Está en la página 1de 7

PARTE 2

Gregorio descansa hasta el anochecer, momento en que lo


despierta el rumor de unos pasos fuera de su habitación.
Cuando se desliza hasta la puerta, nota que una de sus patas se
arrastra sin vida. Entiende que lo que lo llevó hasta allí es un
plato de leche con trocitos de pan que le ha dejado su hermana.
Ni bien hunde la cabeza en el plato, un dolor muy fuerte se
apodera de todo su lado izquierdo y siente repugnancia por la
leche, que ha sido, hasta antes de su metamorfosis, su bebida
preferida. En consecuencia, deja el plato y vuelve al centro de la
habitación.

En el transcurso de la noche, Gregorio siente que la puerta se


entreabre algunas veces, pero nadie entra. A la mañana, él deja
entreabierta una de las hojas de la puerta para incentivar a que
alguien de su familia entre. Pero transcurre todo el día y nadie
se digna a hacerlo. Llega otra vez la noche y sus padres y su
hermana se retiran a descansar. Gregorio, de repente, siente
que su cuarto le da miedo y se mete, con cierta dificultad,
debajo del sofá. Allí pasa toda la noche, incómodo por su nueva
e imprevista corpulencia, pensando sobre su futuro y sintiendo
culpa respecto de las molestias que le está ocasionando a su
familia.

A la mañana siguiente, la hermana entra en la habitación y nota


que Gregorio no ha tomado la leche que ella le dejó el día
anterior. Él la observa desde debajo del sofá. Para sorpresa de
Gregorio, Grete regresa con sobras de la última cena y varios
alimentos vencidos; se los deja sobre un periódico viejo. Al salir,
cierra con llave para que Gregorio se sienta tranquilo y coma.
Luego de comer con avidez, él se queda reposando en el piso.
Su hermana vuelve al rato y hace girar la llave lentamente,
como avisándole a Gregorio que está por entrar. Él corre a
ocultarse otra vez debajo del sofá, ya que entiende que su
nueva figura no es un espectáculo agradable de ver para su
hermana. Grete barre las sobras, limpia un poco y sale de la
habitación. Gregorio ya puede salir de su escondite que, por
todo lo que ha comido, lo estaba asfixiando.

Su hermana continua llevándole dos comidas diarias. Gregorio


no sale de su habitación y la única forma que tiene de obtener
noticias de sus padres es escuchando sus conversaciones a
través de las puertas. La mayoría de estas charlas son sobre él.
El padre de Gregorio revela cuál es la situación económica de la
familia; él tiene algunos pocos ahorros que le quedaron de su
trabajo anterior, y no mucho más. Gregorio, que desde hace
años viene trabajando duro para hacer que a su familia no le
falte nada, se siente un poco más tranquilo con la noticia de
que aún quedan algunos ahorros. Hasta su metamorfosis,
Gregorio se hacía cargo él solo de la económica de la casa.

Mientras está pegado a la puerta, escuchando, Gregorio medita


sobre su sueño de poder mandar a su hermana al conservatorio
a estudiar violín. Al mismo tiempo, entiende que los ahorros no
son eternos. Está claro que, ahora que él está impedido, alguien
de la familia tendrá que salir a trabajar. El padre está demasiado
viejo y gordo para eso. Su madre, que padece de asma y se
agita solo con caminar, tampoco puede. ¿Le corresponde a la
hermana, quizás? Cada vez que se habla de esto, Gregorio se
siente triste y avergonzado, y va a tirarse en el sofá.

A medida que pasa el tiempo, las entradas de Grete en la


habitación de Gregorio adquieren un matiz diferente. Él la nota
un poco fastidiada con la situación y cada vez que ella entra,
corre a la ventana para abrirla. Estas carreras estrepitosas de la
hermana asustan a Gregorio, que se queda bajo el sofá,
temblando, durante todo el tiempo que ella está en la
habitación.
Un día la hermana entra un poco más temprano que de
costumbre y ve a Gregorio observando por la ventana. Grete
cierra la puerta y no vuelve hasta el mediodía. Gregorio
comprende que, más allá de que ha pasado un mes de su
metamorfosis, su hermana no logra acostumbrarse a su nueva
figura. Por eso decide cubrir el sofá con una manta y así ocultar
también la parte de su cuerpo que sobresale cada vez que se
mete debajo del mueble.

