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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Csanch, MCGtz y


Pau Belikov por la Traducción, Pau Belikov por
la Corrección de la Traducción, Laavic y Leluli
por la Corrección, de nuevo, Laavic por la
Diagramación y Leluli por la Lectura Final de
este Libro para El Club De Las Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas,


que nos acompañaron en cada capítulo, y a

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Nuestras Lectoras que nos acompañaron y nos
acompañan siempre. A Todas….

¡¡¡Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
Cuando la seducción es la venganza perfecta...

Hace diez años, Holly Pettit pasó un romántico y súper sexy verano con Trey
Kennedy. Las consecuencias de su ruptura, cambiaron su vida, y la volvieron una
chica salvaje sin tapujos. Ahora está de vacaciones y en misión para librarse de su
recuerdo, de una vez por todas.

Ella nunca soñó que iba a volver al Hotel Imperial Palms para encontrar a Trey
manejando el lugar. Tampoco se imaginó que la simple visión de él despertaría
viejos y chispeantes deseos. Sólo hay un remedio: pasar un tórrido fin de semana
seduciéndolo con un aluvión de traviesas habilidades sexuales. Luego alejarse. Eso
le enseñará una lección a él, y le demostraría a ambos que ella no es la chica de
buen corazón que una vez conoció.

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Cuando llegue el momento, sin embargo, ella no estará tan segura de que pueda
romperle el corazón …sin romper el suyo.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Uno
Habían pasado diez años desde que Holly Pettit estuvo de pie en el vestíbulo
del Hotel Imperial Palms. Y mientras rodaba su maleta a través de la inmensa
puerta giratoria, el pasado se precipitó sobre ella.

A través de los pisos y paredes de mármol, a través del gran mostrador de la


recepción. A través de la araña de luces brillantes todavía colgando sobre la fuente
rodeada por una colección de elegantes y curvos sofás. A través de las hojas de
palmera estilo art déco1 talladas por encima del mostrador y en el techo abovedado
y acústicamente perfecto. Incluso el olor del lugar la capturó con la guardia baja,
inundándola.

Wow. Había esperado que volver fuera más fácil. Había esperado que fuera
divertido. En cambio, se sentía como si acabaran de golpearla en el estómago.

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— Oh, Dios mío, ¡no es genial! ¡Está igual!

Holly miró a su mejor amiga de la escuela secundaria, Lori, de pie junto a


ella, los ojos muy abiertos, mientras se embebía de todo. El Imperial Palms era uno
de los hoteles de la era art déco más antiguo y más grande de South Beach,
entonces y ahora. Y ella había esperado sentirse de la forma en que Lori parecía en
este momento, había esperado revivir la primera vez que habían caminado a través
de esta misma puerta cuando eran dos chicas de campo de Indiana con los ojos
brillantes.

Lori y ella habían trabajado allí el verano entre su primer y segundo año en
la universidad de Purdue; había parecido atrevido y aventurero pasar el verano tan
lejos de la pequeña ciudad donde ambas habían crecido. South Beach había sonado
atractivo y exótico, y el hotel había sido tan históricamente majestuoso como en sus
fantasías.

1
El art déco fue un movimiento de diseño popular a partir de 1920 hasta 1939 (cuya influencia se extiende
hasta la década de 1950 en algunos países) que influyó las artes decorativas tales como arquitectura, diseño
interior, y diseño gráfico e industrial, también a las artes visuales tales como la moda, pintura, grabado,
escultura, y cinematografía.

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Así que Lori, ahora una ejecutiva de publicidad en Orlando, había invitado
a Holly a reunirse con ella en Miami para una escapada a sus antiguos lugares,
había sonado como una buena idea. Pero estar aquí y ahora, en persona, era un
poco… demasiado real. Era gracioso cómo funcionaban los recuerdos, cómo
podían asaltarte intensamente, cómo podían incluso llevarte al pasado. Y para Lori
en este momento, eso era claramente una cosa buena, algo que la ponía feliz, ni
siquiera se había dado cuenta cuando Holly no respondió. Sin embargo, para
Holly... Señor, ¿por qué no había pensado más acerca de esto? Después de todo, ella
estaba muy ocupada haciendo una nueva vida para sí misma, no necesitaba ser
arrojada de vuelta a viejos recuerdos que habían roto su interior.

Curiosamente, a medida que se trasladaban hacia el mostrador de registro,


se encontró explorando el amplio hall de entrada, dándose cuenta que en verdad
estaba buscándolo a él. Como si en realidad él estuviera allí. Como si ella
instantáneamente lo reconocería diez años más tarde, diez años mayor. Como si tal
vez por algún extraño giro del destino, él también se encontraría de vacaciones allí

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justo esa semana.

Ese es el tipo de pensamiento irracional que él te causó durante mucho tiempo. Él te


lastimo mucho por dentro. Ni siquiera pierdas tus pensamientos en él, no vale la pena.

Y normalmente, ella no pensaba en él, habían pasado probablemente un par


de años desde que se le había cruzado por su mente. Era sólo un poco más difícil
ahora que estaba allí, en el mismo lugar donde su romance de verano había
sucedido. Ella había perdido su virginidad en ese hotel. Ella se había enamorado
caminando el tramo de South Beach, que se extendía por la propiedad. Oh Dios, era
una estupidez haber ido. Sin embargo, suponía que había pensado que realmente,
realmente lo había superado. Por encima de todo lo que había sucedido. Sin
embargo, tal vez todas esas cosas nunca se alejaron en realidad. Podrías pensar que
lo habían hecho, pero tal vez sólo estaban escondidas bajo la superficie, esperando
la oportunidad adecuada para burbujear de nuevo.

Se quedó en silencio, por detrás, mientras Lori hacia la registración en un


cuarto con vista al mar que sólo podría haber soñado que les ofrecieran cuando

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tenían dieciocho.

— ¿Puedes creer que estamos aquí de nuevo, Holl?— Lori preguntó cuando
comenzaron a alejarse del ancho mostrador de mármol hacia los ascensores.

— No realmente— dijo.

Y fue entonces cuando Lori finalmente se dio cuenta. — ¿Qué pasa? No te


ves feliz. Hace 27ºC afuera, el sol está brillando, y tenemos tres gloriosos días de la
decadencia de South Beach por delante de nosotras. ¿Cómo no puedes estar feliz?

— Creo que sólo estoy recordando algunas de las cosas que pasaron
mientras estuvimos aquí— dijo mientras las puertas del ascensor las encerraban en
la intimidad.

Y luego, Lori, finalmente tuvo éxito, haciendo una mueca. —Oh, no. No
me digas que estás pensando en Trey. Y la ruptura. Pensé que estabas más allá de
eso, Holly. Y... bueno, si quieres recorrer la línea de la memoria aquí, piensa en las

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partes buenas. Tú estabas enamorada. Descubriste los placeres del sexo. Tuviste el
mejor verano de tu vida.

Holly sólo pudo suspirar. Había algo terriblemente triste sobre saber que lo
mejor estaba detrás de ella, que su felicidad en la vida había alcanzado un máximo
tan tempranamente. Y síp, ella debería ser capaz de mirar hacia atrás sobre su
romance de verano de una manera feliz, pero... simplemente no podía.

Sin embargo. —Tú sabes lo mucho que eso me hirió. Lo cambió... todo.

Y eso era decir poco. Al final de su mágico verano, ella y Trey había
accedido a permanecer juntos, hacer la relación a larga distancia, él en el Estado de
Florida, ella de regreso en Indiana. Se habían prometido viajes por carretera y
encuentros a mitad de camino. Se habían prometido e-mails y llamadas telefónicas.
Que nunca llegaron. Él nunca había llamado, nunca había escrito. Ni una sola vez
después de la mañana en que se habían dicho adiós. Y sus continuos intentos de
comunicación habían regresado sin respuesta. Había sido tan malo como perderlo,

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pero ser tan frío e insensible, dejarla tan emocionalmente abandonada... todavía le
quitaba la respiración recordarlo. —Yo estaba tan enamorada de él, Lori. Yo quería
casarme con él.

— Lo sé. Lo recuerdo. Yo estaba ahí.

Y la verdad era que, simplemente… nunca se recuperó. De hecho, ella había


abandonado la escuela para la Navidad de ese año. Y había hecho otros drásticos
movimientos que alteraron su vida, también. Había empezado a salir con amigos
menos fiables que Lori. Y entonces se había llevado el dinero que había ahorrado
durante todo el verano sirviendo mesas en el hotel y se ha ido de viaje con uno de
esos amigos a Las Vegas, donde en realidad había decidido quedarse. —Y también
sabes que es cuando… perdí la esperanza en el amor y dejé que eso me cambie—
dijo, recordando algunos de los acontecimientos de esa época a Lori.

Aun así, después de eso, la vida había funcionado bien en un montón de


maneras.

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Se las había arreglado para conseguir un buen trabajo en las oficinas
corporativas de una de las principales tienda de lencería, Adrianna Inc. Había
conseguido un bonito apartamento, hecho nuevos amigos.

Pero también se había vuelto... salvaje. Promiscua. Había tenido un montón


de sexo. Tanto con hombres como con mujeres. Y ella había pensado que se estaba
divirtiendo, infiernos, se había divertido. Hasta un día hacia aproximadamente un
año cuando se había despertado una mañana con la sensación de que todo
repentinamente se sentía… un poco vacío. Y que quería más de la vida. —Solo me
convertí en alguien muy diferente a lo que pensé que sería.

Pero ahora ella estaba tratando de volver a la pista. Cambiando sus maneras
salvajes. Haciendo algunas mejoras en sí misma. Hubo una vez, en que ella había
planeado ir a la escuela de derecho, convertirse en una abogada. Pero había dejado
esa oportunidad cuando había abandonado la universidad. Ahora, sin embargo, a
los veintiocho años, acababa de completar un curso nocturno para convertirse en

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asistente legal, y aunque había pasado muchos años felices en Adrianna Inc., sabía
que era hora de seguir adelante.

Lori se había pegado a ella, aun estando tan lejos, a lo largo de todos los
cambios que había sufrido, y parte de la razón para sugerir este viaje había sido
celebrar la finalización de la formación de asistente legal de Holly y su inminente
cambio de carrera.

Por lo tanto, simplemente no parecía justo meterse de nuevo en las


emociones que habían, de alguna manera, descarrilado su vida.

A medida que entraban en la habitación de lujo del hotel, ambas chicas


abandonaron sus maletas y se dirigieron a la amplia terraza frente al mar.

Y mientras miraban hacia el esplendoroso tramo de arena que era South


Beach, lleno de cuerpos bronceados en este soleado día de primavera, Lori le dijo:
—Bueno, siempre has sido tú en el fondo. No importa qué, sigues siendo mi

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risueña, divertida, dulce, y alegre Holly.

Ante lo cual Holly sólo podía encogerse de hombros. Ella era conocida entre
sus amigos y colegas por su carácter alegre, pero por el momento se sentía como
una decepción.

— Y justo ahora— dijo Lori, —Estás haciendo todos estos cambios buenos,
así que estoy pensando que deberías utilizar tu tiempo aquí para hacer otro. Has
nuevos recuerdos aquí y olvida los viejos. Encuentra una manera de pasar sobre lo
que pasó después de ese verano, de una vez por todas.

Holly tomó el consejo de Lori y dejó que se metiera dentro suyo, decidiendo
finalmente que su amiga tenía razón, tenía que ser más dura en esto. Además, ella
había volado hasta aquí, y estaba gastando un pedazo saludable de sus ahorros en
este viaje, así que tenía que disfrutarlo. —Tienes razón— dijo finalmente. —Tienes
completamente toda la razón.

— Vamos— Lori dijo, —Vamos por en nuestros bikinis, nos metemos en la

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piscina, y encontramos un par de chicos calientes para hacer recuerdos nuevos.

Sin embargo, ante esto, Holly se estremeció. —Estoy para el bikini y la


piscina, pero ningún chico en esta ocasión. No más sexo casual para mí, amiga.
Sólo quiero un poco de diversión inocente en el sol asi que puedes guardar todos los
chicos para ti misma.

Quince minutos más tarde, Holly y Lori salían por la puerta trasera del hotel
hacia la zona de la piscina, un lugar lleno de sillones de mimbre, palmeras, y una
plétora de exuberantes plantas en macetas. Después de colocar un par de sillas en el
sol, se pusieron protector solar, ordenaron un par de tragos de paraguas a una
camarera en edad universitaria haciendo el mismo trabajo que ellas habían hecho
hacia diez años, y se recostaron para descansar.

Mientras Holly hojeaba una revista que había elegido especialmente para
leer junto a la piscina, podía ver desde su visión periférica que Lori ya estaba
mirando chicos. Y si Holly no se encontrara en un lugar diferente en su vida, si no

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hubiera terminado de bajar un sorprendente camino sin sentido en los últimos años,
sería divertido mirar chicos y coquetear con su amiga. Pero como ya no lo estaba,
simplemente mantuvo su mirada en su revista, contemplando la última moda de las
celebridades.

Hasta que una profunda voz masculina dijo, — ¿Disfrutando de su estancia


en el Imperial Palms, señoras?

Ella captó la visión de unos pantalones de lino a su lado, y notó que era
alguien que trabajaba allí, haciendo rondas para asegurarse de que las necesidades
de los huéspedes estaban siendo atendidas.

—Acabamos de llegar— dijo ella, levantando su mirada, —Pero hasta


ahora, todo es maravilloso.

Y fue entonces cuando se encontró mirando a los ojos de Trey Kennedy, el


hombre de quien se había enamorado aquí cuando tenía dieciocho años, el hombre
que había roto su corazón.

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Sólo que él estaba todo crecido ahora y más hermoso que nunca.

Y parecía que ella era capaz de reconocerlo, después de todo.

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Capítulo Dos
Sus ojos se encontraron y sostuvieron. Holly no podía recordar un momento
en su vida donde hubiera estado más anonadada, completamente petrificada.
Excepto tal vez la primera vez que se había encontrado con él hacia tantos años
atrás. Había sido amor a primera vista o al menos lo más cercano que podías estar
de algo así.

El lento reconocimiento brilló en su cálida mirada marrón.

— ¿Holly?— dijo él, y tal vez estúpidamente, a ella le complació que


también la reconociera con tal rapidez, considerando las cosas. Después de todo,
una vez él la había dejado sin siquiera molestarse en hacérselo saber.

Y en ese instante, un desconocido mecanismo de defensa se elevó dentro de


ella, dejó de lado toda la pena recién resucitada y el dolor en el corazón que había

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estado sufriendo desde que llegó allí. Era la necesidad de no lucir afectada por su
pasado, la necesidad de ser genial, confiada y en una pieza. Era la necesidad de
asegurarse de que él supiera que su vida había resultado simplemente bien. Mejor
que bien.

Ella inclinó su cabeza hacia el costado, y a pesar de la intensa mirada que


estaban compartiendo, trató de parecer insegura. — ¿Trey? ¿Trey Kennedy?

Él se veía un poco perturbado y ella supo que estaba recordando lo que ella
estaba tratando de olvidar, el modo en que él terminó las cosas. O que no había
terminado oficialmente las cosas. Pero luego logró una sonrisa, mientras sus ojos
rápidamente corrían a lo largo de su cuerpo en bikini antes de volver a su cara. —
Wow, no puedo creer que seas tú. ¡Luces grandiosa!

Ella puso su sonrisa más brillante. —Gracias. Tú también— entonces miró


alrededor con asombro. —Pero no puedo creer que sigas aquí, después de todos
estos años— Sí, él había ido a la universidad a un par de horas de distancia, y siempre
había estado interesado en una profesión en la industria hotelera, pero aun así…

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— Síp, resulta que volví a trabajar al Palms cada verano hasta que me
gradué. Luego me ofrecieron un trabajo en la administración y he estado aquí desde
entonces.

Ella asintió, recordando cómo él parecía casi como si perteneciera allí con su
atractiva apariencia rubia y bronceada. Su pelo estaba ligeramente más oscurecido
ahora, en un color arena, pero incluso con su traje, aun encajaba perfectamente con
la sexy imagen de chico de playa.

Y entonces la golpeó una pregunta, una terrible pregunta. ¿Y si estaba casado?


Dejó que sus ojos cayeran sólo por un segundo, lo suficiente para buscar un anillo.
No había ninguno. Aun así, eso no era una garantía. Algunos hombres no usaban
anillo. Y él fácilmente podría estar en algún otro tipo de relación.

