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Capilla Virgen de Lourdes

INVOCACIONES A LA PRECIOSA SANGRE


DE CRISTO

La solemne fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor


Jesucristo, instituida por Pío IX en agradecimiento de su retorno a
Roma en 1850 y elevada a rito doble de I clase por Pío XI en el XIX
centenario de la Redención (1933), se celebra el 1 de Julio. Una
Conmemoración de la Divina Sangre se hace también el viernes
después de la cuarta Domínica de Cuaresma. Para honrar el Precio de
nuestra Redención ofrecemos al Lector las “Invocaciones a la Preciosa
Sangre de Cristo” compuestas en 1947 por el Cardenal Adeodato
Piazza, carmelita descalzo, devotísimo a la Sangre de Cristo y
convencido que esta devoción podía ser (y en verdad lo es) un eficaz
remedio a las falsas teorías modernas que en la desenfrenada
búsqueda del placer llevan al hombre a evitar toda clase de sacrificio,
mas lo destruyen en el desahogo de las más monstruosas pasiones.
¡Sangre de Cristo, ten piedad de mí!
Sangre de Cristo, lavacro de redención, baño de salvación,
bautismo de pureza: restitúyeme la inocencia, la gracia y la
santidad.
Sangre de Cristo, precio del pecado: remite todas mis faltas,
cancela las culpas, resana las llagas, mortifica mis pasiones.
Sangre de Cristo, faro de suma virtud, invísteme de tu luz,
inflámame de tu ardor, transfórmame con tu fuerza, hazme
rico de tus méritos.
Sangre de Cristo, Tú que donas la divina gracia y eres prenda
de elección, de adoración, de inmortalidad: hazme sentir el
influjo del Pensamiento divino, el celo de su Corazón, la
llama de su caridad.
Sangre de Cristo, fortaleza de los mártires, vino que das vida
a las vírgenes: haz de mí una hostia viva, santa, grata a Dios.
Sangre de Cristo, diadema de la Iglesia, su vida, su gloria y su
potencia: corrobora el magisterio del Pontífice, el celo de
los Obispos, las fatigas de los Apóstoles, las elevaciones y los
estudios de los Religiosos, las actividades del apostolado
católico.
Sangre de Cristo, luz de las gentes, riqueza de los pueblos:
salva a los errantes, convierte a los pecadores, santifica a
los justos, multiplica a los elegidos, alivia las penas de las
ánimas purgantes, las ansiedades de los moribundos, los
dolores de los enfermos, las tristezas de los débiles; da a los
pueblos salud y paz en tu justicia.
Sangre de Cristo, don de la Santísima Trinidad, fruto de la
Virgen Madre, fuente de agua que salta a la vida: embriaga con
tus delicias, inflama con tu fuerza, arrastra con tu perfume
los corazones de los fieles. Amén.
¡Sangre de Cristo, escúchame!

Capilla Virgen de Lourdes

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