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SOBRE RUNRUNES Y ELECCIONES.

--~=.¡¡~e.=~--

Mi querido Bachiller. Convengo en que soy un baladí ; y un


mordaz, como tú echarás de ver en mis escritos. Tengo, no hay
duda, el defecto de hablar mucho sin que nadie me cuestione: pa-
rece que busco el equilibrio con otros señores, pues que si algunos
pensamos, casi siempre, muy poco lo que decimos, vaya por otros
que jamas dicen las muchas iniquidades que piensan. Es inmensa
la distancia entre el mérito y valor de las personas públicas que
censuro, y mi demérito ó miedo. Al Sr. Manrique lo conoce 11}
Nacion, y á mi no me conoceria la madre que me parió, si á resu-
citar llegara. Las reputaciones de los Sres. Manrique y J ulian Gar-
cía, son propias, nacionales, americanas; la mia es agena, extran-
gera, y asiática: el que todavia no sepa estas verdades que lea el
Liberal número 220 ó séase al Sr. J. García, y quedará al corriente.
Liberal y letra de molde son cosas que bastan para convencer, al
que no quiera porfiar.
Pero supuesto que por la lengua pecamos, y supuesto que la
lengua es para un hablador como yo, lo que el fusil para el solda-
do, bueno es darla de tiempo en tiempo un limpioncito.
Voy á ocuparte, querido Bachiller, de runrunes, de elecciones,
y de cuanto me ocurra y relacion tenga con tu misiva. No esperes
órden ni cosa parecida. Esta carta debe llamarse la carta de los
runrunes y cuentos. Tampoco vayas á imaginarte que cuanto leas
es original. Desde la cruz á la fecha, segun decían nuestros mayo-
res, habrá plagios, porque cuando borrageo, como dicen los román-
ticos del Correo, ni sé lo que es mio. Pongo lo que me parece que
viene á cuento, leido, oido ú ocurrido. La antífona de entrada ha
quedado luenguita. Dios te dé paciencia. Mas lo será la carta.
Me exiges que te explique la historia del Eco número 23 .• J,folí
pues: pidióme el Sr. Marquiz un articulo para el Eco, y~i{ltnque
yo jamas habia escrito en tan impertérrito papel, como me"dijo que
debia contraerse á elecciones, y que se pondria en c1as~~e edito-
,
rial, caí en la tentacion y escribí lo que habrás leido en lel número I
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20. Diceu que este tal articulo está serio, y yo agrego que fincha-
do, siendo el autor bobalicon y pueril. Vuelve el Sr. Marquiz
á hacerme nueva exigencia, y yo volví á caer eu la misma tenia-
cion. Díjoseme que el primero habia agradado mucho, y hasta
que lo habian atribuido á literatos defama, Los que tenernos la ma-
nía de escribir, nos ponemos huecos con tales cosas. Me puse, te
lo confieso, y sin saber cómo, halléme sentado en azarosa noche,
borrageando otro artículo. Fué cabalmente el que circuló en el
Eco número 23, con mas, lo que voy á insertarte en letras bastar-
dillas. Se ha dicho que yo atacaba con dureza á personages muy
poderosos, y no quiero que me aborrezca u ni persigan, mas de lo
que yo merezco. En nuestro país no se necesita mucho para que se
unan los que pueden y los que escriben, contra los habladores que
dicen la verdad.
y á propósito de verdad, y antes de insertarte la parte trunca-
da, dime. ¿No me sucederá á mí lo que al autor de la Verdad 1
¿No habrá un cortesano pretendiente que me suelte diálogos, y
otro que publique Fragmentos falsos 1 Puede ser que no, y puede
ser que sí, porque los cortesanos ó empleados, de alto coturno, sue-
len también jugar á la coz. ¿ Quieres que te explique este juego?
Será pues el primer cuento.
"J uego que hacen los muchachos poniéndose todos en rueda,
" dadas las manos, menos uno que queda fuera. Los de la rueda
" dan vueltas lo mas aprisa que pueden, y van cantando.
"Coz que le dió Periquillo al jarro.
"Coz que le dió que le derribó.
"El que ha quedado fuera, procura coger á alguno de los otros,
" y ellos se defienden tirándole coces. Si coge á alguno, el cogido
" sale de la rueda, y él ocupa su lugar." ¿No ves tú algo parecido
en la salida del Sr. Gral. Paez de la presidencia en 34, en su entra-
da en 38, en la entrada al Ministerio del Sr. tal en 39, y en la sali-
da de la Secretaria del Sr. cual tambien en 391 Pues yo sí veo; pero
así me libre Dios de explicarte la similitud, como le ruego me libre
de estar jugando á la coz, teniendo fuera al que salió en 34. Si yo
fuera empleado preferiria, por todo esto, la conducta de los Minis-
tros, que al subir al despacho, se han reservado la plaza de conta-
dor ó de vista, aunque sean tuertos. Estos Señores si llegaren á
quedar fuera, correrán á refugiarse con toda pompa al empleo que
han tenido la precaucion de reservarse, porque no son hombres
como Cortez, capaces de quel1tal' sus naves. Lígame con estos be-

