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Descripeivnes frewtianas de aparaco psfquico momento dado pertenece a Ia realidad externa y objetivamente Rablecida? Para contestar més especificamente a estos interro- gances Freud va o cecustic posteriormente, en su Adiccidn metap- erolégica a la teoria de los sueitos de 1915, a una explicicaciéa de esta prueba de realidad en térmings, aunque todavia dubitativos, de auténcica Teorda metapsicologta del aprendizaje Toda auestea telacién con el mundo exterior, 0 sea con ts cealidad depende de auestrahabilidad para hacerlo asi. Hemos emits la ficciba de que no siempes la posetames, y de que al principio de questa vida animiea peovocdbemos In elucinacién Gel objeto anhelado cuando seatlamos su necesidad. Pero Is imposibilided de conseguir por este medio la sarisfeccio, hubo de movernos may pronto a crear un dispositive, con cuyo auxilio coneguimos diferenciar eles percepciones de deseos Gena saisfaccin cea y aprender a eviarles (vermieden wer- den konuie) en el fururo.O dicho de otco modo: abandonamos fen una evepa muy cemprana la satisfaccia alucinaroria de eseos y establecimos una especie de examen de realidad» (OCH, 2088; G.W. X, 422), Esta hipécesis, pues, de auténtica Teorla metapsicolégica det aprendizaje es probablemente la respueste mis interesante de cuantas Freud formulé sobre este inextricable problema. Pero decimos Teorfa metapsicoldgica porque —y aqul se ubica siempre la gran diferencia con coda teoria puramente conductual— este aprondizaje para Freud se engrama siempre en el inconsciente, Peco pasemos ya a la verdadera descripcién de aparato psi- quico en términos escrictos de la llamada primera sopica B) Formulacién topolégica: «Lugares psiquicos» La primera formulaciéa propiamente dicha de apareto psi- quico en términos de primers tépica nos la oftece Freud en el articulo «Lo consciente y lo inconscienter del capitulo Vil de su adnterpretacién de los suefios». En este momento el maestro vienés se aleja no séio de su anteriormente mantenida posicion neurolégica, sino también de su previa descripcién intermedia de aparato psiquico en términos de «polos» secuenciales. A partir de este instante, el aparaco animico sera concebido como un «lugar psiquicor dotado de contenidas tales como percepciones, ideas, 200 Segundo momento de actculacibn: descripcin ebpics recuerdos, sentimientos y motivaciones. En su breve escrito pés- tumo de 1938 Algunas lecciones elementales del psicoundiisi: Freud expone explicitamente lo que él entiende por contenidos psiquicos en los siguientes precisos términos: Si alguien peeguara lo que realmente significa “Io psi aquicd", es Tiel seplicar enurnecando sus conscicuyences: aues- teas percepciones, ideas, recuerdos, sentiments, y actos voli- tivos, todos ellos forman perce de 19 psiquica» (O.C. Ul, 5420), En este sentido, si cavigramos que expresar gréficamente |: semejanzas entre ambas descripciones de aparato ps(quico, divia~ mos que la realizada en términos de «polos» es una descripeiéa secuencial 0 longitudinal (geifico n. 1), miencras que la nueva descripcién concebida en términos de «topos» se representaria como un corte esteatificado 0 transversal (grifico a. 2). De este ‘modo, ambas descripciones podsian ser saperpuestas en un tiaico ‘gthfico ilustracivo (n. 3) que resumiria los dos coctes —longicu- dinal y tcanversal— del aparato psiquico de Ia forma que sigue: Geico! 201 Descripeiones freudianas de aparaco psiquiaa Ine Gelfico2 Geico Censure Segundo momento de articu! descripeiin tbpica A titulo meramente didéctico, podeiamos efiadir como insro- duecién a esta descripcién topolégica propiamente dicha, que lo que inmediatamente vamos a denominar con Freud como siste- mas consciente, preconsciente o inconsciente no seria, segic fécilmente se puede observar en el gréfico 3, més que una expre- sidn del nivel en profuadidad a que se encuentren los engramas 0 huellas maésicas de las experiencias percibidas —bien sean éstas de caricter exdgeno o enddgeno— con enterioridad por el apa- rato psiquico 7 activadas por el sistema mnémonico. Esta mayor 0 menor profundidad —cronoligica 0 defensiva— de anceriores experiencias perceptiva mnésicamente engramadas habré de determinar, en dleimo téemino, el que dichos concenidos psiqui- cos de cartcter maémonico 0 pulsional vayan @ ser considerados como conscientes —recuerdos puntualmente focalizados 0 rec perados— 0 preconscientes —recuerdos viewualmence recupers bles— o inconscientes: recuerdos normalmente irrecxperables al quedar éstos disociados del sistema preconsciente por ia barrera de Ia censura o de la represioa, ‘Antes de pasat, sin embargo, a exponer siscerndcicamence las principales caracteristicas especificas de cada uno de los tres sis temas psiquicos» —inconsciente, preconsciente y consciente-— de ‘que Freud nos habla en su obra de 1900 La interpretaciéy de los zeros. formulatemos una frase maemotécnica que resumna y, ala ‘ver, clarifique desde un punto de vista didéctico las caracteristicas communes a estos tres «sistemas» 0 «lugares psiquicos». «Los sistemas psiquicos son representaciones intuitivas de lugares (topos) psiquicos en los que se consideran locali- zadas'y activos (dindmicos) los diversos contenidos psiquicos.» 1. Representaciones intuitivas de lugares (topos) psiquicos Cuando nos referimos, en primer lugar, a que las instancias psiquicas son representaciones intuitivas, queremos coo ello sefalar que no se crata de entidades escructurales, localizadas fisicamente en alguna parte del organismo humano, sino de sim- ples representaciones intuitivo-analogicas de realidades empiri- fas: es decir, de entidades aticas que, aunque no localizables a nivel fisico, ni neuro-fisioiégico, si son constarables, sin embargo. 203 Descripeinnes Frewlianss de aperuts psiquiew a nivel de experiencia empirica. Por ello, hablamos de lugares (eopos) psiquicos y 00 ya de sistemas neuronales, como en el gprimec momento de articulacibno. 2, En los que se consideran-localizados y actives Pero ademiis en dichos Jngares psiquicos se consideran locali- zados y activos los diversos contenidos psiquicos. Localizados, porque —como veremos mis adelance— los concenidos psiquicos de cada uno de estos sistemas se encontrarin dindmicamente relacionados entre si —proceso primario y secumdario, de los que en su momento hablaremos— y conectados con las polos «per- ceptivor y «motor» —segin ios niveles de conciencia ¢ que inmediatamence haremos mencién— de forma especificamence diferencial segiin el sistema de referencia. Pero también activos, porque tales contenidos psiquicos presentan un determinado tipo de efeutividad o deseargu segin el sistema en que se supongan alojados 0, lo que es lo mismo, segin el nivel de conciencie que les acompatie. En el caso de fos contenidos psiquicos inconscientes, y por lo mismo reprimidos, la manifescacién de su actividad revestirs ua caricter indirectamente observable a cravés, por ejemplo, del imperative posthipnético, del fendmeno onirico o de cualquiera de los cuadros elinicos sintométicos. La actividad de los conteni- dos preconscientes, por su parce, ser mas fécilmente observable anivel empitico, a través por ejemplo —como también veremos en su momento— de fendmenos tan significativos como el de los actos fallidos. La actividad, por otra parte, de los contenidos cons- ciences del aparato psiquico son, por definicién, facilmente detec- «ables ,ademés de por la propie introspeccién, por la observacioa dicecta de todo comporcamiento humano voluntario, 3. Los diversos contenidos psiquicos Segin ya adelancébamos, refiriéndono’ al texto freudiano de «Algunas lecciones elementales de psicoanilisis», los contenidos psiquicos que se suponen alojados en cada uno de los eres siste- ‘mas psiquicos son los mismos entitacivamente, La diferencia se 204 Segundo momeawy de atticulacibn: descripcion eOpica -establece a nivel del propio dinamismo, actuando de diferente forma o estableciendo entre si celaciones especificamente dife- renciales segiin el tipo de sistema psfquico al que sépicamente pertenezcan. En este sentido, podriamos agrupar con Freud los conteniidos pslquicos en las tres categorias siguientes: mocioner. afectos y representaciones. — Elconcepto de mocién pulsional (Triebregung), término ‘que Freud utiliza por primera vex en Recuerdo, repeticién y elaboracién (O.C. I, 1686; GW. X, 133) —y a0 en Las pulsiones ¥ sus destinos, como sostienen Laplanche y Pontalis (1967, 237)— «se inscribe —para estos mismos autores en la serie de términos psicolégicos usuales motivo, mévil, motivacién, todos los cuales hacen inter- venir le nocién de movimiento» (J. Laplaache y J.B. Pon- talis, 1967, 237), Desde el compo fileséfico, estos conceptos —mo- tivo, movil » motivaciba— han sido objeto de est dio, expecta a sus marices diferenciales, sobre todo por ti flosofo francés J.B. Sarte en su obra de 1943 EI rer 1 bs mada Mienteas el «morivos y la amotivaciin» Seri definidos como la aprehensin subjeciva de una Sieuacidn deverminada y tienen, por «aavo, un ciecto mati teleolégico, el «mvil> no es uns aprehensién sino un hecho mis bien energético, un conjunco de dleseos, emociones y pasiones que empujan al sujeto a La mocién pulsional, pues, se define ya ea Ia obra freudiana de 1915 Las pulsiones y sus destinos como un concepto intimamente unido « la nocién dinimica de empuje energético que actualiza nuestro comportarniento en uaa direccién dererminada. avid de cau uli der Treblbom: purse conse tae der weeded valent seperadase pues (-) St onsierames FRtoace ou ovimience pulinales 'aie Thre Gano dese un pepe punt determina, sree sacestn a ondss tee que oecrrcse (sen de aq dearallo decerminado dele pulion FPreboin (OG, 287; GW. 22. 