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En la masmédula:
una lectura intermedial
T E S I S
que para obtener el título de
LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS
presenta
DIRECTOR DE TESIS
Dr. Roberto Cruz Arzabal
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del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México).
INTRODUCCIÓN ....................................................................... 9
1. Bases teóricas para una lectura intermedial ............................... 17
1. 1.Tipos de medios .......................................................... 19
1. 2. Convergencia: interarte, intermedialidad ..................... 35
1. 3. Procedimientos intermediales: codificación, lectura,
traducción ................................................................ 44
1. 4. Remediación .............................................................. 60
1. 5. La imagen: problema de legibilidad y traducción ......... 70
2. Girondo y su masmédula ......................................................... 81
2. 1. Poeta, ilustrador, impresor ......................................... 84
2. 2. En la masmédula ....................................................... 97
3. Un análisis intermedial ............................................................ 113
3. 1. La modalidad espacio-temporal ................................. 117
3. 2. La modalidad semiótica ............................................. 120
3. 3. La modalidad sensorial .............................................. 130
3. 4. La modalidad material ............................................... 133
3. 5. Procedimiento ........................................................... 138
3. 6. “Recién entonces” ..................................................... 140
3. 6. 1. Imagen general: estructura y proposición ...... 141
3. 6. 2. Imágenes específicas: análisis intermedial ..... 147
3. 6. 3. Imagen general: perfil transmedial ................ 158
4. Una lectura intermedial ............................................................ 163
4.1. Codificación mediática ............................................... 167
4.2. Base retórica transmedial y legibilidad ........................ 172
4.3. Procedimientos transmediales ..................................... 175
4.4. “Transferencia” de características entre medios ............ 179
CONCLUSIONES: UNA PREDICCIÓN ........................................ 181
BIBLIOGRAFÍA ......................................................................... 187
I NTR O D U C C I Ó N
9
también de los sentidos. Respecto a la primera de estas preocupaciones, no
es novedad que hoy en día existen muchas alternativas a la palabra impresa
(blogs, documentos PDF e ebooks en distintos formatos). Como soportes de
texto, los medios digitales ofrecen grandes ventajas prácticas. La memoria de
un solo dispositivo es capaz de almacenar miles de archivos de lectura, para
los cuales se necesitaría mucho espacio de estantería de tener sólo ejemplares
impresos; si nuestro dispositivo de lectura es portátil, nos permite llevar
bibliotecas enteras a dondequiera que vayamos casi sin esfuerzo; los archivos
digitales suelen ser más baratos que las ediciones impresas y, además, es
imposible que agoten su tiraje; por último, los textos se pueden encontrar y
leer fácilmente en Internet. Si de acceso a las grafías se trata, el uso práctico
del texto se ha separado de los objetos físicos que anteriormente lo soportaban;
no porque hayan sido destituidos y reemplazados, sino porque la existencia de
otra opción –la digital, que no comparte las desventajas del cuerpo sensible
del texto, como peso, espacio y vulnerabilidad al deterioro– ha emancipado
al texto de materialidades previamente específicas. Es decir, los formatos
digitales han llegado a homogeneizar la experiencia material de la lectura
mediante las pantallas. La posibilidad digital de todo texto suscita preguntas
por sus alternativas sensibles, palpables: ¿qué valor conservan en tiempos en
que su uso práctico ha sido superado?, ¿cómo renovar la materialidad de la
literatura –y, de cierta manera, el discurso literario mismo– en vista de los
cambios culturales fundamentales que trae el cambio tecnológico que vivimos?
La oposición entre formatos físicos y digitales no es una cuestión
de elección maniquea entre unos u otros, pero me atrevo a afirmar que la
homogeneización de los medios en sus versiones digitales pone en riesgo
códigos de significación que pertenecen a la vida corpórea. No niego la utilidad
de los medios digitales, ni rechazo las infinitas posibilidades que ofrecen, pues
me parece que la tecnología es, en palabras de Bernard Stiegler, “la dimensión
10
esencial de lo humano”.2 Sin embargo, también creo que la homogeneización
de la experiencia de los medios digitales olvida las variaciones de la relación
espacial con los objetos como factor determinante de la experiencia humana
del mundo. La materialidad del objeto y nuestra relación con ella también es
información. El mundo sensible, en el que nacemos y morimos, se percibe a
través de la experiencia corporal. El cuerpo es el medio para la experiencia,3
donde la experiencia tiene efectos y donde se generan todos nuestros afectos.
Valores tan determinantes como la identidad y la empatía están en el cuerpo,
¿Será posible que nuestra capacidad de empatía se quede atrás, con nuestros
cuerpos, en el curso de la Historia? Si morimos con nuestro cuerpo –y con él
nuestro mundo sensible–, ¿qué vale nuestro tiempo aquí sin apreciar cómo
media la vida? Según Zygmunt Bauman, si “la endémica vulnerabilidad de
la existencia humana fue en el pasado una cuestión metafísica que imperaba
sobre todo lo humano, ahora se ha convertido en un problema técnico: un
problema de tantos” y, tal vez, “el arte morirá cuando la muerte pase al olvido
11
o deje de interesar”.5 Ciertamente espero que esto no suceda.
En cuanto a la lectura de poesía, ésta parece ser un discurso cada vez en mayor
desventaja frente a la gran oferta de entretenimiento con la que interactúa la
inmensa mayoría de la gente de manera cotidiana. La sospecha que ha guiado
esta investigación considera que la situación anterior se trata de una cuestión
de mediación. Estoy convencida de que no es sólo posible, sino necesario
transformar la idea de lo que se considera plausible como soporte del discurso
poético. La motivación creativa de este trabajo surge de la certeza de que hay
riqueza en la experiencia corporal de la lectura de poesía, y apunta hacia la
idea de que la relación espacial con los objetos que la soportan es determinante
para la generación de afectos e interpretaciones. Mi experimento se imagina
una especie de remediación que trascienda formatos de lectura convencionales
y que sea capaz de producir presencia multisensorial sin aniquilar la distancia
necesaria para la reflexión. Las complicaciones de esta ambición podrían
vincularse –de forma cercana o lejana– con las del concepto de “libro de artista”,
que según Johanna Drucker, “integra los medios formales de su realización y
producción con sus problemas temáticos o estéticos”.6 Pero, ¿de qué manera?
12
Ya sea que pueda decirse que esta traducción resultará o no en un
libro, la pretendida “remediación” tendrá que ser, necesariamente, un producto
intermedial que probablemente articule relaciones entre medios “viejos” y
medios “nuevos”.
Para este experimento he decidido trabajar con un poeta que, por sí
mismo, era particularmente experimentador. Con profunda admiración,
he elegido analizar un poema de Oliverio Girondo; ilustre poeta argentino,
entusiasta de las vanguardias, nacido en la última década del siglo XIX y
testigo de más de medio siglo XX. Según su amigo y crítico Enrique Molina,
Girondo era capaz de someter las palabras a una “situación inédita” que era
“consecuencia de la intensidad de un contenido que las fuerza a posibilidades
de expresión insospechadas”.8 Por su carácter representativo de la poesía de
Girondo, “Recién entonces” es el poema seleccionado para análisis en este
trabajo. Aparece en En la masmédula, su último poemario y la culminación de
su búsqueda poética.
13
una revisión de las bases teóricas para hacer una lectura intermedial. En él se
profundiza en la variedad de definiciones de medio, nuestro término nuclear,
para continuar con una breve recapitulación de las contribuciones de la teoría
crítica a los estudios intermediales. Una vez establecidas estas nociones básicas,
el resto del capítulo se dedica a la descripción de procedimientos intermediales
pertinentes –codificación, lectura, traducción, remediación– y a la introducción
del segundo de nuestros términos principales: la imagen.
El segundo capítulo es un resumen crítico de la obra de Oliverio
Girondo, con el objetivo de lograr una comprensión integral de sus técnicas,
motivos e imágenes recurrentes; mientras que en el tercer capítulo se desarrolla
completamente el análisis híbrido e intertextual del poema seleccionado
–“Recién entonces”.
El cuarto y último capítulo es una especie de síntesis a partir de los
resultados del análisis. Es hasta este momento que se retoma la reflexión sobre
los procedimientos intermediales del primer capítulo desde una perspectiva
práctica, con el objetivo de sentar las condiciones de la pretendida traducción
intersemiótica del poema. Finalmente, la sección titulada “Una predicción”
contiene las conclusiones de este largo y sinuoso camino.
El ideal último de este trabajo es sentar las bases para crear un objeto
material que no solamente sea repositorio del texto poético, sino que también
reproduzca sus significados y efectos. En beneficio de este objetivo, el análisis
y la lectura intermedial del poema serán de vital importancia para explorar
las posibilidades de transferencia de características entre medios. En este
texto académico, el antiguo parangón palabra–imagen se transforma en una
búsqueda de reflejos. Mi ideal es, en fin, una traducción entre distintos sistemas
de signos: una traducción intersemiótica. W. J. T. Mitchell lo calificaría como
un “ideal imposible de traducción sistemática y reglamentada entre palabra e
14
imagen”, pero también reconoce que “a veces un ideal imposible puede ser
útil, siempre y cuando reconozcamos su imposibilidad”.9 Veamos, pues, qué
tanto podemos acercarlo a la posibilidad.
15
BASES
TEÓRICAS
para una
LECTURA
INTERMEDIAL
1
1. 1. T I P O S D E M E D I O S
19
intermediales como condición primaria, no como hecho secundario”.12 Para
comenzar a reconocer las relaciones intermediales que atraviesan el arte,
la cultura y la sociedad es necesario preguntarse por el término y problema
central de los estudios intermediales: el medio. Al observar la variedad de
contextos en los que este término aparece hallamos que puede referirse a cosas
(aparentemente) muy distintas.
Las voces críticas de una gran cantidad de personalidades académicas
–al menos desde los años 70– han contribuido a la exploración, definición
y categorización del amplísimo concepto de medio. Una de ellas es Claus
Clüver, que propone la siguiente distinción: medios físicos (physical media)
y medios públicos (public media).13 Por medios físicos deben entenderse las
herramientas y materiales necesarios para producir cualquier “medio”. Medios
físicos producen medios. A pesar de que esto pueda parecer confuso, la
diferenciación entre medio, en singular, y medios, en plural, puede aclarar un
poco las cosas. Un medio es un producto –un artefacto cultural, una articulación
de plataformas, materiales y técnicas– y los medios físicos son aquellos que lo
producen. Los medios físicos traen el artefacto –el “medio”– a la percepción. Por
otro lado, los medios públicos se entienden como aquellas redes y tecnologías
que posibilitan la comunicación masiva. W. J. T. Mitchell argumenta que los
medios “no son solamente materiales o tecnologías, sino instituciones sociales
como organizaciones, relaciones de negocios, profesiones y corporaciones”.14
12 Idem.
“Scholars and students around the world now realize that this compartmentalization is no
longer the most productive way of organizing cultural analysis because the obvious way of
approaching cultural artifacts and aesthetic products is to consider them as being intermedial
as a primary condition, not as a secondary fact.”
13 Claus Clüver. “Intermediality and Interart Studies”, en J. Arvidson, M. Askander
(eds.), op. cit., p. 30.
14 W. J. T. Mitchell. “Image”, en W. J. T. Mitchell y M. B. N. Hansen, op. cit., pos. 738.
“Media are not just materials or technologies but social institutions like guilds, trades,
professions, and coorporations.”
20
Con esta primera distinción de medio, hemos encontrado al menos
cuatro formas en las que puede entenderse: la primera, como materiales,
herramientas y técnicas; la segunda, como artefacto cultural; la tercera, como
comunicación masiva; la cuarta, como instituciones sociales. Parece que todo
es un medio y, de cierta manera, sí. Quizá sería más preciso decir que todo
puede ser un medio. Es importante reconocer que la medialidad –la capacidad
de mediar– no es necesariamente una cualidad intrínseca de los objetos o
entidades, sino un tipo particular de función o relación que puede o no estar
activa, y puede o no ser visible.
21
nociones más abstractas de lo que puede ser un medio; particularmente al
exaltar su íntima –aunque no total– relación con la técnica. El filósofo francés
Bernard Stiegler argumenta que la humanidad y la técnica son co-originarios:
“la distinción que dio origen al ser humano como una especie peculiar […]
fue la invención de la técnica”.16 La elección de palabra es reveladora: no dice
‘tecnología’, sino ‘técnica’. En la diferenciación entre estos dos conceptos, la
noción de medio se amplía y comienza a rebasar, apenas, la fisicalidad.
Supongamos que un homo (casi habilis) de hace millones de años –
al que nos referiremos amigablemente como “el mono”–, en un momento de
lucidez extrema, se da cuenta de que puede ayudarse a sobrevivir haciendo
uso de piedras. Hasta ese momento, una piedra debió haber tenido el estatus
de cualquier otro objeto no comestible en el mundo. La especulación lógica
indica que el primer contacto de los ancestros del mono con una piedra podría
haber sido, simplemente, el de quitarla del camino para abrirse paso en la
búsqueda de alimento o de refugio. Es decir, el motivo más básico para entrar
en contacto con una piedra podría haber sido –y seguir siendo– la eliminación
de obstáculos físicos para la satisfacción de necesidades. En este escenario, la
piedra no tiene propósito alguno; de hecho, carece de propósito a tal grado que
se la sujeta sólo para descartarla. No es, hasta el momento, una herramienta.
Sin embargo, el momento de lucidez del mono surge, necesariamente, de un
amplio conocimiento sobre piedras basado en la experiencia. Algún mágico
proceso debió activarse en su mente para asociar la variedad de características
de las piedras que había visto, tocado y movido con los efectos que estas
cualidades podrían generar. El tamaño, peso, textura y dureza de una roca,
entre otras características, podían ayudar al mono para abrir semillas y carroña
o como arma para defenderse. Las piedras se convierten en objetos del mundo
22
a los cuales vale la pena prestar especial atención: sirven para hacer cosas
necesarias para sobrevivir, pueden ser herramientas.
Ahora bien, si las piedras pueden ser herramientas, ¿es posible
considerarlas tecnología tal como se encuentran en la naturaleza? De cierta
manera, sí, siempre y cuando estén en función. Es decir, la piedra en el suelo,
inalterada por manos homínidas, no tiene un estatus de herramienta dado.
Comienza a ser herramienta en cuanto manipularla –bajo consideración de
sus características materiales– se convierte en un medio para defenderse,
alimentarse, o –más tarde– para crear otras herramientas. El acto de usar una
piedra para cumplir propósitos que de otra manera no serían realizables tiene
implicaciones que no son del todo evidentes. La piedra es una herramienta
mientras sea sujetada de una u otra manera, dirigida hacia el objetivo con
más o menos fuerza, y movida en tal o cual dirección. En otras palabras, para
que una piedra sea considerada una herramienta, tiene que ser manipulada de
maneras específicas para su función requerida; se le tiene que aplicar técnica.
Podría argumentarse que incluso la elección de piedra es una cuestión técnica,
pues el resultado puede variar notablemente de acuerdo con sus características.
¿Cuál es, pues, la relación entre técnica y tecnología? Con el
ejemplo anterior, parecería que técnica y tecnología se hacen una a la otra,
simultáneamente. Si consideramos que el acto de golpear una roca contra otra
(para alterar deliberadamente las cualidades físicas de una de ellas) caracteriza
la primera etapa tecnológica de la humanidad –La Edad de Piedra–,17 podemos
reconocer que, en un solo proceso de transformación, el mismo tipo de objeto
puede tener dos funciones distintas: material y herramienta. Los primeros
ancestros humanos usaban una piedra para convertir otra piedra en algún tipo
de instrumento para cazar, defenderse, pescar, y tallar más piedras. Stiegler
17 Lo más probable es que haya habido muchas más herramientas hechas de madera
durante y antes de la “Edad de Piedra”, pero no se conserva evidencia por el carácter mismo
del material.
23
enuncia, simple y elocuentemente, el rasgo distintivo de la humanidad: “hacer
herramientas para hacer otras herramientas”;18 en otras palabras, usar medios
que producen medios. Al parecer, la existencia de nuestra especie está basada
en la forma en que nos relacionamos con el mundo; y nuestra relación con él
lo transforma. En términos generales, los materiales son los elementos del
mundo que transformamos, la técnica es la manera en que los transformamos y
la tecnología es el grupo de objetos de los que nos servimos para transformar.
La tecnología amplía la capacidad transformadora del ser humano.
En su introducción al Handbook of Intermediality, Gabrielle Rippl
explica la concepción de medio de Marshall McLuhan: “Los medios son, en
un sentido muy general, un tipo de prótesis, ‘cualquier extensión […] del [ser
humano]’ […], sea del cuerpo o de la consciencia”.19 La tecnología es sólo uno
de los tipos de “prótesis” que, en términos de McLuhan, son los medios; una
extensión del cuerpo. Pero es claro que también hay medios que no necesitan
la extensión del cuerpo mediante objetos y que sirven a la comunicación, a la
extensión de la consciencia. El cuerpo humano es un medio para la técnica, la
experiencia estética y para la comunicación. El medio que corona el fenómeno
comunicativo, considerado otro gran criterio para distinguir al ser humano
como especie única, es el lenguaje verbal, para cuyo manejo hay incontables
técnicas. La técnica supera las implicaciones materiales de la tecnología.
La lectora puede preguntarse –con razón– qué necesidad había de ir tan atrás en
el tiempo en un primer acercamiento al término crítico de medio. Honestamente,
no tengo ninguna otra razón para comenzar a hablar de homínidos primitivos
24
salvo valerme de la “simplicidad” conceptual de sus relaciones con el mundo
a comparación de la complejidad de las nuestras. El ejemplo ha servido para
abarcar, de manera muy general, la aproximación material al concepto de
medio y para comenzar a ampliarlo más allá de ella. El término de tecnología
es uno de los criterios más importantes en distintas categorizaciones de
medios, como la que hizo el teórico de la comunicación alemán Harry Pross.
Desde una aproximación sistemática a los medios, basada en el criterio de
saturación tecnológica, Pross distinguió tres tipos: medios primarios, que son
aquellos que operan sin necesidad de tecnología alguna (como la voz humana o
el cuerpo); medios secundarios, que son aquellos que necesitan tecnología para
la producción del “mensaje” pero no para su recepción (como un instrumento
musical o la lengua escrita); y medios terciarios, que necesitan tecnología
tanto para la producción como para la recepción de mensajes (como la radio
y televisión). Werner Faulstich, científico de medios alemán, añade un cuarto
tipo de medio a la clasificación de Pross: los medios cuaternarios, aquellos que
corresponden a la era digital.20 Los medios digitales son capaces de asimilar
funciones y efectos de medios anteriores o, digamos, “análogos”. Según Bill
Brown, “un efecto de esta conversión ahora irrestricta es la desmaterialización
del medio original mismo; todos los medios podrían ser homogeneizados
a la postre dentro de la hegemonía de lo digital”.21 Aparte de su desarrollo
exponencial, aquello que realmente distingue a los medios digitales es el
fenómeno de doble mediación que generan. Los cambios tecnológicos
recientes han sido capaces de duplicar la interposición simbólica entre nuestras
consciencias y la realidad; no por la cantidad de medios a nuestra disposición,
sino por un proceso de traslación de la vida corpórea al código numérico. Si un
20 Ibidem, p. 9.
21 B. Brown, op. cit., pos. 961.
“Of course, one effect of this now-rampant conversion is the dematerialization of the original
medium itself; all media may eventually be homogenized within the hegemony of the digital.”
25
medio es tanto lo que nos conecta como lo que nos separa de la realidad, los
medios digitales –que son capaces de asimilar casi cualquier otro medio– se
insertan como un segundo filtro. A través del lente de las tecnologías digitales,
todo es código.
Las propuestas teóricas para definir qué es un medio iluminan distintos aspectos
de este amplísimo concepto y, por lo tanto, la variedad de definiciones resulta
inevitable. Las aproximaciones materiales/tecnológicas representan sólo
una de tres formas de estudiar el concepto de medio que Marie-Laure Ryan,
crítica literaria suiza, ha distinguido.22 La segunda de esas formas agrupa las
aproximaciones semióticas, cuyo enfoque es comunicativo. Se concentran en
mecanismos de codificación y en los canales sensoriales que los perciben.
Gabriele Rippl considera que la comunicación es el proceso general
al que contribuyen los medios: “[…] los medios posibilitan la producción,
distribución y recepción de signos, por lo tanto posibilitan la comunicación”.23
Cuando hablamos de medios desde una aproximación semiótica nos
encontramos con palabras como representación, código, mensaje, contenido,
recepción y muchos otros términos que aluden a la transmisión de algún tipo de
información mediante sistemas de signos. En su libro Media Transformation,
Lars Elleström establece que una de las certezas generales respecto al
funcionamiento de los medios es que “diferentes medios tienen propiedades
básicas disímiles y estas divergencias marcan los límites para lo que puede
ser […] representado”.24 Los sentidos –que permiten la percepción y, por lo
26
tanto, la recepción– imponen de manera definitiva el primer límite a lo que
es posible comunicar con tal o cual medio. La discapacidad de una persona
que nació sin vista u oído es clara para una persona que goza de ambos, pues
esta última sabe que hay mundos que son completamente inaccesibles para la
primera. Todos los tipos de “contenido” tienen mecanismos de codificación
fundamentados en el sentido (o los sentidos) que posibilitarán su recepción.
