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Un invitado en el castillo de Drácula

El joven abogado británico Jonathan Harker viaja a Transilvania para negociar en


nombre de un bufete de abogados de Londres con un conde que está interesado en
adquirir una propiedad en Inglaterra. Desde su arribo, a Harker lo llena una sensación
desagradable. Antes del viaje al castillo del conde, la dueña de una posada en los
Cárpatos le advierte con insistencia que tenga cuidado, pero sin explicar por qué.
Acompañado por el aullido de los lobos, Harker llega en un carruaje al castillo en ruinas
en medio de la noche. El anciano caballero que está de pie en la puerta, y cuya pálida
piel contrasta con su negra vestimenta, es el amo de la casa en persona, el conde
Drácula. A pesar de su amable bienvenida, no le agrada a Harker. En los días
siguientes, mientras repasa los detalles de la compra de la casa con Drácula, Harker nota
cosas extrañas. Por ejemplo, al parecer la imagen del conde no se refleja en el espejo; el
conde se enfurece cuando ve gotas de sangre, y, aparentemente, vive sin servidumbre.
En una ocasión, Harker lo ve caminar como una araña por la pared exterior del castillo.
Su miedo aumenta cada vez más.

“Yo soy Drácula y le doy la bienvenida a mi casa, señor Harker. Pase, el aire de la
noche está frío y, seguramente, necesita comer algo y descansar””.
Una noche se presentan en la habitación de Harker tres mujeres seductoras y se
acercan a su garganta con dientes afilados. Entonces, aparece Drácula y las detiene.
Harker se da cuenta de que, en realidad, el castillo es una prisión. Mientras Drácula
prepara su partida hacia Londres, aparentemente Harker no debe salir vivo de las
murallas en ruinas. Poco antes de la partida del conde, Harker lo descubre en la capilla
descansando en un ataúd. Horrorizado, huye a su habitación. Poco después, con la
ayuda de gitanos y con numerosas cajas llenas de tierra, el conde se pone en camino.
Harker se queda solo en el castillo y desesperadamente urde planes para huir de las
espantosas vampiras.

La figura en el cementerio

La joven Lucy Westenra le escribe a su amiga londinense Mina Murray –la prometida


de Jonathan Harker– desde la ciudad portuaria de Whitby y le cuenta que en el plazo de
un día, recibió tres propuestas de matrimonio. Si bien aceptará la del joven
noble Arthur Holmwood, lamentablemente tiene que rechazar las peticiones
igualmente atractivas del neurólogo, el doctor Seward, y del aventurero
texano Quincey Morris. En consecuencia, Mina visita a su amiga en Whitby y se da
cuenta de que esta es sonámbula.

“La boca, por lo que podía ver bajo el tupido bigote, era fina y mostraba una expresión
casi cruel, resaltada por unos dientes blancos extrañamente puntiagudos que
sobresalían de sus labios… En general, me llamó la atención su inusual palidez””.
Dos semanas después de la llegada de Mina, una tormenta azota por la noche a la
pequeña ciudad. Durante la tormenta, una goleta rusa ingresa al puerto. En la rueda del
timón está colgado un hombre muerto, atado con una cuerda y, durante la entrada, un
enorme perro salta por la borda y más tarde se pierde su pista. Como se pudo
comprobar, el barco estaba cargado con cajas llenas de tierra. Tres días después de la
tormenta, Lucy vuelve a caminar sonámbula y llega al cementerio local. Cuando Mina
la encuentra allí, ve a una figura pálida y de ojos rojos inclinada sobre Lucy, que está
inconsciente. Durante los días siguientes, Lucy va palideciendo y poniéndose cada vez
más débil. Además, tiene una extraña herida en el cuello que parece dos pinchazos de
aguja. Por su parte, Mina ha estado preocupada porque no ha recibido correspondencia
de su prometido, Jonathan Harker, desde hace mucho tiempo. Finalmente, recibe
noticias: Harker se encuentra en un hospital de Budapest y ha estado recuperándose allí
de una severa fiebre nerviosa. Mina viaja a verlo y se casan en el hospital. Harker le
entrega sus notas; todavía no está seguro si los sucesos que asentó en su libreta fueron
producto de la fantasía o si realmente los experimentó.

