—No creo que te h a y a s olvidado u n poco m á s humanos. Y o t r a v e í
CORREO ESPAÑOL de Vasconia. Sería imperdonable, estuvo el ángel al cabo de u n mes querido Azrael. ¿Verdad que son en presencia de Dios. Y de nuevof bonitas las provincias vascas? Dios le dijo que la vez próxima t r a -
EL Á N G E L AZRAEL —¡Bellísimas, Señor! Y si vuestra tarían de la materia. Como Dios ntí
bondad lo permitiera... puede engañar, Azrael, confiado en' —¡Qué cabeza la mía! ¡Nos había- la promesa divina, llegó a pensar cpie mos olvidado de Galicial De Galicia, lo que Dios tenia reservado a loai que es lo archihemioso que tiene españoles debía ser cosa magnífica,- España. ¿No eres tú de mi opinión? formidable. 1'' en este pensamientoi Dios nos tione de s u mano; pero en un ameno vallecito. Y desde aquí ¿No crees que u n país como Galicia de,scan,só el bello ángel. Ocurrió por a l g u n a vez, como somos de frágil el ángel se encaminó a otros luga- no lo hay en toda Europa? entonces que estalló en E s p a ñ a una' barro, noá' escabullimos de entre sus res. En España, esta s u primera es- —He estado en Galicia, Señor, y revolución política; h a b í a unos hom- dedos. En cada nación, el Padre co- tada fué larga. Periódicamente, los he quedado encantado. Pero yo qui- bres^ que luchaban por u n a idea y mún tiene un ángel que le represen- enviados celestiales h a n de tornar a siera en este momento... había otros que defendían un O'^tadoi ta; es a manera de u n diplomático; d a r cuenta al Señor de eu misión en de cosas tradicional. Y c u a n d o lal la tierra. Cuando Azrael volvió al —Cuenta, cuenta—agregó con la pero, naturalmente, con mucha más misma bondadosísima malicia el Se- sangrienta p u g n a concluyó, no huhdt inteligencia. Cada mortal tiene cu cielo y se encontró en presencia de procesos, ni procedimientos judicia* ángel de la g u a r d a ; lo saben todos Dios, su semblante estaba u n poco ñor—; cuenta, cuenta: habíame de les, ni actuaron relatores, n i jue- menos triste. Galicia. Y n o te olvides de Andalu- los-tratadistas. Los ájigeles guardia- cía. ¿También en Andalucía habrás ces, ni sé llenaron y llenaron rcsraaá nes son nuestros mejores amigos. —¿Lo ves?—dijo gonriendo tam- estado? de papel, ni en las cárceles hubo' I/Os ángeles diplomáticos son los me- bién el Ser Supremo—, ¿No te lo de- presos, ni los presuntos delincueni jores amigos de las naciones. De cía yo? Vamos a ver, cuenta. —He estado, Señor, y en este ins- tante yo, con todo respeto... tes esperaron días y días, meses f cuando en cuando, al igual que su- —España es u n bello país—replicó cede con los embajadores y minis- decidido Azraed. —Piies Andalucía no se queda meses, años enteros a que se vie« a t r á s de Galicia. r.an sus procesos, n i se reunieron' tros terrenales, hay alguna combi- —¿Verdad que sí?—añadió el Se- nación diplomática; unos ángeles En resumen de 5uenía.s, Dios hizo tribunales y consejos, ni después, en' fior. que Azrael le h a b l a r a largamente de frío, se ejecutaron las sentencias.- que representaban al Sefior en un —Un bello país—corroboró el án- los paisajes de España, y cuando y a Azrael volvió al Cielo: desde 1.a nue.r- país Re cansan de ese país y, son en- gel—; con los má^ hermosos paisajes el ángel estaba en la puerta p a r a ta de la c á m a r a divina, al ver al Se- viados a otro. En u n a de esas com- del mundo. De todo hay en España: marcharse, le permitió que le expu- ñ o r sentado en su trono, los labioá binaciones Dios llamó a Azraei; éste paisajes románticojs y paisajes clá- siera sn deseo. Lo crue deseaba Az- del ángel florecieron u n a inefabW era un ángel e.n extremo simpático; sicos; paisajes del Norte y paisajes rael era pedir algo p a r a los españo- sonrisa; el Señor sonrió también. Y, todos los ángeles lo son; pero quie- del Mediodía. luego, cogiéndole afertu-«-M-np.nte laS ro decir que éste lo era más que mu- —Así me gusta—difo Dios, com- les; él había observado sus costum- manos, le dijo: cbos otros. Azrael tenía unos bellos placido aparentemente, y después bres; Se había dado cuenta de sus ojos llenoí, de inteligencia; en toda diremos por qué aparentaba esta pajsiones y de sus flaquezas. Y óui- —Ya habrás visto que te he com- su faz—suprema distinción—^se no- complacencia bondadosa Dios—; así so pedir a Dios p a r a los españoles, placido: los e-spañoles tenían una: taba un matiz de suave, de dulce me gusta, que h a g a s justicia a la como don supremo, un poquito de frase horrible y un concepto tan ho- melancolía. Parecía—y esto es u n a belleza de España y que no tengas folerancia, im noquito de humani- rrible como la fi-a.