NUEVOS ENSAYOS

DE LINGÜÍSTICA GENERAL

por
ROMAN JAKOBSON

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siglo
veintiuno
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méxico
espada
argentina
1

RELACIONES ENTRE LA CIENCIA DEL LENGUAJE

Y LAS OTRAS CIENCIAS

A CLAUDE LÉVI-STRAUSS

...La Ciencia, habiendo encontrado en el Lenguaje una

confirmación de sí misma, debe ahora convertirse en una
CONFIRMACIÓN del Lenguaje.
STÉPHANE MALLAR1LÉ

...Pienso que, ante el crecimiento cada día más amplio

y más rápido del campo de la Ciencia, la confrontación
de las disciplinas se hace más que nunca necesaria.

JACQUES MONOD

I. PERSPECTIVAS LINGÜÍSTICAS

Si quisiéramos caracterizar brevemente el pensamiento que guía a la

ciencia actual en sus manifestaciones más variadas, no encontraríamos ex-
presión más justa que la de estructuralismo. Cada uno de los conjuntos
de fenómenos que trata la ciencia actual es enfocado, no como una yux-
taposición mecánica, sino como una unidad estructural, como un sistema,
y la tarea fundamental es descubrir sus leyes intrínsecas —lo mismo es-
táticas que dinámicas. No es el impulso exterior, sino las condiciones in-
teriores de la evolución, no es la génesis bajo su apariencia mecánica,
sino la función, lo que ocupa el centro del interés científico actual. Y
no es por consiguiente una casualidad si el estudio estructural e inma-
nente de la lengua y de la literatura ocupó un lugar tan importante en
los debates del Congreso [Internacional de Eslavistas]. Del mismo modo,
no se debe al azar el párrafo sobre la lingüística estructural en la reso-
lución del pleno del congreso.
Este estudio es una versión retocada y ampliada del capítulo vi, "La lin-
guistique", aparecido en el volumen Tendances principales de la recherche dans
les sciences sociales et humaines (Mouton/Unesco, París-La Haya, 1970). El
autor quiere dejar testimonio de su reconocimiento a George Beadle, Émile
Benveniste, Suzanne Bourgeois, Jacob Bronowski, Jéróme Bruner, Zellig Harris,
Francois Jacob, Claude Lévi-Strauss, A. R. Luria, André Lwoff, Leslie Orgel,
David McNeill, Talcott Parsons, Karl Pribam, Jonas Salk, Francis Schmitt y
Thomas Sebeok, con quienes tuvo discusiones fecundas, así como al Research
Laboratory of Electronics (MIT), al Center for Cognitive Studies (Harvard)
y al Salk Institute for Biological Studies, que facilitaron amablemente sus in-
vestigaciones.
12 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
El Círculo Lingüístico de Praga, que aun antes del Congreso desarrolló
el conjunto de los problemas de la lingüística estructural (cf. 132) , reúne
a varios jóvenes estudiosos checos y alemanes de Checoslovaquia así
como a varios jóvenes lingüistas rusos. Los trabajos del Círculo no son
los de un grupo aislado, están estrechamente ligados a los esfuerzos ac-
tuales de la lingüística occidental y rusa. Es claro que estos trabajos no
podrían apreciarse sin tener en cuenta las tendencias de la lingüística
internacional contemporánea, los logros metodológicos notables de la lin-
güística francesa, la crisis fructífera de la ciencia alemana o también
tentativas de síntesis entre la escuela del polaco Baudouin de Courte-
nay y la del ruso Fortunatov. Los problemas de la lingüística estruc-
tural están en el aire, por decirlo así. Durante el Congreso, no se ha
formulado ninguna reserva fundamental frente a las Tesis del Círculo
(48) , y, en especial, la resolución sobre las tareas de la lingüística es-
tructural eslava se ha votado por unanimidad. Sin embargo, si se hu-
biese pedido que el voto fuera secreto, habría habido seguramente opo-
siciones. En todo caso, eso es lo que se decía en los corredores. ¿Qué
sentido pueden tener unas oposiciones que no van acompañadas de nin-
gún esfuerzo de argumentación? Son las voces de aquellos que reconocen
que la aceptación de los fundamentos de la lingüística estructural im-
plica la necesidad de transformaciones decisivas tanto en el dominio de
la sincronía como en el de la historia de las lenguas, así como el de su
geografía y el de la descripción de las lenguas literarias, pero que en-
cuentran que una reconstrucción tan fundamental es contraria a su tem-
peramento. Se trata pues más bien de una oposición psicológica que de
una oposición lógica. Puesto que la metodología de la ciencia literaria
está menos elaborada que la de la lingüística, se ve amenazada de una
crisis más duradera. Un periodo transitorio en la ciencia literaria pro-
mete una marea de tentativas infructuosas con vistas a una solución ecléc-
tica; pero, en conjunto, la ciencia literaria eslava sigue una evolución
paralela a la de la lingüística eslava.
din, 31 oct. 1929 (140) .
Congreso de filólogos eslavos se reunió en Praga en octubre
El ie r
de 1929, y aunque han transcurrido desde entonces los cuarenta
años bíblicos, las grandes líneas de aquella asamblea histórica, ano-
tadas apresuradamente en esta breve reseña, están lejos de haber
caído en desuso.
A primera vista, la teoría lingüística de nuestro tiempo parece
distinguirse por un conjunto asombrosamente variado y dispar de
doctrinas opuestas. Como toda época de experimentación y de in-
novación, el periodo actual de reflexión sobre la lengua ha que-
dado marcado por luchas apretadas y controversias tumultuosas.
Sin embargo, un examen minucioso y objetivo de todas esas
creencias sectarias y de todas esas polémicas vehementes hace apa-
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 13
recer un conjunto esencialmente monolítico bajo las divergencias
visibles de los términos, de las fórmulas y de los artificios técni-
cos. Para emplear la distinción entre estructuras latentes y estruc-
turas aparentes, hoy en día usual en la fraseología lingüística, se
puede afirmar que la mayoría de esas contradicciones pretendida-
mente inconciliables parecen limitarse a la superficie de nuestra
ciencia, mientras que en sus cimientos profundos la lingüística de
las últimas décadas revela una notable unidad. Esta unidad de las
tendencias de base llama particularmente la atención si se la com-
para con los principios muy heterogéneos que caracterizan a la lin-
güística de ciertas épocas anteriores, a saber, del siglo xix y de
los primeros años del xx. En realidad, la mayoría de los desacuer-
dos recientes se deben en parte a divergencias de terminología y
de presentación y en parte a una distribución diferente de los pro-
blemas lingüísticos escogidos y señalados por investigadores indi-
viduales o por equipos de especialistas como los más urgentes y los
más importantes. Suele suceder que semejante selección desembo-
que en un confinamiento de la investigación dentro de límites es-
trechos y en un descuido de los temas que han sido relegados.
Se observan actualmente fenómenos análogos en diferentes cien-
cias. Así como la topología general subtiende y abarca toda una
gama de posiciones matemáticas, así los múltiples tratamientos del
lenguaje no hacen más que reflejar la pluralidad de sus aspectos
que son complementarios unos de otros. Esta tesis empieza a ganar
terreno entre los especialistas. Así, Noam Chomsky (1968) señala
la necesidad de una síntesis entre dos grandes corrientes lingüís-
ticas, una de las cuales "ha elevado la precisión del discurso sobre
el lenguaje hasta un grado enteramente nuevo", mientras que la
otra está "orientada a una generalización abstracta" (54).
El estudio de la estructura verbal es el objetivo innegable de la
lingüística contemporánea bajo todos sus aspectos, y los principios
cardinales de ese estudio estructural (o nomotético) del lenguaje
que son comunes a todos los matices y a todos los sectores de esa
búsqueda pueden definirse como las ideas conjugadas de invarian-
cia y de relatividad. La idea preconcebida habitual, esa "tenaz
aceptación de los absolutos" estigmatizada por Sapir, ha sido supe-
rada gradualmente. El examen del sistema lingüístico exigió una
visión cada vez más profundizada de su coherencia intrínseca y
de la naturaleza estrictamente relacional y jerárquica de todos sus
elementos constitutivos. Era indispensable hacer después un estu-

