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E incluso este punto es discutible. Por ejemplo, si acaso existe el sufragio en una sociedad, pero la
estructura organizativa estatal, su poder real, se encuentra concentrado en una o pocas manos,
¿puede decirse que es aquello una democracia? Zabaleta critica la instrumentalización del concepto
de democracia como mecanismo de validación de regímenes políticos de ética dudosa.
Esto podría resultar algo no tan preocupante si acaso quien habla contra las
injusticias sociales se contenta con idear premisas abstractas y artefactos conceptuales para
analizar pequeñas porciones de la realidad, o tal vez de quien se ha resignado ante el
avasallador poder de las complejas estructuras de dominación que se yerguen sobre los
pueblos más débiles. Me refiero aquí al capitalismo, el imperialismo, el patriarcado, el
racismo, esa gran amalgama de sistemas que se funden en el yugo de los pueblos del “tercer
mundo” (Aura Cumes, 6). Quienes hemos nacido con la suerte de los privilegios de clase,
raza o género dentro de esos espacios, debemos cuando menos intentar sobrepasar el rol
social reproductor que se nos ha asignado al nacer como colonialistas. Los que pelean
contra el colonialismo, desde esta posición, pelean contra sus muertos (Memmi, 31). Ese es
el problema de quien escribe estas líneas, sus ascendientes son españoles, escoceses,
alemanes, invasores. Escribir desde el Ngulu Mapu supone necesariamente, desde dicha
posición, expresarse a partir del privilegio. La cuestión es usar ese privilegio para la
transformación, no para la reproducción.
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Un antiguo maestro, Eugenio López, hablaba de los “males del capitalismo” que pervivían en la
Araucanía: alcoholismo, desempleo, pobreza extrema. En los últimos años se ha visto también,
agregada a estas listas, el analfabetismo digital y las más altas tasas de positividad en exámenes de
VIH, lo que demuestra la inoperancia de los planes de promoción de educación sexual emanados
desde instituciones como el SENDA, la INJUV o el mismo MINEDUC.
veían al mundo mapuche como parte fundante de la nacionalidad chilena, ya estaban
completamente derrotadas, y sólo quedaban partidarios, en las élites gobernntes, del
blanqueamiento absoluto. Lo curioso es que la justificación racista darwiniana de la acción,
o sea, que existía al sur del Bio Bio un vasto territorio habitado por “indios salvajes y
barbaros” que no aportaban al progreso3 del país, como si esa porción del territorio le
perteneciera, de hecho, a la república de Chile recientemente fundada, no calzaba con la
articulación económica de sometimiento que aceptó Chile ante las potencias de Inglaterra y
Estados Unidos durante dicho periodo. Esta realidad no aportó más que al incremento de
las fortunas de la élites en tanto el territorio del Ngülu Mapu se utilizó, en gran parte, para
expandir la explotación extensiva de trigo a fin de mantener al país inserto en el circuito
económico capitalista internacional que, para 1880, ya había atravesado más de una crisis.
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Progreso, la palabra favorita de los estadistas del XIX, justificación y horizonte, causa y efecto.
Toda forma de ser en el mundo (en el sentido de Pierre Bourdieu) que no calzara con el ideal de
progreso capitalista debía ser erradicada de las jóvenes repúblicas de América Latina.
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Este proceso es profundamente analizado y explicado por Jorge Pinto Rodríguez en La formación
del Estado, la Nación, y el Pueblo Mapuche.
posteriormente Estados Unidos, extendieron constantemente sus fronteras, primero de
forma “política” con mapas formados unilateralmente, y luego de forma concreta mediante
el avance de los ejércitos y la instalación de colonos nacionales y extranjeros. En el caso de
Chile, el tratado de Quilín de 1641 fue obviado, pasado por alto cuando las fronteras
políticas de la república fueron erguidas, justificando aquello en que la República de Chile
era un corpus político completamente nuevo, por lo tanto los tratados que había suscrito el
Reino habían quedado sin efecto. El documento legal que marcaba el límite entre el mundo
Europeo y el mundo indígena en el río Bio Bio ya no valía de nada. Y eso no es todo. Las
pautas de comportamiento de los sujetos indígenas del territorio fueron sistemáticamente
modificadas. Nómadas y trashumantes fueron forzados, poco más que a la fuerza, a
insertarse al patrón de asentamiento sedentario hispano, a negar su herencia y a renegar de
su piel. Pero ahondemos un poco más en el asunto.
