LA CRIANZA.

Se denomina al acto y la consecuencia del criar: cuidar, alimentar y educar a un ser vivo, es una
de las tareas más difíciles y satisfactorias del mundo, y aquella para el cual el padre o la madre
se siente menos preparado. Con las prácticas de crianza los padres pretenden moldear las
conductas de los hijos en la dirección que ellos valoran y desean, tomando en cuenta la
personalidad.

Por ellos se relacionan con las dimensiones como el tipo de disciplina, la relación entre pares y
adultos, el nivel de comunicación y la forma que adopta la expresión de afecto (Rodrigo y
palacios 1998). Las mayores dificultades que apuntan los padres son una serie de
comportamientos típicos del desarrollo del niño que son muy irritantes. Como más frecuentes
señalan el llanto, la desobediencia a los adultos y la interrupción a los adultos cuando están
haciendo algo. El mayor grado de dificultad lo encuentran aquellos padres con más de un hijo
en lo cual eso significaría el doble de responsabilidad y demandas.

La familia y las pautas de crianza adecuadas facilitan el desarrollo de habilidades sociales y de

conductas psicosociales en la infancia, por lo cual es importante brindar sensibilización y
orientación. Destacan que el tipo de normas que una familia establece, los recursos y
procedimientos que utilizan para hacer cumplir dichas normas, junto con el grado de
afectividad, comunicación y apoyo entre padres e hijos, son fundamentales para el crecimiento
personal, la interiorización de valores, las habilidades sociales y la toma de decisiones para
resolver conflictos.

La crianza positiva fomenta la relación entre padres e hijos basada en el respeto mutuo, de
manera que se desarrollen de manera adecuada, con el fin que sepan relacionarse de una
manera no violenta y constructiva. A la vez también reconoce a los niños como individuos con
derechos que se deben respetar.

Según las prácticas educativas utilizadas por los padres, se pueden distinguir cuatros tipos de
crianza: Democrático , autoritario y/o permisivo.