decoradas,
desde
“Seriamente
aterrador”
hasta
“Seguro
para
niños
en
edad
preescolar”.
Incapaz
de
resistirse,
Sawyer
había
conducido
 por
 las
 elecciones
 “Seriamente
 aterrador”
 en
 su
 camino
esta
noche.
Buena
mierda.
Bear
Flat
era
una
infernal
pequeña
ciudad.
Mientras
 patrullaba
 el
 callejón
 sur,
 que
 corría
 paralelo
 a
 Main
Street,
revisó
cada
negocio.
Los
ladrones
solían
usar
puertas
traseras
y
 rara
 vez
 eran
 tan
 silenciosos
 como
 deseaban.
 Disminuyó
 la
velocidad
para
escuchar.
Un
automóvil
solitario
conducía
por
Main.
La
risa
de
una
mujer
vino
de
un
departamento
sobre
un
negocio.
La
 música
 country
 llegó
 desde
 ClaimJumper
 cuando
 pasó
 por
allí.
Una
vez
que
llegara
al
final
de
este
callejón,
verificaría
el
cruce
y
volvería
 a
 la
 taberna
 en
 busca
 de
 su
 vehículo.
 Casi
 terminado,
gracias
 a
 la
 mierda.
 Sus
 botas
 parecían
 cargadas
 de
 plomo
 y
arrastradas
 por
 la
 tierra.
 Había
 estado
 levantado
 hasta
 tarde
 cada
noche,
 ya
 sea
 observando
 la
 casa
 de
 los
 Aryan
 Hammers
 o
patrullando
la
ciudad.
Solo.
Con
 los
 SEAL,
 siempre
 había
 tenido
 a
 alguien
 cuidando
 su
espalda.
 En
 Bear
 Flat,
 estaba
 solo.
 Si
 la
 mierda
 golpeaba
 el
ventilador,
 A icus
 intentaría
 ayudar.
 Desafortunadamente,
 su
hermano
 era
 la
 Ley,
 y
 las
 tácticas
 de
 Sawyer
 no
 eran
 exactamente
legales.
 Incluso
 podría
 llamarse
 algo
 insultante
 como
 hacer
 justicia
con
mano
propia.
Pero
él
no
buscaba
venganza
o
justicia
después
del
hecho.
Quería
atrapar
a
los
malos
con
las
manos
en
la
masa
y
dejarlos
para
la
ley,
como
 un
 arresto
 realizado
 por
 un
 ciudadano
 común
 y
 corriente.
 Si
algunas
 cabezas
 o
 huesos
 se
 rompieran
 durante
 el
 arresto,
 bueno...
¡Uy!
Desafortunadamente,
 su
 plan
 tenía
 algunos
 defectos,
 tales
 como
que
no
podría
permanecer
despierto
todas
las
noches.
Tenía
trabajo
que
 hacer
 en
 su
 propiedad
 y
 una
 bola
 de
 energía
 de
 cuatro
 patas
para
cuidar.
Sí,
estaba
cansado.
E
 irritable
 también.
 Su
 noche
 con
 Mallory
 hacía
 más
 de
 una
semana
había
creado
un
deseo
de...
¿de
qué?
Negó
con
la
cabeza
y
comprobó
otra
puerta.
De
 más
 que
 sexo.
 Encontrar
 a
 alguien
 para
 follar
 no
 era
 difícil,
pero
él
quería
algo
más
que
sexo.
Con
Mallory,
lo
había
encontrado:
calidez,
compañía,
amistad,
afecto.
Sí,
ella
era
alguien
especial.
La
semana
pasada,
había
subido
a
un
remoto
lago
de
montaña.
Los
únicos
sonidos
habían
sido
la
brisa
del
viento
en
los
pinos.
Acostado
en
la
orilla
soleada,
había
respirado
el
aire
limpio...
y
la
paz.
En
presencia
de
Mallory,
él
sentía
la
misma
sensación
de
paz.
La
 semana
 pasada,
 durante
 los
 últimos
 días
 de
 remodelación,
mantuvo
 sus
 interacciones
 cortas
 e
 impersonales.
 Mantenerse
 en
modo
 negocio
 no
 había
 sido
 fácil
 cuando
 todo
 lo
 que
 quería
 hacer
era
 llevarla
 a
 su
 dormitorio
 y
 follarla.
 Lenta
 y
 completamente.
 Y
después
dormir
con
ella
en
sus
brazos.
El
viernes,
le
había
entregado
el
pago
final
de
la
construcción
con
su
agradecimiento.
Maldición,
 la
 extrañaba.
 Extrañaba
 escuchar
 sus
 bromas
 con
 su
equipo
 de
 trabajo,
 escucharla
 enseñar
 a
 los
 hermanos
 Booth
ebanistería
 fina,
 algo
 que
 los
 jóvenes
 podían
 hacer
 durante
 los
inviernos,
y
jugar
con
Aquiles.
Fue
 bueno
 que
 se
 hubiera
 marchado
 y
 que
 la
 tentación
 fuera
eliminada.
Hablando
de
tentación,
métete
en
el
juego,
Ware.
En
 silencio,
 Sawyer
 se
 acercó
 a
 la
 intersección
 en
 T
 donde
 este
callejón
se
encontraba
con
otro.
Desde
las
sombras,
miró
a
la
vuelta
de
la
esquina.
Nada
a
la
vista
a
la
izquierda
ni
a
la
derecha.
Justo
al
frente
 se
 encontraba
 la
 parte
 trasera
 del
 edificio
 profesional
 que
albergaba
 las
 firmas
 locales
 de
 abogados
 y
 contadores
 públicos,
oficinas
de
asesoramiento
y
de
bienes
raíces.
Cruzó
para
revisar
las
puertas
rápidamente.
Todo
bien.
Un
cambio
en
la
luz
llamó
su
atención.
Iluminados
 por
 detrás
 por
 la
 farola
 de
 Main,
 dos
 hombres
 se
movían
hacia
el
callejón.
Bien,
bien,
bien.
Todos
 sus
 músculos
 se
 tensaron.
 Sabiendo
 que
 los
 ojos
 de
 los
hombres
 requerían
 unos
 segundos
 para
 adaptarse
 a
 la
 falta
 de
 luz,
Sawyer
se
agachó
en
las
sombras
detrás
de
un
pequeño
contenedor
de
basura.
Un
hombre
tenía
la
altura
de
Sawyer
y
se
movía
como
un
atleta.
La
luz
brillaba
en
su
cuero
cabelludo
afeitado.
El
otro
era
de
estatura
y
 peso
 promedio
 con
 cabello
 corto
 y
 de
 color
 claro.
 Podrían
 ser
simples
 lugareños
 tomando
 un
 atajo,
 pero
 su
 actitud
 cautelosa
 era
sospechosa.
Teniendo
en
cuenta
el
color
de
su
piel
y
constitución,
dudaba
que
estuvieran
en
la
pandilla
de
la
mafia
mexicana.
Con
suerte,
tenía
un
par
de
Aryan
Hammers.
Mientras
 Hombre
 Promedio
 observaba
 el
 callejón
 con
 una
 caja
negra
 en
 la
 mano,
 el
 skinhead
 estaba
 tratando
 de
 abrir
 la
 puerta
trasera
de
la
veterinaria,
la
misma
adonde
Aquiles
había
recibido
sus
inyecciones
hacía
apenas
dos
semanas.
Los
 veterinarios
 realizaban
 cirugías
 y
 tendrían
 narcóticos
 en
 las
instalaciones.
 Sawyer
 frunció
 el
 ceño.
 Apostaría
 a
 que
 la
 caja
 negra
era
 un
 bloqueador
 inalámbrico.
 Aunque
 la
 clínica
 médica
 tenía
 un
excelente
 sistema
 de
 seguridad,
 un
 veterinario
 podría
 no
 ser
 tan
cuidadoso.
Cuando
el
skinhead
logró
abrir
la
puerta,
la
alarma
no
se
disparó.
Sawyer
 suspiró.
 Sí,
 era
 un
 sistema
 de
 seguridad
 de
 mierda.
Veterinario
idiota.
El
tipo
probablemente
tampoco
tenía
una
taquilla
segura
para
sustancias
controladas.
Los
 dos
 ladrones
 desaparecieron
 en
 el
 edificio
 sin
 dejar
 un
guardia
en
la
salida.
La
tensión
se
arrastró
por
el
cuerpo
de
Sawyer.
Aquí
 había
 una
 oportunidad
 de
 deshacerse
 de
 un
 par
 más
 de
Hammers.
Y,
 como
 cualquier
 agente
 sabía,
 la
 acción
 siempre
 tenía
 la
posibilidad
 de
 que
 las
 cosas
 salieran
 mal.
 Alguien
 podría
 resultar
asesinado.
 La
 adrenalina
 fluyó
 por
 sus
 venas,
 secándole
 la
 boca
 y
aumentando
su
ritmo
cardíaco.
Después
de
ponerse
una
máscara
de
esquí
 negra
 y
 guantes
 de
 látex
 negros,
 Sawyer
 se
 deslizó
 por
 el
callejón
 y
 esperó
 fuera
 de
 la
 puerta
 trasera.
 No
 iba
 a
 entrar
 en
 un
edificio
donde
se
estaba
cometiendo
un
robo.
Una
sola
vez
en
prisión
era
suficiente.
Un
 rato
 después,
 como
 si
 los
 lentos
 bastardos
 hubieran
 tardado
una
 eternidad,
 los
 hombres
 salieron
 y
 pasaron
 junto
 a
 él
 antes
 de
mirar
alrededor.
Definitivamente
incompetentes.
Sawyer
 extendió
 la
 mano
 y
 golpeó
 sus
 cabezas
 juntas,
 golpeó
 a
uno
en
la
cara
y
después
al
otro.
Mientras
todavía
estaban
aturdidos,
les
ató
con
zunchos,
muñecas
y
tobillos,
como
un
jinete
de
rodeo.
En
el
 proceso,
 golpeó
 a
 un
 imbécil
 contra
 el
 asfalto
 por
 moverse
demasiado
y
al
otro
por
maldecir
demasiado
fuerte.
Ahora
en
silencio,
lo
fulminaban
con
la
mirada.
Con
la
sudadera
con
 capucha
 y
 la
 máscara
 de
 esquí
 de
 gran
 tamaño,
 pensó
 que
 no
verían
mucho.
Sin
hablar,
arrojó
a
un
pandillero
al
edificio
y
empujó
al
otro.
Usando
 uno
 de
 sus
 teléfonos
 celulares
 desechables,
 marcó
 la
estación
de
policía
de
Bear
Flat
y
aseguró
el
dispositivo
acolchado
de
su
 cambiador
 de
 voz
 sobre
 el
 micrófono
 del
 teléfono.
 Cuando
 la
estación
respondió,
habló
por
la
caja
del
cambiador
de
voz.
—Dos
 hombres
 irrumpieron
 en
 la
 veterinaria
 en
 Gold
 Dust
Avenue.
Todavía
están
allí.
Mejor
date
prisa.
Después
 de
 quitar
 el
 dispositivo
 de
 voz,
 rompió
 el
 teléfono
debajo
de
su
bota
y
arrojó
los
pedazos
al
contenedor
de
basura.
Captó
un
movimiento
a
la
derecha
y
se
giró.
Un
 hombre
 estaba
 parado
 en
 la
 entrada
 del
 callejón.
 Medía
aproximadamente
un
metro
noventa
y
cinco
y
era
musculoso.
Con
la
luz
 de
 fondo,
 Sawyer
 no
 pudo
 distinguir
 sus
 rasgos.
 Su
 cuero
cabelludo
 era
 brillante.
 Probablemente
 afeitado,
 el
 conductor
 de
 la
incursión
 quería
 ver
 qué
 les
 estaba
 tomando
 a
 los
 demás
 tanto
tiempo.
Por
 el
 tamaño
 del
 hombre,
 Sawyer
 se
 preguntó
 si
 se
 trataba
 de
Animal,
 primo
 del
 convicto
 que
 A icus
 había
 matado.
 Era
 uno
 de
p q
los
 bastardos
 que
 había
 intentado
 matar
 a
 A 
 con
 una
 barra
 de
hierro.
De
 lejos,
 era
 el
 mandamás
 de
 los
 Aryan
 Hammers,
 Sawyer
 lanzó
un
 gruñido
 frustrado.
 No
 podía
 atrapar
 al
 bastardo
 antes
 de
 que
llegaran
los
policías,
e
incluso
si
pudiera,
el
imbécil
no
había
hecho,
técnicamente,
nada.
Las
primeras
notas
de
una
sirena
de
policía
sonaron
en
Main.
El
rufián
 se
 sacudió,
 retrocedió
hacia
 la
 calle
principal
 y
 se
 topó
con
una
mujer
mayor.
Sin
pensarlo
dos
veces,
el
bastardo
la
golpeó
y
la
tiró
con
fuerza
contra
la
pared.
Con
un
grito
de
dolor,
ella
se
encogió.
El
Hammer
salió
corriendo.
Maldito
bastardo.
Dios,
¿qué
tan
herida
estaba
la
anciana?
Furioso,
Sawyer
corrió
hacia
ella
y
se
detuvo
cuando
un
coche
de
policía
se
detuvo
en
la
entrada
del
callejón.
Cuando
los
policías
saltaron,
Sawyer
regresó
al
callejón
detrás
del
ClaimJumper.
 Después
 de
 arrancarse
 la
 máscara
 de
 esquí,
 los
guantes
 y
 la
 sudadera
 negra,
 lo
 metió
 todo
 en
 una
 delgada
 bolsa
impermeable.
 En
 los
 arbustos
 que
 rodean
 el
 estacionamiento
ClaimJumper,
dejó
caer
la
bolsa
en
el
agujero
que
había
cavado
allí
hacía
semanas.
Un
golpe
empujó
el
mantillo
de
corteza
en
su
lugar.
Con
una
camiseta
blanca
de
Guns
N
’Roses
y
vaqueros,
cruzó
el
estacionamiento.
 Pegado
 a
 las
 sombras
 cerca
 de
 los
 vehículos
 más
altos,
 llegó
 a
 su
 camioneta
 sin
 ser
 visto.
 Podía
 sentir
 sus
 manos
temblar
por
la
ira.
Animal
había
golpeado
a
la
mujer
como
si
fuera
una
 mosca
 molesta.
 No
 le
 importó
 un
 carajo.
 No
 le
 importó
 que
fuera
una
mujer
mayor
y
frágil.
Sawyer
 se
 apoyó
 en
 el
 capó
 de
 su
 camioneta
 y
 desaceleró
 su
respiración.
Los
policías
se
 encargarían
 de
 la
 mujer.
 No
 había
 nada
que
pudiera
haber
hecho.
La
culpa
se
enredó
dentro
de
él
de
todos
modos.
Pero
maldita
sea,
estaba
haciendo
todo
lo
posible
para
expulsar
a
los
 Aryan
 Hammers
 de
 Bear
 Flat,
 y
 sus
 acciones
 estaban
 teniendo
efecto.
 Si
 los
 policías
 arrestarán
 a
 los
 dos
 Hammers
 esta
 noche,
 la
pandilla
 se
 reduciría
 a
 unos
 cuatro
 miembros.
 Seguramente
considerarían
 a
 Bear
 Flat
 como
 una
 propuesta
 perdedora
 y
regresarían
a
Los
Ángeles.
Su
misión
estaba
casi
cumplida.
Sacudió
la
cabeza,
pensando
en
la
anciana.
Dios,
no
dejes
que
nadie
más
salga
lastimado.
Después
 de
 un
 minuto,
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
 se
 balanceaba
 al
compás
 de
 la
 música
 country
 proveniente
 de
 la
 antigua
 taberna
 de
ladrillos.
 Con
 la
 adrenalina
 todavía
 corriendo
 por
 sus
 venas,
 el
alegre
 zumbido
 de
 la
 conversación
 y
 la
 risa
 lo
 atrajeron
 como
 un
imán.
 Si
 importar
 si
 alguien
 hablaría
 con
 un
 ex
 convicto
 o
 no,
 al
menos
estaría
rodeado
de
personas.
Se
dirigió
a
la
puerta
principal.
En
el
interior,
el
ruido
y
el
calor
de
la
habitación
llena
de
gente
le
recordaban
 al
 patio
 de
 la
 prisión
 en
 pleno
 verano.
 Parecía
 bastante
apropiado
escuchar
a
Johnny
Cash
cantando
Folsom
Prison
Blues.
Sí,
Johnny,
también
me
gustaría
evitar
que
me
encerraran
de
nuevo.
Incluso
 un
 miércoles
 por
 la
 noche,
 dos
 terceras
 partes
 del
 lugar
estaban
 llenas
 con
 leñadores,
 ganaderos,
 gente
 de
 la
 ciudad
 y
 una
gran
 cantidad
 de
 turistas.
 Como
de
costumbre,
 mientras
cruzaba
 la
habitación,
recogió
varias
miradas
poco
acogedoras.
Detrás
de
la
barra
Gustaf
lo
vio
y
tomó
un
vaso.
Sus
cejas
gruesas
se
alzaron
inquisitivamente
cuando
tocó
el
grifo
de
Budweiser.
Aunque
 la
 obsesión
 del
 viejo
 sueco
 con
 Johnny
 Cash
 era
exasperante,
aparentemente
también
tenía
una
memoria
infernal.
—Gracias,
 no.
 —Alcohol
 y
 cansancio.
 Sawyer
 lo
 sabía
 mejor—.
¿Qué
tal
una
Coca‑Cola?
Después
 de
 pagar
 el
 refresco,
 se
 volvió
 para
 inspeccionar
 la
habitación.
 A
 través
 de
 la
 ventana
 delantera,
 luces
 estroboscópicas
de
colores
se
reflejaban
en
las
tiendas
al
otro
lado
de
la
calle.
El
resto
de
la
caballería
había
llegado
al
callejón.
Esperaba
 que
 la
 policía
 apreciara
 sus
 regalos
 atados
 con
zunchos...
y
nunca
descubriera
de
dónde
provenían.
Sus
hombros
se
tensaron.
A 
se
enojaría
si
supiera
que
Sawyer
estaba
involucrado.
Lástima.
 Sawyer
 se
 enojaría
 si
 los
 bastardos
 mataban
 a
 su
hermano.
Demonios,
ya
habían
roto
las
costillas
de
A .
Maldición,
 los
 hermanos
 Ware
 eran
 un
 desastre.
 Con
 su
padrastro,
 los
 eventos
 de
 rodeo
 y
 los
 militares,
 A 
 y
 él
 habían
acumulado
 suficiente
 daño
 como
 para
 parecer
 que
 habían
 rodado
sobre
alambre
de
púas.
Héctor
no
se
quedó
atrás.
Sawyer
 negó
 con
 la
 cabeza.
 Era
 un
 milagro
 que
 Mallory
 no
hubiera
 huido
 cuando
 vio
 las
 cicatrices
 de
 su
 cuerpo.
 Sin
 embargo,
aunque
 no
 le
 gustaba
 la
 violencia,
 tampoco
 huía
 de
 ella.
 Él
 sonrió,
pensando
en
cómo
había
empuñado
la
escoba
sin
pestañear.
En
las
batallas
y
en
el
sitio
de
construcción,
la
mujer
simplemente
se
 enfrentaba
 a
 lo
 que
 estaba
 delante
 de
 ella,
 honesta,
 eficiente
 y
competente.
Sin
embargo,
estaba
tan
jodidamente
serena.
Sus
manos
creaban
 belleza,
 no
 muerte.
 Llenaba
 su
 casa
 de
 flores,
 cultivaba
vegetales
y
compraba
alimento
para
cachorros
extraviados.
En
 la
 zona
 protegida,
 algunos
 soldados
 vivían
 frenéticamente
como
 si
 cualquier
 segundo
 pudiera
 ser
 el
 último.
 Mallory
 también
vivía
 el
 momento,
 pero
 pacíficamente
 y
 con
 alegría.
 Había
observado
 la
 manera
 encantadora
 en
 que
 daba
 la
 bienvenida...
 a
todos...
desde
unos
cachorros
rebeldes
hasta
una
tormenta
entrante.
Nunca
había
conocido
a
nadie
más
presente.
Más
amorosa.
Sin
 embargo,
 sus
 sentimientos
 no
 importaban.
 Nada
 había
cambiado.
Necesitaba
mantenerse
alejado
de
ella.
Con
 un
 suspiro,
 bebió
 su
 Coca‑Cola,
 observó
 los
 reflejos
 de
 las
luces
de
la
patrulla
y
escuchó
la
música
country.
Mientras
el
agotamiento
reemplazaba
lentamente
a
la
adrenalina,
supo
 que
 había
 terminado
 por
 esta
 noche.
 Aquiles
 se
 levantaría
temprano,
ansioso
por
salir.
Maldita
sea,
no
podía
patrullar
la
ciudad
todas
las
noches,
con
la
esperanza
 de
 atrapar
 un
 Aryan
 Hammer
 en
 algo
 turbio.
 Eran
 lo
suficientemente
 inteligentes
 como
 para
 variar
 sus
 rutinas,
 o
 incluso
quedarse
una
noche.
Tiempo
 para
 invertir
 en
 algo
 de
 tecnología.
 Soltó
 una
 carcajada,
pensando
 en
 Bart
 Holder.
 El
 propietario
 de
 la
 ferretería
probablemente
no
traía
dispositivos
de
rastreo.
Parecía
 que
 un
 viaje
 a
 San
 Francisco
 aparecía
 en
 su
 futuro
cercano.
 Sonrió.
 No
 era
 una
 mala
 idea,
 en
 realidad.
 A
 Aquiles
 le
encantaría
 un
 viaje
 por
 carretera,
 y
 la
 ciudad
 ampliaría
 los
horizontes
del
cachorro.
¿Quizás
a
Mallory
le
gustaría
unirse
a
ellos?
Tonto.
No,
Ware.
Un
 hombre
 entró
 en
 el
 bar,
 miró
 a
 su
 alrededor
 y
 se
 dirigió
directamente
hacia
Sawyer.
Morgan
 Masterson.
 No
 tan
 macizo
 como
 su
 hermano
 policía,
 el
guía
 silvestre
 era
 delgado
 y
 musculoso
 y
 estaba
 más
 cerca
 del
tamaño
de
Sawyer,
aunque
las
botas
de
vaquero
y
un
Stetson
negro
agregaban
 algunos
 centímetros.
 Tenía
 ojos
 grises
 en
 una
 cara
endurecida
 por
 el
 clima,
 y
 
un
 bigote
 completo
 que
 bajaba
 por
 los
lados
de
la
boca
hasta
la
mandíbula.
Puede
que
tuviera
un
poco
más
de
 treinta
 años.
 Era
 difícil
 juzgar
 la
 edad
 con
 los
 hombres
 de
 la
naturaleza.
Masterson
le
tendió
la
mano.
—Ware.
 Esperaba
 que
 estuvieras
 aquí.
 Incluso
 dándote
 una
vuelta
por
aquí.
—¿Hay
 algún
 problema?
 ¿El
 alambrado
 caído
 en
 alguna
 parte?
—La
cerca
norte
corría
entre
su
propiedad
y
la
de
Masterson,
y
era
la
única
cerca
en
su
propiedad
en
buena
forma.
—Nah.
 —Con
 el
 apretón
 de
 manos,
 Morgan
 sonrió—.
 Vi
 el
cachorro
 de
 ataque
 que
 conseguiste.
 Buena
 raza
 ¿Planeas
 tener
ganado
para
mantenerlo
ocupado?
—Quizás
 unos
 pocos.
 Tengo
 que
 decir
 que
 tener
 un
 perro
 no
estaba
en
mis
planes.
Lo
encontré
debajo
del
porche.
La
cara
de
Morgan
se
oscureció.
—Los
 cachorros
 generalmente
 son
 devorados
 después
 de
 ser
abandonados.
—Eso
 me
 dijo
 Mallory.
 —Y
 eso
 había
 molestado
 a
 Sawyer.
Ahora...
 conociendo
 a
 Aquiles...
 la
 maldita
 idea
 le
 apuñalaba
 el
pecho—.
Solo
un
imbécil
abandonaría
a
un
cachorro.
—Cuidado,
 Ware.
 Ponerse
 todo
 blando
 joderá
 tu
 reputación
 de
convicto
peligroso.
Sawyer
frunció
el
ceño
ante
la
sonrisa
de
Morgan.
—¿Tenías
 alguna
 razón
 para
 verme,
 o
 simplemente
 estás
 aquí
para
acoso
en
general?
—Tenía
una
razón,
además
de
agradecerte
por
la
pelea
callejera.
Fue
 muy
 divertida.
 —Morgan
 se
 apoyó
 contra
 la
 barra—.
 Estoy
buscando
 ayuda.
 Tu
 hermano
 dice
 que
 eres
 mejor
 con
 los
 caballos
que
él,
y
eso
que
él
es
muy
bueno.
Sawyer
lo
consideró.
—Yo
diría
que
es
un
empate.
Nuestro
hermano
menor
es
el
mejor
de
nosotros.
—Eso
 es
 lo
 que
 escuché.
 —Obviamente
 deliberando,
 Morgan
 se
acarició
 el
 bigote
 con
 el
 pulgar
 y
 el
 índice—.
 Tengo
 un
 problema.
Llevaré
a
algunos
pescadores
al
campo
durante
una
semana,
a
partir
del
lunes.
Mi
hermano
se
ofreció
como
voluntario
en
África.
Kallie
se
va
 de
 vacaciones
 con
 su
 esposo.
 Normalmente,
 Virgil
 se
 encargaría
de
 atender
 el
 ganado,
 pero
 el
 departamento
 de
 policía
 está
empantanado
con
la
basura
que
sucede
en
la
ciudad.
A 
 también
 estaba
 sobrecargado
 de
 trabajo.
 Si
 Sawyer
 pudiera
reducir
la
población
de
Aryan
Hammers,
los
policías
podrían
tomarse
un
descanso.
—¿Y?
Gustaf
 empujó
 un
 vaso
 de
 cerveza
 a
 través
 de
 la
 barra
 hacia
Morgan,
 quién
 asintió
 con
 la
 cabeza
 antes
 de
 volver
 a
 mirar
 a
Sawyer.
—¿Hay
alguna
posibilidad
de
que
pueda
contratarte
para
cuidar
los
caballos
y
vigilar
el
ganado?
Sawyer
parpadeó.
A
pesar
del
desarrollo,
no
había
visto
venir
la
solicitud.
 La
 respuesta
 era
 fácil.
 Ayudar
 era
 lo
 que
 hacían
 los
vecinos.
—Por
supuesto.
Morgan
asintió
satisfecho.
—Por
lo
general
pagamos…
—Nah.
 Supongo
 que,
 en
 todo
 caso,
 te
 debo
 el
 trabajo
 que
 has
hecho
en
nuestra
cerca
compartida.
¿Has
visto
los
otros
tres
lados
de
mis
cercas?
Morgan
hizo
una
mueca.
—Sí,
me
fijé.
—Sabes,
 cuando
 era
 pequeño,
 reparar
 las
 cercas
 me
 molestaba
muchísimo.
 —Sawyer
 cambió
 su
 peso
 y
 se
 enfrentó
 a
 lo
 que
 no
quería
discutir—.
 Después
de
 un
 año
 en
prisión,
arreglar
las
 cercas
se
siente
como
el
trabajo
más
dulce
que
he
realizado.
Después
de
un
segundo,
Morgan
se
echó
a
reír.
—Apuesto
a
que
sí.
—¿Cuándo
 puedo
 conocer
 el
 ganado
 y
 tener
 una
 lista
 de
problemas?
—¿Qué
tal
mañana
por
la
mañana?
—¿Alrededor
de
las
ocho?
Morgan
asintió
con
la
cabeza.
—Estaré
en
el
granero.
Cuando
 Masterson
 se
 volvió
 para
 recoger
 su
 cerveza,
 Sawyer
negó
 con
 la
 cabeza.
 Crear
 un
 vínculo
 durante
 una
 pelea
 callejera.
¿Quién
lo
diría?.
***

Casi
la
única
vez
que
Mallory
se
arrepentía
de
vivir
tan
lejos
en
el
 campo
 era
 cerca
 de
 Samhain.
 Cuando
 ella
 y
 su
 madre
 vivían
 en
San
 Francisco,
 decoraban
 elaboradamente
 su
 pequeña
 casa
 para
 los
numerosos
 trucos
 o
 tretas
 de
 Halloween.
 Aquí,
 nadie
 vería
 las
decoraciones.
Aún
así,
tenía
sus
propios
rituales
y
decoraciones
para
marcar
el
cambio
de
las
estaciones,
incluso
si
era
la
única
en
disfrutarlos.
Después
 de
 que
 terminó
 de
 atar
 a
 su
 hombre
 de
 paja
 a
 la
 cerca
del
jardín,
colocó
una
guirnalda
de
romero
en
su
cabeza.
Hecho
de
paja
 y
 plantas
 marchitas,
 el
 Rey
 del
 Invierno
 gobernaría
 su
 jardín
hasta
Beltane.
Ante
el
sonido
de
un
vehículo
que
subía
por
el
camino,
Mallory
se
puso
de
pie.
Un
minuto
después,
Becca
estacionó
y
salió
de
su
coche.
—¡Becca!
 —Mallory
 hizo
 un
 gesto
 a
 su
 amiga
 hacia
 el
 jardín—.
¿Viniste
de
visita
sin
traer
a
Ansel?
¿
—Él
y
su
padre
están
pintando
una
de
las
cabañas.
¿No
sería
eso
un
espectáculo?
Mallory
se
rio
por
lo
bajo.
—Estoy
 segura
 de
 que
 Ansel
 será
 un
 ayudante
 maravilloso.
Pobre
 Logan.
 —Ansel
 tenía
 poco
 más
 de
 un
 año
 y
 era
 mandón.
 Y
adorable.
 Su
 padre
 era
 tan
 aterrador
 que
 incluso
 los
 leñadores
 lo
evitaban,
pero
Logan
era
masilla
en
las
manos
de
su
pequeño
hijo.
Vestida
 con
 vaqueros,
 una
 camisola
 y
 una
 camisa
 de
 franela
medio
abotonada,
Becca
se
abrió
paso
a
través
de
las
dos
puertas
del
jardín.
 Cuando
 Aslan
 dejó
 su
 pequeño
 parche
 de
 sol
 para
inspeccionar
 al
 visitante,
 ella
 se
 inclinó
 para
 acariciar
 su
 pelaje
dorado.
—Sabes,
 nunca
 te
 he
 preguntado
 por
 qué
 tienes
 dos
 cercas
alrededor
de
tu
jardín.
—Por
los
ciervos.
—Mallory
se
arrodilló
junto
al
invernadero
de
plástico
 en
 forma
 semicircular.
 A
 pesar
 de
 las
 noches
 heladas,
 sus
verduras
 para
 ensalada
 parecían
 llenas
 de
 vida—.
 Para
 mantener
alejados
a
los
venados,
se
necesita
una
cerca
de
dos
metros
ochenta
o
dos
 cercas
 más
 cortas.
 No
 pueden
 evaluar
 bien
 la
 distancia
 y
 no
saltarán
si
pueden
quedar
atrapados
en
el
medio.
—Ah.
 Muy
 astuto...
 y
 es
 bueno
 saberlo
 si
 alguna
 vez
 quiero
intentar
cultivar
rosas
otra
vez.
—Becca
se
acomodó
en
el
viejo
banco
de
 madera,
 se
 apoyó
 contra
 la
 cerca
 e
 inclinó
 la
 cara
 hacia
 el
 cielo
azul—.
Es
bueno
tener
sol.
Después
de
un
momento
de
consideración,
Aslan
condescendió
a
instalarse
en
su
regazo
donde
podía
proceder
a
acariciarlo.
—El
 sol
 se
 siente
 bien.
 —Mallory
 cosechó
 lechuga
 romana
 y
espinacas
para
su
ensalada
de
la
noche,
recogió
su
canasta
y
bajó
del
cantero
superior.
¿Quieres
unas
coles
de
Bruselas?
—Claro,
 tomaré
 un
 puñado,
 pero
 no
 más.
 Logan
 las
 considera
repugnantes
mini‑coles.
Mallory
arrancó
una
pequeña
bola
verde
y
se
echó
a
reír.
—Qué
descripción
tan
perfecta.
—No
lo
alientes,
Mal.
Felizmente
prohibiría
todas
las
verduras
de
la
 cocina.
 —Con
 la
 sonrisa
 desvaneciéndose,
 Becca
 la
 miró
atentamente—.
 ¿Estás
 lista
 para
 hablar
 sobre
 la
 escena
 que
 hiciste
con
Sawyer
Ware?
Kallie
dijo
que
lo
vio
aquí
a
la
mañana
siguiente,
y
él...
Ah,
amigas.
Mallory
sabía
que
este
momento
llegaría.
Con
Serena
y
 Missy
 yendo
 a
 San
 Francisco,
 Kallie,
 Sunny,
 Gin
 y
 Becca
 se
convirtieron
 gradualmente
 en
 buenas
 amigas.
 Y
 las
 buenas
 amigas
compartían.
—Lo
siento.
Debería
haberte
llamado
la
semana
pasada,
pero
no
estaba
segura
de
qué
decir.
No
estaba
lista
para
hablar
de
eso.
La
cara
de
Becca
se
ensombreció.
—¿Fue
una
mala
escena?
—Fue
 maravillosa.
 —Mallory
 recogió
 más
 coles—.
 Él
 fue
maravilloso,
Becca.
Y
ese
es
el
problema.
—Suspiró,
pensando
en
su
voz
resonante,
sus
manos
poderosas
y
su
generosidad
en
la
cama—.
Me
 dijo
 con
 toda
 sinceridad,
 de
 antemano,
 que
 no
 quiere
 una
relación.
Sin
embargo,
¿durante
el
sexo?
Fue
asombroso.
—Oh.
 —Becca
 se
 dejó
 caer
 contra
 el
 poste—.
 Bueno,
 hay
 una
complicación.
Sabes,
sería
más
fácil
si
pudiera
odiar
al
hombre.
Mallory
sonrió.
Su
amiga
era
tan
protectora
como
su
esposo.
—Lo
sé.
Tenerlo
como
vecino
es
incómodo.
—Tenía
que
pasar
por
su
casa
todos
los
días.
Si
se
acostaba
tarde,
lo
oiría
irse
y
no
podría
evitar
preguntarse
quién
era
la
afortunada
mujer.
Si
se
sentaba
en
su
porche
 delantero,
 lo
 veía
 trabajando
 en
 sus
 cercas
 o
 jugando
 con
Aquiles.
No
podía
evitar
mirar,
y
su
corazón
se
animaría...
y
después
le
dolería.
Becca
frunció
el
ceño.
—De
todos
modos,
¿quieres
que
Logan
lo
golpee?
—Una
persona
tiene
derecho
a
decidir
lo
que
quiere,
o
no
quiere,
de
una
relación.
Fue
honesto
y
directo.
Me
entristece
que
no
quiera
más,
pero
no
puedo
culpar
a
su
carácter—dijo
suavemente
Mallory.
—Bien.
 —Haciendo
 un
 pequeño
 puchero,
 Becca
 se
 tomó
 un
minuto
 para
 acariciar
 a
 Aslan
 con
 ronroneos
 bajos—.
 Creo
 que
 la
siguiente
 pregunta
 es
 si
 disfrutaste
 la
 parte
 BDSM
 de
 tu
 noche.
Como
 necesitabas
 que
 comprobara
 como
 estabas
 estoy
 asumiendo
¿bondage
 y
 tal
 vez
 algo
 de
 dolor?
 ¿O
 te
 gustó
 solo
 la
 parte
 de
Sawyer
y
el
sexo?
—Sabes,
 es
 un
 poco
 aterrador
 entender
 lo
 que
 me
 estás
preguntando.
—Sintiendo
el
calor
de
sus
mejillas,
Mallory
se
movió
hacia
 el
 final
 de
los
 almácigos
para
 sacar
algunas
 remolachas—.
 Tu
suposición
es
correcta,
y
lo
disfruté
todo.
Confié
en
él
para
cuidarme,
y
lo
hizo.
La
parte
BDSM
satisfizo
una
parte
de
mí
que
no
me
había
dado
cuenta
estaba
necesitando
algo.
No
sé
si
eso
tiene
sentido.
—Oh,
lo
tiene
totalmente.
—Becca
sonrió—.
Siempre
pensé
que
el
sexo
 estaba
 sobrevalorado
 hasta
 que
 conocí
 a
 Logan,
 y
 él
 se
 volvió
todo
un
Dom
en
la
cama.
Todo
 un
 Dom.
 Como
 la
 forma
 en
 que
 la
 voz
 de
 Sawyer
 había
tomado
un
borde
de
férrea
autoridad.
Mallory
suspiró.
—Muy
 bien,
 entonces.
 —La
 mirada
 de
 Becca
 se
 encontró
 con
 la
de
Mallory—.
¿No
era
este
el
fin
de
semana
que
ibas
a
San
Francisco
a
ver
a
tus
amigas?
Mallory
asintió
con
la
cabeza.
—Mientras
estás
allí,
¿Quieres
visitar
un
club
BDSM?
Logan
y
yo
podemos
conseguirte
un
pase
de
invitada
a
Dark
Haven.
Con
 el
 pulso
 acelerado,
 Mallory
 lo
 consideró.
 Había
 escuchado
sobre
Dark
Haven.
Incluso
había
conocido
a
un
par
de
los
miembros
que
habían
asistido
a
las
fiestas
del
4
de
Julio
de
los
Masterson.
—Ir
sola
me
parece
un
poco
peligroso.
—Normalmente
no
lo
recomendaría,
pero
le
pediremos
a
Xavier
que
te
cuide.
—¿No
tendría
que...
hacer...
nada?
—No.
 —Becca
 sonrió
 levemente—.
 Es
 bueno
 ver
 las
 diversas
perversiones
 y
 dinámicas
 de
 poder.
 Como
 van
 a
 tener
 una
 noche
temática
 de
 Halloween,
 tu
 disfraz
 debería
 hacértelo
 más
 fácil.
 Y
tendrás
 una
 idea
 de
 si
 es
 Sawyer
 quien
 te
 atrae
 o
 simplemente
 el
hecho
de
que
es
un
Dom.
Ir
a
un
club
BDSM.
Serena
pensaría
que
estaba
loca.
Mallory
soltó
una
carcajada.
Serena
estaría
en
lo
cierto.
—Por
supuesto.
Me
encantaría
ver
el
lugar.
***

El
 viernes
 por
 la
 tarde,
 Sawyer
 deambulaba
 por
 la
 sala
 de
recepción
 de
 Demakis
 International
 Security.
 La
 recepcionista,
 una
mujer
mayor,
no
parecía
preocupada
por
su
inquietud.
Ahora
que
lo
pensaba,
un
negocio
de
seguridad
y
guardaespaldas
probablemente
tenía
muchos
clientes
incómodos.
Mientras
 conducía
 a
 San
 Francisco,
 Sawyer
 recordó
 que
 A icus
había
 ayudado
 a
 rescatar
 a
 la
 novia
 de
 un
 agente
 de
 Demakis
International
llamado
DeVries.
Era
 una
 buena
 apuesta
 que
 DeVries
 sabría
 dónde
 encontrar
equipos
confiables
y
fáciles
de
ocultar.
Era
 una
 pena
 que
 no
 hubiera
 equipos
 para
 detener
 un
 crimen
antes
 de
 que
 alguien
 saliera
 lastimado.
 Sawyer
 negó
 con
 la
 cabeza.
Al
 menos
 la
 anciana
 que
 había
 sido
 lastimada
 anoche
 iba
 a
 estar
bien.
Ante
 una
 mirada
 preocupada
 de
 la
 recepcionista,
 Sawyer
 se
 dio
cuenta
 de
 que
 sus
 manos
 se
 habían
 cerrado
 en
 puños.
 Él
 le
 dirigió
una
sonrisa
tranquilizadora
y
la
vio
relajarse.
—¿Señor
Ware?
—Dos
hombres
entraron
en
la
sala
de
recepción.
Con
la
gracia
letal
de
un
artista
marcial,
el
que
había
hablado
era
un
hombre
 musculoso
 de
 un
 metro
 ochenta
 y
 dos.
 En
 sus
 cuarenta
 y
tantos
 años,
 con
 ojos
 negros
 y
 cabellos
 negros
 veteados
 de
 plata,
estudió
a
Sawyer
por
un
momento
antes
de
extender
la
mano—.
Soy
Simon
Demakis.
¿El
 propietario?
Dios
 mío.
Sawyer
 le
 estrechó
 la
 mano
 y
 notó
los
nudillos
llenos
de
cicatrices
de
un
luchador.
—Encantado
de
conocerlo.
—DeVries—dijo
el
otro
hombre
con
voz
áspera
antes
de
estrechar
la
mano
de
Sawyer.
DeVries
era
un
par
de
centímetros
más
alto
que
Demakis,
tenía
el
pelo
corto
a
lo
militar,
como
el
de
Sawyer,
y
poseía
una
complexión
en
forma
y
una
postura
militar.
—El
 hermano
 de
 A icus,
 ¿verdad?—dijo
 DeVries—.
 ¿Te
apuñalaron
tratando
de
evitar
que
los
idiotas
se
llevaran
a
Gin?
—Sí.
 La
 atraparon
 de
 todos
 modos.
 —Había
 fallado...
 y
 los
prisioneros
habían
capturado
a
ambas
mujeres.
—No
eres
Dios,
hombre—dijo
Demakis—.
Eran
seis
contra
uno,
y
sacaste
dos
de
ellos
del
medio.
—Malas
 probabilidades—coincidió
 DeVries—.
 ¿Querías
 verme
acerca
de
conseguir
equipamiento?
—Ah,
 sí.
 —Sawyer
 vaciló.
 Hablar
 con
 DeVries
 sobre
 las
operaciones
 contra
 los
 Aryan
 Hammers
 era
 una
 cosa,
 discutir
 las
tácticas
 ilegales
 frente
 al
 propietario
 de
 la
 compañía
 era
 algo
completamente
diferente.
Por
el
brillo
en
los
ojos
de
Demakis,
lo
sabía.
—Hablemos
 aquí
 dentro.
 —Lideró
 el
 camino
 a...
 maldición,
 su
oficina.
 Era
 una
 habitación
 cómoda.
 Las
 paredes
 color
 crema
 y
 la
alfombra
estaban
equilibradas
por
un
escritorio
de
caoba
y
muebles
de
 cuero
 oscuro.
 Pinturas
 abstractas
 ricamente
 coloreadas
representaban
el
puente
Golden
Gate
y
el
horizonte
de
San
Francisco
al
atardecer.
En
 lugar
 de
 establecer
 una
 distancia
 detrás
 de
 su
 escritorio,
Demakis
tomó
un
sillón
en
una
sala
de
estar
a
un
lado.
La
señora
Martínez
entró
con
una
cafetera
y
accesorios,
preguntó
las
preferencias
de
Sawyer
y
sirvió
a
todos
antes
de
desaparecer
en
silencio.
Hablando
sobre
ser
malcriado.
Sawyer
negó
con
la
cabeza...
y
se
dio
cuenta
por
las
cejas
enarcadas
de
Demakis
que
él
lo
había
visto.
—Lo
siento.
Estaba
pensando
que
estás
bien
atendido,
Demakis.
DeVries
se
echó
a
reír.
—Quieres
decir,
que
está
jodidamente
malcriado.
Tienes
razón.
La
 sonrisa
 del
 dueño
 mostró
 que
 no
 se
 había
 ofendido.
 La
 risa
desapareció
de
su
rostro.
—La
última
vez
que
hablé
con
A icus,
estaba
contento
de
que
te
estuvieras
 estableciendo
 como
 proveedor
 del
 negocio
 de
 guías
locales.
¿Cambiaron
tus
planes?
—Ah,
no,
estoy
trabajando
para
lograr
ese
objetivo.
—¿Esto
 tiene
 algo
 que
 ver
 con
 el
 ataque
 de
 A icus?—preguntó
DeVries.
¿No
imaginó
que
DeVries
se
daría
cuenta?
Cuando
Sawyer
vaciló,
DeVries
frunció
el
ceño
ante
Demakis.
—Sabes,
jefe,
tenerte
aquí
está
obturando
la
información.
La
 mirada
 de
 Demakis
 sobre
 Sawyer
 era
 incómodamente
perceptiva.
—Ware,
 pongamos
 las
 cartas
 sobre
 la
 mesa.
 No
 soy
 policía.
 Mi
empresa
 no
 infringe
 la
 ley.
 Sin
 embargo,
 si
 necesitas
 equipo
 para
evitar
que
A icus
vuelva
a
sufrir
daños,
me
gustaría
ayudar.
Si
esto
es
por
venganza,
estoy
fuera.
Sawyer
lo
consideró.
Después
de
tratar
con
prisioneros,
sumisas
y
 rebeldes,
 tenía
 un
 detector
 de
 mentiras
 bien
 desarrollado.
 Estos
dos
eran
sinceros
y
podrían
ayudar.
—Está
 bien,
 esto
 es
 así...
 —Pieza
 por
 pieza,
 él
 les
 trazó
 un
bosquejo.
 Una
 pandilla
 violenta
 empeñada
 en
 la
 venganza.
 Una
ciudad
abrumada
por
la
violencia.
Un
hermano
y
civiles
en
peligro.
Un
 ex
 convicto
 que
 no
 podía
 actuar
 abiertamente,
 pero
 que
 tenía
mucha
experiencia
en
operaciones
encubiertas.
—Suena
 bastante
 claro.
 —DeVries
 sonrió
 lentamente—.
 No
 me
importaría
hacer
una
visita
y
echar
una
mano.
Ha
pasado
un
tiempo
desde
que
tuve
una
buena
pelea.
Sawyer
le
dirigió
una
mirada
dura.
—A icus
 te
 conoció
 porque
 tu
 dama
 había
 sido
 secuestrada.
 Ya
ha
tenido
suficiente
trauma
en
su
vida.
DeVries
frunció
el
ceño.
—Él
 tiene
 un
 punto,
 Zander.
 —Sonriendo,
 Demakis
 se
 volvió
hacia
 Sawyer—.
 Sin
 embargo,
 mi
 equipamiento
 viene
 con
 una
estipulación…
 nos
 llamarás
 si
 tienes
 problemas.
 Tengo
 amigos
 en
Bear
Flat,
y
no
me
gusta
saber
que
están
en
riesgo.
¿De
acuerdo?
Sawyer
 no
 pudo
 hablar
 por
 un
 momento.
 El
 había
 dejado
 a
 sus
hombres,
 no
 tenía
 respaldo.
 Estos
 eran
 hombres
 con
 los
 que
 podía
trabajar,
podía
confiar
en
ellos
para
que
cuidaran
sus
espaldas.
—De
acuerdo.
—Bien.
—Demakis
se
recostó,
café
en
mano—.
Hablando
de
otra
cosa,
A icus
también
mencionó
que
eres
un
Dominante.
Sawyer
 apretó
 la
 mandíbula.
 Su
 práctica
 de
 BDSM
 no
 era
 algo
que
compartía
con
otros.
—¿Cuándo
se
convirtió
mi
hermano
en
un
chismoso?
La
sonrisa
de
Demakis
brilló.
—Cuando
 le
 pregunté.
 Tengo
 la
 impresión
 de
 que
 vosotros
 dos
compartisteis
 la
 mayoría
 de
 vuestros
 pasatiempos.
 —Dejó
 la
 taza
sobre
 la
 mesa—.
 Zander
 y
 yo
 pertenecemos
 a
 un
 club
 local
 y
estaremos
allí
esta
noche.
¿Quieres
un
pase
de
invitado?
La
pregunta
fue...
inesperada.
Más
que
la
oferta
de
un
respaldo,
ésta
era
una
oferta
de
amistad.
—Sí.
Me
gustaría.

Capítulo
14
 

Serena
 había
 tenido
 un
 ataque
 de
 histeria
 cuando
 Mallory
 le


reveló
sus
planes
para
la
noche.
—¿Un
club
BDSM?
¿Sola?
A
esas
personas
les
gustan
los
látigos
y...
y
los
látigos.
¿Te
has
vuelto
completamente
loca?
Pero
 una
 vez
 que
 se
 aseguró
 de
 que
 Mallory
 tendría
 a
 alguien
que
 la
 cuidara,
 Serena
 había
 sido
 de
 gran
 ayuda
 para
 encontrar
 un
disfraz.
Vestida
apropiadamente,
eso
esperaba
ella,
Mallory
salió
del
taxi
que
había
tomado
desde
la
casa
de
Serena.
Sin
letreros
destellantes.
Sin
 floggers
 en
 la
 alcantarilla.
 Solo
 un
 enorme
 edificio
 de
 ladrillos.
¿Era
 este
 el
 infame
 club
 BDSM?
 Solo
 una
 pequeña
 placa
 dorada
servía
 para
 identificar
 el
 lugar.
 Dark
 Haven.
 Contemplando
 la
amenazante
 puerta
 negra
 que
 conducía
 al
 club,
 sintió
 como
 si
 se
hubiera
reducido
al
tamaño
de
un
hobbit.
—Creo
 que
 podríamos
 haber
 cometido
 un
 error
 al
 abandonar
 la
Comarca,
Pippin.
Aun
así,
Becca
y
Logan
se
habían
esforzado
para
conseguirle
una
entrada.
—Ánimo,
Merry.
Tragó
saliva,
abrió
la
puerta
y
solo
vio
una
sala
de
recepción
de
aspecto
normal.
¡Uf!
Detrás
 del
 amplio
 escritorio,
 un
 joven
 vestido
 con
 lo
 que
 ella
llamaría
fauno‑en‑bondage
le
dirigió
una
sonrisa
cegadora.
—Bienvenida
a
Dark
Haven.
¿Me
das
tu
tarjeta?
Ella
negó
con
la
cabeza
ante
su
mano
extendida.
—No
soy
miembro.
—Oh,
bombón.
—Él
miró
su
atuendo
de
ninfa
del
bosque—.
Me
encanta
 tu
 disfraz.
 Es
 perfecto
 para
 nuestro
 temática
 de
 criaturas
míticas,
pero
ahora
el
club
es
privado.
Tienes
que
ser
miembro
antes
de
poder
entrar.
Última
 oportunidad
 de
 escapar.
 Lamentablemente,
 tal
 vez,
 el
amigo
de
Becca
la
estaba
esperando.
Sería
grosero
no
presentarse.
—En
 realidad,
 alguien
 llamado
 Xavier
 debía
 responder
 por
 mí.
Mi
nombre
es
Mallory.
—¿En
 serio?
 —Consultó
 un
 papel
 sobre
 el
 escritorio—.
Asombroso.
 Estás
 aceptada,
 pero
 la
 nota
 dice
 que
 debes
 esperarlo
para
que
él
pueda
llevarte
por
ahí.
—Señaló
hacia
la
pared
del
fondo
—.
Haré
que
alguien
le
haga
saber
que
estás
aquí.
Soy
Dixon,
por
si
me
necesitas.
—Gracias.
—Acomodándose
contra
la
pared,
Mallory
se
paró
por
un
 minuto.
 Tener
 una
 escolta
 era
 sabio,
 sin
 embargo,
 estar
acompañada
 podría
 ser
 incómodo.
 Los
 miembros
 dentro
probablemente
estarían
haciendo...
cosas
íntimas...
y
allí
estaría
ella,
intentando
 conversar
 con
 un
 extraño
 mientras
 su
 rostro
 se
 volvía
más
y
más
rojo.
Todo
lo
que
quería
hacer
era
mirar
a
su
alrededor;
seguramente,
ella
no
necesitaba
una
guía
para
eso.
Una
 mirada
 mostró
 que
 Dixon
 estaba
 ocupado
 con
 una
 ruidosa
multitud
 de
 señores
 elfos
 y
 doncellas.
 De
 acuerdo,
 entonces.
 Cuando
una
dominatriz
vestida
de
dragón
negro
pasó
a
su
lado
para
entrar
en
la
sala
principal
del
club,
Mallory
la
siguió.
Y
se
detuvo
de
repente
justo
pasando
la
puerta.
Santos
Gatos.
Después
de
deslizarse
furtivamente
a
lo
largo
de
la
pared
un
par
de
metros
de
la
puerta,
ella
simplemente
se
paralizó
y
miró
 boquiabierta.
 La
 enorme
 habitación
 estaba
 decorada
 para
parecer
un
bosque
oscuro,
con
paredes
y
troncos
de
árboles
verdes
y
una
 luna
 plateada
 sobre
 la
 cabeza
 que
 proporcionaba
 luz.
 Los
disfraces
 iban
 desde
 lindos
 duendes
 hasta
 monstruos
 terroríficos,
 y
la
cantidad
de
ropa
variaba.
Dos
hadas
no
llevaban
más
que
tatuajes
florales.
Un
 Pie
 Grande
 con
 un
 traje
 de
 piel
 de
 cuerpo
 entero
 caminaba
dando
 pisotones
 y,
 a
 diferencia
 de
 las
 figuras
 de
 Pie
 Grande
 en
 las
trampas
para
turistas,
este
era...
ejem...
anatómicamente
correcto.
Al
fondo
de
la
sala
había
una
barra
con
flores
y
hojas.
Las
luces
iluminaban
escenarios
de
madera
en
relieve
en
las
paredes
derecha
e
izquierda.
En
un
escenario,
un
demonio
con
cuernos
y
túnica
negra
estaba
 azotando
 a
 un
 joven
 Pan
 de
 piernas
 peludas
 y
 enmarañado
cabello.
Los
gritos
llamaron
su
atención.
—¡No
 veo
 cuál
 es
 el
 problema,
 maldita
 sea!
 ¡Suéltame!
 —Un
rechoncho
 borracho
 estaba
 morado
 de
 ira
 mientras
 dos
 hombres
altos
lo
empujaron
más
allá
de
Mallory
y
salieron
por
la
puerta.
Un
 minuto
 después,
 los
 dos
 escoltas
 reaparecieron
 y
 se
detuvieron
pasando
la
puerta.
El
 aura
 del
 hombre
 más
 alto
 era
 oscura,
 rojo
 oscuro,
 y
 sus
 ojos
negros
 destellaban
de
ira.
Vestido
con
 un
 impecable
 traje
 negro
del
1800,
llevaba
su
cabello
negro
en
una
larga
trenza
que
le
caía
por
la
espalda.
—En
 verdad
 iba
 a
 usar
 un
 látigo.
 En
 su
 condición.
 —Su
 voz
profunda
tenía
un
ligero
acento
europeo.
Con
un
traje
negro
moderno,
el
otro
hombre
negó
con
la
cabeza.
—Saben
que
si
beben
aquí,
no
pueden
jugar,
por
lo
que
algunos
vendrán
 habiendo
 bebido
 algo.
 Tú
 no
 puedes
 detenerlos,
 a
 menos
que
 exijas
 un
 alcoholímetro
 a
 la
 entrada
 y
 un
 control
 antidopaje
también.
—No
 tienes
 idea
 de
 lo
 tentador
 que
 es
 eso.
 Los
 mentirosos
 me
enojan.
Oh,
ese
fue
el
eufemismo
del
año.
Podía
sentir
la
furia
irradiando
de
él.
Él
 notó
 que
 ella
 estaba
 mirando,
 y
 su
 mirada
 negra
 se
 encontró
con
 la
 de
 ella
 con
 un
 puñetazo
 de
 poder.
 Sus
 cejas
 oscuras
 se
fruncieron
y
su
rostro
se
endureció
cuando
toda
esa
ira
tuvo
que
ver
con
ella.
¡Ay
no!
Ella
se
alejó
un
paso
de
ellos.
Él
avanzó.
—Tú
no
eres
miembro.
¿Cómo
entraste
aquí?
Bajo
 su
 ceño
 fruncido,
 ella
 tenía
 una
 abrumadora
 urgencia
 de
escabullirse
en
un
rincón
oscuro
y
esconderse.
—Fui…
—Retrocede,
 Leduc.
 La
 estás
 asustando.
 —Para
 su
 sorpresa,
Sawyer
 apareció.
 Le
 rodeó
 la
 cintura
 con
 el
 brazo
 y
 se
 volvió
 para
interponerse
entre
ella
y
el
hombre
enojado.
—¿S‑Sawyer?
Él
le
apretó
la
cintura.
—Sé
 que
 no
 romperías
 las
 reglas,
 mascota.
 ¿Puedes
 decirle
 a
Leduc
cómo
entraste?
—Uno
 de
 los
 miembros,
 alguien
 llamado
 Xavier,
 me
 autorizó
 la
visita.
—Mallory
odió
la
forma
en
que
su
voz
tembló.
—Yo
 no...
 —La
 mirada
 de
 Leduc
 la
 recorrió
 de
 nuevo
 más
lentamente—.
¿Podrías
ser
la
Mallory
de
Logan?
—¿De
Logan?
—Sawyer
se
giró
para
mirarla.
—Becca
y
Logan
arreglaron
que
me
permitieran
entrar
aquí,
sí.
El
 otro
 hombre
 soltó
 una
 carcajada
 y
 le
 dio
 una
 palmada
 en
 el
hombro
a
Leduc.
—Memoria…
es
lo
primero
que
hay
que
tener.
—Se
volvió
hacia
ella—.
Soy
Simon,
y
este
es
Xavier,
el
dueño
de
Dark
Haven.
¿El
propietario?
Grandioso,
Becca.
Podrías
haber
mencionado
eso.
Xavier
todavía
fruncía
el
ceño,
aunque
su
aura
se
había
aligerado.
—¿Dixon
no
te
pidió
que
me
esperaras
en
el
área
de
recepción?
¡Ay
no!
—Sí.
Pero...
no
quería
imponerme
en
tu
tiempo.
—O
ser
forzada
a
hablar
con
un
extraño
aquí.
—Sumisas
 independientes,
 la
 ruina
 de
 nuestra
 existencia—
murmuró
Simon.
—¿No
 es
 esa
 la
 verdad?
 —Xavier
 extendió
 la
 mano—.
 En
 ese
caso,
 bienvenida
 a
 Dark
 Haven,
 Mallory.
 —La
 sonrisa
 de
 Xavier
mostró
 unos
 colmillos
 afilados,
 su
 única
 concesión
 aparente
 a
 un
disfraz.
 En
 él,
 los
 colmillos
 eran
 intimidantes
 en
 lugar
 de
 verse
tontos.
 Este
 hombre
 podría
 hacerla
 creer
 en
 una
 aristocracia
vampírica
milenaria.
Cuando
ella
tomó
su
mano,
la
sostuvo
por
un
momento—.
Desafortunadamente,
 imposición
o
 no,
 no
 puedo
dejar
que
un
novato
deambule
por
Dark
Haven
sin
una
escolta.
—Pero
hay
opciones
sobre
quién
sirve
como
acompañante.
—Los
rabillos
 de
 los
 oscuros
 ojos
 de
 Simon
 se
 arrugaron—.
 Estoy
dispuesto
 a
 ayudar.
 O...
 Sawyer,
 eres
 un
 Dom
 experimentado
 y
tuviste
la
visita
antes.
¿Te
gustaría
mostrarle
el
sitio
a
Mallory?
Con
 el
 brazo
 todavía
 alrededor
 de
 su
 cintura,
 Sawyer
 la
 miró.
Hoy,
 su
 mirada
 no
 era
 indiferente.
 Hoy,
 su
 mirada
 tenía...
 afecto.
Diversión.
 Y
 suficiente
 hambre
 para
 enviar
 calor
 a
 través
 de
 ella,
comenzando
desde
los
dedos
de
los
pies
hasta
el
cabello.
—Pequeña
contratista,
¿quién
quieres
que
sea
tu
escolta?
Ella
tragó
saliva.
¿No
se
había
dicho
que
se
mantendría
alejada
de
él?
 ¿Qué
 no
 se
 expondría
 a
 más
 daños?
 Y
 sin
 embargo...
 y
 sin
embargo...
no
podía
negar
su
deseo
de
estar
con
él.
Esto
 no
 era
 todo
 lujuria…
 sus
 sentimientos
 eran
 profundos.
 Un
retoño
recién
plantado
no
gasta
energía
en
el
crecimiento
llamativo
de
la
hoja,
sino
que
extiende
sus
raíces
hacia
abajo
y
hacia
abajo
para
anclarse
en
lo
profundo
de
la
tierra.
La
lujuria
no
tenía
raíces.
El
amor...
sí.
Oh,
esto
no
estaba
bien.
Cuando
 Sawyer
 se
 inclinó
 sobre
 ella,
 sus
 auras
 se
 mezclaron
 en
un
hermoso
remolino
de
colores.
—¿Mallory?
—A
ti.
¿Si
no
te
importa?
Su
sonrisa
fue
lenta
e
inesperada.
—Nos
tomaremos
todo
el
tiempo
que
necesites.
—Miró
a
Xavier
—.
¿Estás
bien
con
esto?
—Sí
y
no.
—La
mirada
de
Xavier
era
reservada—.
Devuélvemela
cuando
 hayas
 terminado
 con
 la
 gira.
 Si
 decides
 jugar,
 alguien
 de
nuestro
personal
estará
cerca
para
monitorear.
—Una
sonrisa
curvó
ligeramente
 sus
 labios—.
 Prefiero
 que
 Logan
 no
 sienta
 que
 lo
decepcioné.
—
Me
parece
justo.
—Sawyer
tomó
su
mano
en
la
suya
grande
y
cálida.
Mallory
vaciló
e
inclinó
la
cabeza
hacia
Simon.
—¿Puedo
preguntarte
qué
criatura
mítica
eres?
Xavier
se
echó
a
reír.
—Por
supuesto,
mascota.
—Simon
tenía
una
sonrisa
encantadora
—.
Xavier
me
apostó
a
que
no
podría
superarlo.
Mallory
frunció
el
ceño.
El
traje
negro
contemporáneo
de
Simon
era
encantador,
sin
embargo,
no
tan
maravilloso
como
el
atuendo
de
Xavier
del
siglo
XIX.
—¿Y…?
—Soy
Dios.
***