No es que siquiera supiera por qué le importaba eso.

— ¿Y qué hay de ti?— preguntó él entonces. Parecía estar un poco más

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relajado ahora, probablemente acostumbrándose a la idea de que ella estaba
sentada justo ahí frente a él. Y tal vez aliviado porque ella no se viera enojada,
porque le estuviera haciendo las cosas tan fáciles. Y aun así, ella no había visto otro
modo. Actuar enojada y herida como aun seguía, diez años después, parecería…
bien, como alguien que nunca había seguido adelante. E incluso si no había hecho
un gran trabajo en eso, ahora estaba en proceso de seguir adelante de cualquier
modo. Él le dio a su cabeza una inclinación especulativa mientras preguntaba, —
¿Eres una importante abogada en algún lugar?

Por dentro, ella se encogió, pero nunca dejó que la reacción se mostrara en
su cara. —La vida dio algunos giros distintos a los que esperaba— respondió ella
llena de confianza, incluso añadiendo una pequeña carcajada. —Terminé en el
mundo corporativo. En Las Vegas.

Disfrutó viendo elevarse sus cejas. — ¿Las Vegas? ¿En serio?— sabía lo que
él estaba pensando, que ella no había parecido el tipo de chica de Las Vegas. Y no
lo había sido… entonces.

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— Síp, adoro el lugar— le dijo a él. —Aunque ahora me dirijo hacia un
cambio de profesión, probablemente algo más relacionado con las leyes, mi primer
amor, por decirlo así.

— ¿Qué puedo decir, Holly? Estoy impresionado— Y lucía sinceramente


impresionado, justo como ella esperaba. Trató de no preguntarse cuán
impresionado dejaría de estar si supiera la verdad detrás de todo lo que acababa de
decirle.

Pero no tuvo que preguntárselo por mucho tiempo afortunadamente, ya que


fue ahí cuando Lori, acostada a su lado, finalmente saltó. —Hola, Trey— dijo ella.
— ¿Me recuerdas?

Él entrecerró los ojos ligeramente. —Por supuesto— respondió. —La amiga


de Holly, L…

— Lori— dijo ella con una carcajada. —Pero te perdono. Ha pasado mucho

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tiempo.

— Síp, así es— contestó él, riendo. —Y de repente es como una gran
reunión. No puedo creer que ustedes chicas estén aquí.

— Lori me convenció para que pasáramos unos días en la playa— le dijo


Holly, —y sugirió que volviéramos a visitar nuestro antiguo lugar favorito.
Pero…— ella se detuvo, sacudiendo la cabeza, aun tambaleándose por el encuentro
inesperado. —Nunca soñé que estarías aquí— Oh, mierda. Eso sonó demasiado…
emocional o algo.

Y ella estaba en la mitad de patearse mentalmente cuando él dijo, —Cena


conmigo.

Y casi la deja sin aliento. Aparentemente no había sonado demasiado


emocional. Y si así había sido, a él no le importó.

Pero entonces, justo cuando estaba a un latido de aceptar su invitación,

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recordó. Todo. La ruptura. El modo en que había cambiado su vida. El modo en
que había cambiado… su alma. Que él no era un tipo en el que pudiera confiar o
con quien debiera querer hacer nada.

Excepto que… de algún modo simplemente rechazarlo parecía… demasiado


fácil. Demasiado fácil para él. Así se oyó a si misma diciendo, —Lori y yo ya
tenemos planes para cenar. En su lugar dejémoslo como un trago mas tarde.

En respuesta, él inclinó la cabeza y asintió ligeramente. —Serán unos tragos


entonces — sugirió una hora y uno de los bares exteriores del hotel. —Te veré
entonces— y antes de alejarse, añadió, —Es realmente grandioso volver a verte,
Holly.

Pero ella no dijo, “A ti también”. En su lugar, sólo sonrió. Era una mujer
genial y confiada. O pretendía serlo, de cualquier modo.

Y sólo fue después de que ella y Lori silenciosamente lo vieron dar zancadas

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rodeando toda la piscina y de vuelta hacia el Imperial Palms que Lori dijo
finalmente, — ¿Qué fue eso?

Holly no necesitaba preguntar a qué se refería. —Esa era yo siendo genial y


exitosa y no impactada por verlo.

— Síp, esa parte la entendí— respondió Lori. —Pero… ¿Trago? ¿Infiernos,


qué estás pensando?

Y la verdad era que, Holly no había tenido exactamente un plan cuando


hizo una cita con él. Pero ahora, ahora que él se había ido y podía relajarse y
obtener un poco de claridad, entendió por qué lo había hecho; sabía exactamente lo
que intentaba hacer. —Lo voy a seducir— dijo ella.

Vio cómo la boca de Lori caía abierta. — ¿Qué?

— Le voy a mostrar lo que se ha estado perdiendo. Le voy a dar la mejor


noche de su vida, sexualmente hablando de cualquier modo, y luego simplemente

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daré la vuelta y me alejaré.

Ella nunca había escuchado que la voz de su mejor amiga sonara tan seca y
escéptica como cuando dijo, —Y crees que puedes hacer eso y simplemente dar la
vuelta y alejarte.

Holly respondió con un asentimiento confiado, y este era verdadero. —


Ahora he tenido un montón de sexo con un montón de personas, Lori. Y aunque
no siempre he estado orgullosa de las razones por las que hice esas cosas, ahora sé
cómo tener diversión realmente traviesa con un hombre sin quedar apegada
emocionalmente. Así que síp, simplemente puedo dar la vuelta y alejarme.

— ¿Y esperas que yo crea que vas a hacer esto por el simple propósito de
mostrarle lo que se estaba perdiendo?

— Espero que lo creas— dijo ella animadamente, —Porque es verdad. Yo lo


veo así. Las cosas pasan por una razón. Y si Trey Kennedy ha vuelto a mi vida

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justo en el preciso momento en que estoy recogiendo los pedazos y siguiendo
adelante… bien, entonces esto es como el último pedazo para recoger. Completará
la catarsis. La última vez, el me rompió. Esta vez, él verá la fuerte y controlada
mujer en la que me he convertido y sabrá que ya no soy la pequeña Holly pegajosa,
enamorada y rompible. Y con un poco de suerte, tal vez incluso me las arreglaré
para dejarlo a él con el corazón un poco roto.

Realmente Holly no había venido aquí con la catarsis en su mente. O lo que


probablemente parecía una revancha. Pero no le importaría salir con ello. Este
pequeño viaje de vuelta a South Beach acababa de volverse mucho más interesante.

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Capítulo Tres
Trey Kennedy se sentaba en el elegante bar al aire libre mirando a las parejas
en las mesas en la oscuridad inclinando sus cabezas juntas por sobre la luz de las
velas para hablar con privacidad. Había habido un debate en el hotel sobre si el
lugar debiera estar mejor iluminado, pero Trey había presionado para que el
atardecer decidiera cuándo debía oscurecer. Había algo sexy y seductor sobre el
descenso de la oscuridad sobre la playa, sobre la misma noche, cuando se trataba de
romance, o una posible relación sexual, la llegada de la verdadera noche era el
momento en que decidías si participabas o no; era el momento para decir buenas
noches o para… inclinarse un poco más cerca, hablar un poco más bajo.

Mientras bebía un trago de ron runner2, recordó la primera vez que había
puesto los ojos en Holly Pettit. Ella había sido tan natural y casera como los
campos de maíz de donde venía, pero tan linda y vibrante como cualquier chica
que hubiera conocido. —¿Kennedy?— repitió ella cuando él se presentó. —¿Eres

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pariente del presidente muerto?

Él sólo se rió y le dijo que no, no era esa clase de Kennedy.

— ¿Qué tipo de Kennedy eres?— preguntó ella.

— Del tipo con el que vas a ir a dar un paseo por la playa esta noche— dijo
él tan confiado como un chico universitario ligeramente borracho podía ser. Y un
romance había nacido. Aunque más que sólo un romance, había sido amor, no
había dudas sobre eso. Y al final, él había sido un cobarde y había pasado un largo
tiempo preguntándose si había tomado la decisión correcta.

Por el momento, pensaba que no.

Justo entonces, ella entró al área del bar, incluso con lo débil que era la luz,
él supo que era ella. Su pelo rubio caía sobre sus hombros en suaves ondas y su

2 Ron runner: trago compuesto de ron blanco, licor de banana, brandy de mora, granadina y mezcla de sweet
& sour.

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pequeño cuerpo llenaba el sexy y sedoso vestido rosa y dorado que usaba muy bien.
Con corte bajo, proveía más escote del que recordaba que Holly mostrara antes
cuando eran más jóvenes, y un tajo al frente también revelaba una porción de
muslo. Pero también el bikini que había usado hoy había sido del mismo modo,
rojo como camión de bomberos, escaso, audaz, sexy como el infierno. Suponía que
su primer amor había crecido. Y no podía negar que hasta ahora le gustaba la
adulta en ella. De hecho, él estaba total y absolutamente encendido por ella, con
apenas verla.

— Te ves como un atardecer— le dijo para llamar su atención mientras ella


se acercaba, en caso de que no lo hubiera localizado en la oscuridad. Pero se
preguntó si el ron en su trago había sido el responsable del cumplido cursi.

Ahí fue cuando se dio cuenta de que ella se dirigía directo hacia él, y se
sintió aliviado al ver que su comentario la había hecho sonreír.

— Trey Kennedy— dijo ella. —Todavía no lo puedo creer.

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Mientras se elevaba suavemente sobre un banco de barra junto al suyo, él se
estiró, tomándole una mano para ayudarla a mantener el equilibrio. Era la primera
vez que se tocaban, y maldición, se sorprendió al descubrir que incluso luego de
diez años esa caliente chispa seguía ahí. Sintió el toque en su pene, el cual
inmediatamente comenzó a crecer y endurecerse. Todo por esta versión totalmente
nueva y crecida de su dulce y pequeña Holly.

— No podrías estar más sorprendida que yo— le dijo él, sin molestarse en
medir sus palabras. No era una actuación, la honestidad y simplemente ser él
mismo siempre había funcionado con el sexo opuesto. —Quiero decir, he visto a un
sin número de personas entrar y salir de este hotel con el paso de los años, tantas
que realmente casi ya ni las veo. Y nunca se me ocurrió que hoy mientras estaba
haciendo el asunto de la hospitalidad en la terraza de la piscina encontraría a la
primera chica que amé sentada ahí luciendo como un afiche central en su bikini.

Cuando ella vacilo durante un latido antes de contestar, deseo poder tener

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algo de maldita iluminación instalada allí después de todo; deseaba poder ver su
cara, leer su expresión. Pero no podía.

— ¿Un afiche central3? Pensé que los afiches usualmente no se molestaban


con cosas pasadas de moda como los bikinis. Lo cual es como logran ser afiches
centrales en primer lugar.

Él se rió, porque ella seguía siendo linda y alegre, aunque de un modo


mucho más adulto del que recordaba. Entonces captó el vago movimiento mientras
ella cruzaba una pierna sobre la otra, su rodilla deslizándose fuera de su vestido,
igual que cuando caminaba. Ya que estaban frente a frente junto al bar y él se
sentaba casualmente, el movimiento puso su rodilla ligeramente entre las suyas. Y
mientras ella deslizaba su palma suavemente sobre la piel que acababa de desnudar,
su pene se tensó aún más.

Si no hubiera estado tan oscuro, ella habría sido capaz de verlo. Él estaba así
de duro. Así de rápido. Maldición. — ¿Qué te puede traer Danny para beber?— le

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preguntó, indicando vagamente hacia el barman que se entretenía al otro extremo
del bar de otro modo vacío, pareciendo presentir que debía quedarse lejos hasta ser
llamado.

—Mmm ¿Sexo en la playa4?— rodó con tanta suavidad de su lengua que


casi lo hizo reír. Pero no tanto. En su lugar, sólo intensificó su erección.

— Ese es un trago fuerte, Holly— la previno con una sonrisa.

— Puedo cuidar de mí misma, Trey— respondió ella, devolviéndole la


sonrisa juguetona.

3 Se refiere a los afiches de la página central de algunas revistas.

4 Sex on the Beach (Sexo en la Playa) es un cóctel con múltiples variaciones. Hay dos tipos en general: El
primero se hace a base de vodka, licor de melocotón, zumo de naranja y zumo de arándanos. Este es el
cocktail oficial de la International Bartenders Association. El segundo está hecho a base de vodka,
Chambord, Midori, zumo de piña y zumo de arándanos. Se creó en el restaurante TGI Friday's y está
incluido en la Mr. Boston Official Bartender's Guide (Guía Oficial Mr. Boston de Bartender's). Los
ingredientes se mezclan con hielo en una coctelera y se sirven en un vaso Highball. En ocasiones puede
servirse en pequeñas cantidades como un shoot.

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— Apuesto a que puedes— le dijo. —Sólo apostaré que puedes— entonces
llamó a Danny y le pidió el trago, luego de lo cual tomó otro sorbo de su ron
runner. De pronto necesitaba un trago.

— Entonces cuéntame sobre tu vida— le dijo él.

Ella ladeó la cabeza, todavía sonriendo. — ¿No hice eso más temprano?

— No hubo detalles— le señaló. —Busco los detalles.

— ¿De qué tipo?— preguntó ella.

— No estoy exactamente seguro, pero… pareces diferente, y supongo que


estoy intrigado, queriendo saber qué hace avanzar a Holly Pettit estos días.

Justo entonces, Danny puso su sexo en la playa sobre una servilleta frente a
ella y ella se inclinó para dar un sorbo. —Han sido diez años, Trey. No soy la
misma pequeñita que conociste entonces.

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— Eso ya está claro para mí. Pero si no eres ella, entonces… ¿Quién eres? ¿Y
cómo llegaste a ser ella?

— Sólo digamos que soy una … evolucionada versión más de la persona que
era cuando me conociste. Las Vegas es un buen lugar para… descubrir cosas sobre
ti que no conocías.

— Eres mucho más segura de ti misma, eso es seguro— le dijo. —Y mucho


más… externamente sexy. Me gusta este lado tuyo.

— Hay otros lados que también podrían gustarte— dijo ella, inclinándose
para cerrar provocativamente sus labios alrededor de la pajilla. No es que el simple
acto de verla beber a través de una pajilla añadiera más a su excitación. Y no es que
realmente pudiera verla haciéndolo todo así de bien de todos modos, dada la
iluminación. Pero aun así lo encendió un poco más.

Y encima de todo eso, su trago definitivamente lo estaba afectando.

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Haciéndolo… desinhibido. — ¿Qué lados?

— Ten paciencia y tal vez los descubrirás.

Maldición, ¿Esta era Holly? ¿Su Holly? Una vez había sido su inocencia lo que
lo había atraído, ahora era lo opuesto. El simple hecho de que ella fuera capaz de lo
opuesto.

— Entonces cuéntame sobre ti, Trey. Cuéntame sobre los últimos diez años
de tu vida.

No le importaba ser un libro abierto para ella. Infiernos, probablemente le


debía algo de sinceridad. No es que ella pareciera siquiera recordar el modo de
mierda que usó para dejar que las cosas terminaran entre ellos, y estaba agradecido
por ello. ¿Pero su relación había significado tan poco para ella? — ¿Qué quieres saber,
pececito?

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Algo en la garganta de Holly quedó atascado al oír el tonto y viejo
sobrenombre. “Porque hay un montón de peces en el mar, pero tú eres mi pez” le dijo él la
primera vez que la llamó así.

Aun así, se las arregló para reír. —Casi me había olvidado de eso— Siendo
“casi” la palabra clave. Pero tomaría mucho más que un bonito nombre de mascota
sacarla del juego.

Él se rió suavemente. —Síp; yo también. Sólo se me salió— entonces él le


sonrió, e incluso aunque apenas podía verlo en la oscuridad, ella empezó a
recordar. Cuán dulce podía ser él. Cuán genuino. Era un don, nunca se daba aires,
nunca usaba una máscara, y era uno que Trey poseía y que la había arrastrado
hasta él en aquellos días. —Ahora, ¿qué quieres saber? Pregúntame cualquier cosa.

