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Licenciatura en teología
24 de marzo de 2021
Contextualización
Colombia de mediados del siglo XX La década de los 40’s fue una época marcada por
muchos matices, una Colombia que se encaminaba hacia la industrialización y la vez era
bipartidista, o sea, estaba divida en dos colores: el rojo, que representaba el partido liberal,
conocido como de los Cachiporros, y el azul, bandera del partido conservador, llamados los
dicho año fue asesinado el caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, candidato a la presidencia, lo
que generó una confrontación civil en Santa Fe de Bogotá entre simpatizantes de ambos
partidos, que se extendió por todo el país, llevándose a cabo una campaña de persecución
contra los conservadores, ya que, los liberales los acusaron del asesinato de Gaitán. Este
hecho desencadenó una ola de violencia por todo el territorio nacional, debido a que en
muchos centros poblados y ciudades unos eran liberales y otros conservadores. Como
consecuencia, se extendió una guerra desmedida, pueblo contra pueblo, y vecino contra
Sin duda, fue un tiempo marcado por una violencia que no daba tregua; año tras año
parecía encrudecerse más y sin salida, frente a una Iglesia anonadada, que no sabía qué hacer
y además que comenzó a ser perseguida por los liberales más extremos. Sin embargo, hacia
1949, dado que el gobierno era conservador, el Estado comenzó a perseguir a los liberales, lo
que aumentó aún más la violencia, provocando que en algunos pueblos del Tolima se crearan
unas organizaciones civiles armadas a modo de autodefensas, que protegían sus familias y sus
pueblos de los grupos conservadores y del abuso de las autoridades militares del Estado.
nacional, se produjo un atraso económico, que trocó el despertar industrial que venia
creciendo desde los años 30´s, después de la guerra con el Perú (1933) y que dio como
resultado la definición de las actuales fronteras territoriales entre ambos países. Al mismo
tiempo, en la década de los 60’s, surge otro grupo guerrillero, el Ejercito de Liberación
Nacional (ELN), un grupo de jóvenes colombianos que fueron a estudiar a Cuba y llegaron
con las ideas de la revolución cubana, luego, inspirados en el Che Guevara y liderados por
Fabio Vásquez Castaño, sostuvieron que la única manera de lograr una revolución socialista
en América Latina, era mediante el uso de las armas en las zonas rurales, con organizaciones
celebrarse el Concilio Vaticano II, hecho que trajo tantas sorpresas para el clero y los
religiosos, quienes por estar inmersos en una situación social, económica y política tan
eucarísticos y etc., que fueron la antesala a la preparación del Concilio. (Roux, 1981, p. 559).
Ya para la década de los 60's, la Iglesia católica colombiana se consideraba como una
de las iglesias más conservadoras de Latinoamérica, en donde el ser obispo y cura era un
privilegio, y por ende, muchos de sus miembros eran de familias ricas o de la clase media.
Pues para la concepción de la época estas investiduras representaban respeto, estima, poder,
conservadora, con una iglesia cuyos miembros ostentaban grandes honores y gozaban del
beneplácito de diferentes familias de élite, especialmente en las grandes ciudades del país.
Incluso muchos obispos eran consejeros de miembros del gobierno y de el mismo presidente
de la República.
juez, alcalde y el policía, es decir, era un referente moral a seguir y digno de respeto, de ahí
que muchos campesinos miraban la figura del sacerdote como el mismo Dios, por tanto, todo
lo que él dijera era “palabra de Dios”. Por eso, era común que en estos centros poblados el
presbítero fuera endiosado, lo que hacía que creciera más el ego clerical y el clericalismo, y
que muchos quisieran ser parte del clero, no tanto por servir, sino el estatus que ganarían.
Ahora, de 1962 a 1966, cuando se comienzan a conocer los documentos del Concilio,
que provocó cierto malestar en una iglesia jerárquica que se había quedado mucho en la
forma y majestuosidad de las celebraciones litúrgicas, pero que estaba lejos de la realidad
social del país. Así, pues, cuando se comienza aplicar y desarrollar la pastoral-social de los
documentos conciliares, se produce al interno de la institución una división entre el clero
progresista (los que seguían las directrices del Concilio Vaticano II) y el que se negaba a
dejar las viejas costumbres; es justo en esta coyuntura, cuando aparece la figura del
presbítero Camilo Torres, quien cuestiona cómo debe ser un buen cristiano frente a las
discernimiento.