Solo
 escúchala,
 pensó
 Sawyer.
 La
 risa
 cristalina
 y
 melódica
 de


Mallory
fue
abierta,
honesta
y
jodidamente
hermosa,
y
ambos
Doms
de
Dark
Haven
sonrieron
en
agradecimiento.
Maldición,
había
extrañado
oírla
reír,
y
no
debería
tener
su
brazo
alrededor
 de
 ella.
 Lamentablemente,
 la
 sorpresa
 de
 verla
 y
 darse
cuenta
de
que
estaba
asustada
lo
había
traído
desde
el
otro
lado
de
la
habitación.
 A
 pesar
 de
 su
 plan
 de
 mantenerse
 alejado
 de
 ella,
 aquí
estaba.
Aquí,
él
quería
quedarse.
—Diviértete,
Mallory—dijo
Xavier—.
Cuando
Sawyer
te
traiga
de
vuelta,
te
presentaré
a
mi
Abby.
Cuando
los
dos
Dom
se
alejaron,
Mallory
susurró:
—¿Es
su
Abby
una
iglesia
o
una
persona?
—Su
 esposa,
una
 profesora
 universitaria.
Simon
está
casado
con
Rona,
 una
 administradora
 de
 hospital.
 Ambas
 estarán
 aquí
 más
tarde.
 —Necesitando
 tocarla,
 acarició
 la
 dulce
 curva
 de
 su
 mejilla,
luego
 la
 guio
 hacia
 la
 habitación—.
 Cené
 con
 ellas
 antes.
 Creo
 que
podrían
gustarte.
Cuando
él
la
condujo
más
allá
del
escenario
izquierdo,
ella
jadeó
y
se
detuvo.
A
 un
 lado
 había
 un
 estante
 de
 armas
 y
 herramientas
 cortantes,
que
 iban
 desde
 un
 cuchillo
 para
 filetear
 hasta
 una
 guadaña
 de
campo.
El
Dom
estaba
arrastrando
el
borde
afilado
de
un
cuchillo
de
carnicero,
 sobre
 la
 espalda
 desnuda
 de
 una
 mujer,
 creando
 una
delgada
 línea
 roja.
 Líneas
 similares
 cubrían
 su
 piel
 desde
 los
hombros
hasta
el
culo.
Edge
juega
con
un
filo.
Sawyer
 sonrió.
 Por
 la
 expresión
 horrorizada
 de
 Mallory,
 ésta
nunca
sería
su
práctica
sexual.
Con
un
esfuerzo
obvio,
ella
apartó
la
mirada.
—¿Eres
miembro
de
Dark
Haven?
—Solo
de
visita
ya
que
estoy
en
la
ciudad.
—No
necesitaba
saber
qué
 lo
 había
 traído
 a
 San
 Francisco—.
 A icus
 conoce
 a
 Simon,
 así
que
Simon
me
invitó.
—Oh.
¿Es
este
lugar
como
otros...
eh...
clubes
BDSM?
Joder,
 esos
 grandes
 ojos
 eran
 encantadores.
 Él
 le
 inclinó
 la
barbilla
 hacia
 arriba
 para
 darle
 un
 beso
 duro
 e
 inhaló
 su
 limpia
fragancia.
 ¿Podía
 una
 persona
 extrañar
 un
 aroma?
 Afróntalo,
 había
extrañado
todo
sobre
ella.
—Más
grande
que
muchos
de
ellos.
Bonito
diseño,
también.
El
 piso
 superior
 tenía
 dos
 escenarios
 con
 asientos
 en
 el
 centro
para
 ver
 la
 acción.
 Había
 una
 barra
 contra
 la
 pared
 del
 fondo,
 que
tenía
reglas
sobre
no
jugar
después
de
beber.
Al
 lado
 del
 bar
 había
 una
 pista
 de
 baile
 abarrotada.
 Sawyer
observó
 una
 fila
 de
 unicornios
 haciendo
 un
 baile
 de
 fila
improvisado.
Juego
de
ponis,
al
estilo
mitológico.
—Mmm.
 —Mallory
 hizo
 un
 gesto
 hacia
 las
 mesas
 y
 sillas
esparcidas
 entre
 los
 escenarios—.
 ¿Podemos
 sentarnos
 para
 que
pueda
recuperarme?
Ahora,
me
siento
como
un
animal
de
presa.
Él
sonrió
al
darse
cuenta
de
lo
que
ella
quería
decir.
En
una
noche
normal,
 una
 mujer
 bonita
 en
 un
 club
 BDSM
 podría
 sentirse
 en
 la
mira
 de
 los
 Doms
 solteros.
 Esta
 noche,
 sin
 embargo,
 los
 sumisos
habían
 llegado
 como
 lindas
 criaturas
 mitológicas:
 duendecillos,
hadas
 y
 elfos.
 En
 contraste,
 los
 Dominantes
 eran
 monstruos
depredadores:
 duendes,
 hombres
 lobo
 y
 vampiros.
 La
 diferencia
 le
daba
una
sensación
nerviosa
y
siniestra
al
ambiente
del
club.
—Sentarse
suena
bien,
mascota.
Mientras
la
sentaba,
ella
inclinó
la
cabeza.
—Estás
usando
un
disfraz
interesante.
—Simon
 y
 DeVries,
 otro
 de
 los
 amigos
 de
 A ,
 me
 armaron
 el
atuendo.
 —Estaba
 sin
 camisa
 y
 con
 sus
 propias
 botas
 negras.
 Los
pantalones
 marrones
 oscuros
 cubiertos
 de
 piel,
 con
 una
 larga
 cola,
eran
cortesía
de
Simon.
Gracias
a
Dios,
la
cola
no
era
tan
larga
para
tropezarse
 con
 ella.
 Tenía
 orejas
 puntiagudas
 y
 grandes
 cuernos
 en
espiral.
 Dado
 que
 siempre
 tenía
 una
 barba
 crecida
 oscura,
rasurándose
 el
 labio
 superior,
 había
 logrado
 una
 apariencia
 muy
animal.
—Un
sátiro,
¿verdad?
—Ella
se
rio—.
¿Un
lujurioso
dios
griego?
—Hiciste
tu
tarea,
¿verdad?
—Y
ella
había
venido
como...
¿qué?
Estaba
 descalza.
 Su
 vestido
 verde
 apenas
 cubriéndole
 el
 trasero
era
 suelto
 y
 casi
 transparente.
 El
 maquillaje
 hacía
 que
 sus
 grandes
ojos
fueran
aún
más
grandes,
y
tatuajes
de
frondosas
vides
trepaban
por
 sus
 mejillas
 y
 su
 frente.
 Los
 lados
 de
 su
 rico
 cabello
 castaño
chocolate
 estaban
 recogidos
 y
 trenzados
 con
 hojas
 y
 flores.
 El
 resto
de
su
cabello
estaba
suelto,
colgando
libremente
hasta
la
mitad
de
la
espalda.
—¿Un
duende?
—Cerca.
Ninfa
del
bosque.
—Eso
 encaja.
 —Chica
 inteligente
 para
 elegir
 un
 disfraz
 que
combinara
 con
 su
 personalidad
 serena
 y
 amante
 del
 bosque.
 Algo
fuerte
y
llamativo
no
le
habría
quedado
bien.
Reclinándose,
 extendió
 las
 piernas
 y
 la
 estudió.
 Cuanto
 más
 la
conocía,
 más
 lo
 atraía.
 Tenía
 la
 necesidad
 de
 servir
 de
 una
 sumisa,
pero
era
lo
suficientemente
fuerte
como
para
que
su
personalidad
no
desapareciera
 bajo
 la
 de
 un
 Dominante.
 Ella
 esperaría
 equilibrio
 en
una
 relación.
 Si
 estaba
 molesta,
 probablemente
 se
 iría
 hasta
 que
 su
ira
estuviera
bajo
control,
y
después
esperaría
discutir
a
fondo
sobre
el
problema.
No
habían
hablado.
Su
mirada
estaba
en
él,
más
que
en
los
alrededores.
—¿Qué
pasa,
Sawyer?
Ella
 era
 muy
 perceptiva,
 ¿verdad?
 Él
 le
 dio
 la
 verdad
desagradable.
—Dos
veces
hasta
ahora,
he
planeado
alejarme
de
ti,
y
aquí
estoy.
Otra
vez.
—Es
 un
 patrón,
 está
 bien.
 —Ella
 dejó
 escapar
 un
 suspiro—.
Dijiste
 que
 no
 tenías
 relaciones.
 ¿Puedes
 compartir
 conmigo
 por
qué?
—Inclinándose
hacia
adelante,
ella
cubrió
sus
manos
con
las
de
ella.
Su
habilidad
para
tocar
a
las
personas,
no
de
manera
sexual,
sino
de
humano
a
humano,
simplemente
lo
asombraba.
¿Cuánto
 podría
 decirle?
 Incapaz
 de
 evitarlo,
 él
 juntó
 sus
 manos
entre
 las
 suyas.
 Aunque
 tenía
 dedos
 pequeños
 y
 delicados,
 sus
palmas
 tenían
 los
 callos
 de
 una
 persona
 trabajadora.
 ¿Por
 qué
 le
tenía
que
gustar
tanto?
—He
estado
en
prisión,
mascota.
He
estado
en
el
ejército.
—Lo
sé.
¿Crees
que
tu
pasado
me
importa?
—En
 realidad—le
 apretó
 las
 manos—,
 sé
 que
 no
 es
 así.
 Sin
embargo,
 mi
 presente
 es
 el
 problema.
 He
 estado...
 —Cerró
 la
 boca,
dándose
cuenta
de
que
casi
había
soltado
todo.
Dios
mío,
ni
siquiera
le
 había
 contado
 a
 A icus
 sobre
 sus
 patrullajes
 nocturnos.
 Sin
embargo,
 bajo
 su
 mirada
 clara
 y
 verde,
 él
 quería
 descargar.
 Quería
hablar
sobre
sus
preocupaciones,
sus
miedos,
obtener
su
opinión.
No
lo
hagas,
Ware.
—Estoy
involucrado
en
cosas
que
no
son
exactamente...
pacíficas.
—Sí,
pacífica
era
una
buena
palabra.
Frunciendo
el
ceño,
ella
bajó
la
mirada
y
acercó
su
mano.
Mierda.
Todavía
tenía
moretones
de
golpear
a
los
imbéciles
en
la
clínica
veterinaria.
La
alarma
llenó
los
ojos
de
ella.
—¿Esos
pandilleros
que
te
odian
vinieron
por
ti?
—Más
 lo
 contrario.
 —Maldita
 sea,
 su
 boca
 necesitaba
 un
candado.
—Lo
 contrario
 como
 que...
 ¿fuiste
 tras
 ellos?
 —Sus
 ojos
 se
entrecerraron—.
¿Por
qué?
—¿Por
qué
n…?
—No
actúes
como
si
fuera
gracioso.
—Su
mirada
era
punzante.
—Tienes
 razón.
 No
 es
 divertido.
 —Tenía
 tantas
 ganas
 de
compartir
que
tuvo
que
revisar
sus
palabras
con
más
cuidado
de
lo
normal—.
Mallory,
si
veo
a
alguien
haciendo
algo
ilegal—como
violar
un
domicilio
o
robar
o
traficar—,
no
puedo
esperar
y
no
hacer
nada.
Su
cara
se
suavizó.
—Pero,
¿por
qué
te
quieres
alejar
de
mí
porque
estás
ayudando
a
la
gente?
—No
te
gusta
la
violencia,
ninfa.
Te
molesta.
—Sí.
 Pero
 la
 violencia
 es
 parte
 de
 nuestro
 mundo.
 Te
 honro
 por
defender
a
los
más
débiles
que
tú.
—La
mirada
en
sus
ojos
decía
que
le
 gustaba
 quién
 era
 él,
 y
 ver
 su
 admiración
 lo
 sacudió
 hasta
 los
cimientos.
Cuando
 ella
 sostuvo
 su
 mano
 maltrecha
 y
 con
 cicatrices
 de
guerra
contra
su
mejilla
de
seda,
se
quedó
estupefacto.
La
habitación
se
 desvaneció
 en
 el
 calor
 de
 su
 presencia,
 como
 el
 resplandor
 de
 la
luna
en
un
mar
nocturno.
Tal
 vez...
 tal
 vez
 no
 tenía
 que
 mantenerse
 alejado
 de
 ella.
 La
pandilla
 se
 había
 reducido
 a
 sus
 últimos
 hombres.
 No
 había
 forma
de
que
los
Hammers
pudieran
quedarse
en
Bear
Flat,
no
cuando
sus
miembros
seguían
siendo
arrestados.
Ya
casi
había
terminado.
Él
podría
tener
una
vida.
Podría
tenerla.
La
esperanza
se
levantó
dentro
de
él,
llenándolo
mientras
la
miraba.
Una
voz
de
tenor
interrumpió
su
conversación.
—Bombón,
desapareciste
de
mí.
Mallory
miró
a
su
alrededor
y
sonrió.
—Dixon.
¿estás
fuera
de
servicio
ahora?
El
 joven
 del
 mostrador
 de
 recepción
 miró
 ceñudamente
 a
Mallory.
—Se
suponía
que
debías
esperar
a
mi
Señor.
—¿A
quién?
Sawyer
proporcionó:
—Mi
Señor,
es
como
los
sumisos
llaman
a
Xavier.
—Oh.
—Mallory
sonrió—.
No
te
preocupes,
Dixon.
Lo
encontré.
—¿Es
eso
lo
que
sucedió?—le
preguntó
Sawyer
con
una
sonrisa.
Ella
lo
pateó
debajo
de
la
mesa,
haciéndolo
reír.
Un
duende
le
dio
una
palmada
en
el
hombro
a
Dixon,
y
el
joven
sumiso
miró
al
hombre
con
una
sonrisa
arrepentida.
—Lo
siento,
señor.
—Lo
sentirás,
chico.
Lo
sentirás.
—El
acento
de
Texas
del
duende
tenía
una
clara
amenaza.
Sawyer
 se
 puso
 rígido,
 entonces
 se
 relajó
 ante
 la
 diversión
 y
 el
afecto
en
los
ojos
del
Dom.
Dixon
no
estaba
en
problemas.
El
Dom
de
Dixon
le
tendió
la
mano
a
Sawyer.
—Stan.
—Sawyer.
 —El
 apretón
 de
 manos
 que
 recibió
 fue
 firme
 y
cuidadosamente
controlado.
Sí,
el
chico
estaría
bien.
—Saben,
muchachos,
no
entiendo
la
gran
necesidad
de
tener
una
escolta.
 —Mallory
 agitó
 la
 mano
 alegremente—.
 No
 hay
 nada
aterrador
aquí.
He
visto
más
piel
en
el
show
de
Chippendale.
Cuando
 Dixon
 y
 Stan
 la
 miraron
 incrédulos,
 Sawyer
 se
 echó
 a
reír.
—Todavía
no
la
he
llevado
abajo.
—Oooh.
—Dixon
se
rio
por
lo
bajo—.
Vas
a
comerte
tus
palabras,
chica.
 Ven
 y
 encuéntrame
 después
 de
 que
 hayas
 hecho
 todo
 el
recorrido.
—Se
volvió
hacia
Stan—.
Estoy
listo,
Amo.
—Bastante
 bien.
 —Con
 una
 sonrisa,
 Stan
 le
 dijo
 a
 Sawyer—.
Perdón
 por
 la
 interrupción.
 Dixon
 es
 difícil
 de
 detener
 cuando
 está
molesto.
En
voz
baja,
Dixon
hizo
un
sonido
de
“pffft”.
Agarrando
la
nuca
de
Dixon
con
tanta
fuerza
que
la
impertinente
mascota
chilló,
Stan
sacó
un
bastón
agarrado
a
su
cinturón
y
alejó
al
joven.
Mientras
los
dos
se
dirigieron
hacia
las
escaleras
que
conducían
a
la
 mazmorra,
 Sawyer
 asintió.
 Alguien
 iba
 a
 recibir
 los
 azotes
 que
obviamente
deseaba.
Tomando
la
mano
de
Mallory,
Sawyer
se
levantó.
—Es
hora
de
mostrarte
el
resto
de
Dark
Haven.
Un
 destello
 de
 preocupación
 apareció
 en
 sus
 ojos
 cuando
 dejó
que
él
la
pusiera
de
pie.
—Está
bien.
Cuenta
conmigo.
Lo
que
ella
quería.
Fue
intrigante
que
ella
viniera
sola
a
un
club
BDSM.
 Sabía
 que
 le
 había
 gustado
 su
 noche
 juntos,
 ¿pero
 aparecer
aquí?
Ella
quería
más.
Joder,
él
quería
darle
más.
Mientras
 bajaban
 las
 escaleras,
 la
 música
 cambió,
 de
 música
bailable
sexy,
al
ritmo
inductivo
para
la
flagelación
de
Joachim
Wi .
Sin
 duda,
 Xavier,
 educado
 en
 Europa,
 disfrutaba
 de
 las
 letras
alemanas.
La
mazmorra
tenuemente
iluminada
ocupaba
toda
la
planta
baja.
Varias
 áreas
 de
 escena
 estaban
 iluminadas
 con
 un
 proyector,
 otras
quedaban
en
las
tinieblas.
Agradable.
Dependiendo
de
tu
gusto
y
tus
planes,
algunos
Dominantes
preferían
una
atmósfera
oscura,
y
otros
querían
ver
la
sangre
que
derramaban.
A
cada
uno
lo
suyo.
La
ninfa
se
detuvo
y
Sawyer
sonrió.
—Hay
un
poco
más
de
piel
expuesta
aquí
abajo,
¿verdad?
Sus
ojos
estaban
muy
abiertos.
—Pensé
que
sabía
lo
que
vería;
pero
no
tenía
ni
idea.
Tomándola
de
la
mano,
Sawyer
la
acercó
y
la
dejó
mirar.
Incluso
las
 mazmorras
 más
 pequeñas
 eran
 abrumadoras
 la
 primera
 vez,
 y
Dark
Haven
tenía
una
gran
sala
con
un
amplio
equipamiento.
Todas
las
 cruces
 de
 San
 Andrés
 estaban
 utilizadas.
 Sumisos
 de
 todos
 los
sexos
estaban
atados
a
los
diversos
bancos
de
azotes
y
sobre
todo
lo
existente.
 El
 extremo
 más
 alejado
 estaba
 acordonado
 para
 el
 látigo
de
una
cola
y
para
los
floggers
más
largos.
—Caminemos.
Detente
si
ves
algo
que
te
gusta.
Él
 podría
 saberlo
 antes
 que
 ella,
 ya
 que
 tenía
 la
 intención
 de
vigilarla
muy
de
cerca.
Sonriendo,
la
guio
hacia
la
parte
trasera,
más
allá
 de
 la
 larga
 fila
 de
 escenas.
 Pasaron
 junto
 a
 una
 mujer
 en
 una
cruz
 que
 lloraba,
 rogaba
 e
 intentaba
 escapar
 del
 flogger
 del
Dominante.
Girándose,
 Mallory
 enterró
 su
 rostro
 contra
 el
 hombro
 de
Sawyer.
—Tranquila,
 mascota.
 —Echó
 un
 vistazo
 a
 la
 escena
 y
 tuvo
 que
ocultar
 su
 propia
 mueca
 de
 desagrado—.
 Recuerda
 que
 el
 sumiso
tiene
una
palabra
segura.
Mallory
lo
miró
con
preocupación
en
los
ojos.
—¿Honestamente
te
gustan
estas
cosas?
—Ah,
cariño.
Estas
cosas
tienen
una
amplia
gama
de
opciones.
—
Él
lo
consideró
y
entonces
suspiró.
Se
requería
honestidad
entre
un
Dom
 y
 una
 sumisa,
 o
 incluso
 entre
 un
 Dominante
 y
 una
 sumisa
casual—.
 Debido
 a
 que
 mi
 padrastro
 abusó
 de
 mi
 madre,
 tiendo
 a
sentirme
incómodo
con
juegos
de
impacto
duros.
—¿Impacto?
—Justo
como
suena.
Nalgadas,
bofetadas,
puñetazos,
flagelación,
latigazos,
azotes
con
vara…
Ella
se
estremeció.
—Creo
 que
 podemos
 estar
 de
 acuerdo
 con
 evitar
 el
 juego
 de
impacto.
Probablemente.
 Aun
 así,
 había
 un
 amplio
 rango
 entre
 ligero
 y
duro.
Él
tendría
que
darle
una
probada,
ya
que
los
novatos
rara
vez
habían
 experimentado
 el
 efecto
 que
 un
 pequeño
dolor
 podría
tener
sobre
el
placer.
Él
sonrió
cuando
ella
se
detuvo
en
una
escena
donde
una
mujer
estaba
 atada
 a
 una
 mesa
 de
 bondage.
 La
 Ama
 todavía
 estaba
restringiendo
a
su
sumisa,
por
lo
que
el
bondage
era
lo
que
llamaba
la
atención
de
Mallory.
Mientras
deambulaban
por
la
habitación,
cada
escena
de
bondage
conseguía
 una
 larga
 mirada.
 El
 juego
 de
 cera
 era
 un
 tal
 vez.
 Por
extraño
que
parezca,
la
única
escena
de
suspensión
no
la
atrajo.
O
las
jaulas.
 Ella
 se
 apresuró
 a
 pasar
 las
 escenas
 de
 juego
 de
 impacto.
 El
juego
sensual
obtuvo
una
segunda
mirada.
Mordaza...
mmm.
Hizo
 un
 gesto
 hacia
 una
 mujer
 sumisa
 que
 llevaba
 una
 clásica
mordaza
de
pelota.
—¿Debería
usar
una
mordaza
en
ti?
Mallory
dio
un
paso
atrás...
y
se
sonrojó.
—Yo...
 no
 lo
 creo—protestó
 con
 vos
 ronca.
 Excitada,
 pero
asustada.
Mmm.
 No
 esta
 noche.
 Con
 suerte,
 habría
 otras
 noches.
 Él
 le
sonrió.
***

Cuando
 Sawyer
 sonrió
 con
 tanto
 cálculo
 amortiguado
 en
 sus


ojos
azul
oscuro,
el
corazón
de
Mallory
dio
un
vuelco
dentro
de
su
pecho,
y
sus
entrañas
se
fundieron.
Oh,
lo
que
podía
hacerle
con
solo
una
simple
mirada.
—¿Por
qué
me
sonríes
de
esa
manera?
Sus
dedos
rozaron
su
mejilla.
—No
 te
 preocupes,
 pequeña
 sumi.
 Esta
 vez
 no
 jugaremos
 con
mordazas.
Esta
vez.
No
había
puesto
ningún
énfasis
en
las
palabras.
No
tenía
que
hacerlo.
Ella
 trató
 de
 sentirse
 aliviada
 de
 que
 no
 estuviera
 planeando
nada
aterrador
esta
noche.
No
lo
haría,
¿verdad?
—Sawyer,
¿creo?
—El
hombre
que
se
acercó
probablemente
tenía
unos
 cuarenta
 años.
 Alto,
 delgado
 y
 musculoso,
 con
 rasgos
aristocráticos.
 Tenía
 el
 pelo
 castaño
 ondulado
 recogido
 y
 el
 bigote
pulcramente
 recortado.
 Y
 estaba
 vestido
 como...
 mmm,
 ¿Thor?
 ¿No
se
suponía
que
todos
los
Doms
eran
tipos
malos?
Entonces,
¿era
este
hombre
un
sumiso
a
pesar
de
la
autoridad
que
tenía?
Casi
coincidiendo
con
sus
ojos,
el
color
predominante
en
su
aura
era
 un
 turquesa
 inusual
 que
 indicaba
 que
 era
 una
 persona
organizada,
dinámica
y
dominante
Pero
el
marrón
fangoso
y
el
gris
mostraban
 que
 había
 sufrido
 en
 el
 pasado
 y
 no
 había
 resuelto
 el
problema.
—Soy
Sawyer.
—Sawyer
la
atrajo
hacia
sí
y
le
echó
al
hombre
un
vistazo—.
¿Estás
vestido
como
Thor?
—En
realidad,
su
hermano
malvado,
Loki.
—El
hombre
hizo
una
leve
reverencia—.
O
Ethan
funciona.
Después
de
que
los
hombres
se
dieron
la
mano,
Ethan
levantó
un
bolso
de
cuero.
—Se
les
pidió
a
Simon
y
Xavier
que
ayudaran
con
una
escena
y
me
 reclutaron
 para
 encontrarte.
 Tienes
 el
 permiso
 de
 Xavier
 para
jugar
si
lo
deseas.
Simon
tenía
un
bolso
de
juguetes
lleno
para
ti.
—Simon
 me
 leyó
 bien,
 ¿verdad?
 —Sawyer
 miró
 hacia
 abajo—.
¿Mallory?
¿Quieres
participar
en
lugar
de
observar?
—Yo...
 no
 sé.
 —¿Jugar?
 Mallory
 echó
 un
 vistazo
 a
 la
 escena
 a
 la
izquierda,
 donde
 una
 mujer,
 ¿una
 Ama?,
 estaba
 golpeando
 con
 un
flogger
a
un
hombre
mayor
y
corpulento
con
tanta
fuerza
que
habían
aparecido
pequeñas
gotas
de
sangre.
La
ansiedad
la
estremeció.
Eso
no
era
lo
que
ella
consideraba
diversión.
Él
miró
la
escena
cercana
y
su
mirada
se
suavizó.
—Ninfa,
no
haría
eso,
incluso
si
quisieras.
—Oh.
 —Los
 músculos
 de
 sus
 hombros
 comenzaron
 a
desanudarse—.
¿Pero...
jugaríamos...
delante
de
la
gente?
—Sí,
 en
 público,
 aunque
 podemos
 encontrar
 un
 rincón
 más
tranquilo.
—Una
comisura
de
su
boca
se
elevó—.
Si
estamos
aquí,
no
tendrás
 que
 llamar
 a
 tu
 amiga
 para
 que
 te
 compruebe.
 Estar
 en
público
 significa
 no
 preocuparse
 de
 que
 el
 Dom
 se
 convierta
 en
 un
asesino
en
serie.
Ethan
se
rio
entre
dientes.
—O,
más
probablemente,
ignore
tus
límites.
Su
aura
realmente
era
hermosa.
Sin
pensarlo,
ella
comenzó:
—Me
gusta
tu…
umm…
acento.
—Gracias,
encanto.
—Él
le
sonrió
y
agregó—.
Siempre
reaparece
cuando
 regreso
 de
 Inglaterra,
 luego
 se
 desvanece
 en
 un
 mes
 más
 o
menos.
 Sea
 como
 fuere,
 creo
 que
 te
 estás
 atascando...
 —Miró
 a
Sawyer.
—Sí,
está
evadiendo
la
respuesta.
—Sawyer
le
levantó
la
barbilla
con
 dos
 dedos—.
 No
 tenemos
 que
 jugar,
 mascota.
 Sin
 embargo,
 en
un
lugar
público,
puedo
llevarte
más
lejos
que
la
última
vez.
Porque
sería
más
seguro
para
ti.
Bajo
el
intenso
azul
de
sus
ojos,
ella
no
pudo
encontrar
una
razón
por
la
que
rechazarlo.
De
hecho,
su
cuerpo
anhelaba
su
toque.
A
él.
Ella
 fijó
 su
 mirada
 en
 la
 ligera
 curva
 de
 sus
 labios
 firmes
 ...
 y
 el
pliegue
a
la
derecha
de
su
boca
se
profundizó
lentamente.
Oh.
 Ella
 lo
 miraba
 como
 una
 niña
 deslumbrada.
 Piensa,
 mujer.
¿Quería
hacer
una
escena
con
él
donde
la
gente
pudiera
mirar?
—Lo
intentaré.
—La
 palabra
 de
seguridad
del
 club
 es
 rojo,
 Mallory—dijo
Ethan
antes
 de
 preguntarle
 a
 Sawyer—.
 ¿Qué
 tipo
 de
 escena
 tienes
 en
mente?
—Bondage,
 definitivamente.
 Me
 gustaría
 ver
 cómo
 le
 va
 en
 un
banco
de
nalgadas,
aunque
no
lo
emplearemos
de
esa
manera.
Estoy
pensando
sobre
todo
en
un
juego
sensual.
Ella
es
nueva.
—Sawyer
la
miró—.
Quiero
probar
algunas
cosas
y
ver
qué
te
gusta,
mascota.
Ella
asintió.
Probar
cosas
era...
bueno,
por
lo
que
ella
estaba
aquí,
aunque
había
pensado
solo
mirar.
—Muy
bien.
—La
mirada
de
Ethan
recorrió
la
habitación—.
Ah,
conozco
 el
 aparato.
 El
 banco
 tiene
 un
 suplemento
 bastante
 útil.
Sígueme,
por
favor.
Ethan
 se
 abrió
 paso
 a
 través
 de
 la
 habitación
 fácilmente,
recibiendo
 saludos
 silenciosos
 de
 varios
 Doms
 y
 las
 cabezas
inclinadas
de
los
sumisos.
Algunos
parecían
querer
arrojarse
delante
de
él
para
ser
notados.
Bueno,
ella
podía
entender
eso:
el
inglés
era
realmente
 hermoso,
 y
 la
 autoridad
 refinada
 que
 exudaba
 era
emocionante.
Y,
 sin
 embargo,
 el
 poder
 sólido
 de
 Sawyer
 era
 aún
 más
emocionante.
 Ethan
 provocaba
 el
 impulso
 de
 inclinarse.
 Con
Sawyer,
ella
quería
hacer
una
reverencia...
o
arrodillarse.
En
un
rincón,
Ethan
se
detuvo
al
lado
de
un
extraño
dispositivo
que
se
parecía
vagamente
a
los
otros
largos
y
acolchados
caballetes
en
la
habitación.
O
tal
vez
debería
llamarlas
mesas
para
picnic
súper
estrechas.
 La
 sumisa
 yacía
 en
 la
 parte
 superior,
 y
 sus
 antebrazos
 y
rodillas
estaban
atados
a
las
tablas
a
cada
lado,
colocándola
en
una
postura
 perruna.
 Esta
 mesa
 era
 de
 madera
 con
 acolchado
 negro,
pero
 las
 tablas
 de
 adelante
 eran
 más
 bajas
 que
 las
 de
 atrás.
 Y
 vio
diversos
accesorios,
como
cosas
debajo
de
la
mesa.
Después
de
una
mirada
lenta,
Sawyer
sonrió.
—Perfecto.
Y
nada
menos
que
en
un
rincón.
—Me
alegra
que
lo
apruebes.
—Ethan
agregó—.
Si
lo
deseas
me
quedaré
 el
 tiempo
 suficiente
 para
 mostrarle
 cómo
 funcionan
 los
accesorios.
—Te
lo
agradecería.
—Sawyer
la
atrajo
hacia
sí—.
Quiero
que
te
desnudes
 mientras
 reviso
 los
 juguetes
 que
 Simon
 me
 prestó.
 —
Bajando
 la
 cabeza,
 la
 besó
 suavemente,
 explorando,
 luego
 más
profundamente.
Más
húmedo.
Él
agarró
su
cabello
suelto,
tirando
de
su
 cabeza
 hacia
 atrás
 mientras
 su
 lengua
 acariciaba
 la
 de
 ella
 y
exploraba.
Su
otra
mano
acunó
su
culo,
empujándola
contra
su
dura
erección,
mientras
reclamaba
sus
labios.
La
habitación
se
disolvió
hasta
que
lo
único
que
percibió
fue
a
él,
su
boca,
sus
manos,
su
cuerpo
musculoso.
Enderezándose,
la
sostuvo
hasta
que
su
cabeza
dejó
de
girar,
besó
su
frente
y...
esperó.
Ella
 lo
 miró
 por
 un
 segundo.
 Oh.
 Desnudarse.
 Mordiéndose
 el
labio,
miró
a
su
alrededor.
En
la
esquina,
el
banco
daba
a
una
pared,
y
unas
pocas
sillas
formaban
un
límite
entre
esta
“área”
y
las
escenas
centrales.
Más
adelante
en
la
pared
había
una
escena
con
una
cruz
en
forma
 de
 X.
 Sawyer
 tenía
 razón.
 La
 esquina
 era
 más
 tranquila.
Desafortunadamente,
la
gente
todavía
pasaba.
La
verían.
Mallory
 trató
 de
 calmar
 su
 respiración.
 Ella
 había
 hecho
nudismo,
 y
 en
 muchos
 países
 del
 Cuerpo
 de
 Paz,
 la
 desnudez
 era
común.
 Pero
 nunca
 había
 estado
 públicamente
 desnuda
 en
 una
situación...
de
tipo
sexual.
Sawyer
 se
 apoyó
 pacientemente
 contra
 la
 pared
 con
 los
 brazos
cruzados
sobre
el
pecho.
Sus
expectativas
eran
claras.
Ella
no
quería
decepcionarlo.
Bueno,
 al
 menos
 no
 tenía
 mucho
 que
 quitarse.
 Debido
 a
 la
 tela
del
vestido
transparente,
no
había
usado
ropa
interior.
Alejando
sus
inhibiciones,
 Mallory
 se
 pasó
 el
 vestido
 por
 sobre
 la
 cabeza
 y
 se
quedó
allí.
Desnuda.
La
mirada
de
Sawyer
se
calentó.
—Buena
chica.
—Él
miró
más
allá
de
ella—.
Encantadora,
¿no
es
así?
—Muy.
Mallory
sintió
el
calor
de
un
sonrojo
en
su
rostro.
Por
el
bufido
de
los
gatos,
se
había
olvidado
por
completo
de
Ethan.
Cuando
Sawyer
sonrió,
ella
se
dio
cuenta
de
que
su
mirada
nunca
había
abandonado
su
rostro;
él
estaba
leyendo
sus
expresiones
de
la
misma
 manera
 que
 ella
 hacía
 con
 las
 auras.
 Señaló
 el
 suelo
 al
 lado
del
banco.
—Si
te
arrodillas
allí,
yo
chequearé
lo
que
me
prestó
Simon.
El
 suelo
 estaba
 duro
 contra
 sus
 rodillas.
 Frío.
 Sus
 senos
 se
bambolearon,
 haciéndola
 demasiado
 consciente
 de
 su
 desnudez
 en
una
habitación
llena
de
extraños.
Se
sentía
terriblemente
expuesta
y
emocionada.
Sawyer
 había
 puesto
 el
 bolso
 con
 juguetes
 sobre
 una
 mesa
rodante
 de
 madera
 en
 la
 esquina,
 y
 cuando
 sacó
 varias
 cosas,
 ser
consciente
de
que
él
usaría
lo
que
encontrara
en
ella
le
puso
la
piel
de
gallina.
Sacó
 una
 paleta
 y
 un
 bastón,
 y
 para
 su
 alivio,
 los
 devolvió
 al
bolso.
Una
 cosa
 con
 cabeza
 de
 hongo
 quedó
 afuera.
 Sawyer
 miró
 a
Ethan.
—¿Toma
de
corriente?
—Debajo
del
banco.
Sawyer
 la
 atrapó
 mirándolo.
 Él
 se
 puso
 en
 cuclillas,
 colocando
sus
manos
a
cada
lado
de
su
cara
mientras
la
miraba
a
los
ojos.
—Lo
 estás
 haciendo
 muy
 bien,
 Mallory—murmuró
 con
 su
 voz
suave—.
 Ahora,
 ve
 un
 paso
 más
 allá.
 Los
 sumisos
 en
 posición
 de
rodillas
mantienen
la
espalda
derecha…
y
los
ojos
bajos.
Mira
hacia
el
suelo.
Ella
buscó
dentro
de
sí
misma
su
necesidad
instintiva
de
rechazar
tales
órdenes...
y
en
cambio
solo
encontró
aceptación
complacida.
Cuando
 dejó
 escapar
 un
 resignado
 suspiro,
 los
 labios
 de
 él
 se
curvaron.
Presionó
un
ligero
beso
en
sus
labios
antes
de
levantarse.
Mientras
miraba
hacia
abajo,
no
podía
ver
lo
que
estaba
sacando
del
 bolso.
 Su
 ansiedad
 aumentó
 unos
 pocos
 grados,
 lo
 que
probablemente
era
el
quid
de
la
cuestión,
¿verdad?
—Esto
 debería
 ser
 un
 buen
 comienzo—dijo
 él
 finalmente—.
Ethan,
pongámosla
en
el
banco.
—¿Permiso
para
tocar?
—Concedido.
Sawyer
 se
 inclinó,
 la
 tomó
 de
 las
 manos
 y
 la
 puso
 de
 pie.
 ¿Qué
significaba
“permiso
para
tocar”?
Se
 enteró
 segundos
 después
 de
 que
 Sawyer
 la
 guiara
 hasta
 el
final
de
la
mesa
acolchada
a
la
altura
del
estómago.
—Ponte
boca
abajo,
mascota.
Ella
puso
una
rodilla
en
una
tabla
baja
y
pasó
la
otra
pierna
por
encima.
 La
 pieza
 larga
 y
 angosta
 de
 la
 parte
 superior
 sostenía
 su
torso.
Sawyer
colocó
su
rodilla
derecha
en
la
acolchada
tabla
inferior.
Ethan
hizo
lo
mismo,
pero
por
el
otro
lado.
Mientras
que
Sawyer
le
acarició
 la
 pierna
 cuando
 le
 pasó
 una
 correa
 sobre
 el
 tobillo
 y
 la
aseguró,
 las
manos
de
 Ethan
fueron
 firmes
 e
impersonales.
Ellos
se
movieron
 hacia
 arriba
 y
 le
 ataron
 los
 antebrazos
 de
 la
 misma
manera.
Cuando
 terminaron,
 habían
 sujetado
 sus
 antebrazos
 y
 rodillas
con
 un
 largo
 banco
 debajo
 del
 torso.
 La
 parte
 inferior
 del
 banco,
estaba
lo
suficientemente
separada
como
para
forzar
a
sus
muslos
a
abrirse
en
una
amplia
V.
Ella
levantó
la
cabeza
y
miró
a
su
alrededor.
Era
humillante
tener
su
parte
inferior
mirando
hacia
la
habitación.
Por
otra
parte...
—Supongo
 que
 esto
 no
 es
 tan
 malo—dijo
 ella,
 medio
 para
 sí
misma.
Los
 ojos
 azul
 claros
 de
 Ethan
 se
 encontraron
 con
 los
 de
 ella,
 y
Mallory
vio
su
diversión
antes
de
que
él
metiera
las
manos
debajo
de
la
mesa
justo
a
la
altura
de
su
cintura,
sacara
una
correa
y
esperara.
En
el
extremo
final
del
banco,
Sawyer
la
agarró
por
las
caderas
y
la
atrajo
hacia
él
hasta
que
el
borde
de
la
mesa
quedó
debajo
de
su
pelvis.
Y
su
culo
quedó
sujeto
lejos.
Muy
lejos.
Incluso
 sabiendo
 que
 su
 comportamiento
 no
 era
 obediente,
intentó
moverse
hacia
arriba
del
banco
de
nuevo.
La
 razón
 de
 la
 correa,
 y
 la
 diversión
 de
 Ethan,
 quedó
 clara
cuando
se
la
entregó
a
Sawyer
sobre
la
mesa,
y
Sawyer
la
sujetó
por
sobre
su
cintura
y
la
aseguró.
Su
próximo
intento
de
moverse
hacia
arriba
en
el
banco
falló
por
completo.
 Su
 trasero
 iba
 a
 permanecer
 sujeto
 en
 el
 aire.
 Sawyer
estaba
mirando
su
rostro,
y
la
risa
bailaba
en
sus
ojos.
Miró
a
Ethan.
—Me
encanta
el
bondage.
—Con
una
sonrisa
íntima
para
ella,
él
pasó
 su
 mano
 debajo
 de
 su
 pecho
 y
 movió
 su
 seno
 derecho
 medio
aplastado
hacia
un
lado,
entonces
asintió
con
la
cabeza
a
Ethan,
y
el
otro
Dom
hizo
lo
mismo.
Se
 sentía...
 raro...
 que
 un
 extraño
 la
 tocara.
 Sin
 embargo,
 la
mirada
 de
 Sawyer
 estaba
 en
 Ethan,
 monitoreándolo
 todo.
 La
sensación
de
estar
protegida
era
encantadora.
Sawyer
acercó
la
mesa
con
los
accesorios,
sacó
algo
que
no
podía
ver
 y
 ambos
 Doms
 se
 agacharon
 debajo
 del
 banco,
 jugando
 con
 el
equipamiento.
 Distraídamente,
 Sawyer
 le
 acariciaba
 el
 muslo,
 y
 su
toque
cálido
era
increíblemente
tranquilizador.
—Cuando
estés
listo—le
decía
Ethan—simplemente
lo
enciendes
y
 lo
 levantas.
 Se
 necesita
 un
 agarre
 firme
 para
 moverlo
 de
 lado
 a
lado.
Éste
es
el
mando,
cuando
estés
listo
para
bajarla.
—Entendido.
—Sawyer
se
rio
entre
dientes—.
Es
un
buen
diseño.
—De
 hecho,
 es
 bastante
 útil.
 —Ethan
 se
 levantó
 y
 la
 miró—.
Nuevamente,
encanto,
la
palabra
de
seguridad
del
club
es
rojo.
¿La
recordarás?
Ella
asintió.
Con
 una
 leve
 sonrisa,
 le
 tocó
 la
 mejilla.
 Su
 mirada
 se
 alzó
 hacia
Sawyer.
—Si
 tienes
 todo
 a
 mano,
 controlaré
 otras
 escenas.
 Sin
 embargo,
estaré
 en
 el
 área
 y
 volveré
 a
 monitorear.
 No
 dudes
 en
 pedirle
 a
alguien
que
me
busque
si
necesitas
algo.
—Lo
haré.
Gracias
Ethan.
Mientras
 el
 Dom
 se
 alejaba,
 Sawyer
 le
 pasó
 las
 manos
 por
 la
espalda.
Sus
callosas
palmas
eran
duras,
y
muy
gentiles,
a
pesar
de
su
fuerza.
—Relájate,
Mallory.
Cerró
los
ojos
y
oyó
el
sonido
de
la
mazmorra
a
su
alrededor,
el
chasquido
 de
 algún
 tipo
 de
 látigo,
 gemidos
 e
 indicaciones
 en
 voz
baja.
Debajo
de
todo
estaba
la
música
baja
y
vibrante
de
Mechanical
Moth.
Black
Queen
Style.
Su
corazón
latía
al
ritmo
de
ella.
Cuando
los
fuertes
dedos
de
Sawyer
masajearon
la
tensión
de
sus
hombros
 y
 los
 músculos
 de
 su
 espalda,
 sintió
 como
 si
 se
 estuviera
derritiendo
sobre
la
mesa.
Agachándose,
le
besó
la
nuca
y
bajó
por
la
espalda.
Los
dedos
de
sus
pies
se
curvaron
de
alegría.
—Un
 culo
 tan
 bello—murmuró
 Sawyer.
 Él
 le
 amasó
 las
 nalgas,
acercándose
cada
vez
más
a
su
expuesto...
y
mojado...
coño.
Cuando
finalmente
deslizó
los
dedos
sobre
sus
pliegues,
un
calor
estremecedor
la
atravesó.
Oh,
 sol
 y
 estrellas.
 Con
 un
 gemido
 bajo,
 se
 movió,
 queriendo...
necesitando
más.
—Tranquila,
 cariño.
 No
 tenemos
 ninguna
 prisa
 esta
 noche.
 —Él
deslizó
el
dedo
hábilmente
alrededor
de
su
clítoris.
Él
podría
no
tener
prisa;
ella
la
tenía.
Lentamente,
su
dedo
se
deslizó
dentro
de
ella,
empujando
dentro
y
 fuera,
 elevando
 su
 excitación
 aún
 más.
 Su
 otra
 mano
 acarició
 su
trasero,
entonces
le
dio
una
ligera
nalgada.
Y
de
nuevo,
pero
más
duro.
La
picadura
la
conmocionó.
—¿Qué
estás
haciendo?
—Trató
de
levantarse
y
no
pudo
moverse
—.
Eso
duele.
—Tranquila,
 Mallory.
 —Él
 se
 rio
 entre
 dientes,
 totalmente
 a
gusto.
—A
algunas
mujeres
les
gusta
un
poco
de
dolor.
Para
muchas,
mejora
 la
 experiencia,
 y
 no
 sabes
 si
 no
 lo
 intentas.
 Además,
 hay
muchos
tipos
de
dolor.
Puede
que
te
gusten
unos
y
no
otros.
Prueba
unos
azotes
más
en
tu
culo,
ninfa,
y
no
iremos
más
allá.
Él
hizo
una
pausa.
Dándole
la
oportunidad
de
decir
que
no.
Apretando
los
dientes,
trató
de
relajarse.
Pero,
por
el
bufido
de
los
gatos,
su
culo
picaba.
Después
 de
 un
 minuto,
 deslizó
 la
 palma
 sobre
 sus
 nalgas,
manteniendo
 la
 otra
 mano
 presionada
 contra
 su
 coño.
 Lanzó
 dos
azotes
rápidos
más
y
volvió
a
acariciar.
Otro.
Ay.
—No
 veo
 ningún
 indicio
 de
 que
 esto
 te
 guste,
 mascota.
 —Ella
sintió
 que
 sus
 labios
 la
 tocaban
 donde
 la
 había
 golpeado.
 Un
 beso
gentil.
 Pasando
 una
 mano
 sobre
 su
 espalda,
 se
 acercó
 a
 la
 cabecera
del
banco.
Insegura
 de
 si
 quería
 estar
 aquí
 por
 más
 tiempo,
 tiró
 de
 las
restricciones
 en
 sus
 muñecas.
 Su
 pecho
 estaba
 vacío
 por
 la
decepción.
Agachándose,
le
acarició
la
mejilla
y
la
miró
a
los
ojos.
—¿Mallory?
—No
deberías...
—Ante
la
preocupación
en
sus
ojos,
ella
reprimió
el
resto
de
sus
palabras—.
No
me
gusta
que
me
peguen.
—Por
otro
lado,
no
le
había
pegado
tan
fuerte,
¿verdad?
Realmente,
los
golpes
no
habían
sido
más
duros
que
los
que
había
recibido
de
amigos.
Ella
exhaló
lentamente
y
admitió—.
Me
asustaste.
—Lo
 veo.
 Debería
 haberte
 explicado
 mejor
 lo
 que
 podría
significar
 el
 probar
 cosas.
 —Su
 mano
 cálida
 estaba
 en
 su
 mejilla—.
Planeo
 probar
 una
 variedad
 de
 técnicas
 comunes.
 Algunas
 pueden
ser
 levemente
 dolorosas.
 Es
 posible
 que
 el
 dolor
 se
 transforme
 en
placer,
en
excitación.
Nada
de
lo
que
haga
resultará
en
más
que
piel
levemente
enrojecida.
Algo
 levemente
 doloroso
 ella
 podría
 soportarlo.
 Ella
 arrugó
 la
nariz.
—No
me
pareció
excitante
recibir
una
nalgada.
Sus
labios
se
curvaron
ligeramente.
—Ya
 me
 di
 cuenta.
 Siempre
 voy
 a
 parar
 y
 hablar
 si
 lo
 necesitas,
mascota.
Si
realmente
te
asustas,
usa
tu
palabra
de
seguridad.
Ella
frunció
el
ceño.
—No
estoy
segura
de
entender
la
diferencia
entre
querer
hablar
y
usar
una
palabra
segura.
—Ah.
 —Él
 lo
 consideró—.
 Si
 quieres
 hablar
 o
 te
 sientes
incómoda,
o
incluso
dices
que
no,
la
primera
respuesta
de
un
Dom
será
detener
lo
que
está
haciendo
y
verificar,
ver
qué
está
mal,
quizás
hablarte
 o
 cambiar
 la
 técnica.
 Si
 usas
 la
 palabra
 segura,
 el
 Dom
inmediatamente
comenzará
a
liberar
las
restricciones
para
liberarte.
La
escena
se
termina
en
ese
mismísimo
momento.
—Como
un
botón
de
pánico.
—Exactamente.
 Algunas
 personas
 usan
 amarillo
 para
 decir
 que
necesitan
 cambiar
 algo
 sin
 detener
 la
 escena.
 Verde
 significa
 que
 lo
estás
disfrutando,
continuar.
—Puedo
recordar
eso.
—Bien.
 Pero,
 Mallory,
 eres
 nueva.
 Incluso
 si
 olvidas
 los
 colores,
está
bien.
Voy
a
estar
bien
contigo,
a
averiguar
lo
que
estás
diciendo.
Lo
 que
 necesitas.
 ——Sus
 ojos
 estaban
 fijos
 en
 los
 de
 ella.
 Estaba
totalmente
en
control
de
sí
mismo…
y
de
ella.
Escuchar
 que
 él
 no
 iría
 más
 rápido
 de
 lo
 que
 ella
 estaba
 lista
 y
que
escucharía
sus
preocupaciones
aliviaba
la
inquietud
nerviosa
en
su
estómago.
—De
acuerdo.
—¿Lista
 para
 continuar?
 —Su
 dedo
 acarició
 sus
 labios,
 y
 la
excitación
en
su
mirada
hizo
subir
vertiginosamente
la
de
ella.
—Sí.
Mmm,
¿sí,
señor?
Su
sonrisa
fue
rápida.
—Habiendo
sido
capitán,
siempre
me
gusta
escuchar
un
sí,
señor,
o
un
sí,
sí,
señor.
¿No
 acababa
 de
 enterarse
 que
 había
 sido
 oficial?
 Ella
 resopló
 y
recibió
un
beso
rápido.
Cuando
él
se
levantó,
ella
notó
el
bulto
saludable
en
sus
peludos
pantalones,
 y
 la
 altura
 de
 la
 mesa
 ponía
 ese
 bulto
 a
 la
 altura
 de
 su
boca.
Gente
inteligente,
estos
Doms.
Para
 su
 sorpresa,
 él
 no
 regresó
 a
 su
 coño.
 Sintió
 su
 cálida
 mano
acunar
su
pecho
colgando.
Ooooh.
Su
risita
dijo
que
su
pequeño
meneo
no
pasó
desapercibido.
Jugó
suavemente,
después
con
más
dureza,
haciendo
rodar
el
pezón
entre
sus
 dedos
 mientras
 el
 fuego
 dentro
 de
 ella
 ardía
 más
 y
 más.
 Sus
poderosos
 dedos
 pellizcaron
 la
 punta
 hasta
 el
 límite
 del
 dolor,
enviando
chispas
de
electricidad
directamente
a
su
coño.
Su
 mano
 libre
 agarró
 su
 cabello
 y
 le
 levantó
 la
 cabeza.
 Sus
 ojos
decididos
 sostuvieron
 los
 de
 ella,
 leyendo
 directamente
 en
 su
 alma
mientras
le
pellizcaba
el
pezón
nuevamente.
Cada
 hueso
 de
 su
 cuerpo
 se
 derritió
 en
 el
 banco,
 dejándola
flácida.
Y
mojada.
Muy,
muy
mojada.
Sus
labios
firmes
se
relajaron
en
una
sonrisa.
—Hay
un
dolor
que
está
de
acuerdo
contigo,
mascota.
Si
pudiera
recuperar
el
aliento,
podría
estar
de
acuerdo.
Cuando
él
 suavemente
 bajó
 su
 cabeza
 y
 acarició
 su
 cabello,
 un
 temblor
recorrió
 su
 columna
 vertebral.
 Por
 la
 curva
 de
 su
 boca,
 también
había
visto
cómo
le
afectaba
que
le
tiraran
del
pelo.
Él
levantó
algo
de
la
mesa.
Pasó
la
mano
sobre
su
espalda,
rodeó
la
mesa
al
otro
lado
y
se
inclinó
para
besarle
la
nuca
y
los
hombros.
Ella
sintió
su
mano
cerrarse
sobre
su
pecho
izquierdo.
Una
vez
más,
le
 pellizcó
 el
 pezón,
 y
 los
 latidos
 aumentaron
 allí,
 y
 en
 su
 clítoris,
hasta
que
lo
sintió
enormemente
hinchado.
—Sí,
 te
 gusta
 ese
 borde
 cortante—murmuró
 él.
 Con
 la
 mano
acunando
su
pecho,
él
la
besó
tiernamente,
deteniéndose
dulcemente
en
sus
labios.
Bajando,
besó
la
curva
entre
el
cuello
y
el
hombro,
y
la
mordió
ligeramente
allí.
Mientras
sus
dedos
trabajaban
un
pezón,
su
otra
 mano
 se
 cerró
 sobre
 su
 hombro,
 sosteniéndola
 mientras
 le
mordía
la
nuca.
El
 calor
 la
 inundó,
 como
 si
 la
 hubieran
 sumergido
 dentro
 un
fuego
erótico.
El
gemido
que
escapó
de
ella
fue
uno
que
nunca
había
escuchado
antes.
Él
continuó
con
firmes
mordiscos
subiendo
por
la
parte
posterior
de
su
cuello.
La
 piel
 de
 gallina
 le
 cubrió
 todo
 el
 cuerpo,
 sensibilizando
 cada
centímetro
de
su
piel.
 No
 estaba
segura…
 sus
 ojos
podrían
haberse
puesto
en
blanco.
Él
se
enderezó
y
entonces
sus
dos
manos
estaban
sobre
su
pecho
izquierdo.
Algo
frío
apretó
su
pezón...
y
se
cerró
herméticamente.
Ay.
 Ella
 trató
 de
 alejarse,
 pero
 la
 correa
 de
 la
 cintura
 estaba
demasiado
 apretada.
 No
 podía
 moverse.
 Lentamente,
 el
 dolor
 se
transformó
 en
 un
 apremiante
 latido
 bajo,
 y
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
estaba
jadeando.
La
 mano
 de
 Sawyer
 estaba
 sobre
 su
 hombro,
 la
 mirada
 en
 su
rostro
mientras
la
estudiaba.
—Agradable.
Coloquemos
una
pinza
en
el
otro
seno
para
que
no
te
sientas
desbalanceada.
—Pero...
 —La
 protesta
 murió
 bajo
 su
 mirada
 perceptiva.
 Le
dolía...
maravillosamente...
y
él
lo
sabía.
Ésta
no
era
quien
ella
pensaba
que
era.
Pero
una
mujer
debería
conocerse
y
aceptarse.
—Sí,
señor—murmuró
y
se
ganó
un
beso
de
aprobación.
Cuando
lo
hizo
en
el
pecho
derecho,
sus
dos
pezones
palpitaron
al
ritmo
de
los
latidos
de
su
corazón.
Sus
uñas
bajaron
por
su
espalda,
y
la
sensación
fue
increíble.
Con
una
mano,
le
acarició
la
espalda
con
algo
esponjoso
y
suave
como
un
gatito.
 Su
 otra
 mano
 llevaba
 un
 guante,
 uno
 con
 pequeñas
 puntas
afiladas
que
pasó
sobre
su
piel
cada
vez
más
sensible.
Cuando
 el
 pelo
 esponjoso
 y
 las
 puntas
 afiladas
 se
 movieron
 a
través
de
su
culo
todavía
caliente
y
azotado,
sintió
como
si
su
banco
se
balanceara.
Como
si
sus
pensamientos
flotaran
a
la
deriva
y
lejos
de
su
alcance.
Sus
 pezones
 pulsaban
 con
 un
 dolor
 leve,
 su
 piel
 brillaba
 con
calor,
y
su
coño
era
un
volcán
lleno
de
ardiente
necesidad.
***

Ah,
 solo
 mírala.
 La
 cara
 de
 la
 ninfa
 estaba
 sonrojada,
 sus
 labios
entreabiertos
 y
 estaba
 dejando
 escapar
 suaves
 gemidos.
 Joder,
 era
encantadora.
Había
olvidado
por
completo
que
estaba
en
un
lugar
público.
Bueno,
esto
podría
recordarle,
al
menos
por
un
momento
o
dos.
Después
 de
 colocar
 un
 condón
 sobre
 un
 delgado
 tapón
 anal,
 lo
lubricó
y
se
movió
entre
sus
muslos
separados.
—Tal
vez
no
te
guste,
Mallory,
pero
probémoslo
y
hablemos
de
tu
parecer
más
tarde.
Un
 ceño
 fruncido
 apareció
 entre
 sus
 cejas
 cuando
 él
 acarició
 su
clítoris
suavemente,
excitándolo
aún
más.
Ella
ya
estaba
empapada.
Él
 masajeó
 sus
 nalgas
 y
 las
 separó.
 Usando
 el
 resbaladizo
 tapón,
 le
recorrió
el
ano.
Ella
jadeó,
y
el
anillo
de
músculos
se
cerró.
Sawyer
 sonrió.
 Simon
 era
 un
 anfitrión
 prudente,
 el
 juguete
 anal
era
 del
 tamaño
 más
 pequeño.
 No
 lo
 suficientemente
 grande
 como
para
 que
 ella
 necesitase
 ser
 estirada.
 Así
 que
 Sawyer
 simplemente,
empujó
el
tapón
despiadadamente.
Ella
 chilló
 como
 Aquiles
 cuando
 el
 cachorro
 se
 cayó
 del
reposapiés.
Sofocando
una
carcajada,
Sawyer
le
acarició
la
espalda,
dejándola
adaptarse.
—Esto
se
llama
tapón
anal.
Tu
culo
tiene
muchos
nervios,
y
esto
los
despierta.
Ella
se
retorció
infelizmente.
—Esos
 nervios
 estaban
 perfectamente
 felices
 de
 estar
 dormidos,
gracias.
Él
soltó
una
risa.
Joder,
ella
era
algo.
Por
 el
 rabillo
 del
 ojo,
 notó
 a
 Ethan
 y
 Simon.
 Ambos
 estaban
sonriendo
mientras
caminaban
hacia
la
siguiente
escena.
Con
 la
 cara
 vuelta
 hacia
 la
 pared,
 Mallory
 no
 se
 había
 dado
cuenta.
Dándole
 un
 respiro,
 rodeó
 la
 mesa,
 le
 dio
 un
 beso,
 al
 que
 ella
todavía
se
entregó
generosamente,
y
usó
el
guante
de
vampiro
y
la
piel
de
conejo
en
la
espalda
hasta
que
volvió
a
relajarse.
Eso
no
duraría
mucho.
Tomó
el
dildo
de
silicona.
Delgado
y
largo,
tenía
finas
correas
en
la
base
que
lo
asegurarían
dentro
de
ella.
Después
de
envolverlo
con
un
condón,
empujó
el
pene
contra
su
coño
mojado
y
escuchó
que
su
respiración
se
detenía.
Ah
 Probablemente
 no
 estaba
 acostumbrada
 a
 que
 tanto
 su
 culo
como
su
coño
estuvieran
llenos.
El
 color
 en
 su
 rostro
 aumentó
 a
 un
 rosa
 embriagador,
 y
 cada
aliento
le
trajo
el
aroma
de
su
excitación
ligeramente
almizclada.
Lenta
pero
firmemente,
la
folló
con
el
dildo
varias
veces,
solo
por
diversión.
 Lo
 aseguró
 en
 su
 lugar,
 uniendo
 las
 correas
 traseras
 a
 la
correa
 de
 la
 cintura
 sobre
 su
 espalda.
 Las
 correas
 anteriores
 se
engancharon
a
la
mesa
debajo
de
ella.
Él
le
dio
unas
palmaditas
en
su
meneante
culo
con
aprobación.
¿Era
una
palabrota
la
que
ella
acababa
de
usar?
Levantando
 una
 pluma
 de
 la
 mesa,
 él
 sonrió.
 Atormentaría
 la
parte
superior
y
dejaría
que
la
parte
inferior
se
cocinara
a
fuego
lento
un
poco.
Torturar
a
una
pequeña
sumi,
¿había
algo
más
divertido?
Después
de
otra
ronda
lenta
de
juego
de
sensaciones,
ella
estaba
respirando
rápido,
obviamente
desesperada
por
más.
Sí,
maldición
ella
iba
a
conseguir
mucho
más.
Él
se
hincó
sobre
una
rodilla,
donde
él
y
Ethan
habían
colocado
la
varita
Hitachi
cubierta
por
un
condón,
en
las
abrazaderas
debajo
del
banco.
 Levantó
 el
 brazo
 metálico
 hasta
 apenas
 rozar
 el
 clítoris
 de
Mallory.
 Trabándolo
 en
 el
 lugar,
 encendió
 el
 vibrador
 en
 la
velocidad
más
baja.
—¡Aaaah!
—Ella
trató
de
levantar
su
trasero,
bajarlo,
retorcerse.
Con
 el
 control
 a
 distancia
 en
 la
 mano,
 Sawyer
 regresó
 a
 la
cabecera
de
la
mesa.
—Eso
debería
evitar
que
te
sientas
descuidada...
mientras
me
toca
el
turno.
Qué
hermosos
ojos
verdes,
aunque
estaban
un
poco
aturdidos
en
este
momento.
—¿Qué?
Él
se
desabrochó
el
pantalón
y
liberó
su
polla.
—Quiero
tu
boca,
mascota.
Sus
 labios
 formaron
 una
 O,
 y
 para
 su
 deleite,
 la
 excitación
aumentó
en
sus
ojos.
—Sí,
señor.
Aquí
había
una
mujer
a
la
que
le
gustaba
dar
mamadas.
¿Podría
ser
 más
 perfecta?
 Cuando
 su
 boca
 se
 abrió,
 él
 la
 alimentó
 con
 su
polla,
 sintiendo
 un
 estallido
 ante
 el
 calor
 envolvente.
 Él
 solo
 le
 dio
unos
centímetros
para
que
pudiera
deleitarse
con
la
sensación
de
su
lengua
húmeda
haciendo
círculos
en
la
punta.
Sus
labios
se
cerraron
firmemente
justo
debajo
del
glande.
Ella
soltó
un
bajo
—Mmmm.
Lentamente,
 él
 avanzó,
 ella
 relajó
 la
 garganta
 y
 lo
 tomó
 hasta
 la
empuñadura.
Dios
mío,
ella
se
sintió
increíble.
Cuando
 tragaba,
 su
 garganta
 se
 apretaba
 alrededor
 de
 la
 punta.
Ella
deliberadamente
le
estaba
dando
aún
más
placer.
Los
ojos
masculinos
casi
estaban
en
blanco.
No
Me.
Puedo.
Correr.
Ahora.
Inspiró
lentamente
y
se
retiró
para
controlarse.
—Eres
buena
en
esto,
cariño.
El
placer
iluminó
sus
ojos.
—Supongo
que
toda
esa
lectura
dio
su
fruto.
Recordando
 el
 estante
 de
 libros
 BDSM,
 él
 se
 rio.
 Sí,
 podía
 verla
investigando
cómo
complacer
a
un
hombre.
—Me
 encantan
 los
 ratones
 de
 biblioteca.
 —Estando
 restringida,
no
 podía
 moverse
 mucho...
 ese
 era
 el
 punto
 ...
 así
 que
 lentamente
volvió
 a
 empujar
 hacia
 adentro.
 Meciendo
 sus
 caderas,
 le
 folló
 la
boca
suavemente
y
observó
su
respuesta.
Por
 el
 meneo
 de
 sus
 caderas,
 el
 vibrador
 obviamente
 la
 tenía
cerca
de
correrse,
sin
embargo,
estaba
chupando
y
lamiendo
su
polla
con
entusiasmo
cuando
él
se
lo
permitió.
Su
deleite
dando
mamadas
era
evidente.
De
 acuerdo,
 entonces.
 Envolvió
 su
 cabello
 alrededor
 del
 puño,
inmovilizando
su
cabeza
por
completo,
y
aumentó
sus
embestidas.
***

