Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Identidad de Genero Como Derecho Huma
La Identidad de Genero Como Derecho Huma
5 PRESENTACIÓN
Públicas, y organiza Debates abiertos periódicos sobre temas contingentes, además de 123 La identidad de género como derecho humano. Análisis del tránsito de un concepto en
desarrollar lazos inter e intrainstitucionales, mediante Seminarios, Jornadas y Congresos. los discursos del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (período 2003-2010). Anahí Farji Neer
147 ¿Habilidades naturales? Los procesos de trabajo en el caso de las trabajadoras de una
fábrica química en Argentina. Cecilia Anigstein
RESEÑAS
245 Beatriz Preciado. Manifiesto contrasexual. Nicolás Ried
3
ISSN 0719-0417
Agradecimientos
Agradecemos en este número a todos y todas las y los integrantes del Núcleo
que colaboraron activamente. Al Departamento de Sociología cuyo aporte es crucial
para esta publicación, particularmente a su Director, Profesor Raúl Atria.
Editora:
Silvia Lamadrid
Subeditora:
Bárbara Martínez
Comité Editorial
Claudia Acevedo Lorena Armijo Catalina Bustamante
Juan Manuel Cabrera Claudio Duarte Paulina Espinoza
Angelina Marín Marcelo Robaldo Denisse Sepúlveda
Rosario Undurraga Patricia Zamora
Consejo Editorial
Catalina Arteaga, Universidad de Chile
Manuel Antonio Garretón, Universidad de Chile
Gabriel Guajardo, Flacso Chile
María Isabel Matamala, Fundación Henry Dunnant, Chile
Sonia Montecino, Universidad de Chile
Kemy Oyarzún, Universidad de Chile
Gabriel Salazar, Universidad de Chile
Dariela Sharim, Universidad Católica de Chile
María Emilia Tijoux, Universidad de Chile
Teresa Valdés, Observatorio Género y Equidad.
Ximena Valdés, CEDEM
Carla Braga, Eduardo Mondlane University, Mozambique
Jasmine Gideon, University of London, Inglaterra
Liuba Kogan, Universidad del Pacífico del Perú, Perú
María Candelaria Ochoa Ávalos, Universidad de Guadalajara, México
Verónica Oxman, Australian National Universit, Australia
María Luisa Tarrés, Colegio de México, México
Evaluadores/as Externos
Ainhoa Vásquez Alicia Salomone Ana Gálvez
Augusto Obando Claudia Dides Claudia Lagos
Cristina Benavente Fabio Salas Fátima Weiss
Gabriel Guajardo Gioconda Herrera Gloria Maira
Helia Henríquez Hortensia Moreno Iris “Toli” Hernández
Isabel Pemjean Jorge Pavez José Olavarría
José Salomón Josefina Hurtado Juan Pablo Sutherland
Kathya Araujo Leandro de Oliveira Lilith Kraushaar
Loreto Rebolledo Mafalda Galdames Marcela Sandoval
María Antonieta Mendoza María de los Ángeles Fernández María Elena Acuña
Mauricio Amar Miguel Urrutia Olga Grau
Ona Flores Pamela Caro Pamela Villalobos
Patricia Díaz Patricia Soto Robson Rogério Cruz
Rodrigo Molina Silke Staab Tamara Vidaurrázaga
Tatiana Gajardo Tatiana Hernández C. Ute Seibert
Verónica Aranda Virginia Guzmán Viviana Cáceres
Yuderkys Espinosa
Diagramación e Impresión
Andros Impresores
Impreso en Chile
Noviembre de 2013
Índice
Presentación 5
PUNTO GÉNERO / 3
“American way of life”. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
RESEÑAS
4 / PUNTO GÉNERO
Presentación
En este tercer número de nuestra revista reafirmamos nuestra opción por el abor-
daje de los problemas vinculados a las construcciones de género en América Latina,
inmersos en los procesos de cuestionamiento del orden social.
PUNTO GÉNERO / 5
Finalmente, la mirada crítica de género sobre las políticas públicas nos revela
nuevas aristas. Ante los fenómenos migratorios en Europa, se cuestiona el concepto
de la interseccionalidad en el marco de los planes de la Comunidad de Madrid para la
integración de personas migrantes, revelando el sesgo excluyente de la construcción
de las mujeres migrantes como vulnerables, subalternas y homogeneizadas. Luego
se cuestiona el discurso jurídico en tanto asume las valoraciones tradicionales de las
mujeres para castigarlas doblemente ante crímenes que desafían los límites de lo
permitido para la femineidad. Finalmente, presentamos un examen de las barreras
político-institucionales y ciertas prácticas patriarcales que han obstaculizado la con-
creción de la paridad política en las dos nuevas Constituciones de Bolivia y Ecuador,
que buscan instaurar un marco político basado en la participación activa de las orga-
nizaciones sociales y los pueblos indígenas originarios, ampliando los márgenes de
las democracias tradicionales.
Cerramos con una reseña sobre el Manifiesto contrasexual de Beatriz Preciado, que
no podría ser mejor compañía para este desafiante conjunto de estudios.
TEMA I
géneros en las
C U LT U R A S
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 9 - 25
Resumen
Abstract
The influence of American culture and the formation of a mass culture in Santiago de Chile in the
early twentieth centuries influenced a change in the concept and construction of masculinities.
This would be achieved through large imports of both beauty and fashion of sociability (such
as sports and social activities), which hit the ‘must be’ of the Chilean man. Whereas being male
as well as being a woman are social constructs, we think that in the early twentieth century,
the construction of the Chilean model of man based on American trends that were being re-
appropriated by the young audience of upper-middle class Chile, showing the strong influence
of the United States in these respects.
PUNTO GÉNERO / 9
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
7 de octubre de 1935 llegó Clark Gable a Chile, uno de los actores norteamericanos
más famosos de la época y de la historia del cine hollywoodense. Su llegada causó un
especial revuelo en la sociedad santiaguina, tanto en hombres como mujeres, quienes
vieron a Gable como un ícono que representaba el nuevo paradigma de virilidad que
se estaba importando desde los Estados Unidos. El revuelo por la llegada de la estrella
fue medianamente transversal, ya que la prensa de la época estuvo pendiente del viaje
de Gable, y se desplegó gran cantidad de notas, artículos y comentarios al respecto.
Las explicaciones de este fenómeno tienden a ser vagas, pero coinciden rotundamen-
te en que el éxito de este actor se debe a su apariencia física. Así relatan los artículos
de la prensa, en donde se destacó su apariencia como el rasgo primordial del actor:
“Clark Gable, con su ancha risa americana, su apostura robusta de oficial de la guardia
de los buenos tiempos prusianos, y sus acentuados rasgos mogólicos, ha puesto una
nota doblemente revolucionaria en el tranquilo transcurrir de las horas santiaguinas.
El mundo femenino, de ordinario tan circunspecto frente al sexo feo, ha exteriorizado
al héroe una adhesión tan estridente y positiva, que ha provocado una justa alarma
entre nuestros inefables tenorios portaleros” (Ibíd.).
Incluso, sus detractores o quienes no miraban con buen ojo la llegada de la estrella,
se rinden ante la supremacía de su belleza física:
La belleza de Gable era algo que se daba por establecido y que, incluso, era una
característica indiscutible por parte de los periodistas. Nadie ponía en duda que el
actor era el más bello de todos, y que ningún chileno estaba a la altura, sin embargo,
detrás de la figura del actor se ocultaba todo un aparataje cultural y social que llevaba
funcionando en Chile desde finales de los años 20, en donde las nociones de lo mas-
culino/femenino y los roles correspondientes a ellos estaban empezando a cambiar. El
hecho de que Clark Gable haya sido visto como el hombre más atractivo y masculino
que habían visto, está enlazado a una maquinaria cultural que explica por qué el actor
fue el representante de lo que “debía” ser un hombre más allá de la apariencia física.
10 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
¿Qué pasaba en Santiago que el actor causó un revuelo nunca antes visto en esta
ciudad? ¿Qué procesos culturales estaban implicados para que este hecho sucediera?
En la medida de que la ciudad y las formas de vida se están repensando van a cam-
biar los paradigmas o modelos a seguir. Si antes la influencia en la sociedad burguesa
estaba dada por los países europeos, la llegada del consumo masivo acercó la sociedad
chilena a la manera de vida de los Estados Unidos. Es así que la existencia e importancia
de Gable en su llegada a Chile está anclado a un proceso de relación cultural entre
Estados Unidos y Chile, en donde nuestro país fue recibiendo modelos de vida, de
vestir, de sociabilidad, entre otros, y fue adaptando las influencias que llegaban. Estos
fenómenos e intercambios culturales están insertos dentro de una globalidad, o como
dice Bayly (2004), dentro de una uniformidad cultural que va acercando a las naciones.
Entendiendo que los fenómenos culturales están unidos más allá de las nacionalidades
podemos argumentar que lo que estaba construyendo Estados Unidos para su propia
cultura, como lo era Gable para la noción de una nueva masculinidad, estaba siendo
exportada a otros países, siendo uno de ellos Chile.
¿Qué significa masculinidad? Para comprenderlo tenemos que aclarar que por
masculinidad vamos a entender el conjunto de características construidas socialmente,
que le dan a un sujeto la categoría de “hombre”. Dejando de lado la parte biológica,
vamos a seguir las nociones de la teoría queer y de Judith Butler (1990), en donde las
sociedades entienden por masculino un conjunto de características que se asocian a
un ideal de virilidad u hombría. En este trabajo nos centraremos en las características
sociales y públicas, como serían las apariencias y las formas de sociabilidad para dar
cuenta del nuevo hombre que estaba apareciendo. ¿Qué implica ser un hombre? Desde
que Simone de Beauvoir (1949) entendió que ser mujer no es algo biológico, sino que
tiene un componente cultural, las teorías feministas y de género han profundizado en
torno a esta premisa, tanto para analizar la construcción de lo femenino como de lo
masculino. La idea de hombre, por tanto, no radica en la existencia genital, sino que
es algo que se va conformando en un entorno cultural, social y político determinado
que incide en su constitución. El hombre como tal no es un sujeto definible desde lo
sexual, sino que es un género, y que por ende se construye al igual que los discursos,
las costumbres, las ideas. Butler (2006) lo reafirma al decir que “si el género es los signifi-
cados culturales que acepta el cuerpo sexuado, entonces no puede afirmarse que un género
únicamente sea producto de su sexo. Llevada hasta su límite lógico, la distinción sexo/
género muestra una discontinuidad radical entre cuerpos sexuados y géneros culturalmente
PUNTO GÉNERO / 11
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
construidos (54). El ser hombre y ser masculino está sujeto indisolublemente a su con-
texto social, cultural e histórico; por lo que para entender las categorías y los cambios
de los cuales estamos hablando hay que centrarse y comprender el momento histórico
donde habitan y cómo las sociedades van a darles ciertas características a los hombres,
dependiendo de la influencia y el momento histórico-social que están atravesando.
¿Fue la influencia de Estados Unidos algo esencial para constituir una masculinidad
distinta a las décadas anteriores? ¿Qué implicó el cambio de modelo en el país? ¿Por
qué fueron los modelos estadounidenses quienes tuvieron éxito y no otros?
Sin lugar a dudas, este nuevo estilo de vida, que estaba dado por las nociones
capitalistas, el consumo conspicuo y el mercado, ya para los años 30 se masificó aún
más. Ya no era solo la elite quien podía tener acceso a lujos importados, sino que la
clase media también podía ser parte de estos nuevos estilos de vida muy diferentes a
los que vivieron sus padres. La ciudad de Santiago había plagado el centro con tien-
das y casas comerciales, y constantemente sus calles estaban repletas de hombres
y mujeres comprando toda clase de productos. La capital se estaba transformando
a la luz de estos nuevos paradigmas. Jacqueline Dusaillant (2011), quien investigó la
transformación de la ciudad de Santiago a raíz de las importaciones de modas y el
nuevo gusto por el consumo, va a retratar la ciudad de la siguiente manera:
12 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
Figura 1
PUNTO GÉNERO / 13
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
Es así que Chile se insertara dentro de un proceso mundial que compartiría con
otras zonas de Latinoamérica, y así también será parte de un proceso estadouniden-
se que llegará pronunciadamente hacia la mayoría de los países de occidente. Con
anterioridad a la llegada de Clark Gable y la efervescencia del consumo, el mercado
estadounidense comenzó a expandirse alrededor del mundo, y en primera instancia
lo hizo hacia Europa en los períodos de guerra. Con esta expansión se incluyeron las
películas norteamericanas, las imágenes de Hollywood y las representaciones de estilos
de vida. Sin olvidar también la importación de productos y marcas específicas que
fueron ganando los mercados mundiales y que sigue sucediendo hasta hoy. Victoria
de Grazia llamará a este fenómeno “Imperio de mercado”, que se basará principalmente
en un mercado cuyo
“perímetro más lejano estará marcado por la ambición insaciable de sus empresas
líderes por los mercados globales, los cada vez más vastos territorios de ventas tra-
zados por los organismos estatales y empresas privadas, la influencia lejana de sus
redes de negocios, la acuñación del reconocimiento de sus marcas en todas partes, y
la íntima familiaridad con el estilo de vida americano que todo esto ha engendrado
en las personas alrededor del mundo” (De Grazia, 2006: 3).
14 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
La expansión del american way of life puede insertarse también dentro de lo que
Ricardo D. Salvatore (2006) llama el imperio informal norteamericano, que básicamen-
te describe como “el proyecto de dominación económica y cultural ejercida por una
potencia central sobre una región periférica sin la necesidad de anexión de territorios ni
intervención gubernamental directa” (Salvatore, 2006: 24). Estados Unidos estaba ex-
pandiendo su cultura en una dialéctica de dominación, buscando impactar e influir
transversalmente en las culturas de masas de los países en cuestión. Así entonces,
Chile se inserta dentro de un fenómeno mundial, en donde la influencia norte-
americana y los cambios de las sociedades a la luz de la misma estaban penetrando
alrededor del mundo. Según David Harvey, lo que estaba buscando Estados Unidos
era conseguir la hegemonía cultural y la aceptación de un discurso mesiánico como
un modo de vida que debía ser imitado.
PUNTO GÉNERO / 15
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
Es así entonces que la aparición del consumo como un estilo de vida no fue algo
aleatorio, sino que estuvo influenciado por la cultura estadounidense, y lo que esta
quería importar hacia Latinoamérica. Estos elementos se vieron reflejados en las
películas y en las revistas que llegaban del país del norte hacia Chile, y que fueron
consumidas en gran cantidad por el público chileno. El caso del cine hollywoodense,
es el ejemplo más claro en donde podemos ver cómo Estados Unidos logró penetrar en
la cultura de masas y en el mercado chileno. Como señala Fernando Purcell al analizar
el impacto del cine hollywoodense en Chile: “La sociedad chilena fue extremadamente
receptiva con el cine de Hollywood y tendió a imitar a las grandes estrellas del cine, que
no solo los acompañaban en las salas, la prensa y las revistas, sino incluso en cajetillas de
cigarro que ofrecían rostros de artistas de cine en tarjetas coleccionables” (Purcell, 2009:
60). Las estrellas formaban parte de un imaginario en la sociedad, ya que esta estaba
expuesta constantemente a este tipo de imágenes, sea en el cine, la publicidad o las
revistas, lo que permitió a la cultura estadounidense ir adentrándose cada vez más en
la conciencia de los chilenos y chilenas. Esta influencia se da en distintos niveles y por
diferentes soportes, complejizando el proceso de adaptación y adecuación ante los
nuevos elementos constitutivos para un nuevo modelo masculino.
En primer lugar hay una influencia a nivel de imagen, ya que en la década de los
20 las revistas de moda chilena habían tenido como público objetivo a las mujeres
de elite, presentándoles las nuevas modas que se importaban, consejos de belleza,
nuevos productos y otros elementos del mismo estilo. Con la llegada de los años
30, las páginas comenzaron a llenarse de referencias a Hollywood, viendo así cómo
las nuevas fotografías y modelos que aparecen en la prensa y las revistas no son
ilustraciones de nuevos vestidos importados de Europa, sino que aparecen actores y
actrices hollywoodenses con mucha regularidad. Fotografías a página completa de
Gary Cooper, Cary Grant, Paul Muni y, claro, el mismo Gable, comenzaron a llenar cada
número de las revistas, formando parte de un imaginario cotidiano que compartía
con el público chileno. Podríamos inferir que la constante publicación de fotografías
de actores norteamericanos buscaba implantar un ideal y un modelo a seguir para
los hombres que consumían revistas de moda. Así como en los años 20, las revistas
magazinescas quisieron que las mujeres imitaran el deseado modelo europeo, ahora
buscaban que los hombres imitaran el modelo masculino estadounidense, como señal
de buen gusto, de moda y de hombría.
16 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
“Algunos jóvenes desarrollaron una actitud que llegó a ser conocida como el
‘chiquillo Jazz’, que describía al joven que había adoptado un estilo ostensiblemente
estadounidense, de comportamiento informal, que vestía ropas estadounidenses y
trabajaba en algunos de los puestos bien remunerados ofrecidos en la ciudad por
empresas estadounidenses. El ‘chiquillo Jazz’ era visto como alguien que menospreciaba
la provincialidad de su propia cultura y gente y que cultivaba una actitud de rebeldía
en contra de la autoridad. Por supuesto que tal actitud precipitó una reacción y la
causa aparente de la actitud del ‘chiquillo Jazz’, y la cultura moderna de masas, fue
fuertemente criticado” (Rinke, 2002: 52).
“Es verdad. El Cine tiene su influencia. No hay más que dedicarse a observar a los
jóvenes de hoy día: muchos hay que se dedican ahora a parodiar a Wallace Reid,
PUNTO GÉNERO / 17
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
peinándose para atrás con la lengua de un gato más o menos familiar; a vestir con
trajes llenos de cinturones y tableados, dignos de personas muy contrarias a nuestro
sexo; a fumar en cachimba para darle más energía a la cara, aunque eso les cueste
cincuenta y tres estornudos y sus correspondientes dolores de garganta; algunos a
adquirir un verdadero juego de cejas, de mover labios y cerrar de ojos que causan
asombro; otros han llegado al extremo de estudiar poses y movimientos cinemato-
gráficos y, por último, a amar peliculescamente [sic] y fabricar un drama de cualquier
tontería” (Revista La Película, 1919: 8).
Tanto la figura del chiquillo Jazz como la descripción de los jóvenes que vemos
en la segunda cita, podemos darnos cuenta de una consciencia por parte de los
espectadores de la influencia norteamericana en las masculinidades. Ambos sujetos
representan una performance que a su vez es la base –siguiendo los supuestos
de Butler (2007)– de la construcción de géneros. El cambio en la performance,
captada por los testigos, implica que existe un cambio de género evidentemente
influenciado por los Estados Unidos. ¿Pero dónde está el cambio? ¿Con qué lo
oponemos?
Sin lugar a dudas que estos personajes causaron impacto en la sociedad chilena,
y así son reflejados en la prensa y en las revistas. Los cambios son evidentes bajo esta
perspectiva, pero ¿con qué tipo de masculinidad o qué prácticas de hombría estaban
comenzando a cambiar? Sin lugar a dudas que para que exista un shock o una llamada
de atención hacia ciertas conductas que comenzaron a tener los hombres es porque
anteriormente no las habían visto con tal masividad. ¿Qué pasaba anteriormente?
Si bien es complejo y un trabajo titánico adentrarnos en cada detalle de los sujetos
masculinos de otras épocas, me centraré principalmente en la construcción de mascu-
linidad que predominó a finales del siglo XIX, y que va a ir lentamente desapareciendo
con la cultura de masas y la influencia norteamericana.
18 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
De esta manera el ser hombre en Chile comenzó a relacionarse con una nueva socie-
dad que se caracterizó por las construcciones masculinas que venían influidas desde el
consumo, la sociabilidad, la apariencia estética y por un deseo de ser influenciados por
los estadounidenses, al ver en ese país un ejemplo a seguir de prosperidad, desarrollo y
modernidad. Esto permitió que se asociaran los modelos masculinos estadounidenses
con estos principios, dejando de lado visiones más europeas y en particular alemanas
sobre la figura militar como símbolo de masculinidad. Ya en los años siguientes a la
llegada a Clark Gable a Chile, Romilio Romo escribió una obra de teatro titulada “La
llegada de Clark Gable a Chile”, que se basa en la búsqueda de dos padres por su hijo,
el que se encontraba persiguiendo al actor por la ciudad. Lo curioso de esta obra es
que el joven al narrar la experiencia a sus padres dice sobre Clark Gable: “¡Qué fuerza y
qué olor a hombre!” (Romo, 1938: 13), dando cuenta que el actor era una idealización
de lo que debía ser un hombre. Al considerar a la estrella como el paradigma de lo
masculino, su olor, su fuerza, su sonrisa y su rostro estaban siendo interpretados como
el máximo exponente de lo que debía ser la hombría. Omitiendo cualquier noción a
la hombría de la espada y la guerra. Ni en las revistas, ni en la publicidad, ni en el arte
realizado en esa época aparece alguna noción de lo que hace unas décadas habría sido
el sujeto ejemplificador de lo masculino. Cabe preguntarse bajo este supuesto, ¿qué
PUNTO GÉNERO / 19
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
pasó en la sociedad chilena para que Estados Unidos logrará influenciar y cambiar lo
que se entendía por masculino?
Ya hemos señalado con anterioridad que los cambios y las influencias no son unila-
terales. Si ya señalamos el contexto de Chile en la época que los hombres ya estaban
cambiando y la influencia que tuvo Estados Unidos en que esto ocurriera; hay que
profundizar en torno a los fenómenos y procesos que vivió Chile para que su sociedad
adaptara esta influencia y la volviera parte de su cultura.
20 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
La confrontación con una realidad distinta provocó en las mujeres, que pudieron
recorrer Europa o Estados Unidos, generaran una discusión y reflexión en torno al
problema de su situación. La posibilidad de este encuentro les otorgó la necesidad
de replicar esa libertad en su propio país. Si se estaban importando tendencias,
modas, planes urbanísticos, ¿por qué no importar el mundo femenino europeo o
norteamericano? Los cafés, los salones, las grandes tiendas fueron importadas y las
mujeres conocedoras de la vida en otros países intentaron generar esos espacios de
exclusividad femenina, con el fin de revertir la aburrida situación del hogar, que para
muchas se había vuelto insoportable.
Otro elemento importante a la hora de analizar el rol de las mujeres fue la existencia
de apropiaciones culturales que también disputaban lugares masculinos. Las flappers
eran las máximas representantes de esta disputa. Para Rinke las flappers eran:
PUNTO GÉNERO / 21
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
Si bien fueron las mujeres las que salieron a conquistar espacios masculinos, y estos,
quienes en seguida intentaron conseguir nuevos espacios, tenemos que considerar
que la búsqueda de estos ideales no es algo caprichoso ni meramente aleatorio, sino
que está estrechamente relacionado con el segundo punto que pretendía mencionar
para explicar las causas de la facilidad de apropiación de la cultura norteamericana,
y en este caso, el paradigma que guiaba estas actitudes era el de la búsqueda de la
modernidad.
“Al consumir el cine de los Estados Unidos y todo lo que había detrás de esta mercan-
cía irresistible (estilos de vida, peinados, actitudes, formas de sociabilidad, música y
otros objetos de consumo), la sociedad chilena y especialmente quienes vivían en
centros urbanos se sintieron más cerca de un ideal de modernidad, que se consi-
deraba alcanzable a través de ese mismo consumo y de la imitación. De ese modo
los chilenos participaron activamente de un proceso globalizador que a partir del
consumo los conectó con sistemas sociales, políticos y comerciales internacionales.
En ese proceso los chilenos fueron activos agentes en la construcción de formas de
relaciones internacionales que ayudaron al fortalecimiento del imperio comercial de
los Estados Unidos” (Purcell, 2009: 67).
22 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
CONCLUSIONES
Sin embargo, creemos que los procesos de influencia no operan de manera uni-
lateral, y que tampoco existe una influencia visceral y totalizante desde una cultura
hacia otra, sino como señala Bernardo Subercaseaux (1998), existe la apropiación de
una cultura determinada debido a la existencia de ciertas condiciones que permiten
el deseo de imitar o adaptar cierta cultura al país. En el caso de Chile vemos que la
tendencia de los hombres a adoptar conductas y modas americanas está dado por
una búsqueda de nuevos espacios de exclusividad para su género, o más bien, nuevos
espacios donde constituir su género performático, por el hecho de que las mujeres
se estaban adueñando y utilizando espacios que históricamente les pertenecía. Por
otro lado y estrechamente unido al primero, influyó también el deseo de ser moderno
PUNTO GÉNERO / 23
American way of life. Cambios de las masculinidades en Chile a partir de la influencia norteamericana 1920-1935
y de insertarse dentro del mundo. Esto ayudó a que la sociedad quisiera consumir
productos y modas venidas de estos países modernos, para así insertarse dentro de
la misma modernidad.
Fue así que en esta época “la cultura popular estadounidense pareció ser omnipresente
y no solo en el escenario nacional, sino también en el ámbito global. Estuvo dirigida a las
masas, mientras el monopolio de la cultura de las elites sociales se desvaneció gradual-
mente, lo que constituyó la transformación profunda que fue intensamente discutida en
Chile y que se reflejó en los principios que guiaron la reforma de la cultura y sociedad en
Chile” (Rinke, 2009: 159).
BIBLIOGRAFÍA
Bayly, Christopher (2004): The birth of the modern world. Oxford: Blackwell.
De Grazia, Victoria (2006): Irresistible Empire, The Belknap Press of Harvard University
Press, United States of America.
La Nación (1935): Clark Gable ha tenido que esconderse para escapar de sus admiradoras,
La Nación, Santiago.
Purcell, Fernando (2009): Una mercancía irresistible, en Historia Crítica 38, Bogotá, 2009.
24 / PUNTO GÉNERO
María José Cumplido
Rinke, Stefan (2002): Cultura de Masas, reforma y nacionalismo en Chile 1910-1930, Dibam,
Santiago.
Rinke, Stefan (2009): Las torres de Babel del siglo XX: Cambio urbano, cultura de masas,
y norteamericanización en Chile 1918-1931. Purcell, Fernando (2009), Ampliando
miradas: Chile y su historia en tiempo global. RIL Editores, Santiago.
Romo, Romilio (1938): La llegada de Clark Gable: sainete en un acto y en prosa, Santiago
Cultura.
Salazar, Gabriel (2002): Historia Contemporánea de Chile IV: Hombría y Femineidad, Lom
Ediciones, Santiago.
Sanhueza, Carlos (2006): “El problema de mi vida, soy mujer”, Historia de la vida privada
en Chile: El Chile moderno de 1840 a 1925, Rafael Sagredo y Cristián Gazmuri, Santiago.
Orrego Luco, Luis (1984): Memorias del tiempo viejo, Santiago, Universidad de Chile.
Sasson, Donald (2006): Cultura: el patrimonio común de los europeos, Ed. Crítica, España.
Subercaseaux, Bernardo (1977): Historia de las ideas y de la cultura en Chile, vol. II, Santiago,
Editorial Universitaria.
Zizek, Slavoj (2009): El sublime objeto de la ideología, Siglo Veintiuno editores, Buenos Aires.
PUNTO GÉNERO / 25
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 27 - 45
Resumen
“¿Sobre Arjona trabajás? Pobre, te compadezco, ¡Qué tortura!”, “¿Vos crees que esas mujeres tienen
la misma capacidad que vos para entender las letras de Arjona?”, fueron algunos de los comen-
tarios que surgieron en diferentes ámbitos académicos en los que puse a consideración mi
investigación doctoral. En ella me propuse indagar sobre la configuración de feminidades en
el cruce con la música a partir de un trabajo de campo con el club de fans en la Argentina del
cantautor guatemalteco Ricardo Arjona.
Este artículo analizará los modos en los que algunos objetos de las industrias culturales resul-
tan incómodos para ciertas posturas feministas y cómo, a partir de allí, se los subestima como
posibles disparadores de placeres, fantasías y juegos identitarios diversos para muchas mujeres.
Asimismo, pondremos en cuestión automatismos analíticos que surgen de esas posiciones y
que obturan la posibilidad de entenderlos como objetos sociológicamente relevantes para el
estudio de feminidades contemporáneas.
Abstract
“Working on Ricardo Arjona? Poor you, some ordeal!”, “Do you believe those women have your same
capacity to understand his lyrics?”. These are just a few of the comments made by academics
from different settings when they considered my doctoral thesis proposal.
It is the aim of my research to inquire into the configuration of femininities across music by
carrying out fieldwork in the Guatemalan singer and songwriter fan club in Argentina.
This article will analyze the ways in which some objects of the culture industries become un-
comfortable for some feminist positions and, from there, how they are underrated as potential
PUNTO GÉNERO / 27
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
triggers of many women’s pleasures, fantasies and identitarian games. The analytical automa-
tisms that arise from these positions and preclude the possibility of understanding them as
sociologically relevant objects to the study of contemporary femininities will also be questioned.
INTRODUCCIÓN
Fuente: http://www.dosisdiarias.com
“¿Sobre Arjona trabajás? Pobre, te compadezco”, “¿En serio? Mirá que raro”, “¿Y tenés
que escuchar todos sus discos? ¡Qué tortura!” fueron comentarios que surgieron en
diferentes ámbitos académicos –como seminarios de doctorado, grupos de estudio,
conversaciones informales con colegas e incluso en congresos– en los que puse a
consideración mi investigación doctoral. En ella me propuse indagar sobre la confi-
guración de feminidades en el cruce con la música, la edad y la generación. Para ello
realicé un trabajo de campo durante tres años con el club de fans oficial de Ricardo
Arjona en Argentina, un grupo integrado por alrededor de 40 personas de diferentes
edades, en su mayoría mujeres, que se reúnen hace más de 15 años los primeros sá-
bados de cada mes en un bar céntrico de la Ciudad de Buenos Aires. Ricardo Arjona
es un cantante y compositor guatemalteco de gran éxito en la industria discográfica
28 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
Las críticas estéticas y políticas que este producto cultural recibe, así como el impacto
que ha tenido este trabajo en los ámbitos académicos en los que circuló, implicó una
continua reflexión que fue acompañando el desarrollo de la investigación y habilitó
consideraciones que entendemos comportan relevancia para pensar desde qué lugar y
con qué objetivos analíticos y políticos se mira a determinados objetos. A continuación
proponemos una reflexión epistemológica al respecto deteniéndonos en el análisis
de los modos en el que las críticas estéticas a un producto musical se conjugan con
críticas feministas a quienes lo escuchan, y el modo en el que, desde allí, se producen
esquematismos que impiden entender el vínculo de las mujeres con las industrias
culturales más allá de lo que denominamos manipulación erótica (Spataro, 2012).
En primer lugar (1), indagaremos sobre lo modos en los que un suplemento pe-
riodístico feminista analiza el vínculo entre la música de Ricardo Arjona y su público.
En segundo lugar (2), estudiaremos algunas de las críticas que recibió la investigación
en la que este trabajo se sustenta desde diferentes posiciones feministas. En tercer
lugar (3), pondremos en diálogo dichos análisis con trabajos académicos que han
indagado el cruce de mujeres e industrias culturales para, finalmente (4), proponer
puntos de partida analíticos que permitan poner en cuestión automatismos vigentes
en el estudio de objetos que resultan incómodos para ciertas posiciones feministas.
En marzo de 2010 el músico argentino Fito Páez afirmó, en relación con las pocas
localidades vendidas para los shows de ese año de su colega Charly García, una frase
que sirvió de disparador para una serie de enunciados sobre los que trabajaremos en
este apartado:
“Si la ciudad le da 35 Luna Parks a Ricardo Arjona y a Charly García le da dos, tenés
que pensar qué significan la política, los diarios, en esa ciudad, en la que hay valores
que fueron aniquilados (…) soy un tipo que ama este lugar (Buenos Aires), que de-
fiende sus cosas más auténticas y brutales, pero nunca la aniquilación cultural y el
vaciamiento de ideas” (Diario Clarín, 23/3/2010).
PUNTO GÉNERO / 29
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
Gráfico 2
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5617-2010-04-06.html
Es a partir de este comentario que el Suplemento Las 12 de Pagina 12 2 decidió pu-
blicar en su tapa una serie de notas tituladas “Por qué nos gusta tanto Arjona”, utilizando
la crítica estética como puntapié para realizar una crítica respecto del machismo que
encontraban en sus letras. Tal como se observa, en su portada aparece el rostro de
una mujer con un tampón en un oído, indicando un primer sentido que luego será
enfatizado en las notas: allí se representa a una mujer que tiene su audición obstruida
o, por lo menos, dificultades para escuchar adecuadamente. Ahora bien, ¿qué sen-
tido agrega el tampón? En un primer análisis, se podría decir que es justamente un
elemento que se vincula con su feminidad –con la parte más relacionada a la biología
2 Las 12 es un suplemento semanal que se publica con el diario argentino Página/12, que fue pensado como
un espacio para la discusión de cuestiones de género y en particular de mujeres. Allí aparecen notas que, en
términos generales, tienen como protagonistas a mujeres y en donde se retoman demandas diversas como
derechos reproductivos y sexuales, laborales, debates en torno al feminicidio, la prostitución, entre otras
temáticas. A su vez, el mismo periódico publica otro suplemento llamado Soy dedicado a temas de diversidad
sexual.
30 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
de su cuerpo– el que le impide escuchar. Todo un dato para un suplemento que pe-
riódicamente publica, desde una perspectiva feminista crítica, cuestionamientos a la
vinculación entre mujeres y naturaleza. En la bajada de la misma puede leerse:
“La polémica entre Fito Páez y Ricardo Arjona que ocupó horas de reflexiones me-
diáticas la semana pasada, puso en escena una cuestión que no por marketinera es
menos filosófica. ¿Qué es lo que hace que un artista merezca el fervor de las masas?
¿El concepto de calidad es totalmente independiente de los gustos del público? Si
admitimos que este último a veces se equivoca, ¿podemos precisar en qué?
En este contexto, Las 12, más que avivar el fuego o aclarar algo, propone agregar una
incógnita más: ¿Cómo es posible que alguien que le canta a la mujer sin sortear ni uno
de los prejuicios más remanidos, los clichés más machistas y retrógrados, cuente con
la admiración de un público mayoritariamente femenino? Los atentados al género
cobran rima en casi todas sus canciones. Parece que Arjona se ocupara de señalar
los presupuestos más denigrantes para luego lamer las heridas de lo que él mismo
acaba de poner en verso. ¿Cómo lo hace? En una canción se vanagloria de haberse
enamorado de la fea, la inteligente, a la que ni le hacen lugar en el colectivo (?),
en otra confiesa de que a pesar de que tuvo sexo mil veces, recién “hace el amor”
cuando consigue llevarse una virgen a la cama mientras que en otra arenga a no
abortar porque el mundo se pueda quedar sin un trovador como él. Arjona arrasa
presentándose como el candidato ideal para agregarle vida a los años de la señora
de las cuatro décadas, y como todo currículum ofrece, que es “un diez años menor”.
Conquistar la admiración de las mujeres rimando sobre las manchas de su mens-
truación, su condición de vientre gestante, insistiendo con aquello de que salieron
de una costilla, haciendo un panegírico de su histeria pidiendo que le digan que no
y que lo acompañen a estar solo, parece una tarea descabellada o anacrónica. Sin
embargo 30 estadios dicen que no lo es.
Para tratar de aclarar el panorama, elegimos nuestras canciones favoritas y tratamos
de explicar por qué” (Las 12, Página 12, 6/4/2010).
Las preguntas aquí formuladas van en dos sentidos: el primero tiene que ver con
el vínculo entre masividad y calidad del producto Arjona y el segundo con la relación
entre las mujeres y sus canciones. Tanto el comentario de Páez como la primera parte
de este texto esgrimen sus críticas a Arjona intentado mensurar el vínculo entre
calidad y gusto. Es por ello que allí aparece el interrogante que desvela a más de un
crítico cultural: ¿qué es lo que hace que un artista merezca el “fervor de las masas”?
Páez no ofrece una respuesta sino una hipótesis que cuestionaría ese fervor: Arjona
no es auténtico y su éxito implica una “aniquilación cultural”. ¿Pero qué significa esta
afirmación? Uno de los artículos publicado en Las 12 suma elementos para analizar el
modo en el que se construyen los supuestos de dicho juicio estético:
PUNTO GÉNERO / 31
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
nada. Supongo, también, que su caso se relaciona con la devaluación que sufre el
buen gusto a nivel de este tipo de masividad. Y más específicamente, el crecimiento
del desprecio por el buen lenguaje3 (…) ¿Cuál es el raciocinio que puede aplicarse a
las barbaridades que escribe y compone Arjona? Ninguno, como no sea (…) que el
tipo encontró un código de lo raro o, mejor, de lo escatológico (…) Y que entre él y
su público lo retroalimentan, al código, porque hallaron una suerte de símbolo de
pertenencia, de identificación, a través de lo horrible (…)” (Aliverti, 2010)4.
La segunda parte de la bajada de Las 12 suma otra “incógnita”, tal como dice el texto,
que introduce el clivaje de género: ¿cuál es el vínculo entre Arjona y las mujeres de
su público? Si bien la crítica central a la producción de este cantautor es referida a
la calidad artística y/o poética de sus letras, este suplemento se va a detener en una
especificidad en la que Páez no reparó: la mayor parte del público de Arjona está
compuesto por mujeres. Y será, entonces, sobre esta cuestión que surge el interrogante
central de Las 12:¿cómo puede ser que un repertorio repleto de “clichés machistas”
conquiste a un número importante de mujeres? De esta manera, la crítica domino-
céntrica –que estudia al otro a partir de los parámetros de la propia cultura (Grignon
y Passeron, 1991)– de Páez y de la bajada del suplemento se complejiza aquí y se
traspola al problema de las feminidades y sus gustos. En el fragmento citado aparece
una primera hipótesis: “el resto lo haría que el tipo está fuerte”, dando cuenta de un
argumento con el que suele explicarse la relación entre las mujeres y la cultura de
masas, en donde el epicentro estaría en la atracción de orden sexual que a ellas les
generaría el artista. Lo que supone dicho argumento es exactamente el reverso de lo
3 Sobre Sandro, un cantante argentino muy popular durante más de cuatro décadas, se han formulado críticas de
similar calibre. Respecto de su figura hoy aún pesan juicios de valor negativos que conviven con la exaltación de
su figura existente después de su muerte. Ejemplo de ello es lo escrito por un periodista argentino después de
su muerte:
“El señor Sandro la pegó con unas cuantas canciones hace cuarenta años y que, desde entonces, las repetía para
un público acotado de señoras cada vez mayores. Y había sido, también, el protagonista de algunas de las peores
películas del peor cine argentino (…)”. “Sandro no inventó nada” y “su aporte a la música consistió en un puñado
de temas muy primarios”, que “sus letras son cimas, picos, cúspides de la cursilería” (Martín Caparrós, diario Crítica,
7/1/10).
El vínculo entre las mujeres y la cultura de masas estaría dado, también en este caso, por la incapacidad de estas
de advertir que las canciones de Sandro son “primarias”, “cursis” y poco originales.
4 Eduardo Aliverti es un periodista argentino de política nacional que no trabaja temas vinculados al género que,
sin embargo, fue convocado por el suplemento, ya que es un conocido detractor de la producción musical de
Arjona.
32 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
que a primera vista pretende cuestionar, en la medida que subestima a las mujeres
que escuchan a Arjona al percibirlas manipulables y atrapadas en una espacie de
manipulación erótica (Spataro, 2012). El tono de los restantes cinco artículos del su-
plemento puede representarse con la frase “de solo pensar en mujeres cantando esta
letra en el Luna Park colmado dan ganas de tirarse abajo del 1515” (Enríquez, 2010).