205 Descripeiones Frevaianus de aparate psignien La «mucin» 9 «motivacisn» —~en un sentido ge- aeral— seri, pues, desde este texto freudiano, la cespon- sable de viabilizar el camino que deben recorcet las pulsiones. — Pero este encadenamiento hasta la realizacién de un acto habré de estar intimamente unido a un clima afectivo determinado de caricter placenrero o dispiacentero. El afecto, y lo que en una fase més depurada Hamaciamos esentimientos», podré definirse, en este sentido, como (O.C. Hf, 2057), apuntando con ello a su otigen energético o pulsional y a su caricter de viven cia cualitariva que este contenido psiquico —unido, como veremos, por lo demis a fa representacién— subjetiva- mente representa. (OCH 2057, GV. 255. — Peto si toda mocidn viene acompafiada por los afectos en tanto que «expresidn adecuada a su cantidads y de eproce- sos que se hacen perceptibles a Ia sensacién», éstos, a su ‘vez, para expresarse necesitan de las representaciones en cualquiesa de sus posibles formas: fantasia, percepcién, recuerdo 0 idea. Hasta ag —die Feeud on el mismo plerelo anceriormeate ciado, cefiténiose ea coereto al teconisimo de In cepreibo- herbs ictado de fa {gpesn de une epresenacn del nse, exten indo como tal una des ‘aine Vorceiong) © grape Ae eas (oder Vortallngrgrppel «se Cnt confiee cero moneanes de coors psiquce tide, inert). La cbacrvacisn eliact —consiata 206 Segundo momento de ariculacién: descripcién eépice Freud, distinguiendo necamente eneee cepcesenta- idan y «afetion— nos fuerza a descomponer lo que hasta shora hemos coneebida vairariamente, pues a0 rmuestea que, s mis de la idea (neben der Vorstellane hay orso elemenso —el eafectos, se sobceeatiende— diference de ella que también representa al instinto..» (OCI, 2057; GW. X, 254-255) En forma esquemética podiamos expresar de la manera siguiente la sistemécica estructuracién de los divecsos contenidos psiquicos, apoyindonos —como dijimos anteriormente— en aquel texto freudiano de «Algunas lecciones elementales de psi- coanilisis» en el que Freud nos respondia explicitamente 2 la cuesti 4Si elguien pregunta Jo que realmente significa “Io pst- quico" es Ficilreplicar erumerando conssieuyentes (anf dessen Tabalte): ouesteas percepciones (wasere Wabrnebmsagen), ideas (Vorstellung), recuerdos (Eriamerungen), sentimienros (Gefable) y seros valicives (und Willentabte) cori ells fot= rman parce de lo psiquicn» (O.C TI, 3420; GW. XVIL 142), | MOCION —™ MOTIVACIONES —= DECISIONES AFECTOS ———» SENTIMIENTOS PULSION FANTASIA CONMOCION ra (Deseo) } PERCEPCIONES REPRESENTACION } EERCEECION \ IDEAS Ja simple vista de este esqueme sistematizador, ficilmente comprendemos algo importante en «Psicoandlisisy: esta disci- plina psicoldgica se diferencia netamente de cuslquiee otro modelo conceptualizador en «Psicologia» precisamente por el concepto de pulsién. En psicoanilisis freudino, en efecto, todo accanca —como explicicaremos en el siguiente tema— de la pud- si6n 0, lo que es lo mismo, de ese «mis allé de la pulsiOn» que va 4 constituir aquel verdadero «motor del ser humano> que es el deseo, Los cestentes se va a alejarradicaimence de lo simplemente intuido por pensadores ‘ales como Schelling, Nietzsche, Schopeahauer o Hartman. La clfecencia esttibari fondamencalmence en que Freud asentaré toda su ceflexidn conceptualizadara de semejance construcs> sobre los datos do directa cbservacidn clinica y empirice en general. Es decir, descubriel que el inconsciente puede ser favestigado como una entidad empisica, Esta habed de see fa verdadera tloea divisoria que sepace, desde una perspectiva epistemolégica, ua estudio psicoanalitico de oreo puramence flloséico. #1 concepto de inconsciente —sefiala Freud en Alganas leccionas elementales de Pricoanilirit~ ha estado desde hace tiempo llamando a las puerta de la psicologia para que se le permitiera le entrada. La flosofia y la licerarara han jugado «on fecuencia con él, pero la cieacia no enconteS eémo usacic. Elpsicoanilisis he aceprado el concepio, lobia omadd en serio ¥ Te ha dado un concenido aueva, Con sus invescigaciones ha Ilegado a un conocimiento de las earacteistcas de lo psiquico inconseiente que hasta ahora eran iasospechadss + ha desc bierto algunas leyes que lo gobiernan» (0.C. Ill. 3425), Es precisamente este gran descubrimiento del inconsciente —junco con el de la existencia de una 1 ida instingivs— en lo que 209 Descripeiones fewlianas de sparacy psigsico © Freud se apoya paca cecabar para el psicoandlisis el cfeulo provo- See de tober sido el responsable de una de ls tes historias Stensas narcisisticas» —al ledo de la de Copérnico y de la de in— infringidas al hombre por parte de la investigacion, cientifica. As quiso el psicvanilists dict Freud en su escrito de 1919 La ificneed del rican slecconar al yo, Peco sus dos cess a de que le vid instiviva de a semuslidad no puvle ser cotalteentedomada en nostro yl de que los poor Eos animicoe son en sf inconscienes,y silo mediante une epelén incommpeto poo Fideigna legs asc acesbies a ey sometidos por elecuvaien ala frmation de que ele 00 {5 edo sefie su propia casa. ¥ represeran et fret Seavio die drive Krimkune) ioferida a rueser aot propic: un agrvio psicogicas (O.C. IL, 2436: GW. Xt, 11 Como frase maemotécnica que resama codo lo que expon- dremos a continuacién, podriamos describir, pues, el inconscience como ese lugar de localizacion de contenidos psiquicos dins- micamente reprimidos, pero permanentemente activos. 1. Lugar de localizacién de contenidos psiquicos a En tanto que lugar de localizacién de contenidos psiquicos, el inconsciente puede ser definido como aquella zona o nivel psiquico en el que los diversos contenidos psiquicos se encuen- tran bloqueados, 0 reprimidos, por la bartera de la censura Dichos contenidos poseen, por tanto, cxalidades diferentes, aun- que enticacivamente sean los mismos, a las de los contenidos propios de los orros dos sistemas psiquicos. Cualidades diferen- kes, fruto de las ceracteristicas del que Freud va a denominar «proceso primation, tales como «mayor movilidad» de sus conte- aidos, posibilidad de «desplazamiento» encre las diversas repre- sentaciones y afectos, y econdensacién» de las multiples cepre- sentaciones inconscientes entre si culos procesos del sistema Ine. —vaa precisat Feeud en Lo inconsciente 11915 )— muesecan cuaidades que no valvecemos a hallar en el sistema superior ineediaco.(.) Reine en él una mayor movilidad ‘cine weit grizrere Beweglichheit) de las 210 Segundo momenta de articulacién: cescripeién e6pica inensidades de ta carga. Por medio del proceso del daspleza: iniento (der Verscbiebing) puede waa idea teansenitir a otea cl mootanee de su carga, y pot el de la condennecion (der Ver- dichtieng), acoget en si coe a eega de varias tas ideas. A mi juicio, deber considersrse dos procesos com cxractetes del llamado procera psiguico premarin (des pryehischen Primir vorganges).» (OC. 1, 072-2073; GW. X, 285-286), Pero indudablemente la caracteristica fundamental y definico- ria de este sistema inconsciente habri de set la imposibilidad de que tales contenidos, dada su dindmica discontinuidad con los siguientes sistemas preconsciente y consciente, pueden emerge espontineamente al plano de la conciencia. Refiriéadose Freud en concreto, en el escrito anteriormente citado, «la investigacién psicoanalitica de casos patolégicos, sefalara como condicién de fa enfermedad la discontinuidad intersistemas antes aludida, sla investigacién de exsos patolégicos muestra con fre- cuencia una iadependencia casi increlble y una imposibildad de influencias al sistema Ina Ls candicién de la enfermedad es, fen general, una completa divergencia de las fendencias y una separaciéa sbsoluca de ambos sistemas.» (OC. 1, 2077). 2. Dindmicamente reprimidos Los contenidos psiquicos del siscema inconsciene se encuen- tan, pues, en absoluta discontinuidad con los contenidos psiqui- 0s de los sistemas preconscience y conscience. Por estar separa- dos por el mecanismo de la represién, sélo podrin ser recuperados con la intecvenciéa de la técnica psicoanalitice, nico instrumenco capaz de burlat esa barrera infranqueable que cons- ticuye la censura (0.C.I1. 