Él se estaba emborrachando un poco y a ella le gustaba. Pero no porque lo


volviera más honesto, lindo y atractivo; simplemente porque le facilitaría hacer su

20
El Club de las Excomulgadas
voluntad. —Amores, pérdidas, triunfos, derrotas; ese tipo de cosas— dijo ella con
facilidad.

Y otra vez, él se rió. Y empezó a contarle la parte de su vida que ella se


había perdido.

Cuando le habló sobre su carrera allí, sonreía con orgullo, y a pesar de sí


misma, no pudo evitar sentirse feliz porque las cosas hubieran resultado para él.
Excepto que entonces se dio cuenta de cuánto más simple y más de acuerdo a sus
planes había ido su vida adulta comparada con la de ella, y se recordó que
realmente no estaba aquí para ponerse al día con él, ella estaba aquí para
conquistarlo, y luego deshacerse de él de una vez por todas.

Y… ¿Por qué le aguijoneó un poco cuando le contó de esas otras dos mujeres que le
importaron profundamente después de ella? Tiffany; quien justo recientemente quería
otras cosas de la vida distinta a las de él. Y Mariah; quien no había sentido lo
mismo por él que él por ella. Pero apuesto a que tuviste rupturas normales con ellas,

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


apuesto a que no sólo desapareciste de sus vidas o viceversa. Te importaban lo suficiente como
para portarte como un hombre en eso. Y entonces el aguijón se cristalizó en algo más
satisfactorio: unos pocos restos de la vieja ira se tiñeron con algo de determinación.

Él conversó más. Sobre su familia, algunos de los cuales incluso conoció


cuando vinieron de visita ese verano. Sobre su perro, un labrador negro llamado
Rex. Sobre su casa, la cual describió como una cabaña pequeña y agradable situada
en uno de los caminos intercostales que unían las costas de Florida.

La verdad era que, si lo acabara de conocer aquí de vacaciones, si no tuviera


un pasado con él, a ella le habría… gustado. Quizás incluso mucho. Pero la vida no
era así de simple. Su vida no era así de simple, y parte de eso era culpa de él. Y en
realidad, ella no estaba tratando de hacerle nada tan horrible. Quería seducirlo, por
todos los cielos, quería follarlo. Y a él le encantaría. Así que no había nada por lo
cual sentirse ni remotamente culpable, nada que hacer excepto proceder con su
plan.

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El Club de las Excomulgadas
— Ahora tú, pececito— dijo él finalmente. —Cuéntame todas las cosas
personales acerca de ti que acabo de contarte acerca de mí— ahora sus vasos
estaban vacíos y ambos optaron por no servirse un segundo. Ciertamente ella sentía
en su sistema el alcohol que había bebido, pero afortunadamente, había crecido
para ser tan hábil al beber como lo era en la cama, así que seguía al mando de la
situación.

— Vayamos a dar un paseo por la playa— replicó ella.

Él se echó hacia atrás ligeramente, dándole una sonrisa burlona. — ¿Estás


tratando de hacer un movimiento sobre mí, pececito?

La sonrisa de ella permaneció confiada, en control. — ¿Y si lo estoy?

— Entonces me siento halagado.

— Entonces demos el paseo— y con eso, ella se estiró y tomó su mano.

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Como antes, cuando él la ayudó a levantarse sobre la banqueta, el toque fue
eléctrico, ella no lo había esperado entonces y no lo esperaba ahora. Pero las
sensaciones se deslizaron subiendo por su brazo y bajando hasta sus senos
volviendo duros sus pezones. Y el punto entre sus piernas se contrajo ligeramente
ante el total descubrimiento de lo que estaba planeando hacer.

Dejaron sus zapatos al borde del patio del bar, hundiendo sus pies en la
fresca arena del anochecer. Por primera vez, tal vez le había tomado todo este
tiempo a sus ojos ajustarse, o tal vez era por la luz de la luna que comenzaba a
iluminar la playa, notó que él estaba vestido mucho más casual que esta tarde,
short de caqui y una camisa tropical con más estilo que la tonta que usaban
usualmente los vacacionistas. Y que lucía bien. Había lucido bien en la tarde, y
ahora lucía igual de bien, y volver a tener sexo con él no iba a ser un sacrificio.

Sintiéndose poderosa y más agresiva de lo que usualmente lo hacía en su


vida diaria, tiró de él a través de la amplia playa y bajando hasta el agua.
Comparado con las horas del día cuando esta banda de arena estaba llena de

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El Club de las Excomulgadas
adoradores del sol de todo tipo, desde chicas en topless a familias felices, la playa
estaba tranquila, aunque también punteada con otros caminantes nocturnos.

— Está bien, te toca. Comienza a hablar— dijo él mientras paseaban de la


mano a lo largo de la costa, las cálidas aguas de Atlántico lavando los dedos de sus
pies con cada subida de la marea. —Quiero saber exactamente cómo mi pequeñita
granjera alimentada con maíz se transformó en esta mujer audaz, sexy y
controlada.

Holly tomó una profunda inspiración y consideró el mejor modo de


responder. La verdad era que, tal vez un poco de licor más los viejos recuerdos,
añadidos a la querible franqueza de Trey, la hicieron querer ser franca, también. Y
real. Incluso si no se desahogaba completamente y lo culpaba, podía contarle la
verdad sobre su vida, que se había salido del sendero que pretendía seguir. Que
buscó refugio en momentos salvajes, personas salvajes.

Pero… espera, no. Eso sólo la haría sonar vulnerable, como una mujer con

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


arrepentimientos. Y no podía arriesgarse a que él siquiera se preguntase si había
sido la razón de ello. Apégate al plan.

— Supongo que en algún lugar a lo largo del camino simplemente decidí


intentar un tipo diferente de vida de la que siempre pensé que quería. Después de
todo, sólo vives una vez.

— Y…— la guió él.

— Y… me mudé a Las Vegas e hice un montón de nuevos amigos. Hice un


montón de cosas nuevas. Supongo que eso construye la confianza de una chica.

Síp, sólo déjalo así.

Pero él no se lo creía. — ¿Eso es todo lo que consigo, Holly? Vamos, eso no es


justo.

— Eso es todo lo que hay— insistió ella.

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El Club de las Excomulgadas
Ahí fue cuando él dejó de caminar, el movimiento hizo que ella también se
detuviera, y se giró para enfrentarla en la oscuridad. Él seguía sosteniendo su mano
y ahora la agarraba con fuerza, apretándola. — ¿Qué hay de ti? ¿Qué te hace feliz?
¿Qué amas, nena?

Dios, qué preguntas tan profundas. Holly pensaba en todas las respuestas que
podría dar. Amo a mi familia. Amo a mis amigos, más a los antiguos. Amo a los gatos, los
discos antiguos de Frank Sinatra, las noches cálidas, y… las posibilidades. Amo el modo en
que se siente cuando las posibilidades se extienden delante de ti en algunos momentos, como si
cualquier cosa pudiera pasar, como si tus sueños estuvieran a un aliento de distancia.

¿Pero por qué en la tierra ella se permitiría ser tan vulnerable con él? ¿Qué en la tierra
había allí para ganar? No, ella tenía que permanecer dura. La Holly de Indiana sólo era
un recuerdo distante; la más nueva, más audaz Holly de Las Vegas estaba a cargo
esta noche.

Así que parecía un buen momento para pasar más allá de todo lo de ponerse

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


al día y simplemente ir al grano. —Amo el sexo, Trey. Amo el sexo como no amo
nada más en la vida. Y soy malditamente buena en eso, también. Y si ahora mismo
fuéramos las únicas personas en esta playa, caería de rodillas y te daría el mejor
sexo oral que jamás has tenido.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cuatro
—Jesús—murmuró él.

Y ella dijo, —No, sólo soy yo.

Lo cual hizo que él dejara escapar una risa corta e impactada, incluso
mientras su coño se ponía más cálido en sus bragas ante el descubrimiento de que
ella realmente quería esto, realmente quería seducirlo. No sólo por el poder, sino
también por el placer. Nunca había imaginado que tendría la oportunidad de volver
a estar con Trey, y ahora, aquí estaba delante de ella en una proverbial bandeja de
plata. Y lucía lo suficientemente bien como para comérselo.

Él debió haber sido capaz de leer la lujuria en sus ojos porque fue en ese
momento cuando su expresión también cambió, desvaneciéndose en algo más
intenso, excitante. Ella estaba agradecida porque ahora la luna casi llena brillaba

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


como un foco sobre su antiguo amante, iluminando lo que había estado rodeado de
oscuridad en el bar: sus cálidos ojos, su atractiva cara, su atlético cuerpo, casi
musculoso y la profundidad de su deseo por él.

¿Debería eso ponerme nerviosa? ¿Realmente desearlo?

Pero no, no debería, no lo hacía. Puedes desearlo y aun así hacer lo que
quieres con él. El deseo sólo mejoraría toda la experiencia.

—¿A dónde podemos ir?—preguntó ella, sin aliento. Así estaba de segura
ahora, así de confiada, de que él también quería esto, a pesar del hecho de que ni
siquiera se habían besado.

Luciendo un poco fiero ante eso, él respondió simplemente tomándola de la


mano y llevándola de vuelta por la playa hacia el hotel.

Afortunadamente, no habían ido demasiado lejos. Mientras tiraba de ella


por la suave arena que no tocaban las idas y venidas de las olas, ella murmuró, —

25
El Club de las Excomulgadas
¿Dónde estamos yendo?—No tenía idea, ¿a una habitación de invitados en el hotel?
¿A una caseta al lado de la piscina? Aunque no podía recordar si el Imperial Palms
tenía un lugar así. Su mente giraba por la anticipación de estar a solas con él; sus
senos se hincharon con necesidad y la parte interna de sus muslos dolía.

Y por un momento, mientras los dedos desnudos de sus pies se hundían en


la arena fresca y marrón de South Beach, se permitió simplemente sentir… el
divertido conocimiento de que estaba a punto de dejarse ir, de permitirse algo de
sexo fabuloso con el hombre con quien ahora corría hacia el gran hotel art decó. Se
permitió dejar de pensar, dejar de hacer planes, simplemente se permitió ser. Sí,
había estado tratando de cambiar sus maneras salvajes, pero para el momento, se
alegraba de haber bajado la guardia cuando Trey se le había acercado.

Él la llevó a una pequeña fila de tiendas blancas con dosel arriba en la playa,
cerca del área de la piscina. Dentro de cada una descansaban cuatro sillones
acolchados. Trey trotó pasándolos, todavía llevándola con él, hasta que alcanzó la
última y fue donde la empujó hacia abajo. Todavía podrían ser vistos si alguien

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


pasaba cerca, pero había mucha más privacidad de la que tenían en la playa o cerca
de la orilla.

La sorprendió un poco entonces cuando Trey la agarró, besó,


apasionadamente. Después de todo, hasta ahora ella había sido la agresiva. Pero
Señor, él todavía besaba bien, y ella recordaba estos besos, los recordaba mucho
más de lo que había esperado. Ellos la hicieron retroceder, en un solo latido, hasta
ese dulce y salvaje verano de cuando tenía dieciocho años en esta misma playa.
Algunas cosas nunca cambian, suponía, y el modo en que un chico besaba podía
ser una de ellas.

Ella se sumergió en ello, presionando sus palmas contra su firme pecho, y


cuando sus caderas se juntaron… mmm, Dios, él estaba duro como roca.

Ella tenía que dejar de besar, morderse el labio inferior, dejar salir el aliento.
Esto… esto se sentía demasiado bien, demasiado rápido. Esto no era… una lujuria

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El Club de las Excomulgadas
normal. Pero no tengas miedo. Tú puedes manejarlo. Puedes manejar cualquier cosa. Sólo se
la mujer que has sido con él hasta ahora, fuerte, preparada… sin emociones.

Y entonces recordó lo que ella le dijo que haría si estuvieran solos. E incluso
si ponerse a sí misma en una posición servil ahora mismo pudiera no sonar como el
movimiento más sabio… bueno, bajar sobre él, así de rápido, le mostraría cuán
audaz era ella, y le recordaría la fuerte y tenaz chica en la que se había convertido.

—Quítate la camisa—dijo ella, la voz suave pero demandante.

Y mientras él se la quitaba por la cabeza, ella no dudó en estirarse entre ellos


y desabrochar su cinturón, luego soltó el botón de su short, y bajó el cierre. El short
caqui cayó sobre la playa, y un energético tirón hizo que el bóxer de seda lo
siguiera.

Dios, su pene era maravilloso, parado perfectamente rígido y alto, listo para
la acción. No pienses en el hecho de que fue tú primer hombre. Eso no importa. No, todo lo

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


que importaba era complacerlos a ambos.

Mientras caía de rodillas sobre la arena, curvó su mano alrededor de la


gruesa erección delante de ella, apretando, amasando ligeramente, pero con
firmeza, llegando a conocerlo otra vez. Realmente es como la primera vez. Excepto que
ahora eres una persona diferente, así que no importa. Síp, sigue con ese último
pensamiento. Entonces se inclinó hacia adelante y lamió gentilmente una gota de
pre-eyaculación de la cabeza. Mmm… lo escuchó contener su respiración y sintió
que su estómago se contraía. Quería más, más de él dentro de ella.

Luego de un instintivo giro de su lengua alrededor de la punta, suavemente


hundió sus labios sobre su longitud, tomándolo cómodamente dentro, adorando la
sensación de dejar que su boca se llenara de él. Su coño lloró de hambre y también
del conocimiento de que su momento llegaría y por ahora, esto era lo que quería
hacer.

—Oh Holly, Holly nena… Dios, eso es bueno.

27
El Club de las Excomulgadas
Mejor que cuando lo hizo la última vez, apostaba. Entonces ella había sido
muy nueva en esto. Pero ahora ella trabajaba su boca expertamente arriba y abajo
de la sólida columna de carne mientras masajeaba la base con su puño. Cerró los
ojos y se perdió en la entrega y en lo que esto le daba a cambio. Se sentía voraz y
poderosa.

—Mírame—le dijo él; y así lo hizo, abriendo sus ojos para levantar la
mirada hacia él, sabiendo lo obscenamente sexual que se veía una mujer de este
modo, y por el momento no muy capaz de decidir si le daba más poder o si se lo
quitaba de algún modo. Nunca se lo preguntó antes, pero ahora, de pronto, sí lo
hacía.

Sólo que no se lo preguntó por mucho tiempo, porque mirar a los ojos de
Trey le recordó una vez más dónde estaba, con quién estaba, que esto no era el
típico romance de una noche. Pensaba que iba a ser sexo casual, pero… ¿cómo
podría serlo?

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


No pienses. Simplemente no pienses. Sólo hazlo. Sólo fóllalo. Fóllalo como has jodido
a cualquier otro amante que has tenido, chico o chica. Fóllalo porque se siente bien. Para tu
cuerpo, tu piel. No tiene que ser algo más profundo.

Decidiendo que era momento de pararse, sacó de su boca el perfecto pene de


Trey y se puso de pie. Era el momento para tomar el control, el verdadero control.
Así que puso sus manos sobre los antebrazos de él y empezó a moverlo hacia atrás
a la tumbona más cercana. —Acuéstate—ordenó ella.

—¿Cuándo te pusiste tan mandona?—preguntó él, viéndose medio divertido,


pero también sinceramente curioso mientras se dejaba caer hacia atrás en la
tumbona.

—Cuando crecí—ella respondió brevemente, cansada de todas sus preguntas


sobre los cambios en ella. Los porqués no eran de su incumbencia, sólo quería que
él viera y respetara la diferencia.

—Creo que me gusta—empezó él, —pero…

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El Club de las Excomulgadas
Y mientras se sentaba a horcajadas sobre él en el sillón, y las manos de él se
cerraban sobre sus caderas para tirarla hacia abajo, ella dijo, —Trey, te gusta. Te
gustará. Ahora cállate—no quería ser ruda, pero no podía dejar que él volviera esto
más real, menos casual, de lo que ya era. Sólo era sexo y tenía que dejarlo de ese
modo, de una vez por todas.

Entonces la mirada en los ojos de él cambió y finalmente ella lo sintió


considerarla, todo de ella, la que no planeaba ponerse emocional aquí, la que sólo
quería follarlo y nada más. —Bien—escupió él, los brazos aún envueltos alrededor
de ella, y entonces comenzó a besarla de nuevo, justo tan duro y apasionado como
antes.

