Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Como Ser Un Cristiano Victorioso, Thomas A Davis
Como Ser Un Cristiano Victorioso, Thomas A Davis
Thomas A. Davis,
uno de los redactores de Review and Herald 1970
Prólogo.-
Robert Pierson
Ex Presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo
Día
Pág. 2
Dedico este libro a todos los que por tanto tiempo han estado batallando con-
tra el pecado sin lograr victoria.
A todos los que anhelan con todo su corazón agradar a su Señor pero en sus
propias fuerzas no han podido.
A quienes desean adquirir la perla de gran precio pero hasta ahora no han po-
dido ver más que guijarros.
Para aquellos que han buscado de todo corazón que brille en ellos el Sol de
Justicia pero no han tenido más que densas nubes y eclipses.
Aquellos que por tiempos han anhelado en su vida la verdadera justificación
y la santificación sin la cual nadie verá al Señor pero aun no tienen la certeza
y el gozo de la salvación.
Finalmente, lo dedico para aquel que se cansó de luchar y ya no cree en nada,
para que vuelva, crea en el poder de la Palabra de Jesús, obedezca y tenga vi-
da eterna.
¡Alabado sea el Señor porque HOY puedo ser un cristiano victorioso con Je-
sús!
Pág. 3
Índice
Victoria, victoria en Cristo, de eso se trata la vida cristiana. Victoria sobre to-
do y cada pecado, cada debilidad, cada falla que esté en la vida.
Pero muchos Adventistas del Séptimo Día están conscientes de que no están
teniendo una victoria completa en sus vidas. Una encuesta informal recien-
temente conducida en una Iglesia Adventista grande, reveló que una conside-
rable mayoría de los miembros estaban inseguros de su relación con Cristo.
Este no es un indicio de victoria.
He conocido la derrota en mi vida cristiana. Largos años de derrota. Y por
derrota no me refiero a contratiempos ocasionales. Me refiero a la derrota,
vez tras vez repetida, en mi lucha con el pecado.
Brevemente, mi historia es esta: bautizado a los 18, sincero en mi deseo de
ser un cristiano, no obstante, pronto descubro que mis debilidades pre-
bautismales todavía me molestaban. A pesar de mi mismo, era débil en poder
moral, asaltado por dudas y bajo el control de inclinaciones al pecado here-
dadas y cultivadas. Tal vez no pecados que el mundo contaría como tales,
sino pecados que Dios y yo sabíamos que existían.
Mi vida espiritual en la academia era un sube y baja. Las Semanas de Ora-
ción en otoño y primavera frecuentemente me inspiraban a una vida más san-
ta. Pero pronto resbalaba hacia atrás a mi vieja vida de duda y derrota.
Durante la Segunda Guerra Mundial, me uní a la Real Fuerza Aérea Cana-
diense y pasé alrededor de dos años en Inglaterra prestando servicios como
auxiliar de enfermería en un escuadrón bombardero canadiense.
Al pasar la guerra, regresé a la universidad. Mi objetivo era el ministerio. En
la Universidad llevé una vida bastante activa como estudiante de teología.
Predicaba sermones en la universidad y en las iglesias cercanas. Participaba
en campañas evangelísticas. Daba estudios bíblicos.
Algo Faltaba.-
Pero todavía algo faltaba en mi vida religiosa. Externamente fui, quizá, el es-
tudiante ministerial que se esperaba. Pero internamente había un desagrada-
ble harén de sentimientos y actitudes – envidia, celos, búsqueda de compla-
cencia, orgullo, ambición no cristiana que no disminuía con el tiempo y del
Pág. 5
cual no me podía deshacer así como tampoco podía cambiar la forma de mis
orejas o el color de mis ojos.
A su debido tiempo me gradué y fui llamado al ministerio. Serví en varios
distritos. Di muchos estudios bíblicos sobre las doctrinas enseñadas por los
Adventistas del Séptimo Día. Pero no podía conducir a una persona a Cristo.
No podía porque realmente yo mismo no conocía a Cristo. Solo la persona
que verdaderamente conoce a Jesús puede guiar a otros a Él.
Entretanto me casé. En mi opinión, no hay nada más calculado para exponer
el carácter de una persona que el matrimonio. Y especialmente el verdadero
carácter emerge cuando llegan los hijos al hogar.
Con los hijos, los problemas comenzaron a desarrollarse en nuestro hogar.
Por ejemplo, en varias ocasiones, mi esposa y yo podíamos tener diferencias
de opinión en cuanto a cómo deberían ser manejados los hijos en diversas
ocasiones. Algunas veces discutíamos. Después, me arrodillaba y pedía per-
dón y victoria. Pero a los pocos días, mi esposa y yo repetíamos nuestra con-
ducta pasada. Era un carrusel del cual no nos podíamos bajar.
El momento del cambio llegó el año que retornamos a casa después de pasar
diez años en el campo misionero. Mi esposa fue a visitar a sus padres y a al-
gunos de sus hermanos y hermanas. Ella regresó con una visión distinta. Ha-
bía visto en una de sus hermanas un ardor espiritual, amor, fe, sinceridad, es-
peranza y una victoria cristiana que ella sintió que tenía que experimentarla.
Comenzó a investigar para conseguir una vida más profunda en Cristo y tra-
taba de compartir sus hallazgos conmigo. La historia de mi resistencia y de
mi final reconocimiento conmigo mismo de que el orgullo y la autosuficien-
cia eran las razones para mi actitud, no necesita ser dicha aquí. Lo que es im-
portante es que finalmente comencé a seguir ciertas fórmulas y a clamar por
algunas promesas. Cuando lo hice, comencé a descubrir algo sobre cómo una
persona puede tener victorias reales en su vida cristiana.
Lo cual nos ha llevado al objetivo de este libro.
Como el título nos dice, este volumen tiene la intención de ser un libro del
“cómo lograrlo”. Ha sido escrito con la esperanza de cumplir en cierto grado
Pág. 6
las palabras de Ellen White: “Lo que la gente necesita es instrucción sobre
¿qué haré para salvar mi alma?1
Me apresuro en agregar que este no es un libro “hágalo usted mismo” porque
el cristianismo no es una religión de “hágalo usted mismo”.
Mientras esto es categórico, también lo es el hecho de que no es una religión
“no haga nada”. “La obra de ganar la salvación es una operación mancomu-
nada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido”.2
La cooperación implica un plan aceptado por ambas partes involucradas.
Ellen White sitúa la cooperación en un alto nivel cuando sugiere que hay una
ciencia en el plan de salvación. “La Biblia contiene la ciencia de la salvación
para todos aquellos que escuchen y obedezcan las palabras de Cristo”.3
En el contexto, el término ciencia sugiere que hay principios establecidos en
el cristianismo que pueden ser descubiertos y entendidos y que, siendo fiel-
mente obedecidos, resultarán en libertad del pecado y finalmente, en la reali-
dad de la vida eterna. Esto es además propuesto en las conocidas palabras de
la Biblia: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.4
tado de contemplar más allá del cielo que vemos, a Aquel que conoce y res-
peta a todos como individuos, recordando al mismo tiempo que Sus condi-
ciones y normas son inmutables y eternas.
En Resumen.-
10
Luc. 14:31.
Pág. 10
ro’. Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono, de los ancia-
nos y de los cuatro seres vivientes, se postraron sobre su rostro ante el trono y
adoraron a Dios. Dijeron: ‘¡Amén! Alabanza y gloria, sabiduría y acción de
gracias, honra, poder y fortaleza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!’ Entonces uno de los ancianos me preguntó: ‘Estos que están vesti-
dos de ropa blanca, ¿quiénes son, y de dónde han venido?’ Yo respondí: ‘Se-
ñor, tú lo sabes’. Y él me dijo: ‘Estos son los que han venido de la gran tribu-
lación. Han lavado su ropa, y la han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, y le sirven día y noche en su Santuario. Y
el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. Nunca más
tendrán hambre ni sed. El sol no los molestará más, ni ningún otro calor. Por-
que el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a fuen-
tes de agua viva. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos’”.11
11
Apoc. 7:9-17.
Pág. 11
De acuerdo a los anuarios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para los
años 1890 a 1894, Willard H. Saxby, un ministro ordenado de la Iglesia, sir-
vió en Ohio durante esos años. Pudo haber ministrado allí hasta 1902 o 1903,
años durante los cuales los anuarios no fueron publicados. Por consiguiente,
no podemos saber con certeza cuándo fue trasladado de Ohio al estado de
Washington, donde aparece residenciado en el anuario de 1904.
En algún momento durante los cinco, o seis o más años que el pastor Saxby
trabajó en Ohio, Ellen White le escribió una carta donde le decía algunas co-
sas sobre él, las cuales tuvo dificultad en ver y aceptar.
El pastor Saxby recibió el testimonio mientras asistía a una reunión campes-
tre en Ohio. Era parte de una carta que trataba de otros asuntos, enviada a
cargo de un hermano dirigente. El testimonio para el hermano Saxby le fue
dado después de terminar una de las reuniones de la noche.
Cuando el otro ministro, a quien el pastor Saxby se refiere como el pastor A,
y él se sentaron juntos en la última carpa, el pastor A le preguntó al pastor
Saxby si creía en los Testimonios. A esta pregunta Saxby contestó decidido
afirmativamente. Entonces, luego que habían orado juntos, el pastor A lenta-
mente leyó la carta, la cual estaba escrita por la propia mano de la Sra. White.
El manuscrito tenía once páginas. Las primeras cinco eran para el hermano
Saxby personalmente.
Después que el pastor A había leído algunos párrafos, llegó a una declaración
que vigorosamente Saxby objetó. “Eso no es así”, exclamó enfáticamente.
“Hermano Saxby, usted dice que esto no es así, pero el Señor le ayudará a ver
que así es”.
“Pero, ¿cómo puede decir que una cosa es verdad, cuando yo sé que no es
así?”, protestó el pastor Saxby.
“Hermano Saxby, usted dice que no esto no es así, pero el Señor le ayudará a
ver que así es”. Repitió el pastor A y continuó leyendo.
En una página o más adelante, el pastor A leyó otra declaración a la cual Wi-
llard Saxby objetó diciendo: “¡Eso no es así!”
Nuevamente el hermano A respondió a su protesta diciéndole sustancialmen-
te lo mismo que ya le había dicho antes. Luego, después de hacer otras pocas
observaciones, comenzó a leer la carta otra vez.
Pág. 12
Hubo cuatro declaraciones personales en la carta con las cuales Willard Sa-
xby no concordó. Pero era con la primera con la que manifestaba más oposi-
ción.
La carta fue terminada, y el pastor Saxby recibió permiso para llevarla a casa
y regresarla al día siguiente.
Cuando llegó a su cuarto, Willard Saxby encontró a su esposa en cama pero
despierta, preguntándose ansiosamente qué lo había demorado. Cuando él le
contó a ella su experiencia, ella le pidió que le leyera el testimonio de la her-
mana White. Él objetó diciendo que era demasiado tarde para leerlo todo. Pe-
ro estuvo de acuerdo en compartirle la declaración con la cual él había tenido
el mayor problema. Antes de leer le contó a su esposa que le había insistido
al pastor A que eso que la hermana White había escrito, no era así.
La declaración en cuestión tenía que ver con un asunto entre Saxby y su es-
posa. Después de que él la leyó, la Sra. Saxby abruptamente se sentó en la
cama y enfáticamente señalando con su dedo, le dijo con la mayor contun-
dencia posible: “¡Willard, eso es así!”
12
RH, 18 de Mayo de 1916.
Pág. 13
Al igual que otros pasajes de la Biblia y del Espíritu de Profecía que hemos
examinado, las implicaciones de este dibujo son solemnes. Leemos: “pero
13
Apoc. 3:14-17.
14
4T:90.
15
2MS:75.
Pág. 14
“¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza
de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo
Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sin-
ceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de
Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se li-
sonjean que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensa-
je quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera con-
dición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan pene-
trante y severo no puede ser un error porque es el Testigo Fiel el que habla y
su testimonio debe ser correcto”.18
El comentario del mensaje a Laodicea que hace Ellen White en el 7A, abarca
varias páginas.19 En estas, encontramos un buen conjunto de palabras y frases
usadas para describir la condición laodicense. También pueden hallarse más
descripciones en otros de sus escritos.
Cada miembro de iglesia, individualmente, está llamado a examinar franca-
mente y con oración su propia experiencia religiosa a la luz de estas descrip-
ciones. Entre ellas tenemos: “Egoísmo”, “destituidos de… mansedumbre”,
“una experiencia religiosa débil, sin emoción ni vida”, “cristianos de medio
corazón”, “auto-suficientes”, “auto-engañados espiritualmente”, “teniendo
una posición evasiva en cosas espirituales”, “con falta de humildad, satisfe-
chos en su propia falsa seguridad”, “egocentrismo”, “exaltación propia”, “hi-
pocresía”, “amor propio”, “concepciones vanas”, “ignorancia voluntaria”,
“indulgentes con el orgullo”, “codiciosos”, “amantes del mundo”.
16
Apoc. 3:16.
17
7CBA:777.
18
1JT:327-328.
19
7A:400-408.
Pág. 15
20
1JT:332.
21
1T:171. Traducción directa del inglés:186.
22
TM:236.
23
“Muchos que se creen cristianos serán hallados faltos al fin”. PVGM:50.
Pág. 16
No Hipócritas.-
Pero notemos:
“La clase representada por las vírgenes fatuas no está formada de hipócritas.
Sus componentes manifiestan respeto por la verdad, la han defendido, y son
atraídos hacia aquellos que la creen; pero no se han rendido a si mismos a la
obra del Espíritu Santo. No han caído sobre la Roca, Cristo Jesús, y permitido
que su vieja naturaleza fuera quebrantada”.24
Continúa diciendo Ellen White:
“Pero las personas representadas por las vírgenes fatuas se han contentado
con una obra superficial. No conocen a Dios. No han estudiado su carácter;
no han mantenido comunión con él; por lo tanto no saben cómo confiar en él,
cómo mirarlo y cómo vivir”.25
La condición de los laodicenses y las diez vírgenes es esencialmente la mis-
ma, excepto que la parábola describe su condición cuando el tiempo de gracia
termine.
Los laodicenses no son fríos, significa que no son totalmente rebeldes. No es
que nunca hicieron una profesión de cristianismo. Ellos justamente no son
“calientes”, es decir, no plenamente entregados a Dios. Ellos son tibios, no
comprometidos, no rendidos a Dios. “El mensaje del Testigo Fiel encuentra
al pueblo de Dios [los laodicenses] sumido en un triste engaño, aunque crea
sinceramente dicho engaño”.26 La descripción paralela de las diez vírgenes es
que ellas no son hipócritas, pero se han contentado con una obra superficial.
Semejantes a los laodicenses, ellas están en una condición penosa y sin com-
promiso.
Inicialmente, Willard Saxby afirmó que el mensaje de Ellen White no se
aplicaba a él, que ella estaba equivocada. Pero al darse cuenta que tanto ella,
como su esposa, y el hermano A lo afirmaban, produjo que él, sobria y sere-
namente hiciera un examen de sí mismo. Como resultado de este examen
consecuente de su corazón y su vida, llegó a la conclusión que el mensaje en-
viado ciertamente se aplicaba a él mismo.
Nosotros, el pueblo Adventista del Séptimo Día hoy, podemos ser tentados a
sentir que el mensaje a Laodicea, en la interpretación y aplicación de los es-
24
PVGM:338.
25
PVGM:338.
26
1JT:327.
Pág. 17
Mamón. Ellos pueden todavía lavar sus mantos del carácter y emblanquecer-
los en la sangre del Cordero”.32
“El Testigo Fiel certeramente diagnostica el caso y prescribe el remedio: la
vestidura blanca, la Justicia de Cristo estampado en el carácter; el oro, que es
la fe en Dios; y el colirio, el cual es la Palabra de Dios. Este “colirio” “aviva
la conciencia porque convence de pecado; este avivamiento es necesario para
que se produzca la curación, y la persona viva con sinceridad de propósito
para la gloria de Dios”.33
Cada uno de estos dones – el oro, el colirio y la vestidura blanca – viene a
través de la gracia de Dios. “Mediante la comunicación de la gracia de Cristo,
el pecado es discernido en su aborrecible naturaleza y finalmente expulsado
del templo del alma”.34
El mensaje a Laodicea es un mensaje de sinceridad, que desdobla y desnuda
el alma. Pero es el que necesitamos para que recobremos la armonía con
Dios. Sin este mensaje, continuaríamos en nuestro letargo espiritual hasta que
fuese demasiado tarde.
“Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso, y arrepiénte-
te. Yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entra-
ré a su casa, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venza, le daré que se siente
conmigo en mi trono; así como he vencido y me he sentado con mi Padre en
su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.35
¿Podemos continuar sin corresponder al amor de Jesús? ¿Le seguiremos de-
jando parado fuera de nuestras vidas, esperando pacientemente una invitación
para entrar? ¿No le abriremos nuestros corazones y mentes y le permitiremos,
seria y franca pero positivamente, revelarnos nuestras necesidades? ¿No
aceptaremos de Él el único remedio que está disponible para nuestras enfer-
medades espirituales?
Si no lo hacemos, estaremos engañándonos a nosotros mismos respecto al
perdón, a la eliminación del sentido de culpa, a la paz, y a la eternidad. ¿Qué
criatura racional escogería tal pérdida?
32
RH, 28 de Agosto de 1894.
33
7A:406. Traducción directa del inglés:908; Biblia de Estudios:428 del Nuevo Testamento.
34
RH, 4 de Noviembre de 1890.
35
Apoc. 3:19-22.
Pág. 19
Palabras Claras.-
Estas palabras son tan inequívocas y directas como les es posible a las pala-
bras ser. Pronunciadas, como lo fueron, en amor, no obstante dejan en claro
que no hay posibilidad de recibir vida eterna, de tener una parte en el reino
celestial venidero, a menos que uno experimente lo que está definido como el
nuevo nacimiento.
36
Juan 3:3.
Pág. 20
Las palabras de Jesús son tan sencillas que hay una pregunta capital que ne-
cesita hacerse a fin de poder entender plenamente lo que ellas significan:
¿Cuál es la experiencia del nuevo nacimiento, sin la cual ningún hombre
puede ver el cielo?
La Biblia hace vívidamente claro que el nuevo nacimiento significa un cam-
bio radical en la vida. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.37 “Os daré co-
razón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros. Y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”.38
El hecho de que la persona nacida de nuevo es descrita como “una nueva
criatura”, o creación por la cual “todas las cosas son hechas nuevas”, quien
ha “colocado sus pies en la nueva senda de vida”39, claramente indica un
cambio básico y fundamental. No es un injerto de nuevos brotes en el viejo
árbol. Es un árbol nuevo y diferente.
vida totalmente nueva. Este cambio puede ser producido sólo por la eficiente
obra del Espíritu Santo”.42
Esta es una experiencia que todos, sin excepción, deben tener para ser reco-
nocidos como miembros de la familia de Dios. No hay nadie que nazca en el
mundo como una “nueva criatura”, de modo que pueda decirse de él que es
cristiano por naturaleza, y que por tanto no necesita esta experiencia.
“¡Cristiano por naturaleza! Esta idea engañosa ha servido a muchos como un
ropaje de justicia propia y ha inducido a otros tantos a suponer que tienen es-
peranza en Cristo, sin un conocimiento práctico de Él, de su experiencia, sus
juicios, su vida de abnegación y sacrificio propio”.43
“Vuestra cuna, vuestra reputación, vuestra riqueza, vuestros talentos, vuestras
virtudes, vuestra piedad, vuestra filantropía, o cualquiera otra cosa dentro de
vosotros o relacionada con vosotros, no podrá establecer un lazo de unión en-
tre vuestra alma y Cristo”.44
En la transformación del nuevo nacimiento, la vida encuentra:
“Un cambio, tan notable que ciertamente se le compara con la muerte. ¡De la
vida activa a la muerte! ¡Qué figura notable! Aquí, ninguno necesita ser en-
gañado. Si usted no ha experimentado esa transformación, no descanse. Bus-
que al Señor con todo el corazón. Haga de esto el asunto más importante de
su vida”.45
“No descanse” hasta que haya recibido esta naturaleza transformada, exhorta
la Sra. White. Podemos recordar que Dios, con un amor que no duerme, está
activo para traer a cada persona a Él.
¿Cuáles son los signos por los cuales podemos saber si hemos nacido de nue-
vo? La Biblia suple muchos. Por ejemplo, las bienaventuranzas46 muestran al
hombre y a la mujer que han tenido esa experiencia. Gálatas contrasta as ma-
las obras y actitudes de un irregenerado47, con el fruto del Espíritu, tal como
se presenta en un regenerado.48
42
RP:325.
43
2T:161. Traducción directa del inglés:177-178.
44
5T:46. Traducción directa del inglés:48-49.
45
2T:162. Traducción directa del inglés:179. “Escudriñemos cuidadosamente y veamos si la verdad que hemos aceptado ha
llegado a ser un firme principio para nosotros. ¿Llevamos a Cristo con nosotros cuando salimos de la cámara de oración?
