El concepto de Persona ha sido uno de los pilares fundamentales no solo de las
ciencias jurídicas, si no, también del ordenamiento jurídico en cualquier época de la historia de la humanidad. Los romanos utilizaron el término “persona” como sinónimo de papel teatral, para ser más exactos, de actor teatral. Comenzamos nosotros a presenciar la sinonimia entre Persona y hombre, lo cual sigue vigente en cualquier ordenamiento jurídico. Para los romanos el término Persona pudo haber tenido un fundamento biológico que no jurídico, dado que, todos los hombres eran personas y ello permitió la presencia del esclavo, que como todos sabemos era considerado objeto y no sujeto de Derecho.
Persona etimológicamente viene del latín “pers-sonare” la proposición “pers” en
latín expresa contundencia y “sonare” en la misma lengua significa hacer ruido, sonar, por lo que “pers sonare” significa resonar, retumbar con ruido. A finales del siglo XVI se tiene la primera tentativa de esclarecer la relación entre el elemento naturalístico, esto es el hombre en cuanto entidad física real y su consideración por parte del Derecho, es decir, el hombre en cuanto entidad jurídicamente relevante, al cual los juristas tenderán a reservar en sentido más específico y técnico la calificación de persona. Así el humanista francés Franlois Connan, releva que después de la introducción de la Esclavitud se contrapone a la libertad como facultad natural, la libertad como condición jurídica.