Nuestros sentidos median absolutamente todas las experiencias que la realidad
puede generar; o más precisamente: no hay realidad –o quién sabe si la hay,
o no importa si la hay– más que la mediada por nuestros sentidos. A pesar de
que parezca obvio que distintos sentidos dan acceso a distintas experiencias,
las posibles respuestas a la pregunta de cómo median significado son menos
evidentes. Lars Elleström define mediación como “un fenómeno presemiótico
[que] debería ser entendido como la realización física de entidades (con
cualidades materiales, sensoriales y espacio-temporales, así como potencial
semiótico) que los receptores de los sentidos humanos perciben dentro de un
contexto comunicativo”.25 Mediar es el proceso de acuerpar mediante un medio
técnico alguna configuración con características sensoriales potencialmente
significativas. El potencial semiótico de cualquier mediación depende de su
proceso de codificación; es decir, depende de un sistema de signos cuyas
relaciones en contexto crean significado. Todo signo es un elemento de un
sistema que posibilita la comunicación, pero es importante reconocer que
existen distintos tipos.
Históricamente, con base en Platón, ha habido una distinción
categórica originaria, subyacente a muchas cuestiones culturales, incluidos
los signos: naturaleza y convención. En el pensamiento platónico, la primera
27
está biológicamente determinada, es objetiva, universal; la segunda es cultural,
social, regional e histórica. Ésta es la principal distinción que subyace a la
tradición de comparar dos tipos de signos universales: la imagen, considerada
el “signo natural”, y la palabra, considerada el “signo convencional”. El poeta
latino Horacio sintetizó esta tradición en la locución ut pictura poesis:26 “como
es la pintura, es la poesía”. La relación entre estas dos artes, que representan
dos tipos de signos, se remonta a la famosa frase del poeta griego Simónides de
Ceos: “la pintura es poesía muda; la poesía, pintura que habla”. Esta relación,
aunque fundada en la similitud, cobró un carácter comparativo al que Leonardo
da Vinci llamó un “parangón”. La comparación entre las “artes hermanas” ha
sido una larga disputa por la superioridad en el terreno de la representación, la
referencia y el significado, “en la que el costo”, en el pensamiento de Mitchell,
“son cosas como la naturaleza, la verdad, la realidad y el espíritu humano”.27
En el parangón, la pintura se considera particularmente adecuada para la
representación del mundo visible, mientras que la poesía se considera más
adecuada para expresar lo invisible (ideas y sentimientos).28 Parafraseando
a Mitchell, la “naturalidad” de la imagen se fundamenta en argumentos
sobre representación “directa”, “inmediata” y “precisa”, mientras que la
convencionalidad del lenguaje verbal se usa como prueba de emancipación y
superioridad del ser humano sobre el resto de la naturaleza.29 Sin embargo, “no
hay ninguna diferencia esencial entre poesía y pintura. Es decir, no hay ninguna
28
diferencia dada desde siempre por las naturalezas inherentes de los medios, los
objetos que representan, o las leyes de la mente humana”.30 Las categorías de
naturaleza y convención pueden aplicarse tanto en el análisis de medios verbales
como visuales. Mitchell argumenta que “[s]i no tuviéramos una capacidad nata,
un ‘punto de partida natural’, nunca hubiéramos podido adquirir la habilidad
de usar ni palabras ni imágenes”,31 y que el carácter convencional del lenguaje
verbal no le es exclusivo, pues “[e]l rango entero de las imágenes permanece
dentro del ámbito de la convención, pero algunas convenciones sirven algunos
propósitos (digamos, ‘realismo’) y otras convenciones sirven otros propósitos
(inspiración religiosa, por ejemplo)”.32
¿Cuál es, pues, la diferencia entre medio verbal y medio visual? Volviendo a los
sentidos que medios distintos necesitan, el dibujo y la escritura son inseparables
desde sus inicios como formas de comunicación gráfica.33 Mientras lo visual se
percibe a través del sentido de la vista, lo verbal puede percibirse a través del
sentido de la vista; la escritura es simultáneamente verbal y visual. No es una
cuestión sensorial lo que diferencia estos tipos de medios, sino una cuestión
semiótica. La clasificación de tipos de representación de C.S. Peirce –iconicidad,
indexicalidad y simbolicidad– ha sido muy productiva en las aproximaciones
semióticas a los medios. El primer fenómeno, la iconicidad, crea significado
29
con base en la similitud entre el signo y el referente. Un ejemplo de esto sería
la representación figurativa. La indexicalidad crea significado a partir de una
relación contigua entre el signo y aquello que puede referir; en otras palabras,
el signo indéxico es una “señal” de que algo más está presente. Por último, la
simbolicidad es el fenómeno semiótico que crea significado de acuerdo con la
relación habitual entre signo y referente, es arbitrario, cultural e histórico.34 En
términos de Peirce, Mitchell explica que por un lado hay símbolos, que son
signos arbitrarios cuya comprensión se basa en la convención; y por otro lado,
hay signos icónicos, que significan “por virtud de su semejanza sensual” con lo
que representan.35 Los sentidos privilegiados, a los que más sistemas de signos
están dirigidos, son la vista y el oído. Mitchell ilustra con el siguiente cuadro
que “tanto símbolos arbitrarios y convencionales como signos icónicos pueden
ser dirigidos” a cualquiera de los dos:36
30
Por supuesto, muchas otras formas de comunicación, con sus propios códigos,
quedan excluidas de este cuadro sobre la relación entre tipos de signos y
sentidos. Sin embargo, es útil para visualizar las maneras en que signos y
sentidos co-operan la codificación del mundo. Lo que separa el carácter icónico
o simbólico de los signos no es una frontera, sino un espectro: hay signos
con elementos de ambos. Lars Elleström define representación como “un
fenómeno semiótico” que debe entenderse “como el núcleo de la significación,
[…] la manera en que los humanos crean significado/conocimiento”.37 El
autor añade que la representación crea significado cuando se completa su
recepción y no existe independientemente de ella, pues “decir que un producto
medial representa algo significa que activa cierto tipo de interpretación”.38 Es
posible que la decisión de Elleström de utilizar el término “representación”
tenga implicaciones del pensamiento platónico, en que las ideas en sí no son
accesibles y no interactuamos mas que con representaciones de ellas. Sin
embargo, la distinción y definición que hace de mediación y representación
difiere de la división platónica entre el mundo de las ideas y el mundo de los
sentidos. El significado –o la “idea”– no está irremediablemente acuerpado
con mediocridad en representaciones de ellas recibidas por nuestros sentidos.
Todos “los productos mediáticos representan de varias maneras tan pronto
como se les atribuye significado”.39 Es decir, los significados no están
dados en un lugar inaccesible a los sentidos, sino en las mediaciones, en las
realizaciones materiales que no podemos percibir mas que mediante nuestros
31
sentidos. Y es hasta el momento en que nuestros sentidos las reciben que
comienzan a significar. Elleström pone énfasis en el carácter específico de la
relación entre mediación y representación: “[c]ada representación está basada
en la particularidad de una mediación específica”.40 El significado se crea tanto
formal como contextualmente.
32
han estado siempre inscritas en el orden de la sociedad. Las aproximaciones
culturales a los medios son necesariamente intermediales, pues los artefactos,
sus causas y sus efectos no se desarrollan en burbujas disciplinarias, aislados
del contexto en que operan. Esto me trae de vuelta a la cita que abre esta
sección: “la idea de disciplinas académicas autónomas, nacida en el siglo XIX,
hoy en día debe considerarse un concepto anticuado”.
33
¿Pero acaso hay quien pueda acceder a “las cosas en sí”? La aprehensión de
la realidad del ser humano es dependiente de su propia actividad simbólica.
Incluso desde una perspectiva platónica, los códigos –sistemas de signos–
que hemos creado son, al mismo tiempo, el acceso a y la interposición entre
nosotros y la realidad inmediata; en fin, un medio. Desde la postura de Cassirer,
un medio tiene un efecto desmaterializante:44 es capaz de traernos la realidad
al entendimiento, de re-presentárnosla. A través de nuestra actividad simbólica
podemos abstraer la realidad.
Desde una perspectiva menos platónica, los medios tienen un efecto
materializador. Un medio es una herramienta transformadora de la realidad. El
mundo humano, el que hemos confeccionado para vivir, crear y relacionarnos,
es producto de nuestras facultades de mediación. Mitchell diría que “[s]
er humano en absoluto es percibir una diferencia entre nosotras y el resto
de la creación, percibirnos como criaturas viviendo en el tiempo, creando
herramientas y símbolos y diseñando para nosotras mismas un entorno que es
‘antinatural’ –en otras palabras, convencional, cultural y artificial”.45
34
1. 2. C O N V E R G E N C I A:
INTERARTE, INTERMEDIALIDAD
35
mutua iluminación.47
El nuevo campo de investigación académica del que Walzel fue
pionero se llamaría Interart Studies, se dedicaría al estudio de las relaciones
entre las artes, y se estableció como una interdisciplina en las humanidades.
Bajo la influencia del impacto de la teoría lingüística de Saussure que provocó
el llamado giro lingüístico en el mundo académico, el enfoque de los Interart
Studies estaba en los textos y en la relación entre la literatura y otras artes.48 Sin
embargo, de acuerdo con Mitchell, el término “interdisciplinario” no surgió sino
hasta los años setenta del siglo pasado y funcionaba como una palabra clave
–si no como un eufemismo para algo más, hasta el momento inarticulable–
para el trabajo académico riesgoso (“adventurous”) de índole política o
teórica.49 Es claro que con el antecedente de los Interart Studies, el término
“interdisciplinario” tenía el sentido de entrecruzamiento de fronteras. Más que
un conjunto de criterios, Mitchell piensa que los estudios interdisciplinarios
son modelos de conocimiento moderno y distingue tres tipos:50
• “Top-down”. Se trata de un enfoque comparativo y estructural de la
interdisciplinariedad. Apunta hacia un conocimiento sistemático que
abarque la totalidad conceptual en la que todas las disciplinas caben y se
relacionan. Una de sus formas es la semiótica.
• “Bottom-up”. Es un tipo necesario de estudio interdisciplinario que se
enfoca en problemas o eventos específicos para configurar un panorama
general. Una de sus manifestaciones son los estudios culturales.
• “Inside-out”. Es el momento de ruptura al interior de una disciplina –una
forma interdisciplinaria de indisciplina– que lleva al cuestionamiento de la
47 Ibidem, p. 22.
48 Ibidem, p. 20.
49 W. J. T. Mitchell. “Interdisciplinarity...”, op. cit., p. 539.
50 Ibidem, p. 541.
36
práctica misma en la que se engendra y que provoca la perturbación de su
continuidad.
51 Ibidem, p. 540.
“[...] a moment of chaos or wonder when a discipline, a way of doing things, compulsively
performs a revelation of its own inadequacy.”
52 C. Clüver, op. cit., p. 17.
37
eliminación de la distinción entre “cultura culta” y “cultura popular”. El
interés crítico en muchas formas de la cultura popular cambió el énfasis de
preocupaciones formalistas y estéticas a la investigación de públicos, sus
necesidades y sus expectativas.
• Las teorías sobre intertextualidad, la tendencia de los artistas a trabajar
cada vez más en medios diferentes y producir creaciones híbridas, así como
el aumento exponencial de materiales y medios como consecuencia del
desarrollo tecnológico, llevaron al reconocimiento de que la intertextualidad
implica también intermedialidad.
53 Ibidem, p. 30.
54 Irina O. Rajewsky. “Intermediality, Intertextuality and Remediation: A Literary
Perspective on Intermediality”, Intermedialitès 6 (otoño 2005), p. 46.
“[...] intermediality may serve foremost as a generic term for all those phenomena that [...] in
some way take place between media.”
38
para significarse son signos intermediales.55 La intermedialidad, su categoría
básica –medio– y sus criterios teóricos y de análisis no son fijos y están en
constante diálogo con nuevas y distintas concepciones y con la producción
cultural contemporánea, que reta los criterios de análisis constantemente.
Rajewsky, muy claramente, resume el estado de la cuestión de los estudios
intermediales, en los que se inscribe este trabajo:
39
los fenómenos culturales en los que vivimos.
He mencionado antes que la producción cultural está cada vez más enfocada
al trabajo con medios distintos. Las técnicas, materiales y códigos del arte han
dejado de ser específicos y el límite de su conjunto es el mismo que el de la
creatividad de los artistas. Para tan amplio espectro de posibilidades creativas
entre distintos medios, Clüver distingue tres tipos de “texto”: multimedia,
mixed-media e intermedia. “Un texto multimedia se compone de textos
de distintos medios que son separables y coherentes de manera individual,
mientras que los signos complejos de medios diferentes en un texto de mixed-
media no serían coherentes o autosuficientes fuera de ese contexto”.58 Un texto
intermedia está “constituido por dos o más sistemas de signos de tal manera
que los aspectos visual, musical, verbal, cinético o performativo de sus signos
no pueden ser separados o desunidos”.59 El criterio clave para clasificar los
distintos productos mediáticos que hay parece ser el grado de autonomía de
cada uno de sus medios constituyentes, tanto en términos materiales como
semióticos. Así como Clüver propone una clasificación de los tipos de medio
que pueden resultar de relaciones intermediales, Rajewsky propone una
clasificación de tres fenómenos intermediales:60
• Intermedialidad como transposición mediática. Se refiere a algún tipo
de traducción de un medio a otro. El enfoque de esta categoría está en
la producción, es decir, en la realización material del artefacto cultural.
40
Se trata de la concepción genética de la intermedialidad, donde un medio
“original”, con su propia materialidad, motiva su representación en algún
otro medio, con una producción y características materiales diferentes. En
el caso específico de este trabajo, el texto poético de En la masmédula es el
medio original. La intención de analizarlo es reconocer los efectos que esta
obra verbal genera, y que también podrían generarse mediante medios no
verbales. Su “traducción” a otros códigos –visuales, sonoros, espaciales–
implica necesariamente una dimensión material.
• Intermedialidad como combinación de medios. Dentro de esta categoría
se insertan los términos de multimedia, mixed media e intermedia de los
que habla Clüver. En palabras de Rajewsky, la cualidad intermedial de
esta categoría se encuentra en la “constelación medial” que constituye
el producto mediático. Es decir, este enfoque comunicativo-semiótico se
concentra en el fenómeno de cooperación de dos o más medios en una
sola obra. “Cada una de las […] formas mediáticas de articulación está
presente en su propia materialidad y contribuye, a su manera específica,
con la constitución y significación del producto entero”.61 La traducción
intersemiótica de En la masmédula a la que aspira este trabajo tiene que ver
con este fenómeno intermedial también, pues la transferencia de efectos
poéticos a otros medios no implicaría necesariamente la ausencia del medio
original en el producto final. Idealmente, varios medios tendrían que estar
presentes en la constitución del producto mediático como una sola unidad
y todos contribuirían a su significación.
• Intermedialidad como referencias intermediales. También con un enfoque
comunicativo-semiótico, las referencias intermediales se entienden como
estrategias constituyentes de significado. Cada medio, a través de sus propios
códigos, técnicas y recursos, hace referencia a una obra que pertenece a
61 Idem.
41
otro tipo de medio (Einzelreferenz) o a todo un sistema mediático distinto
(Systemreferenz). En el caso de este trabajo, los medios no verbales del
producto final harían referencia a En la masmédula.
Gabrille Rippl afirma que los académicos de la literatura ahora reconocen que
“las cuestiones que conciernen la ‘medialidad’ de la literatura, por ejemplo,
su estatus como texto verbal o escrito, como documento impreso o codificado
digitalmente […] son cruciales para la comprensión de cómo se produce
42
significado”.64 Sin embargo, al abordar la “medialidad” de la literatura se suele
poner atención a los formatos digitales de los textos o a las cuestiones gráficas
y editoriales que condicionan la lectura. Karin Littau, académica de literatura
inglesa y teórica de la lectura, afirma que cada edición es una interpretación.
Pero no es la intención de este trabajo pensar en los procesos intermediales que
implica la existencia de distintas ediciones de un mismo texto, sino explorar
–imaginar– la intermedialidad del texto más allá de sus dimensiones materiales
cotidianas (libro, publicación periódica, PDF, ePub, página web, etc.)
Para el análisis de En la masmédula, la existencia de un producto
intermedial que remedie el poemario es hipotética, o más específicamente,
sería consecuencia del análisis poético que vendrá más adelante. Es difícil
aventurar un pronóstico sobre la manera en que se ajustaría a cualquiera de las
clasificaciones de intermedialidad anteriores. El ejercicio que esta tesis plantea,
el problema, no se trata del análisis de un texto intermedial, sino precisamente
del proceso inverso: la lectura de un texto verbal (monomedia) a través una
“lente” teórica intermedial para traducirlo, re-mediarlo, intermediatizarlo. El
análisis que propongo del poema tiene como finalidad dar fundamento teórico
a las decisiones estéticas que un futuro texto intermedial necesitaría para
acuerparse.
64 Ibidem, p. 10.
“[...] questions concerning literature’s ‘mediality’ i. e., its status as verbal or written text,
as printed [...] or digitally encoded document [...] are crucial to the understanding of how
meaning is produced.”
43
1. 3. P R O C E D I M I E N T O S
INTERMEDIALES:
CODIFICACIÓN, LECTURA,
TRADUCCIÓN
44
cultura, historia del arte, comunicación y un largo etcétera contribuyen al
caleidoscopio interdisciplinario de los estudios intermediales. Por supuesto,
este diverso panorama se nutre de lo que sucede en el mundo, principalmente
en términos de producción cultural. En una relación casi orgánica con la
producción constante de artefactos culturales –tanto los que se consideran parte
de la “cultura culta” como los de la “cultura popular” o de masas–, la teoría
se expande, los conceptos se ramifican o cambian, los criterios de análisis se
ponen en cuestión y se abren caminos de estudio.
La noción de “artefacto cultural” es tan amplia que no se puede estar
segura de que no limita con la vaguedad; sin embargo, el espectro de las cosas
que nombra ha determinado el tipo de texto predilecto para el análisis de la
cultura desde, al menos, el siglo pasado. El concepto que lo antecede, lo ha
sobrevivido e incluso lo corona es el de “obra de arte”. Este proyecto no es
excepción. La motivación misma de este trabajo es la de trazar un camino
teórico desde un tipo de obra de arte (poesía) hacia otro tipo de obra de arte.
La permanencia del concepto de arte, su historia de ideas cambiantes y la
proliferación de intentos por definirlo lo convierte en un tema tanto fascinante
como inagotable.
En el ensayo “Art”, incluido en Critical Terms for Media Studies, Johanna
Drucker hace una breve pero eficiente revisión diacrónica del concepto de arte.
En un recorrido desde el concepto tradicional asociado a tekné –“habilidad
aplicada”– hasta el arte digital y electrónico, la autora rastrea las ideas y valores
que informan el arte como se entiende y practica hoy en día. Pasando por el
arte como inspiración religiosa, como símbolo de poder monárquico, como
producto de la genialidad del artista renacentista, como afrenta romántica al
imperialismo de la razón, como catalizador ético, como un fin en sí mismo,
como materialidad, como productor de significado, como cultura de masas,
como contexto, como concepto y como acción concreta, Drucker llega a la
45
conclusión de que “la práctica del arte se vuelve independiente de objetos o
cosas e incluso de ideas o prácticas. El arte se convierte en una manera de
poner atención”.66
El crítico de arte Arthur Danto también exploró la idea de arte, pero
desde una perspectiva filosófica de orden ontológico. Él estaba convencido
de que definir el arte es una necesidad, porque, a su manera de ver, no es
posible que todo sea arte. En un tono más presciptivo que el de Drucker, Danto
pensaba que el arte no debe ser un concepto abierto y que existe una serie de
propiedades que tanto lo distinguen del resto de los conceptos y las ideas,
como que explican su universalidad.67 En su libro ¿Qué es el arte?, Danto hace
un análisis diacrónico de los criterios de arte en el mundo occidental, extrae
los que han definido las obras de arte en distintas épocas y demuestra cómo
la práctica de los artistas ha desafiado cada uno de ellos a lo largo del tiempo.
Cualquiera de los criterios que no puede aplicarse a la totalidad de obras de
arte no es parte de la definición de arte. Aparentemente, hay una sola cosa
que puede decirse respecto a todas ellas: las obras de arte son significados
encarnados que siempre se encuentran a cierta distancia de la realidad.68 Es
decir, las obras de arte son cosas accesibles a nuestros sentidos que cargan
significado y que tienen una cualidad “onírica”. De cierta manera, el arte es
una “encarnación” de la mente independiente tanto de la fisionomía humana,
como de la realidad práctica del resto de nuestros objetos.
Las obras de arte o, de manera más general y menos enigmática, los
artefactos culturales en la actualidad activan las relaciones intermediales que
revisamos en la sección anterior de manera mucho más frecuente y evidente
46
que en el pasado. Sin embargo, desde una perspectiva “archintermedial”, estas
relaciones siempre han estado presentes en la producción artística y cultural.
Rajewsky ya ha reconocido distintos tipos de fenómenos intermediales y ha
explicado su funcionamiento en producciones culturales específicas, pero la
pregunta de cómo se generan permanece sin respuesta. Más precisamente,
la pregunta no gira tanto alrededor de cómo se generan estos fenómenos,
sino alrededor del artefacto cultural, de la obra de arte: ¿de qué manera se
articula cualquier producto que podría calificarse como “intermedial”? La
breve exposición anterior sobre el arte no tenía intenciones de problematizar el
concepto aún más, sino de señalar que, en el intento de definir “arte”, Drucker
y Danto aluden a dos de los procedimientos que comienzan a responder esta
pregunta (y que no son exclusivos de obras “intermediales”). Por un lado,
Danto habla de las obras de arte como “significados encarnados”; por otro,
Drucker concluye su ensayo diciendo que “el arte se convierte en una manera
de poner atención”. El enfoque de la primera definición es de producción,
con un componente semiótico y uno material; mientras que el enfoque de la
segunda es perceptivo, de recepción. En otros términos, para Danto, el arte
es una cuestión de codificación; para Drucker, es una cuestión de lectura.
