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Introducción

El Trabajo Social, es una profesión, que está fundamentada por el ámbito


de las ciencias sociales y humanas (historia, economía, ciencias políticas,
sociología, psicología, antropología, entre otras), que se encarga de intervenir en
la realidad social, con el objetivo de cambiarla para mejorar las condiciones de
vida de la población. Para poner en práctica el trabajo social, se deben manejar
múltiples conocimientos, ya que tanto en sus bases teóricas, como en su
ejecución, se caracteriza como una profesión interdisciplinaria, aspecto que la
vuelve compleja, el propósito principal de esta, es estudiar, comprender y analizar
la realidad social, para orientar, impulsar e intervenir en los procesos sociales, en
donde se da una interacción con distintos agentes, como organizaciones,
comunidades, personas, grupos, familias, entre otros, persiguiendo el desarrollo y
garantizando el bienestar social.

Es fundamental mencionar que el trabajo social, como una profesión


establecida desde el modelo capitalista, no representa una institución política
establecida por el Estado, mas sin embargo, es constitutiva del mismo. Las
acciones del Estado, están condicionadas por muchos factores, uno de ellos, es la
capacidad que tenga de ofrecerle a cada ciudadano, una identidad social, para
asegurar la legitimidad política de su modelo de gobierno.

Por lo tanto, en los procesos de legitimidad, es importante iniciar desde la


participación ciudadana activa y el acceso a oportunidades de desarrollo,
considerando que esto, conlleva el reconocimiento legal de los objetivos y fines del
Estado, plasmados en la ciudadanía, por medio del derecho a la protección y
seguridad, por lo que el Estado se fundamenta para lograrlo en la vinculación de
profesiones como el trabajo social para alcanzar tales fines.

Desde esta perspectiva, en el ámbito sanitario el trabajador social, es


instrumento mediador entre las políticas y programas del Estado y los ciudadanos,
que requieren de atención prioritaria, más aún en épocas como las crisis
sanitarias, como la pandemia por Covid-19, donde el acompañamiento ha sido
fundamental tanto para pacientes como para el personal médico asistencial.
Desarrollo

La idea detrás del individuo es que depende en gran medida de su


entornos, puesto ambos son lo suficientemente flexibles como para moldearse
entre sí, el entorno se puede moldear para adaptarse a los individuos, por lo que la
relación es de interacción e influencia mutua (Segato, 2007). Desde tal
perspectiva, el ambiente donde los individuos se desarrollan le afecta, y es capaz
de modificar su conducta social.

En tal sentido, la atención sanitaria se define como uno de los campos


donde el Trabajo Social tiene mayor margen de actuación, desde sus inicios, ya
que se comprendió que este representaba una parte fundamental de la unidad
clínica, y elemento clave para actuar apropiadamente sobre los factores que
determinan la salud, y garantizar la misma, desde una perspectiva biológica,
psicológica y social. En donde el ambiente juega un papel fundamental.

Los autores Benzecry, Krause & Reed (2019), resalta que en el año 1907
se configuró un departamento dedicado al Trabajo Social, en el Hospital Johns
Hopkins, ubicado en Baltimore (USA), ya que algunos médicos percibían lo social
como parte esencial del tratamiento. Luego de un tiempo, desde los años 40, los
trabajadores sociales empezaron a ser reconocidos como profesionales sanitarios
en múltiples países, en donde los sistemas de salud estaban desarrollados.

De acuerdo con la Federación Internacional de Trabajadores Sociales,


citados por Las Heras (2019) poco más de la tercera parte de los trabajadores
sociales de todo el mundo, ejercen su profesión en el área sanitaria, y más de la
mitad llevan a cabo actividades y proyectos que tienen un vínculo directo o
indirecto con la salud de los seres humanos, y portavoces de las políticas públicas
a nivel sanitario.

No obstante, el papel del trabajador social se encuentra especialmente


presente en el ámbito sanitario, tanto en cuanto a la atención primaria, como
también en centros especializados y hospitales, aunque, en la parte clínica, es en
el área de la salud mental en donde probablemente se haya adaptado de mejor
manera el perfil del trabajador social.

Para Lavié y Fernández (2020), el Trabajo Social Sanitario, representa una


de las especialidades del trabajo social, que se fortalece dentro del sistema de
atención pública, y se enfoca en el cuidado referente a los factores psicosociales
del paciente, tanto antes, durante y al finalizar el proceso de tratamiento, por lo
que es un acompañamiento cercano, democratizado y equitativo.

