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El impacto cognitivo del abuso sexual y el TEPT en niños: un estudio


neuropsicológico

ArtículoenJournal of Child Sexual Abuse · Agosto 2013


DOI: 10.1080/10538712.2013.811141 · Fuente: PubMed

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45 1,506

3 autores, incluido:

Liliana Calderón
Universidad CES

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Revista de abuso sexual infantil, 22:625–638, 2013
Copyright © Taylor & Francis Group, LLC ISSN:
1053-8712 print/1547-0679 online
DOI: 10.1080/10538712.2013.811141

IMPLICACIONES PARA LA SALUD MENTAL A LARGO PLAZO DE


NIÑOS ABUSADOS SEXUALMENTE

El impacto cognitivo del abuso sexual y el


TEPT en niños: un estudio neuropsicológico

MAURICIO BARRERA
Universidad de Antioquia, Antioquia, Colombia

LILIANA CALDERÓN
Universidad CES, Medellín, Colombia

CAMPANA DE VAUGHAN
King's College London, Londres, Reino Unido

Se sabe que el abuso sexual tiene un impacto en la salud mental de niños y


adultos, pero la base neuropsicológica de este efecto aún se desconoce en
gran medida. Este estudio comparó los resultados de las pruebas
neuropsicológicas de un grupo de 76 niños, 13 de ellos víctimas de abuso
sexual con síntomas de trastorno de estrés postraumático, 26 víctimas de
abuso sexual que no mostraron síntomas de trastorno de estrés
postraumático y 37 controles. Los grupos se emparejaron por edad, sexo, nivel
socioeconómico y nivel educativo. El abuso sexual infantil se asoció con una
capacidad reducida para inhibir las respuestas automáticas medidas por la
prueba de Stroop, independientemente del estado del trastorno de estrés
postraumático. Estos hallazgos indican posibles dificultades de inhibición
atencional en niños víctimas de abuso sexual, lo que puede ayudar a explicar
la psicopatología asociada con la experiencia.

PALABRAS CLAVE trastorno por estrés postraumático, atención, inhibición,


neuropsicología

Ahora hay cada vez más evidencia del impacto del abuso sexual infantil en la
probabilidad de desarrollar una psicopatología posterior, pero la neuropsicológica

Recibido el 4 de diciembre de 2011; revisado el 22 de marzo de 2012; aceptado el 12 de abril de 2012.


Dirección correspondencia a Mauricio Barrera, Facultad de Psicología, Universidad CES, Calle 10 A No.
22-04, Medellín, Antioquia, Colombia. Correo electrónico: maobarrera@une.net.co

625
626 M. Barrera et al.

La base de este aumento del riesgo aún se desconoce en gran medida. Estudios
previos han relacionado la experiencia del abuso sexual infantil con el desarrollo de
una variedad de dificultades psiquiátricas, que incluyen depresión (Maniglio, 2010),
autolesiones (Klonsky y Moyer, 2008), trastornos de ansiedad (Levitan, Rector,
Sheldon y Goering). , 2003), y trastorno de estrés postraumático (TEPT; Paolucci,
Genuis, & Violato, 2001). Sin embargo, ahora está claro que las experiencias sexuales
abusivas durante la infancia son solo un factor de riesgo para problemas psicológicos
posteriores, donde el resultado final probablemente esté mediado por numerosos
otros eventos y características biológicas, psicológicas y sociales (Maniglio, 2009).