Bien. No más palabras, no más conversación. Pero maldición, otra vez, el beso la
llevó al pasado. Y no pudo evitar dejarse atrapar un poco en este, se sentía
demasiado bien para no deleitarse en como estaba reaccionando.

Aun así, en el momento que escuchó un suave ronroneo de placer haciendo

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


eco desde su garganta contra los labios de él, supo que era hora de poner las cosas
en movimiento. Presionó su entrepierna contra su erección y frotó. Incluso a través
de sus bragas… mmm, un intenso placer la llamó.

Y entonces las manos de él estaban explorando su cuerpo por encima de su


vestido, sus senos, su culo; buscando más allá, él empezó a acariciar entre sus
piernas. Ella volvió a gemir dentro de su boca, incapaz contenerse.

Y entonces sus manos estaban debajo de su vestido y él estaba masajeándole


el culo firmemente con ambas manos mientras se besaban, y ella estaba tocando su
cara, los ásperos restos de barba sobre su mandíbula, mientras su lengua se
enredaba alrededor de la de él en el beso más delicioso que pudiera recordar en
mucho tiempo.

Ella escuchó su propia respiración entrecortada mientras, juntos, luchaban


para quitar sus bragas, finalmente tuvo que estirar su cuerpo al lado de él para

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El Club de las Excomulgadas
empujarlas más allá de sus rodillas y sacárselas de una patada. Pero rápidamente
reasumió su posición encima, que era donde necesitaba estar con él.

Ninguno dijo una palabra mientras ella se equilibraba, montándolo,


entonces tomó su erección de nuevo en su mano, levantándola derecha hasta que la
cabeza tocó la abertura donde ella sabía que estaba cálida y mojada.

Y entonces se acordó. Oh Dios. —Condón—murmuró.

—Cristo—susurró él. —En mis pantalones.

Incluso mientras ella se estiraba rápidamente al lado de la tumbona,


escarbando en su bolsillo trasero para encontrar la billetera, le preocupo saber que
estuvo tan cerca de estar piel contra piel con él y que ahora pondrían una capa entre
medio. Pero no se permitió examinar por qué le molestaba tanto, simplemente le
arrojó la billetera y le dijo, —Encuéntralo.

Un momento después, le quitaba el trozo cuadrado de plástico de las manos,

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


rasgándolo, extrayendo el disco enrollado que había adentro. Deslizándose hacia
atrás, cuidadosa pero rápidamente lo desenrolló sobre él. —Ahora—
respiró ella. —Finalmente.

Y en unos segundos estaba hundiendo su coño sobre él, tomando su eje


increíblemente duro dentro de ella, suspirando de placer mientras la llenaba. Un
inexorable hecho de su vida era que no importaba cuántas veces tuviera sexo, o con
cuántos hombres, esa entrada inicial siempre mecía su mundo. No había nada
como eso, la hacía cerrar los ojos, morderse el labio, pasar un momento
deleitándose en el lascivo placer de la total plenitud que sólo podría conocer una
mujer que amaba el sexo.

Pero Trey empezó a bombear dentro de ella, lo cual le hizo abrir los ojos,
devolverla exactamente a donde estaba. Colocó sus manos sobre el estómago de él
mientras empezaba a cabalgarlo, a follarlo.

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El Club de las Excomulgadas
Su cuerpo la urgía a ondular en círculos lentos y rítmicos sobre él, pero su
cerebro le decía que no se perdiera tanto en la experiencia, así que en su lugar
devolvió sus embestidas hacia arriba, empujando su cuerpo hacia abajo, dejando
que un placer más rudo la dominara. Los bajos gruñidos de él eran como
combustible que la empujaba a continuar, que la tenían deslizándose arriba y abajo
sobre su longitud hasta que estaba rebotando, bajando firmemente cada vez,
follándolo con tanta fuerza como era posible en esa posición.

Se movieron juntos de este modo hasta que casi fue sobrepasada por el
cansancio y tuvo que detenerse; se inclinó hacia adelante para descansar contra su
pecho sin pensar en ello. Ahí fue cuando se encontró a si misma besándolo allí,
corriendo sus dedos hacia abajo por su estómago, volviendo su respiración
filiforme.

Y entonces, de pronto, no hubo más discusiones dentro de ella. No más


razonamientos. Sólo el descubrimiento de que estaba tratando con demasiada
fuerza de evitar que esto se sintiera demasiado bien y que ya no poseía el poder

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


para evitar que sus instintos se hicieran cargo.

—Quiero hacer que te corras, nena—dijo él con voz rasposa mientras una
cálida brisa marina flotaba sobre ellos.

Ella no dijo nada en respuesta, sólo sabía que también quería eso, ahora.

Mientras volvía a colocarse sobre él, con los instintos haciéndose cargo, se
encontró a si misma deseando estar desnuda como él, desnuda, natural y libre sobre
la playa, como cuando eran jóvenes. Y aun así, era más sabio dejarse puesto el
vestido dado el lugar donde estaban, ese conocimiento también le recordó que
estaban haciendo algo prohibido, jodiendo donde cualquiera podría toparse con
ellos en cualquier momento, y eso era excitante de un modo totalmente diferente.

Aun así, levanto hasta la cintura la falda de su vestido para que ambos
pudieran ver dónde se conectaban sus cuerpos. Lánguidos suspiros de placer
escapaban de ella mientras giraba sobre él en calientes y lentas presiones.

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El Club de las Excomulgadas
Ahora las manos de él moldeaban su culo, estimulándola todavía más, y ella
lo miraba a los ojos. Era más difícil ver en la penumbra bajo la tienda de lo que era
afuera a la luz de la luna, pero seguía encontrando sus ojos brillando con oscura
lujuria. —Cabálgame, Holly—le dijo. —Fóllame con ese pequeño y caliente coño.

Las palabras la encendieron. No había tenido mucha conversación sucia


cuando eran jóvenes, pero le gustaba saber que aparentemente ambos habían
cambiado algunas cosas.

Aunque pronto, sus ojos se cerraron, su cabeza cayó hacia atrás, y el placer
se acumuló, escalando más y más alto, hasta que el orgasmo llegó rompiendo a
través de ella como una ola Empezó a gemir, luego se mordió el labio tratando de
permanecer callada mientras los pulsos chocaban a través de ella sin importarle
donde se encontraba.

El clímax fue increíble e intenso, más largo que la mayoría, de algún modo
mejor que la mayoría. Pero eligió no examinar muy cerca esa última parte, sin

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


preguntarse a sí misma por qué.

—Oh Dios—respiró, inclinándose sobre él otra vez, sintiendo la calidez de


sus brazos cerrándose a su alrededor, la calidez de… compartir placer e intimidad.
Una pequeña urgencia de luchar contra sus emociones se elevó dentro de ella,
pero... estaba simplemente demasiado cansada. Detente. Ríndete. Sólo por un rato. No
significa nada. Tendrás tu control de vuelta cuando lo necesites. Lo harás.

Sólo que… ¿Lo haría? ¿Realmente?

Mientras la emoción pasaba a través de ella, tan potente como el orgasmo


que acababa de experimentar, empezó a temer que había cometido un error muy
grande al follar con Trey Kennedy.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cinco
—Bésame, Holly. —Dijo profundamente, y ella no dudó en levantar su
cabeza desde donde descansaba sobre su pecho y darle un cálido y profundo beso
con lengua que sintió hasta los dedos de sus pies.

—Dios, eso fue bueno. —Murmuró ella sin aliento. Y sin embargo había
elegido deliberadamente sus palabras. No estuviste bien, sino estuvo bien. Porque
no quería entrar en pánico. Esto no tenía que ser un error. Mientras mantuviera
algunos límites aquí, podría mantenerlo todo bajo control; todavía podía hacer que
esto fuera lo que ella quería que fuera.

Y otra vez ¿qué era eso? Su cabeza nadó por todo lo que acababa de
experimentar... lo que aún estaba experimentando.

Catarsis... quieres purificarte. Oh síp, eso era.

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Deseas sacarlo de tu sistema de una vez por todas follándotelo y hartándote de ello.
Deseas demostrarle cómo de fuerte y resistente eres. Y deseas asegurarte de que sepa que fue un
idiota porque alguna vez te permitió marcharte.

Y bien, por el momento eso estaba empezando a parecer un poco una alta
orden, pero a medida que se acurrucó contra él, trabajó muy duro para volver en sí
misma, para centrarse, para recordar que era fuerte y resistente. Él la había hecho
así. Y ella creía que era un idiota... cualquier hombre sería afortunado de tenerla,
entonces y ahora.

Y, bueno, en cuanto a la sensación de… caer atrapada en esto, de sentirlo


demasiado, todo lo que podía hacer era fluir con ello. Fluir con ello y tener fe de
que después seguiría siendo la misma, dura y resistente

—Quiero hacerlo aún mejor. —Dijo él entonces, la voz profunda como la


noche y rebosante con arrogancia masculina.

33
El Club de las Excomulgadas
No puedes mejorar la perfección. Se guardó ese pensamiento para sí misma,
aunque... sí, era bueno volver a tener un poco de control, y simplemente dijo,

— ¿Cómo?

Él entrecerró los ojos con traviesa intención.

— ¿Por qué no en lugar de decirte, simplemente te muestro? —Entonces


puso sus manos en su culo para levantarla de su erección. No quería salir
necesariamente, amaba la forma en que la colmaba, pero él no le dio elección. Y se
sintió de inmediato vacía cuando su polla la abandonó, incluso dejó escapar un
pequeño grito ahogado de decepción.

Sin embargo, Trey no pareció darse cuenta, no reaccionó para nada... por el
contrario levantó su trasero aún más, hasta que ella estuvo sobre sus rodillas, y
entonces la atrajo hacia él donde se sentaba en la tumbona, solo parcialmente
reclinado. Finalmente murmuró:

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


—Sostén tu vestido de nuevo, por encima de tu coño.

Ella contuvo su respiración ante la demanda y, a continuación, hizo lo que


le pidió. Exponiendo su coño sólo a unas cuantas pulgadas de su cara. Y a pesar de
haberse corrido apenas un par de minutos antes, este palpitaba como loco otra vez.
Al ser examinado por él tan de cerca. Y porque sabía lo que venía. Fue entonces
cuando él utilizó sus manos sobre su culo atrayéndola aún más cerca, presionando
su montículo a su boca para un profundo e íntimo beso con lengua.

Ella no pudo contener el caliente llanto que se le escapó a medida que el


placer se disparaba a través suyo, impregnando sus sentidos.

— ¡Oh! Oh Dios. —Susurró, pero entonces mientras continuaba lamiéndola,


mordisqueándola, se ajustó y se hundió, encontrando un ritmo contra su boca.

Había tenido un montón de sexo, pero no estaba segura que alguna vez
hubiera volado tan alto a tales delicias directamente así de rápido después de lograr

34
El Club de las Excomulgadas
un orgasmo. Y, sin embargo, aun cuando no había estado lista para más placer, allí
estaba, asaltándola. Tan pronto como comenzó, se sentía impotente, su cuerpo
moviéndose por voluntad propia, no podría haberlo detenido aunque hubiera
querido. Y aunque sabía que era él quien estaba comiéndola, no podía evitar pensar
que todo era demasiado delicioso.

Un tiempo sorprendentemente corto había pasado antes de que supiera que


se iba a correr otra vez. Tan corto que se preguntó si alguna vez había tenido dos
orgasmos tan seguidos antes. Y justo cuando la idea se le ocurrió, el clímax estaba
sobre ella, llevándola más allá, sacudiendo su pelvis contra su cara, áspero e
irregular, mientras zigzagueaba a través de ella como una bola de fuego fuera de
control.

— ¡Unh! ¡Unh!— Oyó los ruidos que emitía sin poderse contener aún si su
vida dependiera de ello. Obligada a soltar la falda y a sujetarse del respaldo de la
silla con una mano, no sabía si alguna vez sintió algo como esto en toda su vida.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Aún mayor que el primero, para cuando el orgasmo pasó, pensó que
colapsaría en cualquier instante. Afortunadamente, Trey eligió justo ese momento
para soltar su culo y dejarla deslizarse hacia abajo de su cuerpo. Ella aterrizó a
horcajadas sobre sus caderas otra vez y sintió su hermosa polla, todavía dura como
un pilar de mármol, sobresaliendo firmemente en el valle de su culo.

Sus ojos se encontraron con los de Trey en la oscuridad, brevemente, antes


de inclinarse adelante descansado su frente en la de él. No pudo evitarlo... estaba
mareada por todas las sensaciones acumuladas en su cuerpo. Podía oler su sexo en
su rostro.

Y entonces cayó en la cuenta de cómo de... agresiva se había vuelto al final,


cómo su cuerpo la había conducido.

— ¿Te... te hice daño?— ¿Por qué siquiera te importa?

— Nop. —Le aseguró. —Disfruté cada segundo de ello. ¿Y tú?

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Cómo no iba a hacerlo? —Preguntó. Maldición. Deja de ser tan honesta.

Descansaron un minuto de esa forma, en silencio, sin palabras, hasta que


Trey dijo de pronto:

—Levántate.

— ¿Eh? —Susurró sorprendida.

—De pie, nena. No he terminado contigo todavía.

*****

Trey no podía recordar la última vez que había estado tan absorto en el sexo,
la última vez que algo se había sentido tan perfecto, tan salvaje y sin embargo
simplemente tan bien al mismo tiempo. Y ahora sus instintos animales lo guiaban.

Se fijó que Holly parecía inestable mientras se ponía de pie, y se dio prisa

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para seguirla, ansioso por volver dentro de su calor. Echando un vistazo hacia
abajo para asegurarse de que su condón estuviera en su lugar, sin palabras la guió
detrás de la silla, se puso de pie detrás de ella y le levantó las manos para cerrárselas
en el respaldo de la misma, luego deslizó los dedos por sus brazos antes de llegar
debajo de su vestido otra vez. Levantando la falda de nuevo, amoldó sus palmas
sobre sus caderas y colocó su dolorida polla dentro de ella.

Un bajo gemido escapó de ella, calentándole más la sangre. Dios, ella era
increíble. Aún no creía que fuera Holly, su Holly, pero estaba feliz de ajustarse a los
cambios en ella. Y descubrir que se había vuelto una feroz gatita sexual... bueno,
sería difícil decepcionarse por eso.

A medida que empezó a golpear dentro de ella... de nuevo, una y otra vez...
se perdió en su lujuria, y en viejos sentimientos, también. No estaba seguro de
cómo había sucedido eso, cómo había terminado ella de nuevo aquí donde se
habían conocido, o cómo había terminado follándola tan rápidamente hasta sacarle
los sesos en la misma playa donde se habían enamorado el uno del otro... pero

36
El Club de las Excomulgadas
cuando toda una serie de emociones se reunieron a su alrededor, rodeándolo
ferozmente, lo único que pudo hacer fue abrazarlas, aceptarlas, y decidir que las
sortearía más tarde. Mirando más allá de su linda cabeza rubia hacia el mar en la
distancia, no pudo evitar pensar que era como un milagro.

Ella gritaba con cada fuerte embestida que él entregaba, alimentando más su
fuego interno a cada segundo.

— ¡Más! ¡Más! —Ella exigió con los dientes apretados y estaba encantado de
darle lo que ella anhelaba, lo que claramente ambos anhelaban.

La folló de esa forma hasta que no pudo pensar con claridad ni un momento
más, hasta que sus piernas estuvieron a punto desvanecerse y sospechaba que las de
ella también lo estaban. Y entonces finalmente, cedió a la necesidad de liberarse y
gruñó cerca de su oído:

—Mierda, voy a correrme, nena… duro. —Justo antes de explotar,

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


culminando con cinco embates violentos en su suave y dulce carne.

Un segundo después, se desplomaron juntos de rodillas en la arena.

Se encontró a si mismo envolviéndola con sus brazos desde atrás, aún


enterrado en ella, y besando la parte posterior de su hombro revelado por el vestido
sin mangas.

—Eres perfecta. —Se oyó susurrar a sí mismo sin medir las palabras. Sin
siquiera considerar su peso... cuando se trataba de Holly, no tenía nada que
ocultar.