Durante las dos primeras semanas, los padres no se deciden a


entrar a ver a Gregorio. El seguimiento que hacen de su hijo es
a partir de lo que les reporta la hermana cuando le arregla la
habitación. Más allá de que la madre insiste mucho en ver a su
hijo, tanto el padre como Grete no se lo permiten. Gregorio, por
su parte, ha desarrollado el divertimento de trepar por las
paredes y el techo. Su hermana se da cuenta de esto y decide
mover los muebles para facilitarle las cosas. Para esta tarea
necesita la ayuda de su madre. Cuando se encuentran las dos
en la habitación -con Gregorio lógicamente escondido- Grete
decide que lo mejor es sacar todos los muebles menos el
indispensable sofá. Luego de que ellas sacan el baúl, Gregorio
asoma la cabeza para advertirles que quiere que la mesa se
quede donde está. La primera en regresar al cuarto es la madre,
que ve a Gregorio y vuelve rápido a la habitación de al lado,
donde está Grete.

Gregorio, que no quiere que le quiten todo lo que ama de su


cuarto, sale de debajo del sofá y trepa por la pared hasta
quedar sobre un cuadro. Cuando regresan las dos, la madre lo
ve y se desmaya en el sofá. Grete amenaza a Gregorio y sale a
buscar algo para reanimar a su madre. Gregorio, por su parte, se
desprende del cristal del cuadro y cae en la habitación contigua.
Su hermana, que tiene una botella en la mano, la deja caer del
susto y, cuando esta se rompe, un cristal hiere a Gregorio. Grete
sale a atender a la madre y encierra a Gregorio en el cuarto con
los muebles. Luego de un rato allí, recostado sobre la mesa,
regresa el padre a la casa. Cuando este pregunta qué ha
sucedido, Grete le cuenta que la madre se desmayó al ver a
Gregorio y que, encima, él ha escapado de su habitación.

El padre entra al cuarto donde está Gregorio y amaga con


pisarlo. Gregorio sale corriendo y comienza una persecución.
Luego de un buen rato de correr por la habitación, el padre
comienza a arrojarle manzanas. Una de ellas lo hiere
seriamente. En eso, la puerta de la habitación de Gregorio se
abre y entra corriendo la madre, que lo abraza al padre y le
suplica que le perdone la vida a Gregorio.

VOCABULARIO
1- Convexo: Que presenta una curvatura más saliente en el
centro que en los bordes.

2- Alféizar: Repisa o pieza horizontal en la base del hueco de


una ventana, generalmentepor el lado exterior.

3- Fonda: Establecimiento de categoría inferior al hostal que


ofrece alojamiento y servicios de aseo y comedor.

4- Esbirro: Persona pagada por otra para amenazar o realizarlas


acciones violentas que se le ordenen.

5- Anárquica: Relativo a la anarquía.

6- Erguida: Levantar y poner derecho el cuerpo o una parte de


él

7- Estrepito: Ruido muy grande.