14 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
dio análogo de las leyes generales que rigen todos los sistemas lin-
güísticos, y finalmente de las relaciones entre estas leyes. Así, el
desbrozamiento y la interpretación del conjunto de la red lingüís-
tica o, en otros términos, "la búsqueda de una adecuación expli-
cativa", han sido los temas dominantes de la corriente que se formó
entre las dos guerras bajo el nombre de "lingüística estructural",
forjada en Praga en 1928-1929 (cf. 139).
La importancia exagerada que se atribuye en tal o cual capilla
a los disentimientos corre el riesgo de deformar la historia de la
lingüística entre la.primera guerra mundial y la época actual. En
particular, el mito inflacionista de las revoluciones graduales que
habrían marcado a la ciencia del lenguaje durante todo ese período
asigna arbitrariamente ciertos esfuerzos y ciertas ideas a momen-
tos particulares de ese período. Así, se reprocha hoy a la corriente
estructuralista en lingüística general, que nació en congresos inter-
nacionales reunidos alrededor de 1930, el haber ignorado la filo-
sofía, cuando en realidad los protagonistas internacionales de
aquel movimiento mantenían contactos estrechos y efectivos con
la fenomenología, en su versión husserliana o hegeliana. A prin-
cipios de nuestro siglo el pensamiento de Husserl, desarrollado en
el segundo volumen de sus Logische Untersuchungen y especial-
mente en el capítulo que trata de "la diferencia entre las signifi-
caciones independientes y dependientes y la idea de la gramática
pura", se convirtió en un factor poderoso para los inicios de la
lingüística estructural, al oponer "la idea de la gramática general
y a priori" a la gramática "exclusivamente empírica" que era la
única que estaba en boga. Husserl se pronunció a favor de la idea
de la gramática universal "tal como había sido concebida por el
racionalismo de los siglos xvii y xvin" (115). Anton Marty, adepto
crítico de Husserl, observa a propósito de esto las contribuciones
valiosas a la gramática general aportadas por los estoicos, después
por la ciencia escolástica, más tarde por los cartesianos, como por
ejemplo los autores de la Gramática de Port-Royal, y finalmente
por el Ensayo de Locke sobre el entendimiento humano y por los
Nuevos ensayos de Leibniz (185, p. 69).
Poco después de 1920, el Círculo Lingüístico de Moscú (cf. 131)
era teatro de discusiones encendidas y continuas dirigidas por Gus-
tav Spet, al que Husserl consideraba como uno de sus mejores
alumnos, sobre la aplicación lingüística de las Logische Untersu-
chungen y especialmente sobre el significativo regreso de Husserl
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 15
y Anton Marty a "la idea de una gramática universal". T. G.
Masaryk y Marty, que, como su amigo Husserl, se habían formado
en la escuela de Brentano (cf. especialmente 26), ejercieron una
influencia saludable sobre su oyente Vilém Mathesius (cf. 188) que
habría de fundar el Círculo Lingüístico de Praga donde las ideas
de Husserl y su notable comunicación del 11 de noviembre. de
1935 ("Phánomenologie der Sprache") encontraron amplio eco.
El primer número de la revista Acta. Linguistica, publicada
por el Círculo Lingüístico de Copenhague, apareció en 1939 con
un editorial en el que Viggo Bründal (18870942) trataba de la es-
tructura del lenguaje "como objeto autónomo y por consiguiente
como no derivable de los elementos de los que no es ni un agrega-
do ni una suma; por eso hay que considerar el estudio de los
sistemas posibles y de su forma como poseedores de una gran im-
portancia". Es significativo que el artículo en el que Bründal des-
arrolla esta tesis termine con una referencia a las "meditaciones
penetrantes de Husserl sobrelaienomenología", propias para con-
vertirse en "una fuente de inspiración para todo lógico del len-
guaje" (30). Ya en el S er Congreso Internacional de Lingüistas
(Roma, 1933), este notable representante del pensamiento lingüís-
tico danés declaró su acuerdo con "el estructuralismo preconizado
en nuestros días por el príncipe Trubetzkoy" así como "con el uni-
versalismo exigido y practicado hace cien años por el gran maestro
de lingüística general que era Guillermo de Humboldt" (31).
Hendrik Pos, discípulo neerlandés de Husserl (1898-1955), des-
empeñó un papel de primer plano en la creación de una fenome-
nología del lenguaje y de la teoría de la lingüística estructural
(cf. especialmente 221 y 222). En su hermoso estudio de 1939 so-
bre la ciencia del lenguaje y la fenomenología, Pos indicó lúcida-
mente el punto de partida del estructuralismo lingüístico: "Es
evidente que el observador behaviorista trata de romper todas las
amarras que pueden unir al sujeto hablante con el sujeto científico.
A la conciencia ni siquiera se la admite para explicar su propio
saber en lo referente a las significaciones: la observación exterior
fijará unas significaciones que son conductas, sin consultar a la
conciencia originaria y contra ella. Los sujetos lingüístico y cientí-
fico no tienen ya base común, y el primero se ha convertido en
el objeto del segundo. (...) El punto de vista fenomenológico
(...) es opuesto a esta teoría del conocimiento que pretende que
el objeto se constituye en la construcción científica; el fenomenó-
16 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
logo establece la determinación de todo saber por el conocimiento
originario. (...) El lingüista que se da cuenta de los hechos del
lenguaje, por la extensión que toma su saber, no podrá por menos
de afirmar su conciencia de sujeto hablante que era antes de la
ciencia y que sigue siendo: es que, finalmente, su saber estará fun-
dado en datos intuitivos que hacen posible la objetivación pero
que son inasibles para ésta. El margen entre la conciencia origina-
ria y la ciencia no es ilimitado: el lingüista es lingüista gracias al
hecho de que es un sujeto hablante y no a pesar de este hecho. (...)
Su punto de referencia será siempre la realidad en sí de la subje-
tividad originaria." (223) Este papel decisivo de la intuición del
sujeto hablante queda puesto de relieve sobre todo en el estadio
actual de la lingüística estructural de los diferentes países.
Del mismo modo, la fenomenología y la dialéctica de Hegel mar-
caron manifiestamente el nacimiento de la lingüística estructural.
Pueden señalarse nuevamente los grupos y los investigadores ya
mencionados. El prólogo de Émile Benveniste a los Origines de la
formation des noms en indo-européen empieza por un recordato-
rio: "De hecho, no se va mucho más allá de la constatación. El
esfuerzo considerable y meritorio que se ha dedicado a la descrip-
ción de las formas no ha ido seguido de ninguna tentativa seria
para interpretarlas." (13) Este prefacio termina con un llamado al
fecundo principio de Hegel: Das Wahre ist das Ganze ("lo verda-
dero es el todo"). En un estudio posterior del mismo investigador,
"la necesidad dialéctica de los valores en constante oposición" que-
dó erigida en principio general de la estructura lingüística (12).
Hay que añadir que el precursor de la lingüística moderna que
fue tal vez el más perspicaz entre los especialistas de fines del siglo
Kix, Mikotaj Kruszewski, escribió en 1882 a Jan Baudouin de Cour-
tenay que además de la ciencia actual del lenguaje hay que crear
"una nueva, más general", que él define como "cierta especie de
fenomenología del lenguaje". Según él, "los fundamentos perma-
nentes de semejante ciencia pueden buscarse en la lengua misma"
(ver 142). El joven lingüista debió descubrir el concepto de feno-
menología en la obra de Eduard von Hartmann Phiinornenologie
des Unbewussten (1875) que H. Spiegelberg, en su historia del mo-
vimiento fenomenológico, consideraba como "un hito aislado en
la vía que lleva de Hegel a Husserl" (261, p. 16). Se comprende
por escritos anteriores de Kruszewski que fue el "carácter incons-
ciente" de los mecanismos lingüísticos lo que le atrajo "como un
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 17
imán" hacia la lógica del lenguaje y el problema de las leyes lin-
güísticas generales. Aunque Kruszewski criticó el libro de Hart-
mann, al que consideraba "fastidioso", "aburrido" e inapto para
dar cuenta de los procesos inconscientes, algunos puntos de vista
expuestos por Hartmann en su capítulo sobre el lenguaje se em-
parientan a la vez con las investigaciones de Kruszewski y con las
tendencias de la teoría lingüística moderna, especialmente la idea,
sobre la que insiste el filósofo, de la universalidad de las categorías
gramaticales fundamentales (Grundformen) vistas como una "crea-
ción inconsciente del genio de la humanidad", así como el elogio
que hace de la enseñanza de Humboldt sobre el lenguaje y el es-
píritu. Kruszewski mismo subrayó (1833) "la creatividad eterna del
lenguaje" apoyándose en Humboldt (150). En su comunicación al
2 9 Congreso Internacional de Lingüistas (1931), Mathesius (1882-
(946) presentó la doctrina humboldtiana del lenguaje como un
elemento importante de la "lingüística funcional y estructural"
(189); y uno de los primeros representantes franceses de esa co-
rriente, el promotor de la sintaxis estructural Lucien Tesniére
(1893-1954), haciendo el elogio de Humboldt, "lingüista de gran
clase, con intuiciones de genio, a quien la lingüística moderna está
lejos de hacer plena justicia", reprochó vivamente a la tradición
neogramática haber subestimado a ese "espíritu universal altamente
cultivado y armado particularmente de una cultura científica pro-
funda", y haber preferido antes que a él a "un simple técnico de
la gramática comparada como Bopp" (269). Así, la reciente vuelta
a Humboldt (G. Ramigvili: 228; N. Chomsky: 50) no ha hecho sino
reforzar una tendencia ya inherente a la lingüística estructural.
La leyenda de un "antipsicologismo militante" propio de este
movimiento se funda en varios malentendidos. Cuando ciertos lin-
güistas de tendencia fenomenologista utilizaron el slogan de an-
tipsicologismo (cf. 61), lo hicieron de la misma manera que Husserl
cuando opuso un modelo de psicología nueva, fenomenológica, con
su concepto fundamental de intencionalidad, al behaviorismo or-
todoxo y a las variedades de psicología fundada en los estímulos
y las respuestas (116). Este modelo husserliano y las orientaciones
psicológicas emparentadas con él suscitaron un interés muy vivo
entre los lingüistas que se mostraron dispuestos a prestar su con-
curso. La clasificación de las asociaciones, que desempeña un papel
de suprema importancia en el análisis estructural del lenguaje
 1
18 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUA JE
(141), encuentra un apoyo eficaz en la fenomenología de las aso-
ciaciones esbozada por Husserl y su escuela (114).
Señalemos a propósito de esto la idea de la "psicología nomo-
lógica" evocada a principios de este siglo por Peirce (212). Ésta,
influida en primer lugar por la fenomenología (I, § 189), está
llamada a descubrir "los elementos generales y las leyes de los
fenómenos mentales". Es a esta disciplina a la que Peirce asigna
"the great law of association (including fusion), a principle strik-
ingly analogous to gravitation, since it is an attraction between
ideas" (I, § 270).
Se ven los puntos de contacto y de convergencia entre las inves-
tigaciones de F. de Saussure (1857-1913) y de su colega E. Clapa-
réde (1873-1940), que comprendió que "la manera de ser de cada
elemento depende-de la estructura del conjunto y de las leyes que
la rigen". Recordaremos igualmente las discusiones fecundas en-
tre Trubetzkoy (1890-1939) y Karl Bühler (1879-1963), la atención
particular otorgada por los lingüistas de Europa occidental y de
América a los progresos de la psicología de la forma, y las adver-
tencias instructivas de dos especialistas norteamericanos en las re-
laciones entre el lenguaje y el pensamiento, E. Sapir (1884-1939)
y B. L. Whorf (1897-1941), a los gestaltistas que, en lo que se re-
fiere al lenguaje, más bien "dejaron de lado la cuestión", pues no
tenían "ni el tiempo ni la formación lingüística necesarios para
penetrar en ese dominio" y "sus ideas y la terminología que here-
daron de la vieja psicología de laboratorio son un inconveniente
más que una ventaja" (292). Del mismo modo, Sapir, consciente
