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Cómo Ser un Cristiano Victorioso

Thomas A. Davis,
uno de los redactores de Review and Herald 1970

Prólogo.-

La mayor necesidad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día hoy, no es más


dinero, ni presupuestos más grandes, ni más edificios, ni más instituciones, ni
más construcciones. No es incluso más cruzadas evangelísticas. Lo que noso-
tros como miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día necesitamos es:
ser salvos de nuestros pecados. Dios no está esperando que haya más tor-
mentas, más furor político, más guerras y rumores de guerras antes que Jesús
pueda venir. Él está esperando por Su pueblo, para que gane la victoria sobre
el pecado, de tal manera que les pueda confiar el cielo. Jesús vino “a salvar a
su pueblo de sus pecados”; a ¡ayudarnos a ser vencedores!
Que podamos entender como esta es la razón para escribir este libro: Cómo
Ser un Cristiano Victorioso, por Thomas A. Davis, el cual trata sobre la prác-
tica de la fe cristiana. De una manera sencilla pero poderosa, presenta delante
de sus lectores la forma de cómo vivir una vida cristiana como un verdadero
vencedor. Paso a paso, él hace el camino atrayente y muy práctico. Jesús vi-
virá otra vez en su experiencia a medida que lo vea levantado en toda Su be-
lleza y hermosura en cada página.

Robert Pierson
Ex Presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo
Día
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Una Dedicación Muy Especial:

Dedico este libro a todos los que por tanto tiempo han estado batallando con-
tra el pecado sin lograr victoria.
A todos los que anhelan con todo su corazón agradar a su Señor pero en sus
propias fuerzas no han podido.
A quienes desean adquirir la perla de gran precio pero hasta ahora no han po-
dido ver más que guijarros.
Para aquellos que han buscado de todo corazón que brille en ellos el Sol de
Justicia pero no han tenido más que densas nubes y eclipses.
Aquellos que por tiempos han anhelado en su vida la verdadera justificación
y la santificación sin la cual nadie verá al Señor pero aun no tienen la certeza
y el gozo de la salvación.
Finalmente, lo dedico para aquel que se cansó de luchar y ya no cree en nada,
para que vuelva, crea en el poder de la Palabra de Jesús, obedezca y tenga vi-
da eterna.

¡Alabado sea el Señor porque HOY puedo ser un cristiano victorioso con Je-
sús!
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Índice

Capítulo 1: Perspectiva y Objetivo ………………………………….. 04


Capítulo 2: Willard Saxby y los Laodicenses …………………… 11
Capítulo 3: La Mínima Exigencia ………………………………….. 19
Capítulo 4: El Único Quien Nos Ayuda a Cumplir con Excelencia …. 28
Capítulo 5: El Corazón del Asunto …………………………………... 33
Capítulo 6: Cristianos de Ciento Ochenta Grados ………………… 40
Capítulo 7: “Si Él No Se Resiste” ………………………………….. 46
Capítulo 8: La Sustancia y la Nota Clave de las Enseñanzas de Jesús 52
Capítulo 9: ¡Pero Yo No Deseo Rendirme! ………………………… 65
Capítulo 10: La Facultad Que Controla el Alma ………………….. 75
Capítulo 11: La Fe y Una Naranja ………………………………….. 80
Capítulo 12: Un Asunto de Sentimientos …………………………. 90
Capítulo 13: ¿Respira Su Alma Adecuadamente? ……………….. 96
Capítulo 14: El Cuarto Mono Japonés …………..………………. 103
Capítulo 15: Dos Lecciones Fundamentales ………………………… 108
Capítulo 16: ¿Tenía Satanás Razón? ………………………………. 115
Capítulo 17: Probando Que Satanás Está Equivocado ……………. 123
Capítulo 18: Cuando el Cristiano “Falla al Blanco” ……………….. 134
Capítulo 19: Enfocando la Atención en la Victoria ……………….. 142
Capítulo 20: Antes Que las Puertas Se Cierren ………………… 151
Escrito Posterior ……………………………………………………... 153
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Capítulo 1: Perspectiva y Objetivo.-

Victoria, victoria en Cristo, de eso se trata la vida cristiana. Victoria sobre to-
do y cada pecado, cada debilidad, cada falla que esté en la vida.
Pero muchos Adventistas del Séptimo Día están conscientes de que no están
teniendo una victoria completa en sus vidas. Una encuesta informal recien-
temente conducida en una Iglesia Adventista grande, reveló que una conside-
rable mayoría de los miembros estaban inseguros de su relación con Cristo.
Este no es un indicio de victoria.
He conocido la derrota en mi vida cristiana. Largos años de derrota. Y por
derrota no me refiero a contratiempos ocasionales. Me refiero a la derrota,
vez tras vez repetida, en mi lucha con el pecado.
Brevemente, mi historia es esta: bautizado a los 18, sincero en mi deseo de
ser un cristiano, no obstante, pronto descubro que mis debilidades pre-
bautismales todavía me molestaban. A pesar de mi mismo, era débil en poder
moral, asaltado por dudas y bajo el control de inclinaciones al pecado here-
dadas y cultivadas. Tal vez no pecados que el mundo contaría como tales,
sino pecados que Dios y yo sabíamos que existían.
Mi vida espiritual en la academia era un sube y baja. Las Semanas de Ora-
ción en otoño y primavera frecuentemente me inspiraban a una vida más san-
ta. Pero pronto resbalaba hacia atrás a mi vieja vida de duda y derrota.
Durante la Segunda Guerra Mundial, me uní a la Real Fuerza Aérea Cana-
diense y pasé alrededor de dos años en Inglaterra prestando servicios como
auxiliar de enfermería en un escuadrón bombardero canadiense.
Al pasar la guerra, regresé a la universidad. Mi objetivo era el ministerio. En
la Universidad llevé una vida bastante activa como estudiante de teología.
Predicaba sermones en la universidad y en las iglesias cercanas. Participaba
en campañas evangelísticas. Daba estudios bíblicos.

Algo Faltaba.-

Pero todavía algo faltaba en mi vida religiosa. Externamente fui, quizá, el es-
tudiante ministerial que se esperaba. Pero internamente había un desagrada-
ble harén de sentimientos y actitudes – envidia, celos, búsqueda de compla-
cencia, orgullo, ambición no cristiana que no disminuía con el tiempo y del
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cual no me podía deshacer así como tampoco podía cambiar la forma de mis
orejas o el color de mis ojos.
A su debido tiempo me gradué y fui llamado al ministerio. Serví en varios
distritos. Di muchos estudios bíblicos sobre las doctrinas enseñadas por los
Adventistas del Séptimo Día. Pero no podía conducir a una persona a Cristo.
No podía porque realmente yo mismo no conocía a Cristo. Solo la persona
que verdaderamente conoce a Jesús puede guiar a otros a Él.
Entretanto me casé. En mi opinión, no hay nada más calculado para exponer
el carácter de una persona que el matrimonio. Y especialmente el verdadero
carácter emerge cuando llegan los hijos al hogar.
Con los hijos, los problemas comenzaron a desarrollarse en nuestro hogar.
Por ejemplo, en varias ocasiones, mi esposa y yo podíamos tener diferencias
de opinión en cuanto a cómo deberían ser manejados los hijos en diversas
ocasiones. Algunas veces discutíamos. Después, me arrodillaba y pedía per-
dón y victoria. Pero a los pocos días, mi esposa y yo repetíamos nuestra con-
ducta pasada. Era un carrusel del cual no nos podíamos bajar.

El Momento del Cambio.-

El momento del cambio llegó el año que retornamos a casa después de pasar
diez años en el campo misionero. Mi esposa fue a visitar a sus padres y a al-
gunos de sus hermanos y hermanas. Ella regresó con una visión distinta. Ha-
bía visto en una de sus hermanas un ardor espiritual, amor, fe, sinceridad, es-
peranza y una victoria cristiana que ella sintió que tenía que experimentarla.
Comenzó a investigar para conseguir una vida más profunda en Cristo y tra-
taba de compartir sus hallazgos conmigo. La historia de mi resistencia y de
mi final reconocimiento conmigo mismo de que el orgullo y la autosuficien-
cia eran las razones para mi actitud, no necesita ser dicha aquí. Lo que es im-
portante es que finalmente comencé a seguir ciertas fórmulas y a clamar por
algunas promesas. Cuando lo hice, comencé a descubrir algo sobre cómo una
persona puede tener victorias reales en su vida cristiana.
Lo cual nos ha llevado al objetivo de este libro.
Como el título nos dice, este volumen tiene la intención de ser un libro del
“cómo lograrlo”. Ha sido escrito con la esperanza de cumplir en cierto grado
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las palabras de Ellen White: “Lo que la gente necesita es instrucción sobre
¿qué haré para salvar mi alma?1
Me apresuro en agregar que este no es un libro “hágalo usted mismo” porque
el cristianismo no es una religión de “hágalo usted mismo”.
Mientras esto es categórico, también lo es el hecho de que no es una religión
“no haga nada”. “La obra de ganar la salvación es una operación mancomu-
nada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido”.2
La cooperación implica un plan aceptado por ambas partes involucradas.
Ellen White sitúa la cooperación en un alto nivel cuando sugiere que hay una
ciencia en el plan de salvación. “La Biblia contiene la ciencia de la salvación
para todos aquellos que escuchen y obedezcan las palabras de Cristo”.3
En el contexto, el término ciencia sugiere que hay principios establecidos en
el cristianismo que pueden ser descubiertos y entendidos y que, siendo fiel-
mente obedecidos, resultarán en libertad del pecado y finalmente, en la reali-
dad de la vida eterna. Esto es además propuesto en las conocidas palabras de
la Biblia: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.4

No por Osmosis5 Espiritual.-

La salvación, por lo tanto, no se obtiene por cierto tipo de osmosis espiritual,


o porque Dios es muy amable y renuente a destruir a los pecadores – lo cual,
por supuesto es verdad – sino porque el pecador coopera con ciertos princi-
pios espirituales.
Esta cooperación conjunta no es una iniciativa que sea consumada acciden-
talmente, al azar, o a la buena ventura. El camino al cielo no se descubre, ni
se prosigue por suerte. No nos situamos en él por cierta misteriosa providen-
cia que guía nuestros pies a pesar de nuestra rebeldía, descuido, rechazo o in-
diferencia. No caminaremos hasta el final y pasaremos a través de las puertas
de la ciudad más allá de las estrellas, porque resultamos de manera fortuita
siendo arrastrados en la compañía de aquellos que transitarán allí. Una ciega
1
CEE:25.
2
HAp:384.
3
FEC:187.
4
2 Tim. 3:16-17.
5
Osmosis: La absorción gradual, a menudo inconciente, de conocimiento o ideas a través de una continua exposición en lu-
gar de un aprendizaje intencionado.
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casualidad no tiene absolutamente parte alguna que desempeñar en la salva-


ción.6
Al contrario, aquellos que caminarán triunfantes a través de las amplias puer-
tas giratorias del cielo, serán porque han ganado la victoria sobre el mundo,
la carne y el demonio. Y para lograrlo, habrán dado todo lo que poseían.
“Nadie será llevado al cielo sin un esfuerzo tenaz y perseverante de su parte.
Todos han de empeñarse personalmente en este conflicto. Somos responsa-
bles individualmente por el resultado de la lid; si Noé, Job y Daniel estuvie-
sen en medio de la tierra, ellos por su justicia no podrían librar ni a hijo ni a
hija”. 8T:327-328.
“Tenemos grandes victorias que ganar o un cielo que perder, si no las gana-
mos”.7
Al reflexionar sobre mi enfoque en esta obra, reconozco un problema – de
hecho, un peligro – inherente al escribir un manuscrito de esta naturaleza: el
problema del equilibrio y el peligro envuelto en el desequilibro.
Se encontrará un cierto énfasis en este libro debido a la propia naturaleza de
mi tema. Este énfasis podría llevar a una mala interpretación de parte de al-
gunos. El apóstol Santiago, en su acentuación a las obras en su tema de la fe
que obra, hizo con que Martín Lutero menospreciara su carta como “una
epístola sin importancia”. Otros han tenido problemas semejantes con Santia-
go. Y hay quienes tienen problemas con otras partes de las santas Escrituras
por razones similares.
Por otra parte, recuerdo la precaución que hace Ellen White al “hermano K”
hallada en 1MS:207-208. Sus advertencias, que allí tratan sobre el expresar
ideas en tal manera que sean mal entendidas y causen problemas, deben ser
tomadas muy seriamente.
Al escribir, evoco las palabras de Honrad Adenauer, ex canciller de Alemania
Occidental: “Todos nosotros estamos bajo el mismo cielo, pero no todos te-
nemos el mismo horizonte”.
Este libro está escrito desde el punto particular de donde yo veo el horizonte.
Es el producto de mi estudio, de mis observaciones y mi experiencia. Al ha-
cer esto, he tratado de mantener mis ojos, tanto como ha sido posible, lejos
del horizonte y dirigidos hacia el cielo que nos cubre a todos. También he tra-
6
“A los que aceptan la teoría de la verdad debe instárseles a ver la necesidad de la religión experimental… Todos deben ob-
tener una experiencia viva para sí mismos: deben tener a Cristo entronizado en el corazón, su Espíritu debe controlar los
afectos, o la profesión de fe no tendrá valor y la condición de las personas será aun peor que si nunca hubiesen oído la ver-
dad”. 5T:582.
7
5T:248. Traducción directa del inglés:267.
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tado de contemplar más allá del cielo que vemos, a Aquel que conoce y res-
peta a todos como individuos, recordando al mismo tiempo que Sus condi-
ciones y normas son inmutables y eternas.

El Cáncer Terminal del Pecado.-

Habiendo dicho esto, permítanme añadir a este capítulo el siguiente pensa-


miento: al comienzo de su último libro Stay of Execution8, el ya fallecido y
eminente periodista Stewart Alsop nos cuenta de haber sido un paciente en el
Instituto Nacional de Salud en Bethesda, Maryland, sufriendo de leucemia.
Un día, deambulando en su piso, entró a un cuarto para el personal donde vio
un cartel que no debía ser visto por los pacientes. El cartel decía: TODOS
LOS PACIENTES YA DEBEN TENER CÁNCER INCURABLE. TODOS
LOS PACIENTES DEBEN SER FRANCAMENTE INFORMADOS DE SU
CASO”.
Leyendo ese cartel, el Sr. Alsop sintió en su interior, que se hundía en “un
oscuro pozo de miedo”. Stewart Alsop murió de cáncer.
¿Podemos encarar este hecho por un momento? Todos nosotros estamos su-
friendo el cáncer Terminal del pecado. Todos somos pecadores, y “el alma
que pecare, esa morirá”.
Podemos ser tratados con suavidad, con palabras tranquilizantes, con “no te
alarmes”, “no te preocupes” – y morir en nuestro pecados. O se nos puede
decir sin engaño, claramente, cuál es nuestro problema.9
En el cáncer físico, puede entenderse que aunque el médico le notifique a su
paciente de su enfermedad de una manera bondadosa y compasiva, aun así
las noticias serán traumáticas. Pero en el cáncer espiritual, se nos puede decir
del tremendo remedio que se encuentra en el Señor Jesús, y cómo este reme-
dio funciona cien por ciento para nosotros si fielmente nos ponemos en las
manos del Gran Médico.
Así que decidí describir claramente, dependiendo de la Biblia y del Espíritu
de Profecía, lo que parece ser la dificultad de muchos de nosotros que somos
miembros de la iglesia. Hago esto de tal manera que, como los pacientes en el
8
Aplazamiento de la Ejecución.
9
“La esperanza de la vida eterna no se ha de recibir por motivos frágiles. Es un asunto que se ha de decidir entre Dios y
vuestra propia alma, y por la eternidad. Una esperanza que sea tan sólo supuesta, provocará vuestra ruina. Puesto que sub-
sistís o caéis por la Palabra de Dios, en esta Palabra debéis buscar el testimonio de vuestro caso. Allí podréis ver lo que se
requiere de vosotros para llegar a ser cristianos. No depongáis vuestra armadura, ni abandonéis el campo de batalla hasta
haber obtenido la victoria y triunfado en vuestro Redentor”. MJ:267.
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pabellón de cáncer del Instituto Nacional de Salud, podamos entender la gra-


vedad de nuestra situación. Cuando hacemos esto, nos es posible ver la im-
portancia de que nos dispongamos para recibir el glorioso remedio provisto.
En un libro de esta naturaleza, junto a los problemas ya referidos, se presenta
el problema de qué incluir. Algunos lectores podrán pensar que he escrito
demasiado sobre una fase de mi tema; otros, pensarán que he escrito muy po-
co. Algunos pueden pensar que he dejado afuera material que debería ser in-
cluido; otros, que he incluido material que debió haber quedado afuera. Cual-
quiera sea el caso, he escrito desde mi propia perspectiva con el objetivo
lleno de esperanza de ayudar a algún lector a encontrar una relación valiosa y
victoriosa con Jesús.

En Resumen.-

La victoria implica lucha. Tal palabra no tiene significado separada de la ba-


talla. Así que este libro es sobre la lucha del cristiano que lo guiará a la victo-
ria final.
A la guerra cristiana no se le debería entrar liviana ni ignorantemente. “¿O
cuál rey”, preguntó Jesús, “habiendo de ir a hacer la guerra contra otro rey,
sentándose primero no consulta?”.10
En este libro, daremos una mirada sincera a nuestras ventajas y desventajas,
examinando en primer lugar las últimas. Ellas pueden parecer grandes y des-
animadotas. También estaremos considerando qué se requiere de nosotros an-
tes que podamos realmente comenzar a ganar victorias. Pudiéramos pensar
que esto también es complejo.
Luego consideraremos nuestros aliados y descubriremos que con ellos no te-
nemos posibilidad de perder la guerra.
Luego, observando los métodos y medios por los cuales se gana la victoria,
descubriremos grandes demandas pero también grandes posibilidades y aun
conquistas más grandes en potencia que hallarán su clímax en el glorioso y
triunfante evento descrito por el revelador:
“Después vi una gran multitud que ninguno podía contar, de toda nación, tri-
bu, pueblo y lengua. Estaban ante el trono y en presencia del Cordero, vesti-
dos de ropa blanca y con palmas en sus manos. Y aclamaban a gran voz: ‘La
salvación se debe a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Corde-

10
Luc. 14:31.
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ro’. Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono, de los ancia-
nos y de los cuatro seres vivientes, se postraron sobre su rostro ante el trono y
adoraron a Dios. Dijeron: ‘¡Amén! Alabanza y gloria, sabiduría y acción de
gracias, honra, poder y fortaleza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!’ Entonces uno de los ancianos me preguntó: ‘Estos que están vesti-
dos de ropa blanca, ¿quiénes son, y de dónde han venido?’ Yo respondí: ‘Se-
ñor, tú lo sabes’. Y él me dijo: ‘Estos son los que han venido de la gran tribu-
lación. Han lavado su ropa, y la han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, y le sirven día y noche en su Santuario. Y
el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. Nunca más
tendrán hambre ni sed. El sol no los molestará más, ni ningún otro calor. Por-
que el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a fuen-
tes de agua viva. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos’”.11

11
Apoc. 7:9-17.
Pág. 11

Capítulo 2: Willard Saxby y los Laodicenses.-

De acuerdo a los anuarios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para los
años 1890 a 1894, Willard H. Saxby, un ministro ordenado de la Iglesia, sir-
vió en Ohio durante esos años. Pudo haber ministrado allí hasta 1902 o 1903,
años durante los cuales los anuarios no fueron publicados. Por consiguiente,
no podemos saber con certeza cuándo fue trasladado de Ohio al estado de
Washington, donde aparece residenciado en el anuario de 1904.
En algún momento durante los cinco, o seis o más años que el pastor Saxby
trabajó en Ohio, Ellen White le escribió una carta donde le decía algunas co-
sas sobre él, las cuales tuvo dificultad en ver y aceptar.
El pastor Saxby recibió el testimonio mientras asistía a una reunión campes-
tre en Ohio. Era parte de una carta que trataba de otros asuntos, enviada a
cargo de un hermano dirigente. El testimonio para el hermano Saxby le fue
dado después de terminar una de las reuniones de la noche.
Cuando el otro ministro, a quien el pastor Saxby se refiere como el pastor A,
y él se sentaron juntos en la última carpa, el pastor A le preguntó al pastor
Saxby si creía en los Testimonios. A esta pregunta Saxby contestó decidido
afirmativamente. Entonces, luego que habían orado juntos, el pastor A lenta-
mente leyó la carta, la cual estaba escrita por la propia mano de la Sra. White.
El manuscrito tenía once páginas. Las primeras cinco eran para el hermano
Saxby personalmente.
Después que el pastor A había leído algunos párrafos, llegó a una declaración
que vigorosamente Saxby objetó. “Eso no es así”, exclamó enfáticamente.
“Hermano Saxby, usted dice que esto no es así, pero el Señor le ayudará a ver
que así es”.
“Pero, ¿cómo puede decir que una cosa es verdad, cuando yo sé que no es
así?”, protestó el pastor Saxby.
“Hermano Saxby, usted dice que no esto no es así, pero el Señor le ayudará a
ver que así es”. Repitió el pastor A y continuó leyendo.
En una página o más adelante, el pastor A leyó otra declaración a la cual Wi-
llard Saxby objetó diciendo: “¡Eso no es así!”
Nuevamente el hermano A respondió a su protesta diciéndole sustancialmen-
te lo mismo que ya le había dicho antes. Luego, después de hacer otras pocas
observaciones, comenzó a leer la carta otra vez.
Pág. 12

Hubo cuatro declaraciones personales en la carta con las cuales Willard Sa-
xby no concordó. Pero era con la primera con la que manifestaba más oposi-
ción.
La carta fue terminada, y el pastor Saxby recibió permiso para llevarla a casa
y regresarla al día siguiente.
Cuando llegó a su cuarto, Willard Saxby encontró a su esposa en cama pero
despierta, preguntándose ansiosamente qué lo había demorado. Cuando él le
contó a ella su experiencia, ella le pidió que le leyera el testimonio de la her-
mana White. Él objetó diciendo que era demasiado tarde para leerlo todo. Pe-
ro estuvo de acuerdo en compartirle la declaración con la cual él había tenido
el mayor problema. Antes de leer le contó a su esposa que le había insistido
al pastor A que eso que la hermana White había escrito, no era así.
La declaración en cuestión tenía que ver con un asunto entre Saxby y su es-
posa. Después de que él la leyó, la Sra. Saxby abruptamente se sentó en la
cama y enfáticamente señalando con su dedo, le dijo con la mayor contun-
dencia posible: “¡Willard, eso es así!”

Tres Contra Uno.-

Describiendo su reacción a la exclamación de su esposa, el pastor Saxby es-


cribió:
“Empecé a razonar muy seriamente de la siguiente manera: mi esposa dice
que es así; el pastor A, debido a su confianza en el Espíritu de Profecía dice
que es así. Pero sobre todo, el Señor a través de Su sierva dice que es así: en-
tonces debe ser así – pues son tres contra uno. A medida que busqué al Señor
en ayuno y oración, pronto vi las cosas en su verdadera luz. El testimonio era
una fotografía de mi vida íntima y pude ver que era así”.12
Permítanos dejar a Willard Saxby por un momento y consideremos otro asun-
to.
Imaginémonos a un hombre caminando por una calle desnudo, ciego, cami-
nando a tientas, sin saber dónde está ni a dónde va – de hecho una miserable
persona que despierta mucha lástima.
Pero cuando se le acerca una persona preocupada, que podría ser un benefac-
tor, él le dice: “¡Yo soy rico! Estoy muy bien, tengo todo lo que necesito”.
Nosotros difícilmente sabríamos qué hacer con una persona así.

12
RH, 18 de Mayo de 1916.
Pág. 13

Pero supongamos que, en lugar de un hombre, hay cientos, miles, un millón


en esa condición miserable, todos proclamando: “Soy rico. He prosperado.
No necesito nada”.
La idea, por supuesto, es demasiado descabellada como para pensar en ella
seriamente. ¿Cómo podría una persona normal, por no decir miles o más, ser
miserable y no saberlo? ¿Cómo puede ser una persona miserable y estar to-
talmente ignorante de su situación? ¿Ser pobre y pensar de sí mismo como
próspero? ¿Ciego y desnudo fantaseando que puede ver y que está vestido?
Reiteramos que la idea es demasiado absurda como para considerarla seria-
mente.
O ¿no lo es?
Vacilamos en hacer una aplicación, pero la Inspiración la hace por nosotros.
“Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: "Así dice el Amén, el Testigo Fiel
y Verdadero, el origen de la creación de Dios: ‘Conozco tus obras, que ni
eres frío ni caliente. ¡Ojala fueses frío o caliente! Porque eres tibio, ni frío ni
caliente, estoy por vomitarte de mi boca’. Tú dices: 'Yo soy rico, estoy enri-
quecido, y nada necesito'. Y no conoces que eres un cuitado y miserable, po-
bre, ciego y desnudo”.13
“El mensaje de Laodicea se aplica a los hijos de Dios que profesan creer en la
verdad presente. La mayoría de ellos son tibios y sólo profesan la verdad.
Tienen el nombre de cristianos pero nada de celo”.14
“El mensaje a los laodicenses se aplica a los adventistas que han tenido gran
luz y no han andado en ella. Los que han hecho gran profesión de fe, pero
que no se han mantenido al mismo paso de su Guía, son los que serán vomi-
tados de su boca, a menos que se arrepientan”.15
En diagrama, entonces, el mensaje a Laodicea puede ser ilustrado así:

Fríos Tibios Calientes


Mundanos “La mayoría de ellos Pocos comprometidos
son tibios y sólo profe-
san la verdad”

Al igual que otros pasajes de la Biblia y del Espíritu de Profecía que hemos
examinado, las implicaciones de este dibujo son solemnes. Leemos: “pero
13
Apoc. 3:14-17.
14
4T:90.
15
2MS:75.
Pág. 14

por cuanto eres tibio… te vomitaré de mi boca”.16 Al respecto dice el Comen-


tario Bíblico Adventista: “La figura del agua tibia prosigue hasta su lógica
conclusión… Esta agua desagrada, produce náuseas; el que la bebe casi invo-
luntariamente vomita”.17
Debo preguntarme a mí mismo: ¿En cuál de los tres grupos estoy? ¿En el
frío, en el tibio o en el caliente?

“¿Qué Más Grande Engaño?”

“¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza
de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo
Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sin-
ceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de
Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se li-
sonjean que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensa-
je quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera con-
dición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan pene-
trante y severo no puede ser un error porque es el Testigo Fiel el que habla y
su testimonio debe ser correcto”.18
El comentario del mensaje a Laodicea que hace Ellen White en el 7A, abarca
varias páginas.19 En estas, encontramos un buen conjunto de palabras y frases
usadas para describir la condición laodicense. También pueden hallarse más
descripciones en otros de sus escritos.
Cada miembro de iglesia, individualmente, está llamado a examinar franca-
mente y con oración su propia experiencia religiosa a la luz de estas descrip-
ciones. Entre ellas tenemos: “Egoísmo”, “destituidos de… mansedumbre”,
“una experiencia religiosa débil, sin emoción ni vida”, “cristianos de medio
corazón”, “auto-suficientes”, “auto-engañados espiritualmente”, “teniendo
una posición evasiva en cosas espirituales”, “con falta de humildad, satisfe-
chos en su propia falsa seguridad”, “egocentrismo”, “exaltación propia”, “hi-
pocresía”, “amor propio”, “concepciones vanas”, “ignorancia voluntaria”,
“indulgentes con el orgullo”, “codiciosos”, “amantes del mundo”.

16
Apoc. 3:16.
17
7CBA:777.
18
1JT:327-328.
19
7A:400-408.
Pág. 15

Estas so declaraciones fuertes, contundentes y de una sinceridad aplastante.


“El testimonio del Testigo Fiel no es un mensaje suave”.20 “Es un terrible
mensaje”.21 Nosotros somos rebeldes para hacernos aplicaciones personales.
Mas bien nuestro instinto es alejarnos de estos mensajes y pensar en cosas
más agradables, o decidir que ellos no se aplican a nosotros.
¿Pero nos atreveremos a empujarlos rápidamente a un lado? Sólo, tal vez, co-
locando en peligro nuestras almas.
Vamos a otro mensaje enviado por el Señor a la iglesia de los últimos días.
En Mateo 25:1-13 está registrada la parábola de Cristo de las diez vírgenes,
quienes representan a los que esperan Su regreso.
Invitadas a una boda, la cual en el oriente frecuentemente era realizada de
noche, las diez doncellas tomaron sus lámparas con ellas. Pero cinco fueron
negligentes en tomar suficiente aceite. La hora avanzó y se hizo tarde. Sin
embargo, el novio no venía aun, así que todas las diez se durmieron.
Entonces, a medianoche un grito resonó: “Miren, el novio viene. Salgan a su
encuentro”.
Sobresaltadas, las diez se despertaron y prepararon sus lámparas. Entonces
las vírgenes insensatas se consternaron al descubrir que sus lámparas estaban
apagadas, y que no tenían aceite en sus vasijas. La apelación a las otras cinco
por aceite, recibió una negativa – ellas tenían únicamente suficiente para ellas
mismas.
Grandemente preocupadas, las cinco se apresuraron a buscar aceite. Cuando
retornaron a la casa donde estaba efectuándose la boda, encontraron la puerta
cerrada y asegurada. Su urgente llamado para que les permitieran entrar, úni-
camente consiguió la fría respuesta del novio: “De cierto os digo, que no os
conozco”.
Esta parábola se aplica a los laodicenses quienes no hacen caso de las adver-
tencias e invitaciones que vienen a ellos para que aseguren el aceite el cual es
“la justicia de Cristo. Representa el carácter y el carácter no es transferible”.22
Finalmente ellas despiertan y se esfuerzan para corregir su error, para remo-
delar sus caracteres. Pero, ¡indecible tristeza!, es demasiado tarde. El tiempo
de gracia ha concluido.23

20
1JT:332.
21
1T:171. Traducción directa del inglés:186.
22
TM:236.
23
“Muchos que se creen cristianos serán hallados faltos al fin”. PVGM:50.
Pág. 16

No Hipócritas.-

Pero notemos:
“La clase representada por las vírgenes fatuas no está formada de hipócritas.
Sus componentes manifiestan respeto por la verdad, la han defendido, y son
atraídos hacia aquellos que la creen; pero no se han rendido a si mismos a la
obra del Espíritu Santo. No han caído sobre la Roca, Cristo Jesús, y permitido
que su vieja naturaleza fuera quebrantada”.24
Continúa diciendo Ellen White:
“Pero las personas representadas por las vírgenes fatuas se han contentado
con una obra superficial. No conocen a Dios. No han estudiado su carácter;
no han mantenido comunión con él; por lo tanto no saben cómo confiar en él,
cómo mirarlo y cómo vivir”.25
La condición de los laodicenses y las diez vírgenes es esencialmente la mis-
ma, excepto que la parábola describe su condición cuando el tiempo de gracia
termine.
Los laodicenses no son fríos, significa que no son totalmente rebeldes. No es
que nunca hicieron una profesión de cristianismo. Ellos justamente no son
“calientes”, es decir, no plenamente entregados a Dios. Ellos son tibios, no
comprometidos, no rendidos a Dios. “El mensaje del Testigo Fiel encuentra
al pueblo de Dios [los laodicenses] sumido en un triste engaño, aunque crea
sinceramente dicho engaño”.26 La descripción paralela de las diez vírgenes es
que ellas no son hipócritas, pero se han contentado con una obra superficial.
Semejantes a los laodicenses, ellas están en una condición penosa y sin com-
promiso.
Inicialmente, Willard Saxby afirmó que el mensaje de Ellen White no se
aplicaba a él, que ella estaba equivocada. Pero al darse cuenta que tanto ella,
como su esposa, y el hermano A lo afirmaban, produjo que él, sobria y sere-
namente hiciera un examen de sí mismo. Como resultado de este examen
consecuente de su corazón y su vida, llegó a la conclusión que el mensaje en-
viado ciertamente se aplicaba a él mismo.
Nosotros, el pueblo Adventista del Séptimo Día hoy, podemos ser tentados a
sentir que el mensaje a Laodicea, en la interpretación y aplicación de los es-

24
PVGM:338.
25
PVGM:338.
26
1JT:327.
Pág. 17

critos del Espíritu de Profecía, no se aplica a nosotros personalmente. Posi-


blemente al hermano Gómez y a la hermana Rodríguez. ¡Pero a mí…! 27
Ellen White establece que el mensaje se aplica a “la mayor parte de la igle-
sia”. Note: el mensaje es registrado en las Escrituras para la iglesia de los úl-
timos días, para nosotros los que estamos viviendo hoy. El mensajero a la
iglesia remanente establece que se aplica a nosotros. ¿Mi conciencia y la suya
sugieren que tal vez el mensaje se aplica a nosotros personalmente? ¿Tres a
uno?
“Examinaos a vosotros mismos. ¿Estáis viviendo una vida de fe? Colocaos
vosotros mismos bajo examen”.28
“Resolved conocer lo peor de vuestro caso. Averiguad si tenéis una herencia
en el cielo. Tratad verazmente con vuestra alma”.29
“Con ayuno y oración ferviente, con profundo escudriñamiento del corazón,
con estricto examen propio, desnude su alma, y trate de que ningún acto suyo
escape a su examen crítico”.30
“Los que carecen de tiempo para prestar atención a sus propias almas, para
examinarse a sí mismos diariamente a fin de ver si están en el amor de Dios,
y para colocarse en los conductos por donde fluye la luz, tendrán tiempo para
ponerlo a disposición de las sugestiones de Satanás y dedicarlo a la realiza-
ción de sus planes”.31

No es una Situación sin Esperanza.-

El mensaje a Laodicea no es el de un caso sin esperanza, sino uno muy deli-


cado.
“Pero el consejo del Testigo Fiel no presenta a aquellos que son tibios como
un caso sin esperanza. Hay todavía oportunidad de remediar esa condición.
El mensaje a Laodicea está lleno de ánimo pues la iglesia que ha errado aun
puede comprar el oro de la fe y el amor, todavía puede adquirir el vestido
blanco de la Justicia de Cristo, para que cubra la vergüenza de su desnudez.
La pureza de corazón, y de los motivos, aun pueden caracterizar a aquellos
que tienen el corazón dividido y que están luchando por servir a Dios y a
27
“A semejanza de muchos actualmente, antes de su conversión Pablo tenía mucha confianza en una piedad hereditaria, pe-
ro su confianza se fundaba en una falsedad”. 1MS:406.
28
2 Cor. 13:5; NEB (New English Bible).
29
1T:152.
30
2T:143.
31
2MS:22.
Pág. 18

Mamón. Ellos pueden todavía lavar sus mantos del carácter y emblanquecer-
los en la sangre del Cordero”.32
“El Testigo Fiel certeramente diagnostica el caso y prescribe el remedio: la
vestidura blanca, la Justicia de Cristo estampado en el carácter; el oro, que es
la fe en Dios; y el colirio, el cual es la Palabra de Dios. Este “colirio” “aviva
la conciencia porque convence de pecado; este avivamiento es necesario para
que se produzca la curación, y la persona viva con sinceridad de propósito
para la gloria de Dios”.33
Cada uno de estos dones – el oro, el colirio y la vestidura blanca – viene a
través de la gracia de Dios. “Mediante la comunicación de la gracia de Cristo,
el pecado es discernido en su aborrecible naturaleza y finalmente expulsado
del templo del alma”.34
El mensaje a Laodicea es un mensaje de sinceridad, que desdobla y desnuda
el alma. Pero es el que necesitamos para que recobremos la armonía con
Dios. Sin este mensaje, continuaríamos en nuestro letargo espiritual hasta que
fuese demasiado tarde.
“Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso, y arrepiénte-
te. Yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entra-
ré a su casa, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venza, le daré que se siente
conmigo en mi trono; así como he vencido y me he sentado con mi Padre en
su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.35
¿Podemos continuar sin corresponder al amor de Jesús? ¿Le seguiremos de-
jando parado fuera de nuestras vidas, esperando pacientemente una invitación
para entrar? ¿No le abriremos nuestros corazones y mentes y le permitiremos,
seria y franca pero positivamente, revelarnos nuestras necesidades? ¿No
aceptaremos de Él el único remedio que está disponible para nuestras enfer-
medades espirituales?
Si no lo hacemos, estaremos engañándonos a nosotros mismos respecto al
perdón, a la eliminación del sentido de culpa, a la paz, y a la eternidad. ¿Qué
criatura racional escogería tal pérdida?

32
RH, 28 de Agosto de 1894.
33
7A:406. Traducción directa del inglés:908; Biblia de Estudios:428 del Nuevo Testamento.
34
RH, 4 de Noviembre de 1890.
35
Apoc. 3:19-22.
Pág. 19

Capítulo 3: La Mínima Exigencia.-

El amor es la característica dominante de Dios, y el amor se manifiesta exter-


namente. El amor de Dios se extiende para dar su calidez sobre la totalidad
de su creación.
Pero el amor desea respuesta, y Dios anhela una voluntaria respuesta a su
amor de parte de todas sus criaturas. Tristemente, durante seis mil años, Él no
ha recibido esa respuesta de gran parte de la humanidad porque nuestra raza
ha estado en rebelión contra el Creador.
Durante todo ese tiempo, Dios ha estado tratando de hacer regresar a la hu-
manidad al cálido círculo de su amor. Pero solo ha podido lograrlo con, rela-
tivamente, unos pocos. La mayoría no ha tenido interés. Y algunos que estu-
vieron interesados, nunca entraron en el círculo porque no estuvieron dis-
puestos a aceptar las condiciones que Dios solicitó.
Él ha hecho Sus requisitos tan mínimos y fáciles como ha sido posible. Pero
deben haber requisitos, porque aceptar a aquellos que no los admitan, signifi-
caría que el pecado, el cual debe ser excluido a toda costa (Cristo se dio a sí
mismo, para que todo pecado pueda ser excluido, y la humanidad sea salva),
se preservaría y contaminaría el cielo. ¡Eso no puede ser!
Entonces Dios nos dice a ti y a mi: “Anhelo sobre todas las cosas tenerte en
mi reino. Di a mi Hijo para que tú puedas estar allí. Pero la misma estabilidad
y preservación de mi Reino, exigen un mínimo de requisitos. Es la única ma-
nera de lograrlo. ¡Por favor cumple estos requisitos! ¡Quiero que estés con-
migo!
La mínima exigencia que Dios requiere está expresada en las palabras de Je-
sús al fariseo Nicodemo: “Jesús le dijo: de cierto de cierto te digo, que el que
no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios”.36

Palabras Claras.-

Estas palabras son tan inequívocas y directas como les es posible a las pala-
bras ser. Pronunciadas, como lo fueron, en amor, no obstante dejan en claro
que no hay posibilidad de recibir vida eterna, de tener una parte en el reino
celestial venidero, a menos que uno experimente lo que está definido como el
nuevo nacimiento.

36
Juan 3:3.
Pág. 20

Las palabras de Jesús son tan sencillas que hay una pregunta capital que ne-
cesita hacerse a fin de poder entender plenamente lo que ellas significan:
¿Cuál es la experiencia del nuevo nacimiento, sin la cual ningún hombre
puede ver el cielo?
La Biblia hace vívidamente claro que el nuevo nacimiento significa un cam-
bio radical en la vida. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.37 “Os daré co-
razón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros. Y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”.38
El hecho de que la persona nacida de nuevo es descrita como “una nueva
criatura”, o creación por la cual “todas las cosas son hechas nuevas”, quien
ha “colocado sus pies en la nueva senda de vida”39, claramente indica un
cambio básico y fundamental. No es un injerto de nuevos brotes en el viejo
árbol. Es un árbol nuevo y diferente.

