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ventisqueros, resbalaba sobre

charcos helados, tropezaba con


troncos caídos, rodabaa por
empinados terraplenes Y se
despellejaba las piernas contra
rocas, y al final acabó mojado,
helado y magullado de la cabeza
a los pies. El silencio y la soledad
eran espantosos. De hecho,
realmente creo que habría
abandonado todo el plan,
regresado, confesado y hecho las
paces con los otros, si no se le
hubiera ocurrido decirse a sí
mismo: «Cuando sea rey de Narnia
lo primero que haré será construir
unas Cuantas Carreteras
decentes. Y, claro está, aquello
hizo que se pusiera a pensar en
ser rey y en todas las otras cosas
que haría, y eso lo animó una
barbaridad. Acababa de decidir
mentalmente qué clase de palacio
tendría, cuántos coches, todo lo
referente a su cine particular, por
dónde discurrirían las principales
vías férreas, Y que leyes
promulgaría contra Castores y
diques, y estaba dando los últimos
toques a algunas estratagemas
para mantener a Peter en su lugar,
Cuando el tiempo cambió. Primero
dejó de nevar. Luego empezó a
sOplar un viento fuerte Y la
temperatura se tornó gélida.
Finalmente, las nubes se alejarony
salió la luna. Era una luna lena y,
al brillar sobre aquella nieve, hizo
que todo quedara tan iluminado

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