El funcionamiento neuropsicológico se reconoce como uno de los factores


mediadores más importantes en la psicopatología en general (p. ej., Wood, Allen y
Pantelis, 2009), aunque su asociación con el abuso sexual infantil aún no está muy
estudiada. Choi, Reddy, Liu y Spaulding (2009) realizaron lo que quizás sea el único
estudio hasta la fecha sobre cómo el impacto cognitivo del abuso sexual infantil
podría mediar en la psicopatología posterior. Descubrieron que un mejor
rendimiento de la memoria estaba asociado con niveles más bajos de psicopatología,
incluso entre aquellos que habían sufrido abuso sexual severo.
Esta falta de investigación es sorprendente, ya que el trauma y el PTSD tienen
un impacto neuropsicológico conocido y el PTSD se ha relacionado claramente con la
experiencia del abuso sexual infantil (Paolucci et al., 2001). Con respecto al TEPT
infantil en general, solo unos pocos estudios han intentado evaluar los efectos
neuropsicológicos del trauma (Berliner, Hyman, Thomas y Fitzgerald, 2003). Beers y
De Bellis (2002) utilizaron la prueba de Stroop (una medida de la inhibición de la
atención) y Navalta, Polcari, Webster, Boghossian y Teicher (2006) utilizaron la tarea
de asociación Go No-Go (una medida de la inhibición del comportamiento) para
estudiar víctimas de abuso. Este estudio indicó que existen claras dificultades en la
función ejecutiva, que probablemente incluyen habilidades como la inhibición de las
respuestas automáticas, la autorregulación y el control, y la flexibilidad cognitiva.
Esto sugiere una base neuropsicológica potencialmente similar para los síntomas de
TEPT en niños que la encontrada en adultos (Aupperle, Melrose, Stein y Paulus, 2012).
En línea con esto, De Bellis, Hooper, Woolley y Shenk (2010) informaron que los niños
víctimas de maltrato con TEPT mostraron un rendimiento reducido de la memoria
visual, lo que también se ha encontrado en pacientes adultos con TEPT (Brewin,
Kleiner, Vasterling y Field, 2007).

El impacto neuropsicológico del abuso sexual infantil se ha estudiado en gran medida en


adultos, con pocos estudios que examinen específicamente a los niños. Sin embargo, aquellos
que han estudiado a niños, típicamente muestran que el abuso sexual infantil está asociado con
una función cognitiva reducida. Por ejemplo, Jones, Trudinger y Crawford (2004) informaron que
los niños australianos remitidos para investigaciones de abuso sexual generalmente mostraban
un rendimiento académico y una función cognitiva general reducidos en comparación con los
valores de referencia normalizados. Del mismo modo, los niños con antecedentes de abuso
sexual tenían un coeficiente intelectual significativamente reducido
Impacto cognitivo de CSA y PTSD 627

puntajes en comparación con niños abusados físicamente y no abusados (Sadeh,


Hayden, McGuire, Sachs y Civita, 1994). Un estudio más reciente realizado por Porter,
Lawson y Bigler (2005) informó una reducción en el desempeño de la atención y la
concentración en una muestra de niños abusados sexualmente en comparación con
controles emparejados.
Las implicaciones para la salud pública de estos efectos pueden ser sustanciales en términos de su impacto en el

funcionamiento cotidiano, la educación y la escolarización en la infancia, así como en términos de que son posibles factores de

riesgo de problemas de conducta. Por ejemplo, se ha encontrado que el desempeño en tareas de control inhibitorio predice

problemas de comportamiento y competencia social en escolares sin trastornos psiquiátricos o neurológicos (p. ej., Nigg,

Quamma, Greenberg y Kusche, 1999; Riggs, Blair y Greenberg, 2003). De manera similar, está bien establecido un mayor riesgo

de dificultades conductuales, psicopatología y cambios neurobiológicos en niños que han experimentado abuso sexual (De

Bellis, Spratt y Hooper, 2011; Wilson, Hansen y Li, 2011). Todavía no está claro, sin embargo, en qué medida el abuso sexual y el

TEPT tienen efectos neuropsicológicos distintos. Si bien el abuso sexual es un factor de riesgo para el trastorno, no todos los

niños que son abusados sexualmente desarrollan los síntomas del PTSD. A la luz de esto, este estudio compara el desempeño

neuropsicológico en niños que han experimentado abuso con y sin diagnóstico de PTSD y con niños que no han experimentado

abuso. Debido al impacto tanto del PTSD infantil como del abuso sexual, se planteó la hipótesis de que los niños abusados con

PTSD mostrarían un rendimiento neuropsicológico más bajo que los niños abusados sin PTSD y los niños no afectados,

particularmente en las pruebas de función ejecutiva, que se han asociado más con el diagnóstico. . A la luz de esto, este estudio

compara el desempeño neuropsicológico en niños que han experimentado abuso con y sin diagnóstico de PTSD y con niños que

no han experimentado abuso. Debido al impacto tanto del PTSD infantil como del abuso sexual, se planteó la hipótesis de que

los niños abusados con PTSD mostrarían un rendimiento neuropsicológico más bajo que los niños abusados sin PTSD y los

niños no afectados, particularmente en las pruebas de función ejecutiva, que se han asociado más con el diagnóstico. . A la luz

de esto, este estudio compara el desempeño neuropsicológico en niños que han experimentado abuso con y sin diagnóstico de

PTSD y con niños que no han experimentado abuso. Debido al impacto tanto del PTSD infantil como del abuso sexual, se

planteó la hipótesis de que los niños abusados con PTSD mostrarían un rendimiento neuropsicológico más bajo que los niños

abusados sin PTSD y los niños no afectados, particularmente en las pruebas de función ejecutiva, que se han asociado más con

el diagnóstico. .