Un minuto más tarde, la ayudó a ponerse de pie, y después de ponerse de


nuevo su ropa interior y pantalones cortos, la atrajo hacia abajo en la tumbona, esta
vez sólo para estar tendidos juntos. Y después de unos cuantos minutos más de
afable silencio, se dio cuenta que tenía mucho que decirle. La verdad era que, había
tenido mucho que decirle por un largo tiempo, y ahora finalmente tenía la
oportunidad, así que debía decirlo antes de pasar diez años más arrepintiéndose.

37
El Club de las Excomulgadas
—Holly, nena, tengo que decirte algo. Necesito decirte cuánto lo siento por
la forma en que dejé que las cosas terminaran cuando nos conocimos.

Ella estaba recostada acurrucada contra su hombro, y cuando él la miró, ella


encontró sus ojos, pero no respondió. No podía leer su mirada, pero continuó.

—No tengo ninguna excusa, excepto que era un niño inmaduro que no
podía manejar una relación a larga distancia, y simplemente no tuve las agallas
para romper contigo como un hombre. Y si de algo sirve, ha sido... uno de los
mayores pesares de mi vida. Soy un hombre, y debería haber actuado como uno,
incluso a los diecinueve.

La siguiente vez que la miró a la cara, la encontró levantando sus ojos


brevemente a los suyos, pero escondió la mirada hacia abajo igual de rápido.

—No es… no es nada para que te castigues por ello, no es gran cosa.

No pudo evitar estar un poco sorprendido. Síp, ella era claramente una

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mujer fuerte e independiente ahora, pero antes, había sido… inocente. Y, bueno,
incluso un poco frágil según creía. Lo cual fue la razón principal por la que no tuvo
el valor para romper con ella; había tenido miedo de que ella se desmoronara y de
no saber qué hacer, cómo manejarlo.

— ¿No? —Preguntó, inclinando la cabeza atrás ligeramente.

Ella negó sacudiendo su cabeza suavemente.

—Seguro, dolió en su momento, pero lo superé. Así es como funciona el


amor adolescente algunas veces.

¿Eh? Eso no era lo que había esperado, pero…

—Bien, me alegra. —Y entonces incluso admitió: —No lo superé tan rápido.


Pero si con el tiempo.

—Bien. —Susurró tan quedamente que casi no la escuchó.

38
El Club de las Excomulgadas
Y algo en la absoluta suavidad de su voz le hizo recordar todo otra vez y le
hizo preguntarse si… ¿existía todavía algo de Holly Pettit que era aún frágil? Tal vez no.
Y… maldición, eso quizás incluso no importaba. De cualquier manera, él estaba… demonios,
estaba francamente enamorado.

—Holl, es… es increíble verte una vez más, estar contigo así de nuevo.
¿Puedo verte mañana? —Y se sorprendió cuan fuerte latía su corazón después de
plantear la pregunta, como un niño invitándola a su primera cita.

—Realmente no me gusta plantar a Lori. —Dijo. —Quiero decir, vinimos en


este viaje juntas.

Pero fue rápido para asegurarle.

—No tienes que plantarla. ¿Qué tal si las encuentro a ambas en la piscina o
la playa?

— ¿No tienes que trabajar?

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Él dirigió una sonrisa rápida.

—Yo soy del tipo importante aquí, pececito. Puedo tomarme el día libre si
quiero. Y quiero. ¿Me encuentras en la playa al mediodía?

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Seis
Holly descansaba en una tumbona en South Beach en un bikini blanco, tenía
varios dado que vivía en las Vegas, donde había piscinas por todas partes, y
observaba la escena ante ella. Los huéspedes del hotel llenaban las sillas en este
tramo especial de arena, lo que significaba muchas parejas, junto con grupos de
solteros como ella. Aún así, mientras observaba la muchedumbre de adoradores del
sol caminando en ambas direcciones por el borde del agua, vio la vasta mezcla que
poblaba South Beach en un día común: junto con familias típicas y parejas
americanas de mediana edad de vacaciones, notó homosexuales en pequeños
Speedos5 tomados de las manos, adolescentes charlando entre sí en español,
ancianos jubilados cubriendo sus caras con sombreros de ala ancha, y más de un
conjunto de tetas, dado que esta era la única playa donde la ropa era opcional en
los Estados Unidos continentales.

Se habría sentido mucho mejor si Lori estuviera recostada en la silla vacante

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


junto a ella, pero hacía media hora su amiga había corrido hacia un chico que
conoció la noche anterior mientras Holly estaba ocupada con Trey, y ahora había
desaparecido. Eso era lo que conseguía, supuso... tenía perfecto sentido kármico. Y
ahora ella estaba obligada a verse a solas con Trey.

— ¿Estás segura de que está bien, Holl? —Le preguntó Lori antes de salir
con el tipo guapo, alto y bronceado que parecía prendado de ella. —Sé que
contabas conmigo para acompañarte hoy. —Lori sabía todo lo que había ocurrido
la noche anterior, y por supuesto que no estaba bien, pero Holly no había tenido el
corazón para decir que no. Especialmente cuando Lori parecía tan prendada con el
chico, y resultó que era de Orlando, igual que ella, lo que significaba que podría
haber posibilidades de una relación real.

Aún así entre más tiempo estaba sentada allí sola, más inquieta se sentía. La
forma en que había terminado la noche anterior... sintiéndose tan cercana a él por
momentos, recordando el tiempo pasado, era bastante mala. Y creyó que tener a
5
Traje de baños pequeños, tipo sleep.

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El Club de las Excomulgadas
Lori aquí evitaría que las cosas con Trey se tornaran demasiado personales y haría
que el encuentro de hoy estuviera bien.

Pero ahora se sentía… vulnerable. Y pensaba que había dejado de sentirse


vulnerable hacía años. No le gustaba enterarse de que aún era capaz de eso. ¿Y por
Trey Kennedy? Parecía un cruel giro del destino. Divisando a otra chica en topless
paseando por la playa, miró su propio bikini. Sin duda, nunca había hecho topless
aquí cuando era joven, la idea había parecido no menos que escandalosa y
recordaba sentirse celosa y un poco horrorizada por las mujeres que eran lo
suficientemente audaces como para hacerlo. Pero ahora… ahora era tan atrevida
como nadie. O al menos podría serlo cuando quería.

Así que… Hmm, tal vez ser audaz sería una buena idea ahora. Tal vez le
recordara a ella y a Trey, una vez más, que no era la misma niña que él había
desvirgado. Y si lo asustaba un poco encontrarla acostada allí con sus tetas
expuestas, más que mejor.

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Sentándose, alcanzó detrás de su espalda para desabrochar la parte superior
del bikini, luego tiró la tira detrás de su cuello también. Extrayendo casualmente la
parte superior, la arrojó sobre un sillón junto a sus pies, agradecida de que vivir en
Las Vegas le diera la confianza para hacerlo con comodidad. Recostándose en la
tumbona, sintió las miradas sutiles y los vistazos. Algunas mujeres curiosas. Más de
hombres admiradores. Por supuesto, esos hombres podrían acercársele puesto que
estaba sola. Pero si era así, podía manejarlo. Incluso si estaba buscando cambiar sus
maneras salvajes, había aprendido muchas habilidades en Las Vegas que servían
bien a una chica en la vida.

Arrullada por el sol y la perfecta temperatura, Holly pronto dejó que sus ojos
se cerraran. Y a pesar de que se encontraba en una concurrida playa pública
vistiendo sólo la parte inferior del diminuto bikini, empezó a sentirse un poco más
relajada, a gusto. Tal vez Trey no aparecería. Quizás tenía también algunos
remordimientos acerca de lo noche anterior, y decidía dejarlo como estaba... una
noche de sexo caliente entre viejos amantes.

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El Club de las Excomulgadas
Y tal vez eso sería lo suficiente catártico para ella. Tal vez de alguna manera
sería capaz de olvidar los viejos sentimientos que habían revivido. Tal vez.

— ¡Guau!

La voz de Trey cortó instantáneamente su estado de ensoñación y, Oh Señor,


si no estaba equivocada, acababa de endurecer sus pezones más de lo que la brisa
marina había hecho. Abrió sus ojos, consciente de que su guau no sonaba alterado
sino más bien… excitado. Claramente, un error de cálculo por su parte. Y después
de la forma en que él se comportó la noche anterior, supuso que había sido bastante
tonto pensar que ella lo impactaría solo por mostrar sus pechos en la playa.

—Hola. —Dijo ella.

La lujuria estaba pegada a su sonrisa.

—Hola, pececito. —Entonces su mirada cayó intencionadamente a sus tetas


antes de elevarse de vuelta a su rostro. —Son bonitas.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Ella no pudo contener su sonrisa.

—Las has visto antes.

—Ya hace tiempo. —Le recordó. —Y lamento no haber podido verlas


anoche.

Y, oh no, había algo en la forma en que sus ojos se encontraron justo


entonces, con sus pechos desnudos ante él de tal forma, que lo sintió en la parte
inferior de su bikini. Ella estaba excitándose una vez más, demasiado, sólo por estar
de esta manera con él y saber que le gustaba, que lo estaban compartiendo. Aún
estando en una playa pública, se sentía como si se estuviera revelando solo a él,
solo para él... y como si él lo supiera también

—Pero, uh… —Se detuvo, apuntándolas. —Parece que están comenzando a


quemarse un poco.

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El Club de las Excomulgadas
Ella jadeó, echando un vistazo hacia abajo. Demonios, ni siquiera lo había
pensado... lo cual demostraba claramente que no tenía la cabeza en su sitio como
hubiera querido el día de hoy.

—No te preocupes. —Dijo él rápidamente. Luego le guiñó el ojo brevemente


mientras bajaba sobre una rodilla y comenzaba a hurgar en su bolsa de playa tan
cómodamente como si fuera suya, hasta que sacó una botella de protector solar. Y
después de abrir la tapa, se puso un poco de loción perfumada de coco en la palma
de su mano, colocó la botella a un lado, frotó sus manos juntas y se inclinó sobre
ella para empezar a masajearla cálidamente en ambos senos.

Contuvo el aliento ante el choque, el placer. Sí, podías andar en topless en


South Beach, pero normalmente no veías... bueno, al menos en la mayoría de los
lugares, lo que casi equivale a juegos preliminares a la intemperie. Sin embargo
nunca se le ocurrió detenerlo. Simplemente porque se sentía muy bien. En sus
pechos. En su coño. Mordió sus labios tratando de contener los gemidos que
querían escapársele, y todo el tiempo se encontró mirando sus sexys ojos color café,

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


mucho más cerca de los de ella ahora que lo que habían estado un minuto antes.

No sabía si la gente a su alrededor los estaba viendo, y difícilmente le


importaba. Todo lo que sabía era que el hombre sabía cómo hacer que sus tetas se
sintieran increíbles.

Cuando finalmente terminó, se inclinó cerca y susurró:

—Ya está. Ahora estás lista.

Ella dejó escapar un suspiro, y chico, si alguna vez lo estuvo. Lista para el
sol. Y lista para mucho más. Curioso, como después de algunas de sus experiencias
más salvajes en las Vegas, había casi pensado que ya no tenía la capacidad para
excitarse tan fácilmente. Pero parecía, le gustara o no, que Trey le estaba
mostrando que quizá no se conocía a si misma tan bien como pensaba.

Después de un poco de tiempo tomando el sol, Trey se estiró desde la


tumbona contigua a la suya y tocó su brazo.

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El Club de las Excomulgadas
—Ven al agua conmigo.

Ella sólo lo miró. Por un poco de tiempo, ellos habían coqueteado... sobre
sus pechos y el resto de su cuerpo, y él había mencionado lo que habían hecho la
noche anterior, pero entonces la conversación se había enfocado en la playa, la
gente que pasaba, el clima. Y a pesar de que había permanecido excitada, comenzó
a creer que la candente aplicación de la crema no había significado gran cosa, que
la pasión estaba menguando un poco, que ella aún podía pasar un día agradable
con él aquí, sin que nada más ocurriera. Pero, con tan solo mirar sus ojos se
convenció de lo contrario.

—No… estoy de humor. —Dijo ella. Lo que era una rotunda mentira. El sol
del verano golpeaba caliente sobre ellos y un chapuzón sonaba genial. Y un baño
con Trey sonaba aún más agradable, el solo pensar en ello hizo que su coño se
contrajera ligeramente.

Él le dio con su cabeza una inclinación burlona.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


—Vamos, sabes que a los pececitos les gusta el agua. Vamos pececito. —
Dijo, poniéndose de pie y estirando una mano abajo hacia ella.

Y… ella la tomó. Porque no podía evitarlo.

En momentos estaban caminando dentro del Atlántico, y a pesar de sí


misma, Holly se sentía sexy y viva vistiendo sólo la parte inferior de su bikini
mientras la mayoría de las personas alrededor de ellos llevaban trajes de baño
completos y normales. A pesar de que, antes, las miradas curiosas y admiradas de
los extraños no le afectaron particularmente, ahora sí... ahora la hacían sentir
excitante, audaz, temeraria. Pero lo que más le afectó fueron los ojos de Trey al
encontrar los suyos, chispeando cálidamente sobre ella bajo el sol de Miami.

Pronto fueron más allá de donde rompían las olas hasta que el agua les
llegaba al pecho. Se tomaron de las manos mientras saltaban sobre la continua y
tranquila marea, riendo y hablando. Pero entonces de alguna manera estaban
repentinamente besándose, y sus manos fueron a parar a sus tetas de nuevo... y

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El Club de las Excomulgadas
luego a su culo cuando ella envolvió sus piernas alrededor de él bajo la superficie
del océano.

Y mmm, estaba deliciosamente duro contra el ápice de sus muslos y se


encontró moviéndose contra él, ondulando al mismo tranquilo y rítmico paso del
vaivén de las olas, su cuerpo hinchado de placer ahora, placer que parecía venir
muy fácilmente con Trey. Recordaba eso de su juventud, cuando el sexo había sido
fresco y nuevo... le sorprendía que eso aún se conservara incluso ahora y él pudiera
excitarla tanto.

Se besaron más y pronto ella se corrió, con el agua y el hecho de que


estuvieran a la vista de otros nadadores de alguna manera intensificando el
orgasmo mientras este corría a través y sobre ella tan salvaje como esas olas que se
estrellaban en la orilla a solo unos metros. Y cuando terminó, Trey sonrió y dijo:

—Me sorprendes, nena, pero me encanta.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Y no dijo nada, pues también estaba bastante sorprendida. Y aún mucho
más enredada con Trey Kennedy de lo que quería.

Esa noche, Holly se encontró sentada frente a Trey en uno de los


restaurantes al aire libre del Imperial Palms, en la playa misma. Aunque llevaba un
elegante y sexy vestido playero, y él caquis y una camisa de botones, ambos dejaron
sus zapatos en el camino de piedra que descendía en la arena. Antorchas Tiki
ardían alrededor de ellos a medida que el sol comenzaba a ponerse.

Mientras Trey le hablaba más acerca de su trabajo y su vida aquí, se


preguntaba por qué había accedido a reunirse con él nuevamente esta noche. No
debió hacerlo, por supuesto. Pero Lori estaba todavía fuera con su nuevo hombre y
Holly en particular no quería pasar el resto del fin de semana sola. Y sería sólo un
día más de todos modos... después de otro día en la playa mañana, se reencontraría
con Lori y ambas se dirigirían de regreso a sus respectivas casas.

45
El Club de las Excomulgadas
Cuando Trey le preguntó más sobre su vida, intentó responder vagamente, y
hacerlo sonar emocionante. Aunque la última parte no era mentira... su vida adulta
hasta ahora había sido emocionante y divertida. Pero particularmente no quería
que se enterara que había renunciado a sus sueños profesionales debido a su
ruptura hacia diez años atrás, por lo que ocultó esa parte manteniéndose esquiva.

—Me sorprendes. —Dijo él entonces, con los ojos clavados fuertemente


sobre ella.

—Dijiste eso más temprano hoy. —Le recordó. Y luego se encontró


preguntándole sin bastante sentido. — ¿Qué es lo que te sorprende en particular?

Él inclino su cabeza de manera sexy.

— ¿Honestamente? El sexo. —Dijo. —Quiero decir, nunca te imagine así


cuando éramos jóvenes. Así que no puedo evitarlo, tu libre actitud sexual me
intriga y me calienta. Y supongo que simplemente continúo preguntándome cómo

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


llegaste desde dónde estabas hasta dónde estás ahora. Tú, uh, me evades siempre
que te pregunto al respecto.

