El planteamiento central del autor es la aprobación de la constitución por parte de la
ciudadanía, a partir de la relación con la democracia, siendo esto lo que permite el ejercicio de los deberes y derechos ciudadanos. Se sabe cuáles son los derechos y deberes propios y se exige y se vela por el cumplimiento de estos, pero son muy pocas las veces en las que se muestran interés por los derechos de otros y que se refleje lo que hemos visto durante las últimas clases como una ciudadanía activa y es precisamente esto lo que recalca el autor. No es simplemente saber qué es lo que nos corresponde, sino ser conscientes de cómo es el mecanismo del que hacen partes los ciudadanos, es comprender la democracia y darle la importancia que esta tiene dentro de un estado democrático, puesto que es esencial no solo conocer el papel de la política sino, más aún, el papel de la democracia que no se reduce simplemente a ejercer el derecho a votar y elegir los representantes. Se debe ir más allá de conocer cosas superficiales sobre que es la democracia y es la comprensión de esta la que permitirá que los derechos y deberes no sean simplemente palabras estipuladas en la constitución, se debe apersonarse de lo que nos concierne como ciudadanos y materializar los deberes y derechos no solo propios sino también colectivos. Al la Constitución establecer que “En todas las instituciones de educación, oficiales o privadas, serán obligatorios el estudio de la Constitución y la instrucción cívica”, nos demuestra una vez mas la importancia de que los ciudadanos sean consientes de que es lo que reciben y deben dar como ciudadanos y mas allá de una obligación o algo que se está estipulando es saber y ser consciente de la participación que se tiene en el Estado y buscar así el mejoramiento no propio sino de una sociedad.