Ella
no
podía
hacer
nada.
Las
sensaciones
la
invadieron,
la
mano
se
 apretó
 en
 su
 cabello,
 atrapándola.
 Su
 polla
 le
 estaba
 llenando
 su
boca.
 Sus
 pinzados
 pezones
 palpitaban.
 La
 correa
 de
 la
 cintura
 la
mantenía
inmóvil.
Estar
 tan
 indefensa
 era
 devastador.
 Y
 maravilloso.
 El
 mundo
entero,
incluso
el
aire,
borbollaba
con
excitación.
Mientras
el
enorme
vibrador
zumbaba
contra
su
clítoris,
su
coño
y
 ano
 se
 contraían
 alrededor
 de
 los
 juguetes
empalándola.
Todo
 su
cuerpo
se
estaba
convirtiendo
en
un
nervio
gigante
y
tembloroso.
Y
su
polla
era
tan
caliente,
tan
gruesa.
Ella
trazó
las
venas
con
su
lengua,
chupando
suavemente,
y
aspiró
su
masculino
aroma.
Para
su
decepción,
él
se
apartó
y
le
soltó
el
pelo.
Su
mirada
capturó
la
de
ella,
de
un
azul
tan
intenso.
—Voy
 a
 terminar
 dentro
 de
 ti,
 mascota,
 y
 voy
 a
 tomarte
 duro.
Con
el
tapón
todavía
en
el
culo.
Una
ola
de
calor
la
atravesó,
y
el
sonido
que
escapó
de
ella
sonó...
codicioso.
Él
se
rio
y
la
besó
suavemente
antes
de
caminar
hacia
el
lado
del
banco,
haciendo
una
pausa
para
juguetear
con
la
pinza
del
pezón
y
aumentar
el
latido
doloroso
en
su
pecho.
Ella
 escuchó
 el
 sonido
 de
 un
 envoltorio
 de
 condón,
 y
 muy
lentamente,
 él
 retiró
 el
 dildo
 de
 su
 coño.
 Hubo
 una
 presión
 en
 su
entrada,
y
él
apenas
se
empujó
dentro.
Oh,
 su
 polla
 se
 sentía
 tan
 diferente
 al
 dildo.
 Más
 gruesa.
 Más
caliente,
como
hierro
candente.
Entonces,
con
una
estocada
dura
y
despiadada,
entró
en
ella.
Madre
 de
 los
 gatos.
 Con
 su
 gruesa
 polla
 y
 ese
 tapón
 anal,
 todo
estaba
 demasiado
 lleno.
 Ella
 se
 congeló,
 temerosa
 incluso
 de
moverse
 mientras
 su
 mitad
 inferior
 latía
 alrededor
 de
 las
intrusiones.
Su
pecho
estaba
contra
su
espalda
y
él
se
agachó
para
jugar
con
las
pinzas
de
los
pezones.
La
presión
sobre
el
izquierdo
desapareció.
Él
le
había
quitado
la
pinza,
se
dio
cuenta
un
segundo
antes
de
que
la
sangre
volviera
a
fluir
hacia
el
maltratado
tejido.
—¡Aaaah!
 —Dolía...
 pero
 no
 tanto.
 La
 sensación
 era
 tan
 caliente
como
 el
 fuego,
 pero
 dulce,
 una
 lluvia
 líquida
 de
 sensaciones.
 Ella
inspiró,
y
después
de
un
minuto
el
dolor
disminuyó.
—Esa
es
una
buena
chica—murmuró,
besó
su
hombro...
y
quitó
la
pinza
derecha.
Por
 el
 bufido
 de
 los
 gatos.
 Dolía.
 No
 dolía.
 De
 manera
desconcertante,
 mientras
 sus
 pezones
 latían
 con
 glorioso
 dolor,
también
lo
hizo
su
clítoris.
Bajo
su
peso,
ella
se
retorció
cuando
cada
nervio
de
su
cuerpo
chisporroteó
de
excitación.
De
 repente,
 el
 vibrador
 en
 su
 coño
 se
 aceleró,
 golpeando
 con
fuerza
contra
su
clítoris
hinchado.
Sus
músculos
se
tensaron;
sus
entrañas
se
contrajeron
con
fuerza.
—Ah,
ah,
ahhhh.
Él
se
condujo
duro
una
vez,
dos
veces.
Todo
dentro
de
ella
se
contrajo
y
estalló.
La
ardiente
sensación
la
recorrió,
hirviendo
por
las
venas,
cantando
sobre
sus
nervios.
Ella
se
sacudió
alrededor
de
su
gruesa
polla
invasora,
y
aún
más
oleadas
de
placer
la
sacudieron.
Cuando
 él
 apagó
 el
 vibrador,
 su
 cuerpo
 simplemente
 se
 quedó
sin
fuerzas.
Él
se
estaba
riendo,
ella
se
dio
cuenta...
finalmente...
pero
él
no
se
había
 corrido,
 y
 su
 polla
 aún
 estaba
 pesada
 y
 dura
 dentro
 de
 ella,
moviéndose
suavemente
mientras
ella
se
relajaba.
Pero,
oh,
se
sentía
bien.
Poco
 a
 poco,
 aumentó
 su
 velocidad.
 Sus
 manos
 agarraron
 sus
caderas,
 sosteniéndola
 firmemente.
 Podía
 sentir
 sus
 muslos
frotándose
 contra
 el
 interior
 de
 los
 de
 ella,
 escuchar
 el
 sonido
húmedo
 de
 su
 polla
 entrando
 en
 ella.
 Tan
 erótico,
 tan
 controlado
 y
firme.
—Dios
 mío,
 ninfa,
 te
 sientes
 increíble.
 —Él
 meneó
 las
 caderas,
golpeando
 cada
 nervio
 dentro
 de
 ella—.
 Me
 gusta
 ver
 tus
 pezones
rojos
y
brillantes
por
las
pinzas.
Mis
mordiscos
en
tu
cuello.
Todo
lo
que
mencionó
excitó
esas
áreas
nuevamente.
—Me
 gustas
 con
 un
 tapón
 en
 el
 culo
 y
 sentir
 lo
 apretada
 que
estás
alrededor
de
mi
polla.
Y
podía
sentirlo
dentro
de
ella,
tan
caliente
y
duro
como
el
acero.
—Me
 gusta
 atarte
 y
 posicionar
 tu
 coño
 para
 que
 seas
 fácil
 de
follar.
Me
gusta
saber
que
no
puedes
moverte
de
donde
te
pongo.
De
 alguna
 manera,
 las
 correas
 sobre
 sus
 antebrazos
 y
 tobillos
parecieron
 tensarse.
 La
 restricción
 de
 la
 cintura
 la
 inmovilizó,
obligándola
 a
 tomar
 lo
 que
 él
 le
 dio.
 Ella
 no
 pudo
 evitar
 menearse
contra
eso.
Tirando
de
las
correas.
Inmovilizada.
Impotente.
La
mesa
pareció
caer
unos
centímetros.
—Me
gusta
saber
que
puedo
hacer
que
te
corras
nuevamente,
lo
quieras
o
no.
—Antes
de
que
ella
pudiera
reaccionar,
el
vibrador
en
su
clítoris
se
reactivó,
más
fuerte
y
más
rápido.
Su
polla
presionó
de
nuevo,
tomándola
implacablemente.
—Y
me
encanta
estar
dentro
de
ti.
Su
 coño
 se
 apretó
 con
 el
 exquisito
 tormento
 cuando
 la
 excitante
presión
aumentó
dentro
de
ella
nuevamente.
De
repente,
el
tapón
anal
se
movió,
y
ella
se
sacudió
en
estado
de
shock.
Tirando
y
retorciendo
el
tapón,
estaba
forzando
a
esos
nervios
a
una
 chisporroteante
 conciencia.
 Mientras
 jugaba
 con
 el
 tapón,
 él
retiró
su
polla
lentamente.
Cuando
 el
 vibrador
 zumbó
 fuerte,
 su
 clítoris
 se
 tensó
 y
hormigueó.
 Toda
 el
 área,
 desde
 su
 culo
 hasta
 su
 coño,
 palpitaba
 y
estaba
tan
sensible
que
cada
movimiento
del
tapón
la
empujaba
más
cerca.
Su
respiración
se
detuvo,
cada
músculo
se
tensó
con
anticipación,
mientras
estaba
suspendida
sobre
el
borde.
Entonces
la
embistió
con
su
enorme
polla.
Su
 coño
 se
 cerró
 con
 fuerza
 alrededor
 de
 él,
 con
 espasmos
 de
placer...
 y
 la
 sensación
 corriendo
 por
 sus
 venas
 fue
 como
 la
inundación
 de
 los
 arroyos
 en
 la
 primavera,
 un
 rugido
 increíble
 de
placer
que
no
se
detenía.
Sus
 manos
 se
 apretaron
 sobre
 sus
 caderas,
 y
 él
 se
 hundió
profundamente,
 llegando
 al
 clímax
 con
 ella,
 y
 cada
 sacudida
 de
 su
polla
la
hizo
apretarse
en
torno
a
ésta
con
más
fuerza.
En
 algún
 lugar
 del
 espacio,
 podía
 sentir
 sus
 manos
 moviéndose
sobre
ella,
pero
las
inundaciones
de
la
primavera
la
habían
soltado,
y
estaba
flotando,
cabalgando
sobre
el
agua
ondulante
río
abajo
hacia
donde
desembocaba
en
un
océano
interminable.
***
Después
de
limpiar
a
su
pequeña
sumi
atontada,
a
sí
mismo
y
al
equipamiento,
Sawyer
se
colgó
el
bolso
de
juguetes
sobre
el
hombro
y
levantó
a
Mallory.
Cruzando
el
área
de
la
mazmorra,
se
dirigió
a
la
tranquila
esquina
de
cuidados
posteriores
con
sus
luces
más
tenues
y
sillas
 más
 cómodas.
 Se
 sentó,
 colocó
 a
 Mallory
 en
 su
 regazo
 y
envolvió
la
manta
a
su
alrededor.
Parpadeando,
ella
miró
a
su
alrededor.
—¿Dónde
estamos?
—En
 un
 lugar
 tranquilo
 para
 recuperarse.
 —Le
 apartó
 los
mechones
 de
 cabello
 húmedo
 de
 la
 cara
 y
 le
 quitó
 las
 hojas
 que
colgaban
 de
 su
 cabello—.
 Pareces
 una
 ninfa
 completamente
depravada.
—Mmm.
Hiciste
un
trabajo
muy
minucioso
de
depravación.
Bebiendo
en
su
sonrisa,
le
acarició
la
mejilla.
—¿Qué
te
pareció
la
escena?
Ella
se
sonrojó.
—Yo...
mmm...
me
corrí.
Me
gustó
mucho
¿No
te
diste
cuenta?
—Claro.
—Él
pasó
 un
 dedo
 desde
 lo
alto
 de
 su
pómulo
hasta
la
comisura
de
su
boca.
Tan
jodidamente
suave.
El
pliegue
al
lado
de
su
boca
 era
 una
 arruga
 de
 risa.
 Sí,
 ella
 se
 reía
 mucho
 más
 de
 lo
 que
fruncía
el
ceño.
Después
 de
 un
 segundo,
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
 necesitaba
explicarse
más
detalladamente.
—No
 es
 difícil
 hacer
 que
 una
 mujer
 se
 corra,
 ninfa.
 Una
 escena
BDSM
 es
 más
 que
 solo
 sexo,
 ni
 siquiera
 se
 tiene
 que
 tener
 sexo,
 de
hecho.
 Una
 escena
 debe
 empujar
 algunos
 límites,
 aumentar
 la
confianza,
revelar
un
poco
más
sobre
el
Dom
y
el
sumiso.
Sacudir
un
poco
el
mundo.
—Oh.
—Sus
ojos
verdes
todavía
estaban
ligeramente
vidriosos—.
Creo
que
lo
lograste
todo.
Me
enseñaste
más
de
lo
que
me
gusta
que
lo
que
aprendí
en
treinta
años.
—Es
bueno
saberlo.
Ella
 empujó
 la
 manta
 hacia
 atrás
 lo
 suficiente
 como
 para
presionar
su
palma
contra
su
mejilla.
—Tienes
más
paciencia
de
lo
que
esperaba
y
más
determinación.
No
 me
 pisoteaste,
 sin
 embargo...
 tampoco
 me
 dejaste
 retroceder.
Aun
así,
sabía
que
honrarías
mi
palabra
de
seguridad
si
la
usaba.
Ella
lo
miró
vacilante.
—¿Hubo
algo
más
que
podría
haber
hecho...
por
ti?
Alguien
 que
 quería
 dar
 más
 que
 recibir.
 Una
 sumisa
 atenta.
Maldición,
 ella
 tiró
 de
 su
 corazón.
 Él
 levantó
 su
 mano
 y
 le
 besó
 la
palma.
—Estaba
completamente
satisfecho,
cariño.
No,
eso
no
era
suficiente.
Ella
merecía
el
tipo
de
respuesta
que
él
le
exigiría.
—Me
 encantó
 estar
 contigo,
 tus
 respuestas
 fueron
 honestas
 y
hermosas.
¿Y
para
mi
propio
placer?
Tienes
una
gran
boca,
y
espero
disfrutarla
de
nuevo.
—Él
le
pasó
el
dedo
por
los
labios—.
Ya
sabía
que
 me
 gustaba
 estar
 dentro
 de
 ti.
 Una
 de
 mis
 perversiones
 es
 lo
mucho
 que
 me
 gusta
 follar
 a
 una
 mujer
 que
 está
 atada,
especialmente
cuando
se
corre
estando
amarrada
tanto
como
tú.
El
color
aumentó
en
su
rostro.
Él
le
pasó
el
dedo
sobre
la
mejilla
para
ver
si
la
temperatura
de
su
piel
también
aumentó.
Y
sonrió
porque
lo
hizo.
—Descubrir
 lo
 que
 te
 gusta
 y
 probar
 tus
 respuestas
 fue
simplemente
 divertido.
 Presionarte
 para
 que
 tomes
 un
 poco
 más...
eso
 satisface
 al
 Dom
 en
 mí.
 —Lo
 siguiente
 no
 fue
 tan
 fácil;
 no
obstante,
sacó
las
agallas
para
exponerlo—.
Conoces
mi
pasado…
y
que
todavía
estoy
involucrado
con
la
violencia.
Sus
ojos
estaban
muy
abiertos
y
claros.
—Que
confíes
en
mí
de
todos
modos
significa
jodidamente
todo.
—Oh,
Sawyer.
—Ella
se
giró
para
rodearlo
con
los
brazos—.
No
estás
luchando
porque
lo
disfrutas,
sino
para
salvar
a
los
demás.
—
Bajó
la
cabeza
y
levantó
los
labios
para
besarlo.
Sus
 labios
 eran
 suaves.
 Dadivosos.
 Hacia
 unos
 minutos,
 cuando
la
 había
 llevado
 a
 través
 de
 la
 habitación,
 ella
 cerró
 los
 ojos
 y
 se
acurrucó
más
cerca.
Confió
en
él.
Dios
mío,
ella
lo
estaba
destruyendo.
—Eres
mi
héroe,
Sawyer
Ware.
Y
te
amo—susurró
ella
contra
sus
labios,
Las
palabras
rompieron
sus
defensas
y
se
deslizaron
en
su
alma
como
el
cuchillo
más
afilado.
—No
puedes.
No.
—¿Qué
demonios
había
hecho?—.
Yo
no
soy...
No
me
conoces.
No,
Mallory,
no
te
hagas
esto.
Él
inspiró
trémulamente.
—Cariño,
sentir...
afecto...
por
un
Dom
es
muy
común
después
de
una
escena.
Realmente
no
me
quieres
así.
—Idiota,
 te
 amaba
 antes
 de
 hoy.
 Todo
 lo
 que
 hizo
 la
 escena
 fue
aflojar
mi
lengua,
así
que
lo
dije
a
bocajarro.
Ella
 inclinó
 la
 cabeza,
 mirándolo
 a
 la
 cara,
 y
 sus
 labios
 se
curvaron.
—Oh,
 Sawyer,
 el
 amor
 es
 simplemente
 un
 sentimiento,
 no
 un
intercambio
 de
 regalos
 de
 navidad.
 Al
 igual
 que
 el
 calor
 del
 sol,
simplemente
 existe
 y
 no
 desaparecerá...
 incluso
 si
 el
 destinatario
protesta.
Él
la
miró
fijamente.
Ella
lo
amaba.
Su
 revelación
 lo
 obligó
 a
 descubrir
 que
 él
 no
 quería...
 darse
cuenta
de
que
la
amaba.
Oh,
 joder.
 Él
 lo
 sabía.
 Sin
 embargo,
 las
 palabras
 no
 vendrían.
Burbujearon
 profundamente
 en
 su
 pecho,
 bloqueados
 por
 años
 de
guerra
y
la
gruesa
puerta
de
su
celda
de
concreto.
—Mallory…
Cuando
 ella
 inclinó
 la
 cabeza
 y
 lo
 miró
 con
 esos
 ojos
 sabios
 y
transparentes,
 no
 vio
 a
 una
 mujer
 joven,
 sino
 a
 una
 de
 eones,
 que
poseía
la
fuerza
inquebrantable
de
una
montaña
y
la
paciencia
de
las
estrellas.
—¿Vas
a
alejarte
de
nuevo,
Ware?
—Joder,
 no.
 —Las
 palabras
 salieron
 de
 sus
 profundidades.
 Él
apretó
 sus
 brazos
 alrededor
 de
 ella,
 sosteniéndola
 como
 si
 pudiera
fundirla
en
su
cuerpo.
A
la
postre,
la
escuchó
jadeando…
y
riendo.
—Lo
 siento,
 ninfa.
 —Después
 de
 aligerar
 su
 abrazo
 y
 sentarse,
sonrió.
Su
manta
se
había
caído,
desnudándola
hasta
la
cintura.
Sus
pezones
 todavía
 estaban
 rojos
 por
 las
 pinzas,
 sus
 senos
 altos
 e
hinchados.
 ¿Qué
 hombre
 podría
 resistirse
 a
 disfrutar
 de
 la
 dulce
vista?
Cuando
 su
 mirada
 siguió
 la
 de
 él,
 tuvo
 el
 placer
 de
 ver
 el
 rosa
subir
 desde
 sus
 senos.
 Levantó
 la
 manta
 con
 una
 expresión
 de
reproche
que
habría
sido
apropiada
en
una
escuela
del
siglo
XIX.
—Para
 alguien
 que...
 —Se
 interrumpió
 al
 ver
 a
 Xavier,
 Abby
 y
Ethan.
 Incapaz
 de
 pararse,
 Sawyer
 sonrió
 para
 mostrar
 que
 no
estaban
 interrumpiendo
 una
 sesión
 de
 cuidados—.
 Mallory,
 ésta
 es
Abby,
 la
 esposa
 y
 sumisa
 de
 Xavier,
 y
 profesora
 de
 sociología
universitaria.
Abby,
te
presento
a
Mallory,
una
contratista
general
de
Bear
Flat.
Ésta
es
su
primera
vez
en
una
mazmorra.
De
 estatura
 y
 peso
 mediano,
 la
 profesora
 tenía
 la
 piel
 pálida
 e
impecable,
cabello
rubio
corto
y
esponjoso
y
ojos
grises.
Al
lado
del
color
 oscuro
 y
 el
 tamaño
 de
 los
 nativos
 americanos
 de
 Xavier,
parecía
una
frágil
muñeca
de
porcelana.
—Bienvenido
 a
 Dark
 Haven,
 Mallory.
 Espero
 que
 estés
disfrutando
de
tu
visita.
Mallory
sonrió.
—Lo
hago,
aunque
todavía
estoy
un
poco
abrumada.
—Oh,
 entiendo.
 —Con
 una
 sonrisa,
 Abby
 agregó—.
 Mi
 primera
noche
aquí,
me
presentaron
a
Xavier.
Un
minuto
después,
él
me
dijo:
Necesito
 tus
 senos
 por
 unos
 minutos.
 Casi
 me
 largo
 del
 lugar
 en
 ese
momento.
El
 sonido
 que
 hizo
 Mallory
 fue
 entre
 un
 resoplido
 y
 una
 risita
cuando
miró
a
Xavier
y
le
dijo
a
Abby:
—¿Creerías
que
tuve
la
misma
reacción
cuando
lo
conocí?
Los
labios
de
Xavier
se
retorcieron.
Sawyer
señaló
a
las
sillas
cercanas.
—¿Te
gustaría
unirte
a
nosotros?
—Estaríamos
encantados.
—Xavier
tomó
una
silla
y
tiró
de
Abby
sobre
su
regazo.
—Gracias,
no—dijo
Ethan—.
Vine
a
ver
si
tenías
alguna
pregunta
o
inquietud.
Simon
se
fue
y
dijo
que
te
dijera
que
estaría
en
contacto.
Sawyer
hizo
un
gesto
hacia
el
bolso.
—Por
 favor,
 hazle
 saber
 que
 aprecio
 el
 préstamo.
 Todos
 los
juguetes
fueron
cubiertos
con
condones
durante
su
uso
y
limpiados
después.
—Se
lo
haré
saber.
Una
 hermosa
 sumisa
 morena
 trotó
 hasta
 el
 área
 de
 cuidados
posteriores
y
se
detuvo.
Cuando
Ethan
levantó
las
cejas
hacia
ella,
soltó:
—Sir
Ethan,
mi
Dom
tiene
preparadas
las
cosas
para
el
juego
de
cera.
¿Puedes
venir
y
ayudar?
—Por
supuesto,
muñeca.
—Agarró
el
bolso
de
juguetes
y
asintió
con
 la
 cabeza
 a
 Sawyer—.
 Ustedes
 se
 ven
 bien
 juntos.
 Ha
 sido
 un
placer.
Mientras
se
alejaba,
Mallory
frunció
el
ceño.
—¿Él
está
bien?
Su
aur...
ah,
parecía
triste.
Xavier
inclinó
la
cabeza.
—Eres
muy
perceptiva.
Él
tuvo
un
recordatorio
de
alguien
que...
perdió.
—Su
expresión
ilegible
no
dio
más
pistas.
Pérdida.
 Acariciando
 con
 la
 nariz
 el
 cabello
 de
 Mallory,
 Sawyer
sintió
una
punzada
de
lástima
por
el
otro
Dom.
Maldición,
 solía
 olvidar
 lo
 afortunado
 que
 era.
 Tenía
 hermanos
que
serían
leales
hasta
la
muerte.
Nuevos
amigos,
incluido
uno
que
se
metía
en
peleas
callejeras
con
él
y
otros
que
lo
arrastraron
a
clubes
BDSM.
Y
tenía
una
mujer
fuerte
e
increíble
que
dijo
que
lo
amaba.
Como
 si
 pudiera
 ver
 sus
 pensamientos,
 Mallory
 lo
 abrazó
 antes
de
preguntarle
a
los
otros
dos:
—He
leído
que
los
sumisos
a
menudo
llaman
a
sus
Doms,
señor.
¿Es
normal
usarlo
como
título?
Sir
Ethan.
Abby
rio.
—En
su
caso,
es
un
título
real.
Uno
de
sus
sumisos
descubrió
que
es
 un
 baronet,
 y
 en
 Inglaterra
 se
 llama
 Sir
 Ethan.
 Ella
 comenzó
 a
llamarlo
Sir
Ethan,
y
ahora
todos
lo
hacen.
—Abby
le
sonrió
a
Xavier
—.
Prefiero
disfrutar
llamándote
Mi
Señor.
Ante
el
sonido
exasperado
de
Xavier,
Sawyer
sonrió.
—Me
hace
sentir
agradecido
de
no
pertenecer
a
un
club.
Ningún
maldito
título
para
mí.
Pero
 cuando
 miró
 a
 Mallory,
 la
 travesura
 brillaba
 en
 sus
 ojos
antes
de
susurrar:
—Te
amo...
mi
capitán.
La
primera
parte
de
su
declaración
lo
llenó
de
calidez.
De
placer
y
gratitud
indescriptible.
No
merecía
su
amor,
pero,
maldición,
él
lo
quería.
Después
de
un
segundo,
consideró
sus
últimas
dos
palabras.
¿Mi
capitán
después
de
haber
dicho
que
no
le
gustaban
los
títulos?
Estaba
empezando
a
parecerle
que
tenía
una
malcriada
en
sus
manos.
A
 fin
de
cuentas,
le
 gustaban
 las
 malcriadas.
Las
lindas
como
 la
que
sostenía
en
sus
brazos.
—Mi
 ninfa,
 no
 pensé
 que
 te
 gustara
 que
 te
 zurraran.
 ¿O...?
 —
susurró
él.
Ella
solo
se
rio
de
su
amenaza.
Estoy
tan
jodido.

Capítulo
15
 

El
 martes
 por
 la
 tarde,
 Sawyer
 trabajaba
 para
 reemplazar
 los
boxes
 en
 su
 establo.
 Era
 el
 primero
 de
 noviembre
 y
 el
 otoño
 había
pasado
volando.
Con
un
golpeteo
de
patas,
Aquiles
entró
corriendo
por
la
puerta
abierta
del
establo
y
dejó
caer
un
palo
a
los
pies
de
Sawyer.
—La
siesta
terminó,
¿eh?
Ayer
 y
 hoy,
 en
 la
 pradera
 de
 los
 Masterson,
 el
 cachorro
 había
ejercitado
 su
 peludo
 trasero
 tratando
 de
 arrear
 el
 ganado
 y
 los
caballos,
 mientras
 Sawyer
 cuidaba
 del
 ganado.
 Era
 bueno
 que
 el
perro
 quisiera
 ayudar.
 Sin
 embargo,
 todo
 ese
 entusiasmo
 era
agotador
de
ver.
Sonriendo,
Sawyer
arrojó
el
palo
por
la
puerta
abierta.
Aquiles
corrió
tras
él,
no
tropezando
del
todo.
El
cachorro
estaba
creciendo
 rápidamente
 y
 experimentaba
 toda
 la
 torpeza
 que
conllevaba
tener
patas
demasiado
grandes.
Sawyer
 conocía
 el
 sentimiento.
 Cuando
 era
 niño,
 se
 había
tropezado
 con
 sus
 propias
 botas
 con
 tanta
 frecuencia
 que
 su
padrastro,
Reuben,
lo
había
etiquetado
como
torpe
e
inútil.
Al
menos
la
 reputación
 de
 Sawyer
 de
 ser
 descoordinado
 significaba
 que
Reuben
 nunca
 se
 dio
 cuenta
 de
 la
 frecuencia
 con
 la
 que
 Sawyer
tiraba
las
cosas
a
la
mierda
para
desviar
el
castigo
de
Héctor.
Un
 imbécil
 borracho,
 Reuben
 no
 había
 sido
 la
 bombilla
 más
brillante
 de
 la
 lámpara.
 Había
 odiado…y
 respetado
 al
 A icus
sociable
 y
 atlético.
 Seguro
 que
 nunca
 entendió
 el
 gusto
 de
 Sawyer
por
la
soledad
y
los
caballos.
Formado
por
una
infancia
interesante.
Después
de
experimentar
los
 puños
 de
 Reuben
 cuando
 era
 niño,
 encontró
 que
 el
entrenamiento
 SERE
 de
 los
 SEALs
 (Supervivencia,
 Evasión,
Resistencia
 y
 Escape)
 presentaba
 menos
 desafío
 de
 lo
 que
 había
previsto.
Aquiles
 regresó
 trotando
 con
 el
 palo,
 la
 cola
 levantada
 con
orgullo.
Sawyer
se
lo
arrojó
de
nuevo
y
se
produjo
otra
persecución.
Necesitando
un
descanso,
se
dirigió
a
la
cabaña.
Tiempo
de
más
café.
 Anoche,
 después
 de
 dejar
 a
 Mallory
 caliente
 y
 saciada
 en
 su
cama,
había
pasado
una
hora
deslizándose
debajo
de
cada
vehículo
de
los
Aryan
Hammers
para
conectar
los
dispositivos
de
rastreo
GPS
que
había
recibido
de
Simon.
Si
la
pandilla
usaba
sus
coches,
sabría
cuándo
salían
por
la
noche.
Todos
 los
 datos
 eran
 enviados
 a
 su
 teléfono,
 lo
 que
 haría
 sonar
una
 alarma
 cuando
 llegara
 una
 notificación.
 Con
 el
 monitoreo
instalado,
 tal
 vez
 podría
 ponerse
 al
 día
 con
 el
 sueño...
 y
 tener
 más
tiempo
con
Mallory.
En
la
cama.
Dios
mío,
los
pequeños
sonidos
que
hacía
 justo
 antes
 de
 llegar
 al
 clímax
 eran
 suficientes
 para
 volverlo
loco.
Cuando
se
corría,
quería
comenzar
todo
de
nuevo
otra
vez.
Esta
 mañana,
 se
 había
 despertado
 primero
 y
 la
 observó
 dormir.
La
 observó
 despertarse
 lentamente.
 Cuando
 lo
 vio,
 sus
 ojos
 se
habían
 calentado
 y
 había
 sonreído.
 Sí,
 su
 corazón
 había
 dado
 un
puto
vuelco
en
el
pecho.
Ella
realmente
lo
amaba.
Se
merecía
a
alguien
mejor
que
él.
Pero...
ella
lo
amaba
a
él,
y
él
había
renunciado
a
convencerla
de
su
tonta
elección,
porque,
joder,
la
deseaba
tanto.
Estar
con
ella
era
como
 encontrar
 el
 verano
 después
 de
 una
 eternidad
 de
 tormentas
invernales.
Demonios,
solo
pensar
en
ella
lo
ponía
duro.
Se
detuvo
en
medio
del
patio
y
se
acomodó.
Aunque
 su
 misión
 no
 había
 terminado
 y
 no
 debía
 permitirse
distraerse,
 el
 final
 del
 juego
 se
 acercaba.
 No
 quedaban
 muchos
Hammers
en
Bear
Flat.
Cuando
sus
números
decreciendo
alcanzaran
cierto
punto,
no
podrían
permitirse
el
lujo
de
quedarse.
Una
vez
que
la
pandilla
dejara
la
ciudad,
Sawyer
podría
vivir
una
vida
 normal.
 Dirigir
 su
 servicio
 de
 provisión
 de
 infraestructura.
Criar
y
entrenar
caballos.
Ayudar
a
Mallory
con
su
jardín.
Enseñarle
a
Aquiles
a
ser
un
buen
perro
ganadero.
Él
podría
ser
parte
de
esta
ciudad,
y
con
Mallory
a
su
lado
y
A 
a
sus
espaldas,
no
había
nada
que
no
superara.
Sí.
Sonó
su
celular
y
lo
sacó.
—Hola,
Héctor.
¿Cómo
estás?
—Compré
 mi
 tierra,
 hermano.
 Conseguí
 el
 lugar
 que
 quería
 al
precio
que
quería.
—¿La
 que
 está
 al
 pie
 de
 las
 montañas?
 —Sawyer
 visualizó
 la
extensión
que
él
y
Héctor
habían
mirado.
Un
perímetro
parcialmente
arbolado
rodeado
de
amplias
praderas.
Sólidos
edificios
anexos:
un
granero
y
dos
establos.
Una
cabaña
de
dos
pisos.
Había
suficiente
tierra
para
que
Sawyer
pudiera
pastar
su
ganado
allí
en
el
invierno,
y
durante
los
meses
más
secos
del
verano,
Héctor
podía
traer
sus
caballos
aquí,
donde
todavía
habría
pasto.
—Redujo
 un
 montón
 de
 mi
 parte
 de
 las
 ganancias
 del
 rancho—
dijo
Héctor—.
Eso
duele
un
poco.
—Conozco
el
sentimiento.
—Sawyer
sonrió.
Como
copropietarios
del
 rancho
 de
 Idaho,
 los
 tres
 dividieron
 las
 ganancias,
 aunque
Héctor
recibió
un
salario
adicional
de
gerente
de
rancho.
La
venta
les
había
generado
una
buena
ganancia,
y
como
Sawyer
siempre
había
vivido
en
la
base,
ya
había
tenido
una
buena
cantidad
de
ahorros.
Pero
 con
 la
 compra
 de
 tierras
 y
 la
 necesidad
 de
 comprar
ejemplares,
 yeguas
 de
 cría,
 animales
 de
 un
 año
 y
 arreos
 para
 el
negocio,
 seguro
 que
 no
 sería
 rico,
 aunque
 tenía
 suficiente
 para
sobrevivir
hasta
que
el
negocio
diera
ganancias.
—Una
 vez
 que
 la
 nieve
 llegue
 aquí,
 bajaré
 y
 te
 ayudaré
 a
establecerte
en
el
lugar.
—Suena
bien.
He
extrañado
que
tú
y
A 
estén
cerca.
—Sí,
yo
también.
—Tenía
ganas
de
presentarle
a
Mallory—.
¿Qué
harás
ahora?
—Estaré
en
Idaho
hasta
que
el
ganado
que
estoy
conservando
sea
movido.
Una
vez
hecho
esto,
me
tomaré
las
primeras
vacaciones
que
he
 tenido
 en
 años.
 En
 algún
 lugar
 tropical.
 Aprenderé
 a
 bucear.
 Y
conseguiré
mirar
mujeres
mayormente
desnudas.
Sawyer
sonrió.
A
veces
olvidaba
que
su
hermano
pequeño
era
un
hombre
adulto.
Dios
santo,
Héctor
tenía
más
de
treinta
años.
—Date
el
gusto,
hermano.
Mientras
tanto,
tenía
un
establo
que
arreglar,
una
manada
de
los
Masterson
 para
 cuidar,
 una
 mujer
 maravillosa
 para
 mimar
 y
 una
pandilla
para
expulsar
de
la
ciudad.

Capítulo
16
 

—Tiempo
atrás
,
mis
abuelos
y
yo
íbamos
a
Mother
Lode
todo
el
tiempo
 para
 cenar
 chuletas
 de
 carne.
 —Mallory
 examinó
 los
 restos
del
 banquete
 nocturno
 de
 las
 chicas
 y
 negó
 con
 la
 cabeza—.
 La
abuela
habría
quedado
horrorizada
por
esta
parodia
de
una
comida.
Sentada
entre
Kallie
y
Becca,
Sunny
sonrió.
—Los
 aperitivos
 y
 los
 postres
 son
 la
 mejor
 parte
 de
 cualquier
comida.
¿Por
qué
perder
el
tiempo
con
un
plato
principal?
—Esto
 fue
 brillante.
 —Al
 lado
 de
 Mallory,
 Gin
 tomó
 un
 bocado
de
 su
 crème
 brûlée
 y
 soltó
 un
 mmm
 de
 deleite—.
 Por
 lo
 general,
después
de
una
comida
normal,
nunca
tengo
espacio
para
el
postre.
—Exactamente.
 —Habiendo
 sido
 la
 que
 sugirió
 la
 idea,
 Kallie
parecía
engreída.
Con
 un
 suspiro
 de
 satisfacción,
 Mallory
 se
 recostó
 en
 la
 silla
 y
miró
a
su
alrededor.
El
restaurante
rústico
no
había
cambiado
desde
la
primera
vez
que
sus
abuelos
la
habían
traído
a
ella
y
a
su
madre.
Sobre
las
rústicas
paredes
de
tablas,
colgaban
antiguas
herramientas
de
 minería
 (picos,
 palas,
 sartenes
 de
 oro)
 compitiendo
 con
 fotos
antiguas
 en
 blanco
 y
 negro.
 Ruedas
 de
 carreta
 con
 tapas
 de
 vidrio
hechas
 mesas
 redondas.
 Una
 reluciente
 barra
 de
 madera
 a
 un
 lado
proporcionaba
las
elegantes
bebidas
que
Gin
amaba.
—Muy
bien,
señorita
Mallory—dijo
Becca.
Mallory
levantó
las
cejas.
—¿Qué?
Becca
se
volvió
hacia
las
otras
mujeres.
—He
sido
paciente,
¿verdad?
Gin
la
miró
sin
comprender.
—¿Tú?
¿Paciente?
Cuando
Becca
la
miró
fieramente,
Sunny
intervino.
—Eres
un
 milagro
de
 paciencia,
 Becca.
Vivimos
maravilladas
 de
tu
sufrida
naturaleza.
—Mucho
 mejor.
 Sin
 embargo,
 mi
 milagrosa
 paciencia
 está
agotada.
—Becca
señaló
a
Mallory—.
Primero,
en
caso
de
que
no
lo
supieras,
 todas
 aquí
 han
 visitado
 Dark
 Haven,
 y
 todos
 nuestros
hombres
 son
 Doms.
 Tu
 mensaje
 de
 texto
 que
 decía
 que
 lo
 habías
pasado
 bien
 en
 el
 club
 era
 totalmente
 inadecuado.
 Quiero
 un
informe
completo.
La
cuchara
de
Sunny
cayó
sobre
la
mesa.
—¿Mal?
Dime
que
Becca
está
bromeando.
—¿La
enviaste
a
Dark
Haven?
—Gin
miró
con
el
ceño
fruncido
a
Becca—.
 ¿En
 serio?
 ¿Tenía
 alguna
 idea
 de
 en
 qué
 se
 estaba
metiendo?
Mallory
 puso
 los
 ojos
 en
 blanco.
 Hablando
 acerca
 de
 estar
rodeada
de
personalidades
de
mamás
gallinas.
Al
 mismo
 tiempo,
 tuvo
 que
 sonreírle
 a
 Becca,
 que
 no
 había
compartido
 con
 la
 pandilla
 hasta
 ahora.
 Verdaderamente,
 eso
mostraba
una
discreción
sorprendente
e
inusual.
Kallie
agitó
su
tenedor
hacia
Mallory.
—Suelta
los
detalles,
chica.
—Me
 divertí.
 —Qué
 eufemismo.
 Deteniéndose,
 le
 dio
 un
mordisco
a
la
cubierta
crujiente
del
pastel
de
manzana.
—Mallory...—advirtió
Becca.
Ella
dio
otro
mordisco.
Por
amor
de
los
gatos,
¿qué
podía
decir?
En
 muchos
 sentidos,
 su
 mundo
 entero
 había
 cambiado.
 Sawyer
ahora
estaba
en
su
vida.
Ella
había
admitido
que
lo
amaba.
Tal
vez
él
no
 le
 había
 dicho
 lo
 mismo,
 pero
 el
 cariño
 que
 le
 mostraba,
 el
cuidado,
 no
 solo
 cuando
 estaban
 en
 la
 cama
 sino
 todo
 el
 tiempo.
Había
pasado
todas
las
tardes
con
ella,
todas
las
noches
en
su
cama,
había
desayunado
con
ella
por
las
mañanas.
Le
enviaba
mensajes
de
texto
durante
el
día.
Aparentemente,
 su
 objeción
 a
 estar
 en
 una
 relación
 había
terminado.
 De
 hecho,
 como
 ella
 ya
 tenía
 un
 DIU,
 habían
 ido
 a
 la
clínica
 el
 lunes
 por
 la
 mañana
 para
 hacerse
 la
 prueba
 para
 poder
prescindir
 de
 los
 condones.
 Ella
 sonrió,
 pensando
 en
 lo
 bueno
 que
sería
perder
esa
barrera.
Se
 dio
 cuenta
 de
 que
 Kallie
 fruncía
 el
 ceño
 impaciente
 por
 el
informe.
—Dark
Haven,
cierto.
 Bueno,
 supongo
que
 soy
más
 perversa
de
lo
 que
 pensaba.
 —Mallory
 no
 podía
 pensar
 en
 qué
 más
 agregar—.
Era
 Halloween,
 así
 que
 todos
 estaban
 disfrazados,
 y
 fueron
increíbles.
Los
unicornios
tenían
zapatos
que
parecían
pezuñas.
—Pony
 play
 con
 un
 giro.
 —Sunny
 se
 echó
 a
 reír—.
 ¿Conociste
 a
Mi
Señor,
a
Simon
y
al
Enforcer?
—Xavier,
 sí.
 Es
 un
 poco
 intimidante.
 —Mallory
 resopló
 por
 su
subestimación
de
los
demás.
—Simon
fue
muy
amable.
¿Quién
es
el
Enforcer?
—Ese
es
DeVries.
Tipo
grande
y
de
aspecto
militar.
Pelo
corto.
—
Gin
entrecerró
 los
 ojos—.
En
 realidad,
 me
recuerda
a
Sawyer.
 Ellos
exudan
la
misma
soy
un
 depredador
 en
 la
 cima
 de
la
 cadena
 alimenticia
vibra.
Mallory
sonrió
ante
la
descripción.
—Debo
 haberme
 perdido
 de
 ver
 a
 DeVries.
 —Porque
 se
 había
concentrado
 en
 su
 propio
 tipo
 de
 aspecto
 militar.
 Y
 lo
 que
 le
 había
estado
haciendo.
Él
 había
 hecho
 aún
 más
 desde
 entonces.
 De
 hecho,
 había
 dicho
que
apreciaba
el
elegante
diseño
de
arabescos
de
su
cama,
y


después
q p g y p
le
había
mostrado
lo
que
quería
decir.
¿Quién
sabía
que
una
persona
podría
estar
atada
de
tantas
maneras?
Ella
 nunca
 debería
 haberlo
 dejado
 verla
 haciendo
 yoga.
Ciertamente
había
aprovechado
al
máximo
su
flexibilidad.
Sintiendo
que
su
temperatura
aumentaba,
se
volvió
hacia
Becca.
—Entonces,
 ¿Vas
 a
 cerrar
 Serenity
 y
 vacacionar
 en
 algún
 lugar
cálido
este
invierno?
¿Ahora
que
Ansel
es
mayor?
—Cambiando
 de
 tema,
 ¿mmm?
 —Becca
 se
 rio—.
 Está
 bien.
Mientras
sepa
que
te
divertiste,
no
voy
a
seguir
presionándote.
—Eres
una
buena
mujer—le
dijo
Mallory.
La
 camarera
 llegó
 para
 tomar
 pedidos
 de
 más
 bebidas
 o
 café,
 y
Mallory
se
reclinó.
Si
ella
y
Sawyer
continuaban
viéndose,
se
lo
haría
saber
a
Kallie
y
Becca.
Aunque
Sunny
los
había
visto
juntos
en
la
clínica
el
lunes,
la
enfermera
era
muy
discreta.
Y
 en
 este
 momento,
 Mallory
 no
 estaba
 lista
 para
 compartir.
Porque...
bueno,
él
ya
se
había
alejado
de
ella
dos
veces.
Sí,
 lo
 amaba.
 Desafortunadamente,
 el
 amor
 no
 siempre
 era
suficiente
 para
 mantener
 una
 relación
 unida.
 Él
 tenía
 sus
 metas,
 y
después
de
su
emocionante
 vida,
 podría
encontrar
 que
 establecerse
no
era
lo
que
quería.
O
su
sueño
de
un
futuro
podría
no
incluir
una
tranquila
vida
hogareña.
Ella
 necesitaba
 vivir
 el
 momento
 y
 disfrutar
 lo
 que
 ellos
 tenían
sin
tratar
de
construir
algo
más.
No
 era
 una
 misión
 fácil
 para
 una
 persona
 que
 construía
 sueños
para
otras
personas.
***
Deseando
una
comida
fácil
de
preparar,
Sawyer
condujo
hasta
la
ciudad
 y
 agarró
 una
 gran
 lasaña
 de
 la
 sección
 de
 alimentos
congelados
 del
 almacén.
 Al
 menos
 lo
 había
 hecho
 antes
 de
 que
 la
tienda
cerrara.
Como
 Mallory
 se
 había
 reunido
 con
 sus
 amigas
 para
 algo
femenino,
él
estaba
solo.
Sonrió.
No
podía
quejarse;
había
estado
con
ella
todas
las
tardes
y
noches
desde
Dark
Haven.
Para
 su
 alivio,
 los
 Aryan
 Hammers
 habían
 estado
 tranquilos.
 No
estaba
 seguro
 de
 cómo
 reaccionaría
 Mallory
 cuando
 la
 alarma
 del
GPS
lo
obligara
a
sacar
su
trasero
de
la
cama
para
intervenir
en
un
robo.
Maldición,
no
quería
que
ella
se
preocupara.
O
supiera
que
estaba
a
punto
de
violar
la
ley.
Cuando
 salió
 de
 la
 tienda,
 la
 calle
 estaba
 iluminada
 solo
 por
 las
farolas
de
estilo
victoriano.
El
restaurante
Mother
Lode,
la
farmacia,
la
 tienda
 de
 comestibles
 y
 la
 taberna
 todavía
 estaban
 abiertos
 con
clientes
entrando
y
saliendo.
Con
 la
 merma
 estacional
 de
 turistas,
 los
 pandilleros
 eran
 fáciles
de
 detectar.
 Tres
 miembros
 de
 una
 rama
 de
 la
 Mafia
 Mexicana
 se
paseaban
 por
 la
 acera.
 Al
 otro
 lado
 de
 la
 calle,
 un
 neonazi
 se
apoyaba
 contra
 la
 barandilla
 frente
 a
 la
 zapatería.
 Interesante.
 Los
Aryan
Hammers
rara
vez
estaban
solos.
Dos
 grupos
 de
 muchachos
 de
 la
 secundaria
 también
deambulaban
 por
 la
 calle.
 La
 mayoría
 vestía
 vaqueros
 sencillos,
camisetas
y
varias
sudaderas.
Dos
llevaban
sudaderas
con
capucha
y
rondaban
cerca
del
pandillero.
Cuando
Sawyer
arrojó
la
bolsa
del
almacén
en
su
camioneta,
notó
que
 dos
 muchachos
 se
 habían
 movido
 y
 estaban
 hablando
 con
 el
solitario
pandillero.
Maldita
sea.
 Había
 grandes
 probabilidades
 de
que
 se
 estableciera
un
 negocio
 de
 drogas,
 y
 los
 Aryan
 Hammers
 estaban
 metidos
 en
 la
metanfetamina,
la
sustancia
más
adictiva
conocida
por
el
hombre.
Sawyer
 gruñó
 por
 lo
 bajo.
 No
 había
 forma
 de
 que
 pudiera
intervenir
 y
 permanecer
 en
 el
 anonimato.
 Pero,
 maldita
 sea,
 sin
importar
 lo
 que
 pensaran
 esos
 adolescentes,
 solo
 eran
 niños.
 Tenía
que
intervenir.
Sacó
 su
 teléfono
 y
 le
 envió
 un
 mensaje
 de
 texto
 a
 A .
 Tienes
un
distribuidor
que
está
vendiendo
a
unos
chicos
cerca
de
la
zapatería.
Te
veo
allí.
Ahí
 está.
 Había
 notificado
 a
 la
 policía,
 todo
 virtuoso
 y
 demás
mierdas.
Si
las
cosas
se
ponían
mal,
por
cualquier
razón,
los
policías
estarían
allí
como
respaldo.
Los
adolescentes
tendrían
ayuda.
Cerrando
 la
 puerta
 de
 la
 camioneta,
 caminó
 por
 la
 acera
entarimada.
 Los
 muchachos
 y
 el
 skinhead
 se
 estaban
 moviendo
casualmente
hacia
el
callejón
que
corría
entre
la
zapatería
y
la
oficina
de
correos.
No
 reconoció
 al
 distribuidor.
 Con
 suerte,
 el
 no
 reconocimiento
sería
mutuo.
No
 importaba,
 
 los
 adolescentes,
 por
 tontos
 que
 fueran,
 eran
parte
 de
 su
 nueva
 ciudad.
 No
 había
 luchado
 en
 el
 extranjero
 para
volver
a
casa
y
ver
a
los
muchachos
siendo
blancos.
Adictos.
Su
 mejor
 apuesta
 sería
 actuar
 como
 un
 lugareño
 desorientado
que
se
había
equivocado
y
entrado
en
escena.
Un
 par
 de
 minutos
 después
 de
 que
 el
 trío
 desapareció
 en
 el
callejón
 oscuro,
 se
 acercó
 lo
 suficiente
 como
 para
 tomar
 tres
 fotos
rápidas.
 Los
 tenía.
 Si
 los
 muchachos
 huyeran,
 A 
 probablemente
podría
mejorar
las
fotos
mal
iluminadas
y
encontrarlos.
Sawyer
 se
 bajó
 el
 ala
 del
 sombrero.
 Se
 concentraría
 en
 el
distribuidor...
 que
 acababa
 de
 mirar
 a
 su
 alrededor.
 Con
 las
 farolas
detrás
 de
 Sawyer,
 probablemente
 todo
 lo
 que
 el
 imbécil
 podría
 ver
era
una
forma
oscura.
Le
recordó
a
una
película...
aquella
en
la
que
un
idiota,
tratando
de
ser
un
héroe,
había
sido
asesinado
a
tiros.
Sí,
 podría
 suceder.
 Con
 los
 músculos
 tensos
 y
 listos
 para
 la
acción,
Sawyer
se
dirigió
al
callejón
y
dijo
en
voz
alta:
—¿Qué
está
pasando
aquí?
—Piérdete,
hijo
de
puta—dijo
el
distribuidor.
—Oye,
eres
uno
de
esos
tipos
de
los
skinhead.
 —Sawyer
 dio
otro
paso—.
¿Estás
vendiendo
drogas?
Los
 adolescentes
 retrocedieron.
 El
 alto,
 de
 cabello
 castaño,
guardó
 una
 bolsa
 mientras
 el
 vendedor
 metía
 los
 billetes
 en
 su
chaqueta.
La
compra
se
había
llevado
a
cabo.
Eso
debería
hacer
feliz
a
A .
—Las
drogas
son
una
mala
idea,
muchachos—les
dijo
Sawyer—.
Si
siguen
con
eso,
terminarán
frente
a
un
juez
y
la
prisión
apesta.
—
Nunca
se
habían
dicho
palabras
más
verdaderas.
Los
 dos
 intercambiaron
 miradas
 y
 comenzaron
 a
 alejarse
 de
Sawyer
y
del
skinhead.
El
skinhead
 hizo
 un
 sonido
 molesto.
 Más
 de
 un
 metro
 ochenta
 y
dos,
 estaba
 esquelético
 como
 el
 infierno,
 mostrando
 que
 el
 imbécil
usaba
su
producto.
Él
sacó
una
navaja.
—No
sabes
con
quién
te
estás
metiendo,
hijo
de
puta.
Sawyer
dio
un
paso
atrás
y
dejó
que
su
voz
se
elevara.
—Eso
es
un
cuchillo.
—Maldita
sea.
Su
intestino
se
tensó.
Le
dolió
como
el
infierno
cuando
Slash
lo
había
acuchillado
el
verano
pasado.
Necesitaba
que
ese
cuchillo
estuviese
más
lejos
de
los
muchachos.
Alzó
la
voz.
—Solo
los
maricas
llevan
cuchillos.
Supongo
que
eso
te
convierte
en
uno.
—Hijo
 de
 puta,
 estás
 muerto.
 —Con
 un
 gruñido
 enfurecido,
 el
distribuidor
cargó
hacia
él.
Sawyer
fingió
un
movimiento
evasivo
hacia
la
derecha,
giró
a
la
izquierda
 y
 golpeó
 el
 brazo
 del
 hombre
 con
 el
 cuchillo
 contra
 la
pared
de
ladrillos
de
la
oficina
de
correos.
Los
 huesos
 se
 rompieron,
 y
 las
 tripas
 de
 Sawyer
 se
 revolvieron.
¿En
serio?
No
había
usado
tanta
fuerza.
Chillando
alto
y
fuerte,
el
traficante
dejó
caer
el
cuchillo.
Sawyer
habló
más
allá
del
nudo
en
su
garganta.
—Chico,
 necesitas
 tomar
 más
 calcio.
 —Pateó
 la
 rodilla
 del
traficante
y
el
pandillero
aterrizó
en
el
suelo,
llorando
y
rogando.
Cuando
la
oscuridad
del
callejón
aumentó
de
repente,
Sawyer
se
agachó,
revisó
su
espalda
y
se
relajó.
Virgil
 y
 A 
 estaban
 parados
 en
 la
 abertura
 del
 callejón,
 sus
cuerpos
cortaban
la
luz
de
Main
Street.
Un
coche
patrulla
entró
en
el
callejón
desde
el
otro
extremo,
y
los
dos
muchachos
que
habían
huido
en
esa
dirección
se
detuvieron
en
seco.
 El
 coche
 avanzó,
 haciéndolos
 retroceder
 e
 iluminando
 el
callejón.
—¿Tienes
 algún
 problema
 aquí?—le
 preguntó
 Virgil
 a
 Sawyer
suavemente,
su
mirada
en
los
dos
adolescentes.
—El
 chico
 alto
 compró
 algo
 y
 metió
 la
 bolsa
 en
 el
 bolsillo
delantero
derecho.
El
dinero
está
en
el
bolsillo
de
la
chaqueta
de
este
tipo.
 —Sawyer
 empujó
 al
 traficante
 con
 el
 dedo
 del
 pie—.
 Cuando
pregunté
qué
estaba
pasando,
el
imbécil
trató
de
acuchillarme.
—No
pasó
nada
aquí—gritó
el
adolescente
de
cabello
castaño,
de
repente
encontrando
su
coraje.
La
 cara
 del
 otro
 chico
 estaba
 casi
 tan
 pálida
 como
 su
 cabello.
Empujó
a
su
amigo.
—¿Estás
loco?
Ese
traficante
trató
de
apuñalarlo.
Ignorando
a
su
amigo
más
bajo,
el
chico
de
cabello
castaño
miró
ferozmente
a
Sawyer.
—Es
tu
palabra
contra
la
nuestra.
—Bueno,
mi
palabra
junto
con
las
fotos
que
tomé—dijo
Sawyer.
El
chico
gimió.
—Oh,
joder.
—El
rubio
se
derrumbó
sobre
el
asfalto—.
Mi
padre
me
va
a
matar.
A 
resopló.
—Mejor
 te
 gritan
 tus
 padres
 a
 que
 termines
 pudriéndote
 bajo
tierra.
Una
 multitud
 de
 personas
 se
 estaba
 reuniendo
 alrededor
 del
callejón.
Virgil
 giró
 al
 traficante
 y
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
 su
 brazo
 estaba
roto.
—Supongo
 que
 no
 necesito
 esposarte,
 ¿verdad?
 —Le
 envió
 a
Sawyer
 una
 mirada
 ilegible
 antes
 de
 decir—.
 ¿Puedes
 llamar
 a
 una
ambulancia,
A icus?
—Puedo.
Sawyer
 comenzó
 a
 salir
 del
 callejón,
 cuando
 escuchó
 a
 Virgil
agregar:
—Me
 alegra
 que
 hayas
 visto
 que
 el
 trato
 se
 estaba
 cerrando,
Sawyer.
 Gracias
 por
 intervenir
 y
 mantener
 las
 drogas
 lejos
 de
nuestros
hijos.
Cuando
 las
 personas
 en
 la
 pequeña
 multitud
 se
 hicieron
 eco
 de
las
gracias
de
Masterson,
Sawyer
no
supo
qué
decir.
Pero
se
sintió
bien.
—Muy
bien
hecho,
hermano.
—Golpeando
el
hombro
de
Sawyer,
A 
 se
 guardó
 el
 teléfono
 y
 se
 dirigió
 hacia
 los
 muchachos—.
 Nos
vemos
en
la
estación
para
tu
informe.
Papeleo.
Excelente.
A
este
ritmo,
bien
podría
estar
trabajando
para
la
fuerza.

Capítulo
17
 

Después
 de
 alimentar,
 darle
 agua
 y
 medicar
 los
 caballos
 de


Masterson,
Sawyer
los
había
llevado
a
un
pastizal
más
pequeño
para
que
disfrutaran
del
pasto.
Mientras
 limpiaba
 el
 establo,
 sus
 músculos
 se
 calentaron
 con
 el
ejercicio.
 Era
 bueno
 estar
 saludable
 de
 nuevo.
 Y
 comiendo
 bien.
Mallory
podría
hacer,
que
incluso
las
verduras
en
una
tortilla
tengan
un
 sabor
 fantástico.
 ¿Y
 su
 pan
 con
 mermelada
 de
 fresa
 casera?
Demonios,
 podría
 pasar
 de
 tener
 un
 peso
 saludable
 a
 tener
 una
barriga.
Arrojó
 una
 cama
 nueva
 en
 el
 establo
 aseado,
 inhalando
 la
fragancia
 de
 la
 paja
 limpia.
 Maldición,
 había
 extrañado
 tener
caballos,
 incluso
 había
 añorado
 las
 tareas.
 La
 satisfacción
 era
 un
zumbido
bajo
en
su
sangre.
Se
perfilaba
para
ser
un
buen
viernes.
Cuando
 se
 despertó
 con
 Mallory
 en
 sus
 brazos,
 simplemente
 la
abrazó
y
observó
cómo
la
luz
del
amanecer
iluminaba
la
habitación.
Su
 lenta
 respiración
 habían
 sido
 cálidas
 bocanadas
 sobre
 su
 pecho
desnudo.
 Un
 potente
 ronroneo
 había
 venido
 de
 su
 enorme
 gato
 al
pie
de
la
cama.
Más
tarde,
él
rodó
y
la
inmovilizó
debajo
de
su
cuerpo,
entonces
escuchó
sus
pequeños
suspiros
mientras
la
excitaba.
Cuando
lo
tomó
dentro
 de
 ella
 y
 envolvió
 sus
 brazos
 y
 piernas
 alrededor
 de
 él,
 se
sintió
como
volver
a
casa.
Y
cuando
finalmente
salieron
de
la
cama...
Sawyer
sonreía
¿Había
algo
más
delicioso
que
una
malhumorada
Mallory
por
la
mañana?
Tras
 recoger
 la
 horquilla,
 salió
 del
 granero
 con
 la
 carretilla
 de
estiércol.
 Aquiles
 se
 despertó
 y
 corrió
 en
 círculos,
 dando
 fuertes
ladridos
 al
 amenazador
 carro,
 que
 obviamente
 podía
 comerse
 a
 los
pequeños
cachorros.
Al
regresar
de
la
pila
de
compost,
Sawyer
vio
a
Virgil
Masterson
apoyado
contra
la
cerca
del
corral.
Con
los
brazos
cruzados
sobre
el
pecho,
el
teniente
de
policía
llevaba
la
camisa
negra
del
uniforme.
Un
uniforme.
Los
músculos
de
Sawyer
se
tensaron,
y
Aquiles
se
detuvo
 en
 seco,
 mirando
 hacia
 arriba
 con
 ojos
 oscuros
 y
preocupados.
 Sawyer
 se
 obligó
 a
 relajarse.
 No
 estaba
 preso.
 No
había
hecho
nada
malo...
bueno,
eso
era
discutible.
Sin
embargo,
no
lo
habían
atrapado
haciendo
nada
ilegal.
—Está
bien,
cachorro.
Ve
a
saludar.
—Mientras
Aquiles
avanzaba
corriendo,
Sawyer
asintió
cortésmente—.
Masterson.
—Ware.
—Virgil
se
inclinó
para
saludar
al
cachorro
que
meneaba
la
 cola—.
 Has
 hecho
 un
 gran
 trabajo
 con
 los
 caballos.
 Te
 vi
cepillando
 a
 Dodger
 ayer,
 sin
 ser
 mordido
 ni
 pateado.
 Ese
 maldito
pura
sangre
odia
ser
cepillado.
Sawyer
se
encogió
de
hombros.
—Los
de
raza
pueden
tener
piel
sensible.
Le
compré
un
cepillo
de
goma
suave
y
un
cepillo
de
acabado
más
suave.
Él
se
relaja.
—Joder,
 ¿quién
 lo
 hubiera
 pensado?
 Es
 nuestro
 único
 pura
sangre.
Es
cierto
que,
por
la
forma
en
que
Dodger
paraba
las
orejas
hacia
atrás
 y
 mostraba
 los
 dientes,
 parecía
 beligerante,
 no
 como
 del
 tipo
sensible.
La
gente
a
menudo
malinterpreta
el
comportamiento
hosco
en
los
caballos...
y
en
los
humanos.
Sawyer
apoyó
la
carretilla
contra
el
granero.
Los
establos
estaban
terminados,
 los
 caballos
 abrevados
 y
 sueltos.
 El
 resto
 del
 día
 era
suyo
hasta
que
encerrara
la
manada
para
pasar
la
noche.
Tal
vez
se
recompensaría
con
un
paseo
más
tarde.
—¿Te
 estás
 tomando
 el
 día
 libre
 o
 pasaste
 para
 felicitarme
 por
mis
técnicas
de
cuidado
de
adolescentes?
—Ninguna.
 —Masterson
 lo
 miró.
 Como
 un
 oficial
 de
 la
 ley—.
Hubo
un
par
de
incidentes
que
me
llevaron
a
pensar
que
tenemos
un
vigilante
en
la
ciudad.
Las
entrañas
de
Sawyer
se
tensaron
y
se
inclinó
para
revolver
las
orejas
de
Aquiles.
A ,
Morgan
y
Mallory
consideraban
a
Virgil
como
un
 policía
 honorable
 que
 realmente
 creía
 en
 proteger
 y
 servir
 a
 la
población.
Y
obviamente,
era
muy
inteligente.
Enderezándose,
 Sawyer
 le
 dio
 al
 policía
 una
 mirada
imperturbable.
—Las
 acciones
 de
 vigilancia
 no
 son
 inauditas
 cuando
 una
pandilla
se
muda
a
un
vecindario.
—Es
 cierto.
 —El
 tono
 de
 Masterson
 se
 volvió
 extremadamente
seco—.
Parece
que
este
es
bastante
competente.
Sawyer
podría
haber
estado
satisfecho
con
el
cumplido
indirecto
si
el
miedo
a
la
prisión
no
le
hubiera
estado
congelando
las
tripas.
—¿Tienes
algo
que
decir,
Masterson?
Masterson
se
frotó
la
cara.
—Me
 gustas,
 Ware,
 pero
 no
 necesitamos
 ninguna
 mierda
 de
vigilante
 por
 aquí.
 Si
 eres
 tú—su
 mirada
 se
 endureció—,
 detente
ahora
mismo.
Incluso
si
simpatizo
con
el
motivo,
te
encerraré.
El
 pensamiento
 heló
 las
 venas
 de
 Sawyer.
 No
 estaba
 seguro
 de
sobrevivir
a
otro
año
en
prisión.
No
 importaba,
 A 
 no
 estaría
 a
 salvo
 mientras
 hubiera
 Aryan
Hammers
en
la
ciudad.
—No
esperaría
menos,
teniente.
Virgil
inclinó
la
cabeza
y
se
dirigió
hacia
su
automóvil.
—Masterson,
una
cosa.
Virgil
se
volvió.
—Los
 Hammers
 buscan
 venganza.
 Como
 detective,
 A icus
 no
patrulla,
pero
todavía
está
en
riesgo.
Puedes…
—Podemos.
 Es
 uno
 de
 los
 nuestros.
 Ahora
 que
 conocemos
 el
peligro,
 estamos
 atentos.
 —Masterson
 movió
 los
 hombros—.
 Aún
cuando
se
cabree
por
eso.
—Suficientemente
bueno.
Gracias.
—Sí.
 —Masterson
 asintió
 con
 la
 cabeza—.
 Creo
 que
 nos
entendemos
entonces.
Cuando
 el
 policía
 se
 alejó,
 firmemente
 de
 su
 lado
 de
 la
 ley,
Sawyer
se
levantó
el
sombrero
y
observó.
Sí,
había
entendido.
¿Cambio
en
sus
planes?
Sí.
Tendría
más
cuidado
al
cubrir
sus
huellas.