del interés particular que la lingüística está destinada a presentar
para la psicología de la forma (Gestalt), se daba perfectamente
cuenta de que "la integración verdaderamente fecunda de los es-
tudios lingüísticos y psicológicos sólo se alcanzará en lo por venir",
puesto que la lingüística sigue siendo uno de los sectores más com-
plejos para las investigaciones de los psicólogos (243).
La única rama de la lingüística moderna a la que se puede hacer
realmente el reproche de ser antifilosófica, antimentalista y anti-
semántica es la de los "mecanistas", según el término de, Bloom-
field (18, pp. 77, 79), grupo de lingüistas norteamericanos cuya
influencia, que se ejerció sobre todo entre 1940 y 1950, después de
la muerte prematura de los grandes "mentalistas", tales como Sapir
y Whorf, está desapareciendo actualmente. Por lo demás, los
slogans pretensiosamente antisemánticos dé los epígonos no fueron
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 19
compartidos por Bloomfield (1887-1949), el verdadero maestro de
la descripción lingüística que, en sus trabajos de juventud, había
clasificado él mismo a la lingüística entre las "ciencias mentales".
Todavía en sus escritos de 1945 refutaba que se admitiese la posi-
bilidad de descuidar o de ignorar la significación y de estudiar la
lengua "simply as meaningless sound" (84, p. 215). Bloomfield po-
nía también en guardia a los jóvenes contra la intolerancia sec-
taria; así escribía en 1945: "El hecho de un desacuerdo en métodos
y teoría con los otros, incluyéndome a mí, no tiene importancia y
sería mortalmente aburrido no contar más que con una sola doc-
trina admitida." Bloomfield despreciaba sobre todo el proteccio-
nismo de campanario que lanza argumentos pretendidamente ideo-
lógicos a fin de reprimir la competencia de la lingüística extran-.
jera y de conquistar para los jóvenes aborígenes puestos universi-
tarios que corrían el riesgo de ser "snatched from under their
noses and given to European refugees", como lo confesó reciente-
mente sin ningún empacho Robert A. Hall, Jr., para justificar "the
strong anti-European feeling" de sus colegas (99, p. 194).
Sin embargo, el espíritu rigurosamente restrictivo de la investi-
gación mecanista puede interpretarse como el postulado de una se-
rie de experiencias reduccionistas instructivas y útiles cualquiera
que sea el credo filosófico del experimentador. En todo caso, a
pesar de todas las particularidades y singularidades que separan
a ese movimiento regional de todas las otras agrupaciones actua-
les, es el análisis de las estructuras lingüísticas el que constituye
el denominador común de todas las corrientes científicas contem-
poráneas. Este rasgo persistente distingue netamente las preocupa-
ciones lingüísticas de los últimos cuarenta o cincuenta años de las
corrientes y de los objetivos principales del período anterior. La
conferencia de Ernst Cassirer en el Círculo Lingüístico de Nueva
York, el 10 de febrero de 1945, titulada "Structuralism in modern
linguistics", opuso resueltamente el estructuralismo a la doctrina
mecanista y vio en el estructuralismo la expresión de una tenden-
cia general que, en el transcurso de las últimas décadas, se ha apo-
derado poco a poco de todos los dominios de la investigación (41).
El final del siglo xix y el comienzo del xx estuvieron marcados
por un progreso continuo de los estudios históricos comparativos.
Al mismo tiempo, sin embargo, tentativas de investigadores aisla-
dos en diferentes países son señales anunciadoras de los futuros
estudios estructurales del lenguaje. Estos trabajos precursores des-
■ 20 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
embocan en el Cours de linguistique générale de Ferdinand de
Saussure, edición póstuma publicada en 1916 gracias a Ch. Bally
y A. Sechehaye según los apuntes de los estudiantes. Durante los
cincuenta años siguientes, la ciencia de la lengua hizo progresos
rápidos e intensos y volvió a poner en tela de juicio algunas ba-
ses fundamentales de la doctrina lingüística. La mejor manera de
subrayar las innovaciones esenciales será confrontarlas con el Curso
de Saussure, considerado como punto de partida de una era nueva
en la ciencia del lenguaje (244, 245).
La mayoría de los conceptos y principios teóricos fundamentales
expuestos por Saussure se remontan a sus contemporáneos de más
edad Baudouin de Courtenay (8, 133) y Kruszewski (150, 142); pero
en el Curso, algunas de esas nociones eran presentadas de una ma-
nera más clara y más desarrollada, y Saussure ponía netamente el
acento en la solidaridad del sistema y de sus elementos constitu-
tivos, en su carácter puramente relativo y opositivo y en las anti-
nomias fundamentales que encontramos cuando nos enfrentamos
con el lenguaje. Hay que añadir sin embargo que el análisis con-
creto de los sistemas lingüísticos quedaba confiado a los investiga-
dores del porvenir, y la elaboración de los métodos más apropiados
para ese análisis se convirtió en una cuestión capital de la teoría
y de la práctica lingüísticas durante decenas de años.
La iluminación constantemente dirigida hacia las antinomias
"que encontramos en cuanto tratamos de hacer la teoría del len-
guaje" es una de las principales aportaciones del Curso. Era im-
portante tomar conciencia de estas oposiciones, pero mientras per-
manecieran sin solución la integridad y la unidad de la lingüística
se encontraban en peligro. Según Husserl, había que ir más allá
"de los enfoques parciales o de la inadmisible elevación al rango
de absoluto de concepciones unilaterales que no están justificadas
sino de manera relativa y abstracta"; los esfuerzos progresivos ten-
dientes a superar tales "dualidades internas" y a lograr la síntesis
marcan en realidad a la lingüística postsaussuriana.
En el extremo final de su actividad científica, Saussure adoptó
la concepción estoica del signo verbal, doble compuesto del signi-
ficante perceptible y del significado inteligible. Comprendió que
estos dos elementos están íntimamente unidos "y se llaman el uno
al otro", pero enseñó que el nexo entre el significante y el signi-
ficado es arbitrario y que "todo el sistema de la lengua reposa so-
bre el principio irracional de la arbitrariedad del signo". Esta hi-
CIENCIA DEL LENGUA JE Y OTRAS CIENCIAS 21
pótesis ha sido sometida a una revisión progresiva y se ha visto
que el papel de la motivación relativa, gramatical, invocado por
Saussure para restringir la arbitrariedad del nexo entre los dos as-
pectos del signo verbal resulta totalmente insuficiente. Los nexos
internos, icónicos, del significante con su significado y particular-
mente los nexos estrechos entre los conceptos gramaticales y su
expresión fonológica arrojan una duda sobre la creencia tradicio-
nal en "la naturaleza arbitraria del signo lingüístico" tal como es
afirmada en el Curso. La lingüística postsaussuriana extiende tam-
bién la cuestión de la relación entre el significante y el significado
al aspecto fonológico del lenguaje, y coloca en la primera fila de
sus preocupaciones las cuestiones complejas de la interacción y
de la demarcación de los niveles fonológico y gramatical. La lin-
güística ha captado la diferencia esencial entre las oposiciones fo-
nológicas que están arraigadas en el significante y las operaciones
gramaticales fundadas en el significado.
El principio de la "linealidad del significante", en el que Saus-
sure quiso ver un principio fundamental evidente cuyas conse-
cuencias son incalculables para la ciencia del lenguaje, se ha visto
conmovido por la disociación de los fonemas en elementos simul-
táneos ("rasgos distintivos"); inversamente, la cuestión del orden
sucesivo en la estructura del significante recobra la importancia
que tenía en la edad clásica y, concediendo una atención crecien-
te a la jerarquía de los constituyentes inmediatos, se han eliminado
los defectos del método decididamente lineal habitualmente se-
guido para abordar la secuencia. Las observaciones de Saussure a
propósito de la no-pertinencia de la "sustancia" en la que se ex-
presa la forma lingüística y sobre la arbitrariedad de la relación
entre la forma y la sustancia han sido , puestas a prueba y han
tenido que dejar su lugar finalmente a una concepción jerárquica
del carácter primordial de la lengua hablada y de sus sustitutos
gráficos, y a la idea muy precisa de que conviene proceder al
estudio exhaustivo y comparativo de las propiedades autónomas
distintas de la lengua hablada y de la lengua escrita. Los sistemas
de las distinciones significativas aparecen fundados en una selec-
ción y una adaptación semióticas de medios fónicos naturales; se
ha intentado, partiendo de un punto de vista estrictamente rela-
cional, establecer una tipología de los sistemas fonológicos existen-
tes y se han deducido de ella leyes de implicación universal-
mente válidos. La tipología gramatical (morfológica al igual que
22 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
sintáctica) nos parece ser la etapa siguiente de estas investigaciones,
y las múltiples relaciones estructurales entre' esos diversos niveles
exigen un estudio continuado.
La dualidad interna de la lengua y el habla expuesta por Saus-
sure (calcada de la distinción sinónima entre jazyk y ree enun-
ciada Por Baudouin de Courtenay en 1870) o, para utilizar una
terminología moderna menos ambigua, del "código" (el "código
de la lengua" de Saussure) y del "mensaje", o bien de la "compe-
tencia" y de la "ejecución" (performance), da lugar a dos actitudes
divergentes en la misma sección del Curso: "Sin duda —dice Saus-
sure—, estos dos objetos están estrechamente ligados y se suponen
el uno al otro", pero declara por otra parte que es imposible cap-
tar "el todo global del lenguaje"; insiste en la necesidad de divi-
dir rigurosamente el campo de estudio en lengua y habla, y afirma
incluso que la lengua es el único objeto de la lingüística propia-
mente dicha. A pesar de que este punto de vista limitador tiene
todavía sus defensores, la separación absoluta de los dos aspectos
desemboca de hecho en el reconocimiento de dos relaciones je-
rárquicas diferentes: un análisis del código qué tiene debidamente
en cuenta los mensajes, y viceversa. Sin confrontar el, código con
los mensajes es imposible hacerse una idea del poder creador del
lenguaje. Al definir la lengua como "la parte social del lenguaje,
exterior al individuo", en oposición al habla, simple acto indivi-
dual, Saussure no tiene en cuenta la existencia de un código perso-
nal que suprime la discontinuidad temporal de los hechos de habla
aislados y que confirma la preservación del individuo, la perma-
nencia y la identidad de su yo; no tiene en cuenta tampoco la na-
turaleza interpersonal, social, del "circuito del habla", dotado de
una facultad de adaptación y que implica la participación de dos
individuos por lo menos.
La uniformidad del código, "sensiblemente el mismo" para to-
dos los miembros de una comunidad lingüística, establecida como
principio por el Curso y enunciada todavía de vez en cuando, no
es más que una ficción despistante; como regla general todo in-
dividuo pertenece simultáneamente a varias comunidades lingüís-
ticas de radio y de capacidades diferentes; todo código general es
multiforme y comprende una jerarquía de subcódigos diversos li-
bremente escogidos por el sujeto hablante teniendo en cuenta la
función del mensaje, el individuo al que se dirige y la relación en-
tre los interlocutores. En especial, los subcódigos ofrecen una es-
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 23
cala de equivalentes secundarios (transforms) que van desde lo
explícito hasta grados más .o menos elevados de elipsis. Cuando
dejamos de ocuparnos únicamente de la función cognitiva, estricta-
mente referencial, del lenguaje, para examinar sus otras funciones
igualmente primordiales e inderivables, los problemas que plantea
la relación entre el código y el mensaje se mostraron mucho más
sutiles y sus facetas mucho más numerosas.
La lengua, según el Curso, "debe estudiarse en sí misma", y "no
supone nunca premeditación" por parte de los sujetos hablantes.
Los progresos rápidos y recientes de la lingüística aplicada en cam-