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Al respecto, vale la pena revisar los aportes a la discusión anticolonial y antimperial de autoras
como Julieta Paredes y Aura Cumes, en tanto consideran que el Patriarcado como forma de
opresión sobre las masas subalternas, particularmente las mujeres, existía en América antes del
arribo de los invasores europeos.
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Al respecto, revisar la grandiosa obra de Sergio Gonzales, Chilenizando a Tunupa. La Escuela
Pública en el Tarapacá Andino.
El fenómeno que denunció comenzó en Ngülu Mapu hace décadas, pero hoy ha
llevado a la región al borde del colapso ecológico y social. Ni Luksic, ni Matte, ni Angelini,
altos ejecutivos de las empresas forestales que depredan esta patria7, cuyos apellidos
desbordan colonialismo, tienen su domicilio en Temuco. Sus factorías son movilizadas por
ejércitos subalternos que, empujados por la miseria o por la ambición, ejecutan la
explotación y el despojo constante de la tierra, todo esto sin ningún tipo de escrúpulo,
mientras las pocas comunidades en resistencia a los alrededores luchan contra ellos y contra
los enviados estatales que reprimen sus justificadas luchas de liberación. La desfachatez es
tal nivel que incluso estas corporaciones cuentan con empleados que deben salir a los
campos y pueblos colindantes a calmar a los pobladores, a intentar explicar de manera
coherente la toxicidad del aire, la podredumbre de la tierra y la desaparición del agua, a
convencerlos de alguna forma que la precarización de su vida es por su beneficio.
Muchísimos habitantes indígenas de la zona justifican esta realidad por el sustento
económico que proporcionan las forestales.
Pero muchos otros, hoy, resisten a la ocupación del imperio capitalista de manera
armada. La resistencia política de los sujetos históricos indígenas no puede ser utilizada
como excusa para profundizar las lógicas de dominación, porque la dominación imperial
colonialista se había echado a andar desde mucho antes de la aparición de dicha resistencia.
La CAM, por ejemplo, solo apareció cuando el régimen de Pinochet terminó por destruir
los territorios de la Araucanía y su conformación cultural (Bengoa, ibid.). La porción del
mundo que no se desenvuelve de la mano de los patrones hegemónicos aún existe y se
encuentra resistiendo, el suponer que no es capaz de reaccionar ante el despojo, el suponer
que aquel ser humano diferente ha desaparecido, es la base de la desintegración social de
América Latina, incapaz de defenderse en conjunto del ataque del “centro del mundo”
vigente.
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Aquí el concepto de patria es usado en su acepción más clásica y simple: la tierra inmediata donde
uno ha nacido. Las naciones y las patrias, desde esta perspectiva, son incompatibles. Chile es un
concepto demasiado amplio. Por lo demás, a los indígenas no les sirve ese concepto de patria
ampliado nacional, que los absorbe y reproduce en base a matrices occidentales, los atrofia
culturalmente, los niega. Yo no nací en Chile, nací en la colonia. No nací en Arica, ni Valparaíso, ni
Santiago. Tampoco en Concepción, ni en Valdivia, Puerto Montt ni Castro. Nací en la rivera norte
La Academia no puede ser indiferente ante el ataque reaccionario contra la
resistencia indígena. Jorge Pinto Rodríguez dio el primer paso. Junto a Felipe Duran,
fotógrafo de la represión policial en Ngülu Mapu, y Hector Llaitul, vocero de la CAM,
habló en favor del mundo mapuche y de la validez de su lucha. “Yo no se manejar un
fusil”, exclamó, “pero puedo aportar desde aquí”. Aportar al movimiento desde la
academia, dotándolo de contenido, de justificación política e histórica, es una
importantísima parte de la configuración del futuro utópico que se aspira alcanzar. Todo
aquel que pueda contar con el privilegio de pensar el mundo y observar sus contradicciones
y desigualdades debe protestar.
del rio Cautín, en la falda occidental del Ñielol. Esa es mi patria, asfixiada por pino hasta donde
alcanza la vista.
Referencias Bibliográficas
Bengoa, José. Crónicas de la Araucanía. Relatos, memorias y viajes. Santiago: Catalonia
Ltda, 2019
Memmi, Albert. Retrato del colonizado. Precedido por el retrato del colonizador. Buenos
Aires: Ediciones de la Flor, 1969 (1957)
Said, Edward. Reflexiones sobre el exilio y otros ensayos literarios y culturales. Barcelona,
Debate, 2005.
Serrano, Sol; Ponce de León, Macarena; & Rengifo, Francisca. Historia de la Educación en
Chile (1810 – 2010). Tomo I Aprender a leer y escribir (1810-1880). Santiago:
Taurus, Penguin Random House, 2018 (2012).