Júlia Cereijo

2n Batxillerat B

ADA LOVELACE, LA PRIMERA PROGRAMADORA DE LA HISTORIA

Quién le hubiera dicho a aquella niña que soñaba con volar que unos años después sería
conocida como la primera programadora de la historia. Augusta Ada Lovelace Byron nació
en Londres el 10 de diciembre de 1815 y tuvo una crianza inusual para una niña aristócrata
de mediados del siglo XIX. Con muy temprana edad cayó enferma y su salud física no le
dejaba moverse de la cama, pero en su mente se iban construyendo sueños e ideas futuras
que mucho después le harían pasar a la historia.

En los tiempos que corrían el patriarcado era algo normalizado. Solo voces de mujeres
como la de Ada luchaban para cambiar esta situación y por lo visto no era suficiente. Las
mujeres eran líderes en muchos ámbitos, pero no eran reconocidas. Sus logros y trabajos
eran nombrados con el nombre de su legítimo marido u otros científicos. Sin embargo, la
fuerza, perseverancia y constancia de referentes como Ada superaron las expectativas
sociales esperadas.

En mi perspectiva, Ada Lovelace es un ejemplo de superación y

entrega. Recibió una educación ejemplar. Estudió literatura,
música, matemáticas y astronomía. Más tarde describió cómo se
podrían crear códigos para que los dispositivos manejaran, letras
y símbolos junto con los números y diseñó un programa que
permitía calcular valores de los números de Bernoulli. En 1843 su
trabajo fue publicado en una revista inglesa, pero su labor quedó
relegada a un segundo plano hasta años más tarde. Después de
esta gran decepción laboral, murió a los 36 años a causa de un
cáncer de ovarios.

Personalmente, creo que todas estas mujeres que consiguieron hacerse un hueco en la
historia poseen una fuerza mental envidiable, pueden llegar a atrapar objetivos tan
ambiciosos, y más en esa época, donde las mujeres vivían en la sombra de sus esposos.
Me ha llamado la atención esta programadora porque su historia puede inspirar a muchas
niñas que tengan sueños. Y sí, en 1979 el departamento de defensa de los Estados Unidos
reconoció su trabajo y creó un lenguaje de programación que se llamaba ADA. Ella dijo que
podía hacerlo y lo hizo.