Ahora bien, uno de ellos se detiene en una de las canciones más conocidas de
Arjona y, asimismo, una de las más reivindicadas por las mujeres de su público, “Señora
de las cuatro décadas” :
En dicha nota se describe la incomodidad que siente una mujer cuando le cantan
esta canción en su cumpleaños número cuarenta: “Que no exista la más remota posi-
bilidad de cumplir cuarenta años sin que te canten de memoria o en karaoke ‘Señora
de las cuatro décadas’, ya es razón suficiente para querer pasar a los 50 sin escala”; “le
regalan un eufemismo que es peor que la enfermedad. Sí, su edad ya puede desgra-
narse en decenios, que no son dos ni son tres”; “Que vaya sabiendo la dama que a
partir de hoy, si algo la va a definir en esta vida, son las cosas de su edad”; “trascartón,
lo evidente: ‘Su figura ya no es la de los quince’ (…) Pero Ricardo necesita recordárselo
ahora, si no cómo entra él en esta historia a valorarla y quererla a pesar de todo”; “‘esa
grasa abdominal que los aeróbicos no saben quitar’. ¡Carne sobrante y colgante! Se
sorprende ella gritándose a sí misma en su propio cumpleaños mientras imagina al
explorador manoteando tripas buscando quién sabe qué escatológico tesoro” (Viola,
2010)6. Estas son algunas de las frases del artículo que indican lo inadecuado de la
canción para hacer sentir bien a una mujer.
Sin embargo, esta es una de las líricas más significativas desde hace casi dos décadas
para muchas –no todas– de sus seguidoras, quienes encuentran allí la reivindicación
de la capacidad de seducción y goce de una mujer que ya no está ubicada en la franja
etaria más codiciada en términos eróticos –la juventud–, así como de un cuerpo que
PUNTO GÉNERO / 33
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
7 Si bien el problema del gusto excede los propósitos de este artículo, para una discusión al respecto hemos
trabajado –en la investigación en la que este artículo se inserta– sobre el concepto de gusto de Bourdieu (1998)
y sobre la dimensión estética de la cultura popular con Grignon y Passeron (1991).
8 Martín Barbero (2003) señala, por ejemplo, que es necesario estudiar a la cultura de masas desde el modelo popular
para poder indagar desde otra perspectiva los usos populares de lo masivo. Así, propone investigar qué hacen los
sujetos con lo que compran, con lo que leen, con lo que escuchan; en definitiva, con lo que consumen. Esta línea
de indagación permite estudiar los mecanismos por los cuales la cultura de masas opera como mediación en los
procesos de configuración de identidades diversas, complejizando así el análisis del vínculo entre las industrias
culturales y los públicos.
34 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
Asimismo, entendemos que otro problema que aparece en los textos periodísticos
analizados es que transforman una irritación estética y/o feminista en una descripción
sociológica de un fenómeno que desconocen. La música de Ricardo Arjona es masiva,
elegida por personas de diferentes países latinoamericanos desde hace más de dos
décadas y promueve diversos tipos de emoción en las personas que lo escucha que
son, principalmente, mujeres. La pregunta, entonces, podría formularse al revés:
¿Por qué no les debería gustar Arjona? Por un lado, el público de este cantautor no
encuentra en su consumo un sinónimo de decadencia cultural ni un “mamarracho
métrico-sintáctico”. Por el otro, las mujeres que mayoritariamente lo componen no
hallan en sus líricas “chongadas románticas” ni un machismo retrógrado. A partir de allí
sospechamos, entonces, que el vínculo entre dicha pauta estética y las personas que
la consumen podía tener que ver con otras significaciones9, y que interrogar sobre las
mismas nos permitiría estudiar procesos de generización heterogéneos.
9 Una de las perspectivas que alimentó lo formulado en este artículo es la trabajada por Frtih (2003), quien señala
–entre otras cuestiones- que la música construye una experiencia estética que permite configurar identidades
tanto subjetivas como colectivas. El autor afirma, por ejemplo, que no es que los grupos sociales coinciden en
valores que luego se expresan en sus actividades culturales, sino que “solo consiguen reconocerse a sí mismo
como grupos (…) por medio de la actividad cultural, por medio del juicio estético. Hacer música no es una forma
de expresar ideas; es una forma de vivirlas” (ídem: 187).
PUNTO GÉNERO / 35
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
“Las mujeres, en eso coincido, nos reapropiamos de muchas cosas y podemos resignificar
sentidos pero los intentos de los mensajes mediáticos así como los musicales, a través
de las letras, son también un permanente intento de que incorporemos como parte de
nuestra vida toda la violencia hacia nosotras, aceptándola, a fin de construirnos como
la industria cultural propone. Analizar y desarticular estas propuestas, la incidencia de
ciertas letras en la construcción de la subjetividad y en la justificación de la violencia
son los temas que nos hemos propuesto para esta jornada. Si para vos ese análisis es
contradictorio con tu actual línea de trabajo y te impediría participar de la mesa no
vemos cómo compatibilizarlo con nuestra propuesta para los paneles de este año”.
10 En mi tesina de grado (Spataro, 2005) analicé el programa televisivo argentino llamado Pasión de sábado en el que
bandas de cumbia hacían breves shows. Desde un análisis textual concluí que la representación de las mujeres
que dicho programa y las letras de cumbia villera realizaba las anclaba, entre otras cuestiones, en una posición de
objeto sexual para ser mirado por varones heterosexuales, reproduciendo así la hegemonía patriarcal existente
en la cultural contemporánea. Estas afirmaciones fueron puestas en cuestión luego de entrevistar a mujeres
que consumían esa música y que encontraban otros sentidos en dichas canciones, así como al conocer trabajos
etnográficos en bailes de cumbia de Buenos Aires (para ampliar ver Silba, 2011). A partir de allí la investigación
de posgrado sumó otros interrogantes que permitieron reinterrogar dichos textos e indagar sobre los modos
en los que estos circulan entre las mujeres que los consumen.
36 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
PUNTO GÉNERO / 37
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
casado jóvenes –y, en algún caso, con su primer novio–, la preeminencia en la adultez
de las ocupaciones domésticas y familiares por sobre las profesionales, entre otras
cuestiones que aparecieron en el trabajo de campo.
Lo que estaba fuera de lugar para la investigadora era que estas mujeres habían
nacido en una década que ella entiende como una ruptura radical con viejos paráme-
tros de enseñanza y crianza: los sesenta. Es probable que en este comentario hayan
funcionado algunas características de dicha década sobre las que hay cierto consenso:
por ejemplo, que el placer sexual comenzó a escindirse de la reproducción, a partir de
una idea de mayor libertad y autoconocimiento; el papel de la píldora anticonceptiva
en la reconfiguración de la moral sexual de las mujeres, entre otras cuestiones ya anali-
zadas. Estos puntos significaron la redefinición de algunas costumbres, la construcción
de nuevas legitimidades y reconfiguración de las relaciones intergenéricas (Feijoo y
De Nari, 1994) aunque, claro está, las mismas fueron diversas de acuerdo con el origen
social, cultural y geográfico de sus agentes. Sin embargo, es necesario no sobreestimar
el alcance de dichas transformaciones, ya que no implicaron una ruptura radical con las
costumbres de épocas anteriores. Tal como señala Cosse con el concepto de “revolución
discreta” (2010:17), nos hallamos frente a rupturas que señalaban tanto la existencia
de ciertos cambios como de continuidades más profundas. Y es este el punto que
olvida el comentario crítico de la investigadora: no tener en cuenta las posibilidades
que habilitaron las transformaciones surgidas a partir de esta década en términos de
acceso a cierta autonomía, como las limitantes que aún estaban vigentes, implicaría
un análisis sesgado de sus relatos. Su pregunta alarmada “¿Dónde vivían, en Marte?”,
indica la supuesta inadecuación de estas mujeres a las nuevas pautas sexogenéricas.
Este modo de entender los recorridos vitales de algunas mujeres (en este caso las del
club de fans) pone en evidencia la construcción de un “nosotras que sí interpretamos
–y experimentamos realmente– la vanguardia sesentista” y las otras que se queda-
ron viviendo con viejas pautas culturales “en Marte”. Y, en relación con este planteo,
muestra el modo en el que algunas mujeres de clase media ilustradas interpretan la
continuidad de ciertos patrones de pareja, profesión y vida familiar (en la vida de las
otras, claro, nunca en la propia) como una imposibilidad personal de otras mujeres
de sumarse a un proceso revolucionario, y no como señales de que las rupturas con
viejos paradigmas no hayan sido tan radicales ni universales como ellas creían o de-
seaban. Aquí la irrupción de la crítica feminista en el discurso académico y, por qué
no, cotidiano, sumada a una construcción de la década del 60 como homogénea y
absolutamente rupturista respecto de épocas pasadas en cuanto a las normativas
de género, son las condiciones de producción de dicho enunciado. A partir de allí
se construye una valoración positiva de las mujeres modernas y una subvaloración
de aquellas que no lo son. Nuevamente aquí se repite la misma operación señalada
anteriormente: la construcción de dicotomías jerárquicas entre modelos de feminidad
que se construyen como diferentes y excluyentes.
En síntesis, las tres críticas realizadas desde ciertas posiciones feministas al vínculo
entre un grupo de mujeres y la música que escuchan son recuperadas aquí para
38 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
ejemplificar algunos supuestos que guían este tipo de análisis. Los mismos son pro-
blemáticos en la medida que se construyen a partir de un alto grado de prejuicio y
etnocentrismo presente en algunos espacios intelectuales y/o políticos. En ellos aparece
la/el analista ubicada/o en una posición superior funcionando como una especie de
lo que llamaremos policía del feminismo –que no está encarnada necesariamente en
sujetos que se definan feministas– que establece una diferenciación entre tipos de
mujeres: las que no tienen “nuestra” capacidad crítica frente al sexismo de la cultura
masiva, y las que sí la tienen, lo advierten, señalan y denuncian a cada paso; juzgando
en ese mismo movimiento los gustos y prácticas de otras mujeres. Estas formas de
reflexión académicas y políticas en torno al vínculo entre las mujeres y la cultura de
masas no solo ignoran y/o subestiman otros modos de configuración de feminida-
des posibles, sino que, a su vez, encuentran lo que supone el punto de partida de
sus análisis: que algunos textos de las industrias culturales efectivamente retoman
“clichés machistas”, obturando la posibilidad de que estos textos sean un disparador
de fantasías, placeres y juegos identitarios diversos para muchas mujeres y, a su vez,
un espacio de visibilización de cambios –y claro está, también continuidades– de las
feminidades contemporáneas.
Diversos trabajos han indagado el vínculo entre mujeres e industrias culturales (Ang,
1989; Radway, 1991; McRobbie 1991, 1984, 1998, 1999; Hinerman, 1992; Abu-Lughod,
2005; Ehrenreic, Hess, Jacobs, 1992; entre otros) y se han propuesto, entre diferentes
objetivos, cuestionar el sentido común desde el que se mira dicha relación11. El artículo
de Wise (2006), en donde indaga en términos epistemológicos qué significó haber
sido fanática de Elvis en su adolescencia y haber devenido, años después, feminista,
permite observar el modo en el que funciona lo que hemos denominado policía del
feminismo sobre los consumos culturales de las mujeres.
“¿De quién son esos discos de Elvis? ¡Argh!” es una pregunta escuchada comúnmente
en mi casa, y más aún desde que es frecuentada con regularidad por feministas. Yo
usualmente respondía: “Bueno, actualmente, er um, son míos… pero nunca los volví a
escuchar!”. “¿Pero cómo pudiste ser alguna vez fan de Elvis?”, era la siguiente pregunta.
“Era muy joven”, me excusaba, y usualmente era suficiente para salir del tema. Ahora
sé que si la verdad fuera conocida –que yo tengo un profundo cariño por la memoria
de Elvis, que amo los discos, que conservo una carpeta con fotos– mi credibilidad
como feminista sería puesta en cuestión (…)” (Wise, 2006: 390).
¿A qué se debe la negación de que el vínculo entre ella y Elvis existe aún después
de definirse como feminista? La autora señala que cuando “se hizo feminista” (ídem:
394) se sintió nueva, recién nacida, ya que pudo configurar su identidad como mujer
lesbiana y rodearse de amigas feministas. Su vida pasó a estar integrada en un todo y
el rechazo de su antiguo gusto por Elvis se explicaba en tanto el mismo era parte de las
11 Para un estudio desde la crítica musical sobre el vínculo entre mujeres cantantes, público femenino y música ver
Reynolds (2010).
PUNTO GÉNERO / 39
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
reliquias de un pasado de “falsa conciencia” (ídem: 394). Esta nueva mujer dejaba atrás
aquel consumo que suponía una contradicción con el paradigma ideológico y político
al que comenzaba a adscribir dando lugar a una operación: el ocultamiento del analista
como sujeto. Esto es: es probable que muchas/os investigadoras/es –no todas/os, claro
está– tengan consumos culturales que, en algunas de sus dimensiones, se parezcan
a aquellos objetos que cuestionan ideológicamente. Sin embargo, en determinados
contextos estas/os se construyen como sujetos subdimensionados y sin contradicciones,
posición que genera la ceguera sobre aquello que irrita o causa vergüenza.
Asimismo, las dicotomías entre lo que debe hacer una feminista y lo que le gusta
a una feminista produce, en términos de McRobbie (1999), placeres culpables, evi-
dente en el testimonio de Wise: el rechazo al vínculo entre el placer y el consumo de
productos culturales políticamente “incorrectos” para el feminismo produjo, siguien-
do a McRobbie, una cultura del puritanismo que dio lugar solamente a los placeres
culpables mediante los cuales se pudo, en algunos casos, reinterrogar los sentidos de
estas prácticas más que meramente interpretarlas como un sitio de falsa conciencia.
McRobbie señala que, por ejemplo, el placer de leer revistas vulgarmente catalogadas
como “para mujeres” rompe con la barrera entre mujeres feministas y las que no lo son,
afirmando la importancia de trabajos que interroguen al respecto en la medida que el
hecho de que la razón y el análisis político nos digan que esto es malo “mientras que el
inconsciente sigue produciendo fascinaciones y placeres culpables, indica, como mínimo,
una complejidad en el proceso de consumo de dichas imágenes” (McRobbie, 1998:266).
Por su parte, los prejuicios que provocan este tipo de consumos culturales generaron,
dato evidente en las investigaciones contemporáneas en ciencias sociales, que rara
vez fueran puestos en el campo empírico de la investigación, subestimándolos en los
análisis (Radway, 1991; McRobbie, ídem).
40 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
dentro de sus propios intereses –que son, según ella, familiares al feminismo– y de su
propia imagen, y “después llaman a eso una explicación objetiva del mundo tal como
una verdad” (ídem: 396). De esta manera, el paradigma normativo presente en algunas
posiciones académicas y políticas contribuyen a simplificar y dicotomizar los proceso
de generización en general y, en particular, en su cruce con la cultura de masas.
Tanto los planteos de las autoras revisados en el apartado anterior como las críticas
analizadas respecto del vínculo entre las mujeres y las canciones de Arjona nos permi-
ten elaborar, en principio, algunos recaudos epistemológicos para estudiar la relación
entre las mujeres y las industrias culturales:
a. Para indagar “¿qué es lo que hace que un artista merezca el fervor de las masas?”,
tal como se pregunta el suplemento periodístico Las 12, es necesario construir
una herramienta de análisis compleja que tenga en cuenta que no solo es una
gran difusión mediática lo que lo permite, ya que de ser así toda mercancía
que contara con importante publicidad tendría el mismo éxito y produciría el
mismo efecto en todas las personas. Es pertinente interrogar ¿qué es lo que
interpela productos como estos? Y ello no quiere decir celebrar acríticamente
lo que “las masas” consumen, porque “si a ellas les gusta está bien”, sino saber
distinguir dos momentos analíticos distintos: por un lado estudiar al artista
en cuestión –Ricardo Arjona en este caso– en tanto producto de la industria
cultural, con sus letras, tradiciones musicales y configuraciones estéticas. Por
otro lado, reflexionar sobre qué significa dicho producto cultural en la vida de
las personas que los escuchan, qué habilitaciones genera así como con qué
tramas de la experiencia –generacional, etaria y de género, por nombrar solo
algunas– se conecta.
c. Por otro lado, es preciso tener en cuenta que suponer un ideal de autonomía
total o un único ideal de autonomía posible para las mujeres –como si ese co-
lectivo fuera homogéneo y coherente en sus fines12– es un punto de partida
12 Este punto ha sido ampliamente trabajado por el feminismo de la tercera ola o el feminismo tercermundista
–representado por mujeres negras, indias, no heterosexuales, etc.– que puso en cuestión el modo en el que el
PUNTO GÉNERO / 41
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
Tal como señaló Hall, interpretar que lo sujetos que consumen y disfrutan de los
productos de las industrias culturales son “tontos culturales” es una posición “profun-
damente no socialista” (1984:99). En continuidad con dicho planteo, la construcción de
feminidades dicotómicas y excluyentes entre las mujeres que advierten el sexismo de
los mass media y quienes no tendrían la capacidad de hacerlo es una posición poco
feminista. Puede que la salida al espacio público de mujeres que conforman un club de
fans de un cantante masivo simpatice menos que el que realiza un grupo de mujeres
feministas que reclama por la ampliación de sus derechos civiles y la destrucción del
patriarcado. Pero ellas también construyen un espacio de reivindicaciones diversas;
su disputa por poder decidir en qué usar su tiempo es una demanda que se da en
feminismo blanco, burgués y heterocentrado propuso modos únicos de autonomía para las mujeres obturando
las diferentes experiencias vitales existentes en el movimiento de mujeres. Para ampliar ver Alzaldúa, 1987, 2007;
Bel Hooks, 1990, 1996; Curiel, 2005, Lourde, 2003; entre otras.
42 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
sus propios términos y que puede inscribirse en la ya clásica frase del feminismo que
entendió que también “lo personal es político”. El modo en el que estudiemos dichas
dimensiones de las experiencias de las mujeres dependerá de la posibilidad de cues-
tionar el sentido común que habita también en las Ciencias Sociales.
BIBLIOGRAFÍA
Aliverti, Eduardo (2010, abril 6): “Los pingüinos y otras metáforas frías”. Las 12, Página
12, Argentina. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/
las12/subnotas/5617-597-2010-04-06.html [Recuperado el 30 de marzo de 2012].
Alzaldúa, Gloria (1987): Borderlands/La frontera. The new mestiz. San Francisco: Aunt Lute.
---------- (2007): “Tiranía cultural”, en el sitio Mujer Palabra [on lines] Disponible en: http://
www.mujerpalabra.net/pensamiento/analisisfeministabis/gloriaanzaldua_tirania-
cultural.html [Recuperado abril de 2008].
Ang, Ien (1989): Watching Dallas. London & New York: Rouledge.
Bourdieu, Pierre (1998): La distinción. Criterio bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
Cosse, Isabella (2010): Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta. Buenos Aires:
Siglo XXI.
Ehrenreich, Barbara; Hess, Elizabeth; Jacobs, Gloria (1992): “Beatlemania: Girls Just Want
to Have Fun”, en Lewis, Lisa (ed.): The Adoring Audience. Fan cultura and popular media.
Pp. 84-106. New York: Routledge.
Enríquez, Mariana (2010, abril 6): “Dime que no”, Las 12, Página 12, Argentina.
Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subno-
tas/5617-595-2010-04-06.html [Recuperado el 30 de marzo de 2012].
Feijoó, María del Carmen y de Nari, Marcela (1994): “Los 60 de las Mujeres”, en Todo es
historia, Nº 321.
Frith, Simon (2003): “Música e identidad”, en Hall Stuart y Du Gay, Paul (comps.) Cuestiones
de identidad cultural. Buenos Aires: Amorrortu.
PUNTO GÉNERO / 43
Las tontas culturales: consumo musical y paradojas del feminismo
Hinerman, Stepehn (1992): “I’ll Be Here With You: Fans, Fantasy and the Figure of
Elvis”, en Lewis, Lisa (ed.): The Adoring Audience. Fan cultura and popular media.
Pp. 107-134. New York: Routledge.
Hooks, Bell (1990): “Devorar al otro: deseo y resistencia”. México: Debate Feminista.
Año 7, vol. 13.
---------- (1996): Race, Gender and Cultural Politics. Boston: South End Press.
Martín Barbero, Jesús (2003): De los medios a las mediaciones, Bogotá: Convenia
Andrés Bello.
McRobbie, Angela (1991): Feminism and Youth Culture. From ‘Jackie’ to ‘Just Seventeen’.
London: Youth Questions
---------- (1998): “More!: nuevas sexualidades en las revistas para chicas y mujeres”, en
Curran, James; Morley, David y Walkerdine, Valkerdine (comps.), Estudios culturales
y comunicación. Análisis, producción y consumo cultural de las políticas de identidad
y el posmodernismo, pp. 57-90. Buenos Aires: Paidós.
---------- (1999): In the culture society. Art, fashion and popular music. London: Routledge.
Radway, Janice (1991): Reading the Romance. Women, Patriarchy, and Popular Literature,
Chapel Hill and London: University of North Carolina Press.
Reynolds, Simon (2010): “Wath a drag! Postfeminismo y pop”, en Después del rock.
Psicodelia, postpunk, electrónica y otras revoluciones inconclusas. Buenos Aires:
Caja Negra.
Silba, Malvina (2011): Vidas Plebeyas: cumbia, baile y aguante en jóvenes del Conurbano
Bonaerense. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales). Buenos Aires: Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales.
44 / PUNTO GÉNERO
Carolina Spataro
---------- (2012): “¿‘A dónde había estado yo’?: configuración de feminidades en un club
de fans de Ricardo Arjona”. Tesis (Doctorado en Ciencias Sociales). Buenos Aires:
Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales.
Viola, Liliana (2010, abril 06): “Señora de las cuatro décadas”, Las 12, Página 12, Argentina.
Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subno-
tas/5617-594-2010-04-06.html [Recuperado 30 de marzo de 2012].
Wise, Sue (2006): “Sexing Elvis”, en Frith, Simon y Goodwin, Andrew (eds.) On Record.
Rock, Pop, The Written Word. Pp. 391-398. London: Routledge.
PUNTO GÉNERO / 45
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 47 - 64
Resumen
Abstract
This present paper seeks to develop an initial analysis on the comic female character Violencia
Rivas, from a gender perspective. The character chosen, played by the comedian actor Diego
Capusotto in his contemporary TV show Peter Capusotto y sus videos is the core object of
analysis on which I will reflect upon some key questions that will guide the inquiry for this
paper: how can a character from the 60s inspire a diametrically opposed version in 2010; what
1
Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Dra. en Cs. Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA),
Docente-Investigadora de la misma Universidad en la Carrera de Comunicación, en el Seminario de Cultura
Popular y Cultura Masiva, Cátedra Alabarces y miembro de la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo
de la Defensoría del Público, Argentina.
mercedesmoglia@gmail.com
PUNTO GÉNERO / 47
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
kind of added-value is given to this long term parody; how is the fictional and the real cha-
racter placed with regard to the social and moral values as well as to the feminine demands;
what are the implications of the grotesque quality acquired by the character when played by
a maletransvestite performer? Bearing in mind these questions, the present paper will aim to
focus on the aesthetic mechanisms of the humour resources such as parody, satire and irony
because it is in this field of research I have been working in.
INTRODUCCIÓN2
2 El presente trabajo se inscribe en el marco de las tareas de investigación posibilitadas por una beca Posdoctoral
otorgada por Conicet y además forma parte de los proyectos que, con sede en el Instituto de Investigación Gino
Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y dirigidos por Pablo Alabarces, son financiados por UBACyT
y el FONCYT.
48 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
su discurso una crítica a los mecanismos de sujeción que pesan sobre las mujeres,
pero también sobre el resto de la sociedad, trascendiendo así hacia una aguda sátira
social contemporánea. Para el público argentino el nombre de Violencia Rivas instala
una semejanza paródica con el pseudónimo de Violeta Rivas que había adoptado
la joven aspirante Ana María Adinolfi para cantar en El club del clan, programa de la
televisión argentina emitido durante 1962 y 1963 por canal 13 y patrocinado por
RCA (Radio Corporation of America). Para favorecer la comprensión por parte del
público no local, que desconozca el entramado mediático argentino en el que el
personaje de Violencia Rivas surge y se desarrolla, la descripción será el eje desde
donde se derivará el análisis.
3 Partimos de considerar que “hay una osadía en el humor que resulta del abandono lúdico de la creación y de
la laxitud de cualquier límite represivo, en busca del placer risueño” (Vázquez Prada, 1976: 129). En el uso de
términos groseros es posible distinguir una utilización discriminatoria y otra que lleva implícito la denuncia
(irónica) de ese uso, la direccionalidad de las expresiones soeces se define según el contexto y la tendencia
más amplia en la que se ubican. Creemos, sin embargo, que en el caso de este personaje la procacidad chistosa
y la picante desvergüenza de los gestos, la exagerada pronunciación de algunos términos guarangos, tienen
que ver más con la tarea del humor de remover las censuras represivas (ocultas bajo el traje de corrección
política y buenas costumbres), que con una posición chabacana (reproductora de mecanismos degradantes
y discriminatorios).
4 Quiero informar el fallecimiento del actor Jorge Luz, el 15 de julio de 2012 a sus 90 años de edad, en la ciudad
de Buenos Aires y que su mención en este trabajo sea un homenaje a su trayectoria y su legado.
PUNTO GÉNERO / 49
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
Fuente: Youtube.
Fuente: Youtube.
5 En continuidad con las a tres corrientes del humor televisivo inauguralmente identificadas por Oscar Landi (1992)
en su trabajo sobre Alberto Olmedo –actor cómico argentino (1933-1988)– es posible identificar, al menos, cuatro
generaciones de humoristas en la historia televisiva del país: los que comienzan en la televisión entre 1960 y 1970,
ellos son amateurs y vienen de las ferias callejeras, los circos y la radio; la segunda generación entre mediados de
los 70 y 1986, instala un humor notable anclado en el equívoco sexual; la tercera generación se fortalece entre 1983
y 1996, se trata de actores del café-concert, con un humor ácido y grotesco, su mayor representante fue Antonio
Gasalla. La cuarta generación que comprendería al actor Diego Capusotto junto con Alfredo Casero, Fabio Alberti
y Mex Urtizberea, para nombrar los más reconocidos, tiene su origen en lo que se conoce como el nuevo teatro
argentino o under de los 80, e ingresaron a la televisión en 1992 con el programa De la cabeza (Canal 2).
50 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
De alguna manera, el personaje de Jorge Luz funciona como antecesor del surtido
catálogo de personajes femeninos creados, para la televisión argentina, por Antonio
Gasalla. Este actor comenzó su labor artística en el café-concert de la década del 606,
e ingresó a la televisión argentina a mediados de los 80, durante la transición demo-
crática, instalando un estilo de humor innovador y poco convencional para la época,
especialmente, en el tono irónico, en el volumen –fue el primer cómico argentino que
gritó en cámara a la teleaudiencia– y en el uso de sonoras malas palabras. Recurriendo
a la antigua tradición teatral del transformismo, Antonio Gasalla hizo del disfraz sexual
el eje de su propuesta humorística. Como señaló Beatriz Sarlo (2001) en un brevísimo
ensayo, las mujeres interpretadas por Gasalla son “mujeres monstruosas: maestras ridículas,
6 La denominación de café concert en la década de los 60 surgió de la idea de algunos empresarios como Lino
Patalano que, aprovechando el poder de convocatoria de algunos actores, programó espectáculos en locales
pequeños, sótanos y cafés, cobrando una entrada bastante elevada que incluía una consumición.
PUNTO GÉNERO / 51
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
“La cosa no empieza de una sola manera, cuando yo empiezo a hacer un personaje
aparece un poco de todo, para mí hay muchos personajes raros antes que las mujeres,
lo del bife, una vaca, una muñeca colgada, la estatua de la libertad… las mujeres
aparecen como personajes con temas potentes por detrás: la burocracia [Flora], la
vejez [la abuela], la hipocondría y la desesperación en Soledad, Yolanda y Filomena
que son los extremos [mala y buena], y que van saliendo porque como salió bien la
anterior ahora hago ésta, y además me parece a mí que en los últimos cincuenta
años los grandes problemas le pasaron a las mujeres: desde la libertad de la mujer, los
derechos de la mujer, tomando decisiones, que sale a trabajar, que es la que aglutina
el hogar, que vota, que deja al marido, que quiere adelgazar y estar divina, y hay miles
de conflictos que se cuentan mejor a través de una mujer. Entonces un poco porque
me parece a mí y un poco porque se va dando, aparecen personajes femeninos muy
potentes. Eso no implica el abandono de otros personajes como Cacho, Lautaro, el
ciego, etc. No hay otro motivo en particular. Después, en mí hay una costumbre de
entrar y salir de personajes femeninos que me es natural al venir del café-concert
donde cabe más el tema del travestismo y de hacer un poco de todo” (Entrevista
personal, 27/05/2010).
7 Titulado “las mujeres monstruosas de Antonio Gasalla”, con el que participé en las III Jornadas de Reflexión Monstruos
y Monstruosidades convocado Instituto Interdisciplinario De Estudios de género de la facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires.
8 Etimológicamente el término grotesco deriva del italiano grotta que significa irregular, chocante, grosero, de mal
gusto. Esta noción surge en la historia del arte para designar pinturas ornamentales halladas en Italia a fines del
siglo XV (Ver: Kayser, 1964). En el teatro, el creador que utiliza el grotesco, representa una tercera posición frente
a la realidad, expresa un mundo desquiciado, donde las apariencias están en tensión con el entorno y las reglas.
De ahí, que la estética grotesca pone de manifiesto simultáneamente lo jocoso o absurdo y lo trágico.
52 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
Ahora bien, lo que me interesa pensar es el sentido que subyace en el desvío pa-
ródico, en la medida que entiendo que la inversión o exageración humorística puede
fortalecer los mecanismos de sujeción al sistema sexo-género imperante. Si bien el
juego paródico humorístico tiene un marcado anclaje en los estereotipos, estos deben
estar al servicio de una generalización que busca la síntesis y no fijar una regla de
comprensión unívoca (Hodgart, 1969: 8). Precisamente, creo que es el componente
grotesco lo que otorga a la base estereotipada un matiz específico que lo eleva por
sobre la reproducción risueña del sentido común dominante, sobre el signo-mujer.
Estoy retomando aquí un dato central, señalado por David Viñas (1997), en su reflexión
sobre el grotesco en la tradición del teatro argentino. Este autor resalta que la fortaleza
representativa de las figuras grotescas estriba en una particular anomia, son todos y
nadie a la vez. Es decir, son personajes que indistintamente a su condición genérica,
lo que representan es un estado posible de la vida humana según contextos sociales
determinados. Creo que la tradición que va de La Porota de Jorge Luz, hasta llegar a
Violencia Rivas, constituyen una categoría de personajes que corporizan características de
distintos fenómenos sociales, y que su estatuto de fantoche trasciende la identificación
estereotipada de atributos femeninos, al mismo tiempo que les otorga la autonomía
necesaria para decir cualquier disparate.
En los casos mencionados, entonces, el disfraz sexual sostiene a los personajes sin
que esto signifique reforzar los esquemas convencionales sobre el género femenino,
porque la comicidad que despliegan Doña Porota, La Abuela de Gasalla y Violencia Rivas
no está únicamente sustentada por el modo en que aparentan ser mujeres, sino por
el particular punto de vista desde el que enuncian sus ocurrencias cómicas. En este
sentido, podría decir que pesan más otros datos como la vejez y la decrepitud para
el caso de La Abuela interpretada por Gasalla; la condición barrial, de vecindario o de
conventillo que da argumentos a Doña Porota, y el argumento de ser la precursora del
punk en la Argentina de los 60, en el caso de Violencia. El disfraz, entonces, suma una
cuota de grotesco caricaturesco a estos personajes, pero de ningún modo condicionan
el repertorio de situaciones o chistes, sino que es apenas el anclaje estético de una
comicidad paródica sostenida por una versatilidad actoral que hace olvidar que se trata
de actores varones haciendo de mujeres añosas, inquietas, sagaces, inconformistas y
mal habladas.
9 En este artículo no se refieren las diferencias entre las diversas variedades de humor, lo cómico y el chiste, sino
que en el marco de la temática sobre la que interesa reflexionar me concentro en la diferencia y contacto entre
parodia y sátira, según los autores mencionados.
PUNTO GÉNERO / 53
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
La apropiación paródica del gesto impugnador del orden social que caracterizó
al movimiento punk11 justifica que Violencia rechace cada uno de estos mandatos
sociales de modo explícito en la lírica de sus canciones. Cabe destacar que pese a
trabajar sobre un personaje creado para la televisión donde la imagen es fundamental
para dar cuenta de la dimensión caricaturesca del personaje, se vuelve evidente cierto
énfasis en la consideración de lo discursivo, incluso en la particularidad que comporta
10 Al referirme a una “apariencia deseable” no quiero restringirme únicamente a la perspectiva que considera que
la mujer se ve sometida a los cánones de la moda, desatendiendo que también en ese terreno la mujer puede
poner en juego deseos legítimamente autónomos o, mejor, subjetivos, aun cuando respondan a pautas culturales,
entendiendo que vivimos en una cultura que nos contiene y atraviesa, pero en la que somos agentes de acción
nunca absolutamente determinada (esta aclaración se la agradezco a mi colega y amiga Carolina Justo von Lurzer).
11 El movimiento punk estalla en Gran Bretaña durante la primavera de 1976 entre los jóvenes de menos de veinte
años que participan de festivales que era la modalidad de difusión del punk hasta la aparición del primer disco
de los Sex Pistols, “Nevermind the bollocks”, en 1977. Así como ese disco es el hito que marca el nacimiento de
este movimiento que se prolongará en bandas como los Clash, Stranglers, Boomtown Rats, las Slits (mujeres),
Siouxie, Tom Verlain y los Ramones, también se considera que la disolución de los Sex Pistols en enero de 1978
marca el fin del verdadero punk (Yonnet, 1988: 131-137)
54 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
el lenguaje procaz. Esto supone retomar uno de los supuestos básicos señalados por
Lamas (1999) a partir del postulado saussureano según el cual “cada lengua ‘mapea’
conceptualmente, divide o clasifica el mundo de maneras diferentes a partir de las
relaciones específicas de los significados y significantes de sus signos” (10). Sin embargo,
lo discursivo cobra en esta parodia su sentido pleno en estrecho vínculo con la imagen,
no solo porque el personaje creado por el disfraz sexual (varón caracterizado como
mujer según los atributos culturales de prendas y accesorios) cobra una dimensión
grotesca que hay que comprender dentro de la tradición de los personajes cómicos
ya mencionados creados mediante tal artilugio, sino porque hay un tratamiento en la
imagen de los sketches que repone toda una atmósfera de los decorados del espacio
televisivo que se vuelven para la audiencia datos visuales reconocibles que remiten a
un género de programas y a una estética de época.
DE VIOLETA A VIOLENCIA
PUNTO GÉNERO / 55
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
56 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
Viktor, copando de ese modo la oferta musical en radios y fiestas juveniles del fin de
semana; nótese también que bajo el título del álbum Besos de Papel se mencionan
los hits que contenía el vinilo. Si bien estoy refiriéndome a un fenómeno musical
argentino, es posible considerar que se trataba de un fenómeno extendido en las
prácticas y consumos juveniles de la región. Programas televisivos, géneros mu-
sicales, modas y prácticas culturales comienzan por esas décadas a consolidar el
terreno de la “juvenilidad”, como signo unificador y despolitizador de la juventud,
como si se tratara de un estado universal de transición hacia la vida adulta ajeno a
los condicionamientos de clases; según lo propone Michele Mattelart en su trabajo
“El conformismo revoltoso de la canción popular” (1974). El último dato de la tapa
del disco que me queda por destacar es que debajo del nombre de Violeta Rivas
aparecen los nombres de los compositores de las letras y los arreglos musicales, ya
que los jóvenes protagonistas del programa eran en la mayoría de los casos solo los
intérpretes de las canciones con excepción, por ejemplo, de Palito Ortega y Chico
Novarro, por nombrar dos de los cantantes más destacados por lo perdurable de su
trayectoria. En general, las letras eran traducciones de canciones extranjeras o pro-
puestas por los ideólogos del programa, Dino Ramos, Oscar Toscano y el ecuatoriano
Ricardo Mejía bajo el pseudónimo de Henry Beccerra, entre otros. Desglosar de este
modo la información contenida en la tapa del disco tiene la función de mostrar el
cuidado con que Capusotto y Saborido construyen su personaje, porque Violencia
va a mencionar en uno de sus episodios a “Dino Garmendia” como uno de los res-
ponsables de las letras de las canciones que se cantaban en el programa ficcional
La barra de la nueva ola juvenil, y lo va a hacer de la siguiente manera:
“Todas estas canciones juveniles eran compuestas por este tipo [se muestra una fo-
tografía de un señor de prolijo bigote, traje y corbata], se llamaba “Dino Garmendia”
tenía cincuenta y cuatro años y tres matrimonios fracasados y escribía temas como
“Me gusta mi vecinita” y “Quiero verte a la salida del colegio”, o sea, un mentiroso o
un perverso por encargo. Por eso yo que tenía diecisiete años y recién salía del colegio
pedí que me dejaran cantar un tema mío. Mi estilo pre-punk ya se comenzaba a ver”
(sic, emisión 6-9-2010, Peter Capusotto y sus videos, canal 7).
Según la definición, la parodia es una obra que toma en broma otra, “sirviéndose de
las mismas expresiones y de las mismas ideas en un sentido ridículo o malicioso” (Jitrik,
2006:8). Efectivamente, Violeta Rivas fue una cantante juvenil que logró popularidad
en el programa El club del clan, cuya estructura, según reconstruyen las crónicas de la
época, presentaba a un grupo de jóvenes amigos que actuaban en breves sketches y
cantaban los ritmos musicales de la época, que iban del twist al bolero pasando por
el tango y ciertos ritmos caribeños bailables que, en conjunto, conformaban lo que
se conoció como la nueva ola musical, de carácter juvenil, pero más moderado que
PUNTO GÉNERO / 57
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
El club del clan fue un exitoso programa musical, se transmitía los sábados a las
20.30 horas y contaba, según los datos de la época, con cincuenta y cinco puntos de
rating. Cabe mencionar también, que de ese programa surgieron figuras como Palito
Ortega12. La impronta musical y estética allí delineada trascendía la oferta televisiva,
de hecho, se lanzaban tres discos al año con los temas cantados en el programa que
se constituía, entonces, en una plataforma de lanzamiento de ídolos juveniles. Este
grupo de jóvenes era reclutado por la industria y lanzados a una fama efímera. Según la
visión apocalíptica de Violencia Rivas “éramos un seleccionado de pelotudos” (sic, emisión
6-9-2010, Peter Capusotto y sus videos, canal 7).
Entre el original programa El club del clan, en el que participó Violeta Rivas cantan-
do en castellano canciones de las italianas Mina y Rita Pavone y el ficticio programa
que el relato de Violencia Rivas refiere La barra de la nueva ola juvenil, hay una relación
de intertextualidad que es fundamental y constitutiva de la parodia, pero lo que me
interesa destacar en este artículo es la direccionalidad con la que Diego Capusotto
y Pedro Saborido construyen esta parodia. Con este fin, transcribo a continuación la
presentación que los autores hacen de su personaje.
Con apenas dieciséis años, Violencia Rivas debutó en La Barra de la nueva Ola Juvenil,
éxito de canal 9 de mediados de los años sesenta donde, en clara competencia con
el exitoso Club del Clan, se presentaba una troupe de cantantes jóvenes, una versión
familiar y lavada de un nuevo estilo musical, sin el salvajismo ni la transgresión que
el rock and roll en vías al hippismo llevaba en su simiente (Peter Capusotto y sus
videos. El libro, 2009: 21).
