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TFEMemoria Ana Candelaria Vázquez
TFEMemoria Ana Candelaria Vázquez
En primer lugar, la elección del género y la instrumentación vienen dadas por una
motivación personal, la combinación de la especialidad de Composición con mi trayectoria
como oboísta y cornista. El profundo conocimiento técnico de los instrumentos sumado a la
motivación para escribir para ellos, hicieron que me inclinara a componer un concierto de
solista. A su vez, la poca literatura escrita de dicho género para corno inglés y sus cualidades
expresivas me decantaron por este instrumento en particular.
En segundo lugar, la elección de hacer un concierto para corno inglés y banda también
se relaciona con el pequeño número de obras escritas con dichas características. Además, la
cantidad y calidad de las bandas andaluzas, me hizo pensar que podría realizar en un futuro el
estreno de la obra y así llevar a la práctica su realización. Así mismo, la trayectoria profesional
de mi tutor, Pablo Fernández Rojas, reforzó mi decisión de escribir para banda, ya que posee
una gran experiencia tanto en investigación como en composición para esta agrupación, lo que
me facilitó escribir para ella.
Mi tercera motivación marca diversos rasgos estilísticos del presente proyecto, pues el
interés por el patrimonio cultural artístico autóctono de cada zona, y en particular en patrimonio
musical andaluz, definen muchas de las particularidades compositivas de la obra. Desde hace
unos años, mi fascinación por el folclore andaluz y por el género flamenco ha ido en aumento,
lo que ha hecho que quisiera escribir una obra que se viera influenciada por ellos. Muchas de
las características armónicas, formales, melódicas y rítmicas de estos tipos de música están
presentes en el concierto, cómo explicaré detenidamente en el desarrollo de este trabajo.
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Por último, las formas clásicas, aprendidas y utilizadas en estos años de carrera
musical, guía y marcan los movimientos de la pieza. En particular, me he inspirado en la forma
de los conciertos para solistas creados en el periodo romántico, como por ejemplo el concierto
de violín de Mendelssohn o los conciertos de piano y violín de Tchaikovsky.
Todo ello se ha combinado con las múltiples enseñanzas aprendidas mediante las
diferentes asignaturas cursadas en mis estudios, dando cómo fruto el presente Trabajo Fin de
Estudios.
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2. Objetivos.
2.1. Objetivos generales.
- Desarrollar las competencias y habilidades necesarias para la realización de un
proyecto musical de gran envergadura.
- Mejorar la capacidad de investigación.
- Perfeccionar la expresión tanto oral como escrita.
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3. Desarrollo.
Baines (1988) cree que un antecesor del corno inglés fue el taille d´hautbois, en Fa,
que apareció a la vez que el oboe y que era igual que este, salvo por ser de mayor tamaño y por
la altura del sonido: tenía cuerpo recto, dos o tres llaves y bocina acampanada, que desde
alrededor de 1700 empieza a fabricarse en Alemania con campana abombada. Según Pajares
(2012), este instrumento estaba integrado en la orquesta de fagotes y oboes de estilo francés
utilizada por H. Purcell por ejemplo en Dicclesian. J.S. Bach. lo emplea en cantatas como
Falsche Welt, dir trau ich nicht. Sobre 1720 empieza a ser sustituido por la trompas,
desapareciendo alrededor de 1780.
Otros muchos autores, como Höweler (2004) consideran que el corno inglés es una
evolución del oboe da caccia, que suena una quinta más grave que el oboe. De forma curvada,
en ocasiones incluso semicircular, con campana muy abierta (en ocasiones de bronce), parecida
al corno da caccia. Se utiliza entre 1720 y 1760 fundamentalmente en Europa Central. El oboe
da caccia fue empleado con frecuencia por J. S. Bach, muestra de ello son sus cantatas Hat Gott
die Welt geliebt, Ein feste Burg, Du Hirte Israel, höre o en “Ah, Golgota” de la Pasión según
San Mateo. Existe al menos una obra de Bach en que taille d´hautbois y el oboe da caccia se
incluyen juntos en la orquestación, se trata de la cantata Nimm von uns, Herr, du treuer Gott.
Una de las principales diferencias entre los dos antecesores del corno inglés, es como
indica Pajares (2012), que mientras el taille d´hautbois se utilizaba en los tutti, el oboe da caccia
es más solista.
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Sin embargo, otros autores como Andrés (2001) dicen que se podría pensar que en
realidad ambos instrumentos son dos oboes tenores antecesores del corno inglés, ya que el
primero en aparecer es el taille d´hautbois. El oboe da caccia sería una evolución de éste en un
entorno militar o de caza, ya que, a causa de la longitud de aquel, no era práctico para tocarlo a
caballo y comenzó a curvarse.
Según Machado de Castro (2010), la primera vez que aparece la denominación corno
inglés es en 1741, en la ópera Ezio de N. Jommelli. No se sabe con seguridad cuál es el origen
de su nombre, ya que no es un instrumento de procedencia inglesa. Existen varias teorías:
- Baines (1988) cree que tal vez el nombre venga del timbre del corno inglés, suave y
melancólico que recordaría la discreción con que hablan los ingleses.
- La forma curva de los primeros cornos ingleses sería la causa de que se le llamara
cor anglais, que sería una corrupción de cor angle (cuerno angulado).
- Por el parecido del oboe da caccia, con una trompa de caza inglesa semicircular.
3.1.2. Organología.
Como hemos dicho se trata de un aerófono de madera de tubo cónico considerado
como un tenor del oboe. En él podemos distinguir varias diferencias en su forma respecto al
oboe:
- El tudel de corcho esta sobre un bocal metálico curvo y alargado, y la doble lengüeta
es mayor y más ancha que la del oboe.
- El tubo es mayor y más ancho que el del oboe.
- En lugar de terminar en un pabellón acampanado como el del oboe, es un cuerpo
ovoide truncado, similar a la terminación característica del oboe de amor.
Según Adler (2006), este abultamiento bulmiforme hace que el aire salga por un
orificio más estrecho y es lo que concede al corno ingles su peculiar sonido, casi como un
estremecimiento. En cuanto a su mecanismo, tiene una digitación similar al oboe.
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En cuanto a su registro, debemos tener en cuenta que el corno inglés es un instrumento
transpositor en Fa, por lo que suena una quinta justa por debajo de lo escrito. Adler (2006)
indica el siguiente registro (a la izquierda señala el registro escrito, y a la derecha los sonidos
resultantes en Do).
Las características del registro son semejantes a las del oboe, ya que su sonido se
debilita al subir en el registro, por lo que lo que en alturas superiores tiene un sonido muy
similar al oboe; pero en la 5ª y 6ª más grave tiene un sonido muy rico y expresivo de gran
personalidad.
Höweler (2004) señala que tiene un timbre más sombrío y patético que el del oboe, lo
que le infunde una naturaleza aterciopelada y nasal que lo dotan de una personalidad lírica y
expresiva, adecuada para la manifestación de tristeza, nostalgia, el afecto, la angustia.
Además, no hay que olvidar que el corno inglés está capacitado para ejecutar muchos
efectos tímbricos, muchos de ellos de reciente creación. En esto destaca la figura de H. Holliger
ya que ha compuesto e interpretado varias obras para solista en las que se incorporan sonidos
multifónicos y microtonales, entres otras técnicas extendidas, lo que ha ayudado en la
indaganción de nuevos efectos sonoros del instrumento (Adler, 2006).
Algunos de estas técnicas extendidas se han utilizado en la obra Espoleá, como una
manera más de ampliar y enriquecer en lenguaje sonoro del solista.
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3.1.3. Repertorio.
Como hemos dicho, durante el Barroco se utilizaron con frecuencia los antecesores del
corno inglés como oboe tenor (el oboe da caccia y el taille d´hautbois). En la actualidad, estas
obras suelen tocarse con el propio corno inglés.
Fue en el Romanticismo cuando, sin lugar a duda, el corno inglés empezó a tener un
papel importante, y fue gracias a su timbre no del gusto clásico, pero sí muy apropiado para la
expresividad romántica. Latham (2008) indica que se hizo popular como voz solista, sobre todo
para papeles pastorales. De entre la multitud de obras de este período que emplean este
instrumento podemos destacar:
El timbre melancólico del corno inglés también fue muy del gusto de los
impresionistas, entre lo que podemos destacar a C. Debussy con obras como La Mer o sus
Nocturnos.
También de esta época destaca J. Sibelius con El cisne de Tuonela, donde el corno
inglés simboliza la voz del cisne.
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En el siglo XX, podemos destacar:
- El segundo movimiento del Concierto para piano en Sol Mayor de Maurice Ravel.
- Sinfonía de cámara de Arnold Schönberg.
- La consagración de la primavera de I. Stravinski.
- Quiet City de A. Copland para trompeta, corno inglés y cuerda.
- El 2º movimiento Concierto de Aranjuez Joaquín Rodrigo.
- Autumn Legend de W. Alwyn para corno inglés y orquesta de cuerdas.
En definitiva, aunque no hay muchos conciertos solistas, el corno inglés hace tiempo
ya que es un miembro más de la plantilla de la orquesta sinfónica. Por el contrario, no se emplea
habitualmente en las bandas sinfónicas, exceptuando algunos ejemplos de obras que utilizan
solos de corno inglés, como Ross Roy, de Jacob de Haan, pero que, dada la escasez de este
instrumento, se indica la alternativa de interpretarse con el saxofón alto. En cuanto a los
conciertos para banda y corno inglés, podemos decir que son prácticamente inexistentes.
Una banda de música es mucho más que un “conjunto musical formado por
instrumentos aerófonos, idiófonos y membranófonos” (Astruells, 2003, p.9), y su estudio
requiere una mínima consideración en cuanto a su definición, origen, evolución histórica,
configuración actual y repertorio.
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3.2.1. Definición.