La donación de sangre

La condición de Lucy sigue empeorando. Su prometido, Arthur Holmwood, le pide


consejo a su amigo, el doctor Seward. Este, a su vez, acude a Van Helsing, un antiguo
profesor suyo, pues la enfermedad de Lucy le parece lo bastante extraña como para
discutirla con el experto heterodoxo de Holanda. Mientras tanto, entre los internos de su
manicomio, al doctor Seward le llama la atención el paciente Renfield. Come moscas,
arañas y pájaros y, de noche, sirve a un “amo” desconocido como un esclavo obediente;
parece poder comunicarse con los murciélagos y muestra cambios impredecibles entre
convulsiones de violencia, depresión e insubordinación. Van Helsing está muy
preocupado por la palidez y el dolor de garganta de Lucy. Sin embargo, no les comunica
sus conjeturas ni a su paciente ni al doctor Seward. Por la noche, un murciélago golpea
regularmente la ventana de Lucy; en la mañana, ella se queja de sueños aterradores,
pero poco claros. Van Helsing y el doctor Seward donan sangre a la debilitada;
Holmwood y Quincey Morris hacen lo mismo. Pero ella se sigue consumiendo. Cuando
le pide a su amado un último beso, descubre sus dientes afilados, y Van Helsing se
interpone con energía. No quiere decir por qué.

Una estaca en el corazón de la novia

Mina regresa a Londres con Jonathan Harker. Ahí se entera con espanto de la muerte de
Lucy. A su esposo también lo ataca el horror, pues durante un paseo descubre de
repente al conde Drácula entre la multitud. Su conmoción hace que Mina,
profundamente conmovida, lea las notas de Transilvania de Jonathan. Poco después,
recibe la visita de Van Helsing, que quiere hablar de Lucy con ella. Además, el profesor
confirma que el informe de Harker no surgió de un sueño febril, sino que corresponde a
la verdad.

“Escúchelos. ¡Los hijos de la noche! ¡Qué música la que entonan”!


Van Helsing se alarma cuando lee algunos artículos de periódico sobre niños que
desaparecen por la noche y regresan más tarde a casa con dolor de garganta e informan
sobre una misteriosa “mujer de negro”. Intenta con cuidado preparar al doctor Seward
para lo increíble: que Lucy ronda por las noches como muerta viviente e inflige heridas
a los niños. Los dos hombres pasan la noche siguiente en el cementerio. Abren el féretro
de Lucy: está vacío. Cuando regresan al día siguiente, encuentran nuevamente el
cadáver. Van Helsing le explica al atónito doctor que Lucy fue asesinada por un
vampiro y ahora ella misma se ha convertido en vampira. Para liberarla del hechizo,
debe ser asesinada ritualmente… por segunda vez. Al día siguiente, Van Helsing y el
doctor se reúnen con Holmwood y Morris, que están horrorizados por los planes del
doctor. No obstante, los cuatro acuden al cementerio por la noche y atrapan a Lucy en
flagrante delito: está empezando a beber la sangre de un niño. Siseando de rabia, se
enfrenta con los hombres, pero al mismo tiempo trata de seducir a su novio con palabras
dulces. Cuando Van Helsing interviene con el crucifijo, desaparece en la cripta familiar,
donde los hombres la buscan al día siguiente. Holmwood clava una estaca de madera en
el corazón de su novia para liberar a su alma no muerta. Cuando su rostro se relaja,
finalmente puede darle el último beso tan largamente esperado. A continuación, separan
la cabeza del tronco y llenan la boca con ajos. Los cuatro hombres juran no descansar
hasta haber atrapado al conde Drácula.

Comienza la cacería

Primero, los caballeros se confían con Jonathan y Mina Harker. Todos los participantes
se comparten sus diarios y notas. En una reunión, los seis participantes, dirigidos por
Van Helsing, resumen los hallazgos clave del caso Drácula. Al final de la sesión, Van
Helsing decreta, con el consentimiento de los hombres, que –a pesar de su perspicacia,
elogiada por todo el mundo– Mina sea excluida de futuras deliberaciones y actos, para
protección de su alma. Esa misma noche, los hombres se disponen a inspeccionar la
casa que Drácula adquirió en Londres; pero antes, visitan el psiquiátrico para ver a
Renfield, el paciente del doctor Seward, quien intenta obtener su liberación inmediata
con toda su habilidad retórica. Al parecer, tiene buenas y poderosas razones, pero se
niega a revelarlas, por lo que su solicitud es denegada. En la asquerosa y apestosa
capilla de la mohosa propiedad de Drácula, los hombres encuentran 29 de las 50 cajas
de arena enviadas por el conde a Inglaterra. Es probable que las otras cajas las haya
dispuesto Drácula en otra parte para tener lugares alternos de descanso en caso de
persecución. Cuando, temprano por la mañana, Harker regresa a su casa, encuentra a su
esposa sorprendentemente pálida.

