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KÜNG, HANS - Vida Eterna, Respuesta Al Interrogante de La Vida (OCR) (Por Ganz1912)
KÜNG, HANS - Vida Eterna, Respuesta Al Interrogante de La Vida (OCR) (Por Ganz1912)
KÜNG, HANS - Vida Eterna, Respuesta Al Interrogante de La Vida (OCR) (Por Ganz1912)
SER CRISTIANO
4.a ed. 765 págs.
E L DESAFIO CRISTIANO
Edición abreviada de «Ser cristiano»
420 págs.
¿E X IST E DIOS?
RESPUESTA AL PROBLEMA DE DIOS EN NUESTRO TIEMPO
4.a ed. 976 págs.
¿VIDA ETERNA?
Respuesta al gran interrogante
de la vida humana
EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32
MADRID
Título original
EW IG ESLEBEN f
Antwort auf eine Grundfrage
menschlicher Existenz
Munich, 1982
Traducción de
J. M.a Bravo Navalpotro
g a n zl912
© Copyright Profesor Hans Küng
© Copyright para lengua española en
Ediciones Cristiandad, Madrid 1983
ISBN: 74-7057-335-7
Depósito legal: M. 17.071.—1983
Printed in Spain
Fotocomposición: Grafilia. - Pajaritos, 19. - Madrid
Impresión: Artes Gráficas Benzal. - Virtudes, 7. - Madrid
g an zl912
CO NTENIDO
P rólogo................................................................................................. 11
A. E L H O R IZ O N T E
B. LA E SPER A N Z A
C. C O N S E C U E N C IA S
2. ¿Abolición de la muerte?
3. Experiencias de moribundos
nuncio de las cosas del más allá para los hombres y le invi
taron a que oyera y contemplara cuanto había en aquel lu
gar. Y así vio cómo las almas, después de haber escuchado
su correspondiente sentencia, se marchaban por una de las
aberturas al cielo (lado derecho) y por otra a la tierra (lado
izquierdo); y cómo por las otras dos aberturas junto a estas
primeras salían más almas: las de la abertura de la tierra,
almas llenas de suciedad y polvo; las de la abertura del
cielo, almas limpias, muy distintas a las otras. Y las almas
que iban llegando parecían venir de un largo viaje y llega
ban muy contentas a la conocida pradera y acampaban
como para una asamblea festiva. Las que se conocían se sa
ludaban unas a otras, y las que venían de la tierra se infor
maban de las otras sobre las cosas del más allá, y las que
venían del cielo preguntaban a las otras cómo les había ido
a ellas. Y las unas informaban a las otras, las de la tierra en
tre gemidos y llantos, recordando cuántos y cuán grandes
sufrimientos y visiones habían tenido en su peregrinar bajo
la tierra (peregrinación que había durado mil años); las que
venían del cielo hablaban de su bienaventuranza y de las in
descriptibles bellezas que habían visto».
Esto no es un informe de una clínica de moribundos de
los años ochenta, sino la historia de un hombre llamado Er,
descrita por Platón hace casi 2500 años en el libro X de «La
república»17. Parece, pues, que el deseo y la curiosidad de
saber lo que nos espera «al otro lado» son casi tan viejos
como nuestra civilización, dando por supuesto, natural
mente, que lo que nosotros llamamos «más allá» —desde la
perspectiva del «más acá»— existe. Y lo que Platón describe
como «lugar maravilloso», como encuentro con el juez y
con las almas de otros hombres (descripciones semejantes
las podemos encontrar en narraciones más antiguas de
Egipto y la India) parece coincidir sorprendentemente con
no pocos informes de pacientes y médicos de hoy.
a) Los primeros informes que causaron sensación
mundial fueron las «entrevistas con moribundos», publi
cadas por la profesora de psiquiatría Elisabeth Kübler-Ross
2
34 ¿Es morir entrar en la luz?