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chos !a ley de empleados en comision, que tanto aplaude: el Sr. J.
García: reservas y comisión ..... vayan cosas parecidas. Vamos á lo
truncado. Ojalá que estén fuera de la rueda, cuantos cortesanos
puedan escribir diálogos y Fragmentos falsos.
y vaya una digresion parecida á catecismo en el capítulo Elec-
ciunes.
P. Cuando el Presidente de la Rcpiiblica se sepam del puesto que
le confio la nacion, no por enfermo, n'i para comandar huestes de
la Hepiiblica, ¿ embolsa siempre los 12.000?
R. Sí, cristiano, porque los 12.000 son suyos.
P. Yen tales casos, S. E. e~ Vicepresidente, ¿ embolsa ademas de
sus 4.000, otros 4.000, como mitad del plus?
R. Sí, cristiano, porque los 4.000 asignados á la vicepresidencia, y
los alTOS 4.000, mitad del plus, son suyos.
P_ Luego cuando su esclarecencia el Presidente, se ausenta á cui-
dar de sus hatos, 6 á otros de sus deberes domésticos, la nacum se
perjudica en 4.000?
R. No, cristiano; la nacion nunca se perjudica, porque ella no es
pe"sona, que sufre, n'i que disfruta.
P. y qué es la nacion á los ojos de sus poderosos?
R. Una momia .... un werpo yer-to y embalsamado ..... un comodin .....
una muñeca.
P. y cuando S. E. el Vicepr-esidente de la República embolsa 4.000
como Vicepresidente, y otros 4.000 como mitad del plus, su hijo el
Sr. Hernaix, embolsa tambien 3.600 como secretar-io de la Guzn'a?
R. Sí, cristiano, porque siendo los destinos publicas de Venezuela
oficios mecánicos, es una virtud en los padres, que enseñen á sus
lujo», la industria {¿ olicio que profesan. No dudes cristiano, que
los nietos de un buen ministro de Guerra serán excelentísimos mi-
nistros, aunque vengan los nietos de Filipinas, y aunque paTa na-
da !tayan servido en la tierra, y aunque para nada sirvan en par-
te alguna.
P. y á qué se Ium dil'igido estas preguntas parecidas á las de
Ripalda 1
R. A probarte, cristiano, que el destino de Vice, es manso, y lucrativo.
Dime ahora tu opínion. Este pedazo truncado i te parece-sub-
versivo ó herético? Diréte antes de que me respondas, que al
Sr .......... le pareció antipolítico, y qlle convirtiéndose en p "Ikía, se-
cuestró el número ya tirado, á pesar de la transacion ql ..
entre el dueño ostensible de la imprenta, y un dueño de