Capítulo
18
 

El
sábado
por
la
mañana,
Mallory
salió
de
la
habitación
y
se
ató
el
cinturón
de
la
bata.
Ella
sonrió
ante
la
vista
en
la
gran
habitación.
Habiendo
 encendido
 un
 fuego
 crepitante,
 Sawyer
 estaba
tumbado
en
una
silla
con
Aslan
en
su
regazo
y
Aquiles
hecho
en
una
pequeña
pelota
a
sus
pies.
Aslan,
 con
 su
 oído
 excelente,
 volvió
 la
 cabeza
 y
 le
 dedicó
 una
sonrisa
 satisfecha.
 Buena
 elección
 de
 hombre,
 Mallory.
 Tiene
 excelentes
manos.
Mallory
 le
 devolvió
 la
 sonrisa.
 Sí,
 realmente
 lo
 era.
 También
 se
veía
bastante
bien
con
solo
un
par
de
vaqueros.
El
hombre
realmente
tenía
un
pecho
digno
de
baba.
—Buenos
días,
señor
Ware.
Abriendo
los
ojos,
Sawyer
la
estudió
con
una
sonrisa
perezosa.
—Ahora,
te
ves
brillante
y
despierta.
—Tú...
—Se
rio
a
medias—.
Eres
un
hombre
malvado.
—Ella
había
estado
 profundamente
 dormida,
 acurrucada
 con
 él
 a
 su
 espalda.
Incluso
 antes
 de
 que
 ella
 se
 despertara
 por
 completo,
 él
 había
acariciado
 su
 clítoris,
 y
 cuando
 se
 dio
 cuenta
 de
 lo
 que
 estaba
sucediendo,
estaba
febrilmente
excitada.
Apretó
un
brazo
alrededor
de
 ella,
 la
 sostuvo
 en
 su
 lugar,
 se
 deslizó
 dentro
 de
 ella
 y
 la
 tomó
bastante...
vigorosamente...
por
detrás.
Ella
 se
 había
 corrido
dos
veces.
 No
 hace
falta
decir
que
 después
de
eso,
había
estado
completamente
despierta.
¿No
entendía
el
hombre
la
alegría
de
despertarse
lentamente?
Por
otra
parte,
era
hombre
y
venía
equipado
con
su
propio
pene‑alarma,
¿verdad?
—¿Esto
 significa
 que
 no
 me
 harás
 el
 desayuno?
 —Oh,
 sus
 ojos
azules
podrían
robar
el
corazón
de
una
mujer.
—¿Esa
 expresión
 lastimosa
 de
 pobrecito
 yo
 funcionaba
 con
 tu
madre?
—A
 las
 mil
 maravillas.
 —Aunque
 sonreía,
 su
 aura
 se
 oscureció
un
poco
por
el
dolor.
Y...
¿amargura?
Ella
dudó,
pero
ahora
no
era
el
momento
de
hablar
sobre
heridas
pasadas.
—En
realidad,
es
tu
turno
de
preparar
el
desayuno.
—Ella
casi
se
echó
 a
 reír
 por
 la
 forma
 en
 que
 se
 le
 cayó
 la
 cara.
 Sin
 embargo,
después
 de
 haber
 probado
 su
 cocina,
 no
 estaba
 dispuesta
 a
 insistir
en
que
preparara
una
comida—.
Sin
embargo,
haré
un
trato
contigo.
Cualquier
mañana
que
medites
conmigo,
te
prepararé
el
desayuno.
Su
 café
 se
 detuvo
 en
 el
 camino
 a
 su
 boca,
 y
 la
 alarma
 llenó
 su
rostro.
—¿Quieres
que
yo
medite?
¿En
serio?
—Sí,
Sawyer,
tú.
—Ella
le
sonrió—.
Creo
que
te
gustará
más
de
lo
que
piensas.
Su
 indignación
 sonó
 como
 la
 de
 Aslan
 cuando
 el
 gato
 era
empujado
fuera
de
un
regazo.
—Impones
 duras
 condiciones,
 ninfa.
 ¿Se
 consideraría
 esto
 un
dudoso
 consentimiento
 para
 la
 meditación?
 ¿Tengo
 una
 palabra
segura?
Ella
resopló.
Sawyer
se
levantó.
—Voy
a
intentarlo.
Déjame
poner
a
Aquiles
en
su
caja.
Después
de
que
el
cachorro
fue
puesto
en
un
lado
con
un
juguete
para
que
masticara,
Mallory
llevó
a
Sawyer
a
la
terraza
acristalada.
Aunque
la
luz
del
sol
de
la
mañana
entraba
por
las
altas
ventanas,
la
habitación
 todavía
 estaba
 ligeramente
 fría.
 Después
 de
 un
 segundo
de
consideración,
señaló
una
silla.
—¿Por
qué
no
te
sientas
allí?
Mantén
la
columna
recta
y
relajada.
Mientras
él
se
acomodaba,
ella
tomó
su
cojín
habitual
y
se
sentó
con
 las
 piernas
 cruzadas
 en
 el
 suelo.
 Como
 de
 costumbre,
 Aslan
 se
tumbó
cerca
para
supervisar.
El
sol
brillaba
en
los
mechones
blancos
cerca
de
su
oreja.
—¿Y
 ahora
 qué?—le
 preguntó
 Sawyer.
 Sus
 labios
 se
 torcieron.
Estaba
divertido,
¿verdad?.
—Ahora
 te
 sientas
 en
 silencio
 y
 dejas
 que
 tu
 mente
 se
 vacíe.
 —
Debido
 a
 que
 él
 era
 un
 alma
 competitiva,
 agregó—.
 Cuenta
 cada
respiración.
—¿Hasta
que
llegue
a
cierto
número?
—No,
solo
sigue
contando
en
tu
cabeza
hasta
que
te
diga
que
se
acabó
 el
 tiempo.
 Sin
 embargo,
 cada
 vez
 que
 un
 pensamiento
 pasa
por
tu
mente
vacía,
reinicias
tu
cuenta
en
el
uno.
Fue
 tal
 la
 mirada
 que
 le
 dio.
 Sin
 lugar
 a
 dudas,
 el
 pensamiento
que
 actualmente
 pasaba
 por
 su
 mente
 era
 que
 estaba
certificadamente
loca.
Ella
contuvo
su
sonrisa.
Esperó
un
segundo,
como
si
pensara
que
ella
estaba
bromeando.
—Correcto.
—Con
un
suspiro,
frunció
el
ceño
y
cerró
los
ojos.
Cerrando
 sus
 ojos,
 ella
 se
 recordó
 regresar
 después
 de
 veinte
minutos,
 no,
 mejor
 hacerlo
 en
 diez
 minutos,
 y
 se
 dejó
 caer
 en
 el
Universo.
El
tiempo
pasó.
Después
 de
 diez
 minutos,
 aceleró
 la
 respiración,
 se
 metió
 en
 el
ahora
y
abrió
los
ojos.
Sawyer
 seguía
 sentado
 en
 la
 silla,
 con
 la
 espalda
 recta,
 su
respiración
 era
 larga
 y
 lenta.
 Su
 aura
 era
 un
 poco
 más
 clara,
 y
 la
oscuridad
 había
 disminuido,
 incluso
 con
 ese
 breve
 tiempo.
 Sí,
 la
meditación
sería
buena
para
él.
Mientras
observaba,
lo
vio
fruncir
el
ceño
antes
de
relajarse
de
nuevo.
—Sawyer,
hora
de
comenzar
el
día—dijo
en
voz
baja.
Él
abrió
los
ojos
y
comenzó
a
moverse.
—Tómate
un
minuto
para
volver
a
la
normalidad.
Se
acomodó
de
nuevo.
—¿Haces
esto
todos
los
días?
—Ajá.
—Cuando
vio
que
él
había
hecho
una
buena
transición,
se
levantó,
guardó
el
cojín
y
lo
ayudó
a
ponerse
de
pie—.
¿Cuál
fue
el
mayor
 número
 de
 respiraciones
 que
 alcanzaste
 antes
 de
 comenzar
de
nuevo?
Entrando
en
la
cocina
detrás
de
ella,
hizo
un
sonido
de
disgusto.
—Tres.
 —Tomó
 asiento
 en
 la
 isla,
 mientras
 ella
 sacaba
 los
ingredientes
para
los
omele es5—.
 A
 veces
 dos.
Pensé
 que
 tenía
una
mente
 bastante
 tranquila.
 —Parecía
 adorablemente
 irritado
 consigo
mismo.
—La
práctica
ayudará.
—Inclinándose
sobre
la
isla,
le
dio
un
beso
en
 los
 labios
 firmes
 y
 molestos
 y
 le
 entregó
 una
 taza
 de
 café
 recién
hecho—.
Fue
agradable
tener
compañía
hoy.
Su
 expresión
 se
 suavizó,
 entonces
 sus
 ojos
 se
 entrecerraron
mientras
miraba
alrededor
de
su
casa.
—¿Las
 personas
 te
 molestan
 por
 tu
 estilo
 de
 vida?
 Meditar
 y—
agitó
 la
 mano
 en
 dirección
 a
 las
 velas,
 tallas
 de
 gatos
 y
 plantas—
¿todo
esto?
—De
 vez
 en
 cuando
 me
 molestan,
 especialmente
 si
 hablo
 de
auras.
Él
dejó
su
café
y
soltó
un
suspiro
mirándola
con
descreimiento.
—Auras.
 ¿Es
 como
 un
 resplandor
 alrededor
 de
 las
 personas
 o
algo
así?
—Exactamente.
 —Ella
 sacudió
 la
 cabeza—.
 Aparentemente,
 el
talento
aparece
en
mi
familia
de
vez
en
cuando.
Mi
madre
decía
que
su
abuela
tenía
esa
habilidad.
—¿Qué
es
lo
que
ves
exactamente?
—Es
 como
 un
 efecto
 de
 halo
 alrededor
 de
 todo
 el
 cuerpo.
 Los
colores
 me
 dan
 una
 idea
 de
 los
 rasgos
 de
 la
 personalidad.
 La
oscuridad
indica
problemas
de
varios
tipos.
—Interesante.
—A
pesar
del
escepticismo
en
su
mirada,
no
había
descartado
por
completo
la
idea.
—¿Listo
 para
 el
 desayuno?
 —Cuando
 él
 asintió,
 ella
 comenzó
 a
saltear
champiñones,
cebollas
y
pimientos
verdes.
Al
darse
cuenta
de
que
 él
 todavía
 la
 miraba,
 negó
 con
 la
 cabeza—.
 Ver
 auras
 no
 es
 un
talento
muy
útil,
y
solo
se
lo
menciono
a
amigos
cercanos.
—¿Así
que
la
gente
de
la
ciudad
no
chismorrea
sobre
ti?
Ella
resopló.
—Realmente
no.
Estoy
segura
de
que
tú
coleccionas
más.
Cuando
su
mirada
se
endureció,
ella
hizo
una
mueca.
Eso
había
sonado
mal.
No
le
gustaba
que
lo
vieran
solo
como
un
convicto.
Ella
caminó
alrededor
de
la
isla
para
empujarse
entre
sus
piernas
y
darle
un
cálido
abrazo.
Raramente
iniciaba
abrazos,
pero
si
ella
le
ofrecía
 uno,
 lo
 devolvía
 completamente.
 Sawyer
 daba
 buenos
abrazos.
—Probablemente
 se
 estén
 preguntando
 qué
 está
 haciendo
 un
machote
 como
 tú
 con
 una
 hogareña
 jardinera.
 En
 comparación
 con
tu
vida,
la
mía
ha
sido
bastante
aburrida.
—¿Los
 lugareños
 piensan
 que
 eres
 aburrida?
 —Él
 le
 levantó
 la
barbilla—.
¿No
tienen
idea
de
lo
fuerte
que
eres?
¿De
lo
equilibrada
que
eres?
¿Cómo
te
sigue
la
paz—Sus
labios
se
crisparon—,
incluso
con
todo
el
ruido
de
una
obra
de
construcción?
Su
boca
se
secó
ante
la
mirada
en
sus
ojos.
—Es
extraño.
Pensé
que
eras
atractiva
cuando
te
conocí.
Ahora—
frunció
el
ceño—,
ahora
creo
que
eres
una
de
las
mujeres
más
bellas
que
he
conocido.
—Antes
de
que
ella
pudiera
procesar
sus
palabras,
la
besó.
Lento,
gentil
y
devastadoramente
minucioso.
Su
mano
sobre
su
 trasero
 la
 presionó
 contra
 una
 erección
 cada
 vez
 más
 dura.
 Su
mano
en
su
cabello
mantuvo
su
cabeza
inclinada
para
su
placer.
Estaba
inmovilizada
y
devastada.
Oh,
el
hombre
podría
besar.
Para
cuando
la
soltó,
estaba
sonrojada
y
excitada…
y
las
verduras
en
la
sartén
estaban
arruinadas.
Ante
el
olor
a
quemado
en
el
aire,
corrió
hacia
la
estufa
y
sacó
la
sartén
del
fuego.
—¡Madre
de
los
gatos!
—Lo
siento,
ninfa.
—Él
sonrió—.
¿Qué
tal
si
nos
duchamos?
—El
calor
 en
 su
 mirada
 le
 decía
 que
 planeaba
 más
 que
 eso—.
 Después
pruebas
hacer
el
desayuno
otra
vez.
—De
acuerdo.
***

Sawyer
 casi
 tropezó
 con
 el
 cachorro
 y
 apenas
 recuperó
 el


equilibrio
 en
 la
 rústica
 madera
 de
 la
 acera.
 Deberían
 haber
practicado
más
esta
mierda
en
casa.
Aparentemente,
 Aquiles
 no
 había
 recibido
 la
 nota
 de
 que
 un
perro
 debía
 caminar
 cortésmente
 junto
 a
 su
 dueño
 en
 lugar
 de
arrearlo.
Incapaz
de
salirse
con
la
suya,
el
cachorro
se
llevó
la
correa
a
la
boca
y
tiró
con
fuerza.
Yo
guiaré.
—No
 sucederá,
 Aquiles.
 —Sawyer
 esperó
 a
 que
 el
 cachorro
 se
acomodara
 antes
 de
 volver
 a
 comenzar.
 Tenía
 una
 lista
 de
suministros
 para
 reabastecer
 y
 una
 sesión
 con
 el
 consejero
 para
soportar,
pero
este
lunes
por
la
mañana,
no
había
urgencia.
La
primera
parada
fue
la
tienda
de
forrajes.
El
dueño
de
la
tienda
vio
a
Aquiles
y
sonrió.
Su
sonrisa
se
desvaneció
cuando
miró
a
Sawyer.
Sin
sorpresa
allí.
En
 el
 pasado,
 el
 pequeño
 y
 larguirucho
 dueño
 siempre
 había
permanecido
cortésmente
distante.
—Ware.
 Estaba
 deseando
 verte.
 —Con
 una
 mirada
 medida,
 el
dueño
 se
 apoyó
 en
 el
 mostrador—.
 ¿La
 compra
 de
 drogas
 que
interrumpiste?
Mi
nieto
era
uno
de
los
muchachos.
Parece
que
quería
impresionar
a
la
muchacha
de
los
Simmons,
Jasmine,
así
que
estaba
con
 los
 aspirantes
 a
 pandilleros
 y
 actuando
 como
 un
 macho.
 Un
verdadero
macho
para
que
te
atrapen
comprando
metanfetamina.
Oh,
mierda.
Sawyer
retrocedió
un
paso.
¿Qué
tan
enojado
estaba
el
dueño
de
la
tienda?
—Estoy,
 eh...
 —Honestamente,
 no
 podría
 decir
 que
 lo
 sentía,
¿verdad?—.
Es
una
pena.
—No
en
mi
opinión.
Sawyer
lo
miró
fijamente.
—¿Qué?
—Lo
 mejor
 es
 que
 reciba
 una
 dura
 lección
 ahora
 que
 una
 fatal
más
tarde.
¿Metanfetamina?
Dios
santo,
joder,
habría
sido
adicto
en
muy
poco
tiempo.
—La
cara
correosa
del
hombre
se
arrugó
en
una
sonrisa—.
Gracias
por
interrumpir
la
compra.
Sawyer
se
relajó
con
la
cálida
sensación.
—Simplemente
 estaba
 en
 el
 lugar
 correcto
 en
 el
 momento
oportuno.
—Otro
 podría
 no
 haber
 dado
 un
 paso
 adelante
 o
 haber
 sido
herido
 con
 una
 navaja.
 Navy
 SEAL,
 ¿verdad?
 —El
 viejo
 alargó
 la
mano—.
Terry
Breton…
boina
verde
en
Vietnam.
Bueno,
 maldita
 sea.
 Los
 comedores
 de
 serpientes
 de
 Vietnam
eran
jodidamente
famosos.
—Trabajo
 duro.
 Aceptaría
 el
 desierto
 por
 sobre
 la
 selva
 sin
pensarlo.
Por
 la
 fuerza
 de
 su
 agarre,
 el
 veterano
 no
 había
 perdido
 mucho
músculo
con
los
años.
—¿Qué
puedo
hacer
por
ti,
hombre
rana?
—Morgan
 Masterson
 dijo
 que
 puedes
 manejar
 grandes
 pedidos
de
 heno
 y
 grano.
 A
 partir
 de
 la
 próxima
 primavera,
 planeo
suministrar
 caballos
 entrenados
 en
 los
 senderos,
 para
 las
 empresas
de
 guías.
 También
 podría
 arrendar
 a
 proveedores
 de
 equipamiento
para
actividades
al
aire
libre,
si
están
interesados.
—¿No
me
digas?—Breton
lo
consideró—.
Abastecer
animales
no
es
un
mal
plan,
especialmente
desde
que
Mac
se
retiró
y
cerró
Sierra
Pines
 Outfi ers
 el
 año
 pasado.
 Bien
 podrías
 llenar
 ese
 nicho.
 Y
algunos
 guías
 podrían
 agregar
 viajes
 a
 caballos,
 si
 no
 tienen
 que
lidiar
 con
 la
 manutención
 de
 los
 animales,
 el
 entrenamiento…
 y
 la
invernada.
—Eso
es
lo
que
espero.
El
viejo
frunció
el
ceño.
—¿Estás
 seguro
 de
 que
 sabes
 lo
 que
 te
 espera?
 Tu
 lugar
 en
 la
montaña
 Kestrel
 tiene
 un
 pastizal
 excelente,
 pero
 pronto
 estará
nevado.
—Mi
hermano
menor
compró
tierras
al
pie
de
la
montaña.
Planeo
pasar
el
invierno
allí
con
los
caballos.
—Inteligente...
aunque
el
transporte
de
animales
es
una
molestia.
—Breton
 se
 rascó
 la
 barbilla—.
 Sin
 embargo,
 podrías
 hacer
 una
cabalgata.
 Hasta
 podría
 ser
 rentable.
 Los
 turistas
 pagan
 un
 buen
dinero
por
“ayudar”
en
los
trabajos
de
arreos.
Sawyer
resopló.
—Me
gusta
trabajar
con
animales;
con
gente,
no
tanto.
La
risa
del
hombre
sonó
como
rocas
rozándose.
—Mi
 hermano
 es
 igual.
 Aquí
 hay
 una
 idea.
 Contrata
 a
 los
Masterson
para
que
se
ocupen
de
las
personas
mientras
tú
manejas
los
animales.
Ambos
se
beneficiarían.
Sawyer
lo
miró
fijamente.
—Esa
es
una...
maldita...
buena
idea.
—Sí.
Simplemente
interés
de
mi
parte.
Si
traes
más
turistas,
todos
nos
beneficiamos.
—Abrió
un
cajón
y
sacó
un
papel
de
una
carpeta
—.
 Aquí
 está
 la
 lista
 de
 precios
 actuales
 para
 el
 forraje.
 Aunque
cambiará
 para
 la
 primavera,
 te
 da
 unas
 cifras
 aproximadas.
 Si
puedes,
avísame
y
elaboraré
un
cronograma
de
entrega.
—¡Un
 cachorro!
 —El
 chillido
 de
 alegría
 vino
 de
 la
 parte
 trasera
de
 la
 tienda.
 Una
 niña
 en
 el
 rango
 de
 edad
 indeterminado
 entre
cinco
 y
 diez
 cargó
 contra
 Sawyer
 y
 tomó
 su
 mano—.
 ¿Puedo
acariciar
a
tu
cachorro?
Sorprendido,
 el
 miró
 a
 la
 piojita,
 grandes
 ojos
 marrones,
 cabello
corto
 como
 un
 duendecillo,
 demasiado
 jodidamente
 linda.
 Después
de
 apretarle
 la
 mano,
 de
 diminutos
 dedos,
 se
 volvió
 hacia
 Breton.
Los
pandilleros
destruirían
a
esta
duendecilla.
—Dime
que
no
es
así
de
familiar
con...
todos.
El
hombre
sonrió.
—Me
 gustas,
 Ware.
 No
 pensé
 que
 lo
 haría,
 pero
 lo
 hago.
 —Le
sonrió
 a
 la
 niña—.
 Como
 podría
 heredar
 la
 tienda
 algún
 día,
 se
 le
permite
 hablar
 con
 sus
 futuros
 clientes
 aquí,
 aunque
 no
 noté
 un
saludo
apropiado.
Este
es
el
señor
Ware,
Emma.
—Lo
 siento,
 abuelo.
 —Las
 pecas
 de
 la
 niña
 desaparecieron
 bajo
un
sonrojo
brillante,
y
su
pie
de
zapatillas
rosadas
se
frotó
contra
el
suelo
 de
 madera.
 Miró
 a
 Sawyer—.
 Es
 un
 placer
 conocerlo,
 señor
Ware.
¿Puedo
acariciar
a
su
cachorro...
por
favor?
Totalmente
de
acuerdo,
Aquiles
llorisqueó.
Atrapado
 entre
 dos
 pares
 de
 ojos
 suplicantes,
 Sawyer
 se
 echó
 a
reír.
—Ve
a
por
él.
Se
llama
Aquiles.
Los
 jóvenes,
 canino
 y
 humano,
 se
 encontraron
 en
 una
 feliz
maraña
en
el
suelo.
—Si
 tienes
 que
 hacer
 algún
 recados
 ahora,
 tenemos
 un
 área
cercada
 detrás
 de
 la
 tienda,
 y
 Emma
 estaría
 feliz
 de
 cuidar
 al
cachorro.
Ella
es
buena
con
los
animales
—ofreció
Breton.
—Sí,
sí,
sí—asintió
la
niña
con
entusiasmo.
Sawyer
 miró
 hacia
 abajo.
 La
 cola
 del
 cachorro
 iba
 un
 kilómetro
por
minuto.
—Aquiles
preferiría
jugar
con
tu
Emma
en
lugar
de
estar
sentado
en
silencio.
Gracias.
—Le
entregó
la
correa
a
la
radiante
niña.
Saliendo
 a
 la
 acera,
 se
 dirigió
 hacia
 el
 otro
 extremo
 de
 la
 calle
principal.
 Su
 consejero,
 Jacob
 Wheeler,
 tenía
 oficinas
 en
 el
 segundo
piso
 del
 edificio
 de
 bienes
 raíces,
 junto
 con
 varias
 otras
 empresas
profesionales.
La
mujer
de
A icus,
Gin,
se
había
unido
al
consejero
y
se
especializó
en
niños
y
asuntos
familiares.
Sawyer
subió
las
escaleras
exteriores
y
entró.
La
sala
de
recepción
azul
 y
 gris
 era
 formal,
 aunque
 un
 acuario
 de
 agua
 salada
incorporado
 agregaba
 una
 nota
 de
 tranquilidad.
 Las
 credenciales
 y
diplomas
 colgaban
 fuera
 de
 la
 oficina
 de
 cada
 consejero,
 junto
 con
una
foto.
Gin
tenía
una
foto
de
ella
en
la
cocina
haciendo
pastelitos.
La
 foto
 de
 Jacob
 era
 de
 él
 pescando
 con
 mosca.
 Humaniza
 a
 los
consejeros,
le
había
dicho
Gin.
Charlando
con
la
recepcionista,
Gin
se
volvió
con
una
sonrisa.
—Sawyer,
es
bueno
verte.
—Cuando
ella
había
sido
su
consejera
en
la
prisión,
no
había
querido
las
sesiones,
pero
seguro
que
le
había
gustado
escuchar
su
lento
acento
sureño.
—Gin.
 ¿Cómo
 estás?
 —En
 realidad,
 podía
 ver
 que
 estaba
 bien.
Durante
 un
 buen
 mes
 después
 de
 haber
 sido
 secuestrada,
 había
estado
nerviosa
y
pálida.
Ahora,
brillaba
con
salud.
—Estoy
 bien,
 gracias.
 Quería
 atraparte
 antes
 de
 tu
 cita,
 ya
 que
A icus
y
yo
esperamos
que
vengas
a
cenar
esta
noche.
Tiene
ansias
de
un
filete.
Su
 hermano
 podía
 asar
 un
 buen
 filete.
 Sin
 embargo...
 Sawyer
vaciló.
 ¿Mallory
 querría
 hacer
 pública
 su
 relación?
 Aunque
 ella
 lo
veía
de
manera
diferente,
la
mayoría
de
la
ciudad
lo
veía
solo
como
un
convicto.
Él
frunció
el
ceño.
¿La
juzgaría
el
pueblo
por
estar
enamorada
de
un
 ex
 convicto?
 Seguramente,
 tal
 reputación
 no
 sería
 buena
 para
ella.
 Y
 sin
 embargo,
 aunque
 la
 ninfa
 podría
 notar
 lo
 que
 otros
pensaban,
su
opinión
sobre
sí
misma
y
sus
acciones
tenían
prioridad.
Si
 se
 sintiera
 cómoda
 estando
 con
 Sawyer,
 y
 lo
 estaba,
 no
 se
preocuparía
por
lo
que
alguien
más
dijera.
Y,
admítelo,
 Ware,
 éstas
 eran
 tus
 propias
inseguridades,
no
 las
de
ella.
Solo
quedaba
un
puñado
de
ciudadanos
que
lo
miraban
y
veían
simplemente
al
“convicto”.
De
 hecho,
 por
 lo
 que
 sabía,
 la
 ninfa
 ya
 le
 había
 dicho
 a
 sus
amigas.
—¿Te
importaría
si
trajera
a
Mallory?
Gin
ni
siquiera
parpadeó.
—Por
supuesto
que
no.
Nos
encantaría
que
ella
pudiera
unirse
a
nosotros.
¿Aproximadamente
alrededor
de
las
seis?
—Ahí
estaremos.
Después
de
un
rápido
mensaje
de
aviso
a
su
mujer
y
de
recibir
un
mensaje
de
texto:
Dile
a
Gin
que
llevaremos
el
postre,
Sawyer
se
dirigió
a
la
oficina
de
Jacob.
Dos
 altas
 ventanas
 que
 daban
 a
 las
 montañas
 nevadas
proporcionaban
 luz.
 La
 pared
 detrás
 del
 escritorio
 de
 nogal
 estaba
cubierta
 de
 estanterías,
 desafortunadamente,
 llena
 de
 textos
 de
psicología
 en
 lugar
 de
 ficción.
 Fotografías
 de
 gran
 tamaño
 de
tranquilos
 arroyos
 del
 bosque
 colgaban
 de
 las
 paredes
 con
 paneles
de
 madera.
 Una
 alfombra
 oriental
 roja
 y
 azul
 oscura
 calentaba
 el
suelo
de
madera.
Mallory
 habría
 aprobado
 la
 alta
 planta
 en
 una
 esquina.
 Al
 igual
que
su
hogar,
esta
oficina
transmitía
una
sensación
de
solaz.
—Sawyer.
 —Jacob
 se
 levantó
 de
 detrás
 de
 su
 escritorio
 para
estrecharle
la
mano—.
¿Café?
—Seguro,
gracias.
Un
viejo
golden
retriever
se
levantó
de
la
cama
de
perro
y
cruzó
la
habitación.
Sawyer
se
inclinó.
—Hola,
Freud.
¿Cómo
estás?
El
perro
tenía
ojos
oscuros
y
tranquilos…
muy
parecidos
a
los
de
Jacob.
Mientras
Sawyer
le
despeinaba
el
suave
pelaje,
lo
olfateó
con
interés,
seguido
de
una
mirada
de
reproche.
¿Dónde
está
el
cachorro?
—Lo
 siento,
 chico.
 Aquiles
 fue
 perri‑secuestrado
 por
 una
 niña
pequeña.
 —
 Los
 dos
 perros
 se
 habían
 hecho
 amigos
 la
 última
 vez
que
Sawyer
había
venido.
—Toma
 asiento.
 —Jacob
 le
 entregó
 una
 pesada
 taza
 de
 café,
negra,
como
le
gustaba
a
Sawyer,
y
volvió
a
llenar
la
suya.
En
 la
 esquina
 más
 alejada
 de
 la
 puerta
 había
 un
 sillón
 tapizado
marrón
 y
 un
 sofá
 a
 juego.
 Sawyer
 agradeció
 el
 calor
 de
 la
 pequeña
chimenea
de
ladrillo
adyacente.
Sin
importar
la
temperatura,
maldita
sea
si
no
sentía
frío
cada
vez
que
entraba
a
la
oficina.
Cuando
Sawyer
arrojó
su
sombrero
sobre
la
mesa
y
tomó
el
sillón
bien
 acolchado,
Jacob
se
 acomodó
en
el
 sofá,
 dejando
a
 un
 lado
los
almohadones
y
la
manta
dorada.
—¿Alguna
 vez
 alguien
 se
 acuesta
 en
 tu
 sofá?—le
 preguntó
Sawyer,
expresando
con
palabras
lo
que
se
había
preguntado
desde
el
primer
día.
Jacob
sonrió.
—De
 vez
 en
 cuando.
 Si
 alguien
 quiere
 llorar,
 es
 bueno
 tener
 un
lugar
para
acurrucarse.
Menos
personas
lo
usan
ahora
que
Virginia
acepta
a
nuestros
clientes
más
jóvenes.
Gin
amaba
a
los
niños.
Al
final
de
una
mesa
había
un
cuenco
de
rocas
de
río
pequeñas
y
redondeadas.
 El
 otro
 tenía
 un
 bol
 de
 bolas
 blandas
 de
 varios
tamaños.
Sawyer
eligió
una
pelota
blanda
verde
y
la
arrojó
de
mano
en
mano.
—Debo
 decir
 que
 a
 veces
 esto
 se
 siente
 como
 estar
 de
 vuelta
 en
un
interrogatorio
del
SERE,
(escuela
de
supervivencia).
Un
brillo
divertido
en
los
ojos
de
Jacob
advirtió
a
Sawyer.
—Hoy
 bien
 podría
 sentirse
 así,
 capitán.
 Es
 hora
 de
 mirar
 más
atrás
en
tu
vida.
Sawyer
se
puso
rígido.
—¿Qué?
—Hablemos
de
tu
padrastro.
***

Después
 de
 poner
 el
 pastel
 que
 había
 horneado
 en
 el
 envase
transportador,
 Mallory
 se
 apoyó
 contra
 la
 encimera
 y
 estudió
 a
Sawyer.
 Había
 regresado
 de
 la
 ciudad
 con
 un
 extraño
 humor,
 en
algún
lugar
entre
triste
y
enojado.
—¿Sawyer?
—¿Mmm?
—Se
puso
la
chaqueta
y
la
miró.
—¿Estás
bien?
Su
ceño
se
frunció.
—Estoy
bien.
¿Por
qué?
—Tienes
destellos
grises
en
tu
aura.
Sin
sonrisa,
aunque
sus
labios
se
inclinaron
ligeramente.
—¿El
gris
es
algo
malo?
—Es...
 mmm...
 puede
 ser
 una
 señal
 de
 que
 no
 estás
 feliz.
 Y
 tu
aura
era
preciosa
esta
mañana.
¿Pasó
algo
hoy
para
molestarte?
Se
puso
rígido
y
el
azul
profundo
de
sus
ojos
se
oscureció.
—¿Realmente
puedes
ver
algo?
¿Un
aura?
—Sí.
Sé
que
te
suena
extraño.
Es
normal
para
mí.
—Era
más
fácil
no
hablar
sobre
su
talento,
pero
ver
el
aumento
del
dolor
en
su
aura
significaba
 que
 tenía
 que
 hablar.
 Su
 reacción
 le
 dijo
 que
 algo
 había
sucedido—.
¿Me
dirás
qué
pasa?
Él
la
rodeó
con
un
brazo
y
murmuró
contra
su
cabello:
—Eres
algo.
Si
dijera
que
no,
no
me
presionarías.
O
te
enojarías.
—No.
—Ella
se
frotó
la
mejilla
contra
su
hombro
duro.
Se
había
duchado
 al
 regresar
 y
 olía
 a
 jabón
 limpio
 y
 a
 pino—.
 Me
decepcionaría,
pero
no
te
negarías
sin
una
razón.
—No
 tengo
 una
 buena
 para
 darte.
 Maldita
 sea.
 —Ella
 sintió
 su
pecho
expandirse
con
su
larga
respiración—.
En
mi
cita
de
consejería
con
Wheeler.
Bien.
Él...
yo...
hemos
trabajado
a
través
de
la
mierda,
el
TEPT
de
cuando
estaba
desplegado.
El
problema
fue
hoy,
quería...
Ella
sintió
su
cuerpo
tensarse.
—¿Algo
más?
—Sí.
 Parece
 que
 un
 soldado
 estaba…—¿Cómo
 lo
 dijo
 Wheeler?
—...sometido
 a
 un
 trauma
 de
 cuando
 era
 niño,
 y
 él
 se
 topaba
 con
más
 problemas
 de
 TEPT
 después
 de
 las
 batallas.
 Como
 un
 doble
golpe.
—Suena
 lógico.
 —Se
 daba
 cuenta
 de
 que
 Sawyer
 casi
 nunca
hablaba
de
su
infancia.
Ella
lo
miró.
Aunque
era
un
hombre
mortal
ahora,
de
niño,
habría
sido
todo
cabello
castaño
alborotado,
grandes
ojos
 azules
 y
 adorable—.
 Mencionaste
 que
 habían
 abusado
 de
 tu
madre.
¿Él
también
te
lastimó?
La
oscuridad
se
apoderó
de
su
aura.
—Sí—dijo
y
la
soltó—.
Será
mejor
que
nos
pongamos
en
marcha,
o
llegaremos
tarde.
Oh,
 Sawyer.
 La
 idea
 de
 él
 siendo
 herido
 hizo
 que
 la
 ira
 ardiera
dentro
de
ella.
—Está
bien,
vámonos.
—Ella
tocó
el
lado
de
su
rostro
y
se
alejó.
No
lo
presionaría.
Su
trabajo
consistía
en
darle
toda
la
estabilidad,
el
calor
 y
 el
 amor
 que
 podía
 absorber.
 El
 resto
 se
 lo
 dejaría
 a
 Jacob
Wheeler.
—Me
detuve
en
la
tienda
y
recogí
vino,
cerveza
y
refrescos.
Todo
está
 en
 la
 camioneta—dijo
 Sawyer—.
 Si
 traes
 el
 postre,
 agarraré
 a
Aquiles.
Después
de
conducir
un
minuto
por
el
camino,
llegaron
a
la
casa
de
A icus
y
estacionaron
la
camioneta.
Mallory
 se
 deslizó
 y
 abrió
 la
 pequeña
 puerta
 trasera
 para
 que
Aquiles
pudiera
saltar.
Cuando
 el
 labrador
 negro
 de
 Gin,
 Trigger,
 entró
 corriendo
 al
patio,
Aquiles
entró
en
un
frenesí
de
círculos.
Oh
chico,
oh
chico,
puedo
jugar
con
un
perro
grande.
Riendo,
Mallory
esquivó
el
caos
y
subió
al
porche.
Gin
le
dio
un
abrazo.
—Entra.
 Los
 perros
 estarán
 bien
 aquí
 sin
 nosotros.
 Trigger
 no
vagabundea.
En
la
casa,
Mallory
colocó
el
pastel
de
chocolate
de
tres
capas
en
la
encimera
y
sonrió
ante
los
estridentes
y
emocionados
ladridos
de
afuera.
—Para
 cuando
 Aquiles
 termine
 de
 saludar
 a
 Trigger,
 necesitará
una
siesta.
A icus
 y
 Sawyer
 se
 detuvieron
 en
 la
 puerta
 para
 observar
 a
 los
perros.
—Trigger
 le
 está
 enseñando
 a
 jugar
 a
 perseguirse.
 Diría
 que
 los
dos
 estarán
 exhaustos.
 —A icus
 entró
 en
 la
 cocina
 y
 le
 dio
 una
sonrisa
cauta—.
¿Cómo
estás,
Mallory?
Mallory
 frunció
 el
 ceño
 ante
 el
 cambio
 de
 su
 manera
 fácil
 y
habitual
 y
 entonces
 cayó
 en
 la
 cuenta
 de
 que
 ella
 y
 Sawyer
 nunca
habían
 aparecido
 juntos
 como
 pareja.
 Oh,
 sol
 y
 estrellas,
 tengo
 un
amante.
 Ella
 miró
 a
 su
 hombre.
 Mi
 hombre.
 Ella
 estaba
 en
 una
verdadera
 relación,
 y
 estaba
 enamorada,
 y
 de
 alguna
 manera
 todo
encajó.
Ignorando
 a
 todos
 los
 demás,
 Sawyer
 se
 inclinó
 y
 le
 tocó
 la
mejilla
con
dedos
cuidadosos.
—¿Pasa
algo,
ninfa?
Ella
 dejó
 escapar
 el
 aliento,
 dándose
 cuenta
 de
 que
 lo
 había
estado
conteniendo.
—No.
 Acabo
 de
 tener
 uno
 de
 esos
 momentos
 en
 que
 el
 mundo
entero
 parece
 moverse
 bajo
 mis
 pies.
 —Un
 buen
 momento,
 en
realidad.
—¿Mundos
 moviéndose?
 —Sus
 ojos
 se
 llenaron
 de
 risas—.
 Hay
veces
que
me
pregunto
si
hablamos
el
mismo
inglés.
—Lo
 entendiste
 bien,
 hermano.
 —A icus
 sacudió
 la
 cabeza
 y
sacó
unas
cervezas
del
paquete
de
seis—.
Eres
hombre.
Ella
es
mujer.
Dos
idiomas
completamente
diferentes.
—No
es
de
extrañar
que
me
confunda.
—Sawyer
plantó
un
beso
en
los
labios
de
Mallory
y
aceptó
una
cerveza
de
su
hermano.
La
 expresión
 de
 A icus,
 y
 su
 aura,
 tenían
 una
 aprobación
incipiente
de
la
pareja
Sawyer‑Mallory.
Gin
no
se
molestó
en
ocultar
la
sonrisa.
Abriendo
la
nevera,
sacó
dos
platos
de
aperitivos.
Mallory
se
apoyó
contra
la
isla.
—¿Puedo
ayudarte
con
algo?
—Todo
está
listo—dijo
Gin—.
A icus
tenía
ganas
de
asar
filetes,
y
 me
 dejó
 saber
 que
 la
 parrilla
 es
 su
 territorio,
 así
 que
 todo
 lo
 que
tuve
que
hacer
fue
una
ensalada
y
meter
las
patatas
al
horno.
—Mallory,
¿cerveza
o
vino?—preguntó
A icus.
—Vino,
por
favor.
Sawyer
inclinó
la
cabeza.
—Ves,
hay
otro.
¿A
veces
cerveza,
a
veces
vino?
—La
cerveza
es
para
un
día
caluroso,
y
si
tuve
una
construcción
agotadora
y
sucia.
El
vino
es
para
una
conversación
civilizada.
—Eso
tiene
sentido.
—Él
lo
consideró—.
Aunque
 da
 un
 poco
de
miedo,
te
conoces
muy
bien.
La
 meditación
 ayudaba
 al
 autoconocimiento.
 Lo
 descubriría
 él
mismo...
 porque
 no
 se
 había
 perdido
 una
 mañana.
 De
 hecho,
meditaba
hasta
veinte
minutos
ahora
y
decía
que
le
gustaba.
Con
un
plato
de
entremeses
y
el
contenedor
de
filetes
marinados,
los
hombres
salieron
a
intercambiar
secretos
arcanos
para
asar.
Seleccionando
 un
 bocado
 de
 queso
 y
 galletas,
 Mallory
mordisqueó
 mientras
 observaba
 a
 Gin
 colocar
 la
 ensaladera
 y
 las
pinzas.
La
casa
de
A icus
era
lo
que
ella
llamaría
un
vaquero
moderno.
Una
alfombra
con
dibujos
geométricos
rojos,
marrones
y
blancos
en
el
 suelo
 de
 madera
 marcaba
 el
 tono
 en
 la
 sala
 de
 estar.
 El
 sofá
 de
cuero
 marrón
 y
 los
 sillones
 color
 rojo
 ladrillo
 eran
 grandes,
resistentes
 y
 parecían
 cómodos.
 Las
 bases
 de
 las
 lámparas
 eran
caballos
 de
 hierro
 forjado.
 Una
 chimenea
 de
 piedra
 parecía
 tener
buen
uso.
Por
 el
 contrario,
 en
 el
 comedor,
 los
 cacharros
 de
 barro
 color
cobalto
 sobre
 un
 mantel
 rojo
 oscuro
 con
 un
 camino
 rojo
 y
 azul,
 las
servilletas
 florales
 y
 las
 velas
 blancas
 de
 varios
 tamaños
 eran
 todo
Gin.
 A
 pesar
 de
 los
 toques
 femeninos,
 los
 colores
 profundos
 sin
duda
satisfarían
la
personalidad
fuertemente
masculina
de
A icus.
—Me
 encanta
 la
 forma
 en
 que
 ustedes
 dos
 han
 mezclado
 sus
vidas.
La
mirada
de
Gin
siguió
la
de
ella,
y
se
echó
a
reír.
—Me
 tomó
 un
 tiempo
 darme
 cuenta
 de
 que
 él
 está
 bien
 con
 lo
“sofisticado”
siempre
y
cuando
nada
sea
demasiado
delicado.
Me
he
divertido
 mucho,
 especialmente
 porque
 él
 disfruta
 casi
 tanto
 como
yo.
y
Mallory
miró
a
los
dos
hombres
en
la
parte
trasera.
Los
hermanos
eran
muy
parecidos
en
su
naturaleza
fuerte
y
protectora.
Tipos
alfa,
o
 como
 diría
 Becca
 “Dominantes”.
 Sin
 embargo,
 A icus
 tenía
 una
personalidad
 extrovertida,
 mientras
 que
 Sawyer
 era
 más
 difícil
 de
conocer.
Más
reservado,
más
huidizo.
Más
oscuro.
El
 aura
 de
 Gin
 tenía
 los
 tonos
 azules
 de
 una
 personalidad
amorosa
y
generosa.
Al
igual
que
Sawyer,
A icus
tenía
un
aura
roja,
fuerte
 y
 realista,
 pero
 con
 algo
 de
 amarillo
 juguetón
 y
 optimista.
Después
 de
 que
 A icus
 y
 Gin
 se
 enamoraron,
 sus
 auras
 se
iluminaron.
Eran
muy
buenos
el
uno
para
el
otro.
De
hecho,
habían
ensamblado
sus
vidas
tan
dulcemente
que
ella
sintió
una
pizca
de
envidia.
Ella
y
Sawyer
estaban
más
separados
en
algunos
 aspectos.
 Con
 la
 mirada
 clavada
 en
 el
 mantel
 rojo,
 dijo
distraídamente:
—Me
 pregunto
 qué
 piensa
 Sawyer
 de
 mi
 hogar.
 No
 hay
 ni
 una
pizca
de
vaquero.
—Tal
vez
deberías
preguntarle.
—¿Cómo
 supe
 que
 sugerirías
 una
 solución
 de
 comunicación,
señora
Terapista?
Sonriendo,
Gin
aceptó
el
golpe.
—Aún
así,
es
mejor
si…
—Advertencia
 de
 cinco
 minutos,
 pequeña
 magnolia—gritó
A icus.
—¿Magnolia?
—Mallory
se
ahogó
en
una
carcajada.
Gin
puso
los
ojos
en
blanco.
—No
puedo
creer
que
diga
que
todavía
tengo
acento
sureño.
Es
un
completo
mentiroso.
—Ajá—respondió
 Mallory,
 como
 si
 “mentiroso”
 no
 hubiera
sonado
totalmente
sureño—.
¿Qué
podría
estar
pensando?
***

Después
de
que
la
ensalada
verde,
los
filetes
tiernos
y
las
patatas
al
horno
hubiesen
sido
devorados,
Gin
los
hizo
pasar
a
la
sala
para
disfrutar
de
las
bebidas
después
de
la
cena,
y
el
pastel
que
Mallory
había
horneado.
Mallory
le
entregó
a
A icus
una
rebanada.
—Iba
a
hacer
algo
exótico,
cuando
Sawyer
vio
esto
en
mi
caja
de
recetas,
y
dejó
clara
su
preferencia.
—El
pastel
de
chocolate
y
el
helado
de
vainilla
son
un
clásico
por
una
razón—dijo
Sawyer,
sin
problemas
de
cargar
con
la
culpa.
—Mmm.
 Mamá
 solía
 hacer
 esto
 para
 tu
 cumpleaños.
 Al
 menos,
antes
de
que...
—A icus
se
fue
apagando.
Gin
entró
desde
la
cocina
con
la
botella
de
vino
y
la
copa
rellena
de
Mallory—.
¿Antes
de
qué,
cariño?
—Antes
 de
 que
 se
 casara
 con
 un
 imbécil.
 —A icus
 miró
 a
Mallory—.
 Vivimos
 cuatro
 años
 con
 el
 bastardo
 abusivo
 antes
 de
que
terminara
en
la
cárcel
por
agresión.
Mallory
respiró
hondo.
—¿Agresión?
La
 cara
 de
 Sawyer
 se
 había
 puesto
 dura
 como
 una
 piedra,
 y
 el
gris
se
entrelazó
en
su
aura.
—Me
gustaría
haberlo
golpeado.
Él
iba
a
echar
aceite
caliente
en
la
 cara
 de
 su
 madre.
 —La
 expresión
 de
 Gin
 se
 volvió
 orgullosa—.
A icus
apenas
tenía
doce
años
y,
sin
embargo,
lo
detuvo.
Oh,
 Mallory
 quería
 saber
 más,
 pero
 Sawyer
 se
 había
 tensado.
Hora
de
cambiar
de
tema.
—¿Ambos
han…?
—Tuve
 ayuda
 para
 detenerlo.
 —A icus
 tragó
 su
 cerveza—.
Sawyer
llamó
a
la
policía
y
después
cargó
contra
el
bastardo.
Con
el
ceño
fruncido,
Sawyer
negó
con
la
cabeza.
—No,
 no
 lo
 hice.
 Cuando
 Reuben
 te
 derribó
 y
 te
 pateó,
 me
congelé,
y
él
me
vapuleó
a
través
de
la
habitación
y
me
metió
en
la
estufa
de
leña.
Yo
no
hice
una
mierda
para
ayudar.
—¿Qué?
—A icus
miró
a
su
hermano.
Sawyer
 le
 devolvió
 la
 mirada
 mientras
 un
 sudor
 frío
 brotaba
 en
su
 piel.
 Sudaba
 de
 miedo.
 Cuando
 el
 fantasma
 de
 su
 destartalada
sala
 de
 estar
 se
 formó
 a
 su
 alrededor,
 pudo
 escuchar
 los
 fuertes
gritos
 de
 su
 madre.
 Sentir
 la
 pequeña
 mano
 de
 Héctor
 aferrar
 su
camisa.
Mirar
a
Reuben
lanzar
un
puño
enorme
y
golpear
a
A icus.
Un
A icus
flaco
de
doce
años.
Sawyer
 tenía
 nueve
 años
 y
 Reuben
 era
 un
 gigante.
 Cuando
 A
gritó
y
 cayó,
 Sawyer
 saltó
hacia
 adelante
y
 se
 congeló.
Ayuda
a
A .
Huye.
Oculta
a
Héctor.
Salva
a
A .
Sus
pies
no
se
movían,
y
el
teléfono
se
 le
 cayó
 de
 la
 mano
 cuando
 él...
 solo...
 se
 quedó
 allí.
 Como
 un
jodido
cobarde.
A icus
 golpeó
 el
 suelo
 con
 un
 ruido
 desagradable,
 y
 Reuben
 lo
pateó.
Justo
en
el
intestino.
El
sonido
que
hizo
su
hermano
mayor...
Todo
dentro
de
Sawyer
retrocedió.
—Hermano.
 —La
 voz
 de
 A 
 era
 suave,
 después
 aguda—.
Sawyer.
Sawyer
 levantó
 la
 cabeza.
 Mierda.
 Se
 pasó
 el
 antebrazo
 sobre
 el
labio
 superior
húmedo
 y
 sacudió
 las
voces…
 los
 recuerdos…
 de
su
cabeza.
—Lo
siento.
Ha
pasado
un
tiempo
desde
que
pensé
en
ese
día.
—
Un
 tiempo,
 cierto.
 Desde
 hacía
 varias
 horas...
 desde
 que
 Jacob
Wheeler
había
llevado
el
tema
de
su
padrastro
a
su
sesión
de
terapia.
Maldito
psiquiatra.
—Ésta
no
es
una
conversación
para
una
cena,
A .
Miró
a
Gin
y
solo
vio
simpatía.
¿No
se
dio
cuenta
de
que
Sawyer
se
había
quedado
allí
parado
mientras
su
hombre,
su
hermano,
había
sido
pateado
hasta
la
muerte?
—¿Crees
 que
 no
 ayudaste?
 Te
 equivocas,
 hermano.
 —Con
 los
ojos
 entrecerrados,
 A 
 se
 inclinó
 hacia
 delante—.
 Ahora
 que
 lo
pienso,
el
doctor
mencionó
que
tal
vez
no
lo
recordaras
todo.
—¿Por
qué
Sawyer
lo
olvidaría?—preguntó
Mallory
suavemente.
—Porque...
—A icus
tomó
un
buen
trago
de
su
cerveza—.
Mira,
cuando
me
estrellé
contra
Reuben
y
lancé
la
sartén
de
pollo
lejos,
él
me
golpeó.
Sawyer
asintió
con
la
cabeza.
—Y
no
hice
nada.
—Es
cierto.
—Los
ojos
de
A icus
se
volvieron
distantes—.
Hasta
que
el
gran
bastardo
me
pateó.
Estaba
acurrucado,
ni
siquiera
podía
respirar,
 y
 mi
 hermano
 pequeño
 de
 nueve
 años
 salió
 de
 la
 nada,
gritando
 como
 un
 loco
 y
 atacó
 a
 Reuben
 con
 furia.
 —Su
 mirada
 se
encontró
con
la
de
Sawyer,
firme
y
agradecida—.
También
recibiste
algunos
 buenos
 golpes,
 hermano,
 antes
 de
 que
 lograra
 arrojarte
 al
otro
lado
de
la
habitación.
Justo
dentro
de
la
estufa
de
leña.
—¿Qué?
 —Sawyer
 negó
 con
 la
 cabeza.
 Todo
 después
 de
 que
patearon
 a
 A 
 fue
 enterrado
 en
 una
 nebulosa.
 Llamar
 a
 la
 policía.
Observar
 a
 A 
 siendo
 golpeado
 y
 pateado.
 Entonces
 nada—.
 Yo...
 no
recuerdo
 nada
 después
 de
 verlo
 patearte.
 En
 realidad,
 no
 recuerdo
que
él
me
hubiese
arrojado.
—Te
 golpeaste
 la
 cabeza
 contra
 esa
 maldita
 estufa
 de
 hierro
fundido.
 Dios,
 Sawyer,
 no
 te
 despertaste
 en
 un
 par
 de
 horas.
 Casi
mataste
del
susto
a
mamá.
Y
a
mí.
—Los
ojos
de
A 
se
encontraron
con
 los
 suyos—.
 El
 doctor
 dijo
 que
 las
 personas
 no
 siempre
recuerdan
los
minutos,
o
días,
antes
de
una
conmoción
cerebral.
Sawyer
no
pudo
dejar
pasar
una
cosa
así.
—¿Lo
ataqué?
—Sí,
hermano.
Tenías
nueve
años.
Ah.
El
orgullo
en
la
expresión
de
A 
era
como
un
bálsamo
sobre
la
herida
supurando
en
el
alma
de
Sawyer.
No
había
sido
un
cobarde.
Durante
esos
largos
cuatro
años,
Reuben
había
llamado
a
Sawyer
inútil.
 Flacuchento.
 Cobarde.
Estúpido.
Cuando
Sawyer
 decepcionó
a
A ,
había
confirmado
que
todo
lo
que
Reuben
dijo
era
verdad.
Era
inútil,
flacuchento,
estúpido...
y
también
cobarde.
Solo
que
él
no
lo
era.
Todavía
 no
 podía
 recordar
 esos
 minutos
 perdidos,
 pero
 ¿saber
que
no
había
decepcionado
a
A ?
La
revelación
cambió...
todo.
Un
 brazo
 rodeó
 su
 cintura
 antes
 de
 que
 Mallory
 se
 apretara
contra
 su
 costado,
 su
 calidez
 y
 preocupación
 dadas
 tan
 libremente,
su
 garganta
 se
 apretó.
 Después
 de
 un
 apretón
 rápido,
 ella
 le
preguntó
quedamente
a
Gin
y
A 
sus
planes
para
el
Día
de
Acción
de
 Gracias,
 generosamente
 cambiando
 la
 conversación
 a
 diferentes
temas.
Dejándolo
pensar.
La
forma
en
que
ella
lo
apoyaba,
él
sentía
que
había
recuperado
a
su
equipo
SEAL,
cuidándole
la
espalda.
Durante
 unos
 minutos,
 dejó
 que
 las
 cosas
 se
 asentaran
 en
 su
mente...
y
entonces
lentamente
dejó
ir
el
pasado.
Levantando
a
Mallory,
la
puso
en
su
regazo.
Su
 mujer
 era
 aún
 más
 cálida
 y
 acurrucable
 que
 su
 peludo
 gato.
Aún
 mejor,
 ella
 no
 estaba
 avergonzada
 por
 sus
 acciones.
 Ella
simplemente
se
acurrucó
cómodamente
contra
él
y
siguió
hablando.
De
hecho,
incluso
apretó
sus
brazos
con
más
fuerza
alrededor
de
su
cintura.
Aceptación.
Amor.
El
 nudo
 en
 su
 garganta
 se
 hizo
 más
 grande.
 A
 ciegas,
 tomó
 su
cerveza
para
eliminar
el
estrangulamiento.
La
sonrisa
de
Gin
era
comprensiva.
En
prisión,
ella
había
sido
su
consejera
antes
de
que
Wheeler
lo
aceptara.
Ella
conocía
su
pasado
y
sabía
 que
 esto
 era
 una
 revelación.
 Una
 sonrisa
 se
 dibujó
 en
 las
comisuras
de
sus
labios
mientras
preguntaba:
—Me
he
estado
preguntando,
oh
vaquero
machote,
¿qué
piensas
de
la
casa
de
Mallory?
Mallory
 hizo
 un
 ruido
 de
 exasperación,
 y
 Sawyer
 casi
 se
 echó
 a
reír.
 Parecía
 una
 discusión
 femenina
 que
 se
 había
 perdido.
 Sin
embargo,
cuando
la
ninfa
se
volvió
en
sus
brazos
para
mirarlo,
supo
que
su
respuesta
era
importante.
Vale.
Miró
a
su
hermano.
—Me
gusta
el
look
del
oeste
aquí,
A .
Se
siente
mucho
como
en
casa.
Las
partes
que
más
me
gustaban.
El
 pequeño
 cuerpo
 en
 sus
 brazos
 se
 tensó
 ligeramente.
 Mallory
amaba
su
hogar.
Afortunadamente...
él
también.
Él
tocó
su
mandíbula,
tan
fuerte
y
femenina.
—Sin
 embargo,
 tu
 hogar...
 nunca
 me
 he
 sentido
 más
 cómodo
 o
más
 tranquilo
 en
 ningún
 lado.
 Nunca.
 —Él
 pudo
 escuchar
 su
pequeño
 suspiro
 de
 alivio—.
 El
 mobiliario
 es
 lo
 suficientemente
grande
 para
 mí
 y
 muy
 cómodo.
 No
 voy
 a
 romper
 algo
 si
 tomo
 un
plato
 o
 me
 siento
 con
 fuerza.
 Y
 la
 casa
 está
 tan
 llena
 de
 luz
 que,
incluso
en
días
nublados,
se
siente
como
si
el
sol
fuera
a
aparecer
de
un
momento
a
otro.
Cuando
 ella
 inclinó
 su
 cabeza
 hacia
 su
 mano,
 restregando
 su
mejilla
 contra
 su
 palma,
 él
 solo
 sonrió.
 Porque
 no
 importa
 cuán
hermoso,
 su
 hogar
 era
 un
 mero
 reflejo
 de
 la
 paz
 que
 llevaba
 y
compartía
con
todos
los
que
la
rodeaban.
Capítulo
19
 

Sawyer
 sintió
 su
 reloj
 pulsera
 vibrar
 transmitiéndole
 una


notificación
desde
su
teléfono.
Como
Mallory
estaba
acurrucada
a
su
lado,
 se
 alejó
 con
 cuidado
 antes
 de
 salir
 de
 la
 cama.
 Mientras
 se
estiraba
en
silencio,
miró
el
reloj.
Tres
de
la
mañana.
Aquiles
saltó
y
bailó.
¿Hora
de
jugar?
Sawyer
suspiró.
¿Los
cachorros
no
necesitaban
dormir?
Maldita
sea,
si
dejaba
al
perro,
Aquiles
despertaría
a
Mallory.
En
 silencio,
 llevó
 al
 perro
 a
 la
 gran
 habitación
 de
 Mallory
 antes
de
abrir
la
aplicación
del
teléfono.
El
mapa
mostraba
las
ubicaciones
de
 los
 rastreadores
 GPS
 que
 había
 puesto
 en
 los
 vehículos
 de
 los
Aryan
Hammers.
 Sí,
los
 imbéciles
 estaban
en
movimiento
y
 no
 hacia
la
 carretera.
 Parecía
 que
 su
 objetivo
 estaba
 en
 algún
 lugar
 en
 el
extremo
este
de
Main.
Bienvenido
a
la
noche
de
viernes
de
Bear
Flat.
Solo
que
tal
vez
debería
llamarlo
 sábado
 por
 la
 mañana.
 Maldita
 sea,
 vestirse
 y
 conducir
hasta
 la
 ciudad
 era
 lo
 más
 bajo
 en
 su
 lista
 de
 cosas
 divertidas
 para
hacer.
¿Por
qué
demonios
los
bastardos
no
se
habían
mudado
a
estas
horas?
 Su
 grupo
 se
 redujo
 a
 menos
 de
 un
 puñado,
 demasiado
pequeño
 para
 sobrevivir
 aquí.
 Necesitaban
 reincorporarse
 a
 sus
compinches
en
Los
Ángeles.
Supuso
que
no
habían
recibido
el
memo.
La
buena
noticia
era
que
los
pandilleros
de
la
mafia
mexicana
se
rindieron
y
se
fueron.
Desnudo
 con
 el
 culo
 al
 aire,
 Sawyer
 salió
 y
 una
 llovizna
 fría
 lo
salpicó.
¿Había
salido
de
una
cama
caliente
por
esto?
Gruñendo
por
lo
 bajo,
 sacó
 su
 bolso
 de
 la
 camioneta,
 se
 puso
 unos
 vaqueros
holgados,
 zapatillas
 negras
 más
 anchas
 y
 largas
 que
 las
 suyas,
 una
camiseta
 negra,
 un
 chaleco
 de
 Kevlar
 y
 una
 abultada
 chaqueta
 de
cuero
negro.
Su
nueva
máscara
de
látex
ceñida
estaba
en
el
bolsillo
de
la
chaqueta.
Aquiles,
habiendo
terminado
de
mear,
se
unió
a
él.
—Vamos,
 muchacho.
 No
 puedo
 dejarte
 aquí.
 Vamos
 a
 dejarte
rápido.
Pasó
junto
a
su
casa,
dejó
al
cachorro
en
la
cabaña
y
se
tomó
un
minuto
para
hacer
ilegible
su
matrícula.
Mientras
se
dirigía
a
la
ciudad,
la
adrenalina
comenzó
a
atravesar
su
organismo,
alejando
lo
último
del
sueño.
Comprobó
 de
 nuevo
 el
 rastreador
 GPS.
 Los
 vehículos
 de
 los
Aryan
 Hammers
 se
 habían
 detenido
 en
 Gold
 Dust
 Avenue.
 Parecía
como
 si
 estuvieran
 en
 el
 estacionamiento
 del
 motel.
 ¿Tal
 vez
 se
estuvieran
encontrando
con
alguien
allí?
O...
el
motel
estaba
al
lado
de
la
estación
de
gasolina.
Era
tarde
en
la
noche,
los
surtidores
y
el
mini
mercado
estarían
cerrados,
ya
que
Roger
Simmons
mantenía
un
horario
reducido
fuera
de
temporada.
En
 caso
 de
 que
 un
 Hammer
 estuviera
 vigilando,
 Sawyer
 pasó
Gold
 Dust
 Avenue,
 giró
 bajando
 por
 Riffle
 y
 se
 estacionó
 frente
 a
una
tienda
de
objetos
usados.
Antes
de
salir,
se
puso
la
máscara.
El
látex
apretado
era
una
perra
para
ponerlo,
pero
lo
convirtió
en
un
viejo
calvo
muy
real.
Después
 de
 apagar
 las
 luces
 del
 techo
 para
 que
 no
 se
 viera
cuando
abriera
la
puerta,
salió.
Corrió
por
el
lado
del
edificio
de
la
tienda
de
objetos
usados
hacia
la
 parte
 posterior.
 Dejó
 atrás
 su
 depósito
 con
 montones
 de
 ropa
 y
electrodomésticos
usados.
Hizo
una
mueca
ante
la
valla
de
un
metro
ochenta
 y
 dos
 que
 separaba
 la
 propiedad
 del
 motel
 y
 trepó
 sobre
ella.
Al
menos
no
habían
usado
alambre
de
púas.
Mientras
 atravesaba
 el
 seto
 que
 rodeaba
 el
 estacionamiento
 del
motel,
vio
que
el
lugar
estaba
tranquilo,
ni
siquiera
medio
lleno.
Las
habitaciones
 del
 motel
 estaban
 oscuras.
 El
 único
 sonido
 era
 el
golpeteo
de
la
lluvia
ligera.
Entonces
vino
un
golpe
desde
la
estación
de
gasolina
de
al
lado.
No.
Su
intestino
se
tensó.
El
mini‑mercado
sería
un
gran
atractivo
para
un
pandillero.
Sawyer
 se
 dirigió
 en
 silencio
 hacia
 Simmons
 Gas
 y
 se
 acercó
desde
un
lado.
Ahí
 estaban.
 Aunque
 alguien
 había
 prendido
 las
 luces
 de
 la
estación
 de
 gasolina,
 el
 movimiento
 era
 perceptible
 alrededor
 del
mini‑mercado.
 Con
 un
 bajo
 sonido
 de
 victoria,
 forzaron
 la
 puerta
principal
abriéndola.
Animal
 entró
 primero
 en
 la
 tienda.
 Sawyer
 reconoció
 al
 que
 lo
seguía,
así
como
al
tercer
Hammer,
que
permaneció
en
la
puerta.
Un
reconocimiento
rápido
no
mostró
a
nadie
más
en
la
propiedad.
De
 la
 vigilancia
 de
 ayer,
 Sawyer
 confirmó
 que
 quedaban
 cuatro
Hammers
en
Bear
Flat.
Durante
 los
 robos,
 siempre
 dejaban
 a
 una
 persona
 en
 casa,
probablemente
para
que
los
recogiera
si
las
cosas
salían
mal,
o
para
pagar
la
fianza.
Por
lo
tanto,
tenía
probabilidades
de
tres
a
uno
aquí,
y
 estaba
 desarmado.
 Su
 estómago
 se
 tensó,
 su
 instinto
 de
 peligro
hizo
 que
 se
 le
 erizara
 el
 pelo
 en
 la
 nuca.
 Estás
 empujando
 tu
 suerte,
Ware.
Pero
si
los
atrapara
ahora,
estarían
terminados.
Al
diablo
con
las
probabilidades;
valía
la
pena
el
riesgo.
Apretado
 contra
 el
 costado
 del
 edificio,
 miró
 a
 la
 vuelta
 de
 la
esquina.
El
pandillero
de
la
puerta
estaba
atento
al
tráfico
que
venía
del
centro
de
la
ciudad,
a
contravía.
Perfecto.
En
 silencio,
 Sawyer
 se
 acercó
 a
 él,
 apretó
 el
 antebrazo
 contra
 la
laringe
 del
 tipo
 para
 silenciarlo
 y
 lo
 golpeó
 con
 un
 puñetazo
 en
 la
sien.
Cuando
lo
dejó
caer,
lo
pisoteó
y
le
rompió
la
tibia.
Como
de
costumbre,
su
estómago
se
revolvió
con
el
chasquido
de
los
huesos.
El
sonido…
Enfócate.
Tragando
saliva,
se
concentró
en
la
misión.
Uno
menos.
Faltaban
dos.
Lo
 detectarían
en
el
 momento
en
que
entrara.
Manteniéndose
bajo,
se
lanzó
por
la
puerta
y
se
detuvo
detrás
de
los
estantes
de
productos
enlatados.
—¡Él
está
aquí,
Animal!
Los
dos
conjuntos
de
pasos
que
cargaban
hacia
Sawyer
sonaban
como
una
estampida.
Mierda.
 Agarrando
 latas
 de
 los
 estantes,
 Sawyer
 se
 agachó.
 El
primer
bastardo
rodeó
las
estanterías.
Sawyer
lanzó,
y
la
lata
golpeó
al
hombre.
Cayó.
Sawyer
también
le
acertó
al
siguiente.
Animal
retrocedió
tambaleándose,
sacudiendo
la
cabeza.
Un
 sonido
 vino
 detrás
 de
 Sawyer.
 De
 alguien
 cargando
 por
 la
puerta.
¿Quién
demonios
era
ese?
Sawyer
 se
 movió
 hacia
 la
 derecha
 cuando
 ladró
 una
 pistola.
 El
bastardo
estaba
armado.
Girándose,
Sawyer
se
lanzó
directamente
a
través
del
escaparate
de
 la
 estación
 de
 gasolina,
 rodó
 y
 se
 puso
 de
 pie.
 Tres
 pandilleros
más
llegaron
a
la
estación.
Él
podía
ver
aún
más
gente
viniendo
de
una
camioneta
en
el
estacionamiento
del
motel.
No
era
un
vehículo
que
él
reconociera.
Esto
había
sido
una
trampa.
Un
dolor
ardiente
atravesó
la
cadera
de
Sawyer
y
se
tambaleó.
—¡Mata
 al
 hijo
 de
 puta!
 —La
 voz
 medio
 enloquecida
 era
 la
 de
Animal.
Cuando
 los
 nuevos
 pandilleros
 dispararon
 sus
 armas
 con
 un
sonoro
rugido,
Sawyer
se
lanzó
hacia
la
esquina
de
la
estación.
Las
balas
lanzaban
chispazos,
destellando
sobre
el
hormigón.
Levantándose,
 Sawyer
 dobló
 la
 esquina.
 Una
 bala
 le
 quemó
 la
parte
de
atrás
del
brazo.
Dios,
 joder.
 Zigzagueando,
 corrió
 a
 través
 de
 la
 oscuridad
 detrás
de
la
estación
y
esquivó
las
cercas
detrás
del
estacionamiento.
Cada
pisada,
enviaba
un
punzante
dolor
en
la
cadera.
Su
boca
se
apretaba
mientras
continuaba.
Los
disparos
disminuyeron
cuando
los
Hammers
 lo
perdieron
en
las
 sombras.
 Gritos
 de
 ira,
 amenazas,
 maldiciones
 llegaron
 a
 sus
oídos.
Demasiados
gritos.
En
 lugar
 de
 abandonar
 Bear
 Flat,
 los
 Hammers
 debían
 haber
traído
a
sus
hermanos
de
Los
Ángeles.
Como
un
imbécil,
había
caído
directamente
en
una
trampa,
una
para
eliminar
al
vigilante.
A
él.
Él
nunca
anticipó
que
ellos
llamaran
a
su
gente
aquí.

