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VI Zumbayll La terminacién quechua yllu es una onomatopeya. Yihe representa en una de sus formas la miisica que producen las ppequefas alas en vuele; miisica que surge del movimiento de objeros leves. Esta vor tiene semejanza con otra mis vasta: ila, Ila nombraa cierta especie de luz y a los monstruos que también ila una mazorca cuyas hileras de mafz se entrecrazan 0 forman remolinos; son illar los toros miticos que habitan el fondo de los lagos soltarios, de las altas lagunas rodeadas de totora, pobladas de patos negros. Todos los las, causan el bien o el mal, pero siempre en grado sumo, ‘Tocar un ila y morit o alcanzar la resurteccidn es posible. Esta vor illa ‘dene parentesco fonérico y una cierta comunidad con la terminacién yl. Se llama sankeyllu al ibano 2umbador e inofersive que vuelaen el campo libando Flores. El zankayllu aparece en abril, pero en los campos regados se le puede ver en otrot meses del afio, Agita sus alas con una velocidad alocada, para elevar su pesado cuerpo, su vientre excesivo. Los nifios lo persiguen y le dan caza. Su alargado y oscuro cuerpo termina en una especie de aguijén que no solo es inofensivo sino dulce. Los nifios le dan caza para beber la miel en que esté untado ese false aguijén. Al sankayllu no se le puede dar caza facilmente, pues vuel alto, buscando la flor de los axbustos. Su colo: es Su pequefia figura, ls el tapéa del vientre? mueven el viento hasta agitarlo y cambiarlo? ;Cémo es que Ey remueve el aire, zumba como un ser grande; afelpado desaparece en Iz luz, elevindose perpendicularmente. No, no es un ser malvado; los nifios que beben su mic que los protege contra el rencor y la melancolia. Pero ios no consideran al wankayllu una criatura de Dios todos los insectos comunes; temen que sea un réprobo. Alguna vec los misloneros debieron predicar contra él y otros seres privilegiados. En los pueblos de Ayacucho hubo un danzante de ijeras que ya se ha hecho legendario. Bail6 en las, plazas de los pueblos durante las grandes Fiestas; hizo proezas infernales en las visperas de los dias sant ba trozos de cero, se atravesaba el cuerpo con aguias y garfios; caminaba alrededor de los atrios con tres barretas entre los dientes; ese danzak’ se \larn6 “Tankayllu”. Su traje eta de piel de cSndor omnado de espejos. inkuyllu es el nombre del sur darante las jamds en las Fiestas quene gigante que tocan los comunales. El pinkryle no hhogares. Es un instrumento &ico. No lo fabrican de cafia comin ni de carrizo, ni siquiera de mimak, catia selvética de grosor extraordinatio y dos veces. ‘nis larga que la cafia brava. El hueco del mdmak’ es oscuro yy profundo. En las regiones donde no existe el Auaranhuay Jos indios fabrican pinkuyllus menores de mdmak’, pero n0 se atreven a dar al instrumento'el nombre de pinkuyll, le simplemente médmak’, para diferenciarlo de la quena iar. Mdmak" quiere decir la madre, la germinadora, Ja que da origen: es un nombre migico. Pero no hay cata nacural que pueda secvir de materia para un pinkuyll el hombre tiene que fabricarlo por si mismo. Construye un mémak’ més profundo y grave; como no nace ni aun en la selva, Una gran cafa curva. Exerae el corazin de las ramas del Auaranbuay, l de toro. No ¢s posi hhueco del exeeemo in , solo se distingue tuna penumbra que brota de la curve, un blando resplandor, como el del horizonce en que ha caido el sol. El fabricante de pinkylls abre los huecos del inserumento dejando aparentemente distancias excesivas entte uno y otto. Los dos primeros huecos deben dl indice, o el anular, abriendo ta m: de la mano derecha, con los dedos muy abiertos. Los indios debrazos cortos no pueden tocar pinkuyll. Bl inserumento es estirar el cuelo y levantarla cabeza como para mirar tocan en tropas, acompaiiéndose de tambores; en wzas, el campo abierto 0 cn los corrales y patios de las casas, no en cl interior de las habitaciones. Solo la vor de los wak napubus es més grave y poderosa que la de los pinkuylus, Pero en las regiones donde aparece el wabrapnku ya no se conoce el pinkuyliu, Los dos sirven te al hombre en ceances semejantes. El wal rapuku es una comneta hecha de cuernos de toro, de las cuernos mis grucsos y torcidos. Le ponen boquilla de plata o de bronce. Su tin sinuoso y hiimedo es mas impenetrable y oscuro que el de ‘pinkiplli, y como &, exige una seleccién entre los hombres ‘que pueden tocarlo, En el pinkuyliu y el wak'rapuks se tocan solo canciones y