El profesional que se ocupa en el área del trabajo social sanitario, conforma


y orienta la relación de apoyo, con la finalidad de movilizar los recursos, tanto
internos como externos, que se hagan necesarios en los procesos, para fortalecer
las acciones médicas y beneficiar la salud del individuo enfermo (Chaves, 2021).
Cabe destacar la conceptualización de salud, que realiza la Organización Mundial
de la Salud, para quienes se define como las condiciones de bienestar sociales,
físicas y psíquicas, adicionalmente se trae a colación la frase “se tratan enfermos,
no enfermedades”, del ámbito médico, que se refiere a la individualización, pero al
mismo tiempo, a la perspectiva multidimensional del tratamiento médico donde
intervienen las condiciones mencionadas.

En lo que respecta al Trabajo Social, con base a la crisis sanitaria a la cual


se enfrenta el mundo en la actualidad, se han elaborado una variedad de estudios
referentes al tema, resultando en preguntas y respuestas. Estas están
fundamentadas en los cuestionamientos, sobre el sentido, la magnitud y las
probabilidades de Intervención Social, en los emergentes problemas causados por
las circunstancias actuales, que afectan tanto al paciente como su núcleo familiar.

Los trabajadores sociales, reconocen que, el Covid-19, al igual que otras


enfermedades, se caracteriza por ser una enfermedad social, por lo cual, no debe
ser evaluada únicamente desde el campo de la medicina, los efectos psicológicos
o la biología. El aspecto social tiene mucho que ver, le da coherencia,
heterogeneidad y hace que tenga un impacto distinto, tanto a nivel territorial como
singular. Desde este punto de vista, se puede pensar y desarrollar nuevos
métodos de intervención, que introduzcan políticas de orden social para
circunstancias excepcionales como una pandemia.

En este sentido, la salud es algo que se construye, desde la acción del


Estado, es por medio de la política pública, que se encamina por de una variedad
de intervenciones hacia el bienestar social, para la acción colectiva, con el
propósito de solucionar los problemas que se presenten en sociedad. Por lo que,
la problemática macro (Pandemia), se divide en elementos micro sociales. De allí
surge la necesidad de considerar los aspectos sociales y la reconstrucción de
distintas problemáticas que se han visto incrementadas por la llegada del Covid-
19.

Dichas problemáticas se evidencian en cuanto a la accesibilidad al sistema


de salud, con relación a las políticas sociales y a los sistemas de cuidado
generales, definiéndose los últimos como mayormente territoriales. Al mismo
tiempo, la vida cotidiana también se ve afectada, ya que hay diversos aspectos
que condicionan lo social (Barrientos et al., 2020). De acuerdo con lo expuesto,
pueden establecerse dos ramas de intervención específicas: la accesibilidad y los
aspectos condicionantes de la vida cotidiana.

El Territorio es el que determina el sentido, en cuanto a la influencia del


Covid-19 dentro de un proceso de definición constante de la enfermedad, en cada
una de las situaciones en las cuales esta se hace presente. En cuanto al ámbito
social, no se considera únicamente el Covid-19, sino una gran cantidad de
elementos sociales de este, que tienen interacción con otras problemáticas de los
individuos contagiados, como de los que se mantienen tomando acciones
constantes para evitar el contagio.

La enfermedad tiene efectos diferentes con base al lugar, el espacio en


donde se presenta, las diversas características del paciente: nutricionales, las
enfermedades anteriores, las habitacionales, la vida cotidiana, la percepción de la
salud, que son elementos subjetivos en cada uno de los pacientes, y que al mismo
tiempo se ven condicionados por lo económico y lo social.
El trabajo social tiene la capacidad de demostrar al grupo de trabajo, y a los
individuos a los cuales ofrece su intervención, cada una de las características
sobre el problema, beneficiando el análisis del mismo, ya que lo hace más realista,
señalando que los datos referentes a la cifra epidemiológica y el número de casos,
tienen que complementarse con las características territoriales, y las condiciones
de cada uno de los casos (Pastor, 2021). Es decir, la realidad del Covid-19 no está
definida por la cifra total de individuos contagiados, muertos o recuperados, esta
es una situación más compleja que eso, si se considera desde la perspectiva de la
accesibilidad y los factores sociales que condicionan el tema.