pos como la planificación y la política lingüísticas, la enseñanza
de lenguas, la regulación de la comunicación, etc., brotan de ma-
nera natural y lógica del pensamiento lingüístico moderno orien-
tado hacia las cuestiones de intencionalidad, pero permanecen aje-
nas a la lingüística de Saussure y a la ideología dominante en los
medios científicos de su época.
Saussure enseñaba, después de Kruszewski (142), que las opera-
ciones "generadoras" del lenguaje suponen dos especies de relacio-
nes: la primera, que se apoya en la selección, era llamada "asocia-
tiva", "intuitiva" o "paradigmática", mientras que la otra, fundada
en la combinación, era llamada "sintagmática" o "discursiva". Los
términos "paradigmático" y "sintagmático" han entrado -en el uso
general, pero la interpretación de esas dos nociones y su interde-
pendencia han evolucionado sensiblemente. En el Curso, Saussure
afirmaba que los miembros de una serie paradigmática no tienen
orden fijo y que "es por un acto puramente arbitrario como el
gramático los agrupa de una manera más bien que de otra"; ahora,
sin embargo, esa actitud agnóstica cede el lugar a un estudio de
la estratificación objetiva en el interior de toda serie que deje apa-
recer un juego de correlación entre la ausencia y la presencia de
una "marca", o, en otros términos, entre las estructuras relativa-
mente nucleares ("profundas") y secundarias, superpuestas.
Para Saussure, la sintaxis "entra en la sintagmática", y no se
pueden establecer límites bien definidos entre los hechos de lengua
y de habla en las estructuras sintácticas. La lingüística contempo-
ránea establece una distinción clara entre las palabras enteramente
codificadas y las matrices codificadas de las frases; la gramática
llamada "transformacional" puede considerarse como una feliz ex-
tensión de un análisis paradigmático al dominio de la sintaxis. El
doble sistema de solidaridad sintagmática y paradigmática se mues-
24 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
tra aplicable también a los estudios actuales sobre la construcción
de enunciados de varias frases e incluso de diálogos. La hermenéu-
tica de textos enteros penetra progresivamente en el dominio de
la lingüística y el margen señalado en el Curso entre las dos cien-
cias, la lingüística y la filología, está desapareciendo. Incluso en
el terreno de la historia comparada, V. V. Ivanov y V. N. Toporov
han suscitado la cuestión oportuna de la aplicación de los métodos
de reconstrucción no sólo a las formas gramaticales y léxicas sino
también a textos enteros (124, 125, 272).
Con el ensanchamiento y la profundización del análisis paradig-
mático, el nexo entre los "procesos" y los "conceptos" gramaticales,
para usar la terminología de Sapir (240), toma una importancia
creciente, y las propiedades de los diferentes niveles gramaticales
aparecen sin cesar como desempeñando un papel peXlinente en la
interpretación semántica. El interés acrecentado que suscitan las
múltiples cuestiones de contexto arroja nueva luz sobre el proble-
ma central, aunque por mucho tiempo desatendido, de la semán-
tica lingüística, tanto gramatical como léxica, especialmente la re-
lación entre las significaciones contextuales y la significación
general. El análisis semántico del lenguaje encuentra un instru-
mento poderoso en el estudio, descuidado hasta ahora, de los men-
sajes metalingüísticos. En el pensamiento lingüístico medieval, que
apenas empieza a estudiarse (7, 217, 39), la diferencia fundamental
entre las significaciones primarias (intrínsecas) y derivadas o con-
textuales encontró concepciones notables en el plano gramatical
entre los teóricos de los modi significandi y especialmente en el
gran lingüista danés del siglo xiii Boethius Dacus (21), y, en el pla-
no léxico, en los clasificadores de las suppositiones. Después de ha-
ber pasado por un largo periodo cle olvido, de descrédito y de
interpretaciones erradas, estos. problemas - de las "significaciones
indispensables" y de sus "aplicaciones", como las describe Peirce,
acaban por volver al primer plano de la ciencia del lenguaje.
La diferencia entre las dos actitudes lingüísticaá, la sincronía y
la diacronía, fue claramente expuesta, apoyándose en ejemplos, por
Baudouin de Courtenay durante el último tercio del siglo xix (8,
142). Influidos por las ideas de Brentano (26) sobre la psicología
descriptiva en cuanto nueva disciplina rectora llamada a comple-
tar la psicología genética tradicional, Marty (184) y Masaryk (187)
preconizaron durante la década de 1880 la necesidad de una des-
cripción sincrónica en la que veían la primera y principal tarea
CIENCIA DEL LENGUA JE Y OTRAS CIENCIAS 25
de la lingüística y una introducción indispensable a la historia del
lenguaje. Según el Curso de Saussure, la dualidad interna, consti-
tuida por la sincronía y la diacronía, es causa de dificultades par-
ticulares para la lingüística y exige una separación completa de
los dos aspectos: se puede estudiar o bien las relaciones que exis-
ten en el interior del sistema lingüístico "del cual está excluida
toda intervención del tiempo", o bien los cambios sucesivos parti-
culares sin ninguna referencia al sistema. En otros términos, Saus-
sure preveía y anunciaba un método nuevo, estructural, aplica-
ble a la sincronía lingüística, pero seguía el viejo dogma ato-
mista de los neogramáticos en lingüística histórica. La lin-
güística postsaussuriana ha refutado su identificación errónea de
las dos oposiciones: la de la sincronía y la diacronía y la de la
estática y la dinámica. El inicio y el resultado de todo proce-
so de mutación coexisten en la sincronía y pertenecen a dos sub-
códigos diferentes de una sola y misma lengua. Por consiguiente,
ninguno de los cambios puede comprenderse y explicarse sino
en función del sistema que los experimenta y del papel que
desempeñan en el interior de ese sistema: inversamente, ninguna
lengua puede recibir una descripción completa y adecuada sin que
se tengan en cuenta "los cambios que están operándose". La prohi-
bición absoluta introducida por Saussure de estudiar simultánea-
mente las relaciones en el tiempo y las relaciones en el sistema
pierde validez. Los cambios aparecen como referidos a una sincro-
nía dinámica.
La lingüística diacrónica contemporánea examina la sucesión de
las sincronías dinámicas, las confronta y, de esta manera, traza la
evolución de una lengua en una perspectiva histórica más amplia,
tomando debidamente en cuenta no sólo la mutabilidad del sis-
tema lingüístico, sino también sus elementos inmutables, estáticos.
Concentrando su atención en el sistema y aplicando a la diacronía
los mismos principios analíticos que son utilizados para la sincro-
nía, la investigación diacrónica de nuestra época ha podido ob-
tener resultados notables en el dominio de la reconstrucción inter-
na, e inversamente, atendiendo a la estratificación histórica del
sistema lingüístico, los investigadores comprueban afinidades nue-
vas y significativas entre esa estratificación y la estructuración sin-
crónica de las lenguas. La lingüística contemporánea difícilmente
podría someterse a la advertencia saussuriana, enteramente oportu-
na hace medio siglo, cuando había que subrayar y enunciar las
 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
26
tareas de la lingüística descriptiva: "La oposición entre lo diacró-
nico y lo sincrónico salta a la vista en todos los puntos."
Según la opinión de Saussure, apenas abordamos la cuestión de
las relaciones espaciales abandonamos el dominio de la lingüísti-
ca "interna" para entrar en el de la lingüística "externa". Sin em-
bargo, todo el desarrollo de la geografía lingüística, del papel de
las áreas como factor en la historia comparada y de la búsqueda
de afinidades entre lenguas vecinas nos obliga a considerar la es-
tructura espacio-temporal de las operaciones lingüísticas como par-
te integrante de cada sistema "idiosincrónico", para utilizar la
fórmula de Saussure. Los trabajos de campo asiduamente empren-
didos por lingüistas contemporáneos permiten concluir que el có-
digo utilizado por un sujeto cualquiera que habla una lengua o
un dialecto dado es convertible: supone diferentes subcódigos adap-
tados a las variaciones usuales en el radio de la comunicación. Cada
vez resulta más evidente que el código, como el circuito de los
mensajes, está sometido a una interacción perpetua entre el confor-
mismo y el no-conformismo (o, para repetir los términos de Saus-
sure, entre una "fuerza unificante" y una "fuerza particularista"),
tanto en los aspectos espaciales como en los aspectos temporales
del lenguaje. La tendencia del Curso a aislar cada uno de estos
dos aspectos ha sido abandonada más tarde por la lingüística; así,
la pretendida desemejanza entre los focos de innovación y las zonas
de contagio y de difusión se ha mostrado engañosa, pues toda in-
novación se produce únicamente por una multiplicación en el tiem-
po y en el espacio.
En lingüística comparada, la búsqueda de un patrimonio común
se fue ligando cada vez más con las cuestiones de afinidades entre
lenguas vecinas. Pero hoy es la comparación tipológica de las len-
guas la que ocupa el primer plano, y la investigación de las leyes
que subtienden esta tipología y rigen a todas las lenguas del mun-
do así como su adquisición por los niños pequeños. Estas leyes uni-
versales limitan la diversidad de los códigos lingüísticos como las
reglas estructurales de un código dado limitan la variedad de
los mensajes virtuales. La iluminación, la correlación y la inter-
pretación de estas dobles construcciones están en el orden del día,
y la lingüística se halla a punto de cumplir esa tarea esencial, juicio-
samente anunciada por Ferdinand de Saussure, que consiste en
"buscar las fuerzas que entran en juego de manera permanente y
universal en todas las lenguas" (247, p. 20; cf. 245 p. 19ss).
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS
27
El obstáculo esencial que se opone al logro de esta gran em-
presa, la antinomia del sistema y de los cambios, postulada por
Saussure y aceptada por numerosos partidarios de su enseñanza, fue
puesta al desnudo y reprobada de antemano por el gran lingüista
francés de la época, Antoine Meillet, en su valiente Leon d'auver-
ture du cours de Grammaire comparée au Collége de France en
1906, un texto que está lejos de haber perdido su actualidad: "Los
cambios lingüísticos sólo toman su sentido a condición de que se
considere todo el conjunto del desarrollo de que forman parte;
un mismo cambio tiene una significación absolutamente diferente
según el proceso al que pertenece, y nunca es legítimo tratar de
explicar un detalle fuera de la consideración del sistema general
de la lengua en que aparezca. Siendo esto así, se impone la necesi-
dad de tratar de formular las leyes según las cuales son susceptibles
de operarse los cambios lingüísticos. Se determinarán así, no ya
leyes históricas, tales como las leyes fonéticas o las formas analó-
gicas que llenan los manuales actuales de lingüística, sino leyes
generales que no sólo valen para un solo momento del desarrollo
de una lengua, sino que son por el contrario de todos los tiempos;
que no están limitadas a una lengua dada, que se extienden por
el contrario igualmente a todas las lenguas. Y nótese: no serán ni
leyes fisiológicas ni leyes psíquicas, sino leyes lingüísticas. (...) La
investigación de las leyes generales, tanto morfológicas como fono-
lógicas, debe ser de ahora en adelante uno de los principales ob-
jetivos de la lingüística. Pero, debido a su definición misma, estas
leyes rebasan los límites de las familias de lenguas; se aplican a la
humanidad entera" (193, p. 19 ss.).
Fue un pensador francés más antiguo, Joseph de Maistre, el que
en sus Soirées de Saint-Pétersbourg emitió el principio infalible
que el trabajo en cuestión no puede dejar de tomar en cuenta:
"No hablemos pues nunca de azar ni de signos arbitrarios."
II. EL LUGAR DE LA LINGÜÍSTICA EN LAS CIENCIAS DEL HOMBRE
La consigna de la autonomía de la lingüística fue lanzada y di-
fundida por Antoine Meillet en el l Congreso de Lingüistas (La
er
Haya, 1928) y, en el informe final, el eminente lingüista holandés
J. Schrijnen, secretario del Congreso, aludiendo al punto de vista