No es fácil precisar qué entendemos por banda de música, ya que hay tal variedad de
definiciones para este conjunto musical que incluso a veces se incurre en un caos terminológico
que lleva a contradicciones. Sin embargo, existe una especie de conciencia común en cuanto a
qué es una banda de música; concepto que pervive, a pesar de los enormes cambios, a través
del tiempo y el espacio.
Actualmente el término banda de música sigue siendo ambiguo, ya que por una parte
puede referirse a casi cualquier conjunto de diferentes instrumentos. Sin embargo, podemos
decir que el más aceptado es el que se refiere a una agrupación musical formada por vientos
madera, metal y percusión.
Sin embargo, autores como Adler (2006) diferencian entre las definición de conjunto
de vientos y la de banda. La principal divergencia entre ambos reside especificación de la
instrumentación, ya que mientras que en la banda no se conoce la cantidad de músicos que
interpretaran cada papel, el conjunto de vientos carece de la duplicación de las partes típica de
la banda de música.
Como resalta Cabanillas (2011), una de las hipótesis más extendidas es que el origen
de las bandas de música se remonta a la Antigüedad, ya que, en la Biblia se relata la caída de
las murallas de la ciudad de Jericó gracias al sonido de un conjunto de trompetas. Además, hay
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varios documentos que constatan el uso de conjuntos de viento para diversas celebraciones al
aire libre, durante la época clásica.
Son muchas las influencias que han hecho que estas primeras agrupaciones
instrumentales de viento hayan derivado en la banda de música actual. Rojas (2018), ha
rastreado los diversos acontecimientos que han hecho evolucionar la música instrumental para
viento, los instrumentos de viento y las composiciones para conjunto de viento, a través de la
historia.
Durante la Edad Media surgen las primeras agrupaciones musicales civiles de este tipo.
Además, durante esta misma época proliferaron las Harmonies, conjuntos de vientos,
que tenían muchas características que luego poseerán las bandas de música, como son su
instrumentación basada en los vientos y la adaptación de repertorio de los grandes éxitos de la
época (arias operísticas, música sinfónica, etc.) en la época para estas agrupaciones.
Pero no es hasta el siglo XIX cuando encontramos la banda de música con una
instrumentación similar a la de nuestros días. Para ello es imprescindible nombrar a Adolph
Sax, creador del saxofón, que incorpora este instrumento a las bandas militares de la época.
Por otra parte, la vinculación de lo militar con las bandas de música es un punto
imprescindible en el desarrollo y evolución de las propias bandas de música. Según Ayala
(2013), el término banda de música, aunque posiblemente se utilizara desde mucho antes, no
aparece en un diccionario español hasta mediados del siglo XIX; insiste también en el carácter
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militar de la misma, puesto que sería por influencia de las tropas napoleónicas que se habrían
impulsado las bandas militares en España.
De acuerdo con Rojas (2019), las bandas militares también han influido en el repertorio
de la música para banda en general, ya que muchas de las obras escritas específicamente para
este conjunto instrumental, proceden de la música militar como son, por ejemplo, las marchas
de desfile. Así mismo, también las bandas militares han contribuido a la profesionalización de los
músicos de viento dentro del ejército.
3.2.3. Configuración.
Como se ha especificado anteriormente, una de las principales características de las
bandas de música es la duplicación de las partes, ya que estas son tocadas por un número de
intérpretes indeterminados. Como se explica en las aclaraciones generales de la obra Espoleá,
esta es una de las principales consideraciones a tener en cuenta a la hora de escribir para banda,
pues marca la sonoridad propia de este conjunto.
Al igual que el número de instrumentistas de una banda no está definido, también hay
cierta ambigüedad a la hora de discernir qué instrumentos configuran una banda de música.
Según Pacheco (2012), una de las características de la banda de música es la indefinición de su
plantilla exacta, pues son muchas las bandas, especialmente las bandas no profesionales, cuya
plantilla depende en mayor o menor medida de sus posibilidades, de manera que, siendo un
grupo que contenga varios de estos instrumentos, parece que ya se considera como una banda.
Sin embargo, el carecer de plantilla fija ha proporcionado a la banda, entre otras virtudes, su
gran capacidad de adaptación.
De acuerdo con este mismo autor podemos decir los instrumentos básicos que forman
una banda en nuestro país “flautas, oboes, requintos, clarinetes, saxofones, trompetas,
fliscornos, trompas, trombones, bombardinos, tubas y percusión” (Pacheco, 2012, p.55), y por
otro, que la estandarización de la banda de música ha venido de las composiciones originales
para bandas, que han ayudado a que las bandas instauren plantillas similares. Es decir, la historia
de la banda iría caminando hacia una configuración cada vez más estándar.
Sin embargo, sigue habiendo diferencias entre los instrumentos que conforman las
diferentes bandas. Un ejemplo de ello es el uso saxofones, fagot o el propio corno inglés,
instrumento que muchas bandas no contienen, pero que autores que escriben obras propias para
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banda suelen utilizar de manera recurrente. Para estos casos es habitual incluir las partes solistas
o de gran relevancia de estos instrumentos en la partitura de otros más habituales.
Lo mismo ocurre con la sección de percusión, ya que no todas las bandas tienen las
mismas posibilidades poseer los mismos instrumentos. Por ello, en Espoleá se ha incluido en
la intervención del vibráfono del primer movimiento, una ossia para que pueda ser interpretado
por el glockenspile (cc. 103-123).
3.2.4. Repertorio.
Las bandas cuentan con un amplio y variado repertorio. Por un lado, encontramos la
música propia del repertorio militar como las marchas de desfile, los himnos, etc. Por otro,
también es muy relevante el repertorio procedente de la música popular, entre la que se
encuentran pasodobles, marchas procesionales, etc. Además, también encontramos
frecuentemente adaptaciones de música para orquesta como oberturas de zarzuela, suites o
incluso adaptaciones de bandas sonoras de cine (Rojas, 2019).
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Pero, sobre todo, este mismo autor, destaca la gran cantidad de bandas que hay en toda
la geografía de España, siendo su presencia muy extendida en el panorama musical español.
También en Andalucía se da esa constante: pues las bandas de música de Andalucía están
repartidas por todas las provincias y son tan numerosas que es difícil, por no decir imposible,
citarlas a todas.
En este contexto, el joven músico de viento o percusión que se inicia en sus estudios
tiende a integrarse en Andalucía en una agrupación de estas características, siendo, muchas
veces, este el primer contacto con la música sinfónica. Así pues, podemos decir que es partiendo
desde este punto de vista vivencial como debe entenderse este trabajo, tanto en su faceta de
estudio como en la compositiva.
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Además, como cualquier tipo de arte, el dominio de su técnica y estilo requiere
preparación y estudio, pues muchos elementos musicales del flamenco tienen una grandísima
complejidad (Casares, 2002), que necesitan de años de práctica para su asimilación y correcta
ejecución.
Sin embargo, su relación con el folclore es innegable, pues muchos de los estilos de
cantes flamencos están estrechamente relacionados con este. Tanto es así, que en ocasiones la
diferenciación es una delgada línea. Por ejemplo, el fandango tradicional de un pueblo sería
considerado folclore pues emana de este, pero si un cantaor hace una versión personal de este
y queda registrada con su nombre, superaría la categoría de lo tradicional y lo folclórico (Núñez,
2011-2019).
Pero esta no es la única influencia de la que bebe este género musical, pues en el
podemos encontrar rasgos de la música árabe, judía y americana (Sadie & Tyrrell, 2001).
Diversos estilos que juntos se funden para crear las características sonoras de lo que hoy
denominamos flamenco.
Hoy en día utilizamos la terminología de cante o palo sin distinción entre ellas,
refiriéndonos tanto a la música vocal-instrumental como a la puramente instrumental
(Fernández, 2004).
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Figura 3. Clasificación de Palos del Flamenco (Sadie & Tyrrell, 2001, p. 922).
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En esta otra imagen vemos cómo es la relación entre ellos.
Como vemos, la relación y clasificación de los palos es compleja, pues éstos son fruto
de las influencias constantes entre los diversos estilos. Hay multitud de criterios de
clasificación: por algunas de sus particularidades musicales, como la rítmica o la armonía, por
el origen del cante o por la localidad en la que se crea. En los siguientes apartados clasificaremos
los palos según el uso que hagan de los distintos parámetros musicales, como la influencia que
han tenido en la realización de la composición.
Además, hay que tener en cuenta que cada palo tiene una enorme variedad de estilos
que lo diversifican aún más.
Debido a ello, este Trabajo Fin de Estudio se centrará en explicar las características de
los palos que se han utilizado en la composición, pues la definición de cada uno de ellos
excedería las pretensiones del trabajo.
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3.3.3. Ritmo.
El ritmo es uno de los parámetros más trabajados en la música flamenca. Su riqueza y
complejidad ha hecho que muchos teóricos lo reconozcan como su característica más singular.
Sin embargo, uno de los paradigmas del flamenco es que, a pesar de basarse en estructuras
rítmicas complejas, estas se basan en patrones preexistentes (Berlanga, 2014). Es aquí donde
entra el juego el concepto de compás1, término que difiere en su significado flamenco con el
clásico.
1
Se utilizará la palabra compás en cursiva cuando nos refiramos al concepto proveniente del argot flamenco y en
su formato normal cuando lo usemos con el significado clásico de compás.
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3.3.3.1. Palos con 12 tiempos: bulerías.
También llamado por algunos teóricos como Faustino Núñez (2011-2019) compás de
amalgama por la combinación de la acentuación binaria y ternaria característica de este. Es
considerado el compás más característico del flamenco, pues muchos son los palos que lo
utilizan.
Podemos ver el compás de doce tiempos en dos mitades: Una acentuando cada 3 pulsos
y otra cada dos, como se muestra en la siguiente imagen.
Sin embargo, a pesar de ser sólo un compás, son muchos los compositores, que optan
por indicarlo como dos compases: Uno en tres por cuatro y otro en seis por ocho. Un ejemplo
de ello lo encontramos en la siguiente imagen proveniente del Sombrero de tres picos de Falla.
