hacen que mi humedal tropiece tu laberinto perfecto. Me deposito en tí poro a poro, beso a beso. Tu eres mi lápiz y yo soy tu hoja, torbellinos de espumas resbalan entre mis cuencas buscando tu sed insaciable. Entonces te descubro y me descubres… Somos el pacto perfecto. La oscuridad, la noche, tus montañas fluviales me incitan. Me escabullo para nuevamente regresar a la cita inconclusa. Entonces, fluyen mares, océanos convertidos en ruidos guturales que nos arrastran a un encuentro ancestral y volcánico. Levitamos en el piso más alto de los fervientes carnales. Y me despojas del más diminuto pensamiento, solo existimos tu y yo. La magia del tiempo se detiene, para depositar en mí gotas de agua viva que resbalan entre las páginas de este libro abierto.