Codificación y lectura son dos de los procedimientos que revisaremos en esta
sección; el tercero es traducción, involucra a los dos anteriores y es crucial para
el posterior desarrollo de este trabajo.
47
de un artefacto cultural implica trabajo coordinado de varias categorías. La
más básica es la sensorial, en estrecha relación con la material. Sin importar si
la codificación en otras categorías resulta afortunada o no, son las categorías
sensorial y material las que traen el producto intermedial a la percepción. El
proceso de codificación sensorial/material tiene que ver con la necesidad de
establecer mediante qué sentidos será percibida la obra y de qué manera sería
posible aludir a ellos materialmente.
Es importante anotar que la materialidad es un término crítico
crucial en los estudios intermediales y, en palabras de Bill Brown, “tiene una
especificidad que la diferencia de sus cognados superficiales, como fisicalidad,
realidad o concretud”.69 La materialidad no es, pues, una simple afirmación de la
existencia física de objetos, sino que “puede referirse a diferentes dimensiones
de experiencia, o dimensiones por encima (o por debajo) de lo que generalmente
consideramos que es la experiencia”.70 Es decir, la materialidad es el espectro
de dimensión de la experiencia sensible. La capacidad de una obra de generar
efectos corporales en la receptora es dependiente de sus propiedades materiales.
Hans-Ulrich Gumbrecht propone “producción de presencia” para este tipo de
efecto de la obra y la define como “toda la clase de eventos y procesos en los
cuales se inicia o se intensifica el impacto de los objetos ‘presentes’ sobre los
cuerpos humanos”.71 El potencial de producir presencia es, indudablemente,
una cuestión material: un tipo de relación espacial con el “mundo de los
objetos”.
48
Decisiones respecto a técnicas y, por supuesto, materiales tienen
consecuencias directas sobre la materialidad de la obra, las maneras específicas
en las que aparece y las relaciones entre sus elementos; así como sobre las
implicaciones semióticas de todo esto. La codificación sensorial/material de
la obra de arte es inseparable de su codificación semiótica. Podría decirse que
son interdependientes: en el momento de producción, la necesidad expresiva
dirige los esfuerzos materiales; en el momento de recepción, el potencial
semiótico de la obra recae en la configuración material y sensorial que surgió
como resultado. Los tipos de signos –icónicos o simbólicos– que se establecen
en la codificación semiótica exigen habilidades distintas: la representación
icónica se basa en la semejanza sensorial, mientras que la simbólica se basa
en la convención. Vale la pena recordar la figura 1, en la que W. T. J. Mitchell
relaciona sentidos y signos. A pesar del número reducido de variables, ilustra
elocuentemente cómo las combinaciones de dos de los criterios de codificación
resultan en distintos “medios”. Los procedimientos de codificación de una obra
intermedial pueden involucrar distintos sentidos y distintos tipos de signos en
todo tipo de combinaciones.
72 Pierre Bourdieu. El sentido social del gusto, México: Siglo XXI Editores, 2015, p.
81.
49
Así pues, la legibilidad de la obra de arte es, por un lado, una cuestión
de codificación, por otro, una cuestión de lectura. A pesar de que en Teorías
de la lectura Karin Littau habla particularmente de la lectura de textos
literarios, creo que varios de sus criterios respecto a la lectura son útiles para la
comprensión del fenómeno de recepción de otro tipo de artefactos culturales,
de otros medios. Littau presenta el libro –el soporte de texto más antiguo y
extendido que sigue en uso– como un objeto de dos “especies”: una de orden
material y otra del orden de las ideas. La autora afirma que al “reunir estas
dos líneas diferentes de investigación –una que analiza la maquinaria técnica
del texto escrito y la otra que indaga los procesos de significación textual– es
posible ver de qué manera la producción material incide sobre la producción de
significado”;73 en otras palabras, es posible indagar sobre los mecanismos de
codificación. Todos los factores materiales que un texto implica “tienen efectos
sobre el contenido de la lectura, así como las mismas formas que adquiere
nuestra práctica lectora: si se lee en voz alta o en silencio; si se lo hace con
espíritu monástico, escolástico o por placer; si se lee en público o en privado,
de manera intensiva o extensiva”.74 La disposición material de cualquier
texto condiciona la manera en que hay que aproximarse a él; parafraseando a
McGann, Littau sostiene que “el tipo de forma determinará el tipo de lectura,
así como el espectro de lecturas posibles”.75
73 Karin Littau. Teorías de la lectura, trad. Elena Marengo, Buenos Aires: Ediciones
Manantial, 2008, p. 18.
74 Ibidem, p. 92.
75 Ibidem, p. 58.
50
cultura, “la lectura es un acto corporal concreto”,76 un fenómeno que sucede
al menos entre dos cuerpos: el del texto y el del lector. Mientras el interés
crítico por el primero ha incrementado por el “giro material” en la academia,
según Littau, el cuerpo del lector ha sido un tema marginal en la teoría desde
el siglo XX. Y es en el cuerpo del lector donde se generan las reacciones a
la lectura de un texto, es decir, los afectos. Algunos de sus síntomas físicos
pueden ser incremento de ritmo cardiaco, tensión de músculos, risa, llanto,
ansiedad, etc. Los afectos habían sido una categoría crítica en la poesía desde
la antigüedad hasta hace un siglo. En la crítica y teoría actual, salvo por
contadas excepciones, “se suele considerar que esas reacciones son triviales”,
pero durante buena parte de la historia “los poetas consideraban que valía la
pena practicar esa capacidad de despertar afectos, los críticos pensaban que
merecía ser estudiada, y el público, que valía la pena experimentarla”.77 Littau
se pregunta si nos “afecta el arte sensualmente antes de que podamos reaccionar
con nuestro intelecto”.78
La tendencia “mentalista” en la academia rechaza los afectos, las
emociones, y las consecuencias que éstos tienen sobre el cuerpo humano al
momento de la lectura; es decir, se rechaza la sumisión pasiva al pathos “y se
suele encarar el texto como efecto de significación (es decir, lo que importa
es su significado o los límites que impone a la inteligibilidad), excluyendo
cualquier otro efecto”.79 Sin embargo, ¿no es la experiencia misma del pathos
lo que define el primer impulso de interés intelectual? ¿La decisión de poner
atención no deriva de una reacción emocional en primera instancia, activada
por la experiencia sensual? ¿La necesidad expresiva de generar afectos no
76 Ibidem, p. 18.
77 Ibidem, p. 19.
78 Ibidem, p. 24.
79 Ibidem, p. 140.
51
es una consideración crucial en la codificación estética? Arthur Danto define
estética como “el modo en que las cosas se muestran, junto con las razones
para preferir una forma de mostrarse a otra”.80 Este “modo en que las cosas
se muestran” tiene efectos directos sobre los cuerpos humanos y determina el
espectro afectivo que son capaces de convocar. En cuanto a la literatura, los
afectos son una de las dos modalidades de la experiencia estética según Hans
Robert Jauss; en palabras de Littau,
52
de recepción. Littau distingue que después de Barthes hubo dos tendencias
principales de pensamiento respecto al texto: por un lado, la postura de Hans-
Georg Gadamer de que el texto “debe ser legible”; por otro, la postura de
Jacques Derrida de que “todos los textos son una alegoría de la imposibilidad
de la lectura”.83 Las implicaciones de ambas para el tercero de nuestros
procedimientos, la traducción, son exigentes u ominosas, pues el problema de
traducción involucra tanto al proceso de codificación (dotar al texto u artefacto
de legibilidad), como al de lectura (cuya realización es, para Derrida, una
imposibilidad). De hecho, el procedimiento de traducción de cualquier índole
exige, en primera instancia, al menos un tipo de lectura particular: aquella que
considera el “texto original” como el punto de partida que determinará las
características y “contenido” que el “texto de destino” deberá tener si ha de
ser considerado una traducción. Por supuesto, hay traducciones afortunadas y
otras desafortunadas, pero ¿mediante qué mecanismos, bajo qué criterios? La
dimensión de estas preguntas aumenta proporcionalmente con la cantidad de
medios cuando se trata de una traducción –o transposición– intermedial. Claus
Clüver advierte que, aunque efectivamente existan “ejemplos de transposiciones
intersemióticas o intermediales que parecen equivalentes a traducciones entre
lenguas […] [l]a mayoría de tales transformaciones involucra mucho más
que la re-presentación de los rasgos decisivos en un medio diferente y el
análisis se torna más difícil cuando esto ocurre entre medios no verbales”.84 Si
consideramos que, según Lars Elleström y el sentido común, “ningún medio
83 Ibidem, p. 166.
84 C. Clüver, op. cit., p. 33.
“There are indeed instances of intersemiotic or intermedial transpositions that appear equivalent
to interlingual translations; but they usually serve different functions than these, and any critical
approach should consider these functions. The majority of such transformations involves much
more than the re-presentation of the decisive features of a text in a different medium, and the
analysis becomes more difficult when this occurs between non-verbal media.”
53
puede transmediar o representar completamente todos los tipos de medios”,85
tiene sentido que Clüver hable de transposiciones como transformaciones.
La transferencia de información entre medios es necesariamente una
transformación, cuya realización implica decisiones y prioridades.
54
modalidades son interdependientes en una configuración mediática como un
artefacto cultural o una obra de arte, y no pueden ser extirpadas con cortes
limpios, sin involucrar parte de las otras. Sin embargo, esta base transmedial
proporciona una base conceptual fértil para el desarrollo de una metodología
de análisis –un tipo de lectura– que posibilite transposiciones basadas en algo
más que en la lectura individual o el gusto estético personal (aunque estas
posibilidades nunca estén del todo canceladas).
55
transferencia tanto de formas como de convenciones. Estos dos fenómenos
de transformación no son mutuamente excluyentes. Según Elleström, “la
transmediación siempre incluye, de hecho, algún grado de representación
mediática”.90 En traducciones intermediales, la relación entre estas categorías
es, como entre muchas otras, un espectro.
La transferencia de características entre medios que plantea Elleström
supone el trabajo con, al menos, dos medios: el medio original –aquel que
se pretende traducir– y el medio objetivo –aquel en el que se reconfigura el
medio original–. Con base en las cuatro modalidades de los medios a modo
de “plantilla”, crear lazos e identificar diferencias entre ellos, categoría por
categoría, se convierte en un procedimiento que es, de hecho, viable. Elleström
recuerda a Brian McFarne: “[l]os elementos que ‘no están atados a uno u otro
sistema semiótico’ son transferibles; los elementos que están ‘íntimamente
atados al sistema semiótico en el que se manifiestan’ deben ser adaptados”.91
Si bien McFarne habla solamente en términos de la modalidad semiótica de
los medios, lo mismo podría decirse de todas las otras modalidades. Es cierto
que hay características formales y convenciones que no pueden acuerparse de
ninguna otra manera más que mediante sentidos o materiales particulares, su
condición espacio-temporal original, y su código semiótico específico, pero
también es cierto que existen elementos que no son exclusivos de ningún medio
y que pueden manifestarse indiscriminadamente entre algunos o muchos de
ellos, como la narrativa o la opacidad. A este tipo de “elementos” volveremos
más adelante.
¿Pero qué sucede con aquellos elementos cruciales que son,
56
simplemente, intransferibles? ¿Cómo lidiar con la “brecha intermedial”? Irina
Rajewsky reconoce la “incapacidad de pasar más allá de un solo medio” y
proporciona un “puente” para salvar la brecha: el modo figurativo del “como
si”.92 Este “modo” de transmediación y representación mediática funciona sobre
la asunción de que “un producto mediático dado no puede usar o reproducir
genuinamente elementos o estructuras de un sistema mediático diferente
mediante sus propios recursos, específicos de su medio; sólo puede evocarlos
o imitarlos”.93 El recurso del “como si” genera el fenómeno intermedial de
referencias intermediales, en las que desde un medio sólo se puede crear la
ilusión de los efectos o estructuras de otro. Es en la construcción del puente
para salvar la brecha intermedial que las traducciones entre medios dependen
de criterios mucho más volátiles que quedan a consideración de la “traductora”,
como creatividad, sensibilidad y elocuencia. Elleström encuentra las variantes
en la construcción de los puentes afortunadas, pues “la diferencia material,
sensorial, espacio-temporal y semiótica entre medio original y medio objetivo
da lugar a alteraciones inventivas de productos mediáticos para convertirse
en creaciones nuevas”; así, las “obras de arte pueden adquirir valor al crear
diferencias en lugar de máxima precisión”.94 W. T. J. Mitchell argumenta
que estas diferencias son incluso la precondición para la “hibridización”: “el
‘cruce’ de formas dispares para formar nuevas unidades compuestas no tiene
93 Idem.
“Intermedial references, then, can be distinguished from intramedial (and thus intertextual)
ones by the fact that a given media product cannot use or genuinely reproduce elements or
structures of a different medial system through its own media specific means; it can only evoke
or imitate them.”
94 L. Elleström, op. cit., pos. 798.
“Works of art may gain value by creating differences instead of maximal accuracy.”
57
sentido sin un conjunto establecido de diferencias, artificiales o naturales, que
superar”.95
58
sentirnos de maneras similares. Las modalidades sensorial y material son de
crucial importancia para este propósito, como discutimos al hablar de lectura.
La capacidad de una traducción intermedial de producir un tipo de presencia
similar a la del medio original es una de las búsquedas más intuitivas y, al
mismo tiempo, pertinentes para comenzar a articular procedimientos e imaginar
puentes. Elleström asegura que, “virtualmente, no existen límites para la forma
en que productos mediáticos pueden ser representados por distintos tipos de
medios de varias maneras”.98
59
1. 4. R E M E D I A C I Ó N
Los medios y la relación de los humanos con ellos y entre sí cambian con
el tiempo. Así como medios producen medios, también medios remedian
medios. Se conoce como remediación al fenómeno intermedial en que medios
emergentes renuevan, reemplazan o adaptan medios anteriores. La remediación
es un procedimiento de procedimientos, pues excede en escala cualquier
fenómeno intermedial específico. Bolter y Grusin definen remediación como
“la lógica formal mediante la cual nuevos medios remodelan formas previas de
medios”.101 Una breve historia mediática de la narrativa es un buen ejemplo para
ilustrar lo que quieren decir cuando afirman que el proceso de remediación es
integral, pues “los medios están continuamente comentando, reproduciendo y
reemplazándose unos a otros”.102 El medio narrativo más antiguo es la voz, que
60
mantiene la tradición oral viva y cambiante. Mediante poemas –canciones–,
historias sobre dioses, héroes, guerras, amores, la naturaleza y la vida social se
transmitieron de generación en generación. Aún después de la invención de la
escritura –en piedra, pergamino o manuscrito– la tradición oral fue el medio
principal para la circulación de lo verbal. No obstante, la escritura es su primer
gran momento de “remodelación” (refashioning): con ella, las implicaciones
de la materialidad verbal –aspectos gráficos– cobran vital importancia
para significar e interpretar. El sentido primordial para la recepción de esta
primera remediación de lo verbal y lo narrativo es la vista, diferencia crucial
con la recepción de la tradición oral que dependía, obviamente, del oído. La
materialización de lo verbal, es decir, su remediación material mediante la
escritura, generó un efecto que en la tradición oral era mucho más maleable:
el efecto de evidencia. El carácter autorizado de lo escrito proviene de la
mediación diferenciada entre lo que se recuerda que se dijo y lo que se dijo;
es decir, el sitio de inscripción en las culturas orales es la memoria, mientras
el sitio de inscripción de una cultura escrituraria es un objeto material al que,
en teoría, cualquier otro ser humano podría tener acceso. Lo verbal oral es
mucho más orgánico, lo verbal material está fijo. La escritura trajo consigo la
posibilidad de crear obras verbales que no necesitaran mnemotécnicas como
las que circulaban oralmente, pues no dependerían de la memoria. La escritura
posibilitó la exploración material del lenguaje mismo de nuevas formas; generó
textos, así como la práctica que los interpreta, la lectura.
Para estándares actuales, el primer momento de remediación de lo
verbal/narrativo fue lento. En el caso de los manuscritos, la reproducción
de las obras tomaba mucho tiempo y poca gente podía adquirir copias, o
siquiera leer. La invención de la imprenta trajo consigo cambios profundos
para la reproducción de los textos, sus géneros y convenciones, y los públicos
crecientes que los consumían. Según Johanna Drucker, en el siglo XV la
61
imprenta (prensa de bloque de madera) puso en duda la cualidad individual y
única de las obras de arte, se convirtió en el medio primordial de producción
de conocimiento y provocó una expansión de la identidad del arte (habilidad
de manufactura haciendo uso de técnicas de impresión).103
Karin Littau ha identificado la imprenta como uno de los tres momentos
de remediación literaria más importantes de la historia occidental por su impacto
revolucionario en la cultura y la sociedad. En Teorías de la lectura, Littau
contempla los efectos de “las tecnologías de los medios” que “no sólo han
cambiado nuestra relación con la escritura y la lectura sino nuestra percepción
del mundo y, tal vez, han modificado, incluso, la percepción misma”.104 Los
otros dos momentos que han sido tan revolucionarios como criticados –e incluso
temidos– son la invención del cinematógrafo y, más tarde, de la computadora y
la Internet. Estos medios, y antes de ellos la imprenta, exigen distintas técnicas
narrativas, poéticas y materiales; y todo esto condiciona las maneras en que
recibimos y entendemos la ficción y la poesía. Sin embargo, Littau afirma que
los “medios nuevos no se limitan a inventar nuevas formas de ficción; crean
también nuevos instrumentos de manipulación perceptual. En tal sentido, dan
a los espectadores oportunidades de experimentar mundos ficcionales”.105
Cada vez que nuevos medios han remediado a los anteriores, han surgido voces
críticas que no solamente señalan, sino condenan las maneras en que éstos
afectan la percepción. Los dos ejes que parecen dirigir este tipo de crítica son
la patológica “sumisión pasiva al pathos” (al que los consumidores ávidos son
susceptibles) y la velocidad de recepción que los “nuevos medios” ofrecen
en detrimento del tiempo de contemplación, reflexión y asimilación de las
62
obras.106 La imprenta generó una proliferación de publicaciones que algunas
personas devoraban, y se afectaban por ellas de manera discapacitante. Esta
obsesión por la lectura era considerada una patología, recibía el nombre de
bibliomanía y ameritaba tratamiento médico. Con la popularización del
cinematógrafo, un fenómeno similar surgió con el consumo compulsivo de
películas, el cual tomaba considerablemente menos tiempo que la lectura de
novelas y, por lo tanto, implicaba –y sigue implicando– menos tiempo de
reflexión entre una experiencia ficcional y otra. A pesar de reconocer que
con los nuevos medios, “como ocurre con toda novedad, perdemos en cierta
medida sensibilidad ante sus efectos a medida que nos acostumbramos a sus
convenciones”,107 Littau se preocupa ahora por nuestros “nuevos medios”
para la poesía y la ficción: los medios digitales; específicamente, la realidad
virtual. Para ella, la realidad virtual se distingue de los momentos previos de
remediación revolucionaria por la magnitud de sus riesgos para la percepción.
El riesgo de que sus aficionados insaciables “terminen siendo incapaces de
distinguir el arte de la vida” es mayor, pues nunca antes había sido posible
asimilar tal cantidad de experiencias sensoriales en un solo medio, al grado de
que la lectora logre identificarse completamente como parte del desarrollo de
los eventos ficcionales. En sus palabras, “[s]i la novela es una ‘máquina para
producir mundos posibles’ (Eco, 1979 […]) la realidad virtual es, literalmente,
la máquina para hacerlos realidad: es la novela realizada”.108 La identificación
total con la obra de ficción, fenómeno que se vislumbra con una tecnología
como la realidad virtual, acorta tanto la distancia entre obra y receptor que esta
distinción se vuelve borrosa y no permite al receptor más que reaccionar…
como se hace en la vida fuera del arte.
63
Los medios digitales tienen una capacidad incomparable de asimilación
de funciones y de información –es decir, una capacidad de remediación–
históricamente inusitada. De hecho, Bolter y Grusin consideran que en los
medios digitales “‘toda mediación es una remediación’”.109 Son capaces de
simular una variedad de experiencias y códigos como ningún otro medio
antes. Rajewsky subraya su habilidad para eliminar diferencias: “[l]os medios
digitales […] son capaces (cada vez más convincentemente) de borrar cualquier
diferencia mediática perceptible en su proceso de simulación”.110 Littau
articula el peligro de los medios multisensoriales (del que advierten autores
como Huxley y Bradbury): merman “la distancia necesaria para la cognición
o la reflexión”;111 la realidad virtual, el medio multisensorial por excelencia, la
aniquila del todo.
64
mundo que parece amenazar valores que se consideran inherentes a medios
previos. El cambio de percepción provoca alarma, naturalmente, porque con
ella damos sentido al mundo. Según Bill Brown,
Uno de los valores que parece estar bajo amenaza con los medios
digitales, y especialmente con la realidad virtual, es precisamente el cuerpo: el
medio que, mediante el tacto, se entiende como el único capaz de darnos acceso
a lo material. Colin Renfrew explica el temor a los medios digitales en tanto
amenaza al “compromiso con el mundo material, donde el objeto material era
el repositorio de significado”.114 Brown se refiere a esta tendencia intelectual
como la hipótesis de la desmaterialización y, basado en el trabajo de Katherine
Hayles, la interpreta como una variante de la distinción cartesiana entre cuerpo
y mente, que “reapareció como la distinción entre materialidad e información,
entre patrón de información e instanciación material […]”.115 Brown identifica
65
el origen y la permanencia de la hipótesis de la desmaterialización en el
desarrollo histórico del “paradigma cibernético”, una “conceptualización
desacuerpada de la información en la investigación cibernética temprana”.116
Es decir, el paradigma cibernético concebía la información como algo fluido,
independiente del medio material que la soportaba; al respecto, Brown
parafrasea a Hayles: “[l]a información, separada de cualquier sustrato material
específico, podía circular –podía desmaterializarse y rematerializarse– intacta.