Como se ve, los autores del sketch evidencian el lazo paródico con el programa El
club del clan, en el sentido en que lo mencionan, retoman su formato y un personaje a
partir del cual desplegarán un procedimiento especular irónico y grotesco. Siguiendo a
Jitrik (2006), “la especularidad, a partir de una expectativa de imitación o de identidad,
crea una distorsión denominada paródica que en algunos casos es condición del gro-
tesco” (13). Efectivamente, si como describe Mirta Varela (2005) Violeta Rivas “era rubia,
de rostro redondo, sonriente y encantadora” (137), Violencia Rivas desde la actualidad es
su reflejo deformado y grotesco: despeinada y algo alcoholizada, Violencia se coloca en
las antípodas de las stars televisivas hegemónicas de nuestra televisión (por ejemplo,
12 Palito Ortega es el pseudónimo artístico de Ramón Ortega, cantante y actor durante la década de los 60 y
70, gobernador de la provincia de Tucumán entre 1991 y 1995 durante la presidencia de Carlos Saúl Menem
y senador entre 1998 y el 2000. En el ámbito del entretenimiento televisivo y cinematográfico su producción
puede ser identificada como de estilo trivial, festivo y convencional en su propuesta estética, tanto actoral como
musicalmente. En tanto representante paradigmático de la cultura televisiva de la década de los 60-70 Ramón
“Palito” Ortega ha sido también parodiado en el programa de Peter Capusotto y sus videos por el personaje de
Bombita Rodríguez. Este personaje es de una inteligencia paródica inédita en el país, porque por medio de un
personaje cómico se proyecta una mirada retrospectiva sobre el peronismo.
58 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
Mirta Legrand y Susana Giménez) que intentan por medio de cirugías, tinturas y hasta
trucos de cámara prolongar una juventud que ya no tienen.
Continuando con la misma estrategia comparativa con la que opuse las imá-
genes, y en función de avanzar sobre los rasgos de estilo y el sentido de los versos
que estructuraron las canciones de Violeta Rivas y el modo en que Violencia Rivas
propone una inversión paródica de estos sentidos, daré lugar a la transcripción
de algunas de sus líricas. De acuerdo con los tópicos escogidos voy a transcribir
tres letras que cantaba originalmente Violeta Rivas, para luego transcribir las letras
paródicas escritas por Diego Capusotto y Pedro Saborido para el personaje de
Violencia Rivas.
Violeta Rivas, cantaba: “Qué suerte” (Palito Ortega - Chico Novarro): “Qué suerte que
tengo / una madre tan buena / que siempre vigila / mi ropa y mi cena / Qué suerte
la vida / que corre en mis venas/qué suerte que hay noches / de luna serena. Qué
suerte / Que esta noche voy a verte. Qué suerte mi padre / callado y sereno / qué suerte
saberlo / tan justo y tan bueno / Qué suerte la paz / qué suerte la escuela / qué suerte
escuchar / la voz de la abuela. Qué suerte / Que esta noche voy a verte” (disponible
en el cancionero del sitio oficial www.violetarivas.com.ar).
Violeta Rivas, cantaba: “Canción de una esposa triste” (Carlos Alegría-Juan Carlos Gil):
“Los niños ya se fueron a dormir /quiero que hablemos. No trates de evitar la situa-
ción/como otras veces…/Si crees que no sé qué pasa en ti/no me conoces/recuerda
que una vez/ me amaste igual/como hoy la amas. No intentes inventar explicación/
no es necesario, /ni es culpa tuya si tu corazón /ya no me quiere” (disponible en el
cancionero del sitio oficial www.violetarivas.com.ar).
Violeta Rivas, cantaba: “El baile del ladrillo” (Traducción del tema - Il ballo del matto-
ne, de Rita Pavone): No seas tan celoso, si con otro bailo el twist, y no estés furioso, si
con otro bailo el rock / si a ti, a ti, a ti calmarte es muy sencillo, bailando el baile del
ladrillo/ Oh, no quiero tu enojo, si con otro bailo el twist / Yo te quiero tanto y tanto, ni
yo misma sé cuánto y por eso es castigo, cuando gritas si yo bailo con quien sea y no
es contigo (disponible en el cancionero del sitio oficial www.violetarivas.com.ar).
PUNTO GÉNERO / 59
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
“Profesores asesinos, que perforan tu cerebro, para convertirte en un muerto que tra-
baja, es la tarea del maestro, uhhh. Educarse es una mierda, educarse es una mierda,
educarse es una mierda, uhhh por qué perder tiempo estudiando, si todo se hunde y
ya no hay futuro” (Fuente: http://youtu.be/mPJCLf4W9H0).
“llegan las fiestas y la familia se reúne por la inercia de mantener la tradición, todos se
odian y hasta se envidian y por pura hipocresía vinieron a la reunión. En estas fiestas
lo que más deseo es hacer a mi familia brindar con meo, sería mi venganza por tanta
falsedad, mear la sidra y hacerlos brindar” (Fuente: http://youtu.be/rl_w3SRr97Y).
“Tengo que estar bella, si te quiero agradar, pero la belleza es un parámetro social…
¿Por qué tengo que estar linda, para tenerte de novio? Si vos y todo el mundo sólo
me generan odiooo… No me depilo las axilas, la belleza es una pauta de esta puta
sociedad, no me depilo, ni hago dieta, quiero estar fea, hecha una cerda, ser espejo
de tu mierda” (Fuente: http://youtu.be/aEyMAxH48bQ).
“Que gustas de mí, me dices como un niño, quieres darme amor y darme tu cariño,
pero eso es un verso, el que habla es tu palo, no creo en el amor de ningún ser
humano. Metete tu cariño en el culo, metete tu cariño en el culo, no quiero tu amor,
ni el de otras personas, el amor es un error de nuestras hormonas, el amor es un error
de nuestras hormonas” (Fuente: http://youtu.be/yFctaEJuH_0).
“Hoy conocí a un chico que con muchas chicas sale, lo tratan como a un campeón
por sus hazañas sexuales… Si una chica hace lo mismo y con muchos chicos goza,
socialmente se la señala reventada y viciosa, [se levanta el vestido y se ve un exage-
rado pubis peludo] hoy mi vagina pide igualdad con muchos hombres me quiero
acostar, hoy mi vagina pide libertad con muchos hombres quiero gozar” (Fuente:
http://youtu.be/yVA9u1yByn4).
La ironía con la que se recrea a la joven Violeta Rivas y se la reemplaza por Violencia
Rivas es resultado de una operación paródica diacrónica, que da lugar así a una “dia-
léctica de la memoria en el espíritu del lector” (Hutcheon, 2006: 39). Siguiendo a Linda
Hutcheon (ídem) –que retoma esta noción de Rifaterre–, este tipo de parodia diacrónica
o de largo plazo, consiste en una relación intertextual que estructura una similitud al
mismo tiempo que activa y promueve la diferencia entre ambos textos. Esta diferencia
está sustentada en una distancia temporal que, por un lado, activa inevitablemente
una “memoria genérica” (Genette, 1989) que permite captar la diferencia, sustentada
en la distancia temporal, de una memoria histórica satírica en lo que respecta a las
políticas de representación más amplias y propias de ese momento histórico, como es
el caso del estereotipo de la joven esposa. Según Varela (2005), “la joven esposa es uno
de los personajes más típicos de la pantalla de los sesenta” (137), de ahí que Violencia
invierta la candidez de la original Violeta sobre el amor en los límites del noviazgo y
el matrimonio.
– Ya en esa época yo empecé a darme cuenta que los códigos de la belleza son
un montón de reglas, con la que condenan y etiquetan a la gente según su as-
pecto y los hacen vivir pendientes de la mirada de los demás, y de esa manera
¡los tienen esclavos de las modas, las dietas, el gimnasio y todo eso para que
no nos demos cuenta que llevamos vidas de mierda! (Fuente: http://youtu.be/
aEyMAxH48bQ).
– Como ven, yo cantaba contra el matrimonio, esa forma de control social que
lleva a las personas a seguir reproduciéndose y ser funcional a este sistema ¡¡en
el que uno se condena por tener hijos, que no son más que una consecuencia
de una noche de desborde hormonal!! (Fuente: http://youtu.be/yFctaEJuH_0).
– Con esta canción yo quería expresar mi deseo de libertad sexual, porque al sexo
se lo reprime mucho, se lo esconde, se lo muestra de a poco, culo en la tapa de
revista, culo para que veas un programa, culo para venderte tapas de empanada,
¡¡y mostrándote todos esos culos inalcanzables te meten en la cabeza el deseo
de tener lo que no tenés, desear lo que no necesitas y así tenerte colgado de
las tetas de esa vaca de donde sale toda la mierda de esta sociedad!! (Fuente:
http://youtu.be/yVA9u1yByn4).
PUNTO GÉNERO / 61
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
[Voz en off de la hija: –¡Pero Mamá!] –Qué te pasa, estúpida, encuestadora, vení a
preguntarle a esta a ver si te responde no sabe / no contesta. ¡¡¡Veniiii!!!. [Vuelve ya
recuperada] –Es mi hija, la socióloga, que empezó a estudiar para cambiar la socie-
dad y ahora trabaja haciendo encuestas de mercado, generando información para
que nos sigan sometiendo con las telenovelas, los programas de entretenimiento,
[va subiendo el tono, se viene el exabrupto final] y las series llenas de romances y
aventuras y ¡todas esas emociones, artificiales que todos consumimos a través de los
medios porque no podemos encontrarlas en nuestra vida, en nuestra propia vida triste,
gris y oscura amparada por la mediocridad de esta civilización idiota! [y estalla, se
acerca a la cámara y grita:] –¡SUICÍDENSE! (Fuente: http://youtu.be/n8Tdnvhlbgk).
Puedo aquí dar por completa la presentación del personaje de Violencia Rivas. Como
se desprende de los ejemplos, lejos de ser una parodia condicionada únicamente a
la inversión grotesca de una personalidad de la tradición televisiva y musical argen-
tina, se puede entrever por qué es posible considerar que este personaje femenino
constituye una parodia múltiple al entramado mediático de la televisión y la música, y
cómo desde ahí arremete contra la política, los principios morales convencionales y las
profesiones liberales. De este modo, y a partir de la excusa ficcional de ser la precursora
del movimiento punk desde la Argentina, dato que de alguna manera da sustento a
su discurso “antitodo”, el personaje de Violencia Rivas redunda en una parodia satírica
que atiende tanto al contexto de las representaciones pasadas como al contexto
cultural actual. Al entender con Lukács (1930) que la sátira es resultado del contraste
de la realidad con el ideal, de “lo dado” con lo que “debería ser”, el protagonista de
la sátira al encarnar la experiencia de esa incompatibilidad entre el orden ideal y el
estado comprobable de cosas, es posible entender, como ocurre con Violencia, que “el
protagonista de la sátira degenere fácilmente en un despotricador antisocial” (Hogardt,
1969: 126). Y ese espíritu misántropo es acentuado en Violencia, porque en él incluye
a su propia descendencia. Me resta decir, entonces, que para Violencia sus hijas son
agentes funcionales al sistema: la psicóloga, porque ayuda a sobrellevar los problemas
a quienes son explotados y a explotar sin culpa a los que son explotadores; la maestra
jardinera, porque adoctrina a los niños para que se adapten mansamente al sistema; a
la socióloga, porque sus encuestas contribuyen con datos a renovar el control13 y, así,
va presentando y atacando a cada una de sus hijas con argumentos que desde una
furia ficcional y satírica, está señalando la sumisión conformista a lo socialmente dado:
el entretenimiento frívolo, la educación funcional al orden vigente, el ocio regulado y la
productividad económica sostenida a base de terapias y analgésicos compensatorios.
13 Las citas sobre el modo en que Violencia se refiere a las profesiones de sus ficcionales hijas están recuperados según
el compilado disponible en el sitio web dedicado al personaje http://www.violencia-rivas.com.ar/ (consultado
10-05-2012).
62 / PUNTO GÉNERO
Mercedes Moglia
BIBLIOGRAFÍA
Landi, Oscar (1992): Devórame otra vez: qué hizo la televisión con la gente: qué hace la
gente con la televisión, Planeta, Buenos Aires.
PUNTO GÉNERO / 63
Violencia Rivas. Análisis de un personaje humorístico: una mujer FURIOSA
Sarlo, B (2001): “Lo cómico y lo inquietante del disfraz sexual”, en Tiempo Presente. Notas
sobre el cambio de una cultura, Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina, pp. 76-78.
Varela, Mirta (2005): “El volumen, lo efímero, lo geométrico”, cap. 5 “Modernización esté-
tica y de las costumbres”, en La televisión criolla, Edhasa, Buenos Aires, pp. 135-143.
Yonnet, Poul (1988): “Rock, pop, punk”, en Juegos, modas y masas, Madrid, Gedisa,
Colección El mamífero parlante, Serie Mayor.
Figura 1: Doña Porota, interpretado por Jorge Luz (recuperado 12-05-2012) fuente
foto video http://youtu.be/QTapD9XIUd4
64 / PUNTO GÉNERO
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 65 - 80
Resumen
En el marco de una investigación que busca trazar los itinerarios de aparición de la identidad
lesbiana en la literatura argentina, el trabajo traza un panorama general de los modos de re-
presentación del lesbianismo y se detiene en las estrategias que se evidencian en cuentos de
Silvina Ocampo a la hora de narrar la emergencia del deseo lésbico.
Algunos cuentos de esta autora enmarcan las historias en los registros confesionales de la
carta o el diario íntimo. Estos géneros menores son propicios para el juego de revelaciones de
pasiones secretas que tienen como protagonistas a mujeres. Me propongo observar cómo la
combinación de silencios y retaceos informativos conforman los secretos del clóset creando
un efecto de invisibilidad de esta identidad.
Abstract
In the framework of a research that seeks to trace the routes of the appearance of the lesbian
identity in Argentine literature this piece of work gives a general overview of the modes of
representation of lesbianism and stops at the strategies that can be seen in Silvina Ocampo’s
stories at the time of narrating the emergence of the lesbian desire.
Some of the tales of this author frame the stories on the records of the confessional letter or diary.
These minor genres are favourable for the game of revelations of secret passions that have
women as protagonists.
My intention is to observe how the combination of silences and lack of information make up
the secrets of the closet creating an effect of invisibility of this identity.
1 Profesora y Licenciada en Letras, Magister en Sociosemiótica y Dra. en Letras. Docente en la Escuela de Letras,
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Integrante del Programa
de Género del Centro de Estudios Avanzados (UNC) y directora del proyecto de investigación “Multitudes sexuales:
retóricas y ficciones de género y sexualidad en la literatura”. patrih@arnet.com.ar
PUNTO GÉNERO / 65
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
Por eso la lectura trabaja en ese espacio borrado por el texto que crea una zona de
sentidos ambiguos e inciertos que no dan nombre a estas identidades pero sí crean
espacios densos de significados implícitos que las rodean, como veremos en algunos
cuentos de Silvina Ocampo.
Un deseo confinado al silencio por lo que tiene de revulsivo en tanto cuestiona los
órdenes establecidos y es indiferente a la autoridad machista2. El lesbianismo no se
reduce a una elección sexual sino a un estilo de vida que socava los cimientos de la
heterosexualidad obligatoria3 y disloca los roles y estereotipos genéricos arraigados
por la cultura falocéntrica. Este impulso subversivo4, que cuestiona los mecanismos de
poder y las coerciones sociales extendidas hacia los modos de vida, ha sido siempre
silenciado e invisibilizado por nuestra cultura. De manera que la literatura ha mostrado
2 Monique Wittig, referente del feminismo lesbiano de los años sesenta, en su citado trabajo La mente heterosexual
y otros ensayos, plantea la conocida afirmación “las lesbianas no son mujeres”, justamente porque las lesbianas se
sitúan fuera del sistema de intercambio (hetero)sexual y, según Wittwig, “el signo mujer tiene significado solo en los
sistemas de pensamiento heterosexuales y en los sistemas económicos heterosexuales. Las lesbianas no son mujeres”.
Así, las lesbianas están fuera del dominio de los hombres: “Lo que crea a una mujer es una relación social específica
con un hombre, una relación que hemos llamado en otro lugar esclavitud, una relación que implica obligaciones
personales y físicas además de obligaciones económicas… una relación a la que las lesbianas escapan rehusando ser
o seguir siendo heterosexuales” (Wittig, 2006: 112-13).
3 Adrienne Rich, en Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana, denomina heterosexualidad obligatoria “al
complejo de fuerzas a través de las cuales las mujeres han sido convencidas de que el matrimonio y la orientación sexual
hacia los hombres son inevitables, a pesar de ser componentes insatisfactorios u opresivos de sus vidas” (Rich, 1985: 15).
4 Retratado e historizado en los libros La herejía lesbiana de Sheila Jeffreys y La amante celeste de Rosanna Fiocchetto.
66 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
5 No hablamos de una literatura lesbiana, ni trabajamos sobre escritoras lesbianas, más bien, observamos, en un
campo disperso de textos, su emergencia y recurrencia.
Respecto de las posibilidades de pensar en una literatura lesbiana se puede ver el artículo de Beatriz Suárez
Briones (2008): “A Chloe le gustaba Olivia. Acerca de la identidad y la escritura lesbiana”, en García Rayego y
Sánchez Gómez, Que sus faldas son ciclones. Representación literaria contemporánea del lesbianismo en lengua
inglesa. Barcelona: Egales. En este artículo la autora analiza tres criterios no excluyentes para definir la literatura
lesbiana: la autoría (una escritura lesbiana es la que produce una escritora lesbiana), el tema y la recepción (un
texto lesbiano es el que la lectora lesbiana decide leer como tal).
6 De hecho, la continua invisibilidad habilita la pregunta:¿existen las lesbianas? Es tal la invisibilidad que se
cuestiona la propia existencia. Esta imposibilidad de ver a la lesbiana es paradigmática en el caso policial
Dolores Vázquez-Wanninkhof que analiza Beatriz Gimeno en Gimeno, Beatriz (2008): La construcción de
la lesbiana perversa. Barcelona: Gedisa. En este libro la autora demuestra de qué manera los medios de
comunicación españoles silenciaron la relación lésbica de Vázquez (acusada del crimen de la niña Wanninkhof )
y la madre de la víctima. Pero luego visibilizan la identidad lesbiana de Vázquez para construirla como única
sospechosa y lo hacen mostrando un alto índice de lesbofobia: le atribuyen perversidad, frialdad y ausencia
de emociones. El caso fue resonante en España y concluyó con la condena (basada en pruebas que después
resultaron falsas) a quince años de prisión para Dolores Vázquez. La acusada cumplió diecisiete meses de
prisión, se descubrió y condenó al verdadero asesino y el ministerio de justicia indemnizó a Vázquez por
lo que consideró un “error”. Mediante el análisis del caso, Beatriz Gimeno demuestra cómo la sociedad, la
prensa y la justicia actuaron con enormes prejuicios lesbofóbicos al juzgar y culpabilizar a Dolores Vázquez
que siempre declaró su inocencia.
PUNTO GÉNERO / 67
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
Es que han pasado más de veinte años entre la novela de Molloy y estas más con-
temporáneas y el sujeto amoroso ya no es el mismo: si la protagonista de En breve
cárcel se construye desde un legado más humanista y romántico, los personajes de
El círculo imperfecto y Esto no es amor encarnan un escepticismo ya no transformado
en escritura de la espera, que como la protagonista de la novela de Molloy escribe
para mitigar la distancia a la que la somete su amada, sino un escepticismo vital que
se traduce en el trazado más de itinerarios que de intensidades, de pieles más que de
carnes, de búsquedas incesantes más que de angustiosos encuentros.
Hay que pasar a los textos de Dalia Rosetti, Me encantaría que gustes de mí o Durazno
Reverdeciente, para que la lesbiana se divierta un poco, para que pierda esa carga de
intensidades y, finalmente, se encuentre con su estereotipo. Resulta paradójico que
el encasillamiento la libere pero justamente, desde los bordes de una estética kitsch
y popular emparentada con los códigos de la telenovela, la lesbiana se regocija en su
propia intrascendencia, se libera de todos los mandatos y con una inocencia superflua
se entrega a la aventura.
68 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
Algo parecido ocurre en La prueba de César Aira, publicada en 1992, donde los
anteriores condimentos también están presentes. Mao y Lenin, las protagonistas, son
también dos aventureras adolescentes muy estereotipadas, pero, en este caso, las
lesbianas encarnan una revolución, un acto de amor, creen en algo y luchan por ello,
distintas de la despreocupada vitalidad de los personajes de Rosetti.
Para pensar a la lesbiana en coordenadas políticas hay que volver atrás en este
breve panorama histórico que no se propone la exhaustividad como tarea sino, más
bien, la construcción de una serie de lectura que dé cuenta de ciertos momentos de
emergencia de la lesbiana en la literatura argentina, y recuperar una novela anterior a
En breve cárcel. Se trata de Monte de venus, de Reina Roffé, publicado en 1976 que fue,
ciertamente, la novela que abrió el juego de representaciones futuras de la lesbiana.
En este caso el derrotero amoroso de la protagonista está signado por la marginalidad
social y los sucesos políticos previos al golpe militar del 76. Esta novela, que mostró con
sencilla naturalidad la sexualidad lesbiana asumida como modo de vida, fue censurada
por la dictadura militar y retirada de las librerías. Seguramente por esta desaparición
forzada, que la convirtió en una pieza difícil de hallar en las bibliotecas, su impacto
cultural fue reducido solo al reconocimiento de pocos especialistas que la reconocen
como pionera en el acto de representar esta identidad marginal.
Tal vez para observar con mayor claridad a la lesbiana, ya no aislada en su fuero íntimo
y desentendida de lo social sino inmersa en su tiempo político, hay que detenerse en
el conocido cuento de Rodolfo Fogwill, “La larga risa de todos estos años”, publicado
en 1983, donde no solo se pueden leer los juegos de violencia como mecanismos
constitutivos de la relación amorosa, sino también como metáforas de la violencia
política ejercida por los militares en la dictadura. Al mismo tiempo, los procedimientos
de escritura dan cuenta de un trabajo de ocultamiento y revelación que busca generar
cierta sorpresa en el lector al hacer evidente recién al final la verdadera identidad de
la protagonista.
Si retomamos la línea política de esta serie hay que mencionar dos novelas de
Guillermo Saccomanno, La lengua del malón y 77 donde la lesbiana aparece claramente
politizada. En el contexto del bombardeo a Plaza de Mayo en 1955 y la dictadura del
último gobierno militar, respectivamente, aparecen las lesbianas en tensión con el
peronismo o como guerrilleras de izquierda y, también, nuevamente la práctica de la
escritura. Los personajes de ambas novelas escriben: una lo hará para dislocar la tradición
PUNTO GÉNERO / 69
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
A la presentación de esta serie se le podrían agregar otros textos. Pienso en, por
ejemplo, La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik que aporta toda la pintura de un
imaginario gótico para la figura de la lesbiana: la vida de Erzebeth Bathory, la condesa
que busca rejuvenecer bañándose en la sangre de las doncellas que sacrifica para su
provecho. El vampirismo y la perversidad de Erzebeth escenifican la mácula social
que acompañó la figura de la lesbiana especialmente en el siglo XlX y parte del XX.
Según Beatriz Gimeno los distintos modelos de vampiras aparecen siempre como
depredadoras sexuales. Afirma: “Esta imagen de la lesbiana como depredadora sexual será
una de las más duraderas, omnipresentes y destructivas imágenes del estereotipo lesbiano
en general hasta nuestros días” (Gimeno, 2008: 148).
“El círculo de lesbianas de la Rive gauche parisina funciona como un importante grupo
de apoyo empeñado en crear una autoimagen positiva muy alejada de la imagen
desgraciada y oscura, de enfermedad y dolor con la que la literatura presentaba a la
lesbiana” (Gimeno, 2005: 162-163).
Ambos textos dan cuenta de las distintas modalidades de percepción que produjeron
y construyeron la identidad lesbiana, oscilante entre estos polos de significaciones que
7 “París-Lesbos no se relevaba –dice Moreno–, existía por enriquecimiento, las nuevas generaciones podían toparse
con las viejas: Anais Nin, Gertrude Stein, Alice Toklas, Natalie Barney, Djuna Barnes. Fue durante tres décadas que las
habitantes de París-Lesbos continuaron abriendo salones, fundando editoras o librerías para ofrecerse como bacantes
a las artes y a las letras”. Moreno, María (2000). “El affair Skeffington” en Brizuela, Leopoldo (Comp.), Historia de un
deseo, el erotismo homosexual en 28 relatos argentinos contemporáneos. Buenos Aires: Planeta.
70 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
Como señala Baczko, “Los imaginarios sociales son referencias específicas en el vasto
sistema simbólico que produce toda colectividad y a través de la cual ella se percibe, se
divide y elabora sus finalidades“ (1991: 28). De este modo los estereotipos que expresan
la identidad lesbiana dan cuenta del imaginario social que distribuye roles y posiciones
sociales, expresa e impone ciertas creencias comunes y designa identidades marcando
los territorios y fronteras de esta.
8 Dice Moreno: “El safismo era una voluptuosidad social que aún no promovía lazos de afiliadas…las anandrines bebían
curaco con hielo, comían lonjas de pescado crudo arrollados en varitas de marfil y se escribían entre ellas libros horribles
y encantadores, salpicados de baudelarismo sombrío, chinerías a lo Pierre loti y apotegmas de boulevard. Renée Vivien,
la soberana, era una poetisa inglesa que con sus ojeras profundas, su cuerpo sin densidad y sus abismos de opereta
parecía una precursora de los darks” (Moreno, 2000: 145)
PUNTO GÉNERO / 71
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
De manera que allí donde el texto crea ambigüedad, la lectura apela a las conven-
ciones genéricas para dotar de sentido a un relato que intenta sustraerse a los moldes
prefijados y provocar cierto extrañamiento.
Hay otro cuento de Ocampo que también es una carta y que igualmente se inicia
con el escamoteo de las marcas genéricas pero que hacia el centro del relato carac-
teriza como femeninas a ambas protagonistas. Es en este texto en el que intentamos
leer las huellas de una pasión más explícita entre mujeres. Se trata de “Carta perdida
en un cajón”, otro relato de La Furia en el que en el marco de la escritura epistolar una
enunciadora desbordada expresa sus sentimientos hacia su destinataria. A propósito
del registro de esta carta Matilde Sánchez expresa “Quien lea ‘Carta perdida en un cajón’
se preguntará qué cosa es el sentimiento amoroso, cuando su contrario, el odio, requiere
el mismo estilo” (Sánchez, 1991: 17) Justamente aquí el desprecio se manifiesta con un
énfasis desmedido que se muestra como la otra cara de la pasión amorosa. Es el relato
de un interrogatorio obsesivo que, si bien a veces adopta un estilo directo, no pierde
su carácter retórico: aquella pregunta sin destino, como es siempre la pregunta del
reclamo, sin respuesta, que no necesita una voz ajena a sí misma: “¿Cuánto tiempo hace
que no pienso en otra cosa que en ti, imbécil, que te intercalas entre las líneas del libro que
leo, dentro de la música que oigo, en el interior de los objetos que miro?” (Ocampo, 1991: 35).
72 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
La carta evoca al otro, recuerda con una mezcla de placer y odio a su destinataria
en todas sus formas, mostrando en ese detallismo un deleite sinuoso que se viste de
desprecio:
Más adelante se devela que la destinataria de esta carta es Alba Cristian, una com-
pañera del colegio y el relato se detiene en narrar los sentimientos de celos que sufría
la narradora ante la intromisión de otro personaje:
“… Maxima Parisi te enseñó unas tarjetas postales que no quiso enseñarme a mí y que
al final de la tarde, comiendo un helado de frambuesa, se recostó sobre tu hombro en
el ómnibus que nos llevó de vuelta al colegio. En aquella intimidad que me excluía,
sentí la amenaza de otras desventuras” (Ocampo, 1991: 36).
“Ningún amante habrá pensado tanto en su amada como yo en ti. Recuerdo siempre
tus manos levemente rojas, y la piel de tus brazos oscura en los pliegues del codo o
en el cuello como arena húmeda ¿Será suciedad?, pienso, esperando con un defecto
nuevo lograr la destrucción de tu ser tan despreciable” (Ocampo, 1991: 35).
PUNTO GÉNERO / 73
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
mismo. En este caso no aparece una interioridad dominada en su posesión (no hay
un orden ni disciplina “burguesa” que intente asir “el adentro” y devorarlo), sino como
espacio de visibilidad que ocupa y dirige la mirada de este confeso. Un régimen de
percepción que en la imposibilidad de la alteridad construye una intimidad que se
redobla como “alterada”, como desconfiada en la apropiación y distanciada en el interior
de ese desgobierno de mundo.
Al mismo tiempo, como señala Nora Bouvet en La escritura epistolar, “lo epistolar
articula dos dimensiones: la ilusión de un acercamiento (una presencia) y la realidad de
una separación (una ausencia)…” (Bouvet, 2006: 66). Así, en el texto de Ocampo se
tematiza la presencia en el sentido de que el otro es convocado por medio de un
relato repetitivo pero esta presencia narrativa no deja de exhibir una ausencia. En
tanto es esta ausencia, como indica Bouvet, “el principio activo de la relación epistolar
que impulsa sus estrategias enunciativas y condiciona las determinaciones estilísticas”
(Bouvet, 2006: 68).
Este cuento propone al lector un espacio de intrusión en este diálogo pasional, casi
como si se le concediese ser parte de un secreto, ese secreto que ni la propia involu-
crada y destinataria sabe. De manera que la lectura actualiza ese secreto escondido en
un cajón que muestra la posición ambigua del enunciador respecto de lo que revela.
Por un lado, el secreto es inherente a la enunciación epistolar en tanto determina
específicamente su destinatario; por el otro, al ser fijado por escrito, el secreto se abre
a la lectura, se objetiva, se muestra. Pero aquí la carta no llega a destino por lo que
el secreto se mantiene para el destinatario pero no para los lectores del cuento que
ocupan el lugar de la indiscreción. En efecto, el lector de este cuento ocupa el espacio
de quien se entromete en la correspondencia ajena porque la comunicación se ha
desviado, no ha llegado a destino.
74 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
Este enunciado íntimo parece decir dos verdades y estas son contradictorias.
Desprovista de cordura, la narración genera una ambigüedad que socava la esencia
misma de la confesión: su estatuto verídico. Finalmente, no queda claro si esta confe-
sión muestra o enmascara.
“Quiero que sepas que debes tu felicidad al ser que más te desdeña y aborrece en el
mundo. Una vez que ese ser que te adorna con su envidia y te embellece con su odio
desaparezca, tu dicha concluirá con mi vida y la terminación de esta carta. Entonces
te internarás en un jardín semejante al del colegio que era nuestra prisión, un jardín
engañoso, cuidado por dos estatuas, que tienen dos globos de luz en las manos, para
alumbrar tu soledad inextinguible” (Ocampo, 1991: 38).
Ahora, ¿qué clase de dominio ejerce este desvariado –en tanto reversible– sobre
su palabra? Un dominio alterado o lo que es mejor, un falso dominio: el confeso juega
en una tensión de fuerzas con su objeto “ el sí mismo” y simula un gobierno de sí que
se revela ausente.
9 “…la ambivalencia de los sentimientos permite una especie de reversibilidad entre la agresión y la culpabilidad…”
Fuentes, Pablo (1988): “El relato paranoico”, en Revista Crisis Nº 59, abril, p. 39.
10 “El buen sentido es la afirmación de que, en todas las cosas, hay un sentido determinable; pero la paradoja es la afirmación
de los dos sentidos a la vez”. Deleuze, Gilles (1989): Lógica del sentido. Buenos Aires: Paidós, p. 25.
PUNTO GÉNERO / 75
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
Si el registro singular que una voz puede tomar para sí: aquel tono sobre el que
gusta asentarse, definirse, diferenciarse y sobre el que esa voz despliega sus derechos
de pertenencia y sus dominios de posesión. Si, en definitiva, esa voz es la del confeso
y si ese “tono” que la distingue no es sino aquel que se regodea al hacer del “sí mismo”
su objeto de discurso. Entonces, podemos hablar de una lengua íntima en la narrativa
ocampiana en tanto hemos descrito un gesto de apropiación de una escritura íntima,
de una voz que marca sus límites y centro: el yo12.
Pero ¿cuál es esa modalidad diferencial, específica y estratégica de la voz que ins-
taura el enunciado íntimo? Es la palabra vulnerada, decimos. Esa palabra que secuestra
para sí el valor de una voz que se quiere transparente en tanto no puede establecer
un orden de reservas.
Su único valor para intercambiar es su voz íntima: su secreto. Por eso, para el confeso
ocampiano, pierde importancia su verdad revelada frente al placer que le provoca el
saber que es el único capaz de pronunciarla. Más que una verdad, el confeso tiene
un secreto guardado en un cajón y el lector es quien lo conoce; el confeso descubre,
se (des)cubre para los otros (en la medida en que pretende una adhesión pasional
cómplice), pero especialmente para sí.
Pero la palabra vulnerada es también una máscara, una estrategia, porque también
esta palabra es vulnerante: se debate entre un reconocimiento y la agresión, pretende
intimidar. Es íntima e intimidatoria.
11 Recordemos que es bajo el sentido de verdad reversible que debe entenderse el término “propietario”. El confeso
no es aquí un “dueño de sí”, sino un distanciado (en tanto establece un régimen de percepción) de una intimidad
que resulta desgobernada.
12 Dice Pezzoni: “…en esta compleja trama de los entre sí, lo buscado es el conocimiento de sí. Los relatos, los poemas de
Silvina Ocampo avanzan impulsados por el empeño de situar, sitiar, poseer el propio Yo” (Pezzoni, 1984: 13).
76 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
Esa carta guardada, esa palabra que no llega a destino, parecen crear una suerte
de clóset que torna invisible esta identidad narrativa. La intensidad amorosa es reve-
lada solo al lector bajo la forma de un deseo frustrado y una política de las relaciones
afectivas extrema y desbordada que, finalmente, solo muestran una palabra vulnerada.
“En aquel tiempo ninguna mujer se vestía de hombre. Era triste sentir esa congoja,
pagar de ese modo por su vida licenciosa y desbordante, que tanto había llamado la
atención del mundo que la rodeaba. Vestirse de hombre era un acto heroico en esos
tiempos. ¿De dónde sacaría fuerzas para seguir vestida como lo estaba, sin revelar a
nadie su sexo?” (Ocampo, 2006: 120).
La protagonista, que siempre se vestía de varón, conoce a Tióbula que está emba-
razada y ambas son objetos de la malicia del pueblo: “En el pueblo, cuando Tióbula tuvo
el hijo, se habló maliciosamente, en secreto, culpando a Teodora, quien se sintió agredida
cuando supo que la acusaban de haber violado a Tióbula” (Ocampo, 2006: 122).
Algo similar ocurre en otros textos de Ocampo. Andrea Ostrov lo señala en “Las
vestiduras peligrosas” en donde las vestiduras determinan la categorización de la pro-
tagonista como hombre o mujer y en “El sombrero metamórfico” en donde también
“un sombrero tiene la virtud de transformar a los hombres y mujeres que lo llevan en su
cabeza en mujeres y hombres, respectivamente. Por consiguiente, el género sexual aparece
aquí como efecto del género textil” (Ostrov, 2004: 34).
Si bien Ocampo parece utilizar las vestiduras como una encarnación de ciertos
moldes prefijados para el género, una obediencia a las normas convencionales, pero
una obediencia desarticulada en tanto el personaje de Teodora se construye desde
ciertas torsiones a estos estereotipos: si bien “cuidó al niño, como si fuera el padre” también
“Adoptó al niño, le tejió la ropa, los pañales…y un precioso muñeco vestido de azul, con olas
dibujadas, que lo hacían dormir de noche con rapidez vertiginosa” (Ocampo, 2006: 122).
PUNTO GÉNERO / 77
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
Otra vez Ocampo trabaja con el desajuste genérico y crea esa zona de indeter-
minación que evita una lectura reguladora que trate de dar inteligibilidad genérica
estable a los cuerpos. Y lo hace por medio de un humor que parece burlarse de una
lectura encasilladora porque, justamente, asombro, perplejidad y desconcierto es lo
que puede provocar este mundo “raro” cuando el horizonte de lectura busca sentidos
fijos y estables, muy lejos de la extrañeza, siempre inquietante y provocadora en sus
falsas certezas, que habitan los personajes ocampianos.
BIBLIOGRAFÍA
Fogwill, Rodolfo (1983): “La larga risa de todos estos años”, en Ejércitos imaginarios,
Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
Foucault, Michel (1989): “La escritura de sí”, en Abraham, Tomás, Los senderos de Foucault.
Buenos Aires: Nueva Visión.
Fuentes, Pablo (1988): “El relato paranoico”, en Revista Crisis, número 59, abril, pp. 37-39.
Gimeno, Beatriz (2005): Historia y análisis político del lesbianismo. Barcelona: Gedisa.
78 / PUNTO GÉNERO
Patricia Rotger
Moreno, María (2000): “El affair Skeffington”, en Brizuela, Leopoldo (Comp.), Historia de
un deseo, el erotismo homosexual en 28 relatos argentinos contemporáneos. Buenos
Aires: Planeta.
Ocampo, Silvina (1991): Las reglas del secreto. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Ocampo, Silvina (2006): Las repeticiones y otros relatos inéditos. Buenos Aires: Sudamericana.
Ostrov, Andrea (2004): El género al biés. Cuerpo, género y escritura en cinco narradoras
latinoamericanas, Córdoba: Alción Editora.
Pizarnik, Alejandra (2005): “La condesa sangrienta”, en Pizarnik, A., Prosa completa.
Buenos Aires: Lumen.
Rosetti, Dalia (2006): Me encantaría que gustes de mí, Buenos Aires: Mansalva.
Sánchez, Matilde (1991): “Prólogo” a Las reglas del secreto. Buenos aires: Fondo de Cultura
Económica.
PUNTO GÉNERO / 79
Secretos y confesiones: lectura de pasiones lésbicas en la literatura argentina y en una obra particular…
80 / PUNTO GÉNERO
TEMA II
identidades y
CUERPOS
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 83 - 97
Resumen
El siguiente artículo analiza dos experiencias de gran impacto en la formación docente en edu-
cación sexual en la provincia de Córdoba, Argentina. Tales experiencias se sitúan en los albores
del proceso de implementación habilitado por la sanción de la ley nacional de educación sexual
integral (26.150) y contribuyen en la delimitación de aquello que aparece configurado como
un terreno pedagógico emergente.
El análisis propuesto se posiciona en una perspectiva sociosemiótica para indagar las opera-
ciones discursivas que configuran estos dispositivos en un campo temático trazado con los
aportes de los estudios de género y sexualidades. En consecuencia, el artículo avanza en un
análisis sociosemiótico que contribuye a la comprensión y crítica de los primeros procesos de
formación docente en educación sexual.
Abstract
The following article discusses two high-impact experiences in teacher training in sex education
in the province of Cordoba, Argentina. Such experiences are at the dawn of the implementation
process enabled by the passage of the national law of comprehensive sex education (26, 150)
and contribute to the definition of that which is configured as an emerging educational field.
The proposed analysis is positioned in a socio-semiotic perspective to investigate the discursive
operations that configure these devices in a subject field path with the contributions of gender
and sexuality studies. Accordingly, the article advances in a socio-semiotic analysis that contrib-
utes to the understanding and criticism of the first processes of teacher training in sex education.
1 Licenciado en Letras modernas por la Universidad Nacional de Córdoba, cursa el Doctorado en Semiótica en el
Centro de Estudios Avanzados de la misma universidad. En el marco del “Programa de Estudios de Género” radi-
cado en el CEA-UNC y como becario de posgrado de CONICET, investiga los dispositivos de formación docente
en educación sexual integral. facundoccardi@gmail.com
PUNTO GÉNERO / 83
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
INTRODUCCIÓN
84 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
Contra esta hipótesis, Foucault explora las formas y los mecanismos que producen
a los sujetos sexuales y que definen el campo de la sexualidad delimitándolo frente
a otras instancias. En este sentido, Foucault analiza la hipótesis represiva como un
componente de la economía de los discursos sobre el sexo que se estructura en la
Modernidad.