No una Vida Modificada o Reordenada.-

No es una vida modificada en la cual el pecador cesa de beber y fumar, en la


cual él trata con gran esfuerzo de controlar su temperamento, apetito y hábi-
tos de entretenimiento. No es meramente una vida alterada en la cual las jo-
yas se dejan, en la cual un día de cada siete es ahora pasado en forma diferen-
te, en la cual las nuevas creencias adoptadas originan cambio de amigos y el
uso del tiempo.40
No es solamente una vida reordenada en la cual él cambia de prioridades; en
la que, por ejemplo, remueve deportes, dinero, trabajo, vestido, entreteni-
mientos, o comida de un alto sitio de prioridad a uno bajo.41
“La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino
una transformación de la naturaleza. Hay una muerte al yo y al pecado, y una
37
2 Cor. 5:17.
38
Eze. 36:26.
39
Rom. 6:4, NEB.
40
“La verdadera convicción de pecado, la aflicción real del corazón por causa de la maldad, la muerte del yo, la superación
diaria de los defectos de carácter y el nuevo nacimiento… De esta obra muchos no saben nada. Injertaron la verdad en sus
corazones naturales, y luego siguieron como antes, manifestando los mismos desdichados rasgos de carácter”. DNC:330.
41
“La regeneración es el único sendero que da acceso a la ciudad de Dios. Este sendero es estrecho y la puerta por la que se
debe pasar, angosta; sin embargo, por este camino debemos conducir a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para
salvarse, deben poseer un corazón y espíritu nuevos. Los antiguos rasgos de carácter hereditarios deben ser vencidos. Los
deseos naturales del alma deben cambiar. Toda malicia, toda mentira, toda calumnia, deben eliminarse. Debe vivirse la vida
nueva que nos hace parecer a Cristo”. 9T:20; 3JT:292; EJ:353; 5TS:140.
Pág. 21

vida totalmente nueva. Este cambio puede ser producido sólo por la eficiente
obra del Espíritu Santo”.42
Esta es una experiencia que todos, sin excepción, deben tener para ser reco-
nocidos como miembros de la familia de Dios. No hay nadie que nazca en el
mundo como una “nueva criatura”, de modo que pueda decirse de él que es
cristiano por naturaleza, y que por tanto no necesita esta experiencia.
“¡Cristiano por naturaleza! Esta idea engañosa ha servido a muchos como un
ropaje de justicia propia y ha inducido a otros tantos a suponer que tienen es-
peranza en Cristo, sin un conocimiento práctico de Él, de su experiencia, sus
juicios, su vida de abnegación y sacrificio propio”.43
“Vuestra cuna, vuestra reputación, vuestra riqueza, vuestros talentos, vuestras
virtudes, vuestra piedad, vuestra filantropía, o cualquiera otra cosa dentro de
vosotros o relacionada con vosotros, no podrá establecer un lazo de unión en-
tre vuestra alma y Cristo”.44
En la transformación del nuevo nacimiento, la vida encuentra:
“Un cambio, tan notable que ciertamente se le compara con la muerte. ¡De la
vida activa a la muerte! ¡Qué figura notable! Aquí, ninguno necesita ser en-
gañado. Si usted no ha experimentado esa transformación, no descanse. Bus-
que al Señor con todo el corazón. Haga de esto el asunto más importante de
su vida”.45
“No descanse” hasta que haya recibido esta naturaleza transformada, exhorta
la Sra. White. Podemos recordar que Dios, con un amor que no duerme, está
activo para traer a cada persona a Él.
¿Cuáles son los signos por los cuales podemos saber si hemos nacido de nue-
vo? La Biblia suple muchos. Por ejemplo, las bienaventuranzas46 muestran al
hombre y a la mujer que han tenido esa experiencia. Gálatas contrasta as ma-
las obras y actitudes de un irregenerado47, con el fruto del Espíritu, tal como
se presenta en un regenerado.48

42
RP:325.
43
2T:161. Traducción directa del inglés:177-178.
44
5T:46. Traducción directa del inglés:48-49.
45
2T:162. Traducción directa del inglés:179. “Escudriñemos cuidadosamente y veamos si la verdad que hemos aceptado ha
llegado a ser un firme principio para nosotros. ¿Llevamos a Cristo con nosotros cuando salimos de la cámara de oración?
¿Está nuestra religión de guardia a la puerta de nuestros labios? ¿Se siente nuestro corazón atraído con simpatía y amor por
los demás fuera de los de nuestra propia familia? ¿Estamos tratando diligentemente de obtener una comprensión más clara
de la verdad bíblica para que podamos dejar resplandecer nuestra luz en los demás? ¿Podemos contestar estas preguntas en
nuestras propias almas?”. 4T:513.
46
Mat. 5:3-12.
47
Gál. 5:19-21.
48
Gál. 5:22-23.
Pág. 22

Nueve Evidencias de Regeneración.-

Sugiero nueve manifestaciones de la experiencia del nuevo nacimiento:

Un sentido de libertad: paz en el alma. El individuo, especialmente el pro-


feso cristiano quien no ha nacido de nuevo verdaderamente, quien está toda-
vía luchando con pecados que no desea y es asaltado por la culpa, no puede
tener paz. Perseguido por dudas, inseguro de cómo está su situación con
Dios, a menudo se encuentra triste.
Pero en la experiencia del nuevo nacimiento, todo esto cambia. “Justificados
pues por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesu-
cristo”.49 Ellen White describe hermosamente esta experiencia como siendo
“el silencio del alma”.50 Todo el tumulto, toda contienda está superada por-
que Cristo reina completamente, el pecado es expulsado y el egoísmo no
reina más.51
“El que está en armonía con Dios y con su prójimo no sabrá lo que es la des-
dicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará el mal;
allí no podrá existir el odio. El corazón que está de acuerdo con Dios partici-
pa de la paz del cielo y esparcirá a su alrededor una influencia bendita”.52

Una experiencia de amor por otros. “Nosotros sabemos que hemos pasado
de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su her-
mano, permanece en muerte”.53 Este amor cristiano no es un impulso senti-
mental, e incluso ni siquiera la emoción o sentimientos albergados entre los
miembros de una familia. Es una actitud de gran estima, un interés racional
por los intereses de otros, una deliberada decisión de ir aun más allá del bie-
nestar que otros necesitan.

49
Rom. 5:1.
50
MC:37.
51
[Cundo alguien es justificado] no hay nada en el corazón que esté en pugna con los requerimientos de Dios. La mente,
sumisa y obediente, amará obedecer todos sus mandamientos. El mal será aborrecido y se escogerá el bien. No habrá abne-
gación o sacrificio propio que sea gravoso porque el corazón se deleita en ser útil para Cristo, y en buscar salvar almas del
error y de la transgresión de la santa ley de Dios. Cuando Dios tiene el control de los afectos, la mente no será egoísta, ni re-
trocederá del sacrificio”. RH, 2 de Diciembre de 1875.
52
DMJ:27. “Cuando Cristo reina en el alma, hay pureza, libertad del pecado… La Aceptación del Salvador produce un res-
plandor de perfecta paz, y amor perfecto, de perfecta seguridad”. PVGM:346; MJ:165; EJ:286; RJ:126.
53
1 Juan 3:14.
Pág. 23

Esta actitud es mantenida para el inculto, el infortunado, el lerdo, para un


enemigo tanto como para un amigo. Es un principio que apunta en actitud y
acción a colocar el bienestar de otros por encima del propio.54
Este es el amor que necesitamos poseer. Sin él, todas las demás virtudes y
dones que tengamos, nada son.55 Este es el amor del cual Juan dice: “El que
no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”.56 Este amor puede venir
únicamente a través de Dios; ningún hombre puede generar tan amplio nivel
de amor, por sí mismo. No es un profundo o refinado amor humano. Es un
don divino. Es más grande que el amor de una madre por su hijo.57 “El amor
[puro] es un atributo celestial. El corazón natural no puede originarlo. Esta
planta celestial florece únicamente donde Cristo reina supremo”.58

La mente y el corazón dejan el mundo. La persona irregenerada es natu-


ralmente del mundo. Sus principales intereses están normalmente centrados
ahí y no puede esperarse que sea de otra manera. Él está centrado en el traba-
jo, el dinero, los entretenimientos59, en la posición, en la ropa, y aun puede
estar centrado en el trabajo para el Señor.60
La persona no nacida de nuevo, permanecerá en embarazoso silencio, cuando
la conversación es acerca de Jesús y de su amor, pero hablará entusiastamen-
te de deportes, ropa, viajes, carros, etc.61
Aquellos que se han entregado a Cristo, “no son del mundo”.62

54
“El amor de Cristo es profundo y ferviente, y mana como una corriente incontenible hacia todos los que quieran aceptarlo.
En este amor no hay egoísmo. Si este amor de origen celestial es un principio permanente en el corazón, se dará a conocer
no sólo a aquellos con quienes estamos más vinculados por amor en una relación sagrada, sino a todos con quienes nos rela-
cionamos. Nos inducirá a prestar pequeñas atenciones, a hacer concesiones, a impartir actos de bondad, a pronunciar pala-
bras tiernas, veraces, animadoras. Nos impulsará a simpatizar con aquellos cuyos corazones anhelan simpatía”. 7A:258; Bi-
blia de Estudios:135 del Nuevo Testamento.
55
Compare con 1 Cor. 13.
56
1 Juan 4:8.
57
Véase MJ:113.
58
7A:394. Traducción directa del inglés:952; también Biblia de Estudios:399 del Nuevo Testamento.
59
“Hay muchos hoy que aseveran servir a Dios, pero sus conciertos y otras reuniones de placer, sus compañías mundanales,
su exaltación del yo y sus ardientes deseos de popularidad, dan testimonio de que no han obedecido su voz”. 5T:83.
60
“Dios exige hoy de su pueblo que se mantenga tan distinto del mundo, en sus costumbres, hábitos y principios, como de-
bía serlo el antiguo Israel. Si siguen fielmente las enseñanzas de su Palabra, existirá esta distinción; no podrá ser de otra
manera”. PP:489.
61
“¿Por qué medios determinaremos en qué lado estamos? ¿Quién posee el corazón? ¿Con quién están nuestros pensamien-
tos? ¿Acerca de quién conversamos con deleite? ¿A quién dedicamos nuestros más cálidos afectos y nuestras mejores ener-
gías? Si estamos del lado del Señor, nuestros pensamientos están con él, y nuestras reflexiones más dulces se refieren a él.
No trabamos amistad con el mundo; hemos consagrado a Dios todo lo que tenemos y somos. Anhelamos llevar su imagen,
respirar su espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo”. 2T:237.
62
Juan 17:14. “Aquel que deriva su vida de Cristo no anhelará los placeres frívolos y nada satisfactorios del mundo”.
5T:83.
Pág. 24

“La verdadera conversión es un cambio decidido de deseos y motivos; es vir-


tualmente un desprendimiento de todo vínculo mundanal, un apresurarse a
escapar de la atmósfera espiritual del mundo, una separación del poder con-
trolador de sus pensamientos, opiniones e influencias. Esta separación oca-
siona dolor y amargura para ambas partes. Constituye la disensión que Cristo
dice que vino a traer”.63

Victoria donde antes había derrota. La persona que busca vencer en su


propia fuerza, o mantenerse por su propio poder, no puede ser victoriosa. La
razón es que éste sería un caso donde el yo trata de sacar al yo, lo cual es im-
posible.
La persona que no tiene a Jesús morando dentro, no puede ser triunfante.
Pues únicamente la persona nacida de nuevo puede sostener victorias sobre
sus pecados. Exclusivamente la persona que puede aplicarse a sí mismo las
palabras de Pablo: “Ya no vivo yo, pero Cristo vive en mí”, puede vencer el
pecado. Él puede decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.64
Esto no sugiere de ninguna manera, que algunas veces no habrá terribles lu-
chas en la vida cristiana. El hacer morir el yo es un trabajo diario, y de cada
momento. Pero a causa de que la mente está ahora cambiada, y los deseos,
inclinaciones, motivos y la voluntad de la persona nacida de nuevo están di-
rigidas por Cristo, él puede ganar la victoria.
“Si estamos dispuestos a que se nos haga estar dispuestos, Dios cumplirá la
tarea por nosotros, aun ‘refutando argumentos, y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia de Cristo’. Entonces nos ocuparemos de nuestra salvación con
temor y temblor. ‘Porque Dios producirá en nosotros así el querer como el
hacer, por su buena voluntad”. 65

Una frecuente e instintiva inclinación a orar. Este deseo llega como un an-
helo profundo de comunión con el Salvador, en la misma forma como el
enamorado tiene un fuerte deseo de estar con la persona que es objeto de sus
afectos. Esta urgencia es poéticamente expresada por el salmista: “Como el

63
5T:78.
64
Fil. 4:13. “Debemos entregarnos a él. Cuando esta entrega es completa, Cristo puede terminar la obra que comenzó en
nuestro favor al entregarse a sí mismo. Entonces nos puede restaurar totalmente”. CDCD:159.
65
DMJ:120. Traducción directa del inglés:142-143.
Pág. 25

ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma
mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”.66

Interés en la Palabra de Dios. “Fueron halladas Tus Palabras y yo las comí; y


Tu palabra me fue por gozo y alegría de mi corazón”.67 La persona nacida de
nuevo:
“Escoge como tema de estudio y consejera a la Palabra de Dios que antes le
parecía árida y sin interés. Es como una carta que le escribiera Dios, con la
inscripción del Eterno. Somete a esta regla sus pensamientos, palabras y ac-
ciones y por ella los prueba. Tiembla ante las órdenes y amenazas que con-
tiene, mientras que se aferra firmemente a sus promesas y fortalece su alma
apropiándose de ellas”.68

Una creciente sensibilidad al pecado. “Aun estando nosotros muertos en


pecados, nos dio vida juntamente con Cristo”.69 Comentando estas palabras
de Pablo, Ellen White escribe sobre el nuevo nacimiento:
“Nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos motivos son implanta-
dos. Se traza una nueva norma del carácter: la vida de Cristo. La mente es
cambiada; las facultades son despertadas para obrar en nuevas direcciones. El
hombre no es dotado de nuevas facultades, sino que las facultades que tiene
son santificadas. La conciencia se despierta”.70
“Mas cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la concien-
cia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la
sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra”.71
Como muchos podrán testificar, la pregunta: ¿Qué hay de malo en esto?, es a
menudo resuelta para el que la enuncia cuando el Espíritu Santo puede des-

66
Salmo 42:1-2.
67
Jer. 15:16. “Los que buscan la justicia de Cristo se espaciarán en los temas de la gran salvación. La Biblia es el almacén
que surte sus almas de alimento nutritivo. Meditan en la encarnación de Cristo, contemplan el gran sacrificio hecho para
salvarlos de la perdición, para llevarles perdón, paz y justicia eterna. El alma está encendida con estos temas grandiosos y
elevadores”. TM:85; CMPA:325.
68
1JT:250.
69
Efe. 2:5. “El pecado no sólo nos aparta de Dios, sino que destruye en el alma humana el deseo y la aptitud para conocerlo.
La misión de Cristo consiste en deshacer toda esta obra del mal. Él tiene poder para vigorizar y restaurar las facultades del
alma paralizadas por el pecado, la mente oscurecida, y la voluntad pervertida”. Ed:29.
70
PVGM:71.
71
CC:22.
Pág. 26

pertar la conciencia adormecida, y nos ayuda a ver cuánta equivocación in-


terna existe.72
Es como un rayo de luz del sol brillando a través de un pequeño agujero en
un cuarto oscuro. En ese rayo observamos cientos de partículas de polvo que
no veíamos antes. Del mismo modo es, cuando el Sol de Justicia alumbra
nuestras vidas, vemos pecados que no advertíamos antes.

Una actitud dispuesta a obedecer a Dios. La exclamación: “El hacer tu vo-


luntad, dios mío, me ha agradado”73, pueden ser palabras únicamente de la
persona nacida de nuevo.74 El corazón irregenerado no se sujeta a la ley de
Dios, ni tampoco puede.75
“En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al
estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador,
entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la
transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida
de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y
amor”.76
“Cuando alguien renuncia al pecado, que es la transgresión de la ley, su vida
será puesta en conformidad con la ley, en perfecta obediencia. Esta es la obra
del Espíritu Santo… El amor se manifiesta por la obediencia. La línea de de-
marcación será clara entre los que aman a Dios y guardan sus mandamientos,
y aquellos que no le aman y desprecian sus preceptos”.77
Esta actitud de obediencia no será únicamente hacia los requerimientos que
son fáciles y convenientes, sino también hacia aquellos que exigen abnega-
ción y sacrificio.78

Un impulso a testificar a otros. Las palabras finales de Jesús a sus discípu-


los fueron sobre la promesa del Espíritu Santo. Cuando lo recibieron, dijo Je-
sús, entonces “me seréis testigos”.79 David, en su súplica a Dios por el perdón
72
“Cuanto más nos acerquemos a él y cuanto más claramente discernamos la pureza de su carácter, tanto más claramente
veremos la extraordinaria gravedad del pecado y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a nosotros mismos”.
HAp:448; PVGM:124; RJ:252.
73
Salmo 40:8.
74
Jer. 31:33.
75
Rom. 8:7.
76
CS:521.
77
6T:98.
78
“Los que son justificados por la fe deben tener un corazón que se mantenga en la senda del Señor. Una evidencia de que
el hombre no está justificado por la fe es que sus obras no correspondan con su profesión”. 1MS:465.
79
Hechos 1:8.
Pág. 27

y la restauración de su favor al “gozo de tu salvación”, continuó: “Entonces


enseñaré a los transgresores Tus caminos, y los pecadores se convertirán a
Ti”.80
“Si somos cristianos, esta obra [de dar testimonio] será nuestro deleite. Ape-
nas se ha convertido uno cuando nace en él el deseo de dar a conocer a otros
cuán precioso amigo ha hallado en Jesús. La verdad salvadora y santificadora
no puede quedar encerrada en su corazón”.81
“Tan pronto como una persona se ha convertido realmente a la verdad, brota
en su corazón un ardiente deseo de ir y hablar a algún amigo o vecino acerca
de la preciosa luz que resplandece en las páginas sagradas. En esta labor ab-
negada de salvar a otros, es una epístola viva, conocida y leída de todos los
hombres. Su vida demuestra que se convirtió a Cristo, y llegó a ser colabora-
dor con él”.82
En su libro profundamente espiritual83, el autor comienza su primer capítulo
de la siguiente manera:
“Antes que yo pueda vivir la vida cristiana, debo ser un hombre cristiano.
¿Lo soy? Debería serlo. ¿Lo sé y sabiéndolo, sé quién soy y a quién sirvo?
¿O es mi título y mi nombre todavía cuestionable, todavía objeto de ansioso
debate y búsqueda?
Si estoy viviendo como hijo de Dios, debo ser un hijo y debo saberlo. De otra
manera mi vida será una imitación artificial, una pieza de un árido mecanis-
mo, ejecutando ciertos movimientos excelentes pero destituidos de la fuerza
y el calor vital. Aquí muchos fallan. Tratan de vivir como hijos, para hacerse
a sí mismos hijos, olvidando que el sencillo plan de Dios para conseguir esa
filiación es: ‘A todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hi-
jos de Dios’84.85
Los hijos y las hijas ciertamente tienen las características de sus padres.
¿Tengo yo las características de mi Padre celestial?

80
Salmo 51:12-13.
81
DTG:115. Traducción directa del inglés:141.
82
2JT:127; 5T:363.
83
God’s Way of Holiness (El Camino de la Santidad de Dios), de Horatius Bonar.
84
Juan 1:12.
85
El Camino de la Santidad de Dios:57.
Pág. 28

Capítulo 4: El Único Quien Nos Ayuda a Cumplir con Excelencia.-

El centro de los temas expuestos en este libro – que en pocas palabras son: el
nuevo nacimiento, la justificación y la santificación – es la obra del Espíritu
Santo. La consumación del plan de salvación, lo cual hace estas transacciones
posibles en el hombre y para el hombre, depende totalmente del ministerio
del Espíritu Santo.
Hay algunos pasajes en la Escritura que iluminan, de manera muy clara y
conmovedora, la obra del Espíritu Santo en la salvación del hombre, como
Romanos 7 y 8. En el capítulo siete, Pablo con pinceladas claras nos dibuja
un cuadro de su propia experiencia cuando finalmente vio las exigencias de
Dios y su ley sobre él:
“Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy de carne, vendido al
poder del pecado. Realmente, no entiendo lo que me pasa; porque no hago lo
que quiero, sino lo que aborrezco. Y al hacer lo que no quiero, apruebo que la
Ley es buena. De manera que ya no soy yo quien obra, sino el pecado que
habita en mí. Sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien. Porque
tengo el querer, pero no alcanzo a efectuar lo bueno. Porque no hago el bien
que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no lo
hago yo, sino el pecado que mora en mí”.86
Luego él observa:
“Porque en mi interior, me deleito en la Ley de Dios; pero veo en mis miem-
bros otra ley, que lucha contra la ley de mi mente, y me somete a la ley del
pecado que está en mis miembros”.87

Tres Leyes.-

En estas palabras, Pablo nos presenta dos leyes. El principio de la ley de


Dios, resumida en los Diez mandamientos88, cuyos requerimientos reconoce
como justos y buenos, pero los cuales él no puede satisfacer, y “la ley del pe-
cado que habita en mis miembros”. Esta ley puede ser definida, brevemente,
como esas tendencias al pecado heredadas y cultivadas, que hacen humana-
mente imposible el hacer lo correcto sin ayuda; esas limitaciones y debilida-
des que son una parte de la mortalidad del hombre. Entonces, frustrado por
86
Rom. 7:14-20.
87
Rom. 7:22-23.
88
Verso 7.
Pág. 29

los impedimentos de su naturaleza humana y en un estado de gran tensión in-


terior por esos estorbos, Pablo grita desesperadamente: “¡Miserable hombre
de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”.89
Pero en Romanos 8 nosotros tenemos la tirantez resuelta, por una tercera ley
que entra y alivia la tensión espiritual y soluciona por completo el problema
de Pablo. “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de
la ley del pecado y de la muerte”.90
¿Qué podemos nosotros entender sobre esta tercera ley, o mejor, principio?
Puede definirse como la manera en que trabaja el Espíritu Santo cuando viene
a la vida que se ha rendido.
Pablo puntualiza inequívocamente que el Espíritu Santo, y únicamente el Es-
píritu Santo como representante de Cristo, puede hacer por el hombre lo que
él no puede hacer por sí mismo para ganar la victoria sobre sus pecados, y te-
ner la paz y el gozo interior, y ganar la vida eterna.
Entendemos, entonces, que la eficacia incluso del trabajo de Cristo mismo
para el hombre, es dependiente del Espíritu Santo. Sin Él, todo lo que fue he-
cho por Jesús durante Su vida terrenal – en el Getsemaní, sobre la cruz, al le-
vantarse de la tumba – y Su ministerio sacerdotal en el cielo, sería sin fruto.
Los beneficios de todo eso que Cristo hizo, serían solo un poco más útiles
que los de cualquiera de los grandes líderes religiosos o éticos del mundo.
Porque a pesar que Él fue Dios, y los otros fueron solamente hombres, Cristo
no podría cambiar a los hombres únicamente por Su ejemplo y enseñanzas.
Para cambiarlos a ellos fue necesario obrar dentro de ellos. Y esta labor es
realizada por el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, quien fue enviado para
hacer en los corazones de los hombres, la obra que Jesús había hecho posible.
“El Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones que [Cristo] podía
solicitar de su Padre para la exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser da-
do como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido
inútil. El poder del mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la su-
misión de los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa. El pecado
podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la
tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada,
sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo que

89
Verso 24.
90
Verso 2. “Si en nuestra alma sentimos necesidad, si tenemos hambre y sed de justicia, ello es una indicación de que Cristo
influyó en nuestro corazón para que le pidamos que haga, por intermedio del Espíritu Santo, lo que nos es imposible a noso-
tros”. DMJ:21; MJ:156.
Pág. 30

ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el


corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente participe de la naturaleza divi-
na. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las ten-
dencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carác-
ter en su iglesia”.91

El Mayor Don Prometido.-

Jesús prometió a sus discípulos el don del Espíritu durante sus últimas horas
con ellos, antes de ir al Getsemaní, a los vestíbulos de Caifás, Herodes y Pila-
to – y al Calvario. Por tres años les había enseñado por precepto y ejemplo.
Por tres años había sido su fortaleza, consejero, guía, ayudador y amigo.
Ahora los iba a dejar como ovejas en medio de lobos, como palomas entre
serpientes.
Conociendo su gran necesidad mejor de lo que ellos podrían conocerla, y lo
que el futuro les reservaba, Él buscó el mejor don que podía otorgarles y que
cubriría sus muchas necesidades.
“Yo rogaré al padre”, dijo, “y os dará otro Consolador que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad”.92
El término griego traducido por Consolador, es Parakletos. Es traducido en
otras versiones como: “Ayudador” (Moffat, NASB), “Consejero” (RSV),
“Abogado” (NEB), “Uno que está por usted” (Philips), y otros términos en
otras versiones. La variedad de traducciones sugiere que la palabra tiene una
gran riqueza de significados. Esto es verdad.
El conocido autor y teólogo escocés William Barclay tiene un interesante pa-
saje en uno de sus libros en el que explica el amplio significado de la palabra
Parakletos:
“La palabra parakletos realmente significa uno que es llamado a entrar; pero
es la razón por la cual la persona es llamada, la que le da a la palabra los dis-
tintos significados. Los griegos usaban el término en muchas formas. Un pa-
rakletos podía ser una persona convocada a dar testimonio en una corte legal,
a favor de alguien; podía ser un abogado llamado para pedir clemencia por
alguien cuando estaba bajo alguna acusación que podía acarrear seria conde-
na; podía ser un experto requerido para dar consejo en una situación difícil;
podía ser una persona llamada cuando, por ejemplo, una compañía de solda-
91
DTG:625. Énfasis suplido.
92
Juan 14:16-17.
Pág. 31

dos estaba deprimida y desmotivada, para colocar nuevo coraje en sus mentes
y corazones. Siempre un parakletos es alguien llamado a ayudar, cuando la
persona que lo llama está en un problema, o sufrimiento, o duda, o descon-
cierto… Nosotros tenemos una moderna frase que usamos con frecuencia.
Decimos que es capaz de arreglárselas con todo. Esta es precisamente la obra
del Espíritu Santo. El Santo Espíritu viene a nosotros, saca nuestras insufi-
ciencias y nos capacita para cumplir excelentemente con la vida. El Santo
Espíritu sustituye una vida de derrotas por una vida de victorias”.93

La Comunión del Espíritu.-

Pablo usa una palabra que transmite algo de la misma idea de parakletos,
agregando quizá una mayor dimensión. Él escribe de la “comunión” del Espí-
ritu.94 El término griego “koinonía” sugiere una íntima comunión y una com-
pasiva cooperación del tercer miembro de la Divinidad con el cristiano.
“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la pers-
pectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impoten-
tes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las cir-
cunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circuns-
tancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera
que estemos, dondequiera que vayamos, esta siempre a nuestra diestra para
apoyarnos, sostenernos y animarnos”.95
Jesús, al explicar a sus discípulos el valor del Don que estaba enviándoles, les
dijo que el Espíritu Santo convencería a los hombres de sus pecados; les per-
suadiría con la verdad del Evangelio y de la grandeza de la Justicia de Cristo;
además les dio la seguridad de que este don podría ser suyo.96 Por lo tanto, el
Espíritu Santo es el agente activo en la conversión.97 Si los hombres rehusa-
ban o eran negligentes en separarse de sus pecados y en aceptar la Justicia de
Cristo, el Espíritu les mostraría a su conciencia los espantosos resultados de
lo que ellos estaban haciendo.98

93
The Gospel of John, Vol. 2, páginas 194-195.
94
Fil. 2:1; 2 Cor. 13:14.
95
DTG:623.
96
Juan 16:8-10.
97
Juan 3:5; Tito 3:5-6.
98
Juan 16:11.
Pág. 32

También, por el Santo Espíritu somos limpiados, apartados como hijos de


Dios y justificados.99 Por el Espíritu, la guerra en el corazón y en la vida es
exitosamente adelantada y los frutos del cristiano son desarrollados. 100 Aun
más, la obra del Espíritu Santo es desarrollar justicia y dar paz y gozo101,
guiar a la verdad102, ayudarnos en la debilidad103, proveer fortaleza104, y po-
der105 para libertarnos del pecado106, y guardarnos de seguir pecando.
En la medida en que entendemos lo que el Espíritu Santo hace por nosotros,
podemos valorar la declaración que nos dice que cuando su poder viene a
nuestras vidas trae “todas las otras bendiciones en su estela”.107
Necesitamos enormemente estas bendiciones. Necesitamos la ayuda del Espí-
ritu para ser capaces de afrontar con éxito el pecado y el yo; y expulsarlos de
nuestras vidas. Por tanto, antes de continuar leyendo las páginas de este libro,
deberíamos seguir el consejo del Espíritu de Profecía: “Buscad la ayuda del
Espíritu de Dios orando…”.108

99
1 Cor. 6:11.
100
Gál. 5:16-25.
101
Rom. 14:17.
102
Juan 16:13.
103
Rom. 8:26.
104
Efe. 3:16.
105
Luc. 24:49.
106
2 Cor. 3:17.
107
HAp:41.
108
TM:464. “Cristo murió por todos; y se nos asegura en su Palabra que él está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a los
que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos”. DNC:321; RJ:89.
Pág. 33

Capítulo 5: El Corazón del Asunto-

Cuando un bebé nace, el centro de su vida es el yo. Tan pronto como puede
expresarse en la manera más elemental, empieza a hacerle saber a usted, que
él debe ser satisfecho, que sus deseos deben ser complacidos, y sus demandas
atendidas.
Hasta donde sabe, él cree que es el centro del universo. ¡Y no lo olvide! Si lo
que él desea o necesita no le es dado, se lo hará saber sin lugar a dudas. Si su
voluntad es frustrada o negada, él gritará con enojo. Esta es una reacción na-
tural y heredada de uno que pertenece a la raza caída.
Esta raíz del yo puede manifestarse en berrinches temperamentales en un ni-
ño mayor cuando su yo sea contrariado. A medida que se va haciendo adulto,
llega a ser más sofisticado y sutil al tratar de salirse con la suya. Se hará a sí
mismo, en mayor o menor grado, pulido y cortés, porque la sociedad deman-
dará eso de él. Será más una persona culta que áspera; civilizada más que
salvaje. Pero el yo todavía demandará satisfacción. El ego será alimentado,
protegido y expresado.
En el infante las demandas del yo son, por supuesto, inconcientes. Por otra
parte, las necesidades básicas conocidas como instinto de preservación, están
atadas a las reacciones del infante. Así que no estoy sugiriendo que las accio-
nes y actitudes descritas del bebé son pecado, lo cual es una intencionada re-
belión contra Dios. Pero, brotando de la caída naturaleza humana, ellas con-
ducen tan naturalmente al pecado, como el río Jordán se dirige al mar Muer-
to.
Cristo afirmó esto, tácitamente, en su sermón del monte. En ese momento, Él
no estaba hablando a un grupo de personas más pecaminosas que el prome-
dio. De hecho, la mayoría de los que estaban reunidos alrededor de Él, era
gente que probablemente deseaba vivir vidas correctas. Aun así, implicando
claramente que la humanidad es pecaminosa en sus raíces, Él dijo: “Si voso-
tros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos…”.109
Él sugiere la misma idea en su conversación con Nicodemo. Le habló de “lo
que es nacido de la carne”. Luego, hizo un planteamiento que da a entender
que los hombres son pecaminosos por herencia, al asegurar: “Debes nacer de
nuevo”.110 En otras palabras, tú puedes, sobrenaturalmente, llegar a ser radi-

109
Mateo 7:11.
110
Juan 3:6-7.
Pág. 34

calmente diferente de la clase de persona que eres por nacimiento; puedes ser
transformado en una diferente clase de persona.

“Hijos de Ira por Naturaleza”.-

Una afirmación similar es hecha por Pablo en Efesios111 cuando escribe que
los efesios, los cuales no eran diferentes de la otra gente, “eran por naturaleza
hijos de ira”. Y bien conocidas son sus palabras de Romanos 7, donde él ví-
vidamente describe su impotencia para vencer los pecados a causa de su natu-
raleza pecaminosa.
Recodamos también las palabras de David: “He aquí, en maldad he sido for-
mado, y en pecado me concibió mi madre”.112 Y de Job: “¿Quién hará limpio
a lo inmundo? Nadie”.113
Vamos a usar un diagrama para ilustrar de manera sencilla, la condición que
hemos estado describiendo:

El yo pecaminoso

Nos referimos al corazón con la connotación de los deseos, sentimientos, mo-


tivos, impulsos, intereses, tendencias y actitudes – aquellas cualidades bási-
cas e impulsos que conforman la personalidad y el carácter humano.
En este diagrama, vemos la razón por la cual, aun un bebé manifiesta inci-
pientes síntomas de pecaminosidad. Es porque con el yo como centro, la na-
turaleza humana tiende a la rebelión contra Dios. De sí mismo, el hombre no
tiene tendencia a hacer la voluntad de Dios. Desea hacer la suya propia. “La
perspectiva de la baja naturaleza (esencialmente el yo) es enemistad con
Dios”.114

“Pondré Enemistad”.-

111
Efe. 2:3.
112
Salmo 51:5.
113
Job 14:4.
114
Rom. 8:7, NEB.
Pág. 35

Cualquier resistencia que el hombre haga al pecado es implantada en el cora-


zón por Dios.
“Dios declara: ‘Enemistad pondré’. Esta enemistad no es fomentada de un
modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se
hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás. No
puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el autor
del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El
apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros
a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se
unan en desesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese interpuesto espe-
cialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de
albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en
oposición a Dios”.115
“La enemistad contra Satanás es un don de Dios”.116
El principal canal de Dios para alcanzar la mente y el corazón humano, es la
conciencia.117 Esta es una facultad innata, dada por Dios como un medio por
el cual Él puede transmitirnos Su preocupación por nuestros pecados y
desobediencia.
Esta facultad, que le dice al hombre que algunas cosas son correctas y otras
equivocadas, y que lo perturba cuando está errado, necesita ser educada. Pue-
de estar entorpecida y desensibilizada. No obstante, es el medio a través del
cual Dios habla al alma, invitando tanto al más ignorante pagano, como al
más iluminado cristiano.
Dios, con preocupado amor, usa esta facultad tanto como medio de tratar de
traer al hombre de regreso a Él de tal manera que Él pueda llegar a ser el cen-
tro de su vida, en vez del yo. Porque Dios sabe que el hombre nunca podrá
ser feliz, nunca podrá ganar la victoria sobre los pecados, nunca se le podrá
confiar el cielo y la vida eterna, mientras el yo esté al control. El yo, con to-
das sus tendencias al mal y fuente de problemas, debe ser destronado y total-
mente reprimido.
Desafortunadamente, cuando Dios nos habla a través de la conciencia, fre-
cuentemente no reconocemos qué es lo que Él está tratando de hacer en noso-
115
CS:559.
116
RH, 3 de Mayo de 1906.
117
“Sólo al hombre, corona de la creación divina, Dios ha dado una conciencia que comprende las demandas sagradas de la
ley divina, y un corazón capaz de amarla como santa, justa y buena. Del hombre se requiere pronta y perfecta obediencia”.
1MS:256.
Pág. 36

tros. Por ejemplo, Dios por medio de uno de sus muchos canales, puede ha-
blarnos de manera especialmente clara en algunas ocasiones y despertar nues-
tras conciencias.
Tenemos un ejemplo clásico de esto en la experiencia del rey David. David
había causado la muerte de Urías heteo, y luego había tomado a su esposa pa-
ra sí. Este grave pecado inhabilitó su conciencia en sumo grado. Finalmente
llegó el momento oportuno y Dios le envió al profeta Natán con una conmo-
vedora historia de una corderita.118 Y David, condenándose a sí mismo, en la
persona del supuesto rico, fue repentinamente llevado a reconocerse a sí
mismo, lo que él era. El hermoso y penitencial Salmo 51 es el resultado de su
conciencia despertada.
Ilustremos los esfuerzos de Dios para alcanzarnos. Las flechas simbolizan las
varias maneras que Él usa:

Cuando Dios tiene éxito en alcanzarnos, y nuestras conciencias llegan a ser


más sensibles, somos más concientes de algunas cosas particulares en nues-
tras vidas, que son pecaminosas. Estas, pueden ser pecados de la carne, tales
como la glotonería o la codicia. Puede ser una práctica deshonesta. Puede ser
envidia, orgullo, celos, chismosear, o un mal temperamento. Nuestras con-
ciencias pueden empezar a acusarnos respecto a algunos programas de televi-

118
2 Sam. 12:1-3.
Pág. 37

sión que estemos mirando, algunos libros que estemos leyendo, o música que
estemos escuchando.

“Debo Vencer”.-

Bajo estos clamores de la conciencia y teniendo un deseo sincero de estar


bien con Dios, podemos decidir deshacernos de estas faltas. Nos decimos a
nosotros mismos: “Como en exceso. Eso es pecado y debo remediarlo”. O,
“He estado mirando ‘equis’ programa. Este no es realmente un buen progra-
ma para que un cristiano lo vea. Voy a cortarlo”. O, “Tengo un temperamento
que está arruinando mi vida. Tengo que vencerlo”.
De modo que pedimos a Dios perdón y fortaleza, y comenzamos a corregir
nuestras faltas y pecados. En consecuencia con eso, nuestro cuadro ilustrati-
vo, es semejante a esto:

Cuando observamos el diagrama, inmediatamente vemos las falencias de lo


que estamos tratando de hacer: “Hay muchos que están tratando de reformar-
se al corregir este o aquel mal hábito, y esperan de esa manera llegar a ser
cristianos, pero ellos están empezando en el lugar equivocado. Nuestra pri-
mera obra es en corazón”.119 Al colocar la declaración: “Nuestra primera obra
es en el corazón” en el diagrama, modificamos la lectura, “nuestra primera
obra es con el yo en el corazón”; lo cual es consistente con el pensamiento de
Ellen White.
Ellen White continúa: “El corazón debe ser convertido y santificado”.

119
PVGM:69; traducido directamente del inglés, página 97, énfasis suplido. “La obra de la santificación comienza en el co-
razón y debemos relacionarnos de tal forma con Dios que Jesús pueda poner su molde divino sobre nosotros”. RP:353;
AFC:167.
Pág. 38

Podemos hacer otra aplicación de nuestro diagrama al considerar lo que cons-


tituye otro serio problema para algunos al enfrentar la reforma a lo cual Ellen
White califica como una “religión de remiendos”.120
Nuestro diagrama nos ayuda a visualizar la situación.121

El Tratar de Obedecer no es Obedecer.-

“El hombre que trata de guardar los mandamientos de Dios solamente por un
sentido de obligación -porque se le exige que lo haga - nunca entrará en el
gozo de la obediencia. Él no obedece”.122
Él no obedece, porque no puede verdaderamente obedecer. No puede verda-
deramente obedecer con un sentido de amor, aunque realmente desea hacerlo,
porque el yo es el centro de su vida. Trata de obedecer – en este caso, desha-
ciéndose de ciertos pecados en su vida – sobre la base del yo. El yo está tra-
tando de disciplinar al yo. Esto equivaldría a luchar por levantarse a sí mis-
mo, tirando de los cordones de sus zapatos.123
“El yo no puede arreglárselas con el yo; no es suficiente para esta obra… So-
lo Dios puede hacernos leales y conservarnos en esa lealtad”.124
Vemos, pues, que cuando Dios nos habla a través de la conciencia, Él está
tratando de hacer muchos más que dirigirnos a abandonar algunos pecados
particulares de nuestras vidas, a pesar de cuán importante eso es. Desea que
venzamos el yo. Pero en razón que nuestra conciencia saca a relucir pecados
individuales, nosotros empezamos a pensar en esos términos. Justamente aquí
es donde a menudo fallamos, respecto a lo que Dios está tratando de hacer,
como lo hemos visto previamente.
120
Cristo no anima al hombre para que piense que él aceptará un carácter remendado, constituido mayormente del yo con un
poco de Cristo. Esta es la condición de la iglesia laodicense. Al principio parece haber algo del yo y algo de Cristo; pero
pronto todo es del yo, y nada es de Cristo. Se revela la raíz del egoísmo. Continúa creciendo, echando sus raíces más y más
profundamente, hasta que sus ramas están cubiertas con frutos indeseables. Cristo considera con ternura compasiva a todos
los que tienen caracteres híbridos. La relación con Cristo de los que tienen un carácter tal, es tan frágil que es completamen-
te inservible”. 6CBA:1101; Biblia de Estudios:249.
121
“La religión de remiendos no tiene el menor valor ante Dios. Él pide todo el corazón. Ninguna parte de éste debe quedar
reservada para el crecimiento de tendencias al mal hereditarias o cultivadas. Ser áspero, riguroso, darse demasiada impor-
tancia, ser egoísta, velar por los propios intereses egoístas, y sin embargo exigir que otros sean desinteresados, es una reli-
gión que es una abominación para Dios. Muchos experimentan esto diariamente, pero esa es una tergiversación del carácter
de Cristo”. 6CBA:1101; Biblia de Estudio:250.
122
PVGM:70.
123
“Para recibir ayuda de Cristo, debemos comprender nuestra necesidad. Debemos tener verdadero conocimiento de noso-
tros mismos. Sólo quien se reconoce pecador puede ser salvado por Cristo. Sólo cuando vemos nuestro desamparo absoluto
y no confiamos ya en nosotros mismos, podemos asirnos del poder divino.
No es tan sólo al principio de la vida cristiana cuando debe hacerse esta renuncia a sí mismo. Hay que renovarla a cada paso
que damos hacia el cielo”. MC:361.
124
NEV:215.
Pág. 39

“Tan sólo cuando el egoísmo está muerto, cuando la lucha por la supremacía
está desterrada, cuando la gratitud llena el corazón, y el amor hace fragante la
vida, tan sólo entonces Cristo mora en el alma, y nosotros somos reconocidos
como obreros juntamente con Dios”.125
“Si os aferráis al yo y rehusáis entregar la voluntad a Dios, elegís la muerte.
Dondequiera que esté el pecado, Dios es para él un fuego devorador. Si elegís
el pecado y rehusáis separamos de él, la presencia de Dios que consume el
pecado también os consumirá a vosotros”.126
“El yo es difícil de conquistar. No es fácil traer la depravación humana en to-
das sus formas a la sujeción del Espíritu de Cristo. Aun así, todos deberían
quedar impresionados con el hecho de que, a menos que ganen la victoria por
medio de Cristo, no tienen esperanza. La victoria es alcanzable porque con
Dios nada es imposible. Con su gracia ayudadora, es posible vencer todo mal
temperamento y toda la depravación humana”.127
“El yo es tan grande en muchos, siempre esforzándose por dominar. Hay
quienes profesan ser seguidores de Cristo Jesús, quienes nunca han muerto al
yo. Nunca han caído sobre la Roca y sido quebrantados. Hasta que lo hagan,
vivirán para el yo, y si mueren como están, entonces será para siempre dema-
siado tarde para que sus errores sean corregidos”.128
“Quien quiera que entre en la ciudad de Dios por las puertas de perla, entrará
como vencedor, y su victoria será la que habrá obtenido sobre sí mismo”.129
La pregunta que ahora predomina en nuestras mentes es: ¿Cómo morimos al
yo? La respuesta es: naciendo de nuevo. En un capítulo anterior, enumeramos
maneras por las cuales cada uno puede determinar si ha nacido de nuevo.
Continuaremos sugiriendo formas en las cuales la nueva vida puede ser al-
canzada. Pero antes que pensemos en este tema vitalmente importante, y que
más clara y fuertemente acentuemos su significado y profundidad, debemos
pensar en otro aspecto de la experiencia cristiana que muchos deben pasar.