[…] Y, sin embargo, la información (y nuestro acceso a ella) depende del
soporte físico de las tecnologías de la comunicación”.117 La información sí
tiene cuerpo. Pero, a diferencia de otros medios, el cuerpo de los medios
digitales –que rebasa desmesuradamente cualquier dispositivo individual–
posibilita que la información migre y se recupere en distintos lugares, en
distintos momentos. Brown sostiene que “la infraestructura material del signo
se reconfigura constantemente por nuevos medios” y que “la realidad material
permanece, sin importar su digitalización”.118 La digitalización, el proceso de
conversión a código de información anclada a materialidades previamente
específicas, no desmaterializa el mundo, ni el acceso de nuestros cuerpos a él,
sino otros medios. Recordando a Bolter y Grusin, sabemos que “los medios
están continuamente comentando, reproduciendo y reemplazándose unos a
otros”; sin embargo, la dimensión y velocidad exponencial del “reemplazo” de
66
la remediación digital no tiene comparación.
La lógica de la hipótesis de la desmaterialización resurge en cada gran
momento de remediación, especialmente al discutir los efectos de nuevos
medios en el arte. En un mundo como el nuestro, la remediación de los medios
digitales integra cada vez más medios en favor de valores del capitalismo y el
progreso como la eficiencia, la velocidad y la expansión de mercado. Es por
el sistema económico en el que esta histórica remediación digital se desarrolla
que otros medios y otras formas de experimentar la materialidad parecen tan
vulnerables –y tal vez lo sean–.
Brown recuerda la extinción del aura de la obra de arte que Benjamin
argumentó hace poco menos de un siglo: “la reproductibilidad técnica del
arte, al mismo tiempo que emancipó la experiencia del arte de restricciones
materiales y sociales, también había extinguido el ‘aura’ de la obra de arte –su
unicidad, su especificidad histórica y su relación espacial con el espectador;
tanto su incrustación cultural como material”.119 La relación espacial entre obra
de arte y espectador hoy en día –con el tipo y grado de reproductibilidad que
la tecnología disponible hace posible– se interpreta como una de las amenazas
al cuerpo y la materialidad. La experiencia de los medios digitales implica
cuerpos –usuario y dispositivo– y la información que se comparten implica
materialidad. Pero, si bien necesitamos de “cuerpo” para acceder a la realidad
de los medios digitales, es posible permanecer en ella y exponernos a múltiples
experiencias distintas sin cambio alguno en la relación espacial entre usuario y
dispositivo. A mi manera de ver, la amenaza de la remediación digital no es la
desmaterialización, sino la homogeneización de la experiencia en detrimento
de la producción de presencia.
67
En términos de Hans-Ulrich Gumbrecht, la presencia es precisamente
un tipo de relación espacial con “el mundo de los objetos”: “[a]lgo que está
‘presente’ se supone tangible a las manos humanas, lo que implica que puede
tener impacto inmediato en los cuerpos humanos”.120 La producción de
presencia es, pues, un conjunto de fenómenos que intensifica “el impacto de
los objetos ‘presentes’ sobre los cuerpos humanos”;121 por lo tanto, implica una
relación espacial particular entre cuerpo humano y objeto. Todo lo anterior
no quiere decir que los medios digitales, por “naturaleza”, no sean capaces de
producir presencia; lo hacen. Sin embargo, el tipo de presencia de los medios
digitales usualmente involucra el cuerpo humano de maneras limitadas en el
espacio que comparten (al menos por ahora, ya que el objeto hegemónico es la
pantalla, en cualquiera de sus presentaciones).
Mitchell y Hansen introducen Critical Terms for Media Studies diciendo
que “[n]uevas formas de comunicación, de fabricar formas e imágenes y
de expresar ideas son en buena parte motivadas o posibilitadas por nuevos
aparatos y dispositivos”.122 De la misma manera, creo que posibilitan nuevas
“presencias”. Como mencioné en la introducción, la utilidad y posibilidades
que ofrecen los medios digitales son innegables. Su influencia renovadora no
se desarrolla solamente al interior de sí mismos, sino que también promueve el
cambio de medios previos para adaptarse a los nuevos contextos mediáticos,
seguir siendo productivos y sobrevivir. El fenómeno de remediación apunta
hacia todas direcciones en el tiempo: medios inspiran la creación de nuevos
medios, y nuevos medios inspiran la adaptación de medios previos. Ante la
“conversión rampante” de los medios digitales, la remediación de la literatura
68
y la poesía –o, más precisamente, de sus soportes convencionales– es una
necesidad: a pesar de que diversos medios las han remediado ya, las dinámicas
de consumo –de “lectura”– que condicionan dejan poco espacio, en general,
para la contemplación y asimilación. ¿Cómo imaginar una remediación que
respete la distancia necesaria para la reflexión en un sistema económico como
en el que vivimos?
69
1. 5. L A I M A G E N:
PROBLEMA DE LEGIBILIDAD
Y TRADUCCIÓN
70
curiosa habilidad para distinguir entre ‘está ahí’ y ‘no está ahí’”. 124 La “imagen
mental” ha sido un elemento central de las teorías sobre la mente desde
Aristóteles, que pensaba que la imaginación era la capacidad de traer algo a
la mente sin necesidad de estímulo sensorial. Las teorías de representación
mental se basan en el antiguo modelo que enfatiza la relación entre imágenes
visuales y los objetos que representan. En el pensamiento aristotélico, la vista
era el sentido más perfecto y desarrollado y el modelo para los demás sentidos;
así que el paradigma visual que “propone una relación de simetría y similitud
absolutas entre la mente y el mundo”125 se estableció como el estereotipo
para la concepción y comprensión de “lo mental”. Mitchell afirma que “[n]os
resulta difícil hablar de la mente sin compararla con un medio de algún tipo,
frecuentemente un medio que implica la exhibición, proyección, almacenaje y
recuperación de imágenes”.126 Sin embargo, la mente se imagina o se representa
a sí misma de muchas maneras, no sólo visualmente: “[l]as imágenes mentales
no parecen ser estables y permanentes como las imágenes reales y varían de
persona a persona […] [y] no parecen ser exclusivamente visuales de la manera
en que lo son algunas imágenes reales; involucran todos los sentidos”.127 Para
Mitchell es importante desmitificar la diferencia metafísica entre ambos tipos
de imágenes, pues si hablamos de imágenes materiales hablamos también de
imágenes mentales: “[…] todas las imágenes, sin importar cuán pública o
71
concreta su realización, son cosas mentales en el sentido de que dependen de
criaturas con mentes que las perciban”.128 Una primera intuición respecto al
concepto de imagen es, pues, que nombra aquello que permanece en la mente
y la memoria: la “forma” en que recuperamos pensamientos y percepciones.
En Critical Terms for Media Studies, Mitchell define imagen como
“un signo o símbolo de algo en virtud de su semejanza sensual con lo que
representa”.129 No hay constricciones materiales o sensoriales en la definición
anterior, pues las imágenes pueden asumir muchas formas una vez que se
han interpretado como imágenes; es decir, las imágenes no son solamente
percepciones circunstanciales del mundo, sino fragmentos interpretativos que
se pueden recuperar mediante el uso de la mente o de cualquier otro medio. Una
melodía, una voz, la sensación del viento en la costa, un rostro, un paisaje, el
sabor de una salsa memorable, el olor de un libro, o los afectos de una historia
son todos ejemplos de imágenes que se crean a partir de distintas percepciones
sensoriales, posibilitadas por distintas partes y capacidades del cuerpo. Todos
los ejemplos anteriores son imágenes porque representan la experiencia misma
de la percepción sensorial realizada. Las imágenes son “cualquier cosa que la
imaginación, percepción y experiencia sensorial humana sea capaz de diseñar
para sí misma como objeto de contemplación o distracción”.130 Mitchell
reconoce que la distinción entre distintos tipos de imágenes tiene menos que ver
con criterios sobre cómo se crean que con “los límites entre distintos discursos
72
institucionales”.131 Para probar este punto, Mitchell muestra en Iconology
(1986) una tabla de la variedad de tipos de imágenes, a cuyo estudio se dedican
distintas disciplinas. Reproduzco la tabla original de Mitchell e incluyo en ella,
además, las disciplinas con las que asocia cada tipo de imagen:
Imagen
parecido
semejanza
similitud
Los criterios que hacen que reconozcamos todas las categorías anteriores
como clases o tipos de imágenes son, como mencioné, el parecido, semejanza
o similitud con el objeto o fenómeno en cuestión. Como es visible en la
73
tabla anterior, las imágenes perceptuales conciernen todas las disciplinas que
estudian los otros tipos de imágenes e incluye un par más. La imagen perceptual
aglomera los datos sensoriales que recopilamos sólo por el hecho de estar. De
hecho, la definición básica de imaginario que propone Mitchell es que se trata
de un conjunto de “manojos de información análoga transportados por distintos
vehículos sensoriales, recibidos mediante canales perceptuales distintos”.132
El imaginario y la imaginación no se crean por generación espontánea;
necesariamente –incluso ineludiblemente– se nutren de fragmentos de la
experiencia en el mundo, de “manojos de información” que los sentidos reciben
para después interpretar, analizar, seleccionar, recuperar y relacionarlos. La
noción de información es de vital importancia para la construcción del término
de imagen, en sí mismo y como unidad de análisis: la imagen no solamente
refiere a la aparición superficial de las cosas, sino que esta noción “debe
extenderse para incluir el proceso entero mediante el cual la información se
hace perceptible a través de la experiencia acuerpada”.133 La imagen no sucede
a la experiencia sensorial, se crea con y a partir de ella; en el proceso inverso, la
realización concreta de imágenes, del tipo que sean, se inspira necesariamente
en los manojos de información con los que la experiencia del mundo ha nutrido
un imaginario. Al respecto, Mitchell expresa muy elocuentemente la relación
entre imagen y medio:
74
en la circunferencia del problema de los medios: las imágenes
siempre aparecen en un medio u otro, y no podemos entender
los medios sin construir imágenes de ellos.134
75
una y otra vez. A pesar de la peculiar cualidad del lenguaje verbal de aludir a
experiencias sensoriales vívidamente o no hacerlo en absoluto, sus imágenes
no suelen tener la carga metafísica del imaginario mental. Los textos y actos
de habla son públicos, lo cual significa que su realización es accesible a los
sentidos, al contrario de las imágenes que asociamos con la imaginación y lo
mental. De acuerdo con Mitchell, se habla del imaginario verbal de dos formas:
la primera tiene que ver con lo que conocemos comúnmente como lenguaje
metafórico, figurado u ornamentado; la segunda, como una proposición, la
presentación de un estado de las cosas o de acontecimientos.136
La historia de cómo se ha entendido la imagen verbal está atravesada
por la filosofía vigente en distintas épocas. En el siglo XVII, las palabras
significaban las imágenes mentales que deja la experiencia del objeto; se
pensaba que del objeto se genera la imagen mental, y de ésta se genera la verbal.
Metáforas pictóricas eran utilizadas para describir modelos de significación y
cognición, lo cual tuvo una consecuencia poética: la de comprender el arte
del lenguaje como el arte de revivir impresiones sensoriales.137 En el siglo
XVIII, la imagen verbal estaba muy asociada al recurso de descripción; esta
conceptualización se concentraba en el fenómeno de producción de imágenes a
partir de expresiones que remitían a los sentidos y que incluso podían ser más
estimulantes que la situación misma en presencia. La consecuencia poética
de esta comprensión del lenguaje verbal fue la de lograr una representación
más vívida de los objetos que la que los objetos hacían de sí mismos.138 En
los periodos romántico y moderno (siglos XIX y XX), el término de imagen
verbal era central en la comprensión del lenguaje literario. Los románticos
discriminaban entre dos concepciones de la imaginación: una de baja categoría
76
que remitía a lo pictórico o gráfico y una de alta categoría que remitía a algo
interno, orgánico y vivo.139 Las consecuencias poéticas de esta jerarquía
imaginativa fue la articulación de una noción menos visual y mimética de la
imagen verbal, que valoraba “el carácter necesariamente verbal de imaginar
lo invisible”,140 y explotaba sus recursos para expresar lo abstracto con
sentimiento y elocuencia. Mitchell reconoce una sublimación progresiva de la
imagen verbal en la que, eventualmente, el texto entero se considera un ícono
verbal, una imagen única en sí, una “estructura sincrónica en algún espacio
metafórico”. Esta idea sobre un texto constituye el concepto de imagen poética
que, según Ezra Pound “presenta un complejo intelectual y emocional en un
instante de tiempo”.141 Jorge Schwartz, crítico literario, señala que una de
las implicaciones de esta definición es que tal complejo no necesariamente
“procede discursivamente, de acuerdo con las leyes del lenguaje, sino que
impresiona la sensibilidad de los lectores con un impacto instantáneo”.142
Parece ser que el lenguaje verbal es una especie de código maestro
que permite remitir a todo tipo de imágenes, sensoriales o no. La histórica
oposición entre palabra e imagen –mal basada en una diferencia sensorial–
pierde poder al reconocer el carácter subversivo de su relación, pues se articula
“la sospecha de que debajo de las palabras, bajo las ideas, la última referencia en
la mente es la imagen, la impresión de la experiencia exterior impresa, pintada,
77
o reflejada en la superficie de la conciencia”.143 Esta relación de subversión no
se limita a enfrentar solamente lo verbal con lo visual, sino que se extiende a
la manera de comprender la relación entre el lenguaje verbal y las imágenes
perceptuales en general. Las imágenes son fragmentos de experiencia, hebras
de información que distintos códigos y medios acuerpan y expresan, al tiempo
que ellos mismos se acuerpan con ellas: “la relación entre palabras e imágenes
refleja, dentro del ámbito de la representación, significación y comunicación,
las relaciones que proponemos entre los símbolos y el mundo, los signos y sus
significados”.144
78
original que será traducido, la imagen verbal es la unidad básica de análisis que
utilizará este trabajo. Reconocer en la poesía de En la masmédula los “manojos
de información” de los que habla Mitchell y distinguirlos unitariamente
permitirá un análisis más detallado. Dado que las imágenes verbales pueden
o no tener elementos sensoriales, ésta parece una segunda clasificación
pertinente: imágenes sensoriales e imágenes abstractas.
79
GIRONDO y su
MASMÉDULA
2
Girondo nos hace ingresar en el reino mitológico donde
todas las metamorfosis resultan factibles; nos hace
ingresar explosivamente a través de una subversión
devastadora o de un remolino verbal [...] Subversión y
remolino preanuncian los desacatos, los desplantes de
En la masmédula.146
83
2. 1. P O E T A,
I L U S T R A D O R,
IMPRESOR
84
insospechados y nuevos medios y formas de expresión.148
148 Oliverio Girondo. “Manifiesto del ‘Martín Fierro’”, Martín Fierro: periódico
quincenal de arte y crítica libre, Buenos Aires, vol. 1, no. 4, mayo 1924, pp. 1-2.
149 J. Schwartz, op. cit., p. 67.
150 Peter Bürger. “Teoría de la vanguardia y ciencia crítica de la literatura” en Teoría de
la vanguardia, Barcelona: Ediciones Península, 2000.
85
excepción, pues no era una revista exclusivamente literaria. Según Schwartz,
en ella se publicaban también caricaturas, reseñas del cine del momento,
“novedades en la pintura” y artículos sobre tecnología, como el fonógrafo.151
Agrega que en el manifiesto, “Girondo […] deja bien claro que la alteración
es provocada por los ‘nuevos medios’ que, a su vez, alteran las ‘formas de
expresión’”.152 La búsqueda de la “nueva sensibilidad”, motivada por la
curiosidad y la experimentación, resulta –aunque no se haya nombrado en el
momento– en intermedialidad.
Aunque según Enrique Molina “[l]a efervescencia martinfierrista se
diluyó en una mera discusión de aspectos formales”,153 el ímpetu experimental
y renovador de Girondo permaneció como característica distintiva de su poesía
durante toda su vida. Beatriz Nobile afirma que “Girondo –con mayor intensidad
que ningún otro poeta argentino de su época– respiró la crisis experimental, y
tanto se encarnó en él, que su obra trasunta en cada una de sus etapas esa
obsesión”.154 Abrazó el espíritu de vanguardia; y la experimentación con el
lenguaje –y sus medios– se convirtió en su proyecto de vida. En Justificación
material, Eduardo Milán dice que “[l]a distancia de la euforia histórica de la
vanguardia parece haberle permitido a Girondo ver lo esencial: no el fenómeno
ni el bulto, no la apariencia ni el modelo sino la almendra, la mandorla del
poema, la sustancia animada, lo que lo hace a la vez que le permite ser lo
que es”.155 Girondo se distinguió por rechazar las convenciones de la escritura
poética desde sus primeros poemarios. “Para Girondo”, dice Molina, “la
86
poesía constituye la forma más alta de conocimiento, una institución total
de la realidad, con una autonomía irreductible, por lo tanto, a un lenguaje de
relaciones establecidas”.156 Es por eso que Nobile asegura que la búsqueda
poética de Girondo está motivada por “la certidumbre de la necesidad de un
lenguaje creado exprofeso para la poesía”.157 Sin embargo, si bien su necesidad
expresiva se concentra en la poesía, difícilmente se limita a ella. Los intereses
experimentales de Girondo son evidentemente intermediales por su dedicación
a la dimensión material de su soporte. Girondo era un viajero apasionado y
tenía la costumbre de llevar libros de viaje, a los que añadía ilustraciones
que acompañaban las escenas que describía. La crítica reconoce su interés
gráfico, pues no dejó de presentarse en sus libros desde su juventud hasta
su último poemario. Hay consenso bastante establecido en la crítica literaria
respecto a las etapas poéticas que atraviesa la obra de Girondo. Con base en
las observaciones de Beatriz Nobile, Saúl Yurkievich, Enrique Molina y Jorge
Schwartz es posible distinguir y perfilar tres etapas claras, en cada una de las
cuales Girondo no sólo desarrolló su lenguaje poético, sino también exploró la
materialidad del texto.
87
PRIMERA ETAPA
Beatriz Nobile sintetiza esta etapa, comprendida por los primeros dos poemarios
de Girondo– Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922) y Calcomanías
(1925)–, con el nombre de “el humor”, recurso que Jorge Schwartz califica de
“satírico” y “propio de su prosa caricaturesca”.158 A pesar de que estas primeras
publicaciones coincidieron con el movimiento martinfierrista en Argentina, el
espíritu de vanguardia de Girondo no es consecuencia de esto. Si bien compartía
con el movimiento el orgullo de incorporarse a la cultura sin someterse a
modelos europeos y una profunda irritación contra la vigilancia lingüística
de España en Hispanoamérica, Nobile afirma que “los primeros poemas de
Girondo son anteriores al ‘martinfierrismo’ y en ellos está ya demarcada la
rebelión con las estéticas precedentes al vanguardismo”.159 Según Molina, en
estos dos libros la expresión poética se vuelca en un “diálogo con lo inmediato”,
en “la relación instantánea con las cosas” y “la experiencia de los sentidos y
el mundo exterior”.160 Yurkievich coincide: en estos dos libros, “Girondo se
propone transmitir lo momentáneo, las fugaces incitaciones callejeras, el gesto
no utilitario, la improvisación desembarazada; elogia lo pueril, lo absurdo, lo
contradictorio, lo ilógico”.161 Este fragmento del poema “Apunte callejero”
en Veinte poemas para ser leídos en el tranvía ejemplifica todas las críticas
anteriores:
88
alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.162
162 Oliverio Girondo. Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, Argenteuil: Coulouma,
1922 (s/p).
163 J. Schwartz, op. cit., p. 182.
164 Esta información está en el ejemplar número 302 que se encuentra en la Universidad
de Toronto, a cuyo documento facsímil tuve acceso de descarga en línea.
89
SEGUNDA ETAPA
Los poemarios Espantapájaros e Interlunio son los dos poemarios que marcan
la segunda etapa poética de Girondo, que Beatriz Nobile llama “la nada”. Según
Molina, la intuición de la nada que visten las cosas crea la óptica grotesca
que caracteriza las composiciones de este periodo. Esta percepción le otorga
a Girondo “la chispa ambivalente del humor, entre la agonía y el orgullo”,165
rasgo distintivo y permanente en su poesía. Mientras Schwartz señala una
notable exacerbación de lo grotesco,166 Molina interpreta este momento como
un estadio intermedio entre realidad y sueño, donde “las cosas […] circulan
irisadas por el delirio”.167 El siguiente fragmento sobre la experiencia del
cuerpo en la sexta composición de Espantapájaros es tanto delirante como
grotesca:
90
continúa diciendo que “hay en Girondo un afán de salir del ego, de transponer
las limitaciones del yo, de romper las restricciones corporales y psíquicas, de
disgregarse y esparcirse por el cosmos”.170
91
Fig. 4 – Oliverio Girondo. “Espantapájaros”, Obra,
Buenos Aires: Losada, 2002, p. 155.
92
TERCERA ETAPA
Es la baba.
Su baba.
La efervescente baba.