<e: «En frío». ¿Sa- suposición del cronista—que Aürael esos absurdos prejuicios que tienen dad. El Sefior le esoiií^hó sonriendo bes iú lo que es hacer la justicia ea eslat)a cansado; cansado de la eter- ante los paisajes desnudos de Espa- V le dijo: frío? ¿Te has percatado de lo que nidad, que acaso sea lo que m á s ña ciertos extranjeros y ciertos es- —Anda, Amelve a E s p a ñ a y ya en u n a contienda política represen- canse. F.l ííngel, llegó prestiroso a la pañoles. , . hablaremos de eso en la próxima tan esas horrendas palabras? ¡En! presencia divina, y el Señor le dijo: —Sefior—añadió el ángel—; n a d a conferencia. frío! Al cabo de los mpises. cuando' :•—VauKkS a ver, Azrael: y a sé que de lo que sale de'lás. manos de Vue.s- Y Azrael estuvo otra larga lempo- las pasiones se han disipado, todíí w t á s cansado de a n d a r por el mun- t r a Divina Majestad puede sgr feo; r a d a en la tierra española. Todo le ese papel que se h a llenado de es- do; te yoy a m a n d a r a u n país que todo tiene su encanto, todo puede ser gustaba, todo le producía profundo critura, tod-os esos suma.riOiS, todoiá no cfinoees. comprendido. esos procedimier.Jus, todos esos tri-" —¿Has estado en la Mancha? ¿Has encanto: los hombres y las cosas; bunales,. todas esa,s leyes hacen he- Azrael se inclinó reverente. Y el recorrido la Tierra de Campos? pero hubiera oueri'io cruH en el co- ladamente -SU oficio. Pues bien, oue-» Ser ..Supremo, prosiguió:. ¿Verdad que esas llanuras sott be- razón de los hombres, al menos de rido Azrael, por ti yo he hecho aho< —tías esfíido en casi todos los paf- llas? ciertos hombres, hubiera algo más ra lo que más tardía había de hacer; se.s de Rni'opa: ba« recorrido tam- —Señor, yo quisiera ahora... sentido de justicia v de humanidad. va has.visto que lia. habido lucha en bién algo de América; pues bien, —Pues, ¿y la tierra alicantina? Y cuando estuvo de nuevo en pre- España; duraní-e l.-i lucha unos y ahora... ¿No has dado un nniSieíto por ese sencia del Sefior, otra vez expresó otros han hecho lo une podían: unos! T'na ligera emoción embargaba al hermoso pedazo de España? su ruego. Dios sonrió y poniéndole y ort'os se han defendido y han ofen-« bello ángel: el Sefior lo notó, y «on Azrael quería decir algo; el Señor cariñosamente la mnuv en el hom- dido: al ternn'nar. todo h a .termina- cierta bondadosa malicia le dijo: sabía, es claro, lo que el ángel que- bix), le volido a decir: do: ni h a hahido nrisioneros, ni .pro- •—/,.A. cfiie no sabes adonde te voy ría decir; pero, con la misma mali- —No he olvidado tu súplica; pero cesos, ni juicios sumarios o sumarí- a enviar? cia bo.nrladní^a. de stempTe, cuando tórnate a España, y cuando vengas sinios. Los dos hnndos se h a n disi- •—.Sofinr—dijo humildemente Az- se trataba de Azrael, se complacía en otra ocasión hablaremos de eso. pado y la vida df> la nación h a se- rael--. cnmnlan.se los designi'OS de en desazonarle. Azrael estaba más triste que nun- guido su rumbo. En frío no h a ha- .'Viie.'itr.T Divina Majestad, sean los —-jQué bonita la Alea.rria! ¿Y l a s ca; .sus beUos ojos parecía que iban bido jusficin, poroue la justicisC que sean. montañas de Cataluña? ¿Y la Costa de pronto a d e r r a m a r lágrimas: cuando en doíerrninadoi'í casos s« —Pero, liien, ¿es eme t.