¿Está nuestra religión de guardia a la puerta de nuestros labios? ¿Se siente nuestro corazón atraído con simpatía y amor por
los demás fuera de los de nuestra propia familia? ¿Estamos tratando diligentemente de obtener una comprensión más clara
de la verdad bíblica para que podamos dejar resplandecer nuestra luz en los demás? ¿Podemos contestar estas preguntas en
nuestras propias almas?”. 4T:513.
46
Mat. 5:3-12.
47
Gál. 5:19-21.
48
Gál. 5:22-23.
Pág. 22
Una experiencia de amor por otros. “Nosotros sabemos que hemos pasado
de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su her-
mano, permanece en muerte”.53 Este amor cristiano no es un impulso senti-
mental, e incluso ni siquiera la emoción o sentimientos albergados entre los
miembros de una familia. Es una actitud de gran estima, un interés racional
por los intereses de otros, una deliberada decisión de ir aun más allá del bie-
nestar que otros necesitan.
49
Rom. 5:1.
50
MC:37.
51
[Cundo alguien es justificado] no hay nada en el corazón que esté en pugna con los requerimientos de Dios. La mente,
sumisa y obediente, amará obedecer todos sus mandamientos. El mal será aborrecido y se escogerá el bien. No habrá abne-
gación o sacrificio propio que sea gravoso porque el corazón se deleita en ser útil para Cristo, y en buscar salvar almas del
error y de la transgresión de la santa ley de Dios. Cuando Dios tiene el control de los afectos, la mente no será egoísta, ni re-
trocederá del sacrificio”. RH, 2 de Diciembre de 1875.
52
DMJ:27. “Cuando Cristo reina en el alma, hay pureza, libertad del pecado… La Aceptación del Salvador produce un res-
plandor de perfecta paz, y amor perfecto, de perfecta seguridad”. PVGM:346; MJ:165; EJ:286; RJ:126.
53
1 Juan 3:14.
Pág. 23
54
“El amor de Cristo es profundo y ferviente, y mana como una corriente incontenible hacia todos los que quieran aceptarlo.
En este amor no hay egoísmo. Si este amor de origen celestial es un principio permanente en el corazón, se dará a conocer
no sólo a aquellos con quienes estamos más vinculados por amor en una relación sagrada, sino a todos con quienes nos rela-
cionamos. Nos inducirá a prestar pequeñas atenciones, a hacer concesiones, a impartir actos de bondad, a pronunciar pala-
bras tiernas, veraces, animadoras. Nos impulsará a simpatizar con aquellos cuyos corazones anhelan simpatía”. 7A:258; Bi-
blia de Estudios:135 del Nuevo Testamento.
55
Compare con 1 Cor. 13.
56
1 Juan 4:8.
57
Véase MJ:113.
58
7A:394. Traducción directa del inglés:952; también Biblia de Estudios:399 del Nuevo Testamento.
59
“Hay muchos hoy que aseveran servir a Dios, pero sus conciertos y otras reuniones de placer, sus compañías mundanales,
su exaltación del yo y sus ardientes deseos de popularidad, dan testimonio de que no han obedecido su voz”. 5T:83.
60
“Dios exige hoy de su pueblo que se mantenga tan distinto del mundo, en sus costumbres, hábitos y principios, como de-
bía serlo el antiguo Israel. Si siguen fielmente las enseñanzas de su Palabra, existirá esta distinción; no podrá ser de otra
manera”. PP:489.
61
“¿Por qué medios determinaremos en qué lado estamos? ¿Quién posee el corazón? ¿Con quién están nuestros pensamien-
tos? ¿Acerca de quién conversamos con deleite? ¿A quién dedicamos nuestros más cálidos afectos y nuestras mejores ener-
gías? Si estamos del lado del Señor, nuestros pensamientos están con él, y nuestras reflexiones más dulces se refieren a él.
No trabamos amistad con el mundo; hemos consagrado a Dios todo lo que tenemos y somos. Anhelamos llevar su imagen,
respirar su espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo”. 2T:237.
62
Juan 17:14. “Aquel que deriva su vida de Cristo no anhelará los placeres frívolos y nada satisfactorios del mundo”.
5T:83.
Pág. 24
Una frecuente e instintiva inclinación a orar. Este deseo llega como un an-
helo profundo de comunión con el Salvador, en la misma forma como el
enamorado tiene un fuerte deseo de estar con la persona que es objeto de sus
afectos. Esta urgencia es poéticamente expresada por el salmista: “Como el
63
5T:78.
64
Fil. 4:13. “Debemos entregarnos a él. Cuando esta entrega es completa, Cristo puede terminar la obra que comenzó en
nuestro favor al entregarse a sí mismo. Entonces nos puede restaurar totalmente”. CDCD:159.
65
DMJ:120. Traducción directa del inglés:142-143.
Pág. 25
ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma
mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”.66
66
Salmo 42:1-2.
67
Jer. 15:16. “Los que buscan la justicia de Cristo se espaciarán en los temas de la gran salvación. La Biblia es el almacén
que surte sus almas de alimento nutritivo. Meditan en la encarnación de Cristo, contemplan el gran sacrificio hecho para
salvarlos de la perdición, para llevarles perdón, paz y justicia eterna. El alma está encendida con estos temas grandiosos y
elevadores”. TM:85; CMPA:325.
68
1JT:250.
69
Efe. 2:5. “El pecado no sólo nos aparta de Dios, sino que destruye en el alma humana el deseo y la aptitud para conocerlo.
La misión de Cristo consiste en deshacer toda esta obra del mal. Él tiene poder para vigorizar y restaurar las facultades del
alma paralizadas por el pecado, la mente oscurecida, y la voluntad pervertida”. Ed:29.
70
PVGM:71.
71
CC:22.
Pág. 26
80
Salmo 51:12-13.
81
DTG:115. Traducción directa del inglés:141.
82
2JT:127; 5T:363.
83
God’s Way of Holiness (El Camino de la Santidad de Dios), de Horatius Bonar.
84
Juan 1:12.
85
El Camino de la Santidad de Dios:57.
Pág. 28
El centro de los temas expuestos en este libro – que en pocas palabras son: el
nuevo nacimiento, la justificación y la santificación – es la obra del Espíritu
Santo. La consumación del plan de salvación, lo cual hace estas transacciones
posibles en el hombre y para el hombre, depende totalmente del ministerio
del Espíritu Santo.
Hay algunos pasajes en la Escritura que iluminan, de manera muy clara y
conmovedora, la obra del Espíritu Santo en la salvación del hombre, como
Romanos 7 y 8. En el capítulo siete, Pablo con pinceladas claras nos dibuja
un cuadro de su propia experiencia cuando finalmente vio las exigencias de
Dios y su ley sobre él:
“Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy de carne, vendido al
poder del pecado. Realmente, no entiendo lo que me pasa; porque no hago lo
que quiero, sino lo que aborrezco. Y al hacer lo que no quiero, apruebo que la
Ley es buena. De manera que ya no soy yo quien obra, sino el pecado que
habita en mí. Sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien. Porque
tengo el querer, pero no alcanzo a efectuar lo bueno. Porque no hago el bien
que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no lo
hago yo, sino el pecado que mora en mí”.86
Luego él observa:
“Porque en mi interior, me deleito en la Ley de Dios; pero veo en mis miem-
bros otra ley, que lucha contra la ley de mi mente, y me somete a la ley del
pecado que está en mis miembros”.87
Tres Leyes.-
89
Verso 24.
90
Verso 2. “Si en nuestra alma sentimos necesidad, si tenemos hambre y sed de justicia, ello es una indicación de que Cristo
influyó en nuestro corazón para que le pidamos que haga, por intermedio del Espíritu Santo, lo que nos es imposible a noso-
tros”. DMJ:21; MJ:156.
Pág. 30
Jesús prometió a sus discípulos el don del Espíritu durante sus últimas horas
con ellos, antes de ir al Getsemaní, a los vestíbulos de Caifás, Herodes y Pila-
to – y al Calvario. Por tres años les había enseñado por precepto y ejemplo.
Por tres años había sido su fortaleza, consejero, guía, ayudador y amigo.
Ahora los iba a dejar como ovejas en medio de lobos, como palomas entre
serpientes.
Conociendo su gran necesidad mejor de lo que ellos podrían conocerla, y lo
que el futuro les reservaba, Él buscó el mejor don que podía otorgarles y que
cubriría sus muchas necesidades.
“Yo rogaré al padre”, dijo, “y os dará otro Consolador que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad”.92
El término griego traducido por Consolador, es Parakletos. Es traducido en
otras versiones como: “Ayudador” (Moffat, NASB), “Consejero” (RSV),
“Abogado” (NEB), “Uno que está por usted” (Philips), y otros términos en
otras versiones. La variedad de traducciones sugiere que la palabra tiene una
gran riqueza de significados. Esto es verdad.
El conocido autor y teólogo escocés William Barclay tiene un interesante pa-
saje en uno de sus libros en el que explica el amplio significado de la palabra
Parakletos:
“La palabra parakletos realmente significa uno que es llamado a entrar; pero
es la razón por la cual la persona es llamada, la que le da a la palabra los dis-
tintos significados. Los griegos usaban el término en muchas formas. Un pa-
rakletos podía ser una persona convocada a dar testimonio en una corte legal,
a favor de alguien; podía ser un abogado llamado para pedir clemencia por
alguien cuando estaba bajo alguna acusación que podía acarrear seria conde-
na; podía ser un experto requerido para dar consejo en una situación difícil;
podía ser una persona llamada cuando, por ejemplo, una compañía de solda-
91
DTG:625. Énfasis suplido.
92
Juan 14:16-17.
Pág. 31
dos estaba deprimida y desmotivada, para colocar nuevo coraje en sus mentes
y corazones. Siempre un parakletos es alguien llamado a ayudar, cuando la
persona que lo llama está en un problema, o sufrimiento, o duda, o descon-
cierto… Nosotros tenemos una moderna frase que usamos con frecuencia.
Decimos que es capaz de arreglárselas con todo. Esta es precisamente la obra
del Espíritu Santo. El Santo Espíritu viene a nosotros, saca nuestras insufi-
ciencias y nos capacita para cumplir excelentemente con la vida. El Santo
Espíritu sustituye una vida de derrotas por una vida de victorias”.93
Pablo usa una palabra que transmite algo de la misma idea de parakletos,
agregando quizá una mayor dimensión. Él escribe de la “comunión” del Espí-
ritu.94 El término griego “koinonía” sugiere una íntima comunión y una com-
pasiva cooperación del tercer miembro de la Divinidad con el cristiano.
“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la pers-
pectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impoten-
tes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las cir-
cunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circuns-
tancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera
que estemos, dondequiera que vayamos, esta siempre a nuestra diestra para
apoyarnos, sostenernos y animarnos”.95
Jesús, al explicar a sus discípulos el valor del Don que estaba enviándoles, les
dijo que el Espíritu Santo convencería a los hombres de sus pecados; les per-
suadiría con la verdad del Evangelio y de la grandeza de la Justicia de Cristo;
además les dio la seguridad de que este don podría ser suyo.96 Por lo tanto, el
Espíritu Santo es el agente activo en la conversión.97 Si los hombres rehusa-
ban o eran negligentes en separarse de sus pecados y en aceptar la Justicia de
Cristo, el Espíritu les mostraría a su conciencia los espantosos resultados de
lo que ellos estaban haciendo.98
93
The Gospel of John, Vol. 2, páginas 194-195.
94
Fil. 2:1; 2 Cor. 13:14.
95
DTG:623.
96
Juan 16:8-10.
97
Juan 3:5; Tito 3:5-6.
98
Juan 16:11.
Pág. 32
99
1 Cor. 6:11.
100
Gál. 5:16-25.
101
Rom. 14:17.
102
Juan 16:13.
103
Rom. 8:26.
104
Efe. 3:16.
105
Luc. 24:49.
106
2 Cor. 3:17.
107
HAp:41.
108
TM:464. “Cristo murió por todos; y se nos asegura en su Palabra que él está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a los
que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos”. DNC:321; RJ:89.
Pág. 33
Cuando un bebé nace, el centro de su vida es el yo. Tan pronto como puede
expresarse en la manera más elemental, empieza a hacerle saber a usted, que
él debe ser satisfecho, que sus deseos deben ser complacidos, y sus demandas
atendidas.
Hasta donde sabe, él cree que es el centro del universo. ¡Y no lo olvide! Si lo
que él desea o necesita no le es dado, se lo hará saber sin lugar a dudas. Si su
voluntad es frustrada o negada, él gritará con enojo. Esta es una reacción na-
tural y heredada de uno que pertenece a la raza caída.
Esta raíz del yo puede manifestarse en berrinches temperamentales en un ni-
ño mayor cuando su yo sea contrariado. A medida que se va haciendo adulto,
llega a ser más sofisticado y sutil al tratar de salirse con la suya. Se hará a sí
mismo, en mayor o menor grado, pulido y cortés, porque la sociedad deman-
dará eso de él. Será más una persona culta que áspera; civilizada más que
salvaje. Pero el yo todavía demandará satisfacción. El ego será alimentado,
protegido y expresado.
En el infante las demandas del yo son, por supuesto, inconcientes. Por otra
parte, las necesidades básicas conocidas como instinto de preservación, están
atadas a las reacciones del infante. Así que no estoy sugiriendo que las accio-
nes y actitudes descritas del bebé son pecado, lo cual es una intencionada re-
belión contra Dios. Pero, brotando de la caída naturaleza humana, ellas con-
ducen tan naturalmente al pecado, como el río Jordán se dirige al mar Muer-
to.
Cristo afirmó esto, tácitamente, en su sermón del monte. En ese momento, Él
no estaba hablando a un grupo de personas más pecaminosas que el prome-
dio. De hecho, la mayoría de los que estaban reunidos alrededor de Él, era
gente que probablemente deseaba vivir vidas correctas. Aun así, implicando
claramente que la humanidad es pecaminosa en sus raíces, Él dijo: “Si voso-
tros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos…”.109
Él sugiere la misma idea en su conversación con Nicodemo. Le habló de “lo
que es nacido de la carne”. Luego, hizo un planteamiento que da a entender
que los hombres son pecaminosos por herencia, al asegurar: “Debes nacer de
nuevo”.110 En otras palabras, tú puedes, sobrenaturalmente, llegar a ser radi-
109
Mateo 7:11.
110
Juan 3:6-7.
Pág. 34
calmente diferente de la clase de persona que eres por nacimiento; puedes ser
transformado en una diferente clase de persona.
Una afirmación similar es hecha por Pablo en Efesios111 cuando escribe que
los efesios, los cuales no eran diferentes de la otra gente, “eran por naturaleza
hijos de ira”. Y bien conocidas son sus palabras de Romanos 7, donde él ví-
vidamente describe su impotencia para vencer los pecados a causa de su natu-
raleza pecaminosa.
Recodamos también las palabras de David: “He aquí, en maldad he sido for-
mado, y en pecado me concibió mi madre”.112 Y de Job: “¿Quién hará limpio
a lo inmundo? Nadie”.113
Vamos a usar un diagrama para ilustrar de manera sencilla, la condición que
hemos estado describiendo:
El yo pecaminoso
“Pondré Enemistad”.-
111
Efe. 2:3.
112
Salmo 51:5.
113
Job 14:4.
114
Rom. 8:7, NEB.
Pág. 35
tros. Por ejemplo, Dios por medio de uno de sus muchos canales, puede ha-
blarnos de manera especialmente clara en algunas ocasiones y despertar nues-
tras conciencias.
Tenemos un ejemplo clásico de esto en la experiencia del rey David. David
había causado la muerte de Urías heteo, y luego había tomado a su esposa pa-
ra sí. Este grave pecado inhabilitó su conciencia en sumo grado. Finalmente
llegó el momento oportuno y Dios le envió al profeta Natán con una conmo-
vedora historia de una corderita.118 Y David, condenándose a sí mismo, en la
persona del supuesto rico, fue repentinamente llevado a reconocerse a sí
mismo, lo que él era. El hermoso y penitencial Salmo 51 es el resultado de su
conciencia despertada.
Ilustremos los esfuerzos de Dios para alcanzarnos. Las flechas simbolizan las
varias maneras que Él usa:
118
2 Sam. 12:1-3.
Pág. 37
sión que estemos mirando, algunos libros que estemos leyendo, o música que
estemos escuchando.
“Debo Vencer”.-
119
PVGM:69; traducido directamente del inglés, página 97, énfasis suplido. “La obra de la santificación comienza en el co-
razón y debemos relacionarnos de tal forma con Dios que Jesús pueda poner su molde divino sobre nosotros”. RP:353;
AFC:167.
Pág. 38
“El hombre que trata de guardar los mandamientos de Dios solamente por un
sentido de obligación -porque se le exige que lo haga - nunca entrará en el
gozo de la obediencia. Él no obedece”.122
Él no obedece, porque no puede verdaderamente obedecer. No puede verda-
deramente obedecer con un sentido de amor, aunque realmente desea hacerlo,
porque el yo es el centro de su vida. Trata de obedecer – en este caso, desha-
ciéndose de ciertos pecados en su vida – sobre la base del yo. El yo está tra-
tando de disciplinar al yo. Esto equivaldría a luchar por levantarse a sí mis-
mo, tirando de los cordones de sus zapatos.123
“El yo no puede arreglárselas con el yo; no es suficiente para esta obra… So-
lo Dios puede hacernos leales y conservarnos en esa lealtad”.124
Vemos, pues, que cuando Dios nos habla a través de la conciencia, Él está
tratando de hacer muchos más que dirigirnos a abandonar algunos pecados
particulares de nuestras vidas, a pesar de cuán importante eso es. Desea que
venzamos el yo. Pero en razón que nuestra conciencia saca a relucir pecados
individuales, nosotros empezamos a pensar en esos términos. Justamente aquí
es donde a menudo fallamos, respecto a lo que Dios está tratando de hacer,
como lo hemos visto previamente.
120
Cristo no anima al hombre para que piense que él aceptará un carácter remendado, constituido mayormente del yo con un
poco de Cristo. Esta es la condición de la iglesia laodicense. Al principio parece haber algo del yo y algo de Cristo; pero
pronto todo es del yo, y nada es de Cristo. Se revela la raíz del egoísmo. Continúa creciendo, echando sus raíces más y más
profundamente, hasta que sus ramas están cubiertas con frutos indeseables. Cristo considera con ternura compasiva a todos
los que tienen caracteres híbridos. La relación con Cristo de los que tienen un carácter tal, es tan frágil que es completamen-
te inservible”. 6CBA:1101; Biblia de Estudios:249.
121
“La religión de remiendos no tiene el menor valor ante Dios. Él pide todo el corazón. Ninguna parte de éste debe quedar
reservada para el crecimiento de tendencias al mal hereditarias o cultivadas. Ser áspero, riguroso, darse demasiada impor-
tancia, ser egoísta, velar por los propios intereses egoístas, y sin embargo exigir que otros sean desinteresados, es una reli-
gión que es una abominación para Dios. Muchos experimentan esto diariamente, pero esa es una tergiversación del carácter
de Cristo”. 6CBA:1101; Biblia de Estudio:250.
122
PVGM:70.
123
“Para recibir ayuda de Cristo, debemos comprender nuestra necesidad. Debemos tener verdadero conocimiento de noso-
tros mismos. Sólo quien se reconoce pecador puede ser salvado por Cristo. Sólo cuando vemos nuestro desamparo absoluto
y no confiamos ya en nosotros mismos, podemos asirnos del poder divino.
No es tan sólo al principio de la vida cristiana cuando debe hacerse esta renuncia a sí mismo. Hay que renovarla a cada paso
que damos hacia el cielo”. MC:361.
124
NEV:215.
Pág. 39
“Tan sólo cuando el egoísmo está muerto, cuando la lucha por la supremacía
está desterrada, cuando la gratitud llena el corazón, y el amor hace fragante la
vida, tan sólo entonces Cristo mora en el alma, y nosotros somos reconocidos
como obreros juntamente con Dios”.125
“Si os aferráis al yo y rehusáis entregar la voluntad a Dios, elegís la muerte.
Dondequiera que esté el pecado, Dios es para él un fuego devorador. Si elegís
el pecado y rehusáis separamos de él, la presencia de Dios que consume el
pecado también os consumirá a vosotros”.126
“El yo es difícil de conquistar. No es fácil traer la depravación humana en to-
das sus formas a la sujeción del Espíritu de Cristo. Aun así, todos deberían
quedar impresionados con el hecho de que, a menos que ganen la victoria por
medio de Cristo, no tienen esperanza. La victoria es alcanzable porque con
Dios nada es imposible. Con su gracia ayudadora, es posible vencer todo mal
temperamento y toda la depravación humana”.127
“El yo es tan grande en muchos, siempre esforzándose por dominar. Hay
quienes profesan ser seguidores de Cristo Jesús, quienes nunca han muerto al
yo. Nunca han caído sobre la Roca y sido quebrantados. Hasta que lo hagan,
vivirán para el yo, y si mueren como están, entonces será para siempre dema-
siado tarde para que sus errores sean corregidos”.128
“Quien quiera que entre en la ciudad de Dios por las puertas de perla, entrará
como vencedor, y su victoria será la que habrá obtenido sobre sí mismo”.129
La pregunta que ahora predomina en nuestras mentes es: ¿Cómo morimos al
yo? La respuesta es: naciendo de nuevo. En un capítulo anterior, enumeramos
maneras por las cuales cada uno puede determinar si ha nacido de nuevo.
