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No podemos seguir basando nuestra forma de vida en las fuentes de

energías no renovables que se va agotando. Además esto lo debemos hacer


compatible, por un deber elemental de justicia, con lograr el acceso a una
vida más digna para todos los habitantes del mundo. Por una parte aprender
a obtener energía de forma económica y respetuosa con el ambiente, de las
fuentes alternativas de las que hemos hablado anteriormente. Sin embargo
aún más importante, es aprender a usar eficientemente la energía, usar
eficientemente la energía significa no emplearla en actividades innecesarias
y conseguir hacer las tareas con el mínimo consumo de energía posible. Hay
que desarrollar tecnologías y sistemas de vida y trabajo que ahorren energía,
ya que es lo más importante para lograr un auténtico desarrollo, que se
pueda llamar sostenible. Asimismo, el despertar de la responsabilidad en el
campo energético de todos los países del mundo debe ir acompañado de
una labor de clarificación de conceptos a sus habitantes. Además, ahorrar
energía tiene otras ventajas adicionales para el medioambiente y la salud
humana, porque se disminuye el grado de contaminación del aire, del mar y
de la tierra (respiramos mejor, vivimos en un entorno más limpio y menos
contaminado), a la vez que disminuye el riesgo de lluvia ácida, mareas
negras y destrucción de bosques y espacios naturales.

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