diante las cuales se cree que habla un espíritu. Otra de ellas es la de mo
ver la mesa, y se cree que los golpes de la mesa traen mensajes de otro
mundo, del mundo de los espíritus. Todos estos “ mensajes” tienen
causas completamente naturales. Son procesos mentales infraconscientes,
no perceptibles, que se expresan de esa manera y son luego interpretados
como espíritus. A la ciencia crítica le es imposible demostrar que tales
noticias vengan del más allá». Preguntado luego sobre la necesidad que
mucha gente siente de tales contactos con el más allá, responde Bender:
«Sí; naturalmente hay un anhelo de salvación, que se ve acrecentado por
la inseguridad del tiempo en que vivimos, por las crecientes amenazas,
por los horrorosos medios de destrucción actuales. Por ejemplo, al temor
de una aniquilación atómica del mundo subyace el deseo de entrar repen
tinamente en contacto por vías espiritistas con seres planetarios, con
seres moralmente superiores, que disponen de técnicas más perfectas y
están a punto de intervenir en cuanto aquí abajo ocurra algo terrible. Es,
por tanto, un anhelo de salvación, también inseguridad, necesidad de
protección y —cosa también muy importante— un “ no-sentirse-ya-in-
terpelado” por la religión, o sea, una huida a lo pseudo-místico. Natural
mente, también se debe examinar otro aspecto: Esas gentes que hacen de
“médiums”, de intermediarios, ¿qué motivos tienen? De seguro que entre
ellos no faltan personas colmadas de sentimientos humanitarios, que ex
perimentan una exigencia misionaría. Pero también hay quienes preten
den hacer valer su ansia de poder» (p. 238s). Como complemento, cf.
también H. Kanut, Das Testament des Bósen. Kulte, Morde, Schwarze
Messen - Heimliches und Unheimliches aus dem Untergrund (Stuttgart-
Degerloch 31979).
38 ¿Es morir entrar en la luz ?
6. ¿ Qué es la muerte?
La expresión «muerte clínica» (medical Death), que
Moody y los otros suelen utilizar, es probablemente muy
científica, pero en este contexto no hace más que crear con
fusión. El problema que aquí se plantea no es, en definitiva,
de carácter semántico: ¿Cómo se define la muerte? No se
puede describir simplemente como la cesación irreversible
de todas las funciones vitales. Pues ¿cómo se determina
esto? ¿ Cuándo sobreviene la muerte?
Durante mucho tiempo se ha creído posible diagnosticar
la muerte con toda facilidad. En cuanto cesaban todos los
signos vitales, sobre todo el latido del corazón y la activi
dad respiratoria, una persona se consideraba comúnmente
muerta. Pero que estos indicios eran evidentemente impre-
44 ¿ Es morir entrar en la luz ?
44 Ibid.
Tres conclusiones importantes 47
3
66 El más allá, ¿proyección de un deseo f
39 Ibid.
40 J. P. Sartre, Les Mots (París 1964); trad. alem.: Die Worter (Rein-
bek 41969).
80 El más allá, ¿proyección de un deseo?
7. La disyuntiva
Resumiendo, espero que en esta segunda lección haya
quedado claro que nuestro interrogante no solamente^ es
una cuestión abierta, como se concluía de la discusión de
los datos médicos en la primera lección, sino también,
41 Loe. cit., 144. — 7*i2Loc. cit., 151. — 43 Loe. cit., 152.
L a disyuntiva 81
1. El gran «quizás»
9. Alternativas
54
1 Pe 3, 15.
B. L A E SP E R A N Z A
IV
iR E S U R R E C C I O N D E L O S M U E R T O S !
5 G. B. Shaw, The Black Girl irt Search o f God and Some Lesser
Tales (Londres 1934); versión alemana: Ein Negermadchen sucht Gott
(Francfort 1948).
6 Cf. N. Lohfink, Kohelet (Würzburgo 1980) 11; para la interpreta
ción, además de Lohfink, cf. también A. Lauha, Kohelet (Neukirchen-
Vluyn 1978) y F. J. Flungs, Ist das Leben sinnlos? Bibelarbeit mit dem
Buch Kehelet (Prediger) (Zurich-Colonia 1980).
7 B. Lang, Ist der Mensch hilflos? (Zurich-Einsiedeln-Colonia 1979).
¿ Toáoslos caminos acaban en la tumba? 141
18 Sal 16, lOs (salvación de un peligro de muerte); Sal 73, 25ss (comu
nidad con Yahvé en el más allá); Job 19, 25-27 (Job quiere ver a Yahvé
mientras viva); Is 53,10 (el siervo de Yahvé, ajusticiado, verá su descen
dencia).
148 ¿Resurrección de los muertos?
19 Dn 12.1-3.
Lospnm eros documentos 149
21 2 Mac 7,6.
22 Dt 32,36.
23 2 Mac 7,9.
24 2 Mac 7.11.
Los primeros documentos 151
25 2 Mac 7,14.
26 2 Mac 7,23.
27 2 Mac 7,29s.
152 ¿Resurrección de los muertos?
