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PTEMA 1: LAS PALABRAS: ORIGEN, FORMACIÓN Y SIGNIFICADO

1.1.-ORIGEN HISTÓRICO DEL LÉXICO CASTELLANO HASTA LA ACTUALIDAD.

La mayor parte de las palabras del castellano provienen de voces latinas. Estas
se denominan “palabras patrimoniales”. El resto, de otras lenguas con las que convivía
el latín hablado: del griego (obispo, palabra); del celta (camisa, cerveza), de lenguas
germánicas (guerra, blanco), etc. Todo este léxico pasó del latín al castellano en el
proceso de diferenciación de las lenguas romances entre los siglos VIII al X.

Asimismo, hasta el siglo XVIII, las palabras patrimoniales experimentaron una


evolución fonética, alejándose de su forma latina (por ejemplo, ojo>oculum). Sin
embargo, ciertas palabras conservaron una forma más próxima al latín: son las
llamadas “cultismos” y los “semicultismos”. Los cultismos son los vocablos cuya
evolución se detuvo en una forma próxima al latín (gloria >gloriam; caridad>caritatem;
espíritu>spiritum). Los semicultismos son aquellos otros que han tenido algunos
cambios, pero sin completarse (milagro>miraculum; virgen>virginem;siglo>saeculum).

En todo caso, también se denominarán “cultismos” las palabras del latín o del griego
que el castellano adoptó en un momento posterior, tras constituirse como lengua (por
ejemplo, perífrasis, límpido).

En suma, diferenciaremos dos tipos de cultismos: palabras patrimoniales de evolución


fonética detenida y palabras “préstamo” tomadas del latín y del griego.

1.2.-PROCEDIMIENTOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS.

Los procedimientos de creación de palabras del castellano se clasifican en


morfológicos, léxico-semánticos y fónico-gráficos.

Los procedimientos morfológicos son la derivación y la composición. En este


caso, el castellano tomó prestadas en algún momento de su historia palabras
derivadas latinas (por ejemplo, “conducir” procede directamente del verbo latino
“ducere” (llevar), del que derivó por prefijación “conducere” (reunir); de igual manera,
“complicar, conjetura, consultar, etc”.)

Por su parte, de los procedimientos léxico-semánticos destaca como


mecanismo léxico-semántico más productivo en la creación de palabras nuevas el
“préstamo” o “extranjerismo”: es decir, la incorporación al vocabulario propio de una
voz procedente de otra lengua distinta. Para ello, debemos tener en cuenta el
concepto de “prestigio”: el hecho de que en cada época haya habido lenguas que han
ejercido una especial influencia sobre sus vecinas, por razones de preponderancia
cultural o política de la nación que la hablaba. Ejemplos del italiano, escopeta-
centinela-cuarteto-novela, del francés, chalet-sofá-coqueta, del inglés, club-confort-
fútbol-tenis; así como los préstamos de las lenguas clásicas, latín y griego,
septentrional-exhortación-frígido-secular, prólogo-paradoja-perífrasis-idiota, que,
además de ser cultismos por su forma próxima al original latino o griego, son
préstamos por su origen. Y todo ello, en los últimos dos siglos se ha incrementado,
pues las ciencias recurren al latín y al griego para crear los nuevos términos que el
lenguaje científico-técnico necesita (por ejemplo, epidermis, dislexia, patógeno,
geología, termostato, etc.)
La existencia de palabras patrimoniales y de préstamos de la misma voz latina
produce el denominado fenómeno de los “dobletes”, como “entero/íntegro; plano/llano;
primero/primario; ducho/ducto;…

Todos estas palabras anteriores se consideran “préstamos adaptados”, fonética y


gráficamente; sin embargo, los más recientes son aquellos que conservan la forma
fonética y gráfica al original: los anglicismos (basket, sandwich, surfing, ranking,…), los
galicismos (boutique, fois-gras, soufflé,…). Y de manera análoga, también los
latinismos (spiritus, ibídem, confer); expresiones o dichos del latín y de otras lenguas
(in crecendo, c’est la vie, in the right direction, grosso modo, mutatis mutandis, a
posteriori, a priori, ex profeso, honoris causa, ipso facto, sine qua non,…)

Por último, los procedimientos fónicos y gráficos se refieren a que algunas


palabras de nuestra lengua se han formado por reducción de otras previamente
existentes. Nos referimos al “acortamiento” y a la “abreviatura”.

El acortamiento consiste en la reducción de la materia fónica de una palabra por la


eliminación de los fonemas finales, apócope (cine, foto, moto, kilo, tele, Fede, Rafa,
Tere) o bien por los iniciales, aféresis (chacha, Nando, Chelo, Chon, Nino).