Desde lo micro social, la Pandemia se define como un factor de impacto en


la vida diaria, sin tomar en cuenta los individuos que cumplen o no con las
condiciones de aislamiento. Asimismo, para Duarte (2021), se hacen presentes
diversas problemáticas relacionadas a la intervención, ya que se hace
fundamental, para contribuir y garantizar las necesidades básicas, como lo son la
alimentación, la salud, el agua potable, la presencia de otros problemas sociales,
como la discriminación, la violencia, entre otros, el desarrollo de nuevos métodos
de convivencia, tanto en el aislamiento territorial, como en el domiciliario, la
disminución de las relaciones sociales, el libre acceso a los derechos, el
surgimiento de cada vez mayor cantidad de problemas sociales.

Se requiere el trabajo social en el territorio, y en las organizaciones


presentes, y en base al conocimiento que se adquieren en mediante la
intervención, se pueden diseñar nuevas maneras para explicar la situación por la
que el mundo está pasando, para que las personas comprendan, y adquieran
conocimiento detallado sobre la construcción de planes, a corto, mediano y largo
plazo, que se acerquen a la dimensión del problema (Carballeda, 2020).

Es importante señalar, que la intervención social es una demanda, que


supone estar el uno con el otro, desde distintas perspectivas, que se relacionan
para la solución de problemas y conflictos, que surgen en el día a día, y que se
exponen de forma particular, desde la accesibilidad apropiada a un recurso, hasta
la vinculación de este, con otros aspectos.
Desde el factor territorial, el trabajo social tiene la capacidad de considerar
el espacio territorial en sus diferentes manifestaciones, en este caso, contribuye
con la probabilidad de recuperar los vínculos sociales, fortalecerlos y reconocer los
problemas sociales de la actualidad, desde un punto de vista general e integral.

Lo territorial rinde cuenta a su potencial para construir conocimientos, para


afrontar la demanda y las necesidades, desde lo inmediato, y los distintos
aspectos sociales que caracterizan dichas demandas, que se ajustan a las
situaciones de emergencia. Los medios y recursos de asistencia también pasan
por una evaluación territorial, en base a ello, se desarrollan diversas estrategias y
opciones para dar respuesta a la situación. Lo territorial ayuda a definir métodos
de vinculación, a usar adecuadamente el tiempo libre, a determinar planes
educativos, entre otros. Partiendo de lo territorial también se brinda acceso a los
centros de salud, y a distintas políticas sociales, tanto las que surgen diariamente,
como las que ya estaban establecidas previamente.

Además, desde la dimensión política, se diseñan métodos de contención,


soluciones, respuestas, identificación de nuevas problemáticas sociales, que se
originaron a través de la pandemia, o directamente son una consecuencia de esta.
La responsabilidad de gestionar, guiar, escuchar, tratar de resolver las situaciones
problemáticas que se evidencian en la actualidad, como manifestaciones de la
pandemia, son también parte del trabajo social (Guillot, Sánchez y Gómez, 2021).

Actualmente, la aplicación de las políticas públicas, se considera un tema


destacado, en cuanto a las relaciones entre distintos sectores: seguridad social,
salud, acción social, justicia y educación (Duboy y Arce, 2020). Desde un punto de
vista integral, se puede evaluar la situación no únicamente desde la medicina, o
solo el impacto del Covid-19 y la intervención necesaria para este. La importancia
de un sistema de protección social, en momentos de emergencia, da a conocer la
importancia de dicha intervención. El ofrecimiento de recursos, en las actuales
circunstancias de pandemia, representa un reto para los profesionales en el
trabajo social.
Definitivamente, los recientes acontecimientos, demuestren la relevancia de
la labor social, en donde se impulsa el conocimiento, y que fomentan el diálogo
para optimizar las prácticas, aplicar las medidas de solución, analizar la situación
nuevamente, y volver a atenderla. La Pandemia, aunque es una situación de
urgencia y crisis, también es una oportunidad, para reconsiderar las acciones del
Estado, y comprender en profundidad los aspectos sociales que presentan los
temas relacionados a la salud.

Indudablemente, la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-22,


que resulta en la enfermedad Covid-19, conlleva a factores biológicos y sociales,
es una situación de desastre, ya que la enfermedad ha traído consigo una
variedad de características que están teniendo un impacto negativo, tanto en la
salud pública, como en el aumento de la tasa de morbilidad, la atención sanitaria,
el deterioro de la economía mundial, la disminución de los lazos sociales, esta
pandemia ha tenido consecuencias abrumadoras.