De esta manera el cambio de acentuación ya viene dado por el cambio de compás.
Figura 6. El sombrero de tres picos, danza del molinero (Falla, 1921, cc. 1-6).
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utiliza una línea discontinua para señalar que estos formarían parte de un mismo compás2, como
se muestra en la siguiente imagen.
Como se indica previamente, muchos palos flamencos utilizan este compás y, sin
embargo, podemos decir que cada uno tiene su compás propio. Una de las características que
diferencian los diversos compases flamencos, es el orden de su acentuación, pues el inicio de
la secuencia que hemos visto difiere dependiendo de cada palo.
Como indica Berlanga (2014), dentro de los palos que se mueven por el compás de 12
tiempos encontramos tres tipos de orden de acentuación:
La bulería, palo utilizado en el primer movimiento de la obra Espoleá, lleva este tipo
de acentuación. El siguiente gráfico muestra la acentuación propia del compás de bulería.
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Sin embargo, la numeración de los compases no ha tenido en cuenta este precepto pues no tiene en cuenta la
combinación de dos compases para formar uno, sino que contabiliza un compás de tres por cuatro y uno de seis
por ocho como dos compases diferentes. Se ha realizado así para facilitar el ensayo para su interpretación.
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Podemos apreciar aquí dos rasgos significativos:
-El compás tiene su cierre del pulso 10 al 123, lo que significa que en estos pulsos van
las resoluciones armónicas.
Sin embargo, al repetirse varios compases de bulería, y al ser el primer pulso débil, se
tiende a considerar el último pulso como la caída al siguiente compás (es decir como el
primero). Teniendo en cuenta estas consideraciones, la notación del compás de bulería en la
obra Espoleá queda de la siguiente manera:
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Se indica en la imagen los dos últimos números como 1 y 2, correspondiendo en realidad a los pulsos 11 y 12.
Están indicados así porque al hablar y al decir el compás los flamencos los cambian para una mayor fluidez.
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Así mismo, el ritmo armónico de la bulería con su resolución característica aparece en
algunas cadencias que marcan un punto estructural en el 1º movimiento, como la siguiente:
Como indica Jiménez (2019), entra dentro de la riqueza rítmica de la bulería alterar
estas acentuaciones propias. Es muy característica la combinación consecutiva de varias
acentuaciones binarias ternarias
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Figura 11. Espoleá, 1º mov. (cc. 40-43). Corno inglés, fliscorno y trompetas (partitura transpuesta).
Figura 12. Espoleá, 1º mov. (cc. 78-82). Saxofón tenor 1 y 2 (partitura transpuesta).
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ritmo habitual que sigue la guitarra, acompañando al fandango, que aparece adaptándose a la
caja en el segundo movimiento de la obra.
Los palos más representativos de este grupo son los tangos y los tientos,
diferenciándose estos dos últimos únicamente en su velocidad de interpretación (los tientos se
pueden ver como una desaceleración de los tangos). Como indica Núñez (1998), la rítmica del
palo se caracteriza por tener el primer tiempo débil, dejándose sin percutir. Este palo se utiliza
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en el tema A del segundo movimiento de la obra, donde aparece el ritmo propio de las palmas
que acompañan a este cante:
Figura 17. Espoleá, 2º mov. (cc. 15-19). Clarinetes en Sib y saxofones contralto (partitura en Do).
Otro palo con cuatro tiempos que aparece en la obra es la colombiana. Este cante
pertenece a una categoría de palos los cuales se han llamado cantes de ida y vuelta. Fernández
(2004) explica que este nombre lo reciben por su clara ascendencia hispanoamericana, no solo
por su métrica binaria sino porque además estos palos son todos tonales.
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& Núñez, 2005). En este palo se hace aún más clara la influencia hispanoamericana, ya que
utiliza el siguiente patrón rítmico.
Como indica Leymarie (1998), a este patrón de origen cubano, se le ha llamado clave,
debido a que es el ritmo que realizan las claves para acompañar los diferentes géneros cubanos.
Según Lefranc (2000), los más antiguos dentro de este tipo de palos son las
denominadas tonás. Estos cantes se interpretan sin ningún tipo de acompañamiento de guitarra
o compás y entre sus orígenes se enraízan con las llamadas a la oración de la cultura musulmana
y con los romances cantados por los gitanos.
En la cadencia que nos lleva del segundo al tercer movimiento de la obra, se ha querido
introducir un breve homenaje a este tipo de cantes. Para recrear su carácter libre se ha optado
por una notación sin plicas, en donde solo se indican las pausas que deben separar cada frase,
para que sea el solista el que decida la métrica del pasaje, asimilándolo así a un cantaor.
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3.3.4. Armonía.
Al igual que el ritmo, la armonía propia del flamenco deriva de la sedimentación y
combinación de diversas tradiciones. De acuerdo con Núñez (2011-2019) debemos tener en
cuenta que tradicionalmente la guitarra es la que lleva el peso armónico del flamenco, pues la
armonía flamenca se ha desarrollado alrededor de las posibilidades de este instrumento.
Por otro lado, la progresión armónica principal y sobre la cual se desarrolla toda la
armonía propia del modo flamenco es la cadencia andaluza. Fernández (2004) diferencia entre
la cadencia andaluza y la cadencia flamenca. Mientras que la cadencia andaluza tiene un sentido
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tonal, la progresión se vería desde una perspectiva del modo menor concluyendo sobre el V
grado; en el flamenco, sin embargo, a pesar de estar constituido por los mismos acordes estos
tendrían un sentido tonal, pasando a considerarse el último acorde como primero del modo. En
la siguiente figura observamos la comparativa:
Este tipo de cadencia se usa frecuentemente en la obra hecha para el presente TFE.
Como se explicará posteriormente en los anexos, esta ambigüedad entre tonalidad y modalidad
está muy presente en el primer y segundo movimiento de Espoleá, siendo de gran importancia
el juego de ambas para la concepción armónica de la obra. A pesar de que se parte del modo
frigio, hay fragmentos que, para modular, utilizan la equivalencia de las dos concepciones.
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Así mismo, hay diversas variantes de la cadencia andaluza, pues es posible sustituir
algunos acordes por otros, mientras se respeten las funciones que cumplen los acordes. Un
ejemplo de ello es que muchas veces se sustituye el VI grado por el IV.
Mención especial debe recibir el tratamiento del II, en la cadencia andaluza y por ende
en el modo flamenco. Como indica Fernández (2004) “la secuencia de acordes II/I […] es
equivalente a la cadencia perfecta V/I en música tonal” (p. 84). Por tanto, el II grado funciona
como una dominante y dada su relación puede ser sustituido por el V del modo frigio, aunque
siempre conservando el bajo que desciende por semitono. Una de las versiones más utilizadas
para sustituir al segundo es la sexta aumentada.
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Cualquier acorde de dominante está relacionado con otro de Dominante cuya fundamenta se encuentra
a distancia de tritono de la suya se relaciona con otra Dominante que está a distancia de tritono de la
suya. Ambos acordes contienen el mismo tritono, la fundamenta de uno es la tensión ♯11 del otro, en el
otro, las tensiones alteradas b9, ♯9, y b13 resultan respectivamente en la 5 y las tensiones naturales 13
y 9 (p. 22).
La relación de tritono entre estas dos dominantes ya está presente en el propio modo
flamenco (pues entre el II y el V hay una 4ª aumentada). Por ello, en la obra se hace hincapié
en esta equivalencia entre las dos dominantes, siendo un punto importante en el desarrollo de
la armonía de la obra. Como veremos posteriormente en los anexos, el II grado del modo
flamenco se ha calificado como una dominante, ya que este grado y el V son tratados desde una
misma concepción.
Otra de las características armónicas del flamenco son el gran número de tensiones
armónicas que nos encontramos en ciertos acordes. Como explica Urcheguía (1996), estas
tensiones son debidas a las posiciones de la guitarra, que han hecho que se asimilen como
propias del acorde, intervalos considerados disonantes en la teoría de la música tradicional.
Podemos encontrar estos tipos de acordes con notas disonantes añadidas en obras que beben
del flamenco o el folclore español como es el caso de autores como Manuel de Falla.
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Figura 25 (elaboración propia).
El acorde de dominante como II grado del modo flamenco es quizá el que más
variaciones tiene. Una de las más frecuentes es rebajar su quinta (como aparece en la figura 26).
También es muy usual utilizarlo en forma de sexta aumentada (figura 27). Muchos de los
acordes derivados del II pueden analizarse de diversas maneras, pues el acorde que aparece en
la figura 26 podría interpretarse como V con séptima en segunda inversión con la quinta
rebajada o los de la figura 27, como un acorde de sexta aumentada realizado sobre el VII del
modo flamenco. Sin embargo, su uso dentro del contexto del modo frigio hace que se
sobreentiendan como un II con función de dominante.
Por ello, a modo de homenaje, han sido La y Mi los centros tonales elegidos para el
primer y segundo movimiento.
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3.3.4.2. Palos tonales: colombianas.
Los palos que utilizan los modos provenientes del sistema tonal son un grupo menos
numeroso que el anterior. El sistema tonal aparece sobre todo en los cantes de ida y vuelta,
siendo el modo mayor más representado en esta familia que el menor.
Estos cantes suelen tener una armonía más sencilla que la usada en el modo flamenco,
pues se basan principalmente en los acordes de V y I. Sin embargo, sigue siendo habitual el uso
tensiones y notas añadidas en los acordes.
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instrumental está en Mi flamenco, la copla estará en Do M. A esta relación de tercera es a la
que se denomina como relativo en el argot flamenco.
Como se explicará más detalladamente en los anexos, está relación tiene gran
relevancia en el 2º movimiento (recordemos que este movimiento contiene un fandango en su
parte central), pues las tonalidades que aparecen en el movimiento se relacionan entre ellas con
relación de terceras.