La abreviatura será la reducción de la materia gráfica de una o varias palabras, por


apócope, pérdida de las letras finales (D.>don, S.>san, tel.>teléfono); o por síncopa,
pérdida de letras en el interior de la palabra (Sta.>Santa, Sr.>Señor, Dr.>doctor,
admón>administración). A su vez, estas abreviaturas se pueden clasificar en simples o
de una sola palabra, como las anteriores y en abreviaturas compuestas, se abrevian
varias palabras, q.e.p.d en paz descanse; v.s., nuestra señoria; OPEP, Organización
de Países Exportadores de Petróleo; ONU, Organización de las Naciones Unidas; UE,
Unión Europea. Son signos lingüísticos que integran una expresión compleja y se
denominan “siglas”.Los acrónimos son siglas pronunciables, integradas en la lengua
como sustantivos (cedé, ovni, talgo,…). También son acrónimos las voces nuevas
formadas uniendo el comienzo y el final de los dos términos de un compuesto
(autobús, informática, motel, transistor,…).

1.3.-CONNOTACIÓN Y DENOTACIÓN

El conjunto de propiedades semánticas de una palabra en cierta acepción constituye la


“denotación”. Así el significado denotativo será la parte básica o necesario del
contenido de una palabra. Sus características son las siguientes: es común a todos los
hablantes; conforma el significado estable y constante de la palabra; y, constituye una
información objetiva sobre el referente de la palabra, es decir, no implica ninguna
valoración sobre él.

No obstante, en el uso dentro del discurso las palabras pueden adquirir además
rasgos de significado no denotativos. Por ejemplo, la palabra “caballo” tendrá un
significado denotativo diferente, si se entiende como idea de elegancia o bien asociado
a todo lo contrario en “Cuando bailas te mueves como un caballo”, esto es, con
tosquedad, torpeza,… Estos valores de significado se denominan significados
“asociativos” o “connotaciones”: contenidos que el hablante sugiere o evoca
intencionada o involuntariamente en la mente del oyente, y que este ha de comprender
para que la comunicación tenga éxito y sea completa. Existen diferentes tipos de
significados connotativos, sugeridos por valoración socio-cultural del referente (como
“niño” asociado a ideas como inocencia; “toro” a nobleza, bravura;…); también los
significados afectivos, asociaciones de carácter subjetivo que revelan emociones o
sentimientos del hablante, según su experiencia (como “lluvia”, sentimientos de
tristeza para algunos; “insectos”, asco;…); y por último, los estilísticos, aquellos que se
asocian con el carácter del emisor o con las circunstancias en que se produce la
comunicación (“esposa”, señora, mujer o parienta, según el nivel sociolingüístico al
que pertenece el hablante y a la situación formal o familiar en que se encuentre).

1.4.-RELACIONES SEMÁNTICAS ENTRE PALABRAS

Los “campos semánticos” son los conjuntos de palabras de la misma clase


relacionadas por su significado (como padre, madre, hijo, tío, sobrino, abuelo, nieto,…,
en este caso un campo semántico de relaciones familiares; como también casa, piso,
apartamento, chalé, chabola, palacio; o bien, azul, verde, amarillo, rojo,…).

Estos campos semánticos tienen una estructura y unas relaciones de diferentes tipos:
ramificantes, de oposición léxica y de significados idénticos. Los modelos ramificantes
se organizan de manera jerárquica, esto es, el significado de unas palabras incluye al
de otras, y estas al de otras más concretas y así sucesivamente (por ejemplo, la
designación de la palabra “animal” incluye la de mamífero, ave,…; la de “ave”, gorrión,
paloma, vencejo, gallina,… Se denominarán aquí “hiperónimos” la unidad léxica que
denomina al género, e “hipónimo” a cada uno de los términos que se incluyen como
tipos dentro de ese género (como “animal”, hiperónimo a la unidad léxica de mamífero,
ave, pez,…; y cada uno de ellos, hipónimo de “animal”).

Los modelos de oposición léxica, por otro lado, son las relaciones de contraposición de
significado entre dos palabras (por ejemplo, muerto/vivo; verdad/mentira;
grande/pequeño;… Además, distinguimos dos tipos de oposiciones léxicas: de
complementariedad (“Juan está vivo” implica “Juan está muerto”); de antonimia,
concebida como una escala en la que se pueden diferenciar grados o niveles
diferentes (muy ancho, poco extenso, más listo que tú); y de inversión, dos palabras
inversas describen una misma realidad desde puntos de vista contrarios, con lo que un
significado implica otro (padre/hijo, comprar/vender, preceder/seguir, entrar/salir,
arriba/abajo, izquierda/derecha,…).

Y en último lugar, la identidad de significados de dos unidades lingüísticas diferentes,


la sinonimia, con dos grados: la sinonimia completa, poco frecuente (empezar y
comenzar no llegan a ser sinónimos completos, como en “Ya he empezado/he
comenzado el jamón); y, más frecuente, la sinonimia conceptual o cognitiva, es decir,
la identidad semántica de dos palabras con la misma denotación y que pueden
referirse a las mismas entidades de la realidad ( según la RAE, empezar/comenzar,
cura/sacerdote, costa/litoral, letal/mamífero, aproximar/acercar, aula/clase,
miedoso/temeroso. Todos estos sinónimos conceptuales son intercambiables en los
contextos donde se utilicen en la acepción que comparten; pero, ello no significa que
vayan a tener el mismo sentido, debido a los diversos valores asociativos que cada
uno tenga (por ejemplo, “perro” y “can” son sinónimos, a pesar de que “perro” pueda
adquirir connotaciones despectivas que “can” desconoce).

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