De ahí el hecho de que el punto esencial (al menos en primera instancia) no sea saber
si al sexo se le dice sí o no, si se formulan prohibiciones o autorizaciones, si se afirma su
importancia o si se niegan sus efectos, si se castigan o no las palabras que lo designan;
el punto esencial es tomar en consideración el hecho de que se habla de él, quiénes
lo hacen, los lugares y puntos de vista desde donde se habla, las instituciones que a
tal cosa incitan y que almacenan y difunden lo que se dice, en una palabra, el “hecho
discursivo” global, la “puesta en discurso” del sexo (2003: 18-19).
(…) se trata más bien de la producción misma de la sexualidad, a la que no hay que
concebir como una especie dada de naturaleza que el poder intentaría reducir, o
2 Wilhelm Reich (La revolución sexual publicado en 1936 y La irrupción de la moral sexual publicado en 1932) y Herbert
Marcuse (Eros y civilización publicado en 1955) son los autores fundamentales de la corriente freudo-marxista
que ocupó un lugar destacado respecto del campo de investigaciones sobre la sexualidad a partir de la década
del cincuenta del siglo pasado hasta los años setenta.
3 Según esta hipótesis, en las sociedades occidentales precapitalistas habría habido una cierta libertad sexual que
termina con el inicio del proceso de industrialización. De este modo, sería el advenimiento del capitalismo y
ascenso de la burguesía lo que habría establecido un sistema de regulación represiva de la sexualidad.
PUNTO GÉNERO / 85
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
como un dominio oscuro que el saber intentaría, poco a poco, descubrir. Es el nombre
que se puede dar a un dispositivo histórico: no una realidad por debajo en la que se
ejercerían difíciles apresamientos, sino una gran red superficial donde la estimulación
de los cuerpos, la intensificación de los placeres, la incitación al discurso, la formación
de conocimientos, el refuerzo de los controles y las resistencias se encadenan unos
con otros según grandes estrategias de saber y de poder (2003: 129).
No hay que poner el sexo del lado de lo real, y la sexualidad del lado de las ideas
confusas y las ilusiones; la sexualidad es una figura histórica muy real, y ella misma
suscitó, como elemento especulativo requerido por su funcionamiento, la noción de
sexo (Foucault, 2003: 191).
Estas afirmaciones conducen a Butler a sostener que “la categoría de ‘sexo’ es, desde
el comienzo, normativa” (2002: 18), ya que, como hemos visto, constituye para Foucault
un elemento del dispositivo de poder que produce y regula sujetos sexuados. De esta
manera, Butler se apropia de la reflexión de Foucault que sostiene que el sexo “no es
sino un punto ideal vuelto necesario por el dispositivo de sexualidad y su funciona-
miento” (2003: 188) y le otorga al sexo el estatuto normativo de “ideal regulatorio”. Esto
significa que el sexo es, para Butler, una unidad fabricada por las matrices de nuestra
cultura que hacen inteligibles a los individuos.
86 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
En efecto, es por el sexo, punto imaginario fijado por el dispositivo de sexualidad, por
lo que cada cual debe pasar para acceder a su propia inteligibilidad (puesto que es
a la vez el elemento encubierto y el principio productor de sentido), a la totalidad
de su cuerpo (puesto que es una parte real y amenazada de ese cuerpo y constituye
simbólicamente el todo), a su identidad (puesto que une a la fuerza de una pulsión
la singularidad de una historia) (Foucault, 2003: 189).
Tanto en Foucault como en Butler el sexo es la norma, “el ideal regulatorio”, que
inteligibiliza a los sujetos. El sexo es primera marca4 de inteligibilidad, el primer límite
discursivo que condiciona la inteligibilidad del cuerpo en el establecimiento de la
identidad. De este modo, con mayor precisión, Butler concibe al cuerpo como un
continuum que se vuelve discreto en la inteligibilidad cultural en virtud del sexo.
4 El sexo no es la única marca de inteligibilidad, existen otros requerimientos normativos sobre los cuerpos (ver
Butler, 2002).
PUNTO GÉNERO / 87
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
Desde los inicios del debate en el año 2004, uno de los tópicos recurrentes que
circuló en los medios masivos de comunicación ha sido la falta de capacitación de los
docentes para dictar clases de educación sexual. Este enunciado aparecía de manera
recurrente como uno de los argumentos en contra de la sanción de la ley, esgrimido,
en la mayoría de los casos, por los mismos docentes. En esta línea de sentido, a fines de
noviembre del año 2006 la ONG “Jóvenes ciudadanos” publicó en La Voz del Interior los
resultados de un sondeo donde se sostiene que el 60% de los docentes de la ciudad
de Córdoba no se sienten preparados para dictar materias de educación sexual.
Uno de los efectos inmediatos de la sanción de esta ley que obliga a dictar edu-
cación sexual en las escuelas fue la exposición de una carencia de conocimiento. El
enunciado instalado podría sintetizarse del siguiente modo: “los docentes no sabemos,
ni siquiera sabemos qué es lo que tenemos que saber para dictar educación sexual”. En
este contexto, surgen a mediados del 2007 y a principios del 2008 los dos dispositivos
de formación docente que analizamos.
88 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
a la que asistieron más de 14 mil personas. Cabe aclarar que el curso acreditaba 240
horas de acuerdo con el puntaje otorgado por la Red Provincial de Formación Docente
Continua del Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba.
El libro se llama Amor, Sexualidad y Educación y fue publicado en abril de 2008 por
la psicopedagoga Liliana González. La publicación constituyó un verdadero éxito edi-
torial. Factor que fue promovido por una serie de presentaciones de gran concurrencia
tanto en la ciudad de Córdoba como en el interior de la provincia. La autora presenta
una trayectoria como columnista especializada en educación en medios regionales
de comunicación masiva y ha publicado varios libros de divulgación en el área de la
psicopedagogía.
Consideramos que tanto los fascículos que componen el material del postítulo
como el libro constituyen un espacio privilegiado para el análisis de las líneas de
sentido fundamentales que atraviesan la configuración de la sexualidad en el campo
educativo, ya que en su circulación masiva se evidencia la repetición de los elementos
de la hegemonía discursiva que regula la sexualidad contemporánea. Estas propuestas
diagramadas con la premura de lo novedoso y la urgencia del mercado condensan
ciertos núcleos de sentido que necesariamente deben ser analizados en un abordaje
crítico que procure desmontar y problematizar los discursos de la educación sexual
que circulan en el campo de la formación docente.
El primer artículo del primer fascículo del curso de educación sexual se titula
“Educación sexual, el desafío de la hora” (CEES, 1: 2)5. Aquí, la sanción de la ley de edu-
cación sexual es configurada con los relieves de un acontecimiento que instaura un
nuevo tiempo: el tiempo de la educación sexual. La operación de nominación reúne
a las prácticas de transmisión de valores, actitudes y mensajes vinculados a lo sexual
bajo el nombre de socialización sexual. Se trata de prácticas ubicadas en un tiempo
anterior a la sanción de la ley y en un espacio que excede la institución escolar. La
marca fundamental que la distingue de la educación sexual es la ausencia de “método”
y “aspiración de cambios” (CEES, 1: 2). De esta manera, la educación sexual nace en el
ahora de la ley y presenta como marcas diacríticas “la intencionalidad educativa” y la
“estrategia didáctica (…) previamente establecida” (CEES, 1: 2).
5 CEES refiere al nombre del curso Cómo Enseñar Educación Sexual, el primer número indica el número de fascículo
y el número siguiente indica el número de página.
6 La educación sexual como práctica sistemática e intencional no tiene su punto de origen en la sanción de la
ley, sino que existen numerosas experiencias tanto en escuelas públicas como privadas de la Argentina que se
vienen realizando desde hace años (Cfr. Wainerman, Di Virgilio y Chami, 2008).
PUNTO GÉNERO / 89
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
La misión que se proyecta a partir de este primer capítulo del curso “Cómo enseñar
educación sexual” es compleja, pero no impracticable. El desafío es pilotear las
dificultades que sobrevengan y abogar para que la escuela mude su traje de testigo
y asuma una actitud de activo protagonismo, sostenida en el tiempo, en el adiestra-
miento de la sexualidad, enmarcada en la educación para la salud y en una adecuada
calidad de vida (CEES, 1: 2).
Cuando el niño llega a la escuela, lo fundante ya está escrito y las clases de educa-
ción sexual no podrán, o podrán poco, contra el lugar que desde la escena familiar
se le haya dado al amor, al sexo y a la condición de ser hombre o mujer (González,
2008: 111).
90 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
PUNTO GÉNERO / 91
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
La imagen que ilustra la tapa del primer fascículo del curso (CEES, 1: 1) presenta una
suerte de estado de situación. Bajo el título “Un desafío necesario y urgente”, el dibujo
representa una escena áulica: un alumno le entrega a su compañera un sobre rojo, y
el movimiento es atentamente observado por la maestra y otro alumno. La tonalidad
del dibujo coloca el énfasis en el sobre rojo que ocupa el centro de la escena. El rojo
aparece en este contexto como el color del amor, la pasión, pero también como el color
del peligro. Este último sentido es reforzado por el título y la mirada alerta de la docente.
Nos interesa marcar que los personajes de la escena presentan rasgos corporales (largo
del cabello, rasgos faciales, etc.) que operan como indicadores de identidad sexual en el
marco del binomio masculino/femenino sin dejar lugar a la ambigüedad o indecisión.
El peligro de la sexualidad de los niños y las niñas es un lugar recurrente del discurso
social. A primera vista, la escena del traspaso del sobre podría representar una situa-
ción lúdica de afectividad infantil, pero la disposición de las miradas, la composición
cromática de la escena y el título que la enmarca colocan el acento en el peligro. El
sobre rojo reúne los sentidos de la sexualidad codificada por la matriz heterosexual,
trazando una relación intrageneracional de sujetos sexualmente diferenciados que
ocurre en un plano heterogéneo respecto de la relación pedagógica docente-alumnos/
as. Por su parte, la urgencia indica un mandato: es necesario intervenir sobre el flujo de
sexualidad que circula entre los niños y las niñas antes de que suceda algo malo. Este
imperativo es intensificado por el reloj de la diferencia sexual que señala un tiempo
actual de creciente voracidad sexual en contraste con la mesura del pasado.
El segundo fascículo se titula “Intimidad de los órganos sexuales”. La imagen que ilustra
la primera página está compuesta por dos cuerpos semidesnudos, uno femenino y otro
masculino, que cruzan las miradas observando las diferencias genitales. “El encanto de lo
distinto” es el título que enmarca la imagen e inmediatamente dice: “Hombres y mujeres
compartimos órganos y sistemas en los que priman las similitudes, pero las diferencias
son la sal del encuentro entre los sexos” (CEES, 2: 2). El siguiente artículo, ilustrado con
chupetes rosas y azules, se titula “De dónde provienen las diferencias” y continúa:
92 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
El tercer fascículo se llama “Cómo funciona el encuentro sexual” y está ilustrado con
un dibujo de dos personajes, uno femenino y otro masculino, que se besan en la boca
con los ojos cerrados fundiendo sus rostros. Al interior del fascículo, otra ilustración
presenta dos piezas de un rompecabezas dispuestas para ser encastradas: una es color
rosa y la otra es celeste (CEES, 3: 2). Debajo de la imagen, el título dice: “Conocernos,
el mejor camino”, y continúa: “Si cada uno supiera un poco sobre la respuesta sexual
de otro, es posible que muchos sinsabores se hubieran ahorrado en la historia de las
parejas” (CEES, 3: 3). Cabe aclarar que “uno” y “otro” significa “hombre” y “mujer”, ya que
lo que sigue inmediatamente (CEES, 3: 4-5) es una exposición de la fisiología del acto
(hétero)sexual desarrollado por Master y Johnson.
PUNTO GÉNERO / 93
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
El curso prosigue fascículo tras fascículo con una galería de configuraciones sig-
nificantes que refuerzan y naturalizan la heteronormatividad de la cultura escolar
hegemónica7. Los límites del artículo no nos permiten continuar, en este punto, con
el recorrido.
En el libro Amor, Sexualidad y Educación no hay imágenes, pero las palabras alcan-
zan para delimitar qué identidades sexuales son consideradas legítimas, dignas de ser
encarnadas y de constituir modelos de vida.
Sin embargo, cada hijo es único e irrepetible y, por lo tanto, es posible que sus
comportamientos tiendan a escapar de los modelos de masculinidad y feminidad de
la cultura heterosexual hegemónica. En estos casos, la enunciadora aconseja:
Lo más sano es abandonar estereotipos y prejuicios, para poder conectarse con cada
hijo en particular, más allá de su sexo, aceptando sus particularidades (González,
2008: 113).
Que Florencia trepe árboles o patee pelotas no la hará menos mujer si tiene padres
que la deseen nena, la miren como nena y estimulen la feminidad aceptando su
modo particular de ser (González, 2008: 113).
En este discurso “ir más allá del sexo” y “aceptar las particularidades de cada niño” no
parece entrar en contradicción con “la estimulación de la femineidad”. Esto se explica
porque si bien hay diferencias, no hay diferencia que caiga afuera de la diferencia sexual.
7 La presencia de otras identidades sexuales tiene lugar en un solo fascículo, ya nos detendremos en este punto.
94 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
y conductas que presentan los sujetos son codificados por una grilla que divide lo
masculino de lo femenino, cada uno anclado a una anatomía unívocamente sexuada, y
gobernado por un sentido de atracción recíproca. En este esquema, ninguna diferencia
excede o cuestiona la diferencia heterosexual, ya que el estatuto de su existencia no
justifica detenerse en ella. De acuerdo con esta lógica, ante la pregunta: “¿qué es un
travesti?”, la enunciadora recomienda que la respuesta sea clara y concisa: “podemos
contestar que es alguien que le gusta disfrazarse de mujer sin hacer referencia a des-
viaciones o perversiones” (González, 2008: 109).
El curso destina un fascículo completo para incluir las identidades sexuales que
son excluidas del resto de los fascículos. Se titula “la condición homosexual”, pero en
su interior bajo el subtítulo “Diferentes tipos” se despliega un glosario que enumera:
“homosexual varón”, “homosexual mujer”, “bisexual”, “locas”, “chongo”, “travestis” y “tran-
sexual” (CEES, 12: 3).
La tapa del fascículo (CEES, 12: 1) está ilustrada con un dibujo que representa la
escena de una ducha perteneciente a un vestuario masculino colectivo. La imagen
muestra los torsos desnudos, uno de medio perfil y el otro de espaldas, de dos persona-
jes masculinos rodeados de una masa de vapor que los cubre de la cintura para abajo.
Uno de los personajes se frota la cabeza con champú y el otro se enjabona la espalda.
Esta imagen presenta algunos rasgos que la diferencia del resto de las tapa de
los fascículos: es la única tapa que muestra cuerpos desnudos, la forma y volumen
anatómico corresponde a cuerpos más desarrollados que en el resto de las imáge-
nes, y el escenario no podría incluirse, como en los otros casos, en una situación de
la vida cotidiana de las escuelas argentinas. En este sentido, en todo el fascículo no
hay ninguna imagen que refiera a espacios escolares. El desplazamiento en el plano
de las imágenes de “la condición homosexual” hacia afuera de la escuela tiene como
correlato la delimitación desde una perspectiva evolutiva de la edad de la “adquisición
de la identidad homosexual”:
PUNTO GÉNERO / 95
Educación de la diferencia sexual. Acerca de lo que se dice que hay que enseñar a la hora de dictar educación sexual…
caracteriza al resto del curso. De esta manera, “la condición homosexual” es configurada
como una zona liminar y exótica en el conjunto textual y, paralelamente, es emplazada,
mediante un extraño argumento evolutivo, en la frontera de lo escolar.
4. CONCLUSIÓN
A lo largo de ambas propuestas, hemos visto, por un lado, las diferentes aristas
de la construcción de un problema, y, por el otro, la formulación de una respuesta
tranquilizadora que reproduce, en ambos casos, la perspectiva heterocentrada de
la cultura escolar hegemónica. Consideramos que estos dispositivos pedagógicos
constituyen puntos de condensación de las líneas hegemónicas de la sexualidad.
Tal como hemos visto, estas prácticas discursivas funcionan en el marco de la matriz
de inteligibilidad cultural que produce sujetos sexuados, generizados y deseantes
prescribiendo una relación causal y coherente entre sexo, género, práctica sexual
y deseo. Una matriz codificada por la heterosexualidad que fija el sentido de cada
uno de estos términos y establece los límites de las posibilidades de cada identi-
dad en un sistema binario de opuestos (Cfr. Butler, 2001: 38-67). De este modo, el
funcionamiento de las propuestas pedagógicas analizadas debe ser pensado en el
marco de la reproducción de leyes culturales que instituyen y regulan la sexualidad
permitiendo y produciendo la inteligibilidad de aquellas identidades coherentes,
continuas y estables, y expulsando al oscuro terreno de la ininteligibilidad a todo
aquello que no cumpla con esas normas.
5. MATERIALES
AA. VV. (2007): “Cómo enseñar educación sexual”, en La voz del interior, junio-septiembre.
6. BIBLIOGRAFÍA
96 / PUNTO GÉNERO
Facundo Boccardi
Wainerman, C.; Di Virgilio M.; Chami, N. (2008): La escuela y la educación sexual. Buenos
Aires, Manantial.
PUNTO GÉNERO / 97
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 99 - 121
Resumen
Este artículo propone analizar la disputa cultural actual, consistente en dar sentido a la reali-
dad social sobre el uso del cuerpo. Dos propuestas societales se han expresado al respecto
en Argentina y han situado al cuerpo, la sexualidad, la pareja y la familia en el centro del
pleito. Para su descripción se propone en una primera aproximación identificar el contexto
histórico que define el semblante de uno de los actores de esta disputa: el fundamentalismo
neoconservador. En una etapa ulterior, describir los procesos de afianzamiento de dicho actor
y la madurez de sus planteos, para luego concluir con un examen de la lógica articuladora y
el avance político de sus propuestas en la Argentina. Para ejemplificar estas construcciones
se tomará el proceso de desarrollo de la Ley de Educación Sexual Integral y la aprobación de
los Lineamientos Curriculares de Educación Sexual Integral y los prolegómenos alrededor de
la Ley de Matrimonio Igualitario, donde se definieron nítidamente las fronteras imaginarias
de feministas, laicas/os, liberales y progresistas, por un lado, y las/os neoconservadoras/es y
fundamentalistas religiosas/os, por el otro.
Abstract
This article aims to analyze the current cultural dispute, consisting of making sense of social
reality on the use of the body. Societal Two proposals have been expressed about it in Argentina
and have located the body, sexuality, the couple and the family at the center of the lawsuit.
For description is proposed as a first approximation to identify the historical context that de-
fines the face of one of the actors in this dispute: neoconservative fundamentalism. At a later
1 Licenciado en Sociología, en la Universidad de Buenos Aires. Profesor de Artes Visuales egresado del Profesorado
de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón de Buenos Aires. Rector del Centro de Capacitación Técnico Profesional de
la Asociación Civil Eirene Armonía Plena de Argentina. rodriguezgaley@gmail.com
PUNTO GÉNERO / 99
El cuerpo como campo de litigio religioso y político
stage, describing the processes of consolidation of the actor and the maturity of its proposals,
and conclude with a discussion of the logical articulation and political advancement of their
proposals in Argentina. To illustrate these constructions will take the process of development
of Comprehensive Sex Education Act and the approval of the Curriculum Guidelines for
Comprehensive Sexuality Education and the run around the Equal Marriage Act, which defined
distinctly feminist imaginary borders, lay, liberals and progressives, on the one hand, and the
neoconservative and religious fundamentalists, on the other.
I. INTRODUCCIÓN
Para tal fin, se explora la actuación en los debates de estas dos leyes de una actora
social muy mediática representando al fundamentalismo neoconservador argentino:
la diputada Cynthia Hotton. En este rastreo genealógico se demostrará su inserción
en política y las alianzas con partidos denominados de derecha representativos de la
reacción neoconservadora. La elección de esta diputada es sostenida además por su
pública pertenencia a la religión evangélica con estrechos lazos con el fundamentalismo
protestante estadounidense y en alianza con la ortodoxia católica romana, principal
soporte ideológico del neoconservadurismo argentino.
Durante gran parte del siglo XX, la religión y la política caminaron más separadas
que nunca en la Historia. Sin embargo, en un definido momento de sus décadas
finales se produjo una llamativa subversión. La política y la religión volvieron a unirse
con una pujanza recordando momentos históricos pretéritos. Alianzas estratégicas
entre religión y política pueden manifestarse de diversas maneras, como sucede ac-
tualmente en las sociedades iberoamericanas y en otras regiones, en especial en las
sociedades monoteístas.
“Hacia 1975… un nuevo discurso religioso toma forma, no para adaptarse a los valores
seculares sino para devolver el fundamento sacro a la organización de la sociedad,
cambiándola si es necesario. Este discurso, a través de sus múltiples expresiones,
propone la superación de una modernidad fallida a la que atribuye los fracasos y las
frustraciones provenientes del alejamiento de Dios… En quince años este fenómeno
ha adquirido dimensión universal” (Kepel, 1991: 14).
Sin embargo, hay dos cuestiones que destacan la dificultad de utilizar ese modelo
en el contexto sexualidad-política posterior a la Segunda Guerra Mundial.
2 Entre 1953 y 1954 el senador republicano estadounidense Joseph McCarthy encabezó una cruzada anticomunista
en Washington, con audiencias a puertas cerradas en el Senado que quedaron grabadas a fuego por el terror
inquisitorial. En una verdadera caza de brujas en la que muchos intelectuales de izquierda vieron desmoronarse
sus carreras y en muchos casos sus vidas, McCarthy juzgó a alrededor de 500 sospechosos de ser activistas del
comunismo en plena Guerra Fría. Los interrogatorios incluyeron a funcionarios públicos, artistas, escritores,
intelectuales, empleados de banco y secretarios.
“el sexo, por el contrario es el elemento más especulativo, más ideal y también más
interior en un dispositivo de sexualidad que el poder organiza en su apoderamiento
de los cuerpos, su materialidad, sus fuerzas y sus placeres” (Foucault, 1992: 188).
Según Foucault (1992), no se debe concebir la sexualidad como una cuestión privada,
íntima y natural, sino que es totalmente construida por la cultura hegemónica, es el
corolario de una tecnología del sexo, definida como un conjunto “de nuevas técnicas
para maximizar la vida” (Foucault, 1992: 188), extendida y propagada por la burguesía a
partir del siglo XVIII con el objetivo de garantizar la durabilidad de clase y el amparo de
su poder. Entre esas tecnologías del sexo engloba Foucault los discursos religiosos, las
prácticas legales, el discurso científico o médico, etc., en definitiva, una serie de prácticas
discursivas, narrativas, prescriptivas o prohibitivas. Para la exploración foucaultiana las
prohibiciones y las prescripciones o definiciones referentes a la conducta sexual no
solo vedan o reprimen la sexualidad, sino que la engendran.
Pues bien, Teresa de Lauretis (2000) habla de tecnología del género, razonando que
el género, al igual que la sexualidad, no es una expresión natural del sexo o la formula-
ción de características específicas de los cuerpos sexuados en masculino o femenino,
sino que los cuerpos se asemejan a una superficie a esculpir, según los modelos y
representaciones de masculinidad y feminidad divulgadas por las formas culturales
hegemónicas de cada sociedad según las épocas. Entre las prácticas discursivas pre-
ponderantes que actúan como tecnología del género, la autora incluye el sistema
educativo, los discursos institucionales, prácticas de la vida cotidiana, la producción
cinematográfica, los medios de comunicación, los discursos literarios, históricos, etc.
Todas las instrucciones o prácticas que se utilizan en la praxis y la cultura dominante
para rotular, especificar, tallar o representar lo femenino o masculino, organizan así que
Por su parte, De Lauretis realiza una deconstrucción del lazo entre género y diferencia
sexual del sistema sexo-género, dando un paso más hacia la deconstrucción del sujeto
moderno, para poder pensar un sujeto no unificado y contradictorio, constituido en el
género y en la experiencia de relaciones raciales y de clase (Lauretis, 1989: 8).
Cusset enumera los casos biográficos de sus ideólogos así como Norman Podhoretz
(2004) o Irving Kristol (1983), experimentando una conversión operada en el contexto
de la Guerra Fría, lo que confiere a este movimiento de cierta dosis sediciosa. Pero como
núcleo duro, más que como reacción ante los devaneos libertarios, el neoconservaduris-
mo se gesta como tendencia anticomunista. Daniel Bell (1976), con aires premonitorios,
declara en la década de los cincuenta lo que será el eslogan del posmodernismo: “el
fin de las ideologías”, según Fukuyama (2002), siendo una versión degradada de tal
diagnóstico, pues Bell (1992) con cierta lucidez describe el agotamiento del ímpetu
utópico y la obsolescencia de la emoción como factores de la acción política, así como
la convergencia político-funcional que la industrialización supone. No obstante, los
sesenta y su impronta agitadora al incorporar una vertiente contracultural, será la que
explique el rasgo moralizante que caracteriza al neoconservadurismo, así como su
vuelta a la religión.
3 “La afinidad electiva es el proceso por el cual dos formas culturales, religiosas, intelectuales, políticas, económicas,
entran, a partir de ciertas analogías significativas, en un parentesco íntimo o afinidad de sentido, en una relación
de atracción e influencia recíproca, elección mutua, convergencia activa y reforzamiento mutuo” (Lowy, 1999: 33).
y religión es lo que permite desarrollar una ideología moral y religiosa del capitalismo
que coadyuva a investirlo de legitimidad social y cultural.
En primer lugar, la certeza que Dios y la fe cristiana deben ser actores esenciales de
la vida pública, cuyo objetivo principal es la de recristianizar a la sociedad. La táctica es
penetrando en todas las esferas y ámbitos posibles los valores tradicionales burgue-
ses, así como la ratificación de la familia nuclear como auténtico modelo de familia;
la rehabilitación de la función tradicional de la mujer como esposa, madre y ama de
casa; la imposición de la enseñanza del creacionismo bíblico; la defensa absoluta y
encarnizada de la vida humana, mediante la prohibición y condena de prácticas sociales
como el aborto y la eutanasia; la impugnación del divorcio, de las relaciones sexuales
y afectivas entre personas del mismo sexo, de la prostitución y del uso de métodos
anticonceptivos, entre otros.
El excepcionalismo (Lipset, 2000) sería la segunda idea fuerza del movimiento teocon.
Por ley natural y voluntad divina una elite social con estrechos lazos eclesiásticos son
los elegidos por Dios para la misión mesiánica de extender por el mundo los valores
cristianos tradicionales por medio de una conversión individual. Veladamente lo que
se imponen son la lógica del mercado capitalista y de una democracia elitista.
La moral económica de los teocon puede verse, en este sentido, como la versión
religiosa de la ética de libre mercado emprendida por el neoliberalismo4: la ética fundada
4 A principios de 1990, tras la caída del muro de Berlín, hacía ya años que el socialismo real como sistema
económico iba siendo progresivamente cuestionado o abandonado. Pero es en aquel momento en que, en
ciertos círculos económicos, se intentó formular un listado de medidas de política económica que constituya
un modelo único para la triunfadora economía capitalista. Este listado serviría especialmente para orientar
a los gobiernos de países en desarrollo y a los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional
y Banco Mundial) a la hora de valorar los avances en materia de ortodoxia económica de los primeros, que
pedían ayuda a los segundos.
organización, Franklin Graham se presenta como “el hijo mayor de Billy, y Ruth Bell
Graham se desempeña como Presidenta y CEO de Samaritan’s Purse y de la Asociación
Evangelística Billy Graham” (Graham, 2010). Siguiendo la línea familiar, de enérgicos
lazos con la derecha política y empresarial norteamericana, Franklin Graham se hizo
mundialmente conocido como asesor espiritual y confidente religioso del presidente
George W. Bush (Graham, 2001).
Julio Cobos volverá a recibir a Luis Palau en su despacho, pero esta vez como
vicepresidente, junto a los diputados nacionales Hugo Acuña (Movimiento Popular
Neuquino), Cynthia Hotton, Christian Gribaudo y Federico Pinedo. Al día siguiente, el
11 de marzo de 2008, se lanzaba el lock out patronal dirigido por la Mesa de Enlace7 y
apadrinado por el Grupo Clarín8.
7 La Mesa de Enlace Agropecuaria es la unión de hecho de las cuatro principales asociaciones nacionales de
empresarios agropecuarios de Argentina: la Sociedad Rural Argentina (SRA), la Federación Agraria Argentina (FAA),
las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y CONINAGRO. Nace el 12 de marzo de 2008 mediante una primera
reunión de emergencia de las entidades que la constituyen con motivo de enfrentarse al establecimiento de las
retenciones móviles a los cultivos de soja, trigo y girasol establecido debido a los millonarios ingresos por renta
diferencial.
8 Grupo de multimedios más grande de Argentina. Conformado oficialmente en el año 1999, engloba entre otros
medios a los diarios Clarín y La Razón, la empresa Artear (que produce y comercializa El Trece de Buenos Aires), la
operadora de televisión por cable Cablevisión y las señales de cable Todo Noticias, TyC Sports, Volver, Magazine,
Canal Rural, Metro, y Quiero música en mi idioma, entre otras, junto con decenas de empresas como editoriales,
emisoras de radio, televisión, productoras de televisión, proveedores de Internet, telecomunicaciones, imprentas
gráficas, correo tradicional y servicios de tercerización.
9 Proyecto del Poder Ejecutivo argentino que establece el régimen de retenciones y crea el Fondo de Redistribución
Social (Ministerio de Economía y Producción, 2008).
10 La Maratón Adidas o la Prueba Aeróbica Edición “Argentina Futura”.
En abril del 2009, Cynthia Hotton lanza su propio espacio político: Valores para mi
país. El lanzamiento contó con el favor de Gabriela Michetti, hasta entonces vicejefa
de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y los diputados de PRO Federico
Pinedo y Paula Bertol (Abrevaya, 2009). El eslogan de su monobloque será “Identidad,
comunidad, solidaridad, honestidad, compromiso, todo eso le vamos a aportar a la política
argentina”. Al finalizar el encuentro, Hotton aseguró que
“el Señor te ayuda a tener un escudo que te defiende, con lo cual el estar en la política
no me ha traído ninguno de todos esos problemas y esas contradicciones que yo
quizás pensaba” (De Angelis, 2010).
La primera táctica que desarrollaron fue el bloqueo del tratamiento del tema. Cuando
su salida se mostró inevitable, lograron que varios gobiernos provinciales tardaran en
adherir al proyecto (Abeijón Sarquis, 2010).
11 “Establécese que todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos
educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y municipal”. Sancionada el 4 de octubre de 2006 y promulgada el 23 de octubre de 2006 (Senado
y Cámara de Diputados, 2006).
Para PRO como para la ACIERA, la enseñanza sexual debería ser una tarea exclusiva
de la familia. Este actor social es el agente educador por excelencia. En oposición a la
idea que desde el nivel inicial debe haber educación sexual, su propuesta declara que
debería impartirse a partir del séptimo grado. Así, el proyecto de PRO se focalizaba a
proponer talleres de formación y orientación para padres y docentes (De Luca, 2007).
La presión ejercida por los neocon argentinos en contra de la ley hizo que Benigno
Blanco, presidente del Foro de la Familia de España13, una ONG líder que convoca a
12 “El Opus Dei es una institución de la Iglesia católica fundada por San Josemaría Escrivá de Balaguer.Su misión consiste
en difundir el mensaje de que el trabajo y las circunstancias ordinarias son ocasión de encuentro con Dios, de servicio
a los demás y de mejora de la sociedad. El Opus Dei colabora con las iglesias locales, ofreciendo medios de formación
cristiana (clases, retiros, atención sacerdotal), dirigidos a personas que desean renovar su vida espiritual y su apostolado”
(Opusdei.org.ar).
13 “El Foro Español de la Familia está constituido jurídicamente desde sus inicios como una asociación de asociaciones
nacida como fruto del acuerdo entre las principales organizaciones españolas relacionadas con la familia para crear
una plataforma civil y no confesional que fuese altavoz e instrumento de presencia social del movimiento asociativo
familiar en España y con proyección internacional. (…) El Foro de la Familia tiene como objetivo fundacional y esta-
tutario defender y hacer presentes en la sociedad española los intereses y valores de la institución familiar y por eso
trabaja para proponer y difundir entre las fuerzas políticas medidas de política familiar; defender el matrimonio como
“La Argentina debe marchar firme hacia la plenitud de los derechos de todos los
ciudadanos, en el marco de la libertad y la democracia” (Vallejos, 2010).
La media sanción de la ley en diputados obtuvo 125 votos a favor, 109 en contra y 3
abstenciones (Cámara de Diputados de la Nación, 2010). Todos los bloques políticos se
vieron atravesados por la ley dejando libertad de acción, habiendo votos positivos aun
dentro de PRO. Entre los votos en contra se encuentran Christian Gribaudo, Gabriela
Michetti, Federico Pinedo y Esteban Bullrich de PRO; Cynthia Hotton del monobloque
Valores para mi país.
La Ley Nº 26.618 que modificó el Código Civil y permite a personas del mismo sexo
a contraer matrimonio fue aprobada en la Cámara de Senadores el 14 de julio de 2010
con 33 votos a favor, 28 en contra y 3 abstenciones (Parlamentario, 2010).
X. CONCLUSIÓN
institución específica de alta eficacia social y merecedora de todo respeto y todo apoyo; defender el derecho de los
padres a educar en libertad a sus hijos; defender la protección de la vida humana como valor inseparable de la
familia” (forofamilia.org).
BIBLIOGRAFÍA
Bell, Daniel (1976): The Cultural Contradictions of Capitalism. New York: Basic Books.
Boff, Leonardo y Muraro, Rose Marie (2004): Femenino y Masculino. Una nueva conciencia
para el encuentro de las diferencias. Madrid: Ed. Trotta.
Caimari, Lila (1994): Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina
(1943-1955). Buenos Aires, Ariel.
Cixous, Helen (2001): La risa de la medusa. Ensayos sobre escritura. Barcelona: Anthropos.
Conferencia Episcopal de Costa Rica (2009): Amor y sexualidad. Costa Rica: Editorial CECOR.
Cusset, François (2005): French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cía. y las mutaciones
de la vida intelectual en Estados Unidos. Barcelona: Editorial Melusina.
D’Emilio, John (1983): Sexual Politics, Sexual Communities: The Making of a Homosexual
Minority in the United States. 1940-1970. Chicago: Chicago University Press.
Di Stéfano, Roberto y Zanatta, Loris (2000): Historia de la Iglesia Argentina. Buenos Aires,
Editorial Mondadori.
Frachón, Alain; Vernet, Daniel (2006): América Mesiánica. Los Orígenes del neoconserva-
durismo y las Guerras del presente. Madrid: Paidós.
Gil Calvo, Enrique (2003): El miedo es el mensaje: riesgo, incertidumbre y medios de co-
municación. Madrid: Alianza.
Haraway, Donna (2000): How Like A Leaf. An Interview with Thryza Nichols Goodeve. Nueva
York: Routldege.
Gilles Kepel (1991): La Revancha de Dios. Madrid: Ed. Anaya y Mario Muchnik, Madrid.
---------- (1983): Reflections of a Neoconservative: Looking Back, Looking Ahead. New York
Basic Books cop.
Lauretis, Teresa de (1989): Technologies of Gender. Essays on Theory, Film and Fiction.
London: Macmillan Press.
---------- (2000): Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo. Madrid: Horas
y Horas.
Lowy, Michael (1999): La guerra de los dioses. Religión y política en América latina. México:
Siglo XXI.
O’Connor, James (1972): The Fiscal Crisis of the State. New York: St. Martin’s.
Podhoretz, Norman y Jeffers, Thomas (ed.) (2004): The Norman Podhoretz Reader. A
Selections of His Writings from the 1950’s through the 1990’s. New York: Free Press.
Preciado, Beatriz (2007): Biopolítica. Buenos Aires: Ediciones Ají del Pollo.
Wynarczyk, Hilario (2010): Sal y luz a las naciones. Los evangélicos y la política. Buenos
Aires: Siglo XXI.
Fuentes de la WEB
Abeijón Sarquis, María Laura (2011, julio 16): “La necesidad de una ley de educación
sexual”, Perfil, Ciudad Autónoma de Buenos Aires [on line]. Disponible en: http://
www.perfil.com/contenidos/2011/07/16/noticia_0014.html [Recuperado el 21 de
julio de 2011].
Abrevaya, Sebastián (2009, abril 1): “Los políticos de Cristo”, Página 12, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires [on line]. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/
elpais/1-122464-2009-04-01.html [Recuperado el 12 de febrero de 2011].
ACIERA (2004, noviembre 5, 16 y 25): “Educación Sexual” [on line]. Disponible en: www.
aciera.org/declaraciones/educacionsexual.doc [Recuperado el 10 de febrero de 2011].
Azparren, Ana Laura; Jones, Daniel y Polischuk, Luciana (2009, noviembre): “Evangélicos,
política y sexualidad”, en V Jornadas de Jóvenes Investigadores, Instituto Gino
Germani [on line]. Disponible en: http://webiigg.sociales.uba.ar/iigg/jovenes_
investigadores/5jornadasjovenes/EJE5/Voces%20publicas/Jones-Azparren-Polischuk.
pdf [Recuperado el 6 de agosto de 2011].
Cámara de Diputados (2010, agosto 23): “Proyecto de Ley: Dejar sin efecto la resolución
100/2010 de la Secretaría de Comunicaciones de la Nación, que dispone la cadu-
cidad de la licencia de la Empresa Fibertel [on line]. Disponible en: http://www1.
hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=6102-D-2010
[Recuperado el 21 de julio de 2011].
Capriata, Laura (2003, febrero 28): “Un ex funcionario de De la Rúa se postula para go-
bernador”, La Nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires [on line]. Disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/477138-un-ex-funcionario-de-de-la-rua-se-postula-
como-gobernador [recuperado el 20 de julio de 2011].
Graham, Franklin (2001): “Franklin Graham’s sermón president George W. Bush Inaugural
prayer service, January 21, 2001, in Washington, D.C”. [on line]. Disponible en:
http://www.angelfire.com/in/HisName/inauguralsermon.html [Recuperado el 10
de febrero de 2011].
H. Cámara de Diputados de la Nación (2010, mayo 5): “128 - Periodo Legislativo - Ordinario
- 4º Sesión Especial - 7º Reunión“ [on line]. Disponible en: http://www1.hcdn.gov.
ar/dependencias/dselectronicos/actas/2010/128OE04_01_R07.pdf [Recuperado
el 30 de julio de 2011].
Hospital Universitario Austral (2010, julio 13): “La Universidad Austral se sumó al
debate del matrimonio homosexual” [on line]. Disponible en: http://medicablogs.
diariomedico.com/hospitaluniversitarioaustral/2010/07/13/la-universidad-austral-
se-sumo-al-debate-de-matrimonio-homosexual/ [Recuperado el 30 de julio de
2011].
Hotton, Cynthia (2008, julio 10): “Discurso de la diputada Cynthia Hotton en la sesión
del día 4 de julio de 2008” [on line]. Disponible en: http://cynthiahotton.blogspot.
com/2008/07/discurso-de-la-diputada-cynthia-hotton.html [Recuperado el 10 de
febrero de 2011].
La Nación (2011, marzo 23): “En el Congreso, festejan el día del niño por nacer”, en La
Nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires [on line]. Disponible en http://www.
lanacion.com.ar/1359576-sintesis [Recuperado el 21 de julio de 2011].