125
PVGM:332.
126
DMJ:55-56.
127
4T:342.
128
FEC:284.
129
9T:147.
Pág. 40

Capítulo 6: Cristianos de Ciento Ochenta Grados.-

Como todos reconocemos, hay diferentes grados en la experiencia espiritual


o religiosa. El mensaje a Laodicea sugiere un amplio rango de grados en
temperatura: del frío, al tibio, y al caliente.
La geometría nos ofrece otra clase de grados que nos ayudarán a ver otros as-
pectos de la vida espiritual. 90º

45º
135º

0º 180º

En nuestra ilustración vamos a tomar 0 grados para representar la condición


de uno que ha agraviado al Espíritu Santo, tal como Faraón, Esaú, Saúl y Ju-
das. La condición de una persona tal es sin esperanza.
En el extremo derecho, a 180 grados, se representa la condición de una per-
sona que se ha rendido totalmente al Señor. Tal cosa no debe entenderse co-
mo teniendo una relación de perfección moral absoluta ya que ese no es el
punto que estamos analizando en este momento. Representa únicamente la
actitud de sometimiento a Dios, por la cual se nos invita a ser totalmente para
Él y colocarnos totalmente a nosotros mismos, y nuestro todo en sus manos.
Es fundamentalmente importante que este concepto sea tenido en mente en
este y en los siguientes capítulos a estudiar.
Espiritualmente hablando, hay gente que se encuentra entre estos dos puntos.
En otras palabras, hay gente en la iglesia que se encuentra en algún gado des-
de el frío hasta el caliente en su actitud de compromiso, volviendo por el
momento al cuadro de Laodicea.
Pág. 41

En cualquier caso, parece claro que no todos los que son Adventistas del Sép-
timo Día están totalmente entregados a Cristo. Ellen White escribe que “mu-
chos que han aceptado la teoría de la verdad, sin haber experimentado una
verdadera conversión”.130 Ella hace una declaración aun más fuerte:
“El nuevo nacimiento es una experiencia rara en esta época del mundo. Esta
es la razón por la cual, hay tantas perplejidades en las iglesias. Muchos, mu-
chísimos que pretenden tener el nombre de Cristo no están santificados, y son
impíos. Han sido bautizados, pero fueron sepultados vivos. No murió el yo, y
por lo tanto no renacieron a una nueva vida en Cristo”.131
El término “rara” es fuerte. Cuando pensamos en monedas raras, o estampi-
llas raras, reconocemos que indica que no hay mucho de ese tipo particular.
Es verdad que las palabras que hemos citado fueron escritas hace muchos
años. Pero, ¿podemos decir que la iglesia está hoy en una experiencia espiri-
tual, significativamente superior entonces?132

Un Hombre llamado Juan.-

Ahora, permítanos usar un miembro de iglesia hipotético para ilustrar el pun-


to que deseamos destacar a través de nuestro diagrama. A ese personaje ima-
ginario lo llamaremos Juan.
Cuando encontramos a Juan, él está en un bajo nivel espiritual. Arbitraria-
mente para efectos de la ilustración, lo colocaremos a 45 grados en nuestro
diagrama.

130
5T:202.
131
Biblia de Estudios:205-206.
132
“A menudo se levanta la pregunta: ¿Por qué, entonces, hay tantos que pretenden creer en la Palabra de Dios, en los cua-
les no se ve una reforma en las palabras, en el espíritu y en el carácter? ¿Por qué hay tantos que no pueden soportar la opo-
sición a sus propósitos y planes, que manifiestan un temperamento no santificado, y cuyas palabras son ásperas, despóticas
y apasionadas? Se ve en ellos el mismo amor al yo, la misma indulgencia egoísta, el mismo mal genio y lenguaje precipita-
do que se notan en la vida de los mundanos. Existe el mismo orgullo sensible, la misma concesión a la inclinación natural,
la misma perversidad de carácter que si la verdad fuera completamente desconocida para ellos. La razón es que no están
convertidos”. PVGM:71.
Pág. 42

Juan es un miembro de iglesia considerado en un “nivel bueno y estable”, pe-


ro en su vida privada, él no está viviendo conforme a las normas de la iglesia.
Por ejemplo, no paga un diezmo fiel. Ve programas de televisión muy cues-
tionables, aun con cierta frecuencia en Sábado. Escucha cierto tipo de música
muy objetable. Prácticamente nunca estudia su Biblia y nunca abre un libro
del Espíritu de Profecía. Estas son solo descripciones parciales de su vida ex-
terna. Mucho más podría agregarse para describir su interior.
Entonces algo sucede. De alguna manera el Espíritu Santo empieza a trabajar
en Juan. Tal vez, estuvo frente a la muerte en un accidente automovilístico.
Posiblemente su pastor predicó un sermón que le tocó, al captar el gran amor
de Dios por él personalmente y la preocupación que Dios tiene para que él
sea salvo. Sea cualquiera de los casos, Juan avanzó en su actitud de compro-
miso hasta el punto, digamos, de los 90 grados.

Juan empieza ahora a leer su Biblia. Deja de ver esos programas cuestiona-
bles en la televisión. Devuelve un diezmo completo. Y así sucesivamente.
El Espíritu Santo continúa trabajando con él. Y Juan responde a esa súplica
en su corazón y su vida, hasta llegar, digamos, a los 170 grados de compro-
miso.
Pág. 43

Justo aquí, vamos a considerar una pregunta: El Espíritu Santo ha estado cla-
ramente trabajando en la vida de Juan y él ha estado respondiendo a Su amor
y súplica. Pero, ¿ha nacido él de nuevo (si, de acuerdo a nuestra ilustración,
él debe llegar al punto de los 18 grados de entrega para esa experiencia)?
La respuesta es: por supuesto que no. Tal como describimos en nuestra ilus-
tración del corazón en el capítulo anterior, él ha estado sacando muchas cosas
de su vida que no deberían estar allí, y agregando muchas que deberían estar.
Pero todavía él no ha nacido de nuevo.
Semejante al joven rico133, él se ha vuelto en gran medida a Cristo. Pero tam-
bién, semejante al joven rico, algo todavía está mal. En el caso del príncipe,
el problema era el amor propio. “Una sola cosa le faltaba, pero esta era un
principio vital… A fin de que pudiese recibir el amor de Dios, debía renun-
ciar a su supremo amor a sí mismo”.134
Otra pregunta: ¿Podemos decir que Juan ha estado teniendo una experiencia
de conversión?
Antes de contestar esta pregunta, desearíamos considerar una o dos ideas
más.
¿Cuál es el significado del término conversión? Si comparamos un texto bí-
blico, por ejemplo, Marcos 4:12 como es presentado en dos diferentes ver-
siones bíblicas en inglés135, nos ayudará a descubrir la respuesta a esta pre-
gunta. La KJV dice: “convertidos” (converted) y la RSV usa la palabra
“turn”. Según el American Heritage Spanish Dictionary, la palabra “turn” se
traduce como: girar, volver. Así que sencillamente el término conversión
también es “un volverse, un giro”.

Dos Definiciones de Conversión.-

La Biblia muestra que en la conversión, tanto Dios como el hombre, están in-
volucrados. En algunos casos se describe a Dios como haciendo la conver-
sión, en otros casos el hombre. “Conviérteme y seré convertido”.136 “Vuélve-
nos, oh Jehová, a ti y nos volveremos”.137 “Convertíos, pues y viviréis”.138
133
Mateo 19.
134
DTG:478.
135
KJV (King James Version) y RSV (Revised Standard Version).
136
Jer. 31:18.
137
Lam. 5:21.
138
Eze. 18:32.
Pág. 44

“Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de


Israel?”.139
Si el hombre tiene una parte en su conversión, o retorno, es posible entender
que él puede tornarse hacia Dios, únicamente en parte y no totalmente.
Ellen White parece estar usando el término conversión con dos significados.
En uno indica la posibilidad de una conversión parcial. Ella se refiere a aque-
llos que “aceptan la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radi-
cal en su corazón ni reforma en su vida. Así abundan las conversiones super-
ficiales”.140
Ella escribe acerca de personas “convertidas a medias”.141 Y también descri-
be la necesidad de “una conversión total” sin la cual uno “perderá la esperan-
za del cielo”.142
En este contexto consideremos algunas otras preguntas. ¿Es posible una ex-
periencia de un nuevo nacimiento “superficial”? ¿Puede uno medio nacer otra
vez? ¿Puede el nuevo nacimiento ser algo menos que completo y todavía ser
un nuevo nacimiento?
¿Es posible contestar otra cosa que NO a estas preguntas? El nuevo naci-
miento es total, completo.

Jesús en el Centro.-

Esto significa que cuando una persona nace de nuevo, tiene una experiencia
completa en el sentido de que está totalmente libre de la atracción de la tenta-
ción y el pecado, y que está libre de cada propensión a pecar. No significa
una perfección instantánea. Tal cosa no la podemos decir. Pero sí significa,
como hemos visto en el capítulo tres, que se llega a ser “una nueva criatura”,
con “un nuevo corazón” y “un nuevo espíritu”. Quiere decir que se le ha dado
a Jesús el centro del corazón, y que el amor por el Maestro reina en el alma.
Aplicándolo a nuestro diagrama, ubicarse a 45, 90 o 179 grados en actitud de
entrega a Dios, no es nuevo nacimiento. Estos son grados de conversión o de
giro pero no de nuevo nacimiento. De acuerdo a la ilustración que estamos
usando, el nuevo nacimiento puede ocurrir únicamente a los 180 grados.

139
Eze. 33:11.
140
CS:522.
141
5T:107.
142
1T:148; traducción directa del inglés:158.
Pág. 45

En esta coyuntura, recordemos una declaración del Espíritu de Profecía que


tiene una solemne aplicación sobre el punto que estamos considerando:
“Hay algunos que están buscando, siempre buscando, la perla de gran precio.
Pero no renuncian completamente a sus malos hábitos. No mueren al yo para
que Cristo viva en ellos. Por lo tanto, no encuentran la perla preciosa. No 468
han vencido la ambición no santificada ni su amor por las atracciones mun-
danales. No exaltan la cruz y siguen a Cristo por la senda de la abnegación y
del sacrificio propio. Nunca saben lo que es tener paz y armonía en el alma,
pues sin una entrega completa no hay descanso ni gozo. Son casi cristianos y,
sin embargo, no son plenamente cristianos. Parecen estar cerca del reino de
los cielos, pero no entran en él. Estar casi salvado, pero no estarlo plena-
mente, no significa estar casi perdido sino completamente perdido”.143
En adición al uso del término conversión en la manera como lo hemos visto,
Ellen White también lo usa en su forma comúnmente conocida, al referirse al
nuevo nacimiento:
En la persona convertida. “El yo no lucha para ser reconocido. No ama a
otros porque ellos lo aman a él y le agradan, porque aprecian sus méritos,
sino porque constituyen una posesión comprada por Cristo. Si sus motivos,
palabras o acciones son mal entendidas o falseadas, no se ofende, sino que
prosigue invariable su camino. Es amable y considerado, humilde en la opi-
nión que tiene de sí mismo, y sin embargo lleno de esperanza, y siempre con-
fía en la misericordia y el amor de Dios”.144

143
1MS:467-468.
144
PVGM:73.
Pág. 46

Capítulo 7: “Si Él No Se Resiste”.-

Hay una declaración en el Camino a Cristo que me causó un fuerte impacto


cuando la leí por primera vez hace muchos años. Deseo aplicarla al diagrama
ilustrativo usado en el capítulo anterior. Para tal efecto, voy a adicionar algo
al cuadro.

Usted ha notado que el dibujo del imán de la derecha es considerablemente


más grande que el otro, indicando mayor poder de atracción. El imán peque-
ño representa las tres cosas que nos empujan lejos de Dios: Satanás, el yo y el
pecado. El imán grande representa la influencia del Padre Celestial, Jesús, el
Espíritu Santo y los ángeles – todas las agencias que el cielo usa para atraer-
nos a Dios y alejarnos del yo.
Sobre esta base, aquí está la declaración que me impactó fuertemente: “El
pecador puede resistir a este amor [de Cristo]… pero si no se resiste será
atraído a Jesús”.145
Hubo un tiempo en mis primeros años cuando acostumbraba a imaginarme
siendo casi irresistiblemente atraído por el mal. Sentí que debía hacer un es-
fuerzo casi sobrehumano de mi parte, tener que sudar sangre, si fuese necesa-
rio, para llegar al punto de entrega donde Dios me aceptaría. Pero la verdade-
ra situación es que a fin de frustrar lo que Dios está haciendo por mí, tendría
en realidad que resistir, al decir, de hecho: “No Dios, yo no deseo ir tan lejos
como Tu deseas. Yo no voy a tornar toda mi vida a ti. Hay algunas cosas que
insisto en guardar, algunas áreas que quiero desarrollarlas por mí mismo”.146
Hay otras personas que sienten algo como lo que yo sentí al buscar una rela-
ción con Cristo.

145
CC:26.
146
“Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda contaminado. El hom-
bre viene a ser un instrumento de iniquidad”. DTG:279-280.
Pág. 47

“Algunos sienten que deben estar a prueba y demostrarle al Señor que están
reformados antes de reclamar su bendición. Pero estas queridas almas pueden
reclamar la bendición de Dios ahora mismo; deben obtener su gracia, el espí-
ritu de Cristo para ayudarlos en sus debilidades, o de otra manera no pueden
formar caracteres cristianos. Jesús quiere que vayamos a él tales como so-
mos: pecadores, desvalidos, necesitados”.147
Entonces la cita del Camino a Cristo, significó mucho para mí. El más grande
poder de atracción, como yo de alguna manera lo sentí alguna vez, no está en
el lado de los 0 grados. Está en el lado de los 180 grados. “Jehová se manifes-
tó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por
tanto, te prolongué mi misericordia”.148 “Con cuerdas humanas los atraje, con
cuerdas de amor”.149

Amor Constante y Universal.-

El amor de Dios es tan universal, y tan constante como la fuerza de gravedad


que atrae todas las cosas de nuestro planeta hacia su centro. Continuamente,
sentiremos la atracción de ese amor, a menos que, como un cohete encendido
desde la tierra hacia otro planeta, finalmente lo saquemos fuera del círculo de
atracción de la tierra al irnos más allá del límite del amor de Dios, a causa de
nuestra persistencia en el pecado.
Hay otro aspecto que necesitamos considerar:
“Dios conduce a su pueblo paso a paso. Coloca a sus seguidores en diferentes
situaciones a fin de que se manifieste lo que hay en el corazón. Algunos so-
portan ciertas pruebas, pero fracasan en otras. A medida que se avanza en es-
te proceso, el corazón es probado un poco más severamente. Si los que profe-
san ser hijos de Dios, encuentran que su corazón se opone a esta obra directa,
deben convencerse de que tienen que hacer algo para vencer, si no quieren
ser vomitados de la boca del Señor.
Dijo el ángel: ‘Dios irá probando cada vez más de cerca a cada uno de sus hi-
jos’. Algunos están dispuestos a aceptar un punto; pero cuando Dios los
prueba en otro, lo rehúyen y retroceden, porque hiere directamente algún ído-
lo suyo. Así tienen oportunidad de ver lo que hay en su corazón que los aísla
de Jesús. Hay algo que aprecian más que la verdad y su corazón no está pre-
147
3MS:169.
148
Jer. 31:3.
149
Oseas 11:4.
Pág. 48

parado para recibir a Jesús. Los individuos son probados durante cierto tiem-
po para ver si quieren sacrificar sus ídolos y escuchar el consejo del Testigo
fiel. Si alguno no quiere ser purificado por la obediencia a la verdad, y vencer
su egoísmo, su orgullo y sus malas pasiones, los ángeles de Dios reciben este
encargo:’Se han unido a sus ídolos, dejadlos’, y prosiguen con su obra, de-
jando en las manos de los malos ángeles a aquellos que no han subyugado sus
rasgos pecaminosos. Los que resisten en cada punto, que soportan cada prue-
ba y vencen, a cualquier precio que sea, han escuchado el consejo del Testigo
fiel y recibirán la lluvia tardía, y estarán preparados para la traslación”.150
Examinemos esta cita en el contexto de nuestro diagrama.
En el capítulo anterior, usamos a un hombre hipotético, Juan, para ilustrar los
puntos que queremos explicar. Vamos a tomarlo otra vez sobre el mismo te-
rreno y colocarlo en la cita leída.
Encontramos a Juan a 45 grados en su compromiso con Dios. Cuando fue
bautizado pudo haber estado en 180 grados. Pero gradualmente se descuidó y
bajó la guardia en ciertas áreas. Lentamente se hundió a donde lo encontra-
mos viviendo como laodicense: “flexible, sin vida y sin emoción en su expe-
riencia religiosa”, como lo describe la hermana White.
Por supuesto, hay muchas cosas a las cuales él todavía se adhiere, como ad-
ventista. Por ejemplo, permítame decirles que no toma licor, ni té, ni café. Y
por supuesto da por lo menos la apariencia de ser guardador del Sábado. Hizo
la Recolección fielmente cada año. Envió a sus hijos a la escuela de iglesia.
Él hizo las cosas que podría hacer confortablemente, sin ninguna gran batalla
contra el yo.151
Entonces, tuvo un encuentro cercano con la muerte o escuchó el sermón que
movió su corazón. El Espíritu Santo empezó a despertar su conciencia y a
mostrarle las condiciones de su vida que debían ser corregidas. Así que,
abandonó los programas cuestionables de televisión, empezó a pagar un
diezmo honesto, empezó a asistir a las reuniones de oración, y otras cosas
más.
Dios continuó con amor anhelante trabajando en su corazón y Juan continuó
respondiendo.

Una Batalla en el Pecho.-


150
1T:172-173.
151
“Los hombres desean una religión dignificada. Desean seguir por un camino suficientemente ancho como para llevar por
él sus propios atributos”. PVGM:126.
Pág. 49

Pero vamos a suponer que en un hipotético punto de 135 grados de entrega,


conversión, o giro, Juan es constreñido por el Espíritu Santo a rendir algo que
él tiene fuertemente arraigado. En ese punto el yo refuerza su resistencia. Una
batalla empieza en el pecho de Juan, en la cual, Satanás, el pecado y el yo se
oponen a su conciencia, a su buen juicio y al Espíritu Santo.
Justo aquí, Juan puede hacer una de tres cosas. Puede hacer la decisión de
atender los llamados de su conciencia y del Espíritu. O puede decidir que no
va a entregar ese pecado particular. O puede tomar la actitud de que si él es-
pera lo suficiente, el problema se resolverá, de alguna manera, por sí solo.
Esta última es, por supuesto, simplemente una variante de la segunda deci-
sión. Porque en cualquiera de los dos últimos casos todavía él conserva el pe-
cado.
“Basta que descuidemos de aliarnos con el reino de la luz. Si no cooperamos
con los agentes celestiales, Satanás se posesionará de nuestro corazón, y hará
de él su morada”.152
¿Qué sucede si Juan toma una de las últimas decisiones? En esas circunstan-
cias, él no permanece en el punto de 135 grados donde la resistencia se desa-
rrolló. Al contrario, empieza a retroceder hacia su pasada posición de com-
promiso de 45 grados, cuando todo era confortable y aun podía ser un “buen
y estable” miembro de iglesia, mientras seguía haciendo todas las cosas que
complacían al yo. A Satanás otra le vuelve a quedar fácil.

Pero Dios no abandona a Juan. En otra ocasión, cuando el momento es opor-


tuno, el Espíritu Santo otra vez apela a él. Otra vez el amor de Dios lo cons-
triñe. Otra vez su conciencia es sacudida. Nuevamente él entrega los hábitos
y actitudes que había reanudado. Y otra vez pisa el mismo terreno y regresa

152
DTG:291.
Pág. 50

al grado 135 de compromiso y al pecado que había encontrado allí antes. De


nuevo empieza la batalla.

Uniéndose a sus Ídolos.-

Supongamos que en otra ocasión Juan determina rendir ese pecado que lo
agobia. Se mueve hasta, digamos, la marca del grado 170. Allí encuentra la
cosa final que se levanta entre él mismo y Dios y el nuevo nacimiento. Una
fiera batalla ruge en su corazón. Si él falla al hacer esta elección y darse a sí
mismo por entero al control del Espíritu Santo, otra vez se deslizará a su an-
tigua, confortable, cómoda, descuidada posición de tibieza. Pero no comple-
tamente. No se deslizará al punto de 45 grados. Puede ser a 30, puede ser a
20. Podría ser a cero grados. Por cada vez que nosotros resistimos al Espíri-
tu Santo, llegamos, hasta ese grado, a ser insensibles espiritualmente. 153
“Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vi-
da, todo el ser queda contaminado. El hombre viene a ser un instrumento de
iniquidad”.154
Si Juan persiste en resistir, llegará el momento en que ya no podrá responder
a las súplicas de Cristo. Entonces son pronunciadas las palabras: “Juan se ha
unido a sus ídolos. Dejadlo”. Y los ángeles de Dios lo pasan por alto, deján-
dolo con “sus rasgos pecaminosos no subyugados, bajo el control de los ma-
los ángeles”.
Hay una importante observación que debo hacer aquí. Hemos estado discu-
tiendo sobre nuestro hombre imaginario, a la luz de la cita de 1T:172. Se nos
describe a Dios trayéndonos al mismo terreno vez tras vez con el propósito
de guiarnos completamente a Él mismo. Algunas veces toma años, décadas,
tal vez quizá toda una vida. Pero esto no tiene que tomar años. Puede tomar
solo unos momentos.
“Tan pronto como consintamos en renunciar al pecado, a reconocer nuestra
culpabilidad, se quitará la barrera que separa al alma del Salvador”.155
“En el momento en que nos rendimos a Dios, creyendo en Él, tenemos Su
justicia”.156

153
“Cada acto de resistencia hace más difícil la entrega”. RP:327; TM:71.
154
DTG:279-280.
155
1MS:382.
156
RH, 25 de Julio de 1889.
Pág. 51

¡Cuán bueno es Dios! ¡Cuán ansioso está de reunirnos, a cada uno de noso-
tros, con Él! ¡Cuán paciente es Él! Cuánto desea olvidar inmediatamente el
pasado y colocar alrededor nuestro el manto incomparable de la justicia de Su
Hijo, mientras estemos totalmente deseosos de hacer nuestra parte.
Pág. 52

Capítulo 8: La Sustancia y la Nota Clave de las Enseñanzas de Jesús.-

Hemos llegado al punto donde necesitamos considerar lo que la hermana


White llama “la sustancia de las enseñanzas de Cristo.157 En otra parte ella se
refiere a esto como la nota clave de sus enseñanzas.
Un diccionario popular nos da la primera definición de sustancia: la parte
real o esencial de cualquier cosa; la esencia…”.
¿Cuál es ese elemento esencial del mensaje de Jesús para usted y para mí?
Antes de contestar esto, vamos a pensar por un momento en algo más. Consi-
deremos algo sobre el “misterio de la piedad”, ese gran misterio del cual la
mente humana puede entender solo parcialmente, pero nunca plenamente.
Pensemos sobre Cristo, Creador de todo, Todopoderoso, Omnipotente, el
Honrado del cielo. Entrega todo esto, dejas las cortes celestiales, toda su glo-
ria y poder para hacerse partícipe y estar unido de la carne humana, sujeto a
sus enfermedades, debilidades y tentaciones.

La Humillación Divina.-

Él vive como los hombres viven, enfrenta lo que ellos enfrentan, conoce la
pobreza y el trabajo duro como los más pobres lo conocen. Se identifica a sí
mismo con lo más humilde de la humanidad. Tal humillación que nosotros no
podemos comprender.
Pero su descenso desde los pináculos del honor y de la gloria va mucho más
allá que esto. Pues en el Getsemaní Él es cargado con una consternación so-
brenatural, una indescriptible maldición, que ningún hombre jamás haya ex-
perimentado. Ese pavor se debe a sus pecados y a los míos, y a los pecados
de todo el mundo que lo agobian. Cuán terrible es esta experiencia. Él no ne-
cesita pasarla. Se puede librar de esto y regresar al cielo. La tentación de ha-
cer esto es fuerte. La copa tiembla en sus manos pero Él dice al Padre, lo que
le ha dicho durante toda su vida en la tierra: “No se haga mi voluntad sino la
tuya”. Y debido a que Él ha sido siempre sumiso a la voluntad de Su Padre,
va a toda esa sublimación de pena y dolor, “hasta la muerte y muerte de
cruz”.158

157
DTG:481.
158
Fil. 2:8.
Pág. 53

Lo Que el Padre Pidió, Es lo Que Yo Pido.-

Habiendo soportado todo esto – por usted y por mi – Él dice: “Requiero de ti,
lo mismo que mi Padre requirió de mí. Hice lo que Mí Padre me pidió – por
ti. Debo pedirte que tomes el mismo paso”.
Y así llegamos a la respuesta de nuestra pregunta: ¿Cuál es la sustancia de las
enseñanzas de Jesús?
Fue rendirse a sí mismo.
Jesús se entregó por completo en las manos de Su Padre, para ser usado como
el Padre vio adecuado. Le enseñó a Sus seguidores que ellos deben hacer lo
mismo. Y usted y yo debemos hacer como Él hizo. Debemos rendirnos a no-
sotros mismos a Él, entera, plena y completamente.159
“Una completa entrega es requerida. A menos que ésta tome lugar, llevare-
mos con nosotros el mal que destruye nuestra felicidad. Pero cuando el yo es
crucificado, Cristo vive en nosotros y el poder del Espíritu acompaña nues-
tros esfuerzos”.160
En otras palabras, lo que Jesús, en amor, nos hace obligatorio es que poda-
mos alcanzar la actitud de corazón y mente representada por la marca de 180
grados de nuestro previo diagrama. Esto es, que nos entreguemos por com-
pleto a Dios, en un absoluto abandono del yo.
“Hay aquellos que profesan ser seguidores de Jesucristo que nunca han muer-
to al yo. Nunca han caído en la roca y han sido quebrantados. Hasta que esto
suceda, ellos estarán viviendo para sí, y si ellos mueren como están, será para
siempre muy tarde para que sus errores sean corregidos”.161
¿Qué es lo que significa rendirse en términos concretos?
Tal vez al considerar rendirnos, algunos de nosotros nos inclinamos a pensar
en términos de cosas. Hemos previamente referido el incidente en el cual, de
acuerdo al registro de Marcos, un joven rico vino a Cristo, muy deseoso de
encontrar salvación. “Maestro bueno”, preguntó ansiosamente, “¿qué bien
haré para tener la vida eterna?162

159
“La posición a la que todos deben llegar es a valorar la salvación más que cualquier ganancia del mundo, a contar todo
como pérdida a fin de poder ganar a Cristo. La consagración debe ser entera. Dios no admitirá reserva, un sacrificio dividi-
do, un ídolo. Todo debe morir al yo y al mundo. Entonces renovemos nuestra consagración a Dios diariamente. La vida
eterna vale un esfuerzo de toda la vida, perseverante e incansable”. RH, 18 de Marzo de 1880.
160
NEV:21.
161
FEC:284.
162
Mat. 19:16.
Pág. 54

A primera vista, la respuesta de Jesús estaba en términos de “cosas”, pero ve-


remos que fue más profunda que eso. Jesús dijo: “Si quieres ser perfecto, an-
da, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven
y sígueme”.163

Dios no Deseó a Isaac.-

Consideremos a Abraham en ocasión de la prueba suprema cuando Dios le


requirió el sacrificio de Isaac. Eso era dar una “cosa”, si me permiten refe-
rirme de esta manera que podría ser considerada como menospreciante y or-
dinaria al referirme a una persona. Pero, ¿sería que el mandato de Dios era
sencillamente de que Abraham entregara a Isaac a Él totalmente, de tal mane-
ra que estuviese dispuesto a ofrecerlo como un ardiente sacrificio? Solo en un
sentido secundario. Lo que Dios deseaba era a Abraham, no a Isaac. Y por la
buena disposición demostrada por Abraham para dar lo que era más caro a su
corazón, mostró que de verdad estaba rendido completamente a Dios. 164
De la misma manera, Cristo no estaba primariamente interesado en hacer que
el joven rico se separase de sus riquezas. Hizo de esto, aparentemente, un
mandato porque era la cosa que se levantaba entre él mismo y una entrega to-
tal a Jesús.165
“El hombre debe despojarse de sí mismo antes que pueda ser, en el sentido
más pleno, creyente en Jesús. Cuando renunciamos al yo, entonces el Señor
puede hacer del hombre una nueva criatura. Los nuevos odres pueden conte-
ner el nuevo vino. El amor de Cristo animará al creyente con nueva vida. En
aquel que mira al Autor y Consumador de nuestra fe, se manifestará el carác-
ter de Cristo”.166

163
Mat. 19:21.
164
“No somos hijos de Dios a menos que lo seamos enteramente. Hay algunos que profesan servir a Dios a la vez que con-
fían en sus propios esfuerzos para obedecer su ley, formar un carácter recto y asegurarse la salvación. Sus corazones no son
movidos por ningún sentimiento profundo del amor de Cristo, sino que tratan de ejecutar los deberes de la vida cristiana
como una cosa que Dios demanda de ellos, a fin de ganar el cielo. Tal religión no vale nada. Cuando Cristo mora en el cora-
zón, el alma está tan llena de su amor, del gozo de su comunión, que se une a él, y pensando en él, se olvida de sí misma. El
amor de Cristo es el móvil de la acción. Aquellos que sienten el constructivo amor de Dios no preguntan cuánto es lo menos
que pueden darle para satisfacer los requerimientos de Dios; no preguntan cuál es la más baja norma aceptada, sino que as-
piran a una vida de completa conformidad con la voluntad de su Salvador. Con ardiente deseo entregan todo y manifiestan
un interés proporcionado al valor del objeto que buscan. El profesar pertenecer a Cristo sin sentir amor profundo, es mera
charla, árido formalismo, gravosa y vil tarea”. CC:44.
165
“Muchos de los que profesan seguir a Cristo se sienten angustiados, porque temen confiarse a Dios. No se han entregado
por completo a él, y retroceden ante las consecuencias que semejante entrega podría implicar. Pero a menos que se entre-
guen así a Dios no podrán hallar paz”. MC:381.
166
DTG:247; traducción directa del inglés:280; énfasis suplido.
Pág. 55

“No podremos avanzar en la experiencia cristiana mientras no pongamos a un


lado todo lo que nos separa de Dios”.167
“La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande que jamás haya-
mos tenido. El rendirse a sí mismo, entregando todo a la voluntad de Dios,
requiere una lucha; mas para que el alma sea renovada en santidad, debe so-
meterse antes a Dios”.168
“El yo debe ser crucificado antes de que pueda vencer en el nombre de Jesús
y recibir la recompensa de los fieles”.169
Si a veces pensamos en términos de cosas cuando pensamos en rendirnos a
Dios, no estamos completamente equivocados. Las cosas están definitiva-
mente incluidas. Cuando yo me rindo a mi Salvador, debo decir en esencia:
“Jesús, te doy mi casa [si tengo una]. Te dedico mi carro. Me entrego a ti con
mi billetera y la cuenta bancaria. Dejo en tus manos mi familia, mis amigos,
mi conyugue o el que lo será. Te entrego mi trabajo, cada cosa terrenal que
poseo o espero poseer. Deseo hacer con ellos lo que solo tu voluntad me
muestre”.
“Y Señor, te entrego mis facultades: mi mente, lengua, oídos, ojos, mis talen-
tos para tu servicio”.170
El hacer esto de todo corazón no es fácil. El joven rico no fue el único entre
los seres humanos, aunque el problema suyo y el mío para rendirnos sea qui-
zás otro que el dinero.

Cosas y Actitudes.-

Pero la dificultad que pueda presentarse por alguna cosa, o cosas, es frecuen-
temente la parte más fácil de la entrega. Más difícil y más importante que la
entrega de cosas, es rendir las actitudes. Es mucho más fácil entregar cosas
que actitudes. Pero hasta que no entregue cada actitud errónea, no podré ser
hecho una nueva criatura.
Antes que me pueda colocar plenamente, sin reservas, en las manos de mi
Salvador, debo repudiar y entregar todo egoísmo en mi vida – celos, orgullo,
envidia, sospechas, críticas, susceptibilidades, actitudes de superioridad, alta-
167
CMPA:313.
168
CC:42.
169
4T:218; traducción directa del inglés:221.
170
“Dios no aceptará sus ofrendas si usted se retiene a sí mismo. Él no solo pide por lo que es Su propiedad en términos de
lo que le ha confiado, sino por su propia propiedad en su cuerpo, alma y espíritu, comprado con el precio infinito de la san-
gre del Hijo de Dios”. RH, 31 de Octubre de 1878.
Pág. 56

nería, justificación propia, el derecho a enojarnos, amargura, un espíritu no


perdonador y cualquier actitud no piadosa que podamos tener en nuestro co-
razón.
Esta necesidad de entregar a Dios cada actitud equivocada fue descubierta
por una mujer quien grandemente deseó ser aceptada por Dios. Sobre sus ro-
dillas, se ofrendaba fervorosamente a Él. Pero mientras oraba, supo que había
una cosa, una actitud decidida que se oponía entre ella y Dios. Se trataba de
un resentimiento hacia su esposo. Cuando finalmente ganó la batalla sobre el
yo, y pudo decir: “Dios, toma ese resentimiento”, entonces tuvo la anhelada
certeza de que era una hija de Dios y la paz que viene con el perdón de Dios.
Hasta que una persona no esté dispuesta a llegar tan lejos, y reconocer y ad-
mitir el derecho de Dios en cada cosa, cada actitud, no puede nacer de nuevo.
“Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del nuevo
corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por su cuen-
ta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural en la na-
turaleza humana. El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza su-
ya, que él sostiene en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad
sea conocida en ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los
agentes celestiales es inexpugnable para los asaltos de Satanás. Pero a menos
que nos entreguemos al dominio de Cristo, seremos dominados por el ma-
ligno”.171
“Si no decidimos entregarnos por completo a Dios, quedamos en tinieblas.
Cuando hacemos cualquier reserva, abrimos la puerta por la cual Satanás
puede entrar para extraviarnos con sus tentaciones. Él sabe que sí puede os-
curecer nuestra visión para que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos
protección contra el pecado”.172
A menudo la pregunta que surge es: ¿Cómo puedo saber si en realidad me he
rendido a Dios?
Si puedo examinar mi corazón plena, cuidadosa y honestamente a la luz de la
Palabra de Dios y encontrar que no me condena173, si tengo “silencio en el
alma”, paz en el corazón, entonces puedo saber que me entregado a mi Sal-
vador.

171
DTG:291.
172
DMJ:79.
173
1 Juan 3:21.
Pág. 57

Si pienso que me he entregado totalmente pero no tengo paz en el corazón y


en la conciencia, debo preguntarme a mí mismo por qué. Y mientras busco en
mi corazón, debo preguntarle a Dios que me muestre el por qué.
Entonces, si algún pecado acariciado es traído a mi atención y me doy cuenta
que no lo quiero entregar, he descubierto la razón de mi problema. Entonces
debo fervorosamente orar: “Señor, hazme dispuesto para estar deseoso de
rendirme a Ti”.
De hecho, cuando me haya rendido, lo sabré. Porque entonces “el Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.174

Continuo Pero Completo.-

Necesitamos agregar otra palabra acerca de la entrega total. La entrega del yo


es un proceso continuo, pero debe ser completo en cada etapa. Por lo tanto, es
una experiencia que va profundizando.
“El Alfarero no puede moldear y modelar para honra lo que nunca ha sido co-
locado en sus manos. La vida cristiana es una vida de entrega diaria, de sumi-
sión y continuo triunfar. Cada día se ganarán nuevas victorias. El yo debe
perderse de vista, y el amor de Dios debe cultivarse continuamente. Así cre-
cemos en Cristo. Así la vida se forma de acuerdo con el modelo divino.
Cada hijo de Dios debe empeñarse hasta lo sumo para elevar la norma de la
verdad. Debe trabajar de acuerdo con Dios. Si el yo es exaltado, Cristo no es
magnificado. Dios se compara a sí mismo en su Palabra con un alfarero, y los
suyos son la arcilla. Su obra es la de modelarlos de acuerdo con su propia
semejanza. La lección que deben aprender es una lección de sumisión. No
debe exaltarse el yo. Si se presta la debida atención a la instrucción divina, si
el yo se somete a la voluntad divina, la mano del Alfarero producirá un vaso
simétrico”.175
Ilustremos este proceso completo y a la vez progresivo de esta manera: Su-
pongamos que yo decido dar mi casa y todo en ella a un querido amigo sin
ninguna restricción. Él viene a la casa y empieza a mirar a su alrededor. En
un cuarto él abre un closet y ve colgando un traje. “¿Es esto mío también?”,
pregunta.
“Oh”, le respondo, “no he pensado en esto, pero es tuyo”.

174
Rom. 8:16.
175
7A:164; Biblia de Estudios:671.
Pág. 58

En el altillo, él se acerca a una caja llena de libros valiosos. “¿Y qué hay so-
bre éstos? ¿Son míos también?”.
“Me había olvidado de ellos también, pero son tuyos para que haga con ellos
como desee”.
Por consiguiente, la entrega genuina es una cosa completa en el momento en
que es hecho, hasta donde sabemos.176 Pero hay cosas en la vida que necesita-
rán ser rendidas que no vemos inmediatamente: hábitos no reconocidos, des-
honestidades no confesadas o no restituidas, transgresiones olvidadas y aun
debilidades no reveladas.177 Pero cuando Jesús las trae a nuestra atención, de-
cimos: “Si Señor, veo lo que debo hacer, y a pesar de que no sabía de esto, o
lo había olvidado, haré lo que Tu quieres”.
Si esta ha sido y es nuestra actitud no necesitamos desanimarnos si hoy so-
mos impresionados de que hay algo más en nuestras vidas que debemos ren-
dir. Bajo esas circunstancias, el llamado a rendir una nueva área nos dice que
estamos en crecimiento y que Dios nos está llamando a estar más cerca del
Salvador.
Mientras tanto, es nuestro deber orar para que Dios nos muestre y reconoz-
camos nuestros pecados y fallas178, de tal manera que nos podamos arrepentir
de ellos y armonizar en cada detalle de nuestras vidas con Su voluntad. La
negligencia o el negarnos a hacer esto, nos hace peligrosamente posible que
nos separemos de Dios.
Algunas personas pueden preocuparse sobre cómo lidiar con ciertas cosas es-
pecíficas en su vida cuando se rindan. Por ejemplo, se pueden preguntar, ha-
biéndose rendido: ¿Debo ahora invertir más horas dando estudios bíblicos?
¿Tengo la obligación de dar más ofrendas de las que he estado dando? ¿De-
bería vender mi casa y dar parte del dinero a las misiones y vivir en alquiler?
Hay innumerables preguntas que se podrían formular.
La respuesta a cada pregunta puede ser encontrada en cada corazón y mente.
Habiéndose dado a sí mismo, sus talentos, su sentirse preocupado respecto a
esas cosas. Debe dejarlas, sin reservas, en las manos de Dios y pedir guía en
cada asunto, observar sus providencias y avanzar a medida que se abra el ca-
mino.

176
“Ni un solo rincón o esquina del alma debe ser un escondite para el egoísmo”. 8T:152; traducción directa del inglés:139-
140.
177
“No podéis alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y os sumiríais en la desesperación si pu-
dieseis contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer”. MJ:42.
178
Salmo 139:23.
Pág. 59

¿El Someternos Significa Esclavizarnos?