Continuaremos sugiriendo formas en las cuales la nueva vida puede ser al-
canzada. Pero antes que pensemos en este tema vitalmente importante, y que
más clara y fuertemente acentuemos su significado y profundidad, debemos
pensar en otro aspecto de la experiencia cristiana que muchos deben pasar.
125
PVGM:332.
126
DMJ:55-56.
127
4T:342.
128
FEC:284.
129
9T:147.
Pág. 40
45º
135º
0º 180º
En cualquier caso, parece claro que no todos los que son Adventistas del Sép-
timo Día están totalmente entregados a Cristo. Ellen White escribe que “mu-
chos que han aceptado la teoría de la verdad, sin haber experimentado una
verdadera conversión”.130 Ella hace una declaración aun más fuerte:
“El nuevo nacimiento es una experiencia rara en esta época del mundo. Esta
es la razón por la cual, hay tantas perplejidades en las iglesias. Muchos, mu-
chísimos que pretenden tener el nombre de Cristo no están santificados, y son
impíos. Han sido bautizados, pero fueron sepultados vivos. No murió el yo, y
por lo tanto no renacieron a una nueva vida en Cristo”.131
El término “rara” es fuerte. Cuando pensamos en monedas raras, o estampi-
llas raras, reconocemos que indica que no hay mucho de ese tipo particular.
Es verdad que las palabras que hemos citado fueron escritas hace muchos
años. Pero, ¿podemos decir que la iglesia está hoy en una experiencia espiri-
tual, significativamente superior entonces?132
130
5T:202.
131
Biblia de Estudios:205-206.
132
“A menudo se levanta la pregunta: ¿Por qué, entonces, hay tantos que pretenden creer en la Palabra de Dios, en los cua-
les no se ve una reforma en las palabras, en el espíritu y en el carácter? ¿Por qué hay tantos que no pueden soportar la opo-
sición a sus propósitos y planes, que manifiestan un temperamento no santificado, y cuyas palabras son ásperas, despóticas
y apasionadas? Se ve en ellos el mismo amor al yo, la misma indulgencia egoísta, el mismo mal genio y lenguaje precipita-
do que se notan en la vida de los mundanos. Existe el mismo orgullo sensible, la misma concesión a la inclinación natural,
la misma perversidad de carácter que si la verdad fuera completamente desconocida para ellos. La razón es que no están
convertidos”. PVGM:71.
Pág. 42
Juan empieza ahora a leer su Biblia. Deja de ver esos programas cuestiona-
bles en la televisión. Devuelve un diezmo completo. Y así sucesivamente.
El Espíritu Santo continúa trabajando con él. Y Juan responde a esa súplica
en su corazón y su vida, hasta llegar, digamos, a los 170 grados de compro-
miso.
Pág. 43
Justo aquí, vamos a considerar una pregunta: El Espíritu Santo ha estado cla-
ramente trabajando en la vida de Juan y él ha estado respondiendo a Su amor
y súplica. Pero, ¿ha nacido él de nuevo (si, de acuerdo a nuestra ilustración,
él debe llegar al punto de los 18 grados de entrega para esa experiencia)?
La respuesta es: por supuesto que no. Tal como describimos en nuestra ilus-
tración del corazón en el capítulo anterior, él ha estado sacando muchas cosas
de su vida que no deberían estar allí, y agregando muchas que deberían estar.
Pero todavía él no ha nacido de nuevo.
Semejante al joven rico133, él se ha vuelto en gran medida a Cristo. Pero tam-
bién, semejante al joven rico, algo todavía está mal. En el caso del príncipe,
el problema era el amor propio. “Una sola cosa le faltaba, pero esta era un
principio vital… A fin de que pudiese recibir el amor de Dios, debía renun-
ciar a su supremo amor a sí mismo”.134
Otra pregunta: ¿Podemos decir que Juan ha estado teniendo una experiencia
de conversión?
Antes de contestar esta pregunta, desearíamos considerar una o dos ideas
más.
¿Cuál es el significado del término conversión? Si comparamos un texto bí-
blico, por ejemplo, Marcos 4:12 como es presentado en dos diferentes ver-
siones bíblicas en inglés135, nos ayudará a descubrir la respuesta a esta pre-
gunta. La KJV dice: “convertidos” (converted) y la RSV usa la palabra
“turn”. Según el American Heritage Spanish Dictionary, la palabra “turn” se
traduce como: girar, volver. Así que sencillamente el término conversión
también es “un volverse, un giro”.
La Biblia muestra que en la conversión, tanto Dios como el hombre, están in-
volucrados. En algunos casos se describe a Dios como haciendo la conver-
sión, en otros casos el hombre. “Conviérteme y seré convertido”.136 “Vuélve-
nos, oh Jehová, a ti y nos volveremos”.137 “Convertíos, pues y viviréis”.138
133
Mateo 19.
134
DTG:478.
135
KJV (King James Version) y RSV (Revised Standard Version).
136
Jer. 31:18.
137
Lam. 5:21.
138
Eze. 18:32.
Pág. 44
Jesús en el Centro.-
Esto significa que cuando una persona nace de nuevo, tiene una experiencia
completa en el sentido de que está totalmente libre de la atracción de la tenta-
ción y el pecado, y que está libre de cada propensión a pecar. No significa
una perfección instantánea. Tal cosa no la podemos decir. Pero sí significa,
como hemos visto en el capítulo tres, que se llega a ser “una nueva criatura”,
con “un nuevo corazón” y “un nuevo espíritu”. Quiere decir que se le ha dado
a Jesús el centro del corazón, y que el amor por el Maestro reina en el alma.
Aplicándolo a nuestro diagrama, ubicarse a 45, 90 o 179 grados en actitud de
entrega a Dios, no es nuevo nacimiento. Estos son grados de conversión o de
giro pero no de nuevo nacimiento. De acuerdo a la ilustración que estamos
usando, el nuevo nacimiento puede ocurrir únicamente a los 180 grados.
139
Eze. 33:11.
140
CS:522.
141
5T:107.
142
1T:148; traducción directa del inglés:158.
Pág. 45
143
1MS:467-468.
144
PVGM:73.
Pág. 46
145
CC:26.
146
“Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda contaminado. El hom-
bre viene a ser un instrumento de iniquidad”. DTG:279-280.
Pág. 47
“Algunos sienten que deben estar a prueba y demostrarle al Señor que están
reformados antes de reclamar su bendición. Pero estas queridas almas pueden
reclamar la bendición de Dios ahora mismo; deben obtener su gracia, el espí-
ritu de Cristo para ayudarlos en sus debilidades, o de otra manera no pueden
formar caracteres cristianos. Jesús quiere que vayamos a él tales como so-
mos: pecadores, desvalidos, necesitados”.147
Entonces la cita del Camino a Cristo, significó mucho para mí. El más grande
poder de atracción, como yo de alguna manera lo sentí alguna vez, no está en
el lado de los 0 grados. Está en el lado de los 180 grados. “Jehová se manifes-
tó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por
tanto, te prolongué mi misericordia”.148 “Con cuerdas humanas los atraje, con
cuerdas de amor”.149
parado para recibir a Jesús. Los individuos son probados durante cierto tiem-
po para ver si quieren sacrificar sus ídolos y escuchar el consejo del Testigo
fiel. Si alguno no quiere ser purificado por la obediencia a la verdad, y vencer
su egoísmo, su orgullo y sus malas pasiones, los ángeles de Dios reciben este
encargo:’Se han unido a sus ídolos, dejadlos’, y prosiguen con su obra, de-
jando en las manos de los malos ángeles a aquellos que no han subyugado sus
rasgos pecaminosos. Los que resisten en cada punto, que soportan cada prue-
ba y vencen, a cualquier precio que sea, han escuchado el consejo del Testigo
fiel y recibirán la lluvia tardía, y estarán preparados para la traslación”.150
Examinemos esta cita en el contexto de nuestro diagrama.
En el capítulo anterior, usamos a un hombre hipotético, Juan, para ilustrar los
puntos que queremos explicar. Vamos a tomarlo otra vez sobre el mismo te-
rreno y colocarlo en la cita leída.
Encontramos a Juan a 45 grados en su compromiso con Dios. Cuando fue
bautizado pudo haber estado en 180 grados. Pero gradualmente se descuidó y
bajó la guardia en ciertas áreas. Lentamente se hundió a donde lo encontra-
mos viviendo como laodicense: “flexible, sin vida y sin emoción en su expe-
riencia religiosa”, como lo describe la hermana White.
Por supuesto, hay muchas cosas a las cuales él todavía se adhiere, como ad-
ventista. Por ejemplo, permítame decirles que no toma licor, ni té, ni café. Y
por supuesto da por lo menos la apariencia de ser guardador del Sábado. Hizo
la Recolección fielmente cada año. Envió a sus hijos a la escuela de iglesia.
Él hizo las cosas que podría hacer confortablemente, sin ninguna gran batalla
contra el yo.151
Entonces, tuvo un encuentro cercano con la muerte o escuchó el sermón que
movió su corazón. El Espíritu Santo empezó a despertar su conciencia y a
mostrarle las condiciones de su vida que debían ser corregidas. Así que,
abandonó los programas cuestionables de televisión, empezó a pagar un
diezmo honesto, empezó a asistir a las reuniones de oración, y otras cosas
más.
Dios continuó con amor anhelante trabajando en su corazón y Juan continuó
respondiendo.
152
DTG:291.
Pág. 50
Supongamos que en otra ocasión Juan determina rendir ese pecado que lo
agobia. Se mueve hasta, digamos, la marca del grado 170. Allí encuentra la
cosa final que se levanta entre él mismo y Dios y el nuevo nacimiento. Una
fiera batalla ruge en su corazón. Si él falla al hacer esta elección y darse a sí
mismo por entero al control del Espíritu Santo, otra vez se deslizará a su an-
tigua, confortable, cómoda, descuidada posición de tibieza. Pero no comple-
tamente. No se deslizará al punto de 45 grados. Puede ser a 30, puede ser a
20. Podría ser a cero grados. Por cada vez que nosotros resistimos al Espíri-
tu Santo, llegamos, hasta ese grado, a ser insensibles espiritualmente. 153
“Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vi-
da, todo el ser queda contaminado. El hombre viene a ser un instrumento de
iniquidad”.154
Si Juan persiste en resistir, llegará el momento en que ya no podrá responder
a las súplicas de Cristo. Entonces son pronunciadas las palabras: “Juan se ha
unido a sus ídolos. Dejadlo”. Y los ángeles de Dios lo pasan por alto, deján-
dolo con “sus rasgos pecaminosos no subyugados, bajo el control de los ma-
los ángeles”.
Hay una importante observación que debo hacer aquí. Hemos estado discu-
tiendo sobre nuestro hombre imaginario, a la luz de la cita de 1T:172. Se nos
describe a Dios trayéndonos al mismo terreno vez tras vez con el propósito
de guiarnos completamente a Él mismo. Algunas veces toma años, décadas,
tal vez quizá toda una vida. Pero esto no tiene que tomar años. Puede tomar
solo unos momentos.
“Tan pronto como consintamos en renunciar al pecado, a reconocer nuestra
culpabilidad, se quitará la barrera que separa al alma del Salvador”.155
“En el momento en que nos rendimos a Dios, creyendo en Él, tenemos Su
justicia”.156
153
“Cada acto de resistencia hace más difícil la entrega”. RP:327; TM:71.
154
DTG:279-280.
155
1MS:382.
156
RH, 25 de Julio de 1889.
Pág. 51
¡Cuán bueno es Dios! ¡Cuán ansioso está de reunirnos, a cada uno de noso-
tros, con Él! ¡Cuán paciente es Él! Cuánto desea olvidar inmediatamente el
pasado y colocar alrededor nuestro el manto incomparable de la justicia de Su
Hijo, mientras estemos totalmente deseosos de hacer nuestra parte.
Pág. 52
La Humillación Divina.-
Él vive como los hombres viven, enfrenta lo que ellos enfrentan, conoce la
pobreza y el trabajo duro como los más pobres lo conocen. Se identifica a sí
mismo con lo más humilde de la humanidad. Tal humillación que nosotros no
podemos comprender.
Pero su descenso desde los pináculos del honor y de la gloria va mucho más
allá que esto. Pues en el Getsemaní Él es cargado con una consternación so-
brenatural, una indescriptible maldición, que ningún hombre jamás haya ex-
perimentado. Ese pavor se debe a sus pecados y a los míos, y a los pecados
de todo el mundo que lo agobian. Cuán terrible es esta experiencia. Él no ne-
cesita pasarla. Se puede librar de esto y regresar al cielo. La tentación de ha-
cer esto es fuerte. La copa tiembla en sus manos pero Él dice al Padre, lo que
le ha dicho durante toda su vida en la tierra: “No se haga mi voluntad sino la
tuya”. Y debido a que Él ha sido siempre sumiso a la voluntad de Su Padre,
va a toda esa sublimación de pena y dolor, “hasta la muerte y muerte de
cruz”.158
157
DTG:481.
158
Fil. 2:8.
Pág. 53
Habiendo soportado todo esto – por usted y por mi – Él dice: “Requiero de ti,
lo mismo que mi Padre requirió de mí. Hice lo que Mí Padre me pidió – por
ti. Debo pedirte que tomes el mismo paso”.
Y así llegamos a la respuesta de nuestra pregunta: ¿Cuál es la sustancia de las
enseñanzas de Jesús?
Fue rendirse a sí mismo.
Jesús se entregó por completo en las manos de Su Padre, para ser usado como
el Padre vio adecuado. Le enseñó a Sus seguidores que ellos deben hacer lo
mismo. Y usted y yo debemos hacer como Él hizo. Debemos rendirnos a no-
sotros mismos a Él, entera, plena y completamente.159
“Una completa entrega es requerida. A menos que ésta tome lugar, llevare-
mos con nosotros el mal que destruye nuestra felicidad. Pero cuando el yo es
crucificado, Cristo vive en nosotros y el poder del Espíritu acompaña nues-
tros esfuerzos”.160
En otras palabras, lo que Jesús, en amor, nos hace obligatorio es que poda-
mos alcanzar la actitud de corazón y mente representada por la marca de 180
grados de nuestro previo diagrama. Esto es, que nos entreguemos por com-
pleto a Dios, en un absoluto abandono del yo.
“Hay aquellos que profesan ser seguidores de Jesucristo que nunca han muer-
to al yo. Nunca han caído en la roca y han sido quebrantados. Hasta que esto
suceda, ellos estarán viviendo para sí, y si ellos mueren como están, será para
siempre muy tarde para que sus errores sean corregidos”.161
¿Qué es lo que significa rendirse en términos concretos?
Tal vez al considerar rendirnos, algunos de nosotros nos inclinamos a pensar
en términos de cosas. Hemos previamente referido el incidente en el cual, de
acuerdo al registro de Marcos, un joven rico vino a Cristo, muy deseoso de
encontrar salvación. “Maestro bueno”, preguntó ansiosamente, “¿qué bien
haré para tener la vida eterna?162
159
“La posición a la que todos deben llegar es a valorar la salvación más que cualquier ganancia del mundo, a contar todo
como pérdida a fin de poder ganar a Cristo. La consagración debe ser entera. Dios no admitirá reserva, un sacrificio dividi-
do, un ídolo. Todo debe morir al yo y al mundo. Entonces renovemos nuestra consagración a Dios diariamente. La vida
eterna vale un esfuerzo de toda la vida, perseverante e incansable”. RH, 18 de Marzo de 1880.
160
NEV:21.
161
FEC:284.
162
Mat. 19:16.
Pág. 54
163
Mat. 19:21.
164
“No somos hijos de Dios a menos que lo seamos enteramente. Hay algunos que profesan servir a Dios a la vez que con-
fían en sus propios esfuerzos para obedecer su ley, formar un carácter recto y asegurarse la salvación. Sus corazones no son
movidos por ningún sentimiento profundo del amor de Cristo, sino que tratan de ejecutar los deberes de la vida cristiana
como una cosa que Dios demanda de ellos, a fin de ganar el cielo. Tal religión no vale nada. Cuando Cristo mora en el cora-
zón, el alma está tan llena de su amor, del gozo de su comunión, que se une a él, y pensando en él, se olvida de sí misma. El
amor de Cristo es el móvil de la acción. Aquellos que sienten el constructivo amor de Dios no preguntan cuánto es lo menos
que pueden darle para satisfacer los requerimientos de Dios; no preguntan cuál es la más baja norma aceptada, sino que as-
piran a una vida de completa conformidad con la voluntad de su Salvador. Con ardiente deseo entregan todo y manifiestan
un interés proporcionado al valor del objeto que buscan. El profesar pertenecer a Cristo sin sentir amor profundo, es mera
charla, árido formalismo, gravosa y vil tarea”. CC:44.
165
“Muchos de los que profesan seguir a Cristo se sienten angustiados, porque temen confiarse a Dios. No se han entregado
por completo a él, y retroceden ante las consecuencias que semejante entrega podría implicar. Pero a menos que se entre-
guen así a Dios no podrán hallar paz”. MC:381.
166
DTG:247; traducción directa del inglés:280; énfasis suplido.
Pág. 55
Cosas y Actitudes.-
Pero la dificultad que pueda presentarse por alguna cosa, o cosas, es frecuen-
temente la parte más fácil de la entrega. Más difícil y más importante que la
entrega de cosas, es rendir las actitudes. Es mucho más fácil entregar cosas
que actitudes. Pero hasta que no entregue cada actitud errónea, no podré ser
hecho una nueva criatura.
Antes que me pueda colocar plenamente, sin reservas, en las manos de mi
Salvador, debo repudiar y entregar todo egoísmo en mi vida – celos, orgullo,
envidia, sospechas, críticas, susceptibilidades, actitudes de superioridad, alta-
167
CMPA:313.
168
CC:42.
169
4T:218; traducción directa del inglés:221.
170
“Dios no aceptará sus ofrendas si usted se retiene a sí mismo. Él no solo pide por lo que es Su propiedad en términos de
lo que le ha confiado, sino por su propia propiedad en su cuerpo, alma y espíritu, comprado con el precio infinito de la san-
gre del Hijo de Dios”. RH, 31 de Octubre de 1878.
Pág. 56
171
DTG:291.
172
DMJ:79.
173
1 Juan 3:21.
Pág. 57
174
Rom. 8:16.
175
7A:164; Biblia de Estudios:671.
Pág. 58
En el altillo, él se acerca a una caja llena de libros valiosos. “¿Y qué hay so-
bre éstos? ¿Son míos también?”.
“Me había olvidado de ellos también, pero son tuyos para que haga con ellos
como desee”.
Por consiguiente, la entrega genuina es una cosa completa en el momento en
que es hecho, hasta donde sabemos.176 Pero hay cosas en la vida que necesita-
rán ser rendidas que no vemos inmediatamente: hábitos no reconocidos, des-
honestidades no confesadas o no restituidas, transgresiones olvidadas y aun
debilidades no reveladas.177 Pero cuando Jesús las trae a nuestra atención, de-
cimos: “Si Señor, veo lo que debo hacer, y a pesar de que no sabía de esto, o
lo había olvidado, haré lo que Tu quieres”.
Si esta ha sido y es nuestra actitud no necesitamos desanimarnos si hoy so-
mos impresionados de que hay algo más en nuestras vidas que debemos ren-
dir. Bajo esas circunstancias, el llamado a rendir una nueva área nos dice que
estamos en crecimiento y que Dios nos está llamando a estar más cerca del
Salvador.
Mientras tanto, es nuestro deber orar para que Dios nos muestre y reconoz-
camos nuestros pecados y fallas178, de tal manera que nos podamos arrepentir
de ellos y armonizar en cada detalle de nuestras vidas con Su voluntad. La
negligencia o el negarnos a hacer esto, nos hace peligrosamente posible que
nos separemos de Dios.
Algunas personas pueden preocuparse sobre cómo lidiar con ciertas cosas es-
pecíficas en su vida cuando se rindan. Por ejemplo, se pueden preguntar, ha-
biéndose rendido: ¿Debo ahora invertir más horas dando estudios bíblicos?
¿Tengo la obligación de dar más ofrendas de las que he estado dando? ¿De-
bería vender mi casa y dar parte del dinero a las misiones y vivir en alquiler?
Hay innumerables preguntas que se podrían formular.
La respuesta a cada pregunta puede ser encontrada en cada corazón y mente.
Habiéndose dado a sí mismo, sus talentos, su sentirse preocupado respecto a
esas cosas. Debe dejarlas, sin reservas, en las manos de Dios y pedir guía en
cada asunto, observar sus providencias y avanzar a medida que se abra el ca-
mino.
176
“Ni un solo rincón o esquina del alma debe ser un escondite para el egoísmo”. 8T:152; traducción directa del inglés:139-
140.
177
“No podéis alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y os sumiríais en la desesperación si pu-
dieseis contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer”. MJ:42.
178
Salmo 139:23.
Pág. 59
Hay algunos que sienten que al rendirse a Dios, estarán renunciando a su in-
dividualidad, abandonando su libertad, perdiendo todos sus derechos y con-
virtiéndose en esclavos sin libertad para pensar y actuar por sí mismos. Nada
podría estar más lejos de la verdad.179
Considere. ¿Cómo puede un hombre creerse libre cuando deseos de auto-
complacencia – apetito, lujuria, o algún otro hábito destructivo – lo gobierna?