En respuesta, Holly sólo se encogió de hombros.

—Es porque me temo que no tengo una respuesta para ti. La gente solo
cambia y evoluciona a veces, es todo. —Ella hizo una pausa, tomó un sorbo de su
vaso de vino. —Aunque… lamento si arruiné la ilusión que tenías de mí, de
nuestro verano juntos. —Y lo decía en serio. Había una pequeña parte de ella que
extrañaba a esa chica mucho más inocente, y no le gustaba la idea de que él la
extrañara, también.

Pero, como si le leyera la mente, él dijo:

—No, eso no arruina nada. Aún eres tú.

Eso la sorprendió. Porque… ¿era ella? ¿La misma chica que él había conocido? Se
decía a sí misma una y otra vez que no, y realmente, se sentía diferente

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El Club de las Excomulgadas
internamente, profundamente alterada.

—Me sorprende que pienses eso. —Admitió.

— ¿Por qué, pececito? No importa cuán mundana o segura de ti misma seas,


o a cuántas personas hayas follado. Aún eres la chica que amé; puedo verla en ti en
momentos en que tu probablemente piensas que no.

Y buen Señor... nada de lo que Trey le había dicho desde su llegada la había
afectado tanto. Incluso si ella podía, en raros momentos, extrañar a esa chica, la
había dejado atrás hacia mucho tiempo.

—Realmente… no soy esa chica, Trey. —Insistió ella.

—Seguro que lo eres. —Dijo fácilmente, como si supiera algo que ella no
sabía.

Así que quizá que había llegado el momento de… impactarlo, realmente

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


sorprenderlo esta vez, simplemente poner todo sobre la mesa y decirle a Trey
Kennedy qué tan sexual exactamente se había vuelto.

—Trey, he tenido relaciones sexuales con otras mujeres. Y he tenido


relaciones sexuales con más de un chico al mismo tiempo. He estado hasta con tres
o cuatro personas a la vez. Realmente he… cambiado. Ya no soy esa chica
emocional y pegajosa que conociste.

Pero para su consternación, él no se veía aturdido o desalentado en lo más


mínimo por lo que le había contado. Simplemente le dedicó otra mirada confiada y
conocedora mientras decía:

—Pegajosa, quizás no. Pero sé que estás sintiendo lo mismo que yo este fin
de semana, viejas emociones. Tan intensamente como cuando éramos adolescentes
y estábamos en esta playa juntos.

—Eso no es verdad. —Negó rápidamente.

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El Club de las Excomulgadas
—Pruébalo. —Dijo.

— ¿Cómo?

—Déjame follarte nuevamente esta noche, Holly. Pero esta vez yo pido
demandar todos los tiros.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Siete

Holly dejó escapar el aliento y esperaba que él no pudiera ver su pecho


desinflarse.

— ¿Quieres que renuncie al control? ¿Para probar que puedo hacerlo sin
sentirme emocional?

—Síp, algo así.

—Me gusta el control. —Le dijo ella con sinceridad.

—Síp, me di cuenta de eso.

—Entonces la respuesta es no. —No era como si ya no le hubiera dejado


tener algo de control mientras jodían, pero pensaba que al menos habían hecho un

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


intercambio de ida y vuelta. De ningún modo estaba interesada en dejar que él le
quitara su poder cuando estaban teniendo sexo.

Pero Trey no se veía derrotado... si era algo, ella creía que parecía…
completamente determinado a hacer su parecer.

— ¿Qué te parece esto? Qué tal si vamos a la suite del penthouse, la cual está
vacía esta noche, y sólo digamos que… todo vale.

Ella no respondió por un largo minuto, incluso mientras sus miradas se


encontraban a través de la mesa. Se dio cuenta de la música latina haciendo eco
desde algún lugar en la playa. Lo último que quería era que Trey lograra más de un
soporte emocional sobre ella del que ya había logrado en las últimas veinticuatro
horas. Así que estar de acuerdo, incluso sin rendirse al control, se sentiría casi
como… un suicidio en cierto modo.

La primera vez que se habían encontrado, ella había estado muy segura de
que podría tontear con él sin sentir nada... pero la simple verdad que seguía

49
El Club de las Excomulgadas
tratando de evitar… era que sentía mucho. Demasiado. Y que tenía que dejarlo
ahora; tenía que hacerlo. De algún modo casi temía que su alma dependía de ello.
Di que no ahora y tal vez puedas hacer un limpio alejamiento de este fin de semana sin
extrañarlo demasiado cuando termine, sin sentir demasiado de esa antigua sensación de
pérdida colosal de hace diez años atrás.

Y aun así… lo quería. Locamente. Salvajemente. Quería sentir su piel


caliente contra la de él. Ansiaba volver a tener su duro pene dentro de ella... de
hecho, si era honesta con ella misma, se había sentido adolorida por eso desde su
orgasmo más temprano en el océano.

Los orgasmos eran grandiosos, pero no había nada como ser bien y
verdaderamente follada, profundo y duro.

Y es sólo sexo, ¿cierto? Ella era buena con sólo sexo. Había llegado aquí siendo
buena con sólo sexo; ella podría hacer retroceder su límite y ser buena en ello otra
vez. Y sería… la máxima victoria. Ahora no sólo sobre él, sino que también sobre

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


ella misma.

—Es lo justo. —Dijo ella finalmente, aunque su voz salió en poco más que
un susurro. Y por un momento fugaz y aterrador, temió haber acabado de tomar la
decisión equivocada. Pero luego dio otro sorbo a su vino y trató de dejar que la
preparara. Puedo hacer esto. Puedo joderlo sin que importe. Y entonces esos viejos demonios
nunca me perseguirán de nuevo.

*****

Para el momento en que Trey guió a Holly a la suite más lujosa del hotel en
el último piso, eso era todo lo que podía hacer para no arrancarle la ropa.
Simplemente mirar sus bonitos ojos, sus labios llenos, durante toda la cena, había
mantenido su deseo al punto de fiebre. Por supuesto, parte de ello era por recordar
todo lo que habían hecho juntos sólo desde ayer, pero profundamente, él sabía que
era más que eso. Era más que descubrir el salvaje estilo de vida sexual de Holly.
Era más que la excitación de la lujuria compartida.

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El Club de las Excomulgadas
Era acerca… del pasado. Sobre el hecho de que nunca había soñado que
estaría con ella otra vez, y ahora, aquí estaban. Era acerca de todas esas antiguas
emociones enterradas que volvían completamente a la vida... igual que si hubiera
sacado una rosa aplastada de un libro y verla abrirse en un completo florecimiento.
Y él iba a hacerlo malditamente bien y asegurarse de que Holly también sintiera
todo eso, de un modo que no pudiera negarlo.

Y tan caliente como estaba, tan hambriento como se sentía, sabía que ahora
tenía que ir lentamente. Tenía que ir con lentitud, hacer que ambos sintieran cada
toque, cada mirada. Quería que ambos saborearan cada momento. Quería que la
experiencia los cambiara a ambos para siempre.

Mientras abría las puertas dobles de la suite, pensaba en mostrarle el lugar,


que era bastante fastuoso, pero así de rápido, se dio cuenta de que nada entre estas
paredes podría compararse remotamente con el placer que quería darle a ella, justo
ahora.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Así que cuando ella caminó hacia las puertas francesas que llevaban al
amplio balcón, él la siguió hasta ahí afuera. Presionó su palma contra la parte baja
de su espalda mientras ella admiraba la vista. Por supuesto, fuera estaba oscuro, el
sol había desaparecido hacía tiempo, pero el cielo titilaba con estrellas, más de las
que creía que podían verse usualmente desde aquí dada la proximidad a la luces de
la ciudad de Miami.

—Solíamos mirar mucho las estrellas. —Le recordó a ella.

—Porque era gratis. —Dijo con una carcajada, recordando. Ambos habían
tenido que ahorrar la mayor parte del dinero que ganaron ese verano, pero la playa
en si misma había sido el perfecto patio de juegos, tanto de día como de noche.

—No es un mal espectáculo gratuito. —Señaló él.

Y ella estuvo de acuerdo.

Ahí fue cuando él se estiró para quitar sus rizos rubios de su hombro para

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El Club de las Excomulgadas
dejar un beso ligero como pluma en su tierno cuello. Y cuando ella suspiró, e
incluso tembló un poco al mismo tiempo, sintió un poco de orgullo masculino al
saber que aún podía hacerla sentir tanto con algo tan simple.

Él cerró sus manos sobre sus caderas y dejó otro suave beso en el mismo
lugar, luego otro, y otro. La cabeza de Holly se inclinó hacia un lado, facilitándole
el acceso, y él no podía oír nada, excepto sus respiraciones. Pronto, dejó caer más
besos tiernos sobre su hombro desnudo y luego sobre parte de atrás de este. Sufrió
la sensación de querer besarla por todos lados.

No podía recordar la última vez que había querido ser así de gentil y lento
con alguien, pero entonces, espera, tal vez podía. Había sido hace diez años... con
ella. Tal vez ella había estado tratando de impactarlo, asustarlo, con esos trozos
sobre sus hazañas sexuales, pero él no era el tipo de hombre que juzgara a alguien y
no le importaba nada de eso. Lo que le importaba era Holly la persona, la mujer. Y
quería que ella lo supiera.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Finalmente, ella se volvió en sus brazos para devolverle el beso, y él sintió el
simple movimiento profundamente en su interior... ella también quería esto. Y él
sabía, sabía, que tenía que ser más que simple sexo para ella. De otro modo, ese
pequeño primer beso nunca la habría hecho temblar. Y ahora mismo los brazos de
ella no estarían cerrados tan apretadamente alrededor de su cuello. Él la acercó
más, movió su boca sobre la de ella, sintió su endurecido pene presionar en ese
punto tan suave entre sus piernas.

Se besaron de ese modo por un largo rato, Trey dando tiernos toques,
deslizando las puntas de sus dedos por la espalda de ella, subiendo por sus brazos.
Los besos se mantuvieron lentos, profundos, su lengua presionando dentro de su
boca, y tanto como se moría por follarla, vio una cosa más que no podía recordar:
la última que vez que simplemente besó a una mujer por tanto tiempo y obtuvo
tanto placer por ello.

Aunque finalmente, quiso más. Y sabía que ella también. Pero aun no
quería apresurase. De hecho, se enojaba un poco consigo mismo al recordar que ni

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El Club de las Excomulgadas
siquiera le había visto los senos hasta hoy en la playa, así que ahora alcanzó detrás
de su cuello y gentilmente tiró del nudo que mantenía su vestido de playa en su
lugar. Cuando se soltó al frente, dio un paso atrás sólo lo suficiente para bajar la
tela de sus tetas, poniéndolas a la vista entre ellos. Y tal como antes, fuera en la
arena, fue golpeado por cuán hermosas eran... de tamaño medio y respingados, los
rosados pezones fruncidos y apuntando ligeramente hacia arriba.

—Oh dulzura. —Murmuró él, tomándolos. Y luego se inclinó para tocar


ligeramente con su lengua sobre un pico hermosamente tenso.

A pesar del calor, ella se estremeció, y él se enamoró de ella aún más.


Después de eso, hizo turnos besando y lamiendo cada perfecto seno mientras Holly
pasaba sus manos a través de su pelo y, más arriba, suspirando de placer. Ella se
reclinó hacia atrás contra la barandilla del balcón mientras él entregaba sus
atenciones, lento y con cuidado, y supo que estaba sintiendo cada pequeña lamida
todo el camino hasta su núcleo.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Por supuesto, pronto quiso besar y lamer otros lugares también. Así que
cayó de rodillas y deslizó hacia arriba sus manos por debajo de su vestido, su toque
haciendo su camino sobre sus rodillas y subiendo por sus tersos muslos.

Esta vez cuando ella dejó escapar una exhalación de placer, se encontró
sonriéndole... y ella le devolvió la sonrisa. Y mientras esas sonrisas estaban atadas
con sexo, lujuria y atrevimiento, él sabía que estaban coloreadas con… comodidad.
Familiaridad. Estar con ella era nuevo… y aun así no lo era. Era como estar con
ella ahora, aquí, en el presente, pero así mismo también como estar con ella de
vuelta en el pasado.

— ¿Quieres sentarte, pececito?— murmuró él, pensando que tal vez ella
sería capaz de relajarse completamente y disfrutar de lo que estaba a punto de hacer
si estaba cómoda.

—Está bien. —Susurró ella con facilidad, sonándole mucho más como la
versión de dieciocho años que sabía que la enojaría si se daba cuenta. Parecía tan

53
El Club de las Excomulgadas
determinada a dejar atrás su juventud, pero lo que él le había dicho era verdad:
todavía podía ver vestigios de aquella niña dentro de ella... sólo que estaba más
crecida, más audaz, más valiente, más confiada, y sexy como el infierno.

Ella caminó alrededor de él hasta una silla situada al lado de una mesa de
desayuno, empujándola para enfrentarlo, luego tomó asiento. Y él no perdió
tiempo en volverse hacia ella arrodillado y pasando sus palmas hacia arriba por sus
muslos una vez más debajo del vestido.

—Levántalo— dijo él cuando encontró encaje, y cuando ella lo levantó,


silenciosamente le bajó las bragas y se las sacó, sobre los tacones con tiras que se
había vuelto a poner después de dejar el restaurante de la playa.

Y entonces, justo mientras estaba a punto de separarle las piernas, ella lo


hizo por él, y en un audaz movimiento las levantó sobre los pequeños brazos de la
silla, levantando el dobladillo al mismo tiempo para poner su coño audaz e
increíblemente a la vista.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Maldición, ella era caliente. Mientras él miraba los rosados pliegues divididos
de su coño, la piel que lo rodeaba lisa y desnuda, una oleada de excitación como
ninguna que hubiera conocido antes lo alcanzó. Pero quédate tranquilo aquí. Todavía
quieres mantener esto lento, sin prisas. Y así después de encontrar los ojos de ella por
un breve momento, él presionó sus manos contra la parte interna de sus muslos y se
inclinó hacia adelante para girar su lengua directamente alrededor de su clítoris.

Ella gimió suavemente y los calientes sonidos hicieron eco a través de él


mientras se concentraba en lamer y lavar cada rincón y ranura de su perfecto coño
rosado. Sobre él, ella suspiraba, se retorcía y gemía, conteniendo su respiración por
momentos, y levantó la mirada para ver la cabeza de ella caer hacia atrás, la boca
abierta en lo que parecía estar cercano al éxtasis. Pensó que nunca había disfrutado
tanto lamer a una mujer como estaba disfrutando esto, ahora, con ella... incluso
sobrepasaba momentos donde habían estado juntos antes. Tal vez porque esto se
sentía como completar el círculo. O tal vez porque sabía en su corazón que incluso
aunque compartieran algunos placeres calientes y sucios, al mismo tiempo él estaba

54
El Club de las Excomulgadas
atravesando sus defensas, a cada chispeante momento.

Nunca se apuró, sólo continuó adorando el sabor de sus jugos femeninos,


bebiendo de cada uno de sus sonidos de deleite, sintiendo la calidez y suavidad de
su carne más íntima alrededor de su boca, su cara. Pero lo suficientemente pronto
ella estaba murmurando:

—Oh Dios, sí… casi… casi.

Y mientras el orgasmo explotaba a través de ella, se sintió casi como todo lo


que podía hacer para no correrse él mismo, incluso sin ninguna estimulación de su
pene. Los gemidos de placer de ella llovían sobre él, todo calor y pérdida de
control, rodando a través suyo como un trueno.

Cuando finalmente el cuerpo de ella se quedó quieto, relajado hacia atrás en


la silla, él se levantó para presionar un solitario beso sobre la redondeada carne al
lado de un puntiagudo pezón color malva, y dijo:

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


—Eres jodidamente deliciosa.

Y cuando ella bajó la mirada hacia él, volvió a ver a la chica que solía ser.
Atrapado en la pasión, en la conexión que traía. Sus ojos azules lucían salvajes y
desesperados e incluso un poco tristes mientras ella decía:

— ¿Me follarás ahora, Trey? ¿Por favor?

— Por supuesto que lo haré, nena. —Estaba más que feliz de darle lo que
necesitaba.

