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Heiko A. Oberman
Lutero
Un hombre entre Dios y el diablo
Versión española de
José Luis Gil Arístu
Alianza
Editorial
Alianza Universidad
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Reservados todos los derechos. D e canfim uidad con lo dispuesto en el an. 534-b ís
del C ódigo Penal vigente, podrán ser castigados con penas de m olla y privación de
libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obré literaria,
artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte, sin la
preceptiva autorización.
CETO 61.805
i
INDICE ganzl912
Introducción ............................................................................................... 13
Primera parte
LA ANSIADA R EFO R M A
9
10 Indice
Segunda parte
LA R EFO R M A IN ESPER A D A
Tercera parte
LA R EFO R M A AM ENAZADA
Descubrir al hombre que fue Lutero exige algo más que cuanto
la ciencia es capaz de ofrecer. Quienquiera que lo pretenda, se verá
obligado, dejando de lado el secular conflicto confesional, a conver
tirse en contemporáneo suyo y a abandonar la propia imagen del
mundo y de la vida. Cuando la Iglesia era todavía igual al cielo y el
Emperador representaba el poder secular, este monje se alzó por en
cima de las potencias del cielo y de la tierra. Sólo le quedaron Dios y
el diablo, su omnipresente adversario.
Lo que Lutero vivió, experimentó y descubrió en esta lucha, que
hubo de mantener tanto en su interior como hacia fuera, es lo que
le convierte sorprendentemente en un contemporáneo para quienes
vivimos en una época que ignora al diablo y sólo intuye a Dios,
No se busca aquí el Lutero ‘católico’, el ‘evangélico’ ni tan si
quiera el ‘contemporáneo’. Nos toparemos, sin duda, con ellos. Pero
sobre todo trataremos de Martín Lutero entre Dios y el diablo. Por
lo demás, desde esta perspectiva se nos mostrará la totalidad de las
cuestiones: la Reformar, tal como se planteó en su tiempo y en su
vida; lo realmente inesperado de su aparición, y las amenazas a que
se vio expuesta tras la muerte de Lutero. Nuestro punto de vista se
dirige a su persona en la multiplicidad y variedad de sus rasgos. Va
mos a rastrear de dónde vino y a dónde se dirigió y dónde, en fin, re-
13
14 Heiko A. Oberman
Condenado y arrastrado por los servidores de Satanás a las fauces del diablo. Dibujo
de la obra Dcr A nlkhrhl, Constanza, 1476.
Todos los hombres? señores y siervos, pobres y ricos, son iguales: un entramado de
huesos amenazado por el infierno, U muerte y el demonio. Xiiograbado procedente
de Ulm,
Pugna más allá de la muerte 21
habría pasado impávida por encima del duelo de sus padres. Pero,
ahora, su muerte es asunto de Estado. Y si al día siguiente de su na
cimiento, día de san Martín, fue llevado a la pila bautismal con total
naturalidad, ingresando así en la vida de la Iglesia, en este otro mo
mento los espíritus se hallan escindidos sobre la cuestión de si había
fallecido com o hijo de la Iglesia, dada la excomunión papal que pe
saba sobre él.
Los últimos días de Lulero lo habían visto aún radiante de ale
gría, tal como lo conocían y apreciaban sus amigos Había concluido
con éxito una misión difícil; el motivo de su viaje de Wittenberg a
Eisleben era el arbitraje en una aburrida disputa entre los dos con
des de Mansfeld, los hermanos Gebhard y Albrecht, Lutero debió to
mar asiento durante varias horas entre los dos bandos y atender a las
agudezas de aquellas gentes que, desde sus años de estudiante en Er-
furt, no quería ni ‘oler’: los juristas de la administración. Finalmente,
después de los catorce correosos días que duraron las sesiones de ar
bitraje, las posturas se habían acercado, consiguiéndose una reconci
liación — temporal— . Había, pues, motivos para estar alegre. Lutero
tenía la sospecha de que moriría en Eisleben, su lugar de nacimiento.
Pero no le preocupaba hallarse próximo a su muerte, por más que
estaba seguro de ello: «Cuando regrese a Wittenberg, me introduciré
en mi ataúd y daré de comer a los gusanos un orondo doctor.» El
arte de la Baja Edad Medía, al representar al hombre como el esque
leto de una radiografía, recordaba a todos que el vigor, la belleza y la
riqueza distan sólo un respiro del baile de huesos de ia danza de la
muerte. Eso b sabía el ‘orondo doctor’, no como relato estremecedor
y moralizante, sino en cuanto realidad existencial en la frontera con
la eternidad.
La noche anterior a su muerte se había bromeado, como tan a
menudo solía hacer él en Wittenberg sentado a la mesa, mientras se
charlaba de teología. Alguien le preguntó: ¿Volveremos a ver en el
cielo a nuestras amadas, señor Doctor? Es muy posible, fue la res
puesta, que nuestra renovación espiritual sea tan grande que nos re
conozcamos mutuamente de la misma manera como Adán, tras su
sueño, reconoció por esposa a Eva, recién creada. Y tampoco en el
infierno, por presentar la otra cara tenebrosa de la moneda, se sepa
rará el cuerpo del espíritu. Lutero cuenta la historia de una persona
atormentada por un hambre tan grande que se entregó al demonio
para llegar a comer hasta hartarse. Tras haberse dado la gran comí-
La ansiada Reforma
22
cío final, deben proclamar ante la tumba abierta los frutos de una
vida. En un momento como aquel, en que por una profunda turba
ción sólo se encuentran expresiones para lo bueno, no calló la impe
tuosa mordacidad de Lutero, la vehemencia de sus polémicas.
Sin embargo, Melanchthon, cuyas cualidades de hombre y cientí
fico hacían de él una persona enteriza y una de las figuras más impre
sionantes de la época de la Reforma, transmitió al mundo una ima
gen de Lutero que — encomiada o condenada-— oculta el acceso a
aquello que Lutero sentía o entendía de sí mismo. ‘Mordaz’, desde
luego; así lo experimentó Melanchthon en carne propia; peto ‘mé
dico’, no. Un ‘instrumento de Dios’: así se consideraba Lutero a sí
mismo; no veía, sin embargo, esa ‘renovación de la Iglesia’. Justo un
año después del discurso fúnebre de Melanchthon, su ojeada retros
pectiva quedaba desmentida en lo que tenía de predicción, Era evi
dente para todos que aquel instrumento había perdido eficacia; el
médico había tenido, sin duda, éxito en su primera operación, pero
el paciente, la Iglesia, sufría y estaba más cerca que nunca de la
muerte.
Finalmente, en el año 1555 parece presentarse a la vista el final
de los padecimientos. En la Dieta imperial de Augsburgo se consi
guió una paz de religión, resultado de otra nueva traición del duque
Mauricio. Al aliarse con el Emperador había obtenido la dignidad de
príncipe elector de Sajonia tras la guerra de Esmalcalda; en 1552 se
alzó contra él, le arrebató la victoria y le forzó a huir de su sede de
gobierno en Innsbruck. Clarividente o taimado, inteligente o infame,
al margen de juicios morales, el resultado del doble giro de Mauricio
tuvo consecuencias duraderas; aseguró a las iglesias reformadas la su
pervivencia en el Imperio en el siglo xvi, tras haber desbaratado para
los representantes estamentales protestantes la seductora posibilidad
de imponerse com o ejecutores en la tierra de la reforma de Dios.
Tampoco la paz alcanzada en Augsburgo fue una victoria para los
protestantes; ni siquiera fue una paz de religión, sino más bien un
compromiso (Ausgleich)en tre príncipes.
Los derechos de protección sobre la Iglesia, a los que desde ha
cía ya tiempo, desde la Baja Edad Media, aspiraban los señores terri
toriales, fueron reconocidos por escrito para el ámbito del Imperio
alemán. El compromiso entre los partidos litigantes consistía en que
ni el Emperador ni el Papa, sino cada uno de los señores territoriales,
decidiría sobre la confesión de sus súbditos; Cuius regio, eius religio.
