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El químico Leo Hendrik Baekeland, nacido en 1863 en Bélgica y fallecido en 1944 en Estados

Unidos, fue el descubridor de una resina sintética cuyo nombre le rinde tributo. Su apellido
Baekeland derivó en el término inglés bakelite BEIKELAIT: a nuestro idioma, el concepto llegó
como baquelita.

La baquelita es un plástico sintético que Baekeland creó en 1907, aunque hubo algunos
experimentos previos realizados por el alemán Adolf von Baeyer. Dos años después de su
hallazgo, Baekeland lo dio a conocer a nivel formal y luego fundó una empresa para explotar
comercialmente la baquelita.
La baquelita es un polímero: una macromolécula que se obtiene a partir de la vinculación de
otras moléculas más simples que reciben el nombre de monómeros. Esta sustancia está
considerada como la primera resina plástica que es absolutamente sintética.

En términos más técnicos, podemos decir que la baquelita se sintetiza partiendo de moléculas
de formaldehído y fenol, siguiendo un proceso que lleva el mismo nombre de su creador, en una
proporción de dos a tres: el formaldehído hace las veces de puente entre las moléculas de fenol,
y pierde el oxígeno a causa de las condensaciones que sufre de forma sucesiva.

El fenol, por otro lado, pierde entre dos y tres átomos de hidrógeno, de manera tal que cada
molécula de formaldehído entabla una conexión con dos de fenol, y cada una de estas últimas,
con dos o tres de formaldehído, abriendo las puertas a los denominados entrecruzamientos.
Cuando el fenol se presenta en exceso, se pueden obtener fenoles que conecten solamente con
dos formaldehídos a través de la misma reacción de condensación.

La baquelita tiene varias propiedades que la convierten en una resina muy utilizada en diversos
ámbitos de la industria. Puede decirse que este plástico es termoestable: es insoluble (no puede
disolverse) e infusible (no puede fundirse). Mientras se forma es posible moldearla y luego se
solidifica. La baquelita se diferencia claramente de los polímeros termoplásticos, los cuales
pueden moldearse y fundirse más de una vez.

La baquelita resiste el accionar de los solventes y del agua. Por otra parte, no es un material
conductor de la electricidad (por eso se la utiliza para aislar las terminales eléctricas).

Los mangos y las asas de los utensilios de cocina (como sartenes y ollas), los botones de
elementos expuestos al calor, las boquillas de las botas de vino (los recipientes de piel usados
para almacenar todo tipo de líquidos, especialmente bebidas alcohólicas) y las carcasas de los
teléfonos son algunas de las piezas que suelen fabricarse con baquelita.

En un primer momento, era típico su uso para la fabricación de carcasas de radios y teléfonos
(no olvidemos las grandes diferencias que presentaban estos artículos en el pasado, con
diseños robustos y sobrios), e incluso se aplicó en las estructuras de algunos carburadores.

El siglo XX se caracteriza en gran parte por haber dado lugar a un número considerable de
avances en todos los campos del conocimiento, y la baquelita es uno de los inventos que más ha
trascendido con el paso del tiempo. En la actualidad, si bien los científicos utilizan una fórmula
ligeramente diferente a la original, este material no ha dejado de acompañarnos por más de cien
años, como base de los productos más usados de la vida cotidiana.
En los últimos tiempos, muchos de los primeros productos fabricados con este plástico han
pasado a formar parte de diversas colecciones privadas. Si bien las aplicaciones de la baquelita
han cambiado ligeramente entre los comienzos del 1900 y la actualidad, sus propiedades siguen
siendo fundamentales para el correcto funcionamiento de ciertas instalaciones y para garantizar
a sus usuarios la máxima seguridad.

Plástico: Resinas fenólicas (baquelita)


Usos: Fabricación de interruptores, portalámparas y barniz aislante.
Características: Excelente resistencia mecánica.
Difícil de inflamar.
Elevado poder aislante a la humedad y al alcohol.

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