De acuerdo con Gamboa (2005), “la más certera y esencial de las percusiones
flamencas son las palmas” (p. 18), pues su uso se remonta a los orígenes del flamenco y están
presenten en todos los palos con compás. Es por ello, que se le han dado mucha importancia a
lo largo de Espoleá, apareciendo en los tres movimientos. Sin embargo, es en el primero donde
cobran mayor importancia, donde dos percusionistas van combinando diferentes ritmos que
marcan el compás de bulería.
Figura 29. Espoleá 1ºmov. (cc. 3-10). Percusión 1 (palmas), 2 (bombo) y 3 (palmas) (partitura en Do).
Como indica Carrillo (2015), este uso de las dos voces de palmas, alternándose es
típico del flamenco, siendo más característico de los palos con compás rápido como la bulería.
Por otra parte, en la sección B del segundo movimiento (cc. 138) aparecen referencias
directas a los instrumentos del folclore, ya que se pasa a la recreación del fandango (palo con
33
muchísimas vinculaciones folclóricas). La caja sin bordón es una recreación del sonido del
tamboril. Además, en esta misma sección se hace uso del cántaro y la pandereta. De acuerdo
con Moreno (2015), todos estos instrumentos son típicos de los cantos tradicionales de la
península ibérica, siendo de procedencia humilde pues eran utilizados por el pueblo llano. Se
ha utilizado este tipo de instrumentación en la citada sección de la obra, como un momento de
homenaje al folclore español, que tan importante es en la historia del flamenco.
Figura 30. Espoleá 1ºmov. (cc. 78-79). Corno inglés (Partitura en Do).
Figura 31. Espoleá 1ºmov. (cc. 105-106). Corno inglés (Partitura en Do).
En el segundo movimiento, la melodía que realiza el corno inglés (cc. 34-45), está
inspirada en los tangos del Piyayo. Estos tangos malagueños han sido grabados recientemente
34
por la cantaora Argentina (López, 2012), sobre el cual se ha basado la recreación melódica
presente en Espoleá. Además, a lo largo del movimiento aparece el motivo del comienzo de
estos tangos.
En este mismo movimiento (cc. 98-122. Fliscorno) aparece también, a modo de cita,
la melodía del fandango de Huelva creado por el cantaor Pepe La Nora, si bien esta cita no es
literal. Eduardo Hernández Garrocho recoge este fandango en su disco Besana (Hernández,
1999), dedicado a la recopilación de fandangos de Huelva tanto folclóricos como personales,
del que me he servido para la elaboración de la cita.
En el tercer movimiento no hay ninguna cita tan literal como ocurre en los dos
anteriores. Sin embargo, aparece una adaptación del motivo de la melodía de la colombiana de
Pepe Marchena (Montes & Tejada, 1932) en el contrasujeto 2.
35
Figura 33. Espoleá 2º mov. (cc.90-93). Clarinetes y saxofones (Partitura en Do).
36
4. Metodología.
Para la composición de la obra Espoleá y la realización de la memoria, se ha utilizado
una metodología que tiene como eje la investigación previa, basada en el análisis de obras y
búsqueda y vaciado de la información relativa al tema central de la composición.
Lo primero fue decidir el enfoque de partida de dicha obra, para así dotarla de un nexo
común que vinculara todas las partes de esta. Conjuntamente, se decidió para qué formación se
iba a componer la obra, obteniendo así el planteamiento inicial. La obra sería un concierto para
corno inglés y banda que tuviera como nexo común la utilización de elementos provenientes
del folclore andaluz y del flamenco.
Una vez realizada toda esta investigación, se llevó a cabo la elaboración de un plan
general de la obra previo a la composición, para así dotar al concierto de la unidad y coherencia
necesaria para una obra de este calibre. Realizado este esquema inicial, se procedió a la
composición de la obra.
37
Finalmente, se revisaron exhaustivamente todos los elementos del presente Trabajo
Fin de Estudios, para pasar a la preparación de la exposición y defensa del mismo.
38
5. Fuentes consultadas.
Para llevar a cabo la composición de la obra y la presente memoria, se han consultado
fuentes de diferente índole y procedencia, dependiendo del objeto de estudio.
En lo que respecta a los dos primeros puntos del desarrollo hay que tener en cuenta
que son eminentemente teóricos. Por ello, para el punto que versa sobre el corno inglés se han
utilizado libros de organología. Entre ellos se podrían destacar los trabajos de Baines y Andrés.
Así mismo, la información referida a las bandas de música está compuesta fundamentalmente
de Tesis Doctorales y otros trabajos académicos.
Para la investigación sobre el flamenco y sus características musicales, así como, sus
palos y las particularidades de cada uno de ellos, se ha recabado información de numerosas
fuentes que van desde libros publicados, tesis, artículos en revista, hasta páginas web
especializadas.
En este aspecto, tienen una especial importancia dos flamencólogos: Faustino Núñez
y Lola Fernández. Se ha tomado mucha información de varios trabajos de estos dos estudiosos
del flamenco, pues sus trabajos han servido tanto para la recreación de los palos flamencos en
Espoleá, como para la elaboración del desarrollo de la memoria.
Así mismo, es de gran importancia la obra de autores que han tomado elementos del
flamenco para plasmarlo dentro del entorno de la música culta, como Isaac Albéniz o Manuel
de Falla. En especial, se ha profundizado en el análisis de algunos de los números de la suite
Iberia (Albéniz, 1915), sobre todo en los que se recrean palos flamencos como en la Rondeña,
que utiliza el compás de Guajira. Así mismo de Manuel de Falla, se ha estudiado en profundidad
El sombrero de tres picos (Falla, 1921) y sus Siete canciones populares españolas (1922).
39
extendidas de los instrumentos que pertenecen a la familia del oboe. Además, un gran referente
en el uso de estas técnicas es por supuesto la Secuencia VII para oboe solo de Berio (1971), en
la cual se emplean muchísimos recursos tímbricos e interpretativos de manera magistral.
Se han analizado y comparado diversos conciertos de este periodo y/o estilo musical,
sirviendo como máximos referentes Concierto para violín de Mendelssohn (2004) y el de
Tchaikovsky (1980), y el Concierto para oboe de Richard Strauss (2016).
En cuanto al sistema de citación, para las referencias de las fuentes utilizadas en este
Trabajo Fin de Estudios se ha seguido el estilo APA sexta edición.
40
6. Estimación de medios necesarios para su
realización.
Para la interpretación de la obra es necesario:
- Un espacio, sea un auditorio, sala de conciertos o similar, que tenga las condiciones
óptimas para interpretar la obra.
- Respecto a la plantilla de la obra, es necesario indicar que no es totalmente cerrada,
sino que cada parte puede ser interpretada por un número indeterminado de
instrumentistas. Por ello, la instrumentación de la obra ha tenido muy en cuenta las
indicaciones del Tratado de instrumentación Adler, donde se especifica que “el
compositor o arreglista, cuando escribe para banda, nunca sabe cuántos intérpretes
serán asignados a cada parte” (p.772).
Por otra parte, la obra está pensada para una plantilla cuya referencia es la Unidad de
Música del Acuartelamiento Aéreo de Tablada en Sevilla, dirigida por el Capitán Rafael Peralta,
ya que se tiene previsto estrenar la obra con dicha banda después de la realización del presente
Trabajo Fin de Estudios.
- 4 timbales sinfónicos
- Platos
- Cortina
- 2 cajas
- Bombo
- Triángulo
- Cántaro
- Pandereta
- Claves
- Glockenspile
- Vibráfono (sustituir por glockenspile en su defecto).
- Marimba (sustituir por xilófono en su defecto).
- Un ordenador portátil.
- Un proyector.
- Una pantalla.
- Un cable VGA.
- Altavoces.
- Corno inglés, para ejemplificar algunos fragmentos de la obra.
42
7. Valoración crítica y conclusiones.
Lo que más me gustaría poner en valor en este apartado es que con la realización de
este TFE he afrontado retos a los que nunca me había enfrentado. Nunca había realizado una
obra superior a una duración de diez minutos, ni tampoco escrito nada original para banda. Creo
que, para lograrlo, he desarrollado diversas habilidades y competencias que me han permitido
llegar a efectuar dicho trabajo.
En primer lugar, creo que este proyecto ha servido para mejorar mi capacidad de
investigación, ya que he tenido que buscar en fuentes de diversa índole, desde libros, páginas
web, artículos, partituras, grabaciones, etc. Todos estos recursos me han llevado a conocer más
profundamente las características musicales del folclore andaluz y el flamenco, pero también
me han nutrido de una información valiosísima a la hora de encarar la composición de la obra,
ayudándome del análisis de diversas obras para ello.
De la misma manera, el hacer una obra para banda, me ha obligado a salir de mi zona
de confort, pues me ha hecho enfrentarme a este conjunto que, si bien conocía en profundidad
como intérprete, desconocía como compositora. El escribir para banda, me ha hecho ahondar
en sus posibilidades, así como en el uso de los instrumentos que la integran.
43
44
8. Bibliografía.
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47
48
9. Anexos: Análisis de la obra Espoleá.
4
S.M: Sección modulante.
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El segundo movimiento por su parte posee la siguiente forma:
Introducción A B A’
a1 a2 a3 b1 b2 b3 a1’ Coda
Apreciamos que se trata de una clásica estructuración ternaria con una introducción.
En este caso la sección A contrasta con la B, además de en material y centro tonal, en el palo
usado. La sección A utiliza compás de tangos flamencos y la sección B el compás de fandango.
Entre el segundo y el tercer movimiento, hay una cadencia de corno inglés que enlaza
los dos movimientos. De nuevo, esto es un guiño a la forma convencional del concierto
romántico, pues el uso de un enlace entre los movimientos finales ocurre con frecuencia en las
obras románticas que utilizan este género, como pasa en el concierto para oboe de Strauss.
Este enlace es a su vez una referencia a los cantes sin acompañamiento y de métrica
libre, tan importantes dentro del repertorio flamenco.
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Consta de la siguiente forma:
Como podemos ver en este movimiento las relaciones tonales también se producen en
relación de tercera (relativo flamenco) o a la dominante.