Pugna más allá de la muerte 27
29
30 La ansiada Keformi
2 Akten und Brtefe zur Kirchenpnlitik Her^og Gcorgs von Sachsen, ed F, Gess,
voL 1, Leipzig, 19C5, Intruduccíón, p. LXV11.
Un acontecimiento alemán 35
Iglesia del castillo de Wittenberg, en cuya puerta fueron clavadas las tesis el 31 de
octubre de 1317: Portada del libro W iltenbergzr lleiligtum sbuch, catálogo de la colec
ción de reliquias reunida por Federico yjuan en la iglesia del castillo de Wittenberg,
impulsados por la preocupación por la salvación de sus súbditos. En él se recogen
datos precisos sobre las indulgencias que allí podian ganarse. La obra fue ilustrada
por Lucas Cranach el Viejo, Wittenberg, 1509.
36 La amiada Reforma
2. La situación en el Imperio
Lutero d escribió a Fed erico com o el gran vacilante — por otra
parte, esta imagen es el producto d e una visión tardía y surge siempre
38 La ansiada Reforma
La ansiada Reforma
9 «Ea attlent sm t partrm contra ioctrinem Aposto(rote Sedts, portó* vero damnabiiía»
pisas afirmaciones son, en-parte, contrarias a la doctrina de la Sede Apostólica y, en
' parte, condenables] WABr 1. 234, 73s; noviembre de 1518, Cayetano manifestó en
tonces de manera explícita que había juzgado la ortodoxia de Lutero basándose sólo
en la Sagrada Escritura., y en el derecho canónico. Ibtd. 233, 14s,
1U W ABr 1, 250, 22. El cauto Federico expuso una sola vez su punto de vista en
el caso Lutero y fue, precisamente, en este escrito dirigido a Cayetano del 7 de di
ciembre de 15Ifc.
42 La ansiada Reform a
ia pn
C Uando en la mave.a
primave ra de 1519 el ^ íltoo electoral ^ n a f i
l o n a )' 'J’iréveris, y los sen ores secular e s d e B o hem ia, el P alatinado, tabpa s e l gobierno de los Paises BaJ°s de las tlerr.as
t quedar en
B rand ebu rg o y Sajonia. Al finalizar la D ie ta im perial de Augsburgo,
el 2 7 de agosto d e 1518, M axim iliano había logra do ganar a una lot H ■bsbure° r™ ? - un . “ f r a nT a ü^yoí’ ír p^ Z' p!.»» ■“ <« en
m ayoría del coleg io electoral para la en tro n iz a c ión d e su nieto. Sólo ' ' Pa
c uenta el proceso iniciado ya en Ia » ala Edad med,a ‘ , sino su
T réveris S ajo n ia no se h a lia b an t o davía dispuestas a d eclarar su ST S l ne»: el suceso, Ce Maximiliano » sen a O ..W
reso lució n : el arzobispo de T revcris, por sus est rech as relaciones
hermano el ard u duque Fernando, f” ;
con Francia; el saj ón, por el con trario, alegaba una cu estión de de
rech o , el o rd en ^ i e n to electo ral d e la B u la d e O ro , y ese d eb ió de
b r l. sido aceptable como ren ° e ° P" ” *t'' oSr Pal,;;° , , ;:^coler;za,l°: la
p„ro Carlos rechazó semejante propuesta irrltauo y enc
haber sido, en efecto , su m óvil .
C on esto hem os llegado a los l ímites d e lo que históricam ente ^ ^ ‘ eí a ll s el 'i POdef b 'quT .m^ 'u ilib a K ^ l r b sT I L n a r s e i
es reco n sttu ible. N aturalm ente , 1a diplom acia secreta iniciada c o n la
la corona imperial- ademása manruvo t' “rd^romUC;;°d!nV°^dd'Ss,U, ab2n.
m uerte del E m perad or sólo se h a c onservado en d o cu m en to s par
cialm ente. T en em o s much a i form ación sobre los presentes e le c to Fernandn el D» ^ a au her-
rales de les cand id atos que disputaban ¡a co ro n a, pero vanos d es ^ ^ d0 q1l5 5 FSrnand.,, vo n laóPro. es,addveS
cub rim iento recienres p e ^ iten sosp echar q u e sólo con o cem os la
pu nta del iceberg de las m an iob ras financieras. S í es seguro que, E S .anto para M ema-
tras un interes pasajero del rey de I : f l aterra, E nriqu e V III, y des -
nia como para la Reforma.
pués de un interlud io sajón en q ue el P apa q u iso incitar al e le c to r
F e d e rico a presentar su can d id atu r a, e 1 en írentam ien to se re d u jo a r? de 1524 se perfiló una solución alemana para e1 ^
dos candidatos serios: el rey F ran cisco I d e Francia y Carlos 1, du
de -la
flicto provocado por la is — “ — - W
n s “ . <í
... " nacional
“ " D'O"para^ el ^día
q u e de Borgoña, rey de E sp a ña y de Sicilia-N ápoles y, ju nto c o n su
remberg ded dfu contr o l en E spira un co ,ujia blea general’ de
herm no Fem and o, h ered ero de las c e rra s de lo s H absburgo. Si
de san mMan
—-—en, U
- - de
- nove, n , a d e «. « o “ “ “ ‘T comprende fá-
Carlos resultaba elegido em perad o r, co n c e ntraría bajo su m anto
la nación alemana a fin de aelarar el caso
una acum ulación <le poder d esco n o cida h asta entonces. E n estas opusiera a esta decisiÓn de Ia D'e ta
' . . 1 _ 1 ____ c a c o f« < n n c -
circunstancias, su candidatura n o pod ía menos de resultar p rov oca p e e ^ r v s S fZ ^ 0de ^ » |! m an ;s ■
d ora para el P a p a y para el re y de F rancia y c o n ve rt id os en alia d os
íormas n 'su ^ n on indJspo» dsnciasd o Rm™ jm;ennSó r n i S
á
p o r largo tiem po, m as allá d el m om ento de la elección.
cia el Papa había conseguido tmpedir este m0 v^ lie°nOe‘dereyPFranc:is-
Las inversiones financieras destinadas a im poner a tal o cual
de Roma' por medfu de un generoso coneoJa decisión de la Dieta de
c a n d id a to rebasaron c u alq u ie r nivel c o n o cid o hastata enLOnces. La
casa h absbLJrguesa gastó casi un m illón de ducados, financiad os de
co l. Cuando °n 1» 4, diez anos d c cu cs d't;lb1dc“ rSlóng'íssi; de Ingla-
Nuremberg, el rey E nriqu . , oDonerse decididamente
antem ano en su m ayor parte por la banca de lo s Fugger. No se c o
n o ce n las cifras exactas en el caso frarices, p ero p are ce ser q u e los
c om prom isos del rey d e Fran cia fu eron con sid erab les. E l em p era
d or M axim iliano se habia m ostrad o consternad o ya en Augsburgo
por 1o elevado J e la sumá de las diversiones francesas destinadas a
ES
so ^ m a r a lo s príncipes e lecto res. T am b ién e l P ap a ^ participo a ma
nos llenas y fue generoso en e l o frecim iento de priv ilegos eclesias-
•r Las s s
ticos y en la con cesió n d e mitras episcopales y capelos card enali
12 Rcichstagakten 4- 604>18'2 2
cios.
46
La ansiada Reforma
4. El giro español
contra los indios paganos, en las Indias occidentales, y contra los he
rejes, en Alemania.
Durante doscientos años este mito de cruzada y misión marca
con su huella la literatura española y, por más ficticio que sea, ilustra
las perspectivas políticas. Constantemente se repite que Martín Lu
tero y Hernán Cortés nacieron el mismo año y el mismo día; uno fue
el monstruo horrible salido de Alemania, como castigo de Dios por
los pecados de la humanidad; el otro, el gran conquistador de Mé
xico, aparecido en vistas a la conversión de un número incompara
blemente grande de indios pagrnos lfc. Es cierto que las fechas de naci
miento de Lutero y Cortés distan entre sí, quizá, varios años; pero la
leyenda ilustra la conciencia de la magnitud del desplazamiento del
centro geopolítico de gravedad durante los años del reinado de Car
los. Quien quiera entender la Reforma en el marco de la política
mundial, deberá abandonar los puntos de vista alemanes, e incluso
los de la Europa occidental. Desde el ángulo de visión del imperio
mundial hispano-habsburgués, las pérdidas en el Viejo Mundo que
dan más que compensadas con las conquistas en el Nuevo.