Hay algunos que sienten que al rendirse a Dios, estarán renunciando a su in-
dividualidad, abandonando su libertad, perdiendo todos sus derechos y con-
virtiéndose en esclavos sin libertad para pensar y actuar por sí mismos. Nada
podría estar más lejos de la verdad.179
Considere. ¿Cómo puede un hombre creerse libre cuando deseos de auto-
complacencia – apetito, lujuria, o algún otro hábito destructivo – lo gobierna?
¿Cómo puede llamarse libre cuando es un esclavo de un yo que constante-
mente demanda satisfacción, atención, protección? ¿Cómo puede llamarse li-
bre cundo cada capricho o desaire u ofensa puede arruinar su día? ¿Cómo
puede ser libre cuando afuera tiene que usar una máscara agradable sobre el
ceño fruncido que mantiene en el hogar? ¿Y asumir una bondadosa y compa-
sionada voz en lugar de la voz enojada y amenazante que usa en el hogar?
¿Estar todo el tiempo temeroso de que lo que su familia sabe sobre sí se des-
cubra?180
Compare esto con el maravilloso sentido de libertad que viene cuando descu-
bre que no necesita tener una máscara para fingir y protegerse a sí mismo.
Usted ha sido perdonado por Dios. No tiene nada que usted sienta que deba
esconder. Está en paz. Su sentido de culpabilidad se ha ido. Puede ser tan
abierto como el cielo, y tan transparente como el rayo del sol. No teme a ser
expuesto pues puede sinceramente admitir sus pecados, sus caídas y decir:
“Si, soy un pecador, pero Jesús me ha perdonado. Debo ser victorioso en
Él”.181
Esa es la verdadera libertad. Y viene al someternos a Jesús.182

179
“Todos los elementos de carácter que ayudan al hombre a tener éxito y ser honrado en el mundo, el deseo irrefrenable de
hacer algún bien mayor, la voluntad indómita, el esfuerzo tenaz, la perseverancia incansable, no han de ser desechados. Han
de permanecer, y mediante la gracia de Dios recibida en el corazón, han de cambiar de dirección. Esos valiosos rasgos de
carácter han de aplicarse a objetos tanto más elevados y nobles que los propósitos mundanos, como los cielos son más altos
que la tierra”. AFC:93.
180
“Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden
ser regidas por facultad humana alguna”. DTG:303.
181
“¿Y qué abandonamos cuando damos todo? Un corazón corrompido para que Jesús lo purifique, para que lo limpie con
su propia sangre y para que lo salve con su incomparable amor. ¡Y sin embargo, los hombres hallan difícil dejarlo todo! Me
avergüenzo de oírlo decir y de escribirlo”. CC:45.
182
“Cada deber difícil se vuelve fácil y cada sacrificio llega a ser un placer para aquellos que la verdad los hace libres. Qué
victoria es ganada cuando la vida carnal cesa y la vida espiritual comienza…
La mente, sumisa y obediente, amará hacer todos Sus mandamientos. El mal será aborrecido, y lo bueno será escogido. No
habrá una negación propia… que sea gravosa porque el corazón se place en trabajar por Cristo y por la búsqueda de almas
del error y de la transgresión de la santa ley de Dios. Cuando Dios tiene el control de los afectos, la mente no será egoísta, ni
se encogerá de los sacrificios”. RH, 2 de Diciembre de 1875.
Pág. 60

Vamos a mirar un poco más a la persona que no está completamente entrega-


da a Cristo: “Muchos se perderán esperando y deseando ser cristianos. No
llegan al punto de dar su voluntad a Dios. No eligen ser cristianos ahora”.183

Lo Que el Aceptar a Cristo Significa.-

Por lo tanto, hay más para encontrar una relación con Jesús que simplemente
decir: “Yo creo en Él y le acepto como mi Salvador”.
Hay más que la mera aceptación del manto de Su justicia como mío, creyen-
do por este acto que me pongo delante de Dios sin falta.
Decir: “Ven a Jesús tal como estás y Él te aceptará” es correcto. Pero ese ve-
nir debe ser sinónimo de una completa entrega, y nada menos.
Una relación con Jesús es más que un asunto de solo aceptarlo. (Más bien es-
to puede ser materia de engaño y que los antiguos y modernos teólogos lla-
man “gracia barata”). Es también un asunto de que É nos acepte. Y aunque Él
está deseoso de hacerlo, lo puede hacer solo bajo condición. “Dios no acepta-
rá nada menos que una entrega sin reservas”.184
Hay grande y gozosa seguridad en palabras tales como: “No debemos inquie-
tarnos por lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino que debe interesar-
nos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto”.185
¿Pero sobre qué base se aplican estas palabras a nosotros? Nos estamos afe-
rrando a una falsa esperanza si no entendemos y actuamos dentro del contex-
to en que esta cita fue escrita. Antes de hacer esta declaración, Ellen White
escribe: “Cuando nos entregamos enteramente a Dios, y creemos con pleni-
tud, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado”. Y casi inmediatamente
después de esta cita, observa: “Dios muestra a la persona arrepentida y cre-
yente, que Cristo acepta la entrega del alma para moldearla según su propia
semejanza”.186
Por lo tanto, es aquel que se entregó por completo el que puede confiar en lo
que Dios piensa de su Sustituto. No debemos fallar en este punto.
Hay ciertos pasos que deben ser tomados por una persona para llegar a ser
aceptada por Dios. Primero, como hemos visto, debemos llegar a una entrega
completa. Esto le permite a Jesús justificar al pecador, imputarle su propia

183
CC:47-48.
184
RH, 16 de Mayo de 1907; EUD:196.
185
2MS:36-37.
186
Énfasis suplido.
Pág. 61

justicia de tal manera que sea considerado por el Padre como si nunca hubie-
se pecado. Entonces comiénzale proceso de santificación, o sea, el imparti-
miento de la vida de Cristo a esa persona.
Prestemos atención a estas dos citas cuidadosamente:
“Dios requiere la entrega completa del corazón antes de que pueda efectuarse
la justificación”.187
“Justificación significa la salvación de un alma de la perdición para que pue-
da obtener la santificación, y por medio de la santificación, la vida del cielo.
Justificación significa que la conciencia, limpiada de obras muertas, es colo-
cada donde puede recibir la bendición de la santificación”.188

Cargadas de Consecuencias Eternas.-

Las implicaciones de estas citas están seriamente cargadas con consecuencias


eternas.
La persona que no se ha rendido completamente a Jesús, no puede ser justi-
ficada.
La persona que no es justificada, no puede ser santificada o “alcanzar la
perfección de la santidad”.189
Sin esta experiencia de justificación y continua santificación “nadie verá al
Señor”.190
“El Alfarero no puede moldear y modelar para honra lo que nunca ha sido co-
locado en sus manos”.191
Un hombre que no se ha rendido, sabiendo que tiene pecados en su vida que
debe vencer y a pesar de que crea sinceramente que Jesús es su Salvador, se
mantendrá luchando con esos pecados año tras año, buscando vencer las ten-
dencias al mal heredadas y cultivadas, las cuales debilitan su testimonio cris-
tiano y se levantan entre él y el cielo.
Después de diez, veinte, treinta años de lucha, él no ha sido capaz de desha-
cerse de ellas. Entonces gravemente razona consigo mismo: “La santificación
es obra de toda la vida”.

187
1MS:429.
188
7CBA:920; Biblia de Estudios:305.
189
Rom. 5:9-10; 2 Cor. 7:2, Biblia de Jerusalén.
190
Heb. 12:14.
191
7A:164; Biblia de Estudios:671.
Pág. 62

Pero el hecho espantoso es, que a menos que él haya tenido una actitud de
absoluta entrega al Señor, él nunca ha sido justificado. Y el proceso de la san-
tificación no ha ni siquiera comenzado.
Vamos a nuestro diagrama de los 180 grados una vez más para ilustrar este
punto gráficamente:

A menos que haga una entrega total, una persona no tiene posibilidad de ven-
cer sus pecados. Pero, “no desespere nadie de ganar la victoria. La victoria es
segura cuando se rinde el yo ante Dios”.192
“El Señor no puede hacer nada para sanar al hombre hasta que, convencido
éste de su propia debilidad y despojado de toda suficiencia propia, se entrega
al dominio de Dios. Entonces puede recibir el don que Dios espera conceder-
le”.193
“Si nos aseguramos en Él y le confiamos nuestros caminos, Él dirigirá nues-
tros pasos en la senda segura, la cual nos llevará a la obtención de victoria
sobre cada pasión mala, y cada rasgo de carácter que sea desemejante al ca-
rácter de nuestro divino Modelo”.194
En el capítulo cinco usamos un dibujo de un corazón para ilustrar el proble-
ma fundamental del hombre, el cual no es los pecados y faltas cometidos,
sino el yo. Ahora, podemos retroceder a esa ilustración y agregar un elemento
nuevo.
También vimos en el capítulo cinco que cuando el Espíritu de Dios comienza
a hablar al corazón, nuestra avivada conciencia nos hace pensar en términos
de pecados específicos en nuestras vidas. Entonces empezamos a trabajar so-
bre estos pecados. Pero, como hemos discutido en este capítulo, no son peca-
dos, o cosas lo que Dios desea. Es el corazón, con el yo destronado.

192
7A:27; Biblia de Estudios:43.
193
DTG:267.
194
NEV:316.
Pág. 63

Pero vayamos más allá de eso. Dios no desea el corazón para renovarlo.
Desea reemplazarlo totalmente por uno nuevo. “Os daré un corazón nuevo, y
pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el co-
razón de piedra, y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de
vosotros, y haré que andéis en mis Mandamientos, que guardéis mis normas,
y las cumpláis”.195 “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva crea-
ción. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo”.196
¿Qué significa esto? Cuando definimos lo que entendemos por corazón, en el
capítulo cinco, establecimos que significa: deseos, sentimientos, motivos,
impulsos, intereses, tendencias y actitudes. Por tanto el nuevo nacimiento – y
esto es, por supuesto, lo que estamos discutiendo – resulta en nuevos deseos,
nuevos sentimientos, motivos, impulsos, intereses, tendencias y actitudes.
El mismo hombre pero diferente.
Hemos descrito un milagro perpetuo. Que Dios pueda tomar a un hombre, un
ser con voluntad propia, con cierta educación, medio ambiente, y característi-
cas heredadas de carácter, y hacer de él al mismo tiempo un hombre diferen-
te, es increíble, humanamente hablando. La cara es la misma, la voz es igual,
las células cerebrales son las mismas, las habilidades son las mismas, en fin
su persona es fácilmente reconocible. Es el mismo hombre, pero no es el
mismo hombre. Las características que cuentan en él, son diferentes. Su pen-
samiento y actitudes, sus gustos y disgustos son diferentes. Hay una nueva di-
rección para sus anhelos.
“Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida.
Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son
abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y
las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz
del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que des-
ciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma
se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea
un nuevo ser a la imagen de Dios”.197
Este cambio es posible a través de la unión de lo divino (el Cristo morando
en el interior) con nuestra humanidad. Por medio de esta unión, podemos vi-
vir la vida de Cristo.

195
Eze. 36:26-27.
196
2 Cor. 5:17.
197
DTG:144.
Pág. 64

La experiencia del nuevo nacimiento puede ser descrita por el lado derecho
del diagrama. En la justificación198 y el nuevo nacimiento, simbolizados por
el bautismo199, el pecador perdonado recibe el nuevo corazón. La vida es en-
tonces dirigida desde adentro por el Cristo que mora adentro.
Pero el bautismo no significa automáticamente que una persona ha nacido de
nuevo. “Muchos, muchísimos, que pretenden tener el nombre de Cristo no es-
tán santificados, y son impíos. Han sido bautizados, pero fueron sepultados
vivos. No murió el yo y por lo tanto no renacieron a una nueva vida en Cris-
to”.200 Se levantaron de la fuente bautismal con los mismos corazones que te-
nían antes de ser sumergidos. Y un solo pecado acariciado dará ese resulta-
do.

198
Véase el capítulo 17.
199
Rom. 6:4-5.
200
7A:297; Biblia de Estudios:205-206; énfasis suplido.
Pág. 65

Capítulo 9: ¡Pero Yo No Deseo Rendirme!

La entrega del yo, como hemos visto, es la respuesta para encontrar a Dios, el
perdón, la paz, la victoria y el cielo.
Pero la pregunta de muchos es: ¿Cómo puedo redimirme? Y junto con ella, se
levanta otra: ¿Cómo hacer para llegar a desear rendirme? Porque la verdad
es, dicen algunos, no tengo deseo de darme a mí mismo a Dios. Sinceramen-
te, si mi oportunidad de salvación depende de lo que sienta hacia Dios, sos-
pecho que estoy perdido. Si el deseo es la motivación, parece que no tengo
ninguna. Me siento agotado de todo deseo, o voluntad de ser salvo. Me siento
espiritualmente paralizado.201
Todo lo que tengo, agregan, es un entendimiento intelectual que si no me rin-
do, no puedo ser salvo. Ahora dígame, continúan ellos, ¿Cómo puede una
persona que no quiere rendirse, rendirse?
Veámoslo de esta manera: Hay un hombre que ha sido atrapado por una te-
rrible ventisca en algún lugar de la pradera. La temperatura ha caído abrup-
tamente a 20º bajo cero, así es que él batalla contra el viento y la nieve al di-
rigirse a casa. El frío punzante parece penetrar hasta sus mismos huesos.
Pero después de un corto tiempo, él empieza a darse cuenta que ya no siente
frío. En vez de ello, una tentación de dormir está dominándolo. Cuán delicio-
so sería acostarse y ser cubierto con un manto blanco de nieve, y entregarse a
esa agradable somnolencia. La tentación llega a ser casi irresistible.
Pero detrás del deseo de dormir, la razón dice: ¡No puedes dormir! ¡Si lo ha-
ces morirás! ¡Debes seguir!
Así es que el hombre lucha, a pesar del deseo de dormir, hasta que logra lle-
gar a la casa.
No fueron sus sentimientos los que lo llevaron a salvarse. Los sentimientos le
decían: ¡Duerme! ¡No sientes deseos de continuar! ¡Detente!
Pero la razón le dijo: Usted no desea morir. ¡Usted debe vivir! ¡Debes conti-
nuar en tu camino!
Y a pesar de la forma en que se sentía, el hombre obedeció a la razón.
¿Cuál es la lección espiritual para nosotros? Así como el hombre en la ven-
tisca batalló hacia la casa a pesar de todos los sentimientos, así la persona que
201
“El pecado no solamente nos separa de Dios, sino que destruye en el alma humana tanto el deseo como la capacidad de
conocerle. Por medio del pecado, queda desordenado todo el organismo humano, la mente se pervierte, la imaginación se
corrompe; las facultades del alma se degradan. Hay en el corazón ausencia de religión pura y santidad. El poder convertidor
de Dios no obró para transformar el carácter. El alma queda débil, y por falta de fuerza moral para vencer, se contamina y se
degrada”. PR:175; Ed:29; 1MCP:13.
Pág. 66

reconoce solo intelectualmente su necesidad de Cristo, debe luchar para en-


contrarlo, o está perdido.
Así que nuevamente hacemos la pregunta: ¿Cómo puedo yo, con solo una
aceptación intelectual de mi necesidad, conseguir llegar al punto donde pue-
do rendirme a Dios?

No Hay Respuestas en Treinta Minutos.-

Vivimos en un tiempo en que deseamos respuestas rápidas y fáciles a nues-


tras preguntas. Deseamos soluciones de televisión para nuestros problemas,
respuestas en los próximos treinta minutos y con tiempo para comerciales. Ya
mismo deseamos las respuestas a fin de terminar con esto y poder pasar a
otro tema.
Pero debemos saber lo siguiente desde el mismo comienzo: Dios no siempre
da una respuesta rápida. Y Él nunca da, no puede dar, una respuesta fácil y
rápida a la pregunta que justamente hemos hecho. El pecado es demasiado
permisivo, asentado muy hondamente, un problema desmedidamente profun-
do, para resolverlo en treinta minutos. Recuerde que Cristo pasó treinta años
aquí sobre la tierra, para hacer la solución posible. Y únicamente en la medi-
da que lo contemplemos, extensa e intensamente en la cruz, podemos empe-
zar a darnos cuenta cuál es la respuesta a nuestra pregunta.
Para empezar a encontrar la respuesta, vamos a mirar el siguiente texto:
“Porque separados de mí, nada podéis hacer”.202
En el contexto, Jesús está diciendo a sus discípulos que ellos son ramas de-
pendientes de la Vid – Él – para la vida espiritual y producir frutos. Pero
también que ellos no llegarán a ser parte de la Vid, a menos que Él los injerte
en ella.
Para que el pecador sea espiritualmente injertado en Jesús, hay unos pasos
que debe dar. Primero, debe arrepentirse.
Pero no puede arrepentirse por sí mismo. El arrepentimiento viene de Cristo.
“A éste (a Jesús), Dios ha exaltado… para dar a Israel arrepentimiento”.203
202
Juan 15:5.
203
Hechos 5:31. “Se piensa que el pecador por sí mismo debe procurar capacitarse para obtener la bendición de la gracia de
Dios. Pero si bien es cierto que el arrepentimiento debe preceder al perdón, pues sólo es aceptable ante Dios el quebrantado
y contrito de corazón, sin embargo el pecador no puede producir por sí mismo el arrepentimiento ni puede prepararse para ir
a Cristo. A menos que se arrepienta el pecador, no puede ser perdonado. Pero la cuestión a decidir es si el arrepentimiento
es obra del pecador o es una dádiva de Cristo. ¿Debe esperar el pecador hasta que esté lleno de remordimiento por su peca-
do antes de que pueda ir a Cristo? El primer paso hacia Cristo se da gracias a la atracción del Espíritu de Dios. Cuando el
hombre responde a esa atracción, avanza hacia Cristo a fin de arrepentirse”. 1MS:457; FCV:112.
Pág. 67

Antes que el pecador sea injertado en Cristo, debe ser perdonado de sus pe-
cados. El mismo versículo también nos dice que Jesús da: “perdón de peca-
dos”.
También, antes que pueda ser injertado, debe ser justificado, aceptado como
justo por el Padre. Esto también viene a través de Jesús. “Siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.204
El cristiano recibe “vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”.205
Cristo es capaz de “salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a
Dios”206, y no hay otro camino de ir al Padre sino por Él.207
A través de Cristo, y únicamente a través de Cristo podemos tener real victo-
ria en nuestras vidas. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”208, y no hay
absolutamente otra manera por la cual podamos ser salvos.209
Podemos considerar estos pensamientos a la luz que empieza a iluminar
nuestras mentes: No podemos hacer algo por nosotros mismos. No podemos
arrepentirnos de nuestros pecados. No logramos venir a Dios. No podemos
rendirnos. No alcanzamos a tener victoria sobre nuestros pecados. Además, la
vida, la real vida, la libertad, el descanso, y todas las demás bendiciones que
valen la pena, vienen a través de Jesús.
Recordemos, entonces, otro texto, un texto clave, que los encierra a todos: “Y
esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesu-
cristo, a quien has enviado”.210

Mejor es que Conozcamos a Jesús.-

Si esto es así, si todas las cosas vienen de Él, entonces mejor es que conoz-
camos a Jesús. Hemos empezado a ver que la respuesta a nuestro gran dilema
es Jesús. “Vuelve ahora en amistad con Él… Y por ello te vendrá bien”. 211
Entonces preguntamos: ¿Cómo podemos amistarnos con Él?
204
Rom. 3:24.
205
Rom. 5:21.
206
Heb. 7:25.
207
Juan 14:6.
208
Fil. 4:13.
209
Hechos 4:12.
210
Juan 17:3.
211
Job 22:21.
Pág. 68

Al determinar el encontrarlo, justamente como el hombre en la ventisca, cuya


razón fue la única que le dijo que batallara y persistiera hasta llegar a casa.
Debemos reconocer este hecho: debe haber un esfuerzo de nuestra parte. De-
bemos empezar a responder a la razón, justamente como el hombre de la tor-
menta puso todo esfuerzo en respuesta a la razón. Porque únicamente esperar
que su vida fuera preservada mientras no hacía nada, habría sido fatal. Por-
que: “El que no hace nada y espera ser compelido por algún poder sobrenatu-
ral, quedará en el letargo y en las tinieblas”.212
“Si los jóvenes buscan a Cristo, Él hará que sus esfuerzos sean eficaces”.213
Pero no solamente los esfuerzos de la juventud que busca a Cristo serán he-
chos efectivos. No hay limitación de edad para buscar a Dios.
En el mismo libro la Sra. White escribe de una “deliberada e inteligente”
aceptación de los términos de salvación de Cristo.214 Esto se hace a través de
una diligente búsqueda de esos términos, el proponerse entenderlos y seguir-
los fielmente. “Si buscamos a Dios con vehemencia, Él nos impresionará por
su Santo Espíritu”.215
¿Dónde puede uno buscar a Cristo?
“Escudriñad las Escrituras”, dijo Cristo, “… ellas son las que dan testimonio
de mí”.216 Las Escrituras, dijo Pablo, “te pueden hacer sabio para la salva-
ción”.217
Estas son palabras vitalmente importantes. No pase por ellas superficialmen-
te. Si usted lo hace, bien podría detener su lectura aquí. Porque esta es esen-
cialmente la respuesta total a nuestra pregunta. Encontramos a Jesús al ir al
sitio donde Él está revelado. Esto es, en su Palabra.
Inmediatamente después de su advertencia, citada arriba, sobre el esperar ser
compelidos por un poder sobrenatural que nos despierte, Ellen White ilustra

212
RH, 17 de Julio de 1888. “Vi que los hijos de Dios aguardaban a que sucediese algún cambio, y se apoderase de ellos al-
gún poder compelente. Pero sufrirán una desilusión, porque están equivocados. Deben actuar; deben echar mano del trabajo
y clamar fervorosamente a Dios para obtener un conocimiento verdadero de sí mismos. Las escenas que se están desarro-
llando delante de nosotros son de suficiente magnitud como para hacernos despertar y grabar la verdad en el corazón de to-
dos los que quieran escuchar”. 1JT:89; SC:55.
213
MJ:17.
214
MJ:26-27.
215
RH, 31 de Octubre de 1912. “Contemplando su amor, y espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a partici-
par de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede beneficiar-
nos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. Así también Cristo no tiene valor para nosotros
si no le conocemos como Salvador personal. Un conocimiento teórico no nos beneficiará. Debemos alimentarnos de él, re-
cibirle en el corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. Debemos asimilarnos su amor y su gracia”.
DTG:353.
216
Juan 5:39.
217
2 Tim. 3:15.
Pág. 69

cómo escapar del letargo y las tinieblas: “Dios ha dado su Palabra. Dios habla
en lenguaje inconfundible a vuestra alma. ¿No es la palabra de su boca sufi-
ciente para mostrarte tu deber y urgir a su cumplimiento?
Pero no es suficiente tomar la palabra que otros han examinado de las ense-
ñanzas bíblicas. “No debemos conformarnos con el testimonio de ningún
hombre en cuanto a lo que enseñan las Santas Escrituras, sino que debemos
estudiar las palabras de Dios por nosotros mismos”.218
La Biblia, pues, es el canal por el cual Dios ha ordenado que Su Hijo sea ha-
llado.219
Quien no tome estas palabras seriamente, habrá tomado una actitud que hará
difícil, si no imposible, para Dios realmente alcanzarlo, a pesar de la infor-
mación que pueda tener. “La Biblia y el alma fueron hechas la una para la
otra”.220
Sin embargo, parece que solo pocos, aun entre los adventistas, realmente tra-
tan de conocer completamente a Jesús. De hecho, la mayoría parece ignorar-
lo, si, una encuesta que fue hecha tiempo atrás pinta un cuadro típico. La en-
cuesta mostró que en las iglesias examinadas, únicamente un adventista de
cada cuatro estudiaba su Biblia.221

No se Encuentra Casualmente.-

No encontraremos lo que necesitamos, por una búsqueda casual o incidental.


“Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro cora-
zón”.222
“Pero debe haber fervoroso estudio y diligente investigación. Las percepcio-
nes claras y exactas de la verdad no serán nunca la recompensa de la indolen-
cia. Ninguna bendición terrenal puede ser obtenida sin esfuerzo ferviente, pa-
ciente y perseverante. Si los hombres quieren tener éxito en los negocios, de-
ben tener la voluntad de obrar, y la fe para esperar los resultados. Y no po-
demos esperar obtener un conocimiento espiritual sin un trabajo activo.
Aquellos que desean encontrar los tesoros de la verdad deben cavar en busca
de ellos como el minero cava para hallar el tesoro escondido en la tierra.
218
CC:89.
219
“Toda la Biblia es una manifestación de Cristo. Es nuestra única fuente de poder”. OE:263; ELC:134; EJ:255.
220
ST, 20 de Agosto de 1894.
221
“La razón por la cual muchos profesos cristianos no tienen una experiencia clara y bien definida es porque no piensan
que es su privilegio entender lo que Dios ha escrito a través de su Palabra”. FEC:189.
222
Jer. 29:13.
Pág. 70

Ningún trabajo frío e indiferente será provechoso. Es esencial para los viejos
y los jóvenes no solamente leer la Palabra de Dios, sino estudiarla con fervor
y consagración, orando e investigando para hallar la verdad como tesoro es-
condido. Los que hagan esto serán recompensados, pues Cristo avivará su in-
teligencia.
Nuestra salvación depende de nuestro conocimiento de la verdad contenida
en las Escrituras. Es la voluntad de Dios que nosotros poseamos dicho cono-
cimiento. Investigad, oh, investigad la preciosa Biblia con corazones ham-
brientos. Explorad la Palabra de Dios como el minero explora la tierra para
encontrar las vetas de oro. Nunca abandonéis el estudio hasta que os hayáis
asegurado de vuestra relación con Dios y de su voluntad con respecto a voso-
tros”.223
En nuestra búsqueda, debemos pedir sinceramente al Espíritu Santo que haga
nuestro estudio pleno de significado y lo apliquemos en nuestros corazones.
Esto es vitalmente importante.
“Sin el Espíritu de Dios, un conocimiento de su Palabra 338 no tiene valor.
La teoría de la verdad, cuando no va acompañada del Espíritu Santo, no pue-
de avivar el alma o santificar el corazón. Uno puede estar familiarizado con
los mandamientos y las promesas de la Biblia, pero a menos que el Espíritu
de Dios grabe la verdad, el carácter no será transformado. Sin la iluminación
del Espíritu, los hombres no podrán distinguir la verdad del error, y caerán
bajo las tentaciones maestras de Satanás”.224
“Cuando escudriñe las Escrituras con el ferviente deseo de aprender la ver-
dad, Dios impartirá su Espíritu a su corazón e impresionará su mente con la
luz de Su Palabra”.225
No aguardemos esperando que ocurra algo repentino, dramático, que con-
mueva la tierra, o que cambie el mundo.
Hay quienes contemplan que Dios ha cambiado las vidas de otros, y desean
tener lo que ellos tienen. Empiezan a buscar. Pasan días y semanas y nada
fuera de lo común parece suceder. No sienten nada diferente. Así que se des-
animan y desisten.
Por favor sepa, que Dios frecuentemente viene a nosotros como una marea
suave, más que como una ola de una violenta marea. Gradualmente, casi im-
perceptiblemente, la marea trepa, conquistando la arena y la playa. Y uno
223
PVGM:82-83.
224
PVGM:337-338.
225
4T:490.
Pág. 71

puede observar durante varios minutos antes de estar seguro que la marea es-
tá subiendo.
“Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente
en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe,
se hacen impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Dichas impresio-
nes pueden ser recibidas meditando en él, leyendo las Escrituras, u oyendo la
palabra del predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un
llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos
llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga interce-
sión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga”.226
Hacemos nuestra parte preparatoria al sumergirnos nosotros mismos en la Pa-
labra, al buscar absorberla como una esponja absorbe el agua, al llegar a fa-
miliarizarnos con ella de tal manera que entendamos como Dios habla.227

Lo Desabrido Llega a Ser Interesante.-

Al principio podemos encontrar la Biblia sin interés y difícil de entender. Pe-


ro la perseverancia cambiará todo eso. En la medida que permitimos al Espí-
ritu Santo trabajar, las verdades empezarán a caer en su sitio. Lo que parecía
pesado, llegará a ser interesante y fascinante.228
¿Qué deberíamos estudiar? Aquellas partes de la Biblia que revelan el plan de
Dios para la salvación. Los primeros ocho capítulos de Romanos, especial-
mente los capítulos 3 al 8. Los libros de Gálatas y Efesios. El Sermón del
Monte.
Lo que hemos estado diciendo acerca de la necesidad vital de estudiar la Bi-
blia, se aplica con igual fuerza a los escritos del Espíritu de Profecía. Como
adventistas del séptimo día, creemos que los libros de Ellen White son men-
sajes especiales de Dios para quienes vivimos en esta tierra en los últimos
días. Y que, especialmente, en sus libros Camino a Cristo, El Discurso Maes-
tro de Jesucristo, Palabras de Vida del Gran Maestro y El Deseado de Todas

226
DTG:144.
227
“Aquellos que estudian la Palabra de Dios con corazones abiertos a la iluminación del Espíritu Santo, no permanecerán
en las tinieblas en cuanto a su significado. "El que quisiere hacer su voluntad [la de Dios] -dijo Cristo- conocerá de la doc-
trina, si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo". Todos los que acuden a Cristo en busca de un conocimiento más claro
de la verdad, lo recibirán. Él desplegará ante ellos los misterios del reino de los cielos, y estos misterios serán entendidos
por el corazón que anhela conocer la verdad. Una luz celestial brillará en el templo del alma, la cual se revelará a los demás
cual brillante fulgor de una lámpara en un camino oscuro”. PVGM:18-19.
228
“El aprecio por la Biblia crece a medida que se la estudia. Por cualquier camino que se dirija el estudiante, hallará des-
plegados la infinita sabiduría y el amor de Dios”. PVGM:102-103; EJ:124.
Pág. 72

las Gentes, encontramos hermosamente revelado el camino al Salvador. “A


medida que [los que tienen hambre de Jesús] se alimenten de su Palabra, ha-
llarán que es espíritu y vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natu-
ral e imparte nueva vida en cristo Jesús”.229
En tanto que usted estudia y busca, tenga una humilde expectativa de que
Dios le ayudará. Recuerde, Él no se burla de nosotros; Él no juega con noso-
tros. Está más ansioso de que podamos encontrarle de lo que nosotros alguna
vez podamos estarlo. Cuando nuestros corazones estén adecuadamente prepa-
rados, Él vendrá en una manera directa.
Cuando Él hace la invitación de amor, responda inmediatamente. Es seguro
expulsar el yo y cada soporte terrenal, y tomarse de la mano de Él, quien guía
a millones de mundos en su vasto universo.
“Jesús se complace en que vayamos a él como somos, pecaminosos, impoten-
tes, necesitados. Podemos ir con toda nuestra debilidad, insensatez y maldad
y caer arrepentidos a sus pies. Es su gloria estrecharnos en los brazos de su
amor, vendar nuestras heridas y limpiarnos de toda impureza”.230
¿Por qué acepta Él a los pecadores en su condición pecaminosa?
“El está esperándolos para cambiarles los vestidos sucios y corrompidos del
pecado por las vestiduras blancas de la justicia; les da vida y no perece-
rán”.231
Él quiere perdonar y justificar.

Estudiar con Otros.-

La experiencia ha mostrado que una muy eficiente manera de encontrar una


relación con Cristo, es pasar tiempo estudiando con otros que lo conocen y
que desean hablar de Él y lo que ha hecho por ellos.
“Reúnanse pequeños grupos por las tardes, al mediodía o temprano en la ma-
ñana para estudiar la Biblia. Tengan un momento de oración para que el Espí-
ritu Santo los fortalezca, ilumine y santifique”.232
No solamente deben ser escudriñadas las Escrituras para encontrar a Cristo;
debemos examinarlas continuamente para retenerle. Esta es la idea de Juan
229
DTG:355. “Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la con-
templación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y
a reverenciar”. CS:611; 1MCP:339; 2MCP:433.
230
CC:52.
231
CC:53.
232
7T:186.
Pág. 73

6:54. El tiempo del verbo griego contiene la idea “quienquiera que continua-
mente come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”.
“Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirle como Salvador per-
sonal, creyendo que perdona nuestros pecados, y que somos completos en
Él”.233
El proceso de participar de Cristo, es la práctica de búsqueda y absorción de
las verdades de la Escritura. Y esto debe hacerse diariamente, al igual que
participamos cotidianamente del alimento físico. Si no lo hacemos, llegare-
mos a ser espiritualmente débiles e indiferentes, tal vez sin darnos cuenta por
qué.
“Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espi-
ritual es sostenida por la palabra de Dios. Y cada alma ha de recibir vida de la
Palabra de Dios para sí. Como debemos comer por nosotros mismos a fin de
recibir alimento, así hemos de recibir la Palabra por nosotros mismos. No
hemos de obtenerla simplemente por medio de otra mente. Debemos estudiar
cuidadosamente la Biblia, pidiendo a Dios la ayuda del Espíritu Santo a fin
de comprender su Palabra”.234
Tal vez la mayor razón por la cual se pierde la bendita experiencia ganada
durante reuniones de reavivamiento o conseguida por un sermón inspirador,
es porque no alimentamos la bendición al continuar en la Palabra que hemos
oído predicada. Durante estas reuniones, el Espíritu Santo algunas veces ha-
bla convincentemente a nuestros corazones. Nos entusiasmamos con esa ben-
dición y salimos de las reuniones con la determinación de retenerla. Pero a
menos que actuemos para hacerlo, la perderemos. Las bendiciones de Dios
pueden ser retenidas únicamente cuando contemplamos, oramos y vamos
continuamente a la Fuente de donde fluyen. Esa fuente es Cristo Jesús, tal
como lo encontramos en Su Palabra.
Para encontrar la entrada a la sumisión, entonces, debemos deliberada e inte-
ligentemente ir a donde se nos puede mostrar el camino – la Biblia y los es-
critos de Ellen White. Debemos paciente, perseverante, fervorosamente y con
oración, llenar nuestras mentes y corazones con aquellos pasajes y páginas
que nos muestran el camino a Cristo Jesús. En tanto hagamos esto, no necesi-
tamos temer que Dios no responderá a nuestra búsqueda. Él ve en cada alma

233
DTG:353.
234
DTG:354-355.
Pág. 74

que está buscándole una gran posibilidad. “El que a mí viene, no le echo fue-
ra”.235

235
Juan 6:37.
Pág. 75

Capítulo 10: La Facultad Que Controla El Alma.-

Pasemos un momento, una vez más, con Juan, nuestro hipotético miembro de
iglesia. En el capítulo seis lo encontramos en una situación de conflicto. Allí,
seguido a una experiencia que lo despertó a sus necesidades espirituales, el
Espíritu Santo pudo convencerle de pecado, y él comenzó a sacar algunos pe-
cados específicos de su vida. Luego, en cierto punto, sugerimos que se había
confrontado con una práctica pecaminosa que tenía un fuerte arraigo en él. El
yo empezó una obstinada resistencia, y como resultado, una ruda batalla co-
menzó en el corazón de Juan.
Justo aquí vamos a detenernos para analizar las facultades envueltas en esta
batalla.
1.- El Intelecto, por el cual nos referimos a las facultades de percibir, enten-
der, juzgar y razonar.
2.- Las Sensibilidades, por la cuales nos referimos a los deseos, sentimien-
tos, emociones, impulsos y otras.
3.- La Voluntad, la facultad de escoger, de decidir.
Veamos cómo estas facultades están envueltas en la batalla que se libra en el
corazón de Juan.
Asumamos que el proceso comienza con las facultades del intelecto. A medi-
da que el Espíritu Santo trabaja con Juan, trae a su atención, a su facultad de
percepción, cierto pecado alrededor del cual ruge la batalla. Cuando Juan en-
tiende la situación, la razón le dice que debería deshacerse de ese pecado.
Pero ya sus facultades sensibles – sus deseos, emociones, impulsos – han
reaccionado. Y de una manera no incierta, le notifican que están totalmente
en contra de la práctica de rendirse, y que combatirán la idea hasta el amargo
fin.
La razón dice: Ese hábito es una barrera entre tú y Jesús. A menos que estés
dispuesto a entregarlo, nunca podrás nacer de nuevo. Nunca podrás ver el cie-
lo, a menos que rindas esto.
Pero el deseo argumenta. ¿Por qué deberías ser tan tonto para tirar fuera una
práctica que disfrutas mucho? Esta es una de las cosas que más te trae satis-
facción. Si sigues entregando todas esas cosas a Jesús, muy pronto tu vida se-
rá algo tan descolorido y vacío como una isla desierta.
Así es que la razón y la lógica urgen a Juan en una dirección y los sentimien-
tos y deseos en otra.
Pág. 76

Resolviendo la Batalla.-

¿Cómo se resuelve esta batalla? Solo de una manera: por la voluntad. La vo-
luntad debe entrar en acción y tomar una decisión.236
En cada acto de nuestras vidas, cientos de veces al día, este proceso se efec-
túa en situaciones morales y no morales. Muchas veces el proceso es tan bre-
ve, tan automático, tan sin importancia, que no lo reconocemos. Algunas ve-
ces está cargado con consecuencias eternas, tales como la que hemos pro-
puesto para nuestro imaginario Juan.
Hay otro factor importante que debe ser reconocido acá. La voluntad humana
es libre, pero débil, limitada, e infectada por el pecado.237 Por consiguiente,
un hombre no puede salvarse a sí mismo del pecado porque a fin de hacer es-
to, él debe usar su voluntad. No obstante, una voluntad que es el mismo foco
de su infección mortal, está naturalmente dirigida hacia el mal más que al
bien. Como Pablo observó, los hombres no consagrados e irregenerados “es-
tán cautivos a la voluntad de él [de Satanás]”.238 “Si fuésemos abandonados a
nuestras propias inclinaciones para ir adonde nos condujese nuestra voluntad,
caeríamos en las filas de Satanás y llegaríamos a poseer sus atributos”.239
“Por medio de la voluntad, el pecado retiene su dominio sobre nosotros”.240
En este punto estamos en aprietos. La voluntad es la que decide si vamos a
ser dominados por el pecado o lo vamos a expulsar del alma. Sin embargo, la
voluntad natural está inclinada a hacer la voluntad de Satanás. Por otra parte,
es demasiado débil para hacer el bien aun cuando deseamos tornarnos en esa
dirección. “Porque tengo el querer”, exclamó Pablo, “mas efectuar el bien no
lo alcanzo”.241 Por lo tanto, tratar de hacer el bien por nosotros mismos, es
contrario a la naturaleza. Es auto-destrucción. Es una máquina pulverizándo-
se a sí misma.
El drama de tal situación, es ilustrado por una niña pequeña, que frecuente-
mente se encontraba haciendo travesuras. La madre, que muy a menudo le
236
“La expulsión del pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del
dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder
exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los
dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad de Dios”. DTG:431-432; Maranata:89.
237
“En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir”. Ed:29.
238
2 Tim. 2:26.
239
DTG:296.
240
DMJ:55.
241
Rom. 7:18, SRV.
Pág. 77

parecían que éstas eran inexcusables, disciplinaba a su pequeña. Pero parecía


surtir poco efecto.
En una ocasión, después que la pequeña María había sido demasiado molesta,
la madre le dio un severo sermón. María empezó a darse cuenta de la natura-
leza de su mala conducta, llegó al arrepentimiento, y prometió ser una niña
buena.
Por un tiempo todo marchó bien. Entonces la madre empezó a notar que Ma-
ría estaba volviendo a sus antiguos caminos otra vez.
Esperando que un recordativo de su promesa sería suficiente para poner a
María en orden, la madre le dijo: “María, tu has sido una buena niña por un
tiempo. ¿Por qué no puedes permanecer de esa manera?
“Oh, mama”, respondió, “no puedo porque me canso”.
Este es el resultado, cuando tratamos de vencer nuestros pecados por nosotros
mismos. Llegamos a cansarnos por la tensión de una constante batalla, la cual
particularmente no deseamos pelear. Nos cansamos y después de un tiempo,
nos retiramos.
No obstante, es posible para una persona obedecer a Dios, sin tensión, sin un
sentimiento de que debe obedecer, sino más bien queriendo obedecer.

Un Área de Fundamental Importancia.-

Justamente aquí hay un área vitalmente importante, de hecho, fundamental en


nuestra respuesta a la pregunta suscitada en el capítulo anterior. ¿Cómo rindo
el yo a Dios?
“Muchos dicen: ‘¿Cómo hago la entrega de mi yo a Dios?’ Deseáis entrega-
ros a Él, mas sois moralmente débiles, sujetos a la duda y dominados por los
hábitos de vuestra vida de pecado… El conocimiento de vuestras promesas
no cumplidas y vuestros votos quebrantados debilita vuestra confianza en
vuestra propia sinceridad y os induce a sentir que Dios no puede aceptaros;
mas no necesitáis desesperar. Lo que necesitáis comprender es la verdadera
fuerza de la voluntad. Este es el poder que gobierna la naturaleza del hombre;
es el poder de decidir, de elegir”.242
Luego, Ellen White hace una declaración enormemente significativa: “Todas
las cosas dependen de la correcta acción de la voluntad”.243
Además escribe:
242
CC:47; traducción directa del inglés:47.
243
CC:47.
Pág. 78

“Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo.