La baba hedionda,
cáustica;
la negra baba rancia
que babea esta especie babosa de alimañas
por sus rumiantes labios carcomidos,
por sus pupilas de ostra putrefacta […]173
93
y ruptura de los propios significantes-íconos”.174 Es decir, de ser referencia
temática en Persuasión de los días, la descomposición –y recomposición, o
bien, deformación– se convierte en recurso técnico en En la masmédula:
Noctivozmusgo insome
del yo más yo refluido a la gris ya desierta tan médano
evidencia
gorgogoteando noes que plellagan el pienso
contra las siempre contras de la posnáusea obesa […]175
Para Molina, la obra poética de Girondo es una “[a]ventura jugada en dos planos
paralelos: experiencia y lenguaje, vida y expresión. Comienza por la captación
sensual y ávida del mundo inmediato y la fiesta de las cosas. Termina por un
94
descenso hasta los últimos fondos de la conciencia en su trágica inquisición
ante la nada”.178 Para Schwartz, la obra de Girondo lleva “hasta las últimas
consecuencias las técnicas antimiméticas de representación”179 a través de una
poética de la deformación. Saúl Yurkievich considera la búsqueda poética de
Girondo un proceso gradual, formal y conceptualmente. Al mismo tiempo que
“su autonomía y su poder expresivos aumentan a medida que se despoja de
las sujeciones realistas, de emulaciones, de estereotipos, de obediencia a lo
estatuido e institucionalizado”,180 sus imágenes se transforman: el “remonte, el
vuelo sin obstáculos, la euforia solidaria mudan paulatinamente en caída, en
naufragio, en regresión a lo amorfo, a lo larval, en descomposición, en alucinada
desintegración. La representación figurativa se embrolla y se confunde”.181
95
era plenamente consciente de la dimensión intermedial del soporte físico del
texto poético: la capacidad de medio gráfico y verbal para la representación
los relaciona semióticamente, mientras la recepción visual de lo gráfico y
la posibilidad de recepción visual de lo verbal los relaciona sensorialmente.
La plataforma material que posibilita ambos –papel, tinta, encuadernación–
era importante para Girondo en tanto soporte de su poesía: era su cuerpo
perceptible.
Si bien Girondo no dejó de poner atención al aspecto material del
texto, es en la materialidad del lenguaje mismo donde se conserva la relación
protagónica entre lo verbal y lo visual, que cobra un carácter subversivo. De
acuerdo con W. T. J. Mitchell, “[u]na imbricación de lo decible y lo visible
[…] ocurre en todos los niveles de la expresión verbal […] La cultura visual
es tanto un límite externo y un ‘hoyo negro’ interno, al centro de la cultura
verbal”.184 Jorge Schwartz confirma esta observación de Mitchell en su crítica
a Girondo al reconocer un proceso formal de autorreferenciación, “[…] en el
que la dimensión visual se interioriza hasta llegar hasta la ‘médula’ de la propia
palabra”.185
En el análisis del siguiente capítulo, pretendo expandir la relación
subversiva que Schwartz reconoce en En la masmédula y ampliarla a la
dimensión sensorial en general, cuyas imágenes se asoman caóticamente en la
lectura.
96
2. 2. EN LA MASMÉDULA
97
asegura que “[c]omo experiencia del lenguaje no existe en español un libro
comparable”.188 En el desconcierto y fascinación de la crítica a En la masmédula
se hace evidente el carácter central del poemario: la plasticidad del lenguaje
verbal y la inusitada elocuencia que puede generar. Para el siguiente análisis es
necesario reconocer los recursos plásticos de los que se vale –las maneras en
que Girondo trae a primer plano la materialidad del lenguaje verbal.
98
una revolución en su técnica expresiva que ha sido la mayor desde Homero.
Está basada en lo no consciente, en el irracionalismo. Antes de estos momentos
de “revolución poética”, la emoción estética de la poesía dependía de la
interpretación lógica del lector. En el periodo contemporáneo, la emoción
comenzó a preceder al entendimiento, si es que el entendimiento llegaba en
absoluto. En palabras de Bousoño: “si ‘entendemos’ [el poema], entendemos
porque nos hemos emocionado, y no al contrario, como antes ocurría”.190
La trayectoria poética de Girondo, en general, acuerpa todas las
concepciones anteriores de la poesía moderna. Saúl Yurkievich identifica dos
tropos opuestos en la poesía de Girondo: lo urbano y lo vital. En esta relación, el
primer tropo se identifica “con intelección pura, con abstracción racional, con
frialdad lógica” que implican “apartamiento de la concreta realidad sensible,
desnaturalización, antipoesía”. Lo vital, por el contrario, se identifica con
“las facultades que considera como las más humanas –instinto, sentimiento,
sensibilidad, imaginación, intuición”.191 Más aún, Nobile califica la lectura de
En la masmédula con el término de “faena utópica” de Ortega y Gasset “para
significar que la intención de leer y comprender absoluta y cabalmente no se
cumple jamás, y sólo se llega a aproximaciones”.192
A pesar de que Girondo no fue el primer poeta en haber velado la
inteligibilidad de su poesía para aludir más a las impresiones y emociones que
a la denotación precisa, sí llevó sus consecuencias más lejos que cualquiera de
sus contemporáneos. Eduardo Milán sostiene que
99
poema moderno el que evidencia esa característica poética
esencial: su descanso en su propia materia, su posibilidad desde
la materia y no antes de la materia verbal. El verbo moderno
en poesía es posible desde el reconocimiento explícito de la
realidad material del lenguaje.193
100
Si bien Nobile reconoce que hay un “pragmatismo vigente
exclusivamente en el poema”, también distingue un “ideal de precisión en el
trasfondo de ese lenguaje singular, deliberado”.199 La precisión de Girondo
está, paradójicamente, basada en la disrupción material de la convención
lingüística misma del español. Su elocuencia es una no convenida, es decir, el
potencial comunicativo no está basado –o no con la misma dependencia– en
las mismas normas lingüísticas que condicionan la comprensión de un mensaje
cotidiano, e incluso de un mensaje poético que, a riesgo de ser redundante,
llamaré “convencional”. Si bien Girondo explora la plasticidad del lenguaje
–y subvierte sus convenciones– a nivel pragmático, sintáctico, semántico y
morfológico, es en la “masmédula”, en el nivel fonético, en el que descansa la
expresividad poética. Esto es lo asombroso de este poemario: el desarrollo de
un lenguaje poético propio cuya “convención” interna dependiera del aspecto
nuclear –y, de hecho, inconsciente– del lenguaje: su materia misma. Molina
recuerda a Aldo Pellegrini hablando sobre el sonido:
Entendemos porque lo que leemos nos suena a algo más, porque nos
despierta sensaciones y porque nos genera imágenes difusas que nos obligan a
intuir. En el sonido descansa la clave “lógica” sobre la que Girondo construye
su lenguaje poético, produce presencia, genera afectos, y codifica significado.
Molina continúa:
101
puede tener una significación por similitud, por asociaciones
inconcientes, etc. Esta posibilidad de comunicación, que va más
allá de la captación intelectual del signo establecido, para actuar
casi en el plano de la sensación, Girondo la emplea con una
certeza que da una fuerza inusitada a su expresión.201
Es claro que la plasticidad es una cualidad de la materia verbal y que las técnicas
y recursos con las que Girondo la explotó llaman la atención sobre ella misma.
¿Pero qué técnicas, qué recursos específicos? A casi diez años de la edición de
1963, Beatriz Nobile hizo un análisis diacrónico de En la masmédula en el que
identifica los cambios que el poemario sufrió de edición a edición, así como
los recursos formales que utiliza. Por utilidad práctica, podemos comenzar a
revisarlos en cada nivel lingüístico, del fonético al pragmático, con base en
la palabra como unidad. Según Yurkievich, “[u]na palabra establece el orden
preponderante, se intensifica, aumenta su peso semántico por empedernida
reiteración, crea un ritmo escantatorio y va llenando el espacio del poema
hasta atestarlo”.202 Por su parte, Nobile articula la intención estética de En
la masmédula a partir de las palabras: “[l]a experiencia de desembarazar
a las palabras de su cotidianidad, entrechocándolas, contrahaciéndolas,
desvinculándolas del ritmo normal, procura hacer tangible el impulso entrañable
de experimentar la contraparte de la lógica y los sentidos”.203
201 Idem.
202 S. Yurkievich, op. cit., p. 213.
203 B. Nobile, op. cit., p. 155.
102
y la rima –la repetición de fonemas– se establecen en los poemas mediante
dos recursos: aliteración y reduplicación. En su análisis, Nobile entiende
el recurso de aliteración como uno de “armonía imitativa” por relación de
similitud sonora: “[l]as sílabas aliteradas transportan y dan persistencia a una
dinámica de parentesco sensible; las aproximaciones flexibilizan e insinúan la
cercanía inmanente entre vocablo y vocablo”.204 Un fragmento de “El puro no”
ejemplifica la cercanía aliterante:
[…]
y plurimono noan al morbo amorfo noo
no démono
no deo
[…]
[…]
sino la viva mezcla
103
la total mezcla plena
la pura impura mezcla que me merme los machimbres el
almamasa tensa las tercas
hembras tuercas
la mezcla
sí
la mezcla con que adherí mis puentes
104
evidente en la lectura en voz alta mediante el último de los recursos que Nobile
identifica: el énfasis. “De pronto una palabra es enfatizada y adquiere una cima
climática que la destaca y a la vez la transforma en un elemento de imantación
del cual son correlativos los demás integrantes del contexto poético”.211
211 Idem.
212 Ibidem, p. 130.
105
el que le precede y le sigue”.213 Tanto Nobile como Yurkievich señalan la
ausencia de puntuación en todo el poemario: no hay signos gramaticales
gráficos convencionales que indiquen la relación precisa entre sintagmas. Para
Bousoño, la supresión de la puntuación equivale a la autorización de versiones
semánticas distintas.214 La disposición gráfica misma del texto se convierte en
signo gramatical, en forma de saltos de verso a verso –que establecen tanto
ritmo como sentido conceptual–, encabalgamientos –que parecen conectar
con el sintagma anterior– y disposición escalonada. La medida está ajustada
con lo semántico en cada línea. La palabra se libera en el sentido de que
“pierde su índice de conexión gramatical”.215 Girondo incluso rechaza la
estructura misma de la oración eludiendo el verbo en varios de sus poemas,
de tal manera que se obliga a la lectora a crear la relación más pertinente entre
sintagmas intuitivamente. El cambio de clase gramatical es otro de los rasgos
característicos de la sintaxis de En la masmédula. “Girondo crea zonas de
significado cambiable a través de la posición de las categorías gramaticales
y, además, también éstas soportan una ambivalencia jerárquica. […]”.216
Mediante alteraciones morfológicas, Girondo hace modificaciones a palabras
que pertenecen originalmente a una clase gramatical para darles otro tipo de
función; por ejemplo, sustantivos pueden convertirse en verbos o viceversa.217
En el nivel semántico cobran sentido todos los recursos que Girondo
emplea en los demás niveles lingüísticos. La fusión de palabras que abordamos
brevemente al hablar de distintos fenómenos morfológicos resultan en nuevos
“étimos”, “entidades”, o “superpalabras”. Según Nobile, “[l]a fundición de
raíces en una sola palabra […] no supone siempre la destrucción parcial de
106
una u otra”:218 se puede encontrar ejemplos de fusión de partes completas
(almamasa en “La mezcla”); así como fusiones con apócope para conciliar
la fonética de la nueva palabra sin que se entorpezca el sentido (exquisitísicas
en “Al gravitar rotando”). “Cada entidad creada será un descubrimiento y
una fundación”,219 dice Nobile. Este tipo de comportamiento morfológico –
que evidencia la dimensión plástica del idioma– vela el sentido con el efecto
de opacidad. Las “fundaciones” de Girondo obligan a encontrar sentido
intuitivamente, sensualmente, una vez que se agotan los caminos lógicos que
marcan la dirección interpretativa.
La presencia de estas nuevas “entidades” de significado híbrido es uno
de los rasgos más distintivos de En la masmédula, y probablemente también
uno de los más impactantes, misteriosos y efectivos para generar afectos e
imágenes. De acuerdo con Carlos Bousoño, el irracionalismo verbal “consiste
en la utilización de palabras que nos emocionan, no o no sólo en cuanto
portadoras de conceptos, sino en cuanto portadoras de asociaciones irreflexivas
con otros conceptos que son los que realmente conllevan la emoción”;220
en otras palabras, en un fenómeno de codificación sustitutiva, el sentido no
se encuentra necesariamente en lo que se dice. Girondo, mediante técnicas
poéticas plásticas, obliga las asociaciones irreflexivas y despierta afectos e
imágenes antes de que el intelecto sea capaz de imponer una interpretación
lógica. Nobile habla también de la codificación “sustitutiva” en el poemario y
reconoce uno de sus efectos en la interpretación:
107
imponer una circularidad, una imagen envolvente con perífrasis
sustantivas. […] De esta manera se exterioriza la lealtad hacia un
contenido de sustancias más que de procesos o ‘situaciones’.221
108
“es tratada como un objeto, como una existencia real por sí misma”.225 Girondo
es un poeta moderno, pues no sólo “busca en las palabras el camino hacia el
concepto”,226 sino que funda los propios. Sin embargo, no toda la extrañeza
recae en su “invencionismo”. El lenguaje poético de Girondo incide tanto en
el nivel semántico como en el pragmático por la recuperación de étimologías
originarias que incluye en sus poemas, así como de palabras que han caído en
el desuso, como dial, légamo o gayo. Nobile anota: “[es] curioso comprobar de
qué manera un lenguaje que se vuelve de pronto tan extravagante en su lectura
superficial, está sustentado por una base firme y ‘pura’ como es la primera
configuración de la palabra, su cuerpo y su espíritu intacto, sin las distorsiones
que el tiempo y el uso le van imponiendo”.227
Saúl Yurkievich sintetiza lo contemporáneo que es el problema
expresivo de Girondo:
109
de las sinuosidades conceptivas del escritor”;229 y estas “sinuosidades” en la
poesía de Girondo son míticas: el mito vive en la palabra, se manifiesta como
palabra y es la “yema conceptual del poema”.230 Nobile se apoya en una cita de
Girondo mismo para comprobar que su poesía está llena de “espacios míticos”:
“¿Por qué razón los mitos no repoblarían la aridez de nuestras circunvoluciones?
¿Durante varios siglos la felicidad, la fecundidad, la filosofía, la fortuna, no
se hospedaron en una piedra?”231 Nobile interpreta en esta frase “la añoranza
del vínculo con las virtudes que aproximan al hombre a utopías posibles, a
creencias que lo ligan con lo sobrenatural o bien con la magia primitiva de la
génesis antropomórfica, sin que participen relaciones lógicas”.232 Los espacios
míticos son una obsesión en la poesía de Girondo que tejen una cosmovisión;
el mito es “lo que no envejece nunca, […] la permanencia de lo efímero”.233
El deseo paradójico de la permanencia de lo efímero es un anhelo de presencia
prolongada. El grado de encriptación de la poesía de Girondo es, precisamente,
una manera de producir presencia por efecto de retorno, como dice Eduardo
Milán:
110
la materialidad verbal: “[l]enguaje, metalenguaje o representación, el mito
siempre será un resorte secreto del pensamiento que la palabra aferra y
materializa, convalida y protege”.235 La confección técnica de espacios míticos
depende de los recursos que revisamos anteriormente, pero son los efectos de
estos recursos aquello que los hace perceptibles. Dos de estos efectos son la
saturación y la amplificación; según Yurkievich, “Girondo nunca es neutro,
impasible, objetivo, distante. Todo lo extrema, lo radicaliza, lo colma, lo
satura, lo magnifica o denigra hasta el último grado hasta tornarlo universal,
definitivo”.236 Nobile reconoce la luminosidad como otro de los efectos de En
la masmédula, tanto por su ausencia como por su presencia. A pesar de que
la luminosidad es rara y se define por tono y ritmo, los poemas que la tienen
“están unidos a la mujermito, a la mujer golosina, fuente misteriosa de placer y
lumbre”.237 La baja luminosidad del resto de los poemas comparten tópicos de
desintegración, descomposición, o anulación, a cada uno de los cuales Girondo
otorga su propio trato plástico y tipo de presencia. La fascinación que suscita
este poemario es una cuestión de la ilusión de apropiación de lo inverosímil,
la ilusión de la comprensión cabal que sólo se aproxima pero no llega nunca.
Para Nobile, la lectura de este poemario resulta en persecusión: “[e]
l juego repetido de palabras y sonidos convierte la lectura en una especie de
logogrifo, a través del cual el lector se ve envuelto en la persecución de una
clave secreta que le ilumine el sentido”.238
111
UN
ANÁLISIS
INTERMEDIAL
3
[…] no hay necesidad de limitar la expresión a
predicados que podemos adjudicar a los objetos
mostrados: el contexto, el argumento de la composición
y el esquema de color pueden tener carga expresiva, de
forma que podemos hablar de humores y atmósferas
emocionales cuyas contrapartes verbales apropiadas
pueden ser del tipo de un poema lírico.239
115
de un punto de llegada –un “medio objetivo”–. Sin embargo, éste último no
está definido: la intención de esta metodología de análisis es que el espectro
de posibilidad transmedial del medio objetivo se nos revele poco a poco con
base en la lectura intermedial. De esta manera –en teoría– debería acortarse
la distancia para realizar el paso creativo hacia la traducción, considerando,
por supuesto, el carácter inevitable del “as if” que Rajewsky reconoce en las
relaciones entre medios.
Algunas cosas están más claras que otras: mientras que la recepción
convencional de poesía involucra los sentidos de la vista o el oído, el “medio
objetivo” –el resultado de la traducción– pretende convertir la lectura en una
experiencia multisensorial; en segundo lugar, para que el producto resultante
sea considerado efectivamente una traducción, es necesario que conserve
la mayor cantidad de información posible del medio original –es decir, la
cercanía entre las cualidades semióticas y espacio-temporales de medio
original y medio objetivo limitan/condicionan el proceso de transformación–;
por último, la modalidad material del medio objetivo se descubrirá a partir de
las posibilidades sensoriales, espacio-temporales y semióticas que resulten del
análisis poético.
Antes de continuar, es imperativo aclarar que las cuatro modalidades de
la base transmedial –que en este trabajo se convierten en cuatro dimensiones
de análisis– están tan íntimamente relacionadas en la configuración mediática
del poema (y de cualquier otro objeto) que son inseparables, de tal manera que
no se puede hablar de una sin aludir a las otras. Por necesidad metodológica,
me referiré a cada una individualmente.
116
3. 1. L A MODALIDAD
ESPACIO-TEMPORAL
En la tradición teórica de las artes, tiempo y espacio han sido las dos categorías
fundamentales para su división genérica. Gotthold Ephaim Lessing, una de las
figuras más notables de la Ilustración en Alemania, contribuyó a establecer los
criterios para distinguir entre artes “temporales” (que presentan consecutividad)
y “espaciales” (cuyos elementos se presentan uno junto a otro). Bajo los
criterios de Lessing, la literatura y la música encontrarían su lugar entre las
artes temporales, pues lo signos de estos medios “[…] se articulan o inscriben
en una secuencia temporal”. En las narraciones –de cualquier medio– “[…]
los eventos representados […] ocurren en el tiempo”.240 Por otro lado, medios
como la pintura y la escultura encontrarían su lugar entre las artes espaciales; su
recepción es “instantánea” y su medio exhibe “formas dispuestas en el espacio”,
es decir, cuerpos y sus relaciones espaciales.241 Respecto a esta clasificación,
Mitchell anota que “[s]i Newton redujo el universo físico y objetivo, y Kant el
universo metafísico y subjetivo a las categorías de espacio y tiempo, Lessing
realizó el mismo servicio para el mundo intermedio de los signos y los medios
artísticos”.242 Sin embargo, para Mitchell, esta clasificación de las artes y
117
sus diferencias espacio-temporales ha sido malentendida como esencial y
reconoce su concepción antagónica como un error: “[l]os términos de ‘espacio’
y ‘tiempo’ se vuelven figurativos o impropios cuando se abstraen el uno del
otro como esencias independientes y antitéticas que definen la naturaleza de
un objeto”.243 Lessing forma parte de la tradición de rechazar, categóricamente,
la idea de que existe una relación interdependiente –subversiva, incluso– entre
temporalidad y espacialidad en las artes. Los medios que Lessing entendía
como temporales –un poema, por ejemplo– tienen también una dimensión
espacial, y viceversa. Es la dimensión espacial de un poema lo que determina
su recepción, lo que media la relación entre los cuerpos involucrados en la
lectura. Gumbrecht recuerda el término de “volumen” que Gadamer usa para
referirse a “la dimensión no hermenéutica de los textos literarios” y señala
que éste “iguala la tensión entre sus componentes semánticos y no-semánticos
con la tensión entre ‘mundo’ y ‘tierra’ que desarrolla Heidegger […]. Es el
componente de ‘tierra’ el que permite a la obra de arte, o al poema, ‘mantenerse
en sí mismo’; es la ‘tierra’ la que le da a la obra de arte su existencia en el
espacio”.244
118
así como las relaciones entre ellos. La primera aproximación metodológica
que utilizaré será un análisis sintáctico-gramatical de la totalidad del poema,
considerando la ausencia de puntuación y poniendo especial atención a su
disposición gráfica. Este tipo de análisis nos dará acceso a su estructura y
proposición, de tal manera que será posible reconocer las relaciones temporales
que construyen sentido (tales como causa-consecuencia o ritmo) y las maneras
en que el cuerpo del texto contribuye a esa construcción. A pesar de que el
análisis se basa en la última versión impresa de “Recién entonces”, recurrir
a la lectura en voz alta de Girondo en la versión discográfica será útil para
reconocer fenómenos temporales de manera casi directa.
Con el afán de no dar nada por sentado, también será necesario
anotar en esta sección características relativamente obvias respecto al perfil
espacio-temporal del poema; es decir, hacer una breve descripción sobre sus
características como objeto físico.
Sin pretender que tiempo y espacio son dimensiones independientes
–y sólo por utilidad práctica de las intenciones de traducción– esta sección
del análisis se propone encontrar equivalencias entre fenómenos espaciales y
temporales en el contexto poético.