De tal modo, que la intervención social, enfocada en el aprendizaje


científico originado por las ciencias sociales, y empleado por el Trabajo Social, en
aquellos contextos donde las personas o las comunidades atraviesan por
dificultades, conflictos o una situación de vulnerabilidad (Peñate, 2020) como las
circunstancias a las que se enfrenta el mundo hoy en día, como consecuencia de
la Pandemia, la intervención social en estos casos es sumamente esencial y
necesaria.

El trabajo social también influye en la creación de políticas públicas, para el


diseño de métodos de resolución de problemas, también incide en la toma de
decisiones y la definición de acciones que permitan controlar los conflictos
sociales y culturales, que sirven para disminuir los efectos del desastre
epidemiológico.

La obra del trabajo Social se encuentra enfrentada a diversas demandas y


desafíos que la ubican en una posición estratégica entre las necesidades del
Estado y las de la Comunidad en el actual entorno de Crisis y Emergencia
Sociosanitaria.
Se trata de desafíos profesionales que van más allá de los sociosanitarios o
comunales para incluir los etiológicos en respuesta a situaciones de riesgo,
incertidumbre y crisis que afectan la zona de combate. Un informe de la IFSW
sobre éticos y TS durante la COVID-19 reconoce el escenario difícil que enfrentan
problemas hoy las personas que ejercen el TS, quienes han debido tomar
decisiones de intervención en situaciones sumamente difíciles y inesperadas,
como en movimiento, ha sido necesario idear y descubrir nuevos métodos de
asistencia utilizando recursos materiales y emocionales de apoyo en situaciones
de aislamiento social, confinamiento y trabajo remoto.

La presencia del COVID-19 en nuestros países ha puesto en evidencia


muchos aspectos de nuestras sociedades latinoamericanas. En primer lugar, ha
visibilizado todas las desigualdades existentes, provocadas por las políticas
neoliberales, y afectado los derechos de toda la población. Las políticas
neoliberales resultaron en recortes a los presupuestos de salud y educación.

Nunca antes se había hecho tan evidente la necesidad de una educación y


una sanidad públicas universales, gratuitas, inclusivas y de calidad. La
precariedad de las condiciones de vida en los barrios grandes y superpoblados se
ha puesto de manifiesto mediante medidas de confinamiento físico y psicológico,
haciéndolos inadecuados para la habitación humana. Los cambios en los métodos
de comunicación virtual para mantenerse al día con los ciclos escolares han
puesto de relieve la gran disparidad en el acceso a la conectividad a Internet, la
falta de equipos informáticos en los hogares y la probabilidad limitada de que
muchas personas puedan permitirse la comunicación que consume más tiempo
que el uso de un implica el mensaje telefónico.

Además, hay significativamente menos opciones de ganar dinero a través


del trabajo esporádico o de la venta ambulante debido al gran porcentaje de la
población que tiene un empleo informal. Esto hace que sea imposible mantener
una sensación de seguridad. Esto ha afectado especialmente a las poblaciones
migrantes que se han asentado en otros países o ciudades importantes y tienen
un control absoluto sobre sus condiciones de vida.

Todo esto, sin embargo, ha tenido un mayor impacto en las mujeres que, de
acuerdo con sus responsabilidades tradicionales, han tenido que multiplicarse
para cuidar de sus hogares, ganar algo de dinero y apoyar a sus hijas e hijos en
sus estudios. El número de delitos violentos contra las mujeres ha aumentado, lo
que hace que su vida cotidiana sea cada vez más vulnerable.

En segundo lugar, a medida que continúa la situación de pandemia, estas


condiciones de desigualdad no solo se han hecho más evidentes, sino que se han
intensificado y seguirán haciéndolo, lo que augura un escenario de mayores
tensiones en el que la mayoría de las políticas de los gobiernos se han mostrado
ser ineficaces e ineficaces, ya sea para garantizar condiciones mínimas de
supervivencia o para satisfacer las crecientes demandas de la mayoría de la
población. Las decisiones oficiales están cada vez más influenciadas por la
presión a la que están sometidas las empresas para salvar "su economía" y las
tarifas de los servicios públicos. Esto se ha incrementado en muchos países como
resultado de las acciones oficiales y la represión contra las últimas protestas
públicas legítimas.

En tercer lugar, existe un impacto negativo significativo en la subjetividad de


los sectores públicos como resultado de la percepción de abandono,
incertidumbre, miedo, inseguridad y ahimsa de las entidades gubernamentales. La
persistencia de esta situación impacta a muchas personas, pero afecta
particularmente a quienes se desempeñan en los campos de la salud, la
educación y el trabajo social. También impacta a los pacientes con otras
enfermedades y a la población estudiantil que debe pasar los meses sin contacto
cercano con sus parejas cutáneas ni acceso a espacios comunitarios para
socializar o realizar actividades recreativas.