No podéis cambiar vuestro corazón, ni dar por vosotros mismos sus afectos a
Dios; pero podéis elegir servirle. Podéis darle vuestra voluntad, para que él
obre en vosotros, tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese
modo vuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo,
vuestros afectos se concentrarán en él y vuestros pensamientos se pondrán en
armonía con él”.244
Imaginemos una gigante grúa electromagnética, diseñada para levantar frag-
mentos de hierro. El operador agita la grúa alrededor y suelta la cabeza sobre
el metal. Pero nada pasa. O tal vez dos o tres kilos de metal sean atraídos.
Entonces el operador pulsa un interruptor que permite que la electricidad flu-
ya por el aparato. Ahora cuando él manipula sus palancas y levanta el elec-
tromagneto, cientos de kilos de hierro son alzados por él.
La enorme diferencia entre la cabeza que no tiene poder y un que puede le-
vantar cientos de kilos, está en la corriente eléctrica. Fluyendo a través del
cable que rodea el núcleo magnético del aparato, la corriente crea un podero-
so imán.

Energizando la Voluntad.-

Así ocurre con la voluntad humana. Por sí misma tiene un muy pequeño o
ningún poder para confrontar efectivamente el pecado, o para hacer la volun-
tad de Dios. Pero cuando el Espíritu Santo inunda la vida, la voluntad divina
energiza a la humana.
Entonces el individuo puede hacer todas las cosas a través de Cristo quien lo
fortalece. “Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios,
llega a ser omnipotente”.245
El hombre, entonces, por su propia voluntad no puede rechazar el mal y hacer
el bien. No puede hacerlo más de lo que el etíope puede cambiar su piel, o el
leopardo sus manchas. Pero puede colocar su voluntad bajo el control de
Dios.
“En la obra de la redención no hay compulsión. No se emplea ninguna fuerza
exterior. Bajo la influencia del Espíritu de Dios, el hombre está libre para
elegir a quien ha de servir. En el cambio que se produce cuando el alma se
entrega a Cristo, hay la más completa sensación de libertad. La expulsión del
244
CC:47.
245
PVGM:268.
Pág. 79

pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a
nosotros mismos del dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser liberta-
dos del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder exterior
y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza di-
vina del Espíritu Santo y obedecen los dictados de la voluntad, en cumpli-
miento de la voluntad de Dios”.246
Tomemos un momento para notar un pensamiento esencial de esta declara-
ción: “Cuando deseamos ser libertados del pecado” y clamamos por libera-
ción, entonces el poder viene a energizar la voluntad. Si no lo deseamos
realmente, si tenemos reservas y no deseamos rendirnos genuinamente, nues-
tras voluntades no serán fortalecidas para expulsar el pecado del alma. Una
gran cantidad de personas quieren tener una relación victoriosa con Cristo,
pero no tienen la voluntad de hacerlo. “Hasta que estemos dispuestos, la gra-
cia transformadora de Dios, no podrá manifestarse en nosotros”.247
“Cristo está pronto para libertarnos del pecado, pero no fuerza la voluntad; y
si por la persistencia en el pecado la voluntad misma se inclina enteramente
al mal y no deseamos ser libres, si no queremos aceptar su gracia, ¿qué más
puede hacer? Hemos obrado nuestra propia destrucción por nuestro delibera-
do rechazo de su amor”.248
“Permita que un solemne e inalterable propósito tome posesión de usted, y
resuelva en la fuerza y gracia de Dios, que de aquí en adelante, para siempre,
vivirá para Él y que ninguna consideración terrenal podrá persuadirle a repu-
diar la ley divina de los diez mandamientos”.249
Esta transacción, entonces no es pasiva de nuestra parte. No es un simple:
“Dios toma mi voluntad. Yo solamente te permito hacerlo”. Es una transac-
ción activa: “Señor, aquí está mi voluntad, te la entrego. Por favor tómala y
haz lo que necesites hacer. Deseo que tu voluntad sea hecha en mí. Me rindo
a Ti para cooperar totalmente contigo”.
Cuando se hace esta decisión, el alma ha encontrado la respuesta a la pregun-
ta: ¿Cómo haré para rendirme a Dios?
246
DTG:431-432.
247
DMJ:121; traducción directa del inglés:143. “Mediante la fe y la oración, todos pueden cumplir los requerimientos del
Evangelio. Ningún hombre puede ser obligado a pecar. Primeramente debe ser ganado su propio consentimiento; el alma
debe proponerse el acto pecaminoso antes de que la pasión pueda dominar a la razón o la iniquidad triunfar sobre la con-
ciencia. La tentación, por fuerte que sea, no es nunca excusa para pecar. ‘Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos
sus oídos al clamor de ellos’. Clama al Señor, alma tentada. Échate, impotente, indigna, en brazos de Jesús, y echa mano de
su auténtica promesa. El Señor oirá. Él sabe cuán fuertes son las inclinaciones del corazón natural, y ayudará en cada mo-
mento de tentación”. MJ:65; 5T:165.
248
CC:33.
249
FCV:82.
Pág. 80

Capítulo 11: La Fe y Una Naranja.-

“El amor es la cosa más grande del mundo”, dijo A. J. Gordon, “pero la fe es
lo primero”. Si esto es así, entonces la fe debería haber sido el tema de nues-
tro primer capítulo. Sin embargo, el desarrollo de nuestra investigación requi-
rió que esperara hasta ahora.
A. J. Gordon estaba totalmente correcto. Tan pronto como la fe alborea en el
alma, origina en el individuo el contemplar a Jesús, lo cual es el umbral de la
vida cristiana. Cuado él se rinde a Cristo, el Espíritu Santo toma posesión de
la vida y empieza a transformarla. Entonces aparecen los frutos del Espíritu:
“Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio”.250
La fe es absolutamente necesaria para el cristiano. Somos aceptados por
Dios, únicamente sobre la base de la justicia que es nuestra por nuestro ejer-
cicio de la fe.251 Es nuestra fe en Cristo, la que hace posible para Él, efectuar
la obra de santificación en nuestras vidas.252 No podemos siquiera acercarnos
a Dios en oración sin aunque sea un átomo de fe.253
Pero muchos quienes podrían vivir la vida cristiana, parecen ver la fe como
algo que Dios reparte escasamente a gente especial. Para algunos esta es una
especie de ilusión, un concepto misterioso que requiere que uno haya estu-
diado teología para entenderlo, que para poseerlo sea un místico o un visiona-
rio, o tal vez para una persona muy sencilla. Otros ven la fe, como un tipo de
atributo mágico que capacita a su poseedor para tener experiencias fuera de
lo común.

La Simplicidad de la Fe.-

A causa que tenemos estas y otras ideas incorrectas sobre la fe, también mu-
chos cristianos fallan en comprender lo que Ellen White llama: “La sencillez
de la verdadera fe”.254
Para mí, una de las mejores ilustraciones de esta fe sencilla que estamos in-
tentando describir, es dada por I. H. Evans, un antiguo vicepresidente de la
Asociación General.

250
Gál. 5:22.
251
Rom. 4:4-6.
252
Hechos 26:18.
253
Heb. 11:6.
254
MJ:109.
Pág. 81

Por sus funciones de vicepresidente el pastor Evans tenía que viajar mucho.
Cada vez que regresaba a casa tenía la costumbre de traer un pequeño regalo
a cada uno de sus hijos, así que ellos adquirieron el hábito de la expectación.
Llegado a casa de un viaje, tarde en la noche, él se fue a la cama sin despertar
a los pequeños para que supieran que había regresado.
A la mañana siguiente, estaba en su patio, cuando su niño menor vino co-
rriendo hacia él gritando: “¡Hola papi! ¡Hola papi!”
El pastor Evans alzó a su hijo y lo saludó. Entonces el niño preguntó: “Papi,
¿qué me trajiste esta vez?”
“Te traje una naranja”, fue la respuesta.255
El niño se deslizó de los brazos de su padre gritando: “¡Tengo una naranja!
¡Tengo una naranja!”
La aceptación incuestionable de su palabra por parte de su hijo, sacudió al
hermano Evans tan fuertemente que le pidió al niño: “Permíteme ver tu na-
ranja”.
Los ojos del niño comenzaron a llenarse de lágrimas, y al estar frente a sus
manos vacías, preguntó: “¿No tengo una naranja?”
Avergonzado por haber levantado una duda en la mente de su pequeño hijo,
el pastor Evans le aseguró: “Sí la tienes. Por supuesto que la tienes. Está en
mi maleta en el closet”.
Y alejándose, el niño corrió hacia la casa gritando a todo pulmón: ¡Tengo una
naranja! ¡Tengo una naranja! ¡Tengo una naranja!

Posesionado con la Fe.-

Entonces el pastor Evans se pregunta: “¿Cómo pudo este pequeño niño salir
gritando con gozo cuando no había visto la naranja, no la había olfateado, ni
sabía dónde estaba? Por razón de su fe en mi palabra. Él creyó. Su fe lo llevó
a la posesión”.256
Esto es fe, fe sencilla. Es el tipo de fe que todos debemos poseer en Dios. Es
el creer confiadamente en Dios, quien no puede mentir y quien no engaña, y
actuar sobre esa creencia.
Ellen White describe dos incidentes en su experiencia que ilustran “la senci-
llez de la verdadera fe”.

255
Eran días donde las naranjas no se conseguían con facilidad en ciertas áreas como ahora.
256
Citado en The Preacher and His Preaching [El Predicador y Su Sermón], páginas 86-87.
Pág. 82

Ella tenía una hermana llamada Elizabeth, quien parecía no ser capaz de en-
tender la fe. Ella estaba sufriendo de una salud pobre, así que la hermana
White le escribió diciéndole: “Pide cualquier cosa que quieras, que esté den-
tro de mi capacidad obtener, para tu comodidad, y lo tendrás”.
Creyendo lo que Ellen decía, Elizabeth le escribió respecto a una silla de rue-
das que ella pensaba que le sería muy útil. Entonces eligió una silla, antes de
enviarle la respuesta a Elle, confiando que su hermana la pagaría.
“¿Cómo es eso?”, observó Ellen, “que ella pudo creer en mi palabra y todavía
no pueda creer en las promesas de Jesús?”257
En la misma publicación, ella cuenta de una hermana adventista en Oakland,
California, quien se había estado lamentando de su falta de fe en Dios. Esta
mujer en una ocasión recordó a la Sra. White, que ella le había prometido
darle un ejemplar de los Testimonios, tomo cuatro, cuando fuera revisado y
ampliado.
“¿Lo dije?” preguntó la hermana White. ¿Y usted realmente creyó eso?”
“Ciertamente” fue la respuesta.
“¿Por qué usted pensó así?” respondió la hermana White. “¿No es extraño
que usted pensara que yo haría eso simplemente porque se lo prometí?”
La mujer la miró atónita. Entonces la Sra. White le puntualizó: “¿Cómo es
posible que usted pueda confiar en una promesa mía, pero no puede confiar
en la palabra de su Padre celestial? ¿Cómo es que usted puede tener fe en una
pobre y falible mortal, y no puede depender del inmutable Dios? Yo he olvi-
dado mi promesa; pero Dios nunca olvida. ¿Por qué no puede tomar Su pala-
bra, como toma la mía?”

Una Definición de Fe.-

Estos tres incidentes nos ayudan a formular una definición de fe: Fe es una
completa creencia en Dios, una segura expectativa de que Él cumplirá Sus
promesas, un confiado abrir del corazón y las manos para recibir lo que Él da.
Fe no es fe si falta alguno de estos tres elementos.
Muchos dicen creer en Dios, pero no pasa de ser una simple creencia intelec-
tual. Han sido enseñados que hay un Dios, o han visto evidencia en la Biblia,
en la naturaleza, en la ciencia o en la experiencia, de que Él existe. Pero su
creencia se detiene ahí.

257
RH, 19 de Marzo de 1889.
Pág. 83

La fe va más allá de esto. Incluye la confiada expectación de que Él, por


ejemplo, nos dará plena victoria sobre nuestros pecados, de que Él nos suplirá
con amor por otros del cual carecemos, de que Él nos ayudará a vencer la en-
vidia, el orgullo, la malicia, los celos, un temperamento acelerado, y cual-
quier otra falla. Es una actitud que nos dirige a aceptar sin ninguna duda su
promesa que Él proveerá para cada una de nuestras necesidades y nos ayuda-
rá en cada emergencia cuando estamos plenamente entregados y totalmente
obedientes a Él. “La fe verdadera se apoya en las promesas contenidas en la
Palabra de Dios, y únicamente quienes obedezcan a esta Palabra pueden pre-
tender que se cumplan sus gloriosas promesas”.258
Fe es esa actitud de expresar buena disposición hacia Dios, que nos lleva a
abrir nuestros corazones y nuestras mentes de modo que Él puede hacer por
nosotros lo que Él desea hacer. La fe hace posible a Él hacer lo que desea ha-
cer.
Fe es esa incuestionable seguridad que produjo que Abraham dejara la casa,
los amigos, la prosperidad, la seguridad, para deambular durante la vida y pa-
ra morir al final, todavía anticipando, pero sabiendo que Dios no le fallaría.
Fe es esa confianza que motivó a un Job, agobiado por furúnculos, en su pila
de ceniza y reducido a la penuria a exclamar: “Aunque Él me matare, en Él
esperaré”.259
F es esa seguridad total en Dios, que le permitió a Pedro dormir profunda-
mente la noche anterior, al día que se suponía iba a ser ejecutado.
Pero, dice usted, he oído antes esas ilustraciones y similares, y sé que lo que
enseñan es verdad. Pero a mí todavía me parece que no tengo fe. Como resul-
tado estoy débil, sin poder espiritual, mi seguridad sobre mis pecados perdo-
nados es ondulante, soy incapaz de testificar con confianza en Dios, y no ten-
go una firme seguridad de la salvación.
Las ilustraciones con que empezamos tuvieron que ver con fe en la gente.
Vamos a pensar en el mismo contexto para tratar de encontrar una respuesta a
nuestro problema. Preguntemos: ¿Qué razones podemos encontrar para no
tener fe en una persona? Pensemos en dos.

Un Año Hizo la Diferencia.-

258
PE:72-73.
259
Job 13:15.
Pág. 84

Primero, nosotros no vamos a confiar a una persona algo valioso, a menos


que conozcamos suficiente acerca de ella como para confiar en ella. A mane-
ra de ejemplo, supongamos que una persona completamente extraña, toca a
mi puerta una tarde y me pide prestados $ 1.000.000. Hay, supongo, una muy
débil posibilidad que su explicación me pueda convencer lo suficiente como
para prestarle ese dinero. Pero lo más seguro es que le negaría su pedido. Pe-
ro un año más tarde puedo colocar en sus manos, sin escrúpulos, las llaves de
mi carro de $ 15.000.000. ¿Por qué? Porque en ese transcurso, lo he conocido
tan bien, que sé que es confiable y puedo estar seguro de él.
Una razón por la cual la gente no tiene fe en Dios es porque realmente no han
llegado a conocerle.
Ellen White ha definido la fe como: “Asir la mano de Cristo en toda emer-
gencia”.260 Pero usted no va a entregarse en cualquier emergencia a alguien
que no conoce. Por tanto, únicamente conocer a Dios íntimamente, nos per-
mitirá descansar tan confiadamente, como se ha descrito. Hemos discutido
este asunto en un capítulo previo.261
La segunda razón por la cual no podemos tener fe en una persona es porque
nos ha fallado antes. Con los hombres, esto sucede a menudo; con Dios, nun-
ca.
Hablando a Israel, Josué y Salomón, ambos establecieron que ni una sola pa-
labra de todo lo que Dios había prometido había fallado.262 Al final de una
vida larga y llena de eventos, Pablo podía escribir de Dios: “Él permanece
fiel”263 y “porque fiel es el que prometió”.264 Nunca, si cumplimos las condi-
ciones, llegaremos a clamar que Dios nos ha fallado.
Podemos agregar otras dos razones por las cuales una persona falla en tener
fe en Dios. Una es lo que la Biblia llama “corazón malo de incredulidad”.265
El término es usado por Pablo para describir las actitudes de los israelitas en
el desierto, pero todavía se encuentra hoy.
“Muchos recuerdan a los israelitas de antaño, y se maravillan de su increduli-
dad y murmuración, creyendo que ellos no habrían sido tan ingratos; pero
cuando se prueba su fe, aun en las menores dificultades, no manifiestan más

260
OE:276.
261
Por supuesto, al discutir esta faceta de la fe, no hemos querido decir que únicamente en emergencias iremos a Dios o
ejercitaremos fe en Él.
262
Josué 23:14; 1 Reyes 8:56.
263
2 Tim. 2:13.
264
Heb. 10:23.
265
Heb. 3:12.
Pág. 85

fe o paciencia que los antiguos israelitas. Cuando se los coloca en situaciones


estrechas, murmuran contra los medios que Dios eligió para purificarlos.
Aunque se suplan sus necesidades presentes, muchos se niegan a confiar en
Dios para el futuro, y viven en constante ansiedad por temor a que los alcan-
ce la pobreza, y que sus hijos tengan que sufrir a causa de ellos. Algunos es-
tán siempre en espera del mal, o agrandan de tal manera las dificultades que
realmente existen, que sus ojos se incapacitan para ver las muchas bendicio-
nes que demandan su gratitud. Los obstáculos que encuentran, en vez de
guiarlos a buscar la ayuda de Dios, única fuente de fortaleza, los separan de
él, porque despiertan inquietud y quejas”.266
Otra razón que podemos observar como una causa para carecer de fe en Dios
es la falta de voluntad para cumplir con las condiciones puestas para recibir-
la, pues la fe es, primeramente, un regalo.267 Estas diversas condiciones las
hemos discutido en capítulos previos.

Desarrollando Fe.-

¿Cómo desarrollamos fe? Bien, ¿cómo desarrollamos confianza en un nuevo


amigo? Lo escuchamos hablar y aprendemos su filosofía de vida, y sus valo-
res morales y éticos. Observamos si su línea de acción concuerda con su pro-
fesión. Escuchamos la evaluación que otros hacen de él, en su experiencia
con él.
Normalmente no comenzamos a evaluar a nuestro amigo consciente y racio-
nalmente. Esto viene como un resultado de estar viéndolo bajo una serie de
variadas circunstancias, y discutiendo con él un amplio espectro de temas. En
otras palabras, aprendemos de su carácter en el proceso normal de la vida.
Yendo más allá, llegamos a conocer la autenticidad, la honestidad y el grado
de fiabilidad de un amigo, bajo una prueba. Nuevamente, eso es algo gene-
ralmente que no planeamos deliberadamente. Sucede de manera casual y for-
tuita. Pero a menos que este proceso ocurra, no podremos realmente conocer
si él es confiable, generoso, compasivo, ayudador, y tanto más.
No se producirán muchas oportunidades de aprender lo que él es, a menos
que estemos envueltos específicamente con él.
Una ilustración: Suponga que alguien me comenta que un amigo mío es un
buen mecánico, lo cual yo no lo soy. Empiezo a notar que mi carro no está
266
PP:299.
267
Rom. 12:3; Heb. 12:2.
Pág. 86

funcionando como debería y digo: “Bill, ¿podrías venir y dar un vistazo a mi


carro uno de estos días? Parece que no está trabajando bien”. “Muy bien,
cuando quieras”.
Yo nunca podría realmente saber si es un buen mecánico o no, hasta que le
diga: “Bill, pienso que mi carburador no está trabajando bien. ¿Podrías ayu-
darme esta tarde? A lo que él contesta: “Si, estaré a las tres en punto”.
Cuando llega a las tres, eficientemente trabaja en mi carro y lo arregla, estoy
aprendiendo algo acerca de Bill. Una cosa que estoy aprendiendo es que pue-
do confiar en él.
Es lo mismo con Dios. Con frecuencia, estamos totalmente con Él de una
manera demasiado vaga, demasiado general. Le decimos: “Señor, me gustaría
que me ayudaras”. Hacemos nuestras peticiones tan generales que no hay
manera de descubrir si Él nos la otorga o no. ¿Cómo puede la fe desarrollarse
bajo esas condiciones?
Dios está más interesado en ayudarnos y mucho más capaz de hacerlo que lo
está un amigo. Está ansioso de mostrar Su voluntad de ayudarnos. “Probadme
ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos”.268 Es verdad que, en el contexto,
Malaquías está escribiendo sobre diezmos y ofrendas. Pero estoy seguro que
podemos hacer una aplicación en otras áreas. Dios no promete ayudar y ben-
decirnos únicamente sobre la base de nuestra generosidad con nuestro dinero.
Cuando probamos a Dios, Él ayuda. Y es visto como digno de confianza.
Nuestra fe en Él crece.269
Recordemos la declaración confiada de Pablo, después de largos años de ser-
vicio a Cristo: “Estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para
aquel día”.270 ¿Por qué? “Porque yo sé a quién he creído”.
La fe está estrechamente relacionada con el poder de elegir; con un acto de la
voluntad. A veces requiere un deliberado esfuerzo de la voluntad expulsar la
duda de la mente y decidir creer en Dios y confiar en Él.

Confianza, Pase lo que Pase.-

Hemos aprendido como es Dios a través de la revelación de Su Palabra. He-


mos experimentado las bendiciones, la paz, el gozo y la libertad, que vienen a

268
Mal. 3:10.
269
“Dios puede y quiere conceder a sus siervos toda la fuerza que necesitan, y darles la sabiduría que sus variadas necesida-
des demanden. Él hará más que cumplir las más altas expectaciones de los que confían en él”. HAp:197.
270
2 Tim. 1:12.
Pág. 87

través de Jesús. Ahora, debemos intencionalmente colocar nuestra confianza


en Él, pase lo que pase.
“Es nuestro privilegio como hijos de Dios mantenernos firmes en la profesión
de nuestra fe, sin ser conmovidos. A veces el engañoso poder de la tentación
parece exigir hasta el máximo nuestra fuerza de voluntad, y ejercer fe parece
completamente contrario a todas las evidencias del sentido o la emoción; pe-
ro nuestra voluntad debe mantenerse del lado de Dios. Debemos creer que en
Jesucristo se encuentran la fuerza y la eficiencia duraderas”.271
“A algunos les es difícil ejercer fe, y se colocan a sí mismos del lado de la
duda. Los tales pierden mucho por su incredulidad. Si controlaran sus senti-
mientos y no permitieran que la duda proyectara una sombra sobre su mente
y la mente de otros, ¡cuánto más felices y más útiles serían!”.272
Podemos, entonces, escoger confiar en Dios. Habiendo establecido en nues-
tros corazones y mentes que Él es verdad, debemos colocar nuestras mentes
en actitud de confianza en Él. Este consejo es cierto tanto sicológicamente,
como espiritualmente. Peter Boehler, un amigo moravo de John Wesley, le
aconsejó: “Viva por fe, hasta que tenga fe”.
Ellen White da la misma clase de consejo:
“Si desea tener fe, exprese fe con sus palabras; hable de esperanza, y hágalo
con alegría”.273
“Los que hablan de fe y cultivan la fe, tendrán fe, pero los que albergan y ex-
presan dudas, dudas tendrán”.274
“tenéis que hablar de la fe, tenéis que vivir la fe, tenéis que practicar la fe, pa-
ra que se os aumente la fe. Ejerciendo esa fe viviente creceréis hasta ser
hombres y mujeres fuertes en Cristo Jesús”.275
“La fe es sencilla en su acción y poderosa en sus resultados. Muchos cristia-
nos, que tienen un conocimiento de la sagrada Palabra y creen en su verdad,
fallan en la confianza infantil que es esencial para la religión de Jesús. No al-
canzan a otros con ese toque peculiar que produce la virtud de curar el al-
ma”.276

271
2MCP:714.
272
7A:229; traducción directa del inglés:1110; Biblia de Estudios:50.
273
1T:605.
274
5T:282.
275
7A:240; Biblia de Estudios:98.
276
6CBA:1073; Biblia de Estudios:204-205.
Pág. 88

Ellen White da otros dos requisitos necesarios para la fe: “Para que la fe de
un hombre sea fuerte, debe pasar mucho tiempo con Dios en oración secre-
ta”.277
“A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la Pala-
bra”.278
Cerraremos con una palabra de advertencia, exhortación y seguridad. Prime-
ro, las palabras de advertencia y exhortación:
“Si resistimos las pruebas y logramos triunfar sobre las tentaciones de Sata-
nás, entonces soportaremos la prueba de nuestra fe, la cual es más preciosa
que el oro, y quedaremos más fuertes y mejor preparados para sobrellevar
pruebas ulteriores. Pero si nos acobardamos y cedemos a las tentaciones de
Satanás, nos volveremos más débiles, no recibiremos recompensa por la
prueba, y no estaremos tan bien preparados para resistir lo que nos sobreven-
ga después. Así nos iremos debilitando cada vez más, hasta que Satanás nos
lleve cautivos a su voluntad”.279
“Precisamente el tiempo más apropiado para ejercer fe es cuando nos senti-
mos privados del Espíritu. Cuando parecen asentarse densas nubes sobre la
mente, es cuando se debe dejar que la fe viva atraviese las tinieblas y disipe
las nubes”.280
Luego entonces está esta declaración: “La fe crece gracias a los conflictos
que tiene con las dudas”.281

Palabras de Promesa.-

Las palabras de promesa vienen del Deseado. Luego de su descripción de la


ascensión de Jesús sobre el Monte de los Olivos, Ellen White nos dice cómo
los discípulos regresaron a Jerusalén en alegría y triunfo, llenos de adoración
y agradecimiento con sus rostros radiantes de felicidad. Ella escribió:
“Los discípulos ya no desconfiaban de lo futuro. Sabían que Jesús estaba en
el cielo, y que sus simpatías seguían acompañándolos. Sabían que tenían un
amigo cerca del trono de Dios, y anhelaban presentar sus peticiones al Padre
en el nombre de Jesús. Con solemne reverencia, se postraban en oración, re-
pitiendo la garantía: ‘Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo da-
277
4T:232.
278
Ed:253-254.
279
PE:46.
280
PE:72.
281
2MCP:700.
Pág. 89

rá. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para
que vuestro gozo sea cumplido’.282 Extendían siempre más alto la mano de la
fe, con el poderoso argumento: ‘Cristo es el que murió; más aún, el que tam-
bién resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede
por nosotros’283”.284
La misma seguridad que tuvieron los discípulos, podemos tenerla nosotros. Y
también podemos extender la mano de la fe más y más alto porque tenemos
un Salvador viviente y amante, que puede ayudarnos a vencer cada pecado, a
pasar cada emergencia, hacer cada labor, pregunta que pueda levantarse, y
permanecer hasta el fin, victoriosos ante el trono.

282
Juan 16:23-24.
283
Rom. 8:34.
284
DTG:772.
Pág. 90

Capítulo 12: Un Asunto de Sentimientos.-

Los sentimientos, por los cuales nos referimos a las emociones, son una parte
de la vida. No somos máquinas desapasionadas, o autómatas sin alma. En va-
rios grados y ocasiones, sentimos alegría o tristeza, confianza o ansiedad,
desagrado o satisfacción, enojo o agrado. Las situaciones y condiciones a
nuestro alrededor – nuestro propio pensamiento y las fluctuaciones de nuestra
bioquímica – engendran ciertos sentimientos a los cuales respondemos en
mayor o menor grado. Nuestra respuesta depende del dominio propio que
tengamos, de las condiciones nerviosas del momento, de la norma de hábitos
que hayamos desarrollado con respecto a eso, y otros aspectos más.
Debido a que los sentimientos son tan íntimos, tan penetrantes, tan poten-
cialmente preocupantes, tan influyentes sobre nuestros pensamientos y accio-
nes, el cristiano desea saber cuál es la actitud que debe tomar hacia ellos.
Algunos tienen sentimientos más fuertes que otros. Y algunos están regidos
por sus sentimientos más que otros. Pero con frecuencia, no es tanto el hecho
que unos tengan sentimientos más fuertes que otros, como el que ellos no han
aprendido a controlarlos. Un defensor en un juicio, abogaba ante el juez di-
ciendo que había actuado bajo “un impulso incontrolable”. El juez contestó
que un impulso incontrolable es simplemente un impulso no controlado.
Por supuesto que hay dos grandes categorías de sentimientos: los buenos y
los malos. Aun los buenos necesitan ser controlados. Por ejemplo, la genero-
sidad es un buen impulso. Pero uno puede ser generoso al punto de sumir en
necesidad a su propia familia. En este capítulo, estamos preocupados con los
malos, los sentimientos indeseables desde la perspectiva de la victoria cris-
tiana. Hay sentimientos que el mundano y aun el cristiano nominal, no ve la
necesidad ni la posibilidad de vencer, los cuales el cristiano victorioso – quie-
ro decir quien conquista cada tendencia heredada y cultivada al mal – vencerá
en la fuerza de Jesús.
Los sentimientos indeseables (tanto como los deseables), brotan de dos orí-
genes o causas: las personales o internas, y las externas. Las personales pue-
den dividirse en dos categorías: físicas y emocionales. Las físicas pueden ser:
enfermedad, dolor de cabeza, hambre, dieta pobre o excesiva, insomnio, can-
sancio, o simplemente uno de los muchos ciclos a que el cuerpo humano es
sometido. Los emocionales pueden ser por ejemplo, una perturbación de la
conciencia acompañada con su respectivo sentido de culpabilidad.
Pág. 91

Las causas externas pueden incluir miembros de la familia, amigos, vecinos o


empleados. Pueden ser asociados por una situación laboral, finanzas y mu-
chas otras.285

Comemos Cuando Estamos Hambrientos.-

Tratar con las causas físicas para sentimientos indeseables puede ser bastante
sencillo. Generalmente, cuando tenemos hambre, comemos. El cansancio
puede ser corregido por el descanso.286 Un dolor de cabeza puede ser causado
por la violación a alguna ley elemental, y ser rápidamente corregido.
Satanás, quien siempre está observando para sorprendernos fuera de guardia
y atacarnos en nuestros momentos de debilidad, no duda en atacarnos bajo
estas circunstancias. Atacó a Cristo cuando el Salvador estaba debilitado por
cuarenta días de ayuno. Pero así como Él venció, también nosotros podemos
vencer en Su fuerza.
Una conciencia culpable es menos fácil de corregir, porque con frecuencia no
damos los pasos necesarios para arreglar las cosas que ocasionan ese senti-
miento. Una conciencia culpable puede encontrar verdadero socorro única-
mente en Jesús.
“Descansad en el amor de Cristo y bajo su cuidado protector. Cuando el pe-
cado lucha por dominar en el Corazón, cuando la culpa oprime al alma y car-
ga la conciencia, cuando la incredulidad anubla el espíritu, acordaos de que la
gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al en-
trar en comunión con el Salvador entramos en la región de la paz”.287
Algunas veces igualmente difícil y a veces más difícil que deshacerse de la
culpa, es tratar con los problemas que tenemos con otros.288 Pero podemos
recordar siempre que si, habiendo hecho todo lo que podía hacerse, dejamos
el asunto en las manos de Dios, Él hará el resto.
Dependiendo de la situación, nuestros sentimientos indeseables pueden ser: el
disgusto, la depresión, la autocompasión, el lastimar, el resentimiento, la irri-
tabilidad, la impaciencia, los celos, la antipatía, la hostilidad, la malicia, la
285
“Si sienten que no se los trata debidamente, hay quienes se vuelven agrios, poco generosos, ásperos y descorteses en sus
palabras y comportamiento. Se hunden desanimados, llenos de odio y odiando a otros”. 7A:29; Biblia de Estudios:50.
286
Ellen White nos advierte a no llegar a estar excesivamente cansados, si podemos evitarlo. En esa condición de agota-
miento, Satanás puede usar nuestra tendencia a la irritabilidad y etc. a fin de tentarnos. “Satanás nos ataca en nuestros pun-
tos débiles, pero no es preciso que nos venza. Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda para noso-
tros, y mediante su poder podemos ser vencedores”. PP:446; CV:110.
287
MC:193.
288
Por supuesto que a menudo van juntos.
Pág. 92

envidia, el remordimiento, la ansiedad, o cualquier simple tristeza. El nombre


es legión. También debemos recordar que “muchos son infelices porque son
impuros”.289
Estos sentimientos pueden resultar en enojarse fácilmente, en el cinismo, en
chismes o en la murmuración, en la denigración de otro, en la falta de coope-
ración. La lista es larga. Lo peor de todo, es que al darles rienda suelta, ellas
ocasionan la muerte de cualquier experiencia espiritual que una persona pue-
da tener, o que se marchite el desarrollo de una.

Tratando con Emociones Indeseables.-

¿Cómo es que el cristiano debe afrontar estas emociones indeseables, las cua-
les sabe que están enraizadas en el pecado?
¿Puede una persona realmente controlar sus reacciones a sus sentimientos?
Además, ¿puede él eliminar los sentimientos equivocados? Cada persona que
desea ser cristiana, sabe que, aunque pueda controlar sus reacciones a un sen-
timiento pecaminoso, el sentimiento mismo es una falla espiritual.
La respuesta a la primera pregunta no es difícil:
“Muchos que no profesan amar a Dios controlan su espíritu hasta cierto punto
sin la ayuda de la gracia especial de Dios. Ejercen el autocontrol. Esto en
verdad es una reprensión para los que saben que de Dios pueden obtener
fuerza y gracia, y sin embargo no manifiestan las gracias del Espíritu”.290
Una vez trabajé para un hombre que tenía el temperamento más equilibrado
del que haya sido testigo. Sucedían muchas cosas en el trabajo como para po-
nerlo nervioso y enojarlo. Pero ni una sola vez lo vi manifestar un asomo de
irritación. En una ocasión le comenté acerca de su dominio propio, estable-
ciendo que yo suponía que era persona serena por naturaleza.
“Yo tenía un temperamento explosivo” contestó. “Pero supe que tenía que
vencerlo, así es que trabajé sobre eso con la ayuda del Señor”. El resultado
era evidente.291

289
6T:60.
290
3T:368; 2MCP:128.
291
“La mansedumbre en la escuela de Cristo es uno de los frutos destacados del Espíritu. Es una gracia obrada por el Espíri-
tu Santo como santificador, y capacita a su poseedor para dominar en todo tiempo su temperamento duro e impetuoso.
Cuando la gracia de la humildad es practicada por los que naturalmente son de disposición áspera, y precipitada, harán los
más fervientes esfuerzos para subyugar su desdichado temperamento. Todos los días obtendrán el dominio propio, hasta que
resulte, vencido aquello que no es amable ni semejante a Cristo. Se asimilan al Modelo divino, hasta que pueden obedecer la
orden inspirada: ‘Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse’. Santiago 1:19”. RJ:256; RP:56.
Pág. 93

“Nadie entrará en el reino de Dios a menos que sojuzgue sus pasiones y rinda
su voluntad en cautiverio a Cristo”.292
“Ningún hombre o mujer impaciente entrará en las cortes del cielo. No de-
bemos permitir que los sentimientos naturales controlen nuestro juicio…
Muchos quienes profesan la verdad, no parecen darse cuenta que es una parte
esencial de la religión el llegar a ser mansos y humildes, tiernos de corazón y
pacientes”.293
Hay algunos sentimientos que deben ser eliminados del alma, porque son pe-
caminosos aunque hay otros que no son pecaminosos, pero que son el resul-
tado de la debilidad humana. Ellos acecharán al cristiano hasta que su vil
cuerpo sea cambiado por uno glorificado. El odio, la envidia, la auto-
compasión, la irritabilidad, la impaciencia, el resentimiento, los celos, la ma-
licia, y todo tipo de sentimientos relacionados, deben ser erradicados de la
vida. Ellos son del tipo de la lista de Pablo en Gálatas 5:19-21. Son anticris-
tianos. Echan a perder el carácter. Y únicamente un carácter inmaculado será
admitido en el reino puro de nuestro Señor. Se “exige pureza no solo de la
vida exterior, sino también en las intenciones secretas y en las emociones del
corazón”.294

Emociones que no son Pecaminosas.-

El desánimo, la depresión295, el pesimismo y emociones de ese tipo, son


emociones que deben ser decidida y determinadamente encaradas y conquis-
tadas. No son pecaminosas en sí mismas. Pero ellas socavan la fe, debilitan la
resolución y conducen al pecado.
“Podría ser que sus sentimientos no siempre fueran gozosos; a veces las nu-
bes podrían oscurecer el horizonte de su experiencia; pero la esperanza del
cristiano no reposa sobre el arenoso fundamento de los sentimientos. Los que
obran basándose en principios contemplarán la gloria de Dios más allá de las
sombras, y descansarán en la segura palabra de la promesa. No dejarán de
honrar a Dios, por oscura que parezca la senda. La adversidad y la prueba só-
lo le darán la oportunidad de manifestar su sinceridad, a la vez que su fe y su
amor.

292
RP:100.
293
RH, 21 de Febrero de 1888.
294
PP:317.
295
“Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia de que Dios haya cambiado”. 2MCP:514.
Pág. 94

Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia de que Dios


haya cambiado. Él es ‘el mismo ayer, y hoy, y por los siglos’296”.297
“Si queréis conocer el misterio de la piedad, debéis seguir la sencilla palabra
de verdad, haya o no sentimiento o emoción. La obediencia debe basarse en
principios, y lo recto ha de seguirse bajo todas las circunstancias”. Este es el
carácter elegido por Dios para salvación”.298
Es evidente, entonces, que las emociones no deben ser consultadas como un
barómetro del cual depende nuestra relación con Dios. Ellas son como la ma-
rea que sube y baja por la atracción del sol y la luna. Algunos incidentes, al-
gunos recuerdos, alguna palabra, alguna mirada, alguna reacción corporal,
pueden llevar nuestros sentimientos a alturas de gozo o a profundidades de
tristeza. En conexión con esto, Spurgeon dijo: “Contemplé a Jesús y la palo-
ma de la paz entró en mi corazón. Contemplé la paloma y voló lejos”. Un
cristiano no debe ser un hipocondríaco espiritual, vigilando cada pulso del
sentimiento”.299
“No son sus sentimientos ni sus emociones [buenas o malas], los que le cons-
tituyen hijo de Dios, sino el hacer la voluntad de Dios”.300
“Un sentimiento agradable, satisfecho de sí mismo, no es una evidencia de
santificación”.301
“En el corazón de Cristo, donde reinaba perfecta armonía con Dios, había
perfecta paz. Nunca le halagaban los aplausos, ni le deprimían las censuras o
el chasco. En medio de la mayor oposición o el trato más cruel, seguía de
buen ánimo”.302
Así puede ser con nosotros.
Así como no hemos de buscar en nuestros sentimientos un indicador de nues-
tra relación con Dios, tampoco debemos hablar de ellos con otros. Al expre-
sar un sentimiento lo confirmamos, lo fortalecemos y lo afianzamos. Decirle
a otro que estamos deprimidos, tristes, chasqueados, lastimados y demás,
únicamente empeora las cosas.
296
Heb. 13:5.
297
2MCP:513-514.
298
FEC:224.
299
“Muchos cometen un grave error en su vida religiosa al mantener la atención fija en sus sentimientos para juzgar si pro-
gresan o si declinan. Los sentimientos no son un criterio seguro. No hemos de buscar en nuestro interior la evidencia de que
Dios nos ha aceptado. No encontraremos allí otra cosa que motivos de desaliento. Nuestra única esperanza consiste en mirar
a Jesús… En Él está todo lo que puede inspirarnos esperanza, fe y valor. Él es nuestra justicia, nuestro consuelo y regocijo”.
5T:186.
300
5T:486; 1MCP:127; MJ:152.
301
7A:264; Biblia de Estudios:142.
302
DTG:297.
Pág. 95

“Si no os sentís de buen ánimo y alegres, no habléis de ello. No arrojéis som-


bra sobre la vida de los demás. Una religión fría y desolada no atrae nunca
almas a Cristo. Las aparta de él para empujarlas a las redes que Satanás ten-
dió ante los pies de los descarriados. En vez de pensar en vuestros desalien-
tos, pensad en el poder a que podéis aspirar en el nombre de Cristo. Aférrese
vuestra imaginación a las cosas invisibles. Dirigid vuestros pensamientos ha-
cia las manifestaciones evidentes del gran amor de Dios por vosotros. La fe
puede sobrellevar la prueba, resistir a la tentación y mantenerse firme ante los
desengaños. Jesús vive y es nuestro abogado. Todo lo que su mediación nos
asegura es nuestro”.303
“Cuando hablamos de desánimo y de pesar, Satanás escucha con un regocijo
infernal; porque le agrada saber que los ha sometido a esclavitud”.304

Los Sentimientos Confrontados se Desvanecen.-

Es, pues, la firme obligación de cada cristiano perturbado por los sentimien-
tos, enfrentar decididamente cada emoción equivocada y dañina. Eso a me-
nudo significa el resistir el pensamiento, el deseo, la motivación, la actitud,
detrás de ese sentimiento. Por ejemplo, la melancolía puede ser causada por
celos, envidia, o una ambición frustrada. A menos que se descubra la causa,
la admitamos honestamente y en la fortaleza de Cristo sea repudiada, hay
únicamente un pequeño logro en la batalla contra el sentimiento mismo. La
raíz de la amargura debe ser destruida. Los sentimientos que se enfrentan en
esta forma desaparecerán gradualmente y serán olvidados.
Una palabra final de advertencia:
“No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y que estudiemos nues-
tras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará dificultades y ten-
taciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El fijarnos por demás en
nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y
enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos
a Jesús. Cuando las tentaciones os asalten, cuando los cuidados, las perpleji-
dades y las tinieblas parezcan envolver vuestra alma, mirad hacia el punto en
que visteis la luz por última vez”.305

303
MC:388-389.
304
2MCP:511.
305
MC:193.
Pág. 96

Capítulo 13: ¿Respira su Alma Adecuadamente?

