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REVISTA HISPANOAMERICANA DE CULTURA


No. 55. Mayo 2020 – Año 14

LLÁMENME CASANDRA
Marcial Gala
Novela
Alfaguara, Argentina, 2019

N adie sabe que el capitán me ha traído aquí para matarme,


todos saben que el capitán me ha traído aquí para matarme,
todos esos jóvenes soldados y sargentos que tanto lo admiraban
saben que él me trajo aquí para matarme, todos esos oficiales de
la plana mayor del batallón que juegan al béisbol junto con él,
que toman ron junto con él, que se rascan la ingle junto con él,
saben que esta noche es mi noche, que me voy a ir, que Marilyn
Monroe dejará de ser un problema, lo intuyen. —No te la puedo
dejar pasar, tú jugaste con mi moral —dice el capitán y dispara.
Dispara el capitán, las balas me atraviesan y me voy de lado
como nave que se escora, me voy muriendo despacio y me dan
ganas de pedirle disculpas porque él me mira morir como se mira
morir a un pequeño animal herido, se acuclilla ante mí y quiere
pedirme perdón y hace como que llora, pero no puede llorar, mi
muerte no le importa nada aunque quisiera que le importara
para no sentirse tan muerto por dentro, nadie acudirá al ruido de
los disparos, nadie. Es habitual que en la noche 266 de África se
escuchen disparos. Siento que voy dejando de respirar, siento
que las erinias me llaman, me tienden sus manos y siguen
susurrando afinado al pie, afinado al pie, afinado al pie, afinado
al pie. Me estoy muriendo despacio mientras el capitán me mira.
Luego me llevará hasta el campo de entrenamiento y me
enterrará en el mismo hueco que cavé como recargo de servicio.
Lo hará porque se siente culpable de no haberme matado antes.
Correrá ese riesgo. Nadie lo verá sin embargo, o nadie querrá
verlo. ─¿Qué se hizo de Marilyn Monroe?, ¿desertó? ─preguntará
al otro día mi sargento Carlos cuando en la formación compruebe
que no estoy. ─Seguro se quedó dormido ─dirá Johnny el
rockero.
Estás mirando un pedazo de madera en la orilla, un mínimo
pedazo de madera que encontraste entre las piedras, allí donde la
playa se torna más agreste, te quedas mirando ese pedazo de
madera en el que hay una inscripción en un idioma que te lleva a
otros tiempos y entonces ese pedazo de madera tan antiguo que
es imposible que esté en tus manos empieza a crecer, a tomar
forma ondulada, a volverse otro y tú te vuelves otra con la
madera y estás sentada en la orilla de un mar que no es el
cubano y detrás de ti está la ciudad y tú también eres otra, eres
Casandra al fin, y dentro de unos minutos te van a llamar por tu
nombre alado. ─Ven ─te van a decir─, ven, corre acá que las
naves se acercan, deja esa vieja estatua de Hécate desechada por
los sacerdotes, ven junto al templo de Poseidón, ven y cantemos
esas canciones que nos gustan tanto, Casandra, ven.

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