danzas épicas. Los indios borrachos legan a enfurecerse canando Ie daar queens anigus y mieurss ove religiosas no se oye el pinkuyll ni el wak’rapubu. :Prohibirfan los misioneros que les indios tocaran en los tempos, en les atrios © junto a los tronos de las procesiones caidlicas estos instrumentos de voz an grave yy extrafiad Tocan el pinhuyllu y el wk'rapuse en el acto de Ia renovacién de las autoridades de la comunidad; en las feroces luichas de losSvenes, durance los dias del carnaval; para la hicrra del ganado; en las corridas de toros. La vox del pinkuyllu o del swak rapuks los ofusct, los exalta, desata sus fuerzas; desaflan 4 la mucrte mientras lo oyen. Van contra los toros salvajes, cantando y makliciendo; abren caminos extensos 0 wineles en las rocas; danzan sin descanso, sin percibir el cambio de la luz ni del tiempo. El pintupllu y el wat repuku marcan el ritmo; los hurga y alimenta; ninguna sonda, ninguna musica, ningdin elemento llega més hondo en el corazén humano, La cerminaciba yl significa la ‘Denomina la luz menor: e calor, el reLimpago, el rayo, toda ies de huz no totalmente divinas con iguo eree tener aiin relaciones profundas, entre su sangre y la materia fulgurance. —jZumbayllet En el mes de mayo trajo Antero el primer ‘zumbaylls al Colegio. Los alumnos pequefios lo rodearon. ‘Vanoe al patio, Ancesol —jAl patio, hermanos! jHermanitos Palacios corrié entte los primeros. Saltaron el terraplén y subieron al campo de polvo. Than gritando: —jZumbaylly, cambayled Yo los seguf ansiosamente. Qué podia ser el cumbayllu? ;Qué podia nombrar esta cuya terminacién me recordabs bellos y misteriosos ? El humilde Palacios habia corride cast encabezando todo 10 de muchachos que fueron a ver el zumbaylles habia dado un gran salto para llegar primero al campo de recreo. ¥ estaba allf, mirando las manos de Antero. Una gean dicha, anhelante, daba a su rostro el esplendor que no tenia antes, Su expresion era muy semejante a la de los escolares indios que juegan a la sombra de los molles, en los caminos que unen las chozas Iejanas y las alless. El propio Afiuco, el engreido, el arrugado y palido Afiuco, miraba a Antero desde un extremo del grupo; en su cara amarilla, en su rostro agtio, erguido sobre el cuello delgado, de nervios tan filudos y tensos, habla una especie de tierna ansiedad, Parecia un Angel nuevo, recién convertido. —n Yo recordaba al gran “Iankay de espejos, bailando a grandes saltos en Recordaba también el verdadero tankayllu, Pensaba en los blancos pinkuyllus que pueblos del sur. Los fos wak rapukws, iy de qué modo la vox de los pinkuyllus y sak rapukus es semejante al extenso rmugido con que los toros encelados se desafian a través de los montes y Yo no pude ver el pequefio trompo Antero lo encordelaba. Me dejaron entie del Afuco. Solo vi que Antero, en el cent , daba una especie de golpe con el brazo derecho, Luego escuché un cemprano; las patedes del patio daban mucha encendia la cal de los muros, por cl lado del inte. El aire de la das profundas y el sol célida ‘no son propicios ala difusin de los sonidos: apagan el canto de las aves, lo absorben: en cambio hay bosques que permiren ‘star siempre cerca de los p4jaros que cantan. En los campos templados o fries, la voz humans. la de las aves es llevada por el viento a grandes distancias. Sin embargo, bajo e! sol denso, cl canto del zambayllu se propags con tina claridad extras; parecia tener agudo filo. Todo el aire debfa estar henchido de esa vor delgzda; y toda la tierra, ese piso arenoso del que parecia brotar. —iZumbaylt, zumbaylid Repeti muchas veces el nombre, mientras ofa el zumbido: del trompo. Era como un coro de grandes tan tun Sitio, prisioneros sobre el polvo. Y causaba a ‘esta palabr: que desaparecian cantando en la hiz, Hice un gran esfuerzo; empujé 2 otros alumnos mis al eftculo que rodeaba a Antero. pequefio trompo. Laesfera estaba hecha , de e608 pequefisimos cocos grises que ‘vienen enlatados; la pia era grande y delgada. Cuatro huccos redondos, a manera de ojos, tenia la esfera. Antero encordels clerompo, lentamente, con una cucrda delgada; le dio muchas vyuelts, envolviendo la pia desde su extremo afilado; luego lo atrojé. Bl trompo se detuvo, un instante, en ef aire y cays después en un extremo del cireulo formado por los alumnos, donde habia sol. Sobre la cerra suelta su larga pula trazé lineas redondas, se revolvié lanzando réfagas de aire por sus cuatros ‘ojos; vibré como un gran insecto cantador, Iuego se