Cada cristiano sabe que debería orar, pero no todo cristiano parece percibir
con toda la profundidad, cuán indispensable e importante es orar para la vida
espiritual.306
Se ha dicho que la oración es el aliento del alma. Y no estamos exagerando
cuando establecemos que justamente como la respiración física es literalmen-
te la diferencia entre la vida biológica y la muerte, así la oración es literal-
mente la diferencia entre la vida espiritual y la muerte.
La persona nacida de nuevo que no comprende de manera práctica este hecho
vital, no puede ser un cristiano seguro, exitoso y victorioso. Además, él no
será un cristiano, en el verdadero sentido de la palabra por mucho tiempo. No
puede serlo.
Por supuesto que fallar en la oración no es la única razón para la muerte espi-
ritual. No obstante, quiero volver a enfatizar que, fallar en la oración traerá el
fin de la vital vida espiritual, tan ciertamente como el faltar la respiración
terminará la vida física.
La oración no es llamada el aliento del alma sin razón. Hay paralelos signifi-
cativos entre la respiración y la oración.
En una ocasión Jesús dijo a sus discípulos una parábola por la cual les enseñó
la lección “sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”.307 Él estaba
hablando, por supuesto, de perder el ánimo, de desanimarse, el cual es un
significado del término desmayar. Cuando uno falla en orar, pierde el ánimo.
El paralelo es evidente, por supuesto. Una razón por la que una persona des-
maya físicamente es por falta de aire. Y el cristiano “desmaya” espiritual-
mente pr la falta de “oxígeno” espiritual que viene a través de la oración.
En Efesios308 el apóstol Pablo metafóricamente asemeja ciertos elementos
importantes del cristiano a las partes de una armadura, tal como era usada por
los soldados de su tiempo. El cinturón lo asemeja a la verdad; la coraza a la
justicia; las sandalias al Evangelio, al mensaje de paz; el escudo lo ve como
comparable a la fe; el yelmo a la salvación; y la espada a las Escrituras.

306
“La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de
gracia, y conservar, sin embargo, la salud del alma. La oración pone al corazón en inmediato contacto con la Fuente de la
vida, y fortalece los tendones y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el ejercicio de la oración, u órese espas-
módicamente, de vez en cuando, según parezca propio, y se perderá la relación con Dios. Las facultades espirituales perde-
rán su vitalidad, la experiencia religiosa carecerá de salud y vigor”. OE:268; MJ:248-249.
307
Luc. 18:1.
308
Efe. 6:13-17.
Pág. 97

Extendiendo la Metáfora de Pablo.-

La metáfora de Pablo no se extiende al próximo elemento que menciona. Pe-


ro si la figura que hemos estado usando se le hubiera ocurrido a él, podría
muy bien haberla usado.
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”309, le ex-
hortó luego al soldado cristiano. Aplicando nuestra figura de la oración como
el aliento del alma, reconocemos que el guerrero en batalla que por alguna
razón no respira adecuadamente, no puede pelear bien. Su capacidad de resis-
tencia es muy limitada, su fuerza pronto desaparece y es fácilmente vencido.
“Sin la oración”, dice Carl Henry, “todas nuestras virtudes son puestas en pe-
ligro, pero el orar las sostiene en la debilidad y nos guarda del orgullo de la
presencia de ellas”.310
Cada una de estas ideas nos da un concepto de cuán esencial es la oración pa-
ra el cristiano.
La naturaleza esencial de la oración es enfatizada de otra manera a medida
que continuamos comparando el orar con el respirar. Podemos hacer hincapié
de esta importancia al preguntar: ¿Cuántas veces debo respirar en el día?
¿Una vez? ¿Dos? ¿Tres veces? ¿Cuatro veces? Las implicaciones de estas
preguntas, son, por supuesto en cierta manera, algo ridículas.
“Pero”, alguien pregunta, “¿está usted queriendo decir que debemos orar tan
continuamente como respiramos?”

¿Qué Significa “Orar Sin Cesar”?

Bien, ¿qué quiere decir Pablo cuando aconseja: “Orad sin cesar”?311 Sabemos
que él quiere decir que debemos tener una actitud continua, un completo es-
píritu de oración. Cuando la mente está ocupada con los asuntos de la vida,
hay una oración casi inconsciente desarrollándose, semejante a la música de
fondo que está tan penetrante en tantas tiendas y negocios de hoy. Y cuando
la mente no está ocupada en otras cosas, la oración surge al primer plano y
llega a ser la música consciente del alma.312

309
Efe. 6:18.
310
Christian Personal Ethics:582.
311
1 Tes. 5:17.
312
“La vida de un verdadero cristiano es una vida de oración constante.
Pág. 98

“Mientras atendemos a nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el al-


ma al cielo en oración. Estas peticiones silenciosas suben como incienso ante
el trono de gracia; y los esfuerzos del enemigo quedan frustrados. El cristiano
cuyo corazón se apoya así en Dios no puede ser vencido. No hay malas artes
que puedan destruir su paz. Todas las promesas de la Palabra de Dios, todo el
poder de la gracia divina, todos los recursos de Jehová, están puestos a con-
tribución para asegurar su libramiento. Así fue como anduvo Enoc con Dios.
Y Dios estaba con él, sirviéndole de fuerte auxilio en todo momento de nece-
sidad”.313
“Podemos comulgar con Dios en nuestros corazones; podemos andar en
compañerismo con Cristo. Mientras atendemos a nuestro trabajo diario, po-
demos exhalar el deseo de nuestro corazón, sin que lo oiga oído humano al-
guno; pero aquella palabra no puede perderse en el silencio, ni puede caer en
el olvido. Nada puede ahogar el deseo del alma. Se eleva por encima del tra-
jín de la calle, por encima del ruido de la maquinaria. Es a Dios a quien ha-
blamos, y él oye nuestra oración”.314
Por supuesto, aun orando sin cesar se puede llegar a una rutina ritual, sin sig-
nificado espiritual; un tipo de religión hablándose a uno mismo. Puede estar
tan vacía de contenido y vitalidad espiritual como lo es la rueda de oración
sin fin315 del budismo tibetano. Puede llegar a ser un hábito muerto de orar
del cual Dios se ha retirado hace tiempo. Porque orar es más, mucho más que
palabras que están en la mente. Orar es hablarle a Dios con el corazón. Se
origina en lo más profundo del alma. Brota de una experiencia con Dios.
Hasta el momento, he estado considerando principalmente la importancia de
la oración. He escrito básicamente teniendo al cristiano en mente. Ahora de-
seo volver al “cómo” del orar, lo cual nos descubrirá algunos problemas que
aun el cristiano de largo tiempo, ha tenido que confrontar algunas veces. Si-
multáneamente espero hacer algunas sugerencias para aquellos que raras ve-
ces, tal vez nunca, han orado antes, pero que desean ahora lograr esa expe-
riencia con Dios.

Él sabe que la luz y fuerza de un día no bastan para las pruebas y conflictos del siguiente. Satanás está de continuo cam-
biando sus tentaciones. Cada día nos veremos colocados en circunstancias diferentes; y en las escenas desconocidas que nos
aguardan, estaremos rodeados de nuevos peligros, y constantemente asaltados por tentaciones nuevas e inesperadas. Es úni-
camente por la fuerza y gracia recibidas del cielo como podemos esperar vencer las tentaciones y cumplir los deberes que se
nos presentan”. OE:270-271.
313
OE:267.
314
OE:271.
315
Mantra.
Pág. 99

Un Obstáculo Para Orar.-

Antes de avanzar, debemos ser conscientes de un obstáculo para la oración,


que a menos que sea removido, echará a perder todos nuestros esfuerzos para
orar significativa y exitosamente.
El salmista señaló este punto: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la
iniquidad, el Señor no me habría escuchado”.316
Estas palabras deben ser examinadas cuidadosamente. El salmista no escri-
bió: “Si yo hubiese sido un pecador, el Señor no me habría escuchado”. El
texto dice: “Si he acariciado el pecado”. Una persona puede haber cometido
media docena de asesinatos, robado dos docenas de bancos, cometido adulte-
rio, homosexualidad, caído diez mil veces. Pero si él viene en oración a Dios
con genuino arrepentimiento, con un corazón quebrantado, Dios lo perdona-
rá.317 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito
y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.318
Por otro lado, a pesar que una persona haya tenido su nombre en los libros de
la iglesia durante décadas, si él viene a Dios alimentando un espíritu de re-
sentimiento contra un hermano, él ha desconectado la línea entre él y Dios.
La línea puede únicamente ser reconectada cuando él esté dispuesto a entre-
gar su resentimiento.
Ahora, el “cómo” orar. Lo discutiremos en el contexto de una oración privada
y personal, sobre las rodillas, en el cuarto, el estudio, o en cualquier lugar
donde encontremos privacidad con Dios. La actitud y el hábito de “orar sin
cesar” nacen de este tiempo compartido con Él.
Personalmente, cuando puedo, me gusta preparar mi mente y corazón para
este tiempo especial de comunión con Dios, leyendo algo apropiado de la Bi-
blia o el Espíritu de Profecía y meditar un poco. De esta manera mis pensa-
mientos y emociones son alejados del trabajo u otras actividades, y son sinto-
nizados para tener comunión con el cielo. “La lectura de la Palabra de Dios
prepara la mente para la oración”.319

“¡No Siento Deseo de Orar!”


316
Salmo 66:18.
317
“Es un hecho lamentable que el corazón que ha errado, no esté deseoso de ser censurado o a someterse a sí mismo a la
humillación por la confesión del pecado. Algunos ven sus faltas, pero pensando que la confesión disminuirá su dignidad,
excusan su mal y se autoprotegen de la disciplina que la confesión le daría al alma”. FEC:239-240.
318
Salmo 51:17.
319
MJ:381.
Pág. 100

Pero suponga que no puedo conseguir el espíritu de oración. Esto significa


que decido que: ¿no estoy en la disposición para orar? ¿No tengo el senti-
miento para orar? O, ¿no estoy en condiciones para orar?, o ¿soy un pecador
o un hipócrita para orar? ¿No hay razón para hacerlo? Por tanto, no voy a
orar.
Lo que usted siente, o lo que usted es, no es el punto capital. El aspecto im-
portante es: ¿Necesita orar? ¿Necesita a Dios? ¿Necesita la ayuda Divina?
Con toda honestidad, sus respuestas deben ser Sí.
Ahora leamos esto:
“Nuestra gran necesidad es lo único que nos da derecho a la misericordia de
Dios”.320
“No tenemos nada que nos recomiende a Dios; pero la súplica que podemos
presentar ahora y siempre es la que se basa en nuestra falta absoluta de fuer-
za, la cual hace de su poder redentor una necesidad”.321
De modo que la misma condición de su mente y corazón, es la razón por la
cual usted necesita orar.
Ahora, sobre sus rodillas, empiece a orar con un espíritu positivo de agrade-
cimiento. Y no trate de decirse a usted mismo que usted no tiene nada por lo
cual ser agradecido. Supongamos que todo su techo se cayó. Sí, pero usted
está vivo. Dios está todavía ahí. Él es bueno. Le ama. Él está más que espe-
rando escuchar sus problemas y ayudarle. Y esté agradecido por el mismo
hecho de orar que le da a usted un canal hacia Dios. ¿No lo había descubier-
to?
Pero si usted siente que no puede ser agradecido – en vez de eso siente rebe-
lión - ¡Ore! Mantenga su necesidad al frente – “Señor, es así como me siento,
pero Te necesito. Necesito Tu ayuda, la clase de ayuda que solo Tú puedes
dar”.
Ore en el nombre de Jesús. Es el intermediario autorizado por el cual nos
acercamos al Padre. Dijo Jesús: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nom-
bre, lo haré”.322
Ore con fe. Pero, dirá usted, ese es parte de mi problema. No parezco tener
fe. Pero el mismo hecho de que usted esté orando ciertamente indica que tie-
ne algo de fe. ¡Cree que hay un Dios! Usted no trataría de orar a “nadie o a
320
DTG:283.
321
DTG:283.
322
Juan 14:13.
Pág. 101

nada”. En esa creencia, si no hay nada más, usted puede ejercer fe. Semejante
al padre del muchacho poseído por el demonio, quien vino en agonía de espí-
ritu a Jesús para que libertara a su hijo, nosotros podemos decir: “Creo; ayuda
mi incredulidad”.323
“Dios nos concederá toda la bendición necesaria, si se la pedimos con senci-
llez y fe”.324
“Forma parte del plan de Dios concedernos, en respuesta a la oración hecha
con fe, lo que no nos daría si no se lo pidiésemos así”.325
“Sed fervientes; sed resueltos. Presentad la promesa a Dios, y luego creed,
sin una duda. No esperéis sentir emociones especiales antes que os parezca
que el Señor contesta. No indiquéis ningún modo particular en que el Señor
deba obrar por vosotros antes de creer que recibiréis las cosas que le pedís,
sino confiad en su palabra y dejad todo el asunto en manos del Señor, con la
plena fe de que vuestra oración será honrada y recibiréis la respuesta en el
momento exacto y en la forma precisa en que vuestro Padre celestial crea que
es para bien vuestro; luego poned en práctica vuestras oraciones”.326
Pida para que la presencia del Espíritu Santo ablande e impresione su cora-
zón. Pídale la contrición y el arrepentimiento que usted necesita, para que le
ayude a entregarse sinceramente a Dios.

No Desista.-

No, no llegue a desanimarse y a dejar de orar porque parezca no suceder nada


la primera vez o las primeras veces que ora. Algunas veces Dios debe poner
ciertos mecanismos en acción para contestar nuestras oraciones, o nos puede
tomar tiempo el reconocer que realmente Él está obrando para nosotros.327
Algunas veces Dios no contesta inmediatamente nuestras oraciones a fin de
que seamos motivados a examinar nuestra fe, nuestra sinceridad, nuestra real
necesidad de lo que estamos pidiendo.
Hay otra razón:

323
Mar. 9:24.
324
5T:187.
325
CS:580.
326
MJ:121.
327
“Cada oración sincera recibirá una contestación. Tal vez no llegue ésta exactamente como deseáis, o cuando la esperéis;
pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en
el cansancio, en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais, pero siempre para vuestro bien”. OE:271-
272.
Pág. 102

“Dios no siempre responde nuestras oraciones la primera vez que lo invoca-


mos. Si así lo hiciera, daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las
bendiciones y favores que nos concede. En vez de escudriñar nuestro cora-
zón para ver si albergamos algún mal, si hay algún pecado fomentado, nos
volveríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia
de Dios y nuestra necesidad de su ayuda”.328

Los Deseos de Dios Más Que los Nuestros.-

Ore de acuerdo con la voluntad de Dios. Es fácil centrarse en el yo y en bus-


car lo mío en la oración. A veces estamos tan concentrados en pensar qué
deseamos, que olvidamos lo que Dios desea.
En nuestras oraciones podemos pedir protección frente a ciertas pruebas y pe-
ligros; podemos solicitar ser guardados de la enfermedad, de la pérdida de la
propiedad, o del trabajo, o de los amigos. Pero Dios puede saber, que justa-
mente la cosa de la que estamos pidiendo ser librados, es exactamente la ex-
periencia que necesitamos para salvar nuestras almas. Así que “no se haga mi
voluntad, sino la Tuya”329 debe ser el centro de cada plegaria. Esto significa
que cada vez que oremos, rendiremos nuestra voluntad a su voluntad. Las
oraciones aceptables para Dios son las oraciones sin egoísmo.
Y en nuestra oración debemos colocar las cosas espirituales primero. “Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…”.330
Para todas las cosas, bajo toda circunstancia, orad. “Es imposible que el alma
florezca cuando se descuida la oración”.331 “Las tinieblas del malo cercan a
aquellos que descuidan la oración”.332
No permita que sentimientos, circunstancias, ninguna condición, ninguna ac-
titud, nada, lo desanime de orar.333 La oración es el aliento, la vida del alma.
“La oración es el medio ordenado por el cielo para tener éxito en el conflicto
con el pecado y desarrollar el carácter cristiano”.334

328
7A:97; Biblia de Estudios:350.
329
Luc. 22:42.
330
Mat. 6:33.
331
CC:98.
332
CC:94.
333
“Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. Él nos ordena que pidamos. Persistid incansablemente en la oración. El pedir
con persistencia hace más ferviente la actitud del postulante, y le imparte un deseo mayor de recibir las cosas que pide”.
PVGM:111.
334
HAp:450.
Pág. 103

Capítulo 14: El Cuarto Mono Japonés.-

Quizás alguna vez hayamos visto, réplicas de pequeños monos japoneses sen-
tados en una hilera. El primero tiene sus manos sobre sus ojos para significar:
no ver el mal. El segundo está cubriendo sus oídos, denotando: no oír el mal.
El tercero tiene sus manos sobre la boca indicando: no hablar el mal. El cuar-
to – bien, no hay un cuarto, pero ¡debiera haberlo! Algún día, algún empren-
dedor talentoso pueda diseñar un cuarto. Y será sentado al ladote los otros
con las manos sobre su frente – no pensar el mal. Y ese será el mono más im-
portante de todos.
Por cuanto es esencial que no veamos, escuchemos y hablemos el mal, el mal
en sí mismo tiene más que ver con la mente que con las tres facultades suge-
ridas por la curiosa ilustración. Cuando no pensamos lo malo, hay una buena
posibilidad, efectivamente, que podamos evitar ver, escuchar y hablar mal.
El cerebro es el foco y centro de nuestras entradas y salidas de información.
Los ojos, los oídos, le lengua, y los otros órganos sensoriales están conecta-
dos con el cerebro. El cerebro es el centro del pensamiento. Así que lo que
entre o salga percibido por los sentidos, y otros, está conectado con la mente
y de alguna manera afecta nuestros pensamientos.

Un Eslabón en la Cadena del Pecado.-

El pensamiento, es pues, uno de los eslabones en la cadena que conduce al


pecado. En su libro Let Me Assure You335, Edgard W. H. Vick enumera seis
pasos que conducen de la tentación al pecado.
El primero es la atención. “Usted ve, escucha, siente o piensa algo” que lo
incita a pecar.
El segundo es la consideración. El primer paso, la atención, no es pecado. El
pecado puede empezar con la segunda conexión, la consideración o el pen-
samiento, acerca del asunto que le está atrayendo.336
Depende de la manera como la mente trate con la vista, el sonido, el senti-
miento, o el pensamiento, lo que decide si el individuo sigue los pasos restan-
tes – deseo, decisión, plan y acción.

335
Permíteme Asegurarte:88-90.
336
“Dios discierne los pensamientos del corazón. Cuando acariciamos pensamientos impuros no es preciso que los expre-
semos con palabras o acciones para consumar el pecado y condenar el alma. Su pureza queda manchada y el tentador triun-
fa”. 4T:616.
Pág. 104

Y por supuesto, uno no tiene que recorrer todo el camino a través de estos pa-
sos hasta llegar a la acción, antes que haya pecado, como puntualiza Vick. El
permitir que se desarrolle el tercer paso: el deseo equivocado, es pecado.
“Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón”.337
De esta manera, la tentación será cortada de raíz en su mismo comienzo en la
mente, si deseamos prevenir el llegar a pecar.338
No deberíamos entretenernos con todo lo que pase por la mente. Cada estí-
mulo que luzca sospechoso y esté tocando la puerta de la mente, debería con-
siderarse cautelosamente. Y en el preciso instante en que se reconozca que es
una tentación a pecar de alguna manera, la puerta debe cerrarse de golpe en la
cara. No hay seguridad en ser cortés bajo esas circunstancias. Una decisión
rápida en la dirección correcta, es esencial.

Expulse la Tentación Inmediatamente.-

Si la tentación se levanta, como un fantasma, en la mente, debe ser expulsada


instantáneamente.339 “El ceder a la tentación empieza cuando se permite a la
mente vacilar y ser inconstante en la confianza en Dios”.340
“Parlamentando con el enemigo le damos ventajas”.341 Satanás es el vendedor
maestro. Una vez que le damos la oportunidad de empezar sus ofertas, ya le
hemos comprado la mitad. Es siempre más fácil deshacerse de un vendedor
fuera de la puerta. Pero una vez esté adentro y empiece su charlatanería de
vendedor, la tarea será mucho más difícil”.342
“Se deben sujetar los pensamientos; hay que restringirlos, impedir que diva-
guen y se dediquen a contemplar cosas que sólo debilitan y contaminan el
alma. Los pensamientos deben ser puros, las meditaciones del corazón lim-

337
Mat. 5:28.
338
“Al tolerarse un pensamiento impuro y acariciarse un deseo no santificado, el alma se contamina y se compromete su in-
tegridad. ‘Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado,
produce la muerte’ (Santiago 1:15). Para no cometer pecado, tenemos que resistir sus mismos comienzos. Todo afecto y pa-
sión han de sujetarse a la razón y a la conciencia. Todo pensamiento no santificado debe ser repelido inmediatamente”.
5T:165.
339
“Satanás tentó al primer Adán en el Edén, y Adán argumentó con el enemigo, dándole así una ventaja”. 7A:201; Biblia
de Estudios:12.
340
DMJ:78-79.
341
DTG:96.
342
“Hay pensamientos y sentimientos sugeridos y fomentados por Satanás que molestan aun a los mejores hombres; pero si
no se los alberga, si se los rechaza por odiosos, el alma no se contamina con la culpa y nadie recibe la mancha de su influen-
cia”. 2MCP:447; AFC:142.
Pág. 105

pias, a fin de que las palabras de la boca sean aceptables al Cielo y beneficio-
sas para los que se relacionan con nosotros”.343
Nunca ha sido fácil para el cristiano distinguir todas las engañosas sutilezas
de Satanás y de los hombres. Él siempre ha necesitado una percepción agu-
zada por el Espíritu Santo, para distinguir en muchos casos. Pero la necesidad
de ese discernimiento santificado, nunca ha sido más grande que hoy, cuando
cientos de insidiosas voces de dentro y de fuera de la iglesia hablan con “es-
tratagemas astutas”.
Un aspecto de estas estratagemas es ilustrado por el ya fallecido C. S. Lewis
en su interesante libro The Screwtape Letters.344 Ahí él puntualiza que, Sata-
nás no solamente procura ocupar nuestras mentes con pensamientos malos,
sino también obra evitar que se ocupe en buenos pensamientos. Somos cons-
cientes del primer hecho, pero es posible que el segundo, a duras penas, si
acaso, lo imaginamos; ya que sus esfuerzos para evitarnos pensamientos vir-
tuosos, evidentemente son más sutiles, que sus intentos de hacernos pensar
cosas malas. Generalmente no tenemos problema en saber cuando alguien es-
tá tratando de forzarnos a algo. Pero no siempre captamos tan rápidamente
cuando la persona furtivamente trata de robarnos o de escondernos algo.

No Se Trata de un Vacío Mental.-

Por tanto, mantener una mente limpia requiere más que meramente expulsar
los pensamientos malos. Porque si eso fuera posible, el resultado sería un va-
cío mental. Obviamente, el acto positivo de pensar buenos pensamientos es
también esencial. En efecto, el tener buenos pensamientos es la única manera
posible por la cual, una persona puede excluir los malos pensamientos. Así es
exactamente en el mundo físico: dos sustancias materiales no pueden ocupar
el mismo lugar al mismo tiempo. Y es de igual manera en la esfera mental:
dos pensamientos no pueden ocupar la misma mente al mismo tiempo.
Esta idea está implícita en las conocidas palabras de exhortación de Pablo:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo

343
2MCP:683.
344
Las Cartas Grabadas.
Pág. 106

justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay vir-
tud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.345
“Si permitiésemos que nuestras mentes meditasen más en Cristo y en el mun-
do celestial, hallaríamos un estímulo y un apoyo poderoso para pelear las ba-
tallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder al contem-
plar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar junto a la
belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco valor”.346
En estas ideas encontramos una importante razón del por qué es esencial que
leamos y estudiemos nuestras Biblias y los escritos del Espíritu de Profecía.
La disciplina mental, así planteada, no siempre es fácil. Esto es especialmente
cierto si a los pensamientos se les ha permitido o fomentado durante años el
correr por canales equivocados, o simplemente acariciar una idea que sucedió
hace mucho.347
Pero no necesitamos batallar solos:
“Si son débiles en la virtud y la pureza de los pensamientos y actos, pueden
obtener ayuda del Amigo de los desvalidos. Jesús está familiarizado con to-
das las debilidades de la naturaleza humana, y si se le suplica, dará fortaleza
para vencer las más poderosas tentaciones. Todos pueden obtener esta forta-
leza si la buscan con humildad”.348

Excluyendo Aun Cosas Buenas.-

Hay otro pensamiento que necesitamos considerar: Hay algunos temas, bue-
nos en sí mismos, pero que el cristiano no debe invertir tiempo para llegar a
comprenderlos.
“Debemos apartarnos de un sinnúmero de temas que llaman nuestra atención.
Hay asuntos que consumen tiempo y despiertan deseos de saber, pero que
acaban en la nada. Los más altos intereses requieren la estricta atención y
energía que suelen dedicarse tantas veces a cosas relativamente insignifican-
tes”.349
345
Fil. 4:8.
346
MJ:111.
347
“Cuando se ha permitido por mucho tiempo a la mente espaciarse en cosas terrenales, es difícil cambiar las maneras ha-
bituales de pensar. Con demasiada frecuencia atrae la atención y absorbe el interés aquello que el ojo ve y el oído oye.
Pero si queremos entrar en la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos a contemplarlo
aquí con el ojo de la fe. Las palabras y el carácter de Cristo deberían ser con frecuencia el tema de nuestros pensamientos y
nuestra conversación, y se debería dedicar diariamente algún tiempo a la meditación, acompañada de oración, de estos te-
mas sagrados”. MJ:111-112.
348
CN:440.
349
MC:362.
Pág. 107

La vida es corta. El tiempo es fugaz. El tiempo de prueba es breve. Tenemos


solo unos pocos años para perfeccionar caracteres para la eternidad. Cristo
viene. Nuestra atención completa, todos nuestros esfuerzos deberían ser go-
bernados por estos pensamientos. Ellen White dice que deberíamos vivir y
actuar únicamente con referencia a la venida del Hijo del hombre.
En nuestro énfasis sobre la disciplina mental, hay un pensamiento que debe-
ríamos siempre tener en mente:
“Cristo solo puede dirigir correctamente los pensamientos. Él solo puede dar
nobles aspiraciones y amoldar el carácter de acuerdo con la semejanza divina.
Si nos acercamos a él en oración ferviente, llenará nuestro corazón de propó-
sitos elevados y santos, y con hondos anhelos de pureza y justicia”.350
Nuestro mayor énfasis en este capítulo, ha sido sobre la necesidad de cerrar la
mente a cada sugestión del mal. También necesitamos enfatizar la importan-
cia de tener una mente abierta a las verdades de Dios, encontradas en la Bi-
blia y los escritos del Espíritu de Profecía.
En estas fuentes tenemos verdades sobre las cuales podemos depender. No
tenemos que ir a ellas, como tenemos que hacerlo frente a otros escritos, con
una mente en guardia para observar posibles errores. En este respecto pode-
mos relajarnos.

Mentes Cerradas, Mentes Abiertas.-

De hecho, en el mismo grado en que debemos cerrar nuestras mentes a los


pensamientos pecaminosos, deberíamos abrirlas a la Biblia y los escritos del
Espíritu de Profecía.
Habrá momentos en que encontraremos, en el estudio de estos libros, ideas y
requerimientos que agitarán sentimientos de resistencia en nosotros.351 La na-
turaleza humana, el hombre carnal, puede y probablemente a veces se levan-
tará en rebelión contra los consejos hallados. El mismo hecho que estos sen-
timientos se levanten es un indicio de que debemos rendirnos a Cristo en ese
punto particular. Son una señal que necesitamos examinar nuestros corazones
y entender por qué estas emociones se despiertan. Ellas son indicación de que
hay áreas en nuestras vidas que no están todavía plenamente conformadas a
la voluntad de Dios. Son indicadores que sería sabio considerar, no ignorar.
350
CMPA:307.
351
“Si los que profesan ser hijos de Dios, encuentran que su corazón se opone a esta obra directa, deben convencerse de que
tienen que hacer algo para vencer, si no quieren ser vomitados de la boca del Señor”. 1T:172-173; EJ:369.
Pág. 108

Capítulo 15: Dos Lecciones Fundamentales.-

Los discípulos miraron a Cristo con asombro, casi incapaces de creer lo que
sus oídos habían escuchado que Él acababa de decir.
Un joven se había aproximado a su Maestro con la pregunta: “Maestro
bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?”
La primera respuesta de Jesús fue: “Guarda los mandamientos”. Y para ha-
cerle más claro lo que le estaba diciendo, le mencionó algunos de los diez
mandamientos.
“Todo esto lo he guardado desde mi juventud”, dijo el joven. ¿Qué más me
falta?
Este joven era muy rico. Jesús sabía que sus riquezas eran el centro de su vi-
da y mientras así lo fuera, él nunca entraría al Reino de los cielos. Entonces
le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los po-
bres, y tendrás tesoro en el cielo”.
Por un momento el hombre sopesó la declaración de Jesús. Luego, sin decir
palabra, se alejó. El sacrificio era demasiado grande.
Jesús contempló la figura que se alejaba y, tristemente, dijo a los discípulos:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre
en el reino de Dios”.
Esta fue la declaración que dejó atónitos a los doce, porque ellos habían sido
enseñados que las riquezas eran signo del favor de Dios, y la pobreza de su
disfavor. Si este joven, cuya gran riqueza constituía un punto a favor frente a
Dios, no podría entrar en el reino, ¿quién podría?, razonaban.
“¿Quién, pues, podrá ser salvo?”, preguntaron estupefactos.
Notando su asombro, Jesús dijo: “Humanamente hablando, es imposible que
alguien pueda ser salvo, pero con Dios, todas las cosas son posibles”.

Las Dos Lecciones.-

En las palabras de Jesús hay dos lecciones fundamentales que todo cristiano
potencial debería aprender.352 Hasta que no lo hagamos no habremos com-
prendido el ABC del cristianismo.

352
Para la idea básica presentada en este capítulo, estoy en deuda con el libro Absolute Surrender [Entrega Absoluta], de
Andrew Murray.
Pág. 109

1.- Por sí mismo, el hombre no puede hacer absolutamente nada para ganar
su salvación. Sus esfuerzos para vivir una vida santa, están destinados al fra-
caso.
2.- A través de Jesucristo, sus méritos y su fortaleza, el hombre puede cum-
plir cada requerimiento y realizar cada acto necesario para el santo vivir y la
salvación.
Muchos cristianos sinceros viven con la creencia que, por lo menos en parte,
su salvación depende solo de ellos mismos. “Muchos tienen la idea de que
deben hacer alguna de la obra solos”, escribe Ellen White. “Han confiado en
Cristo para el perdón de sus pecados, pero ahora procuran vivir rectamente
por sus propios esfuerzos”.353
Dependen de la observancia del Sábado, pagar el diezmo, la reforma pro-
salud, vida honesta, y otras obras para asegurar la salvación.
Es natural caer en esta actitud. Una de las lecciones más difíciles, que una
persona deseosa de ser cristiana, debe aprender, es que no puede por sus pro-
pios esfuerzos, vencer el pecado. Que Dios no le pide que venza el pecado
por sus propias fuerzas y que nada de lo que él haga por sí mismo para vencer
el pecado le da mérito para el cielo.
El que sinceramente trata por sus propios esfuerzos de vencer el pecado, está
obligado, tarde o temprano, a describir la imposibilidad de su tarea. Como
Pablo, llegará a la conclusión: “Pues no hago lo que quiero, sino lo que abo-
rrezco, eso hago… Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago”.354
Quien realmente trata por sí mismo de guardar la ley se encuentra frente a
una demanda inflexible, que lo deja exhausto. Descubre que el nivel es dema-
siado alto para él. En el esfuerzo por alcanzarlo, cae, se gasta, y sufre derrota.
Encuentra que es un esclavo, una marioneta, para sus hábitos pecaminosos.
En su batalla por vencer, puede sentir resentimiento hacia Dios. Con remor-
dimiento, puede pensar: “Dios, me he arrepentido de mis pecados y pedido
perdón. Estoy tratando de hacer Tu voluntad. Señor, me la paso pidiéndote
que me ayudes a vencer mis pecados. Pero no hago más que fallar. Por algu-
na razón, pareciera que no me ayudas”.
Mientras tanto, su conciencia le dice el por qué de su falla. Es perseguido por
un sentido de culpabilidad y abrumado con un sentimiento de frustración.

353
CC:68.
354
Rom. 7:15-19.
Pág. 110

A una persona le puede tomar largo tiempo el aprender la lección de que no


puede hacer la voluntad de Dios por sí mismo. Cuando lo aprende, esto lo
puede llevar a dos situaciones. Puede llegar a ser un “cristiano nominal”, vi-
viendo continuamente una vida defectuosa, pero pensando que no se puede
hacer mejor y que esa es la suerte del cristiano. O puede llegar a la conclu-
sión: Esto no sirve. No hay nada en el cristianismo que sea capaz de dar la
victoria sobre los pecados y debilidades, y traer paz y esperanza. Quizá es
mejor olvidarlo.

Ambas Lecciones Deben Ser Aprendidas.-

Hay muchos cristianos esforzados que aprenden la primera de nuestras dos


lecciones – que el hombre no puede vivir una vida santa, y así ameritar la
salvación, por su propio esfuerzo. Pero parecen ser muy pocos quienes
aprenden la segunda lección, que, a través de Cristo, la vida santificada, la
victoria cristiana, es abundantemente posible, que “para Dios todo es posi-
ble”.355
Es necesario para el cristiano aprender ambas lecciones antes que pueda en-
tender verdaderamente el camino de la salvación. Si no aprende la primera
lección, que no puede a través de sus esfuerzos obedecer a Dios, irá confian-
do en sus propias obras, su propia justicia, y estará perdido.
Si no aprende que puede tener completa victoria a través de Jesús, avanzará a
lo largo de una vida defectuosa, frustrada y sin fe. Y por esa falta de fe, no
puede recibir salvación.
El hecho que aprendemos estas lecciones con tanta dificultad, a veces nos
conduce a un desequilibrio en nuestras creencias cristianas. Puede haber una
tendencia a enfatizar el perdón de Dios más que sus requisitos de una perfec-
ta obediencia. Una inclinación a enfatizar la Justicia imputada de Cristo, con
la consecuente minimización de su Justicia impartida.356 En otras palabras,
podemos inclinarnos a enfatizar demasiado la Justicia que le es ofrecida al
pecador libremente, y casi olvidar la importancia que la Biblia y el Espíritu
de Profecía le dan a la calidad del carácter que debemos desarrollar. Coloca-
mos poco énfasis sobre citas como: “Cuando está en el corazón el propósito
de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese fin, Jesús acepta es-
355
Mat. 19:26.
“La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado; significa la extirpación de nuestros pecados y el henchi-
356

miento del vacío con las gracias del Espíritu Santo”. PVGM:345; MJ:165.
Pág. 111

ta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio del hombre, y suple la


deficiencia con su propio mérito divino”.357
Este es un tremendo pensamiento y ofrece gran esperanza y ánimo para el
cristiano nacido de nuevo. Pero es únicamente para la persona que genuina-
mente ha nacido de nuevo, como se verá al repasar los puntos vistos en el ca-
pítulo ocho, por ejemplo.
No hay seguridad en esta declaración, para aquellos que son tentados a sentir
que la pueden usar como una excusa para las fallas y caídas habituales. Las
palabras no ofrecen certeza para quien piensa que porque desea hacer lo co-
rrecto, y está haciendo su mejor esfuerzo, no necesita entonces preocuparse,
incluso cuando peque.
Para un entendimiento correcto de tales declaraciones, se necesitan colocarlas
lado a lado con otros pasajes. Sugerimos, por ejemplo, un cuidadoso estudio
del capítulo “Ante el Tribunal Supremo” de Ellen White.358

El Carácter que Todos Debemos Poseer.-

Vamos a mencionar brevemente algunos apartes de este capítulo:


“El vestido de bodas representa el carácter que todos deben poseer para ser
tenidos por dignos convidados a las bodas”.359
“Únicamente el manto que Cristo mismo ha provisto puede hacernos dignos
de aparecer ante la presencia de Dios. Cristo colocará este manto, esta ropa
de su propia justicia sobre cada alma arrepentida y creyente”.360
“En esta vida hemos de vestirnos con el manto de la justicia de Cristo”.361
Entonces Ellen White nos dice lo que el vestido de bodas representa:
“El vestido de boda de la parábola representa el carácter puro y sin mancha
que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo. A la iglesia ‘le fue dado
que se vista de lino fino, limpio y brillante’,362 ‘que no tuviese mancha, ni
arruga, ni cosa semejante’.363 El lino fino, dice la Escritura, ‘son las justifica-
ciones de los santos’”.364
Notemos la particular exactitud con que la Sra. White habla del manto:
357
FO:50.
358
PVGM:249-260.
359
PVGM:249, énfasis suplido.
360
PVGM:253.
361
PVGM:259.
362
Apoc. 19:8.
363
Efe. 5:27.
364
PVGM:252.
Pág. 112

“Es la justicia de Cristo, su propio carácter sin mancha, que por la fe se im-
parte a todos los que lo reciben como Salvador personal”.365
Un estudio de la interpretación de Ellen White al término vestido de bodas,
como figura en el Index (índice) de sus escritos, muestra que de las 13 veces
en las que ella se refiere al tema, la mayoría son ambiguas – podrían enten-
derse como significando ya sea la justicia imputada o la impartida, o ambas.
Pero cuando ella es más específica, en casi todos los casos parece sugerir la
justicia impartida. La cita anterior por ejemplo, es inequívoca.
Notamos que ella lo conecta con Apoc. 19:8 (‘el lino fino es las acciones jus-
tas de los santos’). El Comentario Bíblico Adventista dice al respecto: “[El
término griego usado] se aplica particularmente a las acciones del cristiano, a
su vida victoriosa desarrollada por la gracia interior de Cristo”.366
Considerando otra vez lo leído: Todos quienes tengan parte en la cena de bo-
das, deben tener el vestido de bodas. Ese manto representa el “carácter puro y
sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo”. Pero el énfa-
sis que Ellen White hace, no es sobre la Justicia IMPUTADA, sino sobre la
Justicia IMPARTIDA.367
¿Qué significa esto?
“Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como
ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfec-
cionada por una vida de constante resistencia al mal, el Salvador mostró que
cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfec-
ción de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que no-
sotros también podemos obtener una victoria completa”.368

365
PVGM:252, énfasis suplido.
366
7A:885.
367
Cuando se hace énfasis en este requisito, frecuentemente surge la siguiente inquietud: pero ¿qué hay acerca del ladrón en
la cruz? ¿Qué oportunidad tuvo él aparte de una justicia imputada? Pero, él será salvo, ¿no es cierto?
Siendo la implicación: ¿Es este asunto de la justicia impartida tan importante?
Primero debemos recordar que, se requiere una entrega total e incondicional y esta trae la justificación, el perdón y el nuevo
nacimiento. El ladrón hizo esta entrega. Segundo, el mismo acto de rendirnos trae al Espíritu Santo a la vida, y “el imparti-
miento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo”. DTG:745. Por consiguiente, el carácter de Cristo había sido y
estaba siendo impartido al ladrón durante las pocas horas que él vivió. La Justicia comienza a ser impartida desde el mo-
mento en que esta es imputada.
Para una explicación de impartida en el sentido “absoluto”, ver los siguientes dos capítulos.
“Todo el poder es colocado en sus manos, y él puede dispensar ricos dones a los hombres, impartiendo el inapreciable don
de su propia justicia al desvalido agente humano. Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el men-
saje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz, y acompañado por el derramamiento de su espíritu en gran me-
dida”. TM:89; Ev:143; EUD:204.
368
HAp:424.
Pág. 113

“Lo que Cristo era en su humanidad perfecta, debemos serlo nosotros; porque
debemos formar caracteres para la eternidad”.369
“Esa perfección de carácter que el Señor requiere es la preparación de todo el
ser como un templo para la morada del Espíritu Santo. Dios no aceptará nada
menos que el servicio de todo el organismo humano. No basta poner en ac-
ción algunas partes de la maquinaria viviente. Todas las partes deben trabajar
en armonía perfecta, o el servicio será deficiente. Así es como el hombre es
calificado para cooperar con Dios representando a Cristo ante el mundo. Así
Dios desea preparar a un pueblo que esté delante de él puro y santo, para po-
der introducirlo en la sociedad de los ángeles celestiales”.370
Hay, literalmente, cantidades de citas del Espíritu de Profecía, expresando la
misma idea que pudieran ser citadas.
Sí, entonces, debemos tener más que el perdón de Dios y la justicia imputada
de Jesús; hay una cosa que los cristianos deben obtener en la vida, esto es –
victoria.
Como una mujer me dijo: “No es suficiente tener la justicia de Jesús cubrien-
do mis imperfecciones. Esto es maravilloso y estoy agradecida por su perdón.
Pero debo tener victoria en mi vida. No puedo seguir viviendo frustrantes de-
rrotas”.
Y podemos tener victoria. La Biblia y el Espíritu de Profecía hacen amplia-
mente sencillo que la victoria completa sobre cada pecado, cada debilidad,
cada tendencia hereditaria al mal, es abundantemente segura, si cumplimos
las condiciones.
“Todo lo que pertenece a la vida y a la piedad nos fue dado por su divino po-
der, por el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y virtud. Por
ese medio nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
lleguemos a participar de la naturaleza divina, y nos libremos de la corrup-
ción que está en el mundo por causa de los malos deseos”.371
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”.372
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo”.373
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó”.374
369
TM:172.
370
DNC:121.
371
2 Pedro 1:3-4.
372
2 Cor. 2:14.
373
1 Cor. 15:57.
Pág. 114

“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley,


sino bajo la gracia”.375
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.376
“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría”.377
Las siguientes citas son representativas de las muchas que encontramos en
los escritos de Ellen White:
“Por medio de la fe, el hombre es participante de la naturaleza divina, y ven-
cer cada tentación a la cual se vea enfrentado”.378
“Podemos vencer. Sí, plenamente y por completo. Jesús murió para darnos
una vía de escape, para que podamos vencer todo mal genio, todo pecado, to-
da tentación y sentarnos finalmente con Él”.379
“Si confiamos en él, y le entregamos nuestros caminos, Él dirigirá nuestros
pasos en la senda exacta que resultará en nuestra obtención de victoria sobre
cada pasión mala, y cada rasgo de carácter que es desemejante al carácter de
nuestro Modelo divino”.380
“El hombre puede llegar a ser participante de la naturaleza divina. No vive
una sola alma que no pueda pedir la ayuda del cielo en la tentación y la prue-
ba. Cristo vino para revelar la fuente de su poder a fin de que el hombre nun-
ca necesitara depender de sus capacidades humanas desvalidas”.381
“Hombres y mujeres pueden vivir la vida que Cristo vivió en este mundo si
se revisten de su poder y siguen sus instrucciones. Pueden recibir en su lucha
con Satanás, todos los socorros que Cristo mismo recibió. Pueden llegar a ser
más que vencedores, por Aquel que los amó y se dio a sí mismo por ellos”.382
Volveremos a este tema de la victoria en el capítulo 19 después del análisis
de otros temas en los próximos tres capítulos.