Que
manera
de
arruinarlo,
Ware.
Las
luces
se
encendían
en
el
motel,
aunque
nadie
había
salido.
Sin
lugar
a
dudas,
estaban
llamando
a
la
policía.
La
 ira
 por
 su
 estupidez
 impulsaba
 sus
 pasos
 mientras
 se
 abría
camino
de
sombra
en
sombra
hasta
llegar
a
su
camioneta
en
la
calle
paralela.
Dolorosamente,
se
sentó
en
el
asiento
del
conductor
e,
incapaz
de
tolerar
 la
 sensación
 claustrofóbica,
 se
 quitó
 la
 máscara
 de
 látex.
 Su
rostro
estaba
empapado
en
sudor.
El
brazo
y
la
cadera
le
ardían
y,
por
lo
mojado,
estaba
chorreando
sangre.
 Se
 ató
 rápido
 un
 pañuelo
 alrededor
 del
 brazo.
 Después
 de
sacar
 unas
 servilletas
 limpias
 de
 comida
 rápida
 de
 la
 guantera,
 las
convirtió
en
una
compresa
dentro
de
sus
vaqueros
para
presionar
la
herida
de
la
cadera.
No
había
más
tiempo
para
hacer
nada
ahora.
En
la
oscuridad,
condujo
hasta
la
intersección
antes
de
encender
las
 luces.
 Podía
 sentir
 el
 temblor
 interno
 por
 la
 adrenalina
 y
 el
miedo.
Cuando
dobló
la
esquina,
un
automóvil
aceleró
hacia
él
desde
el
final
de
Riffle.
Ah
diablos.
Los
faros
lo
iluminaron,
y
a
su
camioneta.
Pisando
el
acelerador,
Sawyer
se
alejó
rápidamente.
En
la
oscura
cabina,
con
suerte
sus
rasgos
no
habían
sido
reconocibles.
Y
su
placa
no
era
legible.
Después
de
un
segundo
de
vacilación,
el
otro
vehículo
corrió
calle
abajo
hacia
la
estación
de
gasolina.
¿Un
policía
tal
vez?
Hablando
acerca
de
un
gran
desastre.
En
el
camino
a
casa,
como
para
agregar
un
insulto
a
la
lesión,
la
lluvia
 ligera
 se
 convirtió
 en
 una
 nevisca,
 lo
 que
 obligó
 a
 Sawyer
 a
mantener
 ambas
 manos
 en
 el
 volante.
 Con
 cada
 movimiento
 del
volante,
la
rozadura
del
disparo
en
el
brazo,
por
muy
superficial
que
fuera,
 dolía
 como
 el
 infierno,
 y
 usó
 todas
 las
 malas
 palabras
 que
conocía.
Manejo
del
dolor
a
través
de
las
blasfemias.
En
 lugar
 de
 regresar
 a
 lo
 de
 Mallory,
 Sawyer
 se
 detuvo
 en
 su
casa.
Ésta
era
su
misión…
y
su
desastre.
La
mantendría
fuera
de
esto
por
completo.
Dentro
 de
 la
 cabaña,
 el
 cachorro
 le
 estaba
 ladrando,
 así
 que
Sawyer
 subió
 los
 escalones
 y
 lo
 dejó
 salir.
 Después
 de
 un
 saludo
frenético,
Aquiles
comenzó
un
gemido
de
cachorro
infeliz,
nervioso
por
el
hedor
de
sangre
y
dolor.
—Sí,
 lo
 sé—masculló
 Sawyer,
 sintiéndose
 con
 ganas
 de
llorisquear.
 Encendió
 la
 luz
 del
 interior
 y
 rápidamente
 limpió
 su
sangre
del
asiento.
Al
menos
el
aguanieve
enfriaría
la
camioneta
rápidamente.
Unos
segundos
 con
 un
 destornillador,
 y
 la
 luz
 sobre
 su
 placa
 volvió
 a
funcionar.
 Un
 golpe
 hizo
 que
 la
 placa
 ilegible,
 cubierta
 de
 barro,
fuera
legible.
Con
Aquiles
pisándole
los
talones,
Sawyer
se
dirigió
al
establo,
se
desnudó
 y
 dejó
 su
 equipamiento
 en
 una
 de
 las
 improvisadas
 áreas
de
almacenamiento
debajo
del
suelo
del
establo.
En
 la
 casa,
 una
 ducha
 rápida
 se
 hizo
 cargo
 de
 la
 sangre
 y
 el
sudor.
Él
vendó
la
herida
detrás
de
su
brazo
izquierdo,
así
como
la
que
estaba
a
lo
largo
de
su
cadera
izquierda.
Unos
centímetros
más,
y
le
habría
destrozado
la
articulación
de
la
cadera.
¿Cómo
 podía
 no
 haber
 anticipado
 que
 los
 Hammers
 traerían
refuerzos?
Peor
aún,
los
forasteros
estaban
fuertemente
armados.
El
 fracaso
 era
 muy
 pesado
 y
 lo
 hizo
 caer
 en
 la
 cama,
 porque
 la
habitación
era
donde
necesitaba
estar
si
recibía
una
visita.
Encima
de
la
 colcha,
 Aquiles
 hizo
 un
 círculo
 y
 se
 acomodó,
 su
 hocico
 sobre
 la
espinilla
 de
 Sawyer.
 Y
 maldita
 sea
 si
 ambos
 no
 encontraban
 el
contacto
reconfortante.
No
es
que
se
fuera
a
dormir
pronto.
Una
 hora
 después,
 las
 luces
 destellaron
 en
 las
 ventanas
 de
 su
habitación.
Sí,
 aquí
 estaban
 los
 policías.
 Como
 era
 común
 en
 el
 campo,
 un
toque
de
sirena
cortés
anunció
la
compañía.
Sawyer
 se
 dio
 la
 vuelta
 y
 encendió
 la
 luz
 de
 la
 mesilla.
 Cuando
Aquiles
saltó,
Sawyer
se
puso
cuidadosamente
los
vaqueros
sobre
el
vendaje.
 La
 camisa
 de
 lana
 muy
 forrada
 que
 se
 puso
 ocultaría
 el
vendaje
en
el
brazo.
—Vayamos
a
hacerlo
bien
con
la
policía,
Aquiles.
El
 cachorro
 bostezó
 y
 se
 detuvo
 en
 lo
 alto
 de
 las
 escaleras.
 Al
perro
 le
 tomaría
 un
 tiempo
 llegar
 al
 fondo
 ya
 que
 él
 bajaba
 los
peldaños,
uno
por
uno.
Con
la
camisa
medio
abrochada,
Sawyer
encendió
la
luz
exterior,
vio
a
Virgil
Masterson
y
abrió
la
puerta.
—¿Qué
 demonios?
 —Él
 disparó
 las
 preguntas
 rápidamente—.
¿Hay
algún
problema?
¿A icus
está
bien?
Masterson
frunció
el
ceño.
—Tu
hermano
está
bien.
¿Dónde
estabas
esta
noche?
—En
la
cama.
—Sawyer
miró
hacia
atrás
y
vio
que
el
cachorro
se
había
 atollado
 casi
 en
 lo
 alto
 de
 las
 escaleras—.
 Vamos,
 Aquiles.
Puedes
hacerlo.
Después
de
una
 ooo‑ooo‑ooo
 de
 protesta,
 el
 cachorro
 comenzó
 de
nuevo.
Saltar.
Detenerse.
Estudiar
el
escalón.
Saltar.
Detenerse.
 Después
de
 lograr
 bajar
 el
 último
 escalón,
 Aquiles
 se
 apresuró
 a
 cruzar
 la
habitación
 y
 saltó
 alrededor
 de
 Sawyer
 y
 Virgil
 para
 celebrar
 su
victoria.
Virgil
se
echó
a
reír
y
se
inclinó
para
acariciarlo.
—Buen
 trabajo,
 amigo.—
 Enderezándose,
 miró
 a
 Sawyer—.
Ahora…
—Espera
un
segundo.
—Sawyer
levantó
al
perro
y
lo
dejó
afuera
en
 la
 hierba.
 Probablemente
 no
 necesitaba
 ir,
 pero
 en
 una
 noche
normal,
la
vejiga
del
cachorro
ya
estaría
estallando.
Dejando
 a
 Aquiles
 en
 el
 patio,
 sabiendo
 que
 no
 se
 aventuraría
fuera
 del
 círculo
 proyectado
 por
 la
 luz
 del
 porche,
 Sawyer
 trotó
escaleras
arriba.
Le
dolía
la
cadera
como
el
infierno.
—Ahora,
 ¿qué
 sucede?
 ¿Es
 este
 un
 problema
 del
 ganado
 de
Masterson
o
un
problema
de
Masterson,
el
policía?
Cuando
 la
 boca
 de
 Virgil
 se
 tensó,
 Sawyer
 supo
 que
 el
recordatorio
 sobre
 el
 cuidado
 de
 sus
 caballos
 había
 golpeado
 como
pretendía.
—Estoy
aquí
como
policía.
—Masterson
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho—.
Alguien
irrumpió
en
Simmons
Gas
esta
noche.
—Simmons.
 ¿Es
 el
 tipo
 que
 siempre
 está
 gimoteando
 acerca
 de
sacar
 a
 los
 convictos
 de
 la
 ciudad?
 —Cuando
 Masterson
 asintió,
Sawyer
 resopló—.
 Puedo
 ver
 cómo
 sería
 un
 gran
 objetivo.
 Sin
embargo,
no
estoy
falto
de
dinero
en
efectivo,
gracias.
—Varias
personas
estuvieron
involucradas.
Y
hubo
un
tiroteo.
Sawyer
 se
 permitió
 mirar
 a
 Masterson
 antes
 de
 negar
 con
 la
cabeza.
Aquí
podría
ser
honesto.
—Aunque
se
me
permite,
no
tengo
armas
de
fuego,
Masterson.
Aquiles
 entró
 trotando,
 con
 el
 pelaje
 empapado,
 dejando
 un
rastro
de
humedad
detrás
de
él.
—Dios
mío,
tengo
una
rata
ahogada.
—Agarrando
la
toalla
junto
a
 la
 puerta,
 Sawyer
 se
 arrodilló
 para
 secar
 al
 cachorro—.
 Buen
consejo,
 Masterson.
 En
 el
 momento
 en
 que
 tenga
 caballos
 en
 la
propiedad,
 compraré
 una
 escopeta.
 —Gracias
 a
 Dios,
 su
 abogado
había
 presionado
 “circunstancias
 atenuantes”
 como
 el
 TEPT
 para
reducir
la
condena
a
un
delito
menor
y
no
un
delito
grave.
Después
de
un
largo
e
infeliz
silencio,
Masterson
suspiró.
—Sí,
bueno,
viviendo
aquí,
tener
una
escopeta
es
una
buena
idea.
Sawyer
levantó
la
vista.
La
 cara
 del
 policía
 iluminada
 por
 la
 luz
 del
 porche
 era
 dura.
 Y
cansada.
—Roger
 Simmons
 vio
 una
 camioneta
 alejándose.
 Dice
 que
 el
conductor
se
parecía
a
ti.
Sawyer
dejó
ver
su
exasperación.
—Por
el
amor
de
Dios,
Masterson,
la
mitad
de
los
hombres
de
la
ciudad
se
parecen
a
mí.
Más
de
la
mitad
de
las
camionetas.
Sabes,
sin
importar
 cómo
 se
 viera
 tu
 ladrón,
 Simmons
 pensaría
 que
 estoy
involucrado.
La
expresión
del
teniente
decía
que
lo
sabía.
Sawyer
arrojó
la
toalla
al
gancho
y
revolvió
las
orejas
de
Aquiles.
—Todo
 listo,
 campeón.
 Busquemos
 un
 juguete
 para
 masticar
antes
de
decidirte
a
comer
las
botas
del
policía.
El
cachorro
aceptó
cortésmente
un
palo
de
carne
seca
y
se
sentó
a
sus
pies.
Sawyer
se
volvió
hacia
el
interrogador.
—¿Algo
más?
Después
de
un
segundo,
Masterson
suspiró.
—No
creo
que
hayas
intentado
robar
el
lugar.
De
hecho,
tengo
la
sensación
de
que
podrías
haber
estado
tratando
de
detenerlo.
Ese
no
es
el
modo,
Ware.
—Sin
esperar
una
respuesta,
Masterson
se
volvió
y
se
 fue.
 Pasó
 la
 mano
 sobre
 el
 capó
 de
 la
 camioneta,
 revisó
 la
 placa
trasera,
sacudió
la
cabeza
y
siguió
caminando.
Sawyer
sonrió.
Masterson
era
un
maldito
buen
policía.
No
había
sido
engañado.
Cuando
 Virgil
 se
 alejó,
 la
 sonrisa
 de
 Sawyer
 se
 desvaneció.
Maldición,
 dolía.
 Debía
 estar
 envejeciendo.
 En
 cierta
 época,
 un
 par
de
 heridas
 sangrientas
 no
 lo
 habrían
 frenado.
 Ahora,
 todo
 lo
 que
quería
era
un
par
de
pastillas
para
el
dolor
y
caer
en
la
cama.
Con
Mallory.
No.
Absolutamente
no.
La
llamaría
por
la
mañana.
Sawyer
 frunció
 el
 ceño
 ante
 las
 escaleras
 que
 conducían
 a
 su
cama.
Demasiado
lejos.
Con
un
gruñido
de
dolor,
levantó
al
perro
y
el
 juguete
 y
 se
 sentó
 en
 el
 sofá.
 Aquiles
 le
 lamió
 el
 cuello
 y
 se
acurrucó
 en
 el
 regazo
 de
 Sawyer
 para
 jugar
 un
 tira
 y
 afloja
 con
 el
palo.
Con
las
caderas
doloridas
como
una
hija
de
puta,
Sawyer
echó
la
cabeza
hacia
atrás
y
observó
la
lluvia
oscura
azotar
la
ventana.
Roger
 Simmons
 había
 estado
 en
 el
 camioneta
 en
 Riffle.
 Tenía
sentido
que
viviera
bastante
cerca
de
su
estación.
Y
no
fue
solo
una
figura:
Sawyer
había
sido
identificado
por
el
hombre
más
prejuicioso
y
bocón
de
la
ciudad.
Después
de
que
los
Hammers
le
entregaran
su
trasero
al
tipo.
Pero
lo
que
hacía
que
las
cucarachas
se
arrastraran
por
sus
tripas
era
tener
más
Aryan
Hammers
en
la
ciudad
que
cuando
comenzó.
Así
 se
 hace,
 Ware.
 Fuiste
 tan
 jodidamente
 efectivo
 que
 trajeron
refuerzos.
Con
 Simmons
 apuntando
 con
 su
 dedo
 a
 Sawyer,
 para
 mañana,
los
 Hammers
 sabrían
 quién
 había
 estado
 jodiendo
 sus
 negocios,
 lo
que
significaba
un
mayor
riesgo
para
cualquiera
a
su
alrededor.
Su
 pecho
 se
 contrajo
 de
 miedo.
 ¿Qué
 si
 los
 Hammers
fueran
 tras
Mallory?
No,
eso
no
sucedería.
Aparte
de
Gin
y
A ,
nadie
sabía
que
tenía
una
mujer.
La
opresión
en
su
pecho
se
aflojó
ligeramente.
En
 este
 momento,
 Mallory
 estaba
 dedicando
 largas
 horas
 a
terminar
un
trabajo
antes
de
que
llegara
la
nieve.
Ella
no
iba
a
salir.
No
obstante,
necesitaba
contarle.
De
algún
modo.
¿Solo
que
cómo
demonios
podría
explicarlo
sin
ponerla
en
riesgo
de
confabulación...
o
cómo
se
llamara
saber
sobre
un
crimen
y
no
denunciarlo?

Capítulo
20
 

Mientras
Mallory
conducía
hacia
Kestrel
Mountain
Road,
podía
sentir
el
vapor
saliendo
de
sus
oídos.
Qué
mañana
tan
confusa.
Anoche,
 se
 había
 ido
 a
 dormir,
 acurrucada
 en
 los
 brazos
 del
hombre
 que
 amaba...
y
 se
 despertó
 con
 una
 cama
y
 una
 casa
 vacía.
Sin
 nota
 ni
 nada.
 Cuando
 salió
 al
 porche,
 vio
 su
 camioneta
 en
 su
casa
y
el
humo
saliendo
de
su
chimenea.
Ella
se
había
preocupado
entonces.
¿Había
hecho
algo
mal?
¿Estaba
bien?
 Antes
 de
 que
 pudiera
 llamar,
 había
 recibido
 un
 mensaje
 de
texto:
tenía
que
revisar
algo
antes
de
que
estuvieras
despierta.
Lo
siento,
no
tenía
oportunidad
de
despertarte
de
una
mejor
manera.
Te
veo
esta
noche.
Por
 supuesto,
 había
 sido
 una
 lástima
 perderse
 despertar
 de
 una
“mejor
manera”.
Aunque
las
tardes
y
las
mañanas
de
fin
de
semana
estaban
reservadas
para
el
sexo
lento
y
sensual,
en
un
día
de
trabajo,
Sawyer
 recurriría
 a
 enérgicos
 rapiditos.
 Después
 de
 descubrir
 su
alijo
de
vibradores
en
la
mesita
de
noche,
y
de
haberlo
aumentado,
los
 usaría
 para
 asegurarse
 de
 que
 ambos
 estuvieran
 saciados.
Siempre
se
aseguraba
de
que
ella
se
corriera,
como
si
encontrara
su
clímax
tan
gratificante
como
el
suyo.
Él
era
tan...
Su
boca
se
apretó.
Ninguno
de
los
dos
había
disfrutado
del
sexo
rápido
 o
 lento...
 porque
 se
 había
 ido
 durante
 la
 noche.
 No
 fue
 un
buen
comienzo
para
un
sábado,
y
había
empeorado.
Toda
 la
 mañana
 había
 trabajado
 en
 el
 antebaño
 en
 la
 casita
 de
Nancy
 Jenkins.
Hacía
 una
 hora,
la
 anciana
 viuda
había
 corrido
a
la
ciudad
para
comprar
víveres...
y
regresó
para
regalar
a
Mallory
con
las
últimas
noticias:
el
robo
en
la
estación
de
gasolina,
el
tiroteo
y
la
afirmación
de
Roger
Simmons
de
la
participación
de
Sawyer.
De
 ninguna
 manera
 Sawyer
 habría
 robado
 Simmons
 Gas.
 Por
otra
parte,
seguro
que
podría
haber
estado
allí.
Podría
haber
muerto
allí.
El
 miedo
 enroscándose
 en
 su
 pecho
 hizo
 que
 su
 respiración
 se
cortara.
La
hizo
enojarse
aún
más.
Saliendo
de
la
carretera
hacia
Whiskey
Creek
Lane,
pasó
junto
a
la
casa
de
A icus
y
frenó
en
la
propiedad
de
Sawyer.
Su
camioneta
estaba
estacionada
en
su
casa.
De
acuerdo
entonces.
Al
detenerse
en
el
camino,
trató
de
calmar
su
ira.
Sin
éxito.
Cuando
Aquiles
salió
del
establo,
Mallory
apagó
el
motor
y
saltó,
evitando
los
charcos
de
la
lluvia
de
la
noche
anterior.
—Hola,
bebé.
El
 cachorro
 actuaba
 como
 si
 no
 la
 hubiera
 visto
 en
 semanas
mientras
 giraba
 en
 círculos
 a
 su
 alrededor,
 lamiendo
 sus
 manos
 y
recolectando
palmadas.
Un
brazo
musculoso
se
cerró
alrededor
de
la
cintura
de
Mallory,
la
 giró
 y
 entonces
 estaba
 aplastada
 contra
 el
 cuerpo
 sólido
 de
Sawyer.
Ella
plantó
una
mano
sobre
su
pecho.
—Sawy…
La
 jaló
 de
 puntillas
 y
 tomó
 sus
 labios
 en
 un
 beso
 áspero
 y
exigente.
Cuando
ella
le
rodeó
el
cuello
con
los
brazos,
oh,
no
podía
evitarlo,
 él
 la
 atrajo
 hacia
 sí
 y
 la
 besó
 como
 si
 hubieran
 estado
separados
durante
años.
Cuando
él
levantó
la
cabeza,
ella
no
podía
recordar
lo
que
había
comenzado
a
decir.
Su
mejilla
se
arrugó.
—Te
 extrañé.
 ¿Pero
 saliste
 por
 alguna
 razón?
 —Su
 sombrero
negro
de
vaquero
ensombrecía
sus
rasgos.
Extrañamente,
no
se
había
afeitado,
y
la
barba
incipiente
oscura
le
daba
una
apariencia
nerviosa
y
peligrosa.
—Ah...
 —Su
 cerebro
 volvió
 a
 hacer
 clic,
 y
 ella
 lo
 fulminó
 con
 la
mirada—.
Tú.
—¿Yo,
 qué?
 —Él
 inclinó
 la
 cabeza,
 mirándola
 como
 si
 hubiera
enloquecido.
—No
 me
 dejaste
 esta
 mañana,
 te
 fuiste
 en
 medio
 de
 la
 noche.
 Y
fuiste
a
la
ciudad.
Su
ceño
se
frunció.
—Escucha,
Mallory…
—¿Estabas
 en
 la
 estación
 de
 gasolina
 haciendo
 alguna...
 alguna
cosa
de
vigilancia?
—Pensé
que
no
tenías
ningún
problema
conmigo
actuando
contra
la
pandilla.
Su
cabeza
se
sentía
como
si
fuera
a
estallar.
—Dijiste
 que
 si
 veías
 a
 alguien
 haciendo
 algo
 ilegal,
 tenías
 que
intervenir.
 Ser
 testigo
 de
 algo
 no
 es
 lo
 mismo
 que
 buscarse
problemas.
La
expresión
dura
en
su
rostro
decía
que
buscar
era
exactamente
lo
que
había
hecho.
—Mallory,
yo…
—Sawyer,
 ¿cómo
 supiste
 que
 alguien
 estaba
 entrando
 en
Simmons
Gas?
Él
se
puso
rígido.
—No
necesitas
saber
cómo
lo
hice.
—¿No?
Su
 mandíbula
 se
 apretó.
 Su
 aura
 era
 oscura
 de
 infelicidad,
 y
había
colores
oscuros
que
ella
no
podía
interpretar
en
absoluto.
—Mallory.
—Estabas
 solo,
 y
 no
 tenías
 un…—buscó
 la
 palabra—…
 un
respaldo,
¿verdad?
La
tristeza
atravesó
como
un
rayo
negro
su
aura.
—No.
Ya
no
tengo
un
equipo.
Ella
no
lo
aprobaba,
pero
no
podía
dejar
que
se
metiera
en
peligro
solo.
—Déjame…
—No.
—Su
agarre
en
la
parte
superior
de
sus
brazos
se
apretó,
y
le
 dio
 una
 sacudida—.
 Nunca.
 Esto
 no
 está
 en
 tus
 aptitudes.
 No
 es
nada
 que
 quieras
 hacer.
 Joder,
 te
 mantendrás
 alejada
 de
 esta
pandilla.
—Está
bien.
Pero
Sawyer,
habla
conmigo.
—No.
Su
respuesta
fue
como
un
golpe.
—Entiendo.
—Mallory,
hay
más
pandilleros
en
la
ciudad,
más
que
antes.
Son
extremadamente
 violentos.
 Te
 quiero
 lejos,
 muy
 lejos
 de
 ellos.
 No
quiero
que
vayas
sola
a
ninguna
parte.
Su
mirada
estaba
enfocada,
su
preocupación
obvia.
—Está
 bien.
 —No,
 no
 estaba
 bien.
 Sin
 embargo,
 éste
 no
 era
 el
momento
de
discutir.
Necesitaba
enfriarse
y
tomarse
un
tiempo
para
pensar.
 Discutirían
 todo
 esta
 noche
 y
 llegarían
 a
 algo.
 Un
compromiso
 y
 una
 forma
 de
 mantenerlo
 a
 salvo.
 Ella
 suspiró—.
Necesito
volver
al
trabajo.
Se
inclinó
y
besó
su
mejilla.
—Por
supuesto.
Recuerda,
ninfa,
ten
mucho
cuidado.
Ella
 lo
 besó
 suavemente
 y
 regresó
 a
 la
 ciudad,
 con
 el
 corazón
dolorido.
***

Con
 el
 ceño
 fruncido,
 Sawyer
 continuó
 arreglando
 el
 establo,


dado
que,
mierda,
no
había
nada
más
que
pudiese
hacer.
Antes
 de
 esto,
 se
 había
 considerado
 una
 persona
 abierta
 y
honesta,
 y
 aun
 así,
 había
 evadido
 sus
 preguntas.
 Callándola.
Cerrándose
y
alejándose
de
la
mujer
que
amaba.
Al
 darse
 cuenta
 de
 que
 estaba
 descabezando
 el
 tornillo
 en
 el
pestillo
 de
 la
 puerta,
 arrojó
 el
 destornillador
 a
 la
 caja
 de
herramientas.
Ella
 estaba
 herida
 por
 su
 silencio.
 Sin
 embargo,
 decirle
 todo
estaría
 mal.
 Su
 boca
 se
 apretó.
 Él
 había
 estado
 investigando.
 Si
 ella
supiera
 con
 certeza
 que
 él
 estaba
 violando
 la
 ley,
 y
 asumámoslo,
infringir
 la
 privacidad
de
 los
 miembros
 de
la
 pandilla
 era
 el
 menor
de
sus
crímenes,
si
lo
supiera
y
no
lo
entregara,
podría
ser
culpable.
Sería
mejor
si
honestamente
pudiera
decir
que
no
sabía
nada.
Además,
si
la
pandilla
descubriera
cuánto
se
preocupaba
por
ella,
la
 perseguirían.
 Lo
 que
 significaba
 que
 necesitaba
 mantenerse
alejado
de
Mallory.
Pateó
la
tapa
de
la
caja
de
herramientas.
Hacer
lo
correcto
lo
hacía
sentirse
como
una
mierda.
En
 el
 establo
 contiguo,
 Aquiles
 bostezó
 y
 miró
 a
 Sawyer.
Entonces
inclinó
la
cabeza
y
se
puso
de
pie.
Un
 segundo
 después,
 Sawyer
 escuchó
 el
 zumbido
 de
 un
vehículo.
—Está
 bien,
 tipo
 duro.
 Vamos
 a
 ver
 quién
 es.
 —Su
 corazón
 se
elevó.
¿Había
regresado
la
ninfa?
¿ g
Sacó
la
correa
del
bolsillo
y
la
sujetó
al
collar
del
cachorro.
—Vamos
 a
 trabajar
 en
 esos
 modales,
 mientras
 estamos
 en
 eso.
Junto.
—Manteniendo
a
Aquiles
en
posición,
salió
del
establo.
Su
momentáneo
ascenso
de
ánimo
se
deslizó
cuesta
abajo.
El
 Chevy
 Tahoe
 era
 el
 vehículo
 particular
 de
 A icus
 y,
 por
 la
expresión
de
su
hermano,
estaba
de
mal
humor.
Suponía
el
por
qué.
Como
con
culpa,
las
heridas
de
la
cadera
y
del
brazo
de
Sawyer
comenzaron
 a
 arder.
 ¿No
 era
 eso
 jodido?
 Ya
 sin
 ganas
 de
 entrenar,
Sawyer
soltó
la
correa
del
perro.
El
cachorro
cargó
hacia
adelante.
A icus
se
inclinó
y
revolvió
su
cabeza.
—Mira
cómo
has
crecido.
La
cola
corta
del
cachorro
se
movió
furiosamente.
Sawyer
metió
las
manos
en
los
bolsillos
de
sus
vaqueros.
También
podría
 terminar
 con
 esto,
 para
 poder
 tomar
 más
 ibuprofeno
 y
 otra
taza
de
café.
—¿Qué
te
trae
por
aquí,
hermano?
A icus
le
envió
una
mirada
dura.
—Tú
sabes
que.
—¿Porque
 Masterson
 me
 despertó
 con
 ganas
 de
 saber
 si
 había
disparado
 a
 los
 Aryan
 Hammers
 anoche?
 —Para
 ocultar
 todo
 lo
demás,
 Sawyer
 dejó
 ver
 su
 ira.
 Su
 hermano
 policía
 podía
 leer
 a
 un
sospechoso
 más
 rápido
 de
 lo
 que
 la
 mayoría
 de
 la
 gente
 lee
 un
periódico—.
Sabes
malditamente
bien
que
no
tengo
armas.
—¿Estás
diciendo
que
no
estabas
allí?
Sawyer
frunció
el
ceño.
—Claro
 que
 estaba.
 Me
 desperté
 en
 medio
 de
 la
 noche
 y
 decidí
visitar
 la
 estación
 de
 gasolina,
 porque
 Simmons
 y
 yo
 somos
 muy
buenos
amigos.
¿Lo
dices
en
serio?
—Maldita
sea.
—A icus
parecía
lo
suficientemente
enojado
como
para
 masticar
 balas—.
 Sí,
 estuviste
 allí.
 Dios
 mío,
 Sawyer,
 apenas
sacaste
 tu
 culo
 de
 la
 cárcel,
 y
 ahora
 estás
 presionando
 para
 que
 te
encierren
de
nuevo.
—Ser
 arrestado
 es
 lo
 último
 que
 quiero.
 —Sawyer
 contuvo
 el
aliento.
 Cabreado
 o
 no,
 A 
 necesitaba
 saber
 que
 tenía
 más
problemas
 en
 sus
 manos—.
 A ...
 olvídate
 de
 la
 estación
 y
 escucha.
No
sé
si
te
diste
cuenta,
pero
los
Aryan
Hammers
trajeron
refuerzos.
Me
 imagino
 que
 hay
 al
 menos
 diez
 miembros
 aquí
 en
 la
 ciudad
ahora.
Bien
armados.
—Por
 el
 ruido
 y
 los
 proyectiles,
 pensamos
 que
 había
 más.
 ¿Al
menos
 diez?
 Infierno.
 —A 
 suspiró—.
 Hermano,
 sé
 que
 eras
 un
SEAL
 y
 puedes
 caminar
 sobre
 el
 agua;
 sin
 embargo,
 este
 trabajo
pertenece
a
la
fuerza
policial.
Detente
ahora,
antes
de
que
esto
vaya
demasiado
lejos.
—Su
voz
se
elevó—.
¿Me
estás
escuchando,
maldita
sea?
El
cachorro
metió
la
cola
entre
sus
patas
y
retrocedió.
La
ira
de
A 
golpeó
a
Sawyer
como
un
puñetazo,
comprimiendo
su
caja
torácica.
Mantuvo
su
voz
uniforme.
—Te
estoy
escuchando.
—Bien.
 —A 
 giró
 sobre
 sus
 talones
 y
 volvió
 a
 su
 SUV.
 Los
neumáticos
escupieron
barro
cuando
se
marchó.
***

Morgan
 Masterson
 había
 escuchado
 todo
 el
 griterío
 incluso


antes
 de
 pasar
 por
 el
 portón
 del
 pastizal.
 Mientras
 rodeaba
 el
establo,
vio
el
SUV
de
A icus
Ware
rugiendo
por
el
camino.
¿Y
ahora
qué?
Los
hombros
de
Sawyer
estaban
caídos.
Estaba
de
pie
en
el
lugar,
mirando
a
su
hermano.
Bueno,
 diablos.
 Morgan
 sabía
 todo
 sobre
 cómo
 se
 sentía
 luchar
contra
un
hermano.
Se
aclaró
la
garganta.
—Eso
seguro
sonó
como
si
pelearan
conmigo
mis
hermanos.
Ware
giró,
lo
vio
y
sus
ojos
azules
se
enfriaron.
—¿Qué
haces
aquí?
Más
dándole
la
bienvenida
por
mucho,
el
cachorro
se
lanzó
hacia
adelante,
con
los
ojos
oscuros
y
moviendo
la
cola.
Morgan
se
agachó
para
 acariciar
 al
 pequeño
 piojo
 Tal
 vez
 era
 hora
 de
 conseguir
 un
perro.
Joder,
la
casa
se
sentía
malditamente
vacía
en
estos
días.
—Hola,
chucho.
¿Tienes
nombre?
—Aquiles.
—Con
ira
visiblemente
drenando,
Ware
se
restregó
la
cara—.
Lo
siento.
Ha
sido
una
mañana
infernal.
Morgan
resopló.
—Ha
sido
una
noche
infernal,
también,
por
lo
que
escuché.
—¿Sí?
¿Qué
escuchaste?
—Simmons
 insiste
 en
 que
 estabas
 con
 los
 pandilleros
 que
irrumpieron
 en
 su
 estación
 de
 gasolina.
 —De
 hecho,
 Roger
 había
estado
lanzando
espuma
por
la
boca
y
habría
reunido
una
fiesta
de
linchamiento
si
Virgil
no
lo
hubiera
mandado
a
callar.
—He
oído
eso.
¿Los
policías
atraparon
a
alguien?
Morgan
le
dio
al
perro
una
palmadita
final
y
se
levantó.
—Tienen
a
dos
de
los
Aryan
Hammers.
Uno
tiene
una
pierna
rota...
e
 insiste
 en
 que
 se
 tropezó
 mientras
 caminaba.
 No
 sabe
 nada
 sobre
cómo
fue
forzada
la
puerta
de
la
estación
de
gasolina.
—Por
supuesto
que
no.
—El
otro
tiene
una
conmoción
cerebral.
La
falta
de
reacción
de
Ware
era
reveladora.
Morgan
 asintió
 para
 sí
 mismo.
 Virgil
 le
 había
 contado
 que
 una
lata
 de
 duraznos
 estaba
 en
 el
 suelo,
 cerca,
 y
 la
 abolladura
 en
 la
cabeza
del
imbécil
había
coincidido
con
el
borde
de
la
lata.
El
SEAL
había
eliminado
a
un
tipo
malo
con
duraznos.
Morgan
se
rio
entre
dientes
y
dijo:
—No
sé
si
A icus
alguna
vez
te
contó,
pero
usar
verduras
como
armas
 es
 una
 consagrada
 tradición
 de
 Bear
 Flat.
 Gin
 y
 Summer
frenaron
a
unos
imbéciles
con
productos
enlatados
el
verano
pasado.
—¿Lo
hicieron?
—Sawyer
resopló—.
Tendré
que
darle
de
beber
a
Red
un
poco
de
vino
y
conseguir
la
historia.
Tranquilo.
El
hombre
no
admitía
una
mierda.
Morgan
sonrió
con
reconocimiento.
—Supuse
 que
 fuiste
 tú
 quien
 desbarató
 el
 robo
 anoche.
 Buen
trabajo.
La
expresión
de
Ware
se
cerró.
—¿Viniste
a
compartir
los
chismes?
—No,
 caminé
 para
 avisarte
 que
 había
 vuelto
 y
 para
 agradecerte
por
 cuidar
 de
 los
 caballos.
 Se
 ven
 genial.
 Virg
 también
 quedó
impresionado.
—Ware
había
hecho
un
trabajo
excelente.
Los
pelajes
de
 los
 caballos
 brillaban
 y
 el
 establo
 estaba
 impresionantemente
limpio.
Incluso
había
condicionado
los
arreos—.Te
debemos
una.
—Nah.
Me
gustó
mucho
hacerlo.
—La
otra
razón
por
la
que
vine...
—Morgan
se
acarició
el
bigote
y
lo
consideró.
Este
era
un
mal
momento,
justo
después
de
que
A icus
le
 hubiese
 dado
 a
 su
 hermano
 una
 nueva
 bronca.
 Sin
 embargo,
 el
SEAL
necesitaba
saber
que
tenía
respaldo—.
Si
necesitas
que
alguien
te
 cubra
 la
 espalda
 mientras
 estás...
 jugando
 con
 productos
enlatados,
llámame.
Ware
pareció
sorprendido,
y
entonces
algo
en
su
rostro
se
relajó.
Como
si
fuera
un
alivio
saber
que
no
estaba
solo.
En
estos
días,
Morgan
conocía
el
sentimiento
demasiado
bien.
Así
que
se
aventuró
por
el
camino
que
estaba
abriendo.
—Los
 Hunt
 tienen
 un
 campo
 de
 tiro
 detrás
 de
 Serenity
 Lodge.
Me
dirijo
hacia
allí
para
practicar
un
poco.
¿Quieres
unirte
a
mi?
—No
tengo
armas
de
fuego.
—Es
 lo
 que
 Virg
 dijo.
 Tengo
 muchas,
 desde
 un
 clásico
 Marlin
hasta
 un
 viejo
 Mauser.
 —Él
 sonrió—.
 Mi
 último
 bebé
 es
 un
 GA
Precision
Gladius.
Los
ojos
de
Ware
se
iluminaron.
—Los
francotiradores
tienen
afición
por
eso.
Sí,
Ware
conocía
su
armamento.
—Si
necesitas
respaldo,
o
equipamiento,
en
el
futuro,
acude
a
mí.
Ésta
es
mi
ciudad
también—dijo—.
Mientras
tanto,
vamos
a
disparar
por
diversión.
—Tendió
su
mano.
Después
de
un
largo
momento,
Ware
se
la
estrechó.
—Estás
dentro.

Capítulo
21
 

El
 domingo
 temprano
 por
 la
 tarde,
 Mallory
 caminaba
 por
 la


acerca
 entarimada
 de
 Bear
 Flat.
 Aunque
 necesitaba
 comida,
 había
postergado
salir.
No
quería
ver
a
nadie.
Porque
Sawyer
no
estaba
hablando
con
ella.
Le
 dolía
 el
 pecho,
 como
 si
 algo
 que
 había
 tragado
 se
 le
 hubiera
pegado
 a
 mitad
 de
 camino
 del
 estómago,
 haciendo
 un
 bulto
incómodo
 debajo
 de
 las
 costillas.
 ¿Había
 sido
 una
 tonta
 al
 pensar
que
ella
y
Sawyer
tenían
algo
especial?
Desde
 Dark
 Haven,
 habían
 dormido
 juntos
 todas
 las
 noches...
hasta
 anoche.
 Anoche,
 la
 llamó
 antes
 de
 que
 ella
 saliera
 del
 trabajo
para
 decirle
 que
 él
 y
 Morgan
 iban
 a
 salir
 el
 sábado
 por
 la
 noche.
Dormiría
 en
 su
 casa...
 y
 tal
 vez
 hoy
 la
 vería.
 A
 pesar
 de
 que
 había
llamado
 desde
 la
 casa
 de
 Morgan,
 la
 distancia
 entre
 ellos
 se
 había
sentido
más
como
un
continente
que
unas
pocas
hectáreas.
Ella
respiró
lentamente
el
aire
helado.
Aunque
estaba
contenta
de
que
 él
 y
 Morgan
 hubieran
 encontrado
 algo
 en
 común,
 Sawyer
 hoy
no
la
había
llamado
en
absoluto.
—¡Hola,
Mallory!
Mallory
se
volvió.
Con
 su
 marido,
 Jake,
 a
 su
 lado,
 Kallie
 bajaba
 por
 la
 acera.
 Su
corto
 cabello
 negro
 estaba
 despeinado,
 y
 su
 sonrisa
 era
 amplia.
Barney,
un
leñador
gigante
que
había
sido
un
compañero
de
escuela,
la
seguía.
Kallie
insistía
en
que
el
hombre
estaba
relacionado
con
el
dinosaurio
púrpura.
Mallory
 le
 dirigió
 a
 Barney
 una
 cálida
 sonrisa
 y
 se
 volvió
 hacia
los
otros
dos.
—¿Tuviste
unas
buenas
vacaciones?
—Fue
 genial.
 —Kallie
 frunció
 el
 ceño—.
 Al
 menos
 hasta
 que
volvimos
a
todas
las
cosas
que
están
sucediendo
aquí.
¿Cuándo
nos
convertimos
 en
 una
 ciudad
 plagada
 de
 crímenes
 en
 lugar
 de
 una
pequeña
ciudad
de
montaña?
—Te
entiendo—dijo
Mallory.
Barney
frunció
el
ceño,
la
mirada
fija
en
alguien
al
otro
lado
de
la
calle.
—Sabemos
 de
 dónde
 viene
 el
 problema.
 De
 personas
 como
 ese
tipo.
Mallory
lo
miró.
Sawyer
 estaba
 frente
 a
 la
 panadería
 Bärchen,
 hablando
 con
Morgan.
Sawyer.
 Con
 un
 sombrero
 de
 vaquero
 negro.
 Su
 chaqueta
vaquera
 lo
 hacía
 parecer
 aún
 más
 musculoso.
 ¿Cómo
 podía
 sentir
que
 su
 corazón
 estaba
 siendo
 apuñalado,
 al
 mismo
 tiempo
 que
 se
alegraba
por
su
hombre?
Morgan
miró
y
los
vio
a
todos,
le
dio
una
palmada
en
el
hombro
a
Sawyer
y
cruzó
la
calle.
Saltando
sobre
la
acera,
saludó
a
Jake:
—Hola,
primo.
Bienvenido
a
casa.
Jake
sonrió.
—Es
bueno
estar
de
vuelta.
Morgan
le
sonrió
a
Mallory.
—Lo
siento
si
arruiné
tus
planes
con
Sawyer
anoche.
Hinchando
su
enorme
pecho,
Barney
miró
fieramente.
—Sawyer
Ware
es
un
convicto.
Mallory
no
tendría
nada
que
ver
con
él.
Oh,
honestamente.
—Sawyer
es…
—Ese
 tipo
 es
 el
 Capitán
 Ware,
 pasó
 una
 década
 sirviendo
 a
 un
país
que
hizo
una
mierda
para
ayudarlo
cuando
se
retiró.
Se
quedó
dormido
al
volante
después
de
dos
tragos,
y
su
mejor
amigo
murió.
Sí,
 la
 jodió.
 Y
 lo
 pagó.
 Dios
 santo,
 lo
 pagó—espetó
 Morgan
interrumpiéndolo.
Barney
parpadeó
y
entonces
pareció
sorprendido.
—No
lo
sabía.
—Sí,
yo
tampoco,
hasta
que
se
enfrentó
a
una
pandilla
para
salvar
el
 trasero
 del
 viejo
 Verne.
 Empecé
 a
 hacer
 preguntas.
 Hablé
 con
 su
hermano.
Y
también
con
Gin.
Mallory
sonrió.
Morgan
era
el
hermano
más
joven
de
Masterson
y
 generalmente
 dejaba
 que
 otros
 lideraran;
 sin
 embargo,
 nadie,
 ni
siquiera
Wya ,
podía
moverlo
una
vez
que
había
decidido
que
algo
estaba
bien.
—¿Trabajó
 bien
 Sawyer
 con
 tus
 caballos?
 —No
 podía
 imaginar
nada
diferente.
Barney
farfulló.
—¿Lo
dejaste
cerca
de
tus
caballos?
—Sí,
 Barney.
 —El
 tono
 de
 Morgan
 se
 endureció—.
 Tenía
 un
grupo
 de
 pesca
 que
 guiar.
 Wya 
 está
 en
 África.
 Kallie
 se
 fue
 de
vacaciones.
¿Quién
se
suponía
que
cuidaría
de
nuestros
animales?
Kallie
frunció
el
ceño.
—Pero,
Morgan,
Virgil
planeaba…
—Virgil
 es
 policía
 y
 está
 trabajando
 duro.
 ¿Lo
 has
 mirado
recientemente?
—Oh.
 Oh,
 no.
 —Consternada,
 Kallie
 puso
 su
 mano
 sobre
 su
brazo—.
Jake
y
yo
no
nos
habríamos
ido
si…
—No
 hay
 culpa,
 prima.
 —Morgan
 le
 dio
 unas
 palmaditas
 en
 la
mano—.
A icus
está
invirtiendo
tantas
horas
como
Virg,
así
que
no
le
pregunté,
pero
dijo
que
Sawyer
es
aún
mejor
con
los
caballos
que
él.
—¿En
 serio?
 —Kallie
 volvió
 una
 mirada
 especulativa
 hacia
Sawyer—.
¿No
sería
bueno…?
—Lo
estuve
observando
para
ver
cómo
lo
hacía.
—Morgan
sonrió
—.
 A icus
 tiene
 razón,
 el
 tipo
 tiene
 un
 don.
 Incluso
 el
 imbécil
 de
Dodger
actuó
como
si
Ware
fuera
azúcar
en
cubos.
—Esta
 tarde,
 me
 di
 cuenta
 de
 lo
 limpio
 que
 estaba
 el
 establo—
dijo
 Kallie—.
 Y
 los
 caballos
 están
 súper
 mansos,
 como
 si
 todos
hubieran
sido
ejercitados
recientemente.
¿Cuánto
nos
cobró?
—Nada.
Dijo
que
apreciaba
la
forma
en
que
habíamos
mantenido
las
vallas
entre
nuestros
pasturas.
—Morgan
resopló.
Mallory
asintió
con
la
cabeza.
Sí,
eso
sonaba
como
Sawyer.
—Qué
 amable
 de
 su
 parte.
 —Kallie
 miró
 a
 Sawyer
 y
 asintió
lentamente—.
 Será
 un
 buen
 vecino.
 Sé
 que
 Mallory
 cree
 que
 está
bien.
—Es
 un
 buen
 hombre.
 —Mallory
 logró
 sonreír.
 Ella
 no
 quería
hablar
sobre
Sawyer,
no
cuando
su
corazón
dolía—.
Me
tengo
que
ir,
necesito
hablar
con
la
señora
Reed.
Irrumpiendo
 en
 la
 tienda
 de
 cerámica,
 conversó
 con
 la
 señora
Reed
 y
 ordenó,
 esperando
 ayudar
 a
 compensar
 la
 cristalería
 que
 la
mujer
mayor
había
perdido.
Una
vez
de
vuelta
en
la
acera,
se
dirigió
hacia
la
tienda
de
comestibles.
—Mallory.
Al
oír
su
nombre,
se
detuvo.
—Hola,
 pequeña.
 —Virgil
 se
 acercó
 y
 le
 pasó
 un
 brazo
 por
 los
hombros—.
¿Has
visto
a
mi
mujer?
Mallory
 apoyó
 la
 cabeza
 contra
 su
 duro
 volumen.
 ¿Por
 qué
 no
pudo
su
madre
haberle
dado
un
par
de
hermanos?
O
primos.
—Nop.
Probablemente
se
haya
encontrado
un
cachorro
o
un
bebé
para
abrazar.
La
sonrisa
de
Virgil
era
tierna.
—Probablemente.
 —Por
 la
 manera
 en
 que
 Sunny
 adoraba
 a
 los
bebés
 de
 cualquier
 tipo,
 la
 pareja
 no
 esperaría
 demasiado
 antes
 de
comenzar
su
propia
prole.
La
idea
creó
un
anhelo
dentro
de
Mallory,
que
ella
se
sacudió
con
dificultad.
—Ten
cuidado.
Lisa
y
el
gato
de
Bart
tuvieron
una
camada
tardía
de
gatitos.
—Dios
 me
 ayude,
 no
 estoy
 a
 la
 altura
 de
 las
 travesuras
 de
 los
gatitos.
No
en
estos
días.
Mallory
 frunció
 el
 ceño.
 La
 cara
 de
 Virgil
 estaba
 macilenta;
círculos
oscuros
rodearon
sus
ojos.
—Te
ves
exhausto.
—Ha
 sido
 un
 largo
 mes.
 —Sus
 ojos
 color
 avellana
 estaban
infelices—.
 El
 grupo
 neonazi,
 los
 Aryan
 Hammers,
 ya
 estaba
incrementándose,
y
ahora
tienen
más
gente.
—¿Qué
 motivo
 hay
 para
 incrementarse?
 Bear
 Flat
 no
 es
 tan
grande.
—Los
robos
están
creciendo.
Ataques
callejeros,
y
peor
aún,
están
vendiendo
drogas…
y
reclutando…
en
la
escuela.
Mallory
lo
miró
fijamente.
Obviamente
 escuchando
 mientras
 pasaba,
 Roger
 Simmons
 se
detuvo.
—Por
 Dios,
 esos
 bastardos
 que
 trajo
 la
 prisión
 se
 están
apoderando
 de
 nuestra
 ciudad.
 —Su
 rostro
 se
 oscureció
 cuando
 le
dijo
a
Mallory—.
Robaron
mi
estación
de
gasolina.
—Lo
escuché—dijo
Mallory.
—Forzaron
 la
 puerta.
 El
 motel
 me
 llamó
 cuando
 comenzaron
 a
disparar
en
el
lugar.
Cuando
llegué
allí,
corrieron
como
los
cobardes
que
 son.
 —Roger
 apretó
 la
 mandíbula
 cuando
 notó
 que
 tres
pandilleros
se
pavoneaban
por
la
acera.
—¿Escuché
 que
 atraparon
 a
 algunos?—
 preguntó
 Mallory
 de
prisa.
Virgil
asintió
con
la
cabeza.
—Dos
resultaron
heridos
y
no
pudieron
escapar.
—Uno
 corrió
 justo
 en
 frente
 de
 mi
 camioneta,
 lo
 vi
 bien.
Masterson
 arrojó
 su
 culo
 a
 la
 cárcel.
 —La
 cara
 de
 Roger
 se
 volvió
casi
púrpura—.
¿Creerías
que
el
bastardo
me
amenazó?
¿Me
dijo
que
lo
pagaría
si
testificaba
contra
él?
—Roger,
mira,
esto…—dijo
Virgil.
Roger
golpeó
su
pecho
fornido.
—Le
 dije,
 adelante.
 —Se
 volvió
 y
 señaló
 a
 los
 miembros
 de
 la
pandilla,
su
voz
se
elevó
a
un
grito—.
Sí,
¡adelante!
Aunque
 los
 Hammers
 se
 burlaron
 de
 él,
 Mallory
 pudo
 ver
 sus
auras
oscurecerse
con
amenazas.
Ella
puso
su
mano
sobre
el
brazo
de
Roger.
—Lamento
mucho
que
esto
haya
sucedido.
Él
se
desinfló.
—Sí.
 Me
 está
 costando
 dinero.
 El
 seguro
 subió,
 y
 tendré
 que
poner
 rejas
 en
 las
 ventanas
 y
 puertas,
 y
 nuevas
 cerraduras.
 Un
sistema
 de
 seguridad.
 Cuando
 la
 prisión
 cerró,
 esperaba
 que
 todo
esto
desapareciera.
—Creemos
que
lo
hará.
—La
voz
de
Virgil
era
uniforme—.
Pero
lleva
tiempo.
—No
 tomaría
 tanto
 tiempo
 si
 los
 expulsáramos
 a
 todos—
masculló
Roger.
Echó
un
vistazo
al
otro
lado
de
la
calle.
Mallory
se
dio
cuenta
de
que
su
mirada
estaba
dirigida
a
Sawyer.
Roger
escupió
en
la
acera.
—Sabes
 que
 también
 lo
 vi
 esa
 noche.
 Alejándose
 del
 lugar.
 Es
uno
de
los
bastardos.
—No,
 no
 lo
 es—dijo
 Mallory
 con
 firmeza—.
 Nunca
 robaría
 o
irrumpiría
en
tu
lugar.
—Estás
ciega,
niña.
—Roger
la
fulminó
con
la
mirada
y
volvió
a
gritar—.
 Te
 quedas
 con
 el
 bastardo
 y
 tus
 clientes
 encontrarán
 una
nueva
contratista.
Virgil
cruzó
los
brazos
sobre
su
gran
pecho.
—Suficiente.
—Más
que
 suficiente.
—La
 furia
la
 hizo
querer
golpear
al
 idiota
de
mente
estrecha
en
la
parte
superior
de
la
cabeza.
—Estás
equivocado
acerca
de
Sawyer…
y
terminarás
comiéndote
tus
palabras.
Se
dio
la
vuelta
y
cruzó
la
calle
directamente
hacia
su
hombre.
La
estaba
observando,
su
postura
era
casual,
pero
su
rostro
estaba
tenso
y
el
rojo
claro
de
su
aura
se
había
llenado
de
sombras.
Ante
 su
 expresión
 ilegible,
 recordó
 que
 no
 había
 estado
 en
 su
cama
anoche.
No
la
había
llamado
hoy.
Su
corazón
se
hundió.
Bien
hecho,
Mallory.
¿Ves
lo
que
te
ha
llevado
a
enojarte
con
Roger?
No
obstante,
forzó
una
sonrisa
cuando
puso
un
pie
en
la
acera.
—Oye.
 Podría
 necesitar
 un
 abrazo
 ahora
 mismo.
 —Sin
 esperar,
ella
comenzó
a
abrazarlo.
Él
dio
un
paso
atrás
apresuradamente.
Su
 acción
 la
 golpeó
 profundamente
 y
 rebanó
 su
 corazón.
Contuvo
 el
 aliento
 e
 hizo
 una
 mueca
 cuando
 escuchó
 el
 pequeño
estremecimiento
de
su
inhalación.
No
llores.
No,
no,
no.
Otra
inspiración
y
otra,
y
ella
logró
alejar
el
dolor
y
la
frustración.
Una
 chica
 no
 llegaba
 a
 ser
 trabajadora
 de
 la
 construcción,
 o
contratista,
si
no
podía
controlar
sus
emociones.
—Sawyer.
—Mallory,
escucha.
Yo...
—Como
el
chasquido
de
una
banda
de
goma,
todo
su
cuerpo
se
tensó
de
repente…
y
él
se
alejó
otro
paso.
—¿Qué?
—Ella
lo
miró.
—Nada.
—Su
mirada
estaba
fija
en
algo
detrás
de
ella.
Miró
por
encima
del
hombro
y
vio
los
tres
Aryan
Hammers.
 Uno
de
ellos,
un
enorme
skinhead
con
un
tatuaje
en
la
frente,
tenía
un
aura
gris
tan
malvada
que
le
revolvió
el
estómago.
Cuando
la
mirada
del
enorme
Hammer
se
encontró
con
la
de
ella,
la
miró
lascivamente,
haciendo
ruidos
de
besos.
Madre
de
los
gatos,
que
persona
tan
repugnante.
Volviendo
a
Sawyer,
mantuvo
su
tono
ligero.
—Entonces,
¿qué
haces
en
la
ciudad?
—Nada
 importante.
 —Su
 voz
 sonaba
 ronca—.
 Solo
 buscando
pasar
un
buen
momento.
Su
tono
despectivo
raspó
dolorosamente
sobre
sus
emociones
ya
deshilachadas.
Forzó
una
sonrisa
e
intentó
de
nuevo.
—¿Te
gustaría
venir
esta
noche?
Gin
me
dio
una
receta
del
pollo
frito
sureño.
—No,
 gracias,
 cariño.
 Tengo
 cosas
 que
 hacer.
 —Su
 sonrisa
arrogante
no
llegó
a
sus
ojos.
Su
aura
estaba
oscura
de
infelicidad
e
ira,
tanto
que
ella
no
podía
entender
lo
que
estaba
pasando
con
él.
—Está
bien.
—Ella
contuvo
el
aliento.
No,
esto
no
estaba
bien.
Las
emociones
no
deberían
cubrirse
como
Aslan
cubría
sus
necesidades
en
 la
 caja
 de
 arena—.
 En
 realidad,
 no,
 no
 está
 bien.
 Sawyer,
 ¿qué
es…?
—Creo
 que
 nuestra
 diversión
 llegó
 a
 su
 fin,
 mascota.
 Necesito
más
emoción
en
mi
vida
y...
—Se
encogió
de
hombros,
como
si
no
se
diera
 cuenta
 de
 la
 efectividad
 de
 las
 palabras
 que
 había
 usado
 en
ella.
O
no
le
importara.
La
derrota
se
arremolinaba
como
una
niebla
oscura
alrededor
de
ella.
 ¿No
 le
 había
 preocupado
 no
 ser
 la
 clase
 de
 mujer
 que
 él
necesitaba?
 Que
 eventualmente
 querría
 a
 alguien
 más
impresionante,
 más
 excitante,
 más
 vivaz,
 no
 un
 ratón
 de
 biblioteca
tranquila,
que
meditaba
y
le
gustaba
trabajar
con
sus
manos.
—Cuídate,
chica.
—Se
dio
la
vuelta
con
indiferencia,
golpeándole
el
culo
mientras
pasaba
como
si
dijera:
Terminado
aquí,
sigue
adelante.
Ella
 se
 giró
 para
 gritarle,
 pero
 él
 estaba
 fuera
 de
 acera
 y
 en
 la
calle.
Mientras
 ella
 miraba,
 él
 cruzó
 para
 hablar
 con
 Candy,
 una
estilista
delgada
y
rubia
platinada
del
salón
local.
La
mujer
se
acercó
a
Sawyer,
aplastó
su
mano
sobre
su
pecho
y
le
dirigió
 una
 mirada
 coqueta
 a
 través
 de
 sus
 falsas
 pestañas
 muy
negras.
Riendo,
Sawyer
la
jaló
a
sus
brazos
y
la
besó,
fuerte
y
largo.
Cuando
terminó,
Candy
ya
estaba
sobre
él.
¡No,
 él
 es
 mío!
 Solo
 que
 no
 lo
 era,
 ¿verdad?
 Mallory
 volvió
 la
cabeza,
tratando
de
borrar
la
imagen
de
los
dos
juntos
de
su
mente.
Bueno,
 eso
 fue...
 eso.
 Lentamente,
 Mallory
 abrió
 las
 manos
 y
 se
alejó
de
la
tienda
donde
se
suponía
que
debía
comprar
comestibles.
¿Por
qué
no
había
visto
venir
esto
y
se
había
preparado?
Con
demasiada
frecuencia
se
desata
una
avalancha
en
las
sierras,
aplastando
todo
a
su
paso.
Arrancando
de
raíz,
los
troncos
rotos,
los
árboles
altos
y
fuertes
serían
sepultados
debajo
de
grandes
rocas.
¿Lloraban
los
árboles
cuando
estaban
quebrados?
***

Sawyer
 trató
 de
 enterrar
 el
 recuerdo
 del
 dolor
 en
 los
 ojos
 de
Mallory.
Intentó
decirse
que
había
sido
necesario
lastimarla.
Joder
lo
sabía,
ella
se
quedaría
lejos,
muy
lejos
de
él
ahora,
lo
que
significaba
que
estaría
a
salvo.
Nada
más
era
tan
importante.
Animal
había
visto
a
Mallory
comenzar
a
abrazarlo.
Sawyer
 no
 podía
 reescribir
 la
 historia.
 Sin
 embargo,
 podía
 dejar
en
claro
que
Mallory
no
era
nadie
importante.
De
 hecho,
 necesitaba
 mostrar
 que
 ninguna
 mujer
 era
particularmente
 importante
 para
 él.
 No
 Mallory.
 Tampoco
 ésta.
Sonriendo
fríamente,
ocultó
su
irritación
por
cómo
la
rubia
le
pasaba
las
manos
por
el
pecho
y
los
brazos.
Actúa
como
un
asesino,
Ware.
Sé
lo
que
ésta
quiere.
—Dame
tu
nombre.
Sus
pupilas
se
dilataron,
y
ella
frotó
sus
senos
contra
su
brazo.
—Candy.
Bien,
 ella
 le
 había
 dicho
 su
 nombre
 un
 par
 de
 veces
 el
 verano
pasado.
 Él
 la
 aferró
 del
 pelo,
 le
 echó
 la
 cabeza
 hacia
 atrás
 y
 la
observó
jadear
con
excitación.
—Hasta
la
vista,
Candy.
Soltándola,
 se
 paseó
 por
 la
 acera
 entarimada.
 No
 quería
 que
 los
Hammers
 apuntaran
 a
 ninguna
 mujer...
 así
 que
 tenía
 que
 parecer
como
si
conquistara
a
cualquiera.
Tres
de
las
pocas
turistas
restantes
lo
vieron.
Cuando
les
sonrió,
las
mujeres
acudieron
en
masa
a
él
para
realizar
un
ligero
coqueteo.
Sentía
las
miradas
de
los
Aryan
Hammers.
Para
cuando
dejó
a
las
mujeres,
 se
 había
 asegurado
 de
 que
 los
 pandilleros
 creyeran
 que
estaba
soltero
y
que
buscaba
anotar.
Qué
jodido
estúpido
había
sido.
Debería
haberle
dicho
a
Mallory
que
la
ruidosa
boca
de
Roger
Simmons
había
pintado
un
blanco
en
su
pecho,
y
que
ella
necesitaba
evitar
a
Sawyer
en
público.
El
problema
era
que
ella
no
retrocedería
ante
una
amenaza.
No
su
mujer.
Ahora
 Mallory
 estaba
 dolida
 por
 sus
 acciones...
 cuando
 todo
 lo
que
 quería
 hacer
 era
 amarla.
 Porque
 lo
 hacía.
 Sí,
 con
 todo
 su
corazón.
 Le
 había
 costado
 toda
 su
 fuerza
 de
 voluntad
 no
 unirse
 a
ella
anoche.
Al
menos
ahora
los
Hammers
se
darían
cuenta
de
que
era
solo
un
imbécil,
que
disfrutaba
de
cualquier
mujer
que
pudiera
conseguir,
y
que
ninguna
mujer
era
especial.
Y
 ya
 había
 lastimado
 a
 la
 ninfa
 lo
 suficiente
 como
 para
 que
 no
volviera
a
hablar
con
él.
Ella
lo
descartaría
y
lo
dejaría
solo.
El
dolor
punzante
 de
 su
 pérdida
 casi
 lo
 puso
 de
 rodillas.
 Pero
 esto
 era
 lo
correcto.
Haría
lo
que
fuera
necesario
para
mantenerla
a
salvo.