Hernán Jiménez y Mario Roballo, sin una razón Ilustración 2: cardenal Luis Concha Córdoba,
tomado de
https://catalogodeobras.javeriana.edu.co/c
justificable, tal vez, se dice, que fue por sus publicaciones atalogodeobras/items/show/237
de tinte progresista e inclusive por su crítica a parte del clero que en su mayoría eran
y litúrgico, propuesto por los documentos conciliares, motivo por el cual, habría impulsado
Concha Córdoba al despido de los padres de dicho periódico. Sin embargo, esta decisión
tomada por el cardenal hizo que se marcara más la diferencia entre el clero que seguía las
disposiciones del Concilio Vaticano II y aquellos que se resisten al cambio, esto teniendo en
cuenta que El Catolicismo era uno de los medios para dar a conocer los cambios propuestos
Sin embargo, pese a que pareciera que el clero diocesano tradicional hiciera una
especie de persecución hacia los progresistas, esto no impidió que se siguiera conociendo y
poniendo en práctica lo sugerido por el Concilio, tanto así que para el 67 muchos miembros
de la Iglesia institucional, fueran cada vez más conscientes de su labor social en pro de los
más necesitados y de la calidad de vida de las familias campesinas, y para ello era necesario
Al respecto, la Iglesia hizo un inventario de sus bienes, para saber con qué tierras
contaba y para donarlas a los campesinos, dando pie a la Reforma Agraria, que se consolidó
donde muchos obispos dieron vía libre a este proyecto agrario, con la creación del IDES
Esta Reforma Agraria, fue un gran avance a nivel social, porque implicó la
evolución y el desarrollo dentro del orden establecido (Roux, 1981, p 562). Esta actitud
reformista de la Iglesia colombiana, recibió halagos y apoyo incluso del partido Liberal, que
en otro momento la había perseguido, precisamente por sus ideas tradicionalistas y ortodoxas
Episcopal Latinoamérica y del Caribe (CELAM), que se llevaría a cabo el siguiente año en la
ciudad de Medellín, y que marcaría un hito y una nueva perspectiva de hacer teología, es
decir, se marca el inicio de una teología que se hace a partir de la realidad social del pueblo,
en donde el teólogo escucha sentir del pueblo y lo vuelve pensamiento teológico
revalorarse y a entenderse.
teología entre 1947 y 1954. Es ordenado sacerdote en 1954, después viaja a Bélgica, en
Nacional de Colombia, en el área de sociales, donde funda la facultad de sociología con otros
colegas (1962) y desde donde empieza a formar parte del INCORA (Instituto Colombiano de
la Reforma Agraria). Más adelante participa en varias protestas estudiantiles, lo que causa
Sin embargo, esto no bastó. Poco después, el padre Camilo, como miembro del
INCORA, generará otra controversia, con respecto a la aplicación de la ley sobre la extinción
de dominio, restringido a unas tierras baldías, lo que causó malestar en las altas esferas de la
sociedad, en especial en Álvaro Hurtado Gómez, jefe del Partido Conservador, y en los
obispos más conservadores, quienes pidieron su sustitución del cargo. Pero esto solo fue el
en Colombia: “Se están gestando dos culturas” que causa más revuelo en el clero y en la
misma sociedad, pues el padre Torres es ahora una figura pública de peso, que causa malestar
entre los miembros más conservadores del clero y de la sociedad con sus intervenciones.
sociología, por lo que es relevado del cargo de vicario en la parroquia de Veracruz. Sin
embargo, la noticia sorprende a todos, cuando en 1966 pide formalmente ser reducido al
estado laical y poco después anuncia su incorporación al ELN, en cuyas filas muere ese
mismo año, a los 37 años, en su primer combate, ocurrido en San Vicente de Chucurí (sector
Ahora se presenta un apartado de una entrevista concebida por el padre Camilo Torres
a un periodista francés, en donde se puede evidenciar por qué dejó el sacerdocio y cuál era su
Abandoné el sacerdocio por las mismas razones por las cuales me comprometí en él.
cuenta que valía la pena comprometerse en este amor, en esta vida, por lo que escogí el
comprendí que en Colombia no se podía realizar este amor simplemente por la beneficencia,
sino que urgía un cambio de estructuras políticas, económicas y sociales que exigían una
bastante amplia dentro del pueblo, la jerarquía eclesiástica en un momento determinado quiso
hacerme callar contra mi conciencia que, por amor a la humanidad, me llevaba a abogar por
dicha revolución. Entonces, para evitar todo conflicto con la disciplina eclesiástica, solicité
(Pp. 406-407)
Con esto, una vez más afirmaba que la base del cristianismo debe ser el amor, un
decir, una acción eficaz por los pobres y, en este sentido, se puede decir que su pensamiento
teológico consiste, “en un discernimiento para la elección de los medios más adecuados para
la realización eficaz del amor” (Roux, 1981, p 566), como se ve reflejado en este apartado de
Yo opté por el cristianismo por considerar que en él encontraba la forma más pura de
servir a mi prójimo. Fui elegido por Cristo para ser sacerdote eternamente, motivado por el
querido que ese amor se vuelva eficaz , mediante la técnica y la ciencia; al analizar la
sociedad colombiana me he dado cuenta de la necesidad de una revolución para poder dar de
comer al hambriento, de beber al sediento. Estimo que la lucha revolucionaria es una lucha
cristiana y sacerdotal. Solamente por ella, en las circunstancias concretas de nuestra patria
podemos realizar el amor que los hombres deben tener a sus prójimos. (Revista Cristianismo y
modo la piedrita en el zapato que iba en contra de la organización del Estado y del clero
tradicional, pero para otros, fue un percusor en la lucha por la igualdad, la justicia y la paz
para todos. Si su actuar fue bueno o malo, no nos corresponde determinarlo aquí, solo se
puede decir que él tomó partido frente a una realidad colombiana complicada, que parecía no
tener salida y dando una respuesta coherente, hizo lo que su conciencia le decía que era lo
sociedad colombiana.