Ministerio de Economía y Producción (2008, marzo 10): “Resolución 125/2008” [on line].
Disponible en: http://www.argencert.com.ar/contenido/archivos/res_125_2008.
pdf [Recuperado el12 de febrero de 2011].
Musse, Valeria y Himitian, Evangelina (2010, julio 1): “Matrimonio gay: campaña en
colegios”, La Nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires [on line]. Disponible en
http://www.lanacion.com.ar/1280435-matrimonio-gay-campana-en-colegios
[Recuperado el 30 de julio de 2011].
Opus Dei: “Qué es el Opus Dei” [on line]. Disponible en: http://www.opusdei.org.ar/
sec.php?s=760 [Recuperado el 21 de julio de 2011].
Parlamentario (2010, junio 14): “Voto a voto cómo viene en el Senado el debate del
casamiento gay” [on line]. Disponible en: http://www.parlamentario.com/articu-
lo-4851.html [Recuperado el 30 de julio de 2011].
Pulso Cristiano (2005, octubre 6): “Transformar la Nación implica más que palabras”, en
Pulso Cristiano, año 2 Nº 48 [on line], Disponible en http://www.pulsocristiano.com.
ar/newss/pulso48.html [Recuperado el 21 de julio de 2011].
Pulso Cristiano (2010, septiembre 2): “Dirigente de ACIERA se mete en la pelea entre
el Gobierno Nacional y los grupos mediáticos Clarín y La Nación”, en Pulso Cristiano
año 6 Nº 167 [on line]. Disponible en: http://www.pulsocristiano.com.ar/newss/
pulso167.html [Recuperado el 21 de julio de 2011].
Red de la Comunidad Austral: “Matrimonio homosexual” [on line] Disponible en: http://
blogaustral.org/matrimoniohomosexual/ [Recuperado el 12 de febrero de 2011].
Vallejos, Soledad (2010, julio 12): “Know how español contra el matrimonio gay”, Página
12, Ciudad Autónoma de Buenos Aires on line . Disponible en: http://www.pagina12.
com.ar/diario/elpais/1-149334-2010-07-12.html [Recuperado el 30 de julio de 2011].
Resumen
El trabajo se propone analizar las formas mediante las cuales el Estado argentino regula las
corporalidades que desafían el binarismo genérico. A partir del año 2003 surgieron una serie
de regulaciones orientadas bajo el ideario del respeto a la identidad de género de travestis,
transexuales y transgénero como un derecho humano. Interesa analizar los factores que hicieron
posible dicho cambio regulativo, así como los modos en los que en dichos posicionamientos
estatales son definidos el travestismo, la transexualidad y la transgeneridad y el concepto de
identidad de género. Guía el presente trabajo la hipótesis de que nuevas fronteras de lo humano
son instituidas bajo la noción de derecho humano a la identidad de género. Atento a dichos
planteos, se analizan tres documentos oficiales a fin de abordar críticamente los sentidos
presentes en los mismos.
El enfoque epistemológico del trabajo se basa en el método arqueológico desarrollado por
Michel Foucault, particularmente en lo que respecta a su modo de entender los documentos
como componentes de entramados discursivos históricamente constituidos. La estrategia
metodológica central es el análisis de fuentes secundarias de datos: documentos textuales
oficiales abordados bajo la técnica del análisis de contenido cualitativo.
Abstract
This paper analyzes how the State regulates bodies that challenge binary gender rules. Since
2003, several regulations regarding the respect for trans gender identities emerged as part of
a broader ‘Human Rights’ ideology in Argentina.
The factors that made this possible, and the ways in which the concepts of transvestism, trans-
sexualism, transgenderism and gender identity are defined in those regulations are at the core
of this article. This study is guided by the hypothesis that new human frontiers are instituted
under the notion of human rights related to gender identity. Thus, three official documents are
analyzed to address the senses present therein.
The epistemological approach is based on Michel Foucault’s archeology, particularly in regard to
his understanding of the document’s value. The central methodological strategy is the analysis
of secondary data sources: official documents addressed using the content analysis’s technique.
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo es parte de una investigación en curso sobre las formas en las que
el Estado argentino lee y regula las corporalidades que desafían el binarismo genérico
desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. La misma se encuentra guiada por
una estrategia de análisis documental, mediante el método de análisis de contenido
cualitativo. A partir del relevamiento documental realizado se identificó una serie de
regulaciones en torno a aquellas personas identificadas como travestis, transexuales y
transgénero, cuyos contenidos han ido variando con el correr del tiempo. Teniendo en
cuenta que las condiciones materiales de vida de travestis, transexuales y transgéneros
no pueden ser escindidas de cierto tipo de predicados positivos o negativos atribui-
dos a las personas en función de su género o sexualidad, cabe realizar un abordaje
que dé cuenta del contenido de dichas representaciones. En el presente trabajo se
considerarán las prácticas y discursos del Estado como componentes fundamentales
de las tecnologías que construyen los géneros, sus demarcaciones y patrones de in-
teligibilidad. Asimismo, se problematizarán los mecanismos con los cuales en dicho
ámbito se (re)definen las fronteras de lo humano.
2 En el sentido que lo entienden Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (2004): “Siempre que en este texto utilicemos la
categoría de sujeto, lo haremos en el sentido de ‘posiciones de sujeto’ en el interior de una estructura discursiva.
Por lo tanto, los sujetos no pueden ser el origen de las relaciones sociales, ni siquiera en el sentido limitado de
estar dotados de facultades que posibiliten una experiencia, ya que toda ‘experiencia’ depende de condiciones
discursivas de posibilidad precisas” (2004: 156).
del ámbito punitivo al ámbito médico descrito por Foucault en Historia de la sexualidad
(1990). Fue desarrollada por psiquiatras y médicos europeos cuyos exponentes más
reconocidos fueron Richard von Krafft Ebing, Henry Havelock Ellis y Magnus Hirschfeld.
En el desarrollo del concepto elaborado por los distintos autores se fue pasando de un
modo de entender al travestismo como un grado particular de desviación sexual (o la
tendencia a la búsqueda de estímulos eróticos inadecuados) a utilizarlo para referirse
a personas que al utilizar vestimenta considerada del sexo opuesto configuran una
forma particular de subjetividad (King, 1998; Leite, 2008). Por su parte, la categoría
transexual comenzó a circular en el ámbito clínico-médico a mitad de la década de
1950 con posterioridad a la realización de las primeras intervenciones quirúrgicas de
reasignación genital y al desarrollo de la endocrinología. En 1953, Harry Benjamin,
endocrinólogo alemán, acuñó el término transexual y la categoría diagnóstica de
transexualismo para referirse a individuos que pertenecen físicamente a un sexo, se
sienten psicológicamente del sexo contrario y desean alterar sus rasgos físicos quirúr-
gicamente. Benjamin concebía la cirugía de cambio de sexo como única alternativa
terapéutica posible, descartando la efectividad de cualquier tratamiento psicotera-
péutico (Billings y Urban, 1998; Bento, 2006). Luego, la primera utilización del término
transgenderist vino de la mano de Virginia Prince en la década de 1970. Esta activista
estadounidense formuló el término para referirse a aquellas personas que, al igual que
ella, viven de forma íntegra en un género distinto al asignado al nacer sin tener el deseo
de modificar su genitalidad quirúrgicamente. De acuerdo con dicha categoría, Prince
se proponía visibilizar experiencias distintas a la transexualidad quirúrgica y discutir
con las categorías médicas del transexualismo y el travestismo. El término transgénero
fue ganando popularidad en el ámbito activista a partir de la década de 1990 de la
mano del activismo y la teoría queer (Valentine, 2007).
Del análisis de la producción regulativa local, hasta el año 2003 fueron identifica-
dos dos patrones regulativos (Farji Neer, 2012). Por un lado, la sanción del travestismo
mediante los edictos policiales vigentes en la ciudad de Buenos Aires a partir del año
1944. Estos penalizaban el hecho de “vestir con ropas del sexo opuesto”, equiparando
el travestismo a la criminalidad y entendiéndolo como un peligro social que debía
controlarse. Por otro, se ha cifrado la existencia de personas cuyos deseos y expresio-
nes de género desafían el binarismo genérico en tanto sujetos enfermos. De acuerdo
con este guión, al Estado le había asignado el deber de protegerlos, arrogándose la
potestad de evaluar la conveniencia de sus deseos, tanto para sí como para el resto de
la sociedad. Sobre los jueces recayó entonces el poder de arbitrar en torno a la posibi-
lidad de intervenir sus cuerpos quirúrgicamente y a ser reconocidas legalmente en un
género distinto al que les fuera asignado al nacer. En dicho marco, el discurso médico
psiquiátrico por medio del diagnóstico de transexualismo y trastorno de la identidad de
género, había sido invocado como único discurso de verdad y prisma por el cual leer
y comprender dichas formas de vida3.
3 Hasta la reciente sanción de la Ley de Identidad de Género, en lo que refiere a la posibilidad de alterar el nombre
propio se encontraba vigente la Ley N° 18.248/68 (Ley del Nombre). Esta establecía que a fin de modificar el
nombre asentado en la partida de nacimiento debía probarse frente a un juez la existencia de un “justo motivo”.
A partir del año 2003 comenzaron a surgir regulaciones orientadas bajo el ideario
de la no discriminación y el respeto a las minorías. Dicho proceso fue profundizándose
y permitió que se instale el respeto a la identidad de género y los deseos de travestis,
transexuales y transgéneros como un derecho humano a ser garantizado por el Estado.
Estas son las nociones que se ubican como fundamento de la recientemente aprobada
Ley de Identidad de Género4.
Por otro lado la Ley N° 17.132/67 de Ejercicio de la Medicina prohibía el “cambio de sexo”, salvo que se obtuviese
una orden judicial que lo autorizara. Por lo tanto, en los requerimientos de rectificación de sexo y/o nombre en
el DNI o bien para acceder a una cirugía de reasignación genital, la vía judicial resultaba ineludible.
4 La Ley de Identidad de Género (Ley Nº 26.743), aprobada el 9 de mayo de 2012, permite que los cambios registrales
de sexo y nombre sean realizados por un trámite administrativo sin intervención judicial. Asimismo, dictamina que
los tratamientos hormonales y quirúrgicos sean realizados por los efectores del sistema público de salud –público
o privado– sin requerir una autorización judicial. Esta ley afirma la despatologización de las identidades trans ya
que deja de considerarlas como personas enfermas. Hace efectiva también la desjudicialización de sus derechos
dado que el cambio de nombre y sexo registral es vehiculizado mediante un trámite administrativo expeditivo
ante el registro civil. Al mismo tiempo, tiene por objetivo promover su desestigmatización, incorporando la noción
de no discriminación conforme los Principios de Yogyakarta. Por último, y como resultante de las anteriores, la
ley avanza en la descriminalización las identidades trans.
Guía el presente trabajo la idea de que la disputa por la ampliación de los límites
de inteligibilidad de los cuerpos y las identidades se da en el plano de la representa-
ción, del discurso y de la nominación. Por ello, adquiere relevancia particular analizar
la transformación de los discursos estatales de los últimos años, debido a que allí se
cristalizan sentidos asociados a las sexualidades y corporalidades no normativas y es
posible disputar la frontera culturalmente establecida entre las sexualidades legítimas
y las ilegítimas (Rubin, 1989). En este sentido, el objetivo del presente trabajo es el de
dar cuenta de los sentidos emergentes en torno al travestismo, la transexualidad y la
transgeneridad cristalizados en documentos estatales, así como las nuevas formas
regulativas que dichos sentidos habilitan. El enfoque epistemológico del trabajo se
basa en el método arqueológico desarrollado por Michel Foucault, particularmente
en su forma de entender los discursos no “como conjuntos de signos (…) sino como
prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan” (Foucault, 1997:
81). De este autor se retoma también su concepción del documento como resultado
de complejos entramados discursivos históricamente configurados.
En las primeras secciones del artículo se aborda el carácter discursivo de las regula-
ciones estatales desde una triple perspectiva: sus reglas de formación interna y externa,
su carácter performativo y su forma de imbricación con el orden genérico y sexual.
Luego, teniendo en cuenta estos tres factores se analizan las reglas de formación de los
discursos de cada uno de los tres poderes del Estado. Posteriormente, se profundiza en
las condiciones sociales de emergencia del guión regulativo del derecho humano a la
identidad de género, dando cuenta del proceso de consolidación de las organizaciones
sexo-políticas locales en general y de las organizaciones de travestis, transexuales y
transgéneros en particular. Por último, se analizan los sentidos que cristalizan en los
documentos oficiales seleccionados en los que se concibe el respeto a la identidad de
género y los deseos de travestis, transexuales y transgéneros como un derecho humano.
propias normas dentro del marco establecido por la Constitución. Cada una de las
provincias y la ciudad de Buenos Aires posee su Constitución y están facultadas a
crear instituciones locales, así como a elegir sus gobernadores, legislaturas, códigos
procesales y a establecer su propia administración de justicia. El modo en que cada
instancia resuelve las problemáticas públicas se plasma en documentos oficiales
textuales bajo la forma de leyes, resoluciones, disposiciones, fallos. Allí se explicitan las
formas en la que dichas instancias entienden y resuelven los problemas concebidos
como públicos, sobre la base de las lógicas regulativas propias del campo estatal y
apelando a argumentos y esquemas conceptuales provenientes tanto de marcos
jurídico-legales como de otros campos discursivos. Cada una de sus instancias
jurídico-burocráticas representa un campo de disputas y negociaciones en torno a
dichos sentidos.
Discurso jurídico y orden social se retroalimentan, ya que aquel opera como disposi-
tivo de legitimación y sostén del reparto desigual del poder en la sociedad, ofreciendo
los mecanismos de obediencia y control social necesarios para la reproducción de un
orden jerárquico y desigualmente organizado. Enrique Marí (1994) agrega que para que
sea operativo, el discurso del orden debe tener la capacidad de interpelar la emotividad
de los sujetos, la movilización de creencias y sentimientos. La emotividad que este
discurso invoca obedece al hecho de que al nombrar y especificar a los individuos, los
constituye como sujetos que se hacen inteligibles por las categorías que este ofrece.
En este mismo sentido, Judith Butler establece que “el sujeto se forma a través de la
búsqueda apasionada del reconocimiento amonestador del Estado” (2001b: 143). Por
todo ello, resulta de interés atender a la forma en la que este discurso se imbrica con
el orden normativo de los géneros.
Según Judith Butler (2006b), existe una noción normativa de lo que debe ser un
cuerpo humano impuesta por el mismo discurso jurídico. Fuera de dicha normatividad,
basada en aspectos tanto sexuales y genéricos como raciales, existen vidas que no se
encuentran protegidas por el derecho por no adecuarse a lo que cuenta como una
vida que valga la pena. Toda experiencia que queda por fuera de este esquema pasa a
ser un fenómeno particular y atípico, generando tensiones entre lo pretendidamente
universal y lo particular, lo público y lo privado, binomios que son impuestos por el
mismo discurso. No obstante, tomando a Rita Segato (2003) es posible afirmar que
“la ley también puede impulsar, informar, sensibilizar ese sentimiento ético y transformar
la moral que sustenta las costumbres y el esquema jerárquico en la sociedad” (2003: 15).
A partir de esta idea cabe considerar al discurso jurídico como un ámbito en el que
es posible negociar la definición de la frontera culturalmente establecida entre los
cuerpos legítimos y los ilegítimos (Rubin, 1989), así como los límites de aquello que
puede definirse culturalmente como humano.
y potestades formales de cada uno de estos, sino también sus dinámicas de fun-
cionamiento real.
5 Competencia (dada por ser dictado por la autoridad correspondiente), causa, objeto, procedimiento (acorde al
ordenamiento jurídico), motivación, finalidad, forma (Dec. N° 1.510/97).
A los jueces se les asigna el deber de interpretar las leyes sancionadas por el Poder
Legislativo. De no existir norma aplicable a un caso particular, los jueces tienen la
capacidad de crear derecho sentando jurisprudencia en sus fallos. El término juris-
prudencia refiere a aquellas sentencias en las que resuelven casos iguales o similares
apelando a los mismos argumentos resolutivos. Siguiendo a Petracci y Pecheny “no
obstante sea reiterada y uniforme, los jueces pueden apartarse de la jurisprudencia”
(2007: 26), por lo tanto, tienen la potestad de fallar en forma diferente a la instituida
aun cuando se trate de casos idénticos. Ello abre las puertas a la iterabilidad en la
producción judicial. Con iterabilidad nos referimos al concepto elaborado por Derrida
(1971) en torno a la imposibilidad de saturación última de sentido en la escritura.
Para este autor, toda escritura refiere a “una marca que permanece, que no se agota
en el presente de su inscripción y que puede dar lugar a una repetición en la ausencia”
(1971: 11). De este modo, la repetición en contextos múltiples abre la posibilidad de
alteración y apertura a la significación-otra, ya que esta nunca se encuentra plena-
mente cerrada. Es plausible identificar este mecanismo en la lógica judicial ya que
al crear derecho a base de la interpretación de la ley, queda habilitada la apertura
significante de la norma jurídica.
Cabe retomar los desarrollos realizados por Silvia Chejter (1990) quien aborda una
serie de fallos judiciales para analizar el discurso jurídico sobre la violación6. La autora
estudia los mecanismos y lógicas del ritual jurídico propios de los fallos judiciales.
Según la autora, si bien estos encuentran su origen en hechos vividos por sujetos
particulares, el evento jurídico se distancia de los sucesos tal como son vividos por
los protagonistas. El hecho se (re)construye acorde a la liturgia procesal y los expe-
dientes se conforman a partir de un relato polifónico en el que se alternan voces de
distintos actores con registros, funciones y tiempos diversos: testimonios, peritajes,
definiciones judiciales elaboradas por jueces, fiscales y abogados. La lógica de re-
solución de los casos es aquella que se ajusta al derecho. No obstante, dicha lógica
se encuentra intrínsecamente en diálogo con el exterior. Tras cuestiones técnicas
se encuentra un trasfondo social, ético, ideológico y político tanto en lo que refiere
al marco social en el que es producido así como en lo que refiere a los intereses del
magistrado que lo produce. Para la autora “no hay que olvidar que todo funcionario
judicial está cursando una carrera con ascensos y promociones y busca el consenso de
sus superiores” (1990: 114). La resolución final establecida por el juez para cada caso
posee una estructura interna particular. En principio, se expone una recapitulación
del suceso por parte del juez a partir de la totalidad de testimonios y peritajes. Luego
se presentan las conclusiones que surgen del análisis de los mismos, sus relaciones
internas leídas a la luz de los textos doctrinarios y normativos. Finalmente, según
establece la autora “sobre esa elaboración autoritaria se emite una verdad incontestable
e inapelable: el fallo” (1990: 15).
6 La autora analiza fallos correspondientes al fuero penal, no obstante, su análisis de la lógica discursiva del poder
judicial puede ser aplicado al estudio de otros fueros.
7 Nos referimos a aquellas agrupaciones que se organizan con el fin de denunciar y revertir la invisibilización,
discriminación y estigmatización a la que distintos sujetos identificados como gays, lesbianas, bisexuales, travestis,
transexuales o transgéneros –cuyas prácticas y deseos se distancian de la norma heterosexual dominante– se
enfrentan cotidianamente.
8 Siguiendo a Josefina Fernández (2004), la primera organización del travestismo fue ATA (Asociación de Travestis
Argentinas) creada en el año 1991. De la división al interior de dicha agrupación surgieron OTTRA (Organización
de Travestis y Transexuales de Argentina) y ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual). En la
actualidad existen una multiplicidad de organizaciones trans. Algunas de ellas se incluyen bajo las identidades de
travesti, transexual y/o transgéneros, femeninas y masculinas, mientras que otras nuclean en forma diferenciada
identidades trans femeninas y masculinas.
9 La derogación de los Edictos Policiales en la ciudad de Buenos Aires en el año 1998 representó un hito en
este sentido. Otras provincias cuyos Códigos de Convivencia criminalizaban el travestismo fueron lentamente
eliminando dichos artículos. No obstante, hoy la gran mayoría de las provincias argentinas y la ciudad de Buenos
Aires criminalizan la prostitución, hecho que redunda en la criminalización de las personas travestis, transexuales
y transgéneros cuyo principal medio de supervivencia se encuentra constituido por dicha actividad.
10 Para profundizar sobre este punto se recomienda ver Pecheny (2000) y Bellucci (2010).
11 Para más información ver http: //www.oas.org/dil/esp/orientacion_sexual_Principios_de_Yogyakarta_2006.pdf
12 Entre ellas cabe hacer mención a la Resolución N° 2.359/07 del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires,
la Resolución N° 2272/07 del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Ley N° 3062/09
de la ciudad de Buenos Aires.
Todos estos hechos trazaron una dinámica histórica en la que estos colectivos, como
integrantes de un conjunto de organizaciones sexo-políticas, han logrado ubicarse como
interlocutores válidos frente al Estado. El colectivo de travestis, transexuales y transgéneros
comparte gran parte de las reivindicaciones de las organizaciones sexo-políticas locales,
no obstante posee sus propias demandas específicas. Ello puede comprobarse al observar
los datos expuestos en Cumbia, copeteo y lágrimas. Informe nacional sobre la situación de
las travestis, transexuales y transgéneros (ALITT, 2007). Del mismo se desprende que asumir
la identidad travesti es un proceso que en la gran mayoría de los casos se encuentra
acompañado por experiencias de desarraigo familiar. La expulsión del espacio familiar
y comunitario se extiende al ámbito educativo, generando la marginación escolar. Ello
repercute las experiencias laborales y ubica a la prostitución como actividad casi exclusiva
para la supervivencia material. A fin de revertir dicho estado de cosas, las organizaciones
lograron promover una serie de regulaciones orientadas al reconocimiento y respeto de
sus identidades por parte del Estado.
El texto del acto administrativo da cuenta que el origen estuvo dado por un pedido
particular realizado ante la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, en
el que se habría solicitado intervención de dicho organismo a fin de reconocer la
identidad autopercibida de una persona en una institución educativa específica. De
dicho pedido se desprendió la confección de una política pública que, al tiempo que
comprenda dicha particular, establezca una política unificada para situaciones similares.
postura flexible que analice las dificultades concretas que ocasione la diferencia de
nombre o apellido en cada caso” (Resolución N° 122/03).
Resulta por lo menos paradojal el hecho que esta normativa de reconocimiento iden-
titario, si bien sugiere que su origen estuvo dado por el reclamo de una persona travesti,
no remite explícitamente en ningún momento a las nociones de travesti, transexual y/o
transgénero. Por el contrario, refiere exclusivamente a la amplia e indiferenciada noción de
“minoría sexual”. Aun así, la apertura hacia una flexibilidad en las regulaciones representa
el inicio de un proceso que tiene por objetivo generar un cambio en las lógicas estatales
a fin de garantizar los derechos de aquellas presencias incómodas pero ineludibles.
sostenida por ellas mismas. Retoma así la articulación entre identidad y participación
ciudadana. Desde esta perspectiva, el respeto al nombre propio resulta una “medida
imprescindible para asegurar su pleno desarrollo y su efectiva participación en la vida po-
lítica, económica y social de la comunidad” (Ley N° 3.062/09). A partir de dicho respeto
sería posible ampliar la órbita de derechos garantizados por el Estado hacia personas
travestis y transexuales: “el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda, el derecho a la
cultura, entre otros” (Ley N° 3.062/09). Cabe decir que dicha ligazón entre respeto por
el nombre propio y la garantía de acceso a otros derechos resulta hipotética, debido a
que no refiere a la confección de políticas públicas que los concreten efectivamente.
“la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profun-
damente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del
nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo y otras expresiones de género;
incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales” (Ley N° 3.062/09).
13 El mismo establece que “Se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no admitiéndose discriminaciones
que tiendan a la segregación por razones o con pretexto de raza, etnia, género, orientación sexual, edad,
religión, ideología, opinión, nacionalidad, caracteres físicos, condición psicofísica, social, económica o cualquier
circunstancia que implique distinción, exclusión, restricción o menoscabo” (Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires).
Ahora bien, resulta oportuno preguntarse por los sentidos que encierra el estatus
de persona: ¿Acaso lo que puede ser definido como persona no ha variado histórica-
mente? ¿Acaso detrás de la noción de persona no se encuentra una idea de límite o
frontera? Siguiendo a Roberto Espósito (2009), lo que se encuentra detrás de la noción
de persona es “el umbral más allá del cual algo genéricamente viviente adquiere una
significación que cambia en forma radical su estatus” (2009: 11). Dicho estatus es lo que
le otorga a la vida biológica una investidura particular que la torna digna de respeto y
valor. Es por ello que el autor afirma que “los derechos humanos no corresponden a los
sujetos en cuanto ciudadanos sino únicamente en cuanto personas” (2009: 13). Es a partir
del reconocimiento en tanto personas que pueden erigirse y hacerse efectivos los
derechos de ciudadanía14. En este sentido, los derechos personalísimos se encuentran
íntimamente ligados al último sustrato donde se fundamenta esta normativa: los tra-
tados internacionales de derechos humanos. Allí se anuda la noción de identidad a la
de dignidad de humana. De este modo, y basándonos en dichos tratados, la identidad
debería ser resguardada más allá de las fronteras geográficas y de ciudadanía, siempre
que se acceda previamente al estatus de persona.
14 Siguiendo a Espósito (2009), el gran eje problemático que articula dicha tensión es el proceso que en las sociedades
modernas ha llevado a la cosificación del cuerpo. Dicha cosificación se encuentra presente tanto en los esquemas
biopolíticos como en el paradigma de los derechos humanos. No obstante la pretendida oposición entre regímenes
bioanatomopolítico como fue el nazismo y las democracias modernas basadas en la presunta defensa de los
derechos humanos, ambos esquemas de ciudadanía comparten la escisión cuerpo-razón, cuerpo-mente. En tanto
seres humanos con una doble valencia racional-animal, solo adquieren estatus de personas quienes dominan
plenamente la dimensión corporal bajo cierta definición normativa de lo humano, al tiempo que la posibilidad
de ser plenos sujetos de derechos está dada siempre que se encarne dicha categoría.
15 Nos referimos al concepto foucaultiano de biopolítica que remite a las formas y en las cuales a partir del siglo XVII
el ejercicio del poder comenzó a centrarse en el control de los procesos de la vida humana en tanto especie:
“hacia mediados del siglo XVIII fue centrado en el cuerpo-especie, en el cuerpo transido por la mecánica de lo
viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel
de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos esos
problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población”
(Foucault, 1990: 131).
Cabe mencionar este pasaje en particular debido a que aquí el juez no recurre
a categorías médicas ni tampoco reduce el problema a un caso aislado, lo que lo
diferencia radicalmente respecto de los fallos emitidos hasta dicho momento. Por el
contrario, lo entiende como una experiencia común a un grupo de personas y que nada
determina necesariamente la identidad de género que los sujetos habrán de adoptar.
Reconoce que estas múltiples posibilidades identificatorias no tienen posibilidad de
ser formalmente reconocidas por los mecanismos estatales vigentes. En esa misma
línea argumental sostiene que las mismas “no constituyen ‘perversiones’, ‘desviaciones’,
‘sujetos sexualmente inclasificables’ o ‘errores de la naturaleza’”. Se establece entonces una
disrupción respecto de los guiones regulativos vigentes en el ámbito judicial en torno
al travestismo, transexualidad y transgeneridad. Afirma, por el contrario, una noción
pluralista y no patologizante respecto de las identidades genéricas que escapan del
binarismo genérico.
“desde que conocen a la actora siempre la han visto con aspecto y comportamiento
femenino (y) destacaron los múltiples inconvenientes y padecimientos que le produce
la circunstancia de no poder contar con documentación que refleje su identidad
de género y el nombre femenino por el que es conocida y con el cual interactúa en
sociedad” (Fallo Scheibler).
Es así que el juez puede afirmar que “la actora posee una identidad femenina, que
exterioriza en su aspecto y en el nombre por el que es conocida e interactúa socialmente
(…) y que tal circunstancia se presenta de modo estable y persistente” (Fallo Scheibler). Su
“identidad femenina”, entonces, es corroborada por el juez, aun sin establecer cuáles
son los contenidos o las condiciones que permiten establecer dicha afirmación, ya que
ello le haría incurrir en los mismos estereotipos de los cuales busca desprenderse. Su
resolución se basa en la protección del principio de autonomía personal y la valoración
de los propios planes de vida, absteniéndose de considerarla como una persona cuya
existencia deba ser tutelada.
El fallo reconoce la identidad como parte del fuero íntimo, privado y personal. Esta
noción se basa no solo en la división liberal de lo público y lo privado, sino que también
se sustenta en una idea de sujeto que al decir de Sabsay, debe ser “capaz de realizar
demandas de derechos sobre la base del establecimiento de fronteras que estabilizan su
identidad” (2011: : 78). Es un sujeto que para devenir sujeto de derecho –y antes que
ello, persona– precisa ser autónomo, autoconsciente y autocentrado con una identidad
estable. Estas concepciones dejan de lado el hecho de que las nociones de autonomía
o autoproducción conllevan un dilema, ya que no es posible pensar un sujeto que tome
sus decisiones escindido de los marcos históricos de relaciones de poder-saber que
lo producen como tal. Cabe entonces preguntarse si el hecho de vivir en cierto modo
acorde al género masculino o femenino, en ninguno de ellos, o en una permanente
transición entre ambos, responde a una decisión independiente y voluntaria de cual-
quier persona, o si más bien demuestra la imposibilidad de encarnar plenamente los
géneros en términos binarios y lineales. De la lectura de este fallo cabe pensar que el
requisito jurídico para ser cifradas como identidades posibles sigue siendo la correcta
encarnación de los géneros hegemónicamente instituidos.
REFLEXIONES FINALES
En el presente trabajo nos propusimos abordar los sentidos que cristalizan en dis-
tintos documentos oficiales en los que se concibe el respeto a la identidad de género
y los deseos de travestis, transexuales y transgéneros como un derecho humano.
A partir del análisis de los tres documentos seleccionados surgieron una serie de
nociones que vale la pena destacar. El primer documento analizado se trató de una reso-
lución producida por la entonces Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires en el 2003. Allí se recomienda que las instituciones educativas garanticen el
respeto por la identidad de género de las personas pertenecientes a minorías sexuales.
Dicha normativa expone como fundamento el respeto por las libertades individuales.
Sostiene que el ejercicio pleno de la ciudadanía queda quebrantado por las consecuencias
expulsivas del no reconocimiento a la identidad de género autopercibido en las institu-
ciones educativas. En la misma se tensiona de un modo particular el deber del Estado
de evitar cualquier tipo de discriminación y la necesidad de garantizar una identificación
uniforme de todas las personas. La idea de flexibilidad en el ejercicio estatal es la que
en este posicionamiento permite garantizar el respeto a los derechos humanos de las
minorías sexuales. Cabe destacar que dicha norma no establece una referencia explícita
a las nociones de travestismo, transexualidad y/o transgeneridad.
en tres pilares: el derecho a ser diferente, los derechos personalísimos y los derechos
humanos. Del abordaje de la noción de los derechos personalísimos se desprende que
es a partir del reconocimiento primario como personas que pueden erigirse y hacerse
efectivos los derechos de ciudadanía y los derechos humanos.
BIBLIOGRAFÍA
ALITT (2007): Cumbia, copeteo y lágrimas. Informe nacional sobre la situación de las tra-
vestis, transexuales y transgéneros, Buenos Aires: ALITT.
Austin, John (1988). Cómo hacer las cosas con palabras. Palabras y acciones. Barcelona:
Paidós.
Bellucci, Mabel (2010): Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política. Buenos Aires: Emecé.
Berkins, Lohana (2003): “Un itinerario político del travestismo”, en Maffía, D. (comp.):
Sexualidades Migrantes. Género y Transgénero, pp. 127-137. Buenos Aires: Feminaria.
---------- (2006b): Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós.
---------- (2001b): Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción. Madrid:
Ediciones Cátedra.
Cabral, Mauro (2008): Comparecer. Un comentario. [on line]. Disponible en: http: //www.
artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=51&idnota=6287. [Recuperado el 17 de
abril de 2012].
De Lauretis, Teresa (1998): “La tecnología del género”, en Revista Mora N° 4, Instituto
Interdisciplinario de Estudios de Género, octubre 1998.
Derrida, Jaques (1971): Firma, acontecimiento, contexto [on line]. Disponible en http: //www.
ddooss.org/articulos/textos/derrida_firma.pdf [Recuperado el 17 de abril de 2012].
Dollar, Mladen (2007): “La política de la voz”, en Una voz y nada más, pp. 129-151. Buenos
Aires: Manantial.
Farji Neer, Anahí (2012): “Producción generizada de los cuerpos en el discurso jurídico
argentino. Análisis de tres fallos correspondientes al período 1970-2010”, en Revista
Sociedad y Equidad, N° 3, enero 2012, pp. 1-22.
Laclau, Ernesto. y Mouffe Chantal (2004): Hegemonía y estrategia socialista. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica.
Leite, Jorge (2008): Nossos corpos também mudam. Sexo, gênero e a invenção das cate-
gorias “travesti” e “transexual” no discurso científico. Tesis de Doctorado no publicada,
Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, Doutorado em ciências sociais, Brasil.
Maffía, Diana (2001): “Ciudadanía sexual. Aspectos personales, legales y políticos de los de-
rechos reproductivos como derechos humanos”, en Revista Feminaria Año XIV, pp. 26-30.
---------- (1996): Papeles de filosofía 2 (…para arrojar al alba): La teoría de las ficciones en
la política y la filosofía. Buenos Aires: Biblos.
---------- (1994): Derecho y psicoanálisis. Teoría de las ficciones y ficción dogmática. Buenos
Aires: Edicial.
Meccia, Ernesto (2006): La cuestión gay. Un enfoque sociológico, Buenos Aires: Gran
Aldea Editores.
Oszlak, Oscar (1978): Formación histórica del Estado en América Latina: elementos teórico-
metodológicos para su estudio. Buenos Aires: CEDES.
Pecheny, Mario (2000): “La salud como vector del reconocimiento de derechos humanos:
la epidemia de SIDA y el reconocimiento de los derechos de las minorías sexuales,
en Ana Domínguez Mon et al. La salud en crisis. Un análisis desde la perspectiva de
las ciencias sociales, pp. 199-215. Buenos Aires: Ed. Dunken.
Rubin, Gayle (1989): “Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la
sexualidad”, en Vance, C. (comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina.
Madrid: Editorial Revolución.
Sabsay, Leticia (2011): Fronteras sexuales: espacio urbano, cuerpos y ciudadanía. Buenos
Aires: Paidós.
Segato, Rita (2003): Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre
la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Buenos Aires: Prometeo.
DOCUMENTOS
Resumen
Este trabajo explora, mediante una metodología cualitativa, los procesos sociales en los que
se funda la subalternidad de las mujeres en el mundo del trabajo, en el caso de las obreras
manuales no calificadas de un establecimiento productivo de la rama química, situado en el
Gran Buenos Aires, Argentina. El abordaje incorpora aportes de la perspectiva de la relación
social de sexos y examina el modo en que la construcción de la calificación técnica involucra
la naturalización de las habilidades productivas de las mujeres en las líneas de montaje.
Nuestro propósito es contribuir a un conjunto de debates que indagan las especificidades de la
experiencia social y del tipo de relación que las mujeres establecen con el trabajo en las socieda-
des latinoamericanas contemporáneas, en el caso de las operarias no calificadas de la industria.
Palabras clave: trabajo femenino - industria - procesos de trabajo - calificación - relación social
de sexo.
Abstract
This research explores those social proceses in which women’s subalternity at work is founded.
By using a qualitative methodology. The case study were branche of chemical industrie placed
in the Gran Buenos Aires, Argentina. This research approaches different perspectives such as
the social relation between sexes, it considers the way by which the construction of technical
qualification involves the naturalization of women’s productive skills at the convey belt.
Our purpose is to contribute to a set of debates about the particularlities of the social experience
and the type of relation that women establish with their work, in the case of unskilled industry
workers of contemporary Latin-American societies.
key words: woman work - industry - work processes - skills - relantionship sex.
1 Este trabajo retoma una parte de los resultados de mi tesis de maestría (Programa de Posgrado en Ciencias
Sociales UNGS-IDES), que versa sobre las intersecciones entre familia, trabajo y sindicalismo, para el caso de las
operarias de dos fábricas de las ramas cosmética y química en Argentina.
2 Socióloga. Becaria Doctoral UNGS-CONICET (Argentina). ceciliaanigstein@gmail.com
INTRODUCCIÓN
Carneiro Araújo y Oliveira (2006) sostienen que las transformaciones de las matrices
productivas durante el auge del neoliberalismo han tenido un indiscutible sesgo de
género. El empleo de mujeres representa para muchas empresas fundamentalmente
una alternativa para la reducción de costos. Asimismo, Helena Hirata (2010) advierte
que las tesis de alcance universal que postulan la emergencia de un nuevo para-
digma productivo alternativo y la “muerte del fordismo” han sido muy cuestionadas
por distintas investigaciones empíricas que consideraron tanto la división sexual
como la división internacional del trabajo. Estas contribuciones delatan la vigencia
de modelos teóricos que parten de cierto arquetipo de trabajador: varón, calificado
y polivalente. En este sentido, ponen al descubierto que la “especialización flexible”
se aplica de manera diferencial según se trate de países industrializados o de países
“en vías de industrialización”, según se trate de mano de obra masculina o femenina.
En otras palabras, que las tendencias hacia una mayor taylorización y su contrario, la
tendencia hacia la no taylorización varía considerablemente cuando se consideran
estas variables.
Por su parte, Marta Roldán (1992) argumenta que cada modelo de proceso de
trabajo implica una distinta lógica o racionalidad empresarial, una determinada
modalidad y un determinado nivel de calificaciones técnicas requeridas al plantel
de producción. En efecto, la incorporación de mujeres a la industria manufacturera
se asocia, por lo habitual y a nivel mundial, con la implementación del modelo de
línea taylorista-fordista. Desde el punto de vista empresario, esto se debe a que exis-
ten diferencias entre los sexos preexistentes que tornan más redituable el empleo
de mujeres en determinadas tareas: bajo costo laboral, superioridad productiva (el
argumento de los dedos ágiles), presunta docilidad y paciencia. Por estos motivos,
enfatiza Roldán, es pertinente una intervención feminista que conlleve el rechazo
de una implantación directa de este debate en los términos exclusivos de la relación
capital-trabajo.
En este artículo nos propusimos indagar qué modalidades asume y cómo es expe-
rimentado el proceso de trabajo en el caso de las obreras no calificadas de la industria
química3. La mirada se orientó hacia el lugar de trabajo, la fábrica, y se concentró en la
labor cotidiana de las trabajadoras en las líneas de envasado desde la perspectiva de
la relación social de sexos. El análisis ponderó el tratamiento de la “calificación” enten-
dida como apreciación social del valor diferencial del trabajo en relación con la división
sexual del trabajo. El presente trabajo sugiere que el carácter “no calificado” de las tareas
femeninas en las líneas de producción podría ser interpretado como un efecto de
naturalización de destrezas productivas no reconocidas, justamente por haber sido
adquiridas en el ámbito doméstico familiar, como experiencias privadas e individuales.
Nos preguntamos: ¿Qué características asumen los procesos de trabajo de las ope-
rarias no calificadas del establecimiento seleccionado? ¿Cómo definen las trabajadoras
sus destrezas productivas y su calificación profesional? ¿Qué saberes ponen en juego
las operarias en el proceso de trabajo? ¿Por qué no son reconocidas socialmente?
¿Qué relación existe entre la división técnica y la división sexual del trabajo en los
establecimientos fabriles?