374
Rom. 8:37.
375
Rom. 6:14.
376
Fil. 4:13.
377
Judas 24.
378
3MS:158.
379
1T:136, traducido directamente del inglés:144; RP:369.
380
NEV:316.
381
1MS:478.
382
9T:19.
Pág. 115

Capítulo 16: ¿Tenía Satanás Razón?

“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y


recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.383
En torno a este hombre, Job, se representó un drama, que ha intrigado e ins-
truido a los hombres desde entonces. Es posible que Job mismo nunca haya
sabido del drama invisible, jugado detrás del telón, el cual envolvió a los
grandes poderes antagónicos en el universo, Dios y Satanás.
El escenario del drama tuvo lugar durante un concilio, posiblemente de los
regidores de los millones de mundos habitados a través del universo. Satanás
acudió aparentemente como el príncipe de este mundo. Está registrado un
diálogo entre Jehová y Satanás, durante el cual, este último sugiere que la tie-
rra entera está bajo su control. Entonces, Dios le recuerda a Satanás que había
a lo menos un hombre, Job, quien no era su súbdito, sino que obedecía a
Dios.
A esto Satanás respondió: “¿Acaso teme384 Job a Dios de balde? ¿No le has
cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? … Pero extiende
ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu
misma presencia”.385
Conocemos el desarrollo y el fin del drama. A pesar de que a Satanás le fue
permitido probar a Job hasta el límite, Job perseveró en su fidelidad a Dios.

El Desafío Perenne de Satanás.-

El desafío que Satanás arrojó delante de Dios respecto a la lealtad de Job, es


el que ha estado lanzando a través de los siglos. Y es un desafío que envuelve
a cada profeso hijo de Dios. Porque en esencia, lo que Satanás estaba impli-
cando era: “Observe, Job realmente no guarda sus mandamientos. La única
razón por la cual él pareciera hacerlo, es porque usted le ha prosperado y pro-
tegido. Pero permítale ser probado realmente y entonces se dará cuenta que
es demasiado débil, demasiado centrado en sí mismo como para permanecer
leal. Y cualquier otro ser humano es, ciertamente, como él”.

383
Job 1:1.
384
Término que denota lealtad y obediencia.
385
Job 1:9-11.
Pág. 116

“Satanás representa la divina ley de amor como una ley de egoísmo. Declara
que nos es imposible obedecer sus preceptos”.386
“Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás
ha consistido en destruir la ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el
Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la misma lucha en la tie-
rra”.387
En el Deseado, Ellen White, describe los líderes judíos de los días de Jesús
como haciendo eco a la afirmación de Satanás. “Los rabinos representaban
virtualmente a Dios como autor de leyes cuyo cumplimiento era imposible
para los hombres”.388 A través de los siglos, de una u otra manera, muchos lí-
deres religiosos y sus seguidores han estado de acuerdo con ellos.
Pero Dios afirma que el hombre puede guardar su ley, y Él espera que lo ha-
ga. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”.389 “Mas
tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin
que os falte cosa alguna”.390
“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría”.391
Muchos teólogos conservadores reconocen las alturas de los logros que Dios
requiere de su pueblo.
“En el Nuevo Testamento, la única vida cristiana aceptable es la de entera
santificación. Para quienes se están quedando cortos en esto, hay exhortacio-
nes, advertencias, exposiciones, invitaciones, y oraciones. Pero la vida ahí
presentada a cada creyente, es una de una voluntad rendida, un corazón obe-
diente, una vida victoriosa llena del espíritu de unión con Cristo, trayendo
salvación del pecado, y dirigiendo a un continuo crecimiento, a través del in-
cremento del conocimiento y las múltiples tentaciones”.392
Después de examinar un número de palabras de la Escritura que describen los
requisitos morales de Dios para sus seguidores, R. B. Girdlestone comenta:

386
DTG:15.
387
CS:639; comparar con DTG:21, 275, 709-710; PP:62-63.
388
DTG:250.
389
1 Tes. 5:23-24.
390
Santiago 1:4.
391
Judas 24.
392
Hastings, James, Thessalonians to Hebrews [De Tesalonicenses a Hebreos], página 52.
Pág. 117

“Por lo tanto, vemos que el nivel de perfección colocado ante todos los cris-
tianos en el Nuevo Testamento es muy elevado, en verdad no queda lugar pa-
ra ningún mal obrar; pero la promesa del poder necesitado es igualmente ex-
plícita”.393
“Se requiere exacta obediencia, y aquellos que dicen que no es posible vivir
una vida perfecta lanzan sobre Dios la imputación de injusticia y falsedad”.394
“Dios requiere en este momento, justo lo que Él requirió de Adán en el paraí-
so antes de la caída - perfecta obediencia a su ley”.395
“La obediencia que Cristo rindió es la que Dios requiere de los seres huma-
nos hoy día”.396
En este punto llegamos a un problema que tienen algunos adventistas. Proba-
blemente, ninguno de nosotros tenemos problema concerniente a la naturale-
za eterna e inmutable de la ley de Dios. Sabemos que Jesús guardó la ley per-
fectamente. Y correctamente creemos, que cuando lo aceptamos verdadera-
mente a Él como nuestro Salvador, su inmaculada obediencia a la ley, nos es
imputada y podemos comparecer ante Dios, como si nunca hubiéramos peca-
do.

¡Una Idea Increíble!

Pero algunos de nosotros pensamos que es una idea increíble e inconcebible,


que aspiremos a guardar la ley tan perfectamente como Jesús lo hizo. Algu-
nos insisten que no es posible, para ningún hombre, el alcanzar con perfec-
ción ese nivel. Y que en verdad, el cristiano está obligado a batallar con el
pecado a través de su vida. Y que también significa que está propenso a caer,
aunque en un menor y cada vez menor grado. Más que por la misma natura-
leza de la situación, se mantendrá cayendo hasta que Jesús regrese. Que no
puede hacer nada más a causa de que “en maldad” [fue] formado y en pecado
[le] concibió [su] madre”397, mientras que Jesús sí nació sin ninguna tenden-
cia a pecar.
Pero un pensamiento debiera eclipsar todos estos conceptos. Si es imposible
para el hombre, en la fortaleza de Cristo, guardar la ley de Dios perfectamen-

393
Synonyms of the Old Testaments [Sinónimos del Antiguo Testamento], página 99.
394
The Southern Review, 5 de Diciembre de 1899, citada posteriormente en RH, 7 de Febrero de 1957.
395
RH, 15 de Julio de 1890.
396
PVGM:225.
397
Salmo 51:5.
Pág. 118

te, entonces Satanás tiene razón. Dios es injusto. Es imposible para nosotros
el obedecer los preceptos de la ley. Dios está pidiéndonos demasiado.
Hay otro asunto envuelto, más cruel y más importante que aun el honor de
Dios mismo. Ellen White lo explica de esta manera:
“El Señor desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás
mostrando los resultados de la obediencia a los principios rectos”.398
“La misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de
Dios, el honor de Cristo, están comprometidos en la perfección del carácter
de su pueblo”.399

Tomando Otra Perspectiva.-

Los dos conceptos que hemos considerado – que si Dios no puede capacitar
al hombre para guardar perfectamente su ley, Satanás está en lo correcto y
que el honor de Dios y del Hijo están sujetos a nuestro desarrollo de caracte-
res semejantes a Cristo – exigen que demos otro vistazo a nuestra relación
con Cristo, con Dios, y la ley moral.
Cristo “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.400 El Padre envió “a
su propio Hijo en una forma semejante a nuestra naturaleza pecaminosa”. 401
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser mi-
sericordioso y fiel sumo cerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los
pecados del pueblo”.402
“Nuestro Salvador tomó la humanidad, con todas sus debilidades. Tomó la
naturaleza del hombre con la posibilidad de ceder en la tentación. No tene-
mos nada que soportar, que él no haya soportado”.403
“Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verda-
dero ser humano. En nuestras conclusiones cometemos muchos errores debi-
do a nuestras opiniones equivocadas acerca de la naturaleza humana de nues-
tro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza humana un poder que es
imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satanás, destruimos el
398
PVGM:238.
399
DTG:625.
400
Fil. 2:7-8.
401
Rom. 8:3, NEB.
402
Heb. 2:17.
403
DTG:92, traducción directa del inglés:117.
Pág. 119

carácter completo de su humanidad. Él da a todos los que lo reciben por la fe,


su gracia y su poder que les atribuye. La obediencia de Cristo a su Padre era
[y es] la misma obediencia que se requería del hombre.
El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que el poder divino
se combine con su capacidad. Tal ocurría también con Cristo Jesús: él podía
echar mano del poder divino. El no vino a nuestro mundo para prestar obe-
diencia como un dios menor a otro mayor, sino como un hombre que debía
obedecer la santa ley de Dios. Y de esta manera él es nuestro ejemplo”.404
Entonces, el requisito de Dios para nosotros es vivir la clase de vida perfecta
que los hombres pueden vivir en su esfera.405 Fue la clase de vida que Cristo
vivió, la vida de un hombre perfecto. No de un Dios.
“Nuestra obra es esforzarnos para alcanzar, en nuestra esfera de acción, la
perfección que Cristo en su vida terrenal alcanzó en cada esfera del carácter.
Él es nuestro ejemplo. En todas las cosas, hemos de esforzarnos para honrar a
Dios en carácter. Al no alcanzar, día tras día los requerimientos divinos, es-
tamos poniendo en peligro la salvación de nuestra propia alma”.406
“El Señor requiere la perfección de su familia redimida. Espera de nosotros la
perfección que Cristo reveló en su humanidad”.407

Un Concepto Conflictivo.-

A estas alturas nos confrontamos con un tema que ha desafiado y complicado


a la iglesia cristiana durante siglos, y que también desafía a la Iglesia Adven-
tista del Séptimo Día hoy: la perfección.
Cuando estudiamos el Espíritu de Profecía a la luz de lo que el Señor espera
de su pueblo, es imposible evitar el término, porque Ellen White lo usa vez
tras vez en esta conexión. Por cuanto lo usa tantas veces y a menudo coloca-
do en un contexto que nos ayuda a entender lo que ella quiere decir, creemos
que nos es posible conseguir a partir de sus escritos un entendimiento del

404
3MS:158.
405
“Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de tendencias y hábitos hereditarios o adquiridos. En vez de quedar
sujetos a la naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que peleemos contra el mal con nues-
tras fuerzas limitadas. Cualesquiera que sean las tendencias al mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos vencerlas
mediante la fuerza que Dios está pronto a darnos”. MC:131.
406
AFC:132.
407
CN:450.
Pág. 120

concepto que se construye sobre la enseñanza bíblica, y que nos lleva a un


magnífico cuadro del concepto.
Entender tal pensamiento exige que en primer lugar demos un vistazo al tér-
mino, como es usado en la Biblia.
Este libro no es un texto en el cual el autor hace un examen erudito y detalla-
do de los términos bíblicos del Griego y del Hebreo, que son traducidos como
“perfecto”. Un breve resumen basta.
Es posible explicar las palabras hebreas observando lo que ellas significan,
varias definiciones entre otras son: completo, entero, sin culpa, terminado.
Pero como el tema de la perfección se destaca mucho más en el Nuevo Tes-
tamento, estaría bien el mirar un poco más de cerca, las palabras Griegas que
son traducidas en diversas formas con el término “perfecto”. Es la palabra te-
leios que viene de la raíz telos, significando un fin.
Teleios significa, entre otras definiciones: entero, perfecto, plenamente creci-
do, totalmente lleno, maduro, completo.
En su obra Word Pictures in the New Testament408, A. T. Robertson, comen-
tando Mat. 5:48, “sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está
en los cielos es perfecto”, dice al respecto: “La palabra [perfecto] viene de
Telos que significa: fin, blanco, límite. Acá hay un blanco colocado ante no-
sotros, el nivel estándar de nuestro Padre celestial. La palabra también es
usada para una perfección relativa, como la de los adultos comparada con los
niños.
Sobre esto Ellen White dice:
“El ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar el
más sublime pensamiento humano. "Sed, pues, vosotros perfectos, como
vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." Esta orden es una promesa.
El plan de redención contempla nuestro completo rescate del poder de Sata-
nás. Cristo separa siempre del pecado al alma contrita. Vino para destruir las
obras del diablo, y ha hecho provisión para que el Espíritu Santo sea imparti-
do a toda alma arrepentida, para guardarla de pecar”.409

Perfectos en Nuestra Esfera.-

408
Cuadros de las Palabras del Nuevo Testamento.
409
DTG:277.
Pág. 121

En Mi Vida Hoy, Ellen White amplía a Mateo 5:48 escribiendo: “Podemos


ser perfectos en nuestra esfera, así como Él es perfecto en la suya”.410 Abor-
daremos esta idea nuevamente en el capítulo siguiente.
Comentando sobre la forma sustantivada de la palabra telos, la cual es teleioi:
uno que es perfecto, Richard C. Trench observa:
“En un sentido natural el teleioi son los adultos, quienes han alcanzado el lí-
mite máximo de estatura, fortaleza y poder mental que puedan alcanzar, es-
tando unido a su telos en todos estos aspectos, distinguiéndose del neoi o
paides que son los jóvenes o niños”.411
Luego resume:
“La distinción entonces es clara… El teleios es uno que ha alcanzado su meta
moral, esa que estuvo intentando: ser un hombre en Cristo. Sin embargo,
puede ser verdad que habiendo alcanzado esta meta, otras y más altas se
abran ante él, para que Cristo se forme en su interior, más y más”.412

Verdad versus Fanatismo.-

Ahora, el hecho de que la idea de perfección condujo en el pasado a algunos


hombres y mujeres a hacer afirmaciones exageradas y a practicar actos faná-
ticos y aun inmorales, tales cosas no deberían conducir a los Adventistas del
Séptimo Día a repudiar todo el concepto, y colocarlo fuera del alcance. 413 La
exageración y el fanatismo han estado conectados a muchas otras enseñanzas
de la Biblia en forma similar, pero no rechazamos esas enseñanzas a causa de
tales anomalías.
Además, el hecho de que Ellen White no evita o desprecia el concepto, ex-
cepto cuando está confrontando el fanatismo, sino que prefiere usar el tér-
mino en un sentido que a menudo parece aproximarse al significado absoluto
– por el cual yo quiero decir total e ininterrumpida victoria sobre cada pecado
en pensamiento, motivo, y acción que haya en la vida – lo cual debería lle-
varnos a examinar la idea cuidadosamente.
Creemos que, sobre la base de los escritos del Espíritu de Profecía, hay un
camino para entender el concepto de perfección que principalmente eliminará

410
MVH:38.
411
Synonyms of the New Testament [Sinónimos del Nuevo Testamento], página 75.
412
Synonyms of the New Testament [Sinónimos del Nuevo Testamento], página 77.
413
“Que nadie tema incurrir en extremos mientras estudia detenidamente la Palabra y humilla el alma a cada paso”.
2MS:24.
Pág. 122

las objeciones que se han levantado en su contra a través de los siglos. Este
sendero es el tema del siguiente capitulo.
Pág. 123

Capítulo 17: Probando Que Satanás Está Equivocado.-

La vida de la persona nacida de nuevo es una vida totalmente rendida a Cris-


to. Esta entrega es de la mente, el corazón y la voluntad. Los deseos, la vo-
luntad, los motivos, las ambiciones, las actitudes, están ahora centrados en
Cristo y dirigidos por Cristo en vez de estar centrados y dirigidos por el yo.
Pero aun cuando hay un “nuevo corazón” como justamente se ha definido,
esto no significa que cada hábito indeseable, profundamente grabado en
nuestro cerebro y células nerviosas, está borrado.414 Estos hábitos estampados
están todavía allí. Tienen que ser repudiados, fuertemente enfrentados, con-
quistados, mantenidos bajo control, y eliminados por nosotros, con la ayuda
de Cristo.
“La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar
mano a voluntad y abandonarlo cuando nos plazca. Solo si nuestro propósito
es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria final. El
que persevera hasta el fin, ése será salvo”.415
“Los que venzan deben emplear al máximo cada facultad de su ser. Deben
luchar afanosamente sobre sus rodillas pidiendo poder divino delante de
Dios… La divinidad y la humanidad podrá combinarse en ellos”. 416
En virtud que día por día, el cristiano que se ha entregado coopera con Cristo
en deshacer de sí mismo las propensiones pecaminosas, sus impulsos al pe-
cado llegan a ser más y más débiles y así más fácil vencer. El pecado estam-
pado sobre las células cerebrales donde el hábito está registrado, va debili-
tándose y es gradualmente eliminado y reemplazado por el impulso del buen
hábito que el cristiano está desarrollando.
“A medida que nos hagamos partícipes de la naturaleza divina, se irán elimi-
nando del carácter las tendencias al mal hereditarias y cultivadas, y nos ire-
mos transformando en un poder viviente para el bien. Al aprender constante-
mente del Maestro divino, al participar diariamente de su naturaleza, coope-
ramos con Dios en vencer las tentaciones de Satanás. Dios y el hombre obran
de común acuerdo a fin de que éste pueda ser uno con Cristo así como Cristo
es uno con Dios. Entonces nos sentaremos juntamente con Cristo en los luga-
res celestiales, y nuestra mente reposará en paz y seguridad en Jesús”.417
414
“Las pasiones inferiores tienen su sede en el cuerpo y obran por su medio. Las palabras “carne”, o “concupiscencias car-
nales” abarcan la naturaleza inferior y corrupta”. HC:113.
415
2T:93.
416
7ª:202; traducción directa del inglés:1082; Biblia de Estudios:14.
417
Maranata:223.
Pág. 124

Como día a día el cristiano coopera en el trabajo de vencer, llega el tiempo


cuando cada impulso al pecado ha sido subyugado tanto que su impresión so-
bre el cerebro y las células nerviosas, es demasiado débil para desencadenar
una reacción.
Tengo la convicción de que sobre esta condición fue que Ellen White escri-
bió:
“Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pen-
samientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en con-
formidad con su, voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan sólo
ejecutando nuestros propios impulsos”.418
¿Significa que el cristiano puede llegar al punto donde no pecará?
“Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como
ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfec-
cionada por una vida de constante resistencia al mal, el Salvador mostró que
cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfec-
ción de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que no-
sotros también podemos obtener una victoria completa”.419
“Perfecta obediencia es requerida, y aquellos que dicen que no es posible vi-
vir una vida perfecta, arrojan a Dios la acusación de injusticia y falsedad”.420
“El que no tiene suficiente fe en Cristo para creer que él puede guardarlo del
pecado, no tiene la fe que le dará entrada en el reino de Dios”.421

Objeciones a la Perfección.-

Existen, y es entendible, una cantidad de objeciones que se han levantado


contra la enseñanza de la perfección, por causa de las experiencias del pasa-
do, lo cual ya fue aludido. Pero la perfección tal como creemos que se puede
entender en los escritos del Espíritu de Profecía:
No significa carne santa. “Y si bien es cierto que no podemos reclamar la
perfección de la carne, podemos tener la perfección cristiana del alma”.422
No significa que es imposible pecar. Esto ha sido lúcidamente explicado por
alguien que dijo: “No es imposible pecar, pero es posible no pecar”. “Cristo
vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios para que el hombre pu-
418
DTG:621.
419
HAp:424.
420
RH, 7 de Febrero de 1957.
421
3MS:412.
422
2MS:36.
Pág. 125

diera dominar perfectamente las inclinaciones naturales que corrompen el


alma”.423
No significa que llegará algún momento cuando seremos capaces de ven-
cer por nosotros mismos. “No hay seguridad separándonos un solo momen-
to de Cristo”.424 “La gracia divina se necesita al comienzo, se necesita gracia
divina a cada paso de avance, y solo la gracia divina puede completar la
obra”.425
No lleva a nadie a sentir que es santo, perfecto, o a tener orgullo o con-
fianza propia. Una razón para esto, es que quien alcanza la condición descri-
ta por Ellen White, no sabrá que la tiene.426 Ese fue aparentemente el caso de
Pablo. Durante su primer encarcelamiento en Roma, trazó la epístola a los Fi-
lipenses en la cual escribió: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea per-
fecto; sino que prosigo…”.427 Estas palabras fueron escritas hacia el fin de la
vida del apóstol. Él fue decapitado tan solo cinco años más tarde. Sin embar-
go de Pablo, Ellen White escribió: “Pablo alcanzó la plena estatura moral de
un hombre en Cristo Jesús”.428
Necesitamos colocar justamente al lado del texto mencionado de Filipenses,
el versículo 15 en el cual Pablo se clasifica a sí mismo con aquellos que son
“perfectos”. Esta contradicción es solo aparente, no real. El CBA al explicar
el versículo 15 dice: “El concepto que aquí se expresa no contradice la decla-
ración429, donde Pablo niega que hubiera alcanzado la perfección final.
Aquí430 está empleando el vocablo “perfectos” en sentido relativo”.431

423
MC:92.
424
MJ:113.
425
TM:516. “Cuando nos percatamos de nuestra debilidad, aprendemos a no depender de un poder inherente. Nada puede
posesionarse tan fuertemente del corazón como el sentimiento permanente de nuestra responsabilidad ante Dios Nada alcan-
za tan plenamente a los motivos más profundos de la conducta como la sensación del amor perdonador de Cristo. Debemos
ponernos en comunión con Dios; entonces seremos dotados de su Espíritu Santo, el cual nos capacita para relacionarnos con
nuestros semejantes. Por lo tanto, gozaos de que mediante Cristo habéis sido puestos en comunión con Dios, como miem-
bros de la familia celestial. Mientras miréis más arriba que vosotros mismos, tendréis un sentimiento continuo de la flaqueza
de la humanidad”. DTG:456.
426
“El Espíritu Santo , el Consolador… es el que cambia nuestro carácter a la imagen de Cristo, y cuando esto se logra, re-
flejamos como en un espejo la gloria del Señor; es decir, el carácter del que así contempla a Cristo es tan semejante al del
Señor, que el que lo mira ve el propio carácter de Cristo que brilla como procedente de un espejo. En forma imperceptible
para nosotros somos transformados día tras día, de nuestros propios caminos y nuestra propia voluntad a los caminos y a la
voluntad de Cristo, a la belleza de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconcientemente reflejamos su imagen”. 7A:319;
Biblia de Estudios:247.
427
Fil. 3:12.
428
7A:345; Biblia de Estudios:289.
429
De Fil. 3:12.
430
En el verso 15.
431
7A:176.
Pág. 126

En Signs of the Times432, la señora White puntualizó: “Usted puede no darse


cuenta que está creciendo en Cristo, su cabeza viviente. Su parte es simple-
mente someter sus caminos y su voluntad a Dios. Usted ha de entregarse con-
fiada y plenamente a Dios, sabiendo que por sí mismo no puede alcanzar el
crecimiento”.
En esta última frase encontramos la razón principal por qué quien refleja el
carácter de Cristo plenamente, aun si pudiera saber lo que él hace, nunca sen-
tirá que él lo ha conseguido, ni estará inclinado de alguna manera a darse a sí
mismo una palmadita en la espalda. Humildemente, sabrá, a través de la
amarga experiencia, que él mismo no se puede deshacer de su inclinación he-
redada y cultivada al pecado. Ha aprendido que su única fortaleza, su única
esperanza, su única suficiencia, su única posibilidad, está en su Salvador,
quien es el único que puede producir una buena cosa de una mala.433
Porque quien alcanza el punto donde no desea más comprometerse con el pe-
cado, no lo sabrá, y porque “no es imposible pecar, pero es posible no pecar”,
“no podremos decir: ‘Yo estoy sin pecado’, hasta que este cuerpo vil sea
cambiado y transformado a la semejanza de su cuerpo glorioso”.434
Contradictoriamente, como puede parecer a alguno en primera instancia, “lo-
grar en esta vida la perfección de carácter” no significa llegar a ser tan insu-
perablemente perfecto como lo es Dios. No quiere decir que se ha alcanzado
lo absoluto, el último límite de crecimiento. Hemos notado que los cristianos
son los que manifiestan la clase de vida perfecta que Jesús vivió sobre la tie-
rra. Aquellos que finalmente alcanzan esa condición obtenida en cooperación
con Él, lo harán a partir de dos aspectos. Ellos habrán vencido completamen-
te las cualidades negativas en sus vidas, el pecado. Y habrán implementado
las cualidades positivas. En otras palabras, cesarán de pecar, completamente,
y manifestarán plenamente en su estado actual las cualidades de la perfección
moral mostradas por Cristo como hombre. Así pues serán perfectos en su es-
fera como Dios es perfecto en la suya, la cual está infinitamente por encima
de la del hombre.
Como hombre, Cristo reveló un cuadro severamente limitado de su Divini-
dad. Su gloria, Su carácter, fue vivido dentro de las fronteras que limitan al
432
ST, 22 de Agosto de 1911.
433
“Nadie puede estar seguro, a menos que desconfíe de sí mismo y fije continuamente su atención en la palabra de Dios,
estudiándola con un corazón dispuesto a descubrir sus propios errores, y captar cual es la voluntad de Cristo para que ella
sea hecha en sí mismo, y por su intermedio, también en otros. Con sus hechos muestran que no confían en sí mismos, son en
Jesús”. RP:55.
434
3MS:406, traducción directa del inglés:355.
Pág. 127

ser humano. Pero, bajo estas limitaciones, y revelando al hombre tanto como
este podía comprender, Cristo vivió una vida perfecta, un cumplimiento
pleno de la idea absoluta de madurez.
Justamente aquí deseo hacer un paréntesis por un momento, para traer una
idea que, aunque no está directamente conectada con lo que hemos estado
discutiendo, no obstante está vitalmente relacionada y es muy importante en
el contexto del título de nuestro capítulo “Probando que Satanás Está Equi-
vocado”.
En el Deseado435 leemos sobre el tiempo cuando, desde el punto de vista del
desarrollo del carácter del hombre, la controversia habría alcanzado su clí-
max. Aludiendo al “fin del tiempo” la autora dice:
“Habrá solamente dos clases. Todo carácter quedará plenamente definido; y
todos demostrarán si han elegido el lado de la lealtad o el de la rebelión. En-
tonces vendrá el fin. Dios vindicará su ley y librará a su pueblo”.

Las Embotadas Facultades del Hombre.-

El hombre, en la carne, con todas sus facultades enormemente embotadas por


el pecado, está limitado intelectual, espiritual, social, estética y sensorialmen-
te. Pero todo esto será cambiado, cuando a los redimidos les sea dado un
cuerpo “semejante al cuerpo de la gloria suya”.436 Con el principio del peca-
do, el elemento negativo, enteramente eliminado del carácter, con mentes y
cuerpos infinitamente mejores y más sensitivos que los que ahora poseemos,
empezaremos a crecer de una manera de la cual actualmente no podemos te-
ner idea.437 En el reino de Cristo:
“Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición
de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías. Las ma-
yores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más su-
blimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán
nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades
que comprender, nuevos objetos que agucen las facultades del espíritu, del
alma y del cuerpo”.438

435
DTG:712.
436
Fil. 3:21.
437
“[El hombre]… puede progresar en dignidad mental y moral, hasta alcanzar una perfección de la inteligencia y una pure-
za de carácter tan solo un poco inferiores a la perfección y la pureza de los ángeles”. SC:279; 1JT:481.
438
CS:736.
Pág. 128

“Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revela-


ciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como
el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha
irán en aumento”.439
“Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo,
llevarán consigo a las mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el
cielo mejoraremos continuamente. Cuán importante es, pues, el desarrollo del
carácter en esta vida”.440
Por tanto, la persona que en esta vida se rinde a sí mismo, totalmente, sin re-
servas, a la voluntad de Dios, en cooperación con Jesús, crecerá alejado del
pecado, la cualidad negativa de la vida, hasta que Jesús puede “guardarlo de
pecar”. Al mismo tiempo empieza a crecer en todas las cualidades positivas –
amor, gratitud, afecto, servicio y otras.441
Esa persona continuará creciendo a través de la eternidad. Este crecimiento,
en lo que concierne al hombre, parece ser que no será absoluto, no tendrá un
límite, pues estas cualidades son infinitas en Dios y el hombre nunca lo igua-
lará.
En este punto, es esencial que agreguemos una idea adicional, muy importan-
te. Debido a que un cristiano que se ha colocado a sí mismo en las manos de
Jesús, y su vida ha sido de tal manera moldeada que finalmente no se com-
promete más con el pecado, no significa que no puede pecar. Previamente es-
tablecimos que “no es imposible pecar, pero es posible no pecar”. Examine-
mos el tema a la luz de esta declaración.
Hay afirmaciones en el Espíritu de Profecía que, si no son adecuadamente en-
tendidas, parecen contradecir lo que hemos escrito. El siguiente es uno entre
ellos.
“La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda
la vida. No se la consigue por medio de un feliz arranque de los sentimientos,
sino que es el resultado de morir constantemente al pecado y vivir cada día
para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse reformas en el ca-
rácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos
mediante un prolongado y perseverante trabajo, penosa disciplina y duro con-
flicto. No sabemos en el día actual cuán intenso será nuestro conflicto en el

439
CS:736.
440
PVGM:267.
441
“Día tras día crecía [Enoc] alejándose de su propio camino y penetrando en el camino de Cristo”. 7A:319; Biblia de Es-
tudios:247.
Pág. 129

siguiente. Mientras reine Satanás, tendremos que dominarnos a nosotros


mismos y vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no habrá
un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: Alcancé
plenamente el blanco. La santificación es el resultado de la obediencia pres-
tada durante toda la vida”.442
Una pregunta que puede levantarse es: Si es posible “en esta vida obtener la
perfección de carácter”; si es posible que Cristo pueda “guardar al cristiano
del pecado”, ¿cómo decimos también que “mientras reine Satanás [lo cual
ocurrirá hasta la venida de Cristo] tendremos que someter el yo, y que no ha-
brá un sitio donde podamos detenernos?

Una Alegoría.-

Quizá una sencilla parábola nos ayude a encontrar la solución.


Hay un reino en una isla, con una ciudad fortificada como cuartel, que tiene a
un tirano como rey.
Llega un tiempo cuando los habitantes de este reino, empiezan a gemir bajo
su tiranía y desean deshacerse de él. Colocan todo ahínco para destronarlo,
pero sus esfuerzos son vanos. Él es demasiado fuerte y está muy atrincherado
para ellos.
Finalmente concluyen que es inútil tratar de deponer al rey. Él tiene fuerzas
disponibles que ellos no tienen. La única manera en que serán capaces de
deshacerse de él, sería llamando a otro rey para que les ayude.
Así que abordan al rey de otro país y le preguntan si los liberará del tirano. Él
dice: “Enviaré a mi Hijo, el príncipe heredero, para que les ayude”.
El Príncipe heredero está de acuerdo en ayudar. Pero hay condiciones. Él di-
ce: “Hay una única manera en que puedo ayudarles. Su tirano es tan fuerte,
tan sutil, tan dominante, que para poder derrotarlo, ustedes deben darme el
control absoluto, y hacer totalmente lo que yo les pida”.
Ellos dicen estar de acuerdo. Entonces él añade: “Aunque yo pido una coope-
ración y obediencia total si yo voy a ser su rey, les regiré tan solo mientras
ustedes lo quieran. Yo deseo ser querido como su rey. Así que cuando me pi-
dan que renuncie, lo haré”.
Con este entendimiento, el príncipe depone al tirano, y llega a ser el nuevo
rey, legislando con amor y benevolencia.

442
HAp:447-448.
Pág. 130

Pero el tirano, que ya no es el regidor, todavía está vivo. Él escapa con sus
secuaces a algún desierto, a alguna barrera de montañas hacia el norte de la
isla real.
Desde allí, año tras año, envía guerrillas para que ataquen a la gente y a la
ciudad. Por lo tanto, los súbditos del reino deben estar en constante y vigilan-
te guardia contra él, y deben siempre buscar a su nuevo rey para que les ayu-
de.
Algunas veces el antiguo rey, que está bien familiarizado con las debilidades
de su antigua capital, acomete de repente, y las defensas de la ciudad son
momentáneamente rotas. Algunas veces los habitantes de la ciudad, se des-
cuidan en la vigilancia y el tirano los toma por sorpresa y los vence.443 Pero
inmediatamente llaman al nuevo rey y él viene en su ayuda.
Todo el tiempo que los súbditos de ese reino estén sometidos a su nuevo rey,
ellos pueden – con la ayuda de Él – tornar estos reveses en victorias, y así
crecer en fuerza día a día. Al mismo tiempo el tirano, en su barrera de mon-
tañas, está debilitándose más y más.
Llega el día cuando ese debilitado primer gobernante pierde cada batalla. Es
constantemente sometido, y nunca vuelve a tener éxito en ninguna de las in-
cursiones que hace.444
Pero él está todavía vivo y alerta, buscando siempre una oportunidad para de-
rrotar a sus antiguos súbditos, siempre acosándolos, y haciendo por tanto que
sea indispensable que ellos nunca bajen la guardia, y que estén constantemen-
te solicitando a su nuevo rey la ayuda.

Interpretación.-

La interpretación de la alegoría es esta:


El tirano es el ego pecaminoso que es el regidor natural en el centro de la vi-
da de todos los hombres. Hay algunos hombres que, llegando a ser infelices
con su regidor, deciden sacarlo de sus vidas. Así que colocan todo esfuerzo

443
“Cada momento en que no estamos en guardia nos vemos expuestos a ser asediados por el enemigo y corremos gran pe-
ligro de ser vencidos por las potestades de las tinieblas. Satanás manda que sus ángeles sean vigilantes y derriben a cuantos
puedan; que descubran la indocilidad y los vicios dominantes de quienes profesan la verdad. Les ordena arrojar tinieblas en
derredor de ellos, para que dejen de velar, y sigan una conducta que deshonre la causa que profesan amar y entristezca a la
iglesia. Las almas de estas personas extraviadas, que no velan, se hunden cada vez más en la oscuridad, y la luz del cielo se
desvanece de ellas. No pueden descubrir sus vicios dominantes, y Satanás teje su red en derredor de ellas, y son prendidas
en su lazo”. PE:104-105.
444
“Habrá un pueblo cuyos miembros se aferrarán de tal manera a la fuerza divina que podrán resistir a toda tentación”.
1JT:398.
Pág. 131

para dominarlo a él y a sus seguidores – varios hábitos y tendencias malas ta-


les como el temperamento, el apetito, la malicia, la envidia, la lujuria, y más.
Pero pronto descubren su incapacidad para vencer. Entonces recurren a Dios,
y Él envía a su Hijo, Jesús, al rescate.
“[Pero] Cristo pide una consagración sin reserva, un servicio indiviso. Pide el
corazón, la mente, el alma, las fuerzas. No debe agradarse al yo. El que vive
para sí no es cristiano”.445
Aunque Cristo demanda completa consagración, no la acepta si no es volun-
taria. Si decidimos permitir que el yo asuma de nuevo el control, Cristo, lleno
de pesar, accederá a nuestros deseos.
Sin embargo, tan pronto como se hace la entrega, Cristo ayuda al pecador a
expulsar el yo del trono del alma. Pero el yo no es destruido por tal acto. Él
está todavía al acecho en la vida, esperando manifestarse a sí mismo, en
cualquier momento.446
“El yo es difícil de conquistar. No es fácil traer la depravación humana en to-
das sus formas a la sujeción del Espíritu de Cristo. Aun así, todos deberían
quedar impresionados con el hecho de que, a menos que ganen la victoria por
medio de Cristo, no tienen esperanza. La victoria es alcanzable porque con
Dios nada es imposible. Con su gracia ayudadora, es posible vencer todo mal
temperamento y toda la depravación humana”.447
El yo puede ser conquistado. La naturaleza pecaminosa, puede ser subyuga-
da, totalmente, a través de Cristo.
“Por una resuelta negación propia, por la constante vigilancia, por la oración
ferviente, por un diligente aprovechamiento de cada uno de los medios de la
gracia, y por la ayuda de Cristo Jesús nuestro Redentor, podemos ser victo-
riosos”.448
Pero el yo, subyugado aun por años, todavía está ahí potencialmente listo pa-
ra tomar control de la vida. Y no es sino hasta cuando Cristo venga que sere-
mos transformados y el yo pecaminoso será finalmente destruido.

Probando que Satanás es un Mentiroso.-

445
PVGM:29.
446
“Esta obra [de santificación] no se puede realizar sino por la fe en Cristo, por el poder del Espíritu de Dios que habite en
el corazón… El cristiano sentirá las tentaciones del pecado, pero luchará continuamente contra él”. CS:524.
447
4T:342.
448
NEV:82.
Pág. 132

Por eso, creo que la perfección que Cristo desea y que Ellen White describe,
es la entrega total de la vida a Jesús, la cual Él puede desarrollar en forma
madura, completa, caracteres sin mancha con perfectos acabados que reflejen
plenamente la vida que Él vivió en la tierra, en la cual el pecado no tuvo par-
te. Las personas que cooperen con Él demostrarán que por la morada interior
del Espíritu, Su ley puede ser plenamente obedecida. Ellos probarán que Sa-
tanás es un mentiroso.
Algunos sostienen que la perfección no es un tema en el cual el cristiano de-
bería insistir. Si bien no creemos en el peligro inherente en la comprensión
usual del tema y que se encuentra en la explicación que hemos dado, aun así
deberíamos estar de acuerdo, así fuera por una razón:
Hay una gran motivación, por encima de todas, que hace que al cristiano as-
pirar con todos los poderes concentrados de su ser, la vida que refleja perfec-
tamente la vida de Jesús. Y es, porque su deseo más grande será vindicar el
honor de su Señor y Salvador. Deseará probar a todo el universo, a Satanás y
a todas sus huestes, que el adversario es un mentiroso, y que Dios es justo.
El Señor está pidiendo esta vindicación a su iglesia remanente en esta gene-
ración. Y esto significa mucho para usted y para mí. Porque con esta iglesia
como núcleo, emergerán los 144000 quienes cooperarán plenamente con
él.449
“La iglesia es la depositaria del tesoro de las riquezas de la gracia de Cristo, y
por medio de ella finalmente se hará manifiesta la revelación postrera y plena
del amor de Dios al mundo que ha de ser iluminado con su gloria. La oración
de Cristo de que su iglesia fuera una como él y el Padre, finalmente será con-
testada. La rica dote del Espíritu Santo será dada, y mediante su influencia
constante a los hijos de Dios, éstos llegarán a ser testigos en el mundo del
poder de Dios para salvar”.450
“Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su
iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su
pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos”.451
“Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice el Señor, el Eterno: No lo hago por
vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo Nombre que profanas-
teis entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi gran Nombre,
deshonrado entre las naciones, que vosotros profanasteis en medio de ellas.
449
Ver Apoc.18:4-5.
450
TM:47; 2JT:356.
451
PVGM:47; EUD:39.
Pág. 133

Cuando ellas vean que yo revelo mi santidad a través de ti, sabrán las nacio-
nes que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor”.452

¡No debemos fallarle!