7. Jesús y su muerte
32. Me 9,1 par; 13,30 par; Mt 10,23. Con razón dice J. Blank en su
libro Der Jesús des Evangeliums (Munich 1981): «Que Jesús anuncie un
mensaje escatológico no indica nada especial, sino que inconfundible-
158 ¿Resurrección de los muertos?
33 Is 53.
162 ¿Resurrección de los muertos?
1. Los apócrifos
4 Me 16. 1-8.
Evoluciones e implicaciones 171
3. Evoluciones e implicaciones
8. La resurrección hoy
7 Le 24, 51.
206 Entre el cielo y el infierno
8 Hch 1, 7s.
9 Hch 1, 11; cf., además de anteriores trabajos de E. Schweizer y
W. Thüsing, sobre todo G. Lohfink, Die Himmelfahrt ]esu. Untersu-
chungen zu den Himmelfahrts- und Erhóhungstexten bei Lukas (Mu
nich 1971); id., Die Himmelfahrt Jesu - Erfindung oder Erfahrung
(Stuttgart 1972).
Ascensión de Jesús al cielo 207
10 Hch 1, 3.
208 Entre el cielo y el inf ierno
11 Hch2, 36.
12 Cf. Rom 1, 37.
¿Descenso a los infiernosf 209
5. Problemas de la fe en el infierno
32 Denz 531. ^
33 Concilium Vaticanum II, «Constitutio de Ecclesia» (1964) art. 16.
220 Entre el cielo y el infierno
6. Jesús y el infierno
8
226 Entre el cielo y el infierno
42 H . Haag, Abschied vom Teufel (Einsiedeln 1969); íd., Vor dem 44 Denz 211; cf. también la condenación de Escoto Eriúgena, Denz
Bosen ratlos? (Munich-Zurich 1978); H. Haring, Die Macht des Bosen. 320-325.
Das Erbe Augustins (Zurich-Colonia-Gütersloh 1979). 45 Dante, La Divina Commedia, Inferno 3, 9.
43 Sobre esta frase de Goethe, cf. E. Spranger, Nemo contra Deum 46 Todo esto aparece convincente y claro en la obra del historiador
nisi Deus ipse, en Gesammelte Schriften, edit. por H. W. Bahr (Tubinga inglés D. P. Walker, The Decline of Hell. Seventeenth-Century Discus-
1974) IX, 315-331. sions of Eternal Torment (Chicago 1964).
228 Entre el cielo y el infierno
dio” y que este proceso “ no quedó cerrado en cierto modo hasta Tomás
de Aquino, esto es, en la Alta Edad Media” . Ahora bien, si el concepto
de alma no perteneció al “ lenguaje fundamental” de la fe ni en el N T ni
en la patrística, ni en la primera escolástica (al menos reflejamente) ni (in
discutido) en la Edad Moderna, es evidente que la continuidad del con
cepto no es tan grande como Ratzinger supone» (187s).
A la solución de Tomás de Aquino objeta Greshake con razón: «1)
Aunque el alma —según Tomás— es la única forma corporis, el cadáver
que resta después de la separación del alma en la muerte debe a su vez
tener una forma (o varias), forma que el alma despide de sí en el mo
mento de su partida. 2) El alma sobrevive a la separación. Pero en su
supervivencia no es persona humana, sino una parte del hombre (pars na-
turae) y por lo tanto, al subsistir lejos del cuerpo, permanece en un es
tado antinatural. Y para poder existir en tal estado antinatural (por ejem
plo, para poder realizar actos cognoscitivos sin corporalidad), las
funciones de la corporalidad deben ser suplidas milagrosamente por
Dios. 3) La inmortalidad del alma subsistente, que según Tomás le co
rresponde per se, naturaliter, choca fuertemente con la gratuidad de la re
surrección del cuerpo... Estas tres dificultades, en el fondo, resultan de la
concepción dualista de la relación alma-cuerpo que todavía sustenta
Tomás» (95s).
Encontrándose la discusión en una situación tan contradictoria den
tro de la misma teología católica, no faltarán observadores que se pre
gunten quién podrá —a tenor de los recientes documentos de la Congre
gación vaticana de la Fe— llamarse todavía «teólogo católico», aparte de
los de la misma Congregación de la Fe. Y una vez que el que ha defen
dido la interpretación «rigurosa» de la declaración de la Congregación de
la Fe se ha convertido en su Prefecto, es legítimo estar expectante res
pecto al curso ulterior del «proceso».