MÉTODO
Participantes

Los niños que habían sufrido abusos sexuales fueron reclutados de una organización
no gubernamental especializada en ayudar a los niños afectados por abusos sexuales
que estaban involucrados en acciones legales para enjuiciar a los presuntos
abusadores. Cada niño fue evaluado inicialmente por un psicólogo involucrado en el
estudio utilizando la Mini Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional (MINI; Sheehan
et al., 1998) y la Lista de Verificación de Síntomas de Estrés Postraumático (Pineda,
Guerrero, Pinilla y Estupiñan, 2002) para diagnosticar casos de TEPT. Los controles
que no reportaron experiencias de abuso sexual fueron reclutados de una escuela
local. Se seleccionaron para controlar las características demográficas y también se
evaluaron utilizando el MINI para excluir a los participantes que presentaban
psicopatología o experimentaron eventos traumáticos. Todos los participantes eran
de habla hispana como lengua materna.
628 M. Barrera et al.

TABLA 1Información demográfica de los participantes en el estudio

Años de
Años Enseñanza Sexo SSE Situación familiar

norte Significar Dakota del SurSignificar Dakota del SurMETRO F bajo Med hola PA 1P NoP

Controles 37 10,11 2,17 Casos 39


4.19
10,23
2.05 9 28 21 14 2 15 18 4
2,07 TEPT + 13 10,92 2,63 TEPT–4.21 2.04
26 9,88 29 10 28 9 2 11 22 6
1,68 3,96 1,8 4,69 2,46 5 8 8 4 1 4 7 2
5 21 20 5 1 7 15 4
Nota.PTSD+ = trastorno de estrés postraumático presente; PTSD– = trastorno de estrés postraumático ausente; DE = desviación
estándar; M=masculino; F = femenino; NSE = estatus socioeconómico; BP = ambos padres presentes; 1P = uno de los padres
presente; NoP = sin padres presentes.

Como resultado, la muestra final estuvo compuesta por 76 niños en tres subgrupos:
(a) un grupo de 13 niños que habían sufrido abuso sexual y que tenían un diagnóstico de
PTSD, (b) 26 niños que habían sufrido abuso sexual pero que no cumplían con los criterios
para un diagnóstico de PTSD, y (c) 37 niños de control que no reportaron ninguna
experiencia de abuso y no cumplían con los criterios de PTSD (para conocer los datos
demográficos completos de la muestra, consulte la Tabla 1).

Medidas
Para evaluar la posible presencia de TEPT y síntomas psiquiátricos relacionados, y
para evaluar el rendimiento cognitivo, se utilizaron los siguientes instrumentos.

PAGSOSTTRAUMÁTICOSSTRENZASSÍNTOMASCLISTA DE HECKLIST

La Lista de Verificación de Síntomas de Estrés Postraumático, desarrollada por Pineda


y colegas (2002), es una escala de diagnóstico entregada como una entrevista
estructurada. Fue desarrollado y validado en Colombia para diagnosticar el TEPT
basado en laManual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 4.ª edición,
revisión del texto (DSM-IV-TR; American Psychiatric Association, 2000) criterios.

METROINIyoINTERNACIONALnorteEUROPSIQUIÁTRICAyoENTREVISTA(MINI)

El MINI (Sheehan et al., 1998)es una entrevista diagnóstica estructurada que


permite el diagnóstico fiable y la exclusión de los trastornos psiquiátricos del
DSM-IV-TR. La entrevista se utilizó en su traducción española validada (Bobes,
1998; Bobes et al., 1997).

TCARRILMETROAKINGTest(TMT)

El TMT (Stanczak, Lynch y Brown, 1998) consta de dos partes que requieren que los
participantes conecten una secuencia de números ascendentes utilizando un
Impacto cognitivo de CSA y PTSD 629

línea lo más rápido posible y luego conecte una secuencia de números y letras
ascendentes en orden alternativo (por ejemplo, 1, A, 2, B, etc.) lo más rápido posible. La
prueba proporciona una medida de la atención, la secuencia, la flexibilidad mental, la
habilidad motora visual y la búsqueda visual, y es adecuada para el desarrollo de las
habilidades motoras de los niños (Bialystok, 2010).