¿Cómo puede llamarse libre cuando es un esclavo de un yo que constante-
mente demanda satisfacción, atención, protección? ¿Cómo puede llamarse li-
bre cundo cada capricho o desaire u ofensa puede arruinar su día? ¿Cómo
puede ser libre cuando afuera tiene que usar una máscara agradable sobre el
ceño fruncido que mantiene en el hogar? ¿Y asumir una bondadosa y compa-
sionada voz en lugar de la voz enojada y amenazante que usa en el hogar?
¿Estar todo el tiempo temeroso de que lo que su familia sabe sobre sí se des-
cubra?180
Compare esto con el maravilloso sentido de libertad que viene cuando descu-
bre que no necesita tener una máscara para fingir y protegerse a sí mismo.
Usted ha sido perdonado por Dios. No tiene nada que usted sienta que deba
esconder. Está en paz. Su sentido de culpabilidad se ha ido. Puede ser tan
abierto como el cielo, y tan transparente como el rayo del sol. No teme a ser
expuesto pues puede sinceramente admitir sus pecados, sus caídas y decir:
“Si, soy un pecador, pero Jesús me ha perdonado. Debo ser victorioso en
Él”.181
Esa es la verdadera libertad. Y viene al someternos a Jesús.182
179
“Todos los elementos de carácter que ayudan al hombre a tener éxito y ser honrado en el mundo, el deseo irrefrenable de
hacer algún bien mayor, la voluntad indómita, el esfuerzo tenaz, la perseverancia incansable, no han de ser desechados. Han
de permanecer, y mediante la gracia de Dios recibida en el corazón, han de cambiar de dirección. Esos valiosos rasgos de
carácter han de aplicarse a objetos tanto más elevados y nobles que los propósitos mundanos, como los cielos son más altos
que la tierra”. AFC:93.
180
“Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden
ser regidas por facultad humana alguna”. DTG:303.
181
“¿Y qué abandonamos cuando damos todo? Un corazón corrompido para que Jesús lo purifique, para que lo limpie con
su propia sangre y para que lo salve con su incomparable amor. ¡Y sin embargo, los hombres hallan difícil dejarlo todo! Me
avergüenzo de oírlo decir y de escribirlo”. CC:45.
182
“Cada deber difícil se vuelve fácil y cada sacrificio llega a ser un placer para aquellos que la verdad los hace libres. Qué
victoria es ganada cuando la vida carnal cesa y la vida espiritual comienza…
La mente, sumisa y obediente, amará hacer todos Sus mandamientos. El mal será aborrecido, y lo bueno será escogido. No
habrá una negación propia… que sea gravosa porque el corazón se place en trabajar por Cristo y por la búsqueda de almas
del error y de la transgresión de la santa ley de Dios. Cuando Dios tiene el control de los afectos, la mente no será egoísta, ni
se encogerá de los sacrificios”. RH, 2 de Diciembre de 1875.
Pág. 60
Por lo tanto, hay más para encontrar una relación con Jesús que simplemente
decir: “Yo creo en Él y le acepto como mi Salvador”.
Hay más que la mera aceptación del manto de Su justicia como mío, creyen-
do por este acto que me pongo delante de Dios sin falta.
Decir: “Ven a Jesús tal como estás y Él te aceptará” es correcto. Pero ese ve-
nir debe ser sinónimo de una completa entrega, y nada menos.
Una relación con Jesús es más que un asunto de solo aceptarlo. (Más bien es-
to puede ser materia de engaño y que los antiguos y modernos teólogos lla-
man “gracia barata”). Es también un asunto de que É nos acepte. Y aunque Él
está deseoso de hacerlo, lo puede hacer solo bajo condición. “Dios no acepta-
rá nada menos que una entrega sin reservas”.184
Hay grande y gozosa seguridad en palabras tales como: “No debemos inquie-
tarnos por lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino que debe interesar-
nos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto”.185
¿Pero sobre qué base se aplican estas palabras a nosotros? Nos estamos afe-
rrando a una falsa esperanza si no entendemos y actuamos dentro del contex-
to en que esta cita fue escrita. Antes de hacer esta declaración, Ellen White
escribe: “Cuando nos entregamos enteramente a Dios, y creemos con pleni-
tud, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado”. Y casi inmediatamente
después de esta cita, observa: “Dios muestra a la persona arrepentida y cre-
yente, que Cristo acepta la entrega del alma para moldearla según su propia
semejanza”.186
Por lo tanto, es aquel que se entregó por completo el que puede confiar en lo
que Dios piensa de su Sustituto. No debemos fallar en este punto.
Hay ciertos pasos que deben ser tomados por una persona para llegar a ser
aceptada por Dios. Primero, como hemos visto, debemos llegar a una entrega
completa. Esto le permite a Jesús justificar al pecador, imputarle su propia
183
CC:47-48.
184
RH, 16 de Mayo de 1907; EUD:196.
185
2MS:36-37.
186
Énfasis suplido.
Pág. 61
justicia de tal manera que sea considerado por el Padre como si nunca hubie-
se pecado. Entonces comiénzale proceso de santificación, o sea, el imparti-
miento de la vida de Cristo a esa persona.
Prestemos atención a estas dos citas cuidadosamente:
“Dios requiere la entrega completa del corazón antes de que pueda efectuarse
la justificación”.187
“Justificación significa la salvación de un alma de la perdición para que pue-
da obtener la santificación, y por medio de la santificación, la vida del cielo.
Justificación significa que la conciencia, limpiada de obras muertas, es colo-
cada donde puede recibir la bendición de la santificación”.188
187
1MS:429.
188
7CBA:920; Biblia de Estudios:305.
189
Rom. 5:9-10; 2 Cor. 7:2, Biblia de Jerusalén.
190
Heb. 12:14.
191
7A:164; Biblia de Estudios:671.
Pág. 62
Pero el hecho espantoso es, que a menos que él haya tenido una actitud de
absoluta entrega al Señor, él nunca ha sido justificado. Y el proceso de la san-
tificación no ha ni siquiera comenzado.
Vamos a nuestro diagrama de los 180 grados una vez más para ilustrar este
punto gráficamente:
A menos que haga una entrega total, una persona no tiene posibilidad de ven-
cer sus pecados. Pero, “no desespere nadie de ganar la victoria. La victoria es
segura cuando se rinde el yo ante Dios”.192
“El Señor no puede hacer nada para sanar al hombre hasta que, convencido
éste de su propia debilidad y despojado de toda suficiencia propia, se entrega
al dominio de Dios. Entonces puede recibir el don que Dios espera conceder-
le”.193
“Si nos aseguramos en Él y le confiamos nuestros caminos, Él dirigirá nues-
tros pasos en la senda segura, la cual nos llevará a la obtención de victoria
sobre cada pasión mala, y cada rasgo de carácter que sea desemejante al ca-
rácter de nuestro divino Modelo”.194
En el capítulo cinco usamos un dibujo de un corazón para ilustrar el proble-
ma fundamental del hombre, el cual no es los pecados y faltas cometidos,
sino el yo. Ahora, podemos retroceder a esa ilustración y agregar un elemento
nuevo.
También vimos en el capítulo cinco que cuando el Espíritu de Dios comienza
a hablar al corazón, nuestra avivada conciencia nos hace pensar en términos
de pecados específicos en nuestras vidas. Entonces empezamos a trabajar so-
bre estos pecados. Pero, como hemos discutido en este capítulo, no son peca-
dos, o cosas lo que Dios desea. Es el corazón, con el yo destronado.
192
7A:27; Biblia de Estudios:43.
193
DTG:267.
194
NEV:316.
Pág. 63
Pero vayamos más allá de eso. Dios no desea el corazón para renovarlo.
Desea reemplazarlo totalmente por uno nuevo. “Os daré un corazón nuevo, y
pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el co-
razón de piedra, y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de
vosotros, y haré que andéis en mis Mandamientos, que guardéis mis normas,
y las cumpláis”.195 “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva crea-
ción. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo”.196
¿Qué significa esto? Cuando definimos lo que entendemos por corazón, en el
capítulo cinco, establecimos que significa: deseos, sentimientos, motivos,
impulsos, intereses, tendencias y actitudes. Por tanto el nuevo nacimiento – y
esto es, por supuesto, lo que estamos discutiendo – resulta en nuevos deseos,
nuevos sentimientos, motivos, impulsos, intereses, tendencias y actitudes.
El mismo hombre pero diferente.
Hemos descrito un milagro perpetuo. Que Dios pueda tomar a un hombre, un
ser con voluntad propia, con cierta educación, medio ambiente, y característi-
cas heredadas de carácter, y hacer de él al mismo tiempo un hombre diferen-
te, es increíble, humanamente hablando. La cara es la misma, la voz es igual,
las células cerebrales son las mismas, las habilidades son las mismas, en fin
su persona es fácilmente reconocible. Es el mismo hombre, pero no es el
mismo hombre. Las características que cuentan en él, son diferentes. Su pen-
samiento y actitudes, sus gustos y disgustos son diferentes. Hay una nueva di-
rección para sus anhelos.
“Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida.
Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son
abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y
las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz
del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que des-
ciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma
se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea
un nuevo ser a la imagen de Dios”.197
Este cambio es posible a través de la unión de lo divino (el Cristo morando
en el interior) con nuestra humanidad. Por medio de esta unión, podemos vi-
vir la vida de Cristo.
195
Eze. 36:26-27.
196
2 Cor. 5:17.
197
DTG:144.
Pág. 64
La experiencia del nuevo nacimiento puede ser descrita por el lado derecho
del diagrama. En la justificación198 y el nuevo nacimiento, simbolizados por
el bautismo199, el pecador perdonado recibe el nuevo corazón. La vida es en-
tonces dirigida desde adentro por el Cristo que mora adentro.
Pero el bautismo no significa automáticamente que una persona ha nacido de
nuevo. “Muchos, muchísimos, que pretenden tener el nombre de Cristo no es-
tán santificados, y son impíos. Han sido bautizados, pero fueron sepultados
vivos. No murió el yo y por lo tanto no renacieron a una nueva vida en Cris-
to”.200 Se levantaron de la fuente bautismal con los mismos corazones que te-
nían antes de ser sumergidos. Y un solo pecado acariciado dará ese resulta-
do.
198
Véase el capítulo 17.
199
Rom. 6:4-5.
200
7A:297; Biblia de Estudios:205-206; énfasis suplido.
Pág. 65
La entrega del yo, como hemos visto, es la respuesta para encontrar a Dios, el
perdón, la paz, la victoria y el cielo.
Pero la pregunta de muchos es: ¿Cómo puedo redimirme? Y junto con ella, se
levanta otra: ¿Cómo hacer para llegar a desear rendirme? Porque la verdad
es, dicen algunos, no tengo deseo de darme a mí mismo a Dios. Sinceramen-
te, si mi oportunidad de salvación depende de lo que sienta hacia Dios, sos-
pecho que estoy perdido. Si el deseo es la motivación, parece que no tengo
ninguna. Me siento agotado de todo deseo, o voluntad de ser salvo. Me siento
espiritualmente paralizado.201
Todo lo que tengo, agregan, es un entendimiento intelectual que si no me rin-
do, no puedo ser salvo. Ahora dígame, continúan ellos, ¿Cómo puede una
persona que no quiere rendirse, rendirse?
Veámoslo de esta manera: Hay un hombre que ha sido atrapado por una te-
rrible ventisca en algún lugar de la pradera. La temperatura ha caído abrup-
tamente a 20º bajo cero, así es que él batalla contra el viento y la nieve al di-
rigirse a casa. El frío punzante parece penetrar hasta sus mismos huesos.
Pero después de un corto tiempo, él empieza a darse cuenta que ya no siente
frío. En vez de ello, una tentación de dormir está dominándolo. Cuán delicio-
so sería acostarse y ser cubierto con un manto blanco de nieve, y entregarse a
esa agradable somnolencia. La tentación llega a ser casi irresistible.
Pero detrás del deseo de dormir, la razón dice: ¡No puedes dormir! ¡Si lo ha-
ces morirás! ¡Debes seguir!
Así es que el hombre lucha, a pesar del deseo de dormir, hasta que logra lle-
gar a la casa.
No fueron sus sentimientos los que lo llevaron a salvarse. Los sentimientos le
decían: ¡Duerme! ¡No sientes deseos de continuar! ¡Detente!
Pero la razón le dijo: Usted no desea morir. ¡Usted debe vivir! ¡Debes conti-
nuar en tu camino!
Y a pesar de la forma en que se sentía, el hombre obedeció a la razón.
¿Cuál es la lección espiritual para nosotros? Así como el hombre en la ven-
tisca batalló hacia la casa a pesar de todos los sentimientos, así la persona que
201
“El pecado no solamente nos separa de Dios, sino que destruye en el alma humana tanto el deseo como la capacidad de
conocerle. Por medio del pecado, queda desordenado todo el organismo humano, la mente se pervierte, la imaginación se
corrompe; las facultades del alma se degradan. Hay en el corazón ausencia de religión pura y santidad. El poder convertidor
de Dios no obró para transformar el carácter. El alma queda débil, y por falta de fuerza moral para vencer, se contamina y se
degrada”. PR:175; Ed:29; 1MCP:13.
Pág. 66
Antes que el pecador sea injertado en Cristo, debe ser perdonado de sus pe-
cados. El mismo versículo también nos dice que Jesús da: “perdón de peca-
dos”.
También, antes que pueda ser injertado, debe ser justificado, aceptado como
justo por el Padre. Esto también viene a través de Jesús. “Siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.204
El cristiano recibe “vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”.205
Cristo es capaz de “salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a
Dios”206, y no hay otro camino de ir al Padre sino por Él.207
A través de Cristo, y únicamente a través de Cristo podemos tener real victo-
ria en nuestras vidas. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”208, y no hay
absolutamente otra manera por la cual podamos ser salvos.209
Podemos considerar estos pensamientos a la luz que empieza a iluminar
nuestras mentes: No podemos hacer algo por nosotros mismos. No podemos
arrepentirnos de nuestros pecados. No logramos venir a Dios. No podemos
rendirnos. No alcanzamos a tener victoria sobre nuestros pecados. Además, la
vida, la real vida, la libertad, el descanso, y todas las demás bendiciones que
valen la pena, vienen a través de Jesús.
Recordemos, entonces, otro texto, un texto clave, que los encierra a todos: “Y
esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesu-
cristo, a quien has enviado”.210
Si esto es así, si todas las cosas vienen de Él, entonces mejor es que conoz-
camos a Jesús. Hemos empezado a ver que la respuesta a nuestro gran dilema
es Jesús. “Vuelve ahora en amistad con Él… Y por ello te vendrá bien”. 211
Entonces preguntamos: ¿Cómo podemos amistarnos con Él?
204
Rom. 3:24.
205
Rom. 5:21.
206
Heb. 7:25.
207
Juan 14:6.
208
Fil. 4:13.
209
Hechos 4:12.
210
Juan 17:3.
211
Job 22:21.
Pág. 68
212
RH, 17 de Julio de 1888. “Vi que los hijos de Dios aguardaban a que sucediese algún cambio, y se apoderase de ellos al-
gún poder compelente. Pero sufrirán una desilusión, porque están equivocados. Deben actuar; deben echar mano del trabajo
y clamar fervorosamente a Dios para obtener un conocimiento verdadero de sí mismos. Las escenas que se están desarro-
llando delante de nosotros son de suficiente magnitud como para hacernos despertar y grabar la verdad en el corazón de to-
dos los que quieran escuchar”. 1JT:89; SC:55.
213
MJ:17.
214
MJ:26-27.
215
RH, 31 de Octubre de 1912. “Contemplando su amor, y espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a partici-
par de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede beneficiar-
nos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. Así también Cristo no tiene valor para nosotros
si no le conocemos como Salvador personal. Un conocimiento teórico no nos beneficiará. Debemos alimentarnos de él, re-
cibirle en el corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. Debemos asimilarnos su amor y su gracia”.
DTG:353.
216
Juan 5:39.
217
2 Tim. 3:15.
Pág. 69
cómo escapar del letargo y las tinieblas: “Dios ha dado su Palabra. Dios habla
en lenguaje inconfundible a vuestra alma. ¿No es la palabra de su boca sufi-
ciente para mostrarte tu deber y urgir a su cumplimiento?
Pero no es suficiente tomar la palabra que otros han examinado de las ense-
ñanzas bíblicas. “No debemos conformarnos con el testimonio de ningún
hombre en cuanto a lo que enseñan las Santas Escrituras, sino que debemos
estudiar las palabras de Dios por nosotros mismos”.218
La Biblia, pues, es el canal por el cual Dios ha ordenado que Su Hijo sea ha-
llado.219
Quien no tome estas palabras seriamente, habrá tomado una actitud que hará
difícil, si no imposible, para Dios realmente alcanzarlo, a pesar de la infor-
mación que pueda tener. “La Biblia y el alma fueron hechas la una para la
otra”.220
Sin embargo, parece que solo pocos, aun entre los adventistas, realmente tra-
tan de conocer completamente a Jesús. De hecho, la mayoría parece ignorar-
lo, si, una encuesta que fue hecha tiempo atrás pinta un cuadro típico. La en-
cuesta mostró que en las iglesias examinadas, únicamente un adventista de
cada cuatro estudiaba su Biblia.221
No se Encuentra Casualmente.-
Ningún trabajo frío e indiferente será provechoso. Es esencial para los viejos
y los jóvenes no solamente leer la Palabra de Dios, sino estudiarla con fervor
y consagración, orando e investigando para hallar la verdad como tesoro es-
condido. Los que hagan esto serán recompensados, pues Cristo avivará su in-
teligencia.
Nuestra salvación depende de nuestro conocimiento de la verdad contenida
en las Escrituras. Es la voluntad de Dios que nosotros poseamos dicho cono-
cimiento. Investigad, oh, investigad la preciosa Biblia con corazones ham-
brientos. Explorad la Palabra de Dios como el minero explora la tierra para
encontrar las vetas de oro. Nunca abandonéis el estudio hasta que os hayáis
asegurado de vuestra relación con Dios y de su voluntad con respecto a voso-
tros”.223
En nuestra búsqueda, debemos pedir sinceramente al Espíritu Santo que haga
nuestro estudio pleno de significado y lo apliquemos en nuestros corazones.
Esto es vitalmente importante.
“Sin el Espíritu de Dios, un conocimiento de su Palabra 338 no tiene valor.
La teoría de la verdad, cuando no va acompañada del Espíritu Santo, no pue-
de avivar el alma o santificar el corazón. Uno puede estar familiarizado con
los mandamientos y las promesas de la Biblia, pero a menos que el Espíritu
de Dios grabe la verdad, el carácter no será transformado. Sin la iluminación
del Espíritu, los hombres no podrán distinguir la verdad del error, y caerán
bajo las tentaciones maestras de Satanás”.224
“Cuando escudriñe las Escrituras con el ferviente deseo de aprender la ver-
dad, Dios impartirá su Espíritu a su corazón e impresionará su mente con la
luz de Su Palabra”.225
No aguardemos esperando que ocurra algo repentino, dramático, que con-
mueva la tierra, o que cambie el mundo.
Hay quienes contemplan que Dios ha cambiado las vidas de otros, y desean
tener lo que ellos tienen. Empiezan a buscar. Pasan días y semanas y nada
fuera de lo común parece suceder. No sienten nada diferente. Así que se des-
animan y desisten.
Por favor sepa, que Dios frecuentemente viene a nosotros como una marea
suave, más que como una ola de una violenta marea. Gradualmente, casi im-
perceptiblemente, la marea trepa, conquistando la arena y la playa. Y uno
223
PVGM:82-83.
224
PVGM:337-338.
225
4T:490.
Pág. 71
puede observar durante varios minutos antes de estar seguro que la marea es-
tá subiendo.
“Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente
en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe,
se hacen impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Dichas impresio-
nes pueden ser recibidas meditando en él, leyendo las Escrituras, u oyendo la
palabra del predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un
llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos
llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga interce-
sión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga”.226
Hacemos nuestra parte preparatoria al sumergirnos nosotros mismos en la Pa-
labra, al buscar absorberla como una esponja absorbe el agua, al llegar a fa-
miliarizarnos con ella de tal manera que entendamos como Dios habla.227
226
DTG:144.
227
“Aquellos que estudian la Palabra de Dios con corazones abiertos a la iluminación del Espíritu Santo, no permanecerán
en las tinieblas en cuanto a su significado. "El que quisiere hacer su voluntad [la de Dios] -dijo Cristo- conocerá de la doc-
trina, si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo". Todos los que acuden a Cristo en busca de un conocimiento más claro
de la verdad, lo recibirán. Él desplegará ante ellos los misterios del reino de los cielos, y estos misterios serán entendidos
por el corazón que anhela conocer la verdad. Una luz celestial brillará en el templo del alma, la cual se revelará a los demás
cual brillante fulgor de una lámpara en un camino oscuro”. PVGM:18-19.
228
“El aprecio por la Biblia crece a medida que se la estudia. Por cualquier camino que se dirija el estudiante, hallará des-
plegados la infinita sabiduría y el amor de Dios”. PVGM:102-103; EJ:124.