56 Se ha explicado cómo esta unidad es exigida tanto desde el punto
de vista bíblico-teológico como antropológico actual (aludiendo a las ex
posiciones de P. Althaus, W. Pannenberg, F. J. Nocke y W. Breuning).
Una buena panorámica histórica sobre el problema cuerpo-alma en rela
ción con la muerte desde Hipócrates, Platón y Aristóteles hasta el pre
sente puede encontrarse en la recopilación de textos de A. Flew, Body,
Mind and Death (Nueva York 1964). A este respecto también debería
tenerse en cuenta la nueva hipótesis de K. Popper y I. Eccles, The Self
and its Brain. An Argument for Interactionism (Heidelberg 1977); en ale
mán: Das Ich und sein Gehirn (Munich-Zurich 1982). Popper y Eccles
presentan la conciencia humana o el «yo» como la instancia superior del
hombre, que está por encima de su cerebro, en cuanto que interpreta,
controla e integra las informaciones provenientes del cerebro y a la vez,
234 Entre el cielo y el infierno
8. E l cielo de la fe
4. La represión de la muerte
Hoy en día se suele decir que el gran tabú de la actuali
dad ya no es la sexualidad, como en tiempos del joven
Freud en la mojigata Viena, sino el morir, la muerte. ¿Es
esto exacto? Considerándolo de cerca, la respuesta es doble:
a) ¿Se ha encontrado jamás alguna generación más
confrontada con la muerte que la nuestra? Aún están ante
nuestros ojos los millones de muertos que han causado la
Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración de
Hitler, el Archipiélago Gulag de Stalin y las bombas de Hi
roshima y Nagasaki. Y lo que cada día oímos en las noticias
y leemos en los periódicos sobre desgracias ocurridas en la
noche o el día anterior, se nos presenta cada tarde ante los
ojos en la televisión. ¡N o hay telediario sin muertos!
Muertos por indigencia o destrucción, por terrorismo o
guerra. Y no digamos todos esos muertos de ficción que
para nuestro entretenimiento se nos sirven en un sinnúmero
de series policíacas, películas del oeste, tragedias, secun
dando el texto de la ramosa canción de un spaghetti-wes-
tern de Sergio Leone: «Tócame la canción de la muerte»...
En una asamblea de la American Academy of Pediatrics en
L a represión de la muerte 263
6. Eutanasia pasiva
30 Cf. Joseph y Julia Quinlan con Phyllis Batelle, Karen Ann. The
Quinlans Tell Their Story (Nueva York 1977).
31 Que en un caso concreto, aun cuando directamente se rechace la
«intervención directa para poner fin a la vida», los límites entre «pasiva»
y «activa», entre «acción» y «omisión» son fluctuantes, se echa de ver
también en la Resolución de la Sociedad Alemana de Cirugía para el tra
tamiento de enfermos de muerte y moribundos: «Las medidas tomadas
para prolongar la vida pueden suspenderse en caso de enfermedad que
inmediata e irremediablemente lleva a la muerte, cuando las funciones vi
tales del sistema nervioso central, de la respiración, de la actividad car
díaca y de la circulación están gravemente dañadas y cuando la ruina ge
neral progresiva no puede detenerse o cuando hay infecciones
incontrolables. En tales casos el médico no debe tratar las nuevas compli
caciones más allá de la medida exigida por la aminoración del dolor. Lo
decisivo entonces es el alcance del deber de tratamiento médico, no la
clasificación legal de acción u omisión» (Diario «Frankfurter Allgemeine
Zeitung» del 26 de abril de 1979).
Eutanasia, ¿ también activa? 279
8. La muerte cristiana
3. ¿Reino de la libertad?
Los mismos marxistas han comenzado a someter a rigu
rosa crítica la combinación de marxismo y tecnocracia o
burocracia. Suceso por demás interesante y sorprendente:
ciertos neomarxistas recurren a Feuerbach, para —ahora a
la inversa— corregir desde él a Marx. Se comienza, en
efecto, a pensar que los elementos desatendidos por Marx
en Feuerbach podrían constituir un correctivo frente a un
marxismo totalitario y cada vez más tecnocrático14. De un
lado, Feuerbach da importancia a las fuerzas no racionales
del hombre, que Marx infravalora demasiado; el corazón, la
fantasía, el amor. Feuerbach hace más claro hincapié que
Marx en la sensibilidad y corporalidad del hombre, en la
importancia del tú y de la comunidad humana, todo ello
como presupuesto de una nueva sociedad y una nueva li
bertad. De otro lado, Feuerbach valora positivamente la na-
14 Cf. Á. Schmidt, Emanzipatorische Smnlichkeit. Ludwig Feuer-
bachs antropologischer Materialismus (Munich 1973); id., Erfordermsse
gegenwartiger Fcuerbach-I nterpretation, en Atheismus in der Diskussion.