CALIFORNIAVERBALLGANADORTest(CVLT)
El CVLT (Delis, Kramer, Kaplan y Ober, 1987) se desarrolló como una prueba de memoria
verbal que incluye condiciones de recuerdo inmediato y diferido. La prueba consiste en la
presentación de una lista de 16 palabras seguida de cinco intentos de recordar la lista.
Luego se presenta una segunda lista de 16 palabras, seguida de un recuerdo de la lista
original nuevamente. Después de 20 minutos de tareas no verbales, se evalúa
nuevamente la memoria de la lista original. Aunque existe una versión para niños del
CVLT, no existe una versión similar en español, por lo que el estudio utilizó la versión
validada en español para adultos de la prueba (Fortuny, Romo, Heaton y Pardee, 2001).

TÉLRey-OSTERRIETHCOMPLEXFIGURATest
La Prueba de Figuras Complejas de Rey-Osterrieth (Lezak, Howieson & Loring, 2004)
es una prueba para evaluar la memoria visual y las habilidades constructivas, así
como las habilidades perceptivas y motoras. La tarea requiere que los participantes
copien una figura bidimensional no familiar y luego la reproduzcan de memoria. La
prueba ha sido ampliamente utilizada y validada con niños (p. ej., Schouten,
Hendriksen y Aldenkamp, 2009; Waber y Holmes, 1986).

STROPACOLOR-WPEDIDOyoNTERFERENCIATest
La prueba de Stroop (Lezak et al., 2004) consta de tres partes y se administra
para medir la flexibilidad cognitiva y la inhibición de la respuesta. La primera
parte consiste en leer los nombres de colores impresos en tinta negra, mientras
que la segunda requiere que uno nombre el color de tinta de las filas de X.
Ambas tareas están diseñadas para garantizar que el participante sea capaz de
realizar los principales componentes de la prueba y comprenda la tarea. La
tercera y última parte consiste en nombrar el color de tinta de las palabras que
describen los nombres de colores específicos, cada uno de los cuales está
impreso en un color de tinta que no coincide con el color mencionado. Por
ejemplo, cuando la palabra “azul” está impresa en tinta roja, se le pide al
participante que responda “rojo”. Se le pide al participante que complete esta
prueba lo más rápido posible, cometiendo la menor cantidad de errores posibles
y se califica tanto en el tiempo de finalización como en el puntaje total de error.
630 M. Barrera et al.

WISCONSINCARDSORTEANDOTest(WCST)
El WCST (Heaton, Chelune, Talley, Kay, & Curtis, 2001) fue diseñado para evaluar el
razonamiento abstracto y la flexibilidad cognitiva (Axelrod, 2002). Este estudio utilizó
el procedimiento descrito por Heaton y colegas (2001) y las normas publicadas por
Greve (2001). Al participante se le presentan cuatro tarjetas de categoría y 128
tarjetas de respuesta con imágenes que varían según tres dimensiones (color, forma
y número). El examinador selecciona una dimensión y los participantes deben
encontrar qué dimensión se ha seleccionado seleccionando tarjetas de respuesta
para que coincidan con la categoría. Luego, los participantes reciben comentarios
sobre si han emparejado correctamente la dimensión seleccionada. Después de 10
coincidencias correctas consecutivas, el examinador cambia la dimensión sin previo
aviso. Se calificó a los participantes sobre cuántas veces persistieron en responder
con una dimensión descartada (errores perseverantes). La prueba ha sido
ampliamente utilizada y validada con niños participantes (p. ej., Chelune & Baer,
1986; Rzezak et al., 2009).

Procedimiento

Se proporcionó información sobre el proyecto de investigación y el procedimiento


experimental tanto al niño como a su tutor con la oportunidad de hacer preguntas o
solicitar más información antes de firmar el formulario de consentimiento. Las
sesiones generalmente duraban aproximadamente una hora y media e incluían
evaluaciones psicométricas y evaluaciones neuropsicológicas realizadas por un
psicólogo calificado y registrado. Durante la evaluación posterior al consentimiento,
se respetó plenamente cualquier decisión de no discutir las experiencias y, en estos
casos, los detalles demográficos se extrajeron de las historias clínicas. Al finalizar la
evaluación, el niño y el investigador se reunieron con el médico habitual del niño (a
cada uno se le asigna un consejero como parte de la asistencia brindada por la
organización no gubernamental) para evaluar si el niño se había visto afectado
negativamente por el procedimiento. Asimismo, el investigador estuvo disponible
para responder cualquier duda o consulta posterior que no hubiera sido abordada
antes o durante la evaluación. Ni los niños ni los médicos independientes informaron
de ningún malestar posterior relacionado con su participación.

