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Antigua Guatemala
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Antigua Guatemala
La ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, cuyo nombre oficial e histórico es
Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala y popularmente
nombrada en la actualidad como Antigua Guatemala, es cabecera del municipio homónimo
y del departamento de Sacatepéquez, Guatemala; se ubica a aproximadamente 25 kilómetros
al oeste de la capital de la República de Guatemala, y a una altitud de 1470 m s. n. m.
Actualmente la ciudad se ubica dentro de las 20 ciudades más importantes de Guatemala.
Durante la época colonial era conocida como Santiago de los Caballeros de Guatemala, y fue
la capital de la Capitanía General de Guatemala, entre 1541 y 1776, año en que la capital fue
trasladada a la ciudad de Nueva Guatemala de la Asunción luego de que los terremotos de
Santa Marta arruinaran la ciudad por tercera vez en el mismo siglo,3 hecho que las
autoridades civiles utilizaron como excusa para debilitar a las autoridades eclesiásticas
siguiendo las recomendaciones de las Reformas Borbónicas emprendidas por la corona
española en la segunda mitad del siglo XVIII obligando a las órdenes regulares a trasladarse
de sus majestuosos conventos a frágiles estructuras temporales en la nueva ciudad.
Fue la tercera sede de la capital de la Capitanía General de Guatemala que comprendía a los
actuales Estados de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, así
como Chiapas en México. Luego de la destrucción por inundación de la segunda ciudad el
11 de septiembre de 1541, ubicada en el Valle de Almolonga (barrio de San Miguel Escobar
en Ciudad Vieja, Sacatepéquez en el siglo XXI) en las faldas del Volcán de Agua —a donde
había sido llevada tras abandonar el primer asentamiento en Iximché (Tecpán), en 1527-. El
27 de septiembre se eligió una comisión de dos alcaldes y once ciudadanos para que
inspeccionaron el área y recomendaran un nuevo lugar para trasladar allí la ciudad, y a los
dos días retornaron y asegurando que el sitio idóneo era el Valle de Tianguecillo, a donde
ordenó el cabildo que se mudaran los pobladores. Pero, antes de que se realizara el traslado,
arribó el ingeniero Juan Bautista Antonelli, constructor de ciudades y villas, quien recomendó
que la ciudad fuera trasladada al Valle de Panchoy —o Valle del Tuerto—, porque «en él se
aparta el peligro de los volcanes, que nunca podrán inundarla, está resguardada del Norte,
con los cerros que la rodean; tiene abundancia de aguas, que naciendo muy altas corren por
este valle sobre la faz de la tierra, y se pueden encañar y llevar fácilmente a todas partes; que
dicho terreno es llano, y por esto cómodo para la formación de las plazas, calles y casas; y
tan dilatado, que por mucho aumento que tome la Ciudad, tendrá suelo donde extenderse,
hasta ocho, o nueve leguas de circunvalación. [Además], que dicho sitio en todos tiempos
está bañado de Sol, y es tan fértil, que todo el año se ve cubierto de hierba, y por esta parte
es bueno para apacentar bestias y ganados. [Finalmente], en sus inmediaciones hay gran
proporción para fabricar tejas, ladrillo y adobes, que en los cerros que rodean el valle se
encuentran canteras a distancia de dos o tres millas; y no lejos se halla la cal y el yeso.»
La nueva ciudad fue construida a partir de 1543 en el Valle de Panchoy, y establecida como
cabecera de la Real Audiencia de Guatemala en 1549. Durante su desarrollo y esplendor fue
conocida como una de las ciudades más hermosas de las Indias Españolas. La ciudad se trazó
en forma rectilínea, con las calles orientadas de norte a sur y de este a oeste, con una plaza
central. Para los edificios eclesiásticos y de gobierno fueron designados lugares importantes
alrededor de la plaza central; a esta plaza también se le llamó Plaza Mayor, Plaza Real y
Plaza de Armas. Entre 1549 y 1563, las propiedades al sureste de la plaza mayor fueron
vendidas a la corona y ocupadas por el primer presidente de la Real Audiencia de los
Confines: el licenciado Alonso López Cerrato. quien además fungió como gobernador y
capitán general. El edificio que se construyó originalmente era pequeño de artesonado con
portal, techo de teja y paredes de adobe. La ciudad estaba rodeada por tres volcanes,
montañas, planicies y cerros; a este territorio se le llamó «Valle de Guatemala» y contaba
con setenta y tres pueblos, dos villas y la propia ciudad de Santiago de los Caballeros.