Pág. 72
6:54. El tiempo del verbo griego contiene la idea “quienquiera que continua-
mente come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”.
“Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirle como Salvador per-
sonal, creyendo que perdona nuestros pecados, y que somos completos en
Él”.233
El proceso de participar de Cristo, es la práctica de búsqueda y absorción de
las verdades de la Escritura. Y esto debe hacerse diariamente, al igual que
participamos cotidianamente del alimento físico. Si no lo hacemos, llegare-
mos a ser espiritualmente débiles e indiferentes, tal vez sin darnos cuenta por
qué.
“Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espi-
ritual es sostenida por la palabra de Dios. Y cada alma ha de recibir vida de la
Palabra de Dios para sí. Como debemos comer por nosotros mismos a fin de
recibir alimento, así hemos de recibir la Palabra por nosotros mismos. No
hemos de obtenerla simplemente por medio de otra mente. Debemos estudiar
cuidadosamente la Biblia, pidiendo a Dios la ayuda del Espíritu Santo a fin
de comprender su Palabra”.234
Tal vez la mayor razón por la cual se pierde la bendita experiencia ganada
durante reuniones de reavivamiento o conseguida por un sermón inspirador,
es porque no alimentamos la bendición al continuar en la Palabra que hemos
oído predicada. Durante estas reuniones, el Espíritu Santo algunas veces ha-
bla convincentemente a nuestros corazones. Nos entusiasmamos con esa ben-
dición y salimos de las reuniones con la determinación de retenerla. Pero a
menos que actuemos para hacerlo, la perderemos. Las bendiciones de Dios
pueden ser retenidas únicamente cuando contemplamos, oramos y vamos
continuamente a la Fuente de donde fluyen. Esa fuente es Cristo Jesús, tal
como lo encontramos en Su Palabra.
Para encontrar la entrada a la sumisión, entonces, debemos deliberada e inte-
ligentemente ir a donde se nos puede mostrar el camino – la Biblia y los es-
critos de Ellen White. Debemos paciente, perseverante, fervorosamente y con
oración, llenar nuestras mentes y corazones con aquellos pasajes y páginas
que nos muestran el camino a Cristo Jesús. En tanto hagamos esto, no necesi-
tamos temer que Dios no responderá a nuestra búsqueda. Él ve en cada alma
233
DTG:353.
234
DTG:354-355.
Pág. 74
que está buscándole una gran posibilidad. “El que a mí viene, no le echo fue-
ra”.235
235
Juan 6:37.
Pág. 75
Pasemos un momento, una vez más, con Juan, nuestro hipotético miembro de
iglesia. En el capítulo seis lo encontramos en una situación de conflicto. Allí,
seguido a una experiencia que lo despertó a sus necesidades espirituales, el
Espíritu Santo pudo convencerle de pecado, y él comenzó a sacar algunos pe-
cados específicos de su vida. Luego, en cierto punto, sugerimos que se había
confrontado con una práctica pecaminosa que tenía un fuerte arraigo en él. El
yo empezó una obstinada resistencia, y como resultado, una ruda batalla co-
menzó en el corazón de Juan.
Justo aquí vamos a detenernos para analizar las facultades envueltas en esta
batalla.
1.- El Intelecto, por el cual nos referimos a las facultades de percibir, enten-
der, juzgar y razonar.
2.- Las Sensibilidades, por la cuales nos referimos a los deseos, sentimien-
tos, emociones, impulsos y otras.
3.- La Voluntad, la facultad de escoger, de decidir.
Veamos cómo estas facultades están envueltas en la batalla que se libra en el
corazón de Juan.
Asumamos que el proceso comienza con las facultades del intelecto. A medi-
da que el Espíritu Santo trabaja con Juan, trae a su atención, a su facultad de
percepción, cierto pecado alrededor del cual ruge la batalla. Cuando Juan en-
tiende la situación, la razón le dice que debería deshacerse de ese pecado.
Pero ya sus facultades sensibles – sus deseos, emociones, impulsos – han
reaccionado. Y de una manera no incierta, le notifican que están totalmente
en contra de la práctica de rendirse, y que combatirán la idea hasta el amargo
fin.
La razón dice: Ese hábito es una barrera entre tú y Jesús. A menos que estés
dispuesto a entregarlo, nunca podrás nacer de nuevo. Nunca podrás ver el cie-
lo, a menos que rindas esto.
Pero el deseo argumenta. ¿Por qué deberías ser tan tonto para tirar fuera una
práctica que disfrutas mucho? Esta es una de las cosas que más te trae satis-
facción. Si sigues entregando todas esas cosas a Jesús, muy pronto tu vida se-
rá algo tan descolorido y vacío como una isla desierta.
Así es que la razón y la lógica urgen a Juan en una dirección y los sentimien-
tos y deseos en otra.
Pág. 76
Resolviendo la Batalla.-
¿Cómo se resuelve esta batalla? Solo de una manera: por la voluntad. La vo-
luntad debe entrar en acción y tomar una decisión.236
En cada acto de nuestras vidas, cientos de veces al día, este proceso se efec-
túa en situaciones morales y no morales. Muchas veces el proceso es tan bre-
ve, tan automático, tan sin importancia, que no lo reconocemos. Algunas ve-
ces está cargado con consecuencias eternas, tales como la que hemos pro-
puesto para nuestro imaginario Juan.
Hay otro factor importante que debe ser reconocido acá. La voluntad humana
es libre, pero débil, limitada, e infectada por el pecado.237 Por consiguiente,
un hombre no puede salvarse a sí mismo del pecado porque a fin de hacer es-
to, él debe usar su voluntad. No obstante, una voluntad que es el mismo foco
de su infección mortal, está naturalmente dirigida hacia el mal más que al
bien. Como Pablo observó, los hombres no consagrados e irregenerados “es-
tán cautivos a la voluntad de él [de Satanás]”.238 “Si fuésemos abandonados a
nuestras propias inclinaciones para ir adonde nos condujese nuestra voluntad,
caeríamos en las filas de Satanás y llegaríamos a poseer sus atributos”.239
“Por medio de la voluntad, el pecado retiene su dominio sobre nosotros”.240
En este punto estamos en aprietos. La voluntad es la que decide si vamos a
ser dominados por el pecado o lo vamos a expulsar del alma. Sin embargo, la
voluntad natural está inclinada a hacer la voluntad de Satanás. Por otra parte,
es demasiado débil para hacer el bien aun cuando deseamos tornarnos en esa
dirección. “Porque tengo el querer”, exclamó Pablo, “mas efectuar el bien no
lo alcanzo”.241 Por lo tanto, tratar de hacer el bien por nosotros mismos, es
contrario a la naturaleza. Es auto-destrucción. Es una máquina pulverizándo-
se a sí misma.
El drama de tal situación, es ilustrado por una niña pequeña, que frecuente-
mente se encontraba haciendo travesuras. La madre, que muy a menudo le
236
“La expulsión del pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del
dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder
exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los
dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad de Dios”. DTG:431-432; Maranata:89.
237
“En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir”. Ed:29.
238
2 Tim. 2:26.
239
DTG:296.
240
DMJ:55.
241
Rom. 7:18, SRV.
Pág. 77
Energizando la Voluntad.-
Así ocurre con la voluntad humana. Por sí misma tiene un muy pequeño o
ningún poder para confrontar efectivamente el pecado, o para hacer la volun-
tad de Dios. Pero cuando el Espíritu Santo inunda la vida, la voluntad divina
energiza a la humana.
Entonces el individuo puede hacer todas las cosas a través de Cristo quien lo
fortalece. “Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios,
llega a ser omnipotente”.245
El hombre, entonces, por su propia voluntad no puede rechazar el mal y hacer
el bien. No puede hacerlo más de lo que el etíope puede cambiar su piel, o el
leopardo sus manchas. Pero puede colocar su voluntad bajo el control de
Dios.
“En la obra de la redención no hay compulsión. No se emplea ninguna fuerza
exterior. Bajo la influencia del Espíritu de Dios, el hombre está libre para
elegir a quien ha de servir. En el cambio que se produce cuando el alma se
entrega a Cristo, hay la más completa sensación de libertad. La expulsión del
244
CC:47.
245
PVGM:268.
Pág. 79
pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a
nosotros mismos del dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser liberta-
dos del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder exterior
y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza di-
vina del Espíritu Santo y obedecen los dictados de la voluntad, en cumpli-
miento de la voluntad de Dios”.246
Tomemos un momento para notar un pensamiento esencial de esta declara-
ción: “Cuando deseamos ser libertados del pecado” y clamamos por libera-
ción, entonces el poder viene a energizar la voluntad. Si no lo deseamos
realmente, si tenemos reservas y no deseamos rendirnos genuinamente, nues-
tras voluntades no serán fortalecidas para expulsar el pecado del alma. Una
gran cantidad de personas quieren tener una relación victoriosa con Cristo,
pero no tienen la voluntad de hacerlo. “Hasta que estemos dispuestos, la gra-
cia transformadora de Dios, no podrá manifestarse en nosotros”.247
“Cristo está pronto para libertarnos del pecado, pero no fuerza la voluntad; y
si por la persistencia en el pecado la voluntad misma se inclina enteramente
al mal y no deseamos ser libres, si no queremos aceptar su gracia, ¿qué más
puede hacer? Hemos obrado nuestra propia destrucción por nuestro delibera-
do rechazo de su amor”.248
“Permita que un solemne e inalterable propósito tome posesión de usted, y
resuelva en la fuerza y gracia de Dios, que de aquí en adelante, para siempre,
vivirá para Él y que ninguna consideración terrenal podrá persuadirle a repu-
diar la ley divina de los diez mandamientos”.249
Esta transacción, entonces no es pasiva de nuestra parte. No es un simple:
“Dios toma mi voluntad. Yo solamente te permito hacerlo”. Es una transac-
ción activa: “Señor, aquí está mi voluntad, te la entrego. Por favor tómala y
haz lo que necesites hacer. Deseo que tu voluntad sea hecha en mí. Me rindo
a Ti para cooperar totalmente contigo”.
Cuando se hace esta decisión, el alma ha encontrado la respuesta a la pregun-
ta: ¿Cómo haré para rendirme a Dios?
246
DTG:431-432.
247
DMJ:121; traducción directa del inglés:143. “Mediante la fe y la oración, todos pueden cumplir los requerimientos del
Evangelio. Ningún hombre puede ser obligado a pecar. Primeramente debe ser ganado su propio consentimiento; el alma
debe proponerse el acto pecaminoso antes de que la pasión pueda dominar a la razón o la iniquidad triunfar sobre la con-
ciencia. La tentación, por fuerte que sea, no es nunca excusa para pecar. ‘Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos
sus oídos al clamor de ellos’. Clama al Señor, alma tentada. Échate, impotente, indigna, en brazos de Jesús, y echa mano de
su auténtica promesa. El Señor oirá. Él sabe cuán fuertes son las inclinaciones del corazón natural, y ayudará en cada mo-
mento de tentación”. MJ:65; 5T:165.
248
CC:33.
249
FCV:82.
Pág. 80
“El amor es la cosa más grande del mundo”, dijo A. J. Gordon, “pero la fe es
lo primero”. Si esto es así, entonces la fe debería haber sido el tema de nues-
tro primer capítulo. Sin embargo, el desarrollo de nuestra investigación requi-
rió que esperara hasta ahora.
A. J. Gordon estaba totalmente correcto. Tan pronto como la fe alborea en el
alma, origina en el individuo el contemplar a Jesús, lo cual es el umbral de la
vida cristiana. Cuado él se rinde a Cristo, el Espíritu Santo toma posesión de
la vida y empieza a transformarla. Entonces aparecen los frutos del Espíritu:
“Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio”.250
La fe es absolutamente necesaria para el cristiano. Somos aceptados por
Dios, únicamente sobre la base de la justicia que es nuestra por nuestro ejer-
cicio de la fe.251 Es nuestra fe en Cristo, la que hace posible para Él, efectuar
la obra de santificación en nuestras vidas.252 No podemos siquiera acercarnos
a Dios en oración sin aunque sea un átomo de fe.253
Pero muchos quienes podrían vivir la vida cristiana, parecen ver la fe como
algo que Dios reparte escasamente a gente especial. Para algunos esta es una
especie de ilusión, un concepto misterioso que requiere que uno haya estu-
diado teología para entenderlo, que para poseerlo sea un místico o un visiona-
rio, o tal vez para una persona muy sencilla. Otros ven la fe, como un tipo de
atributo mágico que capacita a su poseedor para tener experiencias fuera de
lo común.
La Simplicidad de la Fe.-
A causa que tenemos estas y otras ideas incorrectas sobre la fe, también mu-
chos cristianos fallan en comprender lo que Ellen White llama: “La sencillez
de la verdadera fe”.254
Para mí, una de las mejores ilustraciones de esta fe sencilla que estamos in-
tentando describir, es dada por I. H. Evans, un antiguo vicepresidente de la
Asociación General.
250
Gál. 5:22.
251
Rom. 4:4-6.
252
Hechos 26:18.
253
Heb. 11:6.
254
MJ:109.
Pág. 81
Por sus funciones de vicepresidente el pastor Evans tenía que viajar mucho.
Cada vez que regresaba a casa tenía la costumbre de traer un pequeño regalo
a cada uno de sus hijos, así que ellos adquirieron el hábito de la expectación.
Llegado a casa de un viaje, tarde en la noche, él se fue a la cama sin despertar
a los pequeños para que supieran que había regresado.
A la mañana siguiente, estaba en su patio, cuando su niño menor vino co-
rriendo hacia él gritando: “¡Hola papi! ¡Hola papi!”
El pastor Evans alzó a su hijo y lo saludó. Entonces el niño preguntó: “Papi,
¿qué me trajiste esta vez?”
“Te traje una naranja”, fue la respuesta.255
El niño se deslizó de los brazos de su padre gritando: “¡Tengo una naranja!
¡Tengo una naranja!”
La aceptación incuestionable de su palabra por parte de su hijo, sacudió al
hermano Evans tan fuertemente que le pidió al niño: “Permíteme ver tu na-
ranja”.
Los ojos del niño comenzaron a llenarse de lágrimas, y al estar frente a sus
manos vacías, preguntó: “¿No tengo una naranja?”
Avergonzado por haber levantado una duda en la mente de su pequeño hijo,
el pastor Evans le aseguró: “Sí la tienes. Por supuesto que la tienes. Está en
mi maleta en el closet”.
Y alejándose, el niño corrió hacia la casa gritando a todo pulmón: ¡Tengo una
naranja! ¡Tengo una naranja! ¡Tengo una naranja!
Entonces el pastor Evans se pregunta: “¿Cómo pudo este pequeño niño salir
gritando con gozo cuando no había visto la naranja, no la había olfateado, ni
sabía dónde estaba? Por razón de su fe en mi palabra. Él creyó. Su fe lo llevó
a la posesión”.256
Esto es fe, fe sencilla. Es el tipo de fe que todos debemos poseer en Dios. Es
el creer confiadamente en Dios, quien no puede mentir y quien no engaña, y
actuar sobre esa creencia.
Ellen White describe dos incidentes en su experiencia que ilustran “la senci-
llez de la verdadera fe”.
255
Eran días donde las naranjas no se conseguían con facilidad en ciertas áreas como ahora.
256
Citado en The Preacher and His Preaching [El Predicador y Su Sermón], páginas 86-87.
Pág. 82
Ella tenía una hermana llamada Elizabeth, quien parecía no ser capaz de en-
tender la fe. Ella estaba sufriendo de una salud pobre, así que la hermana
White le escribió diciéndole: “Pide cualquier cosa que quieras, que esté den-
tro de mi capacidad obtener, para tu comodidad, y lo tendrás”.
Creyendo lo que Ellen decía, Elizabeth le escribió respecto a una silla de rue-
das que ella pensaba que le sería muy útil. Entonces eligió una silla, antes de
enviarle la respuesta a Elle, confiando que su hermana la pagaría.
“¿Cómo es eso?”, observó Ellen, “que ella pudo creer en mi palabra y todavía
no pueda creer en las promesas de Jesús?”257
En la misma publicación, ella cuenta de una hermana adventista en Oakland,
California, quien se había estado lamentando de su falta de fe en Dios. Esta
mujer en una ocasión recordó a la Sra. White, que ella le había prometido
darle un ejemplar de los Testimonios, tomo cuatro, cuando fuera revisado y
ampliado.
“¿Lo dije?” preguntó la hermana White. ¿Y usted realmente creyó eso?”
“Ciertamente” fue la respuesta.
“¿Por qué usted pensó así?” respondió la hermana White. “¿No es extraño
que usted pensara que yo haría eso simplemente porque se lo prometí?”
La mujer la miró atónita. Entonces la Sra. White le puntualizó: “¿Cómo es
posible que usted pueda confiar en una promesa mía, pero no puede confiar
en la palabra de su Padre celestial? ¿Cómo es que usted puede tener fe en una
pobre y falible mortal, y no puede depender del inmutable Dios? Yo he olvi-
dado mi promesa; pero Dios nunca olvida. ¿Por qué no puede tomar Su pala-
bra, como toma la mía?”
Estos tres incidentes nos ayudan a formular una definición de fe: Fe es una
completa creencia en Dios, una segura expectativa de que Él cumplirá Sus
promesas, un confiado abrir del corazón y las manos para recibir lo que Él da.
Fe no es fe si falta alguno de estos tres elementos.
Muchos dicen creer en Dios, pero no pasa de ser una simple creencia intelec-
tual. Han sido enseñados que hay un Dios, o han visto evidencia en la Biblia,
en la naturaleza, en la ciencia o en la experiencia, de que Él existe. Pero su
creencia se detiene ahí.
257
RH, 19 de Marzo de 1889.
Pág. 83
258
PE:72-73.
259
Job 13:15.
Pág. 84
260
OE:276.
261
Por supuesto, al discutir esta faceta de la fe, no hemos querido decir que únicamente en emergencias iremos a Dios o
ejercitaremos fe en Él.
262
Josué 23:14; 1 Reyes 8:56.
263
2 Tim. 2:13.
264
Heb. 10:23.
265
Heb. 3:12.
Pág. 85
Desarrollando Fe.-
268
Mal. 3:10.
269
“Dios puede y quiere conceder a sus siervos toda la fuerza que necesitan, y darles la sabiduría que sus variadas necesida-
des demanden. Él hará más que cumplir las más altas expectaciones de los que confían en él”. HAp:197.
270
2 Tim. 1:12.
Pág. 87
271
2MCP:714.
272
7A:229; traducción directa del inglés:1110; Biblia de Estudios:50.
273
1T:605.
274
5T:282.
275
7A:240; Biblia de Estudios:98.
276
6CBA:1073; Biblia de Estudios:204-205.
Pág. 88
Ellen White da otros dos requisitos necesarios para la fe: “Para que la fe de
un hombre sea fuerte, debe pasar mucho tiempo con Dios en oración secre-
ta”.277
“A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la Pala-
bra”.278
Cerraremos con una palabra de advertencia, exhortación y seguridad. Prime-
ro, las palabras de advertencia y exhortación:
“Si resistimos las pruebas y logramos triunfar sobre las tentaciones de Sata-
nás, entonces soportaremos la prueba de nuestra fe, la cual es más preciosa
que el oro, y quedaremos más fuertes y mejor preparados para sobrellevar
pruebas ulteriores. Pero si nos acobardamos y cedemos a las tentaciones de
Satanás, nos volveremos más débiles, no recibiremos recompensa por la
prueba, y no estaremos tan bien preparados para resistir lo que nos sobreven-
ga después. Así nos iremos debilitando cada vez más, hasta que Satanás nos
lleve cautivos a su voluntad”.279
“Precisamente el tiempo más apropiado para ejercer fe es cuando nos senti-
mos privados del Espíritu. Cuando parecen asentarse densas nubes sobre la
mente, es cuando se debe dejar que la fe viva atraviese las tinieblas y disipe
las nubes”.280
Luego entonces está esta declaración: “La fe crece gracias a los conflictos
que tiene con las dudas”.281
Palabras de Promesa.-
rá. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para
que vuestro gozo sea cumplido’.282 Extendían siempre más alto la mano de la
fe, con el poderoso argumento: ‘Cristo es el que murió; más aún, el que tam-
bién resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede
por nosotros’283”.284
La misma seguridad que tuvieron los discípulos, podemos tenerla nosotros. Y
también podemos extender la mano de la fe más y más alto porque tenemos
un Salvador viviente y amante, que puede ayudarnos a vencer cada pecado, a
pasar cada emergencia, hacer cada labor, pregunta que pueda levantarse, y
permanecer hasta el fin, victoriosos ante el trono.
282
Juan 16:23-24.
283
Rom. 8:34.
284
DTG:772.
Pág. 90
Los sentimientos, por los cuales nos referimos a las emociones, son una parte
de la vida. No somos máquinas desapasionadas, o autómatas sin alma. En va-
rios grados y ocasiones, sentimos alegría o tristeza, confianza o ansiedad,
desagrado o satisfacción, enojo o agrado. Las situaciones y condiciones a
nuestro alrededor – nuestro propio pensamiento y las fluctuaciones de nuestra
bioquímica – engendran ciertos sentimientos a los cuales respondemos en
mayor o menor grado. Nuestra respuesta depende del dominio propio que
tengamos, de las condiciones nerviosas del momento, de la norma de hábitos
que hayamos desarrollado con respecto a eso, y otros aspectos más.