Formalmente, si nos fijamos en el orden de las entradas, podemos ver que el tercer
movimiento está construido entorno a una forma en espejo (que tiene su eje divisorio después
de la entrada en Do M). La primera mitad expondría las entradas en el orden S.R.S.S.R.S.R. y
la segunda mitad R.S.R.S.S.R.S. Dotando así de mayor unidad a la forma general.
Por otra parte, las tonalidades escogidas para los 3 movimientos tendrían la siguiente
explicación:
5
S. y R. hacen referencia a la entrada de Sujeto y Respuesta.
6
R.F: Relativo Flamenco.
51
9.2. Análisis del primer movimiento
9.2.1. Características generales
Como se ha indicado previamente, el primer movimiento se estructura siguiendo la
forma sonata. Además, el movimiento posee ciertas características generales, con las que se
pretende dotar de unidad al mismo.
Para analizar este primer movimiento seguiremos la tabla del apartado anterior, pues
iremos desgranando detenidamente cada fragmento.
52
9.2.2. Exposición (cc. 1-123).
Como es característico de la forma sonata, en la exposición se enfrentan los dos
bloques temáticos: A y B. Como veremos a continuación, estos contrastan entre sí. Esta
oposición de los dos temas se lleva a cabo con la armonía y el centro tonal, pero también con
otros parámetros musicales.
- En la segunda parte (cc. 29- 36) se realiza el proceso inverso, si bien el decrecimiento
no es tan gradual como el crecimiento anterior, sino que se realiza de manera más escalonada.
Ya en el primer compás se baja drásticamente la instrumentación, la dinámica y la densidad en
las corcheas, a partir de ahí se disminuye poco a poco la dinámica. En este proceso, el material
inicial se siente cada vez más como un patrón de acompañamiento. En la instrumentación
pasamos de la instrumentación mixta (cc. 29- 30), utilizada en la primera parte de la
introducción, a la homogénea (cc.31-34) en los metales, y, posteriormente, a instrumentación
pura (cc. 35-36) con la entrada de los saxofones. El paso de metales graves a saxofones queda
suavizado por el solo de clarinete (cc. 33-36), que sirve de unión entre los dos timbres.
53
En cuanto a la armonía, la introducción se construye sobre una armonía de primer
grado, si bien ornamentalmente podemos vislumbrar la función de dominante (II o V) de La
flamenco. En el compás 28, se cromatiza el VII grado de la escala creando un acorde V séptima
disminuida con la tercera rebajada (típica del modo) para cadenciar sobre el primero. Como es
característico del estilo que se pretende recrear en esta introducción aparecen abundantes
segundas añadidas sobre el acorde del primer grado.
Así mismo, la función de dominante aparece muchas veces como un II grado con la
quinta rebajada, transformándose así en un V grado con séptima en segunda inversión. Sin
embargo, como se explica en el desarrollo de la memoria, considero más apropiado verlo de la
primera forma pues el peso del bajo remarca la función de segundo grado.
Figura 34. Espoleá, 1º mov. (cc. 29- 30). Trombones, bombardino y tuba (Partitura en Do)
Estos dos acordes tienen gran relevancia a lo largo del movimiento, ya que como
hemos visto, son muy característicos de la estética del flamenco.
El fragmento escrito en el corno inglés cc. 31 simula los “ayeos” que el cantaor hace
previos al comienzo del cante para coger el tono. Por eso se trabaja con cuartos de tono y la
variación de la afinación, para crear la sensación de desafinación propia de este momento de
preparación.
En realidad, toda esta primera introducción se puede interpretar como una gran
llamada al cante, en el que la guitarra es la banda y el cante el corno inglés.
54
9.2.2.2. A (cc. 37-76).
Formalmente podemos subdividir A en 3 fragmentos:
- Exposición del tema por parte del corno inglés (cc. 37-58). Este se subdivide a su vez
en dos frases que están basadas en el mismo material, a (cc. 37-46) y a’ (cc. 47- 48).
- Exposición del tema por parte de la banda (cc. 59-68). Se realiza en tutti la primera
frase, aunque se va variando melódicamente el final.
- Nexo a la transición (cc. 69-76), realizado en tutti con el material de la introducción.
55
Cuando el tema pasa a realizarse por la banda en tutti, la armonía es muy similar a la
de la primera semifrase, solo produciéndose un cambio en los compases del 66 al 69 para
introducir la cadencia andaluza.
El enlace a la transición se forma con el juego de II y I grado que es típico de la
introducción.
La diferenciación entre las dos semifrases también afecta al ritmo. Además, en esta
segunda semifrase se produce un cambio de la acentuación del compás de bulería. Cómo
podemos apreciar en el compás 41, la acentuación pasa a combinar 4 grupos de 3, en lugar de
cambiar a subdivisión binaria en la segunda parte del compás. Por ello se ha escrito este compás
en 12 por 8. Este cambio de acentuación también se produce cuando el tema es interpretado por
el tutti (c.63).
56
El tutti se organiza también en torno a las dos semifrases del tema. La primera
semifrase separa la melodía y el acompañamiento por secciones; la melodía la realizan maderas
y el acompañamiento metales. La segunda semifrase cambia a instrumentación mixta.
La primera frase se subdivide a su vez en dos semifrases, que, como sucedía en el tema
A, están muy diferenciadas entre ellas.
-La primera semifrase (cc. 77- 80) comienza con el motivo del zorongo gitano en el
saxo alto 1 (cc.77), acompañado por los clarinetes que están haciendo una mixtura real con el
acorde de séptima disminuida, que enfatizan el segundo grado (Sib como dominante del La
flamenco). En los dos siguientes compases el motivo pasa al corno inglés, que se adapta a la
armonía de tónica.
57
de Fa, a través de su sexta aumentada (c. 90). En el siguiente compás (c. 91), se modula a través
de las dos séptimas disminuidas consecutivas que aparecen en las dos últimas negras, que nos
llevan hacia Do.
La tercera frase se sustenta sobre una pedal del V grado del modo frigio (Si), que
aparece en el bombardino.
Las trompetas realizan en mixtura tonal de terceras, una melodía que es fruto de la
variación del motivo que apareciera en la introducción, mientras los saxos realizan el
acompañamiento en notas largas, todo sobre el primer grado del modo (cc. 96-97). Observamos
cómo, en la última negra del compás 97, no se resuelve sobre el I mayor como es típico del
modo flamenco, sino sobre el menor (modo frigio). Esto es debido a que se pretende ir poco a
poco desintegrando el modo.
A continuación (cc. 98-99), se llevan en progresión los dos compases anteriores al II.
En el compás 100 entra la flauta, tomando la melodía que realizaran las trompetas, esta vez
sobre el III, pues sigue la secuencia. La flauta continúa con la progresión melódica en los
compases 102 y 103, pero el acompañamiento en saxofones vuelve al II.
58
El II de Mi se utiliza como acorde puente para modular al tono de B, ya que es la
dominante de Si bemol. Debemos recordar que B es bitonal, ya que hay dos centros en el Si
bemol y Mi, que a su vez se corresponden con las dos dominantes. Por ello, la pedal de Si en el
bombardino, está haciendo la otra dominante, es decir, la de Mi.
El paso a B se lleva a cabo con un gran decrescendo en el cual desaparecen todos los
instrumentos a excepción de la flauta, que es el punto de unión con la siguiente sección. A su
vez, también se produce un ritardando escrito, con el paso a nueve por ocho, en lugar de cuatro
por cuatro, al que se le suma la indicación agógica de poco rit. (c. 103).
La armonía está hecha a base de acordes con séptima diatónica, dentro de las
alteraciones propias del modo de Si bemol lidio. Con este tipo de armonía se pretende aumentar
la sensación de un clima etéreo, sobre el cual se suspende la melodía del zorongo.
59
dominante del Mi frigio. Esta subida se acentúa también mediante la armonía que, como vemos,
en los clarinetes acelera su ritmo armónico a la blanca. También contribuye al crecimiento, la
subida en el registro melódico del acompañamiento, llegando a su nota más aguda tanto
clarinetes como vibráfono. La agógica también destaca este punto, pues se indica un poco rit.
que nos lleva hasta un tenuto.
En los compases 116 al 118 se realiza el proceso contrario al anterior. Los instrumentos
van desapareciendo, el registro desciende y la armonía va estancándose poco a poco.
En la anacrusa al compás 120, entra el fliscorno con el motivo del zorongo utilizado
en la transición en modo jónico, A este le responde la trompa 1 (c. 121), con el motivo de B,
pero rebajando su cuarto (Re b). El trombón vuelve a realizar al motivo de la transición, pero
lo cromatiza (c. 123) hasta que la tuba le contesta con el del tema B en el total cromático. Este
juego de imitaciones y variaciones de los motivos extraídos del zorongo (cc. 121-124) está
pensado para que progresivamente se vaya bajando y cerrándose el registro, y para que haya
una evolución paulatina hacia la total cromatización.
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- La segunda progresión de subida y llegada al punto culminante (cc. 140-158)
En los tres primeros compases del desarrollo, desde el Mi grave de la tuba (anticlímax),
se va generando poco a poco el ambiente propio de esta sección. Para ello, los clarinetes van
entrando poco a poco formando un acorde de dominante con novena sobre el Mi de la tuba, que
cuando desaparece, pasa a ser un acorde de séptima disminuida. Sobre esta armonía, aparece
una derivación de la cabeza del tema A en el oboe. Vemos cómo en todo el pasaje prevalece la
sonoridad de tercera menor, tanto melódica como armónicamente. Este intervalo, sumado al
cromatismo, son sobre los que se van a trabajar durante el desarrollo, lo que tiene como
consecuencia la descentralización de esta sección. Para colorear y enfatizar esta sensación
sonora se añade el plato suspendido. A esto se le añade el corno inglés, que surge de la nada
con una nota en bisbigliando, que nos lleva a la primera progresión.
