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ESPÍRITU
«El Espíritu del Señor está sobre mí, ...
Lucas 4:18
Jesús es un ser humano que solo puede explicarse por su relación con el Espíritu Santo. Jesús
estaba profundamente consciente de ser alguien sobre quien reposaba el Espíritu de Dios. Era
un ser humano absolutamente entregado, abierto y bajo la continua influencia del Espíritu
Santo. La acción de Dios – Espíritu Santo sobre Jesús es uno de los capítulos más importantes
de las Sagradas Escrituras. El nacimiento del Señor fue profetizado y anunciado por el Espíritu
Santo. Jesús fue bautizado, ungido, guiado al desierto y constantemente visitado por el
Espíritu Santo.
No es posible pensar en Jesús sin pensar en la obra del Espíritu Santo sobre su persona y
obra. Pero el Espíritu Santo de Dios obrando en Jesús no era una fuerza que venia de afuera y
que lo invadía. Cuando Jesús, que es Dios – Hijo, se hace carne, él abandona sus prerrogativas
divinas, pero no abandona la perfecta comunión y unidad con Dios el Padre y el Espíritu Santo.
La unidad entre Jesús y el Espíritu de Dios es de tal manera que el Espíritu Santo es también
llamado Espíritu de Cristo.
Eso quiere decir que Jesús era un ser humano que no ofrecía ningún obstáculo al Espíritu
Santo, ni en su posición, ni en sus actitudes y comportamientos, y mucho menos en su
naturaleza, que era divina. La extraordinaria realidad de tener un ser humano viviendo en
comunión y bajo la permanente influencia del Espíritu Santo es algo prometido a todos
nosotros. Jesús dijo, reiterando lo que los profetas habían dicho, que el mismo Espíritu que se
derramó sobre él se derramaría sobre toda carne.
La vida de un discípulo de Jesús necesariamente debe ser una vida bajo la ministración del
Espíritu Santo. Esto es lo que hace de Jesús un Maestro diferente, y es también lo que hace a
sus discípulos personas diferentes. El discipulado de Jesús no es solo un intercambio de
influencia moral, ni transmisión de conocimientos o sabiduría filosófica. Lo que está en juego
en el discipulado de Jesús no es otra cosa sino la maravillosa acción del Espíritu Santo de Dios.
AMEN.