28 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
expresado por Meillet, consideraba a esa asamblea histórica como
un acto solemne de "emancipación": "Era un tiro de prueba, una
tentativa (...) La lingüística, a la luz del día y ante el foro del
mundo entero, ha defendido sus propias causas" (1, p. 97).
Este programa pertinente llegaba a su hora y en el transcurso
de las décadas siguientes habría de permitir a nuestra ciencia pro-
fundizar y revalorizar sus métodos y sus tareas. Hoy • sin embargo
se siente sobre todo la necesidad de un trabajo interdisciplinario
emprendido asiduamente por equipos de especialistas. Las relacio-
nes entre la lingüística y las ciencias vecinas, en especial, piden un
examen profundizado.
Poco después del congreso de La Haya, y probablemente en un
movimiento de reacción inmediata, Edward Sapir declaraba que
había que asegurar a la vez la consolidación interna de la lingüís-
tica y ensanchar su horizonte. Según él, los lingüistas deberían, de
grado o de fuerza, "interesarse cada vez más en los numerosos pro-
blemas de antropología, de sociología y de psicología que invaden
el dominio del lenguaje", pues "es difícil para el lingüista moderno
limitarse a su objeto de estudio tradicional. A menos que esté li-
geramente desprovisto de imaginación, no puede dejar de intere-
sarse por lo menos en algunos de los dominios que la lingüística
comparte con la antropología, la historia cultural, la sociología, la
psicología, la filosofía y, de modo más alejado, con la física y la fi-
siología" (243, p. 166).
Añadamos que si no unimos estrechamente una con otra estas
dos nociones complementarias de autonomía y de integración, nues-
tra tentativa se ve desviada hacia una finalidad que le es ajena: o
bien la idea saludable de autonomía degenera en prejuicio aisla-
cionista, nefasto como todo particularismo, separatismo o apart-
heid, o bien nos adentramos en la vía opuesta y comprometemos
el principio sano de integración sustituyendo la autonomía indis-
pensable por una heteronomia importuna (o "colonialismo"). En
otras palabras, es preciso conceder una atención igual a lo que la
estructura y el desarrollo de un sector dado del saber tienen de
específico y a lo que hay de común en las bases de varias disci-
plinas y de las modalidades de su evolución, así como a la inter-
dependencia de estas disciplinas.
El grupo de asesores especiales adscritos al departamento de cien-
cias sociales de la UNESCO puso de manifiesto recientemente el ca-
rácter interdisciplinario de las ciencias del hombre cuya meta es
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 29
desbrozar leyes (ciencias nomotéticas, o nomológicas, según la ter-
minología de Peirce), ya se las designe con el nombre, de ciencias
sociales o de ciencias humanas, y las modalidades de esta coope-
ración han sido objeto de una discusión apasionante (cf. 83). El
interés espontáneamente demostrado por el 10 9 Congreso Interna-
cional de Lingüistas (Bucarest, 1967) hacia los numerosos aspec-
tos de los nexos que unen a la ciencias del lenguaje con las diversas
disciplinas vecinas es también significativo (cf. 2). El problema de
las correlaciones entre las ciencias del hombre, subrayémoslo, se
ordena alrededor de la lingüística. Las causas principales de esto
son la estructura excepcionalmente regular y autónoma del lengua-
je y el papel fundamental que desempeña en la cultura; por otra
parte, los antropólogos y los psicólogos están de acuerdo en con-
siderar a la lingüística como la más adelantada y la más precisa de
las ciencias del hombre y por consiguiente como un modelo meto-
dológico para las otras disciplinas (160, pp. 37, 66; 120, p. 9). Como
dice Piaget, "la lingüística es sin duda la más avanzada de las cien-
cias sociales, por su estructuración teórica tanto como por la pre-
cisión de su deber, y mantiene con otras disciplinas relaciones de
gran interés" (215, p. 25). A principios de siglo, Peirce asignaba ya
a "la lingüística, ciencia extensa y de una admirable madurez",
una posición privilegiada entre los "estudios de la actividad y de
los productos del espíritu" (212, I, § 271).
Contrariamente a todas las otras ciencias del hombre y a ciertas
ciencias naturales de origen relativamente reciente, el estudio del
lenguaje es una de las ramas del conocimiento que se remontan a
los tiempos más remotos. El más antiguo de los textos gramaticales
que poseemos es una penetrante descripción del sumerio escrita
hace casi cuatro mil años; la teoría lingüística y la investigación
empírica han dado lugar a una tradición variada e ininterrumpida
que, iniciada en la India y la Grecia antiguas, floreció en la Edad
Media, en el Renacimiento, en el siglo xvii en contacto con las
doctrinas de Descartes, Locke y Leibniz, después durante la época
de las "Luces", para desembocar finalmente en las múltiples ten-
dencias científicas de los dos últimos siglos.
Es precisamente la suma de experiencia acumulada por la lin-
güística la que nos obliga a preguntarnos qué lugar ocupa entre
las ciencias del hombre y cuáles son las perspectivas de una coope-
ración interdisciplinaria fundada en una estricta reciprocidad, sin
usurpación del dominio y de las exigencias propias de cada ciencia.
30
- RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
Se ha planteado la pregunta de si "la admirable cooperación in-
terdisciplinaria" que une entre ellas a las ciencias naturales puede
valer también para las ciencias del hombre, ya que la articulación
sólida y lógica de los conceptos y su clasificación jerárquica según
su grado de generalidad y de complejidad son manifiestas en la
red que forman las ciencias naturales, pero están aparentemente
ausentes en las ciencias del hombre (215, p. 2). Esta incertidum-
bre parece remontarse a las primeras tentativas de clasificación que
no tenían en cuenta la ciencia del lenguaje. Sin embargo, si la
lingüística es precisamente escogida y utilizada como punto de
partida de una clasificación provisional de las ciencias del hombre,
es que semejante sistema fundado "en las principales afinidades
de los objetos clasificados" encuentra bases teóricas sólidas.
Debido a su lógica interna, las ciencias del hombre se ordenan
en una serie fundamentalmente análoga a la que reúne y articula
a las ciencias naturales. La lengua es • uno de los sistemas de signos,
y la lingüística, ciencia de los signos verbales, no es sino una parte
de la semiótica, ciencia general de los signos —"Diptenixili" o doc-
trina de los signos, entre los cuales los más usuales son las pala-
bras— nombrada y definida en su Ensayo sobre el entendimiento
humano por John Locke que la había presentidó (168, Libro IV,
cap. xxi, § 4). Coseriu cita a J. de Sáo Tomás (1589-1644) como
precursor de Locke en el dominio ,de la semiótica, en el que apa-
rece por otra parte estrechamente ligado a la tradición escolástica
(58, 45). Se encuentra un eco de este pensamiento y de e - una ciencia de las leyes" (203).
menclatura de Locke (Semiótica) en un filósofo polaco, .aotne
Wrajn i, a principios del siglo xix (311). Charles Sanders Peirce,
convencido de que numerosos pasajes del Ensayo "marcan los pri-
meros pasos hacia análisis en profundidad", tomó de Locke el tér-
mino de "semiótica (IriviEttonxili)", definiéndolo él también como
la "doctrina de los signos" (212, u, §§ 649, 227). Pionero y des-
brozador de "la nueva disciplina", Peirce se entregó en 1867 (I,
§§ 545 y ss.) a una primera tentativa de clasificación de los signos
y dedicó su vida a estudiar "la doctrina de la naturaleza esencial y
de las variedades fundamentales de una semiosis posible" (y, § 488).
Los textos que redactó a fines del siglo xix, en los que emplea por
primera vez el término "semiótica" para designar a esta nueva dis,
ciplina, sólo fueron publicados en la edición póstuma de sus obras; -
Ferdinand de Saussure no pudo pues conocerlos cuando, después
de su precursor norteamericano, percibió la necesidad de una cien-
CIENCIA DEL LENGUA JE Y OTRAS CIENCIAS 31
cia general de los signos a la que puso provisionalmente el nombre
de "semiología", a la que juzgaba indispensable para la interpre-
tación del lenguaje y de todos los otros sistemas de signos en su
correlación con el lenguaje: "Puesto que no existe todavía, no pue-
de decirse lo que será; pero tiene derecho a la existencia, su lugar
está determinado de antemano. La lingüística no es sino una parte
de esta ciencia general (156, p. 33). El problema lingüístico es ante
todo semiológico (p. 34). Por ese camino no sólo se esclarecerá el
problema lingüístico sino que pensamos que al considerar los ri-
tos, las costumbres, etc., como signos, estos hechos aparecerán bajo
otra luz y se sentirá la necesidad de agruparlos en la semiología
y explicarlos por las leyes de esta ciencia" (244, p. 35).
A. Naville, que fue colega de Saussure en Ginebra, dio de su pen-
samiento sobre la futura ciencia de los signos una primera versión
que presenta un gran interés: "El señor Ferdinand de Saussure in-
siste en la importancia de una ciencia muy general, a la que llama
semiología y cuyo objeto serían las leyes de la creación y de la
transformación de los signos y de su sentido. La semiología es una
parte esencial de la sociología (ya que la vida social, explica Na-
ville, no es concebible sin la existencia de signos de comunicación).
Como el más importante de los sistemas de signos es el lenguaje
convencional de los hombres, la ciencia semiológica más avanzada
es la lingüística o ciencia de las leyes de la vida del lenguaje. La
lingüística es, o por lo menos tiende cada vez más a llegar a ser,
Asistimos a un auge internacional rápido y espontáneo de la
nueva disciplina que engloba una teoría general de los signos y de
sus caracteres comunes, una descripción de los sistemas de signos, el
análisis comparativo y la clasificación de estos sistemas (cf. 275,
250, 73, 195). Locke y Saussure tenían indudablemente razón: el
lenguaje está en el centro de todos los sistemas semióticos humanos
y es el más importante de ellos. Por consiguiente, "la lingüística
es la tributaria principal de la semiótica", como lo escribió Leo-
nard Bloomfield (19, p. 55). Por otra parte, toda confrontación
del lenguaje con la estructura de diferentes sistemas de signos re-
vistesuna importancia capital para la lingüística, puesto que hace
aparecer las propiedades comunes a los signos verbales y a todos
los otrós sistemas semióticos, o a algunos de ellos, y saca a la luz
los rasgos específicos del lenguaje (cf. 135).
32 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
. CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS
La relación entre el lenguaje y los otros tipos de signos puede
servir de primer criterio de clasificación. Existe una variedad de
sistemas semióticos que comprende diversos sustitutos del lenguaje
hablado. Tal es el caso de la escritura que es, en el doble plano
de la ontogénesis y de la filogénesis, una adquisición secundaria
facultativa en relación con el lenguaje oral, común a toda la hu-
manidad, aunque los aspectos gráficos y fonológicos del lenguaje
sean considerados a veces por los lingüistas como dos "sustancias"
equivalentes (por ejemplo, 66). De todos modos, en la relación en-
tre entidad gráfica y entidad fonológica, la primera funciona siem-
pre como un significante y la segunda como un significado. Por
otra parte, el lenguaje escrito, subestimado a veces por los lingüis-
tas, merece un análisis científico distinto que tome debidamente
en cuenta las características particulares de la escritura y de la
lectura (cf. Derrida, 65, 66). La transformación del lenguaje ha-
blado en lenguaje silbado o tamborileado es otro ejemplo de un
sistema sustituido a otro, mientras que el morse es una sustitución
en segundo grado: sus puntos y rayas son un significante cuyo sig-
nificado es el alfabeto ordinario (240, p. 20; 241, p. 7).
Los lenguajes más o menos formalizados utilizados como cons-
trucciones artificiales para diferentes fines científicos o técnicos
pueden considerarse como transformaciones del lenguaje natural.
El estudio comparativo de un lenguaje formalizado y del lenguaje
natural es de un gran interés para poner de relieve sus caracterís-
ticas convergentes y divergentes, y requiere una cooperación estre-
cha entre los lingüistas y' los especialistas de los lenguajes forma-
lizados que son los lógicos. Según Bloomfield, cuya observación
sigue teniendo actualidad, la lógica "es una rama de la ciencia es-
trechamente ligada con la lingüística" (19, p. 55). Esta asistencia
mutua ayuda a los lingüistas a determinar la especificidad de las
lenguas naturales con una precisión y claridad cada vez mayores.
Inversamente, para analizar las superestructuras formalizadas, el
lógico debe confrontarlas sistemáticamente con su base natural,
sometiéndolas a una interpretación estrictamente lingüística. Un
estudio comparativo común de este género choca con la idea toda-
vía vivaz de que una lengua natural es un sistema simbólico de
segundo orden, que peca constitucionalmente de imprecisión, in-
determinación (vagueness), ambigüidad y oscuridad. Como lo ha
indicado claramente Chomsky, la independencia relativa de los len-
guajes artificiales formalizados respecto del contexto e, inversa-
33
mente, la sensibilidad de las lenguas naturales al contexto, crean
una gran diferencia entre estas dos categorías semióticas (51, 52,
53). La variabilidad de las significaciones, en especial los despla-
zamientos de sentido, numerosos y de gran alcance, así como una
aptitud ilimitada para las paráfrasis múltiples, son precisamente
las propiedades que favorecen la creatividad de una lengua natu-
ral y confieren no sólo a la actividad poética sino también a la
actividad científica posibilidades de invención continuas. Aquí, lo
indeterminado y el poder creador aparecen como totalmente so-
lidarios.
Uno de los principales investigadores que abrieron el camino
al estudio matemático del problema de lo finito, Emil Post, sub-
rayó el papel decisivo que el "lenguaje ordinario" desempeña en
el "nacimiento de ideas nuevas", su ascenso "por encima del mar
del inconsciente" y la mutación ulterior de procesos vagos e intui-
tivos "en relaciones entre ideas precisas" (224, p. 430). El concep-
to freudiano del "ello" fue -sugerido seguramente por los giros
impersonales del alemán en es; el derivado alemán Gestalt facilitó
