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El asesinato de Filipo

Filipo, entretanto,
había reunido bajo
su autoridad a toda
Grecia, con
excepción de
Esparta. En el 337,
a los cuarenta y
cinco años,
arrastraba una
pasión desde su
paso por las
montañas del
Adriático, y no
dudó en volver a
Iliria en busca de
Atala, la princesa
de quien se había
enamorado.
Después de veinte
años de
matrimonio
(aunque muy
pocos de ellos
estuvo cerca de su
mujer y las
desavenencias
fueron cada vez
más crecientes),
tampoco dudó en
repudiar a
Olimpias y celebrar
una nueva boda
con Atala.

Alejandro, que
amaba a su madre,
no soportó aquella
ofensa que el rey
infería a su
legítima esposa. A
pesar de ello, fue
obligado a asistir al
banquete nupcial.
Durante la
ceremonia criticó
la actuación de su
padre, y éste,
ebrio, llegó a
amenazarlo con su
espada. Indignado,
herido en su amor
propio, el príncipe
corrió al lado de su
madre y le rogó
que huyese con él.
Con algunas pocas
personas fieles,
madre e hijo
dejaron Pela para
refugiarse en el
palacio de su tío
Alejandro, rey de
Molosia en
sucesión de su
abuelo materno.

Allí vivieron hasta


que Filipo, dando
muestras de
arrepentimiento,
prometió tributar a
la reina los
honores que le
correspondían. Sin
embargo, aunque
Olimpias accedió,
es muy posible que
ya conspirara con
Pausanias para la
perpetración de su
venganza contra
Filipo y la
cristalización de
sus ambiciones de
regencia. Pocas
semanas después
(era ya la
primavera del año
336) regresaron
todos a Epiro,
incluido Filipo. Se
celebraba la boda
de su hija
Cleopatra con
Alejandro de
Molosia, tío de la
novia. Durante la
procesión nupcial,
Filipo II fue
asesinado por
Pausanias.

El asesinato de Filipo
Parece claro que Olimpias participó (acaso fue la mentora) en el asesinato del rey. Pero
Alejandro, ¿fue ajeno? A sus veinte años se hacía con el reino de Macedonia: casi un designio
divino para comenzar por fin la vida de gloria a la que se sentía destinado. Y en seguida puso
manos a la obra. En primer término (aquí Quinto Curcio Rufo dice que «dio castigo, por él
mismo, a los asesinos de su padre», pero no parece fiable), hizo eliminar a todos aquellos que
pudieran oponérsele. No había acabado el año 336 cuando en la asamblea popular de Corinto se
hizo designar «Generalísimo de los ejércitos griegos».

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