119
3. 2. L A MODALIDAD
SEMIÓTICA
120
es el cambio de imágenes verbales a imágenes mentales –o bien, de unidades
de análisis a unidades de traducción– que implica un movimiento lógico a
una posición más privilegiada en cuanto a relaciones transmediales, dado que
una imagen mental no tiene límites tecnológicos/sensoriales estrictos para
acuerparse.
En segundo lugar mencioné que este análisis debe proporcionar
información sobre los tipos de signo que son las imágenes verbales del
poema. Peirce define el símbolo como “[…] un Representamen cuyo carácter
Representativo consiste precisamente en que es una regla que determinará a su
interpretante. Todas las palabras, oraciones, libros y otros signos convencionales
son Símbolos”.247 Sin embargo, esta certeza no basta para los propósitos de
traducción de este proyecto. La idea misma de traducción implica la necesidad
de similitud –tanta como sea posible– entre punto de partida y de llegada; y la
similitud es el dominio de los signos icónicos.
El trabajo lógico-semiótico de C. S. Peirce es, en su núcleo, un esfuerzo
por investigar científicamente el fenómeno variable de la representación,
reconocer los elementos que la hacen posible y clasificarlos con base en sus
relaciones. En palabras de Peirce, representar es “[e]star en el lugar de, es
decir, encontrarse en relación tal con otro, que para ciertos fines es tratado
por alguna mente como si fuera ese otro. […]”.248 En otras palabras, la
representación involucra tres elementos: el signo, el “otro” cuyo lugar toma, y
la mente que interpreta esa relación. Peirce los llama signo o representamen,
247 Charles S. Peirce. Obra lógico-semántica, Madrid: Taurus, 1987, p. 270. Mayúsculas
del original.
248 Ibidem, p. 261.
121
objeto e interpretante.249 Se llaman relaciones triádicas a las relaciones
posibles entre signo, objeto e interpretante y éstas, a su vez, pueden ser de
tres tipos: de comparación (posibilidades lógicas, con enfoque en los signos),
de ejecución (hechos reales, con enfoque en los objetos) y de pensamiento
(leyes, con enfoque en la mente interpretante). A partir de este par de triadas
de conceptos Peirce desarrolla una clasificación detallada de los signos que
permite subdivisiones. La tricotomía de los signos que se establece mediante
el tipo de relación que éstos guardan con su objeto es probablemente la más
popular, y es la que resultará más productiva para nuestros propósitos: ícono,
índice y símbolo.250
El ícono significa por semejanza, por recurrencia a la excitación de
“sensaciones análogas en la mente”. Esto es precisamente lo que se espera de esta
traducción intermedial. Podría decirse que, en su realización ideal, el resultado
de la traducción tendría una relación icónica con “Recién entonces”. El sentido
de la motivación de iconicidad en una retórica transmedial se explica por la
necesidad de comunicar más o menos lo mismo en composiciones mediáticas
muy distintas. Las relaciones icónicas parecen gozar de alguna flexibilidad
intermedial; según Peirce, “[l]a única manera de comunicar directamente una
idea es por medio de un icono, y cualquier método indirecto para comunicar
122
una idea depende, para ser establecido, del uso de un icono”.251
La relación que un índice conserva con su objeto existe aún sin que
haya interpretante que la observe. “Un Índice es un signo que se refiere al
objeto que denota en virtud de que es realmente afectado por ese Objeto”.252
Ejemplos comunes de signos indexicales son fenómenos “reales”, tal como el
humo (que indica presencia de fuego) o un golpe en la puerta (que indica que
alguien ha llegado). Peirce afirma que “[c]ualquier cosa que nos sobresalta es
un índice, en la medida en que marca la conjunción entre dos porciones de la
experiencia”.253
En tercer lugar, la relación de un signo simbólico con su objeto está
completamente fundamentada en la mente que lo interpreta: “[u]n Símbolo
es un signo que se refiere al Objeto que él denota, por medio de una ley, por
lo común una asociación de ideas generales que hace que el Símbolo sea
interpretado como referido a ese Objeto”.254 Por supuesto, el ejemplo de signo
simbólico más representativo es el lenguaje verbal en sus dos manifestaciones,
oralidad y escritura.
La razón por la que la relación de los signos con su objeto nos compete
especialmente se hace evidente una vez que reconocemos el poema de
Girondo como el objeto de los signos que compondrán la traducción. Ya que
el producto de la traducción no está ceñido por ningún medio específico, es
posible que sus signos no sean exclusivamente simbólicos. De cierta manera,
el producto intermedial resultante deberá significar el poema al mismo tiempo
que signifique lo que significa el poema. En otras palabras, el objeto de las
imágenes verbales en el poema debe ser tan cercano como sea posible al objeto
123
de los signos que articulen la traducción. Podría decirse incluso que, en esta
relación, el término de “objeto” es casi equivalente al término transmedial de
“imagen mental”.
124
de sus diversos ingredientes en esa multiplicidad.256
125
no podamos hacernos cargo de él, a nivel lúcido, en el instante de la lectura, sí
nos hacemos cargo, a ese nivel, del sentimiento o emoción correspondiente”.259
El acceso al simbolizado de este tipo de símbolos es, entonces, a través de las
asociaciones, “las cuales además no son percibidas por nosotros a nivel lógico,
sino a nivel emotivo”.260
La distinción entre símbolos heterogéneos y homogéneos puede ser
una herramienta muy productiva en el análisis de los poemas seleccionados
semiótica y materialmente, cuya relación genera los efectos de transparencia
u opacidad. Éstos se relacionan con lo que Bousoño llama la “ley de la forma
y la función”, según la cual “[t]oda forma se identifica, en principio, con
la función que le es originalmente propia, desapareciendo en ella, y exige,
por tanto, para reaparecer y ser vista, apartarse, de un modo u otro, de ese
elemento invisibilizador”.261 Bousoño afirma que esta ley “determina y rige la
posibilidad del arte”. Imágenes visionarias, visiones y símbolos han perdido la
transparencia y hacen visible su propia materialidad:
126
remedio que ‘quedarse’ en el significante, que es lo único que hay, y al que de
este modo ve del todo, como si fuese un objeto real”.263
Hay una última distinción dentro de la categoría de símbolos
homogéneos que hay que mencionar antes de pasar a la siguiente dimensión de
análisis: la diferencia entre imagen visionaria, visión, y símbolo homogéneo en
sí. Mientras estos tres tipos de imagen verbal comparten características como su
plasticidad, emotividad intuitiva y el ocultamiento de “ingredientes razonables”,
también es cierto que tienen diferencias importantes de composición. Puede
decirse de los símbolos irracionales, en general, que ponen en contexto dos
planos, cuya relación puede no sólo ser ilógica, sino contradictoria. Es en esta
relación que se encuentran las diferencias: en la imagen visionaria el recurso
principal es la comparación; en la visión, la atribución de cualidades es irreal o
ilógica; en el símbolo homogéneo, la atribución de cualidades irreales no es del
todo imposible pero sí inverosímil en el poema.264 Tanto símbolo heterogéneo
como símbolo homogéneo son tipos de imagen verbal –nuestra unidad básica
de análisis–, cuyo sentido puede o no hallarse fácilmente mediante procesos
lógicos. Podría argumentarse que estos tipos de símbolo no son sino posiciones
en el espectro de transparencia y opacidad.
127
momento de la lectura.265 Las series pueden ser tan largas y complejas como
lo exija la opacidad del símbolo. Más aún, los significados irracionales y las
asociaciones que puedan derivar de cualquier término no están limitados ni son
fijos, así que tampoco lo está, necesariamente, el simbolizado. Bousoño afirma
que “un poema significa todo lo que ese poema sugiere a su lector universal,
incluso aquello de que el poeta es inconsciente en el momento de escribir,
como lo es el lector en el momento de leer”.266 A pesar de que “toda emoción es
una interpretación de la realidad” y que “ningún poema carece de sensatez”, es
necesario revestir las series de análisis de universalidad si hay intenciones de
desvelar el núcleo de significación de las emociones que un poema nos genera.
La plasticidad de la poesía contemporánea hace que nos emocionemos antes de
comprender el sentido cabal: “por primera vez en la historia de la poesía, […]
el lenguaje nos da la sensación de emocionarnos no por significar algo distinto
a él, sino por ser eso que es el lenguaje antes de poseer significaciones”.267
Los símbolos heterogéneos y homogéneos son tipos particulares de
imágenes verbales comunes en la poesía contemporánea. Reconocerlos y
analizarlos con base en el método que propone Bousoño ayudará a identificar
los afectos que generan y, por lo tanto, los que la traducción debería generar en
su propia configuración sensorial-material. Karin Littau denuncia la negligencia
de la crítica en el último siglo respecto de los afectos en la lectura:
265 Bousoño ejemplifica este análisis de series con la frase “un pajarillo es como un
arcoiris”, que no tiene significado lógico inmediato. La primera serie comenzaría con el
término de “pajarillo” y su adjetivación con palabras como “pequeñez, gracia e indefensión”.
De estos términos se continúa la serie con sus respectivas asociaciones irracionales/
emocionales, digamos, “niño pequeño, indefenso”, “niño inocente” y, finalmente, “inocencia”.
De este último término se deduce que el simbolizado es la emoción de inocencia o ternura en la
consciencia. De manera semejante se realiza la segunda serie, que en este caso comenzaría con
el segundo término de la imagen verbal, “arcoiris”, seguido de su adjetivación y asociaciones:
“colores lavados, limpios, puros”, “pureza”, “niño puro”, “niño inocente”, y, finalmente, de
nuevo “inocencia”.
266 Ibidem, p. 360.
267 Ibidem, p. 432.
128
En los procedimientos críticos modernos se pasan por alto los
afectos y se suele encarar el texto como efecto de significación
(es decir, lo que importa es su significado o los límites que
impone a la inteligibilidad), excluyendo cualquier otro efecto.
Esta actitud constituye sólo un pequeño instante en la historia
mucho más larga de la crítica, historia que probablemente
olvidemos o releguemos si prestamos demasiada atención a la
crítica producida en los últimos ochenta años.268
129
3. 3. L A MODALIDAD
SENSORIAL
En Critical Terms for Media Studies, Caroline Jones explora el papel de los
sentidos en la forma en que entendemos y construimos el mundo. Su ensayo
“Senses” es una revisión filosófica y teórica respecto a cómo la percepción
informa nuestra relación con los medios y la producción de conocimiento.270
Respecto a la relación entre sentidos y medios, dos personalidades expresan
posturas divergentes: por un lado, Marshall McLuhan argumenta por una
clase de determinismo biológico, cuyo fundamento es que “los sentidos
están encarnados en el cuerpo y sencillamente extienden su alcance mediante
tecnologías que median”;271 por otro lado, Friedrich Kittler argumenta por el
determinismo tecnológico, según el cual “[…] los sentidos del cuerpo cambian
radicalmente con la mediación” e incluso postula que “los sentidos son efectos
de los medios”.272 Para los fines de este proyecto, aquí consideraremos una
postura media entre las dos anteriores: nuestros sentidos determinan nuestros
medios, y nuestros medios cambian, de cierta forma, nuestros sentidos y la
270 Caroline Jones. “Senses”, en Critical Terms... op. cit., pos. 1448.
Una de las primeras distinciones filosóficas de la Grecia antigua fue entre “cognición abstracta
y sensación corpórea”, que separó aisthetá (lo sentido) de noetá (lo pensado). Los empiricistas
utilizaban argumentos sensoriales y explicaban la memoria y el aprendizaje como fenómenos
nutridos por “datos sensoriales acumulados por vivir en el mundo”. John Locke pensaba que
“el conocimiento sólo puede ser adquirido mediante experiencia sensorial”, mientras David
Hume creía demostrar con el ejemplo de una bola de billar que la fuerza de la costumbre o la
experiencia es más determinante que la razón o el conocimiento abstracto.
271 Ibidem, p. 1443.
“[...] the senses are grounded in the body and merely extend their reach through mediating
technologies [...]”
272 Idem.
130
generalidad de nuestra percepción.
La articulación de cualquier medio se desprende de los sentidos
necesarios para percibirlo. Mitchell argumenta en Iconology que existe
una asimetría en la necesidad de los sentidos para distintos medios, lo cual
ejemplifica diciendo que “[e]l oído no parece ser tan necesario para el lenguaje
como lo es el ojo para la pintura”.273 Es a estos sentidos a los que responde el
proceso de codificación de esos medios: el medio se codifica para que pueda
descodificarse mediante uno u otro sentido, o quizá varios a la vez.
El propósito de la dimensión sensorial del análisis es identificar el
rango de experiencia sensorial que el poema refiere, de tal manera que sirva
como pauta para los efectos sensoriales de la traducción. En el capítulo
anterior establecimos la imagen como unidad de análisis por ser un término
intermedial. Como vimos en la sección 1.5, la imagen verbal –que corresponde
al medio “original”– es capaz de convocar tanto experiencias sensoriales como
ideas abstractas. Mediante la identificación y análisis de las imágenes verbales
sensoriales tendremos acceso al tipo de sensaciones corporales que el poema
comunica, así como los sentidos que podrían mediar la recepción de la nueva
configuración mediática de la traducción. No sólo es necesario identificar
los sentidos en cuestión, sino las sensaciones específicas que median, pues
son estos elementos los que guiarán la traducción en la modalidad material.
Por ejemplo, la vista puede percibir efectos como oscuridad, luminosidad,
brillantez u opacidad; el tacto, efectos como frescura, suavidad, dureza, etc.
Vale la pena abordar brevemente la cuestión de qué sentidos hay que considerar
en la lectura del poema: los llamados “the big five” (excluyendo el gusto, por
tantas razones como la lectora se pueda imaginar).
Esta dimensión de análisis y traducción corresponde a lo que Lars
Elleström llama “transmediación simple de productos mediáticos”, que
131
significa que “[…] un medio objetivo presenta configuraciones sensoriales que
son equivalentes a aquellas de un producto medial original, en el sentido de que
activa representaciones de rasgos mediales comparables y rudimentarios”.274
132
3. 4. L A MODALIDAD
MATERIAL
133
supuesto, la experiencia material de este poema depende de la fuente de donde
lo obtenga el potencial lector. Sencillamente, asumiremos para su descripción
que el poema se encuentra en una copia común de bolsillo de En la masmédula,
en una página de internet ordinaria, o en forma de grabación o archivo mp3.
El segundo aspecto material es el trato que se le ha dado a la materia verbal
en sí, es decir, el resultado de su medio técnico: la retórica. Esta dimensión de
análisis se propone identificar las figuras retóricas que componen las imágenes
del poema bajo los criterios de la Retórica general de Grupo μ, lo cual será
útil para reconocer mecanismos o recursos que puedan operar de formas
similares en otros medios. La elección de manual se explica por el enfoque
integral de la “nueva retórica” que los autores construyen. Históricamente, el
estudio de la retórica había estado dividido entre dos tendencias: una lógica
(concentrada en la función conativa del lenguaje) y otra estética (con interés
en la función poética). En la “nueva retórica”, ambas tendencias se unen: “[u]
na vez liquidada la idea de que el arte es un atractivo que se añade, será posible
enfocar la retórica no ya como un arma de la dialéctica, sino como el medio de
la poética”.277
Uno de los principios fundamentales en retórica es el concepto de grado
cero: “un lenguaje libre de sobreentendidos”. Con este parámetro como control
es posible evaluar el nivel de redundancia de la lengua, cuya alteración depende
de dos fenómenos alternados que la disminuyen o la refuerzan, respectivamente:
desvío y convención. Los desvíos se definen como “alteraciones voluntarias
cuyo objetivo es paliar las insuficiencias del vocabulario: en una situación en
que ‘la palabra no existe’, o bien hay que forjar una nueva, o bien darle a una
antigua otro sentido”.278 Por otro lado, la convención refuerza la redundancia de
la lengua apelando a las reglas que permiten que el lenguaje verbal sea efectivo.
277 Grupo μ. Retórica general, trad. Juan Victorio, Barcelona: Paidós, 1987, p. 45.
278 Ibidem, p. 86.
134
La dinámica entre estos fenómenos parece ser un “juego de compensaciones,
cuyo objetivo sería mantener la inteligibilidad global de los mensajes”.279 En
la siguiente cita se resume elocuentemente una definición de retórica y los
fenómenos que la animan:
135
1. Metaplasmos. “Este dominio es el de las figuras que actúan sobre el
aspecto sonoro o gráfico de las palabras y de las unidades de orden inferior
a la palabra”.282 Las alteraciones pueden modificar la articulación de una
palabra, añadir o suprimir morfemas y crear rima, entre muchas otras cosas.
2. Metataxis. “Es el dominio de las figuras que actúan en la estructura de
la frase”,283 es decir, en la unidad de la palabra o unidades superiores a
la palabra. Las alteraciones metatáxicas pueden alterar la integridad de la
frase, cambiar de clase una palabra por alteración morfológica, modificar
el orden relativo, etc.
3. Metasememas. Son alteraciones que ocurren en palabras –o unidades
menores– en cuanto a su contenido o sentido. En esta familia se encuentran
figuras importantes y complejas que los autores identifican como “tropos”.
El metasemema “se trata de modificar el contenido de una palabra”, aunque
“tiene que quedar siempre una parcela del sentido inicial”.284
4. Metalogismos. Las alteraciones de este tipo de metábole ocurren en frases
y unidades mayores y afectan su sentido. Según los autores, el dominio
de los metalogismos es el “de las antiguas ‘figuras del pensamiento’, que
modifican el valor lógico de la frase”.285
136
Con base en el manual de retórica de Grupo μ será posible identificar las
figuras retóricas en el poema de Girondo y, así, descubrir los recursos técnicos
que posibilitan las imágenes poéticas. Después evaluaremos si estos mismos
recursos técnicos tienen algún tipo de equivalencia en otros medios.
137
3. 5. PROCEDIMIENTO
138
Primero, estableceremos la función sintáctica de la imagen en cuestión
y su “objeto” o “imagen mental”. Éste último será útil para identificar la figura
retórica o metábole, con base en los recursos que transforman el grado cero en
la expresión poemática. En segundo lugar, la imagen verbal será identificada
como un símbolo heterogéneo u homogéneo. Mediante el conocimiento del
grado cero, metábole y tipo de símbolo, es posible encontrar una motivación
de iconicidad para la posterior traducción de la imagen verbal. El siguiente
paso será hacer la distinción entre imagen sensorial y abstracta. De las
imágenes sensoriales hay que identificar el sentido o los sentidos a los que hace
referencia y clasificarlas con base en esto. Por otro lado, las imágenes abstractas
representan un reto menor para la traducción, pues al no depender de un sentido
o materialidad pueden acuerparse de múltiples formas (podría incluso decirse
que son transsensoriales o transmateriales). Después de explorar la modalidad
sensorial, realizaré el análisis irracional cuyos resultados corresponderán al
tipo de presencia que cada imagen genera.
En resumen, la dimensión espacio-temporal del análisis definirá
el papel de la imagen dentro de la proposición; en la dimensión material
identificaremos el tipo de figura retórica que es cada imagen y los recursos que
la hacen posible; mediante la dimensión semiótica del análisis se definirá si la
imagen verbal es un símbolo homogéneo o heterogéneo, el tipo de signo que
es y su presencia; finalmente, con el análisis sensorial sabremos si la imagen es
sensorial o abstracta y el tipo de sensaciones que media.
Al terminar el análisis, será necesario realizar una síntesis y
categorización de la información resultante en una tabla que represente el
perfil transmedial del poema. El objetivo de este análisis no es el de justificar
y establecer una lectura de los poemas, sino obtener unidades fronterizas
valiosas entre medio verbal y otros medios que señalen posibles direcciones
para su codificación intermedial.
139
3. 6. “R E C I É N E N T O N C E S”
1 Si el engaste
2 el subsobo
3 los trueques toques topos
4 las malacras
5 el desove
6 los topes
7 si el egohueco herniado
8 el covaciarse a cero
9 los elencos del asco
10 las acreencias
11 los finitos afines pudiesen menos
12 si no expudieran casi los escarbes vitales
13 el hartazgo en cadena
14 lo posmascado pálido
15 si el final torvo sorbo de luz niebla de ahogo no
16 antepudiese tanto
17 ah
18 el verdever
19 el todo ver quizás en libre aleo el ser
20 el puro ser sin hojas ya sin costas ni ondas locas ni
21 recontras
22 sólo su ámbito solo
23 recién
24 quizás
25 recién entonces 287
287 O. Girondo. “Recién entonces”, Obra, Buenos Aires: Losada, 2002, pp. 412-413.
140
3. 6. 1. IMAGEN GENERAL: ESTRUCTURA Y
PROPOSICIÓN
141
lectura, el ritmo, la velocidad y la acentuación.
En cuanto al primero de los elementos espaciales –los bloques de la
estructura sintáctica–, se puede decir que el poema es, a grandes rasgos, una
oración condicional. Está compuesta por cuatro bloques de prótasis marcadas
por la conjunción si en los versos 1, 7, 12 y 15; de éstos, el primer bloque carece
de verbo, mientras que los demás contienen variaciones del verbo poder, en
pretérito imperfecto del subjuntivo, en los versos 11, 12 y 16: pudiesen menos,
expudieran casi y antepudiese tanto. En estos cuatro bloques de prótasis
hay quince sujetos –uno por verso– que representan más de la mitad de la
totalidad del poema. Los últimos nueve versos corresponden a la apódosis de
la condicional, que queda abierta por elusión de verbo. Sin embargo, aquello
que sí se nombra –lo condicionado, nombrado en cuatro sujetos distintos– es
tan expresivo que alienta la intuición respecto al resultado de la condicional.
La transición entre prótasis y apódosis está marcada por la interjección “ah”,
en el verso 17. El final del poema es un circunstancial de tiempo separado
en tres versos con encabalgamientos en cada uno, de manera que simulan
una escalera descendiente. La proposición del poema podría resumirse en la
frase “si esto no fuera, esto sería”. Sin embargo, para indagar cabalmente en
lo que “esto” significa y –en consecuencia– descubrir la imagen general, será
necesario realizar el análisis de las imágenes individuales que lo componen.
