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2 Derechos Humanos Garantizados, objeto de protección del


Juicio de Amparo.
Los derechos humanos como derechos inherentes a la persona humana, por el sólo hecho de
serlo, han adoptado diversos puntos de vista, desde ser considerados como parte del
iusnaturalismo o del positivismo; aunque un Estado no los regule se tienen por entendidos
tales derechos; otro punto de vista de que el Estado los tiene que reconocer para que tengan
efectividad.
Estos derechos empezaron a tener mayor trascendencia a partir del término de la Segunda
Guerra Mundial, cuando se realizaron acuerdos entre las diversas naciones en los que
establecieron que los actos perpetrados por los nazis en contra del pueblo judío no podían
volver a suceder.

Pero tales derechos son del orden jurídico porque se tienen que establecer en normas para
hacerse efectivos desde los acuerdos que revisten forma de tratados entre las potencias que
se comprometen a respetarlos y al adoptar las normas de derecho internacional en el ámbito
interno, es por ello que se tienen que positivizar, porque el sólo hecho de que se diga que
existen no sería suficiente para respetarlas.

Por ser del orden jurídico se entiende que se necesitan llevar ante instancias
gubernamentales de acuerdo a lo que establece la ley, que indica que el más común
instrumento es de carácter jurisdiccional para hacer respetar un derecho y por ello se
necesita de un proceso que esté destinado a resguardar el derecho humano en cuestión en el
ámbito interno, donde primeramente se lleva a cabo la posible violación.

Es en el derecho inglés en donde podemos encontrar los primeros antecedentes de algo


relativo a los derechos humanos, porque en la Carta Magna se establecieron derechos que si
bien no eran para todas las personas, sí fue un gran avance que un pueblo estableciera
ciertas restricciones a la autoridad del rey, entre ellos el de audiencia.

El artículo 39 de la Carta establecía: “Ningún hombre libre podrá ser detenido o


encarcelado o privado de sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni
desterrado o privado de su rango de cualquier otra forma, ni usaremos de la fuerza contra él
ni enviaremos a otros que lo hagan, sino en virtud de sentencia judicial de sus pares y con
arreglo a la ley del reino”.
Claramente se ve que la redacción se parece al actual artículo 14 constitucional y que ya
daba la idea de que tenía que haber un recurso interpuesto ante un juez para proteger ese
derecho otorgado en la carta.

También se considera como antecedente la revisión judicial de los Estados Unidos, en el


que autores como Mariano Otero y Manuel Crescencio Rejón, a través de la obra de
Tocqueville, conocieron cómo funcionaba en el país del Norte el control constitucional que
más tarde mejoraron en los distintos proyectos que elaboraron.
Es por ello, que inspirados por la Declaración Francesa, los constituyentes del 57
plasmaron los derechos del hombre en la Constitución por la visión individualista que
imperaba en la época y porque fue aquí que el Poder Judicial empezó a ser el revisor de los
actos contrarios a la Constitución a través del juicio de amparo como protector de tales
derechos.

Ya en la Constitución de 1917, consolidado el amparo como protector de los derechos


fundamentales que se les denominó garantías individuales, como una novedad se
instauraron los derechos sociales que vinieron a complementar los ya anteriormente
establecidos. Se podría decir que en la Constitución de 57 imperaron los derechos civiles y
en la del 17, además de los civiles, los sociales vinieron a ser el complemento de expandir
tales derechos humanos siempre protegidos por el juicio de amparo.

Al consagrarse esta parte dogmática se estableció al juicio de amparo como el protector de


esos derechos, pero la crítica que siempre se le hizo a la redacción de los constituyentes fue
la de denominarlos como garantías individuales ya que el concepto garantía se refiere al
instrumento por el cual se asegura el cumplimiento de un derecho, pudiendo decir que fue
un error de técnica legislativa la adopción de tal terminología para designar a los derechos
fundamentales.

Al respecto comenta Felipe Tena Ramírez que:

La parte de la Constitución que trata de los derechos fundamentales del hombre, recibe el
nombre de dogmática. Nuestra Constitución designa tales derechos con el nombre de
garantías individuales, denominación impropia, según lo advirtió Montiel y Duarte, puesto
que una cosa son los “derechos individuales” que la Constitución enumera, y otra la
“garantía” de esos derechos, que en México reside en el juicio de amparo.