la constitución de una nueva corriente en psicología (cf. Ehrenfels
74 y Cassirer 46). Como lo hace observar Hutten, "el discurso téc-
nico no puede funcionar sin lengua metafórica", y palabras figu-
radas como "campo" y "flujo" han dejado una huella en el pen-
samiento de los físicos (117, p. 84). Es el lenguaje natural el que
ofrece un sostén poderoso e indispensable a "la aptitud para in-
ventar problemas, a la capacidad de reflexión imaginativa y crea-
dora", don considerado por quien estudia la evolución humana
como "la característica más significativa de la inteligencia" (107,
p. 359).
La diferencia funcional entre los lenguajes formalizados y las
lenguas naturales debe ser respetada por los especialistas en unos
y otras (cf. 213). No hay que reeditar el cuento de Andersen sobre
el patito feo, y el desprecio del lógico hacia la sinonimia y la
homonimia del lenguaje natural está tan fuera de lugar como
el asombro del lingüista ante las proposiciones tautológicas de la
lógica (cf. Hjelmslev, 109). Durante la larga historia de la lingüís-
tica, ciertos criterios propios de construcciones técnicas abstractas
se han aplicado arbitrariamente a lenguas naturales, no sólo por
los lógicos sino a veces por los propios lingüistas. Así, nos hemos
topado con tentativas arbitrarias de reducir la lengua natural a
enunciados declarativos y considerar las formas requisitivas (formas
34 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
interrogativas e imperativas) como alteraciones o paráfrasis de pro-
posiciones declarativas.
Sean cuales sean los problemas verbales tratados, los conceptos
fundamentales utilizados por los lógicos están fundados en los len-
guajes formalizados, mientras que la lingüística pura no puede
dejar de partir de un análisis sistemático y estrictamente intrín-
seco de las lenguas naturales. Por consiguiente, la lógica y la lin-
güística tratan bajo un ángulo enteramente diferente problemas
como la significación y la referencia, la intensión y la extensión
o las proposiciones existenciales y el universo del discurso; pero
estas dos visiones distintas pueden interpretarse como dos modos
de descripción parciales pero fieles, entre los cuales existe, según
la definición de Niels Bohr, una relación de "complementarie-
dad" (23).
El lenguaje formalizado más perfeccionado es el de las matemá-
ticas (23, p. 68), y sin embargo los matemáticos no cesan de sub-
rayar su arraigo profundo en el lenguaje cotidiano. Así, para Borel,
el cálculo postula necesariamente la existencia de la lengua vulgar
(24, p. 160), o, para Waismann, "debe completarse por la revela-
ción de la dependencia que existe entre los símbolos matemáticos
y el sentido de las palabras en la lengua corriente" (286, p. 118).
Bloomfield ha sacado de esta relación la conclusión que se impo-
nía para la ciencia del lenguaje al afirmar que, "puesto que las
matemáticas son una actividad verbal", esa disciplina presupone
naturalmente a la lingüística (19, p. 55).
En la relación entre las estructuras independientes del contexto
y las estructuras sensibles al contexto, las matemáticas y el lengua-
je cotidiano son los dos sistemas polares, y cada uno de ellos apa-
rece como el metalenguaje que conviene mejor al análisis estructu-
ral del otro (cf. 182). La lingüística llamada matemática debe
satisfacer criterios científicos a la vez lingüísticos y matemáticos
y, por consiguiente, exige un control sistemático mutuo por parte
de los especialistas de cada una de las dos disciplinas. Las diversas
ramas de las matemáticas —teoría de los conjuntos, álgebra de
Boole, topología (cf. Thom, 268), estadística, cálculo de probabi-
lidades, teoría de los juegos y teoría de la información (cf. 277,
176)— se aplican con provecho a una investigación reinterpretativa
de la estructura de las lenguas humanas tanto en sus variables
como en sus invariantes universales. Ofrecen todas juntas un me-
talenguaje multiforme capaz de traducir eficazmente datos lingüís-
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 35
ticos. El libro de Zellig Harris, que aplica la teoría de los conjuntos
a la gramática y compara después la lengua natural y los sistemas
formalizados, constituye un buen ejemplo de ello (101; cf. tam-
bién 102).
Otra rama de la semiótica comprende una extensa gama de sis-
temas idiomorfos que sólo se relacionan indirectamente con el len-
guaje. El gesto que acompaña a la palabra pertenece, según la
definición de Sapir, a una categoría de signos "sobreañadidos" (241,
p. 7). Aunque hay ordinariamente concomitancia entre la gesticu-
lación y los enunciados verbales, los dos sistemas de comunicación
no se recubren exactamente. Existen además sistemas semióticos ges-
tuales separados del discurso. Estos sistemas, como en general to-
dos los sistemas de signos que son independientes del lenguaje por
su estructura y cuya realización no necesita de la palabra, deben
someterse a un análisis comparativo en el que deberá insistirse es-
pecialmente en el estudio de las convergencias y las divergencias
entre una estructura semiótica dada y el lenguaje.
La clasificación de los sistemas de signos utilizados por el hom-
bre debe fundarse en varios criterios tales como: la relación entre
el significante y el significado (conforme a la clasificación de Peir-
ce, que divide los signos humanos en tres categorías: indicios, ico-
nos y símbolos, a los que se añaden ciertas variedades intermedias);
la discriminación entre la producción de signos y la simple expo-
sición semiótica de objetos preexistentes (208, 150); la diferencia
entre la producción puramente corporal de signos y su producción
con ayuda de instrumentos; la distinción entre las estructuras se-
mióticas puras y aplicadas; la semiosis visual o auditiva, espacial
o temporal; las formaciones homogéneas y sincréticas; la diversidad
de las relaciones entre el emisor y el destinatario, en especial la
comunicación intraindividual, interindividual y pluriindividual.
Cada una de estas divisiones debe tener en cuenta evidentemente
las diversas formas intermedias e híbridas (cf. 135).
La cuestión de la existencia y de la jerarquía de las funciones
fundamentales que observamos en el lenguaje —fijación sobre el
referente, el código, el emisor, el destinatario, su contacto o, final-
mente, sobre el mensaje mismo (136)— puede plantearse también
para los otros sistemas semióticos. En especial, un análisis compa-
rativo de las estructuras determinadas por una fijación predomi-
nante sobre el mensaje (función artística) o, en otros términos,
investigaciones paralelas sobre el arte verbal, musical, figurativo,
36 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
coreográfico, dramático y cinematográfico, se cuentan entre las
tareas más imperativas y más fecundas de la semiótica. No hace
falta decir que el análisis del arte verbal cae en la competencia
inmediata del lingüista, de sus preocupaciones y de sus tareas esen-
ciales, y le obliga a conceder una atención continuada a las com-
plejidades de la poesía y de la poética. Esta última puede definirse
como el estudio de la función poética del lenguaje y de la función
artística de los sistemas semióticos en general. Para el estudio com-
parativo de la poesía y de las otras artes, la colaboración de los
lingüistas y de los especialistas de disciplinas como la musicología,
las artes visuales, etc., está en el orden del día, dado sobre todo
el papel de la palabra en diversas formas híbridas como la música
vocal, las representaciones teatrales y la película hablada.
A pesar de la autonomía estructural innegable de los sistemas de
signos que hemos definido como idiomórficos, se les puede tam-
bién aplicar, como a las otras variedades de estructuras semióticas
utilizadas por los seres humanos, las conclusiones importantes sa-
cadas por dos grandes lingüistas: Sapir vio perfectamente que "el
lenguaje fonético tiene prioridad sobre todos los otros tipos de
simbolismo comunicativo" (241, p. 7), y para Benveniste "el len-
guaje es la expresión simbólica por excelencia" y todos los otros
sistemas de comunicación "derivan de él y lo suponen" (14, p. 28).
El hecho de que los signos verbales precedan a todas las otras
actividades deliberadamente semióticas queda confirmado por las
investigaciones sobre el desarrollo del niño. El simbolismo gestual
del niño, después de que ha adquirido los rudimentos del lenguaje,
es netamente distinto de los movimientos reflejos que hace el lac-
tante antes de saber hablar.
En resumen, la semiótica estudia y compara la comunicación de
los mensajes, sean cuales sean, mientras que la lingüística se li-
mita a la comunicación de los mensajes verbales. De estas dos cien-
cias del hombre, la segunda tiene pues un campo más limitado;
en cambio, toda comunicación humana de mensajes no verbales
presupone un circuito de mensajes verbales, mientras que la recí-
proca no es verdad.
Si, yendo de lo particular a lo general, el grupo de las discipli-
nas semióticas es el que engloba más inmediatamente a la lingüís-
tica, el nivel siguiente está representado por el conjuntó de las
disciplinas de la comunicación. Cuando decimos que el lenguaje,
o todo otro sistema de signos, es un medio de comunicación, debe-
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 37
mos cuidarnos a la vez de toda concepción restrictiva de los medios
y de los fines de la comunicación. En especial, se ha desatendido
a menudo el hecho de que al lado del aspecto interpersonal, más
tangible, de la comunicación, su aspecto intrapersonal es igualmen-
te pertinente. Así es coma el discurso interior, en el que Peirce dis-
cernió con finura un "diálogo interno", y que hasta época reciente
la lingüística más bien ha descuidado, es un elemento cardinal de
la red del lenguaje y sirve de nexo con el pasado y el porvenir
de la persona (212, iv, § 6: "a dialogue between different phases
of the ego"; v, § 421: "[One] is saying to that other self that is
just coming into life in the flow of time"; u, § 334: "The pro-
blematical [listener] may be within the same person as the [speaker],
as when we mentally register a judgement to be remembered later,"
cf. 283; 297; 299; 259; 241, p. 15).
Toca naturalmente a los lingüistas desbrozar la significación pri-
mordial del concepto de comunicación para las ciencias sociales.
Según Sapir, "todo modelo cultural y todo acto de comportamien-
to social suponen una comunicación ya sea en el sentido explícito,
ya sea en el sentido implícito". Lejos de ser "una estructura
estática", la sociedad aparece como una "red muy elaborada de
comprensiones parciales o totales entre los miembros de grupos
organizados más o menos extensos y más o menos complejos", y
es "reafirmada por actos creadores particulares que caen en el te-
rreno de la comunicación" (241, p. 104; cf. 25). A la vez que es
consciente de que "el lenguaje es el tipo más explícito de acto de
comunicación", Sapir supo ver tanto la importancia de los otros
modos y sistemas de comunicación como sus múltiples puntos en
común con el intercambio verbal.
Ha sido Lévi-Strauss quien ha delimitado ese objeto de estudios
con la mayor claridad y quien ha realizado la tentativa más fe-
cunda de "interpretar la sociedad en su conjunto en función de
una teoría de la comunicación" (160, p. 95; 162). Orienta sus es-
fuerzos hacia una ciencia integrada de la comunicación que englo-
baría a la antropología social, a la economía y a la lingüística, o,
para emplear un concepto más amplio, a la semiótica. No puede
uno dejar de seguir a Lévi-Strauss cuando expone su concepción
ternaria según la cual en toda sociedad la comunicación se opera
en tres niveles: comunicación de mensajes, comunicación de uti-
lidades (bienes y servicios) y comunicación de las mujeres (o tal
vez, de una manera más general, comunicación de los copartícipes
 38 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
sexuales). Por consiguiente, la lingüística (junto con las otras ra-
mas de la semiótica), la economía y finalmente la investigación
sobre el parentesco y el matrimonio "caen bajo el mismo método;
difieren solamente por el nivel estratégico en que cada una escoge
situarse en el seno de un universo común'
Todos estos niveles de comunicación asignan un papel funda-
mental al lenguaje. Primeramente, desde el punto de vista ontoge-
nético como desde el punto de vista filogenético, implican la pre-
existencia del lenguaje. En segundo lugar, todas las formas de co-
municación mencionadas van acompañadas de ciertos enunciados
verbales o de otras manifestaciones semióticas o de ambos a la
vez. En tercer lugar, si no son verbalizados, son todos ellos verba-
lizables, es decir traducibles a mensajes verbales enunciados o,
cuando menos, interiores.
No nos demoraremos aquí en la cuestión todavía controvertida
de las fronteras respectivas de la antropología social y de la socio-
logía y las consideraremos como dos ramas de una sola y misma
disciplina. La fórmula epigramática (232) preconizada por Stein
Rokkan (92) y que define a la antropología social como la ciencia
del hombre en cuanto animal hablante y a la sociología como la
ciencia del hombre en cuanto animal escribiente muestra perfecta-
mente que cabe distinguir netamente estos dos niveles de lenguaje
en la red general de la comunicación social.
Si se enfocan los dos dominios de la investigación lingüística,
el análisis de unidades verbales codificadas por una parte, y el
análisis del discurso por la otra (14, p. 130; 100), se hace evidente
que hay que estudiar desde el punto de vista esencialmente lin-
güístico la estructura de los mitos y otras formas de tradición
oral. Estas últimas no son sólo unidades superiores del discurso,
constituyen una variedad suya particular: se trata de textos codi-
ficados, cuya composición está hecha de antemano. El clisé fraseo-
lógico, y particularmente el proverbio, que ocupa un lugar inter-
medio entre las estructuras del código verbal y el discurso, llama
ahora la atención de los investigadores (cf. Permjakov, 214).
Fue Saussure quien, en sus notas sobre los Nibelungen, preco-
nizó con perspicacia la interpretación semiótica de los mitos: "Es
verdad que, yendo al fondo de las cosas, nos damos cuenta en este
terreno, como en el terreno emparentado de la lingüística, de que
todas las inconsecuencias del pensamiento provienen de una refle-