8- Prescindiendo:Dejar de tener en cuenta a una persona o cosa


9- Yacía: Estar echada o tendida una persona

10- Engolada: Se aplica al modo de hablar poco natural,


excesivamente grave o enfático

Análisis
En esta segunda parte del relato, podemos observar cómo
Gregorio comienza a darse cuenta de que ha perdido su
identidad humana. El primer indicio de esto lo encontramos en
el rechazo que le produce la leche, que ha sido desde siempre
su bebida favorita. Por el contrario, cuando su hermana le lleva
las sobras de la cena y varios alimentos vencidos, Gregorio
come con avidez. Su apetito, entonces, ya no responde a un
paladar humano, sino al de un insecto. Al mismo tiempo,
cuando su madre lo ve, se desmaya por la impresión que le
causa, lo que constituye otro ejemplo de que Gregorio ya no es
reconocible por su familia. Asi y todo, Grete, al principio, intenta
asistir a su hermano, llevándole comida y ocupándose de
limpiar y ordenar el cuarto. Paradójicamente, cuando quiere
hacer más espacio en la habitación de Gregorio para que él
pueda moverse y trepar por las paredes más cómodamente,
está atentando contra la necesidad de su hermano de aferrarse
a los últimos vestigios de humanidad que le quedan: los
muebles. "Le vaciaban su cuarto, le quitaban cuanto él amaba"
(50). A partir de este ejemplo, entendemos que Gregorio tiene
una conexión afectiva con lo material ya que, de alguna manera,
es aquello que lo define como persona. Quitarle los muebles es,
al mismo tiempo, despojarlo de su humanidad.

Por otro lado, en esta parte de relato, aparece con más fuerza
uno de los temas principales de La metamorfosis: la soledad. Más
allá de que Gregorio está recluido en su cuarto, el sentimiento
de soledad se profundiza a medida que el rechazo de su familia
hacia él aumenta. A esto se le suma la culpa que siente al
escuchar a su padre hablando de la difícil situación económica
de la familia, de la que Gregorio se siente responsable por ya no
poder ir a trabajar. "Cada vez que la conversación venía a parar
a esta necesidad de ganar dinero, Gregorio abandonaba la
puerta y, encendido de pena y de vergüenza, arrojábase sobre
el fresco sofá de cuero" (43). Esta nueva y traumática realidad
en la que se encuentra Gregorio es un reflejo de las
consecuencias terribles que puede tener un sistema tan
alienante como el capitalista, que al concebir a las personas
como simples organismos de producción, las deshumaniza, y,
sin importar que estén rodeadas de otras personas o, incluso,
de seres queridos como en el caso de Gregorio, favorece el
desarrollo de una conciencia individualista que, tarde o
temprano, crea un fuerte sentimiento de soledad.
Gregorio, entonces, quiere defender lo poco que todavía lo
conecta con la idea de ser humano, los muebles. Su padre entra
al cuarto en donde está él y amenaza con pisarlo; luego lo hiere
con una manzana. Aquí podemos observar otra actitud
autoritaria del señor Samsa, que recurre a la violencia para
reprender a su hijo. Incluso la señora Samsa tiene que intervenir
para que no lo mate. El padre de Gregorio representa esa
autoridad represora, que abusa de su poder y busca eliminar
todo lo que no sea compatible con el orden social que propone
el sistema. Al mismo tiempo, el señor Samsa es un fiel reflejo
del padre de Kafka, que era autoritario y reprimía los intereses
de su hijo por no ser compatibles con los suyos. Por otro lado,
tenemos la manzana: una fruta que siempre puede remitirnos a
la historia bíblica de Adán y Eva, en la que ellos violan la orden
de Dios de no tocar el fruto prohibido (frecuentemente
representado por una manzana) y esto genera que él los
expulse del paraíso. En el caso de Gregorio, también la manzana
da comienzo a un exilio, en este caso, hacia la más profunda
soledad. El paraíso del cual es desterrado es su familia, pero
también su condición de ser humano.

Por último, el tema de la culpa también está presente en esta


parte del relato. Gregorio tenía el sueño de mandar a su
hermana al conservatorio y ahora no podrá hacerlo. Al mismo
tiempo, el hecho de que él ya no pueda trabajar complica la
situación económica de la familia y esto lo hace sentir culpable.
Su sentimiento de culpa, entonces, nace a partir de que no
puede cumplir con las expectativas que los demás tienen de él.
De alguna forma, antes de su metamorfosis, dejó de lado sus
deseos y sus emociones para cumplir con el mandato social que
se le había impuesto. Gregorio está tan alienado que antes de
preocuparse por su monstruosa metamorfosis, siente culpa
porque ya no puede cumplir con ese mandato social que lo
definía como persona.

También podría gustarte