Mientras Holly se ponía de pie, Trey empezó a ser el que sentía impaciencia,
y la levantó en sus brazos, tomándola claramente fuera de guardia, pero al mismo
tiempo haciéndola reír. Entonces la llevó de vuelta a través de las puertas francesas
y hacia la cama King Size que enfrentaba una ancha ventana. Sucedía que Trey
sabía que por la mañana, ellos despertarían con una espectacular vista fuera de esa
ventana, y aunque esta noche sólo los dejaba en la oscuridad y con un vistazo de la

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El Club de las Excomulgadas
luna, a quién le importaba dado que realmente lo que importaba estaría ocurriendo
en la cama.

Holly yacía sobre su espalda, su vestido aún sacado a la mitad y


completamente arrugado, mirando impacientemente mientras él se quitaba la
camisa y luego se apuraba para desabrocharse el pantalón. Síp, hasta ahora él había
estado tomando esto con lentitud y relajación, pero ya no podía luchar contra la
urgencia.

— ¿Por qué no te deshaces de ese vestido, pececito? —Le dijo a ella,


mientras se sacaba sus ropas. —Es bonito y todo eso, pero lo que está debajo lo es
más.

Con un destello en sus ojos, ella trabajó para quitarse el vestido, tirándolo
pronto a un lado, y para el momento en que se le unió en la cama ambos estaban
desnudos y respiraban con dificultad.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


—Por favor, date prisa. —Le dijo ella. —Te quiero dentro de mí, ahora.

*****

Holly había perdido completamente el control, se había perdido a sí misma,


por Trey. Todo lo que podía pensar era cuánto lo quería. De un modo distinto al
que había querido a cualquier otro hombre. Simplemente necesitaba que sus
cuerpos se conectaran, y necesitaba que sus almas se conectaran con la misma
desesperación.

Su coño dolía incluso mientras él la ponía de lado, poniéndose detrás de ella.


Y, Oh Señor, ella recordó. Así era como lo hacían cuando eran jóvenes. Sí, de otras
maneras también, y en la posición del misionero durante un tiempo al principio...
pero pronto descubrieron que ambos adoraban este modo en particular y se había
transformado en su “usual”.

Y mientras Trey colocaba su maravillosa y gran erección en su abertura,


luego la empujaba dentro, ella estaba recordando exactamente por qué ésta había

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El Club de las Excomulgadas
sido su manera favorita de follar. Siempre lo había sentido más profundo de ese
modo, especialmente en esa entrada inicial. Ahora esto sacudió su cuerpo y forzó
un sonido de placer desde su garganta. Y sí, él la folló desde atrás en la playa, pero
esta posición en particular, acostados así, era lo que trajo de vuelta esos intensos
recuerdos. Y seguro, ella lo había hecho de este modo con muchos otros hombres
también, pero… no podía decir por qué, con Trey, realmente sentía el poder de su
pene más que con cualquier otro. Y de algún modo se sentía… especial, como la
máxima unión de dos cuerpos, y como… bien, algo que no había experimentado en
un largo tiempo.

Mientras él se sumergía en su humedad una y otra vez, ella se encontró


mirando hacia fuera de la ancha ventana a unos pies de distancia, pero dada la
oscuridad exterior, lo que realmente veía era… un reflejo de ellos, moviéndose
juntos. La excitó aún más el ver sus cuerpos desnudos juntos, retorciéndose y
ondulando en un ritmo perfecto.

Ella vio la mano de Trey mientras se moldeaba en su cadera desnuda, luego

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


más tarde se cerró sobre su seno, primero masajeando y luego pellizcando el pezón
entre sus dedos. Vio el poder detrás de sus embestidas mientras sus cuerpos se
agitaban ligeramente ante cada profundo impacto. Y entonces ella espió… su
propia expresión, rebosante de lujuria y placer… y algo más, también, algo a lo que
simplemente no quería ponerle un nombre. Pero lo sentía profundamente. Y no
podía encontrar la fuerza para empujarlo lejos.

No pienses. Simplemente no pienses.

A través de las puertas francesas aún abiertas los sonidos de las olas del
océano subían haciendo eco, y se permitió concentrarse en eso, y en la gloriosa
sensación de ser jodida por su primer amor, y nada más.

No estaba segura de por cuánto tiempo lo hicieron. Hubo momentos en los


que cambiaron de posición. En un punto, él la puso sobre sus manos y rodillas y
empujó dentro de ella despiadadamente fuerte. Y entonces, por un rato, yacieron
cara a cara, él moviéndose dentro de ella más profundo y lento, justo como cuando

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El Club de las Excomulgadas
hicieron el amor por primera vez el verano que ella tenía dieciocho. Aunque con el
tiempo, él la giró de vuelta a su costado y volvió a entrar en ella de ese modo, el
simple movimiento forzó otro gruñido de placer lleno de lujuria, y él la folló duro,
duro, duro, sacando todo pensamiento de su cerebro hasta que finalmente él dijo:

—Oh Dios, me voy a correr, Holly, me voy a correr dentro de ti. —Y


entonces lo hizo. Las embestidas fueron tan increíblemente poderosas que pensó
que casi había sentido el clímax de él tanto como él mismo.

Y en algún lugar en esos momentos nebulosos de después, ella se volvió


infaliblemente consciente de un par de cosas diferentes.

Primero, no habían usado un condón. Eso había parecido tan importante la


noche anterior, y nunca hubo un momento en su vida donde no fuera juiciosa al
respecto... aun así de algún modo, ahora, se había deslizado completamente de su
mente. Pero no estaba preocupada, como habían conversado la noche anterior, él le
dijo que siempre se aseguraba y era cuidadoso, y ella le creía. Y afortunadamente,

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


ella también estaba tomando la píldora.

Y segundo... oh chico, esto era más aterrador porque el hecho de que… ahora
se sentía apegada a él. Más que unida... profundamente… unida. Exactamente lo
que ella suponía que él quería cuando le hizo la proposición más temprano aquella
noche. Y exactamente lo que ella había estado tan determinada a evitar cuando
esto había comenzado.

Y aun así… no era un sentimiento horrible. No se odiaba a sí misma. De


hecho, si era honesta, se sentía… feliz. Casi… eufórica.

Se sentía… viva. Viva de un modo que tal vez jamás había experimentado
desde… oh Señor, desde que había dejado South Beach hace diez años.

Whoa.

Tuvo que dejar de pensar por un minuto, tomar aliento.

58
El Club de las Excomulgadas
¿Qué en la tierra estás dejando que pase aquí? Esta es una total traición a todo lo que
te importa, una traición a todo lo que querías cuando lo viste por primera vez ayer. Y oh Dios,
¿esto había comenzado sólo ayer? Ya parecía como si él hubiera estado de vuelta en su
vida por mucho más tiempo. Parecía, de un modo extraño, casi como si ni siquiera
se hubiera ido.

Y aun así, otra vez, ella simplemente… no podía luchar con eso ahora
mismo. De hecho, en ese momento todo parecía demasiado fácil para simplemente
rendirse a la lucha y sólo guardar el momento.

Y entonces estaba Trey, inclinándose sobre ella en la cama, dejándola sentir


su calidez, tirando de ella hacia atrás en un fuerte abrazo. Estaban los ojos de Trey,
ahogándola, capturando sus sentidos. Estaba el cuerpo de Trey, haciéndola sentir
de algún modo protegida y adorada, sólo por la virtud de sostenerla, haciéndola
sentir… como si estuviera donde pertenecía.

—Solía soñar con esto, Holly. —Le dijo él suavemente, —de vuelta cuando

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


éramos jóvenes. Solía soñar con envejecer juntos, con tener suficiente dinero para
llevarte a viajes caros y darte este tipo de habitaciones, y con hacerte el amor
durante toda la noche. Aunque nunca podría haber imaginado que terminaríamos
aquí, de este modo.

—Yo… yo tampoco podría haber imaginado esto.

—Y la verdad es...—continuó él. —No estoy seguro de haber dejado de


amarte completamente.

El corazón de Holly amenazaba con salir atravesando su pecho. Quería


tanto ser la chica a la moda, genial y distante que había sido con él un día atrás.
Quería tanto mantener esa ilusión por delante... para ambos. Pero la verdad real,
honesta y dolorosa era…

—Yo tampoco creo que jamás haya dejado de amarte.

Contuvo el aliento luego de darse cuenta de que las palabras habían dejado

59
El Club de las Excomulgadas
su boca. Se sentían como una blasfemia del tipo más horroroso.

Pero entonces Trey estaba besándola, profundamente, apasionadamente, y


luego las palabras ya no se sentían tan horribles para nada. De hecho, mientras la
besaba por más tiempo, más dejaba de pensar y simplemente absorbía todo lo que
pasaba entre ellos, más empezaba a sentirse como… que todo estaba bien. Y como
si tal vez, sólo tal vez, todo esto estuviera destinado a ser.

No hablaron mucho más después de eso, pero no tenían que hacerlo, era
como si esa pequeña confesión, por ambas partes, hubiera sido todo lo que se
necesitaba. De pronto, como por arte de magia, estaban aquí en la misma página.
Querían lo mismo: querían… más. De esto. El uno del otro.

Volvieron a hacer el amor dos veces más durante la noche, y Holly no lo


podía negar, verdaderamente había sido hacer el amor. Aunque después de esas
particularmente placenteras pequeñas luchas, sí hablaron. O más específicamente,
ella habló.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


No lo quiso hacer exactamente, y nunca tomó la decisión consciente de
hacerlo, pero antes de un tiempo se escuchó a si misma contándole, admitiéndole,
la real verdad sobre su profesión, que se dejó derrumbar abandonando sus
aspiraciones de ser una abogada. No siguió, no explicó que había tenido algo que
ver con él, pero tal vez se sentía lo suficientemente cercana a él en este momento
que había sentido la urgencia de compartir… algo. Algo que era importante para
ella, personal. Algo con lo que no se había sentido cómoda para compartir con él
hasta ahora.

—Nunca es demasiado tarde. —Le dijo él gentilmente.

Y ella suponía que eso era verdad. De algún modo, en algún lugar a lo largo
del camino, empezó a sentirse más vieja de los veintiocho años que tenía. Pero
aquí, ahora, con Trey, de pronto se volvió a sentir mucho más joven, como si
mucho de su vida de pronto se extendiera frente a ella.

—Tal vez tienes razón. —Susurró ella en la oscuridad, acurrucada contra él.

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El Club de las Excomulgadas
—Aunque, por ahora, sólo estoy lo suficientemente feliz por haber obtenido mi
entrenamiento como asistente jurídico. Y tan pronto como vuelva a Las Vegas,
estaré lista para empezar a enviar currículums.

—O… en cambio, los podrías enviar en Miami. —Sugirió él, su voz tan
suave como la de ella. —Se necesitan asistentes jurídicos en todas partes, ya sabes.

Y aunque lo que él estaba diciendo realmente la golpeó y le quitó el aliento,


se dio cuenta de que tal vez no sonaba para nada como una mala idea. No había
planeado dejar Las Vegas, pero realmente ¿qué tenía ella ahí? En respuesta,
simplemente se mordió el labio, se inclinó para besarlo, y con un atisbo de sonrisa
dijo:

—Supongo que es así.

Después de eso, acordaron que hablarían más durante el desayuno en la


mañana, sobre posibilidades, sobre la idea de ver más del otro, de volver a estar

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


juntos.

Y entonces cayó dormida en los brazos de él, sintiéndose más segura y


contenida de lo que había estado en muchísimo tiempo.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Ocho
El brillante sol de Miami levantándose sobre el Atlántico, llegó
derramándose por la gran ventana para despertar a Trey temprano. Su primer
impulso fue tirar de las sábanas sobre los ojos para bloquear la luz. Pero entonces
recordó donde estaba, con quién estaba. Que su vida había cambiado el día por la
noche, que había empezado a cambiar de nuevo a lo que debería haber sido hacia
mucho tiempo. Y que en realidad no le importaba enfrentar el día en absoluto.

Entonces abrió sus ojos para encontrar la suite del Penthouse bañada en la
luz del sol por la mañana, y miró a su lado para ver... infiernos, al lado de él había
solo sábanas revueltas.

Pero tal vez ella estaba en el baño o algo así.

— ¿Holly? Pececito, cariño, ¿dónde estás?

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Sin embargo, sólo el silencio respondió. Y, por supuesto, tal vez
simplemente no podía oírlo detrás de una puerta cerrada o algo así. Pero en su
corazón, lo sabía. La noche anterior había sido demasiado bueno para ser verdad.

Todavía en la cama, aplastó sus ojos cerrados contra el aguijón punzante en


su pecho. Síp, simplemente demasiado malditamente bueno para ser verdad, y tal
vez debería haberse dado cuenta de eso.

El pensamiento lo hizo replantearse la noche en su cabeza, tratando de


averiguar qué había salido mal, justo cuando las cosas habían empezado a parecer
tan correctas. E infiernos, empezó a recordar piezas que... bueno, que no parecían
tan importantes la noche anterior como estaban empezando a parecerlo ahora. Sólo
pequeñas cosas que ella había dicho después de que finalmente había empezado a
abrirse a él, realmente hablando. Pequeñas frases.

“Después de ese verano...”

62
El Club de las Excomulgadas
“Una vez que estabas fuera de mi vida...”

“Después me di cuenta de que terminamos...”

Y... maldita sea. De repente, todo parecía muy claro. Ella lo quería, de la
misma manera que él la quería, pero a pesar de lo que había dicho, estaba enfadada
con él por hacerle daño tantos años atrás.

Y no estaba dispuesta a dejar de castigarlo por ello.

O tal vez ella no se fiaba que él no volviera hacerlo.

E infiernos, de cualquier manera, ¿podía realmente culparla? Había sido una


cosa un error terrible.

Inclinó su cabeza hacia atrás en la cama con un suspiro, y fue cuando noto
algo que sobresalía por debajo de su almohada vacía y se dio cuenta de que ella
había dejado su teléfono móvil atrás. Infiernos... así era lo rápido que había salido

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


huyendo de él.

Bueno, tal vez esto eran realmente buenas noticias. Tal vez podría llegar a
Lori a través del teléfono, descifrar como detener a Holly de irse... si no era ya
demasiado tarde.

A toda prisa, lo recogió, lo encendió. Y... mierda. Ella había estado enviando
mensajes de texto por la noche en algún momento, enviando mensajes a Lori, y la
pantalla del texto todavía estaba encendida. Leyó sólo el último mensaje que había
enviado: Se está poniendo bastante profundo aquí. Pero al menos no le dije que lo de Las
Vegas era todo a causa de él.

Y su corazón se hundió. Porque estaba empezando a entender mucho más


ahora de lo que sabía, incluso hacia un momento.

¿Estaba diciendo que era culpa suya que el curso de su vida hubiera cambiado tan
dramáticamente?

63
El Club de las Excomulgadas
En cierto modo, su terrible camino, casi tenía sentido. Después de todo, ¿no
la recordaba siendo inocente en ese entonces, impresionable, fácil de herir?

¿Era posible que él la hubiera hecho tanto daño que... que fuera lo que había
cambiado sus actitudes sexuales, que él era la razón por la quw se había mudado a través del
país y cambiado sus planes de carrera?

Se sentía casi arrogante pensar así... pero maldición, no podía interpretar de


otra manera lo que acababa de leer. Tenía que encontrarla, eso era todo. Sólo tenía
que encontrarla.

*****

Holly estaba de pie en el vestíbulo, con la maleta a su lado, esperando por el


taxi que acababa de solicitar. Ella y Lori no tenían programado irse hasta la noche,
pero había llamado al móvil de Lori hacía un rato desde el teléfono de su poco
utilizada habitación del hotel y, cuando entro su correo de voz, se había mantenido

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


igualmente simple.

—Estaba en lo cierto anoche… me puse demasiado profunda… y tengo que


volar a casa esta mañana. Lo siento… te llamaré mañana.

Ponerse en contacto con Lori hubiera sido más sencillo, por supuesto, si ella
no hubiera perdido su teléfono móvil, suponía en la suite con Trey, pero desde
luego no iba a volver por él. Con un poco de suerte, él nunca lo notaría, y una
sirvienta podría llevarlo a Objetos Perdidos. Comprobaría eso más tarde, pero por
ahora, tenía cosas más grandes en su mente.

Y síp, irse dolía, pero... al menos eso significaba que aún ganaba. Ella le
rompería el corazón, al igual que en una ocasión él había roto el suyo. Y él nunca
tendría la oportunidad de romperlo de nuevo.