RESULTADOS

Como se puede ver en la Tabla 1, la muestra consistió en una muestra estadísticamente


equilibrada de niños en todos los grupos. Cuando los controles y los casos se compararon con
las pruebas de chi-cuadrado, las distribuciones no fueron significativamente diferentes de la
probabilidad de sexo.x2(1,norte=76) = .018,pags= .895, nivel socioeconómico x2(2,norte=76) =
2.036,pags= .361, y situación familiarx2(2,norte=76) = 1.364,
Impacto cognitivo de CSA y PTSD 631

pags= .506. La misma comparación entre tres grupos (controles, casos con PTSD y
casos sin PTSD) también mostró que las distribuciones no eran significativamente
diferentes de la probabilidad de sexox2(2,norte=76) = .018,pags= .895, nivel
socioeconómicox2(4,norte=76) = 2.979,pags= .561, y situación familiarx2
(4,norte=76) = 1.426,pags= .840. Además, cuando se comparó utilizando una prueba t de
muestras independientes de dos colas, no hubo diferencias significativas entre los casos y
los controles para la edad.t(74) = .252,pags= .802, o años de escolaridadt(74) = .034, pags= .
973. Además, una comparación entre tres grupos (controles, casos con PTSD y casos sin
PTSD) utilizando un ANOVA de muestras independientes unidireccionales tampoco mostró
diferencias para la edad.F(2,73) = 1.088,pags= .342 o años de escolaridadF(2,73) = .554,
pags= .577 sin diferencias post hoc significativas.
El análisis de los resultados de la batería neuropsicológica en los tres grupos
utilizando un ANOVA de una vía de muestras independientes, como se ilustra en la
Tabla 2, indicó un efecto significativo solo para los errores de Stroop (pags=0,025),
con perseveraciones en el WCST mostrando una tendencia a la significación (pags=
0,097). Las diferencias post hoc entre los grupos se evaluaron mediante pruebas de
Sheffe. No se encontraron diferencias significativas adicionales, aunque en los
errores de Stroop hubo una tendencia a la significación en la comparación de
controles y casos con PTSD (pags=0,09) y controles y casos sin TEPT (pags=0,077). La
diferencia entre los casos con y sin PTSD no fue significativa (pags=0,93).
Debido a la falta de diferencia entre los niños que habían experimentado abuso sexual
con y sin PTSD, todos se juntaron en un solo grupo para un análisis más detallado. Como se
puede ver en la Tabla 3, cuando todos los casos de abuso sexual se compararon como un solo
grupo con controles utilizando pruebas t de dos colas para muestras independientes, tanto el
tiempo de Stroop como los errores de Stroop muestran diferencias significativas entre los
grupos. Específicamente, el grupo de abuso sexual completó la tarea más lentamente y con
mayores errores. Sin embargo, si se corrige por comparaciones múltiples, solo la diferencia en
los errores de Stroop sigue siendo significativa. Además, el número de respuestas
perseverantes de WCST muestra una tendencia a la significación (pags=0.094) con los casos
cometiendo más errores que los controles.

TABLA 2Resultados de la Evaluación Neuropsicológica para Controles, Casos de Abuso Sexual


con TEPT y Casos de Abuso Sexual sin TEPT

Control S Casos TEPT+ Casos TEPT– ANOVA

SD media SD media SD media F pags

Copia de retraso de Rey 13.66 8.24 12.42 6.57 6,49 0,135


13.29 0.874
Errores de rutas B 1.27 1.81 2.54 3.31 1.19
1,74 0,135 0.874
perseverancia WCST 25,70 16,52 27.15 13.80 35,69 22,07 2,406 0,097
Tiempo de carrera 99,41 42,49 118,08 54,39 120,73 42,77 1,995 0,143
Errores de carrera 4,86 2,72 7.85 5.71 7.31 4.88 3.875 0.025
CVLT total 33,57 10,06 30.38 15.09 33.04 9,11 0,428 0.654
Intrusiones CVLT 6,30 8,85 8,54 7,51 5.65 4,66 0,669 0.515

Nota.DE = desviación estándar; WCST = Prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin; CVLT = Prueba de aprendizaje verbal
de California; PTSD+= trastorno de estrés postraumático presente; PTSD– = trastorno de estrés postraumático ausente.
632 M. Barrera et al.