En 1519, el año de su elección, Carlos no era consciente de hasta
qué punto los intereses de la política española se modificarían a
causa del descubrimiento de América. Carlos, nacido el 2 4 de fe
brero de 1500 en la suntuosa Gante, creció en la tradición de las bri
llantes tierras de Borgoña. Hasta más adelante no se sabría con
seguridad si el joven duque se alzaría por encima del rango
bajomedieval de un caballero borgoñón para alcanzar la estatura de
un soberano mundial español. Fue bautizado con el nombre de su
bisabuelo, el duque Carlos, llamado ‘el Intrépido’, representante tí
pico de la Edad Media cercana a su fin. Cuando el gran canciller
Mercurio Gattinara felicitó al recién elegido rey alemán, el 28 de ju
nio de 1519, con la afirmación de que acababa de obtener un poder
que hasta entonces «sólo vuestro predecesor Carlomagno había po
seído» 17, no estaba dedicándole una adulación vacía; se trataba de
expu enos L ^ r r ^
H H ^ E ís^
i j roSa j ^ o - — c o n stad^ ,-e c o
Lo primero que hemos hacer, ante todo, en este asunto es actuar con una
sran seriedad y no insolentarnos confiando en la grandeza de la fuer¿a o la ta-
aón, aunque todo el poderío del mundo fuera nuestro, pues Dios no deseo ni va
a soportar que iniciemos una buena obra fiándonos de la propa fuerza y razón.
El Jo echará todo por tierra y no servirá de nada. tal como dice el salmo 33:
na« z-osp S ;' : e^ ie í r Pe^ al™ ° - * ncsr b . - e ^ S o 'e n da •No e$ la muchedumbre de los gucueros lo que salva al rey, ni se libra el gue
rrero por su mucha fuerza.» Por esa razón, penso yo, ocurrió en otros tiempos
c onv ertid o en ” ™ d^ r S T ™ '' ” -™ ’0 * s e n o " * "« h em o s i¡uc principes tan notables como el emperador Federico I y el otro Federico, y
muchos otros emperadores alemanes, fueran pisoteados y oprimidos tan lastimosa
^ .
a a s , : ' u t,d :;; cho, í;s íab: rats ¿ p 1 ^ ,a<s sZ ;t:tO s ;rPe n ^^c L' Lnto s : mente por los papas, a pesar de que eJ mundo los temiera; quiza confiaron en
m propia fuerza mas que en Dios y por eso acabaron cayendo. ¿Y qué es lo que
^ la carne v L ^ S S S ^ m^ ^
ha encumbrado hasta tanta altura a Julio tí, sediento de sangre, sino, según creo,
el que F^ ^ ú , los alemanes y Venecia hayan confiado sólo en sí mismos? Los
d !n S " “ a ' ,!r ¿ p ; hijos de Benjamín derrotaron a cuarenu y dos mil israelitas, por haberse fiado
éitos de su f u ^ a (Jueces 20, 21).
Para que no nos ocuna lo mismo a nosotros con ese Carlos de sangre noble,
debemos estar convencidos de que en estos asuntos no tratamos con hombres
ñno ccon Jos príncipes del infierno que pretenden llenar el mundo de guerra y
derramamiento de sangre; no habrá, sin embargo, manera de derrotarlos de la
E^ oS^ manera antes dicha
Aqu> está, nUnruinen, 1*1 buln de León X con la que pretende reprimir la verdad
cristiana que ahora surge a la luz del día, y con la que pretende limirar y contener
nuestra libertad para que no se revigor ice y reviva por entero nuestra libertad que,
tras una larga opresión, vuelve por fi:n a dar señales de vida. Nos oponernos a cual
quiera que inietUC algo semejante y tomaremos por adelantado las medidas pliblíeab
que impidan a CSC hombre tener éxito y conseguir algo con su inquiera pasión y
osadía. Por Cristo inmortal, ¿cuándo nos encontramos en un momento mas favorable,
cuándo se dieron mejores circunstancias de hacer algo digno de un alemán’-' Ya veis
que todo se encamina Cfl esa dirección, que en el presente existen más esperanzas
que antes de ahogar C$t.a límma. de sanar esta enfermedad. ¡Armaos de valor y lo lo
gravéis! Aquí no se trata de Llir.ero sino de todos; la espada no se ha alzado contra
una persona, sino que nos ataca públicamente a lodos nosotros. No quieren que se
presente resistencia a su tiranta; no quieren que se descubra su engaño, que se descu
bra su estrategia, que nos opongamos a su furor y contengamos sus peores instin
tos l3.
41 Ulrich* vün Hutten Seliriíten, ed. T7.. Bócking, vol. .1, Leipzig, 1861, 302.
f 'T
Un acontecimiento alonan 65
Los romanistas han alzado con gran rapidez en tetrao suyo tres murallas y se han
protegido hasta ahora con ellas, de manera que nadie pudiera introducir reformas,
C00 lo que Io 11a la ciistíandad ha decaído de forma atroz. Un primer hgar, cuando se
les ha atacado con el poder secular, han declarado y dicho que tal poder lio tenia de
rechos sobre ellos, sino que. al corar ario, lo espiritual estaba por encima de lo tempo
ral. En Segundo lugar, cuando se les ha querido coudcnar con las Sagradas hsc finirás,
han aducido que nadie, sino el Papa, puede interpretarlas. En tercer lugar, si se les
amenaza con nn cur.cslio, se inventan que naciie mas que el Papa puede convocarlo.
Púr tanto, nos han robado subrcptic amento las Iros varas para quedar impunes y se
llan puesto a buen recaudo detrás dé esos tres muros para llevar a cabe todo tipo de
pillerías y maldades como ias que ahora vemos.,, tdue Diros. ahora, nos ayudo y nos
conceda tina de las trompetas coa que se derrumbaron las murallas de Jeiricó, de
forma que logremos aventar estos muros ríe paja y papel y rescatar lab varas cristianas
para mortificar los pe-cados y poner de mantliesto la astucia v el engaño del diablo,
de manera que mejoremos con el eas.igo y volvamos a obtentor la gracia de Dios .
44 WA 6. 406. 21-407, 8.
■'s WA 6. 407. 7s
46 WA 6. 446. 14s.
66 La ansiada Raí orilla
U n a co iU e a m íem n alem án 6?
h9
70 La atls'iada Reforma
cE ¿ ^ ¡s p~ .T O ecle
bio, que»daban claram ente libres d e ella. La ev olución de L u tero esta
estrecham ente unida a su congregación de agustinos sajo n e s reform a
de ellos. d o s y la rá pida difusión de sus pensam ien to s y escrito s es obra de
ésta, sobre to d o en lo s años iniciales.
T re s co n v en to s de observantes dejaron huella en la carrera del
fo„ nae " Ocaime' .r 'n d q p e n d .e n ie l í ' ' eCeS POd,'“ “ de joven m on je: en E rfn rt ingreso en la o rd en de los agustinos; en W it-
tanas de ia refor tm 20^ ? ;^ , Cl’ ^ “ « N on es reglam en- te n le rg , el con v en to se convirtió para él en cen tro decisivo d e su ac
de que aguí, en cl a m b b o de í ™ ^ Imp° rta n tc s Por el hecho tividad. en cu an to lugar de estudio y docencia. M ás tarde llegó a ser
posibilidad de una o í a ™ , ^ C°ngregaCi° nes' Se P ef i!a :,a la in clu so su hogar y el d e su familia. E l con v en to de N urem berg, fin ah
p" ? ™ * P a ; ,aas¡<or a 7 e ,°Kno„" le !“ !,ic a - * ■■ ■» e» « ,- m ente. l a e el arsenal espiritual de la incipiente Reform a, que c o
m enzó a irradiar hacia ias culturas jn u n id pales de la A lem ania del
m .d o s I le Z . f T í J 1T P ™ 6™ ™ " * k » agua ™ , -efor- sur v sudoeste. P u tero m ism o nom braría en un lugar destacado una
e n el « ¿ J O S "' IT " ;,” ^ .5 L " T t ** ¡” - cuarta casa. la d e los agustinos <le A m heres, de d o nd e salieron los
prim eros m ártires de la Reform a. P ero para cn to n ccs, en el a ñ o '1.523,
d euix 'o ;t : ; cRZ : , e n c li ::<o c ; ; : ; s í ír ” ucC‘ Un e s!dí - í e n n e ; ¿ ' la palabra 'refo rm a’ había adquirido ya un nu evo sigm ficado.