2055). sea barrera —«barra», diré J, Lacan en clave lingiistica (cf 1957, 182)— que separa el sistema inconsciente del precons- ciente-consciente, dividiendo el aparato psiquico en comparti- mentos estancos es, pues, consecuencia directa del fendmeno de 2u Descripeiones Freudianas de aparaco psiquieo le represién. Mecanismo defensivo éste que al ser el responsable del establecimiento de «una precisa separaciéa (eine scharfe Sonderung) entze la actividad animica conscience y la inayns- dente» (OC 1, 2054; G.W. X, 250), presenta news diferencias en Freud con su dinamismo afin de la supresién. Quiza sea, pues, el estudio difecencial entre ambas operaciones psiquicas —represiin y supresiSn— el que mejor aos ayade a comprender —como ei Thismo Freud habria de pensar més adelante en nota infrapa- ginsl— lo verdadera naturaleza de esce mecanismo clave de represi6n. «.omitt aclarar —dice Freud en una noca a pie de pégina enelcaplculo VI{ de su obra de 1900 sile data un significado difereace a las palabras “supcesida’” (antendnickt) y “cepee iba” (vergrings)» (O.C 1,712; GW. Ill, 612 a2. La supresiga, desde un punto de vista funcional, seria aquel mecanismo psiquico encargado de hacer desaparecer del plano de ia conciencia aquellos contenidos psiquicos (ideas, recuerdos, far tasias, sentimientos...) que por alguna raz6n de tipo funcional, © inclusive defensiva, cesulcan inoportunas al plano de le concien- cia 0 de alguna forma intolerables al aparaco psiquico. Podemos deci, por canto, que en iitimo cérmino es €l mecanismo —como veremos inmediatamente— encargado de alojar en el precons- ciente lo que nos resulta molesto 0 intolerable en el plano de nuestra atencién consciente, Ahora bien, en la medida en que ‘entre el preconsciente y el consciente no existe una bactera com- acta —como podeiamos grificamente representar por la barrera continua de la censusa en el caso del inconsciente—, sino que més bien se trata de un limite poroso que permite el paso de conten dos psiquicos en ambas direcciones, cales contenidos pueden nue- vamente volver a aparecer en el plano consciente en cualquier oportunidad. Esco es, semejante barcera permite, por una parte, relegar consciente y voluntariamente al plano del preconsciente ciettos contenidos inoportunos 0 displacientes ¥, por otra, que dichos contenidos vuelvan a emerger espontineamente al plano de la conciencia en orra citcunstancia cualquiera. Sucede, sin embargo, que determinados contenidos psiquicos, especialmente los que resultan intolerables a la conciencia, dado su cacdcter de continuamente insistentes, terminen por resulcar fuertemente incémodos, si no culpabilizances, para el propio aps- 22 Segundo momento de arviculackin: deseripein Wpice ‘ato psiquico. Por ello, al verse el sujeto obligado a suprimirlus continuamente, el aperaco psiquico puede acbar —inconscien- kemente, como veremos— por instrumentar otra técnica mas expedica, utilizando el mecanismo mis dristico de la represidn. La represién, pues, desde un punto de vista funcional, es aquel mecanismo psiquico que impide a los contenidos alojados en el sistema inconsciente superar tx barreca de Ia censura y emerger inoporcunamente al plano de la conciencia. Pero, moslo con las propias palabras de Freud: «cla esentia de la represién —dice Freud en su estudio ‘monogrifico sobce el ema de 1915— consist exclusivamence ‘en cechazar y mantener alejados de lo conscience a determina: dos elementos.» (O.C, I, 2054), Mis adelante veremos céimo Freud en su senda t6pieu cuando se refiera al super-yo, sefalarh més especficamence que la dificulead de emergencia de tales wrlememios» rain et eL hecho de que éstos resulcan incolerables alos ideales de esta alsa instancia priquica Pero este mecanismo de represién es accionado en su momento desde el propio inconsciente —desde el yo incons- ciente, nos va a precisar Freud en su segunda tdpica—. Y esto tendrd Iugac a fin de evicar —segiin ya hemos visto— al apasaco animico la permanente rarea de su:primir tales contenidos intole- ables, cada vez que éstos hacen puntual acto de presencia. El problema que aqui se plantea, és que, cuando un contenido psi- quico queda en efecto sepultado en el inconsciente, detenido por las barceras de la represi6n, ya no es manejable, ni utilizable ¢ nivel consciente. Dichos contenidos inconscientes, por tanto, @ partir de este momento, slo podrdn manifestarse a teavés de cualquiera de las vias indirectas (actos fallidos, suefios, fantasias, sintomas, etc.) en tanto que productos de! inconsciente Conviene aqui aclarar un aspecto sumamente importance desde un punto de vista energético. Digamos en este sentido que, sibien pare suprimir un decerminado contenido psiquico bastaba con ua acto puntual de volunted para excluirlo de I conciencia, para mantenerio en estado de represién es necesariv, por e! con- tario, un gasto constante de energfa. La principal funcién de tai gasto constante de energia es impedir que esos contenidos —de 213 Descriptiones freudianas de aparaco pstquice seuerdo, como veremos, con su dindmica uscendente— emerjan nivel peeconsciente-conscience. Una importance afiemeciéa de Ia teoria de la represién —sefila Freud en InbibiciOn, sintoma y angnstia— es la Ge esta lima na es un proceso que renga efecto de una ver, sina que texige un gosto permanente —de energia—» (OC. lil, 2873) Por ello, solemos decir nosotros que Lz represin es doble- mente antieconémica; esto €, no s6lo se pierden al reprimirlos Gecerminados contenidos energéticos, sino que esa misma ener igi que se emplea en mantener cerrada la barrera de la censura, {mpide al sujeto ponerla al servicio de otros fines eventusimente sublimatorios. No debe confundiese, sin embargo, esta pérdida econémica del mecaniemo de represia —segiin vezemos en el volumen sobre «Los mecanismos de defensay— con la del mecanismo psicotico de aegacion, propiamence dicho, encacgedo de anlar fas adecuadas peroeptiones de las realidades externas. El neu- rética, mediante la tepresién renuocie a su realidad iserior. 2 aquellos contenidos psiquicos que ie resulcan incolerables, pec- cdiendo as{ ua gean potencial y riqueza energética. El psictieo, por el contratio, a tcavés del mecanismo dela negacién rompe efinicicamence con la realidad externa, hipertrofiando deli- ‘ate 0 alucinaroriamente, por lo mismo, coda su vida interior. ‘Veamos ahora brevemente cbmo del mecanismo de supresién —sobre todo cuando éste es de caricter defensivo— se puede pasar insensiblemente, por mediacién del olvido, al mecanismo de la represin ‘Ya hemos visto que la supresién, llevada a cabo por razones esteictamente funcionales, consiste en retirar de la conciencia determinado tipo de contenidos psiquicos, ao por razones de tipo &xico alguno, sino porque resultan inoportunus en ese momento, © porque nos impide concentrar debidamence nuestra areacién Cuando, por el contrario, suprimimos determinados contenides psiquicos porque éstos resultan incolerables a «las més elevadas instancias psiquicas» —el super-yo. por ejemplo (cf. O.C. tl, 1438)—, ls supresién funcional deja paso a lo que hemos deno- minado como supresin defensiva. 24 Segundo momento de acticulacibn: descripcibe tépica Tat seria of eso, por cmple, de los amles pensamien- coo 6 a educa veligosa crdiinal, los cues 00 500 Simplemence recazados por loopoctunos © porqve ayaa t Aineraer,stno porque moramence no pacecen persis Figda concen superoia de un Uetermiaado individu [ecurdese, «ene cespeto, esa verdadera were do ls conf slonaiogs queen la educa eligona raion suponea ls personaldadessescrupulcas. Ahora bien, ante determinados contenidos psiquicos intole- rables que sin embargo aparecen con sums reiteracién, cesaria el mecanismo de continua supresién. dando paso gradualmente al mis expedicivo del olvido. A partir de este momento, podemos decit que se produciria una celativa pérdida de tales contenidos. Esos contenidos psiquicos mas enérgicamente excluidos a niveles suficieatemente profundos —en las capas inferiores del precons- ciente, podciamas decit en términos de esta primera répica—n0 volveria a aparecer en el plano de Ja conciencia de forma espon- ténea, aunque si lo harén ante un estimulo externo de suficiente intensidad, Tal seria el caso, por ejemplo, de los dos contenidos psiquicos fundamentales —sexuslidad y agresividad— que n0 surgirén esponténeamente, en esta segunda fase intermedia de olvido, mis que ante un escimulo especifico, exético o frusteante, de suficiente entided. El momento final de codo esce proceso de creciente patogenia vendrd marcado por la pérdida coral de control sobre tales conte- nidos psiquicos intolerables; esto es, por la entrada en accién del meconismo