FASCISMO Y EL HUMANISMO. Rob Riemen habla sobre el regreso del fascismo, difícil para mí comprenderlo y comentarlo al inicio, pero agradecida de poder reflexionar al respecto y aprender más que el día anterior; se dice que nuestra civilización caerá por la insuficiente u obsoleta respuesta de los gobernantes para responder adecuadamente a las circunstancias o por el ya clásico “servicio a intereses propios”. Creo que lo siguiente debería ser conocido y aceptado por la sociedad, en un contexto amable y limpio: Si tratamos de describir al ser humano con fundamentos científicos y tecnológicos, de cierto es que no se podrá brindar una visión completa, es decir, faltaría rescatar la esencia de sus instintos o deseos, incluso, sus virtudes, valores, mente y por supuesto, espíritu. Por lo tanto, aunque ignoradas y descartadas, las humanidades y artes siguen siendo el único camino para comprender el corazón humano. Justo de aquí nace el fascismo, bajo una idea errónea de libertad (pero que en realidad quiere la destrucción de la libertad) como un cultivo de la peor parte del ser humano, los sentimientos irracionales no resueltos: el resentimiento, el odio, la xenofobia, el deseo de poder, el miedo, la ira y la ignorancia. En la historia del fascismo se nota como común denominador un hecho: incitación a la violencia, un vulgar materialismo, un nacionalismo asfixiante, la necesidad de señalar chivos expiatorios, la banalización del arte y el odio por la vida intelectual. Para combatir esta era, se necesita valor, entendido como la habilidad para conquistarse primero a uno mismo, para ser sabios y justos, el valor para cultivar nuestra alma. El autor, hace referencia al peligro de no hacerlo, es decir, el que no tiene el valor para ser sabio o justo, significa que no es libre, vive una existencia vacía, sin sentido y, pero aun, sin amor. No hay mejor momento para retomar los valores, la nobleza, la verdad, justicia, belleza, compasión, sabiduría, imaginación y empatía, de vivir en la verdad, crear belleza y hacer justicia como ahora. Recuerdo una conversación entre una madre anciana y su hijo joven, exitoso, adinerado y completamente convencido de que su éxito lo había logrado por sí mismo. La madre comentaba que la vida de su hijo se encontraba atrapada en una jaula de lujos, de la cual, así como él, muchas otras personas no quieren salir porque están cómodos viviendo una vida sin necesidad de atender a los sentimientos y el corazón. En esta jaula, que también menciona Riemen, solo hay cabida para las cosas materiales, dinero, todo lo calculable y reducido a un número. Ganar verdadera vida, de acuerdo con Riemen, es recuperar lo perdido, valioso y olvidado como lo son los valores, piedad y encarnar las aspiraciones espirituales absolutas.