>■ “as c M ad .* c„„„ W I e je o cír ^ i^ o
Vi nn ángel que descendía de. ciclo, trayendo H llave del abismo y una gran ca
dena en su mano, Temió al dragón, 5a serpiente antigua, que C6 el diablo. Satanás, y lo
encadenó por mil años, l o curiño al abismo v ferró, y encime de é! puso un sello
para que n o extraviase más a las Melones basta terminados los mil afios.1
1 Die ScliúHcn des Heiligep í'sinzisíus von Assisi. ed, K. Esser v L. Ha rtlick,
yferS, 1V72. %.
78 I.a ansiada Rciorma
Cuando se bebieren acabado los mil antis* .será .Satands soltado de su prisión y
5 a)c.rá
a extraviar a ll$ naciones que moran vn los cuatro ángulos de la tierra...
Ajwcalíps'ts 20, 1-3; 7-H
1.a hija embtu-airadí, por su pudre, coni.cpL-iún del Anncrísro, Xilngrabado de Ja obr;¡i
Dcr Anüchris!, Ksimburgo» e, 14H0.
Un acontecimiento medieval 81
5. Lutero el extraño
7 Sólo he tenido acceso a un texto inglés ‘scttu oficial’: nOur Fatber-in-H anxn,
Rtirk and Kedemer o f Israel UtiS thc State o! Israel, the begiming Ot thc sprouting o í m u re-
dtmptitm...» [Padre nuestro que estas en los ciclos, roca y redentor de Israel, bendice
al l'\t¡ido de Israel, inicio del surgimiento de nuestra redención ...J. Cfr. E. L. Fackefl-
Ih-íih, The Jcwisli Rciurn ínto History. Rcflectinns in thc Age of Auscllwit2 and a
New Jcrusiilem, Nueva York, 1982.
83
Un acontecimiento medieval
but-Ko, c. 1480.
tirataei
84 la ansiada Reforma
las necesarias medidas de reforma hasta los últimos días. Con motivo
del gran programa de renovación propuesto por el papa Adriano VI
a los alemanes en la segunda Diera de Nuremberg, el 3 0 de diciem
bre de 1523, Lutero deja bien claro — con laconismo e ironía a un
mismo tiempo— que se ha de pensar de los esfuerzos J e la curia:
para la reforma necesita dos hombres, «uno que ordeñe al chivo y
otro que mantenga debajo un cedazo»
7. El Anticristo y su tarea
Cristo arrufa Uc i Templo a los mei caderes', Xuoprao.KIo de Ja hoja volante ta íio m ria
de Cristo y e l Aníensto, Ilustrado por Lucas ('vanach el Viejo, 1521.
‘El vic.lru , de Crista Ii atica con indulgencias'. Xiiognibaclo de la hoja volante i\raO-
m r i o d e C r is to y e ! A n t u m t n , ílusrt ado por Lucas Cranach el Viejo, 152).
Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las cons
trucciones del templo, El les dijo; ¿N’o veis todo esto? En verdad 08 digo que no que
dara aquí piedra sobre piedra que no sea demolida. Y sentándose en el monte de los
Olivos, llegáronse a él aparte los discípulos diciendo: Timos cuándo será todo esto y
cuál será la señal de tu venida y de la consumación del mundo.
Jesiís les respondió-- Cuidad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi
nombre y dirán; Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. Oiréis hablar de guerras y
rumores de guerras, pero no os turbéis, porque es preciso que esto suceda, mas no es
aún el íin, Se levantara nación Contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y
terremotos en diversos lugares; pero todo esto es el comienzo de ios, dolores.
Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de to
dos los pueblos a causa de mi nombre. Entonces se escandalizarán muchos y unos a
otros se harán traición y se aborrecerán; y se levantaron muchos falsos profetas que*S .
111 bernardo de Clairviiux, Sermones super Cántica Cánticortim 1-35. sermón .33,
S. Qcniarjí Opera, vol. 1, .Roma, '19.17, 2-0
" WA.3,417, 1-42.5.1!; Salmo 69,1-5.
Un acomeciiníenio medieval 91
WA 3. 425.7»,
o AWA2 606,2-4;. 1519-1521
?2 La ansiada Reforma
«Nunca 1e ha icio tan mal a! mundo»; las gentes J e capelo rojo (el cardenal Alberto
de Maguncia) [a la derecha] y capucha negfR (.Toh^nnes Tctzell [a SU lado] encare
cen el precio de las imiulgenciias, los ‘peces gordos* acucan dinero y los. astutos
usureros le sacaii al 'hombre común’ los cuartos del bolsillo. Hoja volante, c. !
•’ YVA3. 422.
94 I*i ansiada Reforma
«Hay que enseñar a los cristianos que quien J a algo a los po
bres, quien presta algo a un necesitado, actúa mejor que sí com
prara una bula de indulgencias» (tesis 431.
«Hay que enseñar a los cristianos que quien ve a un necesitado
y no le presta atención y, en cambio, compra una indulgencia, no
consigue la remisión de la pena otorgada por el Papa, sino la cólera
de Dios» (tesis 43).
La mejor penitencia es la enmienda, pero ésta se dirige a la
vida en el mundo y está por tanto en contraposición con la santa
huida del mundo, que es lo que se pretende.
«Hay que enseñar a los cristianos que quien no posea riquezas
Superfluas está obligado a conseguir lo necesario para su familia y
no gastar su dinero en indulgencias» (tesis 46).
Lutero defendió siempre la necesidad de las buenas obras: «Se
me debería llamar Doctor honorum operum, doctor de las buenas
obras.» Es cierto que ya no cuentan com o méritos ante Dios — a
más tardar, desde 1 3 1 6 — , pero son indispensables com o servicio al
mundo y a sus disposiciones. Este punto será desarrollado de
forma programática en los años siguientes. El L u tero temprano de
los años iniciales de Wíttenberg fue, en su trabajo de-profesor, un
profeta de la penitencia. En el año 1320, cuando el fraile salió de
su celda conventual y apareció en público con sus grandes escritos,
se mostró ya com o una persona conocedora del mundo y abierta
a él.
