Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. Oración inicial.
V. Objetivo.
Comprender que el perdón y sanación entre los esposos es expresión del amor de Dios dentro
de la vida conyugal, que nos lleva a vivir el júbilo en nuestra familia.
M: Palabra de Dios
C: Te alabamos Señor
Al recordar la etapa del noviazgo podemos traer a nuestras mentes momentos inolvidables de
alegría y satisfacciones que nos llevaron a tomar la decisión de casarnos y formar una familia.
En nuestros primeros años de vida matrimonial comenzamos a conocernos con profundidad.
Luego con el tiempo notamos actitudes que nos incomodaban y molestaban, que nos
resentían y que comenzaron a traer heridas a nuestra relación de esposos; nos percibimos
entonces menos amados y cuidados. Estas heridas en el matrimonio se originan algunas veces
por cosas triviales: porque me levantaste la voz; por no avisarme cuando ibas a llegar tarde;
por decidir algo sin consultármelo; por no haberme expresado gratitud cuando lo esperaba, por
no colaborar en las labores del hogar, porque creo que no compartimos la responsabilidad de
la educación de nuestros hijos, por mala comunicación y otras más. Son heridas “irracionales”
a veces, pero que generan dolor y deben de ser restituidas con el perdón y luego ser sanadas.
“(...), perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos
ofenden...” (Mat 6,12), esto nos lo recuerda Jesús en la oración más bella y gloriosa de la
historia, la oración básica al Padre, el perdón de ofensas, del alma y del espíritu; del corazón.
Perdonar como Dios perdona, es dejar esa ofensa como al pasar una página, pero no sólo
para “reconciliarse”, ni sólo para amarse como antes; sino para amarse ahora más que antes
de la ofensa, porque aún con la ofensa se ha decidido amarse, diciendo: “Tú has tenido la
confianza de creer en mi amor, pidiéndome perdón; y yo he decidido creer en ti y amarte
superando esa ofensa”. Al formar nuestra alianza con Dios el día de nuestro matrimonio, Dios
nos da el don de sanación para usarlo en beneficio de nuestra relación conyugal.
Tal vez el perdón, podría ser acaso un: “te perdono, pero te lo recordaré en la próxima”; o
quizás decir “te perdono, lo olvido”, pero conservando la herida en el alma.
Puedo perdonarte, incluso aunque no me pidas perdón. Pero para sanar mis heridas, es
necesario que participemos juntos. Perdonar es detener la herida y demostrar al cónyuge que
es para mí más importante que el dolor originado. Perdonar es querer olvidar, es sobre
todo liberarse de los sentimientos negativos y destructivos, tales como el rencor, la rabia, la
indignación.
Sanar es analizar el proceso, ver qué ha pasado, aprender de nuestro error y decidir qué otra
cosa mejor haremos la próxima vez, cada uno de nosotros, para que no nos produzcamos una
herida similar. Sanar es “hacer planes juntos”.
Entre ambos pasos puede pasar poco o mucho tiempo, y pueden situarse otras acciones: un
diálogo, una relación sexual, una confrontación, en cuanto nuestro ánimo nos lo permita,
debemos pasar de perdón a sanación, porque nos hace crecer: nos conocemos más, somos
más conscientes de nuestro amor, estamos más comprometidos, tenemos nuevos recursos,
somos una pareja más fuerte.
El perdón puede no llegar a esto que llamamos “sanación”. Pero entre los esposos cristianos
solamente es perdón verdadero, con el amor de Cristo, cuando se logra la verdadera
“sanación”. Es como el perdón de Dios por medio de su Hijo: que nos perdona sanándonos.
Si una herida es más grave, mayor es la razón para sanarse: porque el que te hirió te ama y
necesita saberse perdonado, y tú le amas también a él; es momento de escuchar con el
corazón y ponerse en los zapatos del cónyuge, ayudándose mutuamente. El sanar es dejar la
herida atrás, cerrar el capítulo y escribir una nueva historia que requiere algunas veces de
cambios, esfuerzo y disposición de la pareja que desea amarse más profundamente desde
hoy.
Ojalá nunca esperar a perdonar y sanar las heridas cuando haya que despedirse porque uno
de los dos se muere. Entonces sería demasiado tarde; y ya el proceso no serviría para nada.
VIII. Desarrollo.
Comparta (ambos esposos) detalladamente como se conocieron, que detalles le llamó más la
atención de su cónyuge y que le llevó a tomar la decisión de formar una familia, como vivieron
la primera etapa del romance en los primeros años de convivir como esposos. ¿CSMS?
2) Mentalidad: A lo largo de nuestra vida en pareja, suceden roces, heridas, que nos causamos
el uno al otro, a veces sin querer y otras como reacción a lo que juzgamos; una ofensa o crítica
que dificultan nuestra intimidad originando distanciamiento. Surge entonces la necesidad de
perdonarse, de sanarse cuantas heridas se produzcan en el convivir en pareja.
a. Describe en forma breve y clara como ocurrió la herida dejando muy claro quién es el
herido y quien el que hiere.
b. Ambos comparten sus reacciones y sentimientos que experimentaron.
c. ¿Qué efectos tuvo el deseo de perdonarse y sanarse el otro por el otro?
d. ¿Qué actitudes positivas beneficiaron el proceso de sanación en la experiencia?
e. ¿Compartir cómo lograron conseguir el perdón y la sanación en su relación de esposos?
X. Compartir abierto.
El perdón y sanación son claves para la persistencia de la relación conyugal, es como un
seguro de vida para el matrimonio. Comparta de qué manera hacen vida el don del perdón y
la sanación en su relación de esposos.
XI. Avisos.