Los compases del 128 al 139 se construyen a modo de secuencia en el que el modelo
lo constituirían los compases 128 al 131. Las dos repeticiones siguientes no son exactas, sino
que conllevan algunos cambios, que hacen que se vaya produciendo la subida.
Si nos fijamos en la métrica del pasaje, podemos observar cómo el cambio de compás
va generando un aumento de la velocidad en el pulso. Con ello se consigue un efecto de
acelerando escrito, para el cual solo se juega con las equivalencias entre los compases; ya que
el ritmo es el mismo en las diferentes repeticiones de la secuencia. Además, se van liquidando
dos tiempos del primer y el tercer compás de la secuencia (c. 128 y 130), ya que, si nos fijamos
en la primera repetición, estos compases (c 132 y c.134) pasan a ser un tres por cuatro, y en la
segunda un dos por cuatro (c. 136 y c.138), lo que aumenta la sensación de estrechamiento del
tiempo.
61
El matiz también va subiendo progresivamente, lo que se ayuda con la
instrumentación, ya que se van añadiendo poco a poco instrumentos. A esto se le suma un
aumento del ámbito en el registro utilizado.
En el compás 152 el corno inglés llega a su punto más alto, usando un multifónico.
Este sugiere un acorde dominante con novena formado a partir de Do. Esta novena se puede
ver también como una segunda añadida, haciéndose a su vez una mención a la armonía típica
del acorde de I en el modo flamenco.
Los compases del 152 al 158 son el culmen del movimiento. En el compás 152
(reducción en la figura), aparece un acorde que combina el acorde de séptima de Do y la
dominante sustituta (Sol bemol). A este acorde le sigue la séptima disminuida de Do, Si novena
de dominante, (tercera parte c. 153), que resuelve como dominante sustituta del acorde siguiente
Si bemol séptima de dominante. Este acorde es a su vez la dominante sustituta o II del modo
flamenco de La, tono principal de la obra. Sobre esta función dominante se queda suspendida
la armonía para dar paso a la cadencia del solista.
62
Figura 35. Reducción Espoleá, 1º mov. (c. 152).
Dentro de este pasaje de máxima intensidad, la dirección se lleva hasta el acorde final
(c. 158). Una de las herramientas para ello es el ritmo que se va estirando para formar un
ritardando que nos dirija al punto culminante de la obra. Además, en los compases 156 y 157
se hace un guiño final en el desarrollo al compás de bulería, pues aparecen aquí su alternancia
típica (seis por ocho, tres por cuatro) como un recuerdo para acabar la sección.
Después de esta llegada al punto culminante (c.158), el timbal se queda sonando con
la fundamental del acorde (Si bemol, II como dominante de La flamenco). Este da paso a la
cadencia de corno inglés.
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9.2.4.1. A (160-207).
Este primer bloque temático de la reexposición comienza con un material tomado de
la introducción (cc.160-167), que nos remite al comienzo del movimiento y nos conecta con la
vuelta del tema A. El solista entra primero con el material melódico de la introducción y a este
se le va agregando la percusión, primero el bombo, y luego las palmas.
En la anacrusa del compás 168, entra de nuevo el tema A, pero esta vez no lo realiza
el solista, sino que aparece octavado en flauta y clarinete principal. Mientras tanto, el solista
realiza una contramelodía, de carácter virtuosístico que acompaña al tema principal del
movimiento. De esta manera es como se reexpone la melodía de las dos primeras frases que
forman el bloque A, a (cc. 168-177) y a’ (cc. 178- 189).
Respecto al tutti que se realiza con el tema A (cc. 190-199), se mantiene de la misma
manera que se realizara en la exposición.
Por el contrario, la última frase que cierra el bloque A (cc. 200- 207) que retoma el
material de la introducción sí sufre cambios. En lugar de mantenerse sobre el primer grado,
como se hizo en la primera sección, la última repetición del motivo se realiza sobre Re
flamenco, propiciando el cambio de tono de la transición.
64
9.2.4.2. Transición (208-227).
La transición de la presente sección está abreviada, pues de las tres frases que
aparecieron en la exposición, solo se reexponen la primera y la segunda.
Por su parte la segunda semifrase (cc. 212-219) se mantiene igual que en la exposición,
a excepción del cambio de tono.
Por último, se cambia el final de esta segunda frase, ya que no se produce cadencia en
el último tiempo del compás típico de la bulería, sino que se retrasa (c. 227) para hacerla
coincidir con el primer pulso del siguiente compás, que da paso a la reexposición del tema B.
65
Por otra parte, la instrumentación aumenta. Desde su entrada (c. 231) a la melodía del
zorongo realizada nuevamente por el solista, se le añaden dos melodías en homorritmia y con
movimientos paralelos a la primera en saxo alto (solo 1 y 2). A partir de este punto, la
instrumentación va creciendo progresivamente. En la anacrusa del compás 232, se refuerza la
melodía principal a la octava baja con el saxo tenor. A continuación (c. 234, se vuelve a reforzar
la melodía del zorongo con fliscorno y bombardino, además se añade la tuba realizando el bajo.
La flauta y requinto se unen en este mismo punto al acompañamiento con grupos de
semicorcheas que aumentan el dinamismo del acompañamiento. En la anacrusa del compás 238
entran en tutti los saxos pasando a la función de acompañamiento. Además, se incorporan a la
melodía, trompa y trompeta, y a continuación el trombón primero.
Los instrumentos se van sumando hasta llegar al tutti como ocurría en el comienzo
del movimiento. En el compás 252 la cadencia queda suspendida ya que, en lugar de resolver
en el último pulso, como es típico en el compás de bulería, se cadencia sobre la dominante.
66
260), para cadenciar y se concluye el movimiento con los mordentes que referencian a los
cierres típicos de la guitarra.
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9.3.2. Introducción (cc. 1-15).
El segundo movimiento comienza con una introducción lenta, que tiene la intención
de representar esos momentos en los que se alternan los cambios de acordes en la guitarra,
representados por la banda, con los melismas del cantaor, representados por el solista.
Sobre este primer acorde entra el corno inglés con una melodía de ámbito estrecho y
que realiza muchos ornamentos, para tratar de imitar el registro y los melismas propios de los
cantaores.
La segunda semifrase cae sobre la armonía de III con sexta añadida (c. 7). Este acorde
adelanta una de las sonoridades más importantes del tercer movimiento, ya que el acorde de
tónica de este aparecerá en numerosas ocasiones como un acorde mayor con sexta añadida.
En el compás 8 los clarinetes realizan una mixtura tonal utilizando los acordes de la
cadencia andaluza. Sin embargo, entre el II y el I se interpola el acorde de sexta aumentada
realizado sobre el II grado (cc. 8 último tiempo). Además, la cadencia se rompe ya que el acorde
en el que se resuelve es I, pero menor, perdiendo la fuerza típica de la cadencia andaluza. Vuelve
a aparecer el efecto de eco, pero esta vez se reparte entre bombardino y requinto (c.9).
La segunda semifrase comienza de manera similar a la primera pero esta vez el acorde
que se realiza es el III con sexta añadida, por ello pareciera que se enfatizara brevemente a este
tono. La importancia de este grado en la introducción es debida a que, durante el movimiento,
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se va a desarrollar la relación de tercera que existe entre el modo flamenco y su relativo (relación
explicada anteriormente en el desarrollo del trabajo).
Sobre este acorde vuelve a comenzar el solista con la melodía (c.11). El efecto de eco
anterior se convierte casi en una imitación, cuando el saxo tenor 1 comienza antes de que el
solista haya cadenciando (c.12).
En el compás 13 entra un acorde Si b mayor con séptima mayor que, si nos fijamos
en el bajo, vemos que tiene función de dominante, ya que en realidad es un segundo grado con
notas añadidas que retrasan la caída en el II con función con sexta añadida (c.14), que resuelve
en tónica en el siguiente compás dando la entrada a la siguiente sección.
Vemos cómo las dos secciones se solapan ya que, a pesar de que la cadencia, tiene su
resolución en el compás 15. Sin embargo, el compás de tango se adelanta al compás 14.
9.3.3. A (cc.16-62).
Formalmente podemos dividir la sección A en tres partes:
-Una primera (cc. 15-33) que está basada en las llamadas al cante por tangos.
-La segunda parte (cc. 34-45) contiene la cita de la melodía de los tangos del Piyayo.
-La tercera parte (cc. 45-62) se basa de nuevo en la llamada de tango, pero esta vez
sirve para modular y como puente a la siguiente sección.
Si tenemos en cuenta el material en el que se basa esta parte, también nos sugiere que
esta primera sección tiene una estructuración ternaria, pues a pesar de que la primera y la tercera
parte sean bastante diferentes, comparten varios elementos comunes.
Durante toda esta sección el ritmo, está muy marcado por la acentuación de las partes
débiles del compás, mientras que el pulso fuerte natural del compás de cuatro por cuatro queda
sin acentuar, ya que este rasgo es lo que diferencia el compás de tango de otros palos con
compás binario.
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Texturalmente prevalece la melodía acompañada, en la que nuevamente se produce un
símil entre el cantaor y el solista y la guitarra y la banda.
9.3.3.1. a1 (cc.15-33).
Como se explicó en el desarrollo, las llamadas son breves secuencias realizadas por la
guitarra, que preceden al cante e identifican rápidamente al palo al que corresponden, para ello,
contienen muy claramente el compás y la armonía típica del palo. Esto hace que la primera
parte de esta sección tenga un ritmo y una armonía muy marcados.
En el último compás de esta primera parte (c.19) las maderas realizan terceras alternas.
Con esto se pretende recrear el efecto que se produce cuando el guitarrista alterna rápidamente
rasgueos hacia abajo y hacia arriba, que son típicos del cierre de una llamada.
La segunda parte (cc. 20- 27) quiere recrear un punteado realizado por la guitarra, es
decir, la zona en que el guitarrista improvisa.