Esto está muy lejos de ser normal. La Kdad Media conoció mu
chos predicadores penitenciales, figuras ascéticas que — dorados de
una gran elocuencia— invitaron a las masas a reformarse para
transformar la sociedad de acuerdo con el modelo de los ideales
monásticos. La propuesta ce vivir sólo para la santidad era algo
que nunca dejaba de causar impresión. El alumno Martín, según
recordaba en 1533, cuando era ya un doctor adulto, admiró en
cierta ocasión en Magdeburgo a uno de esos santos: «Cuando iba a
la escuela en Magdeburgo, con catorce años, vi con mis propios
ojos a un príncipe de, Anhalt... que, con la capa de los descalzos
[vestido de fraile capuchino] recorría la BreitenstraBe pidiendo pan
y cargaba con su saco como un asno obligado a encorvarse hacia el
suelo... Habían sido tantos sus ayunos, sus vigilias y sus penitencias,
que tenía el aspecto de la muerte, puros huesos y piel; murió tam-
97
96 l.a a i^ ^ ^ a R e fo rm a * Un e c o íi^ imicftto medieval
bien pronto... Q uien lo con tem p laba se desvivía de d evo c ión y no p o vicial som etido a to d o s y a todas b s ra se s» w . D os m es« antes
día menos de avergonzarse de su estado se cular» 1.5 había exp u esto L utero el carácter co le e-ovo de esra actitud de ser
L a imagen grabada en cobre por L u cas Cranach el año 1520 del v ic io el m ejoram ien to social, en üu escrito al R e y p o m a p^ t^ -
erm itaño agustino M artin L u tcro presenta exactam ente los rasgos de bleza, estam en tos y m unicipios’ *> — t ít ul ° original de su o b ra a la
un p red icad or m onástico penitencial: d Savonarola d e W’ittenberg, d nobleza a l e m a n a - . E n el régr n en de vleza leza que cv'tar el luja
antitipo d el fraile t^ ^ d abas. E l grabado d e C ranach se queda con « por el q u e tantos nubles y r,Cos se em p o b re c e n »; s e . ha d e regu
este esquem a de: santidad m onástica — y pasa por afro a L u tero — . lar el com ercio , para que « d dinero no salga d e las Uerras alem a;
Sus serm ones reform istas no son una p réd ica de retraim iento a scé nas»; la usura es «la m ayor desgrad u de la nación alem ana- el
tico, sino que se di rige n al m undo — no con la in ten ció n de transío r- dura cien años mas, será im posible que M em o r a con serve to d a
m arlo en un m onasterio, sino en la idea de que continúe com o Vía un p en iq ue». Igualm ente in m o ral^ son los m o n o p o lios> «en
m u n d o y sea lo que es: la bu en a creació n de D ios. L u tcro se dec lara est e punto , h a b rá que h acer tasc ar e| fre no a los Fugger y otros
a favor de que se haga justicia según las leyes seculares — precisa personajes sem ejantes»; y, t'inalrncm e «¿no es lastim oso que n oso
m ente é l, que d u ran te to d a su vida sólo tuvo hirientes sarcasmos tros , cristianos, m antengam os brnx b b s ^ b r a s e .?» 21-
para los juristas y su ju risp ru d en cia— . D efien d e la hum anidad del E stas m edidas prácticas no se e ncam inan a la real'zaci « « leza
d erech o civil, que es «m ejor, más rico y más ho n rad o que el c a n ó tórica de utop ías medievales de re lo rma Fi escrito a la n° b l eza
nico» l ' . e stá a siglos de distancia de los sueños med u l a s de b s obras
reform istas, con sus esperanzas en b r a nsto rm M i ™ de la socte-
A finales d e o ctu b re de 1.520. L utero p u blicó su m anifiesto sobre dad por un papa angélico o por un em perad ° r de la paz. E
la L LibrW d d hombre crrrttd«o. En él se habla de la liberación para la gram a de L u tero no necesita tam p or a de santo« m uUantes d e los
salvación y de la liberación p ara la acció n. « E l hom bre cristiano es últim os tiem pos, q u e ‘allanen los cam inos d el S eñ o r e n el d e
señ o r d e todas las c o sa s y a nadie está som etido» ls. L iberad o d e las sierto’ sin ate n d e r a pérdidas. E sa es la rttzOT de q u e L u tero nO
con stricciones de la ley, el creyen te se ha co n v en id o en hered ero de exponga sus propuestas de perfecció n con e| tono d e tm m v ° del
la santidad, ia justicia y la piedad de Cristo: <y N o es acaso una feliz teócrata que d ebe reorientar su m und o de una vez por to das de
d isposición el que C risto, el esposo rico, noble y piad oso, tome en acuerdo con la ley de Dios. El catálogo c b reform as de L u tero
m atrim onio a la putilla pobre, despreciada y m ala, la descargue de carece de toda p reten sión de valida , pe rpetua; c ° m o él mismo
toda de sgrac ia y la adorne con todos los b ien es?» 1.5 Esta ‘feliz d isp o d ice no reco ge más q u e las sugerm leza de un te ólogo> que c ° -
sición’ es la liberació n de la esclavitud del h a m b re d e sa lvación v d el no c e lo s problem as de su nem po, sin pod« ten er una ix :rsp cct*va
m iedo a n o conseguirla. l.a 'pu tilla p o b ie , d esp reciad a y m a k ' puede de tod os los a s p e c t s prácticos d e los m lezatJS. La re lorma _ e n
ahora participar de la libertad, recibida gratuitam ente. D el mismo cu an to ‘m ejo ram ien to ’ n o exige una d ecisión ufrim a, auton taria e
m odo que C risto se puso a nu estro servicio, d ebem os tam bién n o so infalible, sino exp eriencia política y un co n o cim ien to prot esional
tros ayudar al prójim o con nuestros actos, ‘por su bien y m ejo ra de la m ateria. . , „ . .
m iento'. Luteto nunca se auto c a lfic ó de ‘fe lezau lezaf . P ero )amas se
La libertad cristiana se recib e a cam b io d e nada y se transm ite al avergonzó de ser un profeta; com o eva n gelisra’ quiSo difundir la
p rójim o gratuitam ente. P o r eso, «e l h om bre cristiano es un siervo ser aleg re nueva. P red icad o r, d octor o prolezai- í uer° n n om bres q u e
se dio a sí m ism o. pues realm ente lo era. S in em bargo > n u n ca
tuvo pretensiones de ser un reform ador, de la misma manera que q u e hayan tom ado p arre o por más que hayan co m b atid o a los here
tam poco presentó su obra corno una ‘reform a’ jes: ¿son acaso buenas obras abandonar familia, casa y hacienda a fin
E l uso lingüístico corresp on d e al h ech o re a l de que la 'reform a' d e co rrer tras la propia salvación? E s to es lo que regocija al dem onio,
habrá de ser definitivam ente un acto de D ios. C u and o, no obstante, pues al obrar así hacem os un p erju icio a Dios y ayudamos al diablo a
L u tero recurría — muy raram ente— al con cep to corriente de ref o r introd ucir el caos q u e anhe la.
m ad o. se referí a al ‘m ejoram iento terren o ’. P ero tam bién en este L u te ro ha traslad ad o del cielo a la tierra la m eta de la ética cris
punto deberíam os ser actualm ente más precisos en la traducción, tiana. Las buenas obras producen la ‘salvación’, la salvación que co n
pues no fue un regenerador secular que lanzara una ofensiva prom e siste en sobrevivir en un mundo amenazado.
tedora en favor del rearm e espiritual d e la Edad M o d ern a contra el
pecad o, la guerra y la miseria. L utero no es un pregonero de la época E l anu ncio de reform a inm inente p ro clam ado p o r L u tero y sus
moderna sino del fin de los tiem pos, del tiem po de la E d ad M edia, requ erim ientos de m ejora sólo se pueden entend er sobre e l t r as
por supuesto, p e ro ta m b ié n y al m ism o tiem po del prin cip io del fin fo n d o d e la E d a d M edia. L a visión d e L u tero relativa a los últimos
d e todos los tiem pos. tiem pos, cuya aparición habría sid o im posible sin la Edad M edia, sig
Las propuestas de m ejora de L u tero no se han de calificar, por nifica la n eg ació n de todos los intem o s de transform ación del
tanto, com o una é tic a para la vida, lo que ha d ado y sg u e dando pie m undo, in clu so los m odernos, desde la espe toranza) en d advenim iento
a confusiones. Por más fascinante y orienradora que, incluso hoy del reino de un Joaqu ín de Fiore hasta las luchas de los cam pesinos
día, sea su llamada a actuar en lib e rtad, no ha legado un ‘m anual de en pro de su d ere ch o divino. Podríam os considerar a L u tero partid a
vida pú blica’ ni un programa im perativo de políti c a con tem p orán ea a r io radical d e ^ Bernardo de Clairvaux; radical. por el h ech o de q u e
los gobiern o s y sociedades con objetivos d estinados a perdurar siglos. para su época los tiem pos habían llegado a tal punto que la predica
Su ética es una ‘ética de supervivencia e n tiempos peligrosos'. P ero ción <le la cruzada no convocaba ya a la liberació n de Tierra Santa
e n un co n texto de caos y pelig r o tal ética es necesaria para la vida, sino a la d e los san o s . H a bida c u e n ta de lo avanzado d el m om ento
razonable y práctica, no tien e vigencia legal, pero es capaz ele acom o d el m und o, las cruzadas no se habrán de organizar c o n el po d er de
darse a las necesidades d el tiem po. L a fe destruye cualquier p reten los ejércitos, sino con la fuerza del m ensaje de la m uerte c:n la cruz
sión d e validez e te ^ rna y proporciona, en cam bio, una visión correcta d el C risto inerme.