de represién: a partir de este momento, no volveréa @ aparecer esos contenidos intolerabies, ni de forma espontines, nj ante tipo algano de escimulo exterior. En semejante caso, ante un abjewo erético, por ejemplo, le ‘persons no sentité ningia tipo de sexualidad; miencras que en Is hipdtesis de ia agresivided,difcilmence la frusraciéa 0 peo- vocacién més extcema llegard « obtener una miaima respuesta agresiva, En este momento el apatato psiquico he conseguido libecarse de la ineSmada emergencia de tales concenidos, pero lamencablemente cambién ba perdido coda posibilidad de con- tol conscience y wtilizsci6n psicodindmica de los mismos. La esencial diferencia, en ultimo término, entre estos dos mecanismos polares de supresién y represién radica en la distinta «localizacién» de'los contenidos psiquicos excluidos en ambos 215 Descripeivnes freudlaas de aparace psiquico ‘casos del plano de Ia conciencia: en el preconsciente, en el caso de la supresion. y en el inconsciente, en el de la represién. Asi lo entiende textualinente Freud en la continuaciéa de aquella nora a pie de pagina de La interpretucién de los suefios a ls que ante- Hiormente nos hemos referido. A ese xomict aclarar si le daba un significado diferente a las palabras "supresién” y “repeesién’», al que antes nos referimos, afadir’ Freud inmediacamente lo siguiente: «Debiera haber quedado en claro, sin embargo, que la ‘ilima —la repeesin— ponec mis énfasis que fa primera —Ia supresiéo— en el hecho de su ligazéa al inconscienee (die Zugehbrigkeit xm Unbewastten.» (OC. 1 112 03 GW, LM 611-12 aD, Pero permanencerente activos Como sefiakibamos anteriormente, existen tres principales tipos de contenidos psiquicos: ias moritacioner o umnociones pul sionales», los afectos y las representuciones, Ahora bien, la cues- ti6n que inmediatamente sucge en este momento a todo buen empirista, ¢s la de saber cSmo se puede conocer que en el incons- ciente existen tales motivaciones, afectos y representaciones, si éstos, por definicién, se encuencran sepultados bajo la censura de la represion. Y, yendo atin mis lejos, nos asaltaria la cuesti6n de saber cémo podemos afirmar que tales contenidos se encuentran en permanente actividad en ese mismo sistema inconsciente, si los mismos son directamente inabordables por su popia disocia~ ién (Spaltung) del plano de ta conciencia. Es precisamence esce fundamento empirico, que Freud enciende siempre imprimir asu investigecibn peicacnalitics, el que le separa definitivamence de los planceamicates filosd cos. En su obra de 1913 Miltiple incerés del psicoandlisis el maestro viends va a sefalar ‘Los fiofs se han ccupdo, desde nego, epecdamente el problems deo ncnset, eo doen en ent ~stive contads cxepeonts~, ua de is Gov ponies Siguencs:o han conilerado lo inconseteate como aig is to, iaprehenibe Indemosrable, oy lain co Ico peaneca eae oscuida, oan seni ple 216 Segundo momento de artiulacion: desceipeiie ebpica com lo conscience, deduciendo luego de esta definicién que algo que era inconsciente no podta ser psiquico ni, por tanto, objeto e ia Psicoingia.» (O.C. If, 1859). Remicimas af lecwor interesado en este tema sobre a dife- rence concepcién de lo ainconsciente» desde las perspectivas, psicoanslitiea y filos6fica al célebre Cologuio de Bonneval (1960), en el que un selecto plancel de flésofos y psiquiacras franceses, convocades. por H. By, abordaron monogrifics rence el tema (ch. H. Ey, 1966) Partiendo de Ia hipétesis, pues, de que s6lo es posible acceder indicectamente al inconsciente a través de la manifestacién empi- rica de sus propios «productos», podemos ilustrar la existencia y actividad de tales contenidos inconscientes a través de una serie de fea menos psiquicos prototipicos que ponen este hecho parti- cularmente de relieve. Seleccionaremos, a tal efecto, el fendmeno del imperativa posthipndtico para ilustrac las motivaciones inconscientes, el fenémeno onirico, para los afectos, ¥ el sintoma histero-fdbico, finalmence, para la activa existencia inconsciente de representa- ciones psiquicas. — Respecto al imperativo posthipadtico como manifesta- cién de las «mocivaciones 0 «mociones pulsionales», conviene recordar les experiencias hipnéticas que el mismo Freud presencié en la Clinica de Nancy, dirigida por aquel entonces por el gran psiquiatra francés Bera- heim. Durante estas sesiones de hipnotismo, los pacientes recibian de su propio hipnotizador, en pleno estado nético, determinadas érdeaes que deberian realizar en el estado posthipnético de vigilia. Tales érdenes eran, efec- tivamente, cumplidas con toda precisiéa por los sujetos fen cusstién, justificando éstos, por lo demés, su a veces sorprendente conducta con todo tipo de inverosimiles explicaciones. Su propie angustia —verdaderamente es- quizofréaica— ante la total incongruencia de su conduct por ao estar ésta conscientemente justificada, lleva al sujeto a buscar todo tipo de explicaciones —racionali= ciones, disemos al abordar el tema de «Los mecanismos de defensax— para llenar la lagune amaésica dejada por el verdadero mévil inconsciente de la misma. Descripeiones Freudianas de aparaca psiquio «Es este el mismo proceso —nos va a decic Freud fen una noes infrapaginal al caso de “Emmy” en Esta: dios sobre le bisteris— estudiado por Betoheim y forras hombres de ciencia posteriores en sujecos que ‘después de I hipnosisllevaban a cabo accos cuya ejecu idm les habia sido encomendada durante ell. Ast, Beraheim sugicié une vera un enfecmo que después de despertar del suede hipndcico se llevase a Ia Boca los ‘dedos pulgares de ambas manos. El enfermo ejecuré feste ecto en el momento prescrito, y lo explicd iciendo que el dia ancerior, en el curso de un acaque epileptiform, se habla mocdido la lengua, doligndole ahora la herida» (O.C. 1, 67 0. 49) Quedaba, pues, asf demostrado que Ia conducta cons- ciente del paciente estaba realmente morivada, a nivel inconsciente, por el mandaco que su terapeuta le habia consignado én estado de hipnosis. Podriamos concluic, [por ‘ano, que en el inconsciente existen verdaderas mori ‘vaciones, de tal forms victualmente activas éstas, que en el «momento prescrito» disparan inexorablemente el paso al acto por parte del propio sujero Para una mayor profundizacién en ta expliccién feeadiana del fendmeno hipndcico y de su valor como verdadero experimento» pera probee a existencia del inconsciense, cemitieos al leeor al escrito del propio Ge Freud de 1912 Algunat obrersacioner sobre el con- cepto de inconsciense en af psiceandlisis (ch. OC. Tl, 1697-1701). El fenémeno onirico supone, por otra parte, una buena demostracién de la existencia de los afectos inconscientes. Lo que caracteriza al suefio es, precisamente, que a través de él vehiculamos las més intensas experiencias emoci nales y afeccivas: angustias, alegrias, satisfacciones, eriste- zas, etc. Pero dado que en toda elaboracién onirica estan presences los mecanismos psiquicos de condensacién y desplazamiento, canto la representacién como el afecto se manifiestan disociados en el suefio. Es por elio que al quedar libres de sus propias cepresencaciones, los afectos, producen las mas «ineensas manifestaciones» durante [a misma experiencia onirica. 218 7 | Segundo momento de acticulacin: desceipeiin pica «eHia despertado —dice Freud en La interpresacién detox sueror~ siempre extraiens el que la fepreser- taciones onitieas 0 taigen consigo muchas veces aquellos afectos que auestro pensamiento despiesto considera necesariamente concomicantes ellas.. Peco sucede que también hallamios en él el fenémeno coo: teario, o sea, la aparicién de inceasas manifestaciones afectivas concamitaates & un contenido que a0 parece ‘dar ocasién alguna para su desarcolla de afecto.