TABLA 3Resultados de la Evaluación Neuropsicológica para Controles Versus Todos los Casos de Abuso
Sexual

Control S Todos los casos prueba t IC del 95 %

SD media SD media t PAGS Inferior superior

Rey Copia retrasada 13.66 8.24 6,44 0,39


13.00 0.697 − 4.03 2.71
Errores de rutas B 1.27 1.81 1.64
2,42 0,75 0.454 − 0,61 1.35
perseverancia WCST 25,70 16,52 32,85 19,93 1,70 0,094 − 1,25 15.53
Tiempo de carrera 99,41 42,49 119,85 46,25 2,00 0,049 0.11 40.77
Errores de carrera 4,86 2,72 7.49 5,10 2,77 0,007 0.74 4.51
CVLT total 33,57 10,06 32.15 11.32 . 57 0.567 − 6,32 3.49
Intrusiones CVLT 6,30 8,85 6,62 5,83 1,05 0.295 − 0,22 0.72
Nota.DE = desviación estándar; IC = intervalos de confianza; WCST = Prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin;
CVLT = Prueba de aprendizaje verbal de California; PTSD+= trastorno de estrés postraumático presente; PTSD– =
trastorno de estrés postraumático ausente.

También se ajustó a los datos un modelo de regresión logística de dos predictores


para examinar si el desempeño en cualquiera de las pruebas neuropsicológicas predeciría
la probabilidad de que los participantes hayan experimentado abuso sexual. El modelo
contenía siete variables independientes, cada una relacionada con los resultados de las
pruebas neuropsicológicas. El modelo completo que contenía todos los predictores fue
estadísticamente significativox2(7,norte=76) = 15.346,pags=0,032, lo que indica que el
modelo pudo distinguir entre los participantes que habían sido y no habían sido abusados
sexualmente. El modelo en su conjunto explicó entre un 18,3% (Cox y Snell R2) y 24,4%
(Nagelkerke R2) de la varianza en el estado de abuso sexual y clasificó correctamente el
68,4% de los casos. Como se muestra en la Tabla 4, solo una variable hizo una
contribución significativa al modelo (errores de Stroop, pags=0.022), con el tiempo de
Stroop mostrando una significación limítrofe enpags=0.052. Los intervalos de confianza de
las variables no significativas se encuentran cerca de cero, lo que sugiere un alto nivel de
confianza para aceptar estos resultados nulos.

TABLA 4Regresión logística que predice la probabilidad de estado de abuso sexual por
resultados neuropsicológicos

O IC 95%

B SE Wald d.f. pags O Inferior superior

Rey Copia retrasada − 0,018 0.039 0.212 1 0.646 0.982 0.909 1.061
Errores de rutas B − 0,053 0.127 0.172 1 0.678 0.949 0.740 1.216
perseverancia WCST − 0,025 0,019 1,796 1 0,180 0,975 0,940 1,012
Tiempo de carrera − 0,012 0.006 3.788 1 0.052 0.988 0.976 1.000
Errores de carrera − 0,188 0.082 5.268 1 0.022 0.829 0.706 0.973
CVLT total 0.003 0.026 0,017 1 0,896 1.003 0.953 1.057
Intrusiones CVLT 0.037 0.051 0,539 1 0,463 1.038 0.939 1.147

Nota.SE = error estándar; Wald =Estadístico de Wald; df = grados de libertad; OR = razón de probabilidades; IC = intervalo de confianza;
WCST = Prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin; CVLT = Prueba de aprendizaje verbal de California.
Impacto cognitivo de CSA y PTSD 633

