Está en la página 1de 1

MANIZALES

BARRIO DE TANGO
Por OSAR

En Manizales se sigue batallando desde diferentes “orillas” para que el Tango se mantenga, para que se conserve el sello
que se le imprime en estas tierras de montaña, que sin puerto y sin mar a la vista, quiere hacer perdurar el espíritu de la
música argentina y esta columna hace parte de ese sentido. Responder a las preguntas del ¿por qué? de ¿cómo llegó? o de
¿quiénes lo establecieron? es cuestión de hilar pacientemente en la historia de Manizales, para descubrir y descifrar aquellas
sutilezas que hicieron posible nombrar a Manizales, en épocas no muy lejanas, como un “ Barrio de Tango”, tango que se
quedó en estas faldas de la cordillera andina central para no irse; no se trata, entonces, de hacer tesis eruditas
académicamente, sino de tejer finamente, desde otra perspectiva la cultura de la ciudad.
Cuando hablamos de Tango en Manizales, hacemos referencia a un giro lingüístico especial, a una manera de decir, de
nombrar “la escucha de la melodía argentina” en la ciudad desde la época de los 40´s, quizá, cuando en aquellas cantinas de
barrio, “escuchar melodía” era oír Tango, Milonga, Vals, Rancheritas, Foxtrot, Bolero, Son Cubano, Pasodoble, Los Cuyos, el
Caballero Gaucho y otros tantos géneros musicales.
Existen diferentes opiniones sobre la época de la llegada del tango a Manizales… que a principios del siglo XX, que después
del primer incendio, que en la década del 40 y así, entre ficción y verdad, aquella música que se imprimió en el corazón de
los argentinos por allá en 1860, en Manizales se convirtió en una singularidad con sello propio, el Manizaleño le imprimió un
carácter especial, diferente, hizo una mezcla rara y deliciosa en la forma de los movimientos, del abrazo, de la escucha, a
partir del pasado imitativo del compadrito argentino, aquel del suburbio y cabaret, hasta la creación de maneras de hacer las
quebradas, sacadas y las formas de abrazar, contraviniendo cánones tradicionales, que tomaron forma concreta en el baile
del Pasodoble, el Vals, la Milonga y el Foxtrot, imprimiendo de esta manera una impronta peculiar a la forma de bailar del
Manizaleño.
Hablar de Manizales Barrio de Tango es hablar del crecimiento de la ciudad desde las orillas, de cuando la aldea se volvía
ciudad y la banca, el comercio y la industria se desarrollaba y daba origen a empleados, trabajadores y obreros, creadores de
los primeros barrios de la ciudad, muchos de ellos de origen campesino, que después de sus jornadas laborales, antes de
retornar a sus hogares, se detenían en las cantinas de barrio para aliviar un poco sus cargas de trabajo, de amor y
sufrimiento.
En la historia de Manizales Barrio de Tango, no sólo encontramos los “guerreros desechados y olvidados” de la sociedad,
sino que también aparecen los “señoritos y los nobles” que escondían su “miseria” cuando se escapaban a deleitarse con las
mieles de los ambientes voluptuosos y pintorescos de los lupanares o casas de citas y cantinas, que existían en casi todos
los barrios de la ciudad, lugares de catarsis, templos de melodía, escucha y baile de las grandes orquestas argentinas como
las de D´Arienzo, Biagi, D´Angelis, Francisco Canaro, Lomuto o Rodríguez con sus cantantes La Roca, Dante, Martel, Godoy,
Manzini, Famá, Echague, Ortiz, Roldán, Podestá, A. Moreno y tantos otros, lugares en los cuales además se realizaba el
ejercicio de los placeres mal llamados mundanos, donde las mujeres jugaban contra el decoro de la vida, la decencia y las
buenas costumbres: Así se inicia Manizales Barrio de tango!
OSAR
Osaro2748@gmail.com

También podría gustarte