Capítulo
22
 

El
jueves
por
la
tarde,
Mallory
llenó
los
comederos
de
pájaros
en
el
 solario.
 Era
 la
 temporada
 en
 que
 los
 emplumados
 tendrían
problemas
para
encontrar
comida...
y
al
quedarse
en
este
lado
de
su
casa,
no
se
sentiría
tentada
a
mirar
hacia
la
casa
de
Sawyer.
Tal
 vez
 debería
 haber
 aceptado
 la
 invitación
 a
 cenar
 de
 Kallie
 y
Jake.
 Desafortunadamente,
 no
 había
 querido
 conversar,
especialmente
 sobre
 lo
 que
 había
 pasado
 el
 domingo
 pasado.
 Al
menos
 los
 hombres
 de
 su
 equipo
 de
 construcción
 no
 exigían
discusiones
sobre
relaciones
o
sentimientos.
Por
otro
lado,
ella
era
una
mujer,
no
un
hombre.
Frunciendo
 el
 ceño,
 se
 detuvo
 para
 verter
 semillas
 de
 girasol
 en
un
comedero.
Había
estado
evitando
a
sus
amigas
en
lugar
de
dejar
que
la
consolaran,
lo
cual
no
era
sabio.
¿Tenía
la
tendencia
de
Sawyer
a
retraerse
cuando
la
rozaba
la
infelicidad?
Ella
 resopló
 una
 risa
 triste.
 No,
 ella
 siempre
 había
 hecho
 lo
mismo.
Eran
 muy
 parecidos,
 de
 verdad.
 Colgó
 el
 comedero
 con
 un
sonido
 gruñón.
 Tal
 vez
 fuera
 mejor
 que
 no
 estuvieran
 juntos.
Probablemente
se
quedarían
en
casa
todo
el
tiempo,
contentos
con
la
compañía
del
otro.
A
veces
era
mejor
si
un
introvertido
se
unía
con
un
extrovertido.
Pero...
 a
 ella
 le
 había
 gustado
 quedarse
 en
 casa
 con
 Sawyer,
incluso
 si
 no
 hacían
 nada
 más
 que
 mirar
 televisión
 o
 leer.
Intercambiarían
opiniones,
o
discutían
sobre,
las
noticias
o
la
historia
o
incluso
cosas
tontas
como
los
mejores
postres.
La
visión
del
mundo
de
él
estaba
orientada
a
que
la
vida
fuera
justa.
Quería
devolver
los
favores
 y
 mantener
 las
 cosas
 equilibradas.
 Por
 el
 contrario,
 ella
transitaba
 por
 la
 ruta
 de
 excesivamente
 dadivosa.
 Su
 opinión
 sobre
las
cosas
generó
buenas
discusiones.
Ella
lo
extrañaba.
Deja
 de
 pensar
 en
 él,
 ¿de
 acuerdo?
 La
 directiva
 era
 imposible
 de
seguir
 cuando
 su
 ausencia
 era
 un
 dolor
 interminable
 bajo
 su
esternón.
 Incluso
 Aslan
 estaba
 de
 mal
 humor,
 suspirando
 por
 el
cachorro
entretenido
y
la
atención
extra
de
Sawyer.
Aslan
 insistía
 en
 que
 un
 humano
 sentado
 significaba
 un
 regazo
disponible
 y
 eso
 divertía
 a
 Sawyer.
 Por
 otra
 parte,
 no
 mucho
perturbaba
el
equilibrio
de
Sawyer.
De
nuevo,
detente.
Mallory
 colgó
 el
 último
 comedero
 antes
 de
 revisar
 el
 jardín.
 Su
cultivo
del
invernadero
había
brotado
muy
bien
en
las
camas
vacías.
Debería
 cortar
 los
 espárragos
 y
 cubrir
 el
 suelo...
 y
 mantenerse
ocupada
por
un
tiempo.
Después
de
recuperar
sus
alicates,
guantes
y
bolsa
para
la
hierba,
cortó
los
largos
tallos
plumosos
y
los
recortó
para
el
montón
de
compost.
Mientras
trabajaba,
su
teléfono
sonó.
Lo
sacó,
revisó
la
pantalla
y
suspiró.
Sawyer
no
va
a
llamar,
le
dijo
a
su
corazón.
Deja
de
esperar.
—Hola,
Becca.
¿Qué
pasa?
—Quería
 asegurarme
 de
 que
 no
 te
 olvides
 de
 la
 fiesta
 de
 fin
 de
temporada
el
viernes.
Mañana
por
la
noche.
Vendrás,
¿verdad?
Lo
 había
 olvidado.
 Todavía
 preferiría
 olvidarlo.
 Lo
 último
 que
quería
en
este
momento
era
una
fiesta.
Sintiendo
una
palmadita
en
la
rodilla,
miró
los
ojos
verde
dorado
de
 Aslan
 y
 observó
 la
 expresión
 de
 reprimenda
 del
 gato.
 Los
 gatos
estaban
 perfectamente
 contentos
 con
 la
 soledad;
 sin
 embargo,
 los
humanos
fueron
diseñados
para
vivir
en
una
tribu.
Era
hora
de
dejar
de
deprimirse
e
ir
a
ver
a
sus
amigas.
—Estaré
 allí.
 —Ella
 le
 sonrió
 a
 Aslan
 con
 tristeza
 y
 le
 dio
 una
rascada
 detrás
 de
 la
 oreja.
 Gracias,
Rey—.
 Gracias
 por
 preocuparte,
Becca.
—Eso
es
lo
que
hacen
las
amigas.
—Becca
suspiró—.
En
realidad,
habría
estado
en
tu
puerta
anoche,
pero
Ansel
tiene
una
infección
de
oído
 y
 está
 teniendo
 altas
 temperaturas.
 Desde
 ayer,
 ha
 estado
pegado
a
mi
regazo
y
hemos
visto
mil
episodios
de
Baby
Einstein.
Mi
cerebro
podría
estallar.
Al
imaginarlo,
Mallory
se
echó
a
reír.
—¿Está
mejorando?
—El
antibiótico
está
funcionando.
Finalmente.
Mañana
volverá
a
su
velocidad
habitual
de
ciento
sesenta
kilómetros
por
hora.
—Pobre
Ansel…
y
pobre
mamá.
¿Logan
está
ayudando?
—Nos
estábamos
turnando
hasta
que
uno
de
nuestros
huéspedes
del
hotel
fue
asaltado
afuera
del
ClaimJumper
anoche.
Logan
fue
a
la
ciudad
con
él
hoy
para
completar
el
informe
policial.
—¿Asaltado?
¿En
serio?
—No
 sé
 qué
 está
 pasando
 esta
 semana,
 es
 como
 si
 hubiera
 una
ola
de
delincuencia.
El
jefe
me
dijo
que
los
Aryan
Hammers
les
están
dando
drogas
gratis
a
los
niños
e
invitándolos
a
su
casa.
—No.
 —El
 gruñido
 de
 Mallory
 hizo
 que
 Aslan
 la
 mirara
fijamente—.
Simplemente
no.
Recordó
su
primer
día
en
la
escuela
Bear
Flat.
Después
de
asistir
a
las
escuelas
de
San
Francisco,
se
había
enamorado
de
lo
segura
que
se
había
sentido
la
pequeña
escuela
secundaria.
—Vamos
a
arreglar
esto,
Becca.
Ahora.
***
Un
fuerte
martilleo
en
la
puerta
principal
sobresaltó
a
Sawyer
e
hizo
 que
 Aquiles
 ladrara
 sorprendido.
 El
 cachorro
 se
 apresuró
 a
saludar
 a
 quien
 pudiera
 estar
 allí.
 Con
 menos
 entusiasmo,
 Sawyer
salió
 de
 su
 gran
 sillón
 y
 se
 dirigió
 hacia
 la
 puerta.
 Un
 infierno
cuando
un
hombre
no
podía
ponerse
de
mal
humor
en
paz.
Morgan
Masterson
esperaba
en
el
pequeño
porche.
Le
 entregó
 a
 Sawyer
 un
 saco
 marrón
 y
 un
 paquete
 de
 seis
cervezas,
entonces
se
inclinó
para
acariciar
a
Aquiles.
—¿Quién
 está
 creciendo
 rápido,
 eh?
 Serás
 un
 gran
 perro
guardián,
¿verdad?
Sobre
 sus
 patas
 traseras,
 Aquiles
 movió
 todo
 su
 cuerpo
 en
acuerdo...
 y
 Sawyer
 encontró
 su
 primera
 sonrisa
 del
 día.
 Después
volvió
su
mal
humor.
—¿Es
esto
una
celebración?
—Porque
nunca
había
tenido
menos
ganas
de
celebrar
nada.
—Nop.
 Es
 jueves
 y
 los
 Broncos
 están
 jugando
 contra
 los
 Jets.
 —
Morgan
entró
a
la
casa
sin
esperar
una
invitación.
Frustrado,
Sawyer
cerró
la
puerta
y
se
inclinó
contra
ella.
—¿Eres
tan
insistente
con
tus
hermanos?
—Sí.
—Morgan
tomó
una
cerveza
del
paquete
de
seis
que
Sawyer
estaba
sosteniendo.
Después
de
abrirla,
bebió
un
trago
y
recuperó
la
bolsa—.
 Dale
 una
 oportunidad
 y
 Wya 
 podría
 pelear
 con
 un
 oso
pardo
hasta
la
muerte.
Aprendí
a
no
darle
la
oportunidad.
Wya 
debía
ser
el
polo
opuesto
de
Morgan.
—Tu
hermano
suena
interesante.
—Probablemente
te
gustaría—La
boca
de
Morgan
se
aplastó—,
si
alguna
 vez
 vuelve
 a
 traer
 su
 trasero
 aquí.
 —De
 la
 bolsa,
 sacó
 una
paquete
enorme
de
patatas
fritas
y
un
gran
recipiente
de
salsa.
Todo
estaba
en
la
mesa
de
café
antes
de
que
él
se
dejara
caer
en
el
sofá.
Felizmente,
Aquiles
se
unió
a
él.
Sawyer
recibió
dos
pares
de
ojos
expectantes.
Dios
 santo.
 Resignado,
 agarró
 una
 cerveza,
 puso
 el
 resto
 en
 la
nevera
y
se
acomodó
en
su
sillón.
—¿Te
enojaste
con
tu
hermano?
—Sí.
Un
poco.
—Con
el
ceño
fruncido,
Morgan
bebió
un
trago
de
cerveza—.
 Él
 solo
 se
 levantó
 y
 se
 fue.
 Justo
 en
 mitad
 de
 la
temporada.
—¿Ustedes
dos
tuvieron
un
pleito
o
algo
así?
—No,
 no
 peleamos.
 —Morgan
 tiró
 de
 las
 orejas
 de
 Aquiles—.
Sabes,
Wya 
y
yo
estábamos
allí
cuando
tu
hermano
rescató
a
Gin
y
a
la
otra
trabajadora
social
de
los
convictos.
—Escuché…
 y
 sé
 que
 Wya 
 mató
 a
 uno
 de
 los
 bastardos.
Considerando
 la
 forma
 en
 que
 los
 Aryan
 Hammers
 han
 apuntado
 a
A ,
me
alegra
que
tu
hermano
esté
fuera
de
su
alcance.
Morgan
se
congeló,
su
mano
sobre
la
cabeza
del
cachorro.
—Nunca
pensé
en
las
represalias.
Mierda.
Me
ha
cabreado
que
se
fuera.
—Es
 comprensible.
 Te
 has
 vuelto
 loco
 manteniendo
 al
 día
 tu
negocio.
¿Wya 
se
fue
porque...?
—Nunca
había
matado
a
nadie
antes;
se
le
arruinó
la
cabeza.
—Ah.
 —Sawyer
 tomó
 un
 sorbo
 de
 cerveza
 y
 miró
 la
 etiqueta.
Coors
 Original.
 No
 estaba
 mal,
 pero
 no
 era
 Bud—.
 A
 algunos
hombres
les
pasa
eso.
—¿A
ti
no?
Ante
el
silencio
de
Sawyer,
Morgan
echó
un
vistazo.
—Dudo
 que
 los
 SEAL
 huyan
 de
 la
 batalla,
 Ware.
 Has
 matado
antes.
—Sí.
 Fue
 duro
 al
 principio.
 —Había
 vomitado
 después
 de
 su
primera
 misión—.
 Es
 más
 fácil
 cuando
 hay
 una
 distancia.
 —El
 uso
de
cuchillos
era
lo
peor.
Sentir
el
golpe
del
cuchillo
atravesar
la
piel,
el
 cuerpo
 convulsionar,
 el
 hedor
 de
 los
 intestinos
 liberados.
 El
cambio
en...
todo...
con
la
muerte.
Pensó
en
la
forma
en
que
Morgan
había
expresado
el
comentario
sobre
Wya .
Nunca
había
matado
a
nadie
antes.
—¿Mataste
a
un
hombre,
Masterson?
Morgan
hizo
rodar
la
lata
entre
sus
palmas.
—Un
 par
 de
 veces.
 —Su
 mandíbula
 se
 apretó—.
 La
 primera
cuando
tenía
dieciséis
años
y
ayudaba
a
mi
padre
con
una
excursión
de
 pesca.
 El
 hombre
 descubrió
 que
 su
 esposa
 había
 follado
 a
 su
amigo
que
también
estaba
en
la
excursión.
Se
volvió
loco.
Pa
intentó
disuadirlo
 y
 le
 dispararon.
 Y...
 puse
 una
 bala
 en
 la
 cabeza
 del
bastardo.
 Después,
 hace
 tres
 años,
 Virgil
 interrumpió
 una
 pelea
 en
un
bar,
y
un
leñador
fue
a
por
él
con
un
cuchillo.
Golpeé
al
leñador...
demasiado
fuerte.
Morgan
 se
 miró
 las
 manos,
 poderosas
 manos
 de
 hombre
trabajador,
 como
 si
 todavía
 no
 pudiera
 creer
 que
 había
 matado
 a
alguien
de
una
manera
tan
brutal.
—Pero
no
perdí
demasiado
el
sueño
por
eso.
—Salvaste
 vidas.
 La
 vida
 de
 los
 buenos.
 —Sawyer
 negó
 con
 la
cabeza—.
 Tu
 hermano
 verá
 que
 él
 también
 lo
 hizo.
 Esperemos
 que
sea
antes
de
que
te
vayas
a
la
tumba.
—Los
Hunt
ayudaron
con
algunos
viajes,
pero
es
un
alivio
que
la
temporada
 turística
 terminara.
 —Relajándose,
 Morgan
 sonrió—.
 Y
tuve
 los
 senderos
 interesantes
 que
 Wya 
 podría
 haber
 tenido,
 así
que
no
todo
fue
malo.
Sawyer
 lo
 miró.
 Wya 
 podría
 ser
 el
 hermano
 mayor,
 pero
dudaba
 que
 su
 hermano
 pequeño
 cediera
 en
 algo
 esencial.
 Morgan
le
 recordó
 a...
 sí
 mismo.
 Antes
 de
 que
 lo
 hubieran
 desplegado.
Tranquilo
por
fuera.
También
reservado,
cuidadoso
y
competente.
Morgan
levantó
el
mando
a
distancia
y
se
volvió
hacia
el
juego.
—No
olvides
que
estoy
disponible
si
necesitas
ayuda,
Ware..
—No
 lo
 olvidaré.
 —Después
 de
 verlo
 disparar
 en
 el
 campo
 de
tiro,
Sawyer
pensó
que
este
silencioso
Masterson
era
probablemente
el
más
mortal
de
los
tres.

Capítulo
23
 

Los
vehículos
llenaban
el
estacionamiento
del
Serenity
Lodge,
los
lados
 del
 camino
 de
 entrada,
 y
 desbordaban
 por
 la
 carretera.
 La
fiesta
 de
 fin
 de
 temporada
 de
 Bear
 Flat
 nunca
 había
 tenido
 tanta
asistencia,
incluso
cuando
la
habían
celebrado
en
la
ciudad.
Perplejo,
Morgan
 cruzó
 el
 amplio
 porche
 y
 entró
 en
 el
 enorme
 edificio
 de
troncos
de
dos
pisos.
—Bienvenido,
Morgan.
Me
alegro
de
que
pudieras
venir.
—Becca
Hunt
estaba
junto
a
Logan
en
el
mostrador
de
recepción.
De
pie
en
un
 corralito,
 Ansel
 agitaba
 su
 martillo
 de
 goma
 roja
 en
 señal
 de
saludo.
 Thor,
 su
 gran
 pastor
 alemán,
 se
 paraba
 frente
 al
 corralito,
protegiendo
a
su
hijo.
Dejando
en
claro
que
le
arrancaría
la
garganta
a
cualquier
extraño
que
se
pusiese
demasiado
familiar.
—No
tenía
opciones
acerca
de
venir.
—Morgan
rascó
el
cuello
de
Thor
y
esperó
el
meneo
de
aprobación
requerido,
antes
de
revolver
el
suave
cabello
negro
de
Ansel—.
Mallory
dijo
que
me
golpearía
si
no
apareciera
a
las
cinco
en
punto.
Me
dejó
aterrorizado.
Logan
resopló.
—Sin
 duda
 alguna,
 las
 mujeres
 que
 usan
 pistolas
 de
 clavos
 dan
miedo.
 —Bart
 Holder,
 el
 dueño
 de
 la
 ferretería,
 palmeó
ruidosamente
el
hombro
de
Morgan
y
entró
en
la
habitación.
Morgan
 miró
 a
 su
 alrededor.
 La
 habitación
 principal
 del
 rústico
albergue
estaba
llena
de
habitantes
de
Bear
Flat:
dueños
de
negocios,
madres
 que
 se
 quedaban
 en
 casa,
 jubilados.
 La
 gente
 atascaba
 las
áreas
de
descanso,
se
apoyaba
en
las
paredes
y
se
detenía
hablando
en
grupos.
Aparte
de
Ansel,
no
había
niños
presentes.
—¿Has
 hablado
 con
 Simmons
 recientemente?—le
 preguntó
Morgan
 a
 Logan—.
 Parece
 que
 está
 diciendo
 que
 Sawyer
 está
corrompiendo
 a
 las
 mujeres,
 incluida
 Mallory,
 y
 haciéndolas
 pasar
tiempo
con
delincuentes
y
pandilleros.
—¿Corromper
 a
 Mallory?
 Me
 gustaría
 ver
 el
 día.
 —Los
 ojos
 de
Becca
 se
 entrecerraron—.
 Si
 escucho
 a
 alguien
 decir
 algo
desagradable
sobre
mi
chica,
le
daré
una
bofetada.
Bueno,
joder,
la
pelirroja
de
Logan
tenía
bastante
genio.
Morgan
miró
a
su
esposo.
A
pesar
de
la
ira
en
sus
ojos,
Logan
sonrió.
—Ayudaré,
 dulzura.
 No
 conozco
 al
 hermano
 de
 A icus,
 pero
Mallory
no
sería
engañada
por
un
mentiroso.
Después
de
dirigir
un
equipo
 de
 construcción,
 no
 es
 una
 adolescente
 encandilada,
 y
 lee
 a
las
personas
incluso
mejor
que
Gin.
—Cierto.
Ya
sea
que
formen
una
pareja
o
no,
no
creo
que
Sawyer
sea
un
mal
hombre.
—Con
un
suspiro,
Becca
se
apoyó
contra
Logan
—.
Ella
me
dijo
que
su
aura
es
hermosa,
un
hermoso
rojo
claro.
—La
mujer
da
miedo
a
veces.
—Morgan
miró
a
Logan—.
No
creo
que
estés
sirviendo
cerveza.
—Mallory
no
creía
que
el
alcohol
fuera
una
buena
idea
para
esta
reunión.
Tenemos
té
helado
o
agua.
—Becca
guiñó
un
ojo—.
Y
puede
que
queden
galletas.
—Eso
ya
es
otra
cosa.
Gracias.
—Morgan
se
dirigió
hacia
la
parte
trasera,
intercambiando
 saludos
 mientras
 avanzaba.
 Con
 excepción
de
 a
 dos
 mujeres
 y
 un
 hombre
 joven,
 conocía
 a
 todos
 en
 la
 sala.
Mientras
se
detenía
para
hablar
cada
pocos
metros,
se
dio
cuenta
de
que
se
estaba
divirtiendo.
Quizás
 no
 era
 tan
 extrovertido
 como
 sus
 hermanos,
 pero
 le
gustaba
 la
 gente.
 Gin
 le
 había
 dicho
 que
 era
 un
 equilibrio
 perfecto
entre
extrovertido
e
introvertido.
Sus
labios
se
curvaron.
Hablar
con
trabajadoras
 sociales
 deformaría
 el
 cerebro
 de
 un
 hombre
 más
rápido
que
las
drogas.
—Morgan,
 ¿cómo
 está
 tu
 hermano?
 —En
 las
 mesas
 de
 atrás,
 la
señora
Reed
le
sirvió
un
té
helado
y
otro
para
ella.
Morgan
tomó
un
par
de
galletas
y
le
entregó
una.
—No
tiene
internet
ni
servicio
telefónico
allí,
así
que
no
tenemos
noticias
 suyas
 a
 menudo.
 Durante
 su
 última
 llamada,
 sonaba
 bien,
aunque
 la
 pobreza
 lo
 sorprendió.
 Me
 dijo
 que
 los
 niños
 mueren
 de
hambre.
—Morgan
no
podía
imaginar
perder
a
los
niños
por
falta
de
comida.
Dios
santo—.
Está
enseñando
a
los
aldeanos
cómo
manejar
el
 ganado.
 La
 tierra
es
 pobre,
aunque
 puede
soportar
el
 pastoreo
 si
se
maneja
correctamente.
También
ayudó
a
cavar
un
pozo.
—¿Y
 se
 siente
 mejor?
 —La
 señora
 Reed
 los
 conocía
 desde
 hacía
años.
—Sí.
Supongo
que
tomó
la
decisión
correcta
para
él.
—Vivir
con
extraños
seguramente
no
habría
sido
la
elección
de
Morgan.
Cuando
se
sentía
preocupado,
se
dirigía
a
las
montañas
y
a
la
soledad.
La
señora
Reed
le
dio
unas
palmaditas
en
el
brazo.
—Aunque
crecieras
siendo
inseparable
de
tu
hermano,
no
son
lo
mismo.
 A
 pesar
 de
 sus
 bravuconadas,
 tu
 hermano
 tiene
 un
 alma
sensible.
Tú,
querido,
tienes
una
personalidad
muy
estable.
Morgan
 casi
 sonrió.
 Sería
 divertido
 decirle
 a
 Wya 
 lo
 sensible
que
era.
—Pero
 no
 importa
 cuán
 bien
 equilibrado,
 te
 iría
 mejor
 si
estuvieras
casado.
Ya
es
hora.
—La
señora
Reed
asintió—.
Vanessa
y
yo
consideraremos
quién
te
conviene.
Antes
 de
 que
 Morgan
 pudiera
 encontrar
 las
 palabras
 corteses
para
mierda,
no,
la
dueña
de
la
librería
se
había
unido
a
su
grupo
de
mujeres
de
negocios.
La
 temporada
 podría
 haber
 terminado,
 pero
 claramente
 era
 el
momento
de
programar
algunos
viajes
largos
de
guía.
Comenzando
de
inmediato.
***
Con
 Kallie
 y
 Sunny
 como
 compañía,
 Mallory
 esperó
 a
 un
 lado
mientras
se
llenaba
la
habitación.
—Una
multitud
sin
precedentes.
—No
estaba
tan
ocupado
hace
una
hora—dijo
Sunny—.
¿A
quién
le
ordenaste
que
apareciera
ahora?
—Básicamente
 a
 cualquier
 persona
 a
 cargo
 de
 algo.
 —Mallory
asintió
hacia
un
grupo
de
personas—.
Sacerdotes
y
predicadores.
—
Otro
grupo—.
La
junta
escolar
y
los
líderes
del
comité.
—En
una
sala
de
estar—.
Los
dueños
del
servicio
de
guardería.
—Un
grupo
cerca
de
 la
 parte
 de
 atrás—.
 El
 jefe
 de
 la
 cooperativa
 de
 rancheros,
 los
rancheros
más
importantes,
la
gente
de
la
cámara
de
comercio.
Y
los
líderes
del
vecindario…
los
mandones.
Sunny
sonrió.
—Hay
muchos
de
esos.
Muchos
 de
 las
 más
 jóvenes
 solo
 estaban
 aquí
 para
 la
 fiesta.
Algunos
eran
maestras,
otras
clericales,
algunas
esteticistas.
Al
ver
a
Candy,
 la
 mujer
 que
 Sawyer
 había
 besado,
 Mallory
 se
 sobresaltó
 y
miró
hacia
otro
lado.
El
 tiempo
 con
 Sawyer
 había
 terminado;
 ella
 también
 necesitaba
dejar
ir
su
dolor
y
su
ira.
Logan
 caminó
 hacia
 el
 frente
 de
 la
 habitación,
 y
 su
 voz
 grave
sonó.
—Gracias
por
venir.
Mallory
quería
decir
una
o
dos
palabras.
Mientras
volvía
a
Becca,
Kallie
resopló.
—Una
bonita
y
larga
presentación.
Sacudiéndose
su
sombrío
estado
de
ánimo,
Mallory
se
rio
y
tomó
el
 lugar
 del
 orador
 designado.
 Mientras
 miraba
 a
 la
 multitud,
 su
sonrisa
murió.
¿Podría
hacerles
entender
lo
importante
que
era
esto?
Sus
palabras
se
estrangularon
en
su
garganta.
p g g g
Eddie
Nilsson
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho.
—Habla
fuerte,
niña.
El
tono
irrespetuoso
del
ranchero
fue
el
estímulo
que
necesitaba.
Su
 columna
 vertebral
 se
 volvió
 de
 acero
 cuando
 dijo
 con
 una
 voz
que
llegaba
al
fondo
de
la
sala:
—Estoy
 acostumbrada
 a
 gritar
 órdenes
 por
 el
 ruido
 de
 la
demolición.
Dirijo
un
equipo
de
construcción,
chico.
Ella
esperó
a
que
la
risa
muriera.
—Gente,
 nuestro
 pueblo
 tiene
 un
 problema.
 Las
 pandillas
 se
mudaron
cuando
llegó
la
prisión,
y
no
todas
se
fueron
cuando
cerró.
Indiscutiblemente
 les
 gusta
 tener
 territorio
 no
 disputado
 y,
 mejor
aún,
una
fuerza
policial
mal
equipada
para
controlarlos.
El
 ruido
 estalló
 en
 la
 habitación,
 y
 ella
 esperó
 sombríamente
 a
que
la
gente
se
calmara.
—No
 somos
 una
 ciudad
 grande.
 No
 podemos
 permitirnos
 un
gran
 cuerpo
 especial
 urbano
 para
 pandillas.
 Después
 de
 todo,
vivimos
 en
 una
 ciudad
 pequeña
 porque
 amamos
 el
 sentido
 de
comunidad.
Nuestro
tamaño
es
nuestra
fuerza.
Usémosla.
—¿Cómo?
 ¿Vas
 a
 rezar
 por
 ellos?
 —La
 voz
 sarcástica
 volvió
 a
venir
de
Eddie.
Siempre
había
un
bocazas
en
cada
multitud.
Ella
inclinó
la
cabeza
hacia
la
delegación
de
la
iglesia.
—Dejaré
las
oraciones
a
nuestras
iglesias.
Lo
que
tengo
en
mente
es
una
versión
extrema
de
vigilancia
vecinal.
Silencio.
—En
 una
 vigilancia
 vecinal,
 los
 residentes
 patrullan
 un
 área
 y
llaman
a
la
policía
si
hay
problemas.
En
las
ciudades,
los
vigilantes
han
 demostrado
 ser
 efectivos.
 Creo
 que
 deberíamos
 instituir
nuestros
 propios
 vigilantes
 vecinales…
 e
 incluir
 el
 área
 del
 centro.
Sin
embargo,
consideremos
ir
un
paso
más
allá.
Su
primer
paso
más
allá
era
la
razón
por
la
que
no
había
invitado
a
las
fuerzas
del
orden
a
la
reunión,
aunque
Sunny
y
Gin
informarían
a
 sus
 esposos.
 Pero
 los
 policías
 ausentes
 no
 podrían
 tomar
 nota
“oficial”
de
lo
que
podría
bordear
la
ley.
Ella
contuvo
el
aliento.
—Propongo
 que
 también
 vigilemos
 a
 los
 Aryan
 Hammers.
Vigilemos
 su
 casa.
 Cuando
 salen.
 Los
 rastreemos
 donde
 sea
 que
vayan.
El
 ruido
 aumentó
 cuando
 las
 personas
 comenzaron
 a
 hablar.
Discutiendo.
—¿Vas
a
asignar
personas
para
vigilar
a
tu
amante,
Sawyer
Ware,
también?
—La
voz
de
Roger
Simmons
era
alta.
—Oh,
 Roger,
 si
 quieres
 sentarte
 frente
 a
 su
 casa
 y
 vigilarlo,
adelante.
Cuando
algunas
personas
se
rieron,
Roger
frunció
el
ceño.
Mallory
continuó,
manteniendo
su
voz
fuerte.
—La
 disminución
 de
 los
 turistas
 ha
 afectado
 los
 ingresos
 de
 los
Aryan
 Hammers.
 Así
 que
 ahora
 están
 reclutando,
 y
 vendiendo,
 en
nuestra
escuela.
La
 noticia
 definitivamente
 consiguió
 una
 reacción.
 Cuando
alguien
 cuestionó
 la
 declaración,
 el
 presidente
 de
 la
 APM,
Asociación
de
Padres
y
Maestros,
dijo
en
voz
alta:
—Mallory
tiene
razón.
Las
 expresiones
 horrorizadas
 de
 los
 líderes
 de
 la
 iglesia
coincidían
con
las
de
los
rancheros.
Continúa.
—Si
 estamos
 visiblemente
 presentes
 donde
 quiera
 que
 vaya
 la
pandilla,
 no
 podrán
 concretar
 las
 ventas.
 No
 podrán
 irrumpir
 en
casas
o
negocios.
Podemos
saber
qué
chicos
están
siendo
reclutados
e
intervenir.
Vamos
a
destacar
todo
lo
que
hacen.
El
subastador
local
sonrió.
—Tengo
 un
 megáfono.
 Si
 deseas
 que
 tu
 observador
 asignado
anuncie
 una
 compra
 de
 drogas
 al
 mundo,
 todos
 pueden
 usarlo.
 —
Hizo
un
megáfono
con
sus
manos
y
gritó—.
Compra
de
drogas
entre
el
pequeño
Joe
Smith
y
un
vomitivo
gángster,
ahora.
Venid
y
mirad.
La
sala
se
llenó
de
risas.
Seguidas
de
expresiones
de
consideración.
—Me
 gusta
 el
 plan,
 Mal.
 —Incluso
 sin
 un
 megáfono,
 la
 voz
 del
subastador
sonó
cuando
gritó—.
¿Quién
está
dentro?
El
rugido
de
acuerdo
llenó
la
habitación.
Tratando
 de
 evitar
 cacarear
 de
 alegría,
 Mallory
 cruzó
 los
 brazos
sobre
el
pecho.
—Cuando
 salgan
 de
 aquí,
 cuéntenle
 a
 cada
 lugareño
 para
 que
conozca
 sobre
 nuestros
 planes.
 Designaremos
 un
 coordinador
 de
horarios
 y
 estableceremos
una
 lista
 de
vigilancia.
Tengan
 en
cuenta
que
 no
 estamos
 tratando
 de
 ser
 furtivos.
 Estamos
 vigilándolos
 y
siguiéndolos
abiertamente.
Haremos
imposible
que
cometan
delitos
...
y
ahuyentaremos
a
sus
clientes.
Con
el
presidente
de
la
APM
a
su
lado,
el
jefe
de
la
junta
escolar
puso
manos
a
la
obra.
—Llamaremos
a
una
reunión
de
padres
de
inmediato.
La
señora
Reed
se
levantó.
—Los
 dueños
 de
 negocios
 estamos
 dentro.
 De
 hecho,
 Vanessa
 y
yo
nos
ofrecemos
a
designar
los
horarios.
—Hecho.
 Gracias.
 —Mallory
 suspiró
 de
 alivio.
 La
 señora
 Reed
había
sido
la
directora
ejecutiva
de
una
compañía
internacional
antes
de
perseguir
su
sueño
de
tener
una
librería.
Ella
podía
manejar
a
los
voluntarios.
Cuando
se
produjo
una
estampida
de
acuerdos,
Mallory
hizo
un
gesto
a
la
señora
Reed
y
Vanessa
para
que
se
hicieran
cargo.
Un
éxito.
Mallory
se
dirigió
a
la
mesa
de
bebidas.
Por
el
sol
y
las
estrellas,
su
garganta
se
sentía
como
si
hubiera
tragado
un
montón
de
arena.
Al
 ver
 a
 Sunny,
 Kallie,
 Gin
 y
 Becca
 en
 la
 mesa
 de
 postres,
 Mallory
hizo
un
gesto
de
beber
para
hacerles
saber
a
dónde
se
dirigía.
—Bueno,
si
no
es
la
chica
carpintera.
—El
tono
desagradable
hizo
del
término
un
insulto.
Sorprendida,
Mallory
se
volvió.
Se
 habían
 acercado
 tres
 esteticistas,
 y
 era
 fácil
 ver
 cuál
 había
hablado.
 El
 aura
 marrón
 oscuro
 de
 Candy
 estaba
 tan
 llena
 de
negatividad
 y
 egoísmo
 que
 la
 sonrisa
 burlona
 en
 su
 rostro
 era
redundante.
Mallory
tomó
un
vaso
de
té
y
comenzó
a
alejarse.
La
rubia
bloqueó
su
camino.
—Fue
gracioso
cuando
Simmons
te
hizo
penar
por
Sawyer.
¿Por
qué
no
le
dijiste
que
Sawyer
te
echó
a
patadas?
No.
No
empieces
una
pelea.
Además,
la
habían
despedido,
¿verdad?
Mallory
levantó
las
cejas
y
esperó
a
que
la
mal
educada
mujer
dijera
algo
que
valiera
la
pena
escuchar.
Ante
 la
 respuesta
 silenciosa
 de
 Mallory,
 Candy
 se
 sonrojó,
 la
fulminó
con
la
mirada
y
se
alejó.
Sus
amigas
corrieron
tras
ella.
Una
dijo
algo
acerca
de
una
perra,
y
Candy
se
rio
a
carcajadas.
—Hablando
de
ser
grosera.
—Becca
se
acercó
a
Mallory.
Mirando
con
el
ceño
fruncido
la
espalda
de
Candy
y
cruzó
los
brazos
sobre
el
pecho.
Mirando
 hacia
 atrás,
 las
 tres
 esteticistas
 captaron
 toda
 la
 fuerza
de
la
mirada
molesta
de
Becca.
Una
se
puso
roja,
después
palideció.
Becca
gruñó
por
lo
bajo.
—Creo
 que
 es
 hora
 de
 arreglarme
 el
 cabello
 y
 las
 uñas
 en
Groveland
de
ahora
en
adelante.
Mallory
negó
con
la
cabeza.
—No
te
dejes
llevar.
Solo
son
jóvenes
y…
Hannah
interrumpió.
—En
 realidad,
 diría
 que
 tienen
 tu
 edad.
 —Boston,
 la
 dueña
 de
Hannah’s
 Hair
 tenía
 unos
 cuarenta
 años.
 Su
 corto
 cabello
 castaño
estaba
 perfectamente
 cortado
 y
 sus
 uñas
 combinaban
 con
 su
 traje
azul
cobalto.
Mallory
suspiró.
El
problema
con
las
multitudes
era
que
siempre
había
alguien
escuchando.
—Hannah,
 si
 quieres
 instruir
 a
 tus
 esteticistas
 sobre
 las
ramificaciones
 del
 comportamiento
 desagradable
 en
 sus
 ingresos
futuros,
 es
 tu
 prerrogativa.
 Pero
 yo,
 ya
 he
 dejado
 pasar
 este
incidente.
Becca
también
lo
hará.
—Le
dio
un
codazo
a
Becca.
Después
de
un
terco
segundo,
Becca
cedió.
—Supongo.
 Me
 encanta
 tu
 salón,
 Hannah.
 ¿Puedes
recomendarme
 una
 esteticista
 diferente?
 ¿Alguien
 que
 no
 sea
 un
lacayo
de
Candy?
—Absolutamente.
 Cambiaré
 tus
 citas
 a
 Sadie.
 —Hannah
 sonrió
—.
Creo
que
te
gustará.
Es
de
San
Francisco,
está
muy
actualizada
y
es
realmente
una
persona
encantadora.
Becca
se
iluminó.
—Excelente.
—Gracias.
Y
gracias,
Mallory,
por
tu
indulgencia.
—Al
igual
que
Aslan
al
ver
a
un
roedor
desprevenido,
la
dueña
del
salón
caminó
en
línea
recta
hacia
sus
esteticistas.
Kallie
 apareció
 al
 lado
 de
 Mallory,
 sus
 ojos
 negros
 brillando
 de
ira.
—Voy
a
golpear
a
esa
mujer
después.
—No,
cariño,
no
puedes
comenzar
una
pelea
aquí.
—Después
de
acariciar
 el
 brazo
 de
 Kallie,
 Gin
 le
 entregó
 una
 galleta
 a
 Mallory—.
Sweetie
Pie,
mereces
una
recompensa.
Me
encantó
la
forma
en
que
le
bajaste
los
humos
a
Roger.
A
su
lado,
Sunny
se
rio.
—Te
das
cuenta
de
que
Roger
te
escogió
solo
porque
si
se
metía
con
Sawyer,
sería
aplastado.
—Moviendo
a
Kallie
a
un
lado,
Sunny
puso
su
brazo
alrededor
de
Mallory.
La
imagen
de
Roger
Simmons
tratando
de
enfrentar
a
Sawyer
era
casi
divertida.
Kallie
miró
con
el
ceño
fruncido
a
Gin.
—Sawyer
 puede
 golpear
 a
 Roger,
 y
 viceversa.
 Yo
 debería
 tener
permiso
de
aplastar
a
Candy.
—No.
 —Las
 cejas
 de
 Gin
 se
 fruncieron
 cuando
 se
 volvió
 hacia
Mallory—.
 Tengo
 problemas
 para
 creer
 lo
 que
 Kallie
 me
 dijo,
 que
Sawyer
pasó
de
ti
a
besuquearse
con
Candy.
En
la
calle
principal.
En
nuestra
 barbacoa,
 ese
 hombre
 estaba
 enamorado
 de
 ti,
 Mal.
Completamente.
El
recuerdo
de
él
besando
a
Candy
todavía
dolía.
—Yo…
—Eres
la
persona
más
estable
que
conozco,
así
que
no
cambiaste.
Y
 te
 vio
 muy
 claramente.
 —Gin
 levantó
 la
 mano,
 evitando
interrupciones
 mientras
 resolvía
 su
 razonamiento—.
 Cuando
 era
joven,
Sawyer
probó
mujeres
como
yo
pruebo
las
patatas
fritas.
—Guau,
ese
es
un
pensamiento
aterrador—murmuró
Becca.
—Sin
embargo,
A icus
me
dijo
que
Sawyer
perdió
interés
en
las
mujeres
superficiales,
muchos
años
atrás.
—Gin
frunció
los
labios—.
Ahora
 odio
 decirlo,
 pero
 Candy
 es
 más
 superficial
 que
 un
 charco
fangoso,
bendito
sea
su
corazón.
Sunny
le
dio
un
apretón
a
Mallory.
—Estoy
 de
 acuerdo.
 En
 la
 clínica,
 Sawyer
 fue
 muy
 protector
contigo.
 Y
 él
 fue
 todo
 un
 caballero.
 Terminada
 la
 relación
 o
 no,
 ¿es
semejante
comportamiento
rencoroso
típico
de
él?
—No.
 En
 realidad,
 no
 es
 como
 él
 en
 absoluto.
 —Él
 nunca
 había
sido
cruel—.
Pero,
¿por
qué
haría
todo
lo
posible
para
lastimarme?
La
risa
de
Becca
fue
inesperada.
—¿Recuerdas
 cuando
 vine,
 haciendo
 un
 puchero
 acerca
 de
alguna
 grosería
 de
 Logan?
 Después
 de
 que
 me
 alimentaste
 con
galletas,
té
y
toneladas
de
simpatía,
terminaste
todo
con:
A
menos
que
hables
con
él
y
le
preguntes,
nunca
sabrás
por
qué
actuó
de
esa
manera.
Mientras
las
demás
sonreían,
Kallie
murmuró:
—Ella
también
ha
usado
conmigo
la
frase
hables
con
él.
Becca
 examinó
 sus
 uñas,
 después
 le
 dio
 a
 Mallory
 una
 sonrisa
malvada.
—Entonces,
chica,
lo
mismo
digo.
A
menos
que
hables
con
él
y
le
preguntes,
nunca
sabrás
por
qué
actuó
de
esa
manera.
Bueno,
¿en
serio?
Mallory
frunció
el
ceño.
—Aunque
 creo
 en
 reciclar,
 has
 ido
 demasiado
 lejos.
 Los
 buenos
consejos
no
deberían
devolverse
como
si
fuera
una...
una
botella
de
refresco.
Sus
amigas
se
echaron
a
reír.
Mientras
los
demás
hablaban
sobre
la
vigilancia
vecinal,
Mallory
mordisqueó
una
galleta
y
lo
consideró.
Hablar
con
Sawyer.
Oh,
tío.
Aún
 así,
 el
 maldito
 vigilante
 necesitaba
 ser
 advertido
 sobre
 la
Vigilancia
 Urbana.
 Y
 mientras
 ella
 estaba
 allí,
 hablaría
 con
 él.
 Una
conversación
verdadera.
Solo
 que...
 ella
 no
 quería
 escuchar
 otra
 vez
 como
 no
 era
 lo
suficientemente
excitante
para
él.
***

Las
nubes
de
la
tarde
se
habían
disipado,
dejando
un
claro
cielo
crepuscular.
El
olor
fuerte
a
escarcha
estaba
en
el
aire.
Sobrecalentado,
 Sawyer
 arrojó
 su
 camisa
 a
 un
 lado.
 Levantando
el
 hacha
 de
 nuevo,
 se
 balanceó.
 Con
 un
 satisfactorio
 crac,
 dos
pedazos
de
leña
se
separaron.
Partir
madera
 había
 sido
 el
 remedio
 soberano
 de
su
madre
 para
los
problemas
de
la
adolescencia.
¿Lanzaste
el
balón
de
football?
Ve
a
cortar
 un
 poco
de
leña.
 ¿Conseguiste
una
 penalización
 enlazando
novillos?
Ve
a
cortar
un
poco
de
leña.
¿Te
peleaste
con
tu
novia?
Ve
a
cortar
un
poco
de
leña.
Cuando
niño,
había
pasado
horas
resolviendo
su
ira
en
la
pila
de
leña.
 Más
 tarde,
 en
 la
 Marina,
 la
 gimnasia
 matutina
 había
 servido
como
 un
 sustituto
 adecuado,
 pero
 tenía
 que
 admitirlo,
 una
 pila
 de
leña
cada
vez
mayor
agregaba
gratificación
adicional.
En
 los
 últimos
 días,
 sus
 pilas
 de
 leña
 habían
 crecido
 a
 alturas
enormes.
El
gemido
de
advertencia
provino
de
Aquiles,
que
estaba
atado
a
una
distancia
segura
de
la
madera
volando.
—¿Qué?
—Sawyer
miró
a
su
alrededor
y
se
puso
rígido
al
ver
la
camioneta
de
Mallory.
Los
 efectos
 calmantes
 de
 cortar
 leña
 desaparecieron,
 y
 un
 dolor
llenó
 su
 pecho.
 Otra
 vez.
 Maldición,
 la
 extrañaba.
 Durante
 dos
semanas,
 habían
 pasado
 cada
 minuto
 libre
 juntos,
 y
 en
 lugar
 de
aburrirse,
se
había
enamorado
cada
vez
más.
Era
un
milagro
que
hubiera
logrado
enmascarar
sus
sentimientos
lo
suficiente
como
para
que
ella
se
hubiera
creído
su
actuación
con
la
rubia
tonta.
Aquiles
 volvió
 a
 gemir
 y
 Sawyer
 observó
 mientras
 la
 camioneta
se
detenía
en
su
casa.
Pero
que
mierda.
Después
de
su
comportamiento
en
Main
Street,
ninguna
ex
novia
debería
volver
a
hablar
con
él,
especialmente
una
tan
fuerte
como
Mallory.
Ella
se
acercó
con
un
trozo
de
papel.
—Hola.
 —Su
 mirada
 se
 percató
 de
 la
 rozadura
 de
 la
 bala
cicatrizándose
en
el
brazo.
—Mallory.
 —Después
 de
 hundir
 el
 hacha
 en
 el
 tocón,
 soltó
 a
Aquiles
 y
 observó
 al
 cachorro
 saludarla
 con
 frenéticos
 círculos
 y
gemidos.
Sonriéndole
 al
 cachorro,
 se
 arrodilló
 para
 dispensarle
 unas
palmaditas
y
rascadas.
Ella
no
le
había
sonreído.
Antes,
 cada
 vez
 que
 se
 encontraban,
 ella
 le
 daba
 esa
 sonrisa,
 la
que
 él
 había
 notado
 era
 exclusivamente
 para
 él.
 Un
 brillo
 tenue
comenzaría
en
sus
 grandes
ojos,
como
 la
 luz
del
 sol
 en
un
 lago
del
bosque,
 entonces
 se
 vería
 un
 hoyuelo,
 justo
 en
 la
 comisura
 de
 su
boca,
antes
de
que
apareciera
su
hermosa
sonrisa.
Hoy,
su
sonrisa
ante
las
payasadas
de
Aquiles
no
había
llegado
a
sus
ojos.
La
 nube
 negra
 se
 posó
 más
 firmemente
 sobre
 sus
 hombros.
 La
había
hecho
infeliz.
Y
si
ella
no
se
iba
rápidamente,
era
probable
que
perdiera
su
resolución
y
le
pidiera
perdón.
—¿En
qué
puedo
ayudarte,
Mallory?
—Su
voz
salió
brusca.
Con
suerte,
ella
pensaría
que
él
estaba
impaciente.
—Siento
interrumpir
tu
tarde—dijo
suavemente—.
En
la
fiesta
de
fin
de
temporada
de
hoy,
Bear
Flat
decidió
comenzar
una
vigilancia
de
 la
 ciudad
 para
 lidiar
 con
 el
 aumento
 de
 la
 delincuencia.
 Quería
que
supieras.
Él
 asintió.
 ¿Un
 vigilante
 en
 la
 ciudad?
 Tendría
 que
 tener
 mucho
cuidado,
por
supuesto.
Ella
continuó.
—Además...
 junto
 con
 las
 vigilancia
 vecinal
 y
 los
 patrullajes
 del
centro
de
la
ciudad,
estaremos
observando
abiertamente
a
los
Aryan
Hammers.
 Planeamos
 seguirlos
 donde
 quiera
 que
 vayan
 y
 destacar
sus
actividades.
Sawyer
 la
 miró
 fijamente
 mientras
 un
 terror
 frío
 corría
 por
 sus
venas.
—¿Estás
hablando
de
un
montón
de
civiles
enfrentándose
a
una
pandilla
violenta?
¿Poniéndose
en
riesgo?
—Luchó
por
controlarse
y
no
chamuscarle
las
orejas
con
un
vocabulario
completamente
nuevo
—.
¿Quién
mier…
diablos
pensó
en
este
desastre?
Porque
quien
haya
ideado
este
desastre
sería
el
próximo
objetivo
de
la
maldita
pandilla.
Su
barbilla
se
alzó.
—Ésa
sería
yo.
La
 furia
se
 disparó
 dentro
 de
 él
 tan
 fuerte
 y
 rápido
que
 todo
 su
mundo
se
volvió
rojo.
—¿Tú?
 —Agarrando
 sus
 hombros,
 comenzó
 a
 sacudirla...
 se
controló...
 y
 en
 su
 lugar
 la
 fulminó
 con
 la
 mirada—.
 Me
 alejo
 de
 ti
para
mantenerte
a
salvo,
y
ahora
has
vuelto
a
la
zona
de
exterminio.
Dios
jodido
santo.
Debería
azotarte.
Te
azotaré.
—¿Azotarme?
 Tú...
 tú...
 —Sus
 ojos
 verdes
 se
 llenaron
 de
 ira,
 y
después
su
mente
quedó
en
blanco.
Oh,
maldición,
¿qué
había
dicho?
—Gin
 tenía
 razón.
 Deliberadamente
 me
 plantaste
 en
 público.
 —
Ella
 se
 soltó
 y
 caminó
 en
 círculo,
 mirando
 al
 suelo—.
 Hiciste
 una
espectáculo
 de
 besar
 a
 Candy,
 que
 eso
 no
 es
 como
 tú,
 para
asegurarte
 de
 que
 todos
 en
 la
 ciudad
 supieran
 que
 no
 estábamos
juntos.
Ella
lo
fulminó
con
la
mirada
e
hizo
otro
círculo.
Había
esperado
que
no
superara
su
enojo
y
empezara
a
pensar…
pero
 ella
 estaba
 pensando.
 Y
 era
 una
 de
 las
 personas
 más
inteligentes
que
él
conocía.
Maldición.
—No
querías
que
la
gente
supiera
que
estábamos
juntos
porque...
—Sus
manos
golpearon
sus
caderas,
y
sus
ojos
se
entrecerraron.
Ningún
 hombre
 querría
 esa
 expresión
 implacable
 dirigida
 a
 él.
Sawyer
sintió
que
sus
bolas
se
encogían.
—...
 porque
 los
 skinheads
 están
 tratando
 de
 atraparte.
 Te
preocupaba
 que
 pudieran
 apuntar
 a
 tu
 novia.
 Yo.
 —Ella
 asintió
satisfecha,
a
pesar
de
que
él
no
había
dicho
una
maldita
palabra.
Tal
 vez
 él
 no...
 en
 absoluto...
 creyera
 que
 ella
 podía
 ver
 auras,
pero
seguramente
podía
leerlo
como
un
libro.
Él
carraspeó.
—Cariño,
no
es
seguro
estar
cerca
de
mí.
Los
Hammers
irían
por
ti
solo
para
lastimarme.
—Entonces
recordó
por
qué
había
venido
a
la
casa
 y
 su
 presión
 sanguínea
 aumentó
 como
 un
 volcán
 a
 punto
 de
estallar—.
Pero
eso
no
importa,
¿verdad?
Su
voz
se
elevó.
—Tenías
que
ir
y
colocarte
como
un
objetivo
por
tu
cuenta.
Dios
santo,
 ¿estás
 loca?
 Te
 a...
 ¿Sabes
 lo
 que
 me
 haría
 si
 ellos...?
 —Ni
siquiera
podía
encontrar
las
palabras.
Sus
labios
se
curvaron.
Mierda,
ella
realmente
se
estaba
riendo,
el
sonido
brillantemente
hermoso
que
iluminaba
el
mundo
entero.
—Tú...
Sawyer
Ware...
me
amas.
Su
cabeza
realmente
explotó.
—¡Joder,
 sí,
 te
 amo!
 —Cuando
 Aquiles
 retrocedió,
 se
 dio
 cuenta
de
que
estaba
gritando.
La
 mujer
 lo
 iba
 a
 matar.
 Bien
 muerto.
 No
 obstante,
 subió
 el
volumen.
—Te
 amo.
 Ahora,
 ¿dejarás
 de
 ser
 suicida
 e
 irás
 a
 vivir
 a
 Europa
por
un
mes?
—Él
contuvo
el
aliento—.
Por
favor.
De
repente,
sus
brazos
se
llenaron
de
una
mujer
suave
y
dulce,
y
ella
lo
estaba
besando,
y
aún
se
reía.
Y
algunos
idiotas
decían
que
no
había
más
milagros
en
el
mundo.
***

Unos
 minutos
 más
 tarde,
 Mallory
 no
 estaba
 segura
 de
 cómo
habían
 llegado
 al
 altillo
 de
 Sawyer.
 ¿Viaje
 instantáneo
 a
 través
 del
tiempo
y
del
espacio?
Con
manos
firmes,
la
desnudó
y
la
besó
largamente
entre
prenda
y
prenda.
—Mucho
 mejor.
 —Ya
 sin
 camisa,
 la
 levantó
 y
 la
 arrojó
 sobre
 la
cama
 tan
 fácilmente
 como
 lo
 haría
 con
 una
 almohada.
 Con
movimientos
 decididos,
 se
 desabrochó
 los
 vaqueros
 y
 su
 polla
 se
liberó.
Bajando
 sobre
 ella,
 la
 aplastó
 contra
 la
 cama
 con
 su
 peso
 y
 se
apoderó
 de
 su
 boca
 en
 una
 áspera
 e
 increíblemente
 sexy
 demanda
que
prendió
fuego
a
todo
su
cuerpo.
Un
segundo
después,
él
tiró
de
sus
 brazos
 sobre
 su
 cabeza
 y
 le
 sujetó
 las
 muñecas
 con
 una
 mano
grande.
—Te
voy
a
follar
ahora,
ninfa.
Duro.
Él
 acunó
 su
 coño.
 Sus
 ojos
 brillaron
 de
 satisfacción
 cuando
 la
encontró
mojada,
y
sin
otra
advertencia,
se
movió,
colocó
su
polla
en
su
entrada
y
la
penetró
implacablemente
con
una
fuerte
estocada.
Ella
jadeó,
arqueando
la
espalda
ante
la
maravillosa
e
impactante
posesión.
Oh,
lo
había
extrañado.
Deteniéndose,
 asentado
 lo
 más
 profunda
 e
 íntimamente
 posible,
presionó
su
frente
contra
la
de
ella.
—Lamento
no
haberte
hablado
sobre
mis
preocupaciones.
—Sus
labios
rozaron
los
de
ella—.
Te
amo
mucho,
Mallory
McCabe.
Con
sus
palabras
susurradas,
ella
sintió
morir
lo
último
de
su
ira.
Oh,
tenían
que
hablar,
hablar
mucho,
pero
él
era
protector
hasta
los
huesos.
Había
pensado
que
los
Hammers
la
lastimarían,
por
su
culpa.
Por
supuesto,
haría
lo
que
creyera
necesario
para
mantenerla
a
salvo.
El
idiota.
—Yo
 también
 te
 amo,
 Sawyer
 Ware.
 —Ella
 presionó
 sus
 labios
contra
 los
 suyos,
 y
 entonces
 él
 tomó
 tan
 completamente
 el
 control
del
 beso
 y
 de
 ella,
 que
 su
 mente
 se
 vació.
 Mientras
 su
 lengua
atormentaba
la
de
ella,
su
polla
la
follaba
fuerte
y
rápido.
—Sería
 mejor
 que
 te
 pongas
 al
 día,
 ninfa.
 —Soltando
 sus
muñecas,
 levantó
 su
 torso
 lo
 suficiente
 como
 para
 usar
 su
 mano
sobre
 su
 clítoris.
 Dedos
 firmes
 se
 deslizaron
 sobre
 la
 sensible
protuberancia,
y
él
se
echó
a
reír
cuando
la
sacudida
hacia
arriba
de
sus
caderas
llevó
su
polla
aún
más
profundo.
La
sensación
de
su
eje
grueso
y
rígido
dentro
de
ella
y
sus
dedos
despiadados
 provocando
 su
 clítoris
 la
 hicieron
 estremecerse,
 la
derritieron
 por
 dentro
 y,
 un
 segundo
 después,
 estaba
 llegando
 al
clímax,
 corriéndose
 con
 fuerza,
 el
 placer
 la
 recorría
 con
 cada
espasmo.
—Rodéame
 con
 los
 brazos.
 —Levantando
 sus
 piernas
 y
poniéndolas
 alrededor
 de
 su
 cintura,
 él
 se
 abalanzó
 sobre
 ella,
profundo,
 más
 profundo,
 y
 se
 corrió
 con
 un
 gruñido
 bajo
 que
reverberó
a
través
de
ella.
—Te
 extrañé.
 —Ella
 besó
 su
 hombro
 duro
 y
 probó
 la
 sal
 en
 su
piel.
—Yo
 también.
 No
 tienes
 idea
 cuanto.
 —Sosteniéndola
 inmóvil
contra
 él,
 la
 giró,
 aún
 enterrado
 dentro
 de
 ella.
 Justo
 donde
 él
pertenecía.

Capítulo
24
 

Un
sonido
despertó
a
Mallory
de
su
sueño
y,
mientras
se
sentaba
en
la
cama,
Sawyer
entró
en
la
habitación.
Sin
camisa
y
con
vaqueros
limpios,
 se
 estaba
 secando
 el
 pelo
 corto
 con
 una
 toalla.
 Aunque
 la
herida
curada
en
su
brazo
le
había
dado
un
momento
difícil
cuando
la
 vio
 por
 primera
 vez,
 ahora
 podía
 mirar
 más
 allá
 y
 apreciar
 la
forma
en
que
sus
sólidos
bíceps
se
contraían
con
cada
movimiento.
Sus
 poderosos
 hombros
 se
 estrechaban
 hasta
 una
 cintura
 delgada.
Aún
 abultado
 por
 cortar
 la
 madera,
 su
 pecho
 era
 simplemente
increíble.
 Sus
 vaqueros
 colgaban
 lo
 suficientemente
 bajo
 como
 para
ver
la
línea
angular
justo
por
encima
de
los
huesos
de
la
cadera.
Había
extrañado
tocarlo.
—Te
traje
un
poco
de
agua.
—Le
entregó
un
vaso
de
agua
helada
y
dejó
una
taza
de
café
en
la
mesita
de
noche.
—Gracias.
 —Después
 de
 beber
 la
 mitad
 del
 agua,
 se
 dio
 cuenta
de
que
la
estaba
estudiando,
su
mirada...
peligrosa—.
¿Qué?
—¿Cuánto
confías
en
mí,
pequeña
contratista?
—Su
voz
se
había
profundizado.
—Confío
 en
 ti.
 —La
 respuesta
 fue
 fácil.
 Automática.
 Cualquiera
que
vea
su
aura
confiaría
en
él.
Los
colores
claros
y
ricos
decían
que
esta
persona
era
confiable
hasta
la
médula.
—Es
bueno
escucharlo.
—Después
de
poner
su
vaso
en
la
mesita
de
noche,
él
sacó
las
esposas
y
la
cuerda
del
cajón.
Ella
 frunció
 el
 ceño.
 Aunque
 no
 podía
 ver
 el
 contenido,
 el
 cajón
de
la
mesita
de
noche
parecía
más
lleno
que
la
última
vez
que
había
estado
allí.
—Muñecas,
por
favor.
Ante
el
calor
controlado
en
sus
ojos,
un
escalofrío
de
excitación
la
recorrió.
—¿Qué
estás
planeando?
—Un
poco
de
placer,
un
poco
de
dolor,
un
poco
de
diversión.
—
Su
lenta
sonrisa
hizo
que
su
corazón
se
saltara
un
latido—.
Muñecas.
Ahora.
Sus
manos
estaban
en
las
de
él
antes
de
pensar
en
obedecerlo.
—Eres
una
buena
chica.
Las
 palabras
 de
 aprobación
 la
 golpearon
 como
 una
 cálida
 lluvia
de
primavera.
Le
abrochó
un
puño
de
cuero
negro
forrado
de
vellón
alrededor
de
cada
muñeca
y
comprobó
el
ajuste
con
su
cuidado
habitual.
Por
un
momento,
la
miró
en
silencio
y
sus
ojos
se
oscurecieron.
—Siempre
 te
 ves
 increíblemente
 sexy
 vestida
 solo
 con
 mis
esposas.
Sus
 pezones
 se
 convirtieron
 en
 picos
 duros.
 La
 había
 amarrado
antes,
y
cada
vez,
era...
especial.
Diferente.
Intensamente
caliente.
Él
 la
 tiro
 hacia
 atrás
 sobre
 su
 espalda
 y
 amarró
 flojamente
 su
esposa
izquierda
a
un
poste
del
cabecero,
y
la
derecha
al
otro
poste.
Después
de
atarle
los
tobillos,
le
sonrió.
—Ahora
estás
acostumbrada
a
estar
atada,
así
que
voy
a
agregar
algunas
cosas
nuevas.
Seleccionó
la
inquietante
melodía
Farewell
de
Apocalyptica
y
bajó
la
música,
entonces
sacó
una
tira
de
cuero
de
la
mesita
de
noche.
—Tu
palabra
de
seguridad
es
ahora
tres
gritos.
—Pero
por
qué…
Él
empujó
la
tira
de
cuero
entre
sus
dientes
y
la
ató
detrás
de
su
cabeza.
—Por
 esto.
 —Él
 encontró
 su
 atónita
 mirada
 con
 unos
 decididos
ojos
azules.
—Esta
noche
tienes
una
palabra
segura,
y
nada
más.
Sol
 y
 estrellas.
 Ella
 no
 podría
 hablar.
 Decirle
 lo
 que
 estaba
sintiendo.
 El
 conocimiento
 era
 aterrador,
 pero
 su
 cuerpo
 hervía
 de
calor
y
necesidad,
como
si
él
hubiera
arrojado
un
tronco
de
pino
a
su
chimenea
interior.
—Asiente
si
lo
entiendes.
Su
respiración
era
más
rápida
de
lo
normal,
pero
asintió.
—Bueno.
 Tendrás
 mucho
 tiempo
 para
 acostumbrarte
 a
 estar
 en
silencio.
—Él
la
deslizo
por
la
cama,
hasta
que
su
trasero
estuvo
justo
al
 borde
 del
 colchón
 y
 entre
 los
 postes
 inferiores
 de
 un
 metro
ochenta
dos
centímetros
de
altura.
Después
de
atar
una
cuerda
a
un
poste
de
la
cama
a
la
altura
del
pecho,
él
levantó
su
pierna
derecha
y
aseguró
la
cuerda
a
la
esposa
del
 tobillo.
 Después
 de
 un
 segundo
 de
 consideración,
 empujó
 una
almohada
debajo
de
su
trasero
para
elevar
sus
caderas.
—Mejor.
—Él
aseguró
su
tobillo
izquierdo
de
la
misma
manera.
Sus
piernas
ahora
estaban
levantadas
y
extendidas
en
una
amplia
V,
 y
 su
 coño
 estaba
 totalmente
 expuesto.
 Sus
 brazos
 no
 estaban
completamente
sujetos,
lo
cual
era
bueno,
era...
En
 el
 cabecero
 de
 la
 cama,
 él
 apretó
 las
 cuerdas
 atadas
 a
 sus
muñecas,
 hasta
 que
 sus
 brazos
 se
 colocaron
 en
 una
 posición
 de
águila
extendida.
Tomando
algo
más
de
la
mesita
de
noche,
se
sentó
a
su
lado
y
le
pasó
las
manos
por
los
pechos,
acariciándola
suavemente.
—Voy
a
hacerte
cosas,
Mallory.
Muchas
cosas
sucias.
—Su
mano
grande
 acarició
 su
 mejilla—.
 Y
 no
 podrás
 detenerme
 a
 menos
 que
des
tres
gritos.
Con
 los
 ojos
 muy
 abiertos,
 ella
 asintió.
 Su
 corazón
 latía
 con
fuerza...
un
poco
demasiado
rápido...
pero
no
en
modo
vuelo.
Había
recorrido
 un
 largo
 camino
 desde
 la
 noche
 en
 Dark
 Haven.
 Y
 había
aprendido
 que
 era
 increíblemente
 liberador
 estar
 atada
 y
 no
 poder
tomar
ninguna
decisión.
Aunque...
 ¿no
 poder
 hablar?
 Un
 pequeño
 aleteo
 de
 ansiedad
recorrió
su
piel.
—Bueno.
 Añadiré
 una
 cosa
 más
 para
 aumentar
 tu
 sensibilidad.
—Él
colocó
una
amplia
venda
de
satén
negra
sobre
sus
ojos
y
la
ató
detrás
de
su
cabeza.
Ella
no
podía
ver
nada.
No
podía
hablar.
No
se
podía
mover.
—Eeeeeh—protestó
instintivamente.
La
palma
contra
su
mejilla
era
cálida.
Tranquilizante.
—Tranquila,
ninfa.
Estoy
aquí.
No
te
dejaré
ni
por
un
segundo,
y
te
 hablaré
 mientras
 jugamos.
 —Su
 voz
 oscura
 y
 tranquila
 era
mesurada
y
segura—.
Respira
y
asiente
cuando
estés
tranquila.
Ok.
Ok.
Ella
estaba
bien.
Cuando
contuvo
el
aliento,
se
dio
cuenta
de
la
forma
en
que
él
había
eliminado
todo
su
control,
desde
la
vista
hasta
su
habilidad
para
moverse,
y
creció
la
excitación
dentro
de
ella
a
 punto
 de
 ebullición.
 Después
 de
 un
 segundo,
 ella
 le
 dio
 el
asentimiento
que
estaba
esperando.
—¿No
eres
una
dulce
y
pequeña
ninfa?—masculló.
Él
acarició
su
mejilla
 por
 debajo
 de
 la
 venda
 de
 los
 ojos,
 y
 ella
 sintió
 la
 áspera
barba
 en
 su
 mandíbula.
 Sus
 dedos
 jugaron
 con
 sus
 pechos,
apretando
suavemente
 los
 pezones—.
 Me
 encantan
 tus
 pechos.
 Son
tan
dulces
a
la
vista
como
al
gusto.
Mientras
acariciaba
sus
pechos,
la
besó
lentamente
a
lo
largo
de
la
mandíbula,
 el
 cuello
 y
 los
 pechos.
 Cuando
 comenzó
 a
 usar
 sus
dientes
 y
 lengua
 en
 sus
 pezones,
 sus
 pechos
 se
 hincharon
 hasta
sentir
 una
 punzada
 palpitante.
 Él
 levantó
 la
 cabeza,
 y
 el
 aire
 frío
flotó
sobre
su
piel
mojada.
Sus
pezones
se
apretaron
en
unos
picos
dolorosamente
sensibles.
—Hermoso.
Algo
 rozó
 las
 duras
 protuberancias.
 ¿La
 parte
 de
 atrás
 de
 sus
nudillos?
—Volveré
 para
 hacerle
 más
 a
 estas
 bellezas
 después
 de
atormentar
 algunas
 otras
 áreas.
 ¿No
 es
 bueno
 que,
 por
 la
 forma
 en
que
estás
atada,
tenga
acceso
a
todo
lo
que
me
interesa?
Por
 amor
 a
 los
 gatos,
 cuanto
 más
 hablaba,
 más
 caliente…
 y
 más
nerviosa…
se
ponía.
Se
le
escapó
un
gemido
y
él
se
rio
entre
dientes
con
un
sonido
bajo
y
masculino.
La
música
cambió,
se
hizo
más
siniestra.
Let
Me
Show
You
y
All
the
Secrets
of
the
Torture
Garden
de
Ordo
Rosarious
Equilibrio.
Algo
traqueteó,
estaba
hurgando
de
nuevo
en
la
cómoda
junto
a
la
 cama,
 y
 
ella
 se
 tensó.
 Su
 cálida
 mano
 acarició
 su
 estómago,
entonces
pasó
las
manos
hacia
arriba
y
hacia
abajo
por
el
interior
de
sus
muslos,
ampliamente
extendidos.
—Me
encanta
tener
tu
coño
y
tu
culo
abiertos
para
mí,
mascota.
Sus
 dedos
 exploraron
 su
 coño
 donde
 más
 le
 dolía.
 Un
 dedo
solitario,
 resbaladizo
 y
 seguro,
 rodeó
 su
 clítoris
 con
 una
 precisión
infalible
y
una
fuerte
corriente
de
placer
la
sacudió.
***

