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- LA PRIMERA VIGILIA –

El presente año, que poco a poco toca a su fin, ha supuesto el ciento veinticinco
aniversario de la creación de la Adoración Nocturna Española.
Un colectivo este, que agrupa a aquellos cristianos que deseamos profundizar en nuestra
Fé y manifestarla a los demás por medio de la oración contemplativa ante Jesús
Sacramentado.
Cada tercer Sábado de mes, la pequeña familia que constituimos esta sección de San
Lorenzo Mártir celebramos nuestra vigilia ordinaria. En ella, postrados en oración ante
el Santísimo le confiamos miserias y temores, imploramos su perdón y, reconfortados
en su Divino amparo retornamos al quehacer cotidiano con la alegría de sabernos hijos
de Dios.

Por eso, en estas fechas tan entrañables quiero, al tiempo de desearos lo mejor,
recordar con la sencillez del Adorador Nocturno aquella primera vigilia, aquella que
tuvo lugar hace más de dos mil años en un rincón de Palestina.
Sí, amigos, porque aunque la Adoración Nocturna cuente con solo ciento veinticinco
años de constitución oficial, fue aquella su primera vigilia, el primer acto de oración
contemplativa ante Dios que por medio de un Niño que veía la luz en Belén de Judá se
manifestaba a los hombres desde la ternura y la humildad.

Aquellos primeros adoradores, gentes sencillas del lugar, acudieron a su


encuentro movidos posiblemente por la curiosidad unos, y por el temor ante los
prodigios que habían presenciado otros, sin saber muy bien qué iban a encontrar, pero
siguiendo la senda que un vivo sentimiento, que manaba de su interior, les trazaba hasta
el umbral de aquel establo.
Al llegar no encontraron más que a un recién nacido, un Niño al que su madre trataba de
proteger del frío envolviéndolo en pañales. Un Niño indefenso, pero cuya limpia
mirada contenía la Esperanza, la Paz, el Amor. Un Niño que muy probablemente con
dulce semblante cautivó sus corazones, y al que no dudaron en ofrecer lo poco que
poseían, pues, acaso sin saberlo, presentían estaba destinado a llevar a cabo una noble
tarea, la más noble tarea que acometió hombre alguno: Redimir al mundo a través del
Amor y la Entrega.

Así, cada Navidad, siguiendo la estela marcada por aquellos primeros


adoradores acudimos al encuentro de aquel Niño, ese Niño que se transforma en Pan de
Vida eterna, JESÚS SACRAMENTADO.
Y lo hacemos recorriendo los diversos caminos del alma: con curiosidad, temor, tristeza
o alegría, siguiendo el ejemplo de los adoradores de entonces, buscando Amor y Paz.
“Paz en la Tierra a los hombres de Buena Voluntad” cantaban los ángeles al anunciar la
buena nueva aquella noche mágica. Una paz que en nuestros días no ha llegado a
muchos lugares de la tierra, entre ellos al que vio nacer a Nuestro Señor, que a menudo
se ve teñido por la sangre inocente.

Dicen que la Navidad es tiempo para la nostalgia y el recuerdo, y que por unos
días el niño que llevamos dentro se hace presente en nuestro existir.
Con el recuerdo de un poema* de mi infancia, poema de autor anónimo como aquellos
adoradores tempranos, y que bien podría describir la emoción que sintieron ante el

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pesebre durante aquella primera vigilia de Belén, os deseo en nombre de la Sección de
Adoración Nocturna que presido Felices Fiestas.

AL DIVINO INFANTE
Echado entre pajas
dormidito está;
entrad de puntillas,
que despertará.
Niño más hermoso
no ha habido ni habrá;
hechiza y encanta
su tierno mirar.
Su boca entreabierta
parece un rosal;
de grana sus labios
teñidos están.
Su tez nacarina
es flor de azahar;
su hoyito en la barba
es perla oriental.
Bucles de oro ciñen
frente angelical
con graciosos rizos
de luz celestial.
Sus ojos son soles
de excelsa beldad;
su rostro despide
fulgor cenital.
Sus brazos abiertos
nos brindan la paz.
A niño tan bueno,
¿quién no amará?.

PAZ Y FELICIDAD PARA TODOS, ¡FELIZ NAVIDAD!.

Pedro Luís Herrera Santos


(Presidente de Adoración Nocturna Sección San Lorenzo Mártir)

- Manuel de Dompablo Fernández –

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(2 de Diciembre de 2002)

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