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Antropología filosófica
A lo largo de la historia, los filósofos han buscado aquello que diferencia a los seres
humanos del resto de animales, tratando de identificar nuestra esencia. Para los
antiguos griegos, los seres humanos somos esencialmente racionales, lo que se
manifiesta en el lenguaje y vida moral y social. Según el cristianismo, dicha esencia es
el alma inmortal creada por Dios, que nos acerca a la trascendencia y fundamenta la
dignidad y la dimensión personal. Para el existencialismo, no poseemos unos rasgos
fijos y nuestra esencia es el producto de la práctica de nuestra libertad. Según Marx,
los seres humanos nos definimos por el trabajo, la capacidad para transformar el
mundo de forma creativa usando la razón. Para los vitalistas la conciencia de nuestra
individual constituye esa esencia del ser humano. Por último, hay pensadores
freudianos que subrayan la importancia de la dimensión inconsciente en la
determinación de nuestra conducta.
Según Aristóteles, todo cuanto existe tiende a un fin determinado, que se identifica
con su felicidad. En el caso del ser humano, nuestro fin es ser morales y sociales, el
medio para convertirnos en tales es el lenguaje y este está ligado a nuestra
racionalidad.
Según los dualistas, el ser humano está formado por dos realidades distintas: el cuerpo
y el alma (que es donde está la racionalidad, y por tanto, es nuestra parte más valiosa).
Para Platón, el cuerpo pertenece al mundo material (y es, como todo lo material,
imperfecto, cambiante y finito) y el alma es la parte inmortal y espiritual del ser
humano, prisionera del cuerpo; además, este alma ha estado en el mundo de las Ideas
antes de reencarnarse, por lo que los filósofos buscan recordarlas.
7.1.4 La libertad
El determinismo afirma que todo cuanto hacemos está prefijado inevitablemente, por
lo que la sensación de libertad que todos experimentamos proviene de la ignorancia
de los motivos que condicionan nuestra conducta. Spinoza, por ejemplo, defiende que
todo está predeterminado por causas superiores, las cuales se pueden investigar y
descubrir pues su desconocimiento es lo que produce la ilusión de libertad. Skinner,
desde el conductismo, cree que la conducta puede modelarse completamente
mediante el aprendizaje, y que mediante el entrenamiento conductista se puede
mejorar la sociedad de raíz.
Por otro lado, los existencialistas creen que la libertad es un rasgo único identificativo
del ser humano. Sartre postula que todo tiene una esencia que determina su
naturaleza, pero el ser humano no la posee fija y definida, sino que se defiende a lo
largo de nuestra existencia. Por ello, las cosas son seres- en-sí y las personas son seres-
para-sí , pues en nuestro caso “la existencia precede a la esencia”; Sartre dice que las
cosas son, pero que sólo las personas realmente existimos, pues para él esto consiste
en construir tu propia esencia mediante elecciones libres.
7.1.5 La historia
San Agustín plantea que el supuesto caos de sucesos históricos responde a un plan
divino. Así, la historia es el desarrollo de la lucha entre la “Ciudad celeste”, formada
por aquellos que anteponen el amor a Dios a sus intereses personales, y la “Ciudad
terrenal”, que hace lo inverso. Al final de los tiempos, la Ciudad celeste se impondrá a
la Ciudad terrenal y los seguidores de los mandamientos divinos encontrarán la
salvación.