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llos, que concluirá con este su vida de escritor público, si Dios no
dispone otra cos~. Aseguraba muy horondo el dueño de los tipos,
que el artículo comprometía su posicion social. Hasta eutónces estaba
yo creyendo que á este señor lo habian hecho contador, porque con-
taba bien, porque sabia examinar las cuentas, en suma, porque sa-
bia servir á la patria que lo paga. Yo estaba en el error, y á fé que
tú no lo estarás, si exclamas al leer esto: Bien mala opinion tiene
el Sr. Contador de la rectitud y liberalismo del personage que lo
protegi6. Puedes asegurar que hasta el contador convendrá en la
exclamación allá in pectore, aunque conteste este articulo con un
manifiesto tan largo como deben de ser las esperanzas de la In-
glaterra al bloquear el celeste imperio.
Déjote pues al corriente del artículo, de lo que se le truncó y de
las razones que hubo para truncar. El Liberal no ha sido muy
exacto. Yo puse T. L. por pedantear ó porque quise: no se me
exigió. El ministro de policía prensistica quedó tranquilo con la
truncadura.
La materia de elecciones sigue con calor y villanías. Los de la
reunion que llamaremos Sanavria, ó séanse los que se han puesto
por mote sistema alternativo, continúan haciendo noblemente lo
que pueden á fin de triunfar,
y los que se han puesto por mote
constitucion, paz y 6rden, ó séanse el Ministro y sus amigos, conti-
nuan haciendo mas de lo que debian: nos llaman reformistas, con-
bustibles, restos de la última catástrofe, facciosos, &c. Ellos se lla-
man monumento vivo, índice, republicanos sin tacha, y otras infi-
nitas preciosidades.
Pero tú sabes que los motes suelen engañar. Yo he visto (y ya
Jo dije otra vez) casas que tienen por enseña ó rótulo, Jesus, Ma-
"ía y José, son patronos de esta casa, y en el interior bullian varios
ladrones y asesinos, con otras tantas mugeres de la vida airada:
espero pues que el mote no te alucine. Balancearemos.
BALANCE.
Debe. Haber.

Jesl.1s Paz.
Maria Constitucion.
José · Orden.

000 Igual 000.


Caracas I" de" Agosto de 1840.
Pedro Sempiterna.

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y i por qué será que el partido de los Diaz Flores, Manriques,
Romeros, &c., tratan tan mal á los que se aplican á bailar la ga-
bota ó el papn-ciriguelo 1 No quieren ser imitados 1 ó es tanta la
estima en que se tienen, que juzgan á los demas muy inferiores en
gracia y donosura. Voy á explicarte el por qué.
Venezuela salvó del incendio que devorarla quiso en 1835 por
los sacrificios de la mayoría. Cual mas, cual ménos, fuéron infini-
tos los que se esforzaron; todos cooperamos á apagar el fuego.
Apagado que fué, quisimos unos que el Gobierno fuese noble y mag-
nánimo: otros, que se mostrase ruin, vengativo y terrible. Unos de-
ciamos: "la politica en la sola acepcion honrosa que se puede en-
tender, es el arte de aplicar la consoladora moral á la ciencia del
Gobierno. Sin moral no hay política, como sin libertad no hay mo-
ral. Perdonar es moral: la sociedad que detesta las venganzas per-
sonales, no debe ser en masa feroz ni vengativa, porque la clemen-
cia y la misericordia son deberes en los Gobiernos que triunfan.
Solo el peligro justifica rigores momentáneos. Y ellos oponian: la
moral tiene por fundamento la salud del pueblo, el bien público
exige sacrificios: matemos al rendido porque así lo exige el bien
público, &c.
Tú sabes, querido Bachiller, que el bien público en boca de los
partidos que se apropian los triunfos nacionales, equivale exacta-
mente al interes de los individuos que los forman: tú sabes ó debes
saber, que obrar en pro de sus intereses, que no dar jamas cabida
en sus resoluciones á motivo alguno generoso ó filosófico, que ha-
cerse superiores á los escrúpulos ó remordimientos, que todo esto
en fin, forma lo sublime de ciertos hombres que quieren llamarse
hombres de estado. Pues si lo sabes, ya tienes explicada la lucha
que dividió á los que defendimos la constitueion,
Divididos los constitucionales que hablaban y discurrian, entra-
ron á increparse; y la generalidad que había quedado estropeada
y desfallecida con las abominaciones de 35 y 36, desapareció de la
arena: condenóse á la inercia. Por supuesto que los de la vindicta
nacional, hablaban mas alto que los domas, pues que como menos
moderados, y como que cada uno tenia su víctima, ó su empleo que. ;<"~-

