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El sínodo sobre la sinodalidad

o cómo manipular al “Pueblo


de Dios”
Junio 29, 2021

Origen: fsspx.news

El Papa Francisco y la hermana Nathalie Becquart

"Los días 9 y 10 de octubre de 2021, una ceremonia


solemne en presencia del Papa dará inicio a un itinerario de
tres años que culminará con la asamblea de octubre de
2023 en Roma, que llevará por título "Por una Iglesia
sinodal: comunión, participación y misión".
En estos términos el sitio Vatican News presentó, el 22 de
mayo de 2021, el próximo Sínodo de los Obispos,
especificando, con gran énfasis, que "cada uno
escuchando al otro, y todos escuchando al Espíritu Santo"
será "la dinámica del camino que comenzará el próximo
otoño, y que no se celebrará solo en el Vaticano sino en
cada Iglesia particular de los cinco continentes, siguiendo
un itinerario de dos años, dividido en tres fases: diocesana,
continental y universal".

Y añade: "por primera vez en la historia de esta institución


creada por Pablo VI, para continuar la experiencia
colegial del Concilio Vaticano II, se celebrará un sínodo
'descentralizado'".

En esta ocasión, Sor Nathalie Becquart, religiosa francesa


perteneciente a la congregación La Xavière, subsecretaria
del Sínodo de los Obispos, habló con el sitio web oficial del
Vaticano, subrayando la especificidad de este sínodo: "Es
una de las novedades destacadas por la constitución
Episcopalis communio promulgada en septiembre de 2018,
y que insiste en el tema de una preparación muy amplia
para escuchar al pueblo de Dios.

"Entonces la novedad radica en que este proceso


comenzará primero con una fase diocesana, donde todas
las diócesis están invitadas a desplegar esta consulta
sinodal, a organizar un encuentro presinodal a nivel de la
diócesis para recabar todo lo escuchado.

"Luego se invitará a las conferencias episcopales, a partir


de todos los resúmenes diocesanos y las respuestas que
habrán recibido, a hacer un proceso sinodal, a nivel de la
conferencia episcopal, para redactar un resumen que será
enviado a Roma.

"Y allí, la secretaría general del sínodo, a partir de todos


estos resúmenes, elaborará un primer Instrumentum laboris
[documento de trabajo] que alimentará una nueva fase: una
reunión presinodal a nivel continental.

"Habrá siete encuentros presinodales a nivel continental,


y los siete documentos finales de estos encuentros
alimentarán el 2º Instrumentum laboris que será presentado
a los Padres sinodales y, en última instancia, al Sínodo de
los Obispos.

"Este proceso, por lo tanto, comienza desde la base y se


desarrollará en diferentes niveles: diócesis, conferencias
episcopales, a nivel continental, luego todo este proceso de
escucha culminará en el Sínodo de los Obispos en octubre
de 2023".

Para presentar este largo proceso de preparación al sínodo


sobre la sinodalidad de la Iglesia, la religiosa emplea un
vocabulario tomado del optimismo conciliar, hace más de
50 años, y que parece singularmente anacrónico en el
contexto de la crisis actual.

Se trata del "nuevo Pentecostés": "Esta es la expresión que


utilizó Juan XXIII para el Concilio Vaticano II. Por tanto,
podemos realmente esperar que este proceso sinodal que
comenzará permita, en todas las Iglesias locales, esta
experiencia de un nuevo Pentecostés, de renovación
interior, de impulso misionero para salir al encuentro de los
demás..."

A lo largo de sus palabras podemos identificar estas


definiciones "inspiradas": "la sinodalidad es el llamado de
Dios para la Iglesia de hoy", "el estilo misionero para
responder a los desafíos actuales es ser una Iglesia
sinodal", "una Iglesia sinodal es una Iglesia de escucha;
a través de este proceso, el Espíritu Santo seguirá
trabajando en la Iglesia, para que todos sean participantes y
los obispos fortalezcan el diálogo, escuchando al Pueblo de
Dios.

"El objetivo de la sinodalidad es caminar juntos: pastores,


laicos, jóvenes, ancianos, hombres, mujeres... Que estemos
en esta dinámica de discernimiento en común, y eso no
resta valor al importantísimo papel de los pastores. Pero la
sinodalidad tiene como objetivo construir, fortalecer a este
Pueblo de Dios para que pueda servir a la humanidad".
He aquí un objetivo revelador: "salir de la visión y la práctica
de la Iglesia clerical, del clericalismo, ingresando en una
manera de ser Iglesia que es sinodal, donde todos caminan
juntos. En efecto, la sinodalidad debe ayudar a salir de este
clericalismo, pues su objetivo es construir una fraternidad".
Como siempre, la referencia obligada al Concilio: "quizás
estemos hoy en un proceso de reaprendizaje de esta
sinodalidad, en la recepción de Vaticano II".