70
Durante estos primeros compases (20-23) la textura es muy similar a la de la zona
anterior, ya que el corno inglés realiza una melodía principal y el acompañamiento vuelve a
dividirse entre la función de notas tenidas (que pasa a clarinetes) y las que marcan el segundo
tiempo del compás (fliscorno, trompas y bombardino). Sin embargo, la entrada del solista hace
que el matiz baje rápidamente, con la consiguiente disminución de la instrumentación. La
percusión va marcando el compás con la incorporación de caja y palmas acentuando los tiempos
débiles.
A continuación (cc. 24-27) se vuelve a hacer la cadencia andaluza pero esta vez
resolviendo en el I. Esta cadencia se enriquece con el uso de la séptima disminuida en el último
tiempo de los compases 24 y 25, que enfatizan el acorde siguiente.
En estos cuatro últimos compases (cc. 24-27) pasa la melodía principal al bombardino,
por lo que el solista pasa a hacer una contramelodía. Los clarinetes pasan a acompañar con
negras y a acentuar el último pulso del compás. Además, se produce un crescendo, al que se le
añade un aumento de la instrumentación. A la melodía del grave se le incorporan trombón y
luego tuba, mientras que al acompañamiento se van incorporando requinto y saxo alto (1) y,
posteriormente, flauta. En el compás 27 se incorporan el resto de los instrumentos, llegando al
primer tutti del movimiento.
La tercera parte (cc. 28-33) utiliza el mismo material que la primera, con ligeras
variaciones en la armonía. La primera aparición de la dominante del modo flamenco lo hace en
forma de II con séptima y quinta rebajada (c. 28), mientras que la siguiente función de
dominante que aparece (c.30), lo hace en la forma de sexta aumentada.
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personal. La diversas versiones de una misma melodía es algo muy común en el flamenco, ya
que es un arte de transmisión oral, por ello no se ha hecho una transcripción exacta de ninguna
versión, si bien se ha tenido como principal referente el disco citado en el desarrollo del trabajo.
La melodía que lleva el solista es por tanto fruto de la adaptación de esta melodía flamenca.
En el compás 39 entra el solista de nuevo para continuar con la melodía propia de los
tangos del Piyayo. Esta vez la cabeza del tema se armoniza con una cadencia rota V-VI de Mi
m. (cc. 38-39). En el compás 40 aparece Mi como dominante con séptima, (V del IV de Mi m),
pero esta revuelve en Re menor (c.41).
Para finalizar esta melodía (cc. 42-45) se realiza una cadencia andaluza a Sol, por lo
que enfatiza a dicha tonalidad, realizando otra vez una inflexión al relativo flamenco del tono
principal (relación típica de este movimiento). El bajo de estos compases es el propio de una
cadencia andaluza pero el primer acorde (IV) y el segundo (III) son sustituidos. El IV se
sustituye por la dominante en forma de quinta disminuida del III (c.42), que no llega a resolver
en el acorde siguiente, ya que este III se sustituye por I menor. En el compás 45 el acorde de
resolución tiene una característica peculiar, la sexta añadida que le da la sonoridad aguajirada,
y que nuevamente adelanta la sonoridad propia del siguiente movimiento.
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9.3.3.3. a3 (cc. 46-62)
Esta última parte del tema comienza con 2 compases (46-47), en los que se vuelve al
material predominante en a1, utilizándose de nuevo el II-I de Mi flamenco, por lo que volvemos
a la tonalidad de origen.
En cuanto a la textura esta frase (cc. 48-55) es una mezcla entre la melodía acompañada
y el contrapunto, ya que se realizan una melodía principal y una contramelodía, que a su vez
son acompañadas por notas tenidas. La melodía principal se construye con la elaboración
motívica de la cabeza de los tangos del Piyayo. Comienza en el corno inglés (cc.48-51) y, en la
segunda parte de la frase, pasa a saxos altos (cc. 52-55). Por el contrario, la contramelodía
comienza en trompeta 1, a la cual se le añaden 2 y 3 reforzando con terceras al finalizar la
primera semifrase (cc. 50-51). En la siguiente semifrase esta melodía pasa al solista, que
termina reforzado por la flauta a octava (c. 54-55). El acompañamiento también varía entre las
dos partes de la frase, ya que comienza en clarinetes y en la segunda semifrase pasa a fliscorno,
trompas y bombardino.
Primero aparece en mixtura real, en clarinetes (c. 56), hecha con acordes aumentados.
Esto hace que este compás tenga cierta sonoridad similar a la escala de tonos enteros. A
continuación (c. 57) entran los saxos (altos y tenor 1), realizándolo nuevamente en mixtura real
pero esta vez con acordes disminuidos. Finalmente aparece en trombones por octavas (c. 58).
Todo este proceso nos lleva a un acorde de séptima disminuida (c. 60), al que le sigue
el acorde Do como séptima de dominante (c.61), este resuelve en el último acorde de esta
sección, el acorde de Sol como séptima de dominante y la quinta rebajada. Este acorde funciona
como dominante sustituta de Fa sostenido, tono en el que comenzará la siguiente sección.
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Anteriormente se ha preparado la llegada a Sol como dominante con una pedal en el timbal,
enfatizando dicha función.
Por todo ello, el cierre de esta sección queda suspendido ya que el reposo se efectúa
en un acorde disonante, que no resuelve hasta al tercer compás de la siguiente sección.
Por otra parte, b1 es una zona modulante, en la que siempre se utiliza la relación de
tercera, en la que la textura predominante es la homofonía, creándose una textura coral por parte
de la banda.
A continuación, entra la primera frase de esta sección en saxofones (cc. 66-73), que
como se ha comentado anteriormente, está basada en las llamadas de los fandangos. Sin
embargo, en esta primera aparición, las dos llamadas aparecen en Fa eólico, lo que hace que se
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desvirtúe su sonoridad original, caracterizada por el modo flamenco. Armónicamente la frase
se construye sobre una pedal de tónica, sobre la que se utilizan los grados que integran la
cadencia andaluza en el modo flamenco, IV-III-II-I. Sin embargo, esta no se debe interpretar
como tal, ya que aparece con las alteraciones propias del modo eólico. La armonía descrita se
repite dos veces (cc.66-69 y cc. 70-73).
A continuación, la siguiente frase pasa por fin a modo flamenco (cc. 82-89), en el tono
de Si, modulándose de nuevo por relación de tercera. Así, la cadencia andaluza aparece en su
forma original. Volvemos a la instrumentación en maderas, pero esta vez interviniendo saxos
altos, clarinetes, y flauta. La pedal de tónica pasa al timbal, mientras que la dominante superior
es realizada por la flauta. Además, se añade una melodía nueva en los saxofones.
Estas dos llamadas (cc. 82-89) están construidas como un crescendo. Por ello, en su
segunda parte (cc. 86-89), se añade el requinto a la pedal superior; oboe, fliscorno y trompa a
los acordes placados y trompetas doblando la melodía de los saxos (1 y 2).
Este proceso de crecimiento nos lleva a la última frase de esta parte (cc. 90-97), que
utiliza la misma armonía a la anterior y se vuelve a dividir en dos partes. La primera utiliza una
instrumentación cerca al tutti con un matiz de forte, mientras que en la segunda se reduce el
matiz y la instrumentación rápidamente yendo a piano y quedando solo clarinetes (2 y 3), saxos,
trompas, tuba, bombardino y timbal. De esta manera se prepara la entrada del solo de fliscorno
que realizará la cita en el siguiente fragmento.
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9.3.4.2. b2 (cc. 98-121).
Como ocurría en A, la segunda parte de la sección B, está destinada a la cita procedente
del repertorio flamenco. En este caso, la cita se encuentra dentro del muestrario de los
fandangos de Huelva, en concreto, es la melodía de fandango atribuido popularmente a Pepe la
Nora.
Al igual que ocurría con la cita de la sección A, no se trata de una cita literal, sino de
una adaptación, aunque se haya tomado como referente la interpretación procedente de la
grabación citada en el desarrollo del trabajo.
La forma y la armonía se estructuran en torno a los tercios (versos) típicos del fandango
que, como es característico de este palo, son 6 con duración de 4 compases cada uno. Así, en el
tercer compás de cada 4 se produce una cadencia que sirve para cerrar cada tercio.
El cuarto utiliza (cc.110-113) el I, pero lo hace con sexta añadida volviendo a utilizar
la sonoridad aguajirada típica de los cantes de ida y vuelta y que será muy frecuente en el tercer
movimiento. En el compás 112 volvemos a la dominante, pero pasando antes por el II con
séptima del modo menor que nos lleva a la séptima disminuida, llevándonos temporalmente a
la sonoridad del homónimo.
76
El quinto tercio (cc. 114-117) vuelve al V con séptima de dominante, pero esta vez
resuelve en el VI con séptima, produciéndose una cadencia rota.
El último tercio (cc. 118-121) comienza nuevo por el I con séptima, aunque
rápidamente pasamos a Do con séptima de dominante (cc. 115), que es II de Si flamenco, tono
en el que se cadencia (cc. 116) y nos lleva a la entrada de b3.
Todo b3 está construido como un gran crescendo que nos llevará de vuelta al bloque
A. Para ello, se utilizan 4 llamadas (de 4 compases cada una), en las que la instrumentación va
aumentando hasta llegar al tutti.
La tercera llamada (cc. 130-133), modula ya al tono principal (Mi flamenco), también
conlleva un aumento de la instrumentación, ya que entran fliscorno, trompeta y saxo tenor (2)
incorporándose al acompañamiento, además de la entrada del timbal. Los saxos altos pasan a
realizar la melodía, mientras que el corno inglés y la tuba desparecen. El bombo entra un
compás después para ayudar al crescendo que nos lleva a la última llamada.
En la cuarta llamada, llegamos al tutti completo. Está última llamada, varía de las otras
ya que el final (cc. 136-138), cambia de compás a cuatro por cuatro. Estos dos últimos compases
de la llamada son el punto de unión con la siguiente sección, ya que a pesar de que son la
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terminación de la llamada de fandango están escritos en compás de tango, por lo que se solapan
las dos secciones.