pedir, era natural que se explicasen con mas energía, que co:.~cá~
sen su patriotismo á mayor altura. Unos queríamos constitücion
para ser libres, y sosiego para ser laboriosos: otros queria '¡: onsti-
tucion para modificarla con leyes secundarias, sosiego p ,- distri-
buirse los empleos, y patria para hacer escarnio de ella. ..rai" pues,
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á todo el que censuraba le decían estos otros, que era reformista
perturbador, y se le obligaba á callar: á tal exceso llegó la táctica,
que, ni los mismos Ejecutivos se hau libertado del cargo. Conozco
yo uno que llegó muy fresco de la Perrínsula, principió bien y era
aplaudido, pero dió cierto decreto justo, moral, honroso: censuro-
selo el partido de la vindicta, mezclóse un poco de desagrado del
ma~ poderoso de la tierra, y al momento se. erizó S. E. La simple
certificacion de un ciudadano particular, cambió la política de todo
un gobierno. Algun día tal vez, verán la luz pública párrafos escritos
sobre este episodio venezolano. Dispénsume que noentre hoy en mas
pormenores: resulta pues que todos tenemos miedo de decir lo que
pensamos, y que al que no lo tiene, procuran imponérselo repitiéndo-
le aquello de reformista, faccioso, perverso, perturbador. El que tal
se oye llamar, teme que muchos crean lo que está en letra de molde,
teme que digan: algo debe de haber cuando se lo dicen pOI' la im-
prenta, Nuestro público es tan ilustrado! tan imparcial! tan rec-
to !... Se calla el pobre que habló, y la faccion avasalla mas y mas.
Tú, Bachiller, no debes estrnñar estovpues que tú conociste á
ño Pedro y á Agapito. Voy á recordar el cuento, para que desarru-
,gues la frente, si es que como es natural, mis largos párrafos sobre
política te han puesto mohino, si es que, corno es posible, la murria
se ha apoderado de ti.
Eraño Pedro uno de estos hombres desalmados é imperiosos,
que aparentan vender la vida por cualquier capricho, y que viendo
al resto de los prógimos como sabandijas, creen matar una docena
con cada estornudo. Altivo, chocarrero y dotado de fuerzas desco-
munales, debidas en gran parte á su ejercicio de arriero, desprecia-
ba al mundo entero. Hizo en su juventud algunas diabluras de
marca que le adquirieron entre sus compañeros una exagerada
opinion de valiente, así es, que todos le miraban con pusilánime
respeto. Este hombre ó animal, que para el caso es lo mismo, via-
jaba por los caminos que de Caracas guian á los fértiles y pacíficos
valles del 'I'uy. Donde quiera que llegaba con sus arrias, gritaba:
aquí ño Pedro; y prontamente desocupaban la rancheria los de-
mas arrieros, que era un gusto ver como se apresuraban á saludar-
le, ayudándole luego á arreglar sus cargas. Sucedió que un jóven
también arriero, robusto y bastante denodado determinó, por estar
escasos los fletes del camino de la Guaira', contratar con un hacen-
dado de Ocumare trasportarle á Caracas toda su cosecha de café.
Sale pues, Agapito, que así se llamaba, para dicha hacienda, y al