Como mencioné brevemente en el párrafo anterior, la disposición
gráfica de la prótasis asigna a cada sujeto su propio verso. En general, a lo
largo de todo el poema se conserva el principio de mantener una o dos unidades
sintácticas completas en cada verso, ya sea solamente un sintagma nominal
que cumple la función de sujeto –en los versos cortos–, o sea un sintagma
nominal con verbo –en los versos largos–. La construcción de los versos y su
longitud no es, por supuesto, solamente un fenómeno gráfico o gramatical sino
también rítmico, de manera que es casi imposible analizar sus efectos espacio-
142
temporales independientemente; se trata de una construcción de “unidades
rítmicosemánticas”, en palabras de Nobile.
Respecto a la métrica del poema, a pesar de que Nobile asegura que “no
puede hablarse de formas métricas fijas”,288 es notorio que el número de sílabas
va en aumento de forma relativamente irregular mientras se acerca el clímax
del poema y desciende después de ese punto. El primer bloque de prótasis –del
verso 1 al 6– presenta dos versos tetrasílabos, un heptasílabo, dos tetrasílabos
más y un último trisílabo; el segundo bloque –del verso 7 al 11–, presenta tres
versos heptasílabos, un tetrasílabo y un dodecasílabo; el tercer bloque –del
verso 12 al 14– presenta un verso alejandrino y dos heptasílabos; el cuarto y
último bloque de prótasis, los versos 15 y 16, son alejandrino y heptasílabo,
respectivamente. Como he mencionado antes, la apódosis comienza con la
interjección “ah” en el verso 17, un monosílabo. Los versos 18 al 25, en este
orden, son un tetrasílabo, un dodecasílabo, un pentadecasílabo, un trisílabo, un
heptasílabo, dos bisílabos y un pentasílabo.
12
10
8
6
4
2
0
0 5 10 15 20 25
Verso
143
El punto más bajo de la gráfica corresponde al verso 17, ocupado
únicamente por “ah”, que separa la prótasis de la apódosis. En la gráfica es
visible lo abrupto de esta separación, ya que los picos más altos del poema la
preceden y suceden. La concentración y la longitud de estos versos casi a la
mitad del poema son reveladores para nuestro análisis, pues la versificación
afecta la cadena articulatoria al momento de la lectura, define el ritmo y la
velocidad. Los versos largos son los clímax del poema –uno para la prótasis y
uno para la apódosis. En ellos la lectura de Girondo se acelera y las sílabas se
acentúan con más fuerza. Sin embargo, hay algo que la gráfica no considera:
los encabalgamientos. A lo largo del poema hay cinco en total: los dos primeros
parecen tener la función de asociar su verso sintácticamente con el verso
anterior –no es de sorprenderse que los encabalgamientos estén justamente
después de los sintagmas más largos y, en consecuencia, los versos más largos–;
mientras que los últimos tres parecen tener la función de aplazar el momento
de articulación del verso y generar los efectos de disminución de velocidad, de
final y de descenso, como es gráficamente evidente en su escalonamiento.
Es imposible posponer hablar de ritmo cuando se empieza a hablar de
métrica. El patrón rítmico de “Recién entonces” –y de En la masmédula en
general– crea anticipación, se acelera y se retrae. Me atrevería a decir que esto
sucede en el poema entero, así como al interior de sus unidades sintácticas o
“bloques”, como las he llamado antes. En algunos bloques, la tendencia de
acentuación está en las sílabas pares, mientras en algunos otros está en las
nones. En los versos más largos, pueden concentrarse varios acentos y crear el
efecto de aceleración con una constante rítmica.
Como ejercicio y ejemplo de este análisis intermedial, he intentado
representar el ritmo del poema de forma gráfica y sonora. Para hacer una
representación gráfica básica he considerado estas variables: la unidad de
tiempo que corresponde al eje X considera la sílaba como unidad, de manera
144
que será necesario sumar las sílabas totales en el poema y agregar, además,
una unidad por cada una de las pausas (saltos de verso y encabalgamientos
finales) –con base la lectura de Girondo, por la ausencia de puntuación– para
evitar caer en el error de no considerarlas parte del tiempo del poema; por otro
lado, los valores del eje Y corresponden a la acentuación, en que 0 es silencio,
1 es sílaba no tónica, 2 es sílaba tónica y 3 es la sílaba más acentuada del verso
(en los casos en que haya más de una sílaba acentuada). La representación
sonora del ritmo del poema sigue las pautas de la tabla resultante, en donde
cada posición en el eje Y de la tabla corresponde a un sonido que varía entre el
silencio y los acentos. Con la invitación a comparar ambas representaciones, la
lectora encontrará tanto la tabla como el patrón rítmico sonoro a continuación:
3
2.5
2
Acentuación
1.5
0.5
0
0 20 40 60 80 100 120 140 160 180 200
Tiempo (sílabas)
145
A diferencia de la lectura en voz alta de Girondo, esta interpretación sonora
del ritmo del poema es un poco más larga, con una duración de 1 minuto 40
segundos, mientras que aquella dura solamente 1 minuto con 11 segundos.
Consideré disminuir la velocidad de la interpretación sonora solamente con la
finalidad de hacer los acentos más perceptibles. La duración del poema –dentro
de parámetros de velocidad que sean capaces de retener la atención– no se
acerca a los dos minutos. Simplemente, es corto: un bocado de poesía.
Hay un último aspecto temporal que considerar antes de continuar con
las conclusiones y el establecimiento de equivalencias entre elementos gráficos
y temporales: el tiempo mismo de la proposición. Los únicos tres verbos en todo
el poema pertenecen a la prótasis y están conjugados en pretérito imperfecto
del subjuntivo, el tiempo en el que se habla de lo que es, con esperanzas de que
fuera diferente; es decir, el tiempo de lo probable o improbable –si no es que
de lo imposible–. La apódosis, por su parte, carece de verbo; quizás porque de
realizarse su condición lo que sucedería sería inarticulable.
146
salto de verso pausa
encabalgamiento continuación de cadena articulatoria
pausa más prolongada
métrica ritmo
acentuación velocidad
Para concluir esta sección, hay que señalar que existe una sola diferencia –en el
verso 21– entre la versión definitiva del poema (con la que estamos trabajando)
y la lectura en voz alta de Girondo: la palabra recontras en la primera; y cocontras
en la segunda. Esta versión discográfica fue realizada, por supuesto, antes de
que Girondo publicara la última versión –ampliada y modificada– de su más
ambicioso poemario. No prestaremos demasiada atención a esta diferencia,
pues nuestro interés en la lectura de Girondo residía en la capacidad del medio
auditivo de presentar información temporal sobre el poema de manera más
explícita que su contraparte gráfica.
147
que las cuatro modalidades de la base transmedial deben ser consideradas: la
dimensión espacio-temporal del análisis definirá el papel de la imagen dentro
de la proposición (su función sintáctica), la dimensión semiótica reconocerá
si la imagen verbal es un símbolo homogéneo o heterogéneo, su sentido en
el poema y su tipo de presencia, la dimensión material identificará el tipo de
figura retórica operante en cada imagen y los recursos que la hacen posible, y
finalmente, la dimensión sensorial definirá si la imagen es sensorial o abstracta,
los sentidos que involucra y el tipo de sensaciones que media. Al final de esta
sección la lectora encontrará una la tabla general que contendrá los resultados
del análisis de todas las imágenes individuales.
El poema comienza con una serie de sujetos que carecen de verbo, pero que
por sí mismos sientan las bases afectivas del poema. De ellos, solamente una
imagen nos concierne para analizar: el engaste, en el verso 1. Es el primer
sujeto, la imagen que abre el poema, y no tiene modificación adjetiva. “Engaste”
es un término principalmente usado en joyería y se refiere al acto de hacer una
pieza encajar con firmeza en otra. La ausencia de mayor información (¿qué
se engasta en qué?) otorga universalidad a este término y lo convierte en un
símbolo homogéneo por sí mismo; no se puede acceder al simbolizado más que
mediante asociaciones irracionales: [engaste] = [acción de encajar firmemente
una piedra en joyería – incrustación – estar por fuerza en otra cosa – estar
sujeta – estar en el mundo – estar en el cuerpo] = [vivir]. A falta de mayor
contexto, la sola mención de la palabra “engaste” condiciona la asociación
por homofonía al momento de la lectura, de manera que el término adquiere
cualidades polisémicas; en este caso, la alusión obvia es gastarse, que con sus
semas de usarse, envejecerse y deteriorarse, produce un poderoso memento
mori. La elocuencia de esta imagen es contextual –paradójicamente por no
haber mayor contexto–, lo cual la convierte en una metáfora in absentia,
148
posibilitada por una adjunción y supresión de semas que carece completamente
de marcas gramaticales. Los términos comparten un área semántica –engaste/
cuerpo comparten sentidos de contención– pero los semas de uno se suprimen
y se le añaden los del otro –a engaste se le suprimen los semas relacionados
con joyería y se le añaden los semas de cuerpo–. La imagen es poderosamente
sensorial, aunque escurridiza, pues a pesar de que alude a una idea abstracta
–la consciencia del deterioro que eventualmente lleva a la muerte–, somos
capaces de reconocerla por la experiencia sensorial, ya sea visual o táctil, a la
que refiere el tipo de relación espacial introducida por la palabra “engaste” y
la asociación con “gastarse”. Las sensaciones que media podrían calificarse
de envolventes, pesadas, inmersivas. A mi parecer, todas estas sensaciones
obligan a la lectora a sentirse en su cuerpo. Esta imagen es abarcadora de la
composición entera, que remite consistentemente a la experiencia simbólica
del cuerpo y la consciencia de la muerte. Bajo esta consideración, los siguientes
sujetos de este fragmento son derivaciones –o variaciones– de la experiencia
del “engaste”. En este fragmento se condiciona la lectura del resto del poema
y se establecen las expectativas afectivas (de negatividad), así como las
sensoriales: la experiencia –o la condena– de ser cuerpo.
La segunda imagen seleccionada es el egohueco herniado, en el verso 7.
Como la imagen anterior, ésta abre el bloque de prótasis en el que se encuentra.
Es una frase nominal en función de sujeto, cuyo núcleo sustantivo es una palabra
inventada y un buen ejemplo de lo que Nobile llama “formación de vocablos
por simpatía” (esquemas tradicionales aplicados a raíces atípicas): el radical
latino ego- y la palabra “hueco” en español. Su serie de análisis irracional es la
siguiente: [egohueco] = [hueco del yo – cavidad del yo – espacio de identidad
vacío – cuerpo vacío – vida vacía – el sinsentido] = [dolor]. Su modificador,
“herniado”, despierta una imagen sensorial táctil también asociada al dolor:
[herniado] = [que tiene hernias – que tiene espacios débiles por donde salen
149
los órganos – con heridas que desbordan el interior – que sufre y se vacía] =
[dolor]. A pesar de que el evidente trabajo plástico con el primer término de
esta imagen eleva su opacidad, esto no significa que no haya un significado
racional: alguien que tiene una herida interna. Así pues, según la clasificación
de Bousoño, esta imagen sería un símbolo heterogéneo de dolor y sinsentido.
Los recursos principales que componen la imagen son de dos tipos: la adjunción
por prefijación da paso al neologismo “egohueco”; en términos semánticos,
esta imagen se trata de una metáfora in presentia por supresión-adjunción
de semas, en que un término califica al otro (a egohueco se le añaden semas
relacionados con la identidad, mientras que a herniado se le suprimen los semas
fisiológicos específicos). Como la imagen anterior de este análisis, ésta es una
imagen sensorial –tanto visual como táctil– que media sensaciones de apertura
interna, de desgarre y de dolor. Sin embargo, al no haber especificaciones
fisiológicas, estas sensaciones se traducen en emociones relacionadas al dolor,
como la ansiedad, depresión y otros padecimientos mentales/psicológicos.
150
Esta figura es una sinécdoque particularizante por adjunción; en este caso, el
término cadena añade semas de sucesión, continuidad y pesadez al término
hartazgo, mientras que éste aporta semas de repetición y cansancio. A pesar de
considerar esta figura una imagen abstracta y no sensorial, no hay que ignorar
el poder visual de la imagen recargado en la palabra “cadena”.
El último sujeto del tercer bloque de prótasis es lo posmascado pálido,
una frase nominal con “posmascado” como núcleo modificado por el adjetivo
“pálido”. Se trata de un símbolo heterogéneo sensorial que alberga tanto un
significado racional como uno oculto. Por un lado, la literalidad de los términos
nos proporciona el significado de algo sin sabor, sin color, insípido por haber
sido masticado previamente por alguien o algo más. Por otro lado, el análisis
irracional nos proporciona el significado emocional: [lo posmascado] = [lo que
se obtiene después de marcarse – lo ya rumiado – lo que no nutre, lo que no sabe
– lo insípido] = [indiferencia]; [pálido] = [falto de color – falto de sustancia
– insípido] = [indiferencia]. La imagen se compone por un neologismo que
aglomera varios recursos –de prefijación por la adjunción de pos-, y de cambio
de clase gramatical por supresión y adjunción. La figura activa en esta imagen
es una metáfora in absentia y remite a los sentidos del del gusto, tacto y vista,
mediando las sensaciones de ausencia de sabor y ausencia de color, o –de
forma más amplia– la falta de sensación general.
El cuarto y último bloque de prótasis se completa con relativa eficiencia,
pues es el único que tiene un solo sujeto con su propia frase verbal. Este bloque
entero es objeto de nuestro análisis, pues culmina la prótasis y constituye
la imagen más detallada de la pluralidad de sujetos que amplían tanto la
experiencia del “engaste”, como de la naturaleza de la condición propuesta:
151
Debido a la falta de puntuación, este verso permite múltiples
asociaciones, arreglos sintácticos, e interpretaciones. Como resultado, está
cargado de multiplicidad semántica. A continuación presento cuatro distintas
posibilidades de redacción del verso:
si el final, torvo sorbo de luz, niebla de ahogo
si el final torvo, sorbo de luz, niebla de ahogo
si el final, torvo sorbo de luz niebla, de ahogo
si el final torvo, sorbo de luz niebla, de ahogo
La lectura en voz alta de Girondo parece acercarse más a la tercera
opción. De acuerdo con esta asociación de términos, torvo, de luz niebla y de
ahogo son todos modificadores de sorbo que, a su vez, especifica el término de
final. Éste término es por sí mismo una imagen heterogénea que remite tanto a
su literalidad como al significado irracional de muerte. Sin embargo, la imagen
completa es una imagen visionaria, un conglomerado de varias imágenes
sensoriales que remiten tanto a la vista –“torvo”, “luz”, “niebla”– como al
tacto, entendido como sensación corporal en general –“sorbo”, “ahogo”,
“torvo”. Las series de análisis simbólico son las que siguen:
[sorbo] = [trago – beber de una vez – un momento] = [un instante]
[de luz niebla] = [iluminado, sin vista – luminosidad cegadora – ignorancia –
muerte] = memento mori
[de ahogo] = [no respirar – sofocamiento – posibilidad de muerte] = memento
mori
Todos estos fragmentos del análisis llevan a la conclusión de que el
sujeto es la muerte, un instante fiero y terrible, sofocante, cegador. Es una
metáfora in presentia acumulativa por adjunción de elementos secundarios con
primacía sensorial y emocional; y transmite las sensaciones de luminosidad,
densidad, pesadez, opacidad, angustia, temor y sublimación.
El encabalgamiento en el verso 16 indica continuidad con el verso
152
anterior y es el mecanismo mediante el que se une el sujeto con el predicado.
Esta frase verbal es la única seleccionada para el análisis por ser, a mi parecer,
la más expresiva de las tres que hay en todo el poema. Sin embargo, todas
comparten más de una característica: son variaciones del verbo poder –
conjugado en modo subjuntivo y cuya valencia no se satisface– y tienen alguna
marca de negación o de adverbio de cantidad (menos, tanto). Bousoño diría que
“[n]o cabe duda de que cuando necesitamos negar algo es porque existía, en
el mundo real, una posibilidad de afirmarlo”.289 Sin composición perifrástica,
el significado de poder supera el ámbito de la mera capacidad o habilidad para
referir al ejercicio de poder por sí mismo. A juzgar por el subjuntivo, pudiesen
menos, no expudieran casi y no antepudiese tanto son distintas frases que
expresan el mismo deseo: que algo no fuera tan poderoso.
El verbo antepoder es otra invención morfológica del autor, compuesto
por el prefijo latino ante-, que indica anterioridad, y la conjugación de poder en
el imperfecto del subjuntivo. En consecuencia, cobra el significado de ejercer
poder antes de; a mi parecer, es la consciencia de la muerte la que ejerce tanto
–no sólo bastante, sino demasiado– poder antes de que ésta de hecho llegue.
153
sencillamente, Girondo introduce el carácter de aquello que sería si lo todo lo
anterior no fuera. El primer sujeto es el verdever, un término compuesto cuyo
carácter polisémico recae en su asociación con dos frases homófonas: “verde
ver” y “ver de ver”. Esta imagen es claramente visual en cualquiera de sus
acepciones, y su simbolización emocional podría tener dos series: [verdever] =
[ver verde – naturaleza] = [armonía] o [verdever] = [ver de ver – ver del todo –
liberación – iluminación] = [plenitud]. La segunda serie parece reafirmarse con
la mención del todo ver en el verso siguiente. Esto, sin embargo, no disminuye
en lo más mínimo la importancia sensorial de la poderosa impresión de verdor
que la otra serie irracional ya ha dejado en la consciencia. Se trata, pues, de un
símbolo homogéneo visual. Es también una metáfora in absentia.
En el verso 19 aparece el tercer sujeto de la apódosis y una imagen
bellísima de libertad, poderosamente sensorial y, al mismo tiempo, abstracta:
quizás en libre aleo el ser. La composición de esta frase consta de el ser
como sustantivo y sujeto, modificado por la frase adjetiva en libre aleo con
el complemento circunstancial de duda quizás. Creo que alargar demasiado
la serie de análisis simbólico de “el ser” sería ocioso para propósitos de este
análisis, así que la he reducido de la siguiente manera: [el ser] = [lo esencial]
= [autenticidad]. La frase adjetiva que lo modifica incluye el término aleo, un
neologismo por supresión-adjunción de morfemas que sustantiviza el verbo
imaginario de “alear”, una alternativa ingeniosa a “volar” que convoca la
imagen visual de alas en movimiento –sin compartir la brusquedad fonética
de “aleteo”– con sus consecuentes sensaciones táctiles de aire, viento, frescura
y delicadeza: [aleo] = [vuelo con gracia, en libertad – levitar sin esfuerzo, sin
restricción – abandono de lo terrenal – desapego] = [libertad]. Esta sensación
está condicionada y reafirmada con la presencia literal de “libre”. El adverbio
de tiempo quizás, particularmente en este verso, supera los efectos emocionales
de cualquier connotación de duda, los cuales son reemplazados por añoranza
154
esperanzada. La figura retórica de este verso es una metáfora in presentia por
supresión de los semas de posibilidad física del vuelo y por adjunción de semas
de ligereza, de ausencia de materia.
Ya que el verso 20 continúa hablando del ser, la imagen que aquí nos
concierne y resulta más productiva es aquella que genera la frase sin hojas ya
sin costas ni ondas locas ni recontras. Considero recontras como parte de esta
imagen a pesar de encontrarse en el verso siguiente, pues el encabalgamiento
la conecta sintácticamente con el verso anterior. Esta imagen se encuentra en
el verso más largo del poema y, al ser una frase adjetiva que modifica a el ser,
extrapola sobre su condición en caso de cumplirse las condiciones de la prótasis.
Es un símbolo homogéneo poderosamente sensorial, a cuyo significado sólo es
posible llegar mediante asociaciones irracionales. Las series de análisis son las
siguientes:
[sin hojas ya] = [sin estaciones – sin cambios – sin tiempo] = [atemporal]
[sin costas] = [sin contención – sin límites físicos – sin cuerpo] = [inmaterial]
[ni ondas locas] = [sin fluctuaciones – sin cambios bruscos] = [estabilidad]
[ni recontras] = [sin resistencia – sin oposición – sin esfuerzo – descanso] =
[paz]
Esta serie de análisis ejemplifica la observación de Yurkievich sobre
el afán de Girondo de “salir del ego”, “romper las restricciones corporales” y
“disgregarse y esparcirse por el cosmos”. Todos los simbolizados se enfrentan
directamente con los de los primeros fragmentos que caracterizan la aplastante
consciencia de la muerte de la prótasis. Además de las imágenes visuales que
media –de elementos naturales y sus colores–, es posible percibir en este verso
las sensaciones de apertura, de percepción indistinta del espacio. Esta imagen
es posible por adjunción de términos que resultan en la figura de acumulación,
que engrandece aquello que expresa.
Los últimos dos versos analizados son bastante más largos que la media
155
del poema, lo cual implica que el ritmo se acelera en la lectura. Según Carlos
Bousoño,
156
A manera de resumen de todo lo anterior y con la intención de sintetizar
gráficamente la información que hemos extraído del poema, la tabla siguiente
presenta los datos acumulados.