Debido a que los sentimientos son tan íntimos, tan penetrantes, tan poten-
cialmente preocupantes, tan influyentes sobre nuestros pensamientos y accio-
nes, el cristiano desea saber cuál es la actitud que debe tomar hacia ellos.
Algunos tienen sentimientos más fuertes que otros. Y algunos están regidos
por sus sentimientos más que otros. Pero con frecuencia, no es tanto el hecho
que unos tengan sentimientos más fuertes que otros, como el que ellos no han
aprendido a controlarlos. Un defensor en un juicio, abogaba ante el juez di-
ciendo que había actuado bajo “un impulso incontrolable”. El juez contestó
que un impulso incontrolable es simplemente un impulso no controlado.
Por supuesto que hay dos grandes categorías de sentimientos: los buenos y
los malos. Aun los buenos necesitan ser controlados. Por ejemplo, la genero-
sidad es un buen impulso. Pero uno puede ser generoso al punto de sumir en
necesidad a su propia familia. En este capítulo, estamos preocupados con los
malos, los sentimientos indeseables desde la perspectiva de la victoria cris-
tiana. Hay sentimientos que el mundano y aun el cristiano nominal, no ve la
necesidad ni la posibilidad de vencer, los cuales el cristiano victorioso – quie-
ro decir quien conquista cada tendencia heredada y cultivada al mal – vencerá
en la fuerza de Jesús.
Los sentimientos indeseables (tanto como los deseables), brotan de dos orí-
genes o causas: las personales o internas, y las externas. Las personales pue-
den dividirse en dos categorías: físicas y emocionales. Las físicas pueden ser:
enfermedad, dolor de cabeza, hambre, dieta pobre o excesiva, insomnio, can-
sancio, o simplemente uno de los muchos ciclos a que el cuerpo humano es
sometido. Los emocionales pueden ser por ejemplo, una perturbación de la
conciencia acompañada con su respectivo sentido de culpabilidad.
Pág. 91
Tratar con las causas físicas para sentimientos indeseables puede ser bastante
sencillo. Generalmente, cuando tenemos hambre, comemos. El cansancio
puede ser corregido por el descanso.286 Un dolor de cabeza puede ser causado
por la violación a alguna ley elemental, y ser rápidamente corregido.
Satanás, quien siempre está observando para sorprendernos fuera de guardia
y atacarnos en nuestros momentos de debilidad, no duda en atacarnos bajo
estas circunstancias. Atacó a Cristo cuando el Salvador estaba debilitado por
cuarenta días de ayuno. Pero así como Él venció, también nosotros podemos
vencer en Su fuerza.
Una conciencia culpable es menos fácil de corregir, porque con frecuencia no
damos los pasos necesarios para arreglar las cosas que ocasionan ese senti-
miento. Una conciencia culpable puede encontrar verdadero socorro única-
mente en Jesús.
“Descansad en el amor de Cristo y bajo su cuidado protector. Cuando el pe-
cado lucha por dominar en el Corazón, cuando la culpa oprime al alma y car-
ga la conciencia, cuando la incredulidad anubla el espíritu, acordaos de que la
gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al en-
trar en comunión con el Salvador entramos en la región de la paz”.287
Algunas veces igualmente difícil y a veces más difícil que deshacerse de la
culpa, es tratar con los problemas que tenemos con otros.288 Pero podemos
recordar siempre que si, habiendo hecho todo lo que podía hacerse, dejamos
el asunto en las manos de Dios, Él hará el resto.
Dependiendo de la situación, nuestros sentimientos indeseables pueden ser: el
disgusto, la depresión, la autocompasión, el lastimar, el resentimiento, la irri-
tabilidad, la impaciencia, los celos, la antipatía, la hostilidad, la malicia, la
285
“Si sienten que no se los trata debidamente, hay quienes se vuelven agrios, poco generosos, ásperos y descorteses en sus
palabras y comportamiento. Se hunden desanimados, llenos de odio y odiando a otros”. 7A:29; Biblia de Estudios:50.
286
Ellen White nos advierte a no llegar a estar excesivamente cansados, si podemos evitarlo. En esa condición de agota-
miento, Satanás puede usar nuestra tendencia a la irritabilidad y etc. a fin de tentarnos. “Satanás nos ataca en nuestros pun-
tos débiles, pero no es preciso que nos venza. Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda para noso-
tros, y mediante su poder podemos ser vencedores”. PP:446; CV:110.
287
MC:193.
288
Por supuesto que a menudo van juntos.
Pág. 92
¿Cómo es que el cristiano debe afrontar estas emociones indeseables, las cua-
les sabe que están enraizadas en el pecado?
¿Puede una persona realmente controlar sus reacciones a sus sentimientos?
Además, ¿puede él eliminar los sentimientos equivocados? Cada persona que
desea ser cristiana, sabe que, aunque pueda controlar sus reacciones a un sen-
timiento pecaminoso, el sentimiento mismo es una falla espiritual.
La respuesta a la primera pregunta no es difícil:
“Muchos que no profesan amar a Dios controlan su espíritu hasta cierto punto
sin la ayuda de la gracia especial de Dios. Ejercen el autocontrol. Esto en
verdad es una reprensión para los que saben que de Dios pueden obtener
fuerza y gracia, y sin embargo no manifiestan las gracias del Espíritu”.290
Una vez trabajé para un hombre que tenía el temperamento más equilibrado
del que haya sido testigo. Sucedían muchas cosas en el trabajo como para po-
nerlo nervioso y enojarlo. Pero ni una sola vez lo vi manifestar un asomo de
irritación. En una ocasión le comenté acerca de su dominio propio, estable-
ciendo que yo suponía que era persona serena por naturaleza.
“Yo tenía un temperamento explosivo” contestó. “Pero supe que tenía que
vencerlo, así es que trabajé sobre eso con la ayuda del Señor”. El resultado
era evidente.291
289
6T:60.
290
3T:368; 2MCP:128.
291
“La mansedumbre en la escuela de Cristo es uno de los frutos destacados del Espíritu. Es una gracia obrada por el Espíri-
tu Santo como santificador, y capacita a su poseedor para dominar en todo tiempo su temperamento duro e impetuoso.
Cuando la gracia de la humildad es practicada por los que naturalmente son de disposición áspera, y precipitada, harán los
más fervientes esfuerzos para subyugar su desdichado temperamento. Todos los días obtendrán el dominio propio, hasta que
resulte, vencido aquello que no es amable ni semejante a Cristo. Se asimilan al Modelo divino, hasta que pueden obedecer la
orden inspirada: ‘Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse’. Santiago 1:19”. RJ:256; RP:56.
Pág. 93
“Nadie entrará en el reino de Dios a menos que sojuzgue sus pasiones y rinda
su voluntad en cautiverio a Cristo”.292
“Ningún hombre o mujer impaciente entrará en las cortes del cielo. No de-
bemos permitir que los sentimientos naturales controlen nuestro juicio…
Muchos quienes profesan la verdad, no parecen darse cuenta que es una parte
esencial de la religión el llegar a ser mansos y humildes, tiernos de corazón y
pacientes”.293
Hay algunos sentimientos que deben ser eliminados del alma, porque son pe-
caminosos aunque hay otros que no son pecaminosos, pero que son el resul-
tado de la debilidad humana. Ellos acecharán al cristiano hasta que su vil
cuerpo sea cambiado por uno glorificado. El odio, la envidia, la auto-
compasión, la irritabilidad, la impaciencia, el resentimiento, los celos, la ma-
licia, y todo tipo de sentimientos relacionados, deben ser erradicados de la
vida. Ellos son del tipo de la lista de Pablo en Gálatas 5:19-21. Son anticris-
tianos. Echan a perder el carácter. Y únicamente un carácter inmaculado será
admitido en el reino puro de nuestro Señor. Se “exige pureza no solo de la
vida exterior, sino también en las intenciones secretas y en las emociones del
corazón”.294
292
RP:100.
293
RH, 21 de Febrero de 1888.
294
PP:317.
295
“Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia de que Dios haya cambiado”. 2MCP:514.
Pág. 94
Es, pues, la firme obligación de cada cristiano perturbado por los sentimien-
tos, enfrentar decididamente cada emoción equivocada y dañina. Eso a me-
nudo significa el resistir el pensamiento, el deseo, la motivación, la actitud,
detrás de ese sentimiento. Por ejemplo, la melancolía puede ser causada por
celos, envidia, o una ambición frustrada. A menos que se descubra la causa,
la admitamos honestamente y en la fortaleza de Cristo sea repudiada, hay
únicamente un pequeño logro en la batalla contra el sentimiento mismo. La
raíz de la amargura debe ser destruida. Los sentimientos que se enfrentan en
esta forma desaparecerán gradualmente y serán olvidados.
Una palabra final de advertencia:
“No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y que estudiemos nues-
tras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará dificultades y ten-
taciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El fijarnos por demás en
nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y
enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos
a Jesús. Cuando las tentaciones os asalten, cuando los cuidados, las perpleji-
dades y las tinieblas parezcan envolver vuestra alma, mirad hacia el punto en
que visteis la luz por última vez”.305
303
MC:388-389.
304
2MCP:511.
305
MC:193.
Pág. 96
Cada cristiano sabe que debería orar, pero no todo cristiano parece percibir
con toda la profundidad, cuán indispensable e importante es orar para la vida
espiritual.306
Se ha dicho que la oración es el aliento del alma. Y no estamos exagerando
cuando establecemos que justamente como la respiración física es literalmen-
te la diferencia entre la vida biológica y la muerte, así la oración es literal-
mente la diferencia entre la vida espiritual y la muerte.
La persona nacida de nuevo que no comprende de manera práctica este hecho
vital, no puede ser un cristiano seguro, exitoso y victorioso. Además, él no
será un cristiano, en el verdadero sentido de la palabra por mucho tiempo. No
puede serlo.
Por supuesto que fallar en la oración no es la única razón para la muerte espi-
ritual. No obstante, quiero volver a enfatizar que, fallar en la oración traerá el
fin de la vital vida espiritual, tan ciertamente como el faltar la respiración
terminará la vida física.
La oración no es llamada el aliento del alma sin razón. Hay paralelos signifi-
cativos entre la respiración y la oración.
En una ocasión Jesús dijo a sus discípulos una parábola por la cual les enseñó
la lección “sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”.307 Él estaba
hablando, por supuesto, de perder el ánimo, de desanimarse, el cual es un
significado del término desmayar. Cuando uno falla en orar, pierde el ánimo.
El paralelo es evidente, por supuesto. Una razón por la que una persona des-
maya físicamente es por falta de aire. Y el cristiano “desmaya” espiritual-
mente pr la falta de “oxígeno” espiritual que viene a través de la oración.
En Efesios308 el apóstol Pablo metafóricamente asemeja ciertos elementos
importantes del cristiano a las partes de una armadura, tal como era usada por
los soldados de su tiempo. El cinturón lo asemeja a la verdad; la coraza a la
justicia; las sandalias al Evangelio, al mensaje de paz; el escudo lo ve como
comparable a la fe; el yelmo a la salvación; y la espada a las Escrituras.
306
“La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de
gracia, y conservar, sin embargo, la salud del alma. La oración pone al corazón en inmediato contacto con la Fuente de la
vida, y fortalece los tendones y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el ejercicio de la oración, u órese espas-
módicamente, de vez en cuando, según parezca propio, y se perderá la relación con Dios. Las facultades espirituales perde-
rán su vitalidad, la experiencia religiosa carecerá de salud y vigor”. OE:268; MJ:248-249.
307
Luc. 18:1.
308
Efe. 6:13-17.
Pág. 97
Bien, ¿qué quiere decir Pablo cuando aconseja: “Orad sin cesar”?311 Sabemos
que él quiere decir que debemos tener una actitud continua, un completo es-
píritu de oración. Cuando la mente está ocupada con los asuntos de la vida,
hay una oración casi inconsciente desarrollándose, semejante a la música de
fondo que está tan penetrante en tantas tiendas y negocios de hoy. Y cuando
la mente no está ocupada en otras cosas, la oración surge al primer plano y
llega a ser la música consciente del alma.312
309
Efe. 6:18.
310
Christian Personal Ethics:582.
311
1 Tes. 5:17.
312
“La vida de un verdadero cristiano es una vida de oración constante.
Pág. 98
Él sabe que la luz y fuerza de un día no bastan para las pruebas y conflictos del siguiente. Satanás está de continuo cam-
biando sus tentaciones. Cada día nos veremos colocados en circunstancias diferentes; y en las escenas desconocidas que nos
aguardan, estaremos rodeados de nuevos peligros, y constantemente asaltados por tentaciones nuevas e inesperadas. Es úni-
camente por la fuerza y gracia recibidas del cielo como podemos esperar vencer las tentaciones y cumplir los deberes que se
nos presentan”. OE:270-271.
313
OE:267.
314
OE:271.
315
Mantra.
Pág. 99
nada”. En esa creencia, si no hay nada más, usted puede ejercer fe. Semejante
al padre del muchacho poseído por el demonio, quien vino en agonía de espí-
ritu a Jesús para que libertara a su hijo, nosotros podemos decir: “Creo; ayuda
mi incredulidad”.323
“Dios nos concederá toda la bendición necesaria, si se la pedimos con senci-
llez y fe”.324
“Forma parte del plan de Dios concedernos, en respuesta a la oración hecha
con fe, lo que no nos daría si no se lo pidiésemos así”.325
“Sed fervientes; sed resueltos. Presentad la promesa a Dios, y luego creed,
sin una duda. No esperéis sentir emociones especiales antes que os parezca
que el Señor contesta. No indiquéis ningún modo particular en que el Señor
deba obrar por vosotros antes de creer que recibiréis las cosas que le pedís,
sino confiad en su palabra y dejad todo el asunto en manos del Señor, con la
plena fe de que vuestra oración será honrada y recibiréis la respuesta en el
momento exacto y en la forma precisa en que vuestro Padre celestial crea que
es para bien vuestro; luego poned en práctica vuestras oraciones”.326
Pida para que la presencia del Espíritu Santo ablande e impresione su cora-
zón. Pídale la contrición y el arrepentimiento que usted necesita, para que le
ayude a entregarse sinceramente a Dios.
No Desista.-
323
Mar. 9:24.
324
5T:187.
325
CS:580.
326
MJ:121.
327
“Cada oración sincera recibirá una contestación. Tal vez no llegue ésta exactamente como deseáis, o cuando la esperéis;
pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en
el cansancio, en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais, pero siempre para vuestro bien”. OE:271-
272.
Pág. 102
328
7A:97; Biblia de Estudios:350.
329
Luc. 22:42.
330
Mat. 6:33.
331
CC:98.
332
CC:94.
333
“Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. Él nos ordena que pidamos. Persistid incansablemente en la oración. El pedir
con persistencia hace más ferviente la actitud del postulante, y le imparte un deseo mayor de recibir las cosas que pide”.
PVGM:111.
334
HAp:450.
Pág. 103
Quizás alguna vez hayamos visto, réplicas de pequeños monos japoneses sen-
tados en una hilera. El primero tiene sus manos sobre sus ojos para significar:
no ver el mal. El segundo está cubriendo sus oídos, denotando: no oír el mal.
El tercero tiene sus manos sobre la boca indicando: no hablar el mal. El cuar-
to – bien, no hay un cuarto, pero ¡debiera haberlo! Algún día, algún empren-
dedor talentoso pueda diseñar un cuarto. Y será sentado al ladote los otros
con las manos sobre su frente – no pensar el mal. Y ese será el mono más im-
portante de todos.
Por cuanto es esencial que no veamos, escuchemos y hablemos el mal, el mal
en sí mismo tiene más que ver con la mente que con las tres facultades suge-
ridas por la curiosa ilustración. Cuando no pensamos lo malo, hay una buena
posibilidad, efectivamente, que podamos evitar ver, escuchar y hablar mal.
El cerebro es el foco y centro de nuestras entradas y salidas de información.
Los ojos, los oídos, le lengua, y los otros órganos sensoriales están conecta-
dos con el cerebro. El cerebro es el centro del pensamiento. Así que lo que
entre o salga percibido por los sentidos, y otros, está conectado con la mente
y de alguna manera afecta nuestros pensamientos.
335
Permíteme Asegurarte:88-90.
336
“Dios discierne los pensamientos del corazón. Cuando acariciamos pensamientos impuros no es preciso que los expre-
semos con palabras o acciones para consumar el pecado y condenar el alma. Su pureza queda manchada y el tentador triun-
fa”. 4T:616.
Pág. 104
Y por supuesto, uno no tiene que recorrer todo el camino a través de estos pa-
sos hasta llegar a la acción, antes que haya pecado, como puntualiza Vick. El
permitir que se desarrolle el tercer paso: el deseo equivocado, es pecado.
“Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón”.337
De esta manera, la tentación será cortada de raíz en su mismo comienzo en la
mente, si deseamos prevenir el llegar a pecar.338
No deberíamos entretenernos con todo lo que pase por la mente. Cada estí-
mulo que luzca sospechoso y esté tocando la puerta de la mente, debería con-
siderarse cautelosamente. Y en el preciso instante en que se reconozca que es
una tentación a pecar de alguna manera, la puerta debe cerrarse de golpe en la
cara. No hay seguridad en ser cortés bajo esas circunstancias. Una decisión
rápida en la dirección correcta, es esencial.
337
Mat. 5:28.
338
“Al tolerarse un pensamiento impuro y acariciarse un deseo no santificado, el alma se contamina y se compromete su in-
tegridad. ‘Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado,
produce la muerte’ (Santiago 1:15). Para no cometer pecado, tenemos que resistir sus mismos comienzos. Todo afecto y pa-
sión han de sujetarse a la razón y a la conciencia. Todo pensamiento no santificado debe ser repelido inmediatamente”.
5T:165.
339
“Satanás tentó al primer Adán en el Edén, y Adán argumentó con el enemigo, dándole así una ventaja”. 7A:201; Biblia
de Estudios:12.
340
DMJ:78-79.
341
DTG:96.
342
“Hay pensamientos y sentimientos sugeridos y fomentados por Satanás que molestan aun a los mejores hombres; pero si
no se los alberga, si se los rechaza por odiosos, el alma no se contamina con la culpa y nadie recibe la mancha de su influen-
cia”. 2MCP:447; AFC:142.
Pág. 105
pias, a fin de que las palabras de la boca sean aceptables al Cielo y beneficio-
sas para los que se relacionan con nosotros”.343
Nunca ha sido fácil para el cristiano distinguir todas las engañosas sutilezas
de Satanás y de los hombres. Él siempre ha necesitado una percepción agu-
zada por el Espíritu Santo, para distinguir en muchos casos. Pero la necesidad
de ese discernimiento santificado, nunca ha sido más grande que hoy, cuando
cientos de insidiosas voces de dentro y de fuera de la iglesia hablan con “es-
tratagemas astutas”.
Un aspecto de estas estratagemas es ilustrado por el ya fallecido C. S. Lewis
en su interesante libro The Screwtape Letters.344 Ahí él puntualiza que, Sata-
nás no solamente procura ocupar nuestras mentes con pensamientos malos,
sino también obra evitar que se ocupe en buenos pensamientos. Somos cons-
cientes del primer hecho, pero es posible que el segundo, a duras penas, si
acaso, lo imaginamos; ya que sus esfuerzos para evitarnos pensamientos vir-
tuosos, evidentemente son más sutiles, que sus intentos de hacernos pensar
cosas malas. Generalmente no tenemos problema en saber cuando alguien es-
tá tratando de forzarnos a algo. Pero no siempre captamos tan rápidamente
cuando la persona furtivamente trata de robarnos o de escondernos algo.
Por tanto, mantener una mente limpia requiere más que meramente expulsar
los pensamientos malos. Porque si eso fuera posible, el resultado sería un va-
cío mental. Obviamente, el acto positivo de pensar buenos pensamientos es
también esencial. En efecto, el tener buenos pensamientos es la única manera
posible por la cual, una persona puede excluir los malos pensamientos. Así es
exactamente en el mundo físico: dos sustancias materiales no pueden ocupar
el mismo lugar al mismo tiempo. Y es de igual manera en la esfera mental:
dos pensamientos no pueden ocupar la misma mente al mismo tiempo.
Esta idea está implícita en las conocidas palabras de exhortación de Pablo:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo
343
2MCP:683.
344
Las Cartas Grabadas.
Pág. 106
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay vir-
tud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.345
“Si permitiésemos que nuestras mentes meditasen más en Cristo y en el mun-
do celestial, hallaríamos un estímulo y un apoyo poderoso para pelear las ba-
tallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder al contem-
plar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar junto a la
belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco valor”.346
En estas ideas encontramos una importante razón del por qué es esencial que
leamos y estudiemos nuestras Biblias y los escritos del Espíritu de Profecía.