Afecta a los movimientos y organizaciones sociales populares que no


pueden llevar a cabo sus modos tradicionales de acción organizativa y
movilización y deben reinventarse frente a esta situación. La percepción de
incapacidad del gobierno para hacer frente a la situación de crisis que persiste o
se agrava tiene un impacto significativo en la forma en que la gente la percibe,
provocando un mayor descrecimiento y deslegitimación. Esta percepción también
se aplica a los discursos oficiales y la forma en que los medios de comunicación
se ven influidos por las presiones ejercidas sobre las clases empresariales para
defender sus privilegios frente a posibles medidas.

En cuarto lugar, y no por eso menos importante, está también la otra cara
de esta situación: la que proporcionan las múltiples experiencias de apoyo mutuo,
trabajo colectivo, solidaridad, intercambio generoso, reflexiones críticas y
propuestas basadas en el interés común y defensa de las mayorías de la
población: ollas comunes, entrega de alimentos de organizaciones campesinas a
poblaciones urbanas, proyectos de economía solidaria, iniciativas de acción
cultural y apoyo mutuo entre artistas populares, debates y seminarios nacionales e
internacionales utilizando las tecnologías de información y comunicación más allá
de ser espacios de emisión para constituirse en espacios de intercambio,
discusión y acción colectiva.

En todos nuestros países, vemos iniciativas creativas inspiradoras que han


surgido como una respuesta autogestionaria a la problemática de los barrios
marginales, las comunidades rurales y las comunidades indígenas. Nos
demuestran que existen métodos alternativos de producción, comercialización y
consumo que no están constreñidos por la lógica dominante que ha caracterizado
la influencia de la mentalidad neoliberal capitalista en la sociedad de nuestros
países.

Estas experiencias numerosas y tal vez todavía relativamente localizadas


demuestran que hay caminos que se pueden tomar para crear una sociedad que
ponga a todos y su bienestar material y espiritual por encima de todo. Es posible
establecer relaciones horizontales, democráticas e incluyentes a pesar de la matriz
cultural patriarcal, capitalista y hegemónica que existe hoy.
Es posible comportarse con una racionalidad y una perspectiva
ecofeminista que priorice el cuidado de las personas y el medio ambiente por
sobre el afán de lucro económico y las ideologías antiinmigrantes y antiLGBTQ. En
este momento, tanto a nivel local y nacional como regional y global, es
fundamental identificar estas experiencias, buscar su intercomunicación y
fomentar su articulación, sistematizarlas y construir políticas y propuestas de
mayor alcance a partir de las realidades que producen. Otro mundo es posible, de
verdad.
Conclusiones

El trabajo social como toda profesión, ha surgido de las necesidades que


debilitan la estructura social de las naciones. Desde los sistemas políticos, se
desarrollan estrategias precisas, para abordar dichas necesidades y sus
problemáticas derivadas. Buscando siempre el bienestar general para toda la
población, con especial atención para los grupos más vulnerables. Por lo que la
labor social desarrollada por los profesionales mencionados, es un llamado
constante a la acción, desde la reflexión y el conocimiento, para promover
soluciones sistemáticas y oportunas, que según cada caso apela a las
oportunidades que el modelo político en gestión, ha proporcionado.

Por lo que, existe una estrecha relación entre la profesión y la política,


siendo la primera un mecanismo impulsor de la segunda, a través de los puentes
extendidos en las diferentes instituciones que hacen vida social, al interior de los
países y sus territorios. Desde esa visión, no es de extrañar que en ocasión de un
caso tan excepcional como la pandemia por Covid-19, el trabajador social este
desempeñado un rol fundamental. En la atención de pacientes, familiares, así
como del personal asistencial en general, avocándose al acompañamiento en las
situaciones adversas que se derivan de la enfermedad.

Es así, como todo el sistema sanitario a través de la coordinación


disciplinaria, está en la primera línea de defensa, no sólo en atención a los
problemas evidentes de la enfermedad sino también situaciones de interés social,
que han surgido de manera incipiente, y que para muchos territorios han
representado un gran desafió a la acción y respuesta del Estado. Ahí, que el
trabajo social ha aportado a un gran número de profesionales, quienes han llevado
a la realidad los programas y acciones derivadas de las políticas públicas
propuestas, para el combate de la crisis sanitaria.
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