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Pero tales derechos son del orden jurídico porque se tienen que establecer en normas para
hacerse efectivos desde los acuerdos que revisten forma de tratados entre las potencias que
se comprometen a respetarlos y al adoptar las normas de derecho internacional en el ámbito
interno, es por ello que se tienen que positivizar, porque el sólo hecho de que se diga que
existen no sería suficiente para respetarlas.
Por ser del orden jurídico se entiende que se necesitan llevar ante instancias
gubernamentales de acuerdo a lo que establece la ley, que indica que el más común
instrumento es de carácter jurisdiccional para hacer respetar un derecho y por ello se
necesita de un proceso que esté destinado a resguardar el derecho humano en cuestión en el
ámbito interno, donde primeramente se lleva a cabo la posible violación.
La parte de la Constitución que trata de los derechos fundamentales del hombre, recibe el
nombre de dogmática. Nuestra Constitución designa tales derechos con el nombre de
garantías individuales, denominación impropia, según lo advirtió Montiel y Duarte, puesto
que una cosa son los “derechos individuales” que la Constitución enumera, y otra la
“garantía” de esos derechos, que en México reside en el juicio de amparo.
Entonces vemos cómo desde ese entonces ya los juristas mexicanos se daban cuenta de la
diferencia entre derecho y garantía, temática que hoy en día con la creación del derecho
procesal constitucional vuelve a tener relevancia para determinar una adecuada técnica
jurídica.
Entonces vemos cómo desde ese entonces ya los juristas mexicanos se daban cuenta de la
diferencia entre derecho y garantía, temática que hoy en día con la creación del derecho
procesal constitucional vuelve a tener relevancia para determinar una adecuada técnica
jurídica.
Es pues el juicio de amparo el instrumento jurídico por el cual se busca hacer efectivo el
derecho fundamental violado, siendo ésa su teleología, el cual es un instrumento al servicio
de la persona y que su radio de protección se extiende tanto a leyes como a actos.
El amparo es un juicio o proceso que se inicia por la acción que ejercita cualquier
gobernado ante los órganos jurisdiccionales federales contra todo acto de autoridad (lato
sensu) que le causa un agravio en su esfera jurídica y que considere contrario a la
Constitución, teniendo por objeto invalidar dicho acto o despojarlo de su eficacia por su
inconstitucionalidad o ilegalidad en el caso concreto que lo origine.
La extensión del amparo en su ámbito protector lo hace un instrumento que resguarda los
derechos de igualdad, libertad, seguridad jurídica y propiedad que son los derechos
tradicionales en que se dividen; es el amparo en nuestro país el que se encarga de
asegurarlos, porque una virtud que le han dado todos los tratadistas es que el amparo es un
juicio que protege todos los derechos antes mencionados y no como en otros países que son
procesos separados, por ejemplo, el hábeas corpus que sólo se encarga de proteger la
libertad.
He venido comentando que el amparo protege los derechos fundamentales, ya que según la
doctrina éstos son los que están consagrados en la Constitución, pues cuando no están
positivizados, se ha dicho que son derechos humanos simplemente porque aún no son
reconocidos en el país que los adopta; por ello es importante, para que se respete en el
ámbito interno, que un derecho esté previsto en la legislación nacional y así las autoridades
lo garanticen.
Burgoa nos dice que los derechos humanos “se traducen en imperativos éticos emanados de
la naturaleza del hombre que se traducen en el respeto a su vida, dignidad y libertad en su
dimensión de persona o ente autoteleológico”.4 La mayoría tiene la misma concepción de
los derechos humanos: que son propios del hombre por el hecho de serlo y que, de acuerdo
a la época, van creándose nuevos derechos tal y como ha acontecido.
Ésa es la concepción del derecho humano en general, pero lo importante, desde mi punto de
vista, es al momento en que cada Estado reconoce tales derechos para su legislación
interna, que es cuando se hace respetar y que el Estado tiene obligación de garantizarlos.
Ignacio Burgoa comenta que “las garantías individuales [ahora denominados derechos
humanos en la Constitución] equivalen a la consagración jurídico-positiva de esos
elementos, en el sentido de investirlos de obligatoriedad e imperatividad para atribuirles
respetabilidad por parte de las autoridades estatales y del Estado mismo”.
Es aquí cuando entra en juego el juicio de amparo que se consagra para ser el protector de
dichos derechos siendo la garantía jurídica procesal que nuestra Constitución establece para
la mayor parte de los derechos.
A excepción de los derechos políticos que tienen otra garantía por la cual se defienden, ya
que una excepción al juicio de amparo es la materia electoral. Debido a distintas
recomendaciones a nivel internacional de que en México no había una garantía para
proteger los derechos políticos, fue que se crearon otras garantías para tutelar éstos, porque
el amparo no se extendía a protegerlos y se necesitaba una forma de asegurarlos.
Concepto de “Amparo”, según Fix-Zamudio, debe ser asociado con la tutela de los
derechos humanos.
EL JUICIO DE AMPARO
En el Estado mexicano se creo el juicio de amparo encomendado a la protección y los
restablecimientos de los derechos humanos en aquellos casos en que se vean violados por
una autoridad estatal en perjuicio de algún gobernado.