¢..) El andlisis nos enseBa que los contenidor de representa sioner ban pasado por desplisamiento y sustituciones iientras que los afectos bare (OC 1, 626, Perv como quieca que los fenémenos oniricos son la més acabada expresién de la dindmice del inconscience —<«la interpretaci6n onirica es la via regia para el cono- cimiento del inconsciente», nos dice Freud en su célebre focmalaci6n de La interpretacin de los sweftos (O.C. 1, 713)—, la dindmica existencia de fuerves afectos ene! sistema inconsciente, parece empfricamente demostrabie. Por dltimo, podrfamos decic que la existencia de repreren- taciones inconscientes queda patticularmente puesta de relieve en la sintomatologia especifica de cualquier cua- dro clinico de neurosis histero-fébica. En estos cuadeos ¢s obvio que el paciente necesita deposicar sobre un objeco Hamado fobdgeno la causa determinant de su angustia, aunque ésta en realidad tenga su origen en una represen- racién inconsciente. Ei objeto fobogeno, en concreco, no es nds que la sustitucién a nivel consciente de la verdadera causa de la angustia que no es ocra que su auténtica cepre- i6n inconsciente, Podemos aqui referirnos beevemence & un caso cl- ico de neurosis (bic, eratedo por el propio Freud, eo cl que la verdadera ‘representaciéa —causa de [a angustia— permacece en el inconsciente, mientras que el afecro de ansiedad es experimencado en el plano ‘onsciente. Verificase con ello la hipdresis freusians “de la que hablaremos més adelante—, segiin ts cual tana de las principales cecactersticas del proceso pei- mario es la disocacin encre fepresentacion y afecto. ‘Al pequerio Hans —éste es el caso clinico ai que nos festmnos tefiriendo—, le producian angustia los cabi- 219 ‘Descripciones freudianas de apacaty psiquico Hos —abjeto fobsgeno consciente—, Ea el teanscurso del anilisis el aio coma conciencis de que el caballo sustituye al padre —vecdadera representaci6n incons- Gience—, aunque no se pudiera edmicic a sizmismo que €eca su propio padee, y el caballo, el aucéntico derer- minante de su sngusti: angusta de castraci6a, en codo caso. Queda, pues, también demoserado en el ejemplo pparadigraético del sincoma fSbico de eJuanito» la exis- tencia en el inconsciente de verdaderas representacio~ ‘nes cealmente activas y permancacemente eficientes. B) Sistema preconsciente Cuando Freud en su obra cumbre de 1900 La interpretacién de los suefios seBala la exiscencia del sistema preconscionte, 0 fst intentando mds que demarcar un nivel de funcionamienco dentro del aparato animico en el que los contenidos psiquicos iquedan puntualmence excluidos de Ia conciencia (Bewussssein) a través del mecanismo de la supresisn, En este sentido, y siguiendo con le merodologia saterior- mence empleada en la exposicién de las principales caracteristi- cas del sistema inconsciente, podrfamos avanzar, en una primera aproximacién mnemotécnica, que el sistema preconsciente es aquel lugar figurado de localizacién de contenidos psiquicos suprimidos pero intermitentemente activos. L. Lugar figurado de localizaci6a Por lo que a su lugar de localizacién se refiere, Freud sivia el preconsciente como una zona intermedia entre el inconsciente y el propio conscience. Esta zone se halla enmarceda, y 2 la vez limiteda, por la censura infranqueable de ta represién —meca- nismo involuntario e inconsciente— y por la bartera frenqueable de la supresién: mecanismo voluntario y consciente. Como una auténtica «tierra de nadie», estarian alojados en este sistema todas aquellas representaciones, motivaciones y afectos que, por razones funcionales o defensivas, fueron momenténeamente excluidos de la conciencia mediante la intervencién del simple mecanismo de la supresién. La fundamental caracteristice ding mica, pues, de los contenidos alojados en este sistema apuata al 220 Segundo momento de artiulacién: descripcibn ebpica hecho de que tales contenidos pueden acceder auevamente al plano de la conciencia con sélo decidicse el sujero a fijar otra vez en ellos el foco energético de su atencién. ‘cule damos el nombre de preconsciente—sefala Freud en ss obea de 1900— paca indicat que sus peocesos de exciracién pueden pasar diceceamence a la conciencis siempre que aparez- fan cumplidas decerminedas condiciones; por ejemplo, ls de cierea intensidad y ciereadistrbucidn de aquella fuccida a la ‘que damas ef nombee de atencién, exc» (OC 1,675). Sieve, pues, este sistema de verdadera frontera —«a manera de peaje>, va a decir Freud— entre el inconsciente y el consciente ‘en ambas dicecciones. Esto es, no s6lo pueden pasar a esa zona intermedia que Freud denomina preconsciente determinados contenidos procedentes del plano consciente —intervencién dei mecanismo de supresién—, sino que también puede éste. verse enriquecido con el eventual paso —levantamiento del mecanismo de la represin— de contenidos previamence inconscientes. Al sistema que se hella detris de é1 —afiade Freud slo vecas lineas después— le demos el nombce de inconrcionte porque no comunica con la conciencia, sino través de lo roconsciente, siscema que impone al proveso de excivacién, a ‘manera de pene, decerminadas transformaciones.» (0.1, 675). Ec todo caso, si focalizamos la arencién hacia un contenido albergado en el preconsciente, por ef mero hecho de investirlo energeticamente —recuérdese el concepto de carexia que Freud rnos exponia en el «Proyecto»—, puede este contenido acceder ai nivel de la conciencia. Si retiramos por el contracio esa intensidad de atencidn, quedard reducido de nuevo a la zone del preconsciente. Elector de la «Psicologla clésica» preanalitice coasistia en ‘eeeer que ios contenidos psiquiens que en un momento deter- minado 90 eran acreelizdes por la conciencia, oo existian Este hecho se manifiesca con gran claridad en el pensamiento rrigico infantil: un nifio, cuando 09 ve a su mam, es como si se hubiese ido para siempre, como si ya no existiera en le realidad, De ahi —como veremos en su momento a propésico del famoso juego de la bobina» de Mis ald del principio del ‘placer Ia enorme iatensidad de {a engusta infendil a Gguitia de teparacibe— que experimentan los sifios ance la ‘ausencia de la madre, 24 Descripciones frewdianas de apis psiquica Freud pretende, en odo caso, con su nocién especifica de econscionte (Vorbewusste) como «lugae intermedio de locali- Ficién> desmercarse del concepto genérico de subconseiencia (Unterbewustte), ya utilizado antes de Freud por la misma «Psi cologia Clisica» (cf. F. Dorsch, 1959, 924). s.debemos mantenecnos alejados —sefala Freud ea su obra de 1900— de la difecenciacidn de conciencia superior Ssubconsciencia, tan gustada de fe modeena licerarura de la pslconeurosis> ¥ por su feers poco este incento demarcador, eftos mis tarde volvers a insist ‘Asimismo habremos de rechazar por incoerecto y muy susceptible de inducie a exzos, el eétmino subconscicacia.» (OCI, 717 y OC It, 2064) Si queremos, pues, ser coherentes con le terminologia freu- diana, debemos desterrar de nuestro vocabulario psicoanalitico al téemino de subconsciente y ucilizac el mas preciso de precons- cieate. Este indica mejor —segiin Freud— el significado de pro- ximidad al conscience, de «estar a punto de» pasar a ser cons- ciente. propia de este lugar de localizacién intermedia de contenidos psiquicos que es el sistema precanscience. La expeesién vuigar de lo tengo en Ia puata de le lengua» cuando se nos olvida un nombre que estamos segutos de cono- cer, bien las claras nos indice que el prefijo «pee» (Vor) ‘expresa una mayor inmediatez al conscience que el peefijo, «subs (Unter) En todo caso —y con ello terminaremos este importance apunte terminologico—, subconsciente seria codo sistema situado por debajo de Ia conciencia. Pero como quiera que, segin la tdpica freudiana que ahora contemplamos, son dos los sistemas allf sieuados —el preconsciente y el inconsciente— Ia denominacién subconsciente resultard siempre ambigua por excesivamente genética: «susceptible de inducir a error», nos acaba de decir. el propio Freud. En titimo término, la verdadera linea divisoria desde el punto de vista sdpico habria que marcarla entre el inconsciente —en el sentido dindmico de la palabra— y los sis- temas preconsciente-consciente, situados ambos por encima de la barrera de la represin, 222 Sexunco momento de ortculsciin: descripci6n eépica etlay, pues —sefiala Freud en Le interpretucién de los suostos— dos clases de inconsciomte, diferenciacibn que 0 ha sido cealizads atm por los psicélogos. Ambas caen dentto de lo que I priculogia considera como lo inconsciente, pero desde ‘uesero punto de vista es una de ellas, le que hemes denami- nado Ine, incapaz de conciencia (auch hewasstieinsunfthig), mieneras que la otro, 0 sea, el Prec, he recibido de nosotros este nombre porque’ sus excitaciones pueden llegar a la com ciencia (cum Bewassts0in gelangen Binnen), aunque también adapeindose a dererminadas eegles y quiz despues de veneer lung nueva censura, peto de codos modos sin releciéa ninguna on el sistema Inc» (O.C. I, 716; GM. Il/M, 619-620). 