Así los compases que van de la anacrusa del 139 al 142 son similares a la primera parte
de a1 (cc. 15-19). De la misma manera que la siguiente frase (cc. 143-150) es muy similar a la
de la anacrusa del compás 20 al 27, aunque con algunas variaciones. La melodía del solista se
realiza a octava baja en la primera semifrase (cc. 143-146), y la en la segunda semifrase se varía
la melodía del solista y obvia la melodía del grave. Además, la instrumentación no crece
demasiado durante esta semifrase, ya que no se pretende llegar al tutti como en la primera
sección.
En la primera (cc. 151-156) la fórmula de entonación de los tangos del Piyayo, aparece
en fliscorno, trompas y bombardino, mientras que el solista realiza material ornamental en su
registro agudo. Son acompañados por los clarinetes (principal y 1), saxos y timbal que realizan
el ritmo propio del compás de tango. Todo ello se realiza sobre una armonía basada en la
funciones de dominante-tónica.
78
la flauta (cc. 160), para concluir de nuevo en el solista. Como vemos, sus apariciones se van
estrechando a medida que va llegando el final.
Al final del movimiento solo quedan los clarinetes en pianissimo, sobre los que el
glockenspile despliega el acorde de tónica como un recuerdo de la introducción. El corno inglés
se suma al acorde en el último calderón con armónico, que queda mantenido y nos lleva a la
cadencia que nos conducirá al tercer movimiento.
La cadencia se estructura en tres frases, que van modulando hasta llevarnos desde Mi
flamenco a Fa M.
Del compás 166-169, se adelanta el ritmo típico del patrón básico de las claves cubanas
en el solista, que utiliza para ello la técnica de sonido de llaves. Esto adelanta uno de los
materiales principales del tercer movimiento.
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9.4. Análisis del tercer movimiento.
9.4.1. Características generales.
Como se ha indicado anteriormente, el 3º movimiento usa elementos provenientes de
la fuga. Este planteamiento inicial repercute de manera general en diversos aspectos del
movimiento, siendo constantes en este.
A nivel formal el movimiento se estructura de una manera similar a una fuga en la que
se alternan las entradas del tema principal (en forma de sujeto o respuesta) en diferentes
tonalidades, con divertimentos que desarrollan estos temas (ver esquema general del
movimiento en el punto 9.1).
Como es característico del estilo fugado, los contrasujetos son invertibles con el sujeto.
Apareciendo a lo largo del tercer movimiento en diversas disposiciones.
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Sin embargo, aunque el tercer movimiento tome estas características del estilo fugado,
no se trata de una fuga al uso, pues contiene varios elementos que distan mucho de parecerse a
una fuga clásica.
El elemento que más difiere del tercer movimiento con una fuga típica es su textura.
Aunque las entradas del tema estén acompañadas de los contrasujetos, no podemos decir que la
textura general del movimiento sea totalmente contrapuntística. No se ha pretendido en ningún
momento hacer la textura característica de la fuga en la que un número determinado de voces
reales tienen independencia unas de otras.
Tampoco es habitual en la fuga el uso que se hace de los contrasujetos durante el tercer
movimiento, pues se utilizan con total libertad, no siendo partes obligadas.
Por otra parte, la instrumentación se ha visto afectada por el uso que se hace de los
materiales, pues los temas (sujetos y respuestas) y contrasujetos se han tratado de diferenciar
tímbricamente.
R. Saxo tenor 1
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CS. 2 Corno inglés
S. Trombón 1
R. Trompas y bombardino
S. Trompetas y fliscorno.
R. Trompas y trombones
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14ª (cc. 153-158) CS. 2 Oboe y clarinetes
S. Trompetas y fliscorno
Así mismo, los contrasujetos están construidos para contribuir a la complejidad rítmica
del movimiento. El contrasujeto uno utiliza la acentuación contraria al tema (sujeto o respuesta),
enriqueciendo así el contrapunto entre ambos. Además, el patrón rítmico del contrasujeto 2
añade un ritmo binario con subdivisión ternaria, creando una polirritmia con el resto de los
patrones.
Pasaremos ahora al análisis del tercer movimiento parte por parte. Al estar organizado
de manera similar de una fuga, muchas de las características de las entradas serán similares, por
lo que nos centraremos en la diferencia que haya entre estas.
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9.4.2.1. Introducción (c. 1-4).
Se construye con el que será el patrón de acompañamiento básico del movimiento:
acordes haciendo un ritmo de negras sincopadas y un bajo marcando la acentuación del ocho
por ocho.
Comenzamos nuevamente con el primero con sexta añadida seguido por el quinto con
novena. Este quinto resuelve en el compás 6, en el napolitano. Este napolitano, es también la
dominante sustituta, haciendo un guiño a este acorde tan recurrente en los anteriores
movimientos.
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9.4.2.3. Segunda entrada (cc. 11-16).
Aparece la respuesta en el saxo tenor. La armonía de esta es muy similar a la del sujeto,
exceptuando la zona de la mutación. En el compás 15, no se resuelve en el primero, sino que se
modula cromáticamente a Fa M, a través de su segundo grado. A este le sigue el V (c. 16) que
resuelve en su tónica correspondiente (c. 17).
El contrasujeto 3 aparece esta vez por debajo del sujeto en trompas y saxofones. El
bajo también se duplica a octavas y es realizado por tuba y bombardino.
Todo ello utiliza una armonía de I y V grado, con el acompañamiento típico del
movimiento en clarinetes (2 y 3) y saxos contraltos.
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En el compás 67 comienza la segunda progresión de este divertimento y que nos
llevará a la siguiente entrada. Es una progresión modulante que utiliza la siguiente cadena:
El primer compás de la cadena contiene dos acordes (ej. cc. 67). El primer acorde
funciona como dominante sustituta del segundo. Este último acorde también funciona como
dominante sustituta, resolviendo en el siguiente compás (ej. cc. 68). Este acorde de resolución
es a su vez el II grado con séptima del segundo acorde del siguiente compás (ej. 69), al que le
precede su dominante sustituta respectiva, repitiéndose así la secuencia dos veces más.
La sexta entrada tiene una textura ligera, ya que solo se presenta el sujeto con su
acompañamiento característico, sin estar presente el contrasujeto. El acompañamiento de esta
entrada está íntegro en maderas para que resalte el sujeto en la trompeta.
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9.4.3.4. Divertimento de La m a Sol M (cc.86-96).
El siguiente divertimento, nos lleva desde la mediante al tono de la dominante de la
dominante. Está construido como un resumen del anterior, ya que compagina los elementos de
sus dos progresiones en una.
Esta entrada está interpretada por toda la banda exceptuando las trompetas, ya que se
reserva el tutti para la siguiente aparición del tema. Flauta, oboe, requinto y clarinetes
(Principal, 1 y 2), realizan la respuesta en la voz superior mientras que clarinetes (2 y 3) y saxos
altos realizan el contrasujeto 1. El acompañamiento está repartido entre los instrumentos graves,
tenores, trompas y fliscorno realizan las negras sincopadas, y trombones las notas largas,
mientras que el bajo es realizado por bombardino y tuba. Además, esta entrada es acompañada
por la caja y el bombo.
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9.4.3.6. Novena entrada (cc. 103- 108).
La siguiente entrada consta de sujeto y contrasujeto 2. Está hecha sobre una pedal
dominante, interpretada por tuba y timbales. Es uno de los puntos de mayor intensidad del
movimiento, ya que es la última entrada antes de la vuelta a la tónica.
Como principal novedad, encontramos la ausencia del ritmo de negras, pues toda esta
entrada se sustenta sobre notas largas, favoreciendo así la sensación estática de la pedal.
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aparece en trompas y saxos altos. Fliscorno y trompetas continúan con las negras sincopadas,
mientras que las notas largas pasan a tenores y trombones.
Esta exposición se amplía en dos compases que nos llevan al reposo en el calderón
sobre el acorde de dominante, que da paso a la cadencia de corno inglés (c. 135).
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A esta entrada se le añaden dos compases, que se basan en la repetición del
antepenúltimo (c. 153), pero sobre la armonía de V grado. Este gran crescendo final nos lleva
a la coda y al cierre de la obra.
En el compás 160 se produce una bajada súbita, quedándose solo el timbal para
acompañar la entrada del solista, que entra con la cabeza del sujeto. A continuación, entra en
estrecho, tenores, trombones, bombardino y tuba realizando la cabeza del tema A del primer
movimiento, seguido por la entrada de flautas, oboe, clarinetes y saxos altos con una adaptación
de la cabeza del motivo de los tangos del Piyayo, que aparecieron en el segundo movimiento.
Así se concluye la obra con un recuerdo final a todos los movimientos que la comprenden.
Como hemos podido comprobar durante la memoria y el análisis, podemos decir que
la característica principal de Espoleá, es el uso de elementos del flamenco y el folclore español.
Este uso se ve reflejado principalmente en cuestiones rítmicas y armónicas, aunque también se
producen algunos guiños a estos géneros, a través de la incorporación de citas en el uso de
ciertos instrumentos de percusión.
Así, mientras el primer movimiento está claramente dominando por el modo flamenco,
el tercero está en modo mayor. El segundo movimiento funciona como una transición entre el
primero y el último, pues, aunque su modo principal es el flamenco, hay varios pasajes en los
que aparece el modo mayor, adelantando la sonoridad del tercero. Para dar aún mayor unidad a
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la obra, el tercer movimiento incluye en segundo rebajado dentro del tema principal, lo que es
una reminiscencia del modo flamenco predominante en los dos primeros movimientos.
Otra característica que da cohesión a la obra es el uso de las formas clásicas, para
estructurar cada movimiento. Aunque cada movimiento, utiliza una forma diferente, todas son
estructuras procedentes de la historia de la música occidental y que han sido muy trabajadas a
lo largo de ella.
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Como se ha podido comprobar, el uso de todos los elementos musicales ha ido
destinado a intentar dar cohesión y variedad a la obra, para así conseguir una lógica musical
que vertebre todo el concierto.
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