Está en la página 1de 3

Marcel Duchamp.

Algunos artistas más radicales que se habían propuesto romper definitivamente


el pensamiento convencional en lo referente al Arte, se dieron de profetas y propagaron
la muerte del arte. Es el caso de Marcel Duchamp y Francis Picabia. Todo el libro trata
el tema de la vida y obra de Marcel Duchamp, un pequeño recorrido por su obra y lo
que ésta supuso en la Historia del Arte. Ya con anterioridad a la primera Guerra
Mundial, los futuristas se habían conjurado para jugar con el pasado. Este
procedimiento tan provocativo como excesivo era necesario, sobre todo en Italia (para
no hablar de España, donde el proceso se haría más tarde con Dalí y Buñuel), para abrir
paso a unas nuevas mentalidades. La máquina era un tema predilecto entre los
futuristas, y su fascinación, sobre todo por el automóvil, se aprecia en los trabajos de
Duchamp.

La obra tan genial como revolucionaria de Duchamp fue gozosamente recibida


como ruptura radical con el pasado. Ciertamente hubo una ruptura con la estética fácil
anterior a la guerra, pero puede constatarse en algunos aspectos de su obra una
continuidad con el pasado. Toda rebelión lleva la huella de aquello a lo que se rebela.
Tanto El Gran Cristal como Dándose..., abordan el tema simbolista por excelencia, el
de la Mujer que, en este caso, no es tan destructora como simple y llanamente
inaccesible. Es aquí donde nos encontramos con una situación totalmente nueva. La
seducción de la Mujer podría parecerles una amenaza y el Simbolismo da expresión
evidente a este sentimiento, idealizando la mujer hasta el extremo, hasta hacer de ella un
ser absurdo e inmaterial. La mujer simbolista era inquietante en medida en que las
convenciones se trastocaban. La mujer en la perspectiva sarcástica de Duchamp, se
vuelve inaccesible, las convecciones no se han trastocado, sino que pierden
radicalmente su validez. Dándose... es una representación tridimensional, ilusionista, de
un cuerpo femenino acostado, desnudo y con las piernas separadas en dirección al
espectador. Su inaccesibilidad está marcada solamente por el hecho de que el
observador no puede verla más que mirando por los agujeros practicados en una vieja
puerta de granja que no se abre.

Lo primero novedoso de Duchamp es que hace una obra que es la negación


misma de la moderna noción de obra. Hace una nueva reflexión sobre la imagen y hace
una negación de la pintura que él llama olfativa (por su olor a terebantina) y retiniana
(puramente visual), que fue el comienzo de su verdadera obra. Una obra sin obras: no
hay cuadros sino El gran vidrio, los ready made, algunos gestos y un largo silencio.
Todo lo que ha hecho Duchamp se concentra en El gran Vidrio, que fue definitivamente
inacabado en 1923. Sus cuadros son la representación del movimiento, el análisis, la
descomposición la velocidad.

Bajo la influencia de sus hermanos pasa del fauvismo al cubismo moderado o


analítico, aunque su verdadera voluntad era ir más allá del cubismo. Uno de sus cuadros
más importantes e influyentes en el Arte es Desnudo bajando una escalera. Este cuadro
es uno de los ejes de la pintura moderna, el fin del cubismo y principio de algo que
todavía no termina.. Los pintores cubistas veían en esta obra un comentario paródico del
cubismo, y pedían su exclusión del Salon. Sin embargo Duchamp estaba con esta obra
mucho más cerca de los futuristas, que no pretendían representar diversas facetas
simultáneas de un mismo objeto, sino un objeto o un ser en movimiento, tratado con un
espíritu inspirado en las investigaciones fotográficas de un Marey o de un Muybridge.
Es la representación del movimiento o mejor dicho, descomposición y
superposición de las posiciones de un cuerpo en marcha. En su ambición de representar
el movimiento, la visión desintegrada del espacio, el maquinismo no pretende dar la
ilusión de movimiento, sino descomponerlo y ofrecer una representación estática de un
objeto cambiante. Es verdad que también el futurismo se opone a la concepción del
objeto inmóvil pero Duchamp traspasa la inmovilidad y movimiento, los funde para
luego disolverlos, y a diferencia de los futuristas fue uno de los primeros en denunciar el
carácter ruinoso de la actividad mecánica moderna.

