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La 

tabla periódica está presente en las paredes de casi todos los laboratorios de


química. El mérito de su creación se le otorga habitualmente a Dmitri
Mendeléyev, un químico ruso que en 1869 escribió en tarjetas todos los
elementos conocidos (63 hasta ese momento) y después los organizó en
columnas y filas de acuerdo a sus propiedades químicas y físicas. Para celebrar el
150 aniversario de este momento clave para la ciencia, la Organización de las
Naciones Unidas ha proclamado 2019 como el Año Internacional de la Tabla
Periódica.

La lista de elementos de John Dalton. Wikimedia Commons


Pero la tabla periódica no empezó con Mendeléyev. Antes que él, muchos habían
ensayado sus propias tablas de elementos. Décadas antes, el químico John
Dalton intentó crear una tabla y algunos símbolos interesantes para identificar los
elementos, pero no parecieron ser de su agrado. Tan solo unos años antes de que
Mendeléyev se sentase con su baraja de cartas caseras, John Newlands creó
también una tabla en la que clasificó los elementos según sus propiedades.

La genialidad de Mendeléyev reside en lo que dejó fuera de su tabla. Supo


reconocer que ciertos elementos no estaban presentes ya que aún tenían que ser
descubiertos, así que donde Dalton, Newlands y otros habían expuesto lo que se
sabía, él dejó espacio para lo desconocido. Además, tuvo la capacidad de
predecir, de manera aún más asombrosa, las propiedades de los elementos que
faltaban.
La tabla de Dmitri Mendeléyev completa (sin los elementos aún por descubrir). Wikimedia Commons
Fíjese en los signos de interrogación de la tabla situada justo encima de estas
líneas. Por ejemplo, al lado del elemento “Al” (aluminio) hay espacio para un
metal desconocido. Mendeléyev predijo que el potencial descubrimiento tendría
una masa atómica de 68, una densidad de seis gramos por centímetro cúbico y un
punto de fusión muy bajo. Seis años después, Paul Émile Lecoq de
Boisbaudran aisló el galio, que encajaba a la perfección en el espacio dispuesto
con una masa atómica de 69,7, una densidad de 5.9g/cm³ y un punto de fusión
tan bajo que se convierte en líquido en la mano. Mendeléyev hizo lo mismo
con el escandio, el germanio y el tecnecio (que no fue descubierto hasta 1937, 30
años después de la muerte del científico ruso).

A primera vista, la tabla de Mendeléyev no se parece demasiado a la tabla con la


que estamos familiarizados. Uno de los motivos es que la tabla periódica
moderna contiene varios elementos que Mendeléyev pasó por alto y para los que
no dejó espacio, especialmente los gases nobles (como el helio, el neón y el
argón). Por otra parte, la tabla elaborada por el químico ruso tiene una
organización diferente a la que conocemos, en la que ahora situamos elementos
juntos en columnas dispuestas en filas.
Tabla periódica actual. Offnfopt/Wikipedia
Pero si se gira la tabla de Mendeléyev 90 grados, la similitud con la versión
moderna es evidente. Por ejemplo, los halógenos flúor (F), cloro (Cl), bromo (Br)
y yodo (I, representado en la tabla de Mendeléyev con la letra J) aparecen juntos.
En la actualidad se encuentran situados en la 17ª columna de la tabla o, como
prefieren llamarlo los químicos, el grupo 17.

El período de experimentación
Puede parecer un paso muy pequeño, pero años después de las publicaciones de
Mendeléyev se experimentó ampliamente con diseños alternativos para ubicar los
diferentes elementos. Incluso antes de que la tabla se estableciera en su
disposición actual, había gente sugiriendo algunos giros extraños y maravillosos.

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