DISCUSIÓN

Este estudio comparó el desempeño neuropsicológico en dos grupos de niños que


habían experimentado abuso sexual. Estos grupos consistían en uno con y otro sin
diagnóstico de PTSD. Además, se comparó con los otros grupos un grupo de niños de
control que no reportaron abuso y no tenían un diagnóstico de PTSD. Una capacidad
reducida para inhibir las respuestas automáticas se asoció más con antecedentes de
abuso sexual, independientemente del estado de TEPT. Aunque estos resultados
sugieren que puede haber una diferencia en cuanto a la inhibición de las respuestas
automáticas asociadas al abuso sexual, llama la atención que la mayoría de las
pruebas neuropsicológicas no muestran una diferencia clara, indicando que la
experiencia del abuso sexual puede tener un carácter selectivo. impacto en la
inhibición atencional.
El estudio muestra una diferencia clara y significativa con respecto a las
puntuaciones de error de Stroop, lo que sugiere que puede haber una asociación
entre la experiencia de abuso sexual y la inhibición cognitiva. Aunque existe una
conexión clara entre el TEPT y las dificultades con la inhibición cognitiva vinculada a la
función de la corteza prefrontal (Aupperle et al., 2012), es notable que no se
encontraron diferencias entre los grupos de niños abusados sexualmente con y sin
TEPT. Todavía falta investigación sobre si los problemas con la inhibición ejecutiva
están asociados con el PTSD infantil, y quedan algunas dudas sobre si esta habilidad
está lo suficientemente desarrollada como para considerarla sujeta a deterioro en
niños preadolescentes (Salmon y Bryant, 2002).
Si bien el abuso sexual se ha asociado más con una reducción general de la
función cognitiva (Jones et al., 2004; Sadeh et al., 1994), Porter y sus colegas (2005)
informaron un vínculo específico con la atención y la concentración reducidas, lo que
podría sugerir un vínculo con las habilidades inhibitorias. Sin embargo, no está claro
en estos casos si el abuso sexual tiene un impacto en la cognición o si es más
probable que los niños con capacidades cognitivas más bajas sean el objetivo de los
abusadores.
Aunque aún no se ha estudiado adecuadamente un vínculo directo entre el
abuso sexual y el rendimiento cognitivo, es notable que una creciente literatura ha
vinculado la experiencia del abuso sexual infantil con las alucinaciones de los adultos
(Hammersley et al., 2003; Read, Agar, Argyle, & Aderhold, 2003; Shevlin, Dorahy y
Adamson, 2007). Esto sugiere que puede tener un impacto en la capacidad de
discriminar entre eventos cognitivos generados interna y externamente y puede
presentar un sesgo cognitivo específico hacia la atribución errónea de eventos
cognitivos internos a fuentes externas (Aleman & Larøi, 2008). Claramente, esto es
algo muy relevante para la inhibición cognitiva.
Sin embargo, el hecho de que las reducciones en la inhibición cognitiva
estuvieran más asociadas con la experiencia de abuso, y no con el diagnóstico de
TEPT, plantea la interesante pregunta de si el abuso en sí mismo es más importante
que el desarrollo subsiguiente o la susceptibilidad al TEPT con respecto al impacto en
el TEPT. función cognitiva. Vale la pena tener en cuenta que el PTSD es
634 M. Barrera et al.

sólo uno de los posibles resultados después del abuso sexual. Además, las diferencias de
inhibición cognitiva observadas en este estudio pueden reflejar un factor de riesgo
general que aumenta las posibilidades de una variedad de problemas durante la vida
temprana y posterior. Sin embargo, incluso si el mayor riesgo de psicopatología está
presente, es importante resaltar que no todos los sobrevivientes de abuso sexual
desarrollan problemas de salud mental. Sin embargo, sigue siendo posible que los
factores de riesgo cognitivos, como el rendimiento de inhibición reducido sugerido por
este estudio, aún puedan estar presentes. Esto sugiere que la experiencia de abuso, más
que el TEPT per se, puede estar más asociada con cambios cognitivos específicos.
Sin embargo, está claro que esta es todavía un área que carece de investigación
sistemática a pesar de que el abuso sexual de niños todavía está muy extendido. Dado que
los efectos de dicho abuso pueden afectar la psicopatología tanto del niño como del
adulto y pueden tener un impacto significativo de por vida, esperamos que se pueda
estudiar más a fondo la investigación sobre los efectos cognitivos del abuso sexual infantil
para ayudarnos a comprender y, en última instancia, intervenir en las vías. que aumentan
el riesgo de deterioro emocional y psicológico.
En la interpretación de los resultados conviene tener en cuenta algunas limitaciones del estudio. Los niños afectados por

abuso sexual fueron reclutados de una organización que apoya a los niños y sus familias durante el proceso de enjuiciamiento