2. De contenidos psiquicos Ahora bien, ya se trate de contenidos que han logrado pene- teat desde el inconsciente traspasando la bartera de la censura, 0 de aquellos que han sido supcimidos desde el consciente por cazones defensivas 0 funcionales, todos los contenidos psiquicos albergados a nivel preconsciente estén fundamentalmente for- mados por huellas de experiencias mnésicas (Hm). Tales expe- siencias anteriores son victualmence recuperables sia recurso 2 procedimiento técnico alguno, Es decie, pueden en cualquier momento ser actualizados por la conciencia, convictiéndose de este modo el sistema preconsciente en el verdadero recepticulo de la memoria, ‘Vemos, pues, cbmo en la concepcién metapeicolégica freu dlians Is memoria se consciruye en este momento come aquella funciéa dinimice preconsciente encargada de recener poten cialmente, basca su accuaizavin por el plano de la conciencia, ‘odo tipo de morivaciones, represeataciones 7 afectos. Se cons siraye de este modo como ia inscancia central de lo que algunos filésofos (ct, por ejemplo, J. Locke, 1666) hn denomiaado sidentidad personaly Estos contenidos psiquicas preconscientes, como verdaderos archivos de experiencia que son, se 90s presentan como los mas inmediatos determinantes del paso a la actividad voluntaria. Pars Freud, en ticimo téemino, lo que el sistema consciente va a afiacic a todo el decurso de la actividad psiquica preconsciente, no es més que la focalizacién de la atencion hacia este tiltimo sistema que 223 Descripciones feetlinnus de aparaco psiguiew tiende a la «motilidad voluntacia». Como ya sabemos, el proceso preconsciente se dirige, en efecto, desde el polo perceptivo (P) facia el polo motor (M). Y¥ esto es de cal forma asi que Freud nos oftece en este ‘momento un esquema ilustrativo que integea no s6lo los polos» del apacaco psiquico —ye conocidos por nosotros— sino también sat asstemts>, Peeseatamos a contiauacién este esquema fru iano ligeramente adaptado y simplificado por auestra parte (cf. OC.1, 674). ee fan P M Bae ute AI slim de oe sistemas —aefiala Feud en La interpre. sacibn de os suetor comentindo eae gro sitiados ene tneremo motor le demos el ombce de prconicente pats indicar que ous procrsos de exctecién pueden pasae ciceca- mente 2 in conciencia siempre que spsrezcin compli determinadas condiciones; por ejemplo, ede ces intersidaa cere depot dees anon sie gue amore ror cede etencién, ot. Este sistem es tambien el que pose la lnve del scons # it movitad volun. Al sistema que se balla ets de lle damos ef nore de iconiclnveporgie 0 comune con la concen, sino tav6r da lp precon dient sistema que impone al proceso de exciacibn, + manera de peaje, dererminsdas transformaciones.» (O.C. 1, 675). 224 Segundks momenny de arciculaciba: deseripciin 3, «Suprimidos» pero intermitentemente activos ‘Ya vefamos anteriormente que pars Freud el preconsciente es el verdadero determinante inmediato el mediato serie el inconsciente— de la conducts, Esto equivale a decir que, en efecto, lus contenidos psiquicos alojados en el preconsciente, al estar suprimidos 0 0 focalizedos por la conciencia, aparecen como intermitencemente activos. Pero esta actividad del precons- ciente por su funcidn mediadora eacre inconscienze y conscience cumple —como Freud mismo ha dicho— una verdadera misiéa de epeajes. Esto es, lc actividad del preconsciente viene en alguna medida condicionada por el inconsciente y precisa del consciente para tener un mis libre ecceso a la amotilidad voluntaria». Un mas libre acceso, decimnos, porque a veces el preconsciente no s6lo prepara la accién que serd posteriotmente instrumentada por el consciente, sino que, buclando este tiltimo crimite, puede decidir el paso directo 2 le’ motilidad o ea su caso le inhibiciOn de la ‘Mas si existe algain tipo de fendmenos psiquicos que puedan més claramente ilustrar esta auténcica labor de «peaje» corre inconsciente y conscience realizada por el sistema preconsciente, éstos han de ser los por el propio Freud denominados actos fallidos. Ceeemos que es el momento de efecruse, squiera se8, uaa ripida incursiéa por estes curiosos fendmenos de Is «vids na» que son loé «actos fallidoss. ¥ decimos de la «vids cotidians> porque, apacte de que Pricopatologia de la vide ‘ovidiana es precisamente el t(ulo que Freud da a sa obra de 190i dedicads monogrificamence al tema, es efecivamence en ueseca vida ordinaria de cada dia doade este cipo de curiosos fendmenos «fallidoss tiene hebirwalmente su mis clare expre- sibn. Bllos son fos que —a nuestro entendes— mejor pueden Slumnbrac la verdadera nacuralezs del siseema preconsciente. Et [propio Freud, por lo que als iluscracién de I ceoria psicoanali fica se cefiere, abunda en esta idea de que son, en elect, e003, ‘act fallidos> los que constituyen «el material més cémodo peta conficmar las hipéeesis psicoanalitcas.» (O.C. 1, 852. Por actos fallidos entendemos con Freud aquellas actuaciones © inbibiciones de questra actividad psiquica que todo individuo ‘normal experimenta a veces contra su propia voluncad —cons- 225 Deseripeiones freudianas de apesnte paiquice © Giente— 0 en el contraste con su habitual capacidad de adecuado ~~ fancionamiento. entre inconsciente y consciente que Freud ha atribuido —como hemos visto (cf. 0.C. 1, 675)— al sistema preconscienze. Si en el ejemplo protoripico del olvido —el dar Vergessen de Freud— el nombre momenténeamente olvidado era conocido con inmediata anterioridad al acto fallido y va a ser tecordado poste- riormente y de forma inesperada —recuérdese el tipico «bom bacdeo de la conciencia»— es sefial de que tales coatenidos mi sicos estin «alojados» en el preconscience. Por ello, quizé Freud se va a referic en Pricopatologia de la vida cotidiana a tales contenidos psiquicos momentineamente bloqueados como «ma- terial psiquico incomplecamente reprimidon. El coricter —de— los actos falldos y casuales ~sefala Freud exaccemente en el dleimo picrafo de Pricopasologia de ls vida cotidiane — yace en Ia portbilidad de refer los fensme- os a sm material pslqaica incomplatamente reprimido (eonvolikommen anterdrichte), que 25 rechazado por la con ciencia (vom Bewusssrein sbgedrangi). pera al qe wo 26 bs detpojada de toda capacidad de exteriorizarse.» (OC. 1, 931; G.W. TV, 310), 227 Descripciones freudianas de aparany psiquica Son, pues, estos contenidos cincomplecamente reprimido(s)», {gto es, suprimidos —de hecho Freud ha utilizado el vérmino Tepecifico de unterdrizcktes— los que, en realidad, van a quedar pomenténeamente retenidos en el preconsciente'o van a ircam- pic iaoporeunamente en el plano de Ia conciencia. El caso proto- fipico de aquellos contenidos psfquicos que quedan momenté- peamente retenidos en el preconsciente son los «olvidoss; el de qos que irrumpen inoportunamente en la conciencia, Los «actos caguales» o verdaderos «actos fallidos» como por ejemplo los can frecuentes «lapsus linguae», «lapsus calamip e, inclusive, las lla- imadas «parapraxias Si, por definicién —como vemnos—, la verdadera sede tpica de Ios contenidos psiquicos que entran en juego en todo acto fallido, axel preconsciente, no es menos verdad que la aucéatica explica- tién funcional de los mismos hace precisa referencia a ua fallo —«actos 0 funciones fallidas»— en esa misién mediadora «de © peaje> que Freud atribuye al sistema preconsciente. Falls, en ~ efecto, la tuncién de epeaje» entre preconsciente € inconsciente, ya que es la conexién momentines de algiin contenido incons- Gente —y por tanto reprimido— con otco preconsciente —sim- plemente suprimido—, lo que en tiltimo rérmino va a perturber, siquiera momentineamente, el normal funcionamiento del sis- tema preconsciente. Pero fallo también, del adecuado «peaje> entre preconsciente y conscience, puesto que, debido a [a puntual conexiéa con los referidos contenidos inconscientes, dererminado material preconsciente no enlaza con el consciente y el subsi- guiente sistema motor no acta con aquella precisiéa y oporcuni ded que del normal fuccionamiento del sistema preconsciente cabria esperar. Por eso Freud va a afidir en el pirrafo de Malziple interés del psicoandilisis que anteriormente cithbamos: «El individuo que comece el acto fallido puede darse cxenca del y puede conocer separacamene la cendencia/suprimia/ unterdrichte Tendenz) que en su fondo existe, pera ignors, fen cambio, casi siempre y hasta que el anilisis se lo cevela, [3 relacin causal existence encro la tendencia yel acto (daz Werk diezer Tender GW. VIN, 392-595), Esto equivale a decit —y vale como resumen de todo to expuesto—, que tanto el acto fallido en si mismo —que obvia~ mente es consciente para el individuo que lo comete— como el 28 Segundo momenco de acciculaciin: descripcién cépice ‘contenido suptimido —por definicién, fécilmente recuperable— que desde el preconsciente Io fundamenta, pueden sez conocidos sseparadamente» por el propio sujeco. Lo que ya no es posible conocer —«sin que el anélisis se lo revele»—, puesto que origi- ado en el inconsciente, es «la relacién causal existeate encre tendencia y actor; esto es, el contenido psiquico realmente reprienido que «en stu fondo existe» y que es el verdadero mévil inconsciente del acto fallido en cuestiba, En el sistema preconsciente, pues, existen decerminados con- tenidos psfquicos que, si bien pueden ser normalmente conciea- ciados y actuados en ocasiones puntuales, la propia experiencia de los «actos fallidos» nos demuestea que tales contenidos se blo- quean ocasionalmente 0 aparecen de forma incorrecta. ¥ esto, por una cazén bien sencilla: codos los contenidos psiquices se encuentran enlazados entre si formando redes 0 cadenas asociati- vas (cf. J. Lacan, 1953), La emergencia 0 contenciéa de uno de estos eslabones en el inconsciente puede suponer en el caso del acto fallido la apericién retencién de otros