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llegar á los Anaucos resolvió pernoctar allí: al efecto acomodó sus
aperos, llevó las mulas al potrero y se tendió largo á largo en su
cobija, rindiéndolo luego el sueño que le causara la fatiga de aquel
dia. No pasó mucho tiempo sin que ño Pedro, á quien sin haber
visto jamas temia un tanto, por la multitud de hazañas que de su
valor le habian contado, llegase á perturbarle. Presentase pues cl
guapeton en aquel sitio; desmóntase, observa que su voz no habia
sido obedecida en aquella ocasion , busca en quien descargar su có-
lera, divisa al pobre Agapito, da fuertes patadas, marcha sobre él, lo
agarra por los pies y afuera, le dice, so muñeco. El
otro, joven y valiente al verse insultado, ponese de pié lleno de fu-
ror, toma de la camisa á su agresor, dale un tremendo cabezazo, pó-
nele en tierra y continua descargándole sendos mogicones. Ño Pe-
dro, sorprendido de lo que allí le pasaba, exclamó ahuecando la voz,
con centellantes ojos, y en medio de esforzadas oontorsiones-c-jsabes
por ventura á quien estás pegando ?-Qué tengo yo de saberlo 1- •
Pues mira que soy .... soy .... ño Pedro Sempiterna. Esto dijo, y
Agapito despavorido clama por Santa Bárbara, abandona la vícti-
ma, y vuélvese á Caracas gritando: i que me coge ño Pedro ..... ! j que
me coge ño Pedro! con cuyas sorprendentes voces se mezclaban
otras, y otras semejantes de los pasageros, que se le unian en el trán-
sito para huir del mismo peligro. Llegó por fin AgaJito á la Guai-
ra, contando cuantas mentiras le sugirió Sil fanático miedo, perdió
la mayor parte de las mulas, casi todos los aperos, y no ha sido po-
sible conseguir que vuelva á ejercer el oficio de arriero, y menos que
se presente en el Tuy á cumplir su contrata con el hacendado.
Me parece que si llamas ño Pedro á los que se llaman consti-
tucionales, y Agapito á todos nosotros, inclusive el mismo Presi-
dente del Estado, te podrás explicar miles de cosas, de las ocurri-
das en el último lustro.
y si te he de decir lo que temo, diréte francamente, que me
acobarda la idea de que suceda que el primero de Agosto diga el
partido: Yo soy ño Pedro: lo diga poniendo hueca la voz, blau-
cos los ojos y el cuerpo en convulsiones, y al momento echemos to-
dos á correr dejando propios, listas, cartas, y lo que seria mas sensi- _
ble, comprometidos en la accion ó campo de batalla á los Sres.~@lfa~~· _,.
quert, Sanavria, Guzrnan, Urbaneja, Urrutia, Madriz, Ponte,J~ardo,
Arévalo, Ponce, Santana, &c. Este sí que seria chasco.
¿ No seria mejor, me decía yo mismo anoche al acostar'
mis amigos políticos imitasen á ño Juan el de la Cañada t
,-
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eres curioso, y ya oigo que me preguntas, i es este otro cuento,
hombre de Dios 1 Es otro, pero mas corto: allá vá.
Cualquiera que haya viajado por Jos pueblos de Paracotos, Car-
risaJes, S. Diego &c. habrá oido hablar de un tal ño Juan el de la
Cañada, como el hombre mas forzudo que se ha visto en aquellos
lugares; pues que segun noticias, sujetaba un toro por los cuernos,
y aun llegó á parar la rueda de un ingenio, á todo andar, con aplicar
á una de las cucharas, el Índice de su potente diestra.
Este nuevo Sanson era, como es de suponerse, bastante respeta-
do por toda aquella comarca, ast es que á la riña mas encarnizada,
ponia término con su imponente y hercúlea presencia. Pero ya tú
habrás oido decir lector, que el diablo suele andar suelto algunas
veces por este pícaro mundo, tentando á los mortales; y asi suce-
dió sin duda ellO de Diciembre de 1835, pues solo por tentación de
Satanás, pudo haber ocurrido á ciertos magnates trabal' disputas con
todo un ño Juan el de la Cañada. Vaya el caso.
Cuestionábanse varios individuos su amor á la patria, y para
probarlo decia este, que era patriota viejo con dos mil y mas cicatri-
ces que historiaban su cuerpo, aquel que era nuevo con ochenta im-
portantes destinos á cuestas; mas allá otro, que no quería pertene-
cer, ni á los rndtilados, ni á los gravemente cargados con la respon-
sabilidad pública; y finalmente, ño Juan, que se esforzaba en ase-
gurar que el mejor patriota, es aquel que tiene plata y sabe y puede
defender sus derechos, porque lo demás, continuaba él, es todo tor-
tas y pan pintado. Acalóranse los ánimos, y á una embisten dos
mocetones á ño Juan, haciéndole amagos mil con los garrotes enar-
bolados. Desprecia ño Juan tamaña fanfarronada, lánzales una fu-
ribunda mirada por sobre el hombro, y vase sin decirles maldita la
cosa: continuan las barraganadas, crece el alboroto, y vuelve cara
ño Juan, y con tono despreciativo-Bien! les dice, i cuantos son
los que me atacan, dos hombrecicos de alfeñique? j hase visto cosa

