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Los Inspiradores

en la membrana-mundo

Il y a donc des expériences qui ne nous appartiennent pas, qui ne


sont pas «nostres», mais qui pour cette raison même –parce qu’elles
sont expériences de ce qui échappe à l’expérience– constituent la
limite ultime que peut approcher notre expérience dans sa tension
vers la mort.
Essais
Montaigne

Hay entonces experiencias que no nos pertenecen, que no son


“nuestras”, pero que por esa misma razón –porque son experiencias
que escapan a la experiencia– constituyen el límite último de puede
acercar nuestra experiencia en su tensión hacia la muerte.
Ensayos
Montagne

El valor de todos los estados morbosos consiste en que muestran,


bajo una lente de aumento, ciertas situaciones normales difíciles de
percibir precisamente por su normalidad.

Fragmentos póstumos
Nietzsche

Falansterio Geodérmico, año 2165.

Más que una excusa, el deseo es para ellos una conexión entre conductas diáfanas, el
encuentro con una multiplicidad pura. Ubican en él la línea de fuga de una
personalidad, como si las personalidades fueran fachadas de cartón, pequeñas
violencias encubiertas con las que se llevan los asuntos de a diario.

El deseo nunca ha sido para ellos una fuerza que se pueda conocer, si por ello
entendemos una relación de causa y efecto. Pero el tiempo está de su lado. Fue así el
ciclo anterior y lo es ahora. Lo saben bien: decir que uno desea es decir que uno se
convierte en otra cosa, que se vuelve efecto sin causa y sin quicio, en fin, un marasmo
entre la conciencia de ayer y la del próximo día: un infeliz, un desquiciado.

El deseo los descubre incompletos, como quien descubre las vergüenzas íntimas, o el
que humilla profundo, con un simple comentario superfluo, a aquellos que lo saben
todo. El deseo instaura en su núcleo la tragedia de saberse frágiles, infelices,
imposiblemente sí mismos.

Pocas cosas tienen en claro. Que la búsqueda por el poder –la historia del mundo– es
otro nombre de ese intento por dominar un deseo absoluto. Que la civilización es el
proceso de crear murallas y ciudades para que ese flujo quede acotado. Que el
capitalismo trajo la vana posibilidad de satisfacer el deseo inmediato. Que el consumo
es la ofrenda que se da para acallar eso que debe quedar fuera, a raya, entre la
ansiedad y la necesidad: el consumo es anzuelo, pero limita el acceso en el punto justo
de la insatisfacción.
Sabe que el capitalismo hizo mutar el deseo en necesidad. En otras palabras, que la
economía global organiza el deseo, que lo oficializa, lo encauza; que nos hace creer
que todo deseo puede limitarse por la producción o los servicios de otros. Es el deseo
en el punto de su estandarización.

“Nos vayas por ahí”— le dicen otros a los niños, pero no se les explica la razón. “Por
ahí” –lo saben los inspiradores– les sobreviene el deseo, una fuerza mayor a su
experiencia, y que en la edad temprana sólo se conoce bajo la forma de llanto,
lamentos y gemidos por lo que no se puede contener.

Frente al deseo se forjan dos formas de ser: los que se reprimen –insatisfechos de
orden– y los inspiradores –insatisfechos de vida–. Sin embargo, casi todos viven entre
dos polos: insatisfechos de insatisfacción.

Los inspiradores habitan el desfase. ¿Cómo pedir permanecer en el límite cuando el


exceso representa lo heroico? Sólo una sociedad perversa podría alentar el riesgo y
penalizar el logro. Pero la cultura es ya perversión, porque es un gusto por lo informe
que se conforma a medida, para poder hablar de ello sin esperar la extinción.

Los inspiradores son el recuerdo punzante de una sociedad en permanente estado de


sitio: lo “indeseado” amenaza con colarse por los poros, de integrarse, asimilarse, de
pervertir las reglas claras de la identificación.

Los inspiradores sufren por dos frentes: por su propio cinismo y por la necedad
impulsiva de otros, que ellos encarnan en su cuerpo mismo. A años luz de una
rebelión verdadera, los inspiradores conspiran para hacer latir la membrana del mundo
bajo su propia tensión.

Este video se conformó con una selección de entrevistas a sexo-adictos que


describieron sus sensaciones corporales en sus tránsitos usuales por la urbe.
Gracias a …….. y al grupo de Adictos Sexuales Anónimos (ASA) de México.

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