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UNIVERSIDAD PRIVADA

DOMINGO SAVIO
FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES

TAREA6.1
Universitario: Luis Adhemir Bustillos Flores
Carrera: Ing. comercial
Módulo: INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA
Docente: Lic. Josseph H. Mejía Otondo
Fecha de entrega: junio 22, 2022
Sucre – Bolivia
EL VIRUS NO ES NUESTRO UNICO ENEMIGO

Publicado en Público.es el 24 de marzo de 2019

RESUMEN

Seguramente no hay mejor forma de expresar la situación actual, con un enemigo al que hay que combatir y
vencer, el virus, en este caso encerrados, poniendo a máxima potencia nuestros recursos sanitarios, científicos
o de seguridad, y con toda disciplina y colaboración ciudadana. Pero, precisamente porque es esto último lo
que necesitamos, me parece que esta situación dramática también está poniendo de manifiesto que los
españoles no hemos de vencer solamente al virus para salir adelante, no solo en estos momentos de
propagación de la epidemia sino también cuando se acabe. Hemos de enfrentarnos al enemigo
desgraciadamente invisible para muchos compatriotas que ha ido minando en los últimos años los recursos e
instituciones públicos que ahora nos resultan imprescindibles. Hay que darle todavía más recursos y
facilidades y aliviarle las exigencias legales de seguridad para que pueda actuar, y por desgracia sus
dirigentes no paran de poner pegas para proteger sus privilegios.

Nuestro enemigo también es quien antepuso otros intereses a los nacionales, dando lugar a las carencias que
ahora sufrimos. Ahora necesitamos con toda urgencia una vacuna y que los investigadores actúen a toda
velocidad, pero resulta que otro enemigo de España había dejado en mantillas los recursos de
investigación, permitiendo que se desmantelaran equipos de primera línea mundial y dejando que nuestros
mejores cerebros emigraran a otros países. Tenemos estos días a los niños en nuestras casas y nos damos
cuenta del valor tan extraordinario que tienen los maestros, pero otro enemigo invisible de los españoles ha
mantenido al magisterio como una profesión de segunda fila, en la precariedad y en el abandono, casi en el
desprecio. Es verdad que la inmensa mayoría de los españoles está respondiendo en estos momentos con
disciplina y unidad.

También es nuestro enemigo la corrupción y no sólo el virus. La corrupción que ha hecho que los españoles
apenas confíen en sus representantes o que impide que el jefe del Estado se pueda presentar día a día con la
cara alta ante su pueblo para darle ánimo y confianza en el dolor -como cabría esperar- porque debe sentirse
avergonzado al estar descubriéndose al mismo tiempo el corrupto comportamiento de su padre, nuestra
anterior máxima autoridad nacional. Hemos de combatir, pues, no solo al virus sino también al enemigo que
ha debilitado o despilfarrado los recursos que ahora necesitamos y al enemigo que impulsa la falta de espíritu
ciudadano, el individualismo y el desprecio hacia lo mejor que tenemos. Ahora bien, si hubiera que mencionar
otro enemigo quizá aún más peligroso al que apenas le estamos haciendo frente a pesar del daño que va
produciendo es nuestro cainismo, nuestra incapacidad para asumir como propio un proyecto nacional ni
siquiera en medio de una emergencia sanitaria.

Por eso sé que esa enorme y muy oculta concentración del poder de decisión es un enemigo terrible. Mucho
más peligroso es el enemigo que está dentro de nosotros mismos y que nos impide el ser capaces de vencer a
todos los demás forjando un proyecto de interés y unidad nacional, no nacionalista o excluyente sino
integrador y conciliador de todas nuestras diferencias, al menos, para las cuestiones esenciales de nuestra
vida o en situaciones de emergencia como la que estamos viviendo. Es el enemigo que impide hacer callar al
totalitarismo que hay dentro de quienes creen que la única verdad es la suya, incluso cuando puede ser que en
unas horas cualquiera de nosotros ingrese a pasar sus últimas horas en una UCI abarrotada. Nuestro
enemigo es quien nos lleva a informarnos solo a través de las fuentes que sólo corroboran nuestro
pensamiento o nuestras preferencias, en lugar de comprobar que hay diferentes puntos de vista y que la
verdad no suele encontrarse en un solo lugar sino esparcida, como el viento, entre todas las personas y
grupos de opinión.

El enemigo es el que lleva a creer que lo que uno conoce una semana después ya lo sabían antes los demás o
el gobierno y se basa en eso para criticarlos con saña. Y nuestro enemigo es el que hace que eso lo practiquen
incluso nuestros líderes o representantes políticos y que encima se le siga votando. Nuestro mayor enemigo es
el que logra que media España siga creyendo que la otra es la culpable de todo lo que nos pasa. El que nos
hace creer que es posible ser patriota o defender los intereses del pueblo creyendo que solo nosotros somos
sus intérpretes o que sólo nosotros sabemos lo que toda España o los demás necesitan.

El enemigo es quien lleva a unos españoles a creerse dueños de la bandera de todos e incluso -en el colmo de
todo colmo- a decir que nuestros representantes legítimos no tienen el derecho a utilizarla. El enemigo es
quien hace creer que España es sólo una parte de ella, la propia. El enemigo no es el virus sino el que en estos
momentos está impidiendo que todos los españoles sin excepción actuemos unidos contra una amenaza
sanitaria.

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