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Esta conmemoración obliga a una nueva toma de conciencia acerca de cómo debemos proceder
los argentinos cuando los destinos de la patria lo requieran. La unión de todos y la voluntad
colectiva de ofrecer bienes en aras del porvenir de la nación y su grandeza son imperativos
morales que no deben ser desoídos y que, en estos momentos, vuelven a tener la plena vigencia
que tuvieron aquel 24 de septiembre de 1812, cuando el pueblo tucumano con una profunda
religiosidad y amor a la patria no dudó un instante en apoyar desinteresadamente, con dinero y
hombres, al ejército de Belgrano y poner toda su confianza en la Virgen para triunfar. Los
desafíos de nuestro tiempo nos exhortan a imitar la fe y la esperanza de aquellos hombres y
mujeres, para así llegar a una realización personal y comunitaria en el camino hacia una patria
nueva con hijos capaces de soñar con ideales nobles.
Hoy, 210 años después, seguimos honrando a nuestra Madre, que es quien nos acompaña a lo
largo de la historia y así como lo hizo el general Belgrano que puso su Bastón de Mando en
manos de María, pongamos nuestra vida en sus manos, pidiéndole a nuestra bendita Madre,
que interceda por nosotros y acompañe, ilumine y guíe a nuestra Patria.
Gracias.”