Para pensar qué modalidad asumen los procesos de trabajo4 de las operarias del
establecimiento seleccionado hemos decidido apelar a la categoría relación social de
3 Para llevar adelante este estudio se utilizó un abordaje de tipo cualitativo. Se seleccionó un establecimiento
de la rama química, que presenta una participación femenina de su fuerza laboral que supera ampliamente el
promedio en la industria y en la rama, para el caso de Argentina, en la que las mujeres ocupan prioritariamente
puestos considerados “sin calificación”, taylorizados. Se entrevistaron trabajadoras vinculadas directamente a la
empresa, en edad reproductiva y sindicalizadas. Asimismo, se entrevistaron dirigentes sindicales. El trabajo de
campo para este caso se realizó entre octubre de 2010 y junio de 2011.
4 Sostenemos que el proceso de trabajo en las empresas capitalistas es fundamentalmente un proceso de valorización
del capital. Ello es posible en tanto y en cuanto el trabajo se subordine a la lógica de acumulación en el proceso
mismo de trabajo (Marx, 2002). Entendemos que los lugares de trabajo constituyen un terreno en disputa, donde
Esta categoría de análisis resulta fructífera por varias razones. Principalmente, habilita
el debate con una perspectiva crítica más amplia de los estudios del trabajo (Harvey,
1998; Antúnez, 2005; Garza Toledo, 2001; entre otros) con notable impacto en Argentina
en la última década, cuya contribución más destacada es haber restituido la enverga-
dura de la noción de trabajo para el análisis social y, simultáneamente, haber puesto
en debate los límites de las conceptualizaciones predominantes sobre el trabajo hacia
fines del siglo XX5. No obstante estos aportes, poco se ha avanzado –en Argentina
en particular– en la articulación y el diálogo con el campo de los estudios de género,
que recientemente ha experimentado un importante desarrollo, tanto a nivel local,
como continental. Pero además, de acuerdo con García Castro (1992), la categoría
de relación social de sexo permite considerar, a un tiempo y de manera explícita, el
vínculo inexcusable entre dominación sexuada y dominación de clase, entre división
social, técnica y sexual del trabajo.
en cuestión el conjunto de las otras categorías sociológicas que se dan como eviden-
tes, en primer lugar el concepto mismo de clase social y el de trabajo. Además, este
concepto permite examinar las estrechas interacciones entre las relaciones de sexo y
las relaciones de clase y no se limita a estudiarlas de forma paralela (Pfefferkorn, 2007).
La noción de relación social de sexo guarda una estrecha relación con la de división
sexual del trabajo. A continuación nos detenemos en estas dos definiciones para luego
concentrarnos en el modo en que este enfoque impacta en la noción de calificación.
Para Kergoat (2003), toda relación social debe ser entendida como una tensión
que recorre la sociedad. Tensión que cristaliza en retos en torno a los cuales los seres
humanos se enfrentan para producir sociedad o para reproducirla. A su vez, las rela-
ciones sociales son múltiples y ninguna de ellas determina la totalidad del campo que
estructuran: “juntas tejen una trama e impulsan su dinámica, son consustanciales” (Kergoat,
2003: 845). Son consustanciales en la medida en que resulta imposible desenmarañar
las relaciones sociales que componen la matriz societal. En todo caso, es el investi-
gador quien debe “separar” las relaciones sociales. A partir de esta definición general
de relación social es posible explicar las especificidades de la relación social de sexo.
La relación social de sexo es de la misma índole que el resto de las relaciones sociales,
aunque posee características propias: está presente en la totalidad del espacio-tiempo
conocidos, pero asume formas singulares. Implica la construcción de grupos sexuados
(no productos de destinos biológicos sino constructos sociales) por tensión, oposición
o antagonismo en torno a un reto, el reto del trabajo. El trabajo es la base material de
la relación social de sexo y el naturalismo es la ideología de su legitimación, la “doxa
del sexo”. Se basa ante todo en una relación jerárquica, una relación de poder, y no un
mero principio de clasificación.
Cabe destacar que no se trata del trabajo entendido en un sentido acotado, como
trabajo asalariado, sino del trabajo como producción del vivir6, en una doble acepción:
6 Hirata, H. y Zariffian, P. (2007) redefinen el concepto de trabajo como producción del vivir. Esta categoría intenta
reponer en la definición de trabajo su carácter sexuado, por un lado, así como la distinción e historización de
en el plano colectivo incluye el trabajo asalariado o no, mercantil o no, formal o informal,
trabajo doméstico, de cuidados corporales y afectivos; y en el plano individual, ya que
mediante el trabajo el individuo transforma su entorno y es transformado, produce y
se produce a sí mismo, lo que obliga a tomar en cuenta la subjetividad.
Ahora bien, el enfoque del sexo como relación social se nutre de los debates en
torno a la noción de división sexual del trabajo. Las reflexiones en torno a la división
sexual del trabajo se inician en la década de 1970 bajo el impulso del movimiento
feminista, momento en que proliferan un conjunto de trabajos desde las ciencias
sociales que asientan las bases teóricas del concepto. Una de las primeras tesis que
surgen de dichas conceptualizaciones es aquella que encuentra la base de la opresión
en la enorme masa de trabajo invisible realizado sin remuneración por las mujeres, que
tiene dos particularidades esenciales: no es un trabajo para ellas mismas, sino para
otros y se realiza en nombre de la naturaleza, el amor y el deber materno7.
Para Daniele Kergoat y Helena Hirata (2007), la división sexual del trabajo surge de
una forma específica de relación social: es la forma de división del trabajo que surge
de la relación social de sexo y, simultáneamente, es un factor determinante para la
sobrevivencia de dicha relación. Tiene como característica la designación prioritaria
de los varones en la esfera productiva y de las mujeres en la esfera reproductiva. Y,
simultáneamente, la apropiación de los varones de las funciones con mayor valor
social: políticas, religiosas, militares, entre otras.
las dos vertientes de la definición de trabajo elaborada por la economía política clásica: la que se refiere a las
relaciones de los seres humanos con la naturaleza y la que se refiere a las relaciones que se establecen entre los
seres humanos.
7 En el marco de estos debates, las historiadoras Heidi Hartman (1980) y Joan Scott (1993) destacaron la presencia
femenina en la actividad económica remunerada en el período de transición al capitalismo, tanto en Europa
occidental como en Estados Unidos. Ambas autoras enfatizaron el impacto que tuvo la legislación protectora del
trabajo femenino e infantil en la profundización de la división sexual del trabajo durante el siglo XIX y principios
del XX. Hartman acudió a la noción de patriarcado para explicar de qué modo la organización jerárquica de la
familia, precedente al advenimiento del capitalismo, se articuló con la producción industrial. Los empresarios
aprovecharon muchas veces estas estructuras para reducir costos y/o obtener mayores beneficios. Eventualmente,
encontraron en los trabajadores hombres aliados para impulsar la segregación laboral por sexo, que les permitió
abonar remuneraciones muy inferiores a las mujeres. Scott, en cambio, afirmó que el proceso de industrialización
no modificó radicalmente el modo en que las mujeres de desenvolvían en el hogar, la domesticidad y el trabajo
remunerado fuera de la casa. De este modo, criticó las posiciones tributarias de la obra de Federico Engels para
las cuales la industrialización provocó la separación del hogar y el trabajo, y obligó a las mujeres a elegir entre
domesticidad o salario. Scott sitúa la génesis de la división sexual del trabajo, así como se cristalizó a inicios del
siglo XX, en un giro discursivo en torno a la figura de la mujer trabajadora que tuvo lugar en el siglo XIX y que
inspiró buena parte de la legislación protectora del trabajo femenino. Este modo de distribución sexual del
trabajo, que asumió un carácter normativo, se constituyó en la base sobre la cual se diseñó la legislación laboral
del capitalismo industrial.
el género al sexo biológico, y las prácticas sociales a papeles sociales sexuales que
se remiten y fundan en un destino natural de la especie. Lejos de ser una relación
social inmutable, ostenta una enorme plasticidad y sus expresiones concretas varían
en el tiempo y el espacio, así como ha sido extensamente documentado por la
antropología y la historia.
Ahora bien, como ya se señaló, los procesos de trabajo interpelados desde esta
perspectiva habilitan la problematización de la noción de “calificación” utilizada en los
estudios del trabajo. Este escrito se propone ejercitar dicha problematización para el
caso de las operarias de una planta de producción de la industria química.
En Argentina cuenta con dos plantas. Una de ellas, ubicada en la provincia de San
Luis, cuenta con alrededor de 15 trabajadores varones8 y se dedica principalmente a la
elaboración y procesamiento de las materias primas. La segunda planta, situada en la
ciudad de San Martín, provincia de Buenos Aires, cuenta con casi 100 trabajadores (48
de estos son mujeres). Allí se producen tubos colapsables de aluminio, se fraccionan
y envasan las materias primas, se almacena y distribuye la producción. Esta empresa
comercializa gran parte de sus productos mediante marcas de terceros y/o a granel.
De acuerdo con lo indicado en su sitio web oficial, Anaeróbicos S.A., exporta el 50%
de su producción, principalmente en el ámbito del MERCOSUR, pero también al resto
de América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia.
Anaeróbicos inició sus actividades en 1972, siendo una pequeña empresa familiar
de capitales nacionales. En diciembre de 2007 fue adquirida por la transnacional de
origen norteamericano Illinois Tool Works Inc. (ITW) e integra el grupo ITW Performance
Polymers & Fluids, con presencia en cincuenta y dos países. Los testimonios coinciden
en que el cambio de dueños implicó modificaciones en la organización del trabajo
en la planta: la incorporación de nuevas máquinas que requieren menos puestos de
trabajo, la masculinización de algunos puestos, cambios en las medidas de seguridad
y el control de calidad y, especialmente, “mucha presión con el tema de la productividad”.
Asimismo, la nueva firma ha realizado actividades de capacitación para los maquinis-
tas (técnicos mecánicos, exclusivamente varones), de las que han sido excluidas las
operarias por pertenecer a las categorías profesionales inferiores. Es de destacar que
los cambios introducidos no significaron la automatización del proceso productivo,
expuestas las trabajadoras9. En suma, el carácter repetitivo de las tareas realizadas, las
posturas corporales requeridas y, especialmente, la exposición permanente a riesgos
químicos impactan negativamente en la salud de las operarias. En consecuencia, las
trabajadoras padecen enfermedades y malestares, sobresale por su frecuencia la der-
matitis. Asimismo, la presión permanente para alcanzar los objetivos de productividad
multiplica los riesgos de accidentes; mientras que el sistema de turnos rotativos significa
un gran obstáculo para el desarrollo personal y la organización familiar y contribuye
al deterioro global de la salud de las trabajadoras. Luego de varios años de labor en
estas empresas, el desgaste físico, el deterioro de la salud y el sufrimiento psíquico
experimentado, afectan profundamente la vida cotidiana de estas mujeres y ello cobra
visibilidad de una manera dramática en el ámbito familiar.
Sin embargo, estudios críticos pusieron en evidencia los problemas de los nuevos
enfoques y revalorizaron la vigencia de aportes conceptuales en apariencia envejecidos.
Para Marcelle Stroobants (1999), con el auge de las ideas sobre la flexibilidad laboral y
nuevas modalidades de organización del trabajo “el mito de la fábrica sin hombres fue
reemplazado por el mito de la fábrica sin fallas”. El hecho de que el taylorismo continúe
siendo el paso obligado de todas las reflexiones sobre las denominadas nuevas formas
de organización del trabajo, ya sea en clave de ruptura (postaylorismo) o de continui-
dad (neotaylorismo) pone de relieve que las afirmaciones acerca de los cambios en los
paradigmas tecnológicos y de los modelos de organización de las empresas merecen,
al menos, ser sometidas a algunas preguntas: ¿es un asunto de teoría o un discurso
social? ¿El cambio de paradigma procede de los investigadores o de la empresa?
9 Desde 2007 la empresa ha colocado en la entrada del establecimiento, donde fichan los trabajadores un panel
contador de accidentes que cada 160 días sin accidentes vuelve a cero. Esta política de prevención de accidentes
contrasta con el día a día narrado por las operarias. Un ejemplo de ello es la ausencia de una enfermería en la
planta química: “Son los supervisores los que diagnostican. Hay un botiquín. Tenés para el dolor de cabeza, dolor
de estómago, algún antiinflacionario, algo para los ojos” (delegada de 31 años. San Martín, marzo de 2011).
Para explicarlo con mayor claridad, Stroobants realiza un recorrido por los estudios
sobre el conocimiento de los trabajadores y encuentra que en ese campo los términos
saber y hacer aparecen con mucha frecuencia juntos. La autora encuentra además
que la expresión saber-hacer sirve como recurso para reconstruir de manera solapada
las oposiciones características entre categorías de conocimiento: intelectual-manual,
abstracto-concreto, formal-informal. En última instancia, la expresión saber-hacer es
utilizada por los enfoques empiristas para saldar la ambigüedad propia que surge
de la espontaneidad en la descripción de los procesos de trabajo. Como resultado,
pareciera que el saber-hacer constituye el contenido de la calificación. Tal es así que
muchos estudios se dedican a identificar los desfasajes entre saberes adquiridos y
saberes requeridos; entre el trabajo prescrito en una calificación y el trabajo real que
la misma comporta; entre calificación oficial y calificación efectiva. Estas cuestiones,
enfatiza Stroobants, más que las conclusiones de un análisis deben considerarse un
punto de partida, ya que justamente ese desfasaje es constitutivo del proceso mismo
de calificación.
Ahora bien, anteriormente afirmamos que las operarias químicas consideran que
su trabajo no es calificado. Luego afirmamos que las operarias están convencidas que
su trabajo es un trabajo para mujeres. Tomando en consideración la definición de ca-
lificación propuesta por Stroobants como apreciación social del valor diferencial del
trabajo y como producto de una acción clasificatoria, nos preguntamos ¿Qué relación
puede establecerse entre la “no calificación” de sus tareas y su condición femenina?
Marta Roldán (1992) alertó sobre la centralidad que adquiere la temática de las
calificaciones, debido a que las jerarquías de género en los procesos de trabajo se
construyen fundamentalmente, aunque no exclusivamente, basadas en las dimen-
siones socioeconómicas y simbólicas de la calificación. Para Mary García Castro (1992)
la preferencia por el uso de fuerza de trabajo femenina en sectores en los cuales
predominan los requerimientos relacionados con la minuciosidad, la agudeza visual
o la motricidad fina, pone de manifiesto la estrecha relación existente entre división
técnica, división social y división sexual del trabajo. Esta vinculación estaría explicando
A partir de los relatos recogidos se advirtió que las operarias asocian sus habilidades
con cualidades naturales, que son definidas como femeninas en tanto se diferencian de
otras cualidades “masculinas”. La velocidad de los movimientos manuales y el tamaño
corporal o la paciencia son puestas en el mismo plano. Esto puede observarse cuando
definen su labor y lo comparan con el trabajo de los operarios varones.
“Pero los hombres no son tan capaces con las manos como las mujeres. Con la grice-
ra, por ejemplo, con una máquina que se llama automática y otra máquina que se
llama F8 donde se colocan picos y eso lo hemos comprobado porque hemos puesto
compañeros a prueba a ver si podían tener la misma habilidad que las mujeres por el
tema de que van dos cartuchos y tenés que poner dentro de unos papelitos lo picos y
después a los costaditos, si no tiene la misma habilidad que tiene una mujer, mmm,
en sí, eso de que no se vaya a pasar un pico” (operaria y delegada de 36 años. San
Martín, mayo de 2011).
Sin embargo, los relatos también delatan que las trabajadoras tienen saberes que
ponen en juego en el proceso de trabajo aunque los mismos sean decodificados por
ellas y su entorno como atributos naturales de las mujeres. Recordemos la definición
de calificación como apreciación social del valor diferencial del trabajo, que surge de un
acto de clasificación social, que por esa razón comporta una parte de arbitrariedad y,
en última instancia, expresa una correlación de fuerzas. Por lo tanto, las calificaciones
no están determinadas exclusivamente por los contenidos concretos que asumen
los trabajos.
A pesar de todo lo expuesto, hemos hallado elementos que horadan las repre-
sentaciones naturalizadas de las operarias sobre sus saberes productivos: ellas tienen
conocimientos técnicos, los ponen en práctica en su trabajo cotidiano y consideran
que no son reconocidos por sus superiores. Dichos elementos nos permitieron proble-
matizar el destino “natural” de las mujeres en líneas de producción, realizando tareas
manuales con objetos pequeños y a altas velocidades:
“En las máquinas con las que ustedes trabajan, si de repente alguna funciona mal o
tiene algún problema ¿lo pueden resolver ustedes o normalmente tienen que acudir
a alguien?
Y en el caso del sector de nosotras hay más de una chica que sí sabe cómo se desar-
ma, cómo se puede limpiar y lo hacemos. Pasa que antiguamente se acostumbraba
eso y ahora no, porque tenemos mecánicos y hay cosas que las chicas no la hacen”
(operaria de 28 años. San Martín, mayo de 2011).
Pero los conocimientos técnicos de las operarias no son reconocidos por sus pares
varones, ni por sus superiores, independientemente que el convenio colectivo de tra-
bajo de la rama química contenga una cláusula que prescribe la igualdad de géneros:
Igual trabajo, igual salario10. En el marco de una entrevista, una delegada sindical de
la planta hizo referencia al modo en el cual son aplicadas diferencialmente a varones
y mujeres las categorías salariales del convenio colectivo. Específicamente, se refirió
10 Artículo 39º “Igual trabajo, igual salario: Las condiciones a la que se refiere la presente convención Colectiva de trabajo,
serán gozadas por el personal (ambos sexos), de cada establecimiento, debiéndose pagar al personal femenino, igual
remuneración que al masculino, en caso de realizar igual trabajo” (CCT Nº 564/09 vigente para todo el personal
encuadrado en FESTIQyPRA).
a un plus salarial que reciben algunos operarios con mayor antigüedad por entrenar
a nuevos trabajadores:
“Lo que pasa es por el tema del convenio, hay cosas que no están bien especificadas.
Depende cómo se interprete. Porque de hecho tenemos gente, compañeras de años,
y los muchachos tienen un porcentaje por ser capacitadores, por enseñar a una com-
pañera cuando es nueva, sin embargo las chicas más antiguas cuando enseñamos
a chicas más nuevas no hay esa diferencia” (operaria y delegada de 36 años. San
Martín, mayo de 2011).
Hasta aquí, el lugar de las mujeres en las líneas se explicó, desde la perspectiva de
las operarias, por las habilidades “naturalmente” femeninas o por las ambigüedades
del convenio colectivo. En algún momento, una operaria para explicarme cómo fun-
cionaba la máquina con la que trabajaba, hizo lo que toda maestra de escuela sabe
que debe hacerse: la comparó con un objeto cotidiano que seguramente yo conocía
y utilizaba en mi casa:
“En la máquina de Siano el enroscado es… vos fraccionas y tenés un roscador como
si fuera así como… ¿viste el minipimer? Para que te des una idea” (operaria de 39
años. San Martín, marzo de 2011).
Como afirma Kergoat (2003), los dominantes de la relación social de sexo no luchan
contra las mujeres en una “guerra de sexos”, sino que dirigen, desplazan y modulan
sin cesar esa relación mediante la división sexual del trabajo. Esto puede observarse
con mucha nitidez en el caso de la calificación. La calificación, concepto fundamental
de la sociología del trabajo, cuando es interpelada desde la perspectiva de la relación
social de sexo muestra su opacidad al poner de manifiesto que tanto su construcción
individual como colectiva procede de manera completamente distinta en el caso de los
hombres o de las mujeres; y que no puede ser entendida sin que se vuelva subjetiva.
Ahora bien, Kergoat encuentra que cualidades denominadas “naturales” son distintas
de acuerdo con el sexo: las consideradas masculinas (la agresividad, la fuerza física, la
voluntad de poder) son más valoradas socialmente que las consideradas femeninas
(capacidad para relacionarse, “instinto” materno, la abnegación, la minuciosidad). De este
modo, concluye, el proceso de construcción de la calificación varía de acuerdo con la
posición que asuma en la relación social de sexos. Mientras que la calificación masculina
individual o colectiva se construye socialmente, las cualidades femeninas se adquieren
mediante un aprendizaje que erróneamente es vivido como individual por el hecho de
que se efectúa en la esfera de lo privado y por esa razón no es valorado socialmente. De
ahí que se establezca con los empleadores una relación de fuerzas desfavorable para
las mujeres, y es sabido que de esa relación de fuerzas resulta la calificación.
Según Castilla Ramos y Torres Góngora (2009), en el caso de las líneas de produc-
ción, las representaciones que moldean los principios de adaptación y eficacia de las
obreras son inseparables de aquellas que gobiernan las tareas en el seno del hogar.
Tanto en la casa como en la fábrica las mujeres utilizan sobre todo sus brazos, ante-
brazos, manos, así como los gestos de débil amplitud, pues las tareas son simples y
repetitivas, por ello están en la cadena de montaje. Las actividades realizadas por las
trabajadoras están intrínsecamente enlazadas con aquellas que desempeñan en sus
hogares, esto se hace patente en las líneas de producción, en virtud de la naturaleza
de las tareas: pese a la presencia de máquinas, fundamentalmente se ocupan de la
inspección y el empaque.
¿En qué medida las destrezas productivas que despliegan las obreras químicas
analizadas implican aquellos saberes y formas de hacer adquiridos en el ámbito do-
méstico familiar, como el trabajo doméstico y cuidado? Con la información recabada
en esta investigación no ha sido posible responder a esta pregunta11. Su formulación,
en cambio, plantea un desafío metodológico relativo a instrumentos de recolección
de la información que permitan hacer comparables los procesos de trabajo en los
establecimientos fabriles con las tareas de reproducción doméstica y familiar que se
realizan cotidianamente con el propósito de sostener la vida. En este sentido, la utiliza-
ción de entrevistas en profundidad posibilitó la reconstrucción parcial del proceso de
trabajo en las líneas de montaje, pero resultó ser una técnica inadecuada para indagar
11 En otro trabajo (Anigstein, 2012) se han indagado las trayectorias familiares y las estrategias individuales y colectivas
de organización del cuidado de las operarias fabriles. La elaboración de relatos etnográficos habilitó un conjunto de
reflexiones en torno a la relación existente entre el modelo de organización del cuidado prescripto en las regulaciones
laborales y las formas de participación y representación sindical de las mujeres. Sin embargo, este abordaje resultó
insuficiente para comparar los procesos de trabajo en ambas esferas de la experiencia vital de las trabajadoras.
REFLEXIONES FINALES
A partir de esta descripción, afirmamos que las operarias son destinadas a las líneas de
montaje donde realizan tareas repetitivas, que requieren gran velocidad, minuciosidad,
motricidad fina y permanente concentración, siendo el embalaje y la inspección ocular
sus principales funciones. Se halló que dichas tareas y los puestos de trabajo asociados
a ellas son connotadas por las trabajadoras, sus pares varones y los empleadores como
no calificados, femeninos y livianos (con relación a las tareas masculinas, que requieren
mayor vigor físico o conocimientos técnicos reconocidos). Cuando estos puestos son
ocupados por varones, mediante la adición de tareas auxiliares que suponen la puesta
en juego de mayor esfuerzo físico, son recodificados como puestos masculinos. Esta
redefinición de los puestos se objetiva en una recategorización, cuya consecuencia
inmediata es un aumento en las remuneraciones percibidas.
Atendiendo a estas características del proceso de trabajo, analizamos cómo las des-
trezas productivas de las obreras guardan una estrecha relación con saberes adquiridos
en el ámbito doméstico, invisibilizados y decodificados como habilidades naturales. En
esta dirección, sugerimos que las operarias mantienen una relación ambivalente con
la calificación, no problematizan la división sexual del trabajo en la planta y naturalizan
sus destrezas. Sin embargo y conjuntamente, perciben inequidades entre sexos. Un
ejemplo de ello es el plus salarial que no perciben las operarias por entrenamiento de
nuevos trabajadores, otorgado a operarios varones exclusivamente.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Abal Medina, Paula y Diana Menéndez, Nicolás (comp.) (2011): Colectivos Resistentes.
Procesos de politización de trabajadores en la Argentina reciente. Buenos Aires. Editorial
Imago Mundi.
Abal Medina, Paula; Arias, Cora; Battistini, Osvaldo; Busso, Mariana; Crivelli, Karina y
Míguez, Pablo (2009): Senderos bifurcados. Prácticas sindicales en tiempos de precari-
zación del trabajo. Buenos Aires. Prometeo Libros.
Alaluf, Mateo (2003): “La sociología del trabajo a través de una relectura de Claude Durand.
Situación del trabajo, calificaciones, competencias y clase obrera”, en Cuadernos de
Relaciones Laborales 21, Nº 2, pp. 93-102. Madrid. Universidad Complutense de Madrid.
Antúnez, Ricardo (2005): Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación
del trabajo. Buenos Aires. Herramienta Ediciones - Taller de Estudios Laborales.
Arango, Luz Gabriela (1997): “La clase obrera tiene dos sexos. Avances de los estudios
Latinoamericanos sobre género y trabajo”, en Nómadas Nº 6. Bogotá. Departamento
de Investigaciones, Universidad Central-DIUC.
Carneiro Araújo, Ângela Maria (2005): “Gênero nos studos do trabalho”, em Maria Lygia
Quartim de Moraes org. Gênero na fronteira do Sul. 1ª Ed., Campinas, Brasil. Pagu/
Unicamp.
Carneiro Araújo, Ângela Maria; Aguiar Amorin, Elaine Regina; Clemente Ferreira, Verônica
(2004): “O sentidos do trabalho da mulher no contexto da Reestruturação Produtiva”,
Artigo a ser apresentado no VIII Congresso Luso-Afro Brasileiro de Ciências Sociais,
Coimbra, Portugal, 16 a 18 de setembro de 2004.
Castilla Ramos, Beatriz y Torres Góngora, Beatriz (2009): “Del hogar a la fábrica. Trabajadoras
de las empresas transnacionales en Yucatán, México”, en TRACE 55, junio 2009.
México. Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, pp. 31-52.
Cifarelli, Viviana; Martínez, Oscar; Pérez Crespo, Guillermo (2007): De eso no se habla:
organización y lucha en el lugar de trabajo. Cuadernos del TEL. Buenos Aires. TEL
De la O., María Eugenia (2006): “El trabajo de las mujeres en la industria maquiladora
de México: Balance de cuatro décadas de estudio”, en AIBR Revista de Antropología
Iberoamericana, Ed. Electrónica, vol. 1, número 3, agosto-diciembre 2006, Madrid,
pp. 404-427.
García Castro, Mary (1992): “O conceito de gênero e as análises sobre mulher e trabalho.
notas sobre impasses teóricos”. Cad. CRH, Salvador, 17, pp. 80-105.
Garza Toledo, Enrique (2001): “Problemas clásicos y actuales de la crisis del trabajo”,
en El trabajo del futuro y el futuro del trabajo, Neffa, de la Garza (Comp), FLACSO,
Buenos Aires.
Gilly, Adolfo (1985): “La mano rebelde del trabajo”, en Cuadernos del Sur, Número 1,
enero-marzo de 1985. Buenos Aires. Editorial Tierra del Fuego.
Hartman, Heidi (1980): “Capitalismo, patriarcado y segregación de los empleos por sexo”,
en Z. R. Eisenstein comp., Patriarcado, capitalismo y feminismo socialista. México.
Siglo Veintiuno Editores, pp. 186-220.
Hirata, Helena (2001): “Globalização e divisão sexual do trabalho”, Cadernos Pagu 17/18
2001/02, pp. 139-156.
---------- 2010. “División sexual del trabajo. Puntos de método”. Publicado en Aporrea el
31/10/2010. URL. http.//www.aporrea.org/ideologia/a98056.html
Hirata, Helena; Kergoat, Danielle (2007): “Novas configurações da divisão sexual do tra-
balho”, en Cadernos de Pesquisa, v. 37, n. 132, São Paulo, set./dez. 2007, pp. 595-609.
Hutchison, Elizabeth Quay (2005): Labores propias de su sexo: género y trabajo en Chile
urbano, 1900-1930, trans. Jacqueline Garreaud. Santiago. LOM Ediciones.
Kergoat, Danielle. (2003): “De la relación social de sexo al sujeto sexuado”, en Revista
Mexicana de Sociología, año 65, núm. 4, octubre-diciembre 2003, México, pp. 841-861.
Marx, Karl (2002): El capital. El proceso de producción del capital. Tomo I, Vols. 1 y 2. Buenos
Aires. Siglo Veintiuno Editores Argentina.
Pfefferkorn, Roland (2007): “El trabajo. Un eje fundamental de las relaciones sociales
de sexo”, en Revista de Ciencias Sociales Nº 18, Departamento de Ciencias Sociales,
Universidad Arturo Prat, Iquique, invierno 2007, pp. 53-70.
Scott, Joan W. (1993): “La mujer trabajadora en el siglo XIX”, en Historia de las mujeres,
Duby y Perrot Eds., tomo 5, “El siglo XIX”, Fraisse y Perrot comp., pp. 405-435.
p o l í t i c a s
PÚBLICAS
Revista Punto Género Nº 3. Noviembre de 2013
ISSN 0719-0417 / 167 - 194
Resumen
Abstract
This article aims review the concept of intersectionality, from de analysis of policy frameworks
made to plans for migrants’ integration in the Community of Madrid. The article discloses the
reality of policy framing where those migrant women are represented as vulnerable, subordi-
nate and homogenized. Therefore, these policies promote an exclusionary citizenship, which
excludes migrant women, emphasizing the subordination assigned to them.
1 Doctoranda en Trabajo Social, Universidad Complutense de Madrid. Máster en Estudios Feministas, Máster en
Trabajo Social comunitario por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Inmigración, refugio y relaciones
intercomunitarias, Universidad Autónoma de Madrid. Asistente Social (UTEM). Directora Departamento de Trabajo
Social, Universidad de Atacama. coryduarte@gmail.com
1. Presentación
El análisis de los planes a partir del análisis de marcos de política, permite dar a co-
nocer la existencia de marcos interpretativos presentes en las acciones implementadas
por la Comunidad de Madrid respecto de la población migrante. Sin embargo, y para
efectos del estudio, solo se analizaron las interpretaciones, construcciones e imágenes
con las que son representadas las mujeres de origen extranjero. Esto dará cuenta de la
presencia de marcos interpretativos, pero también de la idea de ciudadanía presente
en las planificaciones de dicha comunidad autónoma.
2 El artículo se basa en la investigación realizada como trabajo final del Máster en Estudios Feministas de
la Universidad Complutense de Madrid. Por tanto, corresponde aquí mencionar y agradecer el crucial
acompañamiento y dirección de la profesora Emanuela Lombardo, quien tutorizó el trabajo de investigación.
La profesora Lombardo fue parte del equipo de investigadoras del Departamento de Ciencia Política y de la
Administración de la UCM que participó en el proyecto europeo MAGEEQ, Mainstreaming Gender Equality
in Europe, V Programa Marco de la Unión Europea. La metodología utilizada en dicho proyecto fue adaptada
para la realización de esta investigación.
El artículo finaliza con los resultados del análisis y la descripción de las principales
conclusiones de este estudio. Luego de esto se exponen algunas reflexiones sobre la
necesidad de incluir la noción de interseccionalidad en los estudios feministas y en
las políticas sociales.
Para comenzar, debemos señalar que desde tiempos remotos las mujeres
han participado en los procesos migratorios, sin embargo, su movilización ha
sido desvalorizada, invisibilizada y por tanto no cuantificada. Lo anterior no tiene
relación con el poco estudio de la cuestión, sino más bien con el escaso impacto
que este tema tiene en los medios de comunicación de masas y en las agendas
legislativas (Plataforma Interamericana de Derechos Humanos, Democracia y
Desarrollo, 2008: 31).
Diversos estudios han puesto de manifiesto que con la incorporación de las mujeres
de los países del Norte al mercado laboral, el trabajo no remunerado que ellas realiza-
ban, el llamado reproductivo, es transferido a otras mujeres, generalmente migrantes,
creándose un sector “poco reconocido, con reglas no siempre claras y por lo tanto
escasamente regulado, imponiendo límites en el acceso a derechos u otros sectores
económicos con mejores condiciones laborales” (Robert y López: 2008). La demanda
de servicios asociados a los cuidados en los países ricos requiere de personas que
cubran puestos de trabajo ubicados en posiciones tradicionalmente menos valoradas,
entre las que encontramos el servicio doméstico, el servicio de cuidado personal y los
servicios sexuales (Anthias y Lazaridis: 2000, citado por Oso, 2007: 652).
Las investigaciones feministas, así como el propio movimiento, no han sido ajenas a
una serie de críticas y cuestionamientos en torno a la concepción homogenizada que
se tenía sobre la categoría “mujer”. Las críticas estaban orientadas a que el movimiento
feminista respondía a una imagen de mujer occidental, blanca, burguesa y heterosexual,
que no hacía eco de la diversidad de mujeres y de las situaciones distintas de opresión
y dominación que estas padecían en sus contextos particulares (Lorde, 2003; Hooks,
2004; Lugones, 2008; Spivak, 2010). Se postulaba así que el feminismo había nacido “con
una pretensión de universalismo semejante al que le ha excluido” (Suárez Navas, 2008: 44).
de género (Trujillo, 2011: 64) y en la que existía una “reducción del conglomerado de
estructuras de dominación haciendo la sexual la determinante” (Suárez Navas, 2008: 46).
Esta unificación de la identidad se basa en homogeneizar las mujeres (Lorde, 2003: 124)
omitiendo su ubicación “dentro de múltiples y frecuentemente poco armónicas agendas”
(Haraway, 1995: 190).
Los feminismos de color criticaron los binarismos y la lógica de las fronteras pre-
sentes en el “feminismo tradicional”. Planteaban que a partir de un deseo de control
y de pureza se había generado un rechazo a todo aquello que es múltiple y que no
puede ser clasificado (Lugones, 1994). Los feminismos a los cuales se hace referencia
recogieron las identidades mestizas, móviles y siempre en problemas (Anzaldúa, 1987)
rescatando la existencia de tierras medias. Los saberes provenientes de estos espacios
generan la idea de una gnosis fronteriza, configurándose un conocimiento desde una
perspectiva subalterna, concebido desde los límites, desde las fronteras del sistema-
mundo, moderno/colonial (Mignolo, 2003).
Desde estas visiones se denuncia que todas las categorías comprensivas y cons-
titutivas de la historia y de la identidad de las mujeres se han construido solo desde
un punto de vista de Occidente (Spivak, 2010). Se acusa al “feminismo tradicional” de
entablar discusiones sobre teoría feminista “sin entrar a analizar nuestras numerosas
diferencias y sin considerar espacios a las significativas aportaciones de las mujeres pobres,
negras, del tercer mundo y lesbianas” (Lorde, 2003: 115). Esta perspectiva a todas luces
hegemónica pretendía “reducir el sujeto-objeto de conocimiento a una concepción está-
tica y homogénea”, en contraste con una mirada diversa y no excluyente, ya que solo
a partir de un ejercicio que permita el “reconocimiento de las diferencias existente entre
los distintos perfiles y colectivos de mujeres podremos abordar adecuadamente el modo
en que se construyen y articulan esas experiencias” (Reigada, 2008: 103).
Los feminismos periféricos hacen hincapié en que las mujeres han estado sujetas a
procesos culturales y políticos desencadenados por el sistema capitalista y la moder-
nidad occidental. Asimismo, estos feminismos entregan gran relevancia a la necesidad
de reconocer tanto las producciones teóricas como las prácticas subordinadas que se
han hecho desde los márgenes (Curiel 2011: 200). Los feminismos periféricos postco-
loniales o del tercer mundo evidencian la(s) realidad(es) de la diversidad de mujeres,
de sus agencias, y sus capacidades de actuación. Se reclama el que se “consideren y
nombren las diferentes diferencias entre las propias mujeres, es decir, las existentes dentro
de la identidad colectiva articulada por el feminismo” (Trujillo, 2011: 165). Así también, se
plantea la necesidad de analizar “las causas que producen las diferencias de clase, raza,
etnia, opción sexual o migración, y tener en cuenta cómo las experiencias de esas diferencias
afectan la forma de ser mujeres” (2011: 166).
Se levantan críticas respecto de que las opresiones no se dan en un estado puro, sino
más bien se combinan y potencian, por tanto se hace necesario la articulación de las
múltiples opresiones como variables dependientes, “porque cada una inscribe en las otras y
es constitutiva de y por las otras” (Brah, 2004). La consideración de las distintas categorías en
los análisis feministas permitió estudios que dieran cuenta de las intersecciones entre las
desigualdades en que se mueven y superviven las mujeres (Hancok, 2007; Anthías, 2011;
Crenshaw, 2003; Verloo, 2005). En este sentido, los estudios sobre las interseccionalidades
permitieron considerar las identidades múltiples de los y las sujetos, visibilizando que
no se es solamente mujer, si no que se es en un contexto y circunstancias específicas.
Para adentrarnos en esta idea, es preciso reconocer que los feminismos periféricos
lograron poner énfasis en que “la discriminación de género no es adicional sino relacional,
lo que significa que colorea y es coloreada por otras divisiones sociales, como la clase social
y la raza (o etnicidad)” (Rodríguez, 2011: 20).
Las desigualdades de género se solapan con otras jerarquías sociales, y las posicio-
nes sociales de las mujeres han de ser comprendidas en la intersección de las distintas
categorías (Peterson, 2007), estas diferencias debiesen ser reconocidas sin llegar a
esencializar a las mujeres con la finalidad de construir alianzas contra todas las formas
de discriminación (2007: 41).
En este sentido, Mohanty plantea que la experiencia de ser mujer “puede crear una
unidad ilusoria, porque no es la experiencia de ser mujer, sino el significado atribuido al
género, la raza, la clase y la edad en diversos momentos históricos los que tiene significa-
ción estratégica” (2002: 101). Y esa misma significación estratégica permite plantear los
temas que se entrelazan en el ejercicio teórico y práctico de las diversas categorías,
ya que si no “¿Cómo se negocia entre mi historia y la tuya? ¿Cómo se entretejen nuestras
diferencias y cómo de hecho se organizan jerárquicamente?” (2002: 91).
intentos de categorizar no hacen más que distorsionar los seres y fenómenos que se
ubican en las intersecciones. Lugones señala la necesidad de “reconceptualizar la lógica
de la intersección” superando con esto el pensamiento categorial, ya que “solo al percibir
género y raza como entramados o fusionados indisolublemente, podemos realmente ver
a las mujeres de color” (79: 2008).
Los marcos de política son entendidos por Mieke Verloo como un “principio organiza-
dor que transforma la información fragmentaria o incidental en un problema de estructura
y sentido, en la que una solución está implícita o explícitamente incluido”. Verloo es tajante
al señalar que los marcos de política no son descripciones de la realidad, sino más bien
son construcciones que dan sentido a esta, permitiendo su comprensión (2005: 20).
La autora señala que un marco de política tiene un formato típico, conectado a la política
y a su formulación. Asimismo, señala que existe una representación implícita o explícita de
un diagnóstico, conectado a un pronóstico y a un llamado a la acción (Verloo, 2005: 21).
7. Método
Verloo (2005) señala que para los fines del proyecto MAGEEQ ha sido relevante
considerar la dimensión de la voz de los actores y la atribución de responsabilidad de
los mismos tanto en la causa como en la solución del problema. En este estudio dicho
análisis cobra un papel preponderante debido a que uno de los objetivos es precisa-
mente estudiar la voz y la atribución de responsabilidad de las mujeres migrantes en
las políticas de extranjería que se adoptan, por lo que se considera como estrategia la
reformulación de algunos de los puntos centrales revisados por el proyecto MAGEEQ,
así como en las preguntas que al respecto se formulara dicho equipo de investigación.
Dimensión Preguntas
¿Qué se representa como problema?