Disfrutando
 muchísimo,
 Sawyer
 sonrió.
 Estaba
 empapada,
 y


cada
vez
que
pasaba
el
dedo
por
su
brillante
clítoris,
se
hinchaba
aún
más.
Cuando
asomó
por
 debajo
de
su
capucha,
 él
 insertó
un
 dedo
 en
su
 entrada
 y
 lo
 curvó
 para
 frotar
 su
 punto
 G
 con
 brusquedad.
Agradable
 y
 esponjoso,
 mostrando
 su
 excitación.
 Mallory
 siempre
era
receptiva,
pero
la
esclavitud
la
empujaba
al
límite.
Aunque...
no
iba
a
dejarla
llegar
al
clímax.
No
por
un
buen
rato.
De
 hecho,
 un
 buen
 Dom
 podría
 advertirle
 a
 una
 indefensa
 sumi.
Entonces
lo
hizo.
—Para
 que
 lo
 sepas,
 he
 acumulado
 mucha
 frustración
 y
 me
tomaré
mi
tiempo.
Mucho
tiempo.
Cuando
se
estremeció,
sus
senos
se
sacudieron.
Sí,
muy
bonito.
Primero,
el
juego
de
sensaciones...
que
siempre
era
más
divertido
cuando
 la
 sumisa
 no
 podía
 ver
 lo
 que
 se
 estaba
 usando.
 Metió
 los
dedos
en
la
taza
en
la
mesita
de
noche
y
descubrió
que
el
aceite
de
coco
 todavía
 estaba
 caliente.
 Frotándolo
 entre
 sus
 palmas,
 pasó
 las
manos
sobre
su
torso
y
subió
hasta
sus
pechos.
Ella
 saltó
 ante
 el
 inesperado
 calor
 de
 sus
 manos,
 entonces
 se
relajó
cuando
él
la
masajeó.
Hombros,
brazos
y...
esos
dulces
pechos.
Pechos
resbaladizos
por
el
aceite,
hinchados
y
sensibles.
Oh,
sí.
Y
si
se
tomaba
un
tiempo
extra
para
atormentar
sus
partes
favoritas,
ella
difícilmente
podría
detenerlo.
Las
mordazas
eran
muy
útiles.
Cuando
 ella
 obviamente
 se
 había
 deslizado
 dentro
 de
 una
sensación
de
bienestar,
él
sacó
un
cubo
de
hielo
de
su
vaso
de
agua
helada
y
lo
pasó
en
círculo
alrededor
de
un
pezón.
El
color
de
su
rostro
se
puso
rojo
brillante,
y
las
cuerdas
azotaron
los
postes
de
la
cama
cuando
sus
brazos
se
sacudieron.
—Mmrk.
Buena
cosa,
para
ella,
que
él
no
pudo
descifrar
lo
que
ella
le
había
dicho.
Reprimiendo
una
risa,
se
movió
hacia
su
otro
seno.
Como
le
había
advertido...
se
tomó
su
tiempo,
sin
piedad.
El
calor
y
el
frío
dieron
paso
a
la
alternancia
del
pelaje
suave
y
las
garras
afiladas
hasta
que
ella
se
tensó
cada
vez
más
en
anticipación
de
lo
que
él
haría
a
continuación.
Agarrando
 su
 cabello
 largo
 y
 lustroso,
 él
 tiró,
 inclinando
 la
cabeza
 hacia
 atrás
 y
 aumentando
 su
 sensación
 de
 impotencia.
 El
color
en
sus
mejillas
se
profundizó,
y
cuando
él
pasó
sus
labios
por
el
costado
de
su
cuello,
pudo
sentir
el
martilleo
de
su
pulso.
Más.
Agarró
 un
 pincel
 de
 maquillaje
 sedoso...
 y
 una
 tira
 de
 papel
 de
lija.
Esta
vez,
él
comenzaría
por
sus
pies
y
subiría.
Entre
cada
circuito
lento
de
juguetes
sensuales,
él
atormentaba
su
coño,
 manteniéndola
 excitada
 y
 necesitada,
 pero
 sin
 dejar
 que
 se
corriera.
Le
encantaba
la
combinación
de
tortura
sensual
y
mantenerla
en
el
borde.
Su
 piel
 estaba
 enrojecida.
 Sus
 pezones
 sobresalían
 en
 largas
puntas.
Sonriendo,
 tomó
 el
 siguiente
 juguete.
 Largo
 y
 delgado,
 parecía
una
mezcla
entre
cuentas
anales
y
un
dildo
delgado.
Aún
mejor,
un
botón
en
el
extremo
ancho
lo
convertía
en
un
vibrador.
Lo
cubrió
con
un
 condón,
 lo
 lubricó
 y
 se
 tomó
 el
 tiempo
 para
 atormentar
 su
 ano
con
la
punta
resbaladiza.
Con
la
otra
mano,
jugaba
con
su
clítoris.
Cuando
ella
se
retorcía
y
se
dirigía
hacia
un
orgasmo,
él
deslizó
firmemente
el
eje
tachonado
de
bolas
en
su
culo.
Todo
su
cuerpo
se
puso
rígido.
—¡Mmmph!
Tal
 vez
 hubiera
 algo
 de
 sádico
 en
 él.
 Verla
 moverse
 mientras
luchaba
 contra
 la
 sensación
 de
 tener
 su
 culo
 penetrado
 era
 casi
 tan
divertido
como
ver
cómo
el
tapón
aumentaba
su
excitación.
Estaba
más
duro
que
una
roca,
pero,
demonios,
podía
seguir
así
para
siempre.
***

Él
 había
 metido
 algo
 en
 su
 culo.
 Mallory
 no
 podía
 creer
 lo
 que
había
hecho.
Maldito
sea.
Cada
vez
que
se
movía,
la
cosa
le
enviaba
extrañas
 descargas
 de
 placer,
 y
 parecía
 que
 no
 podía
 dejar
 de
moverse.
Todo
 su
 cuerpo
 se
 estremecía
 de
 excitación.
 Su
 piel
 se
 había
vuelto
tan
sensible
que
podía
sentir
el
calor
de
su
cuerpo
cuando
él
se
inclinó
sobre
ella.
—Probemos
algo
nuevo.
—Su
voz
era
firme.
Firme.
En
control.
Oh,
no.
Ella
no
veía
su
rostro,
pero
sabía
que
su
mandíbula
estaría
decidida.
Cuando
un
escalofrío
la
atravesó,
él
se
rio
entre
dientes.
Sus
dedos
acariciaron
su
coño
nuevamente,
como
lo
había
estado
haciendo
desde
que
comenzaron,
manteniéndola
tan
excitada
que
su
centro
palpitaba
de
necesidad.
—Algunas
 mujeres,
 incluso
 las
 que
 no
 les
 gusta
 que
 las
 azoten,
disfrutan
de
una
mayor
sensación
en
el
coño.
Veamos
si
eres
una
de
ellas.
¿Qué
 quiso
 decir?
 Ella
 hizo
 un
 sonido
 de
 interrogación
 y
 no
obtuvo
respuesta.
¿Qué
quiso
decir?
Él
 golpeó
 sus
 labios
 ligeramente
 con
 los
 dedos,
 suaves
palmaditas
 que
 eran
 como
 pequeños
 y
 ardientes
 estallidos.
 Las
palmaditas
se
volvieron
más
duras,
dejando
una
ligera
picadura.
Entonces,
un
dedo
golpeó
la
parte
superior
de
su
clítoris
casi
de
la
misma
manera,
haciéndola
saltar
e
inspirar
profundamente.
Oh
no,
no
lo
haría.
Afortunadamente,
él
se
detuvo.
Ella
respiró
lentamente,
aliviada
cuando
le
besó
el
estómago
y
le
lamió
 los
 pechos.
 Abajo,
 su
 coño
 hormigueaba,
 como
 si
 estuviera
muy
 excitado.
 Sus
 pechos
 latían
 al
 mismo
 tiempo
 que
 su
 corazón
mientras
él
chupaba
cada
pezón,
mordiendo
muy,
muy
ligeramente.
El
 juguete
 con
 las
 afiladas
 garras
 raspó
 ligeramente
 su
 vientre,
seguido
 del
 suave
 calor
 de
 su
 palma
 como
 para
 suavizar
 la
 filosa
sensación.
Su
corazón
latía
con
fuerza
y


su
cuerpo
estaba
húmedo
de
sudor
y
necesidad.
Cada
centímetro
de
su
piel
estaba
en
alerta
y
excitada,
toda
su
mitad
inferior
era
un
lago
derretido
de
necesidad.
Su
clítoris
vibraba.
Moviéndose
hacia
abajo,
volvió
a
darle
palmadas
en
sus
pliegues
húmedos,
suavemente,
 más
 fuerte,
 un
 suave
paf,
 paf,
 paf.
 Sus
 dedos
rodearon
 su
 entrada,
 provocando
 un
 hambre
 desesperada
 por
 algo
adentro.
Por
su
polla.
Con
un
dedo,
rodeó
su
clítoris
hinchado
el
tiempo
suficiente
para
llevarla
 al
 borde
 del
 orgasmo...
 entonces
 se
 detuvo
 y
 golpeó
 sus
labios
nuevamente.
Paf,
paf,
paf.
Los
labios
de
su
coño
se
hincharon,
gruesos,
sensibles
y
ardientes.
Él
se
movió
para
golpear
ligeramente
su
clítoris
con
un
dedo,
y
cada
vez
ella
saltaba
ante
la
alarmante
sensación.
De
alguna
manera,
de
alguna
manera,
ella
se
excitó
aún
más.
Besó
 sus
 pechos,
 sus
 manos
 calientes
 cuando
 los
 juntó
 para
 su
boca
 y
 masajeó
 la
 piel
 resbaladiza
 con
 rudeza.
 Suavemente.
 Él
 le
mordió
 el
 hombro,
 los
 dientes
 provocando
 un
 disparo
 del
 dolor,
antes
de
besar
el
punto
punzante.
Le
chupó
los
pechos.
Las
 oleadas
 de
 excitación
 viajaban
 desde
 los
 dedos
 de
 los
 pies
hasta
la
cabeza.
Tuvo
 unos
 segundos
 sin
 que
 pasara
 nada
 y
 respiró
 lentamente.
¿Él
habría
terminado?
Su
 palma
 golpeó
 su
 coño...
 y
 esta
 vez,
 la
 parte
 inferior
 de
 su
clítoris.
Su
clítoris.
Paf,
paf,
paf.
Cada
azote
era
una
explosión
de
sensaciones,
como
burbujeantes
fuegos
 artificiales.
 Cuando
 se
 detuvo,
 su
 coño
 hinchado
 latía,
ardiendo
de
calor.
Su
 lengua
 caliente
 y
 húmeda
 rodeó
 su
 clítoris,
 haciendo
 que
 se
tensara
ante
la
increíble
sensación.
Él
 se
 rio…
 y
 deslizó
 algo
 con
 elevaciones
 en
 su
 vagina.
 Eso
 la
llenó,
 frío
 y
 duro,
 y
 junto
 con
 su
 atormentadora
 lengua
 sobre
 el
clítoris,
la
envió
al
precipicio.
Y
cayó.
Su
interior
se
apretó
alrededor
de
los
objetos
duros
en
su
coño
y
en
su
culo,
y
el
asombroso
placer
rebotó
por
su
cuerpo.
Su
lengua
se
deslizó
 sobre
 su
 clítoris,
 y
 con
 cada
 estocada,
 ella
 volvía
 a
 tener
espasmos.
—¡Uuunh!
Cuando
su
lengua
se
ralentizó
y
se
aligeró,
deslizó
el
dildo
dentro
y
fuera
y
lo
retiró.
Ohhhh.
Su
corazón
latía
con
fuerza,
su
piel
húmeda
con...
Paf,
paf,
paf.
Las
 impactantes
 palmadas
 golpearon
 su
 coño
 y
 su
 clítoris,
 y
 el
abrumador
y
exquisito
dolor
la
atravesó
como
un
rayo.
Su
espalda
se
arqueó
en
protesta
y
placer.
De
 repente,
 el
 tapón
 en
 su
 ano
 estaba
 vibrando.
 El
 dildo
 entró,
duro
 y
 rápido.
 Una
 boca
 se
 cerró
 alrededor
 de
 su
 clítoris…
chupando.
Ella
se
corrió
de
nuevo,
muy
duro,
y
todo
lo
que
podía
oír
era
el
rugido
de
la
sangre
en
sus
oídos.
Su
coño
estaba
enorme,
hinchado,
y
su
corazón
martilleaba
como
una
cosa
salvaje.
Él
no
apagó
el
vibrador
anal.
Las
vibraciones
sacudieron
su
sensible
trasero,
y
ella
se
retorció.
Él
 tiró
 hacia
 atrás
 del
 tapón
 anal,
 y
 cada
 sección
 redondeada
estiraba
 su
 anillo
 entre
 las
 secciones
 más
 estrechas.
 Demasiada
sacudidas.
 Lo
 empujó
 hacia
 atrás,
 entrando
 y
 saliendo
 lentamente,
volviéndola
 loca
 con
 las
 sensaciones
 desconocidas
 en
 un
 lugar
 tan
sensible,
privado.
Ella
emitió
un
sonido,
una
especie
de
sonido,
y
él
se
echó
a
reír.
Se
rio.
—No
he
terminado
contigo,
ninfa.
El
 tapón
 anal
 volvió
 a
 entrar,
 todavía
 vibrando.
 Escuchó
 la
cremallera
de
sus
vaqueros.
—Quiero
 sentirte
 a
 mi
 alrededor.
 Córrete
 duro
 esta
 vez.
 —Él
debió
haber
estado
parado
a
los
pies
de
la
cama
mientras
sus
manos
subían
 y
 bajaban
 por
 el
 interior
 de
 sus
 piernas.
 Entonces
 su
 polla
tocó
su
entrada.
Su
cabeza
se
movió
de
un
lado
a
otro
cuando
su
polla
presionó
en
su
entrada.
Tenía
esa
cosa
en
el
trasero,
y
él
era
muy
grande,
y
ella
no
podía
alejarse.
Entró
 en
 ella
 sin
 piedad.
 Tan
 grueso,
 pero
 el
 calor
 y
 la
 tersura
fueron
gloriosos.
Nada
se
había
sentido
tan
bien
como
él.
Todavía
sensible
por
su
clímax,
su
vagina
se
aferró
con
fuerza
a
la
intrusión,
y
él
emitió
un
sonido
de
placer.
—Te
sientes
malditamente
increíble.
Cuando
estaba
profundamente
dentro
de
ella,
se
detuvo.
Necesitando
más,
más
y
más,
ella
trató
de
moverse,
hacer
que
se
moviera,
 pero
 sus
 piernas
 estaban
 restringidas
 y
 no
 tenía
 cómo.
 El
sonido
frustrado
que
ella
soltó
lo
hizo
reír.
Cuando
 ella
 se
 movió,
 sus
 bolas
 chocaron
 contra
 sus
 nalgas...
contra
el
vibrador
anal.
Oh,
la
sensación.
Sus
 dedos
 resbalaran
 por
 su
 clítoris,
 y
 ella
 inspiró
 con
 tanta
fuerza
que
casi
se
atragantó.
Algo
nuevo
zumbó.
—Córrete
 para
 mí,
 Mallory.
 Déjame
 sentir
 que
 tu
 coño
 me
aprieta.
 —Un
 vibrador
 cayó
 sobre
 su
 clítoris,
 golpeando
 la
protuberancia
 con
 fuerza
 y
 
rapidez.
 Cuando
 el
 otro
 vibrador
 en
 su
culo
zumbó,
su
polla
comenzó
a
moverse,
empujando
hacia
dentro,
profundamente.
En
 un
 segundo,
 solo
 uno,
 la
 presión
 dentro
 de
 ella
 creció,
 se
fusionó
 y
 encendió
 un
 orgasmo
 profundo.
 Una
 ola
 de
 placer
 la
golpeó
tan
fuerte
que,
detrás
de
la
venda,
su
mundo
se
puso
blanco.
Jadeando,
gimiendo
y
empapada
en
sudor,
trató
de
recuperar
sus
sentidos,
 pero
 el
 mundo
 entero
 estaba
 envuelto
 en
 una
 gasa.
 Su
cuerpo
 se
 había
 quedado
 flácido
 y
 desmadejado,
 incluso
 cuando
unos
pequeños
estremecimientos
la
hicieron
temblar
El
vibrador
fue
levantado
de
su
clítoris.
—Sujétate
de
las
cuerdas,
ninfa.
Voy
a
tomarte
ahora.
—Su
polla
se
estrelló
contra
ella.
Ella
 gimió.
 Las
 palmadas
 habían
 hecho
 que
 sus
 pliegues
 se
volvieran
 gordos
 y
 sensibles
 y
 apretaban
 su
 entrada
 en
 torno
 a
 su
polla,
por
lo
que
cada
estocada
tiraba
de
su
clítoris.
Su
clítoris
muy,
muy
 sensible.
 Esta
 vez,
 la
 necesidad
 creció
 desde
 su
 interior,
aumentando
 constantemente
 como
 una
 mano
 apretando
 alrededor
de
 su
 útero.
 El
 placer
 aumentaba
 con
 cada
 fuerte
 intrusión
 de
 su
pene.
—Una
vez
más,
ninfa.
Ella
 negó
 con
 la
 cabeza,
 salió
 de
 sus
 nubes
 brumosas,
 dándose
cuenta
 de
 que
 estaba
 balanceándose
 de
 nuevo
 en
 el
 borde
 del
precipicio,
 no
 tan
 necesitada
 como
 simplemente...
 inevitable.
 Él
 se
sentía
muy,
muy
bien.
Una
 mano
 estaba
 debajo
 de
 su
 trasero,
 levantándola
 en
 cada
estocada.
El
vibrador
fue
presionado
contra
su
clítoris
nuevamente,
y
 esta
 vez,
 las
 vibraciones
 fueron
 erráticas.
 Rrr‑rrr‑RRRRRRRR.
 De
alguna
manera,
cronometró
sus
empujes
al
patrón,
deslizándose
con
cada
rrr
corta,
y
follándola
con
fuerza
durante
la
onda
larga.
Y
ella
se
correría
otra
vez.
¡Otra
vez!
El
clímax
llenó
su
centro
con
olas
calientes
de
placer,
desbordándose
y
vertiéndose
a
través
de
sus
nervios,
venas
y
células
en
cada
dedo
de
la
mano
y
del
pie.
Su
ancla
se
rompió,
y
ella
se
deslizó
libremente
en
el
cálido
océano.
Su
 pesada
 polla
 estaba
 dentro
 de
 ella,
 presionando
profundamente
y
llenándola
con
aún
más
calor.
El
vibrador
se
había
ido,
 y
 él
 había
 curvado
 ambas
 manos
 debajo
 de
 su
 trasero;
 sus
fuertes
dedos
la
sostenían
y
la
apretaban
contra
él.
Poseyéndola.
Usándola
para
obtener
su
propio
placer.
Mientras
 flotaba
 completamente
 a
 la
 deriva,
 deseó
 que
 él
 le
quitara
la
mordaza
para
poder
decirle
cuánto
lo
amaba.
***

La
 pequeña
 ninfa
 se
 había
 quedado
 profundamente
 dormida.


Sawyer
sonrió
cuando
le
quitó
todo
y
la
soltó.
Después
de
limpiarla,
la
 envolvió
 con
 fuerza
 en
 una
 suave
 manta
 para
 continuar
 dándole
la
sensación
de
estar
contenida.
Una
 vez
 que
 Aquiles
 tuvo
 un
 breve
 paseo,
 Sawyer
 dejó
 al
cachorro
al
pie
de
la
cama
y
tiró
de
su
sumisa
echa
un
capullo
en
sus
brazos.
Ella
 se
 despertó
 lo
 suficiente
 como
 para
 mirarlo
 con
 ojos
vidriosos
 y
 absolutamente
 hermosos.
 Al
 darse
 cuenta
 de
 que
 la
estaba
 abrazando,
 ni
 siquiera
 trató
 de
 luchar.
 En
 lugar
 de
 eso,
suspiró,
frotó
su
mejilla
sobre
su
hombro
y
se
durmió.
Confianza.
 Aunque
 no
 podía
 mover
 los
 brazos,
 lo
 había
 visto
 y
sabía
que
estaba
a
salvo.
Nunca
le
habían
dado
un
regalo
más
fino.

Capítulo
25
 

A
 la
 mañana
 siguiente,
 Mallory
 había
 arrastrado
 a
 Sawyer
 de


regreso
 a
 su
 casa
 y
 les
 había
 preparado
 el
 desayuno.
 Como
 era
 de
esperar,
 Aslan
 se
 había
 quejado
 con
 fuertes
 maullidos
 por
 ser
abandonado
 de
 la
 noche
 a
 la
 mañana...
 hasta
 que
 Sawyer
 había
sacrificado
un
trozo
de
tocino.
Los
felinos
eran
maravillosamente
sobornables.
Mallory
sonrió
hacia
la
parte
trasera
de
la
casa
donde,
sin
duda,
Aslan
 se
 estaba
 aprovechando
 de
 tener
 un
 regazo
 extra
 disponible
nuevamente.
Su
gato
había
extrañado
a
Sawyer.
Y
ella
también.
Terminado
 de
 llenar
 un
 nuevo
 tarro
 de
 gres
 con
 galletas
 para
perros,
 Mallory
 lo
 puso
 al
 lado
 de
 su
 tarro
 de
 galletas.
 Le
 sonrió
 a
Aquiles
que
la
miraba
con
ojos
esperanzados.
—Tú
no
crees
que
Sawyer
se
confundirá
con
el
tarro
de
galletas,
¿verdad?
Imaginar
 a
 Sawyer
 mordisqueando
 un
 bocadillo
 de
 carne
 seca
para
perros,
y
las
horribles
palabrotas
que
seguirían,
la
hizo
sonreír.
Ella
recogió
una
galleta.
—Aquiles,
siéntate.
Un
pequeño
trasero
golpeó
el
suelo.
—Perfecto.
Eres
un
perro
muy
inteligente
.
Aquiles
 atrapó
 la
 golosina
 que
 ella
 le
 arrojó
 y
 giró
 en
 círculo,
encantado
consigo
mismo.
Mallory
 se
 echó
 a
 reír,
 se
 apoyó
 en
 la
 encimera
 y
 saboreó
 el
comienzo
pacífico
del
día.
Ella
podría
haberle
enseñado
a
Sawyer
a
meditar,
lo
cual,
para
su
asombro,
él
había
continuado,
pero
él
le
había
enseñado
a
amar
los
domingos
 por
 la
 mañana.
 Dormir
 era
 agradable.
 ¿Cuando
 era
seguido
por
hacer
el
amor
de
manera
larga
y
perezosa?
Aun
mejor.
Sintiéndose
 relajada
 y
 feliz,
 Mallory
 preparó
 su
 té,
 sirvió
 café
 y
llevó
 la
 bandeja
 a
 la
 terraza
 donde
 Sawyer
 estaba
 leyendo
 el
periódico.
El
 primer
 sol
 entraba
 por
 las
 ventanas,
 calentando
 la
 habitación
después
 de
 la
 helada
 noche
 de
 noviembre.
 Alrededor
 del
 valle,
ahora
todas
las
montañas
estaban
cubiertas
de
nieve.
Pronto
la
nieve
se
 extendería
 hasta
 los
 pies
 de
 la
 colina
 y
 los
 valles.
 Cubriría
 su
jardín
y
las
pasturas.
—Aquí,
 Ware.
 Toma
 un
 poco
 de
 cafeína
 para
 acompañar
 tus
noticias.
—Después
de
entregarle
una
taza,
dejó
la
bandeja
de
té
en
la
mesa
de
café
y
se
unió
a
él.
—Gracias,
ninfa.
—Sonriendo,
la
atrajo
hacia
sí.
Después
 de
 seguirla,
 Aquiles
 consideró
 el
 lugar
 vacío
 junto
 a
ellos,
 y
 se
 acurrucó
 junto
 a
 Aslan
 en
 las
 baldosas
 calentadas
 por
 el
sol.
—¿Algo
interesante?—le
preguntó
Mallory.
El
semanario
de
Bear
Flat
generalmente
no
contenía
nada
emocionante.
Sawyer
dejó
el
periódico.
—Los
 eventos
 sociales
 habituales.
 Algunos
 lugares
 para
 donar
alimentos
 para
 las
 entregas
 de
 Acción
 de
 Gracias
 a
 los
 reclusos.
Algunas
 cosas
 infelices,
 como
 que
 el
 mercado
 inmobiliario
 todavía
está
deprimido
y
el
desempleo
es
malo,
especialmente
ahora
que
la
tala
 estacional
 y
 los
 empleos
 turísticos
 se
 han
 agotado.
 Las
 estafas,
los
carteristas,
los
robos
de
automóviles
y
hurtos
están
aumentando.
El
graffiti
también
ha
empeorado.
¿No
 era
 sorprendente
 cómo
 su
 cuerpo
 fuerte
 junto
 al
 de
 ella
podría
aliviar
las
desafortunadas
noticias?
p
—Esperemos
que
la
Vigilancia
de
la
Ciudad
tenga
un
efecto
sobre
el
crimen.
—Ella
se
tensó,
pensando
en
cómo
Sawyer
casi
había
sido
asesinado
cuando
se
enfrentó
a
la
pandilla
solo—.
¿Vas
a
tomarte
las
cosas
 con
 más
 calma?
 ¿O
 tal
 vez
 ayudar
 con
 la
 Vigilancia
 de
 la
Ciudad?
Él
no
fingió
entender
mal
lo
que
ella
estaba
preguntando.
—Cariño,
 no
 me
 siento
 cómodo
 con
 civiles
 poniéndose
 en
peligro.
Protegerlos
es
mi
trabajo.
Ella
 entendía
 su
 necesidad
 de
 proteger,
 y
 sabía
 que
 no
 había
forma
de
mantenerlo
a
salvo.
Él
la
miró
con
sus
ojos
azules
inusualmente
agudos.
—Tampoco
voy
a
tomarme
las
cosas
con
más
calma.
No,
ya
que
todo
 el
 mundo
 sabe
 que
 tú
 fuiste
 la
 que
 inició
 la
 Vigilancia
 de
 la
Ciudad.
 Matar
 al
 líder
 de
 la
 resistencia
 es
 una
 cosa
 tradicional,
especialmente
 para
 las
 pandillas.
 Si
 Animal
 te
 atrapa,
 aniquila
 la
Vigilancia
de
la
Ciudad…
y
a
mí.
—
Cerró
los
ojos
por
un
momento
—.
No
estoy
seguro
de
cómo
reaccionaría
si
fueras
herida,
Mallory.
La
 idea
 de
 la
 pandilla
 viniendo
 detrás
 de
 ella
 era
 aterradora.
 E
igual
 de
 aterrador
 era
 la
 idea
 de
 que
 pusieran
 sus
 manos
 sobre
Sawyer.
Ella
frunció
el
ceño.
—¿Quién
es
exactamente
Animal?
—Solo
el
nombre
evocaba
una
respuesta
de
miedo
primitiva.
—Se
hizo
cargo
de
los
Hammers
cuando
el
jefe
anterior,
Slash,
fue
encarcelado.
A icus
había
matado
a
Slash.
Ahora
sabía
lo
que
había
incitado
a
Sawyer
a
asumir
el
papel
de
vigilante.
Frunciendo
el
ceño,
Mallory
le
tomó
la
mano.
—Si
persiguen
a
A icus,
¿no
está
Gin
en
peligro
también?
—A 
la
puso
sobre
aviso.
Jacob
siempre
la
acompaña
a
su
coche
cuando
 ella
 sale
 de
 las
 oficinas
 de
 consejería.
 Ella
 está
 atenta
 para
mantenerse
a
salvo.
—Sawyer
le
pasó
la
mano
por
el
pelo—.
Sé
que
también
 me
 prometiste
 que
 lo
 estarías.
 ¿Quizás
 ahora
 entiendes
mejor
el
peligro?
—Sí.
—Sin
embargo,
saber
lo
asustada
que
estaba
no
ayudaría
a
Sawyer
a
preocuparse
menos.
Todo
lo
contrario.
Ella
bebió
su
té
para
eliminar
el
sabor
del
miedo—.
Prometo
que
tendré
mucho
cuidado.
—Gracias.
 —Él
 tomó
 su
 mejilla—.
 Quédate
 cerca
 de
 otras
personas
 en
 todo
 momento.
 Ten
 en
 cuenta
 quién
 está
 cerca
 tuyo,
incluso
en
lugares
concurridos,
y
también
cuando
conduces.
Mantén
el
teléfono
fácilmente
a
mano.
Y...
¿tienes
armas
de
fuego?
—En
realidad,
sí.
La
forma
en
que
sus
cejas
se
alzaron
fue
bastante
agradable.
—¿Mi
Nueva
Era
tiene
armas
de
fuego?
—El
abuelo
tenía
un
par
de
rifles
y
un
viejo
revólver.
—¿Dónde
están?
—Hay
un
panel
oculto
en
el
armario.
Parecía
impresionado.
—No
me
di
cuenta.
Debe
ser
un
trabajo
bastante
bueno.
—Gracias.
—Ella
sonrió—.
Fue
uno
de
mis
primeros
proyectos
de
carpintería.
El
que
me
enseñó
a
medir
dos
veces
y
cortar
una
vez.
Se
rio
entre
dientes.
—¿Lo
arruinaste
una
o
dos
veces?
—Por
lo
menos.
—¿Cuándo
 fue
 la
 última
 vez
 que
 disparaste
 algunas
 de
 esas
armas?
—Eh...
 tal
 vez
 en
 la
 escuela
 secundaria.
 —Ella
 lo
 miró
 fijamente
—.
Cuando
decidí
que
no
era
el
tipo
de
persona
que
quería
lastimar
o
disparar
a
alguien.
O
incluso
tener
un
arma.
—Lo
 que
 pensé.
 —Sawyer
 sacó
 el
 teléfono
 del
 bolsillo—.
Masterson,
 ¿hay
 alguna
 posibilidad
 de
 que
 puedas
 convencer
 a
Hunt
de
que
nos
deje
usar
su
campo?
Quiero
ver
qué
tan
bien
puede
disparar
Mallory.
Sorbiendo
su
té,
Mallory
lo
miró
mientras
él
organizaba
todo
su
día.
Sin
consultarla.
Su
amante
mandón,
sobreprotector
y
exigente.
¿Cómo
 demonios
 habían
 terminado
 con
 una
 versión
 en
 la
 vida
real
de
Éomer,
el
Señor
de
los
Caballos?
No
es
de
extrañar
que
su
hermana,
Éowyn,
hubiera
parecido
tan
a
menudo
como
si
quisiera
patearlo
en
las
joyas
de
la
familia.
***

A
medio
camino
alrededor
de
una
montaña,
el
campo
de
tiro
de
los
 Hunt
 estaba
 a
 una
 buena
 caminata
 de
 Serenity
 Lodge,
probablemente
 para
 amortiguar
 el
 ruido
 de
 las
 armas
 de
 fuego.
 A
pesar
del
frío
aire
de
la
montaña,
Mallory
estaba
demasiado
caliente
cuando
ella,
Sawyer,
Morgan
y
Logan
Hunt
llegaron.
Cuando
ella
cruzó
la
verja
y
entró
en
el
claro,
intentó
una
protesta
más.
—Sabes,
Ware,
disparar
no
es
lo
mío.
—No
 es
 necesario
 que
 te
 guste,
 ninfa.
 —Llevando
 el
 bolso
 del
abuelo,
Sawyer
la
miró—.
Solo
quiero
que
puedas
darle
a
cualquier
cosa
a
la
que
apuntes.
Uniéndose
a
él
en
la
línea
de
tocones
cubiertos
con
madera
seca
que
 servía
 como
 bancos
 de
 tiro,
 Logan
 y
 Morgan
 sonrieron.
 Sus
expresiones
de
acuerdo
decían
que
la
superaban
en
número.
—Supongo
que
como
están
las
cosas
en
la
ciudad,
es
aconsejable
poder
 disparar.
 —Su
 boca
 se
 apretó.
 Si
 alguno
 de
 esos
 Aryan
Hammers
viniera
a
su
casa
en
busca
de
Sawyer,
apretaría
el
gatillo.
Probablemente.
Logan
salió
para
sujetar
papel
a
los
diversos
blancos
de
torsos
de
madera.
Morgan
dejó
tres
estuches
de
rifle
sobre
un
banco
en
forma
de
T
y
comenzó
a
desempacar.
—Esta
vez
traje
a
mi
bebé,
Ware.
Dijiste
que
querías
verlo.
—Oh,
sí.
Mallory
sacó
el
revólver
del
abuelo
de
la
funda
de
portación
y
lo
dejó
en
el
banco
que
usaría.
Logan
se
acercó
y
sus
cejas
se
alzaron.
—Bonita
pieza.
Los
Colt.45
son
populares
entre
los
rancheros
más
viejos
de
por
aquí.
Sawyer
sonrió.
—Ese
viejo
Pacificador
podría
no
ser
rápido
para
disparar,
pero
si
la
ninfa
dispara
a
alguien
en
el
pecho,
criará
gusanos.
Mallory
se
encogió.
—No
 quiero
 matar
 a
 nadie.
 ¿Qué
 tal
 si
 apunto
 al
 brazo
 o
 la
pierna?
—A
 menos
 que
 seas
 una
 maldita
 buena
 tiradora,
 y
 no
 tengas
prisa,
apuntas
al
centro
de
la
masa
más
grande.
—Logan
se
golpeó
el
pecho.
—Carga,
mascota.
—Sawyer
le
entregó
la
caja
de
balas.
Bueno,
 para
 eso
 estaba
 ella
 aquí.
 En
 silencio,
 Mallory
 cargó
 las
seis
recámaras.
—Las
 armas
 están
 vivas,
 Masterson—dijo
 Logan,
 alertando
 a
Morgan
que
se
quedara
detrás
de
la
línea
de
tiro
de
los
bancos.
El
 campo
 tenía
 una
 variedad
 de
 blancos,
 desde
 tocones
 con
placas
 de
 metal
 montadas
 del
 tamaño
 de
 una
 cabeza,
 hasta
 arcos
altos
con
blancos
metálicos
colgantes.
Después
 de
 ponerse
 protección
 para
 los
 oídos
 y
 gafas
 de
seguridad,
Mallory
adoptó
la
postura
de
dos
manos
que
el
abuelo
le
había
 enseñado,
 escogió
 un
 blanco
 de
 papel
 cercano,
 amartillo
 el
percutor
y
vació
el
revólver.
Cielos,
 había
 olvidado
 qué
 tan
 ruidosa
 era
 el
 arma,
 incluso
cuando
estaba
amortiguada.
Sawyer
le
rodeó
los
hombros
con
el
brazo
y
estudió
los
agujeros
de
bala.
Todos
estaban
en
el
área
del
pecho.
—Eres
 mejor
 de
 lo
 que
 pensé
 que
 serías.
 Probemos
 con
 más
distancia.
 Quiero
 que
 trabajes
 a
 tu
 manera,
 blanco
 por
 blanco,
 a
veintidós
 metros.
 —Él
 señaló
 un
 blanco
 del
 tamaño
 de
 un
 hombre
demasiado
lejos.
—¿En
serio?
Ni
siquiera
podré
ver
los
agujeros.
—Mallory
volvió
a
cargar
el
revólver.
Ayudando
a
Morgan
a
acomodarse,
Logan
miró
por
encima.
—Por
eso
los
blancos
distantes
son
de
metal
y
están
montados
en
resortes.
Escucharás
el
impacto
y
lo
verás
moverse.
Eligiendo
 el
 disco
 de
 metal
 más
 lejos
 y
 tomándose
 su
 tiempo,
hizo
otros
seis
disparos.
No
estaba
mal,
considerando
cuánto
tiempo
había
pasado.
Sawyer
asintió
con
la
cabeza.
—Tu
 abuelo
 te
 enseñó
 bien,
 tienes
 una
 forma
 excelente;
 solo
necesitas
más
práctica.
Continua,
ninfa.
Quiero
saber
que
clavarás
a
todo
lo
que
apuntes.
Ella
levantó
una
ceja.
—Eso
suena
bastante
sucio.
Él
sonrió.
—Hazlo
de
todos
modos.
—Señor,
sí,
Señor.
Ante
 su
 silencio,
 ella
 levantó
 la
 vista...
 y
 vio
 el
 hambre
 en
 sus
ojos.
Él
le
pasó
el
dedo
sobre
su
labio
inferior.
—En
este
momento,
tengo
la
más
urgente
necesidad
de
llevarte
a
la
cama.
—Miró
a
su
alrededor—.
O
follarte
contra
un
árbol.
Ella
se
sonrojó
cuando
el
calor
se
encendió
en
su
coño.
—Eres
malo
Ware.
Ve
a
jugar
con
los
juguetes
de
Morgan.
Cuando
Sawyer
resopló,
ella
se
sonrojó.
—Está
bien,
eso
también
sonó
mal.
—Ella
hizo
un
movimiento
de
quitárselo
de
encima—.
Vetee.
Mientras
él
se
alejaba,
ella
solo
podía
pensar
que
nunca,
nunca
se
cansaría
de
escucharlo
reír.
En
 la
 sección
 “hombres”,
 Logan
 estaba
 usando
 uno
 de
 los
 rifles
de
 Morgan
 y
 apuntaba
 a
 algo
 muy,
 muy,
 muy
 lejos.
 El
 anillo
 de
metal
sonó
una
vez
de
cinco
disparos.
—Maldita
sea.
—No,
estás
mejorando—dijo
Morgan.
Estaba
tumbado
boca
abajo
sobre
 un
 matorral
 con
 un
 rifle
 equilibrado
 en
 una
 montura
 de
 dos
patas.
 Sawyer
 estaba
 cerca
 con
 binoculares.
 Morgan
 apuntó
 y
 se
quedó
completamente
quieto.
Un
disparo.
Clang.
Un
disparo.
Clang.
Un
disparo.
Clang.
Cuando
 Mallory
 volvió
 a
 cargar
 su
 revólver,
 miró
 el
 rifle
 de
Morgan,
 algo
 que
 él
 llamaba
 Gladius.
 El
 arma
 le
 recordaba
 a
 la
cámara
 súper
 lujosa
 de
 un
 fotógrafo,
 enorme
 con
 todas
 las
funcionalidades
 extras
 adicionadas,
 excepto
 que
 se
 trataba
 de
 un
rifle.
Y
 como
 con
 las
 cámaras
 sofisticadas,
 los
 otros
 hombres
 estaban
babeando.
Los
hombres
y
su
envidia
tecnológica.
—Es
 un
 arma
 infernal—dijo
 Sawyer—.
 Y
 eres
 un
 excelente
tirador,
Masterson.
Mejor
que
la
mayoría
de
los
francotiradores
con
los
que
trabajé
en
el
cajón
de
arena.
—El
 tiro
 al
 blanco
 es
 un
 pasatiempo
 divertido.
 —Los
 labios
 de
Morgan
se
curvaron—.
Si
realmente
estoy
cazando,
uso
un
arco.
—Tú
y
Wya 
son
un
dúo.
—Logan
miró
a
Sawyer—.
A
Wya 
le
encantan
los
rifles
de
pólvora
negra.
Y
arrojar
hachas.
Sawyer
sonrió.
—Ansío
conocerlo.
—Ah,
 correcto,
 hablando
 de
 la
 continua
 ausencia
 de
 mi
hermano...
—
Morgan
se
apoyó
sobre
una
rodilla—.
Aceptaremos
tu
oferta
para
comprar
nuestros
animales
y
te
los
arrendaremos.
Sawyer
se
quedó
quieto.
—Pensé
que
Wya 
tomaba
esas
decisiones.
—Lo
hacía,
y
bien
podría
volver
a
hacerlo.
—La
boca
de
Morgan
se
apretó—.
Pero
parece
que
mi
hermano
quiere
quedarse
en
África
unos
 meses
 más.
 Mientras
 está
 allí,
 alguien
 tiene
 que
 atender
 el
negocio.
Al
 ver
 la
 ira
 hirviendo
 en
 el
 aura
 de
 Morgan,
 Mallory
 respingó.
Wya 
iba
a
tener
que
reparar
algunas
cercas
cuando
regresara.
—Sería
 un
 tonto
 si
 te
 rechazara—dijo
 Sawyer
 a
 Morgan—.
Cuando
estés
listo,
hablaremos
de
precios
y
contratos.
—De
acuerdo.
Cuando
Morgan
volvió
a
disparar,
Sawyer
regresó.
—Buen
 trabajo,
 ninfa.
 Disparas
 bien,
 incluso
 si
 ha
 pasado
 un
tiempo.
Ella
dejó
el
revólver
junto
a
él.
—Tome
un
turno,
Capitán.
Sabes
que
lo
deseas.
Dudó,
 entonces
 sonrió
 y
 lo
 cargó.
 Después
 de
 levantar
 el
 arma
por
un
segundo
como
para
comprobar
su
peso,
apuntó
y
acertó
los
seis
disparos
de
la
pistola
en
la
cabeza
del
blanco
más
distante.
Guau.
Ella
sabía
que
él
era
bueno,
pero...
guau.
Él
 volvió
 a
 cargar,
 y
 clang
 tras
 clang
 sonó
 mientras
 trabajaba
 en
los
 blancos
 para
 fusil
 más
 lejanos.
 Casi
 de
 mala
 gana
 dejó
 al
Pacificador.
—Vuelta
 al
 trabajo
 para
 ti.
 —Él
 se
 inclinó
 para
 darle
 un
 dulce
beso—.
Gracias.
Después
 de
 terminar
 una
 caja
 de
 cartuchos,
 Mallory
 había
finalizado.
Le
dolían
las
muñecas,
sus
brazos
estaban
cansados


y
su
puntería
disminuía
constantemente.
Tomando
el
revólver,
se
acomodó
en
otra
“mesa”
de
troncos
para
limpiarlo
de
nuevo...
y
observar
a
los
hombres
y
sus
juguetes.
Después
 de
 su
 servicio
 militar,
 Logan
 había
 sufrido
 TEPT
 y
 los
disparos
 solían
 molestarlo.
 En
 los
 últimos
 años,
 había
 mejorado.
 Y
ciertamente
lo
hacía
bien
cuando
tenía
algo
entre
manos.
Sawyer
obviamente
se
estaba
divirtiendo,
completamente
en
casa
en
compañía
de
los
otros
dos.
Aunque
 Morgan
 y
 Logan
 eran
 dos
 hombres
 rudos
 y
 peligrosos,
amantes
 de
 la
 naturaliza,
 Morgan
 hacía
 un
 esfuerzo
 para
 ser
amigable.
Logan
no…
y
mucha
gente
lo
encontraba
intimidante.
Sawyer
encajaba
bien
con
los
dos.
—¿Ustedes
 los
 Hunt
 van
 a
 estar
 aquí
 para
 el
 Día
 de
 Acción
 de
Gracias?—preguntó
Morgan
a
Logan.
—Nop.
Después
de
que
nuestro
último
veraneante
en
el
Lodge
se
marche,
nos
vamos
a
Oregón
hasta
el
viernes.
—Logan
agregó
para
Sawyer—.
Es
el
turno
de
mis
padres
de
alojarnos
durante
las
fiestas.
Ellos
 lloriquearían
 si
 Jake
 y
 yo
 no
 los
 visitáramos.
 Con
 Ansel,
 sus
demandas
de
vernos
han
salido
de
escala.
Mallory
 entendía
 completamente.
 Todos
 amaban
 al
 pequeño
niño.
¿Y
los
Masterson?
¿Se
quedarían
en
casa?
—No—dijo
Morgan—.
Los
padres
de
Summer
pidieron
ver
a
su
hija,
así
que
ella
y
Virg
volarán
a
Iowa
mañana
para
pasar
el
Día
de
Acción
de
Gracias
allí.
—¿Kallie
 y
 Jake
 también
 irán
 a
 Oregón?
 —Ante
 el
 asentimiento
de
Logan,
Mallory
frunció
el
ceño
a
Morgan—.
Estarás
solo
aquí.
—
¿Solo
para
Acción
de
Gracias?
Él
se
encogió
de
hombros.
—No
es
gran
cosa.
Sí,
lo
era.
Especialmente
con
Wya 
en
África.
—Entonces
 vendrás
 a
 nuestra
 casa,
 digamos…
 alrededor
 del
mediodía.
A icus
y
Gin
estarán
llegando,
y
la
comida
es
a
la
una.
Morgan
la
miró
fijamente.
—Mallory,
no
tienes…
—Olvídalo,
 Masterson.
 —Sawyer
 le
 dirigió
 una
 sonrisa
 de
aprobación—.
No
discutes
con
una
mujer
sobre
cosas
como
éstas.
Un
tipo
 podría
 ganar
 una
 batalla
 sobre
 armas
 de
 fuego.
 ¿Fiestas?
 De
ninguna
manera.
—Reconozco
 mi
 error.
 —Morgan
 se
 volvió
 hacia
 ella
 con
 una
sonrisa
de
agradecimiento—.
Y
gracias.
Estaré
allí.
Eh...
—Relájate,
 he
 probado
 su
 cocina.
 Trae
 el
 alcohol.
 —Sofocando
una
carcajada
por
su
alivio,
Mallory
volvió
a
limpiar
su
revólver.

Capítulo
26
 

El
aroma
del
pavo
asado
había
llenado
la
casa
durante
horas.
Y
la
espera
había
valido
la
pena.
Repleto,
 Sawyer
 examinó
 los
 restos
 de
 la
 fiesta
 de
 Acción
 de
Gracias.
—Eres
malditamente
buena
cocinando
el
pavo,
ninfa.
—Tampoco
mentía.
 Si
 ella
 quisiera,
 la
 contratista
 general
 podría
 colgar
 el
martillo
y
cocinar
para
ganarse
la
vida.
—Hicimos
un
buen
pavo—dijo,
sonriéndole
a
él
y
a
Morgan.
Él
 sonrió.
 Al
 igual
 que
 dirigía
 su
 empresa
 de
 construcción,
 los
había
 reclutado
 a
 él
 y
 a
 Morgan
 para
 que
 lo
 matarán,
 hirvieran
 y
pelaran.
La
mujer
podría
crear
orden
a
partir
de
cualquier
cantidad
de
caos.
Un
coro
de
acuerdo
vino
de
los
invitados
alrededor
de
la
mesa…
su
hermano,
Gin
y
Morgan.
Con
 su
 hocico
 en
 la
 bota
 de
 Sawyer,
 Aquiles
 se
 movió
 y
 gruñó
ante
 el
 ruido.
 El
 cachorro
 había
 “ayudado”
 en
 la
 cocina,
 limpiando
cualquier
derrame
y,
a
pesar
de
las
órdenes
permanentes
de
Sawyer,
recibió
demasiados
bocados
deliciosos.
Aslan
 no
 había
 sido
 descuidado
 y
 se
 había
 retirado
 al
 respaldo
del
sofá
para
limpiarse
los
bigotes
grasientos.
Inclinándose
hacia
atrás
con
un
suspiro,
Sawyer
miró
los
pasteles
de
calabaza
y
manzana
que
Gin
había
traído.
—Si
me
siento
un
rato,
podré
liberar
una
esquina
para
el
postre.
La
consejera
le
dirigió
una
mirada
risueña.
—Es
bueno
ver
que
tu
optimismo
ha
regresado.
—Algunos
 de
 nosotros
 sabemos
 cómo
 moderarnos.
 Tengo
espacio
para
el
pastel—dijo
Morgan
con
una
sonrisa
petulante—.
Y
si
no
dije
esto
antes,
gracias
por
la
invitación,
Mal.
—Me
alegra
que
pudieras
venir.
—Con
la
mano
de
Sawyer
entre
las
 suyas,
 le
 sonrió
 a
 Morgan—.
 Tendremos
 que
 hacer
 esto
 más
 a
menudo.
Podemos
llamarlo
Kestrel
Mountain
Gathering
o
algo
así.
Eso
 sonaba
 bien.
 Sawyer
 casi
 podía
 sentir
 sus
 raíces
extendiéndose
 en
 el
 suelo.
 Familiares
 y
 amigos.
 Vecinos.
 Su
montaña.
No
podía
pensar
en
ningún
lugar
en
el
que
preferiría
estar
ahora.
Mallory
se
levantó
para
llenar
las
copas
de
vino
de
todos.
—Lamento
que
 Héctor
tuviera
 otros
planes;
 tenía
muchas
 ganas
de
conocer
a
tu
hermano.
—Te
 gustará—dijo
 A —.
 Pero
 después
 de
 trabajar
 duro
 para
vender
el
rancho
y
transportar
el
ganado
al
nuevo,
se
le
debían
unas
vacaciones
soleadas.
—No
consigues
más
tropical
que
el
Caribe.
¿Quién
está
cuidando
sus
caballos?—preguntó
Morgan.
—Se
 quedaron
 un
 par
 de
 vaqueros.
 Cuidarán
 el
 lugar
 mientras
Héctor
 persigue
 mujeres—dijo
 A icus—.
 Por
 la
 forma
 en
 que
 se
redujo,
no
estarán
trabajando
demasiado.
—Es
bueno
tener
tiempo
para
descansar
un
poco.
—Morgan
miró
a
Mallory—.
¿Quién
está
a
cargo
de
la
Vigilancia
de
la
Ciudad
hoy?
¿O
esperas
que
la
pandilla
no
salga?
—En
 todo
 caso,
 este
 sería
 el
 momento
 en
 que
 causarían
problemas—dijo
Mallory—.
La
vigilancia
vecinal
está
cubriendo
sus
barrios.
 Gustaf
 se
 ofreció
 voluntario
 para
 el
 centro.
 Pensó
 que
 a
 su
hijo
 en
edad
 universitaria
le
 encantaría
 patrullar
con
 él.
 Tres
 de
los
chicos
solteros
se
turnan
para
vigilar
la
casa
de
la
pandilla.
Pedirán
ayuda
si
hay
alguna
acción.
—Dulce.
 —Morgan
 levantó
 su
 vino
 a
 Mallory
 en
 un
 saludo
simbólico.
—A
 mí
 todavía
 no
 me
 gusta—protestó
 A icus,
 lo
 que
 había
estado
haciendo
desde
que
se
enteró
de
la
Vigilancia
de
la
Ciudad—.
La
vigilancia
vecinal
tiene
sentido,
Mallory;
sin
embargo,
hacer
que
los
civiles
vigilen
la
casa
de
la
pandilla
no.
Es
muy
peligroso.
—Vivir
en
esta
ciudad
es
peligroso.
—Mallory
levantó
la
barbilla
—.
Nuestra
gente
 ha
 sido
 asaltada
y
 atacada.
 Casas
 y
 negocios
 han
sido
 robados
 y
 dañados.
 Hay
 graffiti
 por
 todas
 partes.
 Nuestros
niños
 están
 siendo
 presionados
 para
 unirse
 a
 la
 pandilla
 y
 vender
drogas.
 Y
 nuestra
 policía
 está
 agotada.
 Ustedes
 no
 pueden
 hacerlo
todo.
—No
importa—gruñó
A —.
Ese
es
nuestro
trabajo.
—También
el
nuestro.
Ésta
es
nuestra
ciudad,
A icus,
y
está
bien
que
todos
la
defendamos.
—Ella
sonrió
levemente—.
En
cuanto
a
tus
“civiles”,
 ¿sabes
 cuántos
 veteranos
 viven
 aquí?
 Vienen
 a
 las
montañas…
y
por
la
paz.
Hombres
como
Logan
Hunt.
Sawyer
intentó
discutir
con
ella…
y
perdió.
A icus
no
renunciaba.
—No
todos
ellos
son
veteranos.
Al
otro
lado
de
la
mesa,
Masterson
se
enderezó
y
frunció
el
ceño.
—No,
 no
 todos
 somos
 veteranos,
 Ware.
 No
 obstante,
 tal
 vez
hayamos
adquirido
algunas
habilidades
menores.
Crecí
en
esta
tierra
salvaje.
 Poniendo
 trampas
 y
 cazando.
 Sobreviví.
 —Cuando
 su
sentido
 del
 humor
 regresó,
 Morgan
 sonrió—.
 Incluso
ocasionalmente
ayudé
a
la
policía
a
atrapar
a
los
malos.
Sawyer
 resopló.
 La
 historia
 de
 cómo
 los
 hermanos
 Masterson
ayudaron
a
A 
a
rescatar
a
Gin
y
su
colega
ya
era
una
leyenda
de
la
ciudad.
Morgan
tenía
razón.
Ésta
era
su
ciudad.
Y
de
Mallory.
Y
mía.
 En
 algún
 punto,
 había
 venido
 a
 cuidar
 a
 las
 personas
 en
esta
 montaña…
 y
 en
 esta
 pequeña
 ciudad.
 Este
 era
 su
 lugar
 y
 su
gente,
ya
sea
que
algunos
de
ellos
lo
aceptaran
o
no.
—Creo
que
perdiste
esta
batalla,
A .
—Oh,
lo
hizo.
—Gin
soltó
una
risita
y
pasó
la
mano
por
el
brazo
de
A —.
Morgan
te
atrapó
por
los
huevos,
A icus.
—Sí,
lo
sé.
—Después
de
un
segundo
gruñido,
A 
sonrió
y
negó
con
 la
 cabeza—.
 Aún
 así...
 tener
 gente
 vigilando
 a
 los
 Aryan
Hammers…
Mallory
interrumpió.
—Aunque
la
Vigilancia
de
la
Ciudad
usa
a
casi
cualquier
persona
que
 se
 ofrezca
 como
 voluntario,
 solo
 ciertas
 personas
 vigilan
 a
 los
mafiosos,
hombres
de
montaña
como
Morgan,
rancheros,
leñadores,
cazadores
o
veteranos.
—La
mirada
de
Mallory
era
firme—.
Estamos
haciendo
 todo
 lo
 posible
 para
 asegurarnos
 de
 que
 nadie
 sea
lastimado.
—Bien.
—Rindiéndose,
A 
se
recostó
y
puso
su
brazo
alrededor
de
los
hombros
de
Gin—.
En
ciertos
aspectos,
estoy
de
acuerdo
con
tu
 plan.
 Si
 los
 bastardos
 no
 pueden
 reclutar
 o
 ganar
 dinero,
probablemente
se
mudarán.
Pero
puede
haber
una
reacción
violenta.
Si
los
Hammers
esperan
unirse
a
una
de
las
grandes
pandillas
de
Los
Ángeles,
 no
 querrán
parecer
 perdedores
 cuando
 regresen.
 Dile
 a
tu
equipo
que
esté
preparado.
—Lo
haré.
—Cuando
Mallory
tomó
la
mano
de
Sawyer
debajo
de
la
 mesa,
 sus
 dedos
 estaban
 helados.
 Ella
 sonaba
 firme...
 durante
 el
día.
Durante
las
noches,
ella
había
confesado
lo
asustada
que
estaba
de
que
uno
de
los
vigilantes
se
lastimase.
Él
tenía
las
mismas
preocupaciones.
Antes,
se
había
preocupado
por
ella,
Gin
y
A .
Ahora
sus
temores
habían
crecido
hasta
incluir
a
toda
la
ciudad.
Mi
ciudad.