Debido a los constantes problemas entre los conquistadores y los representantes de la corona
enviados por el rey de España, la Audiencia de los Confines se suprimió en 1565.c En 1570
se reinstauró la audiencia, esta vez independiente del virrey de México y se le llamó
Audiencia de Guatemala.
Los monjes franciscanos fueron los primeros en mudarse al valle de Panchoy, la capital del
Capitanía General de Guatemala y construyeron una capilla en el solar en el que
posteriormente se construyó la iglesia de la Escuela de Cristo. Esta capilla fue destruida en
1575 por un terremoto y durante los siguientes diez años se hicieron colectas para construir
el nuevo complejo, a dos cuadras del anterior. De El complejo franciscano se convirtió en un
importante centro cultural y religioso para todo la Capitanía General de Guatemala: teólogos,
juristas, filósofos, físicos y matemáticos estudiaron en su colegio de San Buenaventura, que
estaba ubicado en donde actualmente están las ruinas del monasterio. En el colegio también
estudiaron Cristóbal de Villalpando, Tomás de Merlo y Alonso de Paz.
La primera edificación de una iglesia catedral fue iniciada el año de 1545 con los escombros
traídos del destruido asentamiento en el valle de Almolonga; su construcción fue entorpecida
por los frecuentes sismos a lo largo de los años.
Fuente de las Sirenas, colocada por Diego de Porres en 1737, plaza central de Antigua
Guatemala. La ciudad fue la última morada del cronista español Bernal Díaz del Castillo,
quien también fue sepultado en una de las iglesias; también se conserva la que fue su última
residencia y otros sitios históricos coloniales.
La construcción de las Casas Reales para la residencia del Capitán General y los oidores de
la Real Audiencia de los Confines se inició en 1558. En el lugar se ubicaban la Caja Real, la
cárcel, el cuartel del Batallón de Dragones, la Sala de Armas, las casas de habitación de los
oidores y cabellerizas huertos y bodegas.
La Iglesia, Convento y Colegio de la Compañía de Jesús fue creada a través de Real Cédula
del 9 de agosto de 1561. Esta manzana jesuítica, donada en parte por el cronista Bernal Díaz
del Castillo, comprendía tres claustros y un templo, y vivían en él por lo menos doce jesuitas.
Los jesuitas fundaron el colegio de San Lucas de la Compañía de Jesús en 1608, el cual
adquirió gran fama y no tenía rival en cuanto a la enseñanza de primeras letras y gramática;
a él asistió lo más florido de la sociedad de Santiago, tales como Francisco Antonio Fuentes
y Guzmán, el cronista Francisco Vázquez y Pedro de Betancourt.
Los religiosos de San Juan de Dios fundaron su convento en 1636 y a partir de entonces
estuvieron a cargo de los hospitales en el Capitanía General de Guatemala. Los hospitales
eran: San Alejo —para indígenas—, San Pedro —para eclesiásticos—, Santiago —para
españoles y mulatos—, San Lázaro. Este último fue entregado a los Hermanos de San Juan
de Dios en 1667 por los dominicos que lo habían administrado hasta entonces y en 1685, San
Alejo y Santiago se unieron, formando el hospital de San Juan de Dios.
Los terremotos más fuertes que vivió la ciudad de Antigua Guatemala antes de su traslado
definitivo en 1776 fueron los terremotos de San Miguel en 1717. El 27 de agosto hubo una
erupción muy fuerte del Volcán de Fuego, que se extendió hasta el 30 de agosto; los vecinos
de la ciudad pidieron auxilio al Santo Cristo de la catedral y a la Virgen del Socorro que eran
los patronos jurados contra el fuego del volcán. El 29 de agosto salió la Virgen del Rosario
en procesión después de un siglo sin salir y hubo muchas más procesiones de santos hasta el
día 29 de septiembre, día de San Miguel; los primeros sismos por la tarde fueron leves, pero
a eso de las 7 de la noche se produjo un fuerte temblor que obligó a los vecinos a salir de sus
casas; siguieron los temblores y retumbos hasta la cuatro de la mañana. Los vecinos salieron
a la calle y a gritos confesaban sus pecados, pensando lo peor.