¿Qué representaciones implícitas o explícitas ofrecen los/as actores políticos/as del problema o solución?
Diagnóstico / Pronóstico ¿Quién o quiénes se supone que tiene/n el problema?
¿A qué grupo se dirigen las medidas que se toman?
Y si hay un grupo problemático, ¿cuál es el grupo normativo de referencia?
¿Se hace referencia a categorías sociales relacionadas con alguno de los géneros?
Dimensiones de género ¿Se hacen referencias a comportamientos asociados a las mujeres o a los hombres?
¿Se mencionan ciertas normas y símbolos sociales asociados a hombres y/o mujeres como parte del
diagnóstico y/o solución del problema?
¿Existe un cruce entre género y otras dimensiones como clase, etnia, raza?
Interseccionalidad ¿Son considerados cruces entre otras dimensiones?
¿Se hacen referencias particulares a ciertas etnias o razas?
¿Qué tipo de representaciones se realizan respecto de las personas extranjeras?
Para un mejor estudio de los textos analizados se utilizaron una serie de preguntas
guías tendientes a analizar los discursos políticos, contribuyendo a la detección de las
inconsistencias presentes en los textos estudiados. De esta manera, la conciencia de las
inconsistencias y las exclusiones en los discursos políticos puede ser una herramienta
poderosa tanto para afinar la formulación de políticas de género y los procesos de
minimización de la exclusión (Verloo y Lombardo, 2007).
Se observa en sus primeras páginas una primera consideración sobre el tema que
aquí se analiza. Señalan que entre las áreas contempladas no se consideró la “cuestión
de género”, por ser “una realidad transversal considerada de modo explícito en todo y
cada uno de los estudios sectoriales” (2006: 7).
3 Respecto de los análisis de los textos, en este artículo se señalan solo aquellos elementos que competen a la temática
desarrollada.
4 Cabe destacar aquí el uso conceptual de la integración. El enfoque integracionista se encuentra en una posición
ambigua entre la idea progresista de la lucha por la igualdad de oportunidades y la teoría de la deficiencia, que
acaba explicando los déficits de las minorías desde los propios estereotipos de estas. Para muchos teóricos y
teóricas sigue constituyendo una forma sutil de racismo y una creencia en la superioridad de la cultura receptora
(Muñoz, 2001).
(2006: 39). El diagnóstico del área empleo evidencia la segmentación sectorial del
mercado de trabajo y las diferencias ocupacionales por razón de nacionalidad (2006:
48). En relación con la situación de las mujeres se señala la creciente demanda de
mano de obra no cualificada de mujeres extranjeras, la que se produce en un “contexto
determinado por la creciente incorporación de la mujer al mercado de trabajo, el progresivo
envejecimiento de la población y el todavía insuficiente carácter de las prestaciones públicas”
(2006: 48). Así, el trabajo de las mujeres migrantes se concentra “o bien en tareas domés-
ticas en su propio hogar o bien en servicios domésticos, aspecto que, unido a la concepción
que se tiene de este tipo de trabajos, acentúa la marginación de este colectivo” (2006: 48).
Ante tales datos, el equipo redactor del plan establece que las mujeres migrantes se
encuentran en una situación de “especial vulnerabilidad”, debido a que “ven delimitada
su actividad profesional mayoritariamente a sectores específicos como el servicio domés-
tico, junto con la existencia de una infravaloración de este tipo de trabajos que acentúan
la situación de marginalidad en la que se encuentran” (2006: 51). Frente a este escenario,
se propone como objetivo el “Promover el empleo de las mujeres migrantes”, cuya única
acción es la “implantación de un programa específico de empleo para favorecer la inser-
ción sociolaboral de las mujeres inmigrantes víctimas de violencia de género” (2006: 176).
el género como una variable transversal, no está presente en todas las categorías, sin
considerarle ni en el diagnóstico ni en la solución del problema.
En este sentido, existe una construcción de las mujeres migrantes como posibles
“víctimas” de tráfico de personas, lo que se ajusta a la relación prejuiciosa que se realiza
entre los movimientos migratorios de mujeres y el comercio/violencia sexual. Situación
similar sucede en el eje salud, en el que se asevera que las mujeres migrantes “que
trabajan en el ámbito de la prostitución” exponen al colectivo migrante “a riesgos de
infecciones por enfermedades de transmisión sexual” (2006: 107), lo que no es apoyado
por dato alguno o cita que evidencie lo afirmado.
También es señalado que “las pautas de comportamiento sexual (…) tienden a venir
condicionadas por la posición de la mujer en relación al varón en función de los distintos
patrones culturales” (2006: 107) y que las mujeres migrantes “muestran cierto desco-
nocimiento en relación con temáticas de salud sexual y reproductiva”. Estos juicios son
realizados a pesar de que se reconoce que faltan datos en relación con lo señalado, aun
así, la CAM realizaría esfuerzos para “erradicar los estereotipos negativos de género y la
igualdad de derechos sobre el cuerpo y la sexualidad entre mujeres y hombres”. De tal
manera, se observa la existencia de un prejuicio respecto de los estereotipos sexuales
presentes en la población migrante. Cuando el texto hace referencia a la posición de la
mujer en relación con el hombre la está situando implícitamente en una posición de
desventaja y sumisión. En las actuaciones es posible encontrar un plan de educación
sexual y salud reproductiva orientada a mujeres jóvenes, no así en adultas.
Existe también otro marco de política denominado “lo familiar es privado”. En él las
relaciones asimétricas entre hombres y mujeres en la familia son asumidas como un
asunto cultural y social propio y privado, justificando y revitalizando la división sexual del
trabajo. En este sentido, en el texto se observa una imagen estereotipada de las mujeres
en relación con la responsable del cuidado familiar, lo que es reflejado al hablar de la
alimentación de las familias, responsabilizándoles del tema: “la mujer suele ser la persona
de referencia encargada de la alimentación familiar y, algunos estudios, apuntan el posible
factor de riesgo existente entre la población inmigrante en relación con la alimentación cuando
no se da la presencia de la figura de la mujer” (CAM, 2006: 108). De esta forma, se refuerza
la función reproductiva asociada tradicionalmente a las mujeres, acorde a la división del
trabajo, por encima de factores productivos o de inserción en la sociedad de acogida.
Para finalizar esta sucinta presentación del análisis realizado se debe mencionar la
inexistencia en el texto de acciones de promoción de la autonomía de las mujeres o
apoyos en la conciliación. De esta manera, los problemas son detectados pero no se
impulsan instancias de solución.
Todo lo que tiene relación con la sexualidad es atribuida a las mujeres, no hay
referencias a los hombres en las medidas de prevención de enfermedades de trans-
misión sexual, o el comercio sexual, etc. Las mujeres en este plan están sexualizadas,
los hombres no. Se menciona también que las mujeres migrantes están insertas en
culturas que fomentan y validan los malos tratos, en una mirada extremadamente
generalizante del fenómeno en cuestión.
Las mujeres migrantes son representadas como víctimas: de los malos tratos y de vio-
lencia sexual. Se les considera además como vulnerables solo por el hecho de ser mujeres
y migrantes, lo que amerita un tratamiento diferenciado a sus particulares necesidades.
Se les considera responsables de las situaciones que las aquejan, ejemplo de esto
es la aseveración de que la presencia de dificultades en el embarazo tiene relación
con hábitos de atención sanitaria tardía, lo que habría sido adquirido en la experiencia
anterior con el modelo de salud de sus respectivos países de origen, remarcando “un
escaso hábito de realizar estos controles en los países de procedencia, pero también, la menor
adherencia a los criterios de seguimiento del embarazo refleja problemas de información
y adaptación cultural” (2009: 170).
manera “se hace necesario realizar un tratamiento especial por las características particu-
lares de cada nacionalidad por razones de edad, país de procedencia, cuestiones culturales,
entre otras consideraciones” (2009: 229).
Se establece también que las mujeres migrantes sufren una “doble vulnerabilidad por
ser mujer y por ser inmigrante, haciéndose hincapié en los últimos tiempos en la necesidad de
integrar la perspectiva de género en todas las políticas migratorias. En el caso de las mujeres
inmigrantes irregulares, estarían ante una situación de triple vulnerabilidad” (2009: 229).
Ante esto, el equipo redactor del plan señala que en “aquellos grupos en los que la
cultura es claramente patriarcal, se corre el peligro de volver a la reclusión de las mu-
jeres en el espacio privado. De esta manera se traslada al país de acogida los modelos
de discriminación existentes en el lugar de origen” (2009: 231). Al respecto, señalan
que en el caso de la migración de mujeres procedentes de áfrica, su llegada al país
se produce luego de la reagrupación de sus parejas, siendo legal y económicamente
dependientes de quien les reagrupa. El equipo señala que en caso de violencia de
género las mujeres tendrían un “gran temor a denunciarlo por miedo a perder la red
social y padecer el desarraigo porque la violencia sufrida, normalmente, no desaparece
en el país de acogida”. (2009: 231).
De esta forma, el plan, sin presentar antecedentes que fundamenten la idea, deja
entrever la existencia de dos tipologías de mujeres migrantes: por un lado, la mujer
latinoamericana, independiente, con mayores posibilidades de estar regularizada; y
por otro lado, la mujer de procedencia africana, más sometida y dependiente. Esta
situación puede darse debido a que la legislación española facilita la regularización
y nacionalización de personas extranjeras nacidas en alguna excolonia española, lo
que no se produce con las personas de origen africano, quienes son mayormente
discriminadas por sus dificultades administrativas en la regularización.
“Al abordarse este tema, se debe tener en cuenta que la pobreza, la dependencia, una
educación inadecuada, la adicción a drogas, la falta de vivienda, la discriminación
racial y sexual son temas que aparecen en las personas que están siendo o han sido
prostituidas y por tanto, en la mayoría de las ocasiones, los malos tratos, las caren-
cias afectivas, el analfabetismo, las drogodependencias, las condiciones vigentes del
fenómeno migratorio y las graves necesidades económicas son circunstancias que
favorecen el ingreso en el mundo de la explotación sexual” (2009: 232).
Sin embargo, la declaración realizada aquí deja fuera a los factores de dominación
que inciden en la explotación sexual de mujeres. Pareciera que se quiere dejar en
manos del contexto y de factores de riesgo la explotación de mujeres, cuando en
muchos casos tiene relación con el tráfico de personas, la violencia sexual, más que
con situaciones contextuales.
Las soluciones y prognosis propuestas en el plan son coherentes con las citas
anteriormente revisadas, existiendo todo un apartado que hace referencia a la lucha
contra la explotación sexual y apoyar a la mujer migrante en riesgo social (2009: 274).
Se destaca la existencia de medidas de conciliación laboral y familiar orientadas a la
población migrante, medida que no estaba presente en el plan anterior (2009: 272).
Sin embargo, hemos de señalar también que la prognosis responde a tres visiones de
mujeres: víctimas de violencia de género, víctimas de explotación sexual, y mujeres
que presenten necesidades de conciliación laboral-familiar (en una medida marginal
en comparación con las otras dos representaciones). La mujer en el plan responde a
esos tres estereotipos y siempre en el contexto de familia.
por el hecho de ser tal, marco de interpretación en la que existe una representación
de las mujeres migrantes como susceptibles de abusos y, por tanto, necesitada de
protección y asistencia por parte de la administración. En este marco se hace evidente
la consideración de la población migrante en general como una minoría étnica, la
que complementada con el género constituye un mecanismo cultural que les niega
protagonismo y las etniciza en términos culturales.
“…parece cierto afirmar que a las mujeres inmigrantes, por el hecho de ser tales, les
acompañan una serie de circunstancias que aumentan su vulnerabilidad en rela-
ción con los malos tratos (…) Por ello, existe un reconocimiento a favor de que a las
mujeres inmigrantes afectadas de una doble vulnerabilidad tengan un tratamiento
diferenciado” (CAM 2009, 231).
Estas afirmaciones centran su mirada en una sola imagen de migrante, sin considerar
la multiplicidad de orígenes y contextos de las mujeres. Se construye a su vez una imagen
de la mujer migrante, estereotipada, heterosexual, y afectada por el proceso migratorio:
“muchas de las mujeres inmigrantes se encuentran aisladas sin el apoyo o la información
suficientes para intentar salir de la situación de maltrato en que viven”; señala a su vez
que las mujeres suelen estar más cercanas a “situaciones límite de mayor precariedad, so-
ledad, desarraigo y una cultura patriarcal más consolidada hacen que la violencia doméstica
afecte a las mujeres inmigrantes en mayor medida que a las mujeres autóctonas” (2009: 232).
El plan 2009-2012 supone un intento de superar las deficiencias del primer plan
de integración implementado. A pesar de lo anterior se observan ciertas situaciones
y juicios que presentan representaciones sobre la migración y particularmente sobre
las mujeres migrantes que deben ser tomadas en consideración.
En primer lugar, el texto está redactado en una voz masculina, excluyente, lo que
echa por tierra los intentos señalados de incluir la perspectiva de género en las políticas
implementadas. No se consideran cruces con otras dimensiones como discapacidad,
opción sexual, entre otras.
La gran mayoría de los datos son desagregados por “sexos”, concepto que es utili-
zado para hacer referencia cuando se desagregan los datos diferenciando a hombres
de mujeres. En muchos de los datos presentados no se señala el total de migración
que ha recibido tal o cual servicio o beneficio, sino que hay un desglose inmediato de
las nacionalidades con mayor cantidad de personas atendidas.
pesar de que podrían no serlo. Se refuerza también la idea de que las migrantes pro-
vienen de países y culturas de menor “desarrollo”, por cuanto es posible que repliquen
este tipo de prácticas en las sociedades de acogida. No se explicita el perfil de mujeres
potenciales víctimas de MGF, ni sus orígenes.
Se menciona también que los problemas del embarazo tienen relación con el
tardío control del mismo debido al “escaso hábito de realizar estos controles en los
países de procedencia” (2009: 170), afirmación del todo generalista y que carece
de fundamentación. Además, se responsabiliza de esto a las mujeres migrantes
sin tomar en consideración la responsabilidad del sistema sanitario, y del sistema
de protección en general, de informar y garantizar los controles necesarios para la
población en etapa fértil.
este dato. Podríamos decir lo mismo de las mujeres católicas o protestante, o de las
mujeres de Huelva o Alicante, lo que produciría gran revuelo porque no habría bases
suficientes para decirlo, pero aquí el equipo redactor se da la licencia de señalarlo para
el caso de las mujeres africanas. Además no se señala qué mujeres africanas, de qué
situación socioeconómica o de qué países de procedencia.
Respecto de las remesas, se habla de ellas solo en el ámbito económico, sin hacer
análisis de género, ignorando la importancia de las mujeres migrantes en las economías
nacionales e internacionales.
CONCLUSIONES
relacional. Las múltiples variables han de ser consideradas en políticas como la estu-
diada, con tal de construir soluciones integrales a las problemáticas diagnosticadas.
El generar políticas que den cuenta de las diversidades y diferencias, sin dar paso a
la exclusión, es una de las grandes tareas, no solo en Madrid, no solo en España, sino
en Chile y en todos los rincones.
Las democracias tienen como reto el enfrentar la diversidad cultural, para lo que
es absolutamente necesario considerar la dimensión de género, pero no de manera
BIBLIOGRAFÍA
Alonso, José Antonio (2011): “Migración internacional y desarrollo: una revisión a la luz
de la crisis”. CDP Background Paper No. 11, June 2011. New York: United Nations.
[on line] Disponible en: http: //www.un.org/en/development/desa/policy/cdp/
cdp_background_papers/bp2011_11.pdf [Recuperado el 05 de septiembre de 2011].
Anzaldúa, Gloria (1987): Borderlands/ La Frontera: The New Mestiza. San Francisco: Aunt
Lute.
Bacchi, Carol (1999): Women, Policy and Politics. The construction of policy problems.
Londres: Sage.
Bustelo, María y Lombardo, Emanuela (2006): “Los ‘marcos interpretativos’ de las polí-
ticas de igualdad en Europa: conciliación, violencia y desigualdad de género en la
política”. Revista Española de Ciencia Política. Núm. 14, abril 2006, pp. 117-140.
Curiel, Ochy (2011): “La descolonización vista desde el feminismo afro”, en Villalba,
Cristina y Álvarez, Nacho (2011): Cuerpos políticos y agencia. Reflexiones feministas
sobre cuerpo, trabajo y colonialidad. Granada: Ed. Universidad de Granada.
Fernández, Dhayana (2006): “Las mujeres inmigrantes en España. Una realidad compleja”.
Las otras miradas, Vol. 6, Nº 2. Caracas: Universidad de Los Andes.
hooks, bell (2004): “Mujeres negras. Dar forma a la teoría feminista”, en Traficantes de
sueños. Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Madrid: Traficantes de
sueños.
---------- (2010): “La interseccionalidad del género con otras desigualdades en la política
de la Unión Europea”, en Revista Española de Ciencia Política 23/julio, pp. 11-30 [on
Lugones, María (2004): “Purity, impurity, and separation”. Signs, 19 (2), pp. 458-479.
Moraga, Cherríe y Castillo, Ana (1988): Esta puente, mi espalda. Voces de mujeres tercer-
mundistas en los Estados Unidos. San Francisco: Editorial “Ismo”.
Nash, Mary (2004): Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimiento. Madrid: Alianza
Editorial.
Orozco, Amaia; Paiewonsky, Denise y García Domínguez, Mar (2008): Cruzando Fronteras
II. Migración y Desarrollo desde una perspectiva de género. Instituto Internacional de
Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la
Mujer (UN-INSTRAW), Instituto de la Mujer (Ministerio de Igualdad) [on line]. Santo
Domingo, República Dominicana. Disponible en: http: //www.remesasydesarrollo.org/
uploads/media/Crossing_BordersII_WEB.pdf [Recuperado el 28 de agosto de 2011].
Oso, Laura (2007): “Migración, género y hogares transnacionales”. Actas del 5º Congreso
Nacional sobre Migración en España, Valencia, Marzo 2007 [on line]. Disponible en: http:
//www.adeit.uv.es/inmigracion2007/index.php [Recuperado el 5 de agosto de 2011].
Lluís (eds.) El uso de las políticas sociales por las mujeres inmigrantes. Madrid: Ministerio
del Trabajo y Asuntos Sociales, Secretaría de Políticas de Igualdad, Instituto de la Mujer.
Pedone, Claudia (2004): Tú siempre jalas a los tuyos, las cadenas y las redes migratorias de las
familias ecuatorianas hacia España. Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona.
Peterson, Elin (2007): “El género en los marcos interpretativos sobre la ‘conciliación de
la vida familiar y laboral’”, en Políticas de igualdad en España y en Europa. Afinando la
mirada. Madrid: Cátedra.
Reigada Olaizola, Alicia (2008): “Repensar la crítica feminista desde la frontera: Dilemas
y aportaciones en torno al sujeto, la experiencia y la diversidad”, en Feminismos en la
antropología: nuevas propuestas críticas. XI Congreso de Antropología: retos teóricos
y nuevas prácticas [on line]. Disponible en: http: //www.ankulegi.org/wp-content/
uploads/2012/03/0606Reigada-Olaizola.pdf [Recuperado el 5 de julio de 2011].
Robert, Elisabeth y López, Diana (2008): Mujeres migrantes en el nuevo orden internacional.
¿Cómo las mujeres se ven especialmente afectadas por las crisis? [on line]. Disponible en:
http: //www.remesasydesarrollo.org/uploads/media/Ponencia_INSTRAW_28.1108_
TU_MUJER.pdf [Recuperado el 9 de julio de 2011].
Solé, Carlota (2009): Las trayectorias sociales de las mujeres inmigrantes no comunitarias
en España. Factores explicativos de la diversificación de la movilidad laboral intragene-
racional. Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona, Ministerio de Igualdad.
Spivak, Gayatri Chakravorty (2010): Crítica de la razón poscolonial. Hacia una crítica del
presente evanescente. Madrid: Akal.
Trujillo, Gracia (2011): “La rebelión de “las otras” del movimiento feminista: el impacto de la
crítica Queer”, en Villalba, Cristina y Álvarez, Nacho, Cuerpos políticos y agencia. Reflexiones
feministas sobre cuerpo, trabajo y colonialidad. Granada: Ed. Universidad de Granada.
Verloo, Mieke y Lombardo, Emanuela (2007): Contested Gender Equality and Policy Variety
in Europe: Introducing a Critical Frame Analysis Approach [on line]. Disponible en: www.
ru.nl/publish/pages/…/verloo_multiple_meanings_intro_2007.pdf [Recuperado
el 9 de julio de 2011].
Resumen
Palabras clave: paridad política de género - acoso y violencia política en razón de género -
Estado plurinacional - Bolivia - Ecuador.
Abstract
Bolivia and Ecuador reformed their Constitutions in order to establish new plurinational and
intercultural states through the creation of new institutions and territories, within a political
framework based on the active participation of social organizations and indigenous peoples.
1 Nélida Archenti es Socióloga y Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Profesora Titular
en la Carrera de Ciencia Política e Investigadora en el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.
Coordinadora del Grupo Género y Política de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP).
Laura Albaine es Licenciada en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. Becaria doctoral del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Docente de la Carrera de Ciencia Política de la
Universidad de Buenos Aires. lauraalbaine@yahoo.com.ar
constitutional dispositions include the design of electoral lists based on a parity principle. This
transition, from quotas to parity, placed Bolivia and Ecuador among the countries with the most
advanced political gender rules. However, different barriers such as the electoral system and
some cultural practices like political gender violence, condition the effectiveness of political
parity. This paper seeks to explore the complex political and social processes that take place
in Bolivia and Ecuador, where the logic of representative democracy and the most advanced
rules for women political participation coexist with the logic of community democracy and
patriarchal cultural practices.
Key words: gender political parity - political harassment - plurinational states - Bolivia - Ecuador.
La sanción de las cuotas dio lugar a diversas posiciones. Por un lado, se sostenía
que estas medidas vulneraban el principio de igualdad ante la ley. Es decir, las modifi-
caciones establecidas para la selección de candidatos, al incorporar diferenciación en
el derecho por el trato preferencial para un sector de la ciudadanía fueron entendidas
como una traición al ideal universalista.
Por otro lado, las cuotas se presentaban como normas correctivas de la falta de
igualdad de oportunidades, orientadas a garantizar un ejercicio más efectivo de la
ciudadanía de las mujeres y se les otorgaba carácter transitorio. De este modo, las
cuotas que, en tanto medidas preferenciales, violentaban el principio de igualdad, se
constituían en guardianas de aquello que violentaban.
Así como las cuotas fueron consideradas una medida temporaria, las paritistes con-
sideraron a la paridad como una medida definitiva para garantizar la igualdad entre
hombres y mujeres en el ámbito político (Bataille y Gaspard, 2000; Marques-Pereira,
2001). Desde esta perspectiva la paridad expresaría “la igualdad perfecta”, porque el
concepto “propone un nuevo universal con dos géneros, uno masculino y otro fe-
menino” (Marysa Navarro, 2000). De este modo se construye un universal generizado.
No obstante, a los ojos multiculturalistas, “la perfecta igualdad de los géneros” excluiría
la posibilidad de representación de otras diferencias. Sin embargo, la representación
diferenciada no tiene cabida en el universalismo, no puede inscribirse en el principio
de la igualdad universal, aun cuando las diferencias y sus significados sociales den
testimonio de las exclusiones que la igualdad formal oculta (Archenti, 2002).
En América Latina 14 países2 sancionaron leyes de cuotas entre 1991 y 2000, pero
solo cuatro (Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua) tienen normas paritarias. Una
garantía para la efectiva aplicación de estas medidas es que sean establecidas por
normas vinculantes (leyes o constituciones)3.
Bolivia y Ecuador han fundado, mediante reformas constitucionales en los años 2009
y 2008, respectivamente, un nuevo tipo de Estado basado en la plurinacionalidad e
interculturalidad por medio del establecimiento de nuevas instituciones y territorios,
priorizando la inclusión de sectores sociales que tradicionalmente han sido margina-
dos del escenario político electoral. A tal efecto ambos países instauraron una forma
de democracia capaz de combinar mecanismos complementarios de la democracia
representativa, la democracia directa participativa y la democracia comunitaria esta-
bleciendo nuevos modos de participación ciudadana y reglas político-electorales. Los
pueblos indígenas originarios y los movimientos de mujeres tanto en Bolivia como en
Ecuador se constituyeron en participantes activos de este proceso, logrando obtener
el reconocimiento de un conjunto de demandas capaces de constituir una nueva
concepción formal de ciudadanía orientada a promover la democratización del Estado.
2 Argentina (1991), México (1996), Paraguay (1996), Bolivia (1997), Brasil (1997), Costa Rica (1997), Ecuador (1997),
Panamá (1997), Perú (1997), República Dominicana (1997), Venezuela (1998), Colombia (2000), Honduras (2000)
y Uruguay (2009).
3 El análisis desde una perspectiva comparada del impacto de las mujeres en las reformas constitucionales se
encuentra en Dobrowolski y Hart (2003).
Uno de los aspectos más significativos relativos a los pueblos indígenas originarios
ha sido el reconocimiento del régimen autonómico en Bolivia y el derecho al territorio
garantizado constitucionalmente en Ecuador por las denominadas “Circunscripciones
Territoriales Indígenas y Pluriculturales”. Por su parte, las organizaciones de mujeres
lograron incorporar en el nuevo texto constitucional la paridad política de género
como mecanismo rector de la organización política democrática convirtiéndose
ambos países –junto a Costa Rica y Nicaragua– en los Estados de América Latina que
poseen la normativa más avanzada de la región tendiente a promover la participación
política de este grupo social.
Por otro lado, en este complejo escenario se desarrolla una política de violencia
orientada a las mujeres que compiten por acceder a los cargos de representación
ciudadana, dando lugar al fenómeno denominado acoso y violencia política en razón
de género.
Esta investigación tiene por objeto analizar los factores que operan sobre la efec-
tividad de la normativa paritaria en ambos países, enmarcada en la coexistencia de la
democracia representativa, la democracia comunitaria y el predominio de una cultura
patriarcal que tiende a obstaculizar la inclusión de las mujeres en el escenario político
electoral.
4 No obstante el primer país de la región en aplicar la paridad política de género fue Venezuela, donde la medida
fue implementada en dos oportunidades por resolución del Consejo Nacional Electoral. En 2005, por la Resolución
Nº 050401-179 para la elección de los cuerpos deliberantes nacionales, municipales y parroquiales; y en 2008
por la Resolución Nº 080721-658 en las elecciones regionales.
5 http: //www.coordinadoradelamujer.org.bo/observatorio/index.php/general2niv/mostrar/boton/2/sub/17/id/8/
tem/2. Consultado el 18/4/2012.
6 http: //www.diplomaciaindigena.org/instrumentos-y-mecanismos-de-ayuda/informacion-sobre-la-onu/
mecanismos-de-proteccion/mecanismo-de-expertos-sobre-los-derechos-de-los-pueblos-indigenas-3/partici-
pacion-de-mujeres-indigenas-en-procesos-electorales/. Consultado el 19/4/2012
Bolivia Ecuador
Gabinete ministerial, cargos plurinominales, Cargos de nominación y designación de la fun-
diputados uninominales, diputados por ción pública, partidos y movimientos políticos; y
Nivel de aplicabilidad
circunscripciones especiales y listas de naciones listas plurinominales
y pueblos originarios
7 Los datos de población indígena en Ecuador basadas en el censo 2001 (CELADE- Fondo Indígena) contrastan
con el valor que las organizaciones indígenas reconocen en el país (45% de la población tota)l. Del Popolo y
Oyarce (2005) afirman que esta última cifra no tendría, en principio, un sustento empírico concreto y, por otra parte,
otras fuentes, como las encuestas de hogares de nivel de vida, arrojan porcentajes similares al del censo. No obstante,
no se descarta una subestimación, entre otras cosas, derivada del sesgo en la pregunta, la cual incluyó en la misma,
categorías correspondientes al criterio de pertenencia étnica y de raza.
8 El Convenio de la OIT fue ratificado por el Estado Plurinacional de Bolivia en el año 1991; mientras que Ecuador
hizo lo propio en el año 1998.
9 Según datos del Ministerio de Autonomías de Bolivia existen 11 municipios que han optado por la autonomía
indígena originario campesina: Huacaya, Tarabuco, Mojocoya, Charazani, Jesús de Machaca, Pampa Aullagas,
San Pedro de Totora, Chipaya, Salinas de Garci Mendoza, Chayanta y Charagua http: //www.autonomia.gob.bo/
portal3/.
10 Cfr. Bird, Karen. Gender Parity and the Political Representation of Women in France. Paper presentado en el XVIII Worl
Congress of the International Political Science Association. Quebec, 2000.
11 El Ministerio Público de Perú es el que posee el registro más avanzado de la región. Asimismo, en El Salvador,
Paraguay, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago y Uruguay están siendo diseñados
registros de la muerte de mujeres desde distintas instancias del Estado (CEPAL, 2011).
12 Mientras en América Latina se puede calcular una tasa por cada 100.000 habitantes, en los países del Caribe
esto no es posible porque la población total no supera los 100.000 habitantes, por lo que conviene expresar el
feminicidio en valores absolutos (CEPAL, 2011).
Las constituciones de ambos países garantizan una vida sin violencia. La Constitución
de Bolivia sostiene que el Estado sanciona toda forma de discriminación en razón de
sexo (Art. 14) y que todas las personas –en particular las mujeres– tienen derecho a
no sufrir la violencia física, sexual o psicológica tanto en la familia como en la sociedad
(Art. 15). Por su parte, el texto ecuatoriano establece que “se reconoce y garantizará a
las personas b) Una vida libre de violencia en el ámbito público y privado. El Estado
adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar toda forma de
violencia, en especial la ejercida contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes, per-
sonas adultas mayores, personas con discapacidad y contra toda persona en situación
de desventaja o vulnerabilidad; idénticas medidas se tomarán contra la violencia, la
esclavitud y la explotación sexual” (Art. 66. Inc. 3).
Un aspecto clave para analizar la violencia política ejercida contra las mujeres tanto
en Bolivia como en Ecuador es la existencia de diversas identidades étnicas. En el
ámbito local de gobierno, las mujeres indígenas han alcanzado puestos de liderazgo
en sus pueblos o espacios de movimiento. Sin embargo, su éxito político suele estar
restringido por los usos y costumbres de cada pueblo originario en particular. Tal es
el caso de la cultura aymara, cuyas prácticas no se sustentan sobre el principio de la
equidad de género. Solo los varones pueden participar de la vida pública relegando
a las mujeres al ámbito privado (Albaine, 2010).
13 Entrevista realizada en 2012 a una concejala ecuatoriana en el marco de la tesis doctoral de la Lic. Laura Albaine
bajo la dirección de la Dra. Nélida Archenti.
14 Entrevista realizada en 2012 a una concejala ecuatoriana en el marco de la tesis doctoral de la Lic. Laura Albaine
bajo la dirección de la Dra. Nélida Archenti.
Por su parte, en Ecuador el Poder Legislativo es ejercido por una Asamblea Nacional
unicameral integrada por ciento veinticuatro (124) miembros: quince (15) de ellos son
elegidos en una única circunscripción nacional; ciento tres (103) en circunscripcio-
nes plurinominales distribuidos entre las veinticuatro (24) provincias a razón de dos
diputados por departamento más uno por cada doscientos mil habitantes o fracción
mayor de ciento cincuenta mil15. Por último, seis (6) representantes son elegidos en
tres circunscripciones especiales del exterior –Europa, Asia y Oceanía; Estados Unidos
y Canadá; y América Latina y el Caribe– a razón de dos diputados por cada una de
estas. La renovación del órgano se realiza en forma completa cada cuatro (4) años y sus
integrantes pueden ser reelegidos por una sola vez consecutiva o no. Para la elección
de todos los cargos se utiliza el tipo de lista abierta en las que el/ la elector/ a indica
su preferencia por los candidatos de una sola boleta o de varias hasta completar la
magnitud del distrito; mientras que para la adjudicación de bancas se aplica una fór-
mula electoral proporcional de acuerdo con la cantidad de votos que obtiene cada
candidato en estricto orden de mayor a menor.
15 La Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas establece que “en las circunscripciones electorales que elijan
entre ocho y doce representantes se subdividirán a su vez en dos circunscripciones, aquellas que pasen de trece y hasta
diez y ocho se subdividirán en tres y las que pasen de diez y ocho lo harán en cuatro circunscripciones” (Art. 150)
16 Este valor asciende al 28% (46 sobre 166) si son incluidas las bancas ganadas por las mujeres en la Cámara de
Senadores.
Duración Posibilidad
Composición del Poder Nº Tipo de Fórmula Tipo de Tipo de
del de ser
Legislativo bancas renovación electoral lista circunscripción
mandato reelegido/a
Diputados Mayoría Cerrada y 70 Circunscripciones
70 5 Sí
uninominales simple bloqueada uninominales
C. de Diputados 9 Circunscripciones
Total Cerrada y
Diputados plurinominales 53 5 Sí Proporcional departamentales
bloqueada
plurinominales
Bolivia
Total 4 Sí plurinominal
Nacional
Asambleístas
por 3 Circunscripciones
6 Proporcional Abierta
circunscripción binominales
del exterior
Fuente: Elaboración propia basada en las Constituciones Nacionales y Leyes Electorales de cada país y
www. Electionguide.Org. Consultado el 26 de agosto de 2010.
modo, mientras que en las diputaciones uninominales los varones ganaron el 91% de
los cargos titulares, las mujeres ganaron el 91% de los puestos suplentes. Esto mismo
ocurre en las circunscripciones especiales donde los varones ganaron el 100% de los
cargos titulares y las mujeres el 100% de los suplentes. Así, en el caso de las diputaciones
uninominales es posible distinguir la incidencia negativa de los sistemas de mayoría
simple y la baja magnitud de distrito en la efectividad de la paridad.
BOLIVIA.
Tabla 4
MUJERES EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS Y SENADORES (1982-2009)
Año Total representantes titulares Mujeres titulares % Total representantes titulares Mujeres titulares %
1982 130 1 1 27 2 7
1985 130 4 3 27 0 0
1989 130 11 8 27 1 4
1993 130 13 10 27 1 4
1997 130 15 12 27 1 4
2002 130 24 18 27 4 15
2005 130 22 17 27 1 4
2009 130 30 23 36 16 44
Fuente: Http: //www.coordinadoradelamujer.org.bo/observatorio/index.php/general2niv/mostrar/
boton/2/sub/17/id/11/tem/2
En Ecuador rige un sistema electoral con lista abierta en la que los electores
ordenan según su preferencia a los candidatos de una misma lista o varias listas. De
este modo si bien el sistema de paridad con secuencia y alternancia entre los candi-
datos de ambos sexos rige al momento de confeccionar las boletas, la elección que
realizan los electores altera el orden establecido por los partidos políticos. Por ello,
el tipo de lista abierta desfavorece la efectividad de la implementación de la paridad
política de género. A modo de ejemplo, la Tabla 5 presenta el orden de preferencia
asignado por los electores para la elección de las quince (15) diputaciones nacionales
en 2009. De las dieciocho listas que se presentaron solo ganaron bancas seis (6): el
Movimiento Patria Altiva Soberana (MPAIS); Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero
(PSP); Partido Social Cristiano (PSC); Partido Renovador Institucional Acción Nacional
(PRIAN); Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y el Movimiento Democrático Popular
(MDP). Al analizar el orden de preferencia obtenido por cada lista se detecta que en
ningún caso una mujer obtuvo la primera posición. Asimismo, se evidencia cómo
la elección de los votantes alteró el sistema de paridad, ya que a excepción de la
lista del PSC (V-M) en ningún caso la configuración resultante respetó la alternancia
entre ambos sexos. Por otro lado, la lista MPAIS presenta una configuración en la que
todas las mujeres ganadoras obtuvieron las últimas posiciones. Este hecho manifiesta
que los elementos desfavorables del sistema electoral para la implementación de
la paridad política de género, tales como el tipo de lista abierta junto a condiciones
culturales patriarcales desfavorables a la participación política femenina, tienden
a obstaculizar el acceso de las mujeres a los cargos de representación ciudadana.
Por otro lado, el análisis del nivel de acceso de las mujeres por tipo de cargo indica
que el éxito mayor fue obtenido en la elección de asambleístas nacionales con un valor
del 40% (6 de los 15 cargos en juego). Resulta significativo que las mujeres ganaron un
menor porcentaje de bancas (31%) en el caso de las diputaciones provinciales. Este
hecho se vincula al tamaño de las veinticuatro (24) circunscripciones plurinominales
en las que fueron elegidas las ciento tres (103) diputaciones provinciales. Existe un
consenso respecto de que por debajo de las cinco bancas se produce una elección
mayoritaria, entre seis y diez comienza la proporcionalidad y con más de diez los
efectos proporcionales se acentúan. Es decir, que cuanto menor sea la magnitud del
distrito, tendrá menor efecto proporcional del sistema electoral y se establecerán me-
nores oportunidades para las fuerzas minoritarias de acceder a una banca. Asimismo,
cuanto mayor sea la magnitud del distrito mayores incentivos tendrán los partidos de
conformar listas plurales que incorporen mujeres17.
Mujeres Hombres
Asamblea Nacional asambleístas elegidos por: Total bancas
Nº % Nº %
Circunscripción nacional 15 6 40 9 60
Provincia 103 32 31 71 69
Distritos metropolitanos y circunscripción exterior 6 2 33 4 67
Total 124 40 32 84 68
Fuente: Consejo Nacional Electoral de Ecuador.
17 Según Nohlen (1994) los distritos plurinominales pueden ser clasificados en pequeños, aquellos que eligen entre
dos y cinco representantes; medianos, entre seis y diez; y grandes, más de diez.
CONCLUSIONES
Bolivia, Ecuador, Costa Rica y Nicaragua son los países pioneros en América Latina
en reemplazar las cuotas de género en la política por normas de paridad de género.
Esta estrategia adopta modalidades diferentes en cada país. En Bolivia las naciones
y pueblos indígenas originarios campesinos son reconocidos como autónomos. Esto
significa que son gobernados de acuerdo con sus normas, instituciones, autoridades
y procedimientos plasmados en sus propios estatutos organizativos. En Ecuador, en
cambio, los pueblos ancestrales, indígenas, afroecuatorianos y montubios pueden
constituir circunscripciones territoriales para la preservación de su cultura, donde
ejercen las competencias del gobierno autónomo bajo los principios de interculturali-
dad, plurinacionalidad y los derechos colectivos. Pero en ambos países la Constitución
política del Estado tiene preeminencia.
Por otro lado en América Latina, un contexto cultural caracterizado por la violencia
doméstica de género se ha puesto de manifiesto en el ámbito público la violencia
política de género. Esta surge en la competencia por el ejercicio del poder político y
se ejerce, en particular, sobre las mujeres elegidas. En consecuencia, a las normas que
promueven el acceso de las mujeres a cargos de decisión, como cuotas o paridad,
deben sumársele cuerpos legales que garanticen, además de sus derechos políticos,
su seguridad y sus derechos humanos.
BIBLIOGRAFÍA
Albaine, Laura (2010): “Paridad de género y ciudadanía política de las mujeres. El caso
de Bolivia y Ecuador (2009)”, en Revista Argumentos, Nº 12, (on line). Disponible
en: http: //www.revistaargumentos.com.ar/index.php/argumentos/issue/view/12
Albaine, Laura (2010ª): “Sistema de paridad y acceso de las mujeres al Poder Legislativo
Nacional. El caso de Bolivia y Ecuador (2009)”, en Org &Demo, Vol. 11 Nº 1, pp. 67-88.
Araujo, K.; Archenti, N.; Villanueva Flores, R.; y Marques-Pereira, B. (2004): Igualdad de
derechos, igualdad de oportunidades, igualdad de ejercicio, Fundación Instituto de la
Mujer, Santiago de Chile.