Entonces vemos cómo desde ese entonces ya los juristas mexicanos se daban cuenta de la
diferencia entre derecho y garantía, temática que hoy en día con la creación del derecho
procesal constitucional vuelve a tener relevancia para determinar una adecuada técnica
jurídica.

Entonces vemos cómo desde ese entonces ya los juristas mexicanos se daban cuenta de la
diferencia entre derecho y garantía, temática que hoy en día con la creación del derecho
procesal constitucional vuelve a tener relevancia para determinar una adecuada técnica
jurídica.

Es pues el juicio de amparo el instrumento jurídico por el cual se busca hacer efectivo el
derecho fundamental violado, siendo ésa su teleología, el cual es un instrumento al servicio
de la persona y que su radio de protección se extiende tanto a leyes como a actos.

El amparo es un juicio o proceso que se inicia por la acción que ejercita cualquier
gobernado ante los órganos jurisdiccionales federales contra todo acto de autoridad (lato
sensu) que le causa un agravio en su esfera jurídica y que considere contrario a la
Constitución, teniendo por objeto invalidar dicho acto o despojarlo de su eficacia por su
inconstitucionalidad o ilegalidad en el caso concreto que lo origine.

La extensión del amparo en su ámbito protector lo hace un instrumento que resguarda los
derechos de igualdad, libertad, seguridad jurídica y propiedad que son los derechos
tradicionales en que se dividen; es el amparo en nuestro país el que se encarga de
asegurarlos, porque una virtud que le han dado todos los tratadistas es que el amparo es un
juicio que protege todos los derechos antes mencionados y no como en otros países que son
procesos separados, por ejemplo, el hábeas corpus que sólo se encarga de proteger la
libertad.

Al violarse el derecho le compete al Poder Judicial federal, que es el que se encarga de


conocer de estos juicios, el que tiene que resolver si el derecho alegado fue violado o no y
es por ello que el amparo es un control de la constitucionalidad, ya que al protegerse el
derecho fundamental se protege también a la Constitución. Si bien es cierto ha habido
muchos debates de que el amparo sólo protege la Constitución indirectamente, otros alegan
que es un instrumento de protección directa de la misma; lo cierto es que es un juicio que
busca proteger los derechos fundamentales de las personas.

He venido comentando que el amparo protege los derechos fundamentales, ya que según la
doctrina éstos son los que están consagrados en la Constitución, pues cuando no están
positivizados, se ha dicho que son derechos humanos simplemente porque aún no son
reconocidos en el país que los adopta; por ello es importante, para que se respete en el
ámbito interno, que un derecho esté previsto en la legislación nacional y así las autoridades
lo garanticen.

Burgoa nos dice que los derechos humanos “se traducen en imperativos éticos emanados de
la naturaleza del hombre que se traducen en el respeto a su vida, dignidad y libertad en su
dimensión de persona o ente autoteleológico”.4 La mayoría tiene la misma concepción de
los derechos humanos: que son propios del hombre por el hecho de serlo y que, de acuerdo
a la época, van creándose nuevos derechos tal y como ha acontecido.

Ésa es la concepción del derecho humano en general, pero lo importante, desde mi punto de
vista, es al momento en que cada Estado reconoce tales derechos para su legislación
interna, que es cuando se hace respetar y que el Estado tiene obligación de garantizarlos.

Ignacio Burgoa comenta que “las garantías individuales [ahora denominados derechos
humanos en la Constitución] equivalen a la consagración jurídico-positiva de esos
elementos, en el sentido de investirlos de obligatoriedad e imperatividad para atribuirles
respetabilidad por parte de las autoridades estatales y del Estado mismo”.
Es aquí cuando entra en juego el juicio de amparo que se consagra para ser el protector de
dichos derechos siendo la garantía jurídica procesal que nuestra Constitución establece para
la mayor parte de los derechos.

A excepción de los derechos políticos que tienen otra garantía por la cual se defienden, ya
que una excepción al juicio de amparo es la materia electoral. Debido a distintas
recomendaciones a nivel internacional de que en México no había una garantía para
proteger los derechos políticos, fue que se crearon otras garantías para tutelar éstos, porque
el amparo no se extendía a protegerlos y se necesitaba una forma de asegurarlos.

Concepto de “Amparo”, según Fix-Zamudio, debe ser asociado con la tutela de los
derechos humanos.

EL JUICIO DE AMPARO
En el Estado mexicano se creo el juicio de amparo encomendado a la protección y los
restablecimientos de los derechos humanos en aquellos casos en que se vean violados por
una autoridad estatal en perjuicio de algún gobernado.

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