d el verdadero valor del hom bre, que no ensalza ideológicam ente la No puede, pues, hablarse de una 'introd ucción de la refo rm a’ por
miseria com o sacrificio necesario en vistas a la esperable ganancia al parte de L u tero. D esd e su punto de vista se trata de medidas para el
fin de la vida. Si el cristiano vive en tre la rabia del d iablo y la có le ra m ejo ram ien to d e l m undo, a fin J e q u e pueda subsistir hasta el m o
de Dios, habrá que aprovechar el tiem po restante y proteger la crea m ento en que D ios ponga fin definitivam ente al caos. E sta con cep
ción, nuestro esp acio vital, en la m edida de nuestras fuerzas. E l en ción de la vida en los últimos tiem pos dificulta el acceso a L u tero del
cargo d ivino de cuidar del m undo vige hasta n u estra úln’ma hora; en h om bre m o d erno : el d o c to r d e W itten berg da p ie , justam ente, a una
esto — sólo en esto— es d hom bre auxiliar d e D ios: «Es cierto que él in terp rerad ó n por la cual sus enem igos lo arrojan a la Edad M edia y
puede m uy bien obrar solo, pero n o desea hacerlo ; quiere que co o sus partidarios lo estilizan hasta convertirlo e n m o d ern o portavoz d el
p erem os con él y n o s h ace el h o n o r d e querer com pletar su o b ra co n progreso.
nosotros y por m edio de nosotros, y si nosotros no deseam os este h o E l h ech o de que Lucero no pueda entend erse desde la época me
nor, él solo ayudará a los pobres...» 23 dieval ni d esile la contem poránea es al mismo tiem po la razón de su
E l tribunal d ivino se alzará c o n ntra los q u e se nieguen, p o r más capacidad para v o lv er a anunci ar d e forma vivida y cargada de expe
misas q u e hayan encargado celebrar, por más peregrinaciones en las riencia al h om bre de su tiem po el m ensaje cristiano prim igenio de la
irrupción próxim a d el dominio de Dios. A pesar de la escasez de c o
i* WA 6. 227, 29-32: s^ ermón sobre las buenas obras, ele 1520. n ocim iento s lin gü ísticos — de acuerdo c o n nuestras pautas— y de la
100 1.a ansiada Reforma
¡Gloria a Lulero1 ¡Gloria cierna a este hombre querido, a quien debemos la salva
ción de nuestro bien mús noble v de cuyas bondades vivimos aún hoy! No nos co
rresponde a nosotros bmcinarnos de las limitaciones de sus pumos de vista. K1
enano sentado sobre el hombro de un gíbame puede, sin duda, ver más lejos que él,
sobre todo si usa gafas; pero para conseguir una visión superior le faltará el senti
miento elevado, el corazón de gigante que nos es imposible apropiarnos .
101
102 ba ansiada Reforma Un ^ » ntecímienv> primigenio 103
5 'OCA 18. 299, 25-29; «Ki'mahnung zum Frieden auf die zwólí Artikd Jet1Bauer-
ícli.ih m Scli-val'.'.n.-, 1.52.5. CIA Jokvunx VCAlrmuin. Pin Vriedensappcll - Lutficrs
leraes Wort i:n Bauernkrítf!, on Der WirfcUchkdisanspruch von Thcologie un,i Kvii
Kltm, Krnst Sicinbach zum 70. OeburLStag, Tubinga, 1976, 37-7.5.
Un acontecimiento primigenio 101
Los padres: Hans Luthet y Margaiele dlaiina). tic Soltera Lindcmami. Retratos de
Lucas Cratiach el Viejo, 1527. la inscripción sobre el retrato del padre dice: «ti 29
de junio [en realidad, maj'oj de ]5j0 entrego SU alma n Dios llans Luther, padre del
doctor Martín » La de la madre: «El 10 de Junio del año l i l i entregó su alma a Dios
Margaveta í.uthcrin. madre del doclor Martin a
Crnto; juez universal; M«*u> 5'Juan inremeden finr los fieles amenazados. El juez dice
a los justos Ja palabra -Venid», y a los malos, «Jd„ ¡aJ infierno). XíloeralMdo de la
obra DerAitticSrist. f.strasburgn, e. 14S0.
Un acontecimiento primigenio 109
* Demostrado por O. Ciernen en el año 1934: WABr 3. 287 s (nota 14). Fu puesto
con todo rigor por 1. D. K, Siggins, Lurber’s Motber MnrgarCthe, ere Harvard Theolo-
gical Rcview 71 L1.97R), 125-Í50. En esta ultima obra aparece una bibliografía deta
llada. Heinrich Bornkamrn h¡t observado Va que la abuela de Lutero, de apelado Zie-
gler. había sido contundida con su madre, Lindemann. Cfr. H, Bomkamm, Heinrich
Bohmers «TunRcr Lurheo und díe neue Luihcrforschung, en: I I Bohmer, Oer junge
Luthcr.cd. von H. Bornkamm, 57 ed., Stuttgart, 1962 [Leipzig 1939), 35Rs.
111
Un «conocimiento primigenio
No se debe camgar a Jos niños con rama dutcía: mí padre me castigó taatu en
cíerm ocasión de que escapé de su lado y él estuvo inquício hasui que consiguió
113
Un acontecimiento primigenio
«raerme de nuevo. Nunca me gusto ispear a mi ílans, pues evo lo liaría ñeco y
lo enemistaría conmigo, cosa qoe considero el mavnr de los malos. Dios actúa e
modo sigi.iicr.iet Hijos inio-e no soy yo personalmente quien os disciplina, sino que
lo U u por medio de Satanás v del mundo; pero si me tnvocais y os dirigís ,i mi,
entonces os salvo y os enderezo. En electo, Dios Nuestro Señor no quiere que nos
enemistemos con él
m
116
l,a ansiada Reforma
caso d e la congregación de W in d esh eim , b ien en recatados grupos J e Con el cam bio de siglo, la Europa al n o rte de los A lpes com ienza a
laicos, postularon la m isión interior y la reform a m onástica v co m u tom ar con tacto con el R enacim iento italiano. L o s v aled ores d el m ovi
nal. P u b licab an tratad os teológicos y ellos m ism os acostum braban a m iento reform ista no son ya los artesanos y la pequeña burguesía:
leer a los padres de la Iglesia, ante to d o A gustín y B ernard o. La d e una clase social superior tom a ahora la iniciativa de renovación de la
fensa de la pervivencia de la com unidad realizada por Ju an G erson Iglesia y la sociedad, con otras p retension es y o b jetiv o s. Se agrupan
en Constanza le hizo, com o es natural, esp ecialm ente querido entre en sodalitate.s, soc iedades cultas, que se reú nen en las casas de los pa
los herm anos. A dem ás, al parecer, él mismo vivió de form a ejem plar tricios, m antienen un intercam bio epistolar y p ractican la retó rica clá
los ideales d e los devotos: con erudición, pero sin las alharacas de las sica com o fundam ento de la verdadera educación.