ú no tienes Brava? a m a b a con toda su alma a los es- hace en frío, corre el peligro de n o prefpreneia por ningün país del —Señor, si Vuestra Divina Majes- pañoles y no podía ver re.ali;':ado in- ser jirstiria. Azraol dio las gracias nnindo',' tad lo permitiera... mediatamente su .deseo de hacerlos efusivamen.te al Señor, y partió co- . ;—Señor, he visto ya ¡antas cosas, rriendo a nolificar a los españolea eme en(i-e los humanos no puede ha- la gracia que tes había concedido ber nadn rjue me sorprenda. Dios. :—í;nfonces, si ese es el estado de H' e-ípfi'iin, verás cómo vas a perder <ísa especie de escepticismo que tie- Sin p r o m e s a preliminar Y el autor de estas líneas, qu0 había cerrado el libro, tan trágico, nes—replicó el Señor sonriendo. de don Carlos Rlatico, «La dictadu- Sonreía bondadoea.mcnte Dios, ra y los jiroresas millíares»; el auto» porque tenía especial carifio por este de eslas líneas, que había cerrado ángel y se complacía en ver la tur- CmSOll, nace sin ella, fallando a la tradicional costumbre periodística, eso libro p a r a escribir la presente, p&rión de su espíritu a.nte el mis- porque lo parece superfltia. Y aun por estar seg-uro de que nadie 1» espera crónica, lo \T.ielve a abrir, termina- terio con ique el Sefmr le hablaba. ni la requiere. da la tarea, y torna a sentir una' <'A qué país se referiría Dios? ¿Adón- capítulos corno el dedicado a los su- í^»! Sería enviado ahora en misión Pensamos que la ausencia de todo programa se suple con el sinijrfe y ces'os de Vera del Didasoa. diplomática este bello ángel que claro hecho de nucslji'a presencia. I.,a historia de los hombres que escriben ¡Que este lilu-o, e.=crito con el co- lanl.Ts cosas había visto por el pla- CIIISOL y el proceso profundamente político que los ha traído a funch-i.rlo ceta? Hubo.un instante de silencio; razón, con un cor.'izón amante de l a íi-I cabo, no queriendo nrolonpar más dicen y aseguran más respecto de su actuación futura que cuanto se pudie- justicia, con un corazón impregna- el Sefior la desazón de Azrael, dijo ra prometer en una nfirmación formuiaria. do de humanidad, -^f d-Tunda p o í '^suelfn.mente: toda España! Nace este trisemanário, henchido de ideal y de tosca apariencia física, de —Azrael, vas a ir a E.spafla. AZORIN entonces los ojos del hei'moso án- una última convulsión del régimen imperante. Como de una suprema con- R'el se pusieron un poquito más tris- vulsión g-eológlca surge una montaña, ingente y deforme. iiiiiiiiniiiiiiüiiiiiiiíiiiiiiiiiiüiiiiiíiiiiimiiinniiiiiiiiiiiiiiii tes de lo que estaban liabitual- CKISOL es fuego e ilusión, el fuego del ansia española y la ilusión, ya mente. PÉSAME A NICARAGUA —/.NV> te gusta ir a Espafla, Az- próxima a realidad, de una nueva estructura nacional. En est,e CBíSOl. rael? ;,Ilíus visto tú nunca ese país? nuestro va a fundirse la República, El ángel dio un profundo suspiro, Somos republicanos, y esta es, por ahora, nuestra única afirmación. Ke- En estos días de luto para Nicara- ® inclinándose do nuevo, con más gua queremos enviar nuestro saludo al acatamienio que antes, dijo: publlcanos de una JRepiiblica que significa el triimfo de la volimtad na<;io- país hermano. Más que nunca necesi- . y •—Señor, hágase bu divina volun- nal. Bepublicanos mañana contra los republicanos capaces de desconocer tan ahora los pueblos do Hispanoamé- tad, rica recibir con todas las ocasiones ca- que la Bepúbllca es la victoria Inconibatiblc del derecho de gentes y del lor de amistad de la Europa liberal. Y Azrae] pariió hacia la tierra; orden jurídico. En esta catástrofe de Managua; ea Poco antes de llegar «stuvo dudan- otras catástrofes en que si tiembla el do en qué parte de E s p a ñ a descen- CRISOL, que apenas es iwi periódico por su trarji, es mucho más que suelo es por su libertad. dería, A vista de pájaro contempla- un periódico por la suma do iiensamienío y de acción de los hombres que Grave trance el de Nicaragua. Müesi b a desde lo alto toda el área de lo escriben. Hombres que han consagrado el resto de su vida a la España de muertos, millones de dólares (en dó- ^ u e á l r a patria. Sentía u n a intensa lares llegan los cálculos) de pérdidas «moción; e.^perimentaba algo así del porvenir. materiales, y un vecino de rapiña, ^mo la sensación que se experJ- CRISOL nace siJi más promesas. Pero nao« rodeado de un aura tan fer- .icostumbrado a .=;a!var con oro las ha- ^ J ^ t a al entrar, dolientes, en u n a eienda.s oompx'ometidas de los paísea Clínica. Al fin, cerríindo los ojos, vorosa y &n wiomeíktos tan conmovedores, que su sola aparición es ya un» » quo quiere dominar, 1?erreimotos i5 como quien sñ lanza al agua, cayó promesa suñotenf^e. yanquis.