igual! Con los que tengo delante no hay ni para empezar ...... jún-
tense, júntense ....... Vamos !.... al frente media docena siquiera, para
no exponerme á dar un golpe en vago.-A esto llega otro mozo, y
consigue retirar á los dos amigos de tan azarosa lid. Esto visto por
ño Juan, no pudo menos que hacerle exclamar. j Cuan cierto es, que
en esta tierra como en todo el resto del mundo, el pez grande se co-
me al chico!
Dios nos haga guapetones, como á, ño Juan; y ño Pedro ven-
drá á tierra muy constitucionalmente. Pero i no ha de venir?

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Exnrninéinoslo imparcinlmente, l, Ves á aquel homhrecito pálido y
raquítico algo perecido á. etcétera? pregúntate: ¿ por qué vale tan-
to en Venezuela? Seis altos destinos ó comisiones le han conce-
dido en la alta ndministracion : seis Ó mas altos destinos, con los
cuales habiendo equidad, hubieran resultado honrados y embulla-
dos, otros tantos hijos de esta madre que llamamos Patria, de esta
madre tan pródiga con pocos, tan escrupulosa y mezquina con
muchos. Yo voy á contestarte, terminando con el cuento que lla-
maré el templador,
Los hombres en las repúblicas principian á recomendarse por
dos sendas: corno padres ó individuos de una familia, y como per-
tenecientes á una profesion CJue escogieron. El que como padre,
ó hijo sirvió de ejemplo Cll su parroquia, y como abogado,
militar, agricultor ó comerciante se distinguió en su canton ó pro-
vincia, cabalmente tiene dos tí!ulos que lo r~omiendan para cosas
de otro empuje. El de los seis destinos ni en su profesion es cono-
cido; tal vez si es abogado, no se conoce una defensa célebre de su
caletre. En cuanto á familia, nos quedaremos como respecto de
mí se quedó el Historiador: en los umbrales de su casa. Lo ves
tan distinguido? porque como ño Pedro ha tirado tantas coces, por
que como ño Pedro ha insultado tanto, casi se mira solo. Son po-
cos sus compañeros y muchos los destinos: natural es 1~, que se
diga que en la tierra no hay hombres; 2~ Y que á cada oreja del
tal ño Pedro, le toquen seis destinos. El mismo, el mismísimo ca-
so del templador. Y vamos al caso" aunque en cuentos y relatos
me llame el lector pesado.
Escaseóse al infinito en cierto pueblo la carne; ademas eran
pobres y menesterosos sus vecinos. Pero el cura del lugar, hombre
de recursos ingenioso, ideó un arbitrio para que muchos bebiesen
é