de los presuntos abusadores. Por definición, estos casos son los que han sido denunciados a las autoridades. Es posible que la

muestra no sea representativa de todos los casos de abuso sexual y quizás tenga una representación más grande de casos que

involucran violencia, factores ajenos a la familia u otros factores que pueden aumentar la posibilidad de involucrar a las

autoridades. Además, a cada niño de esta muestra se le asignó un consejero por parte de la organización. Las intervenciones

podrían variar desde la psicoterapia formal hasta la simple tutoría, lo que podría mitigar el impacto del abuso sexual en los

niños afectados. También se da el caso de que a la muestra de niños de control que se reclutaron por no tener experiencias de

abuso sexual no se les dio una entrevista estructurada específica centrada en el historial de abuso sexual. Por lo tanto, es

posible que haya algunos que hayan experimentado abuso sexual, incluso si sus familias o ellos mismos no lo etiquetaron como

tal. También es posible que el uso del CVLT para adultos en una población pediátrica, debido a la no disponibilidad de la versión

infantil en español, haya dificultado la detección de diferencias más finas en la memoria verbal. posible que hubiera algunos

que hubieran sufrido abuso sexual aunque no fuera etiquetado como tal por sus familias o por ellos mismos. También es

posible que el uso del CVLT para adultos en una población pediátrica, debido a la no disponibilidad de la versión infantil en

español, haya dificultado la detección de diferencias más finas en la memoria verbal. posible que hubiera algunos que hubieran

sufrido abuso sexual aunque no fuera etiquetado como tal por sus familias o por ellos mismos. También es posible que el uso

del CVLT para adultos en una población pediátrica, debido a la no disponibilidad de la versión infantil en español, haya

dificultado la detección de diferencias más finas en la memoria verbal.

Una cuestión importante es qué tan bien se generalizan estos resultados a los niños
no colombianos o que no hablan español. Está claro que no todas las culturas comparten
una definición idéntica de abuso infantil como “prácticas de crianza que pueden ser vistas
como aceptables por un grupo pero como inaceptables o incluso abusivas y negligentes
por otro” (Korbin, 1980, p. 3). Vale la pena señalar, sin embargo, que Colombia comparte
una visión del abuso sexual en línea con los estándares internacionales, tanto sociales
como gubernamentales (Ministerio de la Protección Social, 2011), y este estudio incluyó a
niños que participaron en la persecución de sus agresores de acuerdo con estos
definiciones Con respecto al lenguaje,
Impacto cognitivo de CSA y PTSD 635

es importante señalar que todas las medidas han sido validadas en español y
fueron elegidas específicamente para ser relevantes para la población que se
investiga. Además, dado que el rendimiento neuropsicológico es quizás uno de
los resultados menos cargados de valor en psicología, esperaríamos que el
impacto neurocognitivo sea similar en todos los países, aunque esperamos
investigar esta hipótesis más a fondo en estudios futuros.
En conclusión, los resultados del estudio sugieren que puede haber
dificultades en el uso de la inhibición atencional en niños abusados
sexualmente, independientemente de su estado de TEPT, y sugerimos
que esto puede ser un factor de riesgo general para problemas de
conducta y psicopatología durante el desarrollo. Con el creciente interés
en la remediación cognitiva como una intervención que tiene como
objetivo abordar directamente los déficits cognitivos centrales en los
trastornos psicológicos (Wykes & Spaulding, 2001), el descubrimiento de
los déficits de inhibición ejecutiva puede ser clave para orientar el
tratamiento. Además, comprender la base cognitiva de los síntomas
puede ser importante para formular intervenciones psicoterapéuticas a
nivel individual. Sin embargo,

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NOTAS DEL AUTOR

Mauricio Barrera es profesor asociado e investigador de la Universidad de


Antioquia en Medellín, Colombia. Su trabajo se centra en la rehabilitación
neuropsicológica en adultos, neuropsicología de los trastornos infantiles y
dificultades psicológicas en víctimas de violencia.

Liliana Calderón es académica e investigadora de la Universidad CES en


Medellín, Colombia. Su investigación actual se centra en la rehabilitación
neuropsicológica, el neurofeedback y el tratamiento de niños que han sido
víctimas de violencia.

Vaughan Bell es psicólogo clínico e investigador del Instituto de Psiquiatría del King's
College de Londres. Su trabajo de investigación y clínico se centra en las dificultades
neuropsicológicas en lesiones cerebrales y enfermedades mentales.
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