Archenti, Nélida (2011): La paridad política en América Latina y el Caribe, Serie Mujer y
Desarrollo 108, CEPAL, Santiago de Chile.
Archenti, Nélida (2002): “La ciudadanía tardía de las mujeres”, en Manuel Alcántara (ed.)
Política en América Latina. Ediciones Universidad de Salamanca.
Archenti, Nélida y Niki Johnson (2006) “Engendering the legislative agenda with and
wihout the quota”, Revista Sociología, Problemas e Práticas, Nº 52, Septiembre-
Diciembre, Lisboa: CIES-ISCTE.
Archenti, Nélida y Ma. Inés Tula (eds.) (2008): Mujeres y política en América Latina. Sistemas
electorales y cuotas de género. Buenos Aires: Heliasta.
Archenti, Nélida y Ma. Inés Tula (2008): “Partidos políticos y leyes de cuotas de género.
Una relación tirante”, en Diálogo e intercambio político entre partidos políticos y so-
ciedad civil en Mercosul, Fundación Konrad Adenauer, Rio de Janeiro.
Archenti, Nélida y Ma. Inés Tula (2007a): “Cuotas de género y tipo de lista en América
Latina”, en Opiniao Pública, Universidade Estadual de Campinas, vol. 13, Nº 1, junio.
Archenti, Nélida y María Inés Tula (2007b): “Los límites institucionales de las cuotas de
género en América Latina”, en Revista Iberoamericana, Instituto Iberoamericano
Berlín/ Instituto de Estudios Latinoamericanos Hamburgo. Nueva Época, año VII, Nº 27.
Bataille, Philippe y Francoise Gaspard (2000): Cómo las mujeres cambian la política,
Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
CEPAL (2009): ¡Ni una más! Del dicho al hecho: ¿Cuánto falta por recorrer?, Campaña del
Secretario General “Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres”, Santiago
de Chile, octubre.
Colpari, Otto (2011): “La nueva participación ciudadana en Ecuador y Bolivia. ¿Resultados
de la lucha del movimiento indígena-campesino?, en Revista Crítica de Ciencias
Sociales y Jurídicas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - FLACSO - Ecuador.
Número especial: América Latina.
Dobrowolsky, Alexandra y Vivien Hart (eds.) (2003): Women making constitutions. New
politics and comparative perspectives. Palgrave: Macmillan Publishers.
Escalante Herrera, Ana Cecilia y Nineth Mendéz Aguilar (2010): “Experiencias de acoso
político hacia las mujeres que ocupan puestos de elección popular en el nivel local
de gobierno”. San José: INAMU.
Htun, Mala y Mark Jones (2002): “Engendering the right to participate in decision-mak-
ing: electoral quotas en women’s leadership in Latin America”, pp. 32-56 en Nikki
Craske. y Maxine Molineux (eds.), Gender and the politics of rights and democracy in
Latin America. Londres: Palgrave.
Jones, Mark (2000): “El sistema de cuotas y la elección de las mujeres en América
Latina: El papel fundamental del sistema electoral”, en La Democracia Paritaria en
la Construcción Europea. Madrid: CELEM.
Krook, Mona Lena (2009): Quotas for Women in Politics: Gender and Candidate Selection
Reform Worldwide. New York: Oxford University Press.
León, Magdalena (Ed.) (2005): Nadando contra la corriente. Mujeres y cuotas en los países
andinos, Bogotá: UNIFEM.
Marx, J.; J. Borner, y M. Caminotti (2007): Las legisladoras, Buenos Aires: Siglo XXI.
Navarro, Marysa (2000): “Desafíos: desde este lado del mundo”, en Bataille, Philippe y
Francoise Gaspard, Cómo las mujeres cambian la política, Buenos Aires: Ediciones
de la Flor.
Nohlen, Dieter (1994): Sistemas electorales y partidos políticos, México: Fondo de Cultura
Económica.
Ríos Tobar, Marcela (ed.) (2008): Mujer y Política. El impacto de las cuotas de género en
América Latina. Santiago de Chile: Catalonia.
Rule, Wilma (1987): “Electoral Systems, contextual factors and women’s opportunity for
election to parliament in twenty-three democracies”, en Western Political Quarterly,
Vol. XL, Nº 3, pp. 477-498.
Salinas Mulder, Silvia y Zuleta Sarabia, Ilse (2006): “Todavía no hemos soñado lo suficiente:
Efectos de los Compromisos del Estado Boliviano con la CEDAW y PAM en la calidad de
vida de las mujeres” La Paz: CEDAW/ AMUPEI.
Resumen
Abstract
It is the aim of this article to replace and problematize on some legal discourses about the
case of Romina Tejerina, providing special attention to the gendered dimension on them. We
propose inquire how the legal figure of infanticide operates setting generic identities and how
those identities cross at legal discourse with other ones: age and social class.
The analysis of legal discourse will use the gender to think on the judgments that the legal
discourse proposes about women’s bodies, their reproductive capacity and the explanations
for infanticide.
El corpus utilizado para el análisis incluye los fallos y los fundamentos de las res-
pectivas sentencias correspondientes a las siguientes causas: “Romina Anahí Tejerina,
homicidio calificado, San Pedro” (Causa Nro. 29/05), ““Recurso de hecho deducido por
Romina Anahí Tejerina en la causa Vargas, Emilio Eduardo s/ p.s.a. de abuso sexual con
penetración” y “Recurso de hecho deducido por la defensa de Romina Anahí Tejerina
en la causa Tejerina, Romina Anahí s/ homicidio calificado –causa Nro. 29/05–“.
El trabajo de análisis se servirá entonces de los aportes del campo de los estudios
de género y sexualidades. Desde allí es que planteamos la necesidad de problemati-
zar los decibles que el derecho propone frente al caso Tejerina, procurando ubicar lo
sucedido en el marco de un orden social, cultural y político. Las operaciones proble-
máticas identificadas al analizar los documentos jurídicos que integran el corpus nos
conducen a repensar la figura del infanticidio y los elementos que en ella funcionan a
modo de configuradores de identidades genéricas, tanto femeninas como masculinas.
2 Cuando hablamos de androcentrismo nos referimos al “supuesto que considera lo propio y característico de los
hombres como parámetro de descripción, evaluación y análisis de la realidad y la experiencia humana en su
totalidad. Confunde el concepto de ‘humanidad’ con el de ‘hombre-varón’, reduciéndolo a él” (Área Queer, 2007)
mayor o menor cercanía con los estereotipos de género3. Y, en este sentido, veremos
que la maternidad cumple un papel especialmente relevante en la producción de
clasificaciones.
Asimismo, teniendo en cuenta que el género opera entrecruzado con otras catego-
rías identitarias discursivamente construidas, señalamos la importancia de indagar el
cruce entre género y clase social, que atraviesa el tratamiento jurídico del infanticidio
cometido por Tejerina. Se trata de una joven perteneciente a las clases populares y la
opresión, como producto de relaciones sociales específicas (Rubin, 1986), es el elemento
común a ambas condiciones subalternas: ser mujer y pertenecer a las clases populares.
Partir de considerar la subalternidad en el marco de un sistema social y cultural, contra
cualquier tipo de explicación biológica o simplemente “natural”, nos ubica frente a la
necesidad de desentrañar la “recíproca interdependencia de la sexualidad, la economía
y la política” (Rubin, ídem: 141) que históricamente configura tales sistemas. Así, una
de las preguntas desde las cuales abordamos el corpus se propone pensar de qué
modo su condición genérica en cruce con la pertinencia a las clases populares ubica
a Romina Tejerina en un lugar específico de valoración social en el seno del discurso
jurídico que la condena.
Otro de los ejes a problematizar será el que surge a partir de vincular la pertinencia
de género y de clase a la dimensión etaria. Romina pertenece a los sectores populares
y, además, es una joven (tenía 19 años cuando dio a luz). Siguiendo a Chaves (2005),
las miradas hegemónicas sobre la juventud y los estereotipos que estas construyen y
fijan van a variar en relación con la posición de clase. Elizalde (2011) también destaca
el modo en el que las jóvenes pobres se constituyen en objeto de ciertas formas de
representación que ponen en escena un modo de ser esencialmente problemático,
a la vez que dicha condición problemática se ve exacerbada en los casos de jóvenes
pobres que se embarazan (Elizalde, ídem). De ahí que nos interese abordar entonces
de qué modo esta condición etaria, que constituye un tercer eje de subordinación,
configura y propicia ciertas lecturas e interpretaciones al interior del cuerpo del derecho.
3 Nos interesa el abordaje de la noción de estereotipo en tanto elementos de construcción de sentido, expresiones
de un imaginario social, que van a cobrar especial relevancia como mediadores en la relación que se establece
entre una determinada imagen colectiva en circulación, la constitución de la identidad social y la definición de
las interacciones (Amossy y Herschberg Pierrot, 2010).
Las mujeres que cometen infanticidio van a ser juzgadas entonces por un dispositivo
legal y discursivo que las define en tanto madres. Y cabe destacar el carácter proble-
mático de este hecho si tenemos en cuenta que es precisamente la experiencia de
maternidad lo que no fue posible para ellas: “el infanticidio es un acto extremo que (…)
reafirma una maternidad rechazada en un tiempo y lugar determinados en la biografía
de una mujer” (Kalinsky y Cañete, 2010: 40).
los padres de la mujer, a los hermanos, marido e hijos; al mismo tiempo, la limitación
de hasta tres días en relación con el estado puerperal se excluyó y pasó a considerarse
un lapso de tiempo indeterminado. Varias modificaciones se fueron sucediendo sobre
el infanticidio a lo largo del tiempo. En 1967, por ejemplo, se aumentó la pena para
la mujer y se excluyó a los parientes del privilegio de atenuación, lo que quedó sin
efecto en 1973, hasta que volvió a restablecerse en 1976. Esta última modificación fue
derogada en 1984 (decreto 3992/84) y la figura de infanticidio estuvo vigente hasta
enero de 1995, fecha en la que se sancionó la Ley Nº 24410, que modificaba el Código
Penal y el Código Procesal Penal de la Nación.
Nos interesa especialmente problematizar cuáles son los elementos que el dis-
curso jurídico propuso históricamente para la aplicación de la figura atenuada que
comporta el delito de infanticidio. Si bien la culpabilidad de las mujeres por la muerte
de su hija o hijo nunca fue puesta en duda, una ley que contempla el infanticidio no
deja de atender los motivos que las conducen a cometer este delito. Dichos motivos
se vinculan, por un lado, al resguardo del honor de la mujer infanticida y, no menos
importante, de los varones vinculados a ella y, por otro lado, a la influencia del estado
puerperal, elemento que propone una explicación del crimen por la locura, las altera-
ciones nerviosas y debilidades mismas del sexo femenino (Nari, 2004).
deshonra que eso implicaba para los varones vinculados a ella –padre o marido, princi-
palmente–, era considerada un sentimiento bueno, válido, aun cuando ocasionaba la
muerte del niño o niña (Daich, 2008). De ahí que la voluntad de proteger esa deshonra
(personal y familiar) resultara un atenuante ante la Justicia. Ahora bien, un modo tal
de concebir la cuestión no pretende proteger a las mujeres en su individualidad y su
derecho ciudadano, sino que busca poner a resguardo un sistema de estatus en el
que los varones ven afectada su integridad moral como consecuencia de las acciones
de las mujeres vinculadas a ellos (Segato, 2003).
la condición de “ser mujer” se cruza con otra definición identitaria igualmente subal-
ternizante: ser pobre. A modo de ejemplo:
Y, más adelante, los autores sostienen: “Ella quiere contar sobre su vida pero ellos se
preocupan por compararla con un animal, ya que es del campo y encima indígena” (Ídem:
107). Este tipo de tratamiento del caso da cuenta de que el derecho se posiciona no
solo desde un lugar patriarcal, sino también desde una superioridad de clase (Ini, 2000).
Al analizar los documentos jurídicos que integran el corpus, veremos de qué modo el
cruce entre ambas categorías identitarias (ser mujer y ser pobre) opera en el caso de
Romina Tejerina, configurando un tipo de discurso jurídico estigmatizante.
Romina Tejerina tenía 19 años cuando un vecino de San Pedro de Jujuy, el pueblo
donde vivía, la violó a la salida de un baile en agosto de 2002. En febrero de 2003,
Romina dio a luz una beba, a quien mató minutos después de haberla parido en el
baño de la casa donde vivía con sus hermanas. Había ocultado su embarazo con tan
solo una faja; nadie de su entorno se había dado cuenta de que estaba embarazada.
La joven intentó varias veces sin éxito provocarse un aborto mediante métodos
“caseros”. También intentó que le practicaran un aborto clandestino, del que finalmente
desistió por no poder pagar los trescientos pesos que el médico le pedía. Mientras
tanto, el embarazo avanzaba y su vecino, Eduardo Vargas, continuaba viviendo en la
casa contigua a la suya.
4 Cabe señalar que en septiembre de 2010 obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados un proyecto de
ley que propone la restitución del infanticidio al Código Penal.
– “Vivió una infancia plagada de violencia, tanto física como moral”. Se sostiene
que el eje de la violencia era su núcleo familiar y que, justamente por tales pa-
decimientos, no vivía con sus padres. Se resalta, asimismo, que de los informes
periciales se desprende que “los padres de la procesada no tuvieron la capacidad
para contener a su hija” y que esa falta de apoyo “actuó como disparador de
la conducta” de Romina. Así, si bien se menciona que la historia de violencia
familiar vivida “tuvo relevancia en la posición que tomó por el embarazo”, el
foco se coloca, al explicar el punto, en la situación de desamparo en la que
queda Romina como consecuencia del abandono de la casa de sus padres. Ese
desamparo, que puede leerse en el marco de las interpretaciones hegemónicas
propuestas en el discurso del derecho como ausencia de vigilancia, es lo que
dispara su conducta.
– “Se encontraba sola, esperando un niño sin padre (al menos conocido), no tenía
apoyo familiar”. Nuevamente, se plantea el desamparo en el que se encontraba
la joven. Y a la ausencia de vigilancia paterna, se suma la falta de un marido. La
expresión “niño sin padre” da cuenta de la invisibilización de la violación, algo
que para la Justicia nunca existió; de ahí que se llegue a plantear que el niño
no tiene padre. Y la aclaración “al menos conocido” alude a cierta condición de
liberalidad sexual por parte de Romina, a la vez que actualiza esa maternidad
irregular a la que se refería la legislación sobre infanticidio de fines del siglo XIX.
Por otro lado, nos interesa especialmente poner de relieve de qué modo el ate-
nuante presentado en este punto pone en escena cierto prejuicio que “recae
sobre las jóvenes pobres ‘que se embarazan’, ya que no solamente se ponen
tácitamente en duda sus habilidades como madres sino que se sospecha de su
5 Los fundamentos de la sentencia y el detalle de los atenuantes puede encontrarse en versión digital (Diario
Judicial, 2005)
“en el imaginario social y judicial, una buena madre es, entre otras cosas, un sujeto
objeto de la ciencia médica (…) Así, pues, desde que los partos fueron apropiados
por el poder médico, se espera que las mujeres, en el buen cumplimiento de mandato
‘natural’, controlen médicamente sus embarazos y partos…” (Daich, 2008: 73-74).
– “Joven sin rumbo, sin horizontes, sin objetivos, sin la educación mínima in-
dispensable”. Las características que aquí se adjudican a Romina poseen un
componente marcadamente estigmatizante, que se vincula a su pertenencia
de clase. ¿Cuáles son los elementos para sostener que se trataba de una joven
sin rumbo y sin educación? Romina estaba terminando la secundaria cuando
dio a luz, hablamos de una joven casi totalmente escolarizada. De ahí que nos
preguntemos si se diría lo mismo de ella si se tratase de una joven de clase media
6 Versión digital.
que cursa el quinto año. Sostenemos que si bien se construye una escena en
donde la falta de educación y de objetivos se plantean como circunstancias que
atenúan la condena de la joven, no podemos dejar de advertir el hecho de que
tales argumentos reproducen procesos de construcción de subjetividades que
actualizan formas de dominación y subordinación, tanto de género como de
clase.
En el escrito donde consta el rechazo del recurso por parte de la Corte Suprema7
puede leerse, en primer lugar, el señalamiento de la condición de “detenida, imputada
de haber matado a su hijo recién nacido” de Romina “al momento de realizar la denun-
cia de violación” contra Vargas. Una referencia tal constituye un primer elemento en
pos del cuestionamiento de la figura de Romina (estaba ella misma detenida cuando
denunció que la habían violado) y, por tanto, de la veracidad de la denuncia efectuada
por la joven. Asimismo, se lee:
La referencia a “que esta no fue su única relación sexual” alude a una histórica
vigilancia sobre el ejercicio de la sexualidad por parte de las mujeres. ¿Por qué motivo
la vida sexual de Romina debe ser objeto de cuantificación? ¿Qué incidencia tendría
sobre la violación si la joven protagonizó una o más relaciones sexuales? ¿Es que el
haber tenido más de una pareja sexual justificaría la violación? Si le gustaba tener
relaciones sexuales o si había estado con más de un hombre, ¿eso la convertía en
virtualmente disponible para todos los hombres? Estos interrogantes resuenan en
un escenario en el que la vigilancia sobre el desorden y la liberalidad sexual de las
mujeres aparecen como objeto preferencial de los jueces al momento de resolver
casos de abuso sexual. En este sentido, sostenemos que el esquema planteado por
Segato en relación con la existencia de una “estructura dialógica, en el sentido bajtinia-
no, entre el violador y otros genéricos, pobladores del imaginario, en la cual encuentra su
sentido la violación, entendida como acto expresivo revelador de significados” (2003: 35),
puede pensarse vinculado al sistema jurídico que condena tanto los casos de abuso
como a las mujeres infanticidas. El imaginario de esos jueces, su “horizonte mental”
en palabras de Segato (ídem), también se encuentra poblado por otros genéricos,
con sus mandatos y expectativas. De ahí que propongamos, desde esta perspectiva,
entender las condenas impuestas por ellos en tanto reveladoras de significados, en
un marco de relaciones entre los géneros que implica posiciones desigualmente
provistas de poder.
(…) un stress post traumático producto de un ataque sexual (violación), que la llevó a
un estado de psicosis aguda en el momento del nacimiento de la criatura. Tal estado
importaba la pérdida de conciencia y la falta de comprensión de la criminalidad del
acto ejecutado, vale decir, como consecuencia de ello su voluntad estaba viciada, no
pudiendo dirigir sus acciones (Expte. Nro 29/05: “Romina Anahí Tejerina, homicidio
calificado, San Pedro”).
Tras la condena a catorce años de prisión, la defensa interpone una serie de recursos,
cuyo rechazo genera la presentación de nuevos recursos y posteriores quejas, llegando
hasta la Corte Suprema de la Nación. El cuestionamiento de la sentencia impuesta a
Tejerina se asentaba entonces en dos argumentos que, como dijimos, no podían ya
centrarse en una violación que para la Justicia jujeña nunca tuvo lugar, sino que se
sirven de la condición mental de la joven como eje. Por un lado, la defensa plantea que
existió una valoración arbitraria de los elementos de prueba, precisamente en relación
con los informes periciales sobre la imputabilidad de Romina, donde se sostiene que
los informes de los peritos oficiales fueron arbitrariamente más valorados que los
realizados por los peritos de parte. Por otro lado, se postula
(…) la existencia de un error de tipo invencible sobre la naturaleza del sujeto pasivo
sobre el que recayó la acción y que llevó a la imputada a creer que había logrado un
aborto en lugar de un homicidio (Rechazo de queja presentada a raíz de la denegación
del “Recurso de hecho deducido por la defensa de Romina Anahí Tejerina en la causa
Tejerina, Romina Anahí s/ homicidio calificado –causa Nro 29/05–“).
La psiquis de Tejerina aparece aquí como objeto que debe ser desentrañado, aun
en pos de su absolución. En línea con el planteo de los errores incurridos por parte de
los peritos oficiales, se transcribe en el documento la siguiente cita:
(…) los peritos oficiales (…) en algunas oportunidades confunden su misión con la
del acusador público […] Por más repugnancia moral y aversión personal que les
produzca el delito y su autor, en ningún caso el dictamen debe dejar traslucir esos
sentimientos (…) Muy a menudo, los médicos legistas convierten sus escritos en
libretos acusatorios (Cabello, Vicente, Psiquiatría Forense en el Derecho Penal, Ed.
Hammurabi, Buenos Aires, 2000: 639).
Más adelante, se hace referencia al “modo en el que fue valorada la falta de remor-
dimientos e insensibilidad a la que se hace alusión constante en el expediente, así como
la “frialdad” con la que se manejó Tejerina con posterioridad al hecho” (el destacado es
nuestro). La insensibilidad a la que se hace mención en el expediente se relaciona
nuevamente con el modelo de mujer-madre que persiste en la trama discursiva que el
derecho construye. De ahí que cualquier signo que denote sensibilidad o sentimientos
de culpa (llanto, por ejemplo) en las mujeres juzgadas será positivamente valorado en
los procesos judiciales, en los que impera
(…) la idea de que todas las madres deben sentir pena y dolor, cuando no culpa,
frente a la muerte de su hijo. Ese imaginario entonces presenta un estereotipo cerra-
do, unívoco, que no permite dar cuenta de la variabilidad y la ambigüedad de los
sentimientos maternales (…) [que] no son determinados por una suerte de guión
psicobiológico de emociones innatas o universales, antes bien, ellas son socialmente
producidas (Daich, 2008: 78-79).
8 El documento completo se encuentra disponible en versión digital (Poder Judicial de la Nación, 2007).
9 Cabe señalar que los fallos jurídicos analizados recurren con frecuencia a referencias bibliográficas con el objetivo
de validar los fundamentos expuestos mediante argumentos de profesionales especializados en la materia.
y psiquiatras” (Caamaño Murúa y Rangel Núñez, 2002: 42). Se puede observar una
constante alusión a la “doctrina especializada” con el objetivo de hacer coincidir ciertas
características de Romina con las correspondientes a una “personalidad anormal”. No
obstante, esta operación no es (auto) reconocida como estigmatizadora, sino que,
por el contrario, se coloca el componente estigmatizador del lado de quien juzga a
Tejerina: se plantea que, lejos de ser consideradas como “características de una perso-
nalidad anormal” ciertas pautas presentes en la joven “fueron tenidas en cuenta con
un claro sesgo peligrosista”. Nos interesa remarcar que si bien esta última afirmación
puede considerarse como válida, las operaciones de patologización ejercidas sobre el
cuerpo y la personalidad de Romina resultan igualmente estigmatizadoras. Se plantea
entonces la falta de sensibilidad en Romina como síntoma de anormalidad desde un
lugar específico, que postula que
“…una mujer que es juzgada por haber querido o haber logrado matar a su hijo
recién nacido encarna lo que se encumbra como lo que no debe ni debería ser. Por
eso un signo de desesperación, culpa, arrepentimiento o una lágrima que se escurra,
aunque sea huidiza, puede cambiar el panorama” (Kalinsky y Cañete, 2010: 45).
Al mismo tiempo, el escrito proporciona ciertas claves que nos permiten identificar
una conceptualización de la juventud que responde a los modelos jurídico y represivo
del poder (Chaves, 2005). Sostenemos que es posible encontrar referencias que nos
remiten a un discurso psicologista sobre la juventud, aquel que la tematiza en térmi-
nos de “momento de confusión, (…) como dolencia (…) (acompañado por muchas
referencias al discurso médico, al modelo de la medicalización)” (Ídem: 17). En este
sentido, el pronunciamiento de Fayt y Zaffaroni en el fallo plantea que
(…) Incluso se han detectado durante dicha etapa [el estado puerperal] reacciones
denominadas de “corto circuito”, es decir reacciones que “se transforman directamente
en actos sin la intervención de la personalidad total” (Vicente Cabello, Impulsividad
Criminal, p. 1259). Se trata siempre de ‘mecanismos reflejos susceptibles de encontrarse
en cualquier comportamiento de emergencia, favorecido por ciertas personalidades
deficitarias o desequilibradas’ (op. cit., loc. cit.) (…) No es, entonces, de extrañar que
entre los pocos ejemplos que cita quien más estudió estas cuestiones se ubica al
‘infanticidio cometido por jóvenes madres’ (Kretschmer, citado por Cabello en
Impulsividad Criminal, el destacado es nuestro).
(…) Por lo demás, se trata de una primeriza de 19 años. El dato no es menor si se tiene
en cuenta, por ejemplo, que uno de los fundamentos que utilizó la Suprema Corte de
los Estados Unidos para considerar inadmisible la pena de muerte en menores (…)
fue la conclusión a la que arribaron los jueces luego de examinar la información que
habían presentado la Asociación Médica Americana, la Asociación de Psiquiatras
Americanos y otras instituciones prestigiosas del país. Allí se señalaba que el cerebro
de los menores de edad –hasta los 19/20 años– no se encuentra completamente
(…) Los intentos de aborto frustrados –de los que se da cuenta en todo el expediente–,
bien pudieron desencadenar una perturbación grave de la psiquis al momento de
los hechos que impidió que comprendiera la criminalidad del acto (…) En efecto,
es llamativo el hecho de que, contrariamente, a lo que es el instinto natural –tanto
en animales como en personas– la parturienta no haya querido ni siquiera ver a la
recién nacida (el destacado es nuestro).
Por otro lado, luego de plantear una posible relación directa entre aborto y pertur-
bación de la psiquis, se apela a la subversión del “instinto natural” que Romina encarna
para terminar de demostrar en qué medida su psiquis se encuentra dañada, perturbada.
(…) El silencio de la mujer, que es frecuente, lleva a algunos a denominar esta situa-
ción como “síndrome del silencio”. Se ha señalado que este mutismo (…) se debe
al temor de la mujer a exponer sus sentimientos negativos hacia la criatura por ser
contrario al rol social aceptado de madre, impidiendo así un diagnóstico preventivo
para enderezar la enfermedad de la mujer (…)…por estas razones se remarca la
importancia del sostén social y médico sobre este tipo de desórdenes propios de la
embarazada (el destacado es nuestro).
Si bien se acepta la naturaleza social en relación con los modos de ejercer la ma-
ternidad, “los sentimientos negativos hacia la criatura” se plantean en términos de
enfermedad que debe ser curada, enderezada a manos del saber médico. Si, como
vimos, el cuerpo de las mujeres se ha constituido históricamente como objeto de
control social, el cuerpo de las mujeres embarazadas encarna la voluntad de control
llevada al extremo. Resulta interesante analizar de qué modo la tematización en tér-
minos de “síndrome del silencio” (donde la palabra “síndrome” alude, nuevamente, a
cierto componente patológico) invisibiliza la inexistencia de experiencia de maternidad
alguna que el silencio encarna en una biografía determinada y dentro de un contexto
donde el embarazo no es deseado ni posible.
Los argumentos que forman parte integrante del discurso jurídico expuestos a
lo largo de este trabajo dan cuenta de que la conceptualización de los atenuantes
que definen la figura de infanticidio nos ubica en un plano que refuerza el binomio
mujer-madre, basado en una idea de maternidad concebida en términos de instinto.
Ello conduce a fundamentar la reducción de la pena tanto en la patologización del
cuerpo de las mujeres (estado puerperal) como en el cuestionamiento sobre el ejercicio
de la actividad sexual (y la deshonra que esta provoca). El infanticidio así planteado,
si bien implica un beneficio práctico para las mujeres que lo cometen en cuanto a
la reducción de la pena que reciben, obtura un necesario corrimiento de la cuestión
en direcciones más fructíferas y necesarias: la desnaturalización de la violencia contra
las mujeres, la implementación de políticas públicas relacionadas con la educación
sexual, la despenalización del aborto, entre otras. Es decir, el punto no debiera ser si
las mujeres que matan a sus hijos e hijas están necesariamente locas o si lo hacen
para ocultar la deshonra que provoca una vida sexual activa, sino que la discusión
para sostener una figura jurídica como el infanticidio debería avanzar en dirección a
otro tipo de circunstancias atenuantes. En este sentido, proponemos el tratamiento
penal de los casos de infanticidio en tanto experiencias socialmente situadas, signadas
por situaciones de violencia (física y simbólica), por contextos geográficos, sociales,
culturales que restringen el acceso a la educación sexual, por una justicia sexista que
insiste en obstaculizar los abortos no punibles, y por médicos objetores de conciencia
a quienes, sin embargo, la violencia de género no logra conmover.
Sostenemos con Laclau (2005) que los modos de nombrar encarnan la construcción
discursiva de los objetos, generando así la posibilidad de construir nuevas identidades
sociales a partir de la variación de una formación discursiva hegemónica. Partiendo de
considerar el campo del derecho en tanto clivaje de transformaciones y construcción
de nuevas legitimidades, proponemos revisar los modos de nombrar hegemónicos
que históricamente han moldeado los cuerpos de las mujeres en tanto objetos proble-
máticos, demandantes de vigilancia y capaces de convertirse en destino de todo tipo
de juicios morales. Tal es el camino que proponemos recorrer en pos de una posible
y más fructífera restitución del infanticidio al Código Penal.
BIBLIOGRAFÍA
Barrancos, Dora (2000): “Inferioridad jurídica y encierro doméstico”, en Gil Lozano, F, Ini,
G. y Pita, S. (dir.): Historia de las mujeres en la Argentina. Tomo I, Colonia y Siglo XIX,
pp. 111-129, Buenos Aires, Taurus.
Cháneton, July (2009): Género, poder y discursos sociales, Buenos Aires, Eudeba.
Correa, Alejandra (2000): “Parir es morir un poco. Partos en el siglo XIX”, en Gil Lozano, F,
Ini, G. y Pita, S. (dir.): Historia de las mujeres en la Argentina. Tomo I, Colonia y Siglo XIX,
pp. 193-213, Buenos Aires, Taurus.
Diario Judicial (2005, junio 22): “Caso Romina Tejerina: los fundamentos de la sentencia”
[on line] Disponible en: http: //www.diariojudicial.com/contenidos/2005/06/23/
noticia_0010.html [Recuperado el 15 de febrero de 2011].
Diario Judicial (2006, septiembre 9): “Tejerina no fue víctima de violación” [on line]
Disponible en: http: //www.diariojudicial.com/contenidos/2006/11/10/noticia_0004.
html [Recuperado el 15 de febrero de 2011].
Fernández, Ana M. y Tajer, Débora (2006): “Los abortos y sus significaciones imaginarias:
dispositivos políticos sobre los cuerpos de las mujeres” (Cap. I) en Checa, S. (comp.),
Realidades y coyunturas del aborto. Entre el derecho y la necesidad, Buenos Aires, Paidós.
Fraser, Nancy (2002): “Política feminista en la era del reconocimiento. Una aproximación
bidimensional a la justicia de género”, Documento para el Programa de Formación
en Género y Políticas Públicas (PRIGEPP), Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO), Buenos Aires.
Kalinsky, Beatriz y Cañete, Osvaldo (2010): Madres frágiles. Un viaje al infanticidio, Buenos
Aires, Biblos.
Nari, Marcela (2004): “La maternalización de las mujeres (1890-1920)” (Cap. II), en Políticas de
maternidad y materialismo político. Buenos Aires 1890-1940, pp. 101-170, Buenos Aires, Biblos.
Pecheny, Mario (2006): “’Yo no soy progre, soy peronista’: ¿por qué es tan difícil discutir
políticamente sobre aborto?”, en Cáceres, C., Careaga, G., Frasca, T. y Pecheny, M.
(editores), Sexualidad, estigma y derechos humanos. Desafíos para el acceso a la salud
en América Latina, Lima, Universidad Cayetano Heredia.
Poder Judicial de la Nación (2007, abril 8): “Tejerina, Romina Anahí / homicidio califi-
cado –causa Nro. 29/05- S.C. T 228 XLIII“ [on line] Disponible en: http: //www.pjn.
gov.ar/Publicaciones/00018/00024550.Pdf [Recuperado el 15 de febrero de 2011].
Rubin, Gayle (1986): “El tráfico de mujeres: notas sobre la ‘economía política’ del sexo”,
en Revista Nueva Antropología, año/vol. VIII, Nro. 30, México, pp. 95-145.
Segato. Rita L. (2003): Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género
entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Bernal, Universidad
Nacional de Quilmes.
Manifiesto contrasexual fue escrito en francés por Beatriz Preciado (Burgos, 1970),
publicado en Francia en 2000. Solo hacia 2002 fue publicado en castellano, impreso
en España. A Chile llegaba de contrabando desde Europa; la explosión del preciadis-
mo se dio en 2004, cuando la pensadora visitara el país (aún no existían como libros
ni Testo yonqui de 2008, ni Pornotopía de 2010). Para recibirla, como sucede cuando
visita un intelectual famoso, los escaparates de las librerías se llenaron de manifies-
tos, y prontamente se agotaron: desde 2004 hasta 2011, la sequía fue manifiesta. Sin
embargo, la sequía es un símbolo interesante como objeto de análisis: la ausencia del
libro fue solamente fetichista, pues si bien como libro-objeto no podía encontrarse
ni apropiarse, el texto circulaba sin problemas por todo el mundo, ya sea en formato
fotocopia o digital. Las ideas de Preciado eran, sin duda, conocidas.
“Lo sexual es político” fue un lema, un símbolo de la lucha feminista del siglo XX. La
carga que esta idea contiene es particularmente intensa cuando la analizamos desde la
forma en que las luchas feministas han trascendido hacia otras luchas sociales; el feminismo
como paradigma de la reflexión sobre la libertad: lo sexual es político, y siempre lo fue.
Michel Foucault, ante la pregunta insistente sobre cuáles son los mecanismos po-
líticos de resistencia que se pueden manifestar desde el análisis posestructuralista, en
relación con el ejemplo que presentan las luchas feministas, dijo: “Debemos crear una
cultura. Debemos realizar creaciones culturales. Pero ahí topamos con el problema de la
identidad” (Foucault, 2010a: 1048). La lucha por lo sexual es política, es pública; queda
claro que la sexualidad es parte de la política y del derecho cuando vemos la antigua
legislación sobre sodomía, la presente normativa sobre matrimonio heterocentrado, y la
futura discusión sobre aborto. La creación de esa cultura es comunitaria, es pública; tal
como crear un lenguaje privado no es posible, crear una sexualidad privada tampoco lo
es. Así, la propuesta foucaultiana se presenta como un lazo entre el feminismo, la ética
y la política: la construcción de sí, a base de una ética del cuidado de sí, atendiendo
a una práctica relacional.
Ante una nueva insistencia, Foucault (2010b) responde al cómo crear esa cultura:
mediante prácticas de la libertad, entendiendo la libertad como la condición ontológica
de la ética, y a la ética como la forma reflexiva que adopta la libertad. El sadomaso-
quismo y el fist-fucking, dirá el filósofo. Burdo sería pensar que Foucault refiere actos
de libertad determinados: ciertamente, un puño en el ano no hace libre a alguien. Lo
relevante de llamar práctica a aquella propuesta, es que entiende la política como una
forma de vida, no como una contingencia; las prácticas del sadomasoquismo y del
fist-fucking se manifestaban en las comunidades leather, las subculturas de los años 70
y 80 que se presentaban como formas alternativas de vida ante el capitalismo tardío
que revisó el pensador francés. Sadomasoquismo y fist-fucking, como casos básicos
de la desexualización del placer, de la desgenitalización de las prácticas sexuales,
pero antes que eso, la subversión de la identidad sexual a base de la imaginación, a la
creación de vidas paralelas a las normalizadas, a las establecidas.
Judith Butler, conocida como una de las fundadoras de la queer theory, comprende
la estructura foucaultiana y se convierte en su heredera: tener prácticas es fundamental,
mas estas no pueden ser únicas y estáticas. Dice la filósofa:
“Si soy alguien que no puede ser sin hacer, entonces las condiciones de mi hacer son,
en parte, las condiciones de mi existencia. Si mi hacer depende de qué se me hace o,
más bien, de los modos en que yo soy hecho por esas normas, entonces la posibilidad
de mi persistencia como ‘yo’ depende de la capacidad de mi ser de hacer algo con lo
que se hace conmigo” (Butler, 2006: 16).
Butler entiende el género como performance, lo que implica que el sexo y el género
son construcciones culturales, ninguna de ellas natural y prediscursiva: tanto la ciencia
como la cultura son creaciones humanas, son decisiones políticas. Así, una práctica
crítica que investiga Butler es la del drag: si “hombre” y “mujer” son formas “correctas”
de seguir una regla, el drag muestra lo paródico de las reglas del género, ya que si el
género no fuera performado, al ver a un o una drag no veríamos una parodia, sino
a un hombre o a una mujer; el dato, dirá Butler, por el que reconocemos la parodia
consiste en que el género no es natural. La performance de género, en este sentido,
es la conducta que un sujeto realiza en el marco de una identidad de género, en opo-
sición a la noción de performatividad del género, que se refiere a la manera en que
modifica el mundo el género asignado a un determinado sujeto: la performance es la
interpretación de un rol (role playing) impuesto, mientras que la performatividad son
las consecuencias políticas y sociales de dicha interpretación: de usar falda se puede
seguir, en determinado contexto, la performance femenina, pero de esa performance
no debería seguirse un sueldo menor al de un sujeto que performe el género mas-
culino, por ejemplo.
“Si se refuta el carácter invariable del sexo, quizás esta construcción denominada
“sexo” esté tan culturalmente construida como el género; de hecho, quizá siempre fue
género, con el resultado de que la distinción entre sexo y género no existe como tal
[…] El género es la estilización repetida del cuerpo, una sucesión de acciones repetidas
–dentro de un marco regulador muy estricto– que se inmoviliza con el tiempo para
crear la apariencia de sustancia, de una especie natural de ser” (Butler, 2007: 55 y 98).
“Los hombres y las mujeres son construcciones metonímicas del sistema heterosexual
de producción y de reproducción que autoriza el sometimiento de las mujeres como
fuerza de trabajo sexual y como medio de reproducción […] La identidad sexual no
es la expresión instintiva de la verdad prediscursiva de la carne, sino un efecto de
reinscripción de las prácticas de género en el cuerpo” (Preciado, 2011: 18).
Las secciones del libro se presentan a sí mismas como un elemento crítico, como
una especie de fractal de la misma teoría que expone: lo primero es exponer la pregunta
por la contrasexualidad, que Preciado sitúa y origina en la obra de Michel Foucault;
sin embargo, la presentación de este aparato teórico-conceptual como una versión
crítica de lo que conforma la sexualidad y la política, no puede quedarse en el mero
aparato conceptual. Así, la segunda sección consiste en los principios de la sociedad
contrasexual, en que se enumeran en forma de artículos los preceptos que servirán
como criterio para evidenciar lo contrasexual. Seguido de la normativa contrasexual,
se presenta un ejemplo de contrato contrasexual, que señala las formas de manifes-
tación del consentimiento entre quienes participen de esta práctica. Terminada esta
sección prologar, lo que sigue es un artefacto en sí mismo: un conjunto de prácticas
de inversión contrasexual y teorías, es decir: praxis de la contrasexualidad. Lo interesante
en este sentido, consiste en que las teorías que presenta Preciado son relecturas de
Foucault, Butler y Derrida, que por sí mismas constituyen praxis de la contrasexualidad,
en el sentido que no es estrictamente “teoría”, pues esas relecturas son precisamente
las que permiten la comprensión crítica de todo el aparato contrasexual: las lecturas
tradicionales no permiten dar cuenta de lo contrasexual, por lo que el releer a los y
las pensadoras es un acto político. Finalmente, un ejercicio de lectura contrasexual,
permite dar cuenta del estatus mismo del libro: ¿cuál es la posición estructural del
BIBLIOGRAFÍA
Foucault, Michel (2010a): “La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad”. En
sus: Obras esenciales. Barcelona, España: Paidós.
Foucault, Michel (2010b): “Michel Foucault, una entrevista: sexo, poder y política de la
identidad”. En sus: Obras esenciales. Barcelona, España: Paidós.