xión insuficiente sobre lo que es la identidad o los caracteres de
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 39
la identidad cuando se trata de un ser inexistente como la palabra
(mot), o la persona mítica, o una letra del alfabeto, que-no son
sino diferentes formas del SIGNO en el sentido filosófico" (91, p.
136). El aspecto verbal de los sistemas religiosos abre oportuna-
mente a la investigación un terreno prometedor (cf. 38, 279), y una
encuesta estrictamente lingüística sobre los mitos, particularmente
sobre su estructura sintáctica y semántica, no sólo establece las ba-
ses de un estudio enteramente científico de la mitología, sino que
puede dar también indicios instructivos a los lingüistas en sus ten-
tativas de análisis del discurso. Cf. las vastas experiencias de Lévi-
Strauss (160, cap. xr; 161; 163) y su confrontación con las nuevas
tareas de la ciencia del lenguaje (36) y del folklore (179, 180, 181).
El ritual asocia generalmente el discurso y el mimo, pero, como
lo observó Leach (155), ciertas categorías de información emitidas
en el transcurso de esas prácticas ceremoniales no son nunca ver-
balizadas por los ejecutantes sino que son expresadas únicamente
en actos. Sin embargo, esa tradición semiótica se relaciona siempre
por lo menos con un cañamazo verbal que se trasmiten las ge-
neraciones.
Es evidente que el lenguaje es un elemento constitutivo de la
cultura, pero, en relación con el conjunto de los fenómenos cultu-
rales, su papel es el de una infraestructura, de un sustrato y de
un vehículo universal. Por consiguiente, "es manifiestamente más
fácil abstraer la lingüística de los otros aspectos de la cultura y
definirla separadamente que hacer la operación inversa" (149, p.
124; 281). Ciertos rasgos propios del lenguaje están ligados con la
situación particular que ocupa en relación con la cultura; tal es
el caso, notablemente, de la adquisición del lenguaje por los niños
pequeños y del hecho de que ni en las lenguas antiguas ni en las
lenguas actuales conocidas por el lingüista exista ninguna diferen-
cia de estructura fonológica y gramatical entre estadios relativa-
mente primitivos y estadios relativamente avanzados.
Las investigaciones profundas de Whorf (292) sugieren toda una
red de interacciones fecundas entre el arsenal de nuestros concep-
• tos gramaticales y la imaginería habitual de nuestra mentalidad
subliminal, mitológica y poética, pero sin autorizarnos a implicar
una relación obligatoria de cualquier clase entre ese código verbal
y nuestras operaciones puramente cognitivas, o a relacionar nues-
tro sistema de categorías gramaticales con una concepción ances-
tral del mundo.
40 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
El marco lingüístico es el instrumento indispensable del coque-
teo, del matrimonio, de las reglas de parentesco y de los tabúes.
Las observaciones finas y minuciosas de Geneviéve Calame-Griaule
sobre la pragmática del lenguaje en la vida erótica, societal y reli-
giosa de un grupo étnico ilustran perfectamente el papel decisivo
del comportamiento verbal en el conjunto de la antropología so-
cial (41).
En el transcurso de la historia secular de la economía y de la
lingüística, estas dos disciplinas han sido comparadas muchas ve-
ces. Se sabe que los economistas del período de las Luces tenían la
costumbre de abordar los problemas lingüísticos (ver Foucault 81,
cap. in); tal fue, por ejemplo, el caso de Turgot, que redactó un
artículo sobre la etimología para la Encyclopédie (276), o de Adam
Smith, que escribió un estudio sobre el origen del lenguaje (257).
La influencia de G. Tarde sobre la doctrina de Saussure en cues-
tiones de circuito, de intercambio, de valores, de entrada y salida,
de productor y consumidor, es harto conocida. Numerosos temas
comunes, como la "sincronía dinámica", las contradicciones inter-
nas del sistema y su movimiento continuo, quedan sometidos a
tratamientos análogos en los dos sectores. Algunos conceptos eco-
nómicos fundamentales han sido repetidamente objeto de inter-
pretaciones semióticas provisionales. A principios del siglo XVIII, el
economista ruso Ivan Posolkov forjó la frase: "Un rublo no es
un poco de metal blanco, un rublo es la palabra del soberano",
y John Law enseñaba que la moneda no tiene más valor que el
de un signo fundado en la firma del príncipe. En nuestros días,
Talcott Parsons (210, 211) trata sistemáticametite a la moneda
como "un lenguaje extremadamente especializado", a las transac-
ciones económicas como "ciertos tipos de conversación", a la circu-
lación monetaria como "el envío de mensajes" y al sistema mone-
tario como "un código gramatical". Aplica a los intercambios
económicos, según propia confesión, la teoría lingüística del código
y del mensaje. O, según la formulación de Ferruccio Rossi-Landi,
"la economía en sentido propio es el estudio del sector de la co-
municación no verbal que consiste en la circulación de un tipo
particular de mensajes habitualmente conocidos como 'mercancías':
para emplear una fórmula más breve: la economía es el estudio de
los mensajes-mercancías" (235, p. 62). Para evitar una extensión
metafórica del término "lenguaje", es preferible tal vez considerar
a la moneda como un sistema semiótico de destino particular. Si
CIENCIA DEL LENGUA JE Y OTRAS CIENCIAS 41
se quiere estudiar con exactitud este medio de comunicación, es
preciso someter los procesos y los conceptos que entran en juego
a una interpretación semiótica. Sin embargo, dado que "la matriz
más general" de los sistemas simbólicos, como lo hizo observar con
razón Parsons, "es el lenguaje", la lingüística es en realidad el
mejor modelo que se ofrece para este tipo de análisis. Pero hay
además otras razones para asociar la economía a los estudios lin-
güísticos: el intercambio de bienes y servicios "convertidos" en
palabras (210, p. 358), el papel directo y concomitante del lenguaje
en todas las transacciones monetarias y la posibilidad de traspo-
ner la moneda en mensajes puramente verbales como los cheques
u otras obligaciones (110, p. 568). En realidad, el aspecto simbó-
lico, verbal, de las transacciones económicas merece un estudio in-
terdisciplinario sistemático que debería ser una de las tareas más
fructíferas de la semiótica aplicada.
Así la comunicación de copartícipes sexuales y de bienes o de
servicios muestra ser, en un grado elevado, un intercambio de men-
sajes auxiliares, y la ciencia integrada de la comunicación com-
prende no sólo la semiótica propiamente dicha, es decir el estudio
de los mensajes propiamente dichos y de los códigos sobre los cua-
les se apoyan, sino también las disciplinas en que los mensajes
desempeñan un papel pertinente pero accesorio. En todo caso, la
semiótica ocupa una posición central en la ciencia general de
la comunicación, cuyas otras ramas están todas subtendidas por
ella, mientras que ella misma engloba a la lingüística, la cual, en
el centro de la semiótica, subtiende todos sus demás sectores. Tres
ciencias pertenecientes a un conjunto se engloban una a otra y
representan tres grados de generalización creciente: 1) el estudio
de la comunicación de mensajes verbales, 'o lingüística; 2)- el estu-
dio de la comunicación de mensajes de cualquier tipo, o semiótica
(inclusive la comunicación de mensajes verbales); 3) el estudio (le
la comunicación, o antropología social y económica (inclusive la
comunicación de mensajes).
Los estudios que se realizan actualmente bajo etiquetas diversas
tales como "sociolingüística", "lingüística antropológica" y "etno-
lingüística", representan una reacción saludable contra las sobrevi-
vencias todavía frecuentes de la tendencia saussuriana a circuns-
cribir las tareas y los objetivos de la investigación lingüística. No
deberíamos sin embargo calificar de "perniciosas" esas restriccio-
nes impuestas por unos lingüistas que trabajan aisladamente o en
42 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
equipo a los fines y objetivos de sus propias investigaciones; es ab-
solutamente legítimo privilegiar ciertos sectores perfectamente de-
finidos de la lingüística, imponerse un objeto de estudio bien
delimitado y encerrarse en una especialización rigurosa. Pero sería
un error peligroso enfocar todos los otros aspectos del len-
guaje como cuestiones lingüísticas secundarias o incluso super-
fluas, y particularmente tratar de excluir estos temas de la
lingüística propiamente dicha. La experimentación lingüística pue-
de aislar deliberadamente ciertas propiedades inherentes del len-
guaje. Tal fue el caso, por ejemplo, de las experiencias de un am-
plio grupo entre los lingüistas norteamericanos, que trataban de
excluir el sentido, primeramente del análisis lingüístico en general,
después por lo menos del análisis gramatical. Tal fue también el
caso de las tendencias saussurianas, reanudadas y reanimadas re-
, cientemente, a limitar el análisis sólo al código (lengua, compe-
tencia), a despecho de la unidad dialéctica indisoluble de la len-
gua y del habla (código/mensaje, competencia/actuación).
Ninguna de estas experiencias restrictivas, por útiles e instructi-
vas que sean, puede considerarse como un estrechamiento del do-
minio de la lingüística. Los diferentes trabajos y problemas pro-
puestos y debatidos bajo la etiqueta de la socio o etnolingüística,
merecen todos un estudio profundizado; buena parte de ellos, por
lo demás, son objeto desde hace tiempo de investigaciones en los
medios científicos internacionales y su abandono aquí o allá no
podrá ser sino momentáneo. Todos sin embargo forman parte in-
tegrante de la lingüística y exigen el mismo análisis estructural
que los demás elementos constitutivos del lenguaje. El desig-
nio de la etnolingüística y de la sociolingüística (no podemos por
menos de compartir, en este punto, la opinión de Dell Hymes, que
es uno de los promotores clarividentes del programa en cuestión)
debe ser sencillamente incorporado a la lingüística y acabará por
serlo (121, p. 152), porque la ciencia del lenguaje no puede sepa-
rarse y aislarse de las "cuestiones que plantean el funcionamiento
del lenguaje y el papel que éste desempeña en la vida del hom-
bre" (119, p. 13).
Todo código verbal es convertible y comprende necesariamente
una serie de subcódigos distintos, o, en otros términos, de varieda-
des funcionales del lenguaje. Toda colectividad lingüística tiene
a su disposición: 1) unas estructuras más explícitas y otras más
elípticas, con una serie de grados que aseguran la transición entre
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 43
los puntos extremos de lo explícito y de lo elíptico; 2) una alter-
nancia intencional de estilos más arcaicos y más modernos; 3) una
diferencia manifiesta entre las reglas del discurso ceremonial, vi-
gilado, suelto y francamente descuidado. Los múltiples conjuntos
de reglas, distintos según las regiones, que permiten, prescriben
o prohiben la palabra y el silencio, están destinados a servir de in-
troducción natural a toda gramática verdaderamente generativa.
Nuestras realizaciones lingüísticas están regidas además por una
competencia en materia de regla del diálogo o del monólogo; par-
ticularmente, las diversas relaciones de lenguaje entre el locutor
y el destinatario constituyen una parte sustancial de nuestro códi-
go lingüístico y atañen directamente a las categorías gramaticales
de persona y de género. Las reglas gramaticales y léxicas relativas
a las diferencias o a la ausencia de diferencia entre el rango je-
rárquico, el sexo y la edad de los interlocutores no pueden descui-
darse en una descripción exacta y profundizada de una lengua
dada, y el lugar de estas reglas en la estructura general de la len-
gua plantea una cuestión lingüística delicada.
La diversidad de los interlocutores y su capacidad de adap-
tarse uno a otro son un factor decisivo de la multiplicación y de
la diferenciación de los subcódigos en el interior de un grupo lin-
güístico y en el marco de la competencia verbal de sus diferentes
miembros. El "radio variable de la comunicación", según la feliz
expresión de Sapir (241, p. 107), supone un intercambio interdia-
lectal e interlingual de los mensajes y crea generalmente agregados
e interacciones de orden multidialectal y a veces multilingüe en el
hablar de los individuos e incluso de grupos enteros. Una com-
paración exacta entre la competencia, habitualmente superior, del
sujeto como oyente y su competencia más restringida como locutor
es una tarea que atañe a la lingüística pero que a menudo es des-
atendida (cf. 111; 278).
Las fuerzas centrífugas y centrípetas de los dialectos territoria-
les y sociales son ya desde hace varias decenas de años uno de los
temas favoritos de la lingüística mundial. La aplicación reciente
del análisis estructural a las encuestas de dialectología social he-
chas en el terreno (151; 152) denuncia una vez más el mito de los
grupos lingüísticos homogéneos, muestra que los locutores tienen
conciencia de las variaciones, de las distinciones y de los cambios
del modelo lingüístico, y aporta así nuevas ilustraciones a nuestra
tesis: que el metalenguaje es un factor intralingüístico esencial.
44 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
La necesidad de enfrentarse a los problemas de normalización
y de planificación (103, 104; 266) y, por ende, de poner término a
las últimas sobrevivencias supersticiosas de la teoría de los neogra-
máticos sobre la no-ingerencia en la vida del lenguaje —"deje en
paz su lenguaje" (98)— es una de las tareas urgentes de la lingüís-
tica, estrechamente relacionada con el aumento progresivo del ra-
dio de la comunicación.
Un rápido examen de los temas recientes de la sociolingüística
y de la etnolingüística (cf. particularmente 122, 96, 27, 166, 44,
95, 78, 80) muestra que todas estas cuestiones requieren de un
análisis estricta y propiamente lingüístico y comprenden una parte
pertinente e inalienable de lingüística propiamente dicha. William
Bright subraya con perspicacia el denominador común de estos
programas: "La diversidad lingüística es precisamente el objeto de
la sociolingüística" (27, p. 11; cf. 120). Sin embargo, esa misma
diversidad puede considerarse como el objetivo principal del pen-
samiento lingüístico internacional en sus esfuerzos por superar el
modelo saussuriano de la lengua considerada como un sistema es-
tático y uniforme de reglas obligatorias y sustituir a esa construc-