La disciplina mental, así planteada, no siempre es fácil. Esto es especialmente
cierto si a los pensamientos se les ha permitido o fomentado durante años el
correr por canales equivocados, o simplemente acariciar una idea que sucedió
hace mucho.347
Pero no necesitamos batallar solos:
“Si son débiles en la virtud y la pureza de los pensamientos y actos, pueden
obtener ayuda del Amigo de los desvalidos. Jesús está familiarizado con to-
das las debilidades de la naturaleza humana, y si se le suplica, dará fortaleza
para vencer las más poderosas tentaciones. Todos pueden obtener esta forta-
leza si la buscan con humildad”.348
Hay otro pensamiento que necesitamos considerar: Hay algunos temas, bue-
nos en sí mismos, pero que el cristiano no debe invertir tiempo para llegar a
comprenderlos.
“Debemos apartarnos de un sinnúmero de temas que llaman nuestra atención.
Hay asuntos que consumen tiempo y despiertan deseos de saber, pero que
acaban en la nada. Los más altos intereses requieren la estricta atención y
energía que suelen dedicarse tantas veces a cosas relativamente insignifican-
tes”.349
345
Fil. 4:8.
346
MJ:111.
347
“Cuando se ha permitido por mucho tiempo a la mente espaciarse en cosas terrenales, es difícil cambiar las maneras ha-
bituales de pensar. Con demasiada frecuencia atrae la atención y absorbe el interés aquello que el ojo ve y el oído oye.
Pero si queremos entrar en la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos a contemplarlo
aquí con el ojo de la fe. Las palabras y el carácter de Cristo deberían ser con frecuencia el tema de nuestros pensamientos y
nuestra conversación, y se debería dedicar diariamente algún tiempo a la meditación, acompañada de oración, de estos te-
mas sagrados”. MJ:111-112.
348
CN:440.
349
MC:362.
Pág. 107
Los discípulos miraron a Cristo con asombro, casi incapaces de creer lo que
sus oídos habían escuchado que Él acababa de decir.
Un joven se había aproximado a su Maestro con la pregunta: “Maestro
bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?”
La primera respuesta de Jesús fue: “Guarda los mandamientos”. Y para ha-
cerle más claro lo que le estaba diciendo, le mencionó algunos de los diez
mandamientos.
“Todo esto lo he guardado desde mi juventud”, dijo el joven. ¿Qué más me
falta?
Este joven era muy rico. Jesús sabía que sus riquezas eran el centro de su vi-
da y mientras así lo fuera, él nunca entraría al Reino de los cielos. Entonces
le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los po-
bres, y tendrás tesoro en el cielo”.
Por un momento el hombre sopesó la declaración de Jesús. Luego, sin decir
palabra, se alejó. El sacrificio era demasiado grande.
Jesús contempló la figura que se alejaba y, tristemente, dijo a los discípulos:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre
en el reino de Dios”.
Esta fue la declaración que dejó atónitos a los doce, porque ellos habían sido
enseñados que las riquezas eran signo del favor de Dios, y la pobreza de su
disfavor. Si este joven, cuya gran riqueza constituía un punto a favor frente a
Dios, no podría entrar en el reino, ¿quién podría?, razonaban.
“¿Quién, pues, podrá ser salvo?”, preguntaron estupefactos.
Notando su asombro, Jesús dijo: “Humanamente hablando, es imposible que
alguien pueda ser salvo, pero con Dios, todas las cosas son posibles”.
En las palabras de Jesús hay dos lecciones fundamentales que todo cristiano
potencial debería aprender.352 Hasta que no lo hagamos no habremos com-
prendido el ABC del cristianismo.
352
Para la idea básica presentada en este capítulo, estoy en deuda con el libro Absolute Surrender [Entrega Absoluta], de
Andrew Murray.
Pág. 109
1.- Por sí mismo, el hombre no puede hacer absolutamente nada para ganar
su salvación. Sus esfuerzos para vivir una vida santa, están destinados al fra-
caso.
2.- A través de Jesucristo, sus méritos y su fortaleza, el hombre puede cum-
plir cada requerimiento y realizar cada acto necesario para el santo vivir y la
salvación.
Muchos cristianos sinceros viven con la creencia que, por lo menos en parte,
su salvación depende solo de ellos mismos. “Muchos tienen la idea de que
deben hacer alguna de la obra solos”, escribe Ellen White. “Han confiado en
Cristo para el perdón de sus pecados, pero ahora procuran vivir rectamente
por sus propios esfuerzos”.353
Dependen de la observancia del Sábado, pagar el diezmo, la reforma pro-
salud, vida honesta, y otras obras para asegurar la salvación.
Es natural caer en esta actitud. Una de las lecciones más difíciles, que una
persona deseosa de ser cristiana, debe aprender, es que no puede por sus pro-
pios esfuerzos, vencer el pecado. Que Dios no le pide que venza el pecado
por sus propias fuerzas y que nada de lo que él haga por sí mismo para vencer
el pecado le da mérito para el cielo.
El que sinceramente trata por sus propios esfuerzos de vencer el pecado, está
obligado, tarde o temprano, a describir la imposibilidad de su tarea. Como
Pablo, llegará a la conclusión: “Pues no hago lo que quiero, sino lo que abo-
rrezco, eso hago… Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago”.354
Quien realmente trata por sí mismo de guardar la ley se encuentra frente a
una demanda inflexible, que lo deja exhausto. Descubre que el nivel es dema-
siado alto para él. En el esfuerzo por alcanzarlo, cae, se gasta, y sufre derrota.
Encuentra que es un esclavo, una marioneta, para sus hábitos pecaminosos.
En su batalla por vencer, puede sentir resentimiento hacia Dios. Con remor-
dimiento, puede pensar: “Dios, me he arrepentido de mis pecados y pedido
perdón. Estoy tratando de hacer Tu voluntad. Señor, me la paso pidiéndote
que me ayudes a vencer mis pecados. Pero no hago más que fallar. Por algu-
na razón, pareciera que no me ayudas”.
Mientras tanto, su conciencia le dice el por qué de su falla. Es perseguido por
un sentido de culpabilidad y abrumado con un sentimiento de frustración.
353
CC:68.
354
Rom. 7:15-19.
Pág. 110
miento del vacío con las gracias del Espíritu Santo”. PVGM:345; MJ:165.
Pág. 111
“Es la justicia de Cristo, su propio carácter sin mancha, que por la fe se im-
parte a todos los que lo reciben como Salvador personal”.365
Un estudio de la interpretación de Ellen White al término vestido de bodas,
como figura en el Index (índice) de sus escritos, muestra que de las 13 veces
en las que ella se refiere al tema, la mayoría son ambiguas – podrían enten-
derse como significando ya sea la justicia imputada o la impartida, o ambas.
Pero cuando ella es más específica, en casi todos los casos parece sugerir la
justicia impartida. La cita anterior por ejemplo, es inequívoca.
Notamos que ella lo conecta con Apoc. 19:8 (‘el lino fino es las acciones jus-
tas de los santos’). El Comentario Bíblico Adventista dice al respecto: “[El
término griego usado] se aplica particularmente a las acciones del cristiano, a
su vida victoriosa desarrollada por la gracia interior de Cristo”.366
Considerando otra vez lo leído: Todos quienes tengan parte en la cena de bo-
das, deben tener el vestido de bodas. Ese manto representa el “carácter puro y
sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo”. Pero el énfa-
sis que Ellen White hace, no es sobre la Justicia IMPUTADA, sino sobre la
Justicia IMPARTIDA.367
¿Qué significa esto?
“Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como
ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfec-
cionada por una vida de constante resistencia al mal, el Salvador mostró que
cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfec-
ción de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que no-
sotros también podemos obtener una victoria completa”.368
365
PVGM:252, énfasis suplido.
366
7A:885.
367
Cuando se hace énfasis en este requisito, frecuentemente surge la siguiente inquietud: pero ¿qué hay acerca del ladrón en
la cruz? ¿Qué oportunidad tuvo él aparte de una justicia imputada? Pero, él será salvo, ¿no es cierto?
Siendo la implicación: ¿Es este asunto de la justicia impartida tan importante?
Primero debemos recordar que, se requiere una entrega total e incondicional y esta trae la justificación, el perdón y el nuevo
nacimiento. El ladrón hizo esta entrega. Segundo, el mismo acto de rendirnos trae al Espíritu Santo a la vida, y “el imparti-
miento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo”. DTG:745. Por consiguiente, el carácter de Cristo había sido y
estaba siendo impartido al ladrón durante las pocas horas que él vivió. La Justicia comienza a ser impartida desde el mo-
mento en que esta es imputada.
Para una explicación de impartida en el sentido “absoluto”, ver los siguientes dos capítulos.
“Todo el poder es colocado en sus manos, y él puede dispensar ricos dones a los hombres, impartiendo el inapreciable don
de su propia justicia al desvalido agente humano. Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el men-
saje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz, y acompañado por el derramamiento de su espíritu en gran me-
dida”. TM:89; Ev:143; EUD:204.
368
HAp:424.
Pág. 113
“Lo que Cristo era en su humanidad perfecta, debemos serlo nosotros; porque
debemos formar caracteres para la eternidad”.369
“Esa perfección de carácter que el Señor requiere es la preparación de todo el
ser como un templo para la morada del Espíritu Santo. Dios no aceptará nada
menos que el servicio de todo el organismo humano. No basta poner en ac-
ción algunas partes de la maquinaria viviente. Todas las partes deben trabajar
en armonía perfecta, o el servicio será deficiente. Así es como el hombre es
calificado para cooperar con Dios representando a Cristo ante el mundo. Así
Dios desea preparar a un pueblo que esté delante de él puro y santo, para po-
der introducirlo en la sociedad de los ángeles celestiales”.370
Hay, literalmente, cantidades de citas del Espíritu de Profecía, expresando la
misma idea que pudieran ser citadas.
Sí, entonces, debemos tener más que el perdón de Dios y la justicia imputada
de Jesús; hay una cosa que los cristianos deben obtener en la vida, esto es –
victoria.
Como una mujer me dijo: “No es suficiente tener la justicia de Jesús cubrien-
do mis imperfecciones. Esto es maravilloso y estoy agradecida por su perdón.
Pero debo tener victoria en mi vida. No puedo seguir viviendo frustrantes de-
rrotas”.
Y podemos tener victoria. La Biblia y el Espíritu de Profecía hacen amplia-
mente sencillo que la victoria completa sobre cada pecado, cada debilidad,
cada tendencia hereditaria al mal, es abundantemente segura, si cumplimos
las condiciones.
“Todo lo que pertenece a la vida y a la piedad nos fue dado por su divino po-
der, por el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y virtud. Por
ese medio nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
lleguemos a participar de la naturaleza divina, y nos libremos de la corrup-
ción que está en el mundo por causa de los malos deseos”.371
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”.372
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo”.373
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó”.374
369
TM:172.
370
DNC:121.
371
2 Pedro 1:3-4.
372
2 Cor. 2:14.
373
1 Cor. 15:57.
Pág. 114
374
Rom. 8:37.
375
Rom. 6:14.
376
Fil. 4:13.
377
Judas 24.
378
3MS:158.
379
1T:136, traducido directamente del inglés:144; RP:369.
380
NEV:316.
381
1MS:478.
382
9T:19.
Pág. 115
383
Job 1:1.
384
Término que denota lealtad y obediencia.
385
Job 1:9-11.
Pág. 116
“Satanás representa la divina ley de amor como una ley de egoísmo. Declara
que nos es imposible obedecer sus preceptos”.386
“Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás
ha consistido en destruir la ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el
Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la misma lucha en la tie-
rra”.387
En el Deseado, Ellen White, describe los líderes judíos de los días de Jesús
como haciendo eco a la afirmación de Satanás. “Los rabinos representaban
virtualmente a Dios como autor de leyes cuyo cumplimiento era imposible
para los hombres”.388 A través de los siglos, de una u otra manera, muchos lí-
deres religiosos y sus seguidores han estado de acuerdo con ellos.
Pero Dios afirma que el hombre puede guardar su ley, y Él espera que lo ha-
ga. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”.389 “Mas
tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin
que os falte cosa alguna”.390
“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría”.391
Muchos teólogos conservadores reconocen las alturas de los logros que Dios
requiere de su pueblo.
“En el Nuevo Testamento, la única vida cristiana aceptable es la de entera
santificación. Para quienes se están quedando cortos en esto, hay exhortacio-
nes, advertencias, exposiciones, invitaciones, y oraciones. Pero la vida ahí
presentada a cada creyente, es una de una voluntad rendida, un corazón obe-
diente, una vida victoriosa llena del espíritu de unión con Cristo, trayendo
salvación del pecado, y dirigiendo a un continuo crecimiento, a través del in-
cremento del conocimiento y las múltiples tentaciones”.392
Después de examinar un número de palabras de la Escritura que describen los
requisitos morales de Dios para sus seguidores, R. B. Girdlestone comenta:
386
DTG:15.
387
CS:639; comparar con DTG:21, 275, 709-710; PP:62-63.
388
DTG:250.
389
1 Tes. 5:23-24.
390
Santiago 1:4.
391
Judas 24.
392
Hastings, James, Thessalonians to Hebrews [De Tesalonicenses a Hebreos], página 52.
Pág. 117
“Por lo tanto, vemos que el nivel de perfección colocado ante todos los cris-
tianos en el Nuevo Testamento es muy elevado, en verdad no queda lugar pa-
ra ningún mal obrar; pero la promesa del poder necesitado es igualmente ex-
plícita”.393
“Se requiere exacta obediencia, y aquellos que dicen que no es posible vivir
una vida perfecta lanzan sobre Dios la imputación de injusticia y falsedad”.394
“Dios requiere en este momento, justo lo que Él requirió de Adán en el paraí-
so antes de la caída - perfecta obediencia a su ley”.395
“La obediencia que Cristo rindió es la que Dios requiere de los seres huma-
nos hoy día”.396
En este punto llegamos a un problema que tienen algunos adventistas. Proba-
blemente, ninguno de nosotros tenemos problema concerniente a la naturale-
za eterna e inmutable de la ley de Dios. Sabemos que Jesús guardó la ley per-
fectamente. Y correctamente creemos, que cuando lo aceptamos verdadera-
mente a Él como nuestro Salvador, su inmaculada obediencia a la ley, nos es
imputada y podemos comparecer ante Dios, como si nunca hubiéramos peca-
do.
393
Synonyms of the Old Testaments [Sinónimos del Antiguo Testamento], página 99.
394
The Southern Review, 5 de Diciembre de 1899, citada posteriormente en RH, 7 de Febrero de 1957.
395
RH, 15 de Julio de 1890.
396
PVGM:225.
397
Salmo 51:5.
Pág. 118
te, entonces Satanás tiene razón. Dios es injusto. Es imposible para nosotros
el obedecer los preceptos de la ley. Dios está pidiéndonos demasiado.
Hay otro asunto envuelto, más cruel y más importante que aun el honor de
Dios mismo. Ellen White lo explica de esta manera:
“El Señor desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás
mostrando los resultados de la obediencia a los principios rectos”.398
“La misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de
Dios, el honor de Cristo, están comprometidos en la perfección del carácter
de su pueblo”.399
Los dos conceptos que hemos considerado – que si Dios no puede capacitar
al hombre para guardar perfectamente su ley, Satanás está en lo correcto y
que el honor de Dios y del Hijo están sujetos a nuestro desarrollo de caracte-
res semejantes a Cristo – exigen que demos otro vistazo a nuestra relación
con Cristo, con Dios, y la ley moral.
Cristo “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.400 El Padre envió “a
su propio Hijo en una forma semejante a nuestra naturaleza pecaminosa”. 401
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser mi-
sericordioso y fiel sumo cerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los
pecados del pueblo”.402
“Nuestro Salvador tomó la humanidad, con todas sus debilidades. Tomó la
naturaleza del hombre con la posibilidad de ceder en la tentación. No tene-
mos nada que soportar, que él no haya soportado”.403
“Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verda-
dero ser humano. En nuestras conclusiones cometemos muchos errores debi-
do a nuestras opiniones equivocadas acerca de la naturaleza humana de nues-
tro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza humana un poder que es
imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satanás, destruimos el
398
PVGM:238.
399
DTG:625.
400
Fil. 2:7-8.
401
Rom. 8:3, NEB.
402
Heb. 2:17.
403
DTG:92, traducción directa del inglés:117.
Pág. 119
Un Concepto Conflictivo.-
404
3MS:158.
405
“Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de tendencias y hábitos hereditarios o adquiridos. En vez de quedar
sujetos a la naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que peleemos contra el mal con nues-
tras fuerzas limitadas. Cualesquiera que sean las tendencias al mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos vencerlas
mediante la fuerza que Dios está pronto a darnos”. MC:131.
406
AFC:132.
407
CN:450.
Pág. 120
408
Cuadros de las Palabras del Nuevo Testamento.
409
DTG:277.
Pág. 121
410
MVH:38.
411
Synonyms of the New Testament [Sinónimos del Nuevo Testamento], página 75.
412
Synonyms of the New Testament [Sinónimos del Nuevo Testamento], página 77.
413
“Que nadie tema incurrir en extremos mientras estudia detenidamente la Palabra y humilla el alma a cada paso”.
2MS:24.
Pág. 122
las objeciones que se han levantado en su contra a través de los siglos. Este
sendero es el tema del siguiente capitulo.
Pág. 123
Objeciones a la Perfección.-
423
MC:92.
424
MJ:113.
425
TM:516. “Cuando nos percatamos de nuestra debilidad, aprendemos a no depender de un poder inherente. Nada puede
posesionarse tan fuertemente del corazón como el sentimiento permanente de nuestra responsabilidad ante Dios Nada alcan-
za tan plenamente a los motivos más profundos de la conducta como la sensación del amor perdonador de Cristo. Debemos
ponernos en comunión con Dios; entonces seremos dotados de su Espíritu Santo, el cual nos capacita para relacionarnos con
nuestros semejantes. Por lo tanto, gozaos de que mediante Cristo habéis sido puestos en comunión con Dios, como miem-
bros de la familia celestial. Mientras miréis más arriba que vosotros mismos, tendréis un sentimiento continuo de la flaqueza
de la humanidad”. DTG:456.
426
“El Espíritu Santo , el Consolador… es el que cambia nuestro carácter a la imagen de Cristo, y cuando esto se logra, re-
flejamos como en un espejo la gloria del Señor; es decir, el carácter del que así contempla a Cristo es tan semejante al del
Señor, que el que lo mira ve el propio carácter de Cristo que brilla como procedente de un espejo. En forma imperceptible
para nosotros somos transformados día tras día, de nuestros propios caminos y nuestra propia voluntad a los caminos y a la
voluntad de Cristo, a la belleza de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconcientemente reflejamos su imagen”. 7A:319;
Biblia de Estudios:247.
427
Fil. 3:12.
428
7A:345; Biblia de Estudios:289.
429
De Fil. 3:12.
430
En el verso 15.
431
7A:176.
Pág. 126
ser humano. Pero, bajo estas limitaciones, y revelando al hombre tanto como
este podía comprender, Cristo vivió una vida perfecta, un cumplimiento
pleno de la idea absoluta de madurez.
Justamente aquí deseo hacer un paréntesis por un momento, para traer una
idea que, aunque no está directamente conectada con lo que hemos estado
discutiendo, no obstante está vitalmente relacionada y es muy importante en
el contexto del título de nuestro capítulo “Probando que Satanás Está Equi-
vocado”.
En el Deseado435 leemos sobre el tiempo cuando, desde el punto de vista del
desarrollo del carácter del hombre, la controversia habría alcanzado su clí-
max. Aludiendo al “fin del tiempo” la autora dice:
“Habrá solamente dos clases. Todo carácter quedará plenamente definido; y
todos demostrarán si han elegido el lado de la lealtad o el de la rebelión. En-
tonces vendrá el fin. Dios vindicará su ley y librará a su pueblo”.
435
DTG:712.
436
Fil. 3:21.
437
“[El hombre]… puede progresar en dignidad mental y moral, hasta alcanzar una perfección de la inteligencia y una pure-
za de carácter tan solo un poco inferiores a la perfección y la pureza de los ángeles”. SC:279; 1JT:481.
438
CS:736.
Pág. 128
439
CS:736.
440
PVGM:267.
441
“Día tras día crecía [Enoc] alejándose de su propio camino y penetrando en el camino de Cristo”. 7A:319; Biblia de Es-
tudios:247.
Pág. 129
Una Alegoría.-
442
HAp:447-448.
Pág. 130
Pero el tirano, que ya no es el regidor, todavía está vivo. Él escapa con sus
secuaces a algún desierto, a alguna barrera de montañas hacia el norte de la
isla real.
Desde allí, año tras año, envía guerrillas para que ataquen a la gente y a la
ciudad. Por lo tanto, los súbditos del reino deben estar en constante y vigilan-
te guardia contra él, y deben siempre buscar a su nuevo rey para que les ayu-
de.
Algunas veces el antiguo rey, que está bien familiarizado con las debilidades
de su antigua capital, acomete de repente, y las defensas de la ciudad son
momentáneamente rotas. Algunas veces los habitantes de la ciudad, se des-
cuidan en la vigilancia y el tirano los toma por sorpresa y los vence.443 Pero
inmediatamente llaman al nuevo rey y él viene en su ayuda.
Todo el tiempo que los súbditos de ese reino estén sometidos a su nuevo rey,
ellos pueden – con la ayuda de Él – tornar estos reveses en victorias, y así
crecer en fuerza día a día. Al mismo tiempo el tirano, en su barrera de mon-
tañas, está debilitándose más y más.