Kontroversen um L. Feuerbach, edit. por H. Lubbe y H. M. Sass (Ma
guncia 1975) 166s.
¿Reino de la libertad? 301
os devolveremos agradecidos
nuestro silencio,
nuestra desesperación.
Y nos solidarizamos
con el malestar general3031.
Sí; vivir de otro modo: ¡vivir y no ser vividos, y eso
aquí y ahora! Mas con todas sus justificaciones concretas,
¿no es ésta una actitud cercana a la frustración? ¡Frustrada
como punto de partida y frustrada como punto de llegada!
¡Cuántos domicilios comunales, centros «autónomos» y
proyectos alternativos han vuelto a ser abandonados tras un
par de meses o de años, casi siempre por un proceso de au-
todesgarramiento de los grupos! Presiones típicas de la di
námica de grupos, estrecheces financieras, desilusiones con
ceptuales, la frustración, en suma, de la expectativa próxima
de felicidad y salvación explican el fracaso. Un fracaso, que
por lo general conduce a una nueva acomodación, a una
adaptación resignada o cínica y, a veces, a embarcarse en el
consumo de la droga o en el terrorismo político.
Otros intentan compensar este fracaso religiosamente,
llenando el vacío teórico y práctico con doctrinas salvíficas
sectarias o espiritualidades de origen oriental: «El fracaso
de la autoexaltación del hombre en el narcisismo ha robus
tecido el sentido de lo “numinoso”, como la llamaba C. G.
Jung, el ansia de ser agarrado por una fuerza superior, ex
terna, v ser incorporado en el entramado total de la crea
ción» . En no pocos casos, sin embargo, el proceso de
frustración ha desembocado en una autodestrucción inte
rior y en el intento de apearse definitivamente de este
mundo insoportable. He aquí un peligro que de ninguna
manera se debe minimizar.
13.000 intentos de suicidio de jóvenes al año (y reciente
mente también de niños) solamente en la República Federal
de Alemania constituyen una tremenda interpelación al
mundo de los adultos, que no tienen por qué extrañarse de
que muchos jóvenes, al grito de «happiness now» («felicidad
30 Th. Graf, Gruppe Olten, «Die Zürcher Unruhe», en «Integral. Das
Forum zur Auseinandersetzung Zwischen Ost und West» 6 (1981) 30.
31 K. Müller, Zeitgeist und Freiheit (vid. nota 29).
L a expectativa próxima secularizada 319
quería un sentido
y recibí una carrera,
quería esperanza
y recibí angustia,
quería cambiar
y recibí compasión,
quería vivir...32
Lo cual quiere decir que quien no entienda el movi
miento alternativo como un reto a la sociedad (y en con
creto a los adultos) para cambiar las condiciones que han
hecho posible el mismo movimiento alternativo (y el fra
caso de las alternativas en el suicidio), no ha entendido ab
solutamente nada de este proceso y sus graves consecuen
cias.
Pero a un mismo tiempo cabe preguntarse si el reto de
las alternativas no debería ser abarcado a su vez... por el
reto de una última, gran alternativa, si la cuestión del futuro
distinto aquí y ahora no debería afrontarse de otra manera,
desde la cuestión del futuro en general, del futuro absoluto.
Con lo que otra vez volvemos al principio: ¿Para qué es
tamos aquí en la tierra? ¿Para llegar un día al cielo?
1 Is 65, 17.
332 Fin del mundo y reino de Dios
2 Is 51, 6.
3 Ibid.
4 Mt 24, 6-8.29.
5 Mt 24, 43s.
6 Weltuntergangsgeschichten von Edgar Alian Poe bis Amo Schmidt.
Mit Weltuntergangszeicbnungen von Albrecbt Dúrer bis Roland Topor.
Kompiliert von Diogenes-Katastrophen-Kollektiv (Zurich 1975; edición
de bolsillo, Zurich 1981).
¿ Posible fin del mundo ? 333
44 1 Tim 6, 16.
45 1 Cor 2, 9.
358 Fin del mundo y reino de Dios
SI A LA VIDA ETERNA
Confianza o desconfianza
En suma