contenidos del pre~ consciente coyunturalmente asociados —por contigilidad o seme- janza— a determinados contenidos inconscientes. A nivel pre- consciente existen, en efecto, toda une serie de contenidos que por si mismos pueden ser absolutamente anodinos; es decie, no ser objezo de ningin rechazo siscernético de cardcter defensivo. Pero si un determinado contenido preconscience entra —simbé- licamente, por ejemplo— en conexién con un contenido incons- ciente —y, por tanto, defensivamente reprimido—, este tlcimo temeré ser arzastrado al plano de I conciencia. Enconces se produce momencinneamente esa especie de interferencia 0 bloqueo ocasional de determinados contenidos preconscientes. Sobre este principio bisico de la conexin entre Jos conee- nidos psiquicns se va a asentar —como veremos en el volumen correspondiente— wna de les normasfundamontales de lath: nica psicoanalitica: Ia «iey de la libre asociacién. Esta ley séenica consisticé esencialmence ea lo siguiente: mediante ef libre seguimienca incrospecriva de las elibres ocurzencias» det paciente, se intentari alcanzar progresivamente determinados contenidos y recuerdos totalmente ccultos —en canto que reprimidos— paca la conciencia del sujero. Pero para tl labor de toma de conciencia 0 rememoracién seré necesario parcir pprimeramente de vivencias o recuerdos licidos y proximos al Consciente-preconscienre. El individso deberi it rebsjando 229 ipciones Freudianas de aparato psiquico _gesduaimente la boreeca de la censura y «regresondo> 1 aque: fias experiencias infanciles especialmente caumitcas. En ‘Gkimo término —segiia nos recuerda Freud en los «Asciculos te cnciclopedia»—, el apoyo conceprual de esta «ley de a linre (soclacidns radice er: «Una intense confignza en la determi facién estrice de Jo psiguico» (O.C. I, 2665). Digamos, finalmence, que para desvelar la dltima motivacién inconsciente de todo tipo de olvidos y parapraxies existe un fnedio de simple observacién empicica que generalmente nunca falla: investigar a quien beneficia 0 perjudica el referide acco fallido, Ello nos dak la pista de la auténtica intencionalidad del mismo (cf. E. Husserl, 1900-1901). Segin a quien haya perjudi- ‘ado, por ejemplo, determinado «acto fallido», sabremos hacie cquién va dirigida la agresivided reprimida del actuante, A veces, gin embargo, los contenidos reprimidos —por extrafio que esto pueda parecer @ quien no tenga experiencia clinica analitica— mambién pueden ser de cardcter carifioso, Tales contenidos pue- den a veces provocar un acto fallido, debido 2 le angustia que puede producir una cierta clara toma de conciencia de una derer- minada vinculacién afectiva En este grupo de los denominados por nos fallides earifcsos» podriamos incluir, por ejemplo, tun objeto personal en casa de alguien hacia quien n0 avs ace vemos @ confesarnos abiertamente ouescra personal inclinaci. En uno u otro caso, en resumidas cuentas, es ese intolerable contenido afectivo —agresivo 0 carifioso— el que tiende a kbur- lar» la censuca y a apacecer en el consciente por la via indicecta de la eactuacibno o de le «inhibicidn», Para elio —y dado que ese contenido intolerable se encuentra reprimido en el inconsciente— para expresarse en forma de sintomética se sirve de cualquier tipo de conexién asociativa con otro contenido, aparencemence banal, del preconsciente —fallo de la funcién de del pre- consciente la que nos va a llevar como de la mano al tercero de los sistemas topicos: el consciente. 230 Seyurdy moment de wrciculacion: descripcidin cépice Parece indudable que, dada ls fundamencal y especitica importancia del descubrimienco freudian de los dos sistemas ppeecedentes, poco ciene el psicoanilisis que aftadir sobre el siscoma conscience, tredicionalmente estudiado pot la «Psico- logis académica» emparentada coa el funcionalismo de W. James (cf. 1509). Freud ae alines, sin embargo, con todas las Hamadas «Psicologias de la conciencian (cf. W. James, 1890), sungue complerindolas con su gran descubrimienco del inconscience y del preconscience. En todo caso, su oposicién al conducrismo watsoniano, negador dela conciencia como objeto de investigacidn cienttica, es ciercamence frootal: «una cottiente psicoldgica exerema —dice Freud en su obra pSstuma el Compendia del prienanilisis — corm al conductism, surgida cen Estados Unidos, cree poder constraic uns. psicviogis haciendo abscrsccién de esee hecho basico —~de la conciencis.» (OC IM, 3387 0. 1513) Za codo caso, lo que aqui debemos afiadir es que toda concep- mualizacién en psicoanilisis freudiano sobre el fenémeno de le conciencia, se halla siempre intimamente ligeda al estudio de la interrelacioa de ésta con los otros sistemas t6picos que la posiol- lican y fundamentan, Esto es, el fendmeno de la conciencia pace Freud parte de los sistemas anteriormente estudiados del incons- ciente y del preconsciente: de «disociacién de Ia conciencie» (Spsltsng des Bewusstreins) n0s ha hablado Freud desde sus pri meros descubrimientos clinicos de los Estudias sobre la histeria (OG.1, 46; GW. 1, 91) Pero al igual que en su momento hicimaos con ios sistemas inconsciente y preconsciense, formulemos ahora la frase mnemo- récnica que aos enmarque las principales caractecisticas de este nuevo sistema: Lugar de localizacion de contenidos psiquicos puntuslmente autopercibidos y direcramente actuabler. 1. Lugar de localizaciéa Como lugar de localizacién, e! sistema consciente se sitia muy por encima de la censura infranqueable de la represiin y por encima también, aunque ya en directo contacto con ella, de ta censura ade peaje» franqueable de la supresién. La coaciencia, pues, lejos de ser para Freud una instancia psiquics con las dinicas funciones de «inteligir 0 repcesentar» la realidad —como en ia Descripeiones freudianas de aparoc pskjuico “Psicologia clésicar—, cumple cambién la funcién de percibir tBarenidos psiquicos «dados en orre pacte>. Esto es, de perc F eeMaciencia— contenidos psiquicos procedentes de ios sistemas peeconscientes ¢ inconscientes. eBaurevernos aqui una especialisima concepciéa de ta ‘esencia de la conciencia, el devenir consciente es paca n05- ‘oe un especial acto pslquico, distiaco e independiente de los process de ineligc y represencar. i concieaca se nos mues- fra como un dzgeno sensorial, ue percibe ua contenido dado ta ota parte (anderwarts gegebenen).» (OC. 1, 435; GW. HA, 130). 2, De contenidos psiquicos puntueimente auropercibidos y directamence actualizados Podelamos decir en primer higar —semtin ya hemos visto— que en términos tépicos los contenidos psiquicos tanco del Inconsciente como del preconsciente y del consciente son los mismos. Desde este punto de vista, la diferencia se establece precisemente por su situacién dinmica respecto al fendmeno de fe conciencia. Dicho de otra forme, la diferencie es puramente dinkmica; esto €s, todo depende de que tales contenidos se encuentren dinémicamente reprimidos —commpletamente diso- ciados de la conciencia—, simplemente swprimidos —coyuntu- ralmente alejados de a misma— o puntualmente axtopercibidor: momenténeamente focalizados o actualizados por el foco de la atenciéa, Pero, para que un contenido pase del nivel incoasciente al preconsciente y de éste al consciente, es necesario —entre otros facrores de los que hablaremos en el siguiente aparcado— que dichos contenidos se vean afectados diferencialmente por las car- gas energéticas del investimento pulsional. Con este planteamiento nos eolocamos dentro de Is teemi- ologia energerista que Fread introduce —aunqueallf« nivel escrictamente neurofisioldgico— en su Proyecto de wna psico logis pare neurélogor. De momento podemos aclacac que el empleo de los téeminos sinvestir, ecatectizara 0 «carger> es tun simple problema de maciz de tradueciones. Freud empled tun solo céernino: Besetzang (carga) 0 su forma verbal beset- 232 guinds osomente de erriculaci: dascripcidn epics sea A partir de la Standard Edition se empled el réemino biebaro de wcatexins> y el codavia mis Barbaro de wcacectizat inns tarde se utilis el mis digeet de ecargaw y ecacget, ¥ Setualmente —ea ambientes psicolbgicns— se suele emplesr tl de sinvestimiensys. Subee este iltimn eérmninn —sustantvo Sel verbo intestir— se hacen cada vex mis usuales el empleo de formas compuestas tales como «conceainvestim edesinves- tio» y esobeeiovestion Utilizando Is ceferida terminologia energetista, podemos establecer, pues, la siguiente macizacibn diferencial entre la situa cin energética de cada uno de los tres sistemas. — Comenzando, en efecto, por el inconsciente, habremos de decit que los contenidos alli alojados se hallan —cual corresponde a rodo contenido reprimido— enésgicemente contrainvestidor. © 10 que es lo mismo, dindenicamente frenados por la censura en su natural rendencia a emerger hacia los planos preconsciente-consciente, «eNccesicarlamos, pues, aqut de