Llega el día cuando ese debilitado primer gobernante pierde cada batalla. Es
constantemente sometido, y nunca vuelve a tener éxito en ninguna de las in-
cursiones que hace.444
Pero él está todavía vivo y alerta, buscando siempre una oportunidad para de-
rrotar a sus antiguos súbditos, siempre acosándolos, y haciendo por tanto que
sea indispensable que ellos nunca bajen la guardia, y que estén constantemen-
te solicitando a su nuevo rey la ayuda.
Interpretación.-
443
“Cada momento en que no estamos en guardia nos vemos expuestos a ser asediados por el enemigo y corremos gran pe-
ligro de ser vencidos por las potestades de las tinieblas. Satanás manda que sus ángeles sean vigilantes y derriben a cuantos
puedan; que descubran la indocilidad y los vicios dominantes de quienes profesan la verdad. Les ordena arrojar tinieblas en
derredor de ellos, para que dejen de velar, y sigan una conducta que deshonre la causa que profesan amar y entristezca a la
iglesia. Las almas de estas personas extraviadas, que no velan, se hunden cada vez más en la oscuridad, y la luz del cielo se
desvanece de ellas. No pueden descubrir sus vicios dominantes, y Satanás teje su red en derredor de ellas, y son prendidas
en su lazo”. PE:104-105.
444
“Habrá un pueblo cuyos miembros se aferrarán de tal manera a la fuerza divina que podrán resistir a toda tentación”.
1JT:398.
Pág. 131
445
PVGM:29.
446
“Esta obra [de santificación] no se puede realizar sino por la fe en Cristo, por el poder del Espíritu de Dios que habite en
el corazón… El cristiano sentirá las tentaciones del pecado, pero luchará continuamente contra él”. CS:524.
447
4T:342.
448
NEV:82.
Pág. 132
Por eso, creo que la perfección que Cristo desea y que Ellen White describe,
es la entrega total de la vida a Jesús, la cual Él puede desarrollar en forma
madura, completa, caracteres sin mancha con perfectos acabados que reflejen
plenamente la vida que Él vivió en la tierra, en la cual el pecado no tuvo par-
te. Las personas que cooperen con Él demostrarán que por la morada interior
del Espíritu, Su ley puede ser plenamente obedecida. Ellos probarán que Sa-
tanás es un mentiroso.
Algunos sostienen que la perfección no es un tema en el cual el cristiano de-
bería insistir. Si bien no creemos en el peligro inherente en la comprensión
usual del tema y que se encuentra en la explicación que hemos dado, aun así
deberíamos estar de acuerdo, así fuera por una razón:
Hay una gran motivación, por encima de todas, que hace que al cristiano as-
pirar con todos los poderes concentrados de su ser, la vida que refleja perfec-
tamente la vida de Jesús. Y es, porque su deseo más grande será vindicar el
honor de su Señor y Salvador. Deseará probar a todo el universo, a Satanás y
a todas sus huestes, que el adversario es un mentiroso, y que Dios es justo.
El Señor está pidiendo esta vindicación a su iglesia remanente en esta gene-
ración. Y esto significa mucho para usted y para mí. Porque con esta iglesia
como núcleo, emergerán los 144000 quienes cooperarán plenamente con
él.449
“La iglesia es la depositaria del tesoro de las riquezas de la gracia de Cristo, y
por medio de ella finalmente se hará manifiesta la revelación postrera y plena
del amor de Dios al mundo que ha de ser iluminado con su gloria. La oración
de Cristo de que su iglesia fuera una como él y el Padre, finalmente será con-
testada. La rica dote del Espíritu Santo será dada, y mediante su influencia
constante a los hijos de Dios, éstos llegarán a ser testigos en el mundo del
poder de Dios para salvar”.450
“Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su
iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su
pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos”.451
“Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice el Señor, el Eterno: No lo hago por
vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo Nombre que profanas-
teis entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi gran Nombre,
deshonrado entre las naciones, que vosotros profanasteis en medio de ellas.
449
Ver Apoc.18:4-5.
450
TM:47; 2JT:356.
451
PVGM:47; EUD:39.
Pág. 133
Cuando ellas vean que yo revelo mi santidad a través de ti, sabrán las nacio-
nes que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor”.452
452
Eze. 36:22-23, NEB.
Pág. 134
453
CC:62.
454
6CBA:516.
455
1MS:429; FO:103.
456
DMJ:97.
457
Rom. 12:2, La Biblia de las Américas.
Pág. 136
Este cambio radical de actitud le trae a Juan simpatía y acuerdo con Dios, y
produce paz en el alma. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.458
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros co-
razones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.459
Esta experiencia de un cristiano nacido de nuevo puede ilustrarse por ese ma-
ravilloso aparato mecánico llamado giroscopio, que es usado para estabilizar
barcos y aviones, y usado en muchas otras situaciones cuando la estabilidad y
el equilibrio son requeridos. El aparato, que parece desafiar la gravedad,
guarda su equilibrio a pesar de las influencias en contra. Esto es posible por
una rueda que gira rápidamente, la cual tiende a permanecer en su posición
inicial. Esta tendencia puede ser demostrada por un giroscopio de juguete en
operación. Al tratar de empujarlo con cuidado de su posición, él persiste en
su posición.
Si se dirige el eje de un giroscopio que gira rápidamente, hacia el sol, el Ter-
minal del eje parecerá seguir al sol en su recorrido a través del cielo. Esto es
en razón de que el giroscopio mantiene su posición original en el espacio
mientras la tierra gira sobre sí misma.
Cuán hermosamente esto ilustra la experiencia de la persona justificada. Un
aspecto de esto está descrito en el Deseado en las siguientes palabras:
“Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan su alma a
su custodia, y su vida para que él la ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna
cosa del mundo puede entristecerlos cuando Jesús los alegra con su presen-
cia. En la perfecta aquiescencia hay descanso perfecto”.460
Jesús morando dentro de nosotros, es como un giroscopio espiritual que nos
guarda en paz a pesar de que todo a nuestro alrededor se esté moviendo en
otra dirección y esté intentando empujarnos en otra dirección.
Los vehículos espaciales, tales como los Mariner I y II, tenían un juego de gi-
roscopios para el control horizontal, vertical y transversal, de modo que cada
posible movimiento estuviese bajo el control del giroscopio. Si alguna situa-
ción tendía a causar desviación del curso al cual estaban sujetos, el girosco-
pio compensaba la interferencia.
Similarmente, el cristiano nacido de nuevo tiene un “control giroscópico” es-
piritual, que lo guarda de salirse del rumbo. “Entonces tus oídos oirán a tus
458
Rom. 5:1.
459
Fil. 4:7.
460
DTG:298.
Pág. 137
espaldas palabra que diga: Éste es el camino, andad por él; y no echéis a la
mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”.461
Nuestro personaje, Juan, entonces se ha rendido a Cristo, el pecado ha sido
expulsado del alma, la culpa ha sido removida, el Espíritu Santo vive dentro.
Tiene estabilidad y equilibrio espirituales. ¿Puede esperar ahora que no vol-
verá a ser molestado por el pecado? ¿Que él es ahora inmune al pecado y a
pecar?
La respuesta que sabemos es: no. No más de lo que un avión o un barco pue-
den esperar que no habrá fuerzas que obrarán intentando desviarlos del rum-
bo en que ha sido señalado por el giroscopio. Ya discutimos este asunto en el
capítulo precedente. Por ejemplo, consideramos la cita: “Mientras reine Sata-
nás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que
nos rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso”.462
461
Isa. 30:21.
462
HAp:447-448.
463
“Podemos vencer. Si, plenamente y por completo. Jesús murió para darnos una vía de escape, para que podamos vencer
todo mal genio, todo pecado, toda tentación y sentarnos finalmente con Él”. 1T:136, traducción directa del inglés:144;
RP:369.
464
1 Juan 2:1.
465
“Si confiamos en Él, y le encomendamos nuestros caminos, Él dirigirá nuestros pasos por la senda que exactamente re-
sultará en nuestra obtención de la victoria sobre cada pasión mala, y cada rasgo que no es de semejanza al carácter de nues-
tro modelo divino”. NEV:316.
Pág. 138
466
1MS:422.
467
1MS:395.
468
1 Reyes 18-19.
469
DTG:310.
Pág. 139
Una razón importante por la que perdemos de vista a Jesús es que no pasa-
mos suficiente tiempo en seria meditación, oración y en el estudio de la Pala-
bra.
Entonces, Satanás puede tener éxito temporalmente al conseguir que el cris-
tiano se olvide del Señor. Al hacerlo concentrar la atención en sus problemas,
Satanás logra que la persona falle en recordar al Señor, quien es la solución
de ellos. El adversario: “Él sabe que si puede oscurecer nuestra visión para
que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos protección contra el peca-
do”.470 “Demasiado a menudo nos olvidamos del Señor. Cedemos a nuestros
impulsos y perdemos las victorias que deberíamos ganar”.471
Todavía queda otra razón por la cual el cristiano puede caer temporalmente.
Es que él le permite al yo y al pecado afirmarse brevemente. Envidia, orgullo,
seguridad en sí mismo, enojo o algún otro acoso que pueda salir a la superfi-
cie y encontrar expresión.472 O uno de ellos puede aparecer tan repentinamen-
te, que el cristiano es sorprendido sin guardia y cae. Este puede ser especial-
mente el caso de quien es nuevo en el camino cristiano y en quien los hábitos
estampados que referimos en el último capítulo, están todavía arraigados. Pe-
ro no debe desanimarse a causa de esto.
Algunos cristianos sinceros temen que cuando caen bajo estas circunstancias,
están separados de Dios. Reflexionen ellos en estas palabras de ánimo:
“Si uno que diariamente tiene comunión con Dios yerra en la senda, si des-
cuida por un momento mirar firmemente a Jesús, no es porque peca obstina-
damente; porque cuando ve su error, retorna, y rápidamente coloca sus ojos
en Jesús [su giroscopio espiritual lo regresa a su posición], y el hecho que ha
errado, no lo hace menos querido al corazón de Dios”.473
Sin embargo debe tenerse muy en cuenta que:
“La comisión voluntaria de un pecado conocido acalla la voz testificadora del
Espíritu, y separa al alma de Dios”.474
470
DMJ:79.
471
LMG:179. DNC:236; ELC:50.
472
“Los siervos de Cristo no han de actuar según los dictados del corazón natural. Necesitan tener una íntima comunión con
Dios, no sea que, bajo la provocación, el yo se levante y ellos dejen escapar un torrente de palabras inconvenientes, que dis-
ten mucho de ser como el rocío y como las suaves gotas que refrescan las plantas agostadas. Esto es lo que Satanás quiere
que hagan; porque éstos son sus métodos. Es el dragón el que se aíra, es el espíritu de Satanás el que se revela en la cólera y
las acusaciones. Pero los siervos de Dios han de ser representantes suyos. El desea que trafiquen únicamente con la moneda
del cielo, la verdad que lleva su propia imagen e inscripción. El poder por el cual han de vencer al mal es el poder de Cristo.
La gloria de Cristo es su fuerza. Han de fijar sus ojos en su hermosura. Entonces podrán presentar el Evangelio con tacto y
amabilidad divina. Y el espíritu que se mantiene amable bajo la provocación hablará más eficazmente en favor de la verdad
que cualquier argumento, por enérgico que sea”. DTG:319-320.
473
RH, 12 de Mayo de 1896.
474
MJ:112; EJ:138.
Pág. 140
Podemos recordar también que: “El carácter se da a conocer, no por las obras
buenas o malas que de vez en cuando [sin intención] se ejecutan, sino por la
tendencia de las palabras y de los actos en la vida diaria”.475
“Si habéis cometido errores, ganáis ciertamente una victoria si los veis y los
consideráis señales de advertencia. De ese modo transformáis la derrota en
victoria, chasqueando al enemigo y honrando a vuestro Redentor”.476
cuando su interés está lejos del eje. Pero aquel cuya vida está en Jesús, tiene
victoria externa. Cuando se vuelve a Jesús por ayuda, su sentimiento de
enojo, envidia o resentimiento, muere. Está en paz. En el irregenerado, el
sentimiento continúa hirviendo y más tarde lo descargará sobre su esposa, sus
hijos, o sobre alguna otra persona.
La senda de la persona nacida de nuevo es el camino de la victoria, interna y
externamente, aunque algunas veces la derrota parece ser su suerte. El dirigir
sus ojos a Jesús cuando el pecado le acosa, significa que ese mismo acto de
dirigir sus ojos, está cambiando una caída momentánea en victoria.
Pág. 142
¿Pero qué acerca de José? ¿Qué le está ocasionando su problema con su mo-
ral, y su respeto propio, por ejemplo? ¿No está sufriendo un deterioro cada
vez que le pide disculpas? ¿No empieza a sentirse muy débil moralmente?
Efectos de la Derrota.-
La Derrota es Innecesaria.-
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado [habi-
tual], pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le
toca”.486
“El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza suya, que él sostie-
ne en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en
483
1T:136, traducido directamente del inglés; RP:369.
484
DNC:22.
485
9T:19.
486
1 Juan 5:18. “Si estamos decididos a no separarnos de la fuente de nuestra fortaleza, Jesús se pondrá decididamente a
nuestra mano derecha para ayudarnos, a fin de que nuestros enemigos no nos avergüencen”. CSS:421.
Pág. 145
ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los agentes celestiales
es inexpugnable para los asaltos de Satanás. Pero a menos que nos entregue-
mos al dominio de Cristo, seremos dominados por el maligno. Debemos estar
inevitablemente bajo el dominio del uno o del otro de los dos grandes pode-
res que están contendiendo por la supremacía del mundo. No es necesario
que elijamos deliberadamente el servicio del reino de las tinieblas para pasar
bajo su dominio. Basta que descuidemos de aliarnos con el reino de la luz. Si
no cooperamos con los agentes celestiales, Satanás se posesionará de nuestro
corazón, y hará de él su morada. La única defensa contra el mal consiste en
que Cristo more en el corazón por la fe en su justicia”.487
“Al entregar su voluntad a Cristo, su vida estará escondida juntamente con
Cristo en Dios y vinculada al poder que está sobre todos los principados y po-
testades. Recibirá fuerza de Dios que lo mantendrá firme en su poder… Pero
su voluntad debe cooperar con la voluntad de Dios”.488
La victoria entonces, es un trabajo de cooperación. Pero la responsabilidad no
es igual. De hecho:
“La parte que se requiere que el hombre realice es inconmensurablemente
pequeña, no obstante, en el plan de Dos es justamente la parte necesaria para
que la obra alcance el buen éxito… La cooperación de la voluntad y el es-
fuerzo humano con la energía divina es el vínculo que une a los hombres
unos con otros y con Dios”.489
“La obra del Espíritu Santo es inconmensurablemente grande”.490
“Necesitamos grandemente comprender nuestra dependencia de Dios. Se
confía demasiado en los hombres, y en las invenciones humanas. Hay muy
poca confianza en el poder que Dios está listo para dar. ‘Coadjutores somos
de Dios’. Inmensamente inferior es la parte que lleva a cabo el agente hu-
mano; pero si está unido con la divinidad de Cristo, puede hacer todas las co-
sas por medio de la fuerza que él imparte”.491
Estas sentencias son una llave vital para la victoria cristiana. No por nuestros
propios esfuerzos, no por nuestra propia fortaleza, no por nuestro propio co-
nocimiento o sabiduría, se gana la victoria. La victoria se gana momento a
momento cuando por la fe dependemos del poder de Cristo. Porque en la ba-
487
DTG:291.
488
5T:485.
489
Manuscrito 113, 8 de Septiembre de 1898. Énfasis suplido.
490
RP:179.
491
PVGM:60. Énfasis suplido.
Pág. 146
talla contra el pecado, nuestra fuerza, o cualquier cosa que podamos pensar
hacer, es como una paja tratando de controlar un huracán.
Victorias a Ganar.-
495
NEV:22.
496
“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que pueda oponerse a nuestro progreso
intelectual y a la santificación del alma”. CRA:52.
497
CRA:69; 1JT:422-423.
498
9T:125.
499
Literalmente el autor usa la palabra “destetan”.
Pág. 148
“Las potencias de Satanás se esfuerzan por distraer las mentes de las realida-
des eternas. El enemigo ha dispuesto las cosas de manera que favorezcan sus
planes. Negocios, deportes, modas: he aquí las cosas que ocupan las mentes
de hombres y mueres”.500
“Los únicos entretenimientos seguros son aquellos que no ahuyentan los pen-
samientos religiosos y serios; los únicos lugares seguros adonde podemos
acudir son aquellos adonde podemos llevar a Jesús con nosotros”.501
Otras áreas pueden ser mencionadas:
“La moda está deteriorando el intelecto y royendo la espiritualidad de nuestro
pueblo. La obediencia a las modas está invadiendo nuestras iglesias adven-
tistas, y está haciendo más que cualquier otro poder para separar de Dios a
nuestro pueblo”.502
Tener la posibilidad de una victoria real significa hacer todas las cosas co-
rrectas tanto con nuestro prójimo, como con Dios. Cuando el recaudador de
impuestos, Zaqueo, dijo a Jesús: “Señor… si en algo he defraudado a alguno,
se lo devuelvo cuadruplicado”, Jesús dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta
casa”.503
Aludiendo a Ezequiel504 cuando discutía la restitución de unos errores505, di-
jo:
“No hay evidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se produce una
reforma en la vida. Si restituye la prenda, devuelve lo que hubiere robado,
confiesa sus pecados y ama a Dios y a su prójimo, el pecador puede estar se-
guro de que pasó de muerte a vida”.506
Adicional al requisito de hacer restitución, hay otro aspecto vital. Una con-
ciencia clara. Ninguna persona puede tener tal conciencia ante sí mismo y an-
te Dios hasta que haya hecho restitución de cada pecado conocido. Nadie
puede tener una confiada y optimista experiencia victoriosa, mientras tiene
una conciencia que lo acusa.
¿Demasiadas Puertas para Custodiar?
500
9T:35.
501
EUD:89.
502
1JT:600; 4T:639-640.
503
Luc. 19:8-9.
504
Eze. 33:15.
505
“Que aquellos que han hecho el mal, den prueba de su arrepentimiento al buscar hacer la restitución total y que en su vi-
da venidera den evidencia de una genuina reforma. Ciertamente disfrutarán la paz del cielo”. RH, 3 de Enero de 1882.
506
CC:58.
Pág. 149
507
MJ:27.
508
“La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y abandonarlo cuando nos
plazca. Solo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria final. El que persevera
hasta el fin, ése será salvo”. 2T:93.
509
Mar. 13.13.
510
Apoc. 14:12.
Pág. 150
“Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de
soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar
de las pruebas más duras. El tiempo de gracia les es concedido a todos a fin
de que se preparen para aquel momento. Jacob prevaleció porque fue perse-
verante y resuelto. Su victoria es prueba evidente del poder de la oración im-
portuna. Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y
que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él. Los que
no están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente ante
Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conse-
guirán. ¡Cuán pocos cristianos saben lo que es luchar con Dios! ¡Cuán pocos
son los que jamás suspiraron por Dios con ardor hasta tener como en tensión
todas las facultades del alma! Cuando olas de indecible desesperación en-
vuelven al suplicante, ¡cuán raro es verle atenerse con fe inquebrantable a las
promesas de Dios!”.511
Hay otra actitud asumida por algunos profesos cristianos que, a menos que
radicalmente la resistan, serán excluidos del gozo de la victoria y la vida
eterna:
“Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios de-
seos de placeres y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por
el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la incesante inquietud. La indolen-
cia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente cierran sus
soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistirla”.512
“Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos,
segaremos”.513
“Su victoria [la del Cordero] será segura para sus seguidores, llamados, esco-
gidos y fieles.514
511
CS:679.
512
HAp:451.
513
Gál. 6:9, La Biblia de las Américas.
514
Apoc. 17:14, NEB.
Pág. 151
515
DTG:590.
516
“Las potencias de Satanás se esfuerzan por distraer las mentes de las realidades eternas. El enemigo ha dispuesto las co-
sas de manera que favorezcan sus planes. Negocios, deportes, modas: he aquí las cosas que ocupan las mentes de hombres y
mujeres”. 9T:35.
Pág. 153
¡Apresurémonos!
Escrito Posterior.-
Uno de los más grandes peligros, quizá el mayor de todos, que nos amenaza
como cristianos, es el desanimarse. Dios nos trae un mensaje que nos sacude,
nos despierta a los peligros de nuestra situación y nos lleva a la necesidad de
una drástica e inmediata acción.
Pero pronto la fuerza del impacto pasa, el sentido de urgencia se pierde, y re-
trocedemos al sueño espiritual.
Cuando la gracia termine, muchos Adventistas del Séptimo Día se encontra-
rán en la condición de quien genuinamente quiso hacer algo al respecto – pe-
ro que nunca lo hizo.
“¡Escuchen! Esta es la hora de recibir el favor de Dios, ¡hoy es el día para ser
salvos!517 Hoy, hoy y hoy debemos estar listos y alertas, examinando todas
las cosas “porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
517
2 Cor. 6:2, TEV.
Pág. 154
www.eme1888.cl; eme1888@gmail.com