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Amigos cyberlectores!!! Desde un caluroso inicio de Verano en México, les
saludamos!!!
En este su periódico dedicado al área Médico Forense, durante los meses de mayo y junio, presentamos a ustedes algunos formatos de documentos que deben ser emitidos por los médicos forenses. De ellos, el más frecuente, corresponde a la clasificación de las lesiones. Emitir un diagnóstico sobre el análisis de una lesión, es un reto importante para el médico, ya que debe identificar independientemente de su grado y posible evolución, el tiempo de transcurrida de la lesión. Por ello, en el presente número de julio, les presentamos a ustedes una guía práctica para poder identificar la cronología de las lesiones traumáticas en el ser humano, esperando con especial aprecio, sea de utilidad para su labor:
Cronología de las lesiones traumáticas.
Dentro de la labor del perito médico forense, la clasificación de lesiones, representa un quehacer cotidiano con alto índice de frecuencia. Este ejercicio, no sólo pone en prueba su capacidad de indagar y diagnosticar en pocos minutos la característica, grado, tipo y clasificación acorde a los artículos de la lesión, sino que también requiere de su conocimiento, capacidad interpretativa y reflexión. Al clasificar las lesiones, el médico forense, deberá ser competente para señalar, primero: a. Si la lesión puso o no en peligro la vida. b. El tiempo en el que sanará la misma y c. Si sana de forma definitiva, o requiere una nueva clasificación para valorar si puede dejar secuelas o afectar alguna función vital. Obviamente, la cronología de la lesión es imprescindible para su valoración integral. Y ésta, puede investigarse a través de la observación macroscópica de su evolución cromática en piel. Es así, que la clara percepción de la cronología estará a expensas de la capacidad de observación del perito, de su conocimiento sobre la degradación que sufre la hemoglobina y de su pericia para indagar mediante la visión cuidadosa, directa y científica de la lesión.
Si se entiende por lesión, toda alteración que altera la integridad de un tejido, y es el sanguíneo el sitio, en el que repercute el impacto de las mismas, es importante, valorar la presencia de sus elementos celulares y su apreciación a través de la piel, particularizando por sus características evolutivas a los hematíes. Con el estudio de los glóbulos rojos, es posible dictaminar los días transcurridos que tiene la lesión y con ello detectar si es reciente, o no. Esto se logra, por el análisis macroscópico de las oxidaciones de la hemoglobina en el tejido, que sufre transformaciones en su constitución química mismas, que originan diferentes tonalidades que impactan en el color de la piel con el transcurso del tiempo. A la lesión en la que se aprecian estos cambios como resultado generalmente de una contusión se le denomina Equimosis.
Cuando se produce una lesión, se puede observar:
A las pocas horas después de lesionada una zona, se aprecia una coloración rojíza en el sitio afectado.
De una EQUIMOSIS RECIENTE resulta el color negro de 1 a 3 días, tiempo, en el que la hemoglobina se desprende de los glóbulos rojos.
De 3 a 6 días el color se aprecia azul y este, se debe a la primera oxidación de la hemoglobina que se transforma en HEMOSIDERINA.
Del 7º. Al 9º. día la lesión toma un tinte verdoso, que se atribuye a la segunda oxidación en la que la HEMOSIDERINA para a HEMATOIDINA.
Entre el 10º y el 13º se aprecia un tinte amarillento, color que representa la transformación de HEMOTOIDINA A HEMATINA.
Después de este periodo, de la periferia hacia el centro, se inicia la desaparición total de la equimosis.
Todos estos cambios son más notorios en piel blanca y menos notorios en pieles con tintes que reflejen mayor contenido de melanina. En la equimosis conjuntival conserva su coloración rojiza a lo largo de su evolución por la transparencia de la conjuntiva.
En algunos casos, es importante diagnosticar, si las lesiones fueron realizadas cuando el sujeto tenía vida, si no se observa cuidadosamente, la Equimosis se pueden confundir con las livideces cadavéricas que son elementos indicativos del proceso de putrefacción durante las exhumaciones; por ello, este dilema se disipa, al efectuar cortes en los sitios de duda para visualizar si hay coágulos, de haberlos las lesiones fueron hechos en vida, ya que estos nunca se adhieren a los vasos sanguíneos, ni se filtran en el tejido celular (son pequeños y fácilmente removibles).
La cronología de estos cambios, depende de la cantidad de sangre extravasada, riqueza vascular de la región contundida, de las características individuales del traumatizado, edad, sexo, estado general, etc.
Para mayor información te sugerimos:
TRUJILLO, GIL MEDICINA FORENSE. EDIT. CIENCIA Y CULTURA LATINOAMERICANA. MÉXICO, 2000, pp. 84-85.