Medellín, 1968
Ilustración 4: fotografía de uno de los encuentros del CELAM-Medellín, agosto de 1968, recuperado de
http://www.americalatina.va/content/americalatina/es/articulos/medellin--50-anos-despues.html
acontecimientos que daría inicio a una nueva manera de pensar y de hacer teología: la II
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrado en la ciudad de
Medellín. Dicha conferencia es recordada por hacer una relectura y aplicación del Concilio
Vaticano II, a la luz del contexto y de la realidad de los pueblos latinoamericanos y del
Caribe, enriquecida, además, con las conclusiones del XXXIX Congreso Eucarístico
Internacional (CEI), celebrado unos días antes en Bogotá, Colombia, primer país
Sin duda, esta visita representaba una luz de esperanza para una nación como
Colombia, que se encontraba sumergida en una serie de problemáticas sociales, en una serie
conflictos internos que, como se ha visto, no excluían ni a la misma iglesia local. Es en este
contexto en que se desarrolla este CEI (18 a 25 de agosto de 1968), que si bien, era visto con
optimismo por algunos católicos, no dejaba de generar preocupaciones por parte de los
sectores progresistas, que consideraban que esta visita del Papa, se podría interpretar como un
provocaría un retroceso en los avances de un catolicismo más pastoral y dado a los pobres, a
partir de la aplicación del Concilio Vaticano II y de la doctrina social de la Iglesia. Por eso, a
la vez que se sentía alegría por este acontecimiento, también había un ambiente de tensión y
aunque en algunas alocuciones, según lo descrito por Roux (1981), “fue un poco conservador
respecto de la violencia y la revolución, aunque tal vez un poco indiferente ante la violencia
Progressio, que él mismo había escrito, pero el punto está en que frente a esto, las comisiones
Caribe (CELAM) en Medellín, se les complico las cosas ya que, tenían que plantear estas
intervenciones del Papa en perspectiva de liberación del pueblo sufriente, por lo que se
Seguidamente, frete al CEI que se desarrolló con la presencia del papa Pablo VI en
Colombia, se tiene que el CELAM, ya venía trabajando desde enero de ese mismo año (1968)
con un grupo de 43 delegados de las iglesias locales de varios países, en los documentos
preparatorios, de manera que circularan por las conferencias nacionales, para su posterior
aprobación. Por ejemplo, en Colombia se dio una serie de encuentros familiares en las
parroquias, en donde hubo un mayor énfasis pastoral en la manera de vivir la fe por parte del
pueblo de Dios y en su participación en los actos cultuales; así, pues, se proponía pasar de un
trabajar todo referente a la catequesis, las diferentes formas de pastoral, las injusticias
promovió una mayor presencia de la jerarquía y del clero en el campo social y un mayor
compromiso con los pobres, dando origen a la teología de la liberación, la cual no estuvo
exenta de conflictos políticos tanto dentro, como fuera de la Iglesia, por denunciar las
por el entonces obispo de San Buenaventura (Valle) Gerardo Valencia Cano, quien no había
perversión para el clero joven. Y este no fue el único grupo eclesial que surgió después del
socialista, conocidos como SAL (Sacerdotes para América Latina), que tomó otros matices
como la crítica a las injusticias del Estado y algunos miembros de la Iglesia; otros grupos
fueron los Cristianos por el socialismo y los Cristianos por la Libertad, quienes hacían una
Los cambios sugeridos por el Concilio Vaticano II, los documentos del magisterio social de
El panorama de los años posteriores a Medellín, dejó ver una iglesia que parece no
querer abandonar su estatus, que le cuesta abrirse a los cambios y salir de su zona de confort,
y una jerarquía que, para las décadas de los 70’s y 80’s, se amanguala con el poder político,
cosa que no es muy distinta hoy día. Para esos años la Iglesia ejercía gran influencia en la
sociedad colombiana, al punto que, a nivel político, podía cambiar el rumbo de unas
elecciones presidenciales.
Era una Iglesia que, por un lado, condenaba actitudes como la del cura Camilo Torres,
pero, por el otro, callaba ante las injusticias del Estado y ante el sufrir del pueblo, como si los
esfuerzos de los documentos magisteriales en pro de una institución más cerna al prójimo,
hubieran sido en vano. Sin embargo, todo no es malo, ya que hay diferentes grupos dentro de
la Iglesia que siguen luchando por la justicia social, por una pastoral activa, participativa y
cercana al mundo de los excluidos, como las famosas Comunidades Eclesiales de Base (CEB
´s), el Movimiento Carismático, Lazos de amor mariano, los grupos de Emaús, entre otros.
Así, como religiosos y religiosas que, desde el silencio de sus apostolados, ayudan rescatar la
dignidad del vulnerable, prestándoles atención desde la salud, la educación, los medios de
Bibliografía
Uriel Patiño, J. (2002). La historia de la Iglesia en América Latina. Una mirada histórica al