otco proceso que en cl primer caso mearaviese [a cepresion, y en cl Segundo, cuidase de constituira y conseevarla; proceso ue ao podernos hallar sino admitiendo uoa contra Zlrge par medio de la cual se prorege el sistema Prec. ‘onura la peesi6n dela idea incoascente.» (O.C Il, 2069). — Por lo que al sisteme preconsciente se reflere, digamos que los contenidos alli supuestos desde el punto de vista: tépico se hallarian, desde esta otra peespectiva energética, simplemente investidos. Es decir, prestos a ser focalizados para emerger al plano de ia conciencia. — Respecto al plano de lo consciente —que ahora nos ocupa—, aftadamos finalmente que los contenidos psiqui- cos, puntualmeate alli ectualizados por el foco de Ia aten- ‘ién, se verin energéticamente sobreinvestidos, Esto equivale a decir que tales contenidos serin momenténes- mente objeto de una particular cargs energética que les habré de permitir franquear, en diceccién a la conciencia, la mis débil bacrera existence enere ambos sisternas «Experimentamos enconces li impresiga de que cambida el paso de lo preconscience 3 la corgs de te 233 Descripeiones freedianas de aparato paiquice coociencia se halla ligado a uns ceasura andlogs ala feniscente entee fnc. y Pree, También esta censica comien2a a partir de certo limite cuanticativo {einer (0C.1.710), Por ello, ceferirse al proceso primario va.a equivaler siempre a hablar del primero de los sistemas o sistema inconsciente y, mis exactamence, al funcionamiento de los contenidos psiquicos que se alojan en este sistema inconsciente. Por su parte, al refe- rienos al proceso secundario vamos a aludie al funcionamiento del sistema preconscieate y por extensién al del sistema consciente; a estos dos uiltimos sistemas Freud se refiere cuando, en un princi- pio, habla del «segundo sistema», refiriéadose mas adelante ya ‘explicitamente al sistema preconsciente-consciente Fiasta aqui hemos seguide Fieheue el esquema det api- 120 psiquicn los dos sistemas indicados proceso primaeio y secundario~ son el germen de aquello que con le cenomins cién de Inc. y Prec. sitvamos en el aparato completamente desurrollado.» (O.C. I, 708) Y mis edelaate, ea Lo inconscience de 1915, Freud va a tani los dos siseemas preconscientes, y conscience, separéedo- 4os conjuncemente por Ia efrontera de la epresion» del sis. ‘ema inconsciente, con les siguientes palabras «Hemos llegado 2 Is conclusién de que la represion (die Vordrimgangi es un proceso que reca sobte ideas y se desarra. Neen ia frontera (am der Grenze) entre los sistemas Inc. 7 (Prec )-Ce (der Syrseme Ube wd Vbu/ Burj)» (OC 1, 206%, GW. X, 279), Desde el punto de vista de este auevo descubrimiento frex- diano de la primers i6pica relativo a los procesos psiquicos, la linea divisoria, pues, entre consciente y preconsciente se diluye ‘tin més, puesto que los contenidos de ambos sistemas estin egidos por las mismas leyes de funcionamiento: las del proceso secundaria. Coro contrapartida, sin embargo, cobra una mas éefinitiva imporcancia la (cf. O.C. 1, 213). rcic deta Harada openda tpn una ver que al = defiga a estancia superyoiesrexpontble de ta meralida Sfucemos un cece pronipi el principio del deer Enea primers topos in esr, 20 exec rosvi. caramente TEietdo como cal exe concep Por ell, si queen set Shem con nussro ero hstbrichercko no deberc So tabla codavia de spor poy en cro sei, ni sguers ope eso, pseu que tnbos poss estén ya implica. tment apuntidon como en si momento veremor~ £0 ett Pera coneapealnan spe de spar plguc, En este sentido, Freud mismo va 2 sefalar hacia el final de suvida ea «Moisés yel monoteismos que la estructursciéa del wper-yo viene a complicar mis la sieuacioa frustrance del jndividuo. Al principio, el sujeco no cenla més que un mocivo de frusteacién frente a sus impolsos hacia ¢l placer: le zealided. Con la incocporacién del super-yo, Frenando también el pro- cero primar, el macivo de frasteacin se duplica. “Desde este momento —nos dice Freud—, antes de pone ce0 pelctica la satisfaccibn instincive exigia pore! ella, el yo n0 s6lo debe tomar en considersci6a los peligros del mundo exte- Flor, sino también et veto del Super-Yo, de manera que,hallars ‘ain mis modvos paca abstenerse de aquella satisfaccin» (OC Mi, 331! 2, Disociaciéa entre cepresentaciin y afecto vs. unién enere ambos tipos de contenidos psiquicos Si bien, como ldgicamence cabria esperar, representacién ¥ afecto deberian marchar parejas, es decir, a toda represencacisn deberia corresponder un afecto adecuado y viceversa, esto sélo ‘ocurre cuando el individuo ha logrado estracturar edecuadamente 2 2 egundo momenco de acticulacidn: deseripeién tOpica Su proceso secindario. Sélo entonces, por ejemplo, ante wi situaciéa de peligro real se siente miedo; ance un ser querido, carifio; ante un hecho o recuerdo doloroso, cristeza. El proceso primario, sin embargo, se caracteriza por lo contrario: en él representacién y afecto marchan «separados» «Cuando en una persona de disposiciSa nerviosa ~dice Freud en Las nesropsicosis de defensa de 1894, excluyendo, or razones que posteriormente veremos,el caso dela conver. sin histérici— no existe la apeitud a la conversign, y €5, 92 cobscaate, emprendida pera rechazae Una represencacidn into- lecuble (sur Abwebr einer uner triglichen Vorstellang) ia separucia de la misina (aie Trenaung devrelben) desu alecta ‘von ibrem Affott) concomitzate, este afecto tiene que per snanecer exissiendo on fo priguico. La eepeesentacin asi debi litada queda apactada de tods asociacibn en la coaciencia, pero 0 des anido libre re udbiere otras reprevensaciones no intolerables en st. a Laz que este “falto enlace” convierte en representaciones obvesivus. Esta es, en pocas palabras, la teoria psicolégica de ls reptesencaciones obsesivas y las Fabia, 2 la sue ludinws al inicige ef presence esmadio» (OC. 1, 1725 GW.1,65) El afecto como wenergia libre» puede, pues, investir indistis camence cualquier tipo de representacién. Es frecuente, por ello, que el iodividuo —como 2 veces sucede en el aiio o en esquizofrénico— ance una situacién de peligro real reacciones de forma impavida; ante un ser querido, con fuerte agresividad; o ante un hecho doloroso, con grandes risas de comicidad. sPor medio de la cransferencia libre —dice Freud en La inserpretacién de los suenor— de la intensidades (afectos) en favor de la condensacién queden consttuidas representa: cones intermedias equivalences a craasecciones (..) Esto e¢ alge inaudito en el eurso aoemal de ls representaciones,en el ‘que se traca, sobre codo. de la eleceién v conservacién del ver- Gadero elemento de repeesentacién» (O.C. I, 706), Como responsables directos de estos procesos disociativos entre «representaciéns y «afecto», Freud escudia en Li interpre. sacién de los sneitos principalmente los mecanismos de desphu samiento y condensacién. A ceavés del anilisis de sucesivos fendmenos oniricos, el maestro vienés compruebs que decermi- nadas percepciones, experiencias emocionales. fantasias, ec..que 243, Descripciones freudianas de apararo psiquice Fo deberian producirnos determinados sentimientos, nos provocan = Sorprendencemente sentimientos de indiferencia 0 absoluca~ ence contrarios al cardcter de la representacién @ la que acompafian. Los pensemicnes concedicrocis —seiala Freud en ef article B) det capiealo VI deka interprevaion de fos inne ede iso qe pcan oe estos pen juntos, como ai no exguers contain Eiguna « costes en products de cnsensncbn,ofsraa transacciones que a0 perdonaiaos rcs nuestro pense mento deepieio, auoque muchas veces ls acepeimos ef es: gros aes» (OCT, 707) sentacién, pueden ser cransferidos, por me cién a otra. «Pero vemos claramente que las condenseciones de repre sencaciones y las formaciones incermedias y transaccioneles consticuyen un escorbo para alcanzar este fin de la ideniad; sustiruyendo una cepresentacién a otra, desvian el camino que pactia de la primers» (O.C. 1, 710), ciones— puede corresponderle un mismo ¢ idéntico afecto. La intensidad de las diverses representaciones —sefala Freud en su capitulo VII— se hacen, en su roralidad, suscepti bles de decivaci6n y pasan de una representacidn’a Ia otra, fotmandose asi algunas represenraciones provistas de gran, 244 De este modo, en los suefios podemos sentir miedo ance siteaciones anodinas, serenidad ante situaciones de peligeo 0 la mis absoluta indiferencia frente a situaciones verdaderamente entraSables, Es decir, decerminados afectos, precisamente porque estin libres» y 20 ligedos» a ningin cpo especifico de repre: lel mecanismo de desplazamiento, a representaciones que no les corzesponden en absoluco. Dicho mecanismo se consciruye asi en el ultimo respon- sable de que un afecto pueda ser transferido de una tepresenta- Pero todavia puede darse otro tipo de disocisci6n entre erepresentacign> y

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