incliné, volcdndose sobre el eje. Una sombra gris aureolaba su cabeza giradora, un circulo negro lo partia por el centro de la esfere. YY su agudo canto brotaba de esa faja oscurs. Eran los ojos del ‘trompo, los cuatro ojos grandes que se hundfan, como en un liguido, en la dura esfera. El polvo mds fino se levantaba en citculo envolviendo al pequefio trompo, zumbaylla se incemaba en el oido, avivabs en imagen de los rios, de los érboles negros que cuelgan en las paredes de los abismnos. ‘Miré el rostro de Antero. Ningiin nifio contempla un Juguete de ese modo Qué semejanza habla, qué corriente, ‘entre ef mundo de los valles profundos y el cuerpo de ese equefio juguete mévil, casi proseico, que escaibaba cantando ena arena en la que el sol parecta disuelto? Anxero tenia cabellos rubios, su cabeza parecfa ardcr en los dias de gran sol. La piel de ou rostro era también dorada; pero tenia muchos lunares en la frente. Candela le llamaban sus condisefpulos; otros le desian en quechua “Markask’s’, “El Marcedo”, a causa de sus lunares. Antero miraba el zumbayllsi a imiento contagioso. Mientras bailaba el trompo silencio, As{atento, agachado, con el rostro izdelgada y alta, Antero parecia asomarse desde », Lleras grit6, cuando atin no habia caldo el —Fuera, abatankias! Mirando esa brujerfa del Cand: Fuera, zorrinos! Nadicle hizo caso, Nisiquiera el Aduco. Seguimos oyendo al zumbayil. —iZortinos,zorrinost;Pobres kéechas (menores) —amonestaba leas, con vor cas indiferente. El zumbayllu e incling hasta rovar el suelo; apenas w0e6 polvo, la esfera rod6 en linea curva y se detuvo. —Véndemelo! —le gricé a Antero—. Véndemelot Antes de que nadie pudieraimpediemelo me lanecé al sacl y cdetenidamente el juguete, mientras los otros chicos me rodeaban sorprendigos. —iNo le vendas al foréneo! —pidié en volta dl Afuco. | No le vendas a ese! —dijo el otto. —iNo le vends! —exclamé con vo de mando Lleras—. No ke vendas, he dicho, "Eaearabaos Lleras se abrié paso a empujones y se pard frente a Antero, iréa los ojos. Yo sé odiar, con pasajero pero insofrenable ‘de Lleras habia una especie de mina de poco nst. n habia detenide el relimpago tutbio de esos ojos? pensé, ardiendo de odio. Pero no pudieron reftse. —iMe cai, Padeet —exclamé Chauca, oriquesndo. = —iNo seas tonto hijo! Vuelve en ti! le dijo el Padre, Y ‘con ambas manos les polvo, ‘Chauca se dirigié hacia su cama con la cabeza inclineda, El Padre salié, y cerré la puerta del dormicorio, "Ahora empieza la fiesta del Lleras”, pensé. Crei que reaccionarfa pronto y que se ensafiarla con Chauea. Pero ambos, dl y el Afiuco miraban al Peluca. ‘Uno de los vecinos de cama del Peluca exclamé, de pronto, sakando al medio del dormitorio: —iJestis! jJesiis! ;Dios mio! Fra nativo de Pampachiti, un pueblo de akura, Con gran terror seial la espalda del Peluca. —jApasankas, apasankas! —gritd, Una sarta de inmensas arafas velludas colgaba del sico de! Peluica. ‘Aun los internos que ya estaban acostados se evantaron y fueron hacia lz cama del Peluca. —N.2 Qué importa? —dijo este, al parecer muy tranquilo. Se quité dl saco sun levant6, lo ms aleo que pudo, sosteniéndalo de una de las solapas. Las araitas pacaleaban, No con movimientos convulsos y ‘dpidos, sino lentamente. Las tardnculas son pesadas; movian sus extremidades como si estuvieran adormecidas. El cuerpo rojinegro de las arafas, oscuro, aparecfa enorme, tras de los vellos erizados que también se movian. Yo no puede contenerme, Temi siempre a esas tardntulas venenosas, En los pueblos de aleura son consideradas como feguros portadores de la muerte, No grté; puce sofrenar cl srito en mi garganta; pero me spoyé en el catre y luché con = gran esfuerzo contra la terrible ansia que sentia de lamar a Chauca y Rometo se me acercaron, fate) El Peluca habia arrancado Ja sarta de arafas; las habia arrojado al suelo y las aplastaba con ambos pics. —jCon esto si que no me asustan! Yo las reviento desde ‘que era guagua—dijo. Pasaba la planta de los pies sobre los cuerpos molidos de las apasankas. Luego bailé en el sitio. No queds alli sino una imancha. Romero me ayudé a desvestirme. Me miré a los ojos mucho rato, procurando ahuyentar mi temor. —No es nada, chico. Ademés, no es cierto que pican —me dijo—. Yo creo que aqui, enel valle, se amansan. Hasta las nifias juegan con ellas; las pelotean de lo lindo. ;Claro! Ni qué decir que su cuerpo es feo. El vecino del Peluca, el pampachirino,

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