Este es el comienzo de su rebelión contra la pintura visual y táctil, contra el arte


“retiniano”. Más tarde afirmará que el título es un elemento esencial de la pintura, como
el color y el dibujo. Estas características revelan que Duchamp fue siempre un pintor de
ideas y que nunca concibió a la pintura como un arte puramente manual y visual.

Su Desnudo bajando por una escalera es un antimecanismo. La primera ironía,


como tantas otras dentro de su obra, es que ni siquiera sabemos si se trata de un
desnudo. El pesimismo y el humor también están presentes en sus obras: un mito
femenino, la mujer desnuda, convertido en un aparato más bien amenazante y fúnebre.
Y la violencia racional, también reflejada es mucho más despiadada que la violencia
física de Picasso.

El objeto es una metáfora, una representación de Duchamp, su reflexión sobre el


objeto es también una meditación sobre sí mismo. En cierto modo cada uno de sus
cuadros es un autorretrato simbólico. Se define a esta obra como una creación plástica
pura y meditación sobre la pintura y el movimiento, es la culminación y la crítica del
cubismo, es principio de una pintura y fin de su carrera pictórica, es el mito de la mujer
desnuda y la destrucción de este mito, máquina e ironía, símbolo y autobiografía.

En sus siguientes obras la figura humana desaparece del todo. Su lugar no lo


ocupan formas abstractas sino evoluciones del ser humano en mecanismos delirantes. El
objeto se reduce a su elemento más simple: el volumen a la línea, la línea a la serie de
puntos. La pintura se convierte en un mapa simbólico y el objeto en idea. Esta reducción
implacable no es realmente un sistema de pintura sino un método de investigación
interior. No habla de la filosofía de la pintura sino que entiende la pintura como
filosofía.

A Duchamp no le interesa otra hermosura que no sea la de las indiferencias, una


belleza libre, al fin, de la noción de la belleza. Sus figuras son mecanismos y su
humanidad no es corporal. Sus máquinas son impresiones humanas y no obstante, su
funcionamiento es más sexual que mecánico, más simbólico que sexual.

Duchamp decidió suprimir la mano, la pincelada y todo trazo personal en su


pintura. La regla y el compás. Su propósito no fue pintar como una máquina sino
servirse de las máquinas para pintar. También en esto su actitud no muestra afinidad
alguna con la religión de la máquina: todo mecanismo debe producir su contraveneno, la
metaironía. El elemento burlesco no hace más humanas a las máquinas pero las conecta
con el centro del orden, con la fuente de su energía: la indeterminación, la
contradicción. Belleza de precisión al servicio de la incertidumbre: máquinas
contradictorias. Así confirma su decisión de romper no solamente con la pintura
“retiniana” sino con la concepción tradicional del Arte y con el uso vulgar del lenguaje.

Las únicas leyes que le interesan son las leyes de excepción, vigentes sólo para
un caso y en una sola ocasión. De ahí la aparición de los ready-mades con los que
estimula, sacude y confunde a los espectadores. Los ready-mades son objetos anónimos
que el gesto gratuito del artista, por el solo hecho de escogerlos, convierte en obras de
arte. Al mismo tiempo, ese gesto disuelve la noción de “objeto de arte”. La
contradicción es la esencia del acto, es el equivalente plástico del juego de palabras,
revela que su interés no es plástico sino crítico o filosófico, no son obras sino signos de
interrogación o de negación frente a las obras. El ready-made es una crítica activa, es
una crítica del gusto y una ataque a la noción de obra de arte.

En el campo de la escultura fue pionero en dos de las principales innovaciones


del siglo XX: el arte cinético y el arte ready-made. Este último consistía simplemente
en la combinación o disposición arbitraria de objetos de uso cotidiano, tales como un
urinario o un portabotellas, que podían convertirse en arte por deseo del artista. Su
Rueda de bicicleta (el original de 1913 se ha perdido; tercera versión de 1951, Museo
de Arte Moderno, Nueva York), uno de los primeros ejemplos de arte cinético, estaba
montada sobre una banqueta de cocina.

También podría gustarte