M O D A L I D A D E S
IMÁGENES ESPACIO–TEMPORAL SEMIÓTICA MATERIAL SENSORIAL
POÉTICAS FUNCIÓN SINTÁCTICA SÍMBOLO SENTIDO PRESENCIA RECURSO METÁBOLE SENTIDOS SENSACIONES
contención
el engaste sujeto homo
(muy opaco)
estar en el
decadencia supr.–adj.
metáfora vista
inmersión
cuerpo in absentia tacto
pesadez
cansancio
lo posmascado lo ya
adjunción in absentia, vista sin color
sujeto hetero
(semi-opaco)
probado, indiferencia prefijación, tacto predigerido
pálido insípido supr.–adj. cambio de gusto sin sabor
clase
luminosidad
el final torvo metáfora ceguera
supresión
sorbo de luz sujeto hetero
(semi-opaco)
muerte
angustia,
in presentia,
vista
opacidad
temor
adjunción acumulación tacto pesadez
niebla de ahogo densidad
metáfora
adjunción
el verdever sujeto homo
(muy opaco)
liberación
armonía,
in absentia, vista
verdor
plenitud
supr.–adj. neologismo claridad
sujeto y alas
quizás en libre hetero
libertad, auténtico, metáfora
vista ligereza
complemento ausencia plenitud, supr.–adj. in presentia,
aleo el ser (semi-opaco)
de materia añoranza neologismo tacto delicadeza
circunstancial frescura
complemento
recién entonces circunstancial de homo duda
(muy opaco) esperanza
dulzura y
supresión
silencio
abstracta
amargor hiperbólico
tiempo
157
3. 6. 3. IMAGEN GENERAL: PERFIL TRANSMEDIAL
158
humano por una mutación ontológica”.292 El contexto sintáctico convierte a la
imagen general en un deseo de transmigración con una saturación emocional
exacerbada, un deseo tan dulce como amarga es la realidad que lo imposibilita.
Así, pues, el sentido de la imagen de transmigración en el poema es la condena
de ser un cuerpo consciente de la muerte y del paso del tiempo, así como el
deseo de liberación de esta condición.
292 Idem.
159
directa el afecto de anhelo con el que el poema deja a la lectora. La prótasis
refuerza su ominosidad general repitiéndose en fragmentos inconclusos llenos
de sujetos tan terribles como ineludibles; mientras que la apódosis relaja la
tensión acumulada mediante la superación imaginaria de los obstáculos para la
transmigración que resulta tan satisfactoria como imposible. Si estableciéramos
un espectro de presencia, los extremos serían los términos lumínicos de
oscuridad y luminosidad. La oscura prótasis inspira vacío, cansancio,
indiferencia, ansiedad y temor, en contraste con los afectos de armonía,
plenitud, autenticidad y paz de la luminosa apódosis. En pocas palabras, en el
poema la amargura y resignación al deterioro se enfrentan a la libertad en la
transmigración.
La dimensión material del poema es, por supuesto, el lenguaje verbal
y su manejo técnico. Las figuras retóricas más recurrentes son metáforas in
presentia, metáforas in absentia, neologismos, acumulaciones y elipsis. Todas
estas metáboles, como mencioné antes brevemente, son posibles gracias a
operaciones de adjunción, supresión, una combinación de ambos o permutación
en alguno de los niveles lingüísticos. Me atrevo a decir que podría existir
utilidad teórica, y quizá práctica, en hacer una analogía entre las operaciones
retóricas básicas y los recursos técnicos de otros medios –pues parecen ser
mecanismos presentes en cualquier ejercicio de manipulación y creación de
signos–, pero eso es tema para otra tesis. Por ahora, basta con identificar los
recursos en operación en el poema: adjunción, supresión y adjunción-supresión
a nivel fonético crean ritmo y tono; a nivel morfológico, neologismos; a nivel
semántico, metáforas; y a nivel sintáctico, acumulación y elipsis (con los
efectos de saturación, y amplificación).
En cuanto a la dimensión sensorial, las imágenes seleccionadas
resultaron ser –en su mayoría– sensoriales, mientras que las tres que no hacen
referencia a ningún sentido son imágenes abstractas que tienen algún significado
160
de tiempo. Los sentidos más aludidos son la vista y el tacto, y sólo hay una
referencia al gusto. Es interesante notar que las imágenes sensoriales que
remiten al tacto involucran sensaciones corporales muy generales (como estar
en el propio cuerpo) o muy específicas (como la textura de “lo posmascado”)
y, al mismo tiempo, son visuales. El resto de las imágenes sensoriales remiten
solamente a la vista. Las sensaciones que se median, al igual que la presencia,
se distribuyen entre negativas en la prótasis y positivas en la apódosis: pesadez,
vacío, dolor, privación de sensación, ceguera y densidad en una, y verdor,
claridad, ligereza, frescura y delicadeza en la otra.
En la siguiente tabla se reúne la información del perfil intermedial de
“Recién entonces”:
M O D A L I D A D E S
IMÁGENES ESPACIO–TEMPORAL SEMIÓTICA MATERIAL SENSORIAL
POÉTICAS FUNCIÓN SINTÁCTICA SÍMBOLO SENTIDO PRESENCIA RECURSO METÁBOLE SENTIDOS SENSACIONES
superación
metáforas,
oración condicional: hetero pesadez – ligereza
el deseo de (variaciones
imposible
de la anhelo +++ adj.-supr. neologismos,
vista dolor – delicadeza
prótasis acumulativa y condición dulce y
++ adjunción acumulación, ceguera – claridad
transmigración apódosis incompleta
de alta
opacidad) temporal amargo + supresión silencio tacto densidad – frescura
hiperbólico
del cuerpo
161
UNA
LECTURA
INTERMEDIAL
4
Los productos mediales transmediados y sus medios de
destino pertenecen a todo tipo de medios calificados y
submedios, incluyendo lo viejo y lo nuevo, lo artístico y
lo no artístico [...]293
165
significados. Este orden no es gratuito. Si bien el objetivo es lograr un camino
teórico de traducción entre poesía y otros medios (así, en general), no hay que
olvidar que el objetivo también es que la pretendida traducción sea, al mismo
tiempo, el soporte del texto. Dar una importancia excesiva a los significados
puede ser un esfuerzo estéril para los propósitos de este proyecto, no solamente
porque fijar los signficados de la poesía de Girondo sería absurdo, sino porque
el texto estaría presente para hablar por sí mismo, acuerpado en la traducción.
Gabrielle Rippl cita a Marie-Laure Ryan en su Handbook of Intermediality:
“un medio es una categoría que realmente hace una diferencia sobre qué
historias pueden ser evocadas o contadas, cómo son presentadas, por qué son
comunicadas y cómo son experimentadas”.295 Este tercer capítulo explora
caminos para imaginar cómo quiere –y puede– aparecer este maravilloso
poema. Cada sección se dedica a un aspecto distinto del proceso de
“transmediación” y, de cierta manera, “remediación”: codificación medíatica,
base retórica transmedial, procedimientos transmediales y transferencia de
características entre medios. En cada una de estas secciones se retomarán
términos y reflexiones teóricas del primer capítulo.
166
4. 1. CODIFICACIÓN
MEDIÁTICA
296 Valerie Robillard. “En busca del ecfrasis” en Susana González Aktories ed., Entre
artes, entre actos: ecfrasis e intermedialidad, México: Bonilla Artiga Editores, 2011, p. 33.
167
texto.
2. Referencialidad. Noción cuantitativa de qué tanto se usa un pre-texto en un
texto de destino. A mayor tematización mayor intertextualidad.
3. Estructuralidad. Para Pfister, “[e]sta categoría está relacionada con la
incorporación sintagmática de un pre-texto en un texto posterior”.297
Robillard retoma su definición a grandes rasgos como la imitación por
analogía estructural.
4. Selectividad. Se trata de la densidad de los elementos seleccionados del
pre-texto que se representan en el texto de destino y a la “[…] transposición
de ciertos temas, mitos o normas y convenciones de periodos específicos o
estilos de representación pictórica”.298
5. Dialogicidad. “Esta categoría se refiere a la tensión semántica e ideológica
que se produce entre el texto original y el posterior”.299 A mayor relativización
y cuestionamiento mayor intertextualidad. A mayor traducción directa
menor intertextualidad.
6. Autorreflexividad. Se refiere al grado de reflexión o problematización que
se hace evidente en la relación entre pre-texto y texto de destino.
A pesar de que este modelo fue pensado como instrumento de análisis para
el fenómeno ecfrástico, es útil también para relacionar otro tipo de medios.
Elleström recuerda la propuesta de Siglind Bruhn de expandir “[…] radicalmente
la noción de ecfrasis a una ‘representación en un medio de un texto compuesto
en otro medio’ [2000], indicando que tanto medio original como objetivo
168
pueden ser de cualquier tipo mientras no sean el mismo”.300 En este sentido,
el modelo nos resulta útil en la medida en que proporciona criterios válidos
para enfrentar tanto problemas de legibilidad (la forma en que se interpreta y
percibe la relación entre los textos, o medios), como de codificación. Ya que
por ahora no nos interesa medir la relación intertextual –sino construir una–,
para comenzar un proceso de codificación los criterios de este modelo son
útiles sólo a la inversa; es decir, es necesario evaluar los fenómenos que los
criterios describen para este proyecto específico. Cabe enfatizar que el uso de las
categorías anteriores como herramienta metodológica no tiene como objetivo
retomarlas prescriptivamente –pues no nos interesa alcanzar “puntaje” alguno
de intertextualidad. En este caso sirven sólo como una base de criterios que hace
la relación entre textos observable y manejable. Imaginando que describimos
el “medio de destino” de nuestra traducción intermedial, hablaremos de los
fenómenos que forman cada uno de los criterios de análisis intertextual de
Pfister/Robillard y de cómo tendrían que presentarse.
Ya que la comunicatividad evalúa el grado de consciencia comunicativa
en la relación ecfrástica, en este caso esa consciencia es total. Más aún, el
medio de destino sería no sólo una transmediación, sino el soporte mismo del
texto poético, lo que lo trae a la percepción. El poema mismo, en su totalidad,
sería comunicado mediante su soporte.
En cuanto a la referencialidad, ésta mide cuantitativamente la
tematización del texto, es decir, indica qué tanto un texto se convierte en el
tema central de otro. En nuestro caso, la tematización es también absoluta. La
169
existencia misma del medio de destino esta motivada y condicionada por el
poema, el medio original. Qué tantas referencias se incluyen de éste en aquél
depende de la selección de imágenes que hicimos en el capítulo anterior; son las
diez más características del poema –a mi parecer– y representan alrededor del
50% de su longitud total. De ellas, la tematización se inclina hacia la exaltación
de la experiencia sensorial y la presencia por encima de otros criterios.
Por otro lado, la estructuralidad depende de la imagen general. Los
efectos y significados difieren notablemente si se encuentran de uno u otro
lado de la oración condicional y este contraste acentúa la estructura de la
imagen general. La misma estructura sintáctica del poema podría adaptarse o
traducirse con relativa facilidad a otro medio que pudiera evidenciar, en algún
sentido, el contraste entre las partes que componen la condicional.
Parece ser que la selectividad es la categoría en la que se establecen
las prioridades de traducción, pues evalúa la densidad de transposición de
elementos. En nuestro caso, las diez imágenes seleccionadas para análisis bajo
el criterio de representatividad componen el “corpus” de los elementos que
serían transpuestos al medio de destino. De ellos es necesario seleccionar y
priorizar las aportaciones de cada modalidad transmedial del análisis poético
a la traducción, al medio de destino. Como mencioné al inicio del capítulo,
la multisensorialidad –visual, auditiva y táctil, mediando sus respectivas
sensaciones–, los efectos de presencia –mediados por recursos técnicos de la
modalidad material– y los significados –explícitos en lo verbal-auditivo pero
reforzados mediante lo visual o táctil– son las prioridades de traducción, en
ese orden.
Respecto a la dialogicidad, que evalúa la tensión y relativización entre
textos en una relación ecfrástica, nuestro caso presenta la peculiaridad de que
la lectura de ambos textos sería simultánea, uno como texto poético y otro
como su soporte; serían interdependientes para su legibilidad.
170
Por último, la autorreflexividad plantea la siguiente pregunta para esta
traducción intersemiótica: ¿qué tanto puede cada “texto” hacer referencia el
uno al otro, al mismo tiempo que se mantienen íntegros, como una sola unidad?
Por supuesto, antes de llevar este experimento a la práctica es imposible
anticipar una respuesta.
171
4. 2. BASE RETÓRICA
TRANSMEDIAL
Y LEGIBILIDAD
172
necesario contar con una base retórica transmedial.
Considerando las prioridades de traducción establecidas en la sección
anterior, organizaremos parte de la información obtenida del análisis del
poema –sensaciones, efectos de presencia y efectos de sentido/significado–
clasificándola por sentido. Este paso es primordial para comenzar a vislumbrar
las posibilidades técnicas y materiales de codificación.
PRÓTASIS APÓDOSIS
VISTA TACTO OÍDO VISTA TACTO OÍDO
contención verdor
vacío claridad
lenta sucesión inmersión cadencia ligereza alto volumen
alas
SENSACIONES sin color
luminosidad
pesadez
densidad
aceleración
intensidad variable
disolución delicadeza
frescura
velocidad
desaceleración
desaparición
ceguera silencio
integración
opacidad percepción abierta
densidad
decadencia
tristeza armonía
cansancio escalada plenitud
letargo clímax
PRESENCIA indiferencia tensión
libertad
estabilidad alivio
angustia acumulada paz
resignación
anhelo
ser cuerpo
frustración liberación del tiempo y la materia deseo
SIGNIFICADO la consciencia de la muerte
profunda liberación del cuerpo profundo
el deseo de transmigración
173
de presencia y significado. Sin embargo, el oído es un caso un poco diferente.
La inclusión de este sentido responde a motivos estructurales y retoma la
información obtenida en la sección 2. 4. 1., donde se desarrolla el análisis
espacio-temporal del poema. A pesar de que obviamente comparte con la vista
y el tacto la presencia y significado (pues se trata del mismo poema), decidí
separar sus efectos de los del resto de los sentidos para evidenciar efectos que
son perceptibles sólo por el oído.
174
4. 3. P R O C E D I M I E N T O S
TRANSMEDIALES
175
MEDIO VERBAL MEDIO VISUAL MEDIO AUDITIVO MEDIO TÁCTIL
176
que tenemos los seres humanos comienza a desarrollarse desde el momento en
que nos alumbran; llegada la edad adulta, difícilmente nos encontraremos con
sensaciones táctiles completamente desconocidas, que no podamos asociar de
ninguna manera con algo que no hayamos sentido antes. Dada esta condición, he
propuesto otro espectro de significación para el tacto: uniformidad y variación.
Parece ser que cuando algo nos afecta profundamente lo sentimos en el cuerpo
en forma de variaciones con respecto a nuestro estado habitual en reposo:
escalofríos, una ola de calor, placer, dolor. Algunas sensaciones requieren de
contacto directo con otros cuerpos para ser percibidas en absoluto; otras son
sensaciones abrumadoras, que nos envuelven completamente, inescapables,
entre las que no se puede poner distancia. Son éstas las que son de nuestro
interés para propósitos de transmediación.
Es un buen momento para recordar la figura 1 de W. J. T. Mitchell, con
la que se explica la relación entre los medios resultantes de la relación entre
tipos de signos y sentidos. Iconicidad y simbolicidad son dos lados del espectro
que está presente en las columnas de todos los sentidos; signos auditivos
icónicos producen música, mientras los signos auditivos simbólicos son habla.
De igual manera, los signos visuales icónicos producen dibujo, mientras
los simbólicos producen escritura. Ya que éste ejercicio de transmediación
pretende convertirse en repositorio del texto poético, la simbolicidad visual y
auditiva en la forma de escritura y habla es, de cierta manera, una obviedad. Por
otro lado, la experimentación con el lado icónico del espectro de significación
puede tener resultados materiales mucho más interesantes. Como tipo de signo
de medio visual y auditivo, he agregado en la tabla espectros específicos para
cada sentido. En lo visual, figurativo y abstracto son términos análogos a
transparencia y opacidad; así como lo son limpieza y distorsión en cuanto a lo
auditivo.
177
Ya que los resultados de búsqueda para “manual de retórica transmedial” en
Google todavía no me han arrojado la herramienta perfecta –quizá porque su
creación está en curso y porque es un trabajo monumental–, las equivalencias/
analogías retóricas que he propuesto en la tabla son meramente intuitivas,
empíricas, completamente enraizadas en los resultados del análisis material del
poema. Dada su historia de parangón, medio verbal y medio visual comparten
más términos retóricos que los otros medios sensoriales, incluida la metáfora.
Pero esto no significa que no compartan otras “figuras retóricas”, como la
acumulación y la tensión.
Es notable que la hilera que corresponde a los recursos materiales en
la tabla sea igual para todas las columnas. La razón es simple: los cambios
por adjunción, supresión, adjunción-supresión y permutación son productivos
para los procesos creativos y de innovación en cualquier medio, en cualquier
disciplina. Estos recursos son transmediales y son básicos para la producción
cultural intermedial, interdisciplinaria y experimental.
178
4. 4. “ T R A N S F E R E N C I A ”
DE C A R A C T E R Í S T I C A S
ENTRE MEDIOS
179
específicos; sólo puede evocarlos o imitarlos”.304 Un medio, pues, amplía su
espectro de representación para crear la ilusión de las prácticas de otro medio.
La pretendida transposición de En la masmédula se trata, pues, de una cuestión
de ilusión.
El potencial creativo de toda transmediación se revela en la forma en
que se construye el puente intermedial para salvar diferencias aparentemente
irreconciliables entre medios. El modo figurativo del como si que propone
Rajewsky como herramienta transmedial no implica solamente una adaptación
de un elemento a otro medio, sino también una transformación.
180
C O N C L U S I O N E S:
U NA P R E D I C C I Ó N
Quisiera comenzar esta sección recordando las cuatro partes que componen
la hipótesis que expuse en la introducción a este trabajo y valorarlas ahora, al
final de esta investigación y análisis. La primera de estas partes sostiene que
es posible leer en más de un medio, tanto simultánea como alternativamente.
Mitchell y Hansen sostienen que los medios no son “neutrales ni transparentes,
subordinados o meramente suplementarios a la información que llevan”.305
Estemos conscientes de ello o no, al leer poesía no sólo estamos leyendo las
grafías sobre el papel, sino el contexto entero que rodea el acto de leer poesía
–y, por supuesto, estamos interactuando con el cuerpo que nos trae la poesía
a la percepción. No es de extrañarse que haya tropos del lector de poesía que
busca las situaciones óptimas para leer; como el tropo del sillón y la bebida
caliente, o el de la sombra de un árbol, la banca de un parque, la mesa de un
café sobre la calle, etcétera. Tampoco es de extrañarse el fetiche que algunas
tenemos con el olor de los libros, las páginas amarillentas de los que son muy
viejos, los diseños de portadas, las tipografías, la calidad de la encuadernación.
Considero que tanto los tropos como los fetiches son prueba de que cuando
leemos, lo hacemos en varios medios a la vez.
La segunda parte de mi hipótesis no es ninguna novedad: el soporte del
texto determina el acceso al discurso verbal, condiciona la lectura y contribuye
181
a su significación. De hecho, Karin Littau lo ha expresado antes con mayor
elocuencia: “los textos son herramientas que transmiten significados complejos
con múltiples estratos. Sin embargo, puesto que un texto también es un objeto
material, su materialidad y organización física condicionan nuestra lectura”.306
El diseño de un objeto determina nuestro acceso a la información que conlleva.
Considerando que “[a]parte del cuerpo humano, el libro es el medio más
antiguo para almacenar, recuperar y transmitir conocimientos”,307 es razonable
pensar que este objeto no dejará de existir ni será remediado por completo, sin
importar cuántos nuevos medios surjan a lo largo del tiempo. Sin embargo,
vale la pena cuestionar la adaptación del medio editorial a los nuevos contextos
mediáticos, que desplazan la atención de la lectura en formatos tradicionales
cada vez más.
La tercera parte de la hipótesis propone que discurso literario y soporte
textual pueden hacer referencia el uno al otro y formar una sola unidad
significante. Elleström menciona en alguna parte de Media Transformation
que “algunas personas argumentan que la poesía escrita no es verdadera poesía
sino hasta que ha sido transmediada por el medio técnico de la voz”.308 Este
argumento no soporta directamente la hipótesis en cuestión, pero sí apunta a
la idea de que la transmediación –y la ampliación de estímulos y de sentidos
en uso– añade capas, relieves, matices a la experiencia estética de la lectura de
poesía. El segundo capítulo de esta tesis es, en su totalidad, la búsqueda de un
sendero que permitiera responder esta pregunta. En teoría, afirmar que hacer
que texto y soporte hagan referencia uno a otro es posible, pero por supuesto
no lo sabremos del todo sino hasta que la transmediación se realice espacio-
182
temporalmente.
Por último, la cuarta parte de mi hipótesis afirma que un tipo especial
de análisis es capaz de determinar las características principales de una obra
literaria para traducirlas a su soporte. El tercer capítulo sentó todas las bases para
obtener un perfil transmedial; en el cuarto capítulo, la información resultante
fue procesada para que fuera inteligible en otros medios. Sin embargo, cabe
anotar que gran parte del análisis del poema depende de métodos que no
necesariamente funcionan con cualquier pieza poética. Esto no representa
un problema si consideramos que esa parte del análisis no supone ninguna
innovación, sino solamente conocimiento del tipo de poesía a la que nos
aproximamos. Una vez aclarado este punto, es posible sustituir la parte del
análisis poético irracional por cualquier otro tipo de análisis poético que sea de
utilidad para el poema en cuestión.
183
poesía nos ha comunicado lo que ha podido, en la transmediación nosotras
le comunicamos al mundo lo que ésta nos comunicó inicialmente. Quizá la
adornemos un poco, o la plaguemos –involuntariamente– de signos que sólo
son relevantes a nivel personal. La dinámica de remediación es una dinámica
de teléfono descompuesto. Un maravilloso teléfono descompuesto, en cuya
distorsión de información nace arte nuevo, medios nuevos e ideas nuevas.
184
B I B LI O G RAF ÍA
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