caldo, aunque no comprasen carne. Mandaba de vez en cuando á


la ciudad vecinos pOI' la canilla de un novillo, llamaba á ésta tem-
pIador, y la prestaba á sus feligreses, para que ecbándola en la olla
por un rato, fortaleciera ó templara. Por supuesto que desde las 9
de la mañana principiaba el templador á viajar. Ya se aparecía la
criada del administrador con el siguiente recado: mi ama la señora
administradora, que besa á sumerced las manos y que como e~tá'su-
merced, que sumerced está sin novedad y muy á la disposicion-de S1I-
merced, y que le haga sumerced el favor de prestarle su templador
por un ratito. Veces hubo en las que el señor cura devolvía el salu-
do agregando: .1J que cuando sumerced acabe con el templador, se lo

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mande sumerced al señor alcaldecpreoiniéndole á este señor que se lo
pase luego al señor comandante.
Caracas tiene sus huesos templadores: algunos han tenido que
ir hasta remotas tierras á confortar con sus tuétanos, esto es, con lo
que tienen de tierno, suave y mantecoso á los pobres moradores de ...
No sé si mi cuento te parecerá á propósito, pero él explica bastan-
te la escasez de hombres, el por qué llueven á cántaros, los destinos
sobre ciertas personas, á quienes es muy difícil, aun vistas por los
cuatro costados, hallarles mérito republicano. Son templadores
.que viajan del consejo á las provincias, de las provincias al cense-
jo, del congreso á los juzgados de primera instancia, de la di puta-
cion al concejo rnnnicipal , del congreso al consejo no municipal,
·&c. &c. j Vayan unos hombres superiores! i Y lo que han dicho, lo
,que han escrito, lo que han hecho, donde está 1 Valen por lo que
callan y por lo que harán.
Tú me preguntas i quien es el candidato del Liberal para Vice-
presidente: el que salga. No lo dudes, ni debes dudar del entusiás-
rno con que aplaudirá la eleccion : será un hombre prudente, ilus-
trado, patriota digno mas que nadie del alto puesto que le confie la
nación. Buen Vicepresidente!
Con que por ahí me llaman inconsecuente porque he prohijado
la lista ql:le principia con el Sr. Diego Bautista U rbaneja 1 Pues i no
la he de prohijar? Han hecho muchos en Venezuela ó en Colom-
bia lo que este antiguo patriota hizo en el año pasado á nuestra vis-
ta ... en Caracas? Servia un ministerio, profesó principios, los expu-
so, hallo se con un Ejecutivo que balanceaba, manifestó su opinion,
fué adoptada, oy~e tal vez despues la tonante voz de ño Pedro,
vario el poderoso y el ministro renunció. Creyó que Sil decoro y
.sus íntimos convencimientos, valian mas que el ministerio. Hasta
}/u que tanto pavo c6mo, habría hecho lo mismo. Desde que hay
.patria, i has visto tú muchas renuncias parecidas? Aun hay mas:
'renunció la bolsa y aceptó ser juez de paz. Tú has visto te repito á
algunos patriotas viejos ó del nuevo cuño, practicar acciones seme-
jantes 1 O yo estoy ciego, ó ni tú ni yo las hemos visto.
El pueblo cuando elige debe premiar el civismo, el decoro, el
desprendimiento. Si así no lo hace, esparce el desaliento, porque
confunde al que quiere servirle con. el que sabe aprovecharle. El
Sr. Urbaneja puede haber bailado COIl exceso durante el régimen
.colornbiano, y aun mas despues ; sí, así fué, debió criticársele; el
.que lo criticó sostuvo el principio alternativo. Pero el Sr. Urbaneja

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se ha presentado en el año 839, decoroso, desprendido, civil y el
pueblo debe recornpensarlo. El que antes lo censuró, deberia hoy
elogiarlo. Así probaria que no atacaba la p'ersona, sino las accio-
nes de la persona como cosa pública: así probaria que aprecia las
virtudes cívicas, bien sean trasmitidas por los gobiernos, ó por el
ejemplo, ó bien adquiridas por la voluntad. La reforma política
vale á ocasiones mucho mas que la inocencia.
Sin embargo, ríete cuando me llamen inconsecuente. Yo sé lo
que ño Pedro quiere con esto decir. Otorga todo, y procura que la
lista triunfe. Procura que triunfe íntegramente. Poco importa que
alguno de los comprendidos sea de dos haces. El será el engañado,
pues que es cierto que no se conformará con ser elector. Los par-
tidos políticos deben ser mas claros, mas nobles que los individuos
y menos asustadizos: deben representar la confianza, el poder y la
lealtad de todos; si no, no hay partido. Nosotros tenemos por ad-
versario una facciou que cuenta en sus filas ministros, jueces, COIl-
cejales. N o perdamos por versátiles la opinión, que tanto ha
favorecido nuestros trabajos. Si cada sufragan te amigo nuestro,
echa una raya resultará confusion y desórdeu, porque cada sufra-
gante rayará á diversa persona, y la sustituirá con un diverso can-
didato. La lista tiene hasta seis agricultores notables en nuestra in-
dustria. Confiemos en que hechos electores, no olvidarán los sufri-
mientas de sus compañeros, y en que procurarán nuestro alivio al
escoger legisladores. Este párrafo va teniendo el aire de proclama,
como lo tiene la produccion insultante que nos ha soltado el señor
ministro, apenas abandonó el rocin y se quitó las espuelas.

SISTEMA ALTERNATIVO.
ELECTORES.

D. B. Urbaneja. Tomas J. Sanavria.


Casiano Santa na. Francisco Rivas.
Ramon Lozano. José l. Paz Castillo.
J. B. Madriz. Gerónimo Pompa.
Clemente Ponte. Luis Correa.
J. H. García. Ramon Ayala.
Rafael Urdaneta.

Tal es la lista que habrás visto circulando. Adóptala ~f


ex-
cepcion. Los patriotas que la forman, no son cómplices de ¡ds que
han minado la constitucion con las voces considerando y decretan:
son hombres lluevas, porque no han sido electores ni cosa pare ida ,
en 836 ni 838. ....., ' . _-
I
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l:l
Concluiré mi larga epístola dirigiéndote un consejo salvador ó
libertador que viene á ser lo mismo: lo tomaré de un sermono i Te
maravillas? iNo sabes que ya yo me convertí?
Decia Nicolas Gazet en uno de sus sermones impresos: "El
" que fuere mas cristiano que el crucificado, menos cristiano que
" el crucificado, ó cristiano de un modo no idéntico al modo que
" adoptó el crucificado, ese no es cristiano."
Ahora pues y vaya el consejo. No elijamos para elecctores á los
que en los congresos ú otros puestos públicos, hayan querido mas
de lo que quiere la constitucion, menos de lo que quiere la constitu-
cion, ó hayan anulado los modos que quiere la constitucion, por-
que los que la han infringido como legisladores ó corno jueces, ele-
girán á sus cómplices ó á los que se les parezcan. Los de la lista
" Sistema Alternativo" no tienen tales reatos.
Por lo demas y dejando á un lado dengues y modos metafísicos
de s~guir la campaña electoral, tengo el honor, mi querido Bachi-
ller, de repetirme tu muy atento servidor y amigo.
Caracas Julio 28 de 1840. ~

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