agu dezas científicas, logró expon er en sus escritos las esperan zas v T am b ién los d evotos habían invitado a acudir a las fuentes, pero
quejas de sus con tem p o rán eo s. G e rso n no resultaba revolucionario. lo que ellos ofrecían eran florilegios, c o le ccio n e s d e dichos para la in
sino edificante, y no se o cu p ó tan to de la élite estudiosa cuanto de trod u cción en la vida recta, en la sen cilla im itación de Cristo. Frente
los sim ples cristianos, tal y com o los ‘h erm an o s’ im aginaban la prác a ellos se ab re ahora un nuevo m undo, e l m undo de la Antigüedad
tica de la piedad m oderna. Ju m o al púlpito de la iglesia de los h erm a clásica y cristiana. D e la casas editoriales de Basilea, Estrasburgo o
nos de U rach, en W ü rtten berg, le erigieron éstos un m onum ento: N u rem bcrg salieron las ediciones com pletas de los padres <le la Ig le
Ju a n G e rso n ap arece allí com o un d o cto r de la Iglesia, com o A m bro sia, en las que podía estudiarse la ‘verdadera’ eru dición cristiana. Los
sio, A gustín, Je ró n im o y G regorio M agno, los antiguos padres de la herm anos se con cen traro n en las lecturas edificantes de la B iblia, sm
Iglesia. d ejarse d istraer por cuestiones so b re el ap arato científico de las va
El m ism o L u tero no nego su reco n o cim ien to al patrón y p ro te c riantes textuales v las explicaciones filológicas. P ero en este m om ento
tor de la Detolto Moderna, a quien dio el calificativo de ‘D o cto r del la pauta para el co rrecto enten d im ien to de la B ib lia no era ya el
con su elo ’. E l reform ador lo ve, tal com o lo veían los herm anos, com o abecé de la piedad, sino los d iccionarios y gram áticas de las lenguas
un pastor de almas y un te ó lo g o edificante. Sien d o ya un joven p rofe griega y hebrea.
sor de W itten berg daría pruebas de su con oci m iento del m ovim iento E l tiem p o de la Devotio Moderna había pasado ya y no resurgid a
de los devotos. Cita al escritor de mayor éxito salido de la corriente hasta más tarde, cuando, con otras form as, volvió a incitar a la verda
de la Devolio Moderna, G erald Z e rb o it van Z u tp hen, si bien lo c o n dera piedad por oposición a un a cien cia petrificada. P ero esto p erte
funde con el fundador del m ovim iento, G e e rl G ro o te U Tam bién c o nece va a la historia de los inicios del pietismo.
nocía el Rosctum, el libro edificante y de m ed itación de Jo h an n es r'.J espíritu que se im puso en el siglo XVI y que q u ería unir c ie n
M auburnus, m iem bro de la congregación de W indesheim en el m o cia v sabiduría, sin som eter la prim era a la piedad, era muy distinto.
nasterio de St. A gnietenberg, ju nto a Zw olle. L u tero estu d ió y supo Erasm o de R otterd am , quien com o alu mno de los devotos de D even-
apreciar igual m ente algunas obras de é x ito de la Devatio Moderna: ter - q u e en esa últim a é p t c a seguían bajo la d irecció n de A lexander
pero nada mdica que se interesara por el programa de los devotos, v H egius, el reform ad or pedagógico más im portan te de su ép o ca— ha
menos aun en M agdcburgo, pues en el año pasado en esta ciudad e s bía tenido m otivos más que suficientes para dem ostrarles su re co n o
tuvo aún ocupado en adquirir los principios fundam entales de sLt cim iento agradecido, se queja más bien con amargura de la estrechez
ed u cación. de miras de los herm anos. Según él, carecerían de cualquier sensibili
En tiem pos de L u te ro , la Devotio Moderna, al difu nd irse, no c o n dad para la cien cia y 'las bellas a n e s ’.E s t e en ju iciam ien to de la pro
servaba ya tan m arcados algunos de sus rasgos característicos. H ab ia pia educación, un d ocu m ento de la em ancipación penosam ente c o n
tran scu rrid o un siglo desde su fundación y se acercab a, por tanto, a seguida en la ép o ca del H um anism o y la Reform a, se dejaba oír a
su fase final. Tam p oco fue ella el cam ino p o r donde entró la reforma. m enudo por aquel entonces. T am b ién este rasgo torm a parte d d psi-
cogram a del tiem po de L utero y no pu ed e, p o r tanto, lim itarse a la
.56. 14; cfr. WA 3. 648, 26. historia de la niñez del reform ador. E l d istanciam ien to que tamhien
120 La ailsiíidfl Rvtotmii
Señor y padre mío. a quien tanto estimo y a quien quiero aún más; por fa
vor, deja de sorprenderte de que me haya marchado en secreto, sin despedirme
de ti y de que haya ixxlido hacerte tal cosa» como si entre nosotros no existiera
la más profunda unión, como si un olvido desagradecido hubiera borrado de mi
arr*47Ün cualquier recuerdo, como sí una tormenta fría y desconsiderada hubiera
apagado en mí cualquier chispa de amor. Nada hay de todo esto. Las cosas no
han ocurrido según mis planes, como para resultar culpable de algo por haber
emprendido ¿alguna iniciativa, cuando en realidad he sido víctima de las drcuus*
rancias.
Es Cierto que me he marchado; aunque no, más bien me he quedado jwrtto a
ü en mi mayor y mejor parre y siempre permaneceré a iu lado. Estoy además
completamente convencido de que significaré tamo para lí, que la confianza que
en raí pongas nacerá no de mis actos fino, únicamente, de ru bondad, de maneta
que no vas a permitir que, sin culpa por mi parte, pierda cuanto he conseguido
k'
22 'X'A.Hr 1, Ife, 1 21; 17 de irían,, de 1509. johannes Braun aparece citado en otra
ocasión, cuando lutero solicita al prior de los agustinos de tírfurt, Jobinnes Lang.
que haga llegar su sermón al c-apirulo reunido en Gotha. WAIir 1. 52, \ 30 de agosto
de 1516.
21 WABr 3. 257, 2 ; 25 de noviembre de 1518.
^ WABr 1.515, 75-Tíí; 3 de octubre de 1519.
124
l,a ansiada Retoiwa
;i WA I 4S, 21; 1515; algo semejante se lee en una de las últimas conversaciones
de r»obi-emcsa, Eislcbcn 1546. WAT 6, nüiu. 6809; 2ÜÓ, 21. CtV. Deuischcs Spricrh-
wurterlexíkon, cci. fC F. VC*. Wancier, voL 4.i.)armstadt, 1964. col 1113. núw. 1251.
Un acontecimiento primigenio 125
f
128 La ansiara Reforma
«Mo es raro oír que el diablo agita las casas y se pasea por ellas.
En nuestro convento de Wirtenberg lo he oído claramente. Cuando
comenzaba a leer ei salterio y después de haber cantado los rezos
nocturnos, una vez sentado en el refectorio estudiando y escribiendo
para mi clase, llegó el demonio y alborotó tres veces en el infierno
[espacio situado detrás del h o rn o ! como si alguien sacara de allí una
cántara arrastrándola. Al final, com o no se estaba quieto, recogí pre
cipitadamente mis libritos y me fui a la cama; pero aquella ocasión
me trae remordimientos por no haberle ofrecido resistencia a pesar
de haber visto lo que el demonio querja hacer. Aún le oí en ctra oca
sión en el convento encima de mi celda.»
K1 climax formulado en la frase final, la expresión declarada de
desprecio hacia el diablo, era entonces inaudita y hoy se pasa por
alto: «Pero en cuanto me di cuenta de que era él, no le presté aten
ción y me volví a dormir» 2!j. El demonio desvela su verdadera esen
cia no cuando actúa como duende tuidoso sino como adversario que
niega la palabra de Dios; entonces es cuando provoca el espanto. Se
apodera de .a conciencia, cita las Escrituras y es más piadoso que
Dios mismo; es lo satánico.
WAT ó, aóm. 6832; 219, 30-40. Véase M. Osborn, Die Tcufelsliteratur des xvj
Jahrhundeus, Berlín, 189.3 [Híldesheim. 1965]; H. Prení$, Die Vorstellungen vom An*
tichrist im spáten Mittelftlter, be i Luther und in der kontessionellen Polcmik. Leipzig,
1906; H. Obeudiek Der Tcufcl bei Martin Luther. Eine theologisehc Untcrsuchung,
Berlín. 1931; H. K. Gerstenkom, Weklich Kegunent zwischen Cottesreich und Teu*
felsmacht. Die sta&tatheuretisehen Aufiassungen Martin Luthers und ¡hrc poíitischt:
Bcdcutung, Bonn, 1956; K, L. K.oo$, The De vil in 16ih Ccniury Gorman Literatura;
The Teuíelsbücher, Tierna, Francfort del Meno, 1972.