Capítulo
27
 

Bien
pasada
la
medianoche
del
sábado,
en
la
noche
después
del
Día
 de
 Acción
 de
 Gracias,
 la
 multitud
 de
 ClaimJumper
 se
 había
reducido
 considerablemente.
 Mallory
 sonrió
 a
 las
 personas
 que
quedaban
 en
 su
 mesa.
 Estaban
 sus
 invitados
 de
 Acción
 de
 Gracias,
Sawyer,
 Morgan,
 A icus
 y
 Gin,
 así
 como
 Jake
 y
 Kallie.
 Hacía
 unos
minutos,
Logan
y
Becca
se
habían
ido,
ya
que
no
querían
abusar
de
Sunny
y
Virgil,
que
estaban
cuidando
a
Ansel.
Becca
 le
 había
 contado
 que
 Virgil
 se
 había
 tirado
 al
 suelo
 con
Ansel
 y
 había
 dejado
 que
 el
 niño
 rebotara
 sobre
 su
 estómago.
Mallory
sonrió
ante
la
imagen.
Virgil
sería
un
padre
increíble.
También
lo
sería
Sawyer.
Sorbiendo
 su
 cerveza,
 Mallory
 miró
 a
 su
 hombre.
 Se
 estaba
riendo
de
algo
que
su
hermano
había
dicho,
su
aura
era
tan
brillante
que
 ella
 no
 podía
 creer
 que
 otros
 no
 la
 vieran.
 Aunque
 quedaban
rastros
de
dolor
por
la
pérdida
de
su
equipo
SEAL
y
su
mejor
amigo,
la
mayor
parte
de
la
oscuridad
había
desaparecido.
Las
 auras
 de
 A icus
 y
 Gin
 se
 mezclaban
 maravillosamente,
 y
 le
encantó
cómo
inconscientemente
uno
se
volvía
hacia
el
otro.
Jake
y
Kallie
hicieron
lo
mismo.
Cuando
 Mallory
 y
 Sawyer
 llegaron
 a
 la
 taberna,
 Morgan
 había
estado
 con
 un
 par
 de
 mujeres…
 como
 siempre.
 Los
 hermanos
Masterson
 nunca
 carecían
 de
 compañía
 femenina.
 Aunque
 Wya
podría
ser
más
extrovertido,
muchas
mujeres
se
sentían
atraídas
por
la
 tranquila
 seguridad
 de
 Morgan.
 Las
 damas
 ciertamente
 no
estuvieron
contentas
cuando
el
musculoso
guía
de
vida
silvestre
las
abandonó
para
unirse
al
grupo
de
Mallory.
—Entonces,
¿cuáles
son
tus
planes
para
el
invierno,
Sawyer?—le
preguntó
Morgan,
volviendo
a
ponerse
el
sombrero—.
¿Te
diriges
a
las
regiones
tropicales
como
tu
hermano?
—No,
 estaré
 aquí
 o
 en
 el
 nuevo
 rancho
 de
 Héctor.
 —Sawyer
 lo
miró—.
 Supongo,
 ¿Kallie,
 y
 Virgil
 revisaron
 el
 contrato
 de
 los
caballos?
—Excelente.
 ¿Primero
 Mal
 lee
 auras
 y
 ahora
 tú
 lees
 mentes?
 —
Morgan
 frunció
 el
 ceño—.
 Sí.
 Hablamos…
 y
 firmamos.
Mantendremos
nuestras
monturas
personales
y
tú
nos
comprarás
el
resto.
 Serán
 más
 felices
 invernando
 en
 algún
 lugar
 que
 enterrados
bajo
la
nieve
hasta
la
cintura.
Sawyer
sonrió
y
le
tendió
la
mano
a
Morgan,
después
a
Kallie.
—Será
bueno
hacer
negocios
con
ustedes.
—¿Cómo
te
va
con
los
otros
servicios
de
guía?—preguntó
Kallie,
después
de
concluir
el
apretón
de
manos.
—Tres
 están
 indecisos.
 Uno
 está
 dentro.
 Otro
 está
 agregando
caballos
 a
 sus
 servicios
 y
 me
 los
 arrendará
 a
 mí,
 pero
 están
comenzando
 de
 a
 poco.
 —Sawyer
 se
 encogió
 de
 hombros—.
Esperaba
 algo
 mejor;
 aún
 así,
 considerando
 mi
 historial
 y
 novedad
en
el
área,
no
es
sorprendente.
—Toma
tiempo—estuvo
de
acuerdo
A icus.
Echó
un
vistazo
a
su
reloj—.
Probablemente
deberíamos
irnos
a
casa.
Gin
se
inclinó
hacia
él.
—¿Podemos
bailar
primero?
El
gran
detective
sonrió.
—Absolutamente.
Antes
 de
 que
 pudiera
 levantarse,
 su
 celular
 sonó
 con
 el
 tono
 de
llamada
que
Mallory
sabía
que
era
de
la
estación
de
policía.
Con
una
mano
sobre
el
hombro
de
Gin,
lo
sacó.
—Ware.
Mallory
 reconoció
 la
 voz
 alta
 y
 frenética
 de
 un
 joven
 oficial
 de
policía.
—Gracias
 a
 Dios
 te
 encuentro.
 Un
 tipo
 de
 la
 Vigilancia
 de
 la
Ciudad
 llamó.
 Dice
 que
 los
 Aryan
 Hammers
 prendieron
 fuego
 a
 la
casa
 de
 Simmons…
 y
 todavía
 están
 allí.
 La
 familia
 está
 atrapada
dentro.
—Maldición.
 —A icus
 miró
 a
 Sawyer—.
 Lleva
 a
 las
 mujeres
 a
casa.
—Sí.
A icus
besó
a
Gin
con
fuerza.
Ladrando
órdenes
al
teléfono,
salió
corriendo
por
la
puerta.
Después
de
un
segundo
de
aturdido
silencio,
Morgan
se
levantó
y
se
volvió
hacia
Sawyer.
—Los
bastardos
estarán
armados,
y
no
tenemos
muchos
policías
este
 fin
 de
 semana.
 El
 resto
 no
 está
 lo
 suficientemente
 cerca
 como
para
llegar
rápido.
Él
tenía
razón.
Mallory
sintió
que
la
sangre
le
drenaba
del
rostro.
Se
giró
hacia
Sawyer.
—El
 departamento
 de
 bomberos
 solo
 tiene
 unos
 pocos
voluntarios.
¿Y
si
la
pandilla
les
dispara?
La
mandíbula
de
Sawyer
se
tensó.
—Apuesto
 a
 que
 ese
 es
 su
 plan.
 Los
 Hammers
 quieren
 que
aparezcan
los
policías.
Gin
jadeó.
—¿Qué?
—Es
 una
 jodida
 trampa.
 Con
 personas
 en
 peligro,
 los
 policías
tienen
que
responder.
Las
manos
de
Mallory
se
apretaron.
Sawyer
sentiría
que
tampoco
tenía
otra
opción.
Él
podría
resultar
herido.
Morir.
Su
piel
se
enfrió.
—Sawyer.
Ya
 se
 estaba
 poniendo
 de
 pie
 y
 poniéndose
 la
 chaqueta
 de
mezclilla.
Ella
tomó
su
mano
y
lo
retuvo.
—No
vayas
solo,
mi
capitán.
Deja
que
la
ciudad
ayude.
Dinos
qué
hacer.
Él
la
miró
fijamente.
—Tiene
razón,
Ware—dijo
Morgan—.
Te
cubriré
la
espalda,
pero
todavía
nos
superan
en
número.
Podía
 ver
 el
 conflicto
 de
 Sawyer,
 su
 miedo
 a
 que
 los
 civiles
resultaran
heridos.
Muertos.
—No
puedes
hacerlo
solo,
Sawyer.
—El
empujón
que
necesitaba
era
obvio—.
Simmons
tiene
una
hija
adolescente
y
un
niño
de
siete
años.
Acepta
la
ayuda
que
necesitas
para
sacarlos.
—Joder.
—Su
hombre
tiró
distraídamente
del
ala
de
su
sombrero,
entonces,
 sin
 dudarlo,
 se
 subió
 a
 una
 silla.
 Con
 la
 voz
 con
 la
 que
había
comandado
a
los
hombres
en
la
guerra,
gritó:
—¡Escuchen
atentamente!
Mi
 turno.
 Mallory
 se
 subió
 a
 su
 propia
 silla
 y
 elevó
 la
 voz
 para
que
el
grupo
de
personas
viera
fuerza.
—La
Vigilancia
de
la
Ciudad
es
llamada
a
la
acción.
Alguien
desenchufó
la
máquina
de
discos.
La
gente
se
puso
de
pie
para
ver
qué
estaba
pasando.
Sawyer
continuó.
—La
 Vigilancia
 de
 la
 Ciudad
 llamó
 a
 la
 policía.
 Los
 Aryan
Hammers
prendieron
fuego
a
la
casa
de
Simmons.
—¡Hijo
 de
 puta!
 —Los
 hombres
 comenzaron
 a
 moverse
 hacia
 la
puerta
a
toda
prisa.
—¡Alto!
—La
voz
de
Sawyer
podría
haber
cortado
el
acero.
La
multitud
se
detuvo.
—Los
 hijos
 de
 puta
 están
 decididamente
 buscando
 sangre.
Cualquiera
 con
 armas,
 venga
 aquí.
 Si
 no
 tiene
 un
 arma
 de
 fuego,
espere
en
la
retaguardia
hasta
que
despejemos
el
camino.
—Sawyer
se
bajó
de
un
salto
y
también
bajó
a
Mallory.
Un
sorprendente
número
de
personas
fluyeron
hacia
la
mesa.
Por
otra
parte,
con
el
aumento
de
la
delincuencia,
más
lugareños
habían
ido
armados.
—No
 puedes
 darnos
 órdenes,
 Ware.
 —Un
 ex
 oficial
 de
correccionales
 llamado
 Romero
 se
 levantó
 con
 el
 ceño
 fruncido—.
¿Quién
mierda
crees
que
eres?
Mallory
lo
fulminó
con
la
mirada.
—Sawyer
es…
La
fuerte
voz
de
Morgan
la
ahogó.
—¿Quién
 mierda
 crees
 que
 ha
 sido
 el
 vigilante
 en
 esta
 ciudad?
¿Quién
 evitó
 que
 los
 bastardos
 destrozaran
 la
 clínica
 veterinaria?
¿Frustró
la
venta
de
drogas?
Sé
que
no
fuiste
tú,
bocaza.
—Morgan
le
dirigió
 a
Romero
una
 mirada
 desdeñosa—.
 Nuestro
vigilante
es
 un
Navy
SEAL.
Un
capitán.
—¿Un
 SEAL?
 Bueno,
 maldición.
 —El
 propietario
 del
 gran
almacén,
Mark
Greaves,
le
hizo
un
gesto
respetuoso
a
Sawyer.
Los
murmullos
más
atónitos
vinieron
de
la
multitud
circundante.
—¡Ja!
 —Terry
 Breton
 de
 la
 tienda
 de
 forrajes
 sonrió
 a
 Sawyer—.
Me
imaginé
 que
 eras
 tú
 quien
 jodía
 a
 los
 delincuentes.
 ¿Cuáles
 son
tus
órdenes,
Cap?
Sawyer
 asintió
 con
 la
 cabeza
 a
 Terry,
 y
 los
 colores
 de
 su
 aura
adquirieron
 un
 tono
 más
 profundo
 cuando
 asumió
 las
responsabilidades
de
mando.
Miró
a
Morgan.
—¿Cómo
es
el
lugar
de
Simmons?
—Está
en
la
avenida
Riffle,
la
que
termina
al
norte.
La
de
Roger
es
la
 última
 casa,
 una
 de
 dos
 plantas
 a
 la
 izquierda.
 —Morgan
 se
acarició
 el
 bigote
 y
 lo
 consideró—.
 El
 patio
 delantero
 es
 de
 césped.
Hay
dos
casas
al
otro
lado
de
la
calle,
ambas
muy
arboladas.
El
patio
trasero
 de
 Roger
 es
 arbolado
 hasta
 llegar
 a
 Gold
 Dust,
 la
 siguiente
calle.
Hay
mucha
cobertura,
excepto
en
el
patio
delantero.
Sawyer
frunció
el
ceño.
—Nos
matarán
si
subimos
por
Riffle,
lo
que
harán
los
policías
y
los
bomberos.
Entonces,
¿Gold
Dust
está
al
oeste?
¿Pay
Dirt
Avenue
es
paralela
al
este?
—Afirmativo,
 Cap.
 La
 calle
 más
 cercana
 es
 Argonaut.
 —Terry
sacó
un
bolígrafo
y
mostró
la
casa
de
Simmons
al
final
de
Riffle
con
las
dos
calles
paralelas
más
cercanas.
—Podemos
 apostar
 un
 equipo
 en
 Gold
 Dust.
 —Sawyer
 señaló
hacia
dónde
el
patio
trasero
de
Simmons
se
encontraría
con
la
calle
—.
Y
aquí
en
Pay
Dirt.
Si
atravesamos
los
patios
traseros,
tendremos
cobertura.
Terry
asintió
con
la
cabeza.
—Eso
funcionará.
No
hay
tiempo
para
nada
más
elaborado.
—Si
la
pandilla
se
vengó
y
huyó,
ganamos.
Si
no…
—Sawyer
hizo
un
gesto
hacia
la
gente
a
su
derecha
y
levantó
la
servilleta—…
Van
a
conducir
 por
 Gold
 Dust
 sin
 luces,
 estacionar
 al
 final
 de
 la
 calle,
abrirse
paso
a
través
del
patio
trasero
de
Simmons
y
a
cada
lado
de
su
casa.
Usen
la
cobertura
de
los
árboles.
Si
la
policía
está
atrapada,
y
apuesto
 a
 que
 lo
 estará,
 tendremos
 que
 abrir
 fuego
 contra
 la
pandilla.
El
objetivo
es
ahuyentarlos
para
que
los
bomberos
puedan
sacar
a
la
familia.
La
mandíbula
de
Sawyer
se
tensó.
—Gente,
asegúrense
de
su
objetivo
y
de
lo
que
hay
detrás
de
éste.
No
queremos
hombres
buenos
asesinados
por
fuego
amigo,
¿OK?
Cuando
 estudió
 al
 dueño
 de
 la
 tienda
 de
 forrajes,
 Mallory
recordó
que
Terry
había
sido
una
boina
verde.
—En
 la
 oscuridad,
 nuestra
 mejor
 apuesta
 es
 un
 movimiento
 de
pinza
con
un
asalto
abrumador.
De
lo
contrario,
los
miembros
de
la
pandilla
 podrían
 apuntarle
 a
 los
 tiradores
 individualizados
 por
 los
destellos.
Así
que
espera
mi
orden
y
asegúrate
de
que
en
tu
equipo
disparen
todos
a
la
vez—le
dijo
Sawyer
a
Terry.
Terry
hizo
un
saludo
informal.
—Entendido,
señor.
Los
 Aryan
 Hammers
 estarían
 disparando
 a...
 todo
 el
 mundo.
 A
Sawyer.
Mallory
tragó
saliva.
Sawyer
señaló
a
Terry
y
le
dijo
al
grupo
de
personas
a
su
derecha:
—Sois
el
Gold
Dust
Team,
y
aquí
está
vuestro
líder.
Él
está
a
cargo,
¿soy
claro?
Sonó
un
 coro
de
acuerdo:

Sí,
 sí,
 señor;
Afirmativo;
 Sí,
 señor;
 y
 un
par
de
Oorahs
de
los
Marines.
—Esto
 va
 a
 ser
 un
 desastre—escuchó
 Mallory
 murmurar
 a
Sawyer.
Él
se
volvió
hacia
las
personas
a
su
izquierda—.
El
resto
de
vosotros,
están
conmigo.
Somos
el
Pay
Dirt
 Team,
 y
 nos
dirigimos
a
Pay
 Dirt.
 Las
 mismas
 directivas.
 Nos
 reuniremos
 en
 la
 calle,
 nos
abriremos
 paso
 por
 los
 patios
 traseros
 acercándonos
 a
 Riffle
 y
evaluaremos
 la
 situación.
 Si
 es
 necesario,
 abriremos
 fuego
 a
 la
 vez.
No
disparen
hasta
mi
orden.
¿De
acuerdo?
El
mismo
coro
de
acuerdos.
—Vámonos.
Miró
a
Mallory.
—No
te
muevas,
ninfa.
Mantente
a
salvo.
Jake
le
estaba
dando
a
Kallie
las
mismas
órdenes,
y
Kallie
asintió
obedientemente.
Mallory
puso
su
mano
sobre
el
brazo
de
Sawyer.
—El
Colt
está
debajo
del
asiento
de
la
camioneta.
Llévalo
contigo.
Él
dudó,
entonces
asintió.
—Lo
haré.
Gracias.
Acercándose,
ella
lo
besó
rápidamente.
—Te
amo…
ten
cuidado.
Entre
 Morgan
 y
 Jake,
 Sawyer
 salió
 corriendo
 de
 la
 taberna.
 Ella
escuchó
a
Sawyer
preguntarle
a
Morgan:
—¿Tu
bebé
está
en
la
camioneta?
—Sí.
Llevemos
mi
vehículo.
Cuando
desaparecieron,
 Mallory
 sintió
 que
 el
 miedo
aumentaba
dentro
de
ella.
Una
trampa.
Sus
amigos,
y
Sawyer,
estaban
corriendo
riesgos.
Podían
recibir
un
disparo.
Ella
se
puso
rígida.
—Los
 bomberos
 también
 son
 paramédicos,
 y
 no
 hay
 muchos
 en
la
ciudad
este
fin
de
semana.
No
son
suficientes
para...
para...
—si
las
cosas
salían
mal.
Gin
la
miró
por
un
segundo
y
se
levantó.
—Voy
a
despertar
al
doctor
Vickers.
Prepararemos
la
clínica,
por
si
acaso.
—Bien.
 —Mallory
 se
 encontró
 con
 la
 mirada
 de
 Kallie—.
 He
recibido
 capacitación
 en
 primeros
 auxilios.
 —Y
 mucha
 experiencia
en
 las
 obras
 en
 construcción—.
 Hay
 una
 gran
 caja
 de
 primeros
auxilios
en
la
camioneta.
—Yo
 tengo
 entrenamiento.
 —Las
 guías
 de
 vida
 silvestre
 lo
tendrían.
Kallie
asintió
con
la
cabeza—.
Vámonos.
Gin
estaba
agarrando
su
bolso.
—Tengan
cuidado.
La
 mayoría
 de
 los
 coches
 ya
 se
 habían
 ido
 del
 estacionamiento
cuando
 ellas
 doblaron
 la
 esquina.
 Mallory
 saltó
 a
 la
 camioneta
mientras
 Kallie
 se
 sentaba
 del
 lado
 del
 pasajero.
 El
 sombrero
 de
Sawyer
 estaba
 en
 el
 asiento
 trasero,
 y
 el
 espacio
 debajo
 del
 asiento
del
conductor
estaba
vacío.
Había
tomado
el
Colt.
Bien.
Cuando
 doblaron
 la
 esquina
 hacia
 Pay
 Dirt,
 Mallory
 apagó
 los
faros
y
estacionó
detrás
de
una
fila
de
otros
vehículos.
Hubo
 disparos
 esporádicos
 procedentes
 del
 oeste.
 Esporádico
indicaba
 que
 la
 pandilla
 estaba
 disparando
 a
 alguien,
 ¿verdad?.
 El
estómago
de
Mallory
se
apretó.
Cuando
el
ruido
despertó
a
la
gente,
las
luces
de
las
casas
del
vecindario
parpadearon.
Con
 Kallie
 a
 su
 lado,
 Mallory
 trotó
 en
 la
 oscuridad
 entre
 dos
casas
de
alquiler,
cruzó
un
patio
trasero,
una
cerca
baja
y
entró
en
el
siguiente
 patio
 trasero.
 Se
 movieron
 junto
 a
 una
 pequeña
 casa
rodeada
de
abetos
Douglas.
El
humo
era
espeso
en
el
aire,
raspando
su
garganta
con
cada
respiración.
Delante
 de
 ellas,
 a
 través
 de
 los
 árboles
 en
 el
 patio
 delantero
estaba
la
avenida
Riffle,
que
terminaba
en
un
bosque.
La
luz
del
fuego
parpadeaba
entre
los
árboles.
—La
casa
realmente
está
ardiendo—susurró
Kallie.
La
ira
inundó
las
venas
de
Mallory,
haciendo
retroceder
el
miedo.
Esas
personas
malvadas
habían
prendido
fuego
a
una
casa
con
niños
en
ella.
Delante
de
ellos,
el
grupo
de
Sawyer
se
movía
de
árbol
en
árbol,
en
 el
 boscoso
 patio.
 Kallie
 estaba
 a
 su
 lado,
 Mallory
 la
 siguió,
manteniéndose
 atrás.
 Se
 detuvo
 cuando
 pudo
 ver
 la
 casa
 de
Simmons
al
otro
lado
de
la
calle.
Era
una
locura.
Las
ventanas
de
la
planta
baja
se
habían
roto
y
las
llamas
ardían
en
la
sala
de
estar.
Basura
ardiendo
se
apilaba
frente
a
las
puertas
y
ventanas
como
hogueras
gigantes.
La
familia
estaba
atrapada
dentro.
Incluso
 si
 atravesaban
 las
 barricadas
 en
 llamas,
 la
 pandilla
 los
esperaba
afuera.
Su
boca
sabía
a
metal.
¿Así
era
una
zona
de
guerra?
Los
 vehículos
 de
 la
 pandilla,
 un
 SUV
 negro,
 un
 Ford
 de
 cuatro
puertas
 maltrecho
 y
 un
 Dodge
 Charger
 rojo,
 bordeaban
 la
 acera
directamente
en
frente
de
la
casa
de
Simmons.
Cerca
 del
 centro
 de
 la
 calle,
 un
 coche
 patrulla
 blanco
 y
 negro
estaba
 detenido,
 las
 luces
 aún
 destellaban.
 Pegado
 a
 su
 paragolpes,
estaba
 el
 camión
 de
 los
 bomberos
 voluntarios,
 con
 las
 luces
delanteras
 todavía
 encendidas.
 En
 ángulo
 detrás
 de
 él,
 pero
 no
 del
todo
 a
 la
 casa
 de
 Simmons,
 estaba
 el
 Chevy
 Tahoe
 de
 A icus,
obviamente,
se
había
detenido.
Al
menos
dos,
tal
vez
más,
Hammers
se
habían
refugiado
entre
los
vehículos
y
la
casa
en
llamas.
Otro
estaba
detrás
de
un
gran
arce,
el
único
 árbol
 en
 el
 patio
 delantero.
 Un
 vidrio
 roto
 y
 un
 grito
 de
alegría,
indicaban
más
pandilleros
a
los
lados
de
la
casa.
El
 taller
 de
 Roger,
 al
 lado
 del
 bosque,
 no
 estaba
 en
 llamas,
 pero
Mallory
podía
ver
figuras
corriendo
entre
él
y
la
casa.
Uno
se
volvió
y
ella
vio
el
destello
parpadeando
mientras
la
pistola
disparaba.
Con
el
corazón
galopando
salvajemente
en
su
pecho,
Mallory
se
agachó
 detrás
 de
 su
 árbol.
 Los
 Hammers
 seguían
 disparando.
Contuvo
el
aliento
y
trató
de
alejar
el
miedo.
—Mal.
—Kallie
estaba
agachada,
mirando
hacia
la
calle—.
Levi
y
William
están
heridos.
Mallory
se
aflojó.
Detrás
 de
 la
 patrulla,
 iluminado
 por
 las
 luces
 del
 camión
 de
bomberos,
 un
 oficial
 de
 policía
 estaba
 tumbado
 boca
 abajo
 sobre
 el
pavimento.
Cabello
rubio
pálido…
William.
Junto
a
él,
Levi
estaba
desplomado
contra
el
neumático
delantero,
su
 mano
 contra
 el
 pecho.
 La
 sangre
 ennegrecía
 el
 pavimento
 gris.
A icus
se
agachó
junto
a
él,
ayudando
a
presionar
la
herida
mientras
ocasionalmente
disparaba
hacia
los
Hammers.
Mallory
se
dio
cuenta
de
que
su
disparo
fue
todo
lo
que
evitó
que
los
pandilleros
atacaran
el
coche.
Sawyer
tenía
razón…
era
una
trampa.
Levi
y
William,
los
dos
oficiales
de
policía,
eran
jóvenes.
Habrían
conducido
audazmente
por
la
calle,
habían
salido
en
grupo
y
fueron
presas
fáciles.
La
pandilla
habría
disparado
al
camión
de
bomberos,
y
 los
 bomberos
 probablemente
 se
 habían
 zambullido
 debajo
 del
tablero.
A icus
habría
llegado,
y
no
tuvo
más
remedio
que
rescatar
a
sus
hombres.
Los
Aryan
Hammers
 todavía
 estaban
 en
 la
 casa...
 porque
 querían
matar
 a
 A icus
 y
 a
 todos
 los
 demás
 y
 regresar
 a
 Los
 Ángeles
 con
una
 victoria.
 Sus
 gritos
 y
 burlas
 provenían
 de
 las
 áreas
 boscosas
adyacentes
a
la
casa.
Había
montones
de
ellos.
Mallory
se
volvió
para
mirar
a
Sawyer.
El
equipo
de
Pay
Dirt,
el
de
ella
y
el
de
Sawyer,
estaba
enfrente
de
la
 casa
 de
 Simmons.
 Sawyer
 estaba
 de
 pie
 detrás
 del
 árbol
 más
cercano
al
coche
de
la
policía.
Jake
Hunt
estaba
detrás
de
otro
árbol.
Morgan
no
estaba
a
la
vista.
Detrás
de
los
otros
árboles
estaban
los
voluntarios
 de
 Sawyer.
 Y,
 Mallory
 se
 dio
 cuenta,
 que
 con
 el
 fuego
ardiendo
 tan
 brillante,
 ni
 la
 pandilla,
 ni
 la
 policía
 se
 percataron
 de
que
la
gente
del
pueblo
estaba
allí.
La
voz
de
Sawyer
sonó:
—¡Pay
Dirt
Team,
pónganse
a
cubierto!
En
el
coche
de
la
policía,
A icus
se
dio
la
vuelta.
Incapaz
de
ver
nada,
tiró
de
Levi
y
se
tiró
encima
de
ambos
oficiales,
cubriéndolos.
Cuando
los
hombres
de
Sawyer
se
pararon
detrás
de
los
árboles,
él
gritó:
—Gold
Dust
Team.
¡Fuego!
Mallory
 se
 acurrucó
 detrás
 de
 su
 árbol.
 Kallie
 estaba
 encorvada
detrás
del
de
ella.
En
 una
 horrenda
 explosión
 de
 sonido,
 todo
 el
 equipo
 de
 Terry
disparó
desde
los
lados
de
la
casa
de
Simmons.
Mallory
se
encogió
ante
 los
 gritos
 y
 alaridos
 de
 dolor.
 Moviéndose
 silenciosamente
desde
 atrás,
 el
 grupo
 de
 Terry
 había
 tomado
 a
 la
 pandilla
 por
sorpresa.
La
 ola
 de
 disparos
 se
 detuvo.
 Disparos
 al
 azar,
 muchos
 menos,
vinieron
 de
 un
 lado
 de
 la
 casa.
 Los
 gritos
 roncos
 de
 un
 hombre
vinieron
del
otro.
Asomándose,
Mallory
 vio
cuerpos
tendidos
al
 lado
del
 Charger.
Los
 pandilleros
 estaban
 usando
 los
 vehículos
 para
 cubrirse,
quedando
totalmente
desprotegidos
de
los
disparos
detrás
de
ellos.
—Golden
Dust,
cubriros—les
gritó
Sawyer.
Cinco
 de
 los
 Hammers
 corrían
 hacia
 sus
 vehículos,
 disparando
contra
el
grupo
de
Terry
en
el
bosque
alrededor
de
la
casa.
—Pay
Dust,
fuego—gritó
Sawyer.
Los
Hammers
cayeron.
***

Con
 el
 Colt
 de
 Mallory
 en
 la
 mano,
 Sawyer
 cruzó
 la
 calle.
 A
pesar
 del
 aire
 helado,
 el
 sudor
 le
 goteaba
 por
 la
 espalda.
Rápidamente
 revisó
 a
 sus
 hombres.
 Todo
 en
 movimiento,
 joder
gracias.
Y
su
hermano
estaba
vivo.
Con
 una
 sonrisa
 sombría,
 A 
 miró
 a
 Sawyer,
 asintió
 y
 volvió
 a
cuidar
a
los
hombres
caídos.
Derrapando
desde
la
parte
de
atrás
del
coche,
 A 
 había
 llegado
 demasiado
 tarde
 y
 había
 ingresado
 para
evitar
que
mataran
a
sus
muchachos.
Qué
desastre.
Sawyer
llamó
a
los
cuatro
hombres
más
cercanos
a
él:
—Vean
si
pueden
quitar
el
fuego
de
la
puerta.
Alzando
la
voz,
gritó
al
resto
de
su
equipo.
—En
equipos
de
dos,
registren
el
terreno.
Recuerden
que
los
hijos
de
puta
están
armados.
Captúrenlos
y
llévenlos
a
la
policía.
Lleven
a
los
pandilleros
heridos
a
los
camiones
de
bomberos
con
un
guardia.
El
equipo
de
Gold
Dust
está
cerca
de
la
parte
trasera,
así
que
tengan
cuidado.
Cuando
los
hombres
fueron
a
trabajar,
los
bomberos
saltaron
de
su
 camión.
 Uno
 corrió
 para
 ayudar
 a
 A icus
 con
 los
 oficiales
 de
 la
patrulla
heridos.
Los
hombres
de
Sawyer
habían
despejado
un
hueco
en
la
basura
ardiendo
 en
 la
 puerta
 principal,
 y
 dos
 bomberos
 se
 dirigieron
 a
 la
casa.
Un
camión
de
bomberos
se
detuvo.
A
 la
 luz
 vacilante
 del
 fuego,
 Sawyer
 revisó
 el
 patio
 delantero.
Una
mirada
estableció
que
tres
Hammers
estaban
muertos.
¿Cuántos
quedaban?
Lo
consideró
y
no
llamó
a
Morgan.
En
cambio,
se
volvió
hacia
Jake
Hunt,
quien
había
tomado
posición
a
su
lado.
—¿Puedes
hacerte
cargo
del
grupo
que
busca
a
la
izquierda
de
la
casa?
Buscaré
a
la
derecha.
—Lo
haré.
Cuando
Jake
se
alejó,
alguien
más
tomó
su
lugar,
un
gran
leñador
cuyas
 manos
 hacían
 que
 su
 escopeta
 del
 30
 pareciera
 un
 juguete.
¿Este
 tipo
 no
 había
 arremetido
 contra
 él
 en
 el
 ClaimJumper
 hacía
unos
meses?
Con
un
gesto
sombrío,
el
hombre
esperó
a
que
Sawyer
continuara.
Sawyer
siguió
adelante.
Y
 se
 detuvo
 ante
 el
 sonido
 de
 una
 voz
 que
 no
 debería
 haber
estado
cerca
de
la
acción
sangrienta.
—Leroy,
tengo
esta
hemorragia
detenida,
pero
él
necesita
puntos
de
 sutura.
 Llévalo
 a
 la
 clínica.
 —Era
 Mallory,
 usando
 lo
 que
 ella
llamaba
 su
 voz
 de
 sierra
 de
 cinta,
 dando
 órdenes
 tan
 serenamente
como
si
estuviera
en
medio
de
una
obra
en
construcción—.
Francis,
ese
 Hammer
 está
 muerto.
 Déjalo
 y
 ayuda
 a
 apagar
 la
 basura
ardiendo.
A
pesar
de
su
miedo,
y
de
la
ira
ante
ella
arriesgando
su
cuello,
sintió
 una
 oleada
 de
 orgullo.
 Ésta
 era
 su
 mujer,
 sacando
 orden
 del
caos.
¿Y
ella
pensaba
que
era
tranquila?
Mi
culo.
Regresó
a
su
propia
tarea.
Un
cuerpo
estaba
siendo
llevado
al
frente
por
dos
hombres.
Otro
pandillero,
maldiciendo
y
luchando,
fue
inmovilizado
por
un
grupo
de
los
hombres
de
Terry.
Nadie
más.
Parecía
que
los
equipos
habían
despejado
el
área
muy
bien.
Cualquier
miembro
de
la
pandilla
que
había
escapado
del
área
probablemente
todavía
estaba
corriendo.
—Se
 ve
 bien—dijo
 Sawyer
 al
 silencioso
 leñador
 a
 su
 lado
 y
 se
dirigió
hacia
el
frente.
Los
 montones
 de
 basura
 habían
 sido
 removidos
 de
 la
 casa
 o
apagados,
 y
 las
 llamas
 del
 interior
 se
 estaban
 extinguiendo.
 Los
bomberos
podrían
salvar
la
estructura,
pero
el
edificio
era
un
jodido
desastre.
Simmons
 y
 su
 esposa
 estaban
 parados
 cerca
 de
 la
 patrulla
 junto
con
 una
 adolescente.
 Sawyer
 frunció
 el
 ceño.
 ¿No
 había
 dicho
Mallory
que
había
un
niño
pequeño?
Seguido
 por
 su
 escolta,
 el
 leñador,
 Sawyer
 entró
 en
 el
 patio
delantero.
Un
bombero
estaba
ayudando
a
un
niño
a
salir
de
la
casa.
—Heath,
la
próxima
vez,
te
vas
cuando
tus
padres
te
dicen
que
te
vayas.
Es
nuestro
trabajo
sacar
a
tus
mascotas.
Sawyer
 no
 pudo
 evitar
 sonreír
 mientras
 el
 regaño
 continuaba.
Heath
 aparentemente
 había
 vuelto
 hacia
 el
 fuego
 para
 salvar
 a
 su
gato.
Niño
valiente.
Vestido
con
pijama,
el
niño
necesitaba
ayuda
para
caminar,
pero
el
gato
estaba
en
sus
brazos.
—¡Sawyer,
 abajo!
 —El
 grito
 de
 Mallory
 fue
 inconfundible,
 y
Sawyer
 se
 lanzó
al
 suelo.
 El
leñador
 lo
siguió,
y
 el
 estallido
de
una
pistola
sonó
a
través
de
la
noche.
Un
 hombre
 cayó
 del
 arce,
 alejando
 al
 bombero
 del
 niño.
 El
skinhead
 arrastró
 al
 niño
 que
 gritaba
 delante
 de
 él
 y
 empujó
 su
semiautomática
contra
la
cabeza
de
Heath.
—¡Aléjate
de
mi
coche,
o
está
muerto!
Era
Animal.
Mierda.
—Equipos,
no
disparen—gritó
Sawyer.
Incluso
si
alguien
matara
a
 Animal,
 la
 contracción
 moribunda
 del
 bastardo
 volaría
 la
 cabeza
del
niño.
Desde
el
suelo,
Sawyer
miró
la
línea
de
fuego
desde
Animal
hasta
el
techo
del
taller.
Había
una
posibilidad,
pero
solo
si
el
bastardo
no
tenía
su
arma
contra
la
cabeza
del
niño.
Entonces,
haz
que
se
mueva.
Sawyer
se
puso
de
pie.
El
skinhead
estaba
casi
sobre
su
Charger.
Con
el
revólver
apuntando
hacia
el
suelo,
Sawyer
gritó:
—Miren
al
animal
huyendo
con
su
pequeño
rabo
metido
entre
sus
patas.
Qué
jodido
marica.
El
 skinhead
 se
 dio
 la
 vuelta,
 la
 pistola
 aún
 presionada
 contra
 la
sien
del
niño.
Vio
a
Sawyer
y
su
rostro
se
oscureció.
—Tú,
chupa
polla.
Sawyer
se
echó
a
reír.
—Todos
 en
 Los
 Ángeles
 escucharán
 cómo
 abandonaste
 a
 tu
pandilla.
 No
 vengaste
 una
 mierda.
 Simplemente
 huiste
 como
 un
perro
amarillo.
Ooo‑ooo‑ooo.
—Sawyer
imitó
los
gritos
de
miedo
de
Aquiles.
—¡Vete
a
la
mierda!
—Animal
giró
su
pistola
hacia
Sawyer.
Incluso
mientras
disparaba,
Sawyer
se
lanzó
al
suelo.
El
dolor
atravesó
el
brazo
de
Sawyer.
Una
fracción
de
segundo
después,
el
estallido
de
un
rifle
de
alta
potencia
rajó
la
noche.
Dándose
la
vuelta,
Sawyer
se
levantó
de
un
salto.
Maldición,
no
debería
haber
sido
herido.
Te
estás
poniendo
lento,
Ware.
Animal
estaba
muerto.
Un
disparo
en
la
cabeza.
El
 niño
 estaba
 vivo
 y
 agarrado
 con
 fuerza
 por
 sus
 histéricos
padres.
Tomando
su
primer
buen
aliento
en
minutos,
Sawyer
se
volvió
y
Mallory
 se
 estrelló
 contra
 él
 con
 tanta
 fuerza
 que
 perdió
 el
 último
remanente
de
oxígeno
en
sus
pulmones.
Temblando
como
una
hoja,
ella
lo
abrazó
hasta
que
no
podía
reabastecer
sus
pulmones.
Ella
lo
sacudió,
en
realidad
lo
sacudió.
—No
vuelvas
a
hacer
eso
nunca
más.
Le
dio
un
fuerte
abrazo,
respirando
su
aroma
fresco
y
limpio.
Paz
en
medio
del
caos.
—Dios
 mío,
 Sawyer.
 —A icus
 apareció
 con
 la
 cara
 tensa—.
 Me
asustaste
muchísimo.
—A
mí
también.
—La
voz
de
Mallory
estaba
amortiguada
contra
el
pecho
de
Sawyer.
A 
 arrancó
 la
 manga
 de
 Sawyer
 y
 examinó
 el
 sangrado
 que
 le
rozaba
el
deltoides.
—No
tan
malo.
Después
de
respirar
temblorosamente,
Mallory
dio
un
paso
atrás
y
lo
vendó
con
una
gasa
que
llevaba
en
los
bolsillos.
Maldición,
ella
era
una
cosa.
—¿Quién
hizo
el
disparo?—preguntó
A .
—Espera.
—Sawyer
revisó
el
área,
se
volvió
hacia
el
taller
y
gritó
—.
Todo
despejado,
Masterson.
Un
 minuto
 después,
 apareció
 Morgan,
 con
 su
 Gladius
 en
 una
mano.
 En
 silencio,
 se
 acercó
 para
 mirar
 el
 cuerpo
 de
 Animal.
 Su
pecho
 subía
 y
 bajaba.
 Después
 de
 un
 largo
 minuto,
 se
 acercó
 a
Sawyer,
 vio
 el
 rústico
 vendaje
 y
 la
 consternación
 apareció
 en
 sus
ojos.
—Lo
 siento.
 No
 podía
 arriesgarme
 a
 disparar
 con
 el
 cañón
 del
imbécil
en
la
cabeza
de
Heath.
—No,
no
podías.
Hiciste
todo
exactamente
bien.
—Sawyer
soltó
a
Mallory
para
darle
a
Morgan
un
abrazo
con
un
solo
brazo.
El
pobre
bastardo
estaba
temblando
por
la
liberación
de
la
adrenalina.
También
Sawyer.
Cuando
 Sawyer
 dio
 un
 paso
 atrás,
 Mallory
 envolvió
 sus
 brazos
alrededor
 de
 Morgan
 y
 le
 dio
 un
 abrazo
 que,
 por
 experiencia,
Sawyer
sabía
que
haría
que
el
mundo
de
Masterson
se
sintiera
como
si
hubiera
vuelto
a
girar.
Los
brazos
de
Morgan
 se
 apretaron
hasta
 que
 Sawyer
 oyó
crujir
las
costillas
de
la
pequeña
contratista.
Dándole
 tiempo
 al
 hombre
 para
 recomponer
 sus
 emociones,
Sawyer
se
giró
para
revisar
el
campo
de
batalla.
El
leñador
gigante
todavía
estaba
protegiendo
el
flanco,
y
Sawyer
lo
 dejó
 ir
 con
 un
 movimiento
 de
 cabeza
 y
 una
 sonrisa
 de
agradecimiento.
Simmons
 estaba
 parado
 cerca
 del
 coche
 de
 la
 policía
 frente
 a
 su
familia.
Su
mirada
se
encontró
con
la
de
Sawyer,
y
la
gratitud
en
sus
ojos
lo
dijo
todo.
La
guerra
había
terminado.
Detrás
 de
 Simmons,
 su
 hijo
 estaba
 en
 el
 regazo
 de
 su
 madre.
Cuando
su
hermana
se
arrodilló
y
puso
a
su
mascota
en
sus
brazos,
el
niño
acercó
al
gato
y
lloró.
Sintiendo
sus
propios
ojos
ardiendo,
Sawyer
se
dio
la
vuelta.
—Buen
tiro,
primo.
—Kallie
corrió
para
abrazar
a
su
primo.
Volviendo
a
Sawyer,
Mallory
lo
rodeó
con
un
brazo.
—Un
trabajo
de
rescate
bien
ejecutado,
Capitán
Ware.
¿Supongo
que
necesitas
revisar
tus
tropas
antes
de
que
podamos
irnos?
—Sí.
 —Sawyer
 la
 atrajo
 más
 cerca
 antes
 de
 fruncir
 el
 ceño.—.
¿Qué
coño
estás
haciendo
aquí
de
todos
modos?
Aunque
 la
 oscuridad
 de
 la
 violencia
 y
 la
 muerte
 permanecía
 en
sus
ojos,
ella
le
sonrió.
—Ellos
pueden
ser
tus
tropas;
sin
embargo,
yo
los
recluté
y
pensé
que
 podría
 haber
 demasiados
 heridos.
 Kallie
 y
 yo
 teníamos
 que
ayudar.
Él
suspiró.
Sí,
ella
lo
vería
así.
Estaba
 tensa
 por
 una
 pelea.
 Una
 pelea
 que
 no
 sucedería.
 Su
sentido
 del
 honor
 era
 solo
 una
 de
 las
 cosas
 que
 amaba
 de
 ella.
 Él
sonrió.
—Entiendo.
Para
mi
tranquilidad,
quédese
cerca
ahora,
soldado.
Ella
 sonrió
 y
 se
 llevó
 el
 dedo
 índice
 a
 la
 frente
 en
 un
 saludo
simulado.
—Sí,
señor.
Malcriada.
La
atrajo
para
un
beso
firme
y
le
susurró:
—Será
 mejor
 que
 pienses
 en
 decir
 Sí,
 señor
 una
 y
 otra
 vez
 esta
noche,
ninfa,
seguido
por,
Por
favor,
señor,
por
favor.
Cuando
 ella
 se
 derritió
 contra
 él,
 él
 volvió
 a
 tomar
 su
 boca,
sintiendo
el
zumbido
de
la
adrenalina
que
decía
que
estaba
vivo,
que
ella
 estaba
 viva
 y
 que
 tenían
 que
 celebrar
 de
 la
 mejor
 manera
posible.
 El
 fuego
 de
 la
 casa
 se
 sentía
 como
 un
 día
 cálido,
 en
comparación
con
la
lujuria
calentando
su
sangre.
Cuando
levantó
la
cabeza,
escuchó
gritos
detrás
de
él.
—Adelante,
Capitán.
—¡Así
se
hace,
Ware!
¿Qué
mierda?
Manteniendo
 una
 mano
 sobre
su
mujer,
 Sawyer
 se
 volvió
 y...
 se
congeló.
Sus
“tropas”
estaban
esperando
en
la
calle,
sonriéndole,
y
cuando
los
 miró,
 maldita
sea
 si
 todos
no
 saludaron,
y
 después
lanzaron
 un
grito
lo
suficientemente
fuerte
como
para
despertar
a
toda
la
ciudad.

Capítulo
28
 

La
primavera
había
llegado
a
Bear
Flat.
Aunque
 los
 montañas
 más
 altas
 todavía
 estaban
 cubiertas
 de
nieve,
 en
 el
 valle
 de
 Mallory,
 las
 amapolas
 y
 los
 altramuces
alegraban
el
prado.
Cerca
de
la
cabaña
de
Sawyer,
Mallory
respiró
el
aire
 templado
 por
 el
 sol
 y
 miró
 el
 texto
 que
 acababa
 de
 llegar
 a
 su
teléfono.
Casi
allí.
¿Qué
pasa
con
todos
los
coches?
Casi
allí.
¡Sí!
Ella
inclinó
la
cabeza,
con
la
esperanza
de
escuchar
caballos,
pero
el
 riachuelo
 estaba
 lleno
 de
 corrientes
 de
 primavera
 y
 ahogaba
 el
ruido
 de
 los
 cascos.
 Protegiéndose
 los
 ojos
 del
 sol
 brillante,
 miró
hacia
 el
 sur,
 donde
 el
 camino
 sinuoso
 se
 encontraba
 con
 otro
 que
venía
del
oeste.
El
 invierno
 pasado,
 Sawyer
 y
 los
 Masterson
 habían
 trazado
 una
ruta
desde
el
rancho
de
montaña
de
Sawyer
hasta
la
nueva
extensión
de
 Héctor
 Ware
 a
 los
 pies
 de
 la
 ladera
 donde
 los
 caballos
 habían
pasado
el
invierno.
Ahí.
Ella
vio
movimiento.
Un
destello
de
metal.
Finalmente,
una
larga
hilera
de
caballos
y
jinetes
emergió
a
través
de
los
florecientes
cornejos
blancos
en
el
borde
del
bosque.
—¡Aquí
vienen!—gritó
ella.
Cuando
todos
se
giraron
para
mirar,
los
caballos
chapoteaban
en
la
parte
menos
profunda
del
arroyo.
El
grupo
de
niños
que
jugaban
allí
 dio
 gritos
 de
 bienvenida
 y
 mantuvo
 abierta
 la
 puerta
 de
 las
pasturas.
Mallory
 podía
 ver
 la
 sorpresa
 en
 la
 cara
 de
 Sawyer.
 A
 mitad
 de
camino
en
la
hilera
de
jinetes,
Kallie
y
Jake
dieron
fuertes
gritos.
El
resto
 de
 los
 jinetes,
 invitados
 y
 trabajadores,
 estaban
 animados
 y
radiantes.
A
caballo,
Morgan
se
quitó
el
sombrero
y
lo
agitó.
Percibiendo
 la
 emoción,
 los
 caballos
 comenzaron
 a
 trotar
 y
 se
dirigieron
al
establo.
Los
jinetes
gritaban
de
alegría.
Gritos
de
aliento
y
de
bienvenida
venían
de
la
gente
en
el
patio
y
de
las
personas
que
atestaban
las
cercas.
Oh,
cómo
había
extrañado
a
su
hombre.
Había
pasado
demasiado
tiempo.
Incapaz
de
esperar
más,
Mallory
saltó
la
cerca
y
corrió
por
la
hierba.
Al
verla,
Aquiles
dio
un
encantado
ooo‑ooo‑ooo,
se
apartó
de
su
tarea
 muy
 importante
 de
 guiar
 el
 camino
 y
 se
 lanzó
 a
 través
 del
pastizal
para
saludarla.
Mallory
 se
 agachó
 para
 saludar
 al
 perro
 que
 giraba
frenéticamente.
—¿Cuidaste
bien
a
Sawyer
y
a
los
caballos?
Durante
 el
 intercambio
 de
 abrazos
 y
 besos,
 Aquiles
 le
 aseguró
que
había
hecho
un
excelente
trabajo
de
supervisión.
Riendo,
 Mallory
 se
 levantó
 y
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
 la
 hilera
 de
caballos
había
llegado
al
establo
y
al
centro
de
la
multitud.
Sawyer
saltó
de
su
castrado
y
le
entregó
las
riendas
a
alguien
de
la
multitud.
Con
los
ojos
en
Mallory,
comenzó
a
cruzar
el
patio
hacia
ella.
Un
segundo
después,
fue
empujada
a
sus
brazos
duros
como
una
roca.
Enterrándose
 lo
 más
 cerca
 que
 pudo,
 frotó
 su
 rostro
 contra
 su
hombro
e
inhaló
el
aroma
de
cuero,
sudor
y
hombre.
—Oh,
Sawyer.
—Joder,
 te
 extrañé.
 —Sawyer
 la
 apretó
 más
 fuerte,
 su
 gran
cuerpo
duro
y
sorprendentemente
real.
Ella
le
bajó
la
cabeza
para
un
beso
largo
y
maravilloso.
Y
otro.
—Oh,
sí.
Más.
—Ella
se
levantó
de
puntillas,
y
él
tomó
el
control,
moldeándola
contra
él,
mientras
devoraba
su
boca.
El
suelo
desapareció
debajo
de
ella.
Cuando
 ellos
 tomaron
 un
 respiro,
 el
 último
 de
 los
 jinetes
 había
pasado.
 En
 el
 establo,
 la
 gente
 del
 pueblo
 estaba
 ayudando
 a
desensillar
y
abrevar
a
los
caballos
antes
de
llevarlos
a
las
pasturas.
Sawyer
miró
los
coches
estacionados
arriba
y
abajo
del
camino,
a
las
personas
arremolinándose
alrededor
de
la
cabaña.
—¿Que
es
todo
esto?
—Bear
 Flat
 quería
 celebrar
 el
 primer
 arreo
 anual
 de
 caballos
 de
primavera
 de
 la
 ciudad.
 —Ella
 sonrió—.
 Tu
 lugar
 ha
 sido
expropiado
para
una
barbacoa
del
pueblo.
La
incredulidad
en
su
mirada
era
simplemente
maravillosa.
***

¿Qué
mierda?
Sawyer
solo
podía
mirar.
Los
medio
barriles
de
madera
junto
a
su
porche
y
la
entrada
del
camino
rebosaban
de
brillantes
tulipanes
rojos
y
blancos.
¿La
señora
Reed
 y
 Vanessa
 habían
 decidido
 que
 su
 patio
 era
 demasiado
aburrido
 para
 una
 celebración?
 Qué
 bueno
 que
 el
 arbusto
 de
 dos
metros
 y
 medio,
 ¿Mallory
 lo
 había
 llamado
 lila?,
 junto
 a
 la
 cabaña
estaba
en
plena
fragante
floración.
Tres
barbacoas
estaban
instaladas
cerca
de
la
cabaña,
y
el
aroma
de
la
carne
asada
le
hizo
gruñir
el
estómago.
Muy
cerca,
las
mesas
de
picnic
 cubiertas
 con
 manteles
 rojos
 y
 blancos
 estaban
 cargadas
 de
comida.
Mantas,
 sillas
 de
 jardín
 y
 cestas
 de
 picnic
 salpicaban
 la
exuberante
hierba
a
poca
distancia.
Gente
en
todas
partes...
familias
con
 bebés
 y
 niños
 pequeños,
 grupos
 de
 hombres
 con
 camisas
 de
franela
 y
 vaqueros,
 viejos
 lugareños
 en
 sillas
 de
 jardín,
 hombres
 y
mujeres
coqueteando...
—¿Toda
la
ciudad
está
aquí?—preguntó,
sintiéndose
golpeado.
—Tal
 vez
 no
 todos,
 pero
 casi.
 —Mallory
 sonrió,
 sus
 ojos
 de
 un
vívido
 verde
 a
 la
 luz
 del
 sol—.
 Los
 dueños
 de
 los
 negocios
apreciaron
cómo
cronometraste
tu
llegada
antes
de
que
comience
la
temporada
turística,
y
un
domingo,
para
que
ellos
pudiesen
venir.
Él
y
Morgan
no
habían
“cronometrado”
nada.
—¿He
mencionado
que
la
gente
de
Bear
Flat
está
loca?
Ella
sonrió.
—Tú
encajas
bien,
Capitán.
No
lo
podría
discutir.
Ella
se
rio
de
su
mirada
disgustada.
—Ve
a
 terminar
tus
 deberes.
 Te
estaré
 esperando
por
 allí.
 —Ella
hizo
un
gesto
hacia
la
franja
de
mantas
de
picnic
que
cubrían
el
área
cubierta
de
hierba,
lejos
del
establo
y
los
corrales.
—Pero...
—Joder,
no
quería
dejarla
ir.
Solo
que
ella
tenía
razón;
él
tenía
responsabilidades—.
Te
veo
pronto.
Después
de
una
mirada
preocupada
entre
ellos,
Aquiles
trotó
tras
ella,
 obviamente
 decidiendo
 que
 sus
 deberes
 habían
 terminado
 y
que
era
hora
de
comer.
El
hambre
ardiente
por
su
mujer
estaba
hirviendo
en
la
sangre
de
Sawyer,
 el
 final
 del
 recorrido
 del
 sendero
 pareció
 tomar
 una
eternidad,
 a
 pesar
 de
 que
 la
 gente
 apareció
 de
 todas
 partes
 para
ayudar.
Llevando
a
uno
de
los
caballos,
A 
se
había
detenido
para
darle
un
 fuerte
 abrazo.
 Con
 la
 silla
 de
 montar
 sobre
 el
 hombro,
 Logan
asintió
 al
 pasar.
 Virgil
 estaba
 ayudando
 a
 uno
 de
 los
 jinetes
 más
jóvenes
a
limpiar
a
su
caballo.
No
pasó
mucho
tiempo
antes
de
que
los
caballos
fueran
llevados
a
 las
 pasturas
 y
 los
 arreos
 guardados
 en
 el
 establo.
 Después
 de
enterarse
 de
 que
 la
 ciudad
 había
 dispuesto
 mantas
 y
 sillas
 para
 los
jinetes
 invitados,
 Morgan
 y
 Kallie
 los
 habían
 guiado
 allí.
 Todos
estaban
siendo
alimentados.
Sawyer
miró
alrededor
del
establo
vacío
y
sonrió.
Trabajo
hecho.
Tiempo
para
comer
y
beber.
Mientras
 caminaba
 hacia
 las
 barbacoas,
 tratando
 de
 ver
 a
 su
mujer,
Barney
lo
detuvo.
—Hola,
Cap.
—El
leñador
masivo
que
había
estado
a
su
lado
en
lo
 que
 la
 ciudad
 había
 etiquetado
 como
 “Simmons
 Fire”
 le
 entregó
una
cerveza
con
una
palmada
en
el
brazo
que
casi
lo
derribó.
Señaló
a
la
derecha—.
Mal
está
por
allá.
—Gracias,
Barney.
—Mientras
se
abría
paso
entre
el
laberinto
de
mantas,
 sillas
 y
 grupos
 de
 personas,
 Sawyer
 intercambió
 saludos,
apretones
de
manos,
abrazos
y
finalmente
alcanzó
su
objetivo.
Mallory
 estaba
 sobre
 una
 manta,
 A icus
 y
 Gin
 a
 su
 derecha,
Virgil
y
Summer
a
su
izquierda.
Sawyer
 se
 dejó
 caer
 junto
 a
 su
 mujer,
 lo
 suficientemente
 cerca
como
 para
 respirar
 su
 limpia
 fragancia.
 Envolviendo
 un
 brazo
alrededor
de
ella,
le
dio
otro
beso
largo
y
satisfactorio,
y
los
bordes
ásperos
dentro
de
él
se
acomodaron
con
un
suspiro
de
satisfacción.
—Te
 amo—susurró
 contra
 sus
 labios,
 entonces
 recordó
 que
estaban
 en
 medio
 de
 una
 multitud.
 Maldita
 sea.
 Poniéndose
 de
 pie,
miró
a
su
alrededor.
Un
montón
de
sonrisas
ahora
se
dirigían
a
él
y
Mallory.
—Tu
 viaje
 parece
 divertido,
 hermano.
 Desearía
 haber
 podido
tener
el
tiempo
libre.
El
próximo
otoño,
estoy
dentro.
—A icus
miró
a
su
pequeña
pelirroja—.
¿Quieres
venir?
—¿Cabalgar
todo
el
día?
—La
pequeña
nariz
de
Gin
se
arrugó—.
No
 podría
 caminar
 después.
 Sin
 embargo,
 creo
 que
 Trigger
 estaría
feliz
de
acompañarte.
Sawyer
 siguió
 su
 mirada
 y
 vio
 a
 Trigger
 y
 a
 Aquiles
 jugando
 al
pilla‑pilla
alrededor
de
las
mantas.
—Debe
ser
agradable
ser
joven—dijo
Sawyer.
Le
había
encantado
el
 viaje...
 e
 iba
 a
 estar
 jodidamente
 feliz
 de
 estar
 de
 nuevo
 en
 una
cama
blanda.
Con
su
mujer
en
los
brazos.
Sonriendo,
 tomó
 un
 sorbo
 de
 su
 bebida
 y
 sintió
 que
 disolvía
 el
polvo
en
su
garganta.
—Señor
 Ware,
 tengo
 comida
 para
 usted.
 —Trotando
 hasta
 la
manta,
 el
 niño
 de
 Roger
 Simmons
 le
 entregó
 un
 plato
 lleno
 de
 dos
hamburguesas,
ensalada
de
patatas,
frijoles
y
un
enorme
pedazo
de
pastel.
El
plato
estaba
acompañado
de
una
mirada
de
adoración.
—Se
ve
muy
bien.
Gracias
Heath.
El
niño
sonrió
y
corrió
hacia
una
manada
de
jóvenes.
—Es
bueno
verlo
actuar
como
un
niño.
—Durante
el
invierno,
el
niño
 había
 estado
 anormalmente
 callado.
 Al
 mirar
 a
 su
 alrededor,
Sawyer
 vio
 a
 la
 bonita
 adolescente
 de
 los
 Simmons,
 que
 también
parecía
apagada—.
Ambos
niños
se
ven
más
vivaces.
—Heath
 es
 resistente—dijo
 Virgil.
 Estaba
 tumbado
 sobre
 la
manta,
con
la
cabeza
apoyada
en
los
muslos
de
Summer.
—Jasmine
 probablemente
 lo
 tuvo
 más
 duro.
 Ella
 entendió
 lo
cerca
 que
 estuvo
 su
 hermano
 menor
 de
 morir.
 —Mallory
 sonrió—.
Además,
el
nieto
de
Terry
finalmente
llamó
su
atención.
En
estos
días
está
pensando
en
otras
cosas
además
de
la
muerte
y
la
violencia.
Un
 joven
 tenía
 su
 brazo
 alrededor
 de
 la
 muchacha,
 su
 postura
protectora.
Con
sorpresa,
Sawyer
se
dio
cuenta
de
que
el
adolescente
alto
 y
 fuerte
 era
 el
 chico
 rubio
 que
 había
 sorprendido
 comprando
drogas.
—¿Era
 Jasmine
 a
 la
 chica
 que
 estaba
 tratando
 de
 impresionar
cuando
lo
atrapé
en
el
callejón?
—Ajá.
 —Mallory
 sonrió
 y
 apoyó
 la
 cabeza
 contra
 el
 brazo
 de
Sawyer—.
 Aprendió
 que
 un
 hombre
 no
 debe
 renunciar
 a
 su
integridad
 por
 una
 mujer.
 Y
 se
 dio
 cuenta
 de
 que
 una
 arrogancia
machista
no
garantiza
un
buen
temperamento.
—No
 creo
 haber
 aprendido
 esas
 lecciones
 hasta
 mucho
 después
de
la
escuela
secundaria.
—Estudió
a
la
joven
pareja
y
sonrió
al
ver
cómo
se
apoyaban
el
uno
contra
el
otro.
Amor
joven.
Hermoso.
Sawyer
besó
la
parte
superior
de
la
cabeza
de
Mallory.
Su
propio
amor
 tenía
 una
 rara
 comprensión
 de
 las
 personas.
 A
 veces
 parecía
como
si
ella
pudiera
leer
su
mente.
Y
ella
poseía
otro
talento
extraño.
—Anoche…
—Me
estás
frunciendo
el
ceño,
Ware.
—Sin
que
él
le
preguntara,
ella
tomó
su
cerveza
para
que
él
pudiera
devorar
su
comida—.
¿Qué
pasó
anoche?
—Estaba
sentado
junto
a
la
fogata.
¿Sabías
que
cuando
la
luz
del
fuego
 deslumbra
 tus
 ojos,
 es
 imposible
 ver
 la
 copa
 de
 los
 árboles?
¿Ver
algo
más
alto
que
la
cabeza?
Ella
arrugó
la
nariz
con
curiosidad.
—¿Y?
—En
el
incendio
de
Simmons,
me
gritaste
que
me
tirara
al
suelo.
—Todavía
podía
oír
el
pánico
en
su
voz—.
¿Cómo
viste
a
Animal
en
el
árbol?
No
hubiera
sido
visible.
La
risa
llenó
sus
ojos.
—Te
 lo
 dije
 antes…
 las
 auras
 son
 más
 fáciles
 de
 ver
 en
 la
oscuridad.
En
realidad
había
visto
el
aura
de
Animal.
Sacudió
la
cabeza.
—Eres
una
mujer
asombrosa.
***

A
 medida
 que
 se
 acercaba,
 Morgan
 escuchó
 el
 comentario
 de


Sawyer
 y
 tuvo
 que
 sonreír.
 Ware
 a
 veces
 le
 recordaba
 a
 Wya .
Ninguno
de
los
dos
quería
aceptar
ninguna
mierda
que
no
podía
ver
ni
tocar.
Sonriendo,
Morgan
se
dejó
caer
sobre
una
manta
vacía.
—Te
dije
que
ella
podía
ver
las
auras.
Sawyer
le
dirigió
una
mirada
sucia.
—No
estás
ayudando,
Masterson.
Sonriendo,
 Morgan
 aceptó
 un
 plato
lleno
 de
 comida
de
 Heath
 y
vio
la
gran
porción
de
pastel.
—Maldita
sea,
esa
es
la
tarta
de
cerezas
de
Vanessa,
¿verdad?
—
Su
tarta
favorita
en
todo
el
mundo.
—Sí,
señor.
Le
 dije
 que
 lo
hiciera
 grande
 porque
 todo
 el
 mundo
sabe
cuánto
te
gusta
el
pastel
de
cereza.
—Eres
un
buen
chico.
Gracias.
Sonriendo
 por
 el
 cumplido,
 el
 chico
 volvió
 corriendo
 al
 área
 de
cocina.
Se
veía
genial.
Saludable.
Vivo.
Porque
Morgan
había
matado
a
un
hombre
por
él.
Después
del
incendio
de
Simmons
en
noviembre
pasado,
Morgan
se
había
aventurado
dentro
de
las
tierras
altas
por
unas
semanas.
En
esas
 alturas,
 el
 aire
 era
 tan
 frío
 que
 parecía
 que
 se
 rompería.
 Los
árboles
eran
completamente
negros
contra
la
nieve
virgen.
Acampando
 en
 la
 nieve,
 había
 vivido
 momento
 a
 momento,
concentrándose
en
la
supervivencia.
Lejos
de
las
insulsas
y
pegajosas
emociones
 de
 las
 personas,
 había
 aceptado
 el
 disparo
 que
 había
realizado.
 No
 importa
 cuán
 enfermizo
 era
 el
 matar
 a
 otro
 humano,
había
hecho
lo
que
tenía
que
hacer.
Había
protegido
a
un
niño,
uno
de
 su
 tribu.
 A
 fin
 de
 cuentas,
 todas
 las
 criaturas
 vivían
 según
 el
orden
natural:
vida
y
muerte,
matar
o
morir...
y
proteger
a
la
tribu.
Cuando
regresó,
quemado
por
el
viento
y
demacrado,
Sawyer
lo
había
 llevado
 a
 la
 fuerza
 a
 ver
 al
 consejero
 local.
 Hablar
 con
 Jacob
Wheeler
había
sido
interesante,
pero
Morgan
no
había
necesitado
al
psicólogo.
 Lo
 estaba
 haciendo
 bien.
 Cuando
 el
 consejero
 estuvo
 de
acuerdo,
eso
había
sido
el
final.
Mientras
 Morgan
 descansaba
 en
 la
 manta,
 escuchaba
 las
conversaciones
a
su
alrededor
y
disfrutaba
muchísimo
de
la
comida
que
no
había
tenido
que
cocinar.
Especialmente
del
pastel.
Oh,
sí.
Después
del
último
bocado,
suspiró
y
levantó
la
vista.
—Oye,
Mal,
escuché
de
Wya .
Volverá
en
un
par
de
semanas.
—Buenas
noticias.
—Ella
sonrió—.
Justo
a
tiempo
para
ponerlo
a
trabajar.
—Exactamente.
 —También
 vendrían
 algunas
 batallas.
 Con
 el
consentimiento
 de
 Kallie,
 Morgan
 había
 realizado
 más
 que
 unas
pocas
mejoras
en
el
negocio.
Incluso
podría
decir
que
se
había
hecho
lo
mismo
a
sí
mismo.
—Hablando
de
trabajo...
—Miró
a
Sawyer—.
Como
la
conducción
ha
terminado,
tu
trabajo
está
hecho.
Los
Masterson
y
Hunt
asumirán
la
responsabilidad
de
los
clientes.
***
¡Aleluya!!
 Sawyer
 sonrió
 abiertamente.
 Probablemente
 así
 se
sentía
Aquiles
cuando
se
le
quitaba
la
correa.
—Estoy
 relevado.
 Tengo
 que
 decir
 que
 me
 alegra
 que
 tu
 equipo
se
encargue
de
las
criaturas
de
dos
patas.
Morgan
soltó
una
carcajada.
—Nos
 dimos
 cuenta.
 —Miró
 a
 su
 alrededor
 y
 notó
 que
 Kallie
estaba
 escoltando
 a
 los
 clientes
 mayores
 hacia
 el
 área
 de
estacionamiento—.
Hablando
de
eso,
mejor
ayudo
antes
de
que
ella
se
enoje
conmigo
por
estar
sentado
sobre
mi
trasero.
Mientras
Morgan
se
dirigía
hacia
los
invitados,
Sawyer
observó
a
Kallie.
La
pequeña
morena
era
como
un
perro
de
pastoreo,
llena
de
energía,
 manteniendo
 felices
 a
 sus
 invitados
 y
 disfrutando
terriblemente
 en
 el
 proceso.
 Mallory
 tenía
 buen
 gusto
 con
 sus
amigas.
Sawyer
besó
la
parte
superior
de
la
cabeza
de
su
mujer
y
sonrió
a
sus
claros
ojos
verdes.
—¿Cuál
es
el
plan
para
la
tarde?.
—Comemos,
 bebemos
 y
 hablamos.
 Todos
 queremos
 escuchar
sobre
la
cabalgata,
siéntete
libre
de
exagerar;
cuanto
más
exagerada
es
 la
 historia,
 mejor.
 Una
 vez
 que
 todos
 se
 vayan,
 podemos
 tener
nuestra
propia
celebración.
—No
puedo
pedir
algo
mejor
que
eso.
La
 tarde
 progresó,
 como
 había
 dicho
 Mallory,
 comida,
 bebida
 y
conversación.
La
gente
del
pueblo
no
solo
hizo
que
los
clientes
de
la
cabalgata
se
 sintieran
 bienvenidos,
 sino
 que
 los
 persuadieron
a
 que
contaran
historias
de
la
experiencia,
lo
que
condujo
a
una
ronda
de
cuentos
de
los
veteranos
de
Bear
Flat.
A
 medida
 que
 el
 sol
 se
 ponía
 detrás
 de
 las
 montañas
 aún
cubiertas
 de
 blanco,
 los
 Hunt
 y
 Masterson
 llevaron
 a
 los
 clientes
 a
Serenity
 Lodge,
 y
 la
 gente
 del
 pueblo
 eliminó
 toda
 evidencia
 de
 la
celebración.
Después,
 una
 fila
 de
 autos
 descendió
 la
 montaña,
 dejando
 a
Sawyer
y
Mallory
despidiéndolos
frente
a
la
cabaña.
—Vamos,
Capitán.
—Mallory
tomó
su
mano—.
Vamos
a
casa.
Tomando
 su
 mano,
 él
 caminó
 con
 ella
 por
 el
 sendero
 y
 subió
 la
colina
hacia
la
granja.
Aslan
estaba
encaramado
en
la
barandilla
del
porche,
después
de
haber
 monitoreado
 la
 reunión
 desde
 una
 distancia
 segura.
 Con
 un
ronroneo
 acogedor,
 aceptó
 un
 masaje
 en
 la
 barbilla,
 después
 saltó
para
saludar
al
cachorro.
Moviendo
 frenéticamente
 la
 cola,
 Aquiles
 saltaba
 alrededor
 del
solemne
gato,
compartiendo
todas
sus
aventuras
de
cachorros
entre
ladridos
y
maullidos.
Sonriendo,
 Sawyer
 abrió
 la
 puerta
 de
 entrada
 para
 Mallory
 y
miró
atrás
por
encima
del
hombro.
Sus
 caballos
 pastaban
 pacíficamente
 en
 el
 prado
 verde
 donde
 el
riachuelo
 destellaba
 con
 los
 últimos
 rayos
 del
 sol.
 La
 pequeña
cabaña,
que
Héctor
usaría
cuando
fuera
de
visita,
estaba
esperando
a
su
próximo
ocupante.
La
granja
de
Mallory,
ahora
su
granja,
parecía
abrirse
en
una
serena
bienvenida.
Aquí
era
donde
pertenecía.
A
esta
tierra.
A
esta
pequeña
ciudad.
Y
sobre
todo,
a
esta
mujer.
—Bienvenido
 a
 casa,
 mi
 héroe—dijo
 Mallory
 suavemente
 y
 se
puso
de
puntillas
para
darle
un
beso.
Mientras
la
paz
colmaba
su
alma,
él
la
abrazó.
Sí,
él
estaba
en
casa.
 

Fin

EL
CONO
del
SILENCIO
Traducción

Colmillo
Corrección





La
99
Edición

El
Jefe
Diseño

Max
 

EL
CONO
del
SILENCIO
Notas

[←1]
Hooyah,
grito
de
guerra
de
los
indios
americanos,
también
usado
por
los
SEAL
durante
el
entrenamiento.
[←2]
Jarhead,
cabeza
de
frasco.
Miembro
del
Cuerpo
de
Marines
de
los
EEUU.
Cuando
el
término
es
usado
por
los
civiles
puede
considerarse
despectivo,
pero
a
menudo
se
usa
entre
Marines.
El
término
se
origina
en
el
corte
de
pelo
muy
corto
que
usan
muchos
de
ellos
y
hace
que
su
cabeza(head)
se
vea
como
un
frasco(jar).
[←3]
La
 expresión
 es
 hiss
 and
 spit.
 Bufido
 (hiss)
 y
 escupido
 (spit).
 Un
 gato
 que
 intenta
defenderse
 y
 amenazar
 puede
 abrir
 totalmente
 la
 boca
 y
 expulsar
 aire
 de
 forma
brusca.
 El
 resultado
 es
 una
 especie
 de
 silbido
 que
 dura
 casi
 un
 segundo
 y
 que
 se
llama
 bufido.
 ¡Con
 menos
 de
 tres
 semanas
 de
 vida
 los
 gatitos
 ya
 saben
 hacerlo!
Cuando
 la
 emisión
 de
 aire
 dura
 solo
 una
 pequeña
 fracción
 de
 segundo,
 el
 sonido
resultante
es
un
escupido
o
bufido
corto.
 
[←4]
Es
un
juego
de
niñas,
donde
se
hacen
figuras
complicadas
con
un
cordel.
[←5]
Según
donde
vivas
será
tortillas
o
tortillas
francesas.

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