Por supuesto, eso no ofrecía la misma satisfacción que dos días antes. Pero
lo importante era que una vez que se escapara de él y volviera a su vida real, todo
estaría bien.

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El Club de las Excomulgadas
En cuanto a la última noche... infiernos, todo este fin de semana con él, fue
todo... un sueño. Un sueño bastante increíble, a veces, pero al final, nada de lo que
había ocurrido allí era real. No fue diferente de si hubiera conocido a un extraño y
jodido con él; después de todo, Trey era un extraño para ella después de estar diez
años separados. Eso era todo lo que podía hacer.

Y en cuanto a las tiernas emociones que había experimentado con él,


bueno... eran solo viejos restos de su juventud, y estaba mejor sin ellos. Alguien sólo
puede hacerte daño si dejas que te hagan daño, si te permites amarlos. Y ella simplemente
no podía correr el riesgo de eso, no otra vez. No cuando estaba por fin a punto de
conseguir su vida de nuevo en camino y en orden.

Miró hacia la puerta giratoria del bullicioso vestíbulo. ¿Dónde estaba ese taxi?
Ella sabía que era temprano, pero el domingo era un día ajetreado por el volumen
de negocios del hotel, así que las calles de South Beach deberían estar llenas de
taxis deseosos de llevarla al aeropuerto. Vamos, ya. Necesito salir de aquí.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Justo en ese momento, como una respuesta a la plegaria, el portero levantó
un dedo en dirección a ella, haciéndole saber que su taxi había llegado. Bien. Puedes
huir ahora. Como lo haces siempre. Corre, corre, corre de tus problemas a un lugar donde
puedes distraerte con otras cosas y no sentir tanto. Curvando su mano alrededor del
mango extendido de su bolso con ruedas, dio el primer paso hacia la puerta, hacia
lo que se sentía como... seguridad. Un tipo completamente distinto de la seguridad
que había sentido ayer por la noche en los brazos de Trey.

— ¡Holly!

Oh, Dios mío. No. Su pecho se desinfló y su cuerpo fue débil ante el sonido de
la voz de Trey haciendo eco a través del techo abovedado y acústicamente perfecto
del vestíbulo del Imperial Palms.

Y cuando ella instintivamente se detuvo y se volvió para mirar, se dio cuenta


al instante que todos los demás en el vestíbulo se había detenido a mirar, también.

Ella en realidad sólo lo vio a él. Corrió hacia ella con las mismas ropas que

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El Club de las Excomulgadas
la noche anterior, aunque ahora arrugadas como si claramente hubiera venido
directamente de la suite, y sus ojos brillaban de dolor ante la visión de ella con su
maleta.

Se detuvo a unos metros de ella, habló en voz baja.

—Encontré tu teléfono. —Lo sostuvo en alto.

—Oh. —Ella dejó escapar un suspiro pesado, de alguna manera se sentía un


poco derrotada.

— ¿Qué estás haciendo?

Pero detenlo, no estás derrotada. Ganaste.

—Yéndome. —Dijo, orgullosa cuando la palabra salió fuerte y confiada,


como usualmente era ella.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


—Entonces... anoche fue...

Vamos, se dura, tú puedes hacer esto. Se... honesta. Brutalmente honesta.

—Un juego. Todo el fin de semana fue un juego. Para mostrarte cómo se
siente ser herido y abandonado. —Eso no era del todo cierto, la parte que había
sucedido la noche anterior, en la cama, no había sido un juego en absoluto, pero
esto sólo mantenía las cosas más simples, más claras. Él no tenía por qué saber que
ella había tenido algunas dudas o vacilado en absoluto.

Él simplemente se quedó mirándola, miles de emociones pasando por su


cara. Al principio, parecía estupefacto, pero luego su expresión cambió en una de
dolor y tal vez incluso algo de humillación. Y Dios, ese tipo de picadura. No
debería... él le había hecho un daño mucho peor una vez, pero lo hacía.

Aún así, se las arregló para estar allí y mantener su cara de jugadora. Porque
si ella podía hacer eso por sólo un minuto o dos, seguramente él finalmente se daría
por vencido y se iría, y entonces tendría lo que había querido... la victoria. Hueca

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El Club de las Excomulgadas
ahora, tal vez. No, hueca, seguro. Pero por lo menos su corazón no estaría de
vuelta en riesgo, no con él, nunca más. Mantente dura, mantente fuerte. Tú no eres más
una inocente pequeña granjera.

—Cuando me desperté y te habías ido —él comenzó diciendo, —me di


cuenta de que tal vez te había herido tan mal cuando éramos jóvenes que fue por
eso que llegaste desde dónde estabas hasta dónde estás ahora. Que tal vez por eso
es que simplemente no querías hablar de ello. Y yo estaba enfermo por pensar que
te lastimé de esa manera. Estaba enfermo, y corrí para buscarte para decirte que te
amo y quiero hacer que de alguna manera todo dependa de ti. Pero nunca soñé que
podrías ser así de fría, Holly. —Y entonces, finalmente, como ella había estado
esperando que él hiciera, Trey simplemente dejó su teléfono en la mesa más
cercana y se dirigió a pie a través del piso de mármol del vestíbulo.

Y, oh Dios, su corazón se rompió. Allí mismo, en el vestíbulo del Imperial


Palms, su corazón se convirtió en polvo en su pecho. Y un doloroso bulto se
levantó en su garganta.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Porque la verdad más grande aquí, la más grande de todas, de repente la
abofeteaba en la cara, era una tonta. Una tonta por haberse alejado del único
hombre que alguna vez realmente se había preocupado por ella. Una tonta por
dejarlo alejarse de ella ahora.

Puedes pasar toda tu vida levantando muros, tratando de mantener tu corazón a


salvo... ¿pero realmente donde te deja eso? ¿Qué es tan grandioso acerca de tu vida en la forma
en que está ahora, de todos modos? Después de todo, ella había sido quien había
decidido que tenía que hacer cambios, que esto no era lo que quería para sí misma.

O... en realidad puedes, por una vez en tu vida adulta, ser valiente, hacer algo
temeroso, hacer la cosa más espantosa que alguna vez has hecho.

Dejó escapar el aliento que no se había dado cuenta que estaba conteniendo.
Y... oh Señor, esto era tan duro, tan aterrador... pero dejó que su corazón
comenzara a guiarla. Y eso había sido lo suficientemente difícil en la oscuridad de

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El Club de las Excomulgadas
la noche, pero era mucho más aterrador ahora, a la luz brillante del día.

Y en ese acústicamente perfecto vestíbulo, su voz resonó:

— ¡Trey! ¡Espera! ¡Por favor!

Y cuando él solo siguió caminando, casi llegando a la entrada de un pasillo


que lo llevaría fuera de la vista, ella gritó de nuevo, más frenéticamente en esta
ocasión,

— ¡Por favor!

Fue entonces cuando él hizo un alto y se volvió para mirarla de nuevo.

Sus ojos se encontraron a través de la distancia que los separaba, e incluso


tan consciente como estaba de la audiencia todavía en sintonía con su drama, ella
sabía que tenía que tomar una oportunidad en esto. Si no lo hacía, nunca se lo
perdonaría. No podía mantener el pasado en contra de él para siempre.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


—Todavía te amo, Trey. Aún te amo y lamento que empezara a huir. Es
sólo que tú... me asustas a muerte.

A través del vestíbulo, él parpadeó, y luego dio unos pasos hacia ella.

Ella hizo lo mismo sin pensar, abandonando su maleta.

— ¿Yo te asusto? —Preguntó. Entonces, para su sorpresa, soltó una breve


carcajada. —Odio tener que decírtelo, pececito, pero me asustas, también. De
muchas maneras. Sólo que no me importa. Porque yo todavía te deseo y todavía te
amo y creo que podríamos estar realmente muy bien juntos si nos damos el uno al
otro una oportunidad honesta.

Los pensamientos se agolpaban en el cerebro de Holly. Ella no había


planeado esto, después de todo. Ella no había planeado nada de esto. Sin embargo,
Trey le estaba diciendo que la amaba... amaba a la vieja ella y se enamoró de la
persona en que se había convertido. Y cayó en la cuenta por primera vez, que tal

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El Club de las Excomulgadas
vez todo lo que había hecho en los diez años que habían estado separados había
sido exactamente correcto, para ella, exactamente correcto para conducirla aquí en
este preciso momento. Y sabía con todo su corazón ahora que tenía que echar a
rodar esto, ir con él y ver a dónde conducía.

—Entonces... tal vez podamos encontrar la forma de dejar de asustarnos


tanto el uno al otro. —Dijo ella en voz baja.

Y él respondió igual de bajo, todavía avanzando hacia ella.

—Eso suena malditamente bien para mí, pececito.

Se reunieron en el centro del vestíbulo, junto a la fuente, aunque ambos


habían olvidado que había alguien más rodeándolos. Trey levantó ambas manos a
su cara, y cuando bajó su boca a la suya para lo que ella creía era el más
maravilloso y vivaz beso que jamás había recibido, ella presionó sus palmas en el
pecho de él, sintiendo el fuerte ritmo de su corazón y supo, como lo había hecho

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


brevemente la noche anterior, que de alguna manera había terminado exactamente
donde pertenecía.

—Um, señorita, ¿aún necesitará ese taxi?

Le tomó un minuto para que la voz del portero cortara sus pensamientos, y
para el tiempo que estaba lista para convocar una respuesta, Trey lo hizo por ella,
diciéndole al hombre con una sonrisa:

—Nop, porque mi pequeño pececito no va a ninguna parte.

Fin

69
El Club de las Excomulgadas
Serie Fuego en la Ciudad
01 - Barrio Francés

La decadencia de Bourbon Street está haciendose


notar...
Cuando la recatada y correcta Liz Marsh sospecha que
su novio la está engañando, está casi demasiado
avergonzada como para contratar a un Investigador
Privado para demostrarlo. Y cuando ella junta coraje y
entra en la oficina de Jack Wade, ella no tiene ni idea de
que él iba a ser el hombre más sexy que jamás hubiera
visto, ni que su suave acento Cajun le provocaría un
hormigueo en todos los lugares incorrectos... ¿o son los
correctos?
Después de que Jack le trae cuestionable pero sin lugar a
dudas suscita evidencia, la única solución es que Liz vea
más de cerca con sus propios ojos. Y Jack está más que
feliz de mostrarle todo lo que ella se ha estado
perdiendo. Una noche en el fascinante distrito de las
luces rojas en el Barrio Francés, y Liz se encuentra atrapada en el sensual atractivo de una
nueva atmósfera erótica y la repentina y urgente necesidad de experimentarla por sí
misma... con Jack.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


Jack es un tío que normalmente se mantiene casual, pero cuando las noches con Liz se
calientan, así lo hacen los sentimientos de Jack hacia la sensual mujer en sus brazos. La
decadencia de Bourbon Street invita y Liz se embarca en una jornada candente de
despertar sexual que la tiene más que dispuesta a derramar sus inhibiciones carnales
minuto a minuto. Pero alguien más se ha dado cuenta de su insaciable apetito por la
aventura sensual, alguien que está empezando a darse cuenta lo que perdió -y que está
decidido a separar a Jack y a Liz...

1.5 - Mardi Gras


Mía Sanderson ha estado enamorada de su jefe, Ty
Brewer, durante años, pero el mujeriego Ty sólo la ve
como una amiga, y peor aún, una buena chica.

Así que cuando Mía y Ty están invitados a la misma


fiesta de Mardi Gras, Mía decide que esta es su
oportunidad de vivir una fantasía. Poniendose la
máscara de Mardi Gras, una peluca, y lentillas de color,
Mía se hace pasar por seductora Ama Mina, la chica
mala de los sueños de Ty. Pero, ¿qué pasa si Ty
descubre su verdadera identidad? Ella teme que está
arriesgando tanto su amistad como su trabajo, pero por
una noche con Ty, vale la pena.

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El Club de las Excomulgadas
02 - La Ciudad del Pecado

Diana Marsh está tratando de cambiar sus malos hábitos.


Está saliendo con un chico, del cual todos están de acuerdo
que es material de primera para esposo -conservador y
aburrido, todo lo que su familia podría desear. Sólo
quedaba un vicio secreto para eliminar: Marc Davenport, el
súper-sexy compañero de trabajo con el que ha estado
coqueteando en línea. Un viaje de negocios a Las Vegas es
su oportunidad de hacer precisamente eso, sembrar su
última salvaje semilla con Marc antes de retirarse detrás de
la cerca de estacas blancas. ¿Y dónde mejor que en la zona
de juegos ultra-eróticos de la ciudad del pecado?

Un nuevo trabajo espera a Marc en Francia, y una aventura


casual con Diana es la perfecta despedida -juntos disfrutar
de cada una de las calientes y brillantes fantasías
imaginables que la ciudad tiene para ofrecer. Incluso si su
decisión de apagar su naturaleza sensual molesta a Marc, él
se recuerda que sus traviesos juegos son sólo temporales y
que ella es una mujer determinada con un plan.

Sin embargo, cuando los dos están destrozados sin previo aviso, todas las apuestas están
acabadas. Para Marc, el lado salvaje de Diana es demasiado hermoso para ser contenido.
Demasiado hermoso, de repente se da cuenta, para alejarse sin jugar a ganar.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


2.5 - Ardiente por Santa

Es la víspera de Navidad y Amy Finnegan ha perdido la


esperanza de que Cole Bradshaw pensara en ella como algo
más que una amiga. Después de todo, ha estado
coqueteando con él desde el comienzo de diciembre,
cuando comenzó a trabajar como Santa Claus y los elfos de
la caridad en un centro comercial local.

Así que cuando Cole invita a Amy a su lugar de vacaciones


para ver películas antiguas y beber ponche de huevo, no se
espera encontrar a Cole esperándola vestido sólo con un
gorro de Papá Noel, ¡dispuesto a darle algunos regalos muy
eróticos debajo de su árbol de Navidad!

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El Club de las Excomulgadas
03 - Key West

La clave para sol, arena, y pecado es la entrega total...

Carrie Marsh está en su luna de miel en Key West ...sola.


Después de descubrir a su novio tonteando con una dama
de honor en su boda, imaginó que el viaje la ayudaría a
limpiar su cabeza y seguir adelante. Pero ella no espera
que la inspiración aparezca en la forma de un bronceado y
sexy capitán de barco listo para introducirla en la
legendaria y libremente desenfrenada isla.

Carrie no es la primer conejita de playa que trabaja duro y


juega duro estando de fiesta con Chris McCann, pero
desnudar su inocencia para encontrar a su chica mala
interior le afecta como nadie lo ha hecho antes. Su
despertar sexual quema más caliente que el sol de Key
West, derritiendo su resistencia e incinerando cualquier
esperanza que tuviera sobre mantener su relación casual.

Muy pronto, el retorno de Carrie a la realidad está a un viaje en avión de distancia y


ninguno de ellos está listo para que la fantasía termine. Pero Carrie tiene un negocio al que
regresar, y los medios de vida de Chris se encuentran en la isla. Y, además, Carrie está
recién empezando a recuperarse de la boda que no fue, y Chris no es el tipo de hombre que
se asienta. Por lo que sólo tiene sentido dejar que el sol, la arena, y la sensualidad de la isla.

Lacey Alexander - South Beach - Serie Fuego en la Ciudad IV


04 - South Beach

Cuando la seducción es la venganza perfecta...


Hace diez años, Holly Pettit pasó un romántico y súper
sexy verano con Trey Kennedy. Las consecuencias de su
ruptura, cambiaron su vida, y la volvieron una chica
salvaje sin tapujos. Ahora ella está de vacaciones -y en
una misión para librarse de su recuerdo, de una vez por
todas.

Ella nunca soñó que iba a volver al Hotel Imperial Palms


para encontrar a Trey manejando el lugar. Tampoco se
imaginó que la simple visión de él despertaría viejos y
chispeantes deseos. Sólo hay un remedio: pasar un
tórrido fin de semana seduciéndolo con un aluvión de
traviesas habilidades sexuales. Luego alejarse. Eso le
enseñará una lección a él, y le demostrará a ambos que
ella no es la chica de buen corazón que una vez conoció.

Cuando llegue el momento, sin embargo, ella no está tan segura de que pueda romperle el
corazón. No sin romper el suyo.

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