2* WAT 6. núm. 6827; 2 V ) , 40-216, 9.
Un aeontuc.iinientü primigenio 129
las ideas medievales sobre el demonio, según las Cuales el mal descu
bre la profunda vinculación entre pecado y mundo. Para Lutero las
cosas son completamente distintas: lo que incomoda al diablo no es
la vida del trabajo y los asuntos mundanos. El adversario está más
bien cerca de donde Cristo esté presente: ‘¡Cuando el diablo nos
acosa, entonces nos va b ie n !3il.
Todas estas historias de demonios están tomadas, sin excepción,
de las Conversaciones de sobremesa de l-utcro, la compilación de char
las mantenidas por él en el círculo cambiante de sus invitados. Allí,
en el antiguo convento de los agustinos de Wittenherg, se discutía
sobre Dios y el mundo, se reflexionaba sobre los acontecimientos
diarios de actualidad y se intercambiaban recuerdos, Los relatos re
trospectivos de Lutero no servían a su propia vanidad ni se dedica
ban a la contemplación de ‘los viejos buenos tiempos’ por parte de
un hombre entrado ya en años Por lo general tienen Una moraleja
actual: van dirigidos a llamar la atención de la juventud ante la resis
tencia que amenaza al anuncio del evangelio en el futuro.
Algo parecido puede decirse de las experiencias con el diablo.
No sirven como cuentos de miedo para entretener una tertulia noc
turna, sino como consuelo y fortalecimiento de almas angustiadas y
tentadas. Las preguntas de los compañeros de mesa a las que res
ponde Lutero surgen del miedo tradicional al diablo de la Edad M e
dia, común a sus oyentes independientemente do su formación v su
origen social. Es improbable que fuera Margarete Luder quien, con
sus su[)crsricioncs llegara ejercer una influencia tan considerable.
sem ejantes predicadores alborotados salidos del con ven to y co n o ci 4 ticristo ’. Lutero muestra que sólo puede haber una respuesta para
dos hasta la saciedad — p ron to se les tacharía de oscurantistas— . L u [ esta ‘basura d em o n iaca’ y lo hace no co n la rabia im potente del an-
tero, en cam bio, está Un satisfec ho de este serm ón que se preocupa * ciano, sino con la pasión provocadora pero m u y m editada de la ju-
pe rso nalm ente de que se difunda y hace Uegar un ejem plar a su venttud: « Y tú lo vas a com er!» ’ L
amigo Jo h an n e s B rau n y a su antiguo m aestro en la escuela d e San A quí adv e r tm o s algo m ás q u e ed u cació n y en to rn o. L a fuclm a-
Jo rg e d e E ísen ach 5\ ción v la con v icció n se aúnan e n pod erosa alianza, q u e c o n o ce sus lí-
E l respelo no debe im p ed ir q u e ap^ ^ ^ n las p esies de L u lero , , mites' v no se atreve a atravesar las 'pu ertas d e l infierno, pero que
ni siquiera por el h ech o d e que tales expresiones sean hoy ¡nad ecua- hace lo posible p o r sacar a la luz d el día en toda su repugnancia y
das. Q uien lo trate con tales precauciones no toma en serio sus pala perversión la profanación de D ios y d el h om bre que diariam ente
bras. Su lengua tiene tal carga física y realista que en medio d e su practic a el diablo. Las pullas verbales lanzadas por L u tero a lo largo
d esprecio irritado contra el diablo llega a m andarle ‘un pedo com o de su vida con tra los adversad os del evangelio pierden su vigor si se
bastón’ 58: Y tú, Satanás, A nticristo o Papa, apóyate en él, en esa nada rem onta su origen a una ingrata alcoba infantil. Más bien revelan
m alo lien te, C u an d o el psicólogo oye cóm o sufrió L u tero, ya en el cóm o L u tero e n tend ió su misión: ¡luchar contra el m áxim o difam a
co n v en to , <le un d oloroso estreñim iento. intenta analizar un co m dor de todos los tíe mposl
plejo de fecatorio. Sin em bargo, si tenem os en cuenta e¡ co n texto h is Una m irada retrospectiva a los a ños d.., ju ventu d no nos ha per
tórico total, habrem os de tom ar en serio este lenguaje fecal com o ex mitido destacar ni personas concretas ní acon tecim ientos d eterm ina
presión , precisam ente, de una lucha em prendida en cuerpo y alma dos, a los cuales pudiera atribuirse una influencia esp ecial en la evo
contra el enem igo que amenaza a ambos. lución de Lutero. Las posibilidades de aproxim ación al niño y
La investigación sociohistórica explica claram ente o tro aspec to e sc o la r que fue M artin L u d er son m uy limitadas. Al lector m oderno
de este lenguaje. E l vocabulario coprolcígico de la propaganda refor de intenciones psícologistas que desee d escubrir la persona detrás de
mista se dirige con in ten cio n es agitadoras al ‘hom bre com ún'. La per- la obra se le pe dirá que se tome la m olestia J e esperar pacientem ente
son a de respeto, sc:a d iablo o Papa, quedará patentem ente- desenm as hasta que pueda encontrarse en sus escritos algo inteligible. Igual
carada c uando se le bajen los pantalones E P ero L u tero no se- queda m ente, el intento de descubrir, por encim a d d m u ch ach o M artín, al
en esto, no es el altavoz de una clase hasta entonces m uda. E l 'cu lo, padre, Hans. o a la m adre, M argarete, fracasará en su búsqued a de
c o n el que el d iablo se equ iv oca' es m ás que una expresión procaz fuentes. Seguram ente h a b r á teorías que, para exp licar con v iccio n es
c ^ l d a por sus pro pó silos provocador es. C u and o dice d el d a b lo que fundam entales posteriores, se re tro tra g a n a las exp eriencias vividas
su palabra es «m alolíente y falsaria » no esta fijánd ose precisam ente e n la casa fam iliar y en la escuela; tales con v iccio n es, sin em bargo,
en la 'je ta del pu ebl o ’ .io. ad optaron u n a forma fija ya durante lo s años de universidad o in
L u tero cs. ind ud ablem ente, un gran m alhablado, pero sus im pro c lu so inm ed iatam ente d espués d e la entrada en religión, cu an d o con
perios se atien en a un sistem a. Segú n explica en su serm ón electoral el ‘segundo bautism o’, la profesión de los votos m onásticos, com enzó
del año 1515, el d em onio arrastra por la basura el nom bre de D io s y a vivir en su ‘segundo cuarto de los niños’.
su obra de justificación. E n esto resid e la vinculación, que si no re L o que o cu rrió en la casa paterna, en la escu d a , en la universi
sultaría in com p ren sible, entre diablo, ‘gran cerdo', ‘Papa burro' y A n- dad V en el con v en to irrumpe m u ch o más tarde b ajo la presió n J e
su c a rgo, la cáted ra de ciencias bíblicas d e la universidad de W üten-
" WABr l. 52, 2; 30 ifa agosto de 1.516 berg. E n este joven dispuesto y preparado a escuchar a sus mayores y
“ Véase a ilustración burlesca dd Papa ntim. 10 en WA 54, apéndice. a trabar am istades se nos muestra un reto ñ o de cam pesinos y b u r
Cfr. WAT (i. núrn. 6817; 2 IOs .
'' Véase, en especial, R, W.\ Snibner. Por íhe sake oí simple folie Popular Propa gueses, un n iñ o sin duda sen si ble, educado entre D ios, los santos y el
ganda for rhe Germán Rtfot'niation, Cambridge, 1'181. Sis: con bibliografía.
- " WA .3O?I. f>4l, 1; 15.3O. ' ' '' WA l. 50. 2-5: 4. 681, 20-30: cfr. 4. 612. 8-17,
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" Catalogue Stcfan Zweig Exposir.ion, Jewish Kalional and Uníversily Librnry,