Los terremotos de San Miguel dañaron la ciudad considerablemente. El Real Palacio sufrió
daños en algunos cuartos y paredes. También hubo un abandono parcial de la ciudad, escasez
de alimentos, falta de mano de obra y muchos daños en las construcciones de la ciudad;
además de numerosos muertos y heridos. Estos terremotos hicieron pensar a las autoridades
en trasladar la ciudad a un nuevo asentamiento menos propenso a la actividad sísmica; los
vecinos de la ciudad se opusieron rotundamente al traslado, e incluso tomaron el Real Palacio
en protesta al mismo. Al final, la ciudad no se movió de ubicación, pero el número de
elementos en el Batallón de Dragones para resguardar el orden fue incrementado
considerablemente. El propio capitán general Francisco Rodríguez de Rivas -que gobernó de
1717 a 1724- donó de sus propios fondos para reconstruir el oratorio de San Felipe Neri y la
parroquia de El Calvario.
Los daños en el palacio fueron reparados por Diego de Porres, quien los terminó de componer
en 1720; aunque hay indicios de que hubo más trabajos de Porres hasta 1736.
La construcción del convento e iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza fue aprobada
por Felipe V en 1725 justo cuando llegaron las monjas de la Orden de Clarisas Capuchinas a
la población. La obra fue iniciada en 1731 y consagrada el año de 1736 bajo la supervisión
de Diego de Porres. Fue el último convento fundado en la ciudad y después pasó a llamarse
Convento de las Capuchinas.
La reconstrucción ocurrió en 1730 bajo la dirección del arquitecto Mayor Diego de Porres.
Su fachada ostenta una arquitectura renacentista y es fabricada de piedra, como la iglesia de
las Capuchinas, característica que la diferencia de los demás templos de la localidad.
El terremoto del 29 de septiembre de 1717 dejó inhabitable el edificio del colegio de San
Lucas de los jesuitas; el sismo partió la torre y destruyó la portada dejando esta última a dos
tercios de su altura. El maestro mayor de obras de la ciudad, Diego de Porres, comprobó los
daños que tenía la edificación y calculó que se necesitarían entre cinco mil y seis mil pesos
para repararla. Tres años después, los jesuitas ya habían reconstruido el edificio y, de acuerdo
al Maestro mayor de obras, estaba mucho más bello que la construcción original.
Los sismos continuaron y el 4 de marzo de 1751 el terremoto de San Casimiro dañó la ciudad
nuevamente en esa oportunidad, el Palacio Real sufrió cuantiosos daños y hubo de ser
reconstruido totalmente. El encargado de la reconstrucción fue el arquitecto mayor Luis Diez
de Navarro, a quien las autoridades de la corona española le solicitaron que el edificio se
asemejara al edificio de la sede del poder criollo de Guatemala, el Ayuntamiento, y que
tuviera un portal de columnas de piedra con cúpulas en cada sector de intercolumnio, además
de ser abovedado el techo del conjunto.
Los sismos se iniciaron en agosto, pero nadie les puso atención pues la población estaba
acostumbrada a que temblara con cierta frecuencia; es más, no impidieron que se celebrara
una gran gala en honor al enlace matrimonial del presidente Barrios con su joven esposa,
Francisca Aparicio de Barrios.
Un testigo relató que el terremoto se sintió como una combinación de una larga serie de
movimientos verticales y horizontales que hacían que pareciera que el suelo se movía en
forma de olas y que se elevaba hasta un pie de alto por encima de su nivel normal.
Otro testigo indicó que el pueblo de San Miguel Dueñas quedó totalmente destruido, y
quienes lograron sobrevivir salieron huyendo buscando áreas más seguras. En total, hubo
US$300,000 en pérdidas; los poblados afectados aparte de Antigua Guatemala, Dueñas,
Parramos y Patzicía, fueron Jocotenango, San Pedro Sacatepéquez, Ciudad Vieja y
Amatitlán.
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