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ES NECESARIO MATAR A

ACÁN
A veces, por nuestro pasado, nos llenamos de temor. Entonces, nos conformamos, y
no miramos el futuro que Dios tiene para nosotros. Muchos quieren moverse de lo
bueno a lo mejor; ya has probado la victoria, los triunfos, pero por alguna razón, se ha
detenido tu progreso; las cosas te están tomando más tiempo y esfuerzo del que tú
pensaste. Y, a veces, no nos detenemos a meditar. Dios le dijo al profeta Hageo,
acerca del pueblo, que tenía que meditar sobre sus caminos; Hag.1:6 Sembráis mucho, y
recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el
que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Tenían que meditar en sus caminos.

El pueblo de Israel se disponía a conquistar Jericó, y Dios dice que no tomen para sí
del botín; pero Acán tomó del anatema, e Israel comenzó a desfallecer en batalla ante
sus enemigos. Dios le dijo a Josué que, si no destruía a Acán, no podría continuar
prosperándoles en su camino. Dios pudo haber destruido a Acán; pudo haber acabado
con él, así como Uza cayó muerto al tocar el arca. Habría acabado la miseria del
pueblo de Israel; pero ahí está la enseñanza para nosotros, hoy.

EL MANDATO DE DIOS PARA EL PUEBLO

“Pero vosotros guardaos, del anatema, ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que haga
anatema el campamento de Israel, y lo turbéis “. Josué 6:18

Cuantas veces nos ha hablado Dios, dándonos un mandato y nosotros no lo


obedecemos. Aquí también decimos lo mismo que antes, el pecado no tiene tamaño, ni
color, ni estatura. En esta ocasión fue la desobediencia.

Si yo le pregunto a usted, ¿alguna vez usted ha desobedecido a Dios? (Si su respuesta


es sí) ¿Cuál fue la consecuencia?

LA CONSECUENCIA
“Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema,
porque Acan hijo de Carmi, hijo de Zabdi,hijo de Zera, de la tribu de Juda, tomo
del anatema, y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel“. Josué 7:1

Note, como nombra a toda la descendencia de ACAN, ¿Sabe usted por qué? el verso
17-18 nos da la respuesta, porque el juicio iba a caer sobre toda su descendencia.
Observe como dice el verso 1:

a) Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación, en cuanto al anatema.

Aquí se les echó la culpa del pecado (la Desobediencia) a todo el pueblo de Israel, más
sin embargo el que pecó fue Acán.

Observe como dice el verso 5:

b) Y los de Hai mataron de ellos (Israelitas) a unos treinta y seis hombres.

Aquí los primeros que recibieron las consecuencias del anatema fueron estos treinta y
seis hombres, y no Acán.

Precisamente este es el punto que estamos tratando hoy, ¿CUÁNTO COSTARÁ TU


PECADO A LA IGLESIA?

El pecado de Acán, le costó treinta y seis muertes.

“Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta
Sebarim, y los derrotaron, y los derrotaron en la bajada, por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino
a ser como agua”. Josué 7:5

Josué 7:1 nos dice que Acán tomó del anatema; en el verso 2, Josué hace planes para
la batalla, sin saber que algo estaba mal. Lo peor que te puede pasar es tratar de
moverte hacia adelante, sin saber que hay algo que ha pasado. Poco a poco, nos
cargamos, y sin darnos cuenta, cargamos con cosas que parecen inofensivas, pero que
nos retrasan.

Lo peor del pecado es que sus consecuencias no son evidentes, sino hasta que ya es
muy tarde. Una persona ungida por Dios, pero que ande en pecado, puede que siga
moviéndose en el don que Dios le dio, porque los dones son irrevocables, pero puede
haber sido descartado por Dios ya desde hace tiempo. Poco a poco, nos vamos
adentrando en cosas que no debemos, pero como vemos que todo aparenta seguir
bien, no nos detenemos, no queremos despertar a la realidad. Pero no podemos
pretender que Dios nos dé victorias, cuando estamos haciendo cosas que sabemos
que no están en línea con lo que Él exige.

Una segunda victoria debería ser más fácil, poderosa y grande; pero acumulamos
cosas que nos ponen peso y nos detienen. Josué acababa de tener una victoria contra
una ciudad enorme. Mandó a un par de miles de personas para destruir una ciudad
pequeña, y terminó huyendo porque aparentemente no había pasado nada. Entonces,
cuestionamos a Dios.

Para entrar a Jericó, antes de enviar espías, Josué oró a Dios, santificó al pueblo; esta
vez, como venía de una victoria, no consultó a Dios, sino hasta después de la derrota.
Es como buscar un abogado después de firmar un contrato; si buscas el consejo antes,
después no tienes que ir a pelear a corte. Como Josué tuvo una victoria, algo bueno,
pensó que todo estaba bien, y se olvidó de consultar a Dios. Ahora, algo que debía ser
más fácil, se tornó en una complicación que amenazaba con destruir todo el plan de
Dios para su vida.

Hay quienes no quieren moverse a lo mejor de Dios. Otros sí, pero, aunque en la
batalla pasada Dios les dio la victoria, tienen que ver que no sea que estén cargando
con algo que dificulte sus próximas batallas.

Dejar el pasado no es tan solo dejar lo malo; tienes que dejar lo bueno por lo mejor.
Pero cuando vas a buscar lo mejor, eres tú quien tiene que resolver lo malo que pasó
en tu pasado en medio de toda victoria. Todos corremos el peligro de cargar con cosas
muy pesadas en nuestra vida. No pienses que entras en guerra, y no va a haber algo
que arreglar, que corregir. Cuando tú vas a buscar lo mejor de Dios, entiende que
Jericó fue bueno, pero ahora vas a la conquista de las próximas ciudades, y tienes que
usar la misma fórmula. El problema es que el pecado oculto y las cosas ocultas hacen
que sobreestimes tus fuerzas, y subestimes al enemigo; y las victorias pasadas te
pueden hacer creer que tú estás bien con Dios, porque aparentemente nada está
pasando.

El problema con tus hijos comienza cuando tú subestimas sus actitudes, sus acciones,
pensando que son cosas de niños. Corrígelos a tiempo; de lo contrario, estarás
luchando contra la destrucción dentro de tu casa. Para moverte hacia adelante, tienes
que saber que Dios tiene cosas mejores para tu vida, pero también tienes que entender
que, después de cada victoria, tienes que consagrarte a Dios, y asegurarte que no
cargues con cosas que no debas, cosas que te pudieran hacer vivir consecuencias
innecesarias.

Hay parte de tu pasado que hay que matar, y Dios no lo va a matar por ti. Busca en lo
más profundo de tu interior; no solo cosas como adulterio, sino corajes, odio, rencores.
Estos sabotean tus oportunidades de tener nuevas victorias, incluso en las áreas más
pequeñas.

Dios tiene algo mejor que lo bueno que tú has tenido, pero no te podrás mover sino
hasta que tú mates al Acán que está dentro de tu campamento, hasta que no te metas
en tu mente con la espada del Espíritu y acabes con lo que está mal, con todo pecado
oculto, cada pensamiento contrario. Esto no es para condenarte, sino para liberarte por
la palabra de Dios, para que sepas que Dios quiere darte nuevas victorias, si tú estás
dispuesto a trabajar con aquellas cosas que no están en orden.

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