452
Eze. 36:22-23, NEB.
Pág. 134

Capítulo 18: Cuando el Cristiano “Falla el Blanco”.-

Conocimos a nuestro hombre imaginario, Juan, en el capítulo seis, y desde


entonces lo hemos conocido bastante bien. Cuando lo encontramos, estaba en
una decadencia espiritual. Pues, a pesar de que era un miembro de iglesia en
“buen nivel regular”, tenía muchos hábitos y actitudes que nos hablaban de
que él no era realmente cristiano.
Luego vimos cómo el Espíritu Santo fue capaz de impactarle y él empezó a
responder. Lo vimos entregando más y más de sus hábitos y prácticas peca-
minosas, hasta que había rendido casi totalmente a las súplicas de Dios.
Fuimos testigos que el yo fue colocado en un fiero campo de combate, y fi-
nalmente, tristemente, contemplamos a Juan darse por vencido. Como resul-
tado, se regresó a su antigua y cómoda manera de vivir, en la cual él todavía
podía ser aparentemente un buen miembro de iglesia, pero distanciado de su
Dios.
En el capítulo diez, profundizamos, tanto como nos fue posible, la experien-
cia de Juan y analizamos las facultades involucradas en su batalla. Vimos que
la razón y el juicio le dijeron que debería rendirse a las invitaciones del Espí-
ritu Santo. Describimos cómo los deseos y los sentimientos tajantemente ob-
jetaron ese paso. Y nos dimos cuenta que la batalla debía ser resuelta de una
única manera: por una acción de la voluntad de Juan.
En este capítulo vamos a pensar en Juan, una vez más. Supongamos que en
otra ocasión, el Espíritu viene a él de una manera constreñida. Otra vez, Juan
es enfrentado con sus pecados internos y externos. Nuevamente la razón y el
deseo luchan el uno contra el otro. Pero esta vez Juan coloca decisivamente
su voluntad del lado de la razón y lo correcto. Rinde su yo totalmente a Dios,
y entonces es liberado de la esclavitud del pecado.
Cuando esto ocurre, Juan entra en una relación con Cristo que cambia ente-
ramente su posición con Dios y sus sentimientos hacia Dios. Teológicamente
esto es llamado Justificación.
La Justificación, tal como lo hemos propuesto, tiene dos aspectos. El primero
puede ser llamado legal, el segundo experimental. En el primero podemos
pensar en términos de una corte en la cual la penalidad del prisionero culpa-
ble ha sido pagada y por lo tanto, no hay más cargos contra él. Así que Cristo
ha pagado la penalidad por el pecador quien lo acepta y se da a sí mismo a Él.
Por tanto el pecador está en pie ante Dios, como si nunca hubiera pecado.
Pág. 135

“Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que


haya sido vuestra vida, seréis contados entre los justos por consideración a el.
El carácter de Cristo toma el lugar del vuestro, y vosotros sois aceptados por
Dios como si no hubierais pecado”.453
La justificación es explicada algunas veces como nada más que una transac-
ción legal por la cual los pecados registrados en los libros del cielo son can-
celados luego que uno acepta el hecho que Jesús es el Salvador, y confiesa
sus pecados. Pero hay otro elemento requerido, vitalmente importante, sin el
cual, en efecto, uno no es justificado.
“La justificación solo se concede a los que aceptan todo el plan de Dios de
justificación por la fe en Cristo y se entregan a Él”.454
“Dios requiere la entrega completa del corazón antes de que pueda efectuarse
la justificación”.455
“Pero el perdón [un aspecto de la justificación] tiene un significado más
abarcante del que muchos suponen. Cuando Dios promete que ‘será amplio
en perdonar’, añade, como si el alcance de esa promesa fuera más de lo que
pudiéramos entender: ‘Porque mis pensamientos no son vuestros pensamien-
tos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los
cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y
mis pensamientos más que vuestros pensamientos’. El perdón de Dios no es
solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el
perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del
amor redentor que transforma el corazón”.456

Un Cambio en la Actitud Mental.-

El segundo aspecto de la justificación, el experimental, comienza en Juan con


un cambio en la actitud mental, causado por el Espíritu Santo, que ha entrado
en su vida y transformado su actitud. Acerca de esto fue que Pablo escribió
en Romanos: “Transformados mediante la renovación de vuestra mente”. 457

453
CC:62.
454
6CBA:516.
455
1MS:429; FO:103.
456
DMJ:97.
457
Rom. 12:2, La Biblia de las Américas.
Pág. 136

Este cambio radical de actitud le trae a Juan simpatía y acuerdo con Dios, y
produce paz en el alma. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.458
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros co-
razones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.459
Esta experiencia de un cristiano nacido de nuevo puede ilustrarse por ese ma-
ravilloso aparato mecánico llamado giroscopio, que es usado para estabilizar
barcos y aviones, y usado en muchas otras situaciones cuando la estabilidad y
el equilibrio son requeridos. El aparato, que parece desafiar la gravedad,
guarda su equilibrio a pesar de las influencias en contra. Esto es posible por
una rueda que gira rápidamente, la cual tiende a permanecer en su posición
inicial. Esta tendencia puede ser demostrada por un giroscopio de juguete en
operación. Al tratar de empujarlo con cuidado de su posición, él persiste en
su posición.
Si se dirige el eje de un giroscopio que gira rápidamente, hacia el sol, el Ter-
minal del eje parecerá seguir al sol en su recorrido a través del cielo. Esto es
en razón de que el giroscopio mantiene su posición original en el espacio
mientras la tierra gira sobre sí misma.
Cuán hermosamente esto ilustra la experiencia de la persona justificada. Un
aspecto de esto está descrito en el Deseado en las siguientes palabras:
“Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan su alma a
su custodia, y su vida para que él la ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna
cosa del mundo puede entristecerlos cuando Jesús los alegra con su presen-
cia. En la perfecta aquiescencia hay descanso perfecto”.460
Jesús morando dentro de nosotros, es como un giroscopio espiritual que nos
guarda en paz a pesar de que todo a nuestro alrededor se esté moviendo en
otra dirección y esté intentando empujarnos en otra dirección.
Los vehículos espaciales, tales como los Mariner I y II, tenían un juego de gi-
roscopios para el control horizontal, vertical y transversal, de modo que cada
posible movimiento estuviese bajo el control del giroscopio. Si alguna situa-
ción tendía a causar desviación del curso al cual estaban sujetos, el girosco-
pio compensaba la interferencia.
Similarmente, el cristiano nacido de nuevo tiene un “control giroscópico” es-
piritual, que lo guarda de salirse del rumbo. “Entonces tus oídos oirán a tus
458
Rom. 5:1.
459
Fil. 4:7.
460
DTG:298.
Pág. 137

espaldas palabra que diga: Éste es el camino, andad por él; y no echéis a la
mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”.461
Nuestro personaje, Juan, entonces se ha rendido a Cristo, el pecado ha sido
expulsado del alma, la culpa ha sido removida, el Espíritu Santo vive dentro.
Tiene estabilidad y equilibrio espirituales. ¿Puede esperar ahora que no vol-
verá a ser molestado por el pecado? ¿Que él es ahora inmune al pecado y a
pecar?
La respuesta que sabemos es: no. No más de lo que un avión o un barco pue-
den esperar que no habrá fuerzas que obrarán intentando desviarlos del rum-
bo en que ha sido señalado por el giroscopio. Ya discutimos este asunto en el
capítulo precedente. Por ejemplo, consideramos la cita: “Mientras reine Sata-
nás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que
nos rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso”.462

La Justificación no Destruye el Yo.-

Entonces, la justificación y el nuevo nacimiento no destruyen el yo, concepto


que está explicado en la alegoría del capítulo previo y también en el capítulo
seis. Ellos lo quitan del trono de la vida y ponen a disposición los recursos
necesarios para derrotarlo.463
Pero mientras tanto Juan no puede esperar no ser perturbado ya más por el yo
y el pecado, al mismo tiempo el ideal de Dios para él es que nunca más sea
vencido por ellos. “Hijitos míos”, escribe el apóstol Juan, “estas cosas os es-
cribo para que no pequéis”. Pero luego él sigue diciendo: “Y si alguno hubie-
re pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.464
La palabra griega aquí traducida como pecado es amartia, la cual significa,
errar el banco. Entonces el pecado es un errar al blanco que Dios ha colocado
para nosotros, cuyo blanco es un carácter que equipare la vida que nuestro
Salvador vivió como hombre obedeciendo a su Padre completamente. 465

461
Isa. 30:21.
462
HAp:447-448.
463
“Podemos vencer. Si, plenamente y por completo. Jesús murió para darnos una vía de escape, para que podamos vencer
todo mal genio, todo pecado, toda tentación y sentarnos finalmente con Él”. 1T:136, traducción directa del inglés:144;
RP:369.
464
1 Juan 2:1.
465
“Si confiamos en Él, y le encomendamos nuestros caminos, Él dirigirá nuestros pasos por la senda que exactamente re-
sultará en nuestra obtención de la victoria sobre cada pasión mala, y cada rasgo que no es de semejanza al carácter de nues-
tro modelo divino”. NEV:316.
Pág. 138

Uno podría errar el blanco de dos maneras – deseándolo, deliberadamente o


sin desearlo, sin intención. La persona nacida de nuevo no peca intencional,
ni gustosamente.
“Cuando estemos revestidos por la justicia de Cristo, no tendremos ningún
gusto por el pecado, pues Cristo obrará dentro de nosotros. Quizá cometamos
errores, pero aborreceremos el pecado que causó los sufrimientos del Hijo de
Dios”.466
“Fracasaremos con frecuencia en nuestros esfuerzos de imitar el modelo di-
vino. Con frecuencia tendremos que prosternarnos para llorar a los pies de
Jesús debido a nuestras faltas y errores, pero no hemos de desanimarnos.
Hemos de orar más fervientemente, creer más plenamente y tratar otra vez,
con mayor firmeza, de crecer a la semejanza de nuestro Señor. Al desconfiar
de nuestro propio poder, confiaremos en el poder de nuestro Redentor y da-
remos alabanza al Señor, quien es la salud de nuestro rostro y nuestro
Dios”.467
Esto nos conduce a una importante pregunta: ¿Si la persona nacida de nuevo
puede tener completa victoria sobre el yo y el pecado, por qué a veces cae?
O, retrocediendo a nuestra ilustración del giroscopio; ¿si el eje del giroscopio
espiritual se coloca sobre el Sol de Justicia, cómo es que nos salimos del cur-
so?
Numerosas respuestas pueden darse a esta pregunta.
Una es, que la fe puede faltare temporalmente al cristiano. Tal fue el caso de
Elías después de su gran triunfo sobre los profetas de Baal en el monte Car-
melo.468
Totalmente conectado con esto, está el hecho que el cristiano a veces aparta
sus ojos de Jesús. En su explicación acerca de la falla de Pedro después de
haber empezado a caminar sobre el agua. Ellen White apunta:
“Cuando la dificultad nos sobreviene, con cuánta frecuencia somos como Pe-
dro. Miramos las olas en vez de mantener nuestros ojos fijos en el Salvador.
Nuestros pies resbalan, y las orgullosas aguas sumergen nuestras almas”.469
Negligencia en el Estudio y la Oración.-

466
1MS:422.
467
1MS:395.
468
1 Reyes 18-19.
469
DTG:310.
Pág. 139

Una razón importante por la que perdemos de vista a Jesús es que no pasa-
mos suficiente tiempo en seria meditación, oración y en el estudio de la Pala-
bra.
Entonces, Satanás puede tener éxito temporalmente al conseguir que el cris-
tiano se olvide del Señor. Al hacerlo concentrar la atención en sus problemas,
Satanás logra que la persona falle en recordar al Señor, quien es la solución
de ellos. El adversario: “Él sabe que si puede oscurecer nuestra visión para
que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos protección contra el peca-
do”.470 “Demasiado a menudo nos olvidamos del Señor. Cedemos a nuestros
impulsos y perdemos las victorias que deberíamos ganar”.471
Todavía queda otra razón por la cual el cristiano puede caer temporalmente.
Es que él le permite al yo y al pecado afirmarse brevemente. Envidia, orgullo,
seguridad en sí mismo, enojo o algún otro acoso que pueda salir a la superfi-
cie y encontrar expresión.472 O uno de ellos puede aparecer tan repentinamen-
te, que el cristiano es sorprendido sin guardia y cae. Este puede ser especial-
mente el caso de quien es nuevo en el camino cristiano y en quien los hábitos
estampados que referimos en el último capítulo, están todavía arraigados. Pe-
ro no debe desanimarse a causa de esto.
Algunos cristianos sinceros temen que cuando caen bajo estas circunstancias,
están separados de Dios. Reflexionen ellos en estas palabras de ánimo:
“Si uno que diariamente tiene comunión con Dios yerra en la senda, si des-
cuida por un momento mirar firmemente a Jesús, no es porque peca obstina-
damente; porque cuando ve su error, retorna, y rápidamente coloca sus ojos
en Jesús [su giroscopio espiritual lo regresa a su posición], y el hecho que ha
errado, no lo hace menos querido al corazón de Dios”.473
Sin embargo debe tenerse muy en cuenta que:
“La comisión voluntaria de un pecado conocido acalla la voz testificadora del
Espíritu, y separa al alma de Dios”.474
470
DMJ:79.
471
LMG:179. DNC:236; ELC:50.
472
“Los siervos de Cristo no han de actuar según los dictados del corazón natural. Necesitan tener una íntima comunión con
Dios, no sea que, bajo la provocación, el yo se levante y ellos dejen escapar un torrente de palabras inconvenientes, que dis-
ten mucho de ser como el rocío y como las suaves gotas que refrescan las plantas agostadas. Esto es lo que Satanás quiere
que hagan; porque éstos son sus métodos. Es el dragón el que se aíra, es el espíritu de Satanás el que se revela en la cólera y
las acusaciones. Pero los siervos de Dios han de ser representantes suyos. El desea que trafiquen únicamente con la moneda
del cielo, la verdad que lleva su propia imagen e inscripción. El poder por el cual han de vencer al mal es el poder de Cristo.
La gloria de Cristo es su fuerza. Han de fijar sus ojos en su hermosura. Entonces podrán presentar el Evangelio con tacto y
amabilidad divina. Y el espíritu que se mantiene amable bajo la provocación hablará más eficazmente en favor de la verdad
que cualquier argumento, por enérgico que sea”. DTG:319-320.
473
RH, 12 de Mayo de 1896.
474
MJ:112; EJ:138.
Pág. 140

Cómo se Revela el Carácter.-

Podemos recordar también que: “El carácter se da a conocer, no por las obras
buenas o malas que de vez en cuando [sin intención] se ejecutan, sino por la
tendencia de las palabras y de los actos en la vida diaria”.475
“Si habéis cometido errores, ganáis ciertamente una victoria si los veis y los
consideráis señales de advertencia. De ese modo transformáis la derrota en
victoria, chasqueando al enemigo y honrando a vuestro Redentor”.476

Cuando el cristiano reconoce sus errores, se aparta inmediatamente de ellos,


se arrepiente y los confiesa, es consciente de su gran debilidad y la necesidad
de mayor dependencia de su Salvador, ha ganado una victoria y se ha prepa-
rado para futuras victorias.
A veces surge la inquietud: Usted dice que la persona nacida de nuevo, en sus
batallas contra el pecado, es a veces vencida. Si eso es así, ¿cuál es la dife-
rencia con la persona irregenerada, el miembro de iglesia que no ha nacido de
nuevo, quien también batalla contra el pecado y falla al igual que el converti-
do?
¿Recuerda el giroscopio? Tan pronto como el barco equipado con ese aparato
es golpeado por una ola, inmediatamente el giroscopio actúa para mantener el
equilibrio del barco. Así es con la persona nacida de nuevo. Cuando cualquier
debilidad o tentación lo empujan a pecar, su giroscopio espiritual, el nuevo
corazón que está dirigido hacia Dios, opera para traerlo de vuelta al equili-
brio.
La persona que no ha nacido de nuevo, no tiene este estabilizador. Este es el
caso de: “El bien que quiero, no hago; pero el mal que no quiero, eso ha-
go”.477 Así es como él batalla para mantener el equilibrio espiritual contra el
pecado y contra el yo. Pero no puede guardar ese equilibrio, pues no tiene gi-
roscopio.
Recuerde, también, que esta estabilidad de la persona nacida de nuevo, que se
observa externamente, opera internamente. Este es el resultado del corazón
renovado y la mente guiada por el Espíritu Santo. El irregenerado puede
arreglárselas algunas veces para mantener una apariencia exterior de victoria,
475
CC:57.
476
PVGM:232; MJ:98.
477
Rom. 7:19.
Pág. 141

cuando su interés está lejos del eje. Pero aquel cuya vida está en Jesús, tiene
victoria externa. Cuando se vuelve a Jesús por ayuda, su sentimiento de
enojo, envidia o resentimiento, muere. Está en paz. En el irregenerado, el
sentimiento continúa hirviendo y más tarde lo descargará sobre su esposa, sus
hijos, o sobre alguna otra persona.
La senda de la persona nacida de nuevo es el camino de la victoria, interna y
externamente, aunque algunas veces la derrota parece ser su suerte. El dirigir
sus ojos a Jesús cuando el pecado le acosa, significa que ese mismo acto de
dirigir sus ojos, está cambiando una caída momentánea en victoria.
Pág. 142

Capítulo 19: Enfocando la Atención en la Victoria.-

Pedro tenía un problema. Hablamos de Pedro, el discípulo de Jesús. Él conti-


nuamente tenía problemas, pero uno en particular tenía que ver con el perdón.
¿Cuántas veces debía alguien perdonar a una persona que fuera injusto con
él? Algunos creían que los rabinos limitaban esto a tres veces. Pero Pedro ha-
bía tenido sufrientes hechos con Jesús, para saber que debería ir más allá de
eso. Considerando la pregunta, el discípulo concluyó que su Maestro avanza-
ría hasta el número perfecto, el siete. Decidió comprobar su idea.
“Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta
siete?, preguntó.478
La respuesta de Jesús debió haber mortificado a Pedro. “No te digo hasta sie-
te, sino aun hasta setenta veces siete”.479
Lo que Jesús estaba diciendo en esencia era: no debe haber límite de veces en
tu disposición a perdonar. La disposición de Dios para perdonar no conoce
límites; tampoco tú deberías conocer límites.
Esto todos lo entendemos. ¡Es maravilloso! Pero trae a la mente otro proble-
ma.
Hay dos amigos, Jorge y José. Un día, José viene a Jorge y le dice: “Jorge,
debo pedirte disculpas. Ayer cuando estábamos discutiendo ese problema
acerca de las horas extras, perdí un poco el temperamento. Lo siento. ¿Me
perdonas?
Jorge generosamente lo perdona.
Pocos días después José viene a Jorge otra vez y le dice: “Te digo Jorge que
fue estúpido de mi parte, tomar la actitud que tuve anoche. Y para colmo de
todo, perdí la calma. Lo siento. Por favor perdóname.
Cerca de una semana más tarde, aparece otra situación en la cual José se aca-
loró y luego siente que es necesario que Jorge le perdone. Pocos días después
algo más sucede, y José, muy avergonzado, se disculpa una vez más y pide
perdón.
Y así siguen las cosas. Con mucha frecuencia, José pierde sus estribos con
Jorge. Entonces, por razón que es básicamente un tipo decente, y a causa que
desea retener la amistad de Jorge y porque está tratando de ser un cristiano, él
se disculpa y pide perdón. Y siempre, sin ninguna reserva, amable y feliz-
mente, Jorge lo perdona y coloca todo fuera de su mente. ¡Bien!
478
Mat. 18:21.
479
Mat. 18:22.
Pág. 143

¿Pero qué acerca de José? ¿Qué le está ocasionando su problema con su mo-
ral, y su respeto propio, por ejemplo? ¿No está sufriendo un deterioro cada
vez que le pide disculpas? ¿No empieza a sentirse muy débil moralmente?

Efectos de la Derrota.-

Una derrota crónica es una cosa terriblemente desmoralizante. El más opti-


mista, el más valiente, el más tenaz no puede seguir adelante siempre siendo
derrotado. Debe tener una victoria significativa alguna vez.
Y considere cómo se siente José vez tras vez que es compelido para ir a Jorge
y pedir perdón. ¿Le da vergüenza? En efecto, después de cierto tiempo, em-
pieza a evitar a Jorge porque no puede soportar el tener que seguir pidiéndole
perdón.
En algunos respectos nuestra ilustración puede ser excesiva. En otros no.
Porque aunque Dios libremente perdona setenta veces siete y setecientas ve-
ces siete, hay un factor de vergüenza, derrota y otras actitudes que acechan al
cristiano sincero que permanece cayendo año tras año como resultado de una
debilidad particular, como fue sugerido en el capítulo ocho.
De hecho, falta algo si continuamos necesitando ir a Dios, año tras año, bus-
cando perdón por el mismo pecado particular. Su perdón “no es solo el per-
dón por el pecado, es también una redención del pecado”.480
En la Review and Herald, Ellen White nos hace pensar en una situación que
no debiera ser al preguntar en un sermón: “¿Aquellos aquí que han estado pe-
cando [los mismos pecados] y arrepintiéndose, pecando y arrepintiéndose,
continuarán haciendo así hasta que Cristo venga?”.481
Este libro es acerca de la victoria cristiana. En la mayoría de los capítulos
hemos procurado describir, tan claramente como nos ha sido posible, mane-
ras mediante las cuales podemos ganar la victoria sobre el pecado y Satanás.
Pero en este capítulo, deseamos enfocar y fortificar la idea de la victoria cris-
tina.
Seguramente hay gran significado en el hecho que, en su mensaje a las siete
iglesias482, las recompensas de Cristo son únicamente para el “que venciere”.
Se hace esta provisión para el caso de cada una de las iglesias. En la Biblia
no se hace provisión para la derrota. Únicamente vencedores estarán sobre el
480
DMJ:97.
481
RH, 21 de Abril de 1891.
482
Apoc. 3-4.
Pág. 144

mar de vidrio, participando del árbol de la vida, y viviendo eternamente con


Cristo.

La Derrota es Innecesaria.-

No hay recompensa para la derrota, porque no hay necesidad de la derrota.


“Podemos vencer. Si, plenamente y por completo. Jesús murió para darnos
una vía de escape, para que podamos vencer todo mal genio, todo pecado, to-
da tentación y sentarnos finalmente con Él”.483
“Se ha tomado toda medida para que recibamos el poder divino que nos per-
mitirá vencer la tentación”.484
“Hombres y mujeres pueden vivir la vida que Cristo vivió en este mundo si
se revisten de su poder y siguen sus instrucciones. Pueden recibir en su lucha
con Satanás, todos los socorros que Cristo mismo recibió. Pueden llegar a ser
más que vencedores, por Aquel que los amó y se dio a sí mismo por ellos”. 485
Finalizamos el capítulo ocho con un gráfico de un corazón con el nombre
“Cristo” adentro, para representar a la persona nacida de nuevo, la nueva vida
en la cual hay nuevos motivos, deseos, inclinaciones y actitudes.
Le vamos a añadir algo a esto que clarifica por qué podemos tener victoria:

“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado [habi-
tual], pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le
toca”.486
“El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza suya, que él sostie-
ne en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en
483
1T:136, traducido directamente del inglés; RP:369.
484
DNC:22.
485
9T:19.
486
1 Juan 5:18. “Si estamos decididos a no separarnos de la fuente de nuestra fortaleza, Jesús se pondrá decididamente a
nuestra mano derecha para ayudarnos, a fin de que nuestros enemigos no nos avergüencen”. CSS:421.
Pág. 145

ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los agentes celestiales
es inexpugnable para los asaltos de Satanás. Pero a menos que nos entregue-
mos al dominio de Cristo, seremos dominados por el maligno. Debemos estar
inevitablemente bajo el dominio del uno o del otro de los dos grandes pode-
res que están contendiendo por la supremacía del mundo. No es necesario
que elijamos deliberadamente el servicio del reino de las tinieblas para pasar
bajo su dominio. Basta que descuidemos de aliarnos con el reino de la luz. Si
no cooperamos con los agentes celestiales, Satanás se posesionará de nuestro
corazón, y hará de él su morada. La única defensa contra el mal consiste en
que Cristo more en el corazón por la fe en su justicia”.487
“Al entregar su voluntad a Cristo, su vida estará escondida juntamente con
Cristo en Dios y vinculada al poder que está sobre todos los principados y po-
testades. Recibirá fuerza de Dios que lo mantendrá firme en su poder… Pero
su voluntad debe cooperar con la voluntad de Dios”.488
La victoria entonces, es un trabajo de cooperación. Pero la responsabilidad no
es igual. De hecho:
“La parte que se requiere que el hombre realice es inconmensurablemente
pequeña, no obstante, en el plan de Dos es justamente la parte necesaria para
que la obra alcance el buen éxito… La cooperación de la voluntad y el es-
fuerzo humano con la energía divina es el vínculo que une a los hombres
unos con otros y con Dios”.489
“La obra del Espíritu Santo es inconmensurablemente grande”.490
“Necesitamos grandemente comprender nuestra dependencia de Dios. Se
confía demasiado en los hombres, y en las invenciones humanas. Hay muy
poca confianza en el poder que Dios está listo para dar. ‘Coadjutores somos
de Dios’. Inmensamente inferior es la parte que lleva a cabo el agente hu-
mano; pero si está unido con la divinidad de Cristo, puede hacer todas las co-
sas por medio de la fuerza que él imparte”.491
Estas sentencias son una llave vital para la victoria cristiana. No por nuestros
propios esfuerzos, no por nuestra propia fortaleza, no por nuestro propio co-
nocimiento o sabiduría, se gana la victoria. La victoria se gana momento a
momento cuando por la fe dependemos del poder de Cristo. Porque en la ba-

487
DTG:291.
488
5T:485.
489
Manuscrito 113, 8 de Septiembre de 1898. Énfasis suplido.
490
RP:179.
491
PVGM:60. Énfasis suplido.
Pág. 146

talla contra el pecado, nuestra fuerza, o cualquier cosa que podamos pensar
hacer, es como una paja tratando de controlar un huracán.

Nuestra Mayor Lucha.-

En la batalla de la vida, nuestra más grande lucha no es vencer el pecado,


sino rendir el yo.
“Algunos que acuden a Dios mediante el arrepentimiento y la confesión, y
creen que sus pecados han sido perdonados, no recurren, sin embargo, a las
promesas de Dios como debieran. No comprenden que Jesús es un Salvador
siempre presente y no están listos para confiarle la custodia de su alma, des-
cansando en Él para que perfeccione la obra de la gracia comenzada en su co-
razón. Al paso que piensan que se entregan a Dios, existe mucho de confian-
za propia. Hay almas concienzudas que confían parcialmente en Dios y par-
cialmente en sí mismas. No recurren a Dios para ser preservadas por su po-
der, sino que dependen de su vigilancia contra la tentación y de la realización
de ciertos deberes para que Dios las acepte. No hay victorias en esta clase de
fe. Tales personas se esfuerzan en vano. Sus almas están en un yugo continuo
y no hallan descanso hasta que sus cargas son puestas a los pies de Jesús”.492
“Si no decidimos entregarnos por completo a Dios, quedamos en tinieblas.
Cuando hacemos cualquier reserva, abrimos la puerta por la cual Satanás
puede entrar para extraviarnos con sus tentaciones. Él sabe que si puede os-
curecer nuestra visión para que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos
protección contra el pecado”.493
Ahora, somos animados por estas palabras: “La victoria es segura cuando se
rinde el yo ante Dios”.494
He aquí hay una gran verdad que cada cristiano victorioso ha entendido fir-
memente. Él no es semejante a un soldado severamente presionado, en guar-
dia sobre una colina, rodeado por enemigos que lo hostigan en cada oportu-
nidad posible, y ocasionalmente recibiendo ayuda de Cristo. En vez de eso,
es un soldado dentro de la extraordinaria fortaleza del Amor y la Gracia de
Dios. Su tarea es usar la fortaleza que Cristo le ha dado para asegurarse que
el enemigo no entre por las puertas. El muro está custodiado por Cristo, y
ningún enemigo puede romperlo. “Estamos seguros, perfectamente seguros
492
FO:38; 1MS:415. Énfasis suplido.
493
DMJ:79.
494
7A:27; Biblia de Estudios:43.
Pág. 147

de los subterfugios del enemigo, mientras estemos firmemente confiados en


Dios”.495
Como ha sido enfatizado a través de este libro, la victoria fundamental del
cristiano es una entrega perfecta a Cristo – rendirse. Este rendirse significa
que cada área de la vida debe darse a Dios para ser cambiada, purificada y
fortalecida, como Él desee.

Victorias a Ganar.-

No es un asunto fácil entregar los derechos del yo de esta manera. Pero es


esencial. Esta rendición significará para muchos, una guerra contra el apeti-
to.496 Porque esta área en la cual Eva fue vencida es usada con gran éxito por
Satanás, causando la caída de multitudes.
“El poder dominante del apetito causará la ruina de millares de personas, que,
si hubiesen vencido en ese punto, habrían tenido fuerza moral para obtener la
victoria sobre todas las demás tentaciones de Satanás. Pero los que son escla-
vos del apetito no alcanzarán a perfeccionar el carácter cristiano”.497
“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obs-
táculo que se oponga a nuestro progreso intelectual y a la santificación”.498
Otra área de nuestra vida en la que necesitamos ganar decididas victorias es
en el área de las diversiones. Estas han llegado a ser casi la suma total del in-
terés en las vidas de multitudes, y no pocos de los que son profesos cristia-
nos. Pero el cristiano, cuyo blanco es el cielo y un carácter que será llevado al
cielo, no puede permitirse llegar a estar sumergido en los tipos de entreteni-
mientos comunes para el mundo – deportes, películas, televisión y ciertos
otros pasatiempos que separan499 la mente de Jesús.

495
NEV:22.
496
“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que pueda oponerse a nuestro progreso
intelectual y a la santificación del alma”. CRA:52.
497
CRA:69; 1JT:422-423.
498
9T:125.
499
Literalmente el autor usa la palabra “destetan”.
Pág. 148

“Las potencias de Satanás se esfuerzan por distraer las mentes de las realida-
des eternas. El enemigo ha dispuesto las cosas de manera que favorezcan sus
planes. Negocios, deportes, modas: he aquí las cosas que ocupan las mentes
de hombres y mueres”.500
“Los únicos entretenimientos seguros son aquellos que no ahuyentan los pen-
samientos religiosos y serios; los únicos lugares seguros adonde podemos
acudir son aquellos adonde podemos llevar a Jesús con nosotros”.501
Otras áreas pueden ser mencionadas:
“La moda está deteriorando el intelecto y royendo la espiritualidad de nuestro
pueblo. La obediencia a las modas está invadiendo nuestras iglesias adven-
tistas, y está haciendo más que cualquier otro poder para separar de Dios a
nuestro pueblo”.502
Tener la posibilidad de una victoria real significa hacer todas las cosas co-
rrectas tanto con nuestro prójimo, como con Dios. Cuando el recaudador de
impuestos, Zaqueo, dijo a Jesús: “Señor… si en algo he defraudado a alguno,
se lo devuelvo cuadruplicado”, Jesús dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta
casa”.503
Aludiendo a Ezequiel504 cuando discutía la restitución de unos errores505, di-
jo:
“No hay evidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se produce una
reforma en la vida. Si restituye la prenda, devuelve lo que hubiere robado,
confiesa sus pecados y ama a Dios y a su prójimo, el pecador puede estar se-
guro de que pasó de muerte a vida”.506
Adicional al requisito de hacer restitución, hay otro aspecto vital. Una con-
ciencia clara. Ninguna persona puede tener tal conciencia ante sí mismo y an-
te Dios hasta que haya hecho restitución de cada pecado conocido. Nadie
puede tener una confiada y optimista experiencia victoriosa, mientras tiene
una conciencia que lo acusa.
¿Demasiadas Puertas para Custodiar?

500
9T:35.
501
EUD:89.
502
1JT:600; 4T:639-640.
503
Luc. 19:8-9.
504
Eze. 33:15.
505
“Que aquellos que han hecho el mal, den prueba de su arrepentimiento al buscar hacer la restitución total y que en su vi-
da venidera den evidencia de una genuina reforma. Ciertamente disfrutarán la paz del cielo”. RH, 3 de Enero de 1882.
506
CC:58.
Pág. 149

El precio de la victoria cristiana puede parecer para muchos demasiado duro,


muy abarcante de todo, muy detallado y excesivamente exigente. Puede dar l
sensación de que hay muchas cosas para recordar y muchas puertas para cus-
todiar, si las hubiera. Pero el problema está en la apariencia más que en la
realidad cuando uno está plenamente y sin reservas, comprometido con Jesús.
“Cuado el árbol está muerto, las hojas caen”.
“La entrega de todas las facultades a Dios simplifica mucho el problema de la
vida. Debilita y abrevia mil luchas con las pasiones del corazón natural. La
religión es como un cordón de oro que liga a Cristo las almas tanto de los jó-
venes como de los ancianos. Mediante ella, los voluntarias y obedientes son
llevados en salvo a la ciudad de Dios, a través de senderos oscuros e intrinca-
dos”.507
Hay otro elemento absolutamente vital para la victoria – perseverancia.508
“Cuando usted está en cualquier concurso”, dijo Dwight D. Eisenhower, “de-
bería trabajar como si hubiera – en el último minuto – la posibilidad de per-
derlo. Esto es la batalla, esta es la política, esto es todo”. ¡Ciertamente esta es
la vida cristiana! “El que perseverare hasta el fin, este será salvo”, dijo Cris-
to.509
Apocalipsis510 es un texto que los Adventistas del Séptimo Día sienten que
tiene un mensaje para ellos en una manera especial. Llega al final de los
mensajes de los tres ángeles, que alude a la temible batalla que el pueblo de
Dios lidiará con la bestia y su imagen. La traducción Reina Valera 1960 es la
más familiar para los adventistas de habla hispana: “Aquí está la paciencia de
los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
El término griego del cual se traduce la palabra “paciencia”, queda mejor tra-
ducido como “constante resistencia”. En la Versión Reina Valera 1995 dice:
“Aquí está la perseverancia de los santos”.
Entonces, el cuadro es de un pueblo que bajo todas las presiones de ser teni-
dos como malhechores, privados, desde la perspectiva humana, de toda nece-
sidad de la vida, y finalmente siendo sentenciados a muerte, todavía se man-
tiene sin vacilación en su lealtad a Dios y a su ley.

507
MJ:27.
508
“La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y abandonarlo cuando nos
plazca. Solo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria final. El que persevera
hasta el fin, ése será salvo”. 2T:93.
509
Mar. 13.13.
510
Apoc. 14:12.
Pág. 150

“Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de
soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar
de las pruebas más duras. El tiempo de gracia les es concedido a todos a fin
de que se preparen para aquel momento. Jacob prevaleció porque fue perse-
verante y resuelto. Su victoria es prueba evidente del poder de la oración im-
portuna. Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y
que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él. Los que
no están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente ante
Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conse-
guirán. ¡Cuán pocos cristianos saben lo que es luchar con Dios! ¡Cuán pocos
son los que jamás suspiraron por Dios con ardor hasta tener como en tensión
todas las facultades del alma! Cuando olas de indecible desesperación en-
vuelven al suplicante, ¡cuán raro es verle atenerse con fe inquebrantable a las
promesas de Dios!”.511
Hay otra actitud asumida por algunos profesos cristianos que, a menos que
radicalmente la resistan, serán excluidos del gozo de la victoria y la vida
eterna:
“Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios de-
seos de placeres y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por
el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la incesante inquietud. La indolen-
cia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente cierran sus
soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistirla”.512
“Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos,
segaremos”.513
“Su victoria [la del Cordero] será segura para sus seguidores, llamados, esco-
gidos y fieles.514

511
CS:679.
512
HAp:451.
513
Gál. 6:9, La Biblia de las Américas.
514
Apoc. 17:14, NEB.
Pág. 151

Capítulo 20: Antes que las Puertas se Cierren.-

A la puesta del sol, las puertas de la ciudad se cerraban. Ansiosamente, el


apurado viajero notaba que el sol se estaba poniendo. La distancia que tenía
que cubrir, era mayor que la que había pensado, y se había retrasado más de
lo que había previsto.
Pero él tenía que conseguir llegar a la ciudad, antes que las puertas se erigie-
ran como barrera. Permanecer fuera de las murallas durante la noche, era in-
concebible. Animales fieros vagaban en las tinieblas. Y aun más fieros hom-
bres – ladrones y asesinos. El viajero llevaba consigo todo el dinero que ha-
bía ganado, los ahorros de parte de su vida. Por lo tanto, tenía que lograr lle-
gar a la ciudad, antes que las puertas se cerraran. No se atrevía a detenerse.
Había demasiado en juego.
El lector puede, tal vez, identificarse a sí mismo con la situación en que se
encontraron muchos de los viajeros de antaño. Porque de alguna manera, y al
mismo tiempo, se ha esforzado intensamente para alcanzar sus puertas antes
que se cierren.
Las puertas sobre las que hemos escrito en este volumen son las puertas de la
salvación y la eternidad. Y como Adventistas del Séptimo Día, sabemos que
pronto, en un terrible acto final, esas puertas se cerrarán silenciosas e inad-
vertidamente para la iglesia y para el mundo.
Hay un solemne y elocuente pasaje en el Deseado al cual recurrimos con fre-
cuencia, cuando deseamos enfatizar el descuido del mundo cuando la gracia
termine:
“La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol brilla en
los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos continúan declarando
la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo, plantando y edi-
ficando, casándose y dándose en casamiento. Los negociantes siguen com-
prando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros, conten-
diendo por el lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando
los teatros, los hipódromos, los garitos de juego. Prevalece la más intensa ex-
citación, y sin embargo el tiempo de gracia está llegando rápidamente a su
fin, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su
tiempo es corto. Ha puesto todos sus agentes a trabajar a fin de que los hom-
bres sean engañados, seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya ter-
Pág. 152

minado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la


misericordia”.515
Quizá estamos inclinados a aplicar estas palabras a los mundanos, o a los pro-
fesos cristianos en otras iglesias donde la religión es formalista. Pero ellas
pueden aplicarse justa y honestamente a algunos Adventistas del Séptimo
Día. Negocios, placeres y la rutina de la vida, tristemente absorben a algunos
– muchos – de nosotros, de modo que también podemos ser sobrecogidos
fuera de las puertas, cuando ya sea demasiado tarde.516

Los Postes Indicadores son Visibles.-

Algunos piensan que están en el camino correcto, cuando realmente no es así.


Ocasionalmente son perseguidos por dudas en relación con la ruta que están
siguiendo, pero sacuden sus dudas y las desechan.
Con los últimos rayos del sol poniente del día terrenal cayendo sobre noso-
tros, cada uno debería saber si realmente está en la senda que conduce al cie-
lo. No es suficiente pensar que lo estamos o, tener esperanza que lo estamos.
¡Tenemos que saberlo! Debemos estar en el sendero correcto. No debemos
distraernos ni un momento, porque el sol ya ha tocado el horizonte en occi-
dente. Tal vez ya el ángel designado está batiendo sus alas, rumbo a las osci-
lantes puertas para cerrarlas para siempre. Tal vez, incluso ahora, Jesús pide
al ángel contener la puerta un momento más. Contemplémosle a Él aguar-
dando, lleno de esperanza, por aquellos que anhelan que entren pero que to-
davía no lo han hecho. amorosamente, Él extiende sus brazos en anhelante
invitación. Urgentemente llama: “¡Venga!, ¡Venga!, ¡Porque todas las cosas
están listas!

515
DTG:590.
516
“Las potencias de Satanás se esfuerzan por distraer las mentes de las realidades eternas. El enemigo ha dispuesto las co-
sas de manera que favorezcan sus planes. Negocios, deportes, modas: he aquí las cosas que ocupan las mentes de hombres y
mujeres”. 9T:35.
Pág. 153

¡Apresurémonos!

¡Antes que la puerta se cierre!

Escrito Posterior.-

Uno de los más grandes peligros, quizá el mayor de todos, que nos amenaza
como cristianos, es el desanimarse. Dios nos trae un mensaje que nos sacude,
nos despierta a los peligros de nuestra situación y nos lleva a la necesidad de
una drástica e inmediata acción.
Pero pronto la fuerza del impacto pasa, el sentido de urgencia se pierde, y re-
trocedemos al sueño espiritual.
Cuando la gracia termine, muchos Adventistas del Séptimo Día se encontra-
rán en la condición de quien genuinamente quiso hacer algo al respecto – pe-
ro que nunca lo hizo.
“¡Escuchen! Esta es la hora de recibir el favor de Dios, ¡hoy es el día para ser
salvos!517 Hoy, hoy y hoy debemos estar listos y alertas, examinando todas
las cosas “porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis”.

Autor: Thomas A. Davis

517
2 Cor. 6:2, TEV.
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