Y una preocupación constante: "es realmente uno de los


desafíos de este proceso: una escucha muy amplia de los
laicos, para que puedan participar en la preparación del
sínodo, en los encuentros presinodales en las diócesis, a
nivel regional... Todo este proceso pone un énfasis muy
importante en la escucha del sensus fidei, del Pueblo de
Dios".
Asamblea del Sínodo de los obispos sobre la familia en 2014

La democracia eclesial y el totalitarismo de un núcleo


gobernante

Al margen de estas declaraciones oficiales e idealistas,


Stefano Fontana en La Nuova Bussola Quotidiana del 23 de
mayo, ofrece una visión más realista: la sinodalidad se
presenta como la democracia en la política, es decir, el
poder del pueblo en apariencia, pero la dictadura de una
minoría en la realidad.

Y afirma: "Esta nueva Iglesia democrática ya existe: la


hemos visto en acción durante los últimos sínodos. Pero es
una democracia impuesta por la fuerza y el engaño, una
democracia controlada desde el centro del poder.
Una "democracia totalitaria".

Y relata una historia real: "Recuerdo que cuando el sínodo


de la diócesis de Bolzano-Bressanone [2013-2015, NDT]
concluyó su labor con declaraciones indudablemente
heterodoxas, contrarias al depósito de la fe y desviadas de
la moral natural y católica, el obispo no dijo una palabra:
¿quién soy yo para oponerme a un sínodo?"

De hecho, según Stefano Fontana: "Era una democracia


programada, porque el obispo ya conocía este resultado
cuando convocó el sínodo, y lo hizo para obtener ese
resultado.
"Es una democracia impuesta con las ya habituales
motivaciones de fidelidad a los 'signos de los tiempos', de
'docilidad al Espíritu', de no tener miedo a lo nuevo. Sin
embargo, sigue siendo -por razones formales- una
democracia, porque el Espíritu hablaría precisamente en
una Iglesia democrática, o más bien a través de la
naturaleza democrática de la Iglesia".

Y resulta fácil juzgar las experiencias sinodales recientes, en


Roma y en Alemania: "El mismo mecanismo se siguió
durante el doble sínodo sobre la familia, que fue planeado
con gran detalle desde el principio, llevado a cabo bajo la
presión y el control típico de una policía secreta, y concluyó
con un documento que, como era de esperar, confirmaba lo
que ya se había decidido cuando se convocó el sínodo.

"Con una fórmula típica del poder paternalista, durante este


doble sínodo, a los padres sinodales se les permitió decir
cosas indignantes desde el punto de vista doctrinal y moral,
para que la exhortación apostólica
final resultara equilibrada, tranquilizadora, moderada.

"El sínodo de la Amazonía siguió el mismo patrón, mientras


que el sínodo alemán dio un paso más allá en la claridad de
la confusión: el centro del poder simplemente ha dejado
que las cosas sucedan, permitiendo a la democracia eclesial
alemana, que, como cualquier democracia, es la dictadura
de una minoría, prevalecer, como una simple justificación de
su propia praxis: queremos actuar de este modo, ya lo
estamos haciendo y lo haremos.

"Parece poco a nivel puramente teórico, pero mucho para la


nueva democracia eclesial donde la verdad nace desde la
parte inferior de la acción pastoral (controlada desde
arriba).

"Dadas estas premisas, nada tranquilizador para la fe


surgirá del nuevo calvario sinodal de tres años. Las
afirmaciones más temerarias pasan por el soplo del Espíritu
Santo, la palabra "juntos" como garantía de la verdad del
nombre al que se refiere, el "cómo" (generalmente
expresado por la palabra "acuerdo") se convierte en el
criterio del "qué", la forma -en el sentido procesal de la
democracia- se confunde con la materia.

"Lo sabemos, y ya podemos anticiparnos al caravasar de


novedades que vamos a presenciar. Lo sabemos porque ya
lo hemos vivido en la reciente fase sinodal, pero no
podemos quejarnos de los peligros del nuevo
calvario sinodal de tres años, contentándonos simplemente
con recordar los frutos negativos de los anteriores.

"No es suficiente con lamentar que esto será,


desafortunadamente, como un gran Sínodo alemán en su
máxima potencia. Lo que hay que hacer, es llegar a la raíz y
criticar severamente el concepto mismo de sinodalidad
que se usa en la Iglesia hoy".

Claramente, debemos desarraigar la sinodalidad, fruto de la


democracia eclesial y de la colegialidad conciliar.
Desarraigar, es decir, extirpar.

Fuentes: Vatican News/NBQ – trad. à partir de


benoitetmoi/DICI n°409 – FSSPX.Actualités
Imagen 1: Independent Photo Agency Srl / Alamy Banque
D'Images
Imagen 2: Centro Televisivo Vaticano, CC BY 3.0, via
Wikimedia Commons

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