ción simplista y artificial la idea dinámica de un código diversi-
ficado, convertible y adaptable a las diferentes funciones del len-
guaje y a los factores de espacio y de tiempo, ambos excluidos de
la concepción saussuriana. Mientras esa concepción estrecha tenga
sus adeptos, tendremos que repetir incansablemente que toda re-
ducción de la realidad lingüística puede conducir a conclusiones
científicas preciosas a condición de no confundir el marco volun-
tariamente restringido y artificial del trabajo experimental con la
realidad lingüística total.
Puesto que los mensajes verbales analizados por los lingüistas
están ligados con la comunicación de mensajes no verbales o con
el intercambio de bienes o de copartícipes sexuales, la investiga-
ción lingüística debe completarse con un estudio semiótico y an-
tropológico más extenso. Como lo previó Trubétzkoy en una carta
de 1926 (cf. 273), el objeto de la ciencia general de la comunica-
ción es mostrar, para repetir los términos de Bright, "la coya-
riancia sistemática de la estructura lingüística y de la estructura
social" (27). 0, como escribió Benveniste, "el problema será antes
bien descubrir la base común a la lengua y a la sociedad, los prin-
cipios que gobiernan estas dos estructuras, definiendo primero las
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 45
unidades que en una y en otra se prestasen a ser comparadas, y
hacer resaltar su interdependencia" (14, p. 15).
Lévi-Strauss ve así la vía por la que se adentrará esa futura in-
vestigación interdisciplinaria: "Nos vemos conducidos, en efecto,
a preguntarnos si diversos aspectos de la vida social (inclusive el
arte y la religión) —de los que sabemos ya que su estudio puede
auxiliarse con métodos y nociones tomados de la lingüística— no
consisten en fenómenos cuya naturaleza coincide con la del len-
guaje mismo (...). Habrá que llevar el análisis de los diferentes
aspectos de la vida social hasta una profundidad suficiente para
alcanzar un nivel en donde se haga posible el paso del uno al otro;
es decir elaborar una especie de código universal, capaz de ex-
presar las propiedades comunes a las estructuras específicas corres-
pondientes a cada aspecto. El empleo de este código deberá ser
legítimo para cada sistema tomado aisladamente, y para todos
cuando se trate de compararlos. Estaremos así en situación de saber
si hemos tocado a su naturaleza más profunda y si consisten o no
en realidades del mismo tipo" (160, p. 71). Lévi-Strauss piensa en
un "diálogo" con los lingüistas sobre las relaciones entre lengua
y sociedad (p. 90). Recordemos que Durkheim había comprendi-
do la superioridad creciente de la lingüística sobre las otras cien-
cias sociales y que había aconsejado paternalmente la constitución
de una sociología lingüística (cf. 4). Hasta ahora, sin embargo,
han sido los lingüistas los que han dado los primeros pasos; men-
cionaré, por ejemplo, las tentativas realizadas alrededor de 1930
en la literatura lingüística rusa para establecer una correlación en-
tre el lenguaje y los problemas socioculturales (cf. 282, 220, 123).
Los sociólogos admiten la "dura verdad" de que la conciencia
de los hechos del lenguaje puede hacer más por la sociología que
la sociología por los estudios lingüísticos, y de que la insuficiencia
de su formación propiamente lingüística impide a los especialis-
tas de las ciencias sociales manifestar un interés fructífero por el
lenguaje (166, pp. 3-6).
El radio variable de la comunicación, el problema del contac-
to entre los comunicantes ("comunicación y transporte") que Par-
sons define ingeniosamente como el aspecto ecológico de los sis-
temas, sugieren ciertas correspondencias entre el lenguaje y la
sociedad. Así, la asombrosa homogeneidad dialectal de las lenguas
habladas por los nómadas está manifiestamente ligada con la ex-
tensión del territorio que recorren. En las tribus de cazadores, los
46 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
hombres permanecen mucho tiempo separados de sus mujeres, pero
en contacto estrecho con su presa. Resulta de ello un dimorfismo
sexual apreciable de la lengua, reforzado por las múltiples prohi-
biciones que llevan a los cazadores a modificar su hablar para no
ser comprendidos por los animales.
Entre la psicología y la lingüística o, de manera más general,
entre la psicología y las ciencias de la comunicación, existe una
relación bastante diferente de la que hemos descubierto entre los
tres círculos concéntricos mencionados más arriba: comunicación
de los mensajes verbales, comunicación de mensajes en general, co-
municación en general. La psicología del lenguaje o, como se dice
hoy, la "psicolingüística", término traducido del viejo compuesto
alemán Sprachpsychologie, tiene tras de sí una larga tradición, a
despecho de ciertas afirmaciones reiteradas (cf. 202) según las cua-
les los psicólogos han permanecido hasta muy recientemente indi-
ferentes al lenguaje y los lingüistas a la psicología. Blumenthal
tiene razón cuando dice que esta creencia difundida "es desmenti-
da por los hechos" (20), pero tampoco él se ha dado cuenta del
verdadero alcance y de la longevidad de esas investigaciones in-
terdisciplinarias. En la historia mundial de la ciencia desde me-
diados del siglo xix, sería difícil designar una escuela de psicología
que no se haya esforzado por aplicar sus principios y sus métodos
a los fenómenos lingüísticos y que no haya producido una obra
representativa consagrada al lenguaje. Inversamente, todas esas doc-
trinas sucesivas han marcado profundamente las tendencias de la
lingüística contemporánea. Sin duda, la lingüística moderna ha
oscilado entre manifestaciones de viva atracción para con la psico-
logía y momentos de repulsión no menos viva, y esos eclipses tem-
porales se explican por varias razones.
En el primer tercio del siglo xx, en el momento en que la no-
ción de estructura hacía su entrada en la ciencia del lenguaje, se
sintió fuertemente la necesidad de aplicar a los problemas de len-
gua criterios estricta y exclusivamente lingüísticos. Saussure, aun-
que anhelaba vivamente establecer un nexo entre las dos discipli-
nas en cuestión, puso en guardia a sus alumnos contra una depen-
dencia excesiva de la lingüística con respecto de la psicología e in-
sistió expresamente en la necesidad de delimitar los dos dominios
con la mayor precisión (91, p. 52). La fenomenología de Husserl,
con su lucha contra una hegemonía de las explicaciones psicolo-
gistas de antaño, desempeñó también un papel considerable, dada
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 47
la influencia que ejerció el filósofo en el pensamiento internacio-
nal entre las dos guerras. Finalmente los lingüistas se quejaron de
ello y, como lo subrayó particularmente Sapir, la mayoría de los
psicólogos de su tiempo eran todavía demasiado poco conscientes
"de la importancia fundamental del simbolismo en el comporta-
miento"; él predijo que un estudio sobre el simbolismo específico
del lenguaje contribuiría "a enriquecer la psicología" (241, p. 163).
La espera de Sapir fue rápidamente colmada por el tratado de
Karl Bühler (37), que sigue siendo probablemente para los lingüis-
tas la obra más rica entre todas las que tratan de psicología del
lenguaje. Paso a paso, pero con retrocesos frecuentes, los psicólogos
que se ocupaban del lenguaje empezaron a percibir que las ope-
raciones mentales ligadas con el lenguaje y la semiótica son esen-
cialmente diferentes de todos los fenómenos psicológicos. Se hizo
más y más evidente que era preciso adquirir un conocimiento só-
lido de los fundamentos de la lingüística. Sin embargo, las adver-
tencias estrictamente preliminares dirigidas por George Miller a
los psicólogos para que se adentraran más en el estudio de esta
ciencia compleja conservan todo su valor (197, 196). Pero los psi-
cólogos deben cuidarse de no olvidar la importancia igual de los
estudios sobre la significación del contexto y sobre la de sus com-
ponentes considerados en sí mismos (por ejemplo frases y pala-
bras). Los todos y las partes se determinan mutuamente. La opi-
nión de Peirce exige cada vez más ser comprendida y seguida: "the
proper significate outcome of a sign" (212), es decir su significado,
que Peirce propone llamar interpretant, se define como "all that
is explicit in the sign itself apart from its context and circumstan-
ces of utterance" (y, 473). En su ensayo de 1868, Peirce enseña
que mientras no se trate de homónimos cada palabra no tiene más
que una significación general (significatio), mientras que sus sig-
nificaciones contextuales (suppositiones) son variadas, y sostiene
la prioridad de la significación general mediante un bello recurso
a la lógica medieval: "Unde significatio prior est suppositione et
differunt in hoc quia significatio est vocis, suppositio yero est ter-
mini jam compositi ex vote et significatione" (v, § 320).
El número siempre creciente de publicaciones instructivas (cf.
particularmente: 206, 207, 169, 158, 255, 256) debe estimular un
debate animado entre psicólogos y lingüistas. Cuestiones importan-
tes, como los aspectos interiores del habla o las "estrategias men-
tales" de los interlocutores, exigen una experimentación y una elu-
48 RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS DEL LENGUAJE
cidación psicológicas. Entre las cuestiones pertinentes en parte es-
tudiadas por los psicólogos y en parte aún sin respuesta, podemos
citar la programación y la percepción del habla, la atención y la
fatiga del oyente, la redundancia en cuanto antídoto del ruido
psicológico, la memoria inmediata y la síntesis simultánea, la re-
tención y el olvido de la información verbal, la memoria genera-
dora y perceptiva del código verbal, la interiorización del habla,
el papel de los diferentes tipos mentales en el aprendizaje de la
lengua, la correlación entre el estado preverbal y la adquisición
del lenguaje por una parte, y diferentes niveles de desarrollo in-
telectual por otra parte, e, inversamente, las relaciones entre las
perturbaciones del lenguaje y las deficiencias intelectuales, y final-
mente la importancia del lenguaje para las operaciones intelec-
tuales en relación con el estadio preverbal.
Las otras formas de comunicación semiótica y la comunicación
en general plantean, mutatis mutandis, problemas psicológicos aná-
logos. En todos estos casos, un terreno claramente delimitado se
ofrece a la intervención fecunda del psicólogo y, mientras los espe-
cialistas de la psicología no se inmiscuyan en el sector propiamente
lingüístico de la forma y de la significación verbales, aplicando
criterios y métodos que les son extraños, la psicología y la lingüís-
tica pueden y deben sacar un provecho efectivo de una enseñanza
mutua. Nunca hay que olvidar sin embargo que los procedimientos
y los conceptos verbales —en otras palabras, todos los significantes y
todos los significados, en sus interrelaciones— exigen en primer lu-
gar un análisis y una interpretación puramente lingüísticos. Sucede
todavía que se intenta sustituir las operaciones lingüísticas indis-
pensables por un análisis casi psicológico, pero estas tentativas es-
tán condenadas al fracaso; tal es el caso del voluminoso tratado
de erudición de Kainz, cuyo plan de gramática psicológica, "dis-
ciplina explicativa e interpretativa" que el autor opone a la gra-
mática lingüística juzgada como puramente descriptiva e histórica,
revela una concepción manifiestamente errónea del alcance y de
las metas del análisis lingüístico (144, i, p. 63). Cuando pretende,
por ejemplo, que del empleo de las conjunciones en una lengua
dada el psicólogo puede deducir "die Gesetze des Gedankenauf-
baus" ("las leyes de la construcción del pensamiento") (p. 62), el
autor muestra que ignora los principios fundamentales de la estruc-
tura y del análisis lingüístico. Del mismo modo, ningún procedi-
miento psicológico puede sustituir al análisis estructural riguroso
CIENCIA DEL LENGUAJE Y OTRAS CIENCIAS 49
y circunstanciado del aprendizaje progresivo, cotidiano, del len-
guaje por el niño; semejante estudio exige la aplicación cuidadosa
de una técnica y de una metodología puramente lingüísticas, pero
cae de su pelo que el psicólogo está llamado a establecer una co-
rrelación entre los resultados de esta investigación lingüística y el
desarrollo general de la mentalidad y del comportamiento del niño
(cf. 192).
La ciencia de la comunicación, en cada uno de sus tres niveles,
tiene que vérselas con las reglas y los papeles múltiples de la comu-
nicación, con los papeles de aquellos que quedan asociados por la
comunicación y con las reglas de su asociación, mientras que
la psicología se ocupa de los asociados mismos, de su naturaleza,
de su personalidad y de su estatuto interno. La psicología del len-
guaje tiene esencialmente por meta caracterizar científicamente a
los usuarios del lenguaje y, por consiguiente, lejos de invadir sus
terrenos respectivos, esas dos disciplinas de la actividad verbal se
completan útilmente. Los dos peligros mutuamente opuestos están
presentes al mismo tiempo en los trabajos de los lingüistas: la
ausencia de todo interés en la psicología y la convicción más que
ingenua de que la lingüística no es sino una provincia de la psico-
logía.
Como ejemplos típicos de la tendencia a enfocar desde un punto
de vista psicológico las realizaciones lingüísticas y a sus ejecutan-
tes, pueden citarse los esfuerzos del psicoanálisis por descubrir el
fondo más íntimo del lenguaje provocando la verbalización de lo
no-verbalizado, las experiencias subliminales, la exteriorización del
lenguaje interior, y la teoría tanto como la práctica pueden verse
estimuladas por los esfuerzos de Lacan, que apuntan a revisar y
a reinterpretar la correlación entre el significante y el significado
en la experiencia lingüística del paciente (153; cf. 230). Si la lin-
güística guía al analista, las consideraciones de este último sobre
la "supremacía del significante" pueden a su vez profundizar las
ideas del lingüista sobre la doble naturaleza de las estructuras ver-
bales. La aplicación lingüística de las leyes de contigüidad y de
similaridad en su dicotomía y en sus sincretismos (141), reforzada
por el psicoanálisis y la psicología fenomenológica, crea nuevas
sugerencias y perspectivas en los estudios psicológicos y étnicos so-
bre la magia (cf. 190, 56 ss.).