La sangre del vampiro

Los hombres encuentran otra casa propiedad de Drácula y hacen planes para irrumpir en
ella. Si, con ayuda de la sagrada hostia, logran en unos días que todas las cajas del
conde no puedan ser utilizadas por el vampiro, este se verá acorralado. Mientras tanto,
Renfield sufre heridas graves en su celda. Al parecer, provienen de Drácula, que se
venga de su sirviente caído. Antes de morir, Renfield revela al doctor Seward y a Van
Helsing que, mientras tanto, Drácula ha atacado a Mina. Los doctores corren a casa de
los Harker y encuentran a Drácula en la habitación de Mina: el vampiro tiene presionada
la cabeza de la joven contra su pecho y la obliga a beber su sangre. Jonathan está
aturdido a su lado. Con un crucifijo, Van Helsing logra expulsar al vampiro, pero su
sangre puede actuar en el cuerpo de Mina como un veneno latente y llevarla bajo la
influencia del conde. Los hombres, consternados por el ataque de Drácula, tienen ahora
que compartir nuevamente toda la información con Mina. Por su parte, ella está
decidida a quitarse la vida si debe perder su alma a causa del vampiro. Se da cuenta
dolorosamente que ya está marcada cuando Van Helsing trata de protegerla con una
hostia que le quema la frente como una plancha ardiente.

“Siento que el terror de este horrible lugar me está dominando. Tengo miedo, mucho
miedo, ¡y no hay salida para mí”!
Durante el día, los hombres colocan una hostia en un total de 49 cajas de arena que
localizan en las casas del conde. Finalmente, encuentran al propio vampiro. El intento
de derrotarlo fracasa debido a sus poderes sobrenaturales. El conde escapa riéndose
burlonamente y los hombres regresan a casa. A la mañana siguiente, el funesto
intercambio de sangre entre Mina y Drácula tiene un efecto secundario positivo: bajo
hipnosis, la joven puede establecer un enlace con el paradero del conde. Sus vagas
impresiones permiten concluir que el vampiro se ha embarcado nuevamente y viaja
protegido por su última caja.

El final en Transilvania

Al día siguiente, los hombres averiguan qué barco zarpó en dirección al Mar Negro y
dónde amarrará. Planean dirigirse por tierra firme y sellar la caja de Drácula desde el
exterior con un ramo de rosas silvestres antes de que el conde pueda salir. Mina viajará
con ellos, pues bajo los efectos de la hipnosis, puede ser útil para localizar al vampiro y,
además, en compañía de los hombres, puede resistir mejor la fuerza magnética de
Drácula. Los viajeros llegan unos días antes que el barco a Varna, su puerto de destino.
Pero, sorprendentemente, este llega a otro puerto. Cuando Mina y los hombres le dan
alcance, no queda ningún rastro de Drácula. Los perseguidores suponen que el conde
quiere regresar primero a su castillo. La información de Mina bajo hipnosis indica que
Drácula se encuentra otra vez sobre agua, presumiblemente navegando uno de los ríos
de los Cárpatos que lo acerca a su castillo. Los perseguidores se separan. Harker y
Holmwood siguen a Drácula río arriba en un barco de vapor, mientras que el doctor
Seward y Morris lo siguen por tierra. Finalmente, Van Helsing y Mina se dirigen al
castillo directamente, por la antigua ruta que siguió Jonathan.

“Era como si toda la horrorosa criatura estuviera saciada con sangre. Yacía ahí como
una horripilante sanguijuela, agotada por el hartazgo””.
Cuanto más se acerca Mina al castillo, más impredecible se vuelve y menos exitosa
resulta la hipnosis. Con el castillo a la vista al caer la noche, solo con la ayuda de un
círculo de migas de hostia Van Helsing puede evitar que las tres vampiras con las que
antes tropezó Harker se abalancen sobre los viajeros. A la mañana siguiente, Van
Helsing deja a la exhausta Mina bajo la protección del círculo y se marcha solo al
castillo. En la capilla, encuentra los tres ataúdes con las muertas vivientes. Se resiste a
su visión seductora y les clava en el corazón la mortal estaca salvadora. Después, con la
ayuda de otra hostia, inutiliza el propio ataúd de Drácula. Se apresura a volver con
Mina; los dos buscan protección contra el inicio de las nevadas en una cueva. Desde
allí, observan a un grupo de gitanos que se acerca con un carro que transporta una caja y
a cuatro jinetes que siguen el carro. Morris, el doctor Seward, Harker y Holmwood
obligan a los gitanos a detenerse. Se produce una pelea. La caja de Drácula cae del
carro. Mientras se pone el sol, Harker y Morris abren a toda prisa el ataúd. De repente,
Drácula se levanta con ojos brillantes, pero los cuchillos de Morris y Harker lo alcanzan
en la garganta y el corazón. De inmediato, se desintegra en polvo. Quincey Morris
resulta herido en la pelea con los gitanos y muere con